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1970

El municipio en la organización de la sociedad

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El municipio como continuidad en el tiempo

EL MUNICIPIO COMO CONTINUIDAD EN EL TIEMPO
POR
] UAN CASAÑAS BALCELLS.
El vértice de 1a divergencia hasta el infinito ,entre Cristianis­
mo y Liberalismo, o
sea entre Orden ,:iaturnl y Revolución, está
en la diversa respectiva concepción de la irelación esencial entre
hombre y sociedad: para el primero, concorde con la razón na­
tural expresada ,en el aristotélico "dv&pw11:o, E&ov 7t:CtA.rttxóv", el
hombre es -social por natural,eza; para -el segundo, el nombre no
tiende naturnlmente a la sociabilidad, sino que la Sociedad es crea­
ción
artificial y contingente del "contrato".
Consecuencia inmediata de
la sociabilidad natural del hom­
bre es la formación de comunidades humanas natura1es de 'Ca­
rácter territorial o institucional y de ámbito cada vez más am­
plio a medida
que por la incesante perfectibilidad del hombre
aumenta progresivamente
la amplitud y complejidad de los fines
humanos naturales a cuya satisfacción responden aquéllas.
El
origen de ,tales ,comunidades, desde las más .reducidas que tienen
su expresión ,en el municipio, hasta 1a comunidad ,estatal, y quizá
paira .el futuro los estados supranacionales e incluso un teórica­
mente no imposible snper,estado mundial, está Dios, que ha creado
al hombre sociable
por naturaleza, y no en la entelequia del
"contrato" roussoniano. La concepción cristiana sujeta fas socie­
dades naturales a un orden jurídico natural de principios objeti­
vos e inmutables, participación de la Ley -eterna; para i1a con­
cepción
liberal, en cambio, no hay otro derecho natura1 que [a
cambiante subjetividad de la "voluntad general".
En toda comunidad humana natural, y entre ellas en el Mu­
nicipio,
es evidente el aspecto o dimensión "e-spacia1 ". Pero tienen
también otra dimensión, m-enos conocida, de sentido TRANSTEM-
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JUAN CASARAS BALCELLS
FORAL: hay comunidad no sólo en un momento y lugar deter­
minados (aspecto espacial), sino que también la hay entre las
diversas generaciones que a .través de los tiempos integran y per­
petúan la comunidad {aspecto transtempüral). Así, un municipio
concreto [o forman no sólo lOiS que hoy constan en su censo mu­
nicipal, sino también cuantos han

encarnado en
ti,empos preté­
ritos su autóctona esencia, como también
las generaciones que en
el futuro recibirán, de quienes les priocedieron, la profunda heren­
cia de tradiciones, ,costumbres y características que dan a aquel
municipio concreto su peculiar modo de ser.
Aunque poco conocida, no por ello .\a aludida dimensión trans­
temporal de las comunidades naturales ha dejado de ser estu­
diacda profundamente y ,expuesta eu forma magistral y definitiva.
Sin embargo, el pensamiento liberal dominante durante más de
uh .siglo en nuestra Patria, y que cabría esperar finiquitado ,tras
el 18 de julio, sigue obstinado ert siJlenciar cuantos vafores, los
únicos positivos, q.ue no militan ,en su campo. Por ello, sólo quie­
nes sobreponiéndose a
'1a formación o deformación impartida por
una Universidad secularmente .liberal o socralizante han acerta­
do a penetrar eu los olvidados tesoros del pensamiento tradicio­
nal, han podido conocer el qu.e su s.istema-tizador, Donoso Cortés,
denomina
DOGMA' m:t LA SOLIDARIDAD, expresión a la par que fun­
damento ,teológico de la dimensión transtemporal de las comu­
nidades.
Bn el capítulo III del Libro Tercero de su obra maestra, Ene
sayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo, Donoso
afirma que "Hay comunidades de méritos y deméritos, de glorias
y de desastres, de talerutos y de aptitudes entre las generaciones
pasadas
y las presentes, entre las presentes y las futuras". y
como, según proclama en él Capítulo I de la misma obra, "en toda
gran cue~ión política va envuelta siempre una gran -cuestión
teológicá", Donoso investiga y -encuentia en el dogma caf:ó1ico
el fundamento de aquel principio histórico-,político de la solida­
ridad: a través de un enc.adenami-ento lógico. perfecto, de la coin­
cidencia en Adán de un doble carácter,
como ind.iV,iduo y como
representante de toda la humanidad, porque. históricamente; en su
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individualidad, se ooncentró toda la naturaleza hwnana, que trans­
mite a todos los hombres, deduce Donoso el dogma de la unidad
esencial
del género ht.tmano, uno por la sustancia que lo consti­
tuye y vario por las personas .singulares que fo componen; y así
como esta variedad es correlativa al dogma del pecado actual,
aquella unidad
es correlativa al dogma del pecado original; y
como consecuencia de uno y otro, concluye que el hombre está
su jeto a una doble responsabilidad : una que le es propia, perso­
nal y exclusiva; otra, que le es común a fos demás hombres. Esa
responsabifülad en común, esa "90lidaridad11 -es, dice Donoso, "una
de las más bellas y augustas revelaciones del dogma católico. Por
la solidaridad ,el hombre, levantado a mayor dignidad y a má.s
altas esferas, deja de ser un átomo en el espacio y un minuto en
el tiempo, y anteviviéndose y sobreviviéndose a sí mismo se pro­
longa hasta donde los tiempos se prolongan, y se dilata hasta
donde
se dilatan los espacios".
