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Número 455-456

Serie XLV

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Literatura, religión y política en Francia en el siglo XIX: Alfred de Vigny

LITERATURA, RELIGIÓN Y POLITICA EN FRANCIA
EN EL SIGLO XIX: ALFRED DE VIGNY
POR
ESTANISLAOCANTERO
E n r ecuerdo del Cor onel José
Manuel de las Rivas, que me habló de Vigny , y al G eneral A uditor
I gnacio de las Rivas.
Alfred de Vigny (1797-1863), tanto por la ascendencia paterna
como por la materna (B araudin), pertenecía a una antigua y peque -
ña noble za provinciana, arr uinada por la Rev olución (1). Por línea
paterna, F rançois Vigny fue ennoblecido por Carlos IX y por la
materna, E mmanuel Baraudin lo fue por F rancisco I (2). Su padre,
que por la edad podría haber sido su abuelo –tenía sesenta años
cuando nació su hijo-, mutilado de guerra y “ francmasón que
siguió siendo v o l t e r i a n o” (3), vivía en la nostalgia del Antiguo
Régimen que, en cier to modo, le transmitió a su hijo mediante las
historias que le relataba, y , aunque carente de fortuna, le quedó lo
suficiente para que la familia pudiera vivir , austeramente, sin nece-
sidad de trabajar. Su madre, cuarenta años mayor que su hijo, se
__________
(1) S i se ha de creerle, su abuelo paterno “ era inmensamente rico en tierras”,
A l f r ed de V I G N Y, “Carta a Auguste Br i zeux, de 2de agosto de 1831 ”, en
C o r res pondanc e d’ Al f red de Vi g n y( Di rección de Madeleine Ambrière), Pre s s e s
U niversitaires de F rance, Paris, 1991, tomo 2 (agosto 1830-septiembre 1835), pág. 87.
(2) Léon SECHE, Alfred de Vigny. I, La vie littér aire, politique et r eligieuse,
M ercure de F rance, París, 1913, pág. 30.
(3) Gonzague SAINT BRIS, Alfred de Vigny ou la volupté et l ’honneur, Grasset,
P arís, 1997, pág. 74.
Verbo, núm. 455-456 (2007), 485-514. 485
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encargó de su educación religiosa (4), y de ella se ha dicho que,
también más v olteriana que católica, con los años se hará jansenis-
ta y transmitirá a su hijo la necesidad de “ tener” una r eligión (5).
T odavía son célebr es sus “consejos a mi hijo ”, de febrero de 1815,
en los que le insistía en la importancia de vivir conforme a princi-
pios v erdaderos (6). H izo su primera Comunión (7) y se ha insinua -
do, aunque sin datos suficientes, que pudo ser la última (8).
Estudió en P arís, en la burguesa y elitista pensión H ix, donde fue
objeto de burla por sus compañeros a costa de su origen aristocrá-
tico, y en el liceo Bonaparte. Con el r egreso de los Borbones apeló a su origen noble para
obtener una plaza como oficial en el nuev o ejército, lo que consi-
guió. I mpelido a la carrera de las armas tanto por el ambiente fami -
liar como por el generado por la gloria de las campañas napoleóni-
cas, fue militar sin auténtica v ocación (9). De hecho, quien había
anotado en su d i a r i o, en 1830, que “el Ej é rcito es algo deplora-
b l e ”(10), fue, como destacó Vigón, un “detractor de la milicia ”,
contrario a las virtudes castrenses que ignoraba o tergiversaba (11).
La frustración y el resentimiento por no haber ido más de prisa en
el escalafón, a lo que cr eía que tenía derecho (12), así como el des
__________
(4) L. SECHE, Alfred de Vigny. II, La vie amour euse, Mercure de F rance, P arís,
1913, págs. 7-19. (5) G. SAINT BRIS, Alfred de Vigny ou... , ed. cit., págs. 74-76.
(6) Madeleine AMBRIÈRE, N athalie BASSET, Loïc CHOTARD y J ean SANG-
NIER, Alfred de Vigny et les siens. Documents inédits.I ntroduction à la correspondance
d’Alfr ed de Vigny, P resses U niversitaires de F rance, Paris, 1989, págs. 177-184.
(7) Alfred de VIGNY,Mémoires inédits. F ragments et pr ojets, edición de J ean
Sangnier , Gallimard, P arís, 1958, pág. 70.
(8) N icole CASANOV A, Alfr ed de Vigny. Sous le masque de fer , Calmann-Lévy,
P arís, 1990, pág. 35.
(9) L. SECHE, Alfred de Vigny..., ed. cit., vol. I, pág. 18; Maurice TOESCA,
V igny ou la passion de l’honneur, Hachette, P arís, 1972, pág. 45.
(10) A. de VIGNY ,Jour nal d ’un poète, presentación y notas originales de Louis
Ratisbonne, L’Harmattan, P arís, 1993, pág. 53.; Journal, en Oeuvres Complètes , presen-
tación y comentarios de F . Baldensperger , Gallimard, Bibliotheque de La Pleiade, P arís,
1948, tomo II, pág. 917. (11) Jorge VIGON, El espíritu militar español, Ediciones Ejército, Madrid, 1979,
pág. 193 y passim.
(12) A. de VIGNY , “Carta a Auguste Brizeux, de 2de agosto de 1831”, en
Corr espondance d ’Alfred de Vigny, ed.cit., tomo 2, pág. 88.
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encanto de la vida de guarnición sin posibilidad de participar en las\
épicas victorias que ensoñaron sus años mozos, le llevaron a aban-
donar las armas para dedicarse a la literatura, siguiendo una precoz
v ocación que ya se había manifestado con éxito. En 1827 se r etira
con el grado de capitán que había alcanzado en 1823, tras haber
disfr utado, intermitentemente, de una situación de privilegio de
dos años y medio de excedencias durante los últimos cinco años (13). A juicio de Flottes heredó algo de volterianismo de su padre (14)
y con la lectura de Chénier durante su juv entud “se insinúa en su
alma católica la Enciclopedia ”, al tiempo que con “el disolvente
Byron ” y su “irreligión agr esiva”, el desencanto de la vida (15). En
1833, Vigny había anotado en su Diario: “C inq-Mars, Stello,
Ser vitude et G randeur militaires , como se ha obser vado correcta-
mente, son, efectiv amente, los cantos de una especie de poema
épico sobre la desilusión ”(16). Desilusión de la monarquía, del
poder político y de la democracia, y del ejército, respectivamente.
V igny se erige acusador de la sociedad y con esas obras, denuncia,
en expr esión de Thibaudet, “ el aplastamiento de la nobleza, del
poeta y del militar ”(17) .
Alfred de Vigny tuvo diversas amantes, antes y después de
casarse en 1825 con la protestante Lidia Bunbur y, rica heredera a la
que su padr e, tras contraer segundas nupcias, postergaría en bene-
ficio de los hijos del nuevo matrimonio. Entr e sus amantes sobresa-
le, desde 1831 a 1838, la actriz Marie Dor val, a la que tampoco fue
fiel y quien, a su vez tuvo múltiples amantes -incluso durante su
relación con Vigny-, incluida la escritora George Sa n d1 8
. O t r a s
__________
(13) Ernest DUPUY ,A lfred de Vigny. La vie et l’oeuvr e, Librairie Hachette, P arís,
1913, págs. 43-48. (14) Sobr e la influencia del filosofismo y , especialmente de Voltaire, Joseph SUN -
GOLOWSKY, Alfred de Vigny et le dix-huitième siècle , Editions A.G. Nizet, P arís, 1968,
págs. 61-95. (15) Pierr e FLOTTES, Alfred de Vigny, Librairie Académique P errin, París, 1925,
págs. 24, 39 y 41.
(16) A. de VIGNY ,Journal d ’un poète , ed. cit., pág. 80. Journal, en O euvres
Complètes , ed. cit., tomo II, pág. 1037, cfr . pág. 1313.
(17) Alber t THIBAUDET, Réflexions sur la littér ature, (edición y notas de Antoine
Compagnon y Christophe P radeau, prólogo de A. Compagnon), Gallimar d (Quarto),
P aris, 2007, págs. 204-205.
(18) P aul VIALL ANEIX, Vigny par lui-même, S euil, Écrivains de toujours, P arís,
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amantes de Vigny fueron A ugusta Bouvard, casi cuarenta años más
jov en que él, a la que conoció en 1858 y con la que tuvo un hijo
natural póstumo (19). Virginie Ancelot (20) –con la que se le atri -
buirá una hija natural (21)-, Julia Battlegang y su hermana M aría,
la condesa Alexandra K o s s a k owska, Tryphina S h e a rer Holmes (22) -no
faltando, tampoco, quien le atribuyera la paternidad de su hija
Augusta ( 2 3 )- y Luisa Colet ( 2 4 ), quien a su vez tenía otros aman-
tes como Cousin y F laubert( 2 5 ).
Enfermero abnegado de su enfermiza mujer toda su vida y de
su madre durante más de cuatro años, desde que quedó inválida
hasta su fallecimiento, extr emadamente reservado y pasional, inte-
ligente y sensible, de una elegancia natural, educado y cortés hasta
rayar en lo cargante, cada vez más apar tado del mundo en Maine-
Giraud que heredó en 1838 de una hermana de su madr e ,re t i r o que
no le impedía las visitas a P aris, “su obra, según obser vó Traz, es el
producto de una existencia frustrada y de una desesperación que
quiso ennoblecerse ”( 2 6 ) .
__________
1966, pág. 56; J oseph BARRY,Infamous woman. The life of George Sand(1977), trad.
fran., George Sand ou le scandale de la liber té, Éditions du Seuil, París, 2005, págs. 201-
212; H ortense DUFOUR, George S and la somnambule (2002), J’ai Lu, París, 2004,
págs. 279-291. La Salle niega la infidelidad de D orval para con Vigny hasta poco antes de la
ruptura en 1838 y estima que la amistad de M arie Dorval con George Sand fue ino -
cente (Bertrand de LA SALLE, Alfred de Vigny, F ayard, París, 1963, págs. 159 y 112).
(19) M aurice TOESCA, Un der nier amour . Alfred de Vigny et A ugusta, Albin
M ichel, Paris, 1975; G. SAINT BRIS, Alfred de Vigny ou …, ed. cit., págs. 285-293.
(20) Esta relación la han negado sus descendientes, porque en los papeles que
conserva la familia no hay nada que lo sugiera ( J. SANGNIER, “Prólogo”, en M.
AMBRIÈRE, N. BASSET , L. CHOTARD y J. SANGNIER, Alfred de Vigny et les
siens.., ed. cit., págs. 8-11). (21) G. SAINT BRIS, Alfred de Vigny ou…, ed. cit., págs. 112 y 221.
La Salle niega esta paternidad (B. de LA SALLE, Al f r ed de Vi g n y, ed. cit., pág. 42).
(22) Esta relación la niega La Salle (B.de LA SALLE, Al f r ed de V i g n y, ed. cit., pág. 214).
(23) R o b e rt de TRAZ, Al f r ed de Vi g n y , Libairie Hachette, París, 1928, pág. pág. 68.
(24) Leon SECHE, Alfred de Vigny, vol. II, La vie amoureuse, Mercur e de F rance,
P arís, 1913; P . VIALLANEIX, Vigny par lui-même , ed. cit., págs. 46-59 y 129; J ulien
TEPP E, Alfr ed de Vigny et ses amantes , Editions Belleville, P arís, 1963; G. SAINT BRIS,
(op. cit. págs. 219-232) que da gran importancia a este aspecto de su vida; N. CASA-
NOV A, Alfr ed de Vigny. Sous ..., ed, cit., passim.
