Volver
  • Índice

Literatura, religión y política en Francia en el siglo XIX: Gustave Flaubert

LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA
EN FRANCIA EN EL SIGLO
XIX:
GUSTAVE FLAUBERT
POR
ESTANISLAO
CANTERO
Gustave Flaubert (1821-1880), vino
al
mundo
en una familia
bien acomodada de origen burgués, en la que, durante generacio­
nes, buena parte de los varones de
la
rama paterna fueron veterina­
rios.
De
su padre
-del
que
se
ha
dicho que era "liberal, francmasón,
ligeramente republicano anticlerical, deísta escéptico" (
1)
y volteria­
no (2)-, que fue doctor en medicina, de merecida fama en el
ejer­
cicio de su profesión
y uno de los hombres más ricos de Rouen (3),
probablemente aprendió a observar la realidad
y,
quizá, también su
padre,
le
transmitió el materialismo (4). Su madre, deísta
y
de
la
que su hijo dijo que
fue
atea desde 1846 (5), no
le
educó en
la
fe
cató­
lica,
y aunque fue bautizado
un
mes después de su nacimiento (6), no
(1)
Geoffrey
WALL,
Flaubert : A
Lift,
Farrar, Straus
and
Giroux,
New
York,
2002,
pág.
15.
(2)
Claude
DIGE0N,
Le
dernier
visage
de
Flaubert,
Aubier, París,
1946,
pág.
33.
(3)
Según
Lottman,
al
morir
en
1846,
dejó
una
fortuna
valorada
en
ochocientos
mil
francos, equivalente a
unos
catorce millones
de
francos
de
1986
[es
decir,
unos
tres­
cientos
cincuenta
millones
de
pesetas
de
1986]
(Herbert
LoITMAN,
Gustave
Flaubert.
A Biography,
[1969),
trad. esp.,
Gustave
Flaubert,
Círculo
de
Lectores, Barcelona,
1992,
pág.
30
y 489).
(4)
LA
VARENDE,
Flaubert par
lui-meme,
(1951),
Seuil, París,
1962,
pág.
11.
(5) Según lo manifestó
Flaubert
a Edmond
de
Goncourr,
(Edmond
et
Jules
de
G0NCOURT, "Anotación
de
15
de
febrero
de
1872",
Journal.
Mémoires
de
la
vie
litté­
raire,Il
1866-1886,
edición
de
Robert
Ricatte
con
prólogo y cronología
de
Roberc
Kopp,
Robert
Laffont [col.
Bouquins],
París,
1989,
pág
. 495).
(6)
Enid
STARKIE,
Flaubert:
the
making
of
the
master,
(1967),
trad. fran.,
Flaubert.
Jeunesu et
maturité,
Mercure
de
France,
París,
1970,
p"ág.
25 ;
Herbert
L0ITMAN,
Verbo,
núm
. 459-460 (2007), 857-888.
857
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO
CANTERO
hizo la primera comunión (7). Después de sus estudios en
~l
Colegio Real de Rouen, dónde
fue
un alumno académicamente dis­
tinguido,
se
trasladó a París a estudiar derecho a lo que dedicó esca­
so
tiempo, abandonando unos estudios que no le gustaban tras
manifestársele una enfermedad nerviosa (8). Ésto le permitió hacer
realidad su vocación literaria, aparecida en
la
infancia (9) y que
ya
se
había manifestado con muestras de verdadero talento literario en
su adolescencia. En su juventud dio suficientes pruebas de un "nihi­
lismo radical" (10) y "bebió en
las
fuentes del escepticismo de Mon­
taigne, del pesimismo de Byron y del romanticismo negro" (11).
La
influencia del poeta inglés
le
condujo a un "misticismo diabólico" a
los
doce años
de
edad,
al
tiempo que fue
el
origen de su pesimismo
psicológico (12) y de su rebeldía y ateísmo (13). También mostró
su gusto por Rabelais (14) y
por
Sade (15), con quien, manifiestan
GttStave Fl.ttubert
... , ed. cit., pág. 20. René
DUMESNIL,
Gustave Fl.ttubert.
L'homme et
l'oeuvre,
Desclée de Brouwer
et
Cie., París, 1932, págs. 17-30, 35, 36.
(7)
LA
VARENDE,
Fl.ttubert
par
lui-meme,
ed. cit., pág. 10 ; Benjamin
F.
BART,
Fl.ttubert ,
Syracuse Universiry Press, Syracuse,
New
York,
1967,
pág. 281
nota
97. Por
el
contrario, Sartre, me parece
que
sin suficiente base, indicó
que
llegó a comulgar
Qean-Paul
SARTRE,
L'Idiot
de
la fa mil/e .
GttStttve Fl.ttubert
de
1821
a 1851,
Galiimard,
Paris, 1971,
tomo
I, pág. 508).
(8) Parece que ya no
se
duda
que
esa enfermedad era epilepsia (Dr.
GALERANT,
"Flaubert
vu
par
les médecins
d'aujourd'hui",
Europe,
núm.
485-486-487,
septiembre­
occubre-noviembre
1969,
págs. 107-112).
(9) Caroline
COMMANVILLE,
Souvenirs
intimes,
en Gustave
FLAUBERT,
Oeuvres
com­
pletes.
Correspondance.
Premiere
série (1830-1846),
nueva edición aumentada, Louis
Conard, París, 1926, pág.
XXII.
(JO)
Maurice
NADEAU,
Gmtave Fl.ttubert
écrivain,
Les
Lemes
Nouvelles y Maurice
Nadeau, (1969), París, 1990, pág. 49.
( 11) M.
NADEAU,
Gusta
ve
F/aubert écrivttin,
ed. cit., pág. 63.
(12) Ernest
SEILLIERE,
Le romantisme
des
réalistes.
Gustave
Fl.ttubert,

ed., Plon­
Nourrit
et Cie., París, 1914, págs.
54
y 60, 82-85 . Sin embargo,
el estudio de Bruneau
establece que Flaubert
no
leyó a Byron hasta los años
1835-1837
ó 1837-1838
Qean
BRUNEAU,
Les
débuts littéraires de Gustave
Fl.ttubert
(1831-1845),
Librairie
Armand
Colin, París, 1962, págs. 29 y 26).
(13) B.
F. BART,
Fl.ttubert,
ed. cit., pág. 34.
(14) E.
STARKIE,
Fl.ttubert
... ,
ed. cit., pág. 64 ;
H.
LOTTMAN,
Gustave Fl.ttubert,
ed.
cit., pág. 56.
(15) E.
SEILLIERE,
Le romantisme
des
réalistes.
Gustave Flaubert,
ed. cit., pág.
63;
Claude
OUCHET,
"Sade dans Flaubert",
Magazine littéraire,
núm.
250, febrero 1988,
págs . 38-40.
858
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA
EN
FRANCIA
EN
El
SIGLO
XX:
GUSTA VE FLAUBERT
los
Goncourt,
estaba obsesionado (16)
y,
según Poyet, era su "escri­
tor
favorito" (17)
.
.
Su vida amorosa fue desarreglada. Fue amante intermitente,
desde 1846 hasta 1855, de
una
escritora más bien mediocre
-once
años mayor que él,
aunque
cuando
se
conocieron "La Musa" estaba
en
el
cénit de su gloria, lograda, según
se
ha
dicho, gracias a
su
belleza (
18)-,
con la que tuvo
una
relación apasionada y
tormento­
sa, y
"a
la
que
nunca
amó verdaderamente" (19), Louise Revoil,
conocida
como
Louise
Colet
por
su
matrimonio
con
el
compositor
y profesor de música Hippolyte Colet. Louise
Colet
era amante de
Víctor
Cousin
con la que tuvo una hija. Sin perjuicio de su relación
con Flaubert, seguía con su marido y
con
otros muchos,
como
Alphonse Karr, Villemain,
Hugo,
Musset o Vigny (20); incluso
con
el
íntimo amigo de Flaubert, Louis Bouilhet (21). Estas relaciones
parece
que
no molestaron lo más
mínimo
a Flaubert, pues incluso
le
animaba a seguir con
Cousin
(22). A su vez, Flaubert no
le
era
completamente fiel pues
le
engañaba con la actriz Béatrix Person y
con
la
institutriz de su sobrina Caroline,
la
inglesaJuliet Herbert (23).
Otras
amantes (24) de Flaubert fueron Eulalie Foucaud, a la
que
(16)
Edmond
e[ Jules de
GONCOURT,
"Anotación de 9 de
ab[il
de 1861
", Joumnl.
Mémoim
de
!a
vie
!ittérnire,
l. 1851-1865,
edición de Robert Ricatte con prólogo
y cro­
nología de Robert Kopp, Robert
Laffont
(col. Bouquins), París, 1989, pág. 683.
(17)
Thierry
PoYET,
«LÉcriture
épistolaire
et
les
jugements
littéraires chez
Flaubert», en Yvan
LECLERC
(dir.),
Ln
Bibliotheque
de
F!aubert,
Publications
de
l'Université de Rouen, Rouen,
2001,
págs.
337-346,
cit., pág. 339. Sobre la influencia
de las lecturas de
juventud
de Flaubert, Jean
BRUNEAU,
Les
débuts
!ittérnires
de
Gwtnve
F!aubert
(1831-1845),
ed. cit.
(18) Antoine
ALBALAT,
Gmtnve F/nubert
et
ses
amis,
Les
représentatives,
1927, pág. 27.
(19) Jean
BRUNEAU,
Les
débuts
!ittéraires
de
Gustnve
F!aubert
{1831-1845),
ed. cit.,
pág.
382
.
(20) Henri
GUILLEMIN,
F!aubert,
devnnt
In
vie
U devnnt
Dieu,
11939), prólogo de
Fran~ois
Mauriac, Utovie, Bats, 1998, pág. 42; René
DUMESNIL,
Gustnve
F!aubert.
L'homme
et
l'oeuvre,
ed. cit., págs. 173-188;
H.
LoTTMAN,
Gustnve
Flnubert,
ed. cit.,
págs. 103-113
y pnssim.
; E.
STARKIE,
F!aubert
...
, ed. cit., págs. 172-196
y 252-284.
(21) E.
STARKIE,
F/aubert ... ,
ed. cit., pág. 266.
(22) Albert
THIBAUDET,
Gmtnve
F/aubert,
(1935), Gallimard, París, 1999, pág. 43.
(23) Jacques
SUfFEL,
Gustave
F!aubert
(1958), nueva edición revisada, Editions
Universitaires,
París,
1968, pág. 32;
H.
LOTTMAN,
Gmtave
F!aubert,
ed.
cit.,
pág.
229
y pnssim.
(24) Scarkie, indica, sin
fundamento
suficiente,
que
solamente lo fue Louise Colee
y, quizá, Juliet
Herbert
(E.
STARKIE,
F!aubert
... ,
ed. ciL, págs. 13, 14
y 404).
859
Fundaci\363n Speiro

