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1975

La sociedad a la deriva

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Influjo en el hombre de los medios masivos de comunicación social

INFLUJO EN EL HOMBRE DE LOS MEDIOS MASIVOS
DE COMUNICA.GlON SOCIAL
POR
. HÚGUBS KÉRALY.
No sé quien ha dicho que cada hombre tenía dos patrias: Fran­
cia, y J.a suYR, "Tuout homme a deux patries: la France, et pues la
sienne". No sé quién lo ha dicho, seguramente (ha de ser un fran­
cés),
pero el refrán me deja en libertad de dro.rles que para un ca­
t61ico, la cosa -no es tan segun. Porque más bien d! siente hoy hijo
de dos patrias: la suya y España. :España de ayer y
España de hoy. La de la Reconquista y· la de la Cruzada, la santos, la de los mártires, la del Cid y la de José Antonio. España,
naci6n pacífica, que supo

defender
el suelo, al sol de la Cristiandad;
naci6n civiliuda que considera como timbre de honor su acatamien­
to de la ley de Dios; nación cristialla, que logró quedar frente al
mundo entero
levantado para gritar su muerte. Fspaña, por fin, ma­
dre de la Cristiandad.
• • •
Cuando Juan Vallet de Goytisolo me hizo el honor de invitar­
me a vuestra reunión, acepté con alegría porque España,
cualquiera
que sea el futuro, es -heredera de una situación privilegiada en el
combate contrarrevolucionario: continóa siendo la ónica nación de
Europa que
salió un día vicroriosa de un enfrentamiento directo,
armado,
con el comunismo; el accidente providencial que nos con­
suela, en el funesto "curso" de la historia contemporánea; la valien­
te
nora discordante que nos reconforta, en el sórdido "concierto" de
las naciones ... Lo que yo ignaraba, al regocijarme anticipadamente
pot participar en vuestros trabajoo, es que el téma que me había sido
fijado para esta conferencia
-Dél rácionaUsmo a la articulación me-
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RUGUES KEMLY
canicist,a de la sociedad--iba a resultar imposible tratarlo ante
vosotros sin ha= el ridículo. La respoosabilidad incumbe por en­
tero al mismo
Juan Vallet de Goytisolo, que ha dado a este terna
las directrices más precisas y más completas que existen, en las
perspectivas del. derecho natural y de la doctrina cristiana. Leed o
releed, como acabo de hacerlo, la edición revisada y aumentada de
su libro Ideo logia, praxis y mito de la tecnocracia. V eréis que reco­
rriendo este vasto tema, Valler de Goytisolo agota casi completamen­
te el mío.
Y deberéis admitir que yo no podía sencillamente venir
de París ¡ para enseñarnos lo que ya sabéis!
• • •
En consecuencia, pido permiso para cambiar mi terna y deciros
algunas palabras aoerca de uno de los rnás poderosos factores de
desintegración
social en todos los países "desarrollados". No de esta
desintegración
organiZ!lda · desde arriba, como la provoca la tecno­
cracia . totalitaria, sino de aquella· .Otra que se produce pot sí misma
desde abajo, en las inteligencias, las mentalidades y los hábito5, pot
la fricción que el hombre tnodecno. soporta ca¡la día ton el ft9te de
la
"información". El fenómeno mundial de la sobreinformaci6n, a
causa del cual la inteligencia de la mayoría está en trance de perder
incluso. hasta el sentido de su razón de ser, ya que no es solamente
un factor de embrutecimiento intelecrual,
sino también un genera­
dor de "aislamiento" ·social, psicológico, familiar y de egoísmo ins­
titucionalizado.
Mirad, simplemente, en torno de vosotros, el comportamiento del
"horno televisionus", este ser polarizado, absorbido y a:lgo así como
físicamente hipnotizado en un mundo de ficción y de artificio, que
llena hoy todo el tiempo que
le dejan libre su trabajo y su sueño.
