Índice de contenidos

Número 147

Serie XV

Volver
  • Índice

Exigencias de nuestra esperanza

EXIGENCIAS DE NUESTRA ESPERANZA
( Comunicación en la clausura del Congreso) .
Queridoo amigos:
POR
]EAN 0USSET.
Decididamente ... : ¡"semper idem"! ... Podría también empezar
diciendo

como se
01enta de vuestro (1) fray Luis de León, que al
cabo de varios afioo de destierro y cárceles reanudó sus clases en la
Universidad de Salamanca con estas palabras: "Decíamos ayer ... ".
En
efecto, por mi parte, podría decir que aquí mismo hace tres
,iños noo "habíamos

quedado" en los
"argumenroo de
nuestra
espe­
ranza" (2). Lo cual ya era hablar de la esperanza, y de !a esperan2a
JlOlítica.
¿Qué

habíamos dicho de ella?
Ciertamente,
habíamoo tenido

que
registrar una agravación desdla­
dora.
La

de que no
podíamoo contar ya

con
la irradiación salvadora
en
lo TEMPORAL, de una gran parte del clero. ¡Claro que no de
todo el clero! (Pienso en ese gran número, el princiP"l sin duda,
y reducidoo al

silencio).
Defección, sin embargo, temible.
Pero
hace tres afios habíamoo añadido

que
por ancha que fuese
la brecha, la enseñanza de la Iglesia erema no deja de permanecer
siempre, ¡ "semper ídem"!
¿Qué ha pasado desde entonces?
( 1) Ese «vuestro» se dirige al presidente de la sesi6n, Juan V allet de
Goytisolo.
(2) Título de la comunicación final hecha por Jean Ousset en el Con­
greso de
Lausana de

1973, cuyo tema era:
«La educación de los hombres»,
{dr. la edición española de este título, Madrid, Speiro, 1973, págs. 83 a 103).
879
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
Convengamoo en que las cosas no han mejorado nada.
El primer argumento de una pooible esperanza política es tomar
seriamente conciencia de ello. Para
escapar a toda ilusión, y mar­
chando, combatir mejor.
As~ más que nunca, necesitamoo saber bien, y decir bien, lo
que queremos; comprender bien su naturaleza
y discernir bien su
OBJETO.
Porque si bien es cierto que Jo propio de una docrrina es pro­
poner

la universalidad de
cierta visión,
pertenece al
orden de la
acción que ésta
sea aplicada de forma singular, progresiva, fragmen­
tada, tan escalonada como diversificadamente, en el espacio y en
el tiempo.
As~ pues,

dado este sentido de la
naturaleza, este
sentido del
OBJETO de nuestra acción, ¿cuáles son?, ¿qué hay que pensar de
ella?
En óltimo término, ¿nuestra acción merece que le halláis con­
sagrado tres días de
estudio y cuanti0606 gastos para sootenet la es­
peranza?
Ahí está -¿acaso no Jo pensáis?-el primer punto que hay que
aclarar.
¿Qué deseábamoo, pues, antaño, en las jornadas de "Montalza­
ville"?
Deseábamoo suscitar y fonnar (para ofrecet sus beneficios a
nuestra patria) un número ( suficiente para ser decisivo) de mandos
políticos y sociales • . • eficaces. ¡ ¡ Eficaces! !
Empresa cívica,
social y política (3).
En primet lugar,
empresa cívica,

social
y política aunque des­
agrade a quienes (sin duda demasiado
admirativos) quieten
que sea
"apootólica" con

pretexto de que la referencia "católica" esté en
ella en lugar de honor;
porque el recurrir a los medios

sobrenatura­
les (la asiduidad a
loo retiros, las

vocaciones religiosas
y sacerdota-
(3) Los epígrafes son de Permanencer.
880
Fundaci\363n Speiro

EXIGENCIAS DE NUESTRA ESPERANZA
les) manifiesta en sí la fecundidad de una verdad, servida (y defen­
dida) en
el grado más elemental del combate temppral.
Pero

es que precisamenre
ese combate temporal tiene sus pro­
pias

leyes.
Leyes que, si se despreciaran, harían vana roda espe­
ranza.
Conjunto de leyes y condiciones que lo sobrenatural, ciertamen­
te,

puede
y debe irradiar, fortificar, fecundar, pero acerca de ,Jas
cuales ninguna ensefíanza auténticamente católica ha dicho nunca
que

se pndieran
negar, subestimar o dudar de sus exigencias.
Porque

aun en
las acciones más marcadas por el sello de la in­
tervención divina, por ejemplo, la de Juana de Arro, no puede uno
dejar de maravillarse por el carácter de sabiduría, de prudencia y
de habilidad que, sencillamente desde el único punto de vista de la
buena y simple NATURALEZA ofrecen esas empresas.
Santa
Juana de Areo ofrece un modelo.
Veamos, pues, el caso de santa Juana de Arco.
¡ Enviada de Dios, si las hubo! Y tan manifiestamente que nues­
tros teólogos
modernistas pierden

ante ella
su impulso. Peto que no
fue en menor grado una muy sagaz utilizadora .. . (hasta en el em­
pleo de la artillería) ... de todos los medios propios de la natura­
leza (específica) de su misión militar y política.
Por
ello, ni creyó deber esperar que acabara de encajarse la es­
pantosa algarabía que sufría la Iglesü, de· entonces pan,, sólo des­
pués, decidirse a intervenir en el plano (muy secundario como tal)
de la
salvación pública

de su patria carnal. No creyó que debía de
esperar a

que fuera
finalmente reconocido
un solo
Papa, en vez de
dos,
y aun de tres (y, sin embargo, esto era muy serio). No creyó
que mviera que
esperar a
que
la espan nes

( que iban a
manifeswse ron toda libertad en el pretendido
"Concilio de Basilea")
acabara por ser finalmente desconsiderado
(

esto también hubiera merecido
la atención privilegiada

de un
alma
cristiana).
¡No! Ella se puso en marcha ... Ella no hizO'más que ponerse en
56 881
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
mru:cha; aceptó marchar por la simple y . pobre razón de que había
una gran calamidad en el reino de Prtmeia.
¿Digo que se marchó? SE le hizo marrbar.
Porque sin la incidencia de esas "VOCES" se hubiera quedado,
como dijo más 'tarde, junto a su madre, para hacer alll trabajos pro­
pios de una mujer.
Y
ese "SE" que la hizo marchar, fue del propio DIOS, por las
voces de sus ángeles, de sus santos y de sus santas.
No

fue
tanto porque

en las aldeas
de Domremy fos campesinos
Je hablabau trunbién, sin duda, de la gran caútmid,ad, del rehw, por
lo

que Juana
se marchó. Se marchó porque trunbién le habló de
esu misma gran calamidad su Señor San Miguel ... , de esu misma
angor ptNriae que atenazaba el corazón de esos pobres y admirables
"otls terreux" de ,1as riberas del Mosa.
¿No comprendéis que ,enorme es ésto? ¡Sorprender así a la Corte
Celestial