Precisamente en este dogma de la
solidaridad, entendido
según Donoso,
estriba el fundam<>nto teológico de la dimensión
o aspecto transtemporal
de las comunidades humanas naturales:
el mismo Donoso afirma que "La [ey de la solidaridad es tan
universal, que ·se manifiesta en tqdas las asociaciones humanas; y
esto hasta tal punto que, el hombre, cuantas veces se asocia, tanrtas
cae bajo la jurisdicción de esa ley inexorable. Por sus ascendien­
tes está en unión -solidaria con ,el tiempo ,pasado, por el .tracto su­
cesivo
de ,sus prqpias acciones y por toda su descendencia entra
en comunión con los tiempos futuros".
Así entendido, el dogma de la solidaridad coincide ,con la
idea de TRADICioÓN -en su g,enuino significado de "progreso here­
ditario" según genial y exactísima expresión de Vázquez Mella:
"La tradición es el progreso hereditario; y el progre.so, si no es
her:editario, ,no es progreso social. Una generación, \Si -es heredera·
de las
anteriores, que le transmiten por tradición hereditaria lo
que han recibido, puede recogerla y hacer lo que hacen los buenos
herederos: aumentarla y ,perfeccionarla, para comunicarla mejo­
rada a sus sucesores. Puede también
ma,lbaratar aa herencia o re-­
pudiarla. En este caso lega la miseria o una rnina; y si ha edi-
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ficado algo destruyendo lo anterior, no tiene derecho a que la
generación siguiente, desheredada del patrimonio deshecho, acepte
el suyo; y lo probable es que se quede ,sin los dos. Y es que 'la
tradición, si incluye el derecho de los antepasados a la inmovtali­
dad y al respeto de sus obras, implica también el derecho de las
generaciones y de los siglos posteriores a que no
se destruya la
herencia de las precedentes por una generación intermedia amoti­
nada. . . .
Ved, señor,es, cómo la tradición, ridículamente desde­
ñada por los que ni siquiera han penetrado su concepto, no sblo
es elemento necesario -del progreso, sino una ley social importan­
tísima, la que expresa la collll:inuidad histórica de un pueblo, aunque
no
se hayan parado a pensar sobre ella ciertos sociólogos que,
por detenerse demasiado a admitir la naturail,eza animal, no han
tenido tiempo de estudiar la humana en que radica". (Discurso
en Barcelona,
el 17 de mayo de 1903.)
Como algo consustancial a la esencia de fas comunidades na­
turales, la dimensión transtempora:1 de éstas, Tradición en su más
puro y genuino significado, como ·expresión que es del dogma
de la solidaridad, forma parte del ORDEN QUERIDO y l\STARLECIDO
POR Dros, fuera del cual no hay sino desorden, desequilibrio, RJl-­
VOLUOÓN, que en su acepción profunda entraña siempre '1a con­
culcación del Orden natural. D~ ahí que todas las revoluciones
hayan pretendido romper con
el ¡,asado, y todo intento de rotura
con
el pasado legítimo ,sea el mejor indicio ;para intuir el fondo
revolucionario de cualquier movimiento o manifestación .ideológi­
ca,
política, cultural o J:"eligiosa.
En consecuencia, mantener la Tradición, no en su erróneo
significado de conservadurismo inmovHista que para despresti­
giarla le asigna el pensamiento revolucionario, sino en su genuino
sentido de "progreso hereditario", vitaliza, perfecciona y fecunda
el cuerpo social, ,por cuanto lo conecta y mantiene dentro del orden
natural. Por el contrario, negar la .solidaridad es destruir la co­
munidad: tan destruotor es el "conflkto generacional", hoy fo­
mentado por la Revolución desde todos sus ángulos, como seria
pretender disgregar "espacialmente" los elementos componentes de
una comunidad coexistentes en un mometlfl:o histórico determinado.
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Por eso, Torras i Bages pudo oon razón afirmar que "Catalunya
será cristiana o no
será", porque romper con la tradición cristiana
de Cataluña vale tanto como destruir su esencia, afirmación per­
f lo mismo, es di:Sgregador y revdlucionario su contemporáneo Prat
de la Riba con su afirmación de que Cataluña puede lo mismo
ser católica, herética o librepensadora sin dejar de ser siempre
Cataluña. Resulta inexplicable el diverso realce dado aos respec­
tivos cincuentenarios de ambas pensadores, .si no se admite la
preponderancia, hoy, de fa cor.riente revolucionaria.