En Francia el 90 % de fos ciudadanos son ya telespectadores, con
una asiduidad
masiva y cotidiana. En el propio centro de sus peque­
ñas vivi.,ndas, la caja de las imágenes ha tomado el lugar que Otrora
ocupara el altar de los. antepasados en las familias de la Antigü y cada una de las actividades de la vida doméstica se le suboolina. Por
este hecho, segón los sondeos de opinión, resulta que los miembros
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de la familia conversan cada vez menos {llltte ellos, no reciben ape­
nas visitas y no leen -Jo que se llama leer-casi nunca (1), Las
consecuencias de esta impresionante· reducciÓ)l. de los inrerounbios
directos, como actuación entre las iniciativas personales, son incalcu­
lables. Sobre todo entre los escolares de hoy,. nacidos después de
1958, en esta sociedad de sobreinformación sensorial, es donde mejor
se da uno cuenta de toda su gravedad: "al corrienre" de casi todo,
no
tienen una verdadera opinión que emitir de casi nada. Llegan a
clase con el cerebro ya lleno hasta estallat de ideas prefabricadas,
basta el punto de que es ittútil tratar de introduci. cualquier cosa
antes de haberles desascombrado, una después de Otra, esas montañas
de certidumbres prefabricadas. Y a que casi siempre han perdido los
deseos y los medios de aprettder por ellos mismas: Jo que los peda­
gogos de oalón droorninan el d,;spertar de su "curiosidad", Jo tra­
ducimos nosotros, los maestt06,
por un retroceso muy notable de las
capacidades de atención voluntaria, de memoria, de intuición, de jui­
cio;
en resumen, por una baja casi getteral de la madurez intelectual
de los alumnos. Y se pretende "p~parru:les" contra los peligros del
universo contemporáneo, armarlos, formar sus inteligencias para la
información,
¡ hundiéndoles más en ellos! Pero lo urgenre, por el
contrario, ,es sacarles de ahí.
La dificultad casi insuperable está en eso, en que siempre ha pa­
recido
natural al sentido común la dioociación de la funciÓll humana
de pe,cepci6n de los mensajes respecto de la función de asimilación
crítica. Se piensa que el consumo sensorilll, perifériro solamenre en
apariencia, deja a la inteligencia de cada uno libre de todos sus otro,
movimientos; que la información es un fenómeno de superficie par:,
la inteligencia, un fenómeno que no inmoviliza sino una pequeñí­
sima
parre de nuestras facultades conceptoales. Pero aquí el sentido
común se
engaña doblemente. lln efecto, los dos sistemas de nU inteligencia, perceptivo y crltia,, actúan con múltiples interaccio­
nes. Los dos per=en a la misma inteligencia humana, que es li­
mitada por definición. De esta forma toda la energía psíquica gas-
(1) «Qui lit aujourd'hui?, qui comprend. ce qu'il a lu?, qui relit ce
qu'il a compris?».
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HUGUES KEllALY
tada por el . uno, es . momentá~ente negada al otro, en un ll]Ovi­
miento alternativo cuya agilidad varí~ se.gún las i,eservas de cada
uno. El sistema perceptivo pone en juego el conjuo,to de nuestras
facultades intelectuales: atencióo,,
memoria, juicio ... , ciertamente
sin la misma in1lellSidad, pero por el mismo fund""'61'to exacta.men­
te que el sistema crítico. No es pooible, pues, pe,:-cibirlo todo y en­
tenderlo todo a,[ mismo tiempo; absorber todo, y asimilar todo en
función de Jo que se sabe, de lo que ya se es; sobre todo cuando el
ritmo
impuesto a la sucesión de imágene¡, como ocurre. en la radio
y en la televisión, se reducen con particular areleración. A lo cual
se añade la incoosistenda propia de los recuer\!os audiovisualm:
una imagen expulsa la precedente, la emisión de la tarde cubre Ia de
la víspera
y, en el resultado final, sólo las ideas no se atropellan.
