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Número 427-428

Serie XLII

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Para la síntesis doctrinal de Santo Tomás de Aquino

PARA LA SÍNTESIS DOCTRINAL
DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
POR
FRANCisco CANALs VIDAL (*)
Por haber aceptado, con agradecimiento gozoso, el encargo
de colaborar a las tareas
de la· Red Informática para la Iglesia en
América Latina (RIIAL) -venido del presidente del Pontificio
Consejo
de las Comunicaciones Sociales, el arzobispo John P.
Foley, y de monseñor Enrique Planas, coordinador general de
RIIAL-he tenido ocasión, en el 2003 y en los cuatro primeros
meses
de 2004, de ofrecer veintiséis trabajos, que he titulado
"Aportaciones para la síntesis doctrinal de Santo Tomás
de Aqui­
no", al espacio interdisciplinar
que RIIAL propone.
Como
el mismo título expresa, no he pretendido redactar úna
síntesis tomista completa, ni mucho menos, sino presentar algu­
nos puntos de vista que, según las orientaciones y sugerencias
que durante trece años
-entre 1945 y 1958-recibl del magiste­
rio del
padre Ramón Oriandis, S. !., creo que pueden llevar la
atención hacia aspectos muy nucleares de su doctrina, algunos
de
los cuales han sido menos atendidos.en las que podríamos llamar
"formulaciones escolásticas" del tomismo.
Para dar
una noticia global de estos trabajos, me parece opor­
tuno subrayar algunas
líneas de pensamiento centrales, en el con­
junto de los trabajos aportados y que pueden sugerir la que
podríamos llamar actitud o intención con que, a través de. ellos,
e) Tomamos del número de junio-julio de 2004 de la revista hermana Cris­
tiandad, de Barcelona, este texto de nuestro ilustre colaborador, el profesor
Francisco Cana.Is (n. de la r.).
Verbo, núm. 427-428 (2004), 595-600. 595
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FRANCISCO CANALS VIDAL
he querido invitar a los lectores al acercamiento a la sfntesis doc­
trinal
de Santo Tomás. Lo hago en la triple temática sugerida por
estos títulos: la comunicatividad perfectiva de lo perfecto, el rea­
lismo pensante, y el sentido efusivo y filantrópico del teocentris­
mo de Santo Tomás.
La comunicatividad perfectiva de lo perfecto
"El acto, porque es perfección ... ". Las veinticuatro tesis
comienzan con estas palabras
y el tomismo, en el último siglo, ha
avanzado
en el descubrimiento del ser -esse-como acto, y por
ello como "lo perfectísimo de todo, la actualidad de todas las
cosas, aun de las mismas formas". Se ha profundizado, asf, en la
comprensión del sentido
de la "distinción real entre el ser y la
esencia" ·pero el acto, todo acto, con el carácter de ser constituti­
vo de perfección y plerútud de lo que está por él constituido,
tiene también
un carácter sin el que no habrta actividad rú orden
en el universo, ni alcanzaríamos a pensar a Dios ni como Crea­
dor 'del urúverso de los entes a los que da la participación firúta
en las perfecciones diversas y graduadas rú a pensarlo, en modo
alguno, en sf mismo y en su vida intima, tal como él mismo nos
lo
ha revelado.
Lo perfecto es perfectivo de otro. Lo que, por ser perfecto, es
bueno, es difusivo de
si mismo. "Es de la naturaleza de cualquier
acto· que ·se comunique a si nlismo én cuanto es.". Por esta comu­
rúcatividad de lo perfecto explica Santo Tomás la fecundidad de
los vivientes y que todo lo consistente y permanente como subs­
tancia que posee
en sí misma el ser sea principio de sus propias
operaciones. Toda acción Oas que llamamos transeúntes,
porque
por ellas se causa un efecto extrinseco al agente, y las inmanen­
tes,
por las que emana en el propio operante algo que le es
intrínseco, como son todas las que caracterizan a las substancias
que son personas) es efectiva y emanativaporque "obrar no es
otra cosa que comurúcar aquello
por lo que el agente es en acto".