ESTAN/SLAO
CANTERO
conoció en Marsella, de paso hacia Córcega, en
el
que sería su pri­
mer viaje importante tras finalizar
el
bachillerato; la actriz Suzanne
Lagier, Jeanne de Tourbey, Appollonie Sabatier (25) y Louise
Pradier (26), que ya
se
había separado de su
marido
(27). También
fue asiduo ocasional de burdeles (28)
-donde
contrajo la sífilis en
1849
(29)-
y de aventuras sexuales durante sus viajes (30), que le
dejarían como recuerdo de su estancia en
Oúente,
a dónde marchó
en noviembre de 1849 para regresar en
junio
de 1851, diversos
chancros (31).
"Los hombres encontrarán siempre
-le
escribía a George
Sand­
que la cosa más seria de su existencia
es
gozar. La mujer, para todos
nosotros
es
la Ojiva del infinito.
No
es
noble, pero
es
el
verdadero
fondo del Macho" (32).
Durante
su viaje
por
Bretaña, en 1847, tras
acudir a
un
burdel, anotó en su diario que
un
hombre
puede amar
verdaderamente a dos amantes
al
mismo tiempo, del mismo
modo
que puede amar a su perro y a su caballo, pues aquel animal te
adora y este te sirve (33).
Con
tan espiritual y real concepto, no
es
de extrañar que Troyat
indicara que para Flaubert
las
mujeres constituían "una especie
(25) H.
GU!UEMIN,
Flaubert
... , ed.
cit.,
pág.
50.
Las
cartas
a las
dos últimas
lo confirman.
R.
DUMESNIL,
GustaveF/aubert
... , ed. cit., págs. 188-193.
(26) Maurice
NADEAU,
Gustave
Flaubert
écrivain,
ed. cit., pág. 123.
(27) Vargas Llosa
duda
que Béatrix Person fuera su
amante
y da
a entender que sólo
lo fueron Eulalie Foucaud, Elisa Schlésinger y Louise Colet (Mario VARGAS
LLOSA,
La
orgía
perpetua.
Flaubert
y Madame
Bovary,
(1975], Alfaguara, Madrid, 2006, págs. 80
y 112). Según casi todos los autores, Elisa Schlésinger fue
un
amor
platónico que jamás
se
consumó.
(28) La correspondencia de Flaubert no deja
duda
alguna. Alfred
COLLING,
Gustave
Flaubert,
Librairie Artheme Fayard, París, 1941, págs. 50 y 67; G.
WALL,
Flauhert:
A Lift,
ed. cit., págs. 138, 159, 160, 174.
(29)
B.
F. BART,
Flaubert,
ed. cit., pág. 171.
(30) Gustave
FLAUBERT,
"Carta a Louis Bouilhet, de 14 de noviembre de 1850"
y
pasim,
en
Correspondance,
selección
y presentación de Bernard Masson, Gallimard
(Folio classique), París, 2004, pág. 133-138. Citaré como
Correspondance.
(31)
G.
FLAUBERT,
«Carta a Louis Bouilhet, de 14 de noviembre de 1850»,
en
Correspondance,
ed. cit., pág. 133; Parrick
WALDLASOWSKl,
"Te
rapelles-tu Kuchuk­
Hanem",
Magazine
littéraire,
núm.
250, febrero 1988, págs. 44-47.
(32)
G.
FLAUBERT,
"Carta a George Sand, de 6 de febrero de 1867", en
Correspon­
dance,
ed. cit., pág.
51
O.
(33)
B.
F.
BART,
Flaubert,
ed.
cic.,
pág. 163.
860
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA,
RELIGIÓN
Y POLITICA
EN
FRANCIA
EN
EL SIGLO
XX:
GUSTAVE FLAUBERT
estúpida",
"un
animal vulgar del que
el
hombre hace un bellísimo
ideal" (34), o que
Frere
indicara que
la
concepción que Flaubert
tenía del amor era la de un pesimista y un cínico (35). Para
Flaubert, la "inferioridad" de
la
mujer respecto del hombre prove­
nía de su necesidad de "poetizar", lo que hace que "no vea lo verda­
dero cuando
se
encuentra, ni la belleza donde está" (36); quizá,
por
ello, fue, probablemente, andando
el
tiempo, de los menos liberti­
nos de los escritores de su tiempo,
lo
que, según Guillemin
se
debió
a que, ante
el
dilema de
la
mujer o
el
arte, eligió éste (37). A George
Sand
le
escribía: "La Musa, por muy tosca que sea, da menos dis­
gustos que
la
Mujer:
No puedo conciliar ambas.
Hay
que elegir.
Mi
elección fue hecha hace mucho tiempo" (38).
Ya
se
lo había dicho
nueve años antes, cuando tenía treinta y ocho, a Marie-Sophie
Leroyer de Chantepie (39).
No
obstante tal elección,
si
le
apartó del
matrimonio -"jamás me casaré",
le
escribió a su querida
(40)-,
no
lo hizo totalmente de
las
amantes, y todavía a partir de 1871,
la
relación con Leonie Brainne fue más que amistosa (41).
En 1856 publica por entregas en la
Revue de
Paris,
la
novela
Madame Bovary-historia
de un adulterio con dos amantes que ter­
mina en el suicidio de
Emma-,
lo
que
le
supuso
un
proceso por
supuesta inmoralidad en
el
que
fue
absuelto, y en el que su aboga-
(341
Henri
TROYAT,
Flaubert,
Flammarion (Le Livre de Poche), París, 1992, págs.
48
y 39.
(35) Étienne
FRI;RE,
Louis Bouilhet. Son milieu.
Ses
hérédités. L'amitié de Flaubert,
Sociéré
Fran<;aise
d'Imprimerie
et
de
Librairie, París, 1908, pág.
244.
(36) Gustave
FLAUBERT,
"Carta
a Louise Colee, 24
de
abril de 1852", en
Corres­
pontÚlnce,
ed. cit., pág . 176 .
(37) H.
GU!LLEMIN,
Flaubert ... ,
ed. cit., pág. 51.
(38) G.
FLAUBERT,
"Carta.a.
George Sand,
de
1 de
enero
de
1869",
en
Correspon­
tÚlnce,
ed. cit., pág. 545.
(39) G.
FLAUBERT,
"Carta
a Leroyer
de
Chantepie,
de
18
de
diciembre
de
1859",
en
Correspondance,
ed. cit., pág.
388.
(40) G.
FLAUBERT,
"Carta
a Louise Colee,
de
21 de octubre
de
1846",
en
Oeuvres
completes, Correspondance, Prtmiere
Série (1830-1846),
nouvelle édition augmentéc,
Louis
Conard,
París, 1926, pág. 384.
(41)
J .
SUFFEL,
Gustave
Flaubert,
ed. cit., pág. 87.
Sus cartas a Léonie Brainne
no
dejan
ningún
lugar a la
duda.
Así,
la de 28 de julio
de
1876
o la de 1 O de diciembre de 1879 (G.
FLAUBERT,
"Carta
a Léonie Brannie, de
28
de
julio de 1876";
"Carta
a Léonie Brannie, de 10 de diciembre
de
1879", ambas
en
Correspondance,
ed. cit., págs.
680
y 737).
861
Fundaci\363n Speiro

ESTA
NI
SLAO
CANTERO
do, a instancias de Flaubert , alegó en su favor su pertenencia a una
"buena familia'' de toda la vida y que no precisaba vivir de su
pluma,
es
decir, que no necesitaba trabajar para
vivir
(42). Es decir,
que no era
un
revolucionario ni un bohemio, sino
un
buen
burgués
bien situado. Dicho proceso le hizo famoso (43),
de
tal
modo
que
la aparición del volumen en 1857 constituyó
un
gran éxito edito­
rial
y,
si
bien Sainte-Beuve
-que
no dejó de advertir que "el bien
está demasiado ausente"
(44)-,
Baudelaire, Sand (45) o Taine (46)
la elogiaron, tuvo una crítica mayoritariamente adversa, tanto en su
aspecto moral corno literario. Tachado de "cruel",
se
le
reprochó
transmitir, a través de sus personajes,
una
pésima opinión de la
humanidad
y se
le achacó ser materialista (47). Ejemplo de esa crí­
tica, la de Nettement, para
el
que "la filosofía escéptica y materia­
lista" de Flaubert se muestra en esta "novela realista, materialista,
sensualista
y,
en el fondo, atea'', en la que
el
realismo no
es
más que
una
pretensión fallida, puesto que
no
hay "un solo pueblo en
Francia en
el
que no haya más que
una
colección de bobos, igno­
rantes, perversos, miserables y corrompidos",
al
tiempo que, desde
el
punto
de vista del arte, le falta algo esencial: "el contraste de
caracteres", pues el contraste
es
una condición del arce (48).
No
es
extraño, pues, que, corno indicó Sailliere,
se
le
instruye­
ra tal proceso, puesto que aquella sociedad aun recordaba los suce­
sos de 1848 y la moral que
se
desprendía de la obra de Flaubert
(42)
H.
LOTIMAN,
Gustave
Flaubert
, ed. cit., págs. 197-198.
A su hermano,
le escribía:
"Que
se
sepa que somos
en
Rouen lo que
se
llama
una
familia "
(G.
FLAUBERT,
"Carta
a Achille
Flaubert , de 3 de enero de 1857",
en
Corm­
pondance,
ed. cit., pág. 317).
(43) E. STARKIE,
Flaubert
... ,
ed . cit ., págs. 322-336;
G.
WALL,
Flaubert
: A Life,
ed.
cit ., pá
gs. 231-239.
(44) C.
A.
SAINTE-BEUVE
, Causeries
du
Lundi,

ed
. , Garnier
Freres ,
París, s.d
.,
romo XIII, pág. 362.
(45) George
SANO,
Le
Courrier
de
Paris,
2 de septiembre de 1857.
( 46)
La
valoración
muy
positiva de Taine
ha
sido ampliamente estudiada por Bruna
DoNNATELLI,
Flaubert
e Taine
. Luoghi
e tempi di un
dialogo,
(1996),
Nuov
a Arnica
Editrice ,
2•
ed., Roma, 1998, págs. 52-76 .
(47) J. SUFFEL,
Gustave
Flaubert,
ed. cit ., págs. 47-48;
M.
NADEAU
, Gustave
Flauberticrivain,
ed. cit., págs. 129-134, cit. 132
y 133.
( 48) Alfred NETIMENT,
Le
roman
contemporain.
Ses
vicissitudes,
m
divm
aspects,
son
influence,
Jacques Lecoffre, Paris, 1864, pág
s. 121, 123
y 125.
862
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA
EN
FRANCIA
EN
El
SIGLO
XX:
GUSTA VE
FlAUBERT
podía ser considerada una incitación a la rebelión
contra
la socie­
dad existente. Por otra parte, la novela
es,
en sí misma,
una
apolo­
gía del adulterio -"¡Tengo un amante! ¡Tengo
un
amante!" (49),
exclama
Emma
tras su traición, como si, por fin, hubiera alcanzado
el ideal-.
Como,
entre otros críticos, indicaría Sailliere años des­
pués,
Emma
muere indiferente, sin arrepentimiento alguno: la
moral que
se
desprende de la obra
es
la indiferencia ante el vicio y
la virtud (50), siendo totalmente falsa la argumentación de su
defensor en
el
proceso: "la excitación a la virtud
por
el
horror ante
el
vicio" (51).
La
atracción que
Emma
ha
ejercido en algunos auto­
res
me parece fruto de
una
idealización injustificada,
tanto
respec­
to
"al
ideal" que busca
Emma
y a sus pretendidas "virtudes heroi­
cas"
que vio Baudelaire (52), como a su supuesto deseo de libertad
y a su rebeldía, que le atribuye Vargas Llosa (53). Todas las acciones
de Emma, consecuencia de querer que la ilusión
se
haga realidad ,
se
asientan sobre la traición:
el
adulterio,
las
deudas, la
ruina
y
el
sui­
cidio.
De
ello era consciente Flaubert cuando le escribía a Leroyer
de Chantepie:
"No
os comparéis
con
la Bovary.
No
os parecéis en
nada. Valía menos que usted como cabeza y como corazón;
ya
que
es
una naturaleza algo perversa,
una
mujer de falsa poesía y de fal­
sos sentimientos" (54).
No
tuvo suerte con la crítica durante su vida, pues en su mayor
parte, no apreció, tampoco, sus obras posteriores.
Salammbó
(1862)
-a
pesar de su éxito editorial-, fue severamente criticada
por
Sainte­
Beuve (55).
L'Education sentimentale
(1869), y
La
tentation de
Saint
Antaine
(1874), tampoco interesaron
al
público (56).
La
educación
(49)
G.
FLAUBERT,
Madame
Bovary,
(prólogo
y notas de
Thierry
LA
GET),
Galli-
mard (Folio classique), París,
2001,
2•
parte , cap.
IX
, pág . 232.
(50 )
E.
SE!LLI!'.RE,
Le
romantisme
des
réalistes.
Gustave
Flaubert ,
ed. cit., pá
g.
235 .
(51)
E.
SE!LLIERE,
Le
romantúme
des
réalútes.
Gustave
Flaubert,
ed. cit., pá
g.
241 .
(52) Charles BA
UDELAIRE
, "Madame
Bo
vary par Gustave Flaubert",
L'Artiste,
16
de
octubre de 1857.
(53)
M.
VARGAS
LLOSA,
la
orgía
perpetua,
ed. cit., pág
s.
141, 142
y passim.
(54) G.
FLAUBER
T,
"Cart
a a Leroyer de Chantepie, de
30
de marzo de
1857",
en
Correspondance,
ed. cit., pág. 326.
(55) Flaubert defendió
su
obra
en
una
extensa
y a irada carta (G.
FU.U
BERT
, "Carta
a Saint e-Beuve , de
23-24
de
diciembre de 1862", en
Correspondance,
ed. cit., págs.
426-
439).
(56) So bre la opini ón
de
la crítica, puede verse,
LA
VARENDE,
Flaubert
par
luiméme,
863
Fundaci\363n Speiro