(25) Herber t LOTTMAN, Gustave Flaubert. A Biogr aphy, (1969), trad. esp .,
Gustav e Flaubert, Círculo de Lectores, Barcelona, 1992, págs. 176-177.
(26) Robert de TRAZ, Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 111; cfr . págs. 121-132.
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En cuanto a sus prefer encias políticas, si no sintió pesar alguno
por la caída de los Borbones ( 2 7 ), “raza ingrata y degenerada ”( 2 8 )
–“tr ece años de ser vicios mal recompensados, escribirá, saldan mis
obligaciones con los Borbones ”( 2 9 )-, tampoco lloró con la marcha
del de Orleáns –pues para entonces ya era republicano ( 3 0 )-, aspiró
con la R epública a la paternidad de la P atria y, horrorizado por la
rev olución fr ustrada de junio de 1848 ( 3 1 ), se adhirió al Segundo
Imperio, aunque nunca fue un cortesano de N apoleón III( 3 2 ). En
1845 es elegido miembro de la Academia F rancesa, tras haberlo
intentado seis veces desde 1842 ( 3 3 ), y en 1856 es nombrado
Oficial de la Legión de honor .
V igny fue como tantos escritores de su época, especialmente los
poetas, de los que se cr eyeron, o así lo manifestar on, que, por tal
condición, estaban en condiciones inmejorables para dirigir a sus
contemporáneos, como nuevos mesías de una nueva aur ora, pues
suponía “la misión profética del poeta” ( 3 4 ). Creía, o al menos así
lo decía, que poetas y pensadores debían salvar a la civilización del
desastre ( 3 5 ). Como observó P aléologue, para Vigny el poeta “ es el
ve rd a d e r o conductor de los pueblos” por medio de la siembra de
__________
(27) S egún Bonnefo y, Vigny razonó lo que él mismo consideraba una traición
(Georges BONNEFO Y,La pensée r eligieuse et mor ale d’Alfred de Vigny, preliminar de
L ucien Bonnefoy y prólogo de J ean Pommier , Librairie Hachette, P aris, 1944, págs.
130-132). S egún Legrand, el no haberles defendido, junto a la influencia de la perso -
nalidad de la madre y la educación y el ambiente aristocrático en que se crió, fue una
de las causas de su complejo de culpabilidad (Y olande LEGRAND, Le sentiment de cul-
pabilité d ’Alfred de Vigny. L’Affair e de l’Académie ou “L ’Autre Procès ”. Essai d’analyse d ’un
compor tement, P resses U niversitaires de Bordeaux, Lille, 1987, págs. 105-125, 304).
(28) A. de VIGNY,Mémoires inédits, ed. cit., pág. 66.
(29) A. de VIGNY,Journal, (27 de julio de 1830), en Oeuvres Complètes , ed. cit.,
tomo II, pág. 910. (30) L. SECHE, Alfred de Vigny..., v ol. I, págs. 361-362.
(31) E. DUPUY ,Alfr ed de Vigny..., ed. cit., pág. 85.
(32) L. SECHE, Alfred de Vigny..., v ol. I, pág. 369; Emile LA UVRIERE, Alfred
de Vigny . Sa vie et son oeuvre, G rasset, París, 1945, tomo I, págs. 41-43.
(33) Lise SABOURIN, Alfred de Vigny et l ’Académie Fr ançaise. Vie de l’istitution
(1830-1870), H onoré Champion,P aris, 1998, págs. 75-222.
(34) M arc EIGELDINGER, Alfred de Vigny, Pierr e Seghers, 2ª ed., P arís, 1969,
pág. 65. (35) Arnold WHITRIDGE, Alfred de Vigny, Oxfor d University P ress, Nueva
Y ork, 1933, pág. 173.
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ideas( 3 6 ). “Como poeta –advirtió Legrand- se coloca por encima
de los políticos en la jerarquía social ”( 3 7 ).
A pesar de que, conforme a lo que había expresado, y como lo
r esaltó Benichou, “ su originalidad en la concepción del ministerio
espiritual del poeta consiste en la ex clusión del compromiso políti-
co pr opiamente dicho ”( 3 8 ) , sin embargo, aunque había rechazado
el ofrecimiento de par a cambio de elogiar a la familia r eal en la
M onarquía burguesa ( 3 9 ), al advenimiento de la 2ª República,
quizá por que sus ideas sobr e el aislamiento incontaminado del
poeta habían cambiado, solicitó, infructuosamente, la embajada en
Londres ( 4 0 )y se presentó, aunque sin éxito, en dos ocasiones, en
1848 y en 1849, a las elecciones a la Asamblea constituy ente y a la
l e g i s l a t i va ( 4 1 )y aspiró, sin conseguirlo, a ser senador con
N apoleón III ( 4 2 ), a cuyo régimen se adhirió ( 4 3 ). Su aristocratis-
mo le llevó a negar la superioridad de la burguesía, contra la que
escribió páginas virulentas ( 4 4 )como no las escribió ningún otro-
autor en esos años ( 4 5 ), y en, consonancia con tal tesis, defendía
una moral para privilegiados.
__________
(36) Maurice P ALEOLOGUE, Alfred de Vigny, Librairie Hachette et Cie., P arís,
1891, págs, 84 y 85.
(37) Yolande LEGRAND, Le sentiment de culpabilité d’Alfr ed de Vigny..., ed. cit.,
pág. 295. (38) P aul BENICHOU, Les mages romantiques , Gallimard, París, 1988, pág. 150;
M. EIGELDINGER, Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 53.
(39) A. de VIGNY ,Journal , en Oeuvres Complètes , ed. cit., vol. II, pág. 1238;
Mémoir es inédits, ed. cit., págs. 215-217.
(40) P . FLOT TES, Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 249.
(41) Annie PICHER OT, “Vie d’Alfr ed de Vigny”, en Alfr ed de VIGNY ,Cinq-
M ars, [Préface de P ierre Gascar , edición y notas de Annie Picherot], Gallimard [F olio
classique], P arís, 1999, pág. 539; N. CASANO VA, Alfr ed de Vigny. Sous le masque de
fer , ed. cit., págs. 245-246; F ernand BALDENSPERGER, Alfred de Vigny, Editions de
la N ouvelle Revue Critique, P arís, 1929, págs. 166-169.
(42) Pierr e-Georges CASTEX, Vigny, L’homme et l ’oeuvre, Boivin et. C., P arís,
1952, pág. 120. (43) Guillemin, sin base suficiente, le hiz o “confidente de la policía ”, interpretan-
do unas anotaciones de Vigny de forma sesgada (Henri GUILLEMIN, M. de Vigny.
H omme d ’ordre et poète (1955), Editions d ’Utovie, 2001, pág. 28), como se puso de
manifiesto por div ersos analistas de la obra de Vigny ( así, B. de L A SALLE, Alfred de
V igny, ed. cit., pág. 302).
(44) A. de VIGNY ,Mémoires inédits, ed. cit., págs. 58-78.
(45) P . BENICHOU, Les mages romantiques, ed. cit., págs. 121-129.
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¿Cuándo y por qué per dió la fe? Según Saint Bris, car ecía de ella
al menos hacia 1820 como pr ueban sus anotaciones sobre Juliano
el A póstata ( 4 6 ). Bonnefo y, con buen criterio, consideró que Vigny
per dió la fe entre julio de 1814 y febr ero de 1815, es decir, en su
primer contacto con el Ejército, pues de otro modo no se entien-
den los “ consejos” de su madr e( 4 7 ). E n efecto, ésta le escribía a su
hijo: “Ruega a D ios que te de la fe, pero confórmate y piensa fr e-
cuentemente en la moral sublime que esta religión enseña ”( 4 8 ). A
juicio de Bonnefo y en el abandono de la fe tuvo que ver la pasión
amorosa que se despertó violentamente en el jov en Vigny ( 4 9 ),
hasta el punto que es en la alianza de la revuelta -de una revuelta
pasional y de una r evuelta intelectual( 5 0 )-, con la voluptuosidad,
en donde hay que buscar el punto de partida de toda la filosofía
posterior de Vigny( 5 1 ).
Vigny , pese a la mala crítica de S ainte-Beuve, ha sido reconoci-
do, junto a Lamartine, H ugo y Musset, como uno de los cuatro
grandes poetas del r omanticismo francés y para algunos, no sólo
entre los críticos, probablemente con ex cesiva hipérbole, fue el más
grande y quizá, el que ejerciera más profunda y duradera influen-
cia: “Su desilusión del Rey y de Dios –escribió Doolittle-, su escep-
ticismo r especto a la metafísica y a los valores tradicionales, su bási -
ca fe colocada ex clusivamente en su propia inteligente humanidad ”,
e j e r ció gran influencia en su tiempo y en el nuestro ( 5 2 ).
Cincuentaaños antes, el gran crítico que fue Thibaudet, pensaba
que de entre los mejores poetas románticos, Vigny fue el que tuvo “la
influencia más perseverante y más prolongada ”( 5 3 ), pr ecursor del
simbolismo, de B audelaire y de Mallarmé ( 5 4 ) .
__________
(46) G. SAINT BRIS, Alfred de Vigny…, ed. cit, pág. 96.
(47) G. BONNEFOY, La pensée religieuse et morale d ’ A l f red de V i g n y, ed. cit., pág. 11.
(48) M. AMBRIÈRE, N. BASSET , L. CHOTARD y J. SANGNIER, Alfred de
Vigny et les siens. D ocuments inédits.Introduction à la corr espondance d’Alfred de Vigny , ed.
cit., 178.
(49) G. BONNEFO Y,La pensée r eligieuse et mor ale d’Alfred de Vigny, ed. cit.,
págs. 9-13.
(50) G. BONNEFOY, La pensée religieuse et morale d ’ A l f red de V i g n y, ed. cit., pág. 21.
(51) G. BONNEFOY, La pensée religieuse et morale d ’ A l f red de V i g n y, ed. cit., pág. 15.
(52) J ames DOOLITTLE, Alfred de Vigny, Twayne P ublishers, N ueva York,
1967, pág. 125.
(53) A. THIBAUDET, Réflexions sur la littér ature, ed. cit., pág. 210.
(54) A. THIBAUDET, Réflexions sur la littér ature, ed. cit., págs. 210-211.
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A pesar de su anticristianismo permanente -expresado en poe-
mas como Eloa,con la victoria final de Satanás sobr e la bondad,
más que ingenua, estúpida, de un ángel femenino ( 5 5 ) , o como Le
deluge, con la ausencia de la piedad divina ( 5 6 )-, moriría en el seno
de la I glesia ( 5 7 ), consiguiendo el sacer dote Vidal lo que el padr e
Gratr y no había logrado en v arios meses ( 5 8 ); y aunque para algu -
nos, como Traz ( 5 9 ), Bonnefo y( 6 0 ) Viallaneix o S aint Bris, no
hubo auténtica vuelta al r edil sino puro formalismo ( 6 1 ) , con todo,
siendo imposible dictaminar con toda certeza en tal materia, su rei -
terada expresión, “ rezad por mí” ( 6 2 ) , en sus últimos momentos, así
como su última profesión de fe, “ s oy católico y muero católico” ( 6 3 ),
par ecen acreditar que no murió tan descreído como pareció vivir y
que no sólo fue apariencia su arr epentimiento, tal como Séché
indicó apoyándose, sobr e todo, en la carta del sacerdote Vidal al P .
Langlois, que r eproduce en su obra ( 6 4 ).
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _
(55) A. de VIGNY, “E loa”, en Poèmes antiques et modernes. Les Destinées, prólogo
de M arcel Arland y edición de André J arry, Gallimar d (Poésie), P arís, 2004, pág. 46; G.
BONNEFOY, La pensée religieuse et mor ale d’Alfred de Vigny, ed. cit., págs. 30-41.