La causación de efectos no es, pues, algo que. se reduzca a
una región del ente predicamental, que se limite a la categoria de
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la acción. La comunicatividad de lo perfecto es un carácter tras­
cendental del acto
en cuanto tal. Si toda substancia es por su ope­
ración, si el obrar sigue al ser, es porque el ser, como acto por
antonomasia, exige y fundamenta la comunicación del acto que
es el obrar, en el que se manifiesta la plenitud misma del ser. Por
esto, afirmar la comunicatividad de lo perfecto es lo mismo que
afirmar la trascendentalidad del bien y la consiguiente conversión
del ente con lo bueno. Según
el primer ser, que es substancial, algo
que es llamado "ente" simplemente tal,
y de alguna manera bueno.
Según el último acto, que es la operación, algo se dice
en el ente
predicamental simplemente bueno,
y ente de alguna manera.
Re1novida, en nuestra Concepción ontológica de Dios, toda
estructura de composición acto-potencial, hemos de afirmar que
el ser divino es la misma esencia
de la bondad porque también
hemos de afirmar que la esencia de Dios es -su misma operación:
acto subsistente de intelección de sí mismo, Amor esencial y sub­
sistente.
Si los actualismos, que ponen la operación antes que el ser,
o los personalismos que, desorientadamente, ignoran la consis­
tencia substancial del ente personal son profundamente opuestos
a la ontología verdadera de Santo Tomás, no es menos desorien­
tador ignorar que la difusividad de lo bueno, la comunicatividad
de lo perfecto, exige reconocer
en toda actividad el ejercicio de
la comunicación de la actualidad misma del agente y, al pensar
en Dios, afirmar, en la simplicidad de su actualidad pura, la iden­
tidad del ser
y de la operación.
Es esto lo que permite a Santo Tomás entender que, en el
1nisn10 simplicísimo ser divino, no afirman composiciones las dis­
tinciones entre lo entitativo y lo operativo en nuestros conceptos
acerca de Dios, y alcanzar, en la teología trinitaria, la afrrmación,
mutuamente exigida, de la distinción real de las personas, que
son relaciones subsistentes, y la rea.! identidad entre el ser divi­
no, uno y sitnple, con los actos comunicativos y receptivos de la
generación por la que el Padre genera al Hijo y el Hijo nace del
Padre, y
por la que el Padre y el Hijo, amándose mutuamente,
espiran
el mutuo Don divino del Amor personal, que es el
Espílitu Santo.
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fil realismo pensante
La referencia del hombre al conocimiento de la verdad del
ente
es el "fundamental" tema de la filosofía primera. Es la onto­
logía fundamental. Ésta exige pensar la verdad trascendental
como la perfectividad inmaterial
por la que todo ente es, en su
esencia, apto
para perfeccionar aquellos entes que, por el modo
inmaterial de posesión de su ser, están destinados a que se des­
criba en elh,s, conscientemente, el orden entero del universo y
de sus causas.
La pérdida del sentido esencial de todo conocimiento como
ser del cognoscente, por el que tiene en si las formas y esenei.as
de las otras cosas, y las inadecuadas representaciones de la pre­
sencia de lo conocido en el cognoscente como una. unión de un
objeto enfrentado a un sujeto, pensado como "quien ve lo que
tiene ante los ojos", llevaron a descalificar el mundo de la inten­
cionalidad cognoscitiva e inteligible
en el hombre como un "tin­
glado" sucedáneo que suplirla la imposible presencia intuitiva de
los objetos. En este caso, todo el lenguaje mental de los concep­
tos
y juicios dejarla de ser el lugar propio de la manifestación de
la verdad del ente en el hombre.
Para Santo Tomás, el acto
de conocer es constitutivamente
manifestativo y al entendi111iento le pertenece esencialmente la
locución mental co1no algo que se sigue a su 1nisma actualidad
consciente. Es tan consecuente Santo Tomás en esto que llama al
eterno Verbo divino "como Dios entendido". Piensa también Juan
de Santo Tomás fidelisimamente el pensamiento de Santo Tomás
al decir que "el verbo mental,
en su linea formal en el orden de
lo inteligible, es substancial, y que sólo por la finitud y acciden­
talidad entitativa
de nuestros actos de conocer tiene también el
carácter
de algo representativo y accidental".
Esta substancialidad del concepto dice aquí lo opuesto
que
en el idealismo absoluto, pues el concepto es, precisamente, lo
vitalmente concebido para expresar el ser
de lo real. La doctrina
de Sarito Tomás sobre el conocimiento es, pues, un "realismo
pensante". El entendimiento es proporcional al ente, pero el ente
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es entendido al ser en acto el entendimiento pensante y al expre­
sar,
por la fecundidad manifestativa del pensamiento, al ente
mis1no en nuestros conceptos y enunciaciones conceptuales.