La actualidad, o mejor, perennidad del concepto que encierra el
dogma de la solidaridad según lo expone Donoso, coincidente
con
Ja idea de Tradición-Progreso heredi,tario a lo Vázquez Mella,
viene avalada por la insistencia con que pensador.es más .recientes
abordan el tema del ARRAIGO: según Simone Wei!, "el arraigo
es tal vez
la más importante y la más desconocida necesidad del
alma humana. Es una de las más difíciles de definir. Un ser hu­
mano tiene
una participación real, activa y natural en la existen­
cia de una colectividad que conserva vivos ciertos tesoros. del
pasado y ciertos presentimientos de porvenir. Participación na­
tural,
es decir, producida automáticamente por el lugar, ei naci­
miento, la profesión,·
el contorno. Cada ser humano tiene necesidad
de tener múltiples raíces. Tiene precisión de recibir casi la tota­
lidad de su vida moral, intelectual, espiritua'l, por intermedio de
los ambientes de fos que naturalm.enrte forma parte"; en conse­
cuencia, para Simone Weil, el desarn'.aigo "es ron mucho 1a en­
fermedad más maligna de las sociedades humanas"; Jos .seres ver­
daderamente desarraigados
"o ,caen en una inercia de a'lma casi
equivalente a la muerte, como la mayor parte de Ios esclavos en
tiempos
del Imperio :romano, o se lanzan a una actividad tenden­
te siempre a desarraigar, frecuentemente por los métodos más
violentos". En análogo sentido, Rafael Gambra afirma que Hla
tierra de los hombres es mansión ·en el espacio y rito en el tiem­
po: rito, porque la es,tructura del suceder temporal comunitario
"alberga al hombre ,en el tiempo como la ,mansión lo alberga en
el espacio. y le otor,ga su bien más preciado: el sentido temporal
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de las cosas, en cuya vfrtud no se pierde la vida en '1a incoheren­
cia y ,el hastío"; en -cambio, por el desarraigo -el hombre pierde
"el bien
más profundo, aquel que constituye propiamente .su exis­
tencia de hombre : el lazo misterioso y cordial con las cosas de
su
mundo por las que éstas se hacen valiosas para él y otorgan
arraigo y sentido a su vida".
Este fenómeno natura:! de la solidaridad, de Ia tradición, del
ar:raigo, precisa.mente por su "naturalidad", se traduce no sólo
en un vago sentimiento, sino en muy concretos modos de ser y
ÍOI"!mas de proceder que imprimen carácter a una comunidad. Esto,
que :se da en toda comunidad, se manifiesta de un modo más evi­
dente ·en ·el Municipio, ,por su inmediativ.idad a la vida individual
y
farulliar: podrían multiplicarse !os ejemplos de pueblos colin­
dantes o
muy próximos fuertemente diferenciados por caracterís­
ficas peculiares que persisten a través de ,los tiempos. Hoy, sin
embargo, por todas partes se observan síntomas de desarraigo,
cediendo las
peculiaridades naturales a los impulsos de una uni­
forruación masificadora poderosamente dirigida.
Es -lógico que sea
así, .dado el creciente .predominio de la Revolución. a escala mun­
dial. El obstáculo que se opone a su máximo objetivo destructor
de
.todo orden natural y cristiano es 1a Ti:-adición, ,el arraigo. De
ahí que, así como con la revolución política del Estado deme-­
liberal desa,rraigó
al hombre de sus comunidades políticas natu­
rales y con 'la ,revolución económico-social del Marxismo lo des­
arra~ga
de fa propiedad· privada, que es uno de los más firmes, na­
turales e inmediatos factores de arraigo, la .revolución religiosa
introducida
en el seno de :la Iglesia icon 1a herejía progresista pre­
tende
desa~aigar de la tradición cristiana al hombre y a 'la lla­
mada civiJlización occidental, como última etapa previa y necesa­
ria, tras la marxistización de los pueblos de tradición católica, para
llegar a la esclavización de la humanidad bajo la omnipotencia
de un Super-estado mundial políticamente dominado por la Fi­
nanza y estructurado tecnocráticamente -según los moldes so­
cia1istas.
La perspectiva parece pesimista: ¿ por qué se motejan de
anacrónicas las obras de Vázquez Mella y se tienen por actuales
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las de Marx, ba.stante anterior en el tiempo?; ¿ por qué se .reediita
a Galdós y no a Pereda? El mundo sigue su curso pendiente
abajo y ningún medio humano
parece suficiente para detenerlo
en .su raída. Sin emb~rgo, la Revolución, como -el gigante con pies
de barro de la visión de Daniel, quebrará al impulso de la más
insignificante e inesperada piedrecilla: lejos de
ser utopía el re­
torno al orden natt.11:'al y cristiano, la utopía está en pretender
asentar la sociedad en otra base que no1.sea el mismo Dios, su
creador, sin el cual, a:sí como no hubiera existido jamás, tampoco
puede conservar.se
y sostenerse.
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