(y al propio Dios) en flagrante delito de opción polltica !
¡ En flagrante delito de
conceder prioridad al problema TEMPO­
RAL de un reino de la tien:a! Y eso ,en el momento en que, en el
plano •sin
embargo superior de la acción propiamente religiosa, el
santuario de

la
Iglesia ofrecía el espectáculo de la más escandalosa
"autodestrucción". Espectáculo que,

por sí
mismo, hubieta debido
movilizar, al

parecer, la atención exclusiva de todas las
potencias
celestiales.
¿Se habtlan
equivocado Dios y San Miguel?
¿Habtían

sucumbido a la opción partidaria de una
pasión de­
masiado

evidente por los ciudados de
Jo TEMPORAL? .¿Habrían
concedido

abusivamente una prioridad chocante al
resmblecimiento
de

una
situación poUtica, sin duda grave, pero no más que la crisis
espantosa
que en aquel
momento conturbaba a la Iglesia?
El hecho es que Juana se puso en .mardia.
En

modo alguno se
marchó de cualquier maneta, en actitud en­
loquecida de
profeta, persuadida de que el carácter sobrenatural
de su "orden
de marrn,." .Ja situaba de entrada en Ün ,plano en el que
el respeto de las pobres condiciones humanas ya no tendría más ra­
zón de ser.
Todo

fue dirigido por ella ...
882
Fundaci\363n Speiro

----- ------------- ------ --------- --- -----------
EXIGENCIAS DE NUESTRA ESPERANZA
¡No! Se me dirá que "todo fue dmgiáo p01' su, voces".
Pero lejos de debilitar lo que me propongo decir, esta objeción
lo refuerza. Porque .si es cierta que son las VOCES de Juana las
que han dirigido todo, el rasgo se hace aún más not>ble, porque en­
ronces resulta evidente que es el mismo Cielo, que es Dios, quien
se ha interesado directa
y personalmente en que todo lo dirigido
por
Juana, obrando con una sabiduría, una prudencia ( en el buen
sentido de
,la palabra), una habilidad, una psicología, un realismo,
un sentido de la política y de la guerra que maravillan tl11lto más
nuestra fe cuanto más son, también, auténticas obras maestras de la
razón natural.
De esta manera realiza, en primer lugar y en su familia, la con­
quista de su tío Laxatt .•• para poder (decentemente y, por tanto,
con eficacia)
abordar al temible Beaudricomt.
Después,
no se niega a ir a Nancy . . . y tener así quizá más pro­
babilidades humanas de
ser mejor acogida en Chinon.
Y una vez recibida en Chinon, acepta acudir al interrogatorio
y al examen de Poitiers ...
para confirmar y aumentar, por el "nihil
obstat" así recibido, la santa confianza en ella del pusilánime Del­
fín . . . y, también, la confianza de aquellos a quienes iba a dirigir a
la libetación de Orleans.
¡ Ella se batirá y vencerá! En Orleans, en Beaugency, en Patay •..
para tener más probabilidades de entrar en. Troyes sin fallar el
golpe; y de llegar hasta hacer consagrar al rey en Reims . . . después
de
la cabalgata más conquistadora humanamente, y la más santa
revclación de

la misericordia de lo SOBREN A
TIJRAL respecto de
la
pobre y muy política
NATIJRAL.
Es un caso maravilloso, de inagotable meditaeión, y en el que,
a
poco que se analice con cuidado, resulta claro que en esta misión
querida
por el Cielo, ni las condiciones, ni las servidumbres, ni las
leyes ordinarias de lo humano han sido recusadas, ni minusvaloradas,
ni discutidas.
Así, pues, queridos amigos, después de semejante ejemplo, y
en la dirección de la acción cívica, social y pol!tica que nos reúne
aquí,
¿podríamos todavía pretender creer más de acuerdo con el
espíritu de una auténtica esperanm cristiana una cierta demora en
883
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSEI'
las obligaciones naturales inmediatas que importa saber respetar ·en
una misión como la nuestra?
Obligaciones naturales inmediatas ...
Porque, en este orden,
hay acciones que la naturaleza y la sobre-­
naturaleza

prohíben
demorar para

más
tarde.
Necesidades constan1"8 -de los poderes políticos.
Un

día se nos dijo: "Cuando San Benito estuvo harto del clima
corruptor de
la sociedad romana,

se
march6 ...

; se fue a Subiaco. Y
fund6
a Europa".
Contestamos . . . que
la visi6n telescópica de este resumen nos
parecía
un poco exagerada.
Porque,
aun

después
del retiro a

Monte Cassino de este sabio,
santo e
incomparable fundador

de los monjes de Occidente, los hijos
de
San Benito no pudieron empezar a ver realizada la fundación de
Europa hasta
seis o
siete
siglos más tarde.
Durante estos

seiscientos o
setecientos años
en todas
partes de
ese
mismo Occidente, y con los menores prerextos, las hijas y las
mujeres fueron violadas· y degolladas, los hombres asesinados en
masa,
los pueblos y las aldeas incendiados, las cosechas pisoteadas; el
desorden,
la inseguridad, el crimen
y el pillaje insolentemente ven­
cedores, salvo ...
SALVO: cuando lo impedía una potencia política en sentido
estricto (bien
fuem esa potencia

regia,
señorial o
de un
"príncipe
obispo"). SALVO:

cuando una
potencia política eta capaz de ofrecer refu•
gio y paz a los que tuvieran la felicidad de vivir bajo su ley.
Confieso
que tuve
la impertinencia de llegar a decir a mi inter­
locutor: A
pesat de que desde el fondo de mi alma hago votos para que
mi patria,

dentro de
seis· o

siete
siglos, conozca una

era de bienestar
sin precedentes, . . . confieso que mi
angor patriae y los trabajos por
la salvación públka los estimo coino un deber tan inmediato como
imperioso.
884
Fundaci\363n Speiro