Esta ontología fundamental, si fundamenta la ontología supe­
rando todo fenomenismo o empirismo, y· también todo nomina­
lismo, es también capaz de fundamentar el lenguaje de la teolo­
gía sobrenatural
y la verdad realista, en su fidelidad al misterio
revelado, del lenguaje dogmático de la ortodoxia católica.
Sentido efusivo y filanttópico del teocentrismo de Santo
Tomás.
Con mucha justicia se ha calificado a Santo Tomás de Doctor
humanitatis: lo es en todas las direcciones y sentidos en que se .
quiera tomar esta palabra. También se ha afirmado su profundo
humanismo. No podría decirse,
no obstante, que Santo Tomás
sea
un pensador antropocéntrico. Para él "la filosofia se ordena
al conocimiento de Dios" y el supremo acto contemplativo del
hombre es el conocimiento del bien divino como tal, o
por decir
mejor, de Dios en cuanto bueno.
Por la continuidad profunda entre su pensamiento filosófico y
su doctrina sagrada, podemos descubrir la asunción de sus lineas
centrales ontológicas en la contemplación de Dios y de su dispen­
sación salvifica
en un universo, creado todo él en orden a la felici­
dad de las personas creadas. En las mismas afirmaciones
en que bri­
lla en forma admirable y sorprendente su humanismo, se está ejer­
citando
en forma luminosa y atractiva, bellisima tendriamos que
decir también,
la orientación teocéntrica de todo su pensamiento.
Llegamos a encontrar en él --en un contexto de demostra­
ción ad absurdum----que si negásemos que Dios es el bien sumo
del hombre
no encontrariamos razón por la que el hombre deba
amar a Dios. En el fondo, se trata de lo mismo que le lleva a afir­
mar
que la humanidad de Cristo, instrumento de la divinidad del
Verbo para comunicamos de nuevo, a los -hotnbres redimidos, la
participación de la vida divina, es también, para el género huma­
no, principio de
la perfección propia de la naturaleza humana en
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cuanto tal, es decir, por Cristo somos, por Dios, .divinizados y lle­
vados a humanización perfecta.
La creación se ordena a la gloria de Dios, pero ésta, como ya
afirmó San Agustín,
no es buscada por Dios para si mismo, sino
para nosotros,. porque es a nosotros a quienes perfecciona cono­
cer y amar a Dios.·Al bien infinito, al que nada falta, no le puede
mover el deseo de adquisición alguna, Bino sólo el de difusión de
su bondad a las c!iaturas a quienes crea por amor liberalisimo y
salva por efusión misericordiosa.
Ninguna contaminación podemos hallar en Santo Tomás de un
emanatismo por el que todos los entes del universo creados señan
también necesarios participativamente. Santo Tomás, que afirma
que el conocimiento de la Trinidad nos es necesario -con cierta
necesidad moral'-para sentir rectamente de la creación de las
cosas, dice,
al afirmar en Dios la procesión del Amor, que "se pone
de manifiesto que Dios no produjo las criaturas por indigencia algu­
na, sino
por el Amor de su bondad". En la procesión del Espíritu
Santo, realización eterna .de la donación amorosa del bien divino,
en el que se abrazan eternamente el Padre y el Hijo, nos hace bus­
car la luz para comprender como contingentes todos los bienes
fini­
tos que Dios ha puesto liberal y libremente en el universo creado.
Todas la·s estructuras acto-potenciales, si tenemos en cuenta
que el acto es perfección y la potencia capacidad de perfección,
tienen que ser pensadas
desde el acto creador como ordenadas
a la participación del bien.
Si las perfecciones divinas han podi­
do ser participadas
en la escala de los seres (que descubrió, en
el universo, el neo-platonismo cristiano del Pseudo Dionisio) ello
es porque toda capacidad
de perfección, desde la mate1ia indi­
viduante hasta las capacidades espirituales
de conocimiento y
amor, se ordena a que puedan ser partícipes entes finitos y móvi­
les, vivientes corpóreos en que los tnismos seres personales son
individuos singularizados materialmente y numerables, que pue­
dan ser ciudadanos de la Ciudad Celeste, cuya ley es la divina
caridad, el mismo amor
que mueve también el sol y los astros. El
teocentrismo tomista responde a la afirmación del Apóstol: "Se
mostró la benignidad y el amor a los hombres -filantropia-de
Dios; salvador nuestro".
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