(56) A. de VIGNY , “Le deluge”, en Poèmes antiques et modernes, ed. cit., pág. 52.
(57) N. CASANOVA, Alfr ed de Vigny..., ed. cit., págs. 100-102, 114, 207 y 291;
F . BALDENSPER GER, Alfred de Vigny, ed. cit., págs. 209-210; B. de la SALLE, Alfred
de Vigny, ed. cit., pág. 279.
(58) L. SECHE, Alfred de Vigny, vol. I, ed. cit., págs. 473-491.
(59) En opinión de Traz, “ por afán de orden social consintió en que un sacer do-
te la asistiera en su muerte ”, de tal modo que, “murió incrédulo, pero en la Iglesia ”, R.
de TRAZ, Alfr ed de Vigny, ed. cit., págs. 135 y 145.
(60) G. BONNEFOY, La pensée religieuse et morale d ’Alfred de Vigny, ed. cit.,
págs. 423-425. (61) P ara Viallaneix, la presencia y absolución del sacerdote Vidal en su lecho de
muerte no fue mas que un pur o formalismo (P. VIALLANEIX, Vigny..., ed. cit., pág.
132). Esta misma opinión, sin duda alguna, manifiesta S aint Bris, para el que se trató
sólo de “ apariencia ” (G. SAINT BRIS, Alfred de vigny ou..., ed. cit., págs. 292-293).
A unque menos categóricamente, Lauvrièr e, lo pone en duda (E. LAUVRIERE, Alfred
de Vigny . Sa vie..., ed. cit., pág. 268). La S alle lo afirma pero, al mismo tiempo, lo pone
en duda (B. de LA SALLE, Alfred de Vigny, ed. cit., págs. 279 y 320, nota 156).
Whitridge sigue la versión de Vidal (A. WHITRIDGE, Alfred de Vigny, op. cit., pág.
211). (62) E. L AUVRIERE, Alfred de Vigny. Sa vie…, ed. cit., tomo II, pág. 268; G.
SAINT BRIS, Alfred de Vigny ou…, ed. cit., pág. 293.
(63) Car ta del sacer dote Vidal al padre Langlois, citado en L. SECHE, Alfred de
V igny..., v ol. I, pág. 501.
(64) L. SECHE, Alfred de Vigny..., vol. I, págs. 501-502.
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Vigny fundamentaba la primacía del poeta en la imaginación ( 6 5 ).
En Stello (1832), dónde instr uye el proceso a la esperanza cristiana,
afirma: “C reo en mí porque siento en el fondo de mi corazón una
fuerza secreta, invisible e indefinible, par ecida a un presentimiento
del futuro y a una r e velación de las causas misteriosas del pr e s e n t e”( 6 6 ) .
E l poeta es, pues, “ orgulloso”, “visionario ” y “portador de un men -
saje divino, secreto e invisible ”( 6 7 ) .
P ara Vigny , el poeta es guía espiritual y juez del presente ( 6 8 ), y
el ideal del poeta es ser líder de la humanidad ( 6 9 ). Sainte-Beuve
decía de él que se creyó “inv estido de un ministerio sagrado ”( 7 0 ) .
La misión de los poetas ( 7 1 )no era la de compr ometerse política-
mente, de modo partidario, sino la de vigilar y decir lo que piensan ( 7 2 ),
como corr esponde a su condición de “hombres superiores ”, aunque
sean “los parias de la sociedad ” porque “todos los poderes les detes-
tan al ver en ellos a sus jueces ”( 7 3 ) . Pero tal idealización del poeta,
de sí mismo en realidad, aunque sólo fuera por pertenecer a ese gr\
e-
mio, ¿no encierra una gran soberbia? Así se manifestó en
Chatterton (1835) –el poeta que se siente menospreciado por no
reconocérsele su alta función social, que termina en el suicidio, al
que había sido impulsado por una sociedad que pretendía salvar al hombr e matando al poeta-, que, como se ha dicho, es “la personi
ficación del orgullo insociable ”( 7 4 ) y “la r eivindicación del Poeta
contra la sociedad ”( 7 5 ) .
__________
(65) P . BENICHOU, Les mages romantiques , ed. cit., pág. 159.
(66) Alfr ed de VIGNY, Stello, en Oeuvres Complètes, ed. cit., tomo I, pág. 636.
(67) Ales POHORSKY ’, “Vigny et la malédiction du poète ”, Revue d ’Histoire
Littérair e de la F rance, año 98, núm. 3, may o-junio 1998 (págs. 375-384), pág. 377.
(68) P . BENICHOU, Les mages romantiques , ed. cit., págs. 160 y 163.
(69) J. DOOLITTLE, Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 34.
(70) C. A. SAINTE-BEUVE, Nouveaux Lundis, Calman Lévy , Paris, 1883, tomo
VI, pág. 426. (71) E. L AUVRIERE, Alfred de Vigny. Sa vie..., ed. cit., tomo I, págs. 198-205.
(72) P . G. CASTEX, Vigny..., ed. cit., págs. 77-79.
(73) A. de VIGNY, carta a A uguste Brizeux (30 de marzo de 1831), en
Correspondance d ’Alfred de Vigny , ed. cit., tomo 2, pág. 54.
(74) René DOUMIC, “Le Théatre romantique”, en L. PETIT de JULLE VILLE,
Histoir e de la Langue et de la Littér ature française des Origines a 1900, tomo VII, Dix-
neuvième siècle. Période romantique (1800-1850), Armand Colin et Cie., P arís, 1899,
pág. 386. (75) F ortunat STR OWSKI, T ableau de la Littérature F rançaise au XIX e siècle et au
XXe siècle, (1912), P aul Mellottée Editeur , Paris, s.d. (pero 1925), pág.127.
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¿Pero quién les investía de tal ministerio si no cr eían en Dios y
se hacían una religión a su medida surgida de su subjetividad, con -
forme a la individualidad de cada uno a su pr opio yo? Ellos mis-
mos, alzándose cada uno a sí mismo sobr e el pavés. En el caso de
Vigny , esa religión se trató del honor: “la r eligión del honor ha sido,
con frecuencia, suficiente para reemplazar la fe cristiana en el cora-
zón de los hombres ”( 7 6 ) . “La religión del honor tiene su dios siem-
pre presente en nuestro corazón” ( 7 7 ). “El honor es la única religión
viva hoy día en los corazones viriles y sinceros ”( 7 8 ) .
Antes de llegar a ese final de reconversión cristiana a las puertas
de la muerte, su orgullo, su racionalismo ( 7 9 )y su concepción del
hombr e le llevar on, por una par te, a rechazar la doctrina católica de
la gracia por considerarla incompatible con la voluntad humana y
suponerla una tiranía sobr e la voluntad del hombre( 8 0 )y, por otra,
a pr o p o n e r , en Se rv i d u m b r e- “ el libro de la objeción de conciencia” ( 8 1 ),
y en el que separa el bien del deber ( 8 2 )-, “una moral de los sabios y
de los fuertes ”( 8 3 ) , en la que, como escribe Benichou, “el honor es
suficiente para r esponder al problema moral, sin necesidad de r efe-
rirse a un principio sobr enatural”( 8 4 ), tal como indicaba en su
D i a r i o al plantear la idea de una novela moderna sobre el hombre
__________
(76) A. de VIGNY ,Journal, en Oeuvres Complètes, anotación de febrer o de 1832,
ed, cit., tomo II, pág. 942.
(77) A. de VIGNY ,Journal, en Oeuvres Complètes, anotación de 1834, ed, cit.,
tomo II, pág. 1011. (78) A. de VIGNY ,Journal, en Oeuvres Complètes, anotación de 1836, ed, cit.,
tomo II, pág. 1044. (79) Boerebach ha insistido en el racionalismo (moderado) de Vigny (B. M.
BOEREBA CH, Le racionalisme mystique d’Alfr ed de Vigny dans son oeuvre de mor aliste.
Contribution à sa biogr aphie psychologique et philosophique , N.V. Paul Brand ’s U itgevers-
Bedrijf , Hilversum, 1929, págs. 44-99).
(80) Cfr . P. BENICHOU, Les mages romantiques, ed. cit., págs. 254-256.
(81) B. de LA SALLE, Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 151; En contra de tal juicio,
F rançois GERMAIN, L’Imagination d’Alfr ed de Vigny, Librairie J osé Corti, París, 1962,
pág. 58.
(82) F . GERMAIN, L’Imagination d ’Alfred de Vigny, ed. cit., págs. 343-344.
(83) Cfr . P. BENICHOU, Les mages romantiques , ed. cit., págs. 186 y 190.
(84) P . BENICHOU, Les mages romantiques , ed. cit., pág. 181; cfr . pág. 189.
“la r eligión del honor tiene su dios siempre pr esente en nuestro corazón” (A. de
VIGNY, Journal d ’un poète, ed. cit., pág. 99; Journal, en Oeuvres completes , ed. cit.,
tomo II, pág. 1011).
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de honor: “El honor es la única base de su conducta y reemplaza a
la religión ”. “El honor le defiende de todos los crímenes y de todas
la bajezas: es su religión. El cristianismo ha muerto en su corazón” ( 8 5 ).
A unque Vigny expr esara correctamente que la condición mili-
tar implica la renuncia a los intereses personales en beneficio de la
sociedad, lo que ésta no valora debidamente e, incluso, desprecia,
sin embargo, el conflicto que plantea en Servidumbre y grandeza
militar es, entr e el deber del militar , centrado en el cumplimiento de
las órdenes, y la conciencia propia, no es real. No puede pr edicarse
el conflicto entre el deber y la moral como si eso fuera lo caracterí\
s -
tico de la vida militar . Desde luego, no es repr esentativo, ni de la
genuina institución militar ni del auténtico espíritu militar , que no
separa el deber del bien; y la solución propuesta -vivir el r emordi-
miento por la consecuencia de sus actos-, es inadecuada, pues en el
caso de que surgiera aquel conflicto en el que obedecer contra la
conciencia aparta del bien, la respuesta está en la obligación, supe-
rior , de desobedecer .Y es que V igny parte de la idea errónea de que
la disciplina y la obediencia que ella supone, es la sumisión absolu-
ta a toda orden, cualquiera que sea, como la que llevó al
Comandante del buque Marata fusilar a uno de los deportados que
conducía a Cayena ( 8 6 ). De otro modo nada difer enciaría a un
E jército de una cuadrilla de bandidos. Q uizá por ello, Lanson
obser vó que la resignación y la abnegación militares predicadas por
V igny “levanta todas las nobles virtudes y todas las elev adas creen-
cias en el v acío”( 8 7 ).
Sin duda el sentimiento del honor es un r ecurso moral que hace
que Vigny haya sido, como moralista, muy superior a aquellos
escritor es, literatos e intelectuales de todas clases, contemporáneos
suyos, que, cegados por el racionalismo y no menos anticristianos
que Vigny , cayeron en el nihilismo o en el puritanismo, como
Boerebach destacó en su notable obra. Y, probablemente, a ese
__________
(85) A. D e VIGNY, Anotación de septiembre de 1834, Journalen Œuvr es com -
pletes, ed. cit., tomo II, pág. 1011. (86) A. de VIGNY ,Ser vitude et G randeur Militaires , en Oeuvr es Complètes.ed.
cit., tomo II, págs. 550-554. (87) Gustave LANSON, Histoire de la Littér ature Française , Librairie Hachette,
P aris (s.d, pero 17ª ed. de 1922, según pág. 1026), pág. 956.