EXIGENCIAS DE NUESTRA ESPERANZA
Deber imperioso de evitar lo peor ... que desde hoy nos amena­
za. Corremos el riesgo de que todo quede sumergido, como en el
espectáculo que se nos ofrece un poco por doquier en todo el mundo.
Porque donde
va a haber fuego, hoy o mañana, es flooi esperanza
saber que al fin vendrán los bomberos, pero únicamente dentro de
seis o siet.e siglos.
Queridos amigos: ¿se puede pensar que podamos ignorar hasta
ese punto que la única verdadera doctrina católica no estima admi­
siible que

se pueda someter
el "HOY" de nuestras comunidades po­
líticas
a semejante mesianizaci6n de lo TEMPORAL?
¿Es posible qne podamos ignorar hasta ese punto que esta doc­
trina aconseja, por el oontrario, ordenar y mantener todo lo que debe
serlo . . . para que en cada segundo de tiempo humano, por la ac­
ci6n beneficiosa de venturosas oondiciones sociltles, la salvaci6n re­
sulte más holgada . . . pata TODOS?
Es decir: "No os dejéis llevar al erro,-por los fabricantes de teo­
rías falsar y mal,,,,,,., .. , recomendaba Pío XII ya en 1 de junio de
1941 .. . "Teorías que -precisaba-preteflden que la Redenci6n,
po,- pertenecer al
orden de la gracia sobrenatural, y ser por comi­
guiente obra exclusiva de
Dios, no necesita nuestra cooperaci6n en
este m,mdo". ( •.. )
"Como si después de dos mil años, no viviera y perseverara en
el ahna de la Iglesia, el sentimiemo de la RESPONSABIIJDAD
COLECTIVA DE TODOS POR TODOS,
ese sentimiento que ha
llevado y sigue llevando las almas .harta el heroísmo de la caridad de
lo, monjes agricultores, de los liberadores de esclavos, de

los
que
sanaron enfermos, de
los mensajeros de la fe,

de
la civilizaci6n, de
la ciencia
A TODAS LAS GENERACIONES y a todos los pueblos ...
con vistas a ...
"... con vistas a . . . crear unas co1UÜci()nes social.es capace.s de
hacer para TODOS posible y holgada una vida digna del hombre 'Y
del cristiano".
"Vosotros, consciente.r y convencidos de esta sagrada responsa­
bilidad, no os contentéis en el fondo de vuestra alma con una me­
diocridad general de las condiciones públicas, en las cuales la mara
de

los
hombres no pueda, a no ser por actos de virtud heroicos, ob-
sss
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
ser11ar las mandamientos divitws ,que san siempre y en todo c,,sr,.
inviolables",
Ya se ve ...
.. . nada de reservar una aa:ión social únicamente para .. . des­
pués que se haya cumplido una misión sobrenaturalmente más alta..
En realidad, esta ·creación• .. . esta restauración de "condicw­
nes soda/es capaces de instaur# un bienestar asequible y suficiente
a todas·
es

inmediata
y continuamente necesaria para la mayor y·
más segura .fecundidad del propio apostolado.
Aunque
se ejetcen en dos planos difetentes, y son de dignidad:
desigual,
esas dos acciones no son menos indispensables, no sólo para
la plena realización de su TODO, sino que son recíprocamente úti­
les una a otra.
Por COhsiguiente, hay una simul.taneidad ( es lo menos que se
puede
deoir) entre lo que Pío XI no ha dudado en designar COD
escas dos expresiones: "carúlad religiosa" y "caridad política".
Esto permite comprendet mejor que, para ser considetada como
una
auténtica virtud cristiana, la "caridad política" debe, como la
otra, ordenarse en primet lugar hacia el prójimo más cercano. Es
decir, no solamente al prójimo más cercano por su vecindad (nues­
tros conciudadanos) sino también al prójimo más cercano en el tiem­
po (y no
al supuesto prójimo de seis o siete siglos más tarde).
Estas son, mis queridos amigos, las verclades que inretesa recor­
dar (y cuyo respeto es indispensable) para que no sea vano lo que
a continuación
nos queda por decir acetca de la esperanza política.
No hay esperanza con espíritu mezquino.
¿Cuál es, pues, nuestra esperatJM?
¿Con qué primer deseo podemos formularla mejor?
Acaso os sorprenda que os proponga esto: antes que nada, de­
bemos apartar nuestras

razones
ocasionales de desespetar.
¡ Eso en primet lugar!
¡Para
podet esperar,
no hay que tenet motivos de desesperar!
886
Fundaci\363n Speiro

EXIGENCIAS DE NUESTRA ESPERANZA
Así, pues, debemos procurar estO lo mejor que podamos. Sobre
rodo, que no lleguemos a desesperarnos por nuestra culpa.
Porque, ¿de qué sirve

que evoquemos nuestras
fuerzas, reales o
posibles,
si está claro que no sabemos emplearlas más que para
inutilizamos,
pelearnos y calumniarnos recíprocamente?
¿Acaso
el ámbito que se ofrece a nuestra acción no es bastante
grande

para que podamos perder
nuestro tiempo (y nuestra energía)
en
disputamos los mismos pedazos de cierra? Que es como decir ...
en
disputarnos las mismas formas de actividad o de combate, mien­
tras hay otras mil posibles, deseables y aun dispensables, que nunca
son

asumidas por
nadie.
Somos un número demasiado exiguo -tendríamos que llenar
el
universo-... y todo se desarrolla como si estuviéramos estrechos,
mientras la Revolución no cesa de concebir un número siempre cre­
ciente de fórmulas de acción, tan variadas como nuevas.
¡ Cómo si no hubiera que llegar a millones de gentes buenas de
las que prácticamente no nos cuidamos ... ; por lo muy preocupa­
dos que estamos (sobre
rodo) por la envidia de los efectivos del ve­
cino cuando no

del amigo!
No
hay ningún sentido de la acción en generai, es decir, por en­
cima de nuestro espíritu de rebotica. ¿Cómo sorprendernos por la continuidad de
nuestra impotencia
y por la interminable serie de nuestras constantes regresiones? Mien­
tras tanto, el enemigo avanza, sin recibir ·nunca de nosotros un gol~
pe serio.
Como decía Bainville: "La.r gentes de izquierda se matan enke
si, ciertamente, p
... o lo hacen por la conquista efectwa del podef'.
Mientras que las def'echas
se pasan la vida escupiéndose a la cara , ..
para nada".
Ahí radica todo.
O más exactamente, corremos el
riesgo de