Resumamos este primer punto. La percepción exige una movili­
zación
mental; la crítica, una movilidad sensorial; la percepción
impliéa
una atención inmediata;direcra; dispersa; la critica, una aten­
ción voluntaria, reflexiva y concentrada. Pata dat una imagen, di­
remos que la primera viene a significar algo así como una apertura
más
o menos amplia de la inteligencia (la º'apertura" al mundo); la
segunda un cierre relativo. Y la vida p,¡íquica en su conjunto recla.ma
una continua sucesión en el tiempo de esos dos movimientos, de
esas dos .direcciones . de la mente. Por consiguiente, el exceso cuan­
titativo en el consumo cotidiano de mensajes de la información con­
duce casi mecánicamente a una
especie de indisgestión mental, de
desarreglo circulatorio de la iuteligencia. Y esta indigestión hace
al hombre incapa,: de proounciarse acerca de la calidad. F.s difícil,
efectivamente, que la hipertrofia del sistema perceptivo de nuestra
inteligencia no
vaya acompañado de una forma de bloqueo, de atro­
fia total o parcial del sistema critico.
Todo iría bien, oatura!tnente, si no hubiésemos sufrido nunca los
abusos de la información: estaríamos así incesantemente en lo ver­
dadero, a_ la vez que realizaríamos una gran economía de matieria
gris. Pero, a veces, somos ·engañados en cuanto a-la misma materia
del acontecimiento traído por la información y, casi siempre, en
cuanto a su presentación. Ya que, generalmente, la mentira periodís­
tica no consiste en fabricar puras y simples contraverdades. Consi•te
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EL HOMBRE Y LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACION SOCIAL
en crear, con ocasión de un aconteómienti> determinado e iruli=­
tible, una infonnadón que sobrepasa, o, por el conttari expresa el alcance real de este acontecimiento. Es una mentira de
segundo grad geración sistemática, por acumulación de opciooes sucesivas y par­
dales.
El fenónreno no tiene solamente, consecuencias intelectuales, tie­
ne
~bién consecuencias motales, sociales, políticas. Ya que, en fin,
si vivimos en la civilización de los "media", estamos también en
una civilización que, apenas sabe pan qu,é está hecha y una civili­
zación en la que todo aparentemente sucede como si Dios, la moral
e incluso
la ley natural no existieran: ¡desde luego, debe haber al­
guna relación entre los dos fenómenos!
Dejemos
de lado el problema de la indigestión mental, y su­
pongamos
por un momento que el consumo masivo de loo diarios,
de la radio, de la televisión, del dne, no constituyen un efecto de
artificio, de mentira, de embrutecimiento y de amootonamiento in­
telectual ... Es un hecho que, gtacias ,a los "media"" el hombre del
siglo xx está cuantitativamente bien ,informadó. Lo está de tal modo
que
no ,se discierne ya en qué grad forma, da fOtllla al hombre modetno: pan qué le sitve, de qué uti­
lidad le es, qué es lo que exactamente viene a mejorar en él. Así,
por ejemplo, ¿para qué sirve al méd:iro, al ingeniero, al obrero agrí­
cola,
ser tenido día por día, y a veces hora tras hora, al corriente de
las negociaciones diplomáticas del señor X, de las desavenmcias
conyugales de la señora Y y de las desventuras policíacas del pa­
dre Z, todo a la vez? . . . Para nada, naturalmente, sino para hallat
en ello la garantía o la ilusión petmanente de su modernidad, impre­
sión cuidadosamente mantenida
en la presentación de los merusajes;
por esa garantía recoofortante, el hombre de hoy está dispuesto a sa­
crificarlo
todo. ¡ Desgraciado de aquel que no estuvieta "informado",
como todo el mundo,
de lo que todo el mundo habla hoy! Esto basta~
ría para señalarle romo un reaccionario. Si la información, en el
90
% de los casos, no desemboca nada más que en ella misma, es
porque demasiado frecuentemente,
se ha convertido en un fm en sí
misma para nuestros, contemporáne 749
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HUGUES KERALY
a convertirse en puros productos de su información. Charles Péguy
había escrito
acerca de esto una frase ,errible:
"Tout homme modeme est un misbable ¡o,,,.,,,,J, Et non
P"'
mJme un misér,¡h/e ¡ourn,,1 d'un ¡our. D' un seul ¡our. Mais
iJ est comme un mis bable vieux iournal d' un jour sur lequel,
sur le mJme papie, duque/ on aurit tous les matins imprimé
le jou,nal de ce jour-la".