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motivo se deban las simpatías que ha suscitado en muchos críticos
y en no pocos lectores. P ero, además de que su moral sólo sería apta
para unos pocos como sostenía el pr opio Vigny , al haber hecho
derivar su sistema moral “ de la sola razón pura que, mediante la
conciencia, dicta sus r eglas a la personalidad humana ”, ocurre,
como advirtió Boerebach, que “ nunca podrá elevarse hasta conver-
tirse en la fuerza motriz de la moralidad humana ”, al faltarle la ley
moral objetiv a y superior al hombr e( 8 8 ) . Sainte-Beuve, en 1835,
ponía en duda que el honor “ pudiera ser una tabla de salvación para
toda la sociedad”, y que pudiera ser otra cosa que “ una roca desnu-
da, vertical, buena para unos pocos, pero estéril y de escaso r efugio
en la inmersión univ ersal”( 8 9 ).
En 1845, M ons. Denys Affre, Arzobispo de P arís, sin nombrar-
le, se había referido a Vigny al rebatir a “los sofistas ”, filósofos racio-
nalistas, que pr etendían establecer “ el honor o la gloria como prin-
cipios suficientes de moral”, siendo así que “son inútiles para la
may oría e insuficientes para todos ”( 9 0 ) . En efecto, la fama solo pue -
den esperarla unos pocos –continúa M ons. Affre-, e incluso para
estos “las acciones que pueden honrarles son escasas ”, y es necesa-
rio que toda su existencia “esté sometida a las reglas de la moral” ( 9 1 ).
A demás, continúa el arzobispo, la gloria y el honor los disciernen la
opinión y cuando ésta se extravía se convierte en un obstáculo para
la virtud. Con frecuencia, la gloria y el honor no han sido más que
“ el precio de una despreciable ambición ”. Tanto el honor como la
gloria necesitan apo yarse en una moral auténtica que no es otra que
la de la r eligión católica ( 9 2 ).
Su incompr ensión, y por qué no decirlo, su cerrazón intelectual
y afectiva, le condujer on a la recriminación a Dios, al que conside-
__________
(88) B. M. BOEREBACH, Le rationalisme mystique d’Alfred de Vigny dans..., ed.
cit., págs. 89, 194 y 193. (89) C. A. SAINTE-BEUVE, Portraits comtempor ains, Didier, Libraire-Editeur,
P aris, 1855, tomo I, pág. 345.
(90) AR C H EV È Q UE DE PARIS, In t r oduction philosophique a l’étude du
Christianisme, Librairie A drien Leclere et Cie., 4ª ed., Paris, 1845, pág. 48.
(91) AR C H EV È Q UE DE PARIS, In t r oduction philosophique a l’étude du
Christianisme, ed. cit., pág. 50. (92) AR C H EV È Q UE DE PARIS, In t r oduction philosophique a l’étude du
Christianisme, ed. cit., págs. 50, 52 y 53.
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raba mudo e inerte, y al rechazo de la oración –“ gemir, llorar , rezar,
es igualmente ruin ”( 9 3 ) -, respondiendo con el silencio al silencio de
Dios ( 9 4 ). Pero no era necesario esperar a la estrofa del Silenceincor-
porada en 1862 a Le Mont des Oliviers –con el desdén de J esucristo
ante la ausencia de D ios Padre y su silencio ante el eterno silencio
de D ios( 9 5 )- o la póstuma Daphné–en la que los dogmas religio -
sos son inútiles-, para encontrar al peor Vigny. EnLa fille de J ephté
(1820), en Moïse(1822) o Le Déluge (1823)( 9 6 ), apar ece la preten-
sión de instr uir el proceso de Dios. M oisés lamenta ásperamente su
soledad que achaca al favor divino que no es más que una funesta
ilusión, pues no ha obtenido ningún beneficio propio ( 9 7 ). La pro-
testa se acentúa en Eloay en Le Déluge . En ésta, el amor humano
de S ara y Emmanuel, que mueren juntos en el diluvio, es persegui -
do por un D ios celoso( 9 8 ). Como indicara Castex, ya sus primeras
poesías “ilustran la indiferencia, la crueldad o la injusticia de la
v oluntad divina ”( 9 9 ) .
A unque nunca llegó a pr etender alumbrar una nuev a religión,
sin embargo, como obser vó Germain y antes, La Salle ( 1 0 0 ), Vigny
no es que elev e la poesía a la categoría de religión, si no que, a la
inv ersa, la r eligión pasa a ser obra de la imaginación poética ( 1 0 1 ).
E n efecto, entre otr os textos aportados por Germain, esta anotación
de 1840: “Las religiones son obra de la poesía. Elevan templos a u\
na
__________
(93) A. de VIGNY , “La Mort du Loup ” (1843) en Oeuvres Complètes, ed. cit.,
tomo I, pág. 198. (94) Cfr. P. BENICHOU, Les mages ro m a n t i q u e s , ed. cit., págs. 225, 253, 230 y 228.
(95) A. de VIGNY, “Le Mont des O liviers”, en Poèmes antiques et modernes , ed.
cit., pág. 195 (96) A. de V I G N Y, Poèmes antiques et moder n e s, ed. cit., págs. 59-61, 19-22 y 47-57.
(97) Véase P. G. CASTEX, Vigny. L’homme et l’oeuvr e, ed. cit., pág. 29.
(98) Véase G. BONNEFO Y,La pensée r eligieuse et mor ale d’Alfred de Vigny, ed.
cit., págs. 24-27 ; P. G. CASTEX, Vigny. L’homme et l ’oeuvre, ed. cit., pág. 34.
(99) G. BONNEFO Y,La pensée r eligieuse et mor ale d’Alfred de Vigny, ed. cit., págs.
41-42 ; P. G. CASTEX, Vigny. L’homme et l’oeuvr e, ed. cit., pág. 38.
Consideraba la condenación eterna “una eterna venganza” (A. de VIGNY, Journal
d ’un poète, ed. cit., pág. 112; Journal en Oeuvres completes, ed. cit., tomo II, pág. 1038).
Quizá por eso ideó su Satan sauvé , poema tan sólo esbozado, que debía terminar con el
per dón de S atanás y la desaparición del mal (A. de VIGNY ,Jour nal d ’un poète, ed. cit.,
págs. 289-293). (100) B. de LA SALLE, Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 206.
(101) F . GERMAIN, L’Imagination d ’Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 58.
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idea para que se vea de lejos y para conser varla en el tesoro de la
moral. E l templo envejece, se derrumba y deja ver la idea entre sus
ruinas, similar a un polvo de diamante ”( 1 0 2 ) .
Se ha dicho que, a pesar de abandonar la fe, “la cuestión reli-
giosa fue la pr eocupación constante de Alfred de Vigny” y que “ no
fue ateo sino libr epensador”( 1 0 3 ), o que “toda su vida fue un anhe-
lo de Dios y que este deseo no fue menos auténtico por que encon-
trara que Dios, el establecido en las r eligiones, era profundamente
insatisfactorio (...), y que a pesar de su r ebelión, debida al conside-
rar inmer ecido el sufrimiento, nunca rechazó a D ios ni se refugió
en la blasfemia ”( 1 0 4 ) . ¿Fue realmente así? ¿De qué modo se preocu -
pó? A juicio de Arland, Vigny, “al que se toma por ateo y él mismo
se considera así, está obsesionado con D ios. Es su acusador, su juez
y su enemigo ” y “desde La fille de J epthéal Mont des O liviers, el com-
bate que lleva a cabo tenazmente es contra Dios ”( 1 0 5 ) . Canat vio
en él “ un ateísmo irr eductible”( 1 0 6 ). Más correctamente, Thibaudet
había obser vado que “ el mundo de Vigny era un mundo sin Dios ”
( 1 0 7 ) . Abandonada o pér dida la fe desde muy jo ven, sólo con la
muerte de su madre, en diciembr e de 1837, parece que su corazón
se emocionó y r ecurrió a Dios para solicitar el consuelo de la espe-
ranza en que Dios habría acogido el alma de su madre ( 1 0 8 ). Pero si
esa floración de su fe per dida fue auténtica, no lo fue más que
durante un instante. En opinión de Séché, en cambio, aunque había perdido la fe
católica ( 1 0 9 ) , “a pesar de las apariencias permaneció cristiano ”( 1 1 0 ) .
A su juicio, tal aserto trae causa de que Vigny fue, hasta su arre-
__________
(102) A. de VIGNY ,Journal, en Oeuvres Complètes, ed. cit., tomo II, pág. 1140.
(103) Edmond ESTEVE, Alfred de Vigny , sa pensée et son ar t, Garnier F reres, P arís,
1923, págs. 35 y 49.
(104) A. WHITRIDGE, Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 181.
(105) Marcel ARLAND, “P rólogo” a A. de VIGNY ,Poèmes antiques et moder nes,
ed. cit., pág. 12.
(106) René CANA T,La Littér ature Française au XIX e siècle, Payot et Cie., P aris,
1921, tomo II, pág. 11. (107) Alber t THIBAUDET, Histoire de la Littér ature Fr ançaise de 1789 a nos
jours, Editions Stock, D elamain y Boutelleau, París, 1946, pág. 142.
(108) A. de V I G N Y, Jo u rn a l , en Oe u v r es Complètes, ed. cit., tomo II, págs. 1089-1090.
(109) L. SECHE, Alfred de Vigny..., vol. I, pág. 481.
(110) L. SECHE, Alfred de Vigny..., vol. I, pág. 431.
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pentimiento al final de su vida, un jansenista ( 1 1 1 ), de ese jansenis-
mo, indica, que en su última manifestación no necesita sacerdotes,
ya que la r eligión del honor propuesta por Vigny, “tiene los carac-
teres principales del jansenismo ”, siendo el principal de ellos la “ cre-
encia en la pr edestinación”( 1 1 2 ). Pero si era “ un jansenismo sin
culto ” “y sin dogmas ”( 1 1 3 ) ¿qué queda de cristiano?
La admiración incondicional hacia el poeta llega, en algunos
autor es, casi hasta la sacralización. Así, entre otros, Aicar d, para el
que V igny de ateo sólo tuvo la apariencia ( 1 1 4 ) , pues fue “un moder-
no cristiano ” que “tiene las virtudes de un gran cristiano ”, por lo
que “ extraña que se haya podido creer en <> de Alfred de
V igny hacia el cristianismo ”, ya que, “por el contrario, no cabe ser
mejor cristiano ”( 1 1 5 ) . Exaltación cristiana de un autor que se fun -
damenta en el sofisma: ya que las virtudes que encuentra en Vigny
son propias de la r eligión cristiana, se concluye que Vigny era cris-
tiano ( 1 1 6 ) .
Y que no fuera ateo ( 1 1 7 ) , si así fue, no significa que fuera cris-
tiano, como también Citoleux se esforzó, a mi juicio sin éxito, en
demostrar . En efecto, es abusar de las palabras sostener que “ es cris-
tiano ”, aunque “ su cristianismo no es integral”, sino que “es el cris-
tianismo racional”, “ el de la Profesión de fe del vicario sabo yano”; y
es tergiversar el lenguaje afirmar que se puede ser cristiano aunque
“ excluye el culto y lo sobr enatural”( 1 1 8 ), porque “ conserva la filo-
sofía, es decir , un Dios Creador y P rovidente, el espíritu distinto del
cuerpo, la inmortalidad del alma, casi toda la moral y, sobre todo,
la divina conciliación de contrarios ”( 1 1 9 ) .Y la tesis es contradicto
__________
(111) L. SECHE, Alfred de Vigny..., vol. I, págs. 412-468.
(112) L. SECHE, Alfred de Vigny..., vol. I, págs. 414 y 415.
(113) L. SECHE, Alfred de Vigny..., vol. I, págs. 21 y 22.
(114) Jean AICARD, Al f red de V i g n y, Ernest Flammarion, París, 1914, págs. 5, 180.
(115) J. AICARD, Alfred de Vigny, ed. cit., págs. 58, 240 y 243.
