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1991

Las Españas ultramarinas desde el V centenario del descubrimiento

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Las Españas ultramarinas desde el V Centenario del Descubrimiento. Crónica de la XXX Reunión de amigos de la Ciudad Católica

LAS ESP~AS ULTRAMARINAS
DESDE
EL V CENTENARIO DEL DESCUBRIMIENTO
( CRONICA DE LA XXX REUNION DE AMIGOS DE LA CIUDAD CATOLICA)
Los pasados 6, 7 y 8 de diciembre se ha celebrado, en la Casa
Salesiana Juan
XXIII de Sanlúcar la Mayor, en los alrededores
de Sevilla, la XXX Reunión de amigos de la Ciudad Católica.
Dadas las fechas a las que nos aproximamos y
por la ubicación
del congreso, el tema resultaba prácticamente inexcusable: «Las
Espafias ultramarinas desde el V Centenario del Descubrimiento».
Inexcusable también desde el entendimiento piadoso
-de pietas
patria-que siempre ha distinguido las diversas empresas de la
Ciudad Católica relacionadas con
el estudio de nuestra historia.
Lo que en absoluto se confunde con la «leyenda rosa», pero es
evidentemente incompatible con toda «leyenda negra», hoy asu­
mida plenamente por muchos espafioles en un ejercicio de lo que
se ha llamado el «patriomasoquismo».
Por tanto, y
cdn cierta especialidad respecto al tono habitual
de los Congresos de la Ciudad Católica, en esta ocasión el ele­
mento doctrinal ha cedido el primer puesto a la clarificación his­
tórica, aunque el
esfuerzo -y la renuncia en cierto sentido-ha
merecido la pena a la vista del resultado de la reunión.
Lástima
que la meteoroldgía no acompafiara y que no hayan sido más los
sevillanos que
se acercaran a lucrarse de las jornadas. Pero nues­
tros amigos de siempre compensaron crecidamente, con su fideli­
dad tantas veces probada, los pequeños contratiempos que pu­
dieran mencionarse.
En especial, no podemos dejar sin una pala­
bra de agradecimiento a nuestros amigos catalanes que, desde
Gerona, Tarragona y Barcelona, no faltaron a la cita a pesar de
la distancia. Y a los sevillanos que coordinaron la organización.
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La piedad, el estudio y la comunicación distendida se volvie­
ron a
combinat según la. fórmula, ciertamente difícil de superar,
consolidada después de treinta años
.de aplicación. Y es que no
debe quedar sin comentario la efeméride: treinta años de Reunio­
nes de
amigos de la Ciudad Católica, y treinta años de Verbo,
resulta una cifra impresionante de trabajo serio y sin desmayo
en
pro de un orden social cristiano. Ahora que vuelve a hablarse
de
«doctrina social de la Iglesia», tras años de travesía por el
desierto,
es de justicia recordar lo que ha significado Verbo en
el orden intelectual y lo que han supuesto las Reuniones de
ami­
gos de la Ciudad Católica en el práctico. No podemos por menos
que rememorar también a los Eugenio Vegas, Michele Federico
Sciacca, Francisco Elías de Tejada, Gabriel de Armas, Pepe Gil
Moreno de Mora, Germán Alvarez de Sotomayor, y a cuántos
más que ya nos dejaron. Este año, especialmente, se · ofrecieron
las misas
por los fallecidos desde la anterior reunión: Augusto
Díaz-Cordovés
-amigo de los de la primera época, y baja de las
más dolorosas e importantes-, el profesor Angel González Al­
varez, Heriberto Porras y Mossén Martirian Brunsó.
Y en el memento de vivos, una intención especialísima por
la pronta y total recuperación de Juan Vallet. ¡Qué paradoja!
Todo funcionó a la perfección
y, sin embargo, .se le echó tanto
de menos.
El P. Agustín Arredondo, S. J., Victorino Rodtígnez, O. P.
--<¡nien, como ya es habitual, pronunció unas palabras en el acto
litúrgico
final, poniendo nuestros esfuet2os ante el Santísimo · Sa­
cramento del Altar-y don Manuel .Mar.tínez Cano, de la bene­
mérita Fundación Piulachs, llevaron
la ·.cura espiritual del Con­
greso.
El programa
-por pasar al núcleo de esta crónica~ pro­
meda
y desde luego no defraudó. Andrés Gambra, en una in­
tervención prodigiosa, y con esa capacidad de comunicación que
le ha situado entre los mejores conferenciantes de cualquier reu­
nión o congreso; presentó en un cuadro sugestivo la-situación.
de España al tiempo del Descubrimiento. Era preciso partir de
España
para repetir intelectualmente el viaje colombino, y tras
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la intervenci6n de nuestro amigo, y la posterior de la siempre
generosa Elisa Ramírez
--que se ocupó con. gran acierto y so-
1idez de las capitulaciones de Santa Fe-, quedamos preparados
para
la aventura. El profesor argentino Alberto Caturelli nos
situó de lleno en el corazón del misterio hispanoamericano. Su
filosofla y teologla del Descubrimiento penetro, con originalidad
y brillantez, en la realidad de lo que
es Hispanoamérica. Pri­
micia y destilado a un tiempo de un importante libro que debe
estar imprimiéndose a la
vez en México y en Italia. ¿Llegará a
esta España indigente y perdida en
el laberinto de «encuentros»
e «indigenismos» de toda clase? Falta
nos hacen obras como la
de nuestro ilustre huésped.
El Director del Departamento de Historia de América de
la
Universidad Hispalense, Paulina Castañeda, afrontó el ctucial
tema
de la evangelización de América, aunque lo cierto es que
prácticamente la totalidad de las ponencias y comunicaciones
se
·refirieron en . alguna medida a la gesta, y vindicaron cumplida­
mente
la obra de España en tal sentido. Más ceñidas en cuanto
a su ámbito fueron las intervenciones del profesor
Díaz Remen­
tería
-historiador del derecho--, quien nos instruyó sobre el
ccintenido de las leyes de Indias, y hubiera debido ser la del ro­
manista Fernando Bethancourt quien, por enfermedad, no pudo
acompañarnos en esta
ocasión, dejando inédita su exposición so­
bre la cultura americana, y, en particular, sobre sus universida­
des. También dentro de esta temática
es de resaltar la aportación
de nuestro admirado y querido José María Castán, en
un desarro­
llo que versaba sobre el derecho español en América, tema del
que sin duda
es uno de los grandes maestros. Para acabar con
este haz de conferencias
específicas hay que mencionar la esplén­
dida
exposición del catedrático Emilio G6mez Piño!, quien nos
introdujo en el
corazón mismo del arte hispanoamericano con un
entusiasmo desbordante.
Cuatro son las conferencias que faltan por reseñar y que, de
algún modo, integran también un bloque. Me refiero, en primer
lugar, a
la del antiguo rector de la Universidad de Sevilla y una
de las grandes figuras del americanismo, José Antonio Calderón
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Quijano, quien en un alegato dQcmnentado y solvente, d.;fendi6
las razone_s que abollllll el uso de la voz Hispanoamérica, a1 tiem,
po que aconsejan rechazar_ la hoy campante de Latinoamérica. En
segundo término, el discurso del ya entrañable amigo de esta
casa que
es Jean Dumont, quien desarrolló --como no_ podía ser
menos-el tema de la ~leyenda negra», debelando las (alsas
imputaciones del anriespañolismo universal. Dumont se ha con­
vertido en uno de nuestros amigos insustituibles en materia , his­
toriográfica, por lo que
no podemos_ sino_ celebrar _el éxito de su
último libro
L'heure de Dieu sur le_ nouveau monde, biografía
de cuatro grandes personajes de Ja evangciliz¡¡ción de América:
, Jerónimo de Loaisa, Santo Toribio, Vasco de Quiroga y Fray Ber­
nardino de Sahagún. Es la vida .,-estamos convencidos con Du­
mont;____ de estos hombres de c)lme y hueso la mejor réplica á
la «leyenda negra». En tercer término la intervención del cate­
drárico brasileño José Pedro Galvao de Sousa, y qué decir de 1.ll!
amigo y colaborador tan destacado, fiel y generoso. Invitado á
asistir a este congtesd, al igual que el profesor Caturelli, por la
Fundación Ellas de Tejada, ha sido la segunda ocasión en que
participa en
una de nuestras reuniones. Todavía muchos recuer­
dan su lección sobre
El cambio del_ Estado, en Pozuelo, cuando
hemos tenido la satisfacción de escuchar sus profundas
reflexio­
nes sobre La Cristiandad de las Españas de América. Su exposi­
ción
del universalismd de las Españas, el tránsito de la Cristian­
dad peninsular a
la ultramarina, así como el proceso de antagonis0
mos disolventes y la consiguiente necesidad de una nueva Re­
conquista, nos volvió a mostrar al maestro que es José Pedro
Galvlío de Sousa. Finalmente, el arquitecto mexicano y Director
del Módulo Cultural
Hispanoamericand, Federico Muggenburg,
fue el encargado de cerrar las jornadas.
Su discurso de clausura
versó sobre
Evangelizar, opción para resucitar en la historia de
la salvación y volvió a cautivar al auditorio con su estilo comba­
tivo y esperanzado ; Federico Muggenburg es otro de los amigos
a los que nunca podremos agradecer sus aportaciones a nuestra
obra.
En cuantd a los foros -además del foro general, explicativo
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de Qué es la Ciudad · Católica a cargo de• Estanislao Cantero y
Gonzalo Cuesta-, contamos con los de Bioética (J. M. Serrano),
La importancia del lengua¡e (M. Soria), Familia y educación (J. Or­
tiz
Díaz), La doctrina de la gue"a ¡usta (G. Muñiz), La labor
de las Cruzadas de Santa Maria (M. C. Isart), El estado de la
cuestión (J. C. García de Polavieja) y Aproximación al regiona­
lismo andaluz
(A. Urzáiz).
Capítulo aparte merece la sección de novedades bibliográfi­
cas. En efecto, en Jas jornadas se presentó el libro de José Miguel
Serrano,
Cuestiones de bioética, lo que sin duda revela un éxito
muy destacado
tuanto que prácticamente se encuentra agotada
la edición. Un
éxito de nuestro amigo del que nos congratulamos
sinceramente por
él y por la obra de Speiro. Además aparecieron
los primeros ejemplares de los libros del P. Victorino
Rodríguez,
Estudios de antropologia teológico, y de Mario Soria, La informa­
ción.
ConfiamQS en que uno y otro continúen la línea de éxito
iniciada por José Miguel Serrano y Estanislao Cantero con su
obra
La concepción de los derechos humanos en Juan Pablo II.
Terminamos. Treinta años· de Verbo. Treinta años de Reunio­
nes de amigos de la Ciudad Católica, clausurados brillantemente
con estas jornadas
de. Sevilla. Mucho es el trabajo que ha queda­
do en esta empresa,
y mucho es el que, de consuno, la Iglesia y
España nos demandan. No podemos dejar que la instauración de
todas las cosas en Cristo
-soñada por San Pío X-quede en
manos
de un grupo pequeño de personas. Contribuyamos, pues,
con nuestras capacidades y medios· a la tarea. Para que El reine.
JUAN CAYÓN PEÑA.
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