ESTAN/SLAO
CANTERO
sentimental
-cuyo
título, más que una ironía
es
un
sarcasmo-,
como tantas veces
se
ha dicho (57),
es
la historia
de
la vulgaridad,
de la mediocridad, del fracaso permanente,
tanto
del antihéroe
Frédéric Moreau como de los demás personajes
de
la obra;
es
la
novela en la que no hay sitio para la esperanza y que no ofrece futu­
ro alguno,
por
lo que no
es
extraño que, como le escribía Flaubert
a Sand, fuera criticada por amoral y carente de ideales (58).
Como
observó Saint-René Taillandier, en "esta educación al revés", en esta
"sátira inhumana", la inspiración
"es
una especie de misantropía
burlona'' , "que encierra,
al
menos implícitamente,
una
forma de
ateismo" (59). Recientemente, con lenguaje más contemporizador,
se
ha dicho que su obra
es
"una irrisión sistemática y
universá.l"
(60).
El
triunfo de Flaubert llegaría más tarde y aumentaría tras su
muerte, pues
Trois
Contes
fue celebrada, tanto
por
el
público como
por
la crítica; y la
Bovary
llegó hasta a dar nombre a
una
sicopato­
logía
-el
estado de insatisfacción afectiva y social que huye hacia lo
imaginario (el propio de
Emma)-y
a una
"filosofía'', el
bovarysme,
es
decir, "el poder de concebirse como otra persona diferente" (61).
Flaubert también fue
uno
de aquellos literatos que utilizaron su
creación literaria para pintar sacerdotes malos o desagradables. Así,
el
bobo, tosco y grotesco Bournisien que justifica
con
su actitud los
discursos violentos del farmacéutico racionalista Homais (62);
el
ed. cit., págs. 119-121, 140-142 y
153;
M.
NADEAU,
Gustave
Flaubert
écrivain,
ed. cit.,
págs. 159-160, 180-182 y 224.
(57)
Uno
de los primeros en decirlo fue Barbey D'Aurevilly en
Le
Comtitutionnel
de 19 de noviembre de 1869, que extendió la crítica , no sólo a lo que se contaba
-vul­
gar, materialista y amoral-, sino
al
libro mismo,
al
que calificó de mediocre.
Como
contrapunto, la crítica elogiosa de Zola en
La
Tribune
de 28 de noviembre de
1869.
(58) G.
FLAUBERT,
"Carta a George Sand, de 3 de diciembre de 1869", en
Corres-
pondance,
ed. cit ., págs . 556-557 .
·
(59)
SAJNT-REN~
T AILLANDIER,
"Le
roman misanthropique" ,
Revue
tÚs
Deux
MontÚs
,
tomo LXXXIV, año
XXXIX,
segundo periodo,
15
de diciembre de 1869, págs. 987-
1004; cits., págs. 992, 1004, 989 y
990
.
(60) Alain
VAILLANT
, Jean-Pierre
BERTRAND
y Philippe
R.ÉGNIER,
Histoire

la
Littérature
Franfaise
du
XIXe
siecle,

ed . actualizad a, Presses Universitaires de Rennes ,
Rennes, 2006, pág. 374.
(61) Jules de
GAULTIER
fue su artífice, primero en una obra de 1892
y, posterior­
mente en otra de 1902, que con
el título de
Le
bovarynne,
ha
sido recientemente publi­
cada
de
nuevo por Presses de l'Université Paris-Sorbone, Paris, 2006, con
un
estudio de
Per
BUVIK,
Le
príncipe
bovaryque,
cit. pág. 10.
(62) Gustave
FLAUBERT,
Madame
Bovary,
(prólogo y notas de
THIERRY
l.AGET),
864
Fundaci\363n Speiro

L!TERATURA, REL!G/ÓN Y
POlÍTICA
EN
FRANCIA
EN
El
SIGLO
XX:
GUSTA VE FLAUBERT
hipócrita Jeufroy que un año después de haber bendecido
el
árbol
de
la
libertad
se
calienta con su tocón y no
duda
en amenazar
al
maestro socialista Petit (63); los curas de
sU
juvenil
Agonies
(1838),
uno
-que
anticipa la visita de Emma a Bournisien-, más preocupa­
do por sus "patatas cocidas" que por
las
angustias de su joven visi­
tante (64),
el
otro, libertino y blasfemo (65); los curas venales de
La
Main
de
fer
(1837) (66);
el
sacerdote que bautizó a su sobrina sin
comprender nada de lo que hacía ni entender
el
latín que pronun­
ciaba (67) o
los
capuchinos libertinos que dice haber visto en su
visita
al
Monte de los Olivos (68).
La
burla de lo
religioso,'
que
Spencer atribuyó a su volterianismo (69), tampoco
le
era ajena.
Al
emprender su viaje a Oriente y Grecia relata que, a la entrada de la
estación de ferrocarril, encontró un cura y cuatro religiosas y añade:
"¡Mal presagio!" (70).
En otro orden de cosas,
el
irreconocible, por nada espiritual ni
santo, san Antonio (71)
-en
cuyas tentaciones muestra Flaubert la
nadería de todas
las
religiones- o, incluso, su penitente San Julián (72)
Gallimard (Folio classique), París,
2001,
2•
parte, caps.
1, VI,
XIV,
págs. 133-134, 173-
174,
292.
.
(63)
G.
FLAUBERT,
Bouvard et
Pécuchet,
edición de
Claudine
Gothot-Mersch,
Gallimard {Folio classique), París,
2004,
págs. 227
y 245-247.
(64)
G.
FLAUBERT,
Agonies.
Pemées
sceptiques,
en
Appendice aux
Oeuvm
Comp!)tes.
Oeuvm
de
]eunesse
inédites.
L 183.
-1838, Louis Conard, París, 1910, pág. 411.
(65)
G.
FLAUBERT,
Agonies,
ed. cit., pág. 409.
(66)
G.
FLAUBERT,
La
Main
de fer
en
Appendice aux
Oeuvres
Completes.
Oeuvres
de
Jeunesse
inédites
. L
1839-1842, Louis
Conard,
París, 1910, pág.
272.
(67) G.
FLAUBERT,
"Carta
a Maxime
Du
Camp, de 7 de abril de 1846", en
Corres­
pondance,
ed. cit., pág. 75.
(68) G.
FLAUBERT,
Oeuvm
Completes.
Notes
de
Voyages.
L ltalie.
Égypte.
Pakstine.
Rhodes,
Louis Conard, París, 1910. pág. 308.
«Carta
a Louis Builhet, de 20 de agosto
de
1850»,
en
Oeuvres
Completes.
Correspondance.
Deuxieme
série
(1847-1852), nueva
edición aumentada,
LOUIS
CONARD
, París, 1926, pág. 231.
(69) Philip
SPENCER,
Flaubert.
A Biography,
Faber and Faber, Londres, 1952, pág. 202.
(70)
G.
FLAUBERT,
Notes
de
Vryages,
ed. cit., pág. 67.
(71)
G.
FLAUBERT,
La
tentation
de
saint Antoine
(prólogo
y comentarios de Pierre­
Louis
REY),
Pocket, París, 1999.
Se
entiende que
así
sea
si
resulta que,
como
advierte
Troyat, "san Antonio,
es
Flaubert
es
busca de la verdad fundamental e incapaz de ele­
gir entre
una
fe
que desacredita
y una
ciencia que no
le
satisface plenamente",
H.
TROYAT,
Flaubert,
ed. cit., pág. 316; M.
NADEAU,
Gustave
Flaubertécrivain,
págs. 228-229.
(72)
G.
FLAUBERT,
La
légende
de
Saint julien
/'Hospitalier,
presentación, notas, cro­
nología
y dossier de Patrice Kleff,
GF
Flammarion, París,
2002.
865
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO
CANTERO
-durante
mucho tiempo considerada por la crítica
una
obra maes­
tra-,
que aunque inspirado en la
legenda
aurea
del dominico
y arzo­
bispo de Génova, Jacques de Vorágine, no logra presentar ni trans­
mitir su santidad (73).
Como
observó Sartre, su San Julián "no bri­
lla ni
por
el
ímpetu de su
fe,
ni
por
la esperanza, ni
por
la caridad",
y "en contradicción flagrante con los principios de la religión católi­
ca, es
por
haber desesperado de Dios por lo que Julián se salva" (74).
Autor ateo desde su juventud hasta
el
final de
su
vida
y
recalci­
trante enemigo de la Iglesia
y
de la religión (75),
en
su obra reco­
noce Guillemin que "no hay
un
solo sacerdote digno" (76). Y
es
que, como observó Nadeau,
"al
igual que para Voltaire,
el
enemigo
principal sigue siendo para Flaubert
el
sacerdote", al que considera
"maestro de supersticiones, profesor de oscurantismo, aliado tradi­
cional del poder" (77). Pero tampoco las
monjas escaparon a su ani­
madversión.
En
carta a los Goncourt, a propósito del libro que aca­
baban de publicar,
Soeur
Philomene,
les
decía que su monja
no
se
parece a "la generalidad de
las
religiosas", "que son buenas chicas de
corral perfectamente estúpidas y
muy
toscas" (78).
Ya
en su escritos de adolescencia
y
juventud, acordes con la
moda
del segundo romanticismo,
se
muestra su pesimismo
y deses­
peración unido
al
protagonismo de Satanás
y
la revuelta contra
Dios, como lo acreditan las blasfemias desesperadas de
Ohmlin
-enterrado
vivo-
y
la
reflexión final de Flaubert en
Rage
et
impuis­
sance
(1836) (79); su
Reve
d'enfer
(1837), que Sartre calificó de
"acta de acusación contra Dios" (80);
el
triunfo de Satanás sobre
(73) J. DE
VORÁGINE
, La
légentk
dorée
, Garnier-Flammarion, París,
1967,
vol.
I,
págs. l
70-171.
(74) Jean-Paul
SARTRE,
L1diot
de
la famille.
Gustave
Flaubert
de
1821
a 1857,
Gallimard, París, 1971,
tomo
II, págs.
2108
y 2114.
·
(75)
H.
TROYAT,
Flaubert,
ed. cit., págs.
41,
76,179,250,258,259,309
y passim.
Para su visión de los sacerdotes
y sus textos anticatólicos,
H.
GUILLEMlN,
Flaubert
... , ed.
cit ., págs . 127-128 y 123-135 .
(76)
H.
GUILLEMIN,
Flaubert ...
, ed. cit., pág. 125 .
(77)
M .
NADEAU,
Gustave
Flaubert
écrivain,
ed. cit., pág. 192.
(78) G.
FLAUBERT,
«Carta a
Edmond
y a Jules de
Goncourt
de 8 de julio de
1861» ,
en
Oeuvres
Completes,
Correspondance.
Quatrieme
série
(1869-1880),
Louis
Conard,
Pa­
rís, 1910, pág.
435.
(79)
G.
FLAUBERT,
Rage
et impuissance
en
Oeuvres
de
jeunesse
inédites,
ed. cit., vol.
I,
págs.
157-159
y 161.
(80) J.
P. SARTRE,
L1diot
de
la famille,
ed. cit.,
tomo
l, pág . 282.
866
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA, RELJGIÓN Y POLÍTICA
EN
FRANCIA
EN
EL
SIGLO
XX:
GUSTA
VE
FLAUBERT
Cristo en
La dame
des
morts
(1838) (81) o la
tentación
triunfante
en
Smarh
(1839) (82). Asi mismo, su nihilismo aparece en obras
tan
tempranas como
Mémoires d'un fau (
1838) y
Novembre
(1842),
según lo
ha
observado Poyet (83). Su filosofía,
durante
su
juventud,
consistió en
"un
fatalismo de la desesperación" (84).
En
1839, en carta al mejor amigo de la infancia, Ernest
Che­
valier, tras elogiar los placeres de la vida, incluída "una orgía
desen­
frenada",
le
dice: "Además del futuro metafísico (que
me
importa
un
comino
porque
no
puedo
creer
que
nuestro cuerpo de barro y
mierda, en el que los instintos son más bajos
que
los del cerdo y
la
ladilla, encierre algo
puro
e inmaterial), además de ese futuro está
el futuro de la vida. (
...
) Desprecio demasiado a los hombres para
hacerles algún bien o algún mal (
...
). Sin embargo, si alguna vez
tomo
parte activa
en
el
mundo,
será
como
pensador y
como
desmo­
ralizador.
No
haré más
que
decir la verdad, pero será horrible, cruel
y desnuda'' (85). Y poco tiempo
después, añadía:
"Ya
no
tengo ni
convicción, ni entusiasmo, ni creencia'' (86).
Flaubert,
se
definirá
como
"liberal rabioso", opuesto a todos los
partidos, a los
que
"maldice"
por
igual (87),
y,
en
consonancia
con
el ambiente literario
en
el
que
estaba inmerso, opuesto a todas las
religiones, hasta el
punto
de celebrar
que
su
amigo Louis Bouilhet
muriera sin
que
sus hermanas consiguieran
que
le asistiera
un
sacer­
dote (88). Igualmente,
se
alegró
de
que
George
Sand
"no recibió a
ningún
sacerdote y [de que]
murió
perfectam('.nte
impenitente" y
(81) G.
FLAUBERT,
La
dame
des
morts
en
Oeuvres de jeunesse inédites.
l. 183. -1838.
CEuvres
di11erses-Mémoires
d'un fau,
Louis Conard, París, 1910, págs. 421-464.
(82)
G.
FLAUBER,T,
Smarh
en
Oeuvres de
jeunésse
inédites.
II.
1839
-1842.
CEuvres
diverses-Novembre,
Louis Conard, París, 1910, págs. 8-119.
(83) Thierry PoYET,
Le nihilisme de
Flaubert.
Leducation sentimentale
comme
champ d'application,
Kimé, París, 2001, págs. 50-52.
(84)
B.
F.
BART,
Flaubert,
ed. cit., pág. 63.
(85)
G.
FLAUBERT,
"Carta
a Ernest Chevalier, de 24 de febrero de 1839", en
Corres­
pondance,
ed. cit., pág. 38.
(86) G. FLAUBERT,
"Carta a Ernest Chevalier,. de 23 de julio de 1839", en
Corres­
pondance,
ed. cit., pág. 4
l.
(87) G.
FLAUBERT,
"Carta
a Leroyer de Chantepie, de
30
de
marro
de
1857", en
Correspondance,
ed. cit., pág. 328.
(88) G.
FLAUBERT,
"Carra
a Máxime
Du
Camp, de 23 de julio de 1869", en
Correspondance,
ed. cit., pág. 553;
H.
TROYAT,
Flaubert,
ed. cit., págs. 179
y 258-259.
867
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO CANTERO lamentó que, a instancias de su hija, tuviera un funeral católico (89).
A Leroyer de Chantepie, católica, procuró apartarla de la religión:
"¿Qué decís de remordimientos, de faltas, de aprensiones vagas y de
confesión? Dejad todo eso, ¡pobre alma!, por amor de usted misma.
Puesto que sentís la conciencia completamente pura, podéis presen­
taros ante
el
Eterno y decir: «Aquí estoy». ¿Qué hay que temer
cuando no
se
es
culpable?" (90).
Flaubert fue de aquellos que, durante
la
Restauración, crecieron
ignorantes de
la
religión debido a
la
incredulidad de sus padres y
al
ambiente antirreligioso difundido entre la burguesía bien situada.
Frente a otros que abandonaron
la
fe
en
la
que fueron educados,
está
el
hecho de que, como dijo de