(116) J. AICARD, Alfred de Vigny, ed. cit., págs. 261 y 155.
(117) Tal es la opinión de B enichou, P. BENICHOU, “U n Gethsémani roman-
tique (<> de Vigny”, Revue d’Histoire L ittéraire de la F rance, año
98, núm. 3, mayo-junio 1998 (págs. 429-436), pág. 432.
(118) Marc CIT OLEUX, Alfred de Vigny. Persistances classiques et affinités étr an -
gèr es, Librairie Ancienne Edouard Champion, P arís, 1924, págs. XIV y 641.
(119) M. CIT OLEUX, Alfred de Vigny..., ed. cit., pág. XIV .
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ria con la afirmación de que “detrás del cristianismo abrigaba una
r eligión personal ”( 1 2 0 ) ; como lo es, asimismo, con la idea de que
aunque Vigny se r ebeló, también se sometió, si bien, “ esta sumisión
orgullosa no comporta ni arrepentimiento ni agradecimiento ”( 1 2 1 ) .
T raz, que también negó que fuera ateo, entendió que repr ochaba a
D ios su indiferencia por que tenía un concepto judaico de D ios,
fruto de su atención casi exclusiva al Antiguo Testamento ( 1 2 2 ) . Más
acor de con la realidad fue el juicio de Faguet al indicar que su odio
contra D ios provenía de considerarle autor de tanta injusticia como
hay en el mundo ( 1 2 3 ) . Boerebach entendió que, a pesar de todo,
V igny siempr e tuvo un fondo cristiano que subsistió siempre en su
alma, el cual afloró hacia el final de su vida, cediendo paulatina-
mente su racionalismo hasta abandonarlo por completo en su lecho
de muerte ( 1 2 4 ) . Por su par te, Milner y P ichois entendieron que si
bien en Vigny “sobrevivió mucho tiempo el deseo de creer a la pér-
dida de la fe ”, su actitud más que atea fue antiteista ( 1 2 5 ) .
T ampoco faltaron los que, como P aleologue ( 1 2 6 ), le considera-
ron un místico ( 1 2 7 ). Solamente confundiendo los conceptos se
puede interpretar , y hacerlo con elogio, que Eloa “obedece a su ins-
tinto, que es amar y consolar ”, y, añadir , que ese poema “es una de
las más exquisitas inspiraciones de la poesía mística” ( 1 2 8 ). Es con-
fundir la fantasía con la mística, ya que la utilización de los temas
bíblicos realizada por Vi g n y, lejos de llevar a la comunicación o a
__________
(120) M. CIT OLEUX, Alfred de Vigny..., ed. cit., pág. 303.
(121) M. CIT OLEUX, Alfred de Vigny..., ed. cit., pág. 642.
(122) R. de TRAZ, Alfred de Vigny, ed. cit., págs. 138-140.
(123) Émile FAGUET, Dix-neuvième siècle. Études littérair es, Boivin et cie., P arís,
s.d., pág. 135.
(124) B. M. BOEREBACH, Le rationalisme mystique d’Alfred de Vigny dans..., ed.
cit., págs. 49, 99 y passim.
(125) Max MILNER y Claude PICHOIS, Histoire de la Littér ature Française.
1820-1869. D e Chateaubriand a Baudelair e, 2ª ed., G.F. Flammarion, P aris, 1966,
págs. 300 y 301. (126) M. P ALEOLOGUE, Alfred de Vigny, ed. cit., passim; J. AICARD, Alfred
de Vigny, ed. cit., pág. 5.
(127) La Salle, que le tuv o por un místico, se preguntaba si se podía ser un gran
místico a pesar de no tener fe, y r espondíó que había que creer que si (B. de L A SALLE,
Alfr ed de Vigny, ed. cit., pág. 253; 222, 262, 276).
(128) M. P ALEOLOGUE, Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 25.
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la unión con Dios le sirve para constituirse en su acusador .Y resul -
ta, cuando menos, erróneo, afirmar que vio “ en los amores terres-
tres el pr eliminar y el primer grado del Amor divino ”, o que su
pasión por M arie Dorval “ estaba marcada por un orden completa -
mente religioso ”( 1 2 9 ) ; y, finalmente, quer er salvar lo insalvable, sos-
tener que “ su disputa contra Dios ” no cae en “la invectiv a impía” ni
en “la burla sacrílega ”( 1 3 0 ) . Mucho más acor de con la realidad, pues
refleja lo que fue un hecho incontrovertible, la obser vación de
M ontegut, al indicar que Vigny tuvo “ un rencor arraigado y perma -
nente contra D i o s”, “capaz de exasperar al ateo más endur e c i d o” ( 1 3 1 ) .
E n 1834 llegó a escribir en su Diario. “Si me ocurriera la desgracia
en la que pienso, incendiaría una iglesia para vengarme de D i o s” ( 1 3 2 ) .
Quizás ha sido Boerebach el que, a pesar de exponer con ampli -
tud el anticristianismo de Vigny, más ha insistido en su misticismo
–“ un verdadero místico ”( 1 3 3 ) -, si bien se trata de un misticismo sui
generis, ya que destacó que le faltó lo esencial: “a pesar de no admi-
tir la luz de la r evelación cristiana y de que jamás pudo franquear la
última etapa ” del misticismo, “la de la morada en el goce divino ”, y
pese a que “ no llegó nunca a la unión divina de los grandes místi-
cos de la r eligión católica (...), llegó muy lejos en este camino, al
poseerse plenamente y al hacer que cada uno de sus actos interio-
res sobrepasara en todas sus formas sus modos de ser ”( 1 3 4 ) . Jarry , en
cambio, ha visto que el misticismo de Vigny cambia de significado
y se trató, más bien, de un anti-misticismo, y de modo especial,
Moise, EloayLe Deluge son poemas anti-místicos ( 1 3 5 ).
M ención aparte, aunque breve, merece la influencia del gnosti-
__________
(129) M. P ALEOLOGUE, Alfred de Vigny, ed. cit., págs. 94 y 95.
(130) M. P ALEOLOGUE, Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 115.
(131) Ëmile MONTEGUT ,Nos morts contempor ains. Première Série. Bér anger,
Charles N odier, Alfred de M usset, Alfr ed de Vigny, Librairie Hachette et cie., París, 1883,
pág. 334. (132) A. de VIGNY, anotación de 21 de febr ero de 1834, Journal, en Oeuvres
Complètes, ed. cit., tomo II, pág. 1000. (133) B. M. BOEREBA CH, Le rationalisme mystique d’Alfr ed de Vigny dans..., ed.
cit., pág. 8.
(134) B. M. BOEREBA CH, Le rationalisme mystique d’Alfr ed de Vigny dans..., ed.
cit., pág. 10. (135) André JARR Y,Alfr ed de Vigny . Étapes et sens du geste littér aire. Lecture p s y c h a-
n a l y t i q u e , Droz, Ginebra, 1998, tomo I, págs. 140-141, 108 y 203; tomo II, pág. 965.
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cismo en Vi g n y, apuntada como posible por La S a l l e( 1 3 6 ) y más
desarrollada por R oche( 1 3 7 )y Becq ( 1 3 8 ); y ya como curiosidad la
interpr etación esotérica, según la cual, la obra de Vigny contiene un
“ oculto mensaje smuggled”, que no es otra cosa que “la D octrina
Secreta” ( 1 3 9 ). Claro que sobre la base de que sólo puede descubrir -
se tal mensaje por lectores iniciados y siguiendo los planteamientos
de H elena P etrovna B lavatsky( 1 4 0 ), fundadora de la S ociedad
T eosófica, cualquier obra de cualquier autor contiene un mensaje
oculto que sólo los que han recibido la iluminación pueden descu-
brir con tal de que se lo pr opongan.
En el año anterior a su muerte, anotaría en su Diarioque el día
del J uicio F inal Dios tendría que justificarse y sería juzgado por la
humanidad ( 1 4 1 ). Su desencanto r eligioso le llevó a propugnar , de
acuer do con su elitismo, una fe en el genio humano y a proponer ,
en lugar de la r eligión, un nuevo ideal más estético que moral: el
aticismo, “ el amor de todo lo bello ”( 1 4 2 ) . ¿Podría haber sido de otr o
modo en quién en su Diarioidentificaba la P rovidencia con la fata -
lidad ( 1 4 3 )y las “ penas eternas ” con “la eterna venganza ”( 1 4 4 ) ? ¿Y en
quién su conciencia sustituía a D ios( 1 4 5 ) ? Educado por una madre
deísta y rousseauniana, que ejer ció gran influencia en él, no fue
capaz de recuperar la fe y creer en un Dios personal. A unque dijera
otra cosa –y forzado por su concepción del honor y del valor que l\
e
__________
(136) B. de L A SALLE, Alfr ed de Vigny, ed. cit., págs. 273-276.
(137) Maurice ROCHE, Al f r ed de Vigny et l ’ é s o t é r i s m e, Ja rdin de la France, Blois, 1948.
(138) Annie BECQ, “Une source occulte de Vigny: Louis-Claude de S a i n t - Ma rt i n” ,
Revue d ’ H i s t o i re Li t t é r a i r e de la Fr a n c e, año 70, núm. 4, julio-agosto 1970, págs. 658-667.
(139) Denise BONHOMME, The Poetic Enigma of A lfred de Vigny (The Rosseta
S tone of Esoteric L iterature), Trafford, Victoria (Canada), 2003, pág. 16.
(140) D. BONHOMME, The Poetic Enigma of Alfr ed de Vigny (The Rosseta S tone
of Esoteric L iterature), ed. cit., passimy págs. 469-490.
(141) A. de VIGNY ,Journal , en Œuvr es completes , ed. cit., tomo II, pág. 1377.
(142) A. de VIGNY ,Journal, en Oeuvres Complètes, ed. cit., tomo II, pág. 1277.
(143) A. de VIGNY ,Journal, en Oeuvres Complètes , ed. cit., tomo II, (5 de may o
de 1834), pág. 1005. (144) A. de VIGNY ,Journal d ’un poète , ed. cit., pág. 112.
(145) El 26 de no viembre de 1846 anotaba en su Diario: “< za>> cantan los coraz ones de los jóvenes alemanes. M i conciencia es mi fortaleza, podría
decir yo”, A. de VIGNY, “Supplément au Journal d’un poète”, en Henri GUILLEMIN,
M. de Vigny. Homme d’or dre et poète , ed. cit., pág. 100.
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obligaba a mantener el tipo frente a los demás–, no es posible creer
que no necesitara la esperanza –“es bueno y saludable no tener nin -
guna esperanza ”( 1 4 6 ) – y, por ende, no par ece sincero cuando ano -
taba en su D i a r i o: “¿Acas o necesito una cosa vana que llaman
e s p eranza?” ( 1 4 7 ). Con todo, así fue apar entemente( 1 4 8 ), por lo que,
amante del orden establecido, relegó la r eligión católica, el cristia-
nismo, para los débiles, estimando al cristianismo únicamente
“ como base de cualquier orden ”( 1 4 9 ) . “El Cristianismo es un fruto
al alcance de la debilidad. La debilidad es eterna, y será eternamen -
te bueno para la educación siempre necesaria de las masas débiles y
de los Bárbaros sin cesar r enacientes”( 1 5 0 ).
Bonnefo y mostró que el pensamiento de Vigny, o cuando
menos su manifestación, tanto en la obra publicada en vida como
en la póstuma, ev olucionó bajo la influencia de los acontecimientos
y del ambiente que vivió. Así, se dejó influir por el ambiente anti-
católico de la opinión liberal, hostil a la r eligión católica, durante la
Restauración ( 1 5 1 ). Las insurrecciones de 1831 y de 1832, especial-
mente el saqueo del arzobispado de P arís en febrero de 1831, pro-
vocar on una “larga evolución que le hará, de liberal, conser vador, y
de hostil a las formas religiosas, cómplice de su mantenimiento” ( 1 5 2 ),
evolución que culmina con el golpe de estado de diciembre de 1851
y con la proclamación del S egundo Imperio al año siguiente. Así, se
habría producido una de las paradojas del pensamiento de Vigny.