quedarnos ahí.
Estamos ahí como en el umbral de la esperanza y de la deses-
peranza_
¡ Según lo que hagamos, lo franquearemos o no pasaremos de él!
Dicho en otras paiabras, EN PRIMER LUGAR y SOBRE TODO,
es de NOSOTROS, de nuestra generosidad
y desinterés, de nuestro
887
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSFT
amor (sempre úlem), de quienes depende, y es normal que depen­
da,

nuestra
esperanza.
"Toda casa dwidida contra sí misma, perecerá"'.
¿Acaso no Jo prueba bastante nuestro ejemplo?
Es inútil
ir a buscar argumentos ilusorios a otra parte ... , es
inútil perdernos en pronósticos azarosos, si no es ahí donde hace­
mos actuar el remedio en primer !ugru:.
En ronces . . . ¿qué es Jo que queremos?
¿Cuánto

estamos dispuestos
a pagru: en fuerzas, en ánimos, en
sacrificios, en dinero, por la realizoción de este deseo?
¿Qué sufrimientos,
quizá, estamos dispuestos a concederle?
¿Qué
lugru:, · qué

rango estamos decididos a otorgar a los debe­
res
evidentes de esa s"1.vación pública

que se nos
impone? ¿Los si­
tuaremos . antes o después de tal costumbre mundana, antes o des­
pués del

bridge, antes o después del esquí, antes o
después de la
piragua de pedales, antes o después de la televisión, antes o después
de
las zapatillas?
Dicho
de Otra manera: ¿estamos decididos a vencer al adversa­
rio

en
celo, en disponibilidad, en rapidez en la intervención, en
constancia, en generosidad?
Todo
lo demás, cualquiera que sea, no puede dejar de depender
de esto.
No querer quedarse entre nosotros.
"No e, hora de marcharse, smo la hora de en1enderse" ••. , con­
testó Juaoa de Arco al Duque de
Alen~on, cuaodo

éste amenazaba
con retirarse si

Richemont con sus hombres
venia asumarse al

ejér­
cito de Carlos VIL
888
¡S!! ¡Es la hora de enteodetse!
¡Más que nunca!
i Y es utgente!
¿Lo conseguiremos?
Si, SI ...
entonces ... pero únicamente "entonces", podemos volcarnos
Fundaci\363n Speiro

'
EXIGENCIAS DE NUESTR.A ESPERANZA
en lo que puede y debe de ser argumento de una real esperanza en
el
plano específico e indispensable de salvación pública.
• • •
¡En primer lugar, el argumento del número!
¡Problema
importante, si
los bay!
Incluso si fuera verdad que
no
es decisivo, es propio de la esperanza y de la prudencia política
no subestimarlo.
¿Con
qué contamos?
Un número trágicamente insuficiente

... Digamos: un número
trágicamente insuficiente en

elementos reales activos.
Es, pues,
específicamente indispensable

ganar y conquistar
ese
número suficientemente grande de elementos activos. Es nuestro de­
ber. Tenernos el deber de
conquistarlos. Deber
de
aprender a
con­
quistarlos... en vez de preferir
congratularnos, en nuestra totre de
marfil, con la pureza de nuestras ortodoxias respectivas.
¡ ¡ Es absoluta.mente necesario ganar ese incremento numérico!!
Y para ganarlo bay que trabajar iIIOlnsablernente para el máxi­
mo perfeccionamiento de los medios y de los métodos capaces de
alcanzarlo correctamente.
¿Es posible alcanzar ese mayor efectivo virtual?
¡

He abí la
gran cuestión!
Dicho de
orra manera: inmediatamente más allá de la cifra que
limita el número de los que, para correr, llamaremos nuesrros ami­
gos, ¿acaso bay que admitir que no existen para nosotros más que
irrecuperables, cuando

no
enemigos?
¿Quién de entre vosotros lo creerá así? ¿A quién lo harjáis
creer?
Entra, pues, en nuestro estricto deber movilizarlo todo, en lo
natural y en lo sobrenatural... en el
orden de la formación humana
como

en
el orden de las técnicas o métodos de aproximación... ¡,ora
alcanzar

ese
número indispensable
que deberíamos esrar
constante­
mente

preocupados en ganar.
Nos
mecemos con esperanzas mírííicas de salvación de la Ciu­
dad .... pero permanecemos incapaces (y en
el fondo, poco deseosos)
889
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
de abordar a sus habitantes, y quizá de abordar a nuestros vecinos
de patio, o a nuestros camaradas de trabajo.
j Ya sé que hay que saber tener la manera!
Pero,
¿no

hemos
venido aquí

a
hablat de
ello?
Lo que importa enl'etlder antes que nada es la importancia de-
cisiva que

tiene
la firmeza de nuestro deseo previo.
¿Es cierto que

nos
anima ese deseo?
Me
diréis que

es
extraordinariamente difícil
Ciertamente.
Pero

os
contestaré con
estas
palabras de Joseph de
Maistre: "¿Aca.ro creéis que h,r; una manera fácil de realizar cosa.r
difíciles?". Acaso creéis que cuando se ha caído tan bajo, cuando se
ha dejado al enemigo penetrar tan profundamente en el territorio
que
hay que defender, cuando se ha dejado a la Revolución invadir
la casi totalidad del planeta, creéis que se conseguirá remonta,,: la
pendiente con una actividad que, en
la práctica, nos ocupa menos
que nuestros
esparcimientos u

ocasionales
placeres?
Saber realizar la "caridad política".
Así, pues, el objetivo no es otro que h=!: todo !o posible por
conquistar, y en p,,imer lugar para SABER iognu1o, a pesar de
nuestros demasiado pocos efectivos, a los mejores, o a los menos
rescios,
de esa inmensa multitud

de buenas
gentes que
la Revolu­
ción no desiste de
dominar, y

a cuyos miembros no
cesa de
con­
quistar.
Inmensa

muchedumbre de buenas
gentes, que
no sabemos com­
p,,ender suficientemente,

que más que
culpables conscientes soo
víctimas

de los errores que
efectivamente parecen profesar, o

de los
desótdenes de los que
pueden ser,

y frecuentemente
ron, cómplices.
Nos preocupamos demasiado poco o demasiado mal de llegar y
conquistar a

esta inmensa muchedumbre. Porque no tenemos una
decisión firme de hacerlo, porque no
sabemos hacer que

nos com-
prendan. Y también porque no sabemos comprenderles.
I
Tenemos a nuestro cargo una inmensa muchedumbre de la que
tend,emos que responder ...