mismo, [fui] "educado sin reli­
gión como los hombres de mi edad" (91). Sin embargo,
ese
hecho
podría explicar que pasara de largo, que "volviera la cabeza, como
tantos otros", pero no su
hostilidad
a las
creencias católicas, según
observó
Frere,
que lo atribuye a su "fobia a los curas" como una
forma de su "fobia a la burguesía'' (92).
En
1838, sin duda revelando su intimidad, escribía: "El hastío
me envolvió; acabé dudando de todo (
...
).
Sin embargo, _ tuve un
horror natural antes de abrazar esta
fe
en la nada;
al
borde del pre­
cipicio cerré los ojos; caí. Me alegré,
ya
no había que caer
m--ás
. ( ...
)
de la duda sobre Dios pasé a dudar de
la
virtud" (93). Su indeci­
sión,
si
alguna
vez
la hubo, no debió durar mucho.
En
carta a
Baudelaire, de 22 de octubre de 1860,
le
explicaba
el
motivo
de
su
comportamiento hacia todo
lo
que tenía que ver con
la
religión:
"Os extrañáis de mi rabia antirreligiosa, he aquí mi razón inmedia­
ta: continuamente en mis estudios encuentro la Biblia y en la
Biblia
el
Dios actual,
el
de los católicos, que me exaspera cada
vez
más por
su lado restringido, limitado, oriental, monárquico.
Es
un Luís
XIV,
un sultán, no
se
qué de humano, que me parece, en definiti-
(89) G.
Fl.AUBERT,
"Carta a Edma Roger de Genettes, de
19
de junio
de
1876" , en
Cormpondance,
ed. cit., pág. 675.
(90) G.
Fl.AUBERT,
"Carta a Leroyer de Chantepie, de
18
de mayo de 1857", en
Correspondance,
ed. cit., págs. 335-336.
(91) G.
Fl.AUBERT,
Novembre,
en
Mémoires
d'un
fou
y Novembre,
prólogo , notas
y
comentarios de Pierre-Louis
Rey,
Pockec,
París, 2001, pág. 102.
(92) E.
FRtRE,
Louis
Bouilhet,
ed. cit.,
págs
. 238
y 237.
(93) G.
Fl.AUBERT,
Mémoires
d'un
fou,
ed. cit
., pág. 29.
868
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA, RELIGIÓN Y POLITJCA
EN
FRANCIA
EN
El
SIGLO
XX:
GUSTA VE FLAUBERT
va,
muy
ruin
y cuya concepción me parece
muy
impía" (94). Poco
más de
un
año antes había expresado una idea
muy
parecida: "La
idea que
el
catolicismo tiene de Dios ¿no
es
la de
un
monarca
orien­
tal rodeado de su corte?" (95).
Aunque
más tarde proclamará que vivía como
un·
asceta, su
comportamiento de juventud y sus escritos de esa época, como
su
salvaje
Pasión
et
vertu
(1837)
-en
la que Mazza, en su furia sexual,
isesina a
su
marido y a
sus
dos hijos para liberarse y
dar
curso a
su
pasión
por
el
amanee que la
abandonó
y que, al no conseguir recu­
perarle, termina suicidándose
(96)-
o su bestial y sucia
Quidquid
volueris
(183 7)
-donde,
sin duda, Paul
es
aún más inmoral que
el
lascivo y asesino Djalioh, engendro de mujer y
orangután
(97)-,
reflejan
una
sexualidad desorbitada que no
se
limitó a sus escritos
de juventud, pues, corno lo destacó Brornbert, la obsesión sexual
flaubertiana y
el
erotismo están presentes en toda su obra literaria (98).
Sin
embargo, su furor ante lo que consideraba la hipocresía de la
sociedad
en
su conjunto y de los curas en particular, porque,
en
su
opinión, los sacerdotes infringían la moral sexual que predicaban,
no
le
impulsó a reprochar
el
comportamiento de su amigo Maxime
Du
Camp
-sino
que lo relata como
un
éxito-,
cuando lo hizo "con
una
niña de unos 12 o 13 años" (99) durante su viaje a Oriente
donde, en su frecuente visita a los burdeles, llegaron a probar las
"experiencias"
que
aún
no habían practicado (100).
(94)
Citado
por
Gilles
HENRY,
L'histoire
du
monde
c'est
une force ou la vie
de
Gustave
Flaubert,
Edirions Charles Corlee, Condé-sur-Noireau, 1980, pág. 186.
(95) G.
FLAUBERT,
"Carta
a Leroyer de Chantepie, de 18 de diciembre de 1859",
en
Correspondance,
ed. cit., pág. 389.
(96)
G.
FLAUBERT,
Passion
et vertu
et
autres textes
de
jeunesse,
Librio, París, 2002,
págs . 49-75 .
(97)
G.
FLAUBERT,
Quidquid
volueris,
en
Passion et
...
, ed. cit., págs. 19-47 .
(98) Vicror
BROMBERT,
Flaubert,
(1971), Seuil, París, 1981.
(99) G.
FLAUBERT,
"Carta a Louis Bouilhet, de
14
de noviembre de 1850", en
Cormpondance,
ed. cit., pág. 138.
(100)
Se
trató de la sodomía,
H.
LOTTMAN,
Gustave
Flaubert,
ed. cit., pág. 132.
Starkie sugiere, hasta darlo
casi
como un hecho incontrovertible, la homosexuali­
dad de
FLAUBERT,
sobre
todo
con su amigo Louis Bouilhet, conforme a alguna de las
cartas
que
Flaubert escribió
a Bouilhet (E.
STARKJE,
Flaubert
...
, ed. cit., págs. 13, 135,
198,424
y 425).
Bart sugiere, también,
la
homosexualidad o la bisexualidad de
FLAUBERT
(B.
F.
BART,
Flaubert,
ed. cit., págs. 225-226).
869
Fundaci\363n Speiro