E n efecto, por ese motivo, sigue Bonnefo y, se producirá “la hostili -
dad personal de Vigny hacia el cristianismo y el r econocimiento de
__________
(146) A. de VIGNY,Journal d ’un poète , (1832), ed. cit., pág. 28; Journal, en
Oeuvr es Complètes , ed. cit., vol. II, pág. 945.
(147) A. de V I G N Y, Jo u r n a l , (1858), en Oe u v r es Complètes , ed. cit., vol. II, pág. 1338.
(148) Sin embargo, el 11 de septiembre de 1854, había escrito en su Diario:
“Deseo, e incluso exijo, que en mi entierro no se pronuncie ningún discurso; que tan
sólo la Iglesia, con su palabra, sus oraciones y sus cánticos, acompañen mis r estos mor-
tales ”, A. de VIGNY , codicilo de su testamento, en Mémoires inédits , ed. cit., pág. 443.
(149) A. de VIGNY , “Supplément au Journal d ’un poète”, en H. GUILLEMIN,
M. de Vigni. Homme..., ed. cit., pág. 114.
(150) A. de V I G N Y, Jo u r n a l , (1837), en Oe u v r es Complètes, ed. cit., tomo II, pág. 1072.
(151) G. BONNEFO Y,La pensée r eligieuse et morale d ’Alfred de Vigny, ed. cit.,
págs. 69-116. (152) G. BONNEFOY, La pensée religieuse et morale d ’ A l f red de V i g n y, ed. cit., pág. 139.
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su necesidad” para los débiles ( 1 5 3 ), por lo que su anticristianismo
aparecerá en sus poemas, al tiempo que respetará la fe de los débi-
les y anunciará la moral de los fuertes ( 1 5 4 ).Y por temor a los sofis-
tas destructores de la moral, especialmente de los positivistas, “ aca-
bará aceptando el catolicismo por sus garantías morales ”( 1 5 5 ) . Es
decir , que carente de toda cr eencia, acabó por reconocer los benefi-
cios sociales de la r eligión católica, por que para los débiles no podía
subsistir la moral sin la religión. En efecto, el año anterior a su muerte, Vigny anotaba en su dia-
rio cosas como estas: “T odas las religiones sin excepción han come-
tido el mismo err or, beber en la misma fuente, es decir , en el pen-
samiento pueril de los castigos y de las r ecompensas, digna, todo lo
más, de un colegio en el que se estimula la emulación con bastones
y bombones ”( 1 5 6 ) . “La religión más útil(o utilitaria , si se prefier e)
es la r eligión católica ”. “Respecto al mundo sobr enatural, las religio-
nes son las fantasías del hombre que quier e continuar su vida y su
persona después de la muerte ”. “Moral cristiana: ex celente porque
es el r esumen de la experiencia de las naciones sobre la vida políti-
ca y la vida priv ada. Conservarla y perfeccionarla. P ero en el mundo
maravilloso, de la vida futura, no penséis nunca, no habléis jamás.
Es la inútil y más peligr osa tendencia del espíritu ”. “Considerada
como una obra de moral y un código penal, el catolicismo es la Ley
más perfecta que la humanidad ha conocido hasta ahora ”( 1 5 7 ) . En
esta línea de conser vación social, se opuso a que la obra de J ules
S imon, Le Devoir, fuera premiada por la A cademia, considerándo-
la un fermento de destrucción social, por su racionalismo, destruc-
tor del cristianismo en la sociedad sin ofr ecer nada en su lugar, ade-
más de juzgarla mala literariamente ( 1 5 8 ).
__________
(153) G. BONNEFOY, La pensée religieuse et morale d ’ A l f red de V i g n y, ed. cit., pág. 233.
(154) G. BONNEFOY, La pensée religieuse et morale d ’ A l f red de V i g n y, ed. cit., pág. 265.
(155) G. BONNEFOY, La pensée religieuse et morale d ’ A l f red de V i g n y, ed. cit., pág. 355.
(156) A. de VIGNY , Anotación de 1 de febr ero de 1862, Journal, en Oeuvr es com-
pletes, ed. cit., tomo II, pág. 1367.
(157) A. de VIGNY, Anotaciones de 12 y 23 de agosto, 15 de septiembre y 12
de no viembre de 1862, Journal, en Oeuvres completes, ed. cit., tomo II, págs. 1375,
1377 y 1381.
(158) L. SABOURIN, Alfred de Vigny et l’Académie F rançaise..., ed.cit., págs. 719-
720, 779, 781 y 782.
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En cambio, no parece tan exacto el juicio de que Vigny nunca
llegó a convencerse plenamente de la independencia de la moral
respecto a la fe r eligiosa, por lo que no llegó a publicar Daphné, por
no tener la cuestión r esuelta y dudar de si lo expresado era lo correc-
to ( 1 5 9 ) .
A pesar de todas las dudas que queramos ver en su obra y en su
diario, Vigny pretendía haber r esuelto la cuestión hacía mucho;
había encontrado la solución demasiado pronto y quizá eso fue u\
no
de los motivos que le impidieron volver a creer . Su religión del
honor es prueba de ello, y si no estaba convencido, su moral del
honor , unida a su negación r eligiosa, le habrían conver tido en un
hipócrita. Más bien hay que pensar que si no publicó Daphnéfue
por no contribuir a destruir el sopor te moral de los débiles y con
ello, el or den social que aquella moral pr eservaba.
A demás, para Vigny la duda no era una v acilación sino un prin-
cipio racional; y si no creía en ello, al menos lo escribía: “La Duda
no es el Escepticismo. La Dudaturba mucho a los filósofosy a los
sofistas que se pasan la vida afirmando los sueños del mundo sobre -
natural. E l que afirma, sea lo que sea, sobr e lo maravilloso está loco
o engaña. Afirmar la moral, cosa de la experiencia humana, está
permitido, pero afirmar basado en fantasías es quer er construir,
sembrar y plantar en las nubes. La Dudano choca con el relámpa -
go y su fuego de ar tificio. No puede ser herida por él, como una
muralla de piedra; lo recibe y lo apaga, como una muralla de cés-
ped. Detrás de ella solo está segura la Razón( 1 6 0 ).
“¡El verdadero Dios, el Dios fuer te es el Dios de las ideas!” Este
verso de La Bouteille a la M e r( 1 8 5 3 ) ( 1 6 1 ), de influencia platónica ( 1 6 2 ),
si expresa r ealmente el pensamiento de Vigny sobr e la Divinidad,
en r ealidad la destr uye, porque ese dios no es otra cosa que la inte-
ligencia, la inteligencia del hombr e, la razón de Vigny. ¿Creía en
D ios? La r espuesta a tal tipo de pregunta siempre es difícil, incluso
aunque se afirme no cr eer en Dios, porque la intimidad más recón-
__________
(159) G. BONNEFOY, La pensée religieuse et morale d ’ A l f red de V i g n y, ed. cit., pág. 120.
(160) A. de VIGNY, Anotación de 15 de septiembr e de 1862, Journal, en Oeuvres
completes , ed. cit., tomo II, pág. 1377.
(161) A. de VIGNY,Oeuvres completes, ed. cit., tomo I, pág. 213.
(162) B. M. BOEREBA CH, Le rationalisme mystique d’A lfred de Vigny dans...,
ed. cit., págs. 53-55.
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dita del otro nos es siempre desconocida. Sin embargo por lo que
se manifiesta es razonable deducir lo que se cree. ¿Creía, pues, Vigny en Dios? Desde luego no en un Dios per-
sonal, no en el ver dadero Dios, tal como hemos visto. ¿Y su codici-
lo de 11 de septiembre de 1854? Allí, había dicho: “Deseo y exijo
que no se pronuncie ningún discurso sobr e mi tumba y que solo la
Iglesia acompañe con sus palabras, sus oraciones y sus cánticos, mi\
s
r estos mor tales”. “C uando el alma está sometida al J uicio de Dios,
el J uicio de los hombres es ciego y pr ofano” (163). ¿M era estética?
¿T radición? ¿M entalidad conservadora? ¿D eseo de no escandalizar?
¿Afloraba una inquietud por la que su cerrazón no era completa? La\
r espuesta más probable me parece que se encuentra en esta anota-
ción sobre el hombre de honor: “A su muerte, mira la cruz con res-
peto, cumple todos sus deberes como cristiano como una fórmula
y muer e en silencio ” (164).
El estudio de la historia en el siglo XIX estuvo marcado por la
política. H istoriadores, más o menos grandes, desde los más céle-
br es a los más olvidados, se ocuparon de la historia para explicar y ,
a v eces, afianzar , según sus respectivos partidismos, el pr esente en
el que vivían que, muchos de ellos, contribuyeron a forjar , de lo que
es paradigma M ichelet (165). Especialmente ocurrió ésto con la
Rev olución francesa y la her encia de sus “principios”.
Esta utilización de la historia con afanes claramente par tidistas
para defender determinadas tesis del autor , también afectó a la lite-
ratura, lo que se apr ecia claramente en la no vela histórica y en el
drama, si bien la primera se prestaba mejor a tal tar ea. Así, Vigny,
que utilizó la no vela “histórica” para defender su superioridad aris-
tocrática, presentando en Cinq-Mars(1826), primera nov ela histó-
rica francesa de envergadura, una noble za destruida por la monar-
quía, a pesar de que era su defensora natural; la misma tesis desarr o-
llará en alguno de sus dramas y en Stello(1832), donde se presenta
__________
(163) M. AMBRIÈRE, N. BASSET , L. CHOTARD y J. SANGNIER, Alfred de
V igny et les siens..., ed. cit., pág. 351.
(164) A. de VIGNY, Anotación de septiembre de 1854, Journal, en Oeuvres com -
pletes, ed. cit., tomo II, pág. 1011. (165) E. CANTERO, “Literatura, religión y política en la Francia del siglo XIX:
Jules M i c h e l e t”, V e r b o, núm. 437-438, agosto-septiembr e - o c t u b re 2005, págs. 641-659.
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la nobleza perseguida tanto por los reyes como por el pueblo, cuan-
do genuínamente, se había sacrificado por aquellos y por éste. Y es
que Vigny , como recuerda P icherot, quiso defender e ilustrar una
tesis histórica y política (166). Y aunque es cierto que para ello se
documentó bastante más que otros literatos posterior es (167), lo
interesante no es tanto su base documental, ni siquiera la mayor o
menor fidelidad de la narración con la historia, como suconcepción
de la no vela histórica, suconcepción del ar te literario y su finalidad,
la relación entr e la verdad de los hechos acaecidos y la v erdad del
relato que es la que el autor transmite como auténtica con un pro-
pósito determinado .Y es que en Vigny, dominado por la imagina -
ción (168), “las ideas importan más que los hechos ” (169).