porque está abandonada,
prácticamente
890
Fundaci\363n Speiro

EXIGENCIAS DE NUESTRA ESPERANZA
y sin defensa adecuada, a todas las seducciones, a todos los sofismas
y a todas las trampas del enemigo.
Cuando

Nuestro
Señor fue
invitado a comentar
los Libros
de la
Alianza en la sinagoga de N azareth, escogió este emotivo pasaje de
Isaías: "He sido escogido para llevar la buena nueva a los pobres''.
Y otro día: "Misereo, super turbtmt", "Tengo piedad de esta mu­
chedumbre"".
No podemos negarnos
a admitir que si esta "caridad política"
de la que hablamos hace un instante tiene que tenec un sentido, es
en este

sitio
y momento; y donde importa no dejar de ejeccecla, es
respecto
de éstos.
Incluso si, de momento,
parece imposible la perspectiva de una
amplia convecsión religiosa, existe ahí una resecva de fuerzas y de
virtudes que no tenemos
dececho a dejac que

se
desvíe paca la ma­
yor desgcacia de la Ciudad.
¿También vosotros me acusaréis de naturalismo?
Os re,;pouderé, en primer lug.,r, con las mismas p Agustín (Doctor de la Iglesia): "Los primeros romanos, nos dice,
fundaron
y acrecentaron la Repúblic" por sus virtudes. Aunque no
uwieron la verdadera piedad hacia Dios ( ... ) sin embargo observa­
ron una honestidad ctlJlaz de b1Htar par" formar y acreceotar y con­
servar la
Ciudad terrestre. De esta manera, Dios ha mostrado por
medro de la opulencia del ilustre imperio romano DE QUf; SON
CAPACES LAS
VIRTIJDES CMLES !NO.USO SIN

EL EFEC­
TO DE LA RELIGION".
También
os contestaré

con
esta otra cita de San Pío X ... con­
vocando a todos
los ciudadanos: "a todos, en cutmto tal.es, y " los
cat6/icos
y a los que llevan en el coraz6n el tmtor a lo JUSTO y
HONESTO ... por el bien común y la prosperidad de la Patria ... ".
El mismo San Pío X invitaba· "no solamente a los que son cat6-
licos (

... )
sino ttmtbién a todos aquellos que quieren la paz y la
tranquilidad públicas
CON EL FIN DE QUE TODOS UNAN
SUS ESFUERZOS
P"'ª ahorr"' a la patria un desastre tan gran-
de ... ".
Leemos a I.e6n XIII en un párrafo cuyo acgumento transcribirá
medio

siglo después Pío XI en
1a Divmi Reáemptoris:
891
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
"Manteniendo a la vez la fwmeza en la afwmación de /as dag­
mas, y puras de todo compramiso con el error, ES DE PRUDEN­
OA CRISTIANA no rechaz<1r, 'Y aun digamos mejor SABER CON­
CILIARSE.
en la búsqueda del bien, sea individlltll, sea SOBRE­
TODO

SOCIAL, con el
concurso de

todos los hombres honrados".
"Parque -prosigue León XIII-, mc/u.w tmhe los que no tie­
nen

la ventura de
ser católicos, muchos

conservan
a pesar de

todo
un
FONDO DE SENTIDO COMUN, una cierta rectitud que se pue­
de l/amdr sentimiento de una conciencú, naturahnente cristiana; y
ese sentimiento elevada LES DA, CON LA ATRACCION HAOA
EL BIEN, LA APTITUD PARA REAUZARLO ( ... ).Paresa, na
hemos descuidada el pedir a e.ras hombres su coaperación ( ... )".
Y
el Papa sigue:
"Cuando tadas, ELEVANDOSE POR ENCIMA DE LOS PAR­
TIDOS, CONCIERTEN SUS ESFUERZOS ...
las gentes honestar
con su sentido justa
y su rectitud de corazón, los creyentes can /as
recursos de
la fe, los hambres de experiencia con su ,ab/duría, los
j6venes con su espíritu de iniciativa1 las familias de alta condición
con su generosidad y sus santos e¡emp/os, entonces, el pueblo aca­
bará par camprender
de qué lado están sus verdaderos amigos y
sobre qué bases durader,., debe descansar el bienestar del cual tie­
ne, sed".
¿Está claro?
¿No creéis que las condiciones de esperanza que estudiamos pue­
den encontrar sus más sólidos argumentos en este admirable
pasaje?
Permanecía de los objetivos y continua adaptación de los mé­
todos.
En ptimer lugar, y cualesquiera que sean las mejoras y las aña­
diduras deseables: no soltar nada, no abandonar nada, no cambiar
nada en lo fundamental, · en lo indispensable, en lo esencia[.
Curlesquiera
que

sean
las equivocaciones y las desgracias de la
aventura humana, cualquiera que sea la imperiosa necesidad de fór­
mulas de acción parciales destinadas a resolver las dificultades más
892
Fundaci\363n Speiro

EXIGENCIAS DE NUESTRA ESPERANZA
apremiantes de la actualidad; HAY QUE CONVENCERSE de que
el recuerdo estricro y constante de la doetrina de la verdad será
siempre
necesario, como única
salida en nuestras perspectivas de
salvación
individual

o
colectiva.
Pero

por mucho que este
recuerdo sea y deba seguir siendo in­
dispensable, no

olvidar nunca
(y esta es una de las más caracterís­
ticas
de las "Ome lecciones de nuestra historitl') que los métodos,
que las fórmulas de acercamiento deben ser revisadas sin cesar y
mejoradas; adaptadas siempte mejor a las condiciones de tiempo,
lugar, ambiente, educación e
ingenio.
¿Acaso no es evidente que los métodos y ptooedimientos de en­
señanza de Nuestro Señor indicados en el Evangelio difieren gran­
demente de

los
empleados por
Santo
Tomás de Aquino (tr más tan!,,) en la Suma Teológica? ¿Quiere esto d«ir que Santo
Tomás habría
traicionado la verdad anunciada por el Salvador?
Lo importante, por tanto (lo único importante), ,es permanecer
fieles, ciertamente, a lo único VERDADERO . ,, pero sin jamás
dejar de
hacer lo posible (y aun lo imposible) porque nuestra forma
de ptoponer, de defender esta