ESTANI
SLAO
CA
NTERO
Pese a su desprecio de los burgueses, a los que
su
pluma zahirió
con frecuencia (101), a su "odio a la burguesía" (102), no fue me­
nor su desprecio de
los
revolucionarios y de los no burgueses, como
se
percibe claramente en su correspondencia y en
L'Education senti­
mentale
(103), con
la
descripción "sarcástica'' de
las
utopías revolu­
cionarias de 1848 y
al
reflejar
la
incoherencia del movimiento revo­
lucionario y la pequeña minoría que fue su artífice (104). A pesar
de
ese
desprecio, Flaubert fue un burgués muy bien acomodado
-el
perfecto burgués según Zola (105)-, que vivió
c:le
rentas hasta que,
en 1875, tuvo un descalabro económico
al
acudir en auxilio del
marido de su sobrina que
se
había arruinado. Frecuentó los aleda­
ños de la corte imperial, pues fue amigo de la princesa Matilda y
asiduo de su nada ortodoxo salón
y,
en
alguna ocasión, huésped del
nuevo Emperador (106). Caballero de la Legión de honor en 1866,
en 1877 la República, por influencia de Ferry,
le
concedió un "suel­
do" de 3.000 francos sin contrapartida ni obligación alguna. Murió,
repentinamente,
el
8 de mayo de 1880. Como indicó
La
Varende,
Flaubert "nunca
pensó
como un burgués, pero
vivió
como tal
y
se
puede decir que amó burguésamente" (107); o como escribió Starkie,
Flaubert "piensa que
se
debe vivir como un burgués para poder
pensar como
un
dios" (108).
Sartre, en
las
páginas que dedicó a la "probable" homosexualidad de Flaubert, esti­
ma
que Starkie
se
equivocó sobre la relación homosexual de Flaubert y Bouilhet y con­
cluye que la experiencia a la que aludió en su carta desde Egipto no
se
consumó
O.
P.
SARTRE,
L1diot
rk
la famille,
ed. cit., tomo
I, págs. 686, 687 nota y 691-692).
(101)
M.
NADFAU,
Gustave
Flaubert
écrivain,
ed. cit., pág. 210 y
passim.
(102) Gustave
LANSON,
Histoire
de
la
Littérature
Franraise,
Librairie Hachette,
París, s.d (pero
17•ed.,
1922, según pág. 1026), pág. 1074 .
(103)
T.
POYET,
Le
nihilisme
de
Flaubert
... ,
ed. cit., págs. 93-110, 150.
(104) Véase Jean
VJDALENC,
"Gustave Flaubert, historien de la Révolution de
1848",
Europe,
núm
. 485-486-487,
septiembre-ocmbre-novie~bre
1969, págs.
51-67;
el entrecomillado en pág. 5
9.
(105) Émile
ZoLA,
Les
romanciers
naturalistes,
G. Charpentier,
2•
ed ., París, 1881,
pág. 185.
(106)
R.
DUMESNIL,
dustave Flaubert
... ,
ed. cit., págs. 249, 250;
H.
LorrMAN,
Gustave
Flaubert
, ed. cir., págs 246 y sigs; G.
WALL,
Flaubert:
A Lije
, ed . cit. , págs. 259,
281-286, 299.
870 (107)
LA
VARENDE,
Flaubert
par
lui-meme,
ed.
cir., pág. 38.
(108)
E.
STARKIE,
Flaubert
...
, ed . cit., pág.
41
l.
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA. RELIGIÓN Y
POlÍTICA
EN
FRANCIA
EN
EL
SIGLO
XX:
GUSTA VE FLAUBERT
Anticlerical y anticatólico permanente, positivista transitorio (109),
escéptico por
la
fugacidad de
la
realidad,
es
decir, "por
la
evolución
perpetua de la humanidad y sus reformas incesantes" (110), tam­
bién fue de los que consideraba
al
progreso incompatible con la
fe
cristiana (111)
y,
ésta, con
la
razón, según
las
argumentaciones de
Bouvard y de Pécuchet (112) (claro que visto que todo lo que
emprendieron "reventó entre sus manos" (113), la moraleja debería
ser que en
el
enfrentamiento dialéctico con Jeufroy, sería
el
sacerdo­
te
el
que tendría razón).
Su animadversión hacia el catolicismo no
le
condujo
al
aprecio
del socialismo
al
que odiaba y calificaba de "inmundicia" (114), y
su justificación del Segundo Imperio, debida a su desprecio por
las
masas (115), por
lo
que, también era inmundo el plebiscito (116),
y una desgracia
el
sufragio universal (117)
-"la
vergüenza del espí­
ritu humano" (118)-, no
le
impidió terminar
en
un republicanis­
mo de izquierdas burgués y anticatólico,
al
lado de los Hugo,
Gamberra y Ferry (119).
Ese
desprecio del pueblo, contrapuesto a su elogio a los pocos
(109)
"Las
ciencias
no
han
progresado
más
que
en
el momento
que
dejaron de lado
esa idea de
causa.
{ ... )
no
hay
más
que
hechos y
conjuntos
en
el
universo", (G.
FLAU­
BERT,
"Carta
a Leroyerde
Chantepie,
de
18
de diciembre
de
1859",
en
Cormpon-dance,
ed. cit., pág .
389).
{110) G.
FLAUBERT,
«Carta a Leroyer de
Chantepie,
de
18
de
mayo
de
1857»,
en
Correspondance,
ed. cit., pág.
337.
(111) H.
GUILLEMIN,
Fúzubert
...
, ed. cit., pág.
133.
(112)
G.
FLAUBEIIT,
Bouvard
et
Pécuchet,
edición
de
Claudine
Gothot-Mersch,
Gallimard (Folio Classique), París,
2004,
págs.
356-358
(113)
G.
FLAUBERT,
Bouvard
et Pécuchet ,
ed. cit., pág.
414.
{! 14)
G .
FLAUBERT,
"Carta
a !van Tourgueniev, de
30
de
abril de
1870",
en
Corres­
pondance,
ed . cit., pág.
566.
(115)
G .
FLAUBERT,
"Carta
a George
Sand,
de
19
de
septiembre
de
1868",
en
Co­
rrespondance,
ed. cit., pág.
543.
(116)
G.
FLAUBERT,
"Carta
a !van Tourguéniev, de
30
de
abril de
1870",
en
Corres­
pondance,
ed. cit., pág.
566.
(117)
G.
FLAUBERT,
"Carta
a George Sand, de
12
de
octubre
de
1781
", en
Corres­
pondance,
ed. cit., pág.
594.
(118)
G.
FLAUBEIIT,
«Cana
a George Sand, de
8 de septiembre de
1871»,
en
Oeuvm
Completes, Correspondance.
Quatrieme série
{1869-1880),
Lou1s
CONARD,
París,
1910,
pág.
81. (119) H.
GUILLEMIN,
Fúzubert
... ,
ed. cit., págs.
64-78.
871
Fundaci\363n Speiro