E n sus Réflexions sur la vérité dans l’ar t, escrito en 1827 y publi-
cado como nuevo prólogo a Cinq-Mars, al explicar su concepción
del arte literario indica que el autor tiene que “hacer ceder , a veces,
la r ealidad de los hechos ante la IDEA que cada uno [de los princi-
pales personajes] debe repr esentar para la posteridad” (170); y es
que entiende que hay una “ diferencia” “entre la VERDAD del ar te
y lo CIER TO del hecho ” (171), motivada, en parte, porque el
hombre tiene dos necesidades en su corazón: “ el amor de lo cierto
y el amor de lo fabuloso” (172). Así, a su juicio, dado que a lo cier-
to de la historia le falta un encadenamiento del que pueda sacarse
una conclusión moral, que es lo que el hombre desea (173), es aquí\
donde la libertad del escritor produce la obra de arte con su belleza
ideal (174); por eso le está permitido apar tarse de la verdad históri -
ca para presentar el ideal. Así, la no vela histórica puede ser indepen -
diente de la ve rdad de la historia, pues ésta no es más que un ins-
__________
(166) Annie P I C H E ROT, “No t i c e”, en Alfred de V I G N Y, C i n q - M a r s , prólogo de P i e r re
Gascar y edición y notas de A. P i c h e rot, G a l l i m a r d, Folio classique, París, 1999, pág. 544.
(167) Cfr . M. CITOLEUX, Alfred de Vigny..., ed. cit., págs. 69-124.
(168) F . GERMAIN, L’imagination d’Alfr ed de Vigny, ed. cit.
(169) M. EIGELDINGER, Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 63.
(170) A. de VIGNY, “Réflexions...”, en Cinq-Mars, ed. cit., pág. 22.
(171) A. de VIGNY, “Réflexions...”, en Cinq-Mars, ed. cit., pág. 22.
(172) A. de VIGNY, “Réflexions...”, en Cinq-Mars, ed. cit., pág. 23.
(173) Cfr . A. de VIGNY ,”Réflexions...”, en Cinq-Mars, ed. cit., pág. 23.
(174) Cfr . A. de VIGNY , “Réflexions...”, en Cinq-Mars, ed. cit., pág. 28.
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trumento, el ropaje para revestir lo que el autor quiere pr esentar
como auténtico, aunque no tenga nada que ver con la historia r eal.
V igny lo dice con toda claridad: “El arte no debe considerarse más
que en sus r elaciones con su BELLEZ A IDEAL. Es preciso decir
que lo que hay de CIER TO es secundario; no es más que otra ilu-
sión con la que se adorna. P odría prescindirse de ello, ya que la
VERDAD de la que debe nutrirse es la verdad de obser vación de la
natur aleza humana y no la autenticidad del hecho” (175).
Sainte-Beuve, en temprana crítica, en 1826, le repr ochó carecer
de “la primera de las condiciones ” para ser el Walter Scott francés,
con el que se le había comparado, porque le faltaba “ el sentimiento
y la percepción de la r ealidad”, por lo que Cinc-Mars“era un fraca-
so en cuanto histórico”, pues Vigny “ altera y falsea la historia ”, de
modo que “ nada de lo que es historia es exacto, nada es per cibido
naturalmente ni simplemente logrado ”, pues todo lo ve a través de
un prisma de cristal que lo transforma todo (176). No estaba, pues, desencaminado Lauvrière cuando indicaba
que para Vigny, la historia “ no es más que materia moldeable de
símbolos, pretexto para realizaciones alegóricas, tanto de esa
<> que es el sueño del poeta, como de esa < intelectual>> que es la meta del filósofo ” (177).
A unque la ocasión y el protocolo exigían otra cosa, no andaba
per dido el conde Molé (178) cuando en su r espuesta al discurso de
ingreso de Vigny en la Academia F rancesa –al parecer estimulado
por S a i n t e - B e u v e (179), que le profesaba una marcada hostilidad (180)-,
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _
(175) A. de VIGNY , “Rëflexions...”, en Cinq-Mars, ed. cit., págs. 28-29.
(176) C. A. SAINTE-BEUVE, Nouveaux L undis, ed. cit., tomo VI, págs. 414,
415 y 421; Portraits contempor ains, ed. cit., tomo I, págs 337, nota y 523-527.
(177) E. L AUVRIERE, Alfred de Vigny. Sa vie ..., ed. cit., tomo I, págs. 179-180.
(178) Conde MOLE, “Respuesta al Discurso de Alfr ed de Vigny”, en A. de
Vigny, Oeuvres Complètes , ed. cit., tomo I, pág. 975.
(179) E. DUPUY ,A lfred de Vigny..., ed. cit., pág. 141.
(180) F ernande BAR TFELD, Sainte-Beuv e et Alfred de Vigny,Archives des Lettr es
Moder nes, núm. 115, 1970 (7). Sus difer encias, de las que la de Vigny fue respuesta a
la previa del crítico, pr ocedían de la radical divergencia en el modo de entender la v er-
dad en cuestiones de arte y la forma de entender la crítica que Vigny limitaba a la obra
e x c l u y endo al autor. Con todo, trasluce la envidia de S a i n t e - B e u ve hacia Vigny (págs. 24-34).
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le reprochó que se podía hacer novela histórica “sin menoscabo de
la verdad y sin atentar contra la moralidad de la historia ”( 1 8 1 ) .
M olé, sin duda como justificación de su pr opia conducta, se
erigió en defensor del Imperio, al que Vigny había criticado en su
discurso . Pero, sobre todo, desacreditó la obra en prosa de Vigny,
C i n q - M a r s, Se r vitude et Grandeur militair e s, C h a t t e rt o n y St e l l o ( 1 8 2 ),
omitiendo toda refer encia al poeta, concluyendo que la gloria
auténtica no es la inminente que concede el público, sino que tal
gloria espera para honrar a aquellos escritores que beben en la fuen -
te de las verdades eternas ( 1 8 3 ).Fue “ una ejecución de la obra y de
la persona de Vigny”( 1 8 4 ), y éste lo sintió e interpr etó como una
afrenta que nunca olvidó ( 1 8 5 ).
Con V igny se verifica, pues, un ejemplo de instrumentación de
la historia por la literatura, realizada, no como objeto de entr eteni-
miento o de goce estético, sino como transmisor de una idea deter-
minada. H ugo, del que me ocuparé en otro lugar , hizo lo mismo en
sus nov elas, especialmente en Mil setecientos noventa y tres. P ero si el
lector culto puede discernir con claridad que la obra es ficción, sin
embargo, para el lector común es ver dadera novela histórica , es
decir , historia aunque r elatada como novela ( 1 8 6 ).
Tocado por la “enfermedad del r o m a n t i c i s m o”, la hipert rofia del
yo y por el “ narcisismo” ( 1 8 7 ), de la vanidad de V igny da cuenta esta
__________
(181) S in embargo, años más tar de, privadamente, en carta a la condesa
Kossako vskaia, de 2 de agosto de 1847, criticaba Los girondinoscon estas palabras: “N o,
no está ahí la Impar cialidad y el genio de un Historiador no consiste en ser tan impar-
cial que de encanto tanto al crimen como a la virtud. El genio es par cial a favor de lo
justo contra la injusticia y no capitula jamás con las concepciones asesinas hasta disfra-
z a r l a s ” (A. de V I G N Y, “Do u ze lettres inédites”, Eu ro p e, núm. 589, mayo 1978, pág. 55).
(182) Conde MOLE, “R espuesta al Discurso de Alfred de Vigny”, en A. de
Vigny, Oeuvres Complètes, ed. cit., tomo I, págs. 976, 975, 976 y 977.
(183) Conde MOLE, “R espuesta al Discurso de Alfred de Vigny”, en A. de
Vigny, Oeuvres Complètes, ed. cit., tomo I, pág. 979.
(184) Y. LEGRAND, Le sentiment de culpabilité d ’ A l f red de V i g n y..., ed. cit., pág. 148.
(185) A de VIGNY, “L’Affaire de l’Académie ”, en Mémoires inédits ..., ed. cit.,
págs. 183-304; L. SABOURIN, Alfred de Vigny et l ’Académie F rançaise..., ed.cit., págs.
395-485.
(186) Boerebach salva, en par te, a Vigny su racionalismo idealista pues entiende
que se encaminaba a un fin noble y moralizador (B. M. BOEREBACH, Le rationalis -
me mystique d ’Alfred de Vigny dans..., ed. cit., págs. 56-58).
(187) E. LAUVRIERE, Alfred de Vigny. Sa vie ..., ed. cit., tomo II, pág. 89.
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opinión de sí mismo: “Después de mí desaparecerá ese nombre que,
antes de mí era desconocido y que sólo se pronunció en voz alta por
el país desde que y o lo llevé”( 1 8 8 ). Pensamiento r ecurrente y con el
que debía deleitarse, pues repite la idea en diversos momentos. Así,
el 8 de marzo de 1856, anota: “S oy el primero famoso y el último
de mi nombr e”( 1 8 9 ) .Y en 1863, en un poema compuesto a su
may or gloria, escribe ( 1 9 0 ): “He hecho ilustre un nombr e que me
transmitier on sin gloria. Que sea antiguo, ¿qué importa? De él no
habrá memoria más que desde el día que mi fr ente lo llevó”( 1 9 1 ).
E l orgullo y la ambición, junto a la piedad hacia los demás y la
filantropía, son aspectos de su personalidad destacados por sus bió-
grafos ( 1 9 2 ).
Como muchos de aquellos románticos, esperaba, porque se
cr eía superior a todos, que fuera r econocida tal superioridad. Como
obser vó Legrand, Vigny, por la intermediación de Villemain, “ve su
obra literaria colocada por encima de la de sus riv ales”( 1 9 3 ). En
efecto, Vigny pone en boca de V illemain: “He citado siempr e vues-
tras poesías, más originales que las de los dos poetas que son, con
usted, los jefes de la escuela moderna. Más pr ofundas en pensa-
miento que las de Lamartine, mejor compuestas, más puras en dise -
ño y forma que las de V ictor Hugo”( 1 9 4 ).
El desengaño de la r ealidad le produjo un desencanto y un
pesimismo que nunca le abandonar o n( 1 9 5 ) : “La esperanza es la
__________
(188) A. de VIGNY ,Mémoires inédits, ed. cit., pág. 36.
(189) A. de VIGNY ,Journal, en Oeuvres Complètes, ed. cit., tomo II, pág. 1319.
(190) A. de V I G N Y, “L’Esprit pur”, en Oe u v res Complètes, ed. cit., tomo I, pág. 220.
(191) A pesar de esa vanidad, la fatuidad con que le retrata Sainte-B euve en Mes
P oisons , debe ponerse en solfa, no solo por la acerada pluma que destiló en \
ella su autor ,
ni únicamente por la hostilidad del crítico hacia el poeta, sino por la pésima educación
de la que habría hecho gala Vigny, lo cual parece poco creible (C. A. SAINTE-BEUVE,
M es P oisons, prólogo de Pierr e Drachline, José Corti, Mayyenne, 1988, págs. 259-262).
(192) P . VIALL ANEIX, Vigny..., ed. cit., págs. 25, 69 y 142.
(193) Y. LEGRAND, Le sentiment de culpabilité d ’ A l f red de V i g n y..., ed. cit., pág. 294.
(194) A. de VIGNY ,Mémoir es inédits, ed. cit., pág. 214.
(195) Boerebach entendió que no fue un pesimista auténtico por que no se dejó
dominar por él (B. M. BOEREBA CH, Le rationalisme mystique d ’Alfred de Vigny
dans ..., ed. cit., págs. 112-118). Análoga idea expresó Whitridge al escribir que “ quien
cr eía, como Vigny, tan pr ofundamente en el valor del esfuer zo, difícilmente podría ser
un auténtico pesimista ” (A. WHITRIDGE, Alfred de Vigny, ed. cit., pág. 183).
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m a yor de nuestra locuras” y “la causa de todas nuestras debilidades” ( 1 9 6 ).
“N o hay más que una doctrina sabia que predicaré toda mi vida: la
desesperación misericordiosa y paciente ”( 1 9 7 ) . “La esperanza es la
fuente de todas nuestras cobardías ”( 1 9 8 ) . A juicio de F aguet( 1 9 9 ),
el consuelo de su desesperación lo encontró en el orgullo ( 2 0 0 )y
Tr uc consideró que le condujo a un escepticismo y a un pesimismo,
tan amargo como rencoroso ( 2 0 1 ). “Su mensaje de r esignación y de
va l e n t í a ” que algunos autores destacan en la mayor parte de su
o b r a ( 2 0 2 ), no es auténtico debido a la desesperación que fluye de su obra.