("Todo hombre modemo es un miserable periódico. Y no
sólo
eso, un miserable periódico de un día. De un solo día.
Pero es como
un miserable periódico viejo de un día en el cual,
sobre el mismo papel del cual, todas las mañanas se hubiera
impreso el periódico de cada día").
Y
un poco más adelante:
"Le jaurnal, la plus grande invention depuis la création du
monde et certaimmumt depuis la création de· z, dme, car il. tooche,
iJ atteint a la constitu#6n mJme de l' Jme. Le journal, se conde
crealion. Spirituelle. Ou plutot commencement, potnt d'origine
de la décréation. Spi-rituelle". (Note conjointe sur M. Descartes
et la phüosophie cartésienne, G"allimard 1935).
("El periódico, el mayor invento desde la creación del mun­
do y eón toda cerreza. desde la ctwción del alma, pues alcanza
a la constitución misma del alma. El periódico, segunda crea­
ción.
Espiritual. O, más bien, principio, punto de origen de la
descreación. Espiritual").
¡ Qué habría escrito Péguy si hubiera conocido la televisión!
Es cierto que la gente no puede ignorar toralmente las desg,acias
que suceden regularmente en el planeta. Pero, es de bre
que haya adquirido el hábito excesivo de dejarse impresionar
y conmover a la orden, ya no le queda lugar para una sola reacción
auténtica y
caritativa del coruón. La caridad, como sabemos, no es
verdaderamenre caritativa sino cuando se inspira en un orden, y lo
sigue. En este
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en un orden que no consiste en alarmarse, en primer lugar y sabre
todo, por lo que pasa en los lugares extremos del globo, sino en
uuestra casa y a nuestro alrededo<". La pdncipal consecuencia del
abuso cuantitativo de información consiste precisamente en que ooo
llena la mente y el corazón de una masa de preocupaciones abstractas
y generales, respecto de las cuales prácticamente no tenemos afeccio­
nes ni poder, y que ooo hace, de esta forma, cada día más ineptos
para captar lo que pasa alrededor nuestro, a nuestra puerta, en nues­
tra propia familfa. Por una especie de escepticismo al revés, lo que
pasa
en nuestro propio alrededor resulta para el hombre moderno
menos importante, menos "real", que aquello de
lo que se ocupa a
diado el periódico, escrito o hablado. Marce! de Corte ha explicado
cómo
y porqué: "El hombre de la calle tiene tendencia a preferir el
pseudo acontecimiento al acontecimiento auténtico, puesto que el
primero responde mejor a la subjetividad de sus
deseos o

a sus re­
pulsiones... Así se fabrican hoy, con una facilidad descoocertante,
falsos acontecimientos, reputaciones, celebridades, todo un univer­
so político y social de ,q,ariencias ... El amor al prójimo concreto
se deval,ía así bajo el amor al lejano. abstraeto, Jo que es la forma
más
hipócrita y más odiosa de amarse a sí mismo".
Termino con este juico
del· filósofo belga, ·que lo resume todo.
La raíz más profunda de la desintegración del tejido social ya no
está
en la política, sino que se ha instalado co~ una segunda na­
turaleza en los corazones y
en las mentes. Y quizás hoy, en el orden
de las urgencias sociales, al famoso
!etna de Charles Maurrns "poli­
tique d'abord", hay que preferir aquél otro: "le mental d'abord"
-lo mental primero-.
Una última precisión. No afirmo aquí que loo periódicos, la ras
dio, el cine, la televisión produzcan revolucionarios. Aunque, romo
vimos ayer, la revolución se hace también con palabras o, al menos,
empieza con palabras. Pero digo que los periódicos, la radio, el cine
y la televisión están produciéndonos una generación de borricos. De
borricos amargos, tristes, irresponsables y egoistas. Y que si que­
daran frente a la revolución más que borricos amargos, tristes, irres·
ponsables y egoistas, entonces ya no quedaría ni la menor duda acer­
ca de quién se llevaría la victoria.
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