ES
TA
N/SLAO
CANTERO
hombres superiores,
se
.muestra
en
toda su crudeza en carta a
George
Sand: "Son pocos los que no necesitan lo sobrenatural.
La
Filosofía será siempre la porción de los aristócratas". "Podéis esfor­
zaros en engordar
al
ganado humano, encarnarle hasta
el
vientre,
incluso dorar su cuadra, permanecerá
bruto,
a pesar de todo. Todo
lo que puede esperarse
es
hacer al animal un poco
menos
malo. Pero
en cuanto a elevar
las
ideas de la masa, a darle una concepción de
Dios más amplia
y,
por
tanto, menos humana, lo
dudo,
lo dudo"
(
...
). "El neocatolicismo,
por
una
parte, y
el
socialismo,
por
otra,
han
embrutecido a Francia. Todo
se
mueve entre la Inmaculada
Concepción y
las
escudillas obreras" (120).
Dos
años más tarde,
le
decía: "Creo que
el
vulgo,
el
rebaño será siempre aborrecible. Sólo
hay importante
un
pequeño grupo, siempre los mismos, que
se
pasan la antorcha (
...
)".
Nada
bueno
se
conseguirá "mientras
la
Academia de ciencias no sustituya
al
Papa (
...
). La Revolución fue
un
fracaso (
...
) porque procedía de la edad media y del cristianis­
mo. La idea de igualdad (en lo que consiste toda la democracia
moderna)
es
una idea esencialmente cristiana y que se opone a la de
justicia" (121). Unos meses antes, en relación a la situación política
francesa del momento,
le
había dicho: "El pueblo
es
un
eterno
menor
y estará siempre (en la jerarquía de los elementos sociales) en
el
último lugar, ya que
es
la multitud, la masa, lo ilimitado. Poco
importa que muchos campesinos sepan leer y que ya no escuchen a su
cura, importa infinitamente que muchos hombres, como Renan (122)
y
Limé
(123), puedan vivir
y ser
escuchados"
(124).
Unos años antes
le
había escrito a Leroyer de Chantepie: "Lo
que hay estimable en la historia
es
una pequeña
multitud
de hom-
(120)
G.
FLAUBERT,
"Carta
a George
Sand,
de
19
de
septiembre de 1869", en
Co­
rrespondance,
ed. cit., págs.
542-543
.
(121) G.
FLAUBERT,
«Carta
a George Sa
nd
, de 8 de septiembre de 1871» , en
Oeuvres
Completes,
Correspondance.
Quatriemesérie
(1869 -1880) ,
ed. cit., pág. 80.
(122)
Me
he
ocupado de Renan en Estanislao
CANTERO,
"Literatura , religión y
política en la Francia del siglo XIX: Ernest Renan",
Verbo
, núm
. 447-448,
agosto-sep­
tiembre-octubre
2006,
págs .
557-592
.
(123)
Me
he
ocupado de Littré en Estanisl ao
CANTERO,
"Literatura, religión y polí­
tica
en
la Francia del siglo XIX: Émile Littré y Pierre Larousse",
Verbo,
núm
. 445-446,
mayo-junio-julio
2006,
págs. 459-469.
(124)
G.
FLAUBERT,
"Carta
a George Sand, de
30
de abril
de
1871", en
Correspon­
dance,
ed. cit., pág. 588.
872
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA.
RELIGIÓN
Y POL/TICA
EN
FRANCIA
EN
EL
SIGLO
XX:
GUSTAVE FLAUBERT
bres (quizá trescientos o cuatrocientos
por
siglo),
que
desde
Platón
a nuestros días no
ha
cambiado. Son los
que
han
hecho
todo y
son
la
conciencia
del
mundo.
En
cuanto a las partes bajas del cuerpo
social,
no
las elevaréis jamás.
Cuando
el
pueblo
no
crea
en
la
Inmaculada
(;oncepción,
creerá en las mesas giratorias.
Hay
que
consolarse y vivir
en
una
torre de marfil" (125).
Cuando
preparaba
Bouvard
et
Pécuchet,
le
escribía a
Edma
Roger des Genettes: "medi­
to
una
cosa
en
la
que
exha/4,r
mi
cólera.
Si,
me
desembarazaré,
por
fín,
de
lo
que
me
ahoga. Vomitaré sobre mis
contemporáneos
el
asco
que
me
inspiran" (126). Casi
un
año
antes le
había
escrito a
Sand:
"Hay
días
en
los
que
la
cólera me ahoga. Quisiera ahogar a
mis contemporáneos
en
las letrinas, o, al menos, hacer llover sobre
sus crestas torrentes de injurias, cataratas de invectivas" (127).
Pesimista desde
su
juventud
(128),
de
un
"pesimismo
inte­
gral"
(129),
al
tiempo
que
determinista y nihilista (130), Flaubert,
como
Musset,
podría
haber dicho, "llegué
muy
tarde a
un
mundo
muy
viejo" (131) o
como
Lamartine, "nuestra desgracia
es
haber
nacido en este tiempo maldito
donde
todo
lo viejo se
derrumba
y
aun
no
hay nada nuevo" (132).
De
hecho,
se
lo dijo a Louise Colet:
"Hemos
llegado demasiado pronto.
Dentro
de
veinticinco años el
punto
de
inserción será magnífico" (133).
(125) G.
FLAUBERT,
"Carta a Leroyer de Chantepie, de 16 de enero de 1866", en
Correspondance,
ed. cit., pág. 48
l.
(126) G.
FLAUBERT,
"Carta a Edma Roger des Genettes, de 5 de octubre de 1872",
en
Correspondance,
ed. cit., pág. 603.
(127) G.
FLAUBERT,
"Carta a George Sand, de
14
de noviembre de
1971", en
Oeuvres
completes.
Correspondance
. Quatrieme
série,
Louis Conard, París, 1910, pág. 85.
(128)
A.
COLLING,
Gustave
Flaubert ... ,
ed. cit., págs. 24,
104,197,308,317,
passim.
(129)
C.
DJGEON,
Le
dernier
visage
de
Flaubert,
ed. cit., págs. 11, 99, 164.
(130)
R.
DUMESNIL,
Gustave
F/aubert
... ,
ed. cit., págs.
316,319,329;
A.
CüLLING,
Gustave
Flaubert ... ,
ed. cit., págs. 208, 70;
T.
POYET,
Le
nihilisme
de
Flaubert
... , ed. cit.,
págs. 184, 199-200,205, 249 y
passim.
(131) Alfred de
MUSSET,
Rolla,
en
Oeuvres
Completes,
II,
Poésies
Nouvelles,
nueva
edición de
Edmond
Biré, Garnier
Freres,
Libraires Editeurs, París, s.f., pág. 2.
(132)
Affonse
de
LAMARTINE,
"carta a la duquesa de Raigecourt, de
18
de agosto
de 1814", citado
por
P. BÉNICHOU,
Le
temps
des
prophetes.
Doctrines
de
lage
romantique,
(1977), Gallimard, París, 2001, págs. 286-287.
(133) G.
FLAUBERT,
"Carta a Louise Colet, de 4 de septiembre de 1852", en
Corres­
pondana,
ed. cit., pág. 198.
873
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO
CANTERO
Zola
dijo de Flaubert
que
fue "el negador más
amplio
que
haya­
mos
tenido
en
nuestra literatura", pues "profesa el verdadero nihi­
lismo" (134). Por
el
contrario,
Bertrand
consideró
que
la acusación
de
nihilismo, sobre
todo
en
materia social y política,
no
era más que
un
prejuicio (135). Su admiración
por
Flaubert le
jugó
aquí
una
mala
pasada, pues poco después añadía
que
"el verdadero fondo de
Flaubert
es
el odio del Poder.
Odia
a la autoridad
en
todas sus formas
y
en
todas sus manifestaciones" (136). Este autor,
gran
defensor de
Flaubert, le presentó
como
hombre
de elevada moralidad (137), crí­
tico del sentimentalismo necio (138) y
de
los errores
y vicios de la
sociedad
de
su
tiempo
(139). Pero
si
es
cierto
que
tales conclusio­
nes se
pueden
extraer, se requiere para ello
que
el lector posea los
principios morales
que
permitan
tal juicio, pues
no
están insertos
en
su
obra; y
no
es
menos cierto que sobrepasó
ampliamente
las crí­
ticas merecidas y los males reales de aquella sociedad
como
si
toda
ella y todos sus
componentes
fueran merecedores
de
sus descripcio­
nes
y
caracterizaciones.
Como
observó Seilliere,
su
obra
se caracte­
rizó
por
"el nihilismo moral de su estética'' (140).
Considerado mayoritariamente realista (141) o naturalista (142),
sin embargo, fue discutido
si
fue más
romántico
que
realista o más
realista que romántico,
si
fue ambas cosas
conjunta
o sucesivamente,
o, incluso, alternativamente, o
si
de
ningún
modo
fue realista (143),
(134) Émile
ZoLA,
Les
romanciers
naturalistes,
ed. cit., pág. 194.
(135) Louis
BERTRAND,
Gustave
Flaubert,
Mercure de France, París, 1912, págs.
191
y sigs.
(136)
L.
BERTRAND,
Gustave
Flaubert,
ed. cit., pág.
206.
(137)
L.
BERTRAND,
Gustave
Flaubert,
ed. cit., pág. 195.
(138)
L.
BERTRAND,
Gustave
Flaubert,
ed. cit., pág. 197.
(139)
L.
BERTRAND,
Gustave
Flaubert,
ed. cit., pág.
196.
( 140} E.
SE!LLIEIRE,
Le
romantisme
des
réalistes.
Gustave
Flaubert,
ed. cit., págs.
218-219.
(141) E.
ZoLA,
Les
romanciers
naN,rali
sus,
cd.cit. ; Jules
LEMAITRE,
Les
contempo­
rains.
Études
et portraits
littéraires.
Huiti
eme
série,
prólogo
de
Myriam Harry, Boivin et
Cie., París, 1886; Émile
HENNEQU!N,
Q1ulq11es
écrivains
fi"nnfllÍs,
Perrin
et
Cie, París,
1890, especialmente, págs. 21-31.
(142) Georges
PELLISIER,
"Le
Roman",
en
PETIT
DEJULLEVILLE
(dir.),
Histoire
de
la
Langue
et de
la
Littérature
ftanraise
des
origines
a 1900,
tomo
VIII,
Dix-nuevieme
siecle.
Période
contemporaine
(1850-1900),
Librairie
Armand
Colin, París, 1908, págs.
167-178. (143)
En
1865 le escribía a George Sand: "Aborrezco lo
que
se
ha
llamado
el
rea-
874
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA,
RELIGIÓN
Y POLÍTICA
EN
FRANCIA
EN
EL SIGLO
XX:
GUSTA
VE
FLAUBERT
su influencia,
al
decir de Faguet,
por
carecer de ideas generales, fue
sólo literaria, aunque en este campo, de gran importancia (144),
como ya había indicado
el
mismo crítico (145). Brunetiere, en
1883,
le
consideró
un
maestro, pero sólo
por
Madame
Bovary,
la
única obra de su producción que apreció (146).
Thibaudet
indicó
que, probablemente,
ha
sido quien más
ha
influido
en
la novela
francesa (147) y merece
el
apelativo de clásico (148), y se le ha con­
siderado
el
creador de la novela moderna
co~
Madame
Bovary
(149),
con la que "inventó un género y sentó
las
bases de
una
escuela",
aunque no fuera consciente de ello (150)
y
con la que se
ha
dicho,
sin
duda
exageradamente, que se curó del romanticismo, del que ya
había sanado con su viaje a Oriente ( 151).
Sin embargo, no todo los críticos
han
compartido esa opinión
que limitaba la influencia de Flaubert al terreno literario. Carrere le
incluyó,
por
su influencia en los lectores, entre los
maestros
pernicio­
sos,
los que son "propagadores de debilidad, de egoísmo, de cobar­
día o de concupiscencia'' (152). "El vicio fundamental de la obra de
Flaubert", indicaba,
"es
el
nihilismo irremediable y absoluto,
es
la
negación de todo esfuerzo paciente hacia
un
ideal superior,
es
el
odio violen.to a la civilización",
por
lo que su obra
es
"esencialmen­
te
antisoczal"
(153). Cien años más tarde, Poyet advertirá que la
melancolía de Flaubert y su pesimismo desembocaron en
el
nihilis-
lismo, a pesar de
que
me
hayan hecho
uno
de sus pontífices", citado
por
G.
HENRY,
L'histoire du monde
...
, ed. cit., pág. 255.
(144) Robert
LOUIT,
«Gustave, Henry, James et les autres»,
Magazine littéraire,
núm.
250, febrero 1988, págs. 47-51.
(145)
E.
FAGUET,
Flaubert,
Librairie
Hachette,
París,
7•
ed., s.d,, pág. 180.
(146) Ferdinand
BRUNETIERE,
Le roman naturaliste,
Calmann-Lévy, París, 1883,
págs. 139-195
y 51-73.
(147)
A.
THIBAUDET,
Gustave F/aubert,
ed. cit., pág. 293.
(148)
A.
THIBAUDET,
Gustave
Flaubert,
ed. cit., pág. 297.
(149)
E.
STARKIE,
Flaubert
... , ed. cit., pág.
415;
M.
VARGAS
LLOSA,
La
orgía perpe-
tua,
ed. cit., págs.
209-235.
(150)
E.
ZoLA,
Les
romanciers naturalistes,
ed. cit., págs. 130
y 188.
(151)
E.
STARKIE,
Flaubert
... , ed. cit., págs.
416
y 233.
(152) Jean
CARRERE,
Les
Mauvais Maitres. Rousseau, Chateaubriand, Balzac,
Stendhal
George
Sand, Musset, Baudelaire, Flaubert,
Verlaine,
Zola,
Plon-Nourrit
et
Cie., París, 1922, pág. 12.
(153) J.
CARRERE,
Les
Mauvais
Maitres
... ,
ed. cit., pág. 162. El artículo sobre
Flaubert
es
de 1902.
875
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO
CANTERO
mo
(154), que su literatura desmoraliza (155),
"que
cabe hacerse
nihilista al leer
L'Education sentimentale
y compartir
las
concepcio­
nes flaubertianas" (156) y que "la obra de Flaubert es peligrosa por­
que expresa
un
pesimismo total" (157).
¿Creyó en algo?
Spencer observó que Flaubert "era demasiado
escéptico para ser teísta'' y que si tuvo una idea de Dios, ésta "fue una
lejana abstracción sin ninguna relación con
el
ser humano" (158).
Ya
en sus escritos de juventud mostró su incredulidad en
el
alma:
"el
alma
es,
quizás, esa exhalación fétida que sale de
un
cadá­
ver" (159). La cuestión religiosa no llegó a provocarle, aparente­
mente, ninguna inquietud profunda que fuera más allá de su juve­
nil rechazo, pues
el
juicio más probable
es
que Flaubert no llegó a
creer en nada.
En
opinión de Sartre,
el
joven Flaubert "ni siquiera
concibe lo que
es
una idea verdadera'' y argumenta que cuando
Flaubert le escribía a Ernest Chevalier
-en
carta que ya
ha
sido cita­
da-,
"no haré más que decir la verdad",
el
tiempo verbal utilizado
por
Flaubert muestra que la verdad no existe
aún
y dependerá,
cuando menos, de la selección que haga Flaubert (160).
En sus biógrafos no aparece
por
parte alguna que hubiera teni­
do
alguna preocupación religiosa seria; y si la tuvo, la influencia de
Renan, que según Digeon (161) fue importante, no fue lo más
apropiado para mantenerla
y,
menos aún, para resolverla (162). "La
gente como nosotros
-le
escribía a Feydeau en
1859-
debe tener la
religión de la Desesperación" (163).
En
carta a
Guy
de Maupassant,
(154)
T.
POYET,
Le
nihilisme
de
Flaubert
... , ed. cit., págs.
27-37
y 195.
(155)
T.
PoYET,
Le
nihilisme
de
Flaubert
... , ed. cit., pág. 59.
(156)
T.
POYET,
Le
nihilisme
de
Flaubert
... , ed. cit., pág. 72;
cfr.
pág. 78.
(157)
T.
PoYET,
Le
nihilisme
de
Flaubert
... , ed . cit ., pág. 239.
(158)
P. SPENCER,
Flaubert
. A
biography
, ed. cit., pág. 203.
(159)
G .
FLAUBERT,
AgonieJ,
ed. cit., pág .
409
.
( 160)
J.
P. SARTRE,
L1diot
de
la famille,
ed
. cit ., tomo II, págs. 1327
y 1580.
(161) En quince años, "pasó del
«volterianismo»
al c aunque en todo
momento
"su actitud religiosa
es
en su esencia idéntica"
(C.
DIGEON,
La
demier
visage
de
Flaubert,
ed. cit., págs.
44
y 51).
(162) Para Reboussin,
el
drama espiritual de Flaubert, spinoziano
en
el
fondo,
consistió
en
que "no creyendo
en
nada", aspiró a la Unidad, obstinadamente buscada
más allá del
amor
y de
la vida" (Marce]
REBOUSSIN,
Le
drame
1pirituel
de
Flaubert,
A.G.
Nizet, París, 1973, pág. 181).
(163)
G.
FLAUBERT,
"Carta a Ernest Feydeau, de 26 de octubre de 1859 ", en
Co­
rre1pondance,
ed. cit., pág. 380.
876
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA, RELIGIÓN Y POLITICA
EN
FRANCIA
EN
EL
SIGLO
XX:
GUSTA VE FLAUBERT
en 1878, casi
al
final de su vida,
le
decía: "La
duda
absoluta me
parece tan netamente demostrada que querer formularla sería casi
una necedad".
"No
hay más verdad que
las
«relaciones»,
es
decir,
el
modo
en que percibimos los objetos" (164). El año
de
su falleci­
miento le decía a Hennique:
"No
existe la Verdad. Sólo hay modos
de ver" (165). Unos años antes, le escribía a George Sand: "¿En qué
hay que creer? En nada.
Es
el
comienzo de la sabiduría. Es hora de
deshacerse «de los principios»
y
de entrar en la Ciencia, en
el
Examen" (166). Fue, pues, otro de esos autores que, deslumbrados
por la ciencia, no fueron capaces de ver sus límites
y
su
ámbito de
aplicación y la convirtieron en cientificismo, a pesar de que, tras
Sedán, calificara
al
positivismo de "abyecto" ( 167). Además, al igual
que Vigny (168) o Michelet (169), rechazaba
el
Evangelio, por esti­
mar que su moral significaba "la exaltación de la Gracia en detri­
mento de la Justicia" (170).
Si
la religión llegó a preocuparle en algún
momento,
como
se
ha
llegado a decir, basándose en alguna de sus cartas a Leroyer de
Chantepie, sin embargo, la concepción de la religión como creación
poética resolvía anticipadamente el problema situándolo en
el
plano erróneo de lo humano: "La hipótesis de
la
nada absoluta no
tiene nada que me aterrorice. Estoy dispuesto a lanzarme plácida­
mente en algún agujero negro".
''A
pesar de todo, lo que más me
(164) G.
FLAUBERT,
"Carta a Guy de Maupassanc, de
15
de agosto de 1878", en
Correspondance,
ed. cit., pág. 713.
(165) G. FLAUBERT,
"Carta a Léon Hennique, de
2-3
de febrero de 1880", en
Oeuvres
Completes,
'Correspondance.
Huitieme
Série
(1877-1880},
nouvelle édicion aug­
mentée, Louis Conard, París, 1930, pág. 370.
(166) G.
FLAUB
ERT,
"Carca a George Sand, de
30
de abril de 1971", en
Correspon­
d11nce,
ed. cit., pág. 587.
(167) G.
FLAUBERT,
"Carca a Maxime
Du
Camp, de 29 de septiembre de 1870",
en
Correspondance,
ed. cit., pág. 577.
(168) Me he ocupado de Vigny en "Literatura, religión
y política en Francia en
el
siglo
XIX:
Alfred de Vigny",
Verbo,
núm.455-456, mayo-junio-julio 2007, págs. 485-
514. (169) Me he ocupado de Michelet en "Literatura, religión
y política en Francia en
el siglo XIX: Jules Michelet",
Verbo,
núm. 437-438, agosto-septiembre-octubre 2005,
págs. 641-659.
(170) G.
FLAUBERT,
"Carta a George Sand,
de
30 de abril de 1871", en
Correspon­
dance,
ed. cit., pág. 587.
877
Fundaci\363n Speiro

.ESTANJSLAO
CANTERO
atrae
es
la religión. Quiero decir, todas
las
religiones, no
una
más
que
otra. Cada
dogma
particular me repugna, pero considero
el
sentimiento que los
ha
inventado como lo más natural y lo más
poético de la humanidad.
No
me gustan los filósofos que
no
han
visto ahí más que charlatanismo y tontería.
Descubro
necesidad e
instinto; respeto
tanto
al
negro besando su fetiche
como
al
católico
a los pies del Sagrado Corazón" (171). Lo único
que
Flaubert veía
en
la
religión era
un
sentimiento
que
acompañaba a la
humanidad
,
sin ser capaz de captar lo sobrenatural sobre lo
puramente
humano.
Por eso, la religión, como cualquier otro hecho social, era pura
evo­
lución: "La mejor religión,
como
el mejor gobierno ( ... )
es
el que
agoniza,
porque
va a dejar sitio a otro" (172).
Si en algún momento,
conforme a
una
moda
que
se
extendió
durante
algún tiempo, creyó
en
la trasmigración de las almas,
como
podría
entenderse
-::n
una
carta a George Sand, y
no
se
trataba de
una
broma
o de
pura
imaginación,
la
metempsicosis (173)
le
duró
poco (174):
"Me
parece,
al
contrario,
que
he existido siempre y
poseo
recuerdos
que
se
remontan
a los faraones.
Me
veo
con
gran
nitidez en diferentes épocas de la historia, ejerciendo oficios distin­
tos y con diversa fortuna.
Mi
individualidad actual
es
el resultado
de mis individualidades desaparecidas.
He
sido barquero en
el
Nilo,
rufidn
en
Roma
en tiempos de las guerras púnicas, después retórico
griego en Suburre,
donde
me
devoraban
las
pulgas. Fallecí
durante
las Cruzadas
por
haber comido demasiadas uvas en
las
playas de
Siria.
He
sido pirata y monje, titiritero y cochero. ¿Quizá, también,
emperador de Oriente?" "Muchas cosas
se
explicarían
si
pudiéra­
mos conocer nuestra genealogía
verdadera"
(175).
(171) G.
FLAUBERT,
"Carta a Leroyer de Chantepie, de 30 de ma
rzo
de
1857",
en
Correspondance,
ed. cit., págs. 327-328.
(172) G. FLAUBERT,
"Carta a Leroyer de Chantepie, de
18
de
mayo
de
1857",
en
Correspondance,
ecl .. cit., pág . 337 .
(173) M.
REBOUSSIN,
Le
drame
spiritue!
de
F!twbert,
ed. cit.,
págs
. 76-77.
(174) A pesar de que en 1852
le hubiera escrito a George Sand, aludiendo a una
existencia anterior: "estoy seguro de haber sido, en
el imperio romano, director de algún
grupo de comediantes ambulantes" (G.
FLAUBERT,
"Carta a George Sand, de 4 de sep ­
tiembre de 1852",
en
Correspondance,
ed. cit., pág. 199).
Se
trata
de
un recurso retó­
rico para subrayar
el placer de
la evocación de
la historia.
(175) G.
FLAUBERT ,
"Carta a George Sand, de 29 de septiembre de
1866",
en
Co­
rrespondance
, ed. cit., págs. 492-493 .
878
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA
EN
FRANCIA
EN
El
SIGLO
XX:
GUSTAVE FLAUBERT
Reboussin
ha
pretendido explicar a Flaubert sobre la base de
que en su
juventud
tuvo
"una experiencia mística"
que
relató en
Novembre
(176), con la que tuvo
un
"contacto
con
lo Absoluto",
"con la Trascendencia'' (177)
y
por
la
que
"conoció lo esencial del
sentimiento religioso" (178).
Nada
induce a pensar
que
tal cosa
hubiera ocurrido
y,
desde luego, con lo que Flaubert
mostró
en
su
obra
y
en
su
correspondencia, de
ningún
modo
cabe sostener
que
fue
"un
gran místico" (179). Se puede utilizar el lenguaje
como
se
quiera,
aunque
no
se
deba hacer tal cosa,
y
en
lugar
de
llamar a las
cosas
por
su nombre, denominarlas
por
su contrario, pero
de
ese
modo
se
hace imposible la comprensión. Llamar experiencia místi­
ca a lo que
no
es
más
que
el
asombro
y la admiración
ante
el espec­
táculo de la naturaleza, incluso
al
anonadamiento
ante
ella,
que
es
lo que Flaubert relata en
Novembre,
si realmente la vivió,
como
mucho
supondría la expresión de
un
sentimiento panteístico (180),
pero en
modo
alguno
una
experiencia
de
Dios.
Como
para corregir
una
interpretación demasiado irreal, pero
con
una
no
menor
impo­
sible conciliación de contrarios,
se
pretende
que
fue "místico pero
incrédulo" (181), en
el
que
tal estado quizá habría estado· provoca­
do
por
un
conflicto permanente,
que
duró
roda
su vida, entre su
naturaieza
y su
razón (182), entre "un misticismo
innato
y un
racio­
nalismo adquirido" (183). Pero tal enfrentamiento,
que
de ser real
no
puede
conducir
más
que
a la esquizofrenia,
no
puede
ser consi­
derado más que
como
una
licencia literaria para presentar
un
(176) M.
REBOUSSIN,
Le
drame
spirituel
de
Flaubert,
ed. cit., págs.
34-35.
(177)
M.
REBOUSSIN,
Le
drame
spirituel
de
Flaubert ,
ed. cit., págs .
47
y 42.
(178)
M .
REBOUSSIN,
Le
drame
spirituel
de
Flaubert ,
ed.
cit.;
pág.
53
.
(179)
M .
REBOUSSIN
, Le
drame
spiriNiel
de
Flaubert ,
ed. cit.,
p.'g.
65
.
(180) Sartre lo advirtió
así,
aunque
ciñéndolo a la versión sexual del éxtasis
pan­
teísta; igualmeme se refirió a "los éxtasis panteísticos
de
Djalioh
o del Loco
que
escribe
sus
Memorial'
O.
P. SARTRE,
L1diot
de
la fiuhille,
tomo
I, págs.
685
y 4 l).
(181)
M.
REBOUSSIN,
Le
drame
spirituel
de
Flaubert,
ed. cit., pág. 181.
Así
se lo decía
Flaubert
a Louise Colet:
«soy
místico en el
fondo
y no
creo en nada»
(G.
FLAUBER
T,
«Carta
a Louise Colet, de 8-9 de
mayo
de 1852», en
Oeuvres
Completes,
Correspondance.
Dew:ieme
Série
(1847-1852),
nueva edición
aumentada,
Louis
Conard,
París, 1926,
pág.412).
(182)
M.
REBOUSSIN,
Le
drame
spirituel
de
Fiaubert,
ed. cit., pág. 12.
(183)
M .
REBOUSSIN,
Le
drame
spirituel
de
Flaubert ,
ed
. cit., pág. 68.
879
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO
CANTERO
supuesto drama entre una naturaleza "tierna, intuitiva, vibrante"
y
una razón "impersonal
y glacial" (184).
Ese pretendido misticismo, según explicaba el mismo Flaubert,
no era otra cosa que una especie de éxtasis estético.
En
efecto, en
1852
le
escribía a Louise Colee: "Seamos religiosos. Todo lo moles­
to que me ocurre, grande o pequeño, hace que me encierre más
y
más en mi eterna inquietud ( ...
).
Me inclino a
una
especie de mis­
ticismo estético
(si
las
dos palabras pueden ir juntas)
y quisiera que
fuera más fuerte" (185).
¿Fue panteísta Flaubert? Así parece haberlo indicado su sobrina
y
lo han afirmado algunos autores. Carolina Commanville dijo de
su tío que era "pagano por
el
lado artístico"
y
"por las necesidades
de su alma, panteísta", debido a la influencia de Spinoza (186). Para
Spencer, Flaubert aceptó en su
juventud
el
panteísmo de Spinoza,
lo abandonó en su madurez
y,
quizá, volvió a
él
al envejecer (187).
Bruneau apreció
el
panteísmo de Flaubert durante su primer viaje
al extranjero, donde "el
sol de Córcega le produjo su primer «éxta­
sis»
panteísta" (188),
y a partir de ahí, lo rastrea en
Par
les
champs et
par
les
greves,
en
Novembre,
en
la
primera
Education sentimentale
y
en la
Tentation de
Saint
Antoine
(189), pero explica que su panteís­
mo fue anterior a su lectura de Spinoza
y fue fruto de una experien­
cia personal (190). Bart
se
refirió al panteísmo de Flaubert casi en
los mismos términos que Bruneau (191)
y
Brombert desliza varias
veces la sugerencia del panteísmo flaubertiano (192). Los textos
aducidos
por
Bruneau parecen darle razón sobre
el
panteísmo del
joven Flaubert. Así, Flaubert, tras describir sus sentimientos ante
el
(184) M.
REBOUSSIN,
Le
drame
spirituel
de
Flnubert,
ed. cit., pág.
12.
(185)
G.
FLAUBERT,
"Carta a Louise Colee, de
4 de septiembre de
1852",
en
Co-
rrespondance,
ed. cit., pág.
197.
(186)
C.
CoMMANVILLE,
Souvenirr
intimes,
ed. cit., pág.
XXXVII.
(187)
P. SPENCER,
Flnubert.
A biography,
ed. cit., págs.
35, 49
y 142.
(188)
J.
BRUNEAU,
Les
débuts
littéraires
de
Gustnve Flnubert
(1831-1845),
ed. cit.,
pág .
301.
(189)
J.
BRUNEAU,
Les
débuts
littéraires
de
Gustave
Flnubert
(1831-1845),
ed. cit.,
págs.
301-302, 383-384, 444, 452-453, 528.
(190)
J.
BRUNEAU,
Les
débuts
littérnires
de
Gustnve Flnubert
(1831-1845),
ed. cit.,
pág.
452.
(191)
B.
F. BART,
Flnubert,
ed. cit., págs.
125, 130-131.
(192)
Y.
BROMBERT,
F/nubert,
ed. cit., págs.
10, 44, 48, 70, 87
y 127.
880
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA.
fU;llGJÓN
Y POlÍTJCA
EN
FRANCIA
EN
El
SIGLO
XX:
GUSTA
VE
FLAUBERT
esplendor de
la
naturaleza, concluye: "Hubiera, pues, deseado que
nuestra alma
se
irradiase por doquier y fuera a vivir en toda esta
vida para revestir todas sus formas, durar como
ellas
y,
siempre cam­
biando, empujar siempre sus metamorfosis bajo
el
sol
de
la
eterni­
dad " (193). Y
al
evocar sus recuerdos de Lamalque, escribía: "(
...
)
me desperté
...
sintiéndome de
la
misma naturaleza
que
los anima­
l
es
y fraternizando con ellos en una comunión completamente pan­
teísta
y cierna" (194). Sin
emb~rgo,
a pesar de ello, cabe dudar de
la
perseverancia del panteísmo de Flauberc -
por
otra parte, expresado
en obras de imaginación, por mucho que
se
quieran autobiográfi­
cas-, pues en su correspondencia manifestó no creer ni en
el
alma,
ni en la eternidad, ni en nada. ¿Fue
así?
En
sus
Notas
de
viajes
y en carta a Bouilhec dejó escrito que en
su visita
al
Sanco Sepulcro no sintió ninguna de
las
emociones que
había previsto:
"ni
entusiasmo religioso, ni excitación de
la
imagi­
nación" (195). Todo
lo
contrario: "me llené de tanta frialdad e iro ­
nía que me fui sin pensar en nada más" (196). "Después de mi pri­
mera visita
al
Santo Sepulcro
-le
escribió a Bouilhet-, volví
al
hotel
cansado, aburrido hasta
el
tuétano de mis huesos" (197). Flaubert
manifestó que acudió de buena
fe:
"Fui de buena
fe
y ni siquiera mi
imaginación
se
conmovió" (198). Después de que un sacerdote
le
entregara una rosa, bendecida ante
él
en
el
Santo Sepulcro, Flauberc
escribió: "fue uno de los momentos más amargos de
mi
vida.
¡Hubiera sido tan dulce para un creyente! ¡Cuántas pobres almas
hubieran deseado estar en mi lugar! ¡Todo
eso
estaba perdido para
mí!
¡Sólo sentía
la
inanidad,
la
inutilidad,
lo
grotesco y
el
perfu­
me !" (199) .
¿Lo
lamentó de verdad o era mera retórica o, peor aún,
una muestra de cinismo?
(193) G.
FLAUBERT,
Oeuvres
Completes.
Par
les
champs
et par
les
grroes.
Pyrénées.
Corse,
Louis Conard, París,
1910,
pág.
131.
(194)
G.
FLAUBERT,
Oeuvm
Completes.
Notes
de
Voyages.
l ltalie .
Égypte.
Palmine.
Rhoeús,
Louis Conard, París,
1910.
pág.
15.
(195)
G.
FLAUBERT,
NoustÚ
Voyages,
ed. cit., pág.
291.
(196)
G.
FLAUB
ERT,
Notes

¼yages
, ed. cit.,
pág.
297 .
(197)
G.
FLAUBERT,
"Carca
a Louis Bouilhcc, de
20
de
agosto
de
1850",
en
Oeuvm
Completes.
Cormpondance. Deu.xihne slrie
(1847-1852),
ed. cit., pág.
230.
(198)
G .
FLA UBERT,
"Carta
a Louis Bouilhec, de
20
de
agosco
de
1850 ",
en
Oerwm
Completes.
Cormpondance. Deuúemeslrie
(1847-18 52},
ed. cit ., pág.
231.
(199)
G.
FLAUBERT,
Note!
de
¼yages,
ed. cit., pág.
306
.
881
Fundaci\363n Speiro

ESTAN/SLAO
CANTERO
El tercer día, después de expresar que ante
todo
lo
que
veía
se
siente más vacío que
un
tonel desfondado y
que
en
el Sepulcro
un
perro
se
hubiera emocionado más
que
él, Flaubert pregunta: "¿De
quién
es
la culpa, Dios de misericordia? ¿De ellos? ¿Vuestra? ¿Mía?
Creo que de ellos, después de
mi
y,
sobre todo, vuestra" (200).
En
toda
esta historia brillan el cinismo y la blasfemia, al mismo tiem­
po que el victimismo. Es
difícil creer en su amargura o que deseara
haber
sido creyen­
te. El contraste de estas afirmaciones con el
aburrimiento
que
sin­
tió,
con
la calificación de grotesco,
con
la comparación
con
el tonel
y
con
el perro, más bien suena a burla.
No
hace falta ser creyente para conmoverse o, al menos, para
sentir simpatía
con
lo que allí había pasado.
Es
difícil creer
que
fue
de buena
fe;
porque
ésta le faltó, sólo vio lo
que
estaba predispues­
to a ver: "hipocresía, codicia, falsificación e impudicia, sin
ninguna
muestra de Santidad" (201). Porque, incluso
con
los solos ojos de
la carne había
mucho
más
que
ver.
Si
fue de
buena
fe
y dispuesto a
sentirse emocionado,
no
es
lógico añadir:
"No
lloré
por
mi seque­
dad
ni lamenté nada" (202). ¿La
culpa de los curas?
No
tenía
por
qué esperar
otra
cosa de los
sacerdotes de Tierra Santa, puesto
que
él, según lo consignó
en
su
obra y en su correspondencia, no conocía más
que
malos sacerdo­
tes. Sólo había allí hipocresía, codicia y falsificación y nada
de
san­
tidad, dice Flaubert. ¿Todos los sacerdotes y religiosos? ¿Todos los
peregrinos? ¿ Todos
Jo¡¡
.-fieles?
Es
un
insulto a la inteligencia del lec­
tor
y
una
descripción
de
la realidad únicamente "realista" y "natu­
ralista'', si sólo
el
mal real o imaginado merece ser retratado.
Si verdaderamente acudió
con
el ánimo,
no
ya
de
una
cap.ver­
sión, pero,
al
menos,
de
un
revulsivo para su conciencia incrédula,
no
se
entienden
los términos del reproche
por
no haber sentido
nada
y,
menos aun,
que
no
lo haya lamentado. Si verdaderamente
lo hubiera deseado tenía
que
haberle pesado
que
no
se
hubiera pro-
(200) G.
FLAUBERT,
Notes de
V,ryages,
ed. cit., pág.
291.
(201) G.
FLAUBERT,
"Carta a Louis Bouilhet,
de
20
de agosto de
1850",
en
Oeuvres
Completes.
Correspondance.
Deuxiemesérie
(1847-1852),
ed. cit., pág.
230.
(202) G.
FLAUBERT,
"Carta a Louis Bouilhet, de
20
de
agosto
de
1850",
en
Oeuvres
Completes. Correspondance.
Deuxieme
série (1847-1852),
ed. cit., pág.
231.
882
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA. RELIGIÓN Y POLÍTICA
EN
FRANCIA
EN
EL
SIGLO
XX:
GUSTA
VE
FLAUBERT
se
pretende real, expresa
un
cinismo absoluto.
Ni
en sus cartas ni en sus notas de viaje aparece
que
ese
sentimiento anhelado fuera verdadero, que esa disposición
de ánimo
le
hubiera embargado. Por
el
contrario su viaje comienza
con
el
mal presagio de la presencia de
un
sacerdote y cuatro religio­
sas
en
el
lugar de partida; y su entrada en Jerusalén,
al
traspasar la
puerta de Jaffa, donde
se
solaza con
un
volteriano cuesco, según
su
propia expresión (203), no
es
sino una burla sin gracia. Flaubert
sólo vio lo que quiso ver de acuerdo con sus ideas preconcebidas.
Echarle la culpa a Dios, además de blasfemo, carece de toda lógica
si no cree
en
El. El relato de Flaubert muestra
una
actitud desafian­
te: quisiera sentir, hazme sentir,
...
, sin
poner
nada
de
mi
parte, más
aún, contra mi voluntad burlona que sólo quiere ver
el
mal existen­
te hipertrofiado.
No
se
puede encontrar a Dios poniendo condicio­
nes, porque en tal caso suponemos nuestro
poder
superior al suyo,
es
decir, le negamos.
Ni
transformando
una
supuesta emoción reli­
giosa deseada en objeto de análisis, cosificando,
por
así decir, a
Dios, con lo que ya le hemos negado. Tampoco los milagros
se
pue­
den pedir así. Pero humanamente, tampoco
se
puede esperar
una
sensación, un sentimiento, una emoción, contraria a lo que Flaubert, de hecho, persistía en sentir y creer (204). La culpa fue,
pues, tan sólo de Flaubert.
Ese cinismo, por otra parte,
se
manifiesta
como
aparente victi­
mismo. El no
es
culpable de su desgracia y la responsabilidad recae
en los otros
y,
sobre todo, en Dios. Actitud que no era nueva
en
Flaubert, sino que arranca de su
Juventud
en la que ya había expre­
sado
un
victimismo burlón.
En
efecto, al narrar
el
abandono de la
casa del cura, a dónde
el
joven había acudido a pedir consejo, como
quiera que
el
sacerdote le interrumpe para indagar en la cocina
por
sus patatas,
se
marcha riendo: "¿Por culpa de quién? Había ido para
aclarar mis dudas y encontré ridículo
al
hombre
que debía instruír­
me. ¿Era culpa mía que este hombre tuviera la nariz ganchuda y
cubierta de granos? ¿Era culpa mía que su voz ávida me pareciera de
(203) G.
FLAUBERT,
Notes
de
Voyages,
ed. cit.,
pág.
290.
(204) Para Sartre, Flaubert sólo buscaba
una
"emoción estética"
O-
P.
SARTRE,
L'ldiot
de
la fami/le.
Gustave
Flaubert
de
1821
a 1857,
ed. cit.,
tomo
I, pág.
524).
883
Fundaci\363n Speiro

ESTANISLAO
CANTERO
un tono glotón y bestial? Desde luego que no,
ya
que había ido con
sentimientos piadosos" (205).
De
gran autoestima,
ya
cuando sólo era un estudiante de liceo
se
consideraba superior a sus compañeros y a sus profesores (206).
El desencanto junto
al
desagrado y
al
desprecio de las gentes y
de
la
época
en que
vive
(207), llevó a este voluntario misántropo desde
su juventud (208) a encerrarse en

mismo, a dudar de todo (209)
y a novelar, en su inacabada
Bouvard et Pécuchet,
el
proceso de
la
imbecilidad humana. Sin embargo, la
duda
se
transformaba en cer­
teza negadora cuando
se
refería a los dogmas,
al
alma o a la inmor­
talidad. Así, "explicar
el
mal por
el
pecado original no
es
explicar
nada. La búsqueda de
las
causas
es
antifilosófico, anticientífico y
las
Religiones, en tal cuestión, me desagradan aún más que
las
filosofí­
as,
ya
que afirman
conoc~rlas"
(210). "El dogma de la vida futura
se
ha inventado por miedo a la muerte" (211).
Con
el
mismo dog­
matismo Flaubert negaba
la
existencia del alma (212) -"respecto
del alma, hace mucho que Cabanis y Bichat nos demostraron que
las
verias van
al
corazón, y
eso
es
todo"
(213)-
y la inmortalidad
-"una
fatuidad de nuestro orgullo;
una
protesta de nuestra debili­
dad contra
el
orden eterno" (214)-.
De
su desprecio
por
los demás hombres da idea una de sus car­
tas a la amante en
la
que
le
dice: "detesto sin medida a mis seme­
jantes y no me siento su semejante"( ... ). "Estoy seguro de que los
hombres no son más hermanos unos de otros que
las
hojas de los
(205) G.
FIAUBERT,
Agonies,
ed. cit., pág. 411.
{206)
R.
DUMESNIL,
Gustave
Flaubert
...
, ed. cit., pág. 71.
B.
F. BART,
Flaubert,
ed.
cit
., pág . 30. {207)
G.
FlAUBERT,
"