A unque su obra fue celebrada no alcanzó la fama a la que se
cr eía acreedor –¡menudos contrincantes tenía!-, ni el r econocimien-
to de la primogenitura en la renovación literaria. También se consi-
deró r elegado por los Borbones que no le ofrecier on lo que creía
merecer ( 2 0 3 ), no olvidando nunca no haber sido invitado a la cor o-
nación de Carlos X ( 2 0 4 ). Al principio de los años v einte “había
esperado ser el general del ejército romántico; pero no era más que
otr o miembro del <> de Víctor Hugo”( 2 0 5 ).
Haber pr ecedido a H ugo en la poesía –su colección de Poemas
se anticipó en algunos meses a las Odasde Hugo-, en el drama –con
la r e p res entación de su traducción de Ot e l oun año antes del estre-
n ode Hernani-, en la no vela –Cinc-Mars se publicó cinco años antes
que Notre Dame - y hasta en el anuncio y explicación de una nueva
__________
(196) A. de VIGNY,Journal d ’un poète , ed. cit., págs. 28 y 66.
(197) A. de VIGNY,Journal, en Oeuvres Complètes , ed. cit., tomo II, pág. 955.
(198) A. de VIGNY,Journal, en Oeuvres Complètes , ed. cit., tomo II, pág. 957.
(199) E. F AGUET,Dix-neuvième siècle. Études littér aires, ed cit., pág. 130.
(200) P ara Boerebach el orgullo no fue un defecto de Vigny (B. M. BOERE-
BACH, Le rationalisme mystique d’A lfred de Vigny dans ..., ed. cit., págs. 102-108).
(201) G onzague TRUC, Histoire de la L ittérature catholique contempor aine, trad.
esp., Historia de la L iteratura católica contempor anea (de lengua francesa), Gredos,
Madrid, 1963, pág. 35. (202) Alain VAILLANT, Jean-Pierre BER TRAND y Philippe RÉGNIER,
Histoir e de la Littér ature Française du XIX e siècle, 2ª, ed., P resses U niversitaires de
R ennes, Rennes, 2006, pág. 133.
(203) Durante la r evolución de 1830, escribe: “ Trece años de ser vicios mal recom-
pensados me han liberado de mi compromiso con los Borbones ” (A. de VIGNY,
J ournal d ’un poète, ed. cit., pág. 46; cfr . pág. 48).
(204) G. SAINT BRIS, Alfred de Vigny ou…, ed. cit., pág. 127).
(205) P . G., CASTEX, Vigny. L’homme et l’oeuvr e, ed. cit., pág. 23; véase G.
SAINT BRIS, Alfred de Vigny…., ed. cit., págs. 152-153.
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estética romántica – sus Reflexions sur la verité dans l’art, prólogo a
C inc-Mars , se anticipar on al prólogo de Cromwell-, no le sirvió de
nada. La crítica no le acogió ni como el primero, ni como el más
grande, ni como el jefe ( 2 0 6 ).
Como Vigny explicaría quince años después de sus Reflexiones,
Moisé no era más que una alegoría o un símbolo: “M i Moisés no es
el de los judíos. Este gran nombre no sirve más que para enmasca-
rar a un hombr e de todos los siglos, más moderno que antiguo: el
hombr e genial, harto de su eterna viude z y desesperado de ver su
soledad más vasta y más árida a medida que crece. Cansado de su
grande za desea la nada. Esta desesperación no es judía ni cristiana
y quizá sea un criminal mo vimiento, pero, tal cual, me parece que
no car ece de verdad ni de elev ación”( 2 0 7 ). A A ugusta Bouv ard le
escribía en 1862: “¿N o ves que Moisés es el símbolo de toda la des-
gracia y del tedio que darían a un solo hombr e todos los Poderes y
todos los I mperios, todos los dones que no dejamos de desear? Es la
Veuvage del Genio que le aplasta, la soledad absoluta a la que le con-
dena su grandeza que le hace tan gigantesco, que es desproporcio-
nado r especto a todas las almas humanas a las que domina ”( 2 0 8 ) .
S in duda, él era uno de esos genios, desesperado por falta de reco-
nocimiento . Pero como obser vó Lasserre, tal situación, ¿era fruto de
la genialidad, misteriosa y por encima de los demás mortales o, má\
s
bien, obedecía a un ex ceso de autoestima, de sensibilidad morbosa,
de impotente orgullo, de espíritu triste? ( 2 0 9 ) .
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _
(206) Según Menéndez P elayo, de tal <>, tuvo parte de culpa el
poeta, v oluntariamente encerrado “ en su torre de marfil”, “complaciéndose en una espe -
cie de aislamiento solitario ”, que no era otra cosa que “ un fondo incurable (...) de sober -
bia impotente, de desesperación sombría (...) de nihilismo moral” (Marcelino MENEN -
DEZ P ELAYO, Historia de las ideas estéticas en E spaña, CSIC, Madrid, 1994, v ol. II,
págs. 788-789). Hace tiempo que el aislamiento de la torre de marfil se considera que fue una
maledicencia de S ainte-Beuve; y Marchal puso de manifiesto que en sus r elaciones no
se distiguió de los demás escritor es de su tiempo (Sophie MARCHAL, “Les Salons et
le clientélisme littéraire: le cas Vigny”, Revue d ’Histoire L ittéraire de la F rance, año 98,
núm. 3, mayo-junio 1998, págs. 385-401). (207) Citado por Pierr e LASSERRE, Le R omantisme Français, Societé du M ercure
de F rance, P arís, 1907, pág. 295.
(208) A. de VIGNY , “Carta a Augusta Bouv ard de 10 de mar zo de 1862, citado
por A. TOESCA, Un dernier amour..., ed. cit., págs. 107-108.
(209) Cfr . P. LASSERRE, Le Romantisme F rançais, ed. cit., pág. 296.
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Tal <> por no ser el número uno, que para otros que
no hubieran sido tocados por el mal del romanticismo habría
supuesto un éxito, junto a su rechazo de la fe, le llevó a la desespe -
ranza ( 2 1 0 )-“una desesperación tranquila, escribía, sin convulsiones
coléricas ni repr oches al cielo, es la sabiduría misma ”( 2 1 1 ) -, y al des -
precio de todas las cosas, que sólo podía concebir quien se preten-
diera <>: “Desesper er de tout et tout mépriser dans la vie”,
anotó en su Diarioen mayo de 1832 ( 2 1 2 ).
Ese sentimiento de pertenecer a la pr eeminencia de los hombres
superiores lo vivió desde muy jo ven, pues en 1829 anotaba en su
Diario: “S ometer el mundo al dominio sin límites de los espíritus
superiores en los que reside la mayor parte de la inteligencia divina
ha de ser mi meta y la de todos los hombres fuertes actuales ”( 2 1 3 ) .
Al mismo tiempo, como escribe en 1830, esa superioridad se ali-
menta de sí mismo: “un artista no debe y no puede amar más que
a sí mismo . Es la manifestación de una superioridad, es una facul-
tad” ( 2 1 4 ). “El hombre fuerte debe concentrarse totalmente en la
meditación solitaria y no dispersarse en las impr ovisaciones de una
tribuna” ( 2 1 5 ). En 1840, refiriéndose a su adolescencia, indicaba:
“ sentía en mi un invencible deseo de producir algo grande y de ser
grande por mis obras ”( 2 1 6 ) . Ese ego superlativo aflora, terrible, en el
consejo del doctor Negro a Stello: no dejarse llevar por la debilidad
que puede generar cansarse de “ replegarse sobre sí mismo ”, sino que
hay que “ vivir de la pr opia esencia, alimentarse plena y gloriosa-
mente en soledad” ( 2 1 7 ). Y en su Discurso de In g reso en la Academia,
__________
(210) M ontégut, en 1867, estimó que esa desesperación no traía caus\
a de que cr e-
y era que “su celebridad no era igual a su mérito”, sino de su “incr edulidad” (E. MON-
TEGUT, Nos morts…, ed. cit., págs. 342 y 346.
(211) A. de VIGNY ,Journal d’un poète, ed. cit., pág. 31. Antes había escrito: “Es
absolutamente necesario aniquilar en el corazón del hombre la esperanza ” (A. de
VIGNY, Journal d ’un poète , ed. cit., pág. 31).
(212) A. de VIGNY ,Journal, en Oeuvres Complètes , ed. cit., tomo II, pág. 949.
(213) A. de VIGNY,Journal, en Oeuvres Complètes , ed, cit., tomo II, pág. 897.
(214) A. de VIGNY,Journal, en Oeuvres Complètes , ed, cit., tomo II, pág. 904.
(215) A. de VIGNY,Journal, en Oeuvres Complètes , ed, cit., tomo II, pág. 905.
(216) A. de VIGNY,Journal, en Oeuvres Complètes, ed, cit., tomo II, pág. 1262.
(217) Alfred de VIGNY,Stello, en Oeuvres Complètes, ed. cit., tomo I, pág. 689.
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contrapuso el Pensador, sin duda alguna r etrato de sí mismo ( 2 1 8 ), al
Improvisador ( 2 1 9 ).
El r eproche que años más tarde el P . Gratr y hará a los jóv enes
normaliens que en plena adolescencia perdían la fe tras un análisis
de sus cr eencias( 2 2 0 ), me parece que es de aplicación al jo ven Vigny.
F atuidad sin límites en quienes, ni por su edad, ni por su forma-
ción, ni por sus conocimientos, estaban en condiciones de someter
su fe a un examen medianamente serio de las razones para dejar de
creer . Pero, también, influjo de la mala vida. Desde el desper tar de
su ener vada voluptuosidad, Vigny no dejó de tener amantes hasta
el final de su vida, traicionando con ello sus obligaciones matrimo-
niales y “ su” amor a su esposa. Y el reproche moral por tal compor-
tamiento que llev a aparejada la fe ¿no habrá sido un motivo para
rechazarla? Esa obstinación en la desesperación ( 2 2 1 ), esa perseverancia
nihilista en lo religioso, esa v oluntad irreductible y cerril que, apa-
r entemente, cegó, hasta el umbral de su muer te, sus ojos a la luz
divina, sin que su pensamiento fuera capaz de olvidar a D ios, com-
batiéndole, fue la penitencia que le acompañó toda su vida ( 2 2 2 ).
__________
(218) B. de L A SALLE, Alfr ed de Vigny, ed. cit., pág. 226.
(219) A. de VIGNY , en Oeuvr es Complètes, ed. cit., pág. 948.
(220) F rançois LEGER, La jeunesse d’Hippolyte Taine, prólogo de Philippe Aries,
E ditions Albatr os, Paris, 1980, págs. 121-122.
(221) M. TOESCA, Vigny ou..., ed. cit., pág. 135.
(222) Si V igny ha tenido múltiples críticos favorables, tampoco han faltado los
juicios desfav orables. De entre los autor es ya citados, el de Vigón que le caracterizó,
fijándose en Servidumbre, como “ producto típico del r omanticismo: arbitrario, ardien -
te, contradictorio, imaginativo y falso” (J. VIGON, El espíritu militar español,ed. cit.,
pág. 223), caracterización no muy lejana del juicio de Germain: “ mezcla de amarga
humillación, de envidia, de r esentimiento, del sentimiento de su insuficiencia, de la
impr esión de ser víctimas de sus padr es y de la suerte” (F . GERMAIN, L’imagination
d’Alfr ed de Vigny, ed. cit., pág. 82).
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