VERDAD sea tan
juiciosamente adap­
tada como lo fue cuando el Maestro de la Sabiduría y de la Ciencia
increadas recorría las aldeas
y las chabolas lo mismo de Samaria
que de Galilea.
Es imposible estudiar aquí, pues no es este el momento, esos
métodos, esas fórmulas y esas mejoras deseables.
Pero el espíritu, la "praxis", valga la expresión, han sido sufi­
cientemente
evocadas

(aunque
someramente) en

el
artículo "Semper
idem" (aparecido en el número de marzo de Permanences). Y pien­
so que aquí mismo, en
el curso de estos tres días, se ha tratado de
ello, en los diversos
"stands" o "forums" especializados.
De todas maneras y para confirmar sobre la marcha este argu­
mento,
permitidme que

os lea un pasaje de
las M~ (4) de
ese
Cardenal Minds.zenty, que --estaréis de acuerdo-permaneoerá
en

el
,tiempo y en la eternidad como prestigioso campeón de la fide-
(4) «La Table Ronde», 1974, págs, 130-131. los párrafos en letras ni.a­
yúsculas son s;ubrayados por Permanences,
893
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
lidru:l a la verdad de la fe y de la fidelidad a la verdad de la pa­
tria ... , en el cual, oo obstante (en lo tocante al método), oo ha
V11Cilado en escribir:
;.,, "En el curso de mis años de .racerdocio adquirí la convicción
de que SE DEBEN PRESENTAR SIEMPRE WS HECHOS COMO
ARGUMENTOS,
en las discusiones tlJJologéticas o filos6fic,is. POf"
ello

los
recopN.iba en mis momentos de descamo Y NO SIN ES­
FUERZO, DOCUMENTOS y obr,is de historia. Este traba,o me
agrr,d,.ba".
'" Resultó muy ú#l; y los conocimientos que con ello adqwi me
han
hecho gramles ser11icios en el cumplimiento de mis misiones
y deberes. Estos estudios hist6rico,, fJOf" otra ptWte, me han enseiiado
que la lucha de
las ide,is, EL RAZONAMIENTO ABSTRACTO
Y LAS IDEAS PURAS, no son de gran ayuda".
Este párrafo es más que uoa justificación; es uoa exhorradón
para que avancemos en esre camino, lo cual, aquí mismo hace tres
años ("semper ídem"), ya decía yo que era de extrema imporrancia.
¡ Sí! Es importante saber defender la verdad pot LOS HECHOS
(como acaba de
dejar escrito el cardena:l Mindszenty), Es imporran­
te saber mostrar que las verdades más fundamentales del orden na­
tura! y divioo están de tal manera grabadas en ésre que llegan a
imponer su reconocimiento
incluso a

los
que le niegan la existencia
(de
este orden natura! y divioo); y, a partir de entonces, ya es po­
sible seguir su rastro, incluso cuaodo la pasión de ;Jos sisremas lla­
mados de "explicación" se afanan en negarlo; incluso cuando el
barullo de las propagandas llega a engañar respecto de él a la ma­
yoría.
Recurrir a fórrnulas de acción más adaptadas a las exigencias
de
la hora acruaJ es un nuevo motivo de esperanza.
Esta perspectiva de más amplias y numerosas posibllidades de
acercamierito y conquista, es también un nuevo . argumento de es­
peranza.
Es

la
ónica táctica
adecuada a la amplitud de nuestros designios.
Maurras escribía en 1904 ...
"Una primera táctica es a,s/arse, atrh,­
cherarse y hacer un partido lo más cerrado posible: no escribir más
que en nuestros peri6dicos,
no hablar más que en nuestros comités,
894
Fundaci\363n Speiro

EXIGENCIAS DE NUESTRA ESPERANZA
no conocer y traltlr más que a nuestros ,,,,,,;gos p,;U#cos. Esto parece
lo honesto. Pero no he comprendido aún qué puede tener de honroso
v/,vir en lt, propia patria como un exiliado. ( ... ) Los hombres que
quieren terminar
con el reinado de /m pareidos Pienen que dirigirse
a toda
lt, nación, proletaria o propietaria, conservadora o revolucio­
naNáD, ¡ Creyente o incrédula!
Porque ... "¿h,ry que admitir acaso que nuestras patrias puedan
contirluar estando in.r#tucionalmente divididas y desgarrad,,, entre
facciones?
No tengo nada que responder -replicaba Maurras---a
qfl48nes quieran comiderar la existencia
de nuestra patriti

como
un
bien que se puede descuidar.
Pero a los que sienten como yo, me
atrevo a decirles que

el
problema que subs,ste si nueswa pawia
.subsi.rte es el de hacer coexistir a los creyentes que existen en ella
con los incrédulos que también existen, sin sacrificar el 'primero
de lo-s bienes de ta Iglesia, que es su constituci6nJJ.
Ese es el gran problema. Más actual que nunca.
Porque una
acción política

en cuanto
tal, de ninguna manera
tiene

por objeto
especifico, por

objeto
inmediato, curar las disen­
siones filosóficas o religiosas, que más o menos siempre han exis­
tido en el corazón de las naciones humanas. Esta acción política co­
rresponde a unas necesidades no menos indi.scu.tibles... royos re­
sultados, aunque
reológicamente secundarios,
no
por dlo. son me­
nos preciosos... Incluso,
digamos: capaces de ofrecer: a la semilla
sobrenatural,
esa

"buena
tierra" para que

cada uno de los granos
produzca
el "ciento por uno".
Queridos amigos, nuestta tarea es hacer posible esta esperanza.
¡ Inmensa tarea!
Restauración de gran impulso, no nos engaliemos.
¿Qué espetama puede tener contta la latga duración del tiempo?
¿ Dónde

enconttaríamos
esperanza contta ella, sino en y por la
juventud?
Comunicad todo el
depósito recibido.
Es, pues, a vosotros, mis muy queridos y jóvenes amigos, a quie­
nes tenemos que confiar el depósito de aquí en adelante .
• 895
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
Vuestra presencia aquí dice suficientemente que vuestra gene­
ración

no es
indigna de
ello
..
l!l pasivo
de este depósito os será sin duda pesado, y duro, y
lento de
asimiw. ¡Si supiérais cómo le desgarra el alma y el cora­
zón a este viejol
Pero, a pesat de todo, es un depósito infinitamente precioso.
Comprende todas las lecciones de nuestra historia y las que las es,­
pantosas trage de asignarnos con una superabundancia crudficadora.
Ya

que
hemos sufrido
todos sus
traumss y
heridas, al
menos que
vosom:os podáis sacar !.os provechos de esa experiencia.
Porque gracias a Dios, también encontraréis en ese depósito,
en prim~ lugar, todá la enseñanza de las verdades imprescindibles
y traoseeodentalmeote salvadoras. Focmuladas quizá más claramm­
te

que nunca y
por maestrOS de los que solamente hemos pretendido
ser el eco.
También
encontraréis en él ... , y esto os será cada día más va­
lioso, la crónica de nuestrOS éxitos, pequeños o grandes; la cr6nica
,de
nuestros taOteOS metodol6gicos, de nuestros ensayos .•. Sin ol­
vidar el ejemplo de nuestra preocupaci6n ronstante de buscar, pro­
.bar y mejorar sin cesar todas las f6rmulas de acx:i6n o de penetra­
ci6n
deseables.

Unicamente al servicio de
la VERDAD.
i i Para vosotros, pues, sobre vOSOtros, en vosotros, el pesado pero
estimulante fardo, no de NUESTRAS esperanzas, sino de la espe­
ranza de

Jo que
,tanto VOSOTROS
como NOSOTROS tenemos
el
deber de animar y de servir!!
Ojalá se derrame sobre
vOSOtrOS ese
flujo que
uno de
los ma­
yores
poetas cíviros de todos los tiempos, Federiro Mistra:1, evocaba
en la

cuarta estrofa de su himno
a "La coupo Santo":
896
V ueio nous Us esper,mfo
E li rawe dou ioU11ent
Doil, passal
la remembr""fo
E la fe dim l'an que ven.
Fundaci\363n Speiro

EXIGENCIAS DE NUESTRA ESPERANZA
Lo que quiere decir:
Hacia nos las esperanztH
Y

los
sueñt>s de la jlPVentud
Del ptHado el recuerdo
Y la fe en el año que viene.
Y, pues .... ¿Cuáles son los sueños de vuestra esperanza? ¿Hacia
qué generosidades os empujan?
¿Qué
piedad, qué culto, qué escrúpulos nos inspira el recuerdo
del pasado?
¿Sobre qué fe pretendéis construir "el siglo futuro"?
¡Ah!,
queridos j6venes amigos, sabed responder adecuadamen­
te a estas preguntas.
Y sabed no tener temor a equivocaros para contestarlas bien.
Comprendedme
cuando os digo: ¡ ¡No
tengáis ninguná ambi­
ción

personal! ! Ni siquiera esa ambición de los
· organismos
o de
los
grupos a los que se os dará pertenecer. ¡No tengáis más ambi­
ción, incansable e ingeniosa, que la de la Causa a la qne esos or­
ganismos, esos grupos y vosotros mismos, teneis el deber estricto de
ordenaros!
A partir de "'1l, ¡sabed trabajar iru:ansáblemente, juiciosamente!
No

por
deseo de

erudición, o por
poder brillar según el mundo. El
no paga el precio que esto cuesta. Pero trabajad para ser armonio­
samente
fuertes al

servicio de esta Causa que
· tanto necesitará de
vosotros para ser salvadora.
Y, sin embargo, ... ¡ no os pongáis serios ! Creedme ... esta es
la única manera seria de ser verdaderamente serios.
Sabed reír como interesa saber reír ... jSeriámente! ¿Armoniosa~
mente? No tenéis derecho a dar lugar que en VU suponga que la doctrina, muy seria, que profesáis es una doctrina
soporífera
y de perperua preoctipación. Una doctrina que impediría
entusia,sroatse
por todas las formas de la universalidad de lo Bello.
Desde d gregoriano hasta d ramo de flores. Desde Mozart ("semper
idem") hasta d verdadero jazz (¡el verdadero!). Desde Santo To­
más a Raoui Ponchon.
Burlaos de

un renombre que sólo os
alcanzaría a
vosotros mis-
51 897
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
mos. ¡ Son tan ridículos los que se afanan ,por obtenerlo! ¡ Son los
únicos que no
lo ven!

Esta
pasión, para renOV11tse creyendo hacer
lo

mejor, ¡es
un obstáculo!
Soportad
que
se os calumnie. ¡ ¡ Y
que vuestros propios amigos
os

perjudiquen!! ¡No temáis!, porque está previsto en
el Evangelio.
¡ Hay que encajar
el golpe! Se acostumbra uno en seguida. No perdáis
un tiempo precioso en liberaros de esas iarzas.
Corred derechos a la meta, a lo esencia[, a lo. realmente salvador,
a lo
más sermoso ¡ ¡ al mayor r, más perfecto amor!! Ya veréis cómo
es más apasionante, más estimulante, más consolador.
¡¡Detestad el espíritu de rebotica ... , de clase, de secta, de ca­
pilla!!
Va!léis más que

eso. La Causa que os necesita
jtiene otras
dimensiones! No seáis, como d.ecía antes Maurras, unos "exilia.dos
en vuestra patria/'. ¡ ¡No os dejéis confinar, ni aun por vuestros
amigos!!
Tiene poca importaocia que los que acogéis a vuestras expensas
¡no
vengan más que a estorbaros! ¿Continuad!, ¡seguid adelante!
i Dejadles que se alimenten de vuestras migajas! No tengáis rencor.
El. ~xito de la Causa depende de ello (¡esto ayuda a saberlo!, y ¡a
creerlo!).
Lo que habéis recibido sin equívoco, ¡comunicadlo sin envidia!
"No se concede a todo el mundo ser servidor de su idea", decía
Psiohari ¡ Sed de esos servidores!
¡
Sed los incansables y escrupulosos servidores de un amor que
verdaderamente
merece ese nombre.

"Sernper idem"!
Guardaos bien, sobre todo de incorporaros
al rebaño de esos
"ortodoxos" que manifiestan tanto más su "ortodoxia" en palabras
cuando

en
esa a
jus­
tificación
para no hacer nada. Porque todo lo que se ofrece a su
riga< les parece, pot ello mismo, indigno ... bajo el pretexto (siem­
pre fácil de aducir) de una imperfección cualquiera:
insuficiencia
de

los
jefes, insuficiencia de. las

directrices, insuficiencia de la
a ·nización,
insuficiencia

de
las intervenciottes, de los animadores, de
la tropa, etc. De lo que resulta que esos apasionados aparentes de la
plenitud del

TODO, en realidad no
haoen NADA; y que por aña­
didura se les encuentra asiduamente en
todas las inutilidades, estu-
898
Fundaci\363n Speiro

EXIGENCIAS DE NUESTM ESPEIIANZA
pideces o tonterías de una sociedad · a la que, sin embru-go, critican
y condenan mejor que nadie.
Y a
pesar de todo... j guardaos bien de descartar a nadie, por
sistema, a priori!
Sed, sobre todo, de una incansable solicitud para los humildes.
No les condenéis nunca a la ligera o demasiado de prisa,
cualesquie­
ra que sean las bru-baridades que pare,:can profesar al principio.
Aprender
a comprenderles. Aprended a hablarles. No para apro­
barles

pon principio, sino para llevarles paciente
y amorosamente
a una
verdad de la que tienen sed, sin duda rtinguna.
Sabed que por su parte hay unas reservas de energía, unos te­
soros

de generosidad asombrosos.
Y la Revolución lo sabe y cono·
ce su valor mejor que nosotros. Sobre todo, no olvidéis que el con­
tacto con los humildes os llevará a perfeccionar y humanizar vues­
tras fórmulas de aproximación, vuestra manera de presentar mejor
la
verdad; a formaros,
sobre todo, más íntimamente en el conoci­
miento
y en el amor a los seres.
j No espíritu de partido, peto sí patriotismo! Y para que ese
patriotismo no sea más que un patriotismo de puro principio, es­
tricramente ideal sin el conocimiento y sin el amor altamente per­
sonalizado

de
esta verdadera y no intercambiable patria que es la
vuestra: ¡apasionaros por el estudio de su historia! ¡Buscad el pla­
cer casi viscera:I de sentiros (y vivir, sufrir y morir de ese placer)
hijos,
ciertamente indignos, pero no por eso menos tributarios de
esta
vida nacional que, desde
el túnel del tierupo VOS y NOS ha
privilegiado!
¡No

os dejéis jamás rozar por la desenvoltura sádica de los
des­
heredados! j No lo sois! j j Comprended la alegría y los deberes de
vuestra condición!!
"No el nacionalismo estrecho, sino el sentimiento europeo y
planetario del verdadero bien de todos los pueblos". ¡ Es el "na­
cionalista" Maurras quien os lo grita!
FE, RAZON, EXPERIENCIA.
NO DISOLVAIS A JESUCRISTO.
En fin,
;en fin!
j ;Tened inteligencia, clara y segura, de los beneficios humanos
899
Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
de la Iglesia!! Cualesquiera que sean los escándalos de su actua!
.. autodestru.eción". Y, por eso, más que nunca, incluso si quienes
debieran hacerlo ya no os lo enseñan más, nos os olvidéis que "vues­
tra fe tiene la raz6n a ,u fav01'", como tan bien ha dicho Pío XII.
Guardaos de pertenecer a ese grupo de cristianos que están, cier­
tamente capacitados para recitar y comentar sin equivocarse su car­
rilla sobre esas indisolubles relaciones de lo natural y de Io sobre­
natural que son el ser mismo del catolicismo. . . . Pero cristianos
que, después de
haber dicho bien lo que efectivamente importa
decir bien,

sin
embargo no

dejan de proponer
unas directrices ex­
clusivamente naturalistas o
sobrenaturalistas. Los sobrenamralistas,
por su carácter aparentemente más edificantes, son excelentes en
multiplicar
sus engaños entre nosotros.
No olvidéis nunca que
las. peores
herejías han empezado bajo
la cobertura de impulsos sobrenamralistas exacerbados: exaltación
de la única fe, con desprecio de una naturaleza. y de una razón que
la Iglesia es hoy
casi la única en defender contra la casi totalidad
de
lo., sistemas filosóficos contemporáneos.
Recordad siempre estos versículos de la Primera Epístola de San
Juan ... contra cualquiera que
"disuelve a Jesucristo", "qui ,o/vit
Jesum"
¡Admirable fórmula!
Porque el Jesús que
amamos y al que debemos servir, es tan ver­
dadero.
Dios

como
verdadero hombre.

Y no un verdadero Dios que
para manifestarse a nosotros hubiera recu1'tido senciJJamente al dis­
fraz de una "apariencia" humana.
En
:SI, en PRIMER LUGAR y para SIEMPRE, se establece y
se sella la alianza indisoluble de lo divino y Io humano; indisoluble
alianza de la fe y de la razón.
Cualquiera que sea por consiguiente la generosidad de vuestra
fe, ...
sabed, y no lo olvidéis jamás, mis muy queridos y jóvenes
amigos, que no seréis vet:d.aderamente catOlicos más que si también
sabeis TENER LOS PIES EN EL SUELO, enraizados como robles
en el respeto a esas leyes de un ser HUMANO que el Soberano Se­
ñor de todas las cosas ha querido hacer personalmente SUYO.
¡ Si! ¡ No
seréis verdaderamente

católicos más que si, al culto
de
una FE VIVA en lo SOBRENATURAL, unís también, indisolu-
900
Fundaci\363n Speiro

EXIGENCIAS DE NUESTRA ESPERANZA
blemente, el culto de esta simple y buena raz6n humana! Lo cual
aconseja lo mismo el respeto piadoso a fos impulsos generosos del
corazón, que la severa precisión de
llls gestiones de la inteligencia;
¡ Sí, la raz6n! Con sn amor a la experiencia y su veneración de la lec·
ción de los
hechos. Con

su legítima
preocupación por
las leyes
y por
las condiciones específicas de este orden político del que dependen
la
libertad de nuesttaS ciudades, el interés legítimo de nuesrras pa·
trias, y hasta esos "mcxkstos honores de las casas solariegas" de
los
qll!e ha hablado Paguy.
Por
favor, mis queridos amigos, y por la misma salvación de
esta ciudad política en la que vais a vivir ... "no disolváis a Jesu­
cristo".
Todo lo contrario,
•.. cada vez que se os conceda escuchar, después de las bendi·
ciones del Santísimo Sacramento, las invocaciones ritualles,
- movilizad rodas las potencias de vuestro corazón,
- recurrid a las posibilidades más entusiastas de vuestra com-
prensión intelectual,
para
entregaros a :81, plenamente,
cuando se
os proponga repetir esto :
"Bendito sea Jesucristo
Verdadero Dios y verdadero hombre".
¡ "SEMPER IDEM"!
901
Fundaci\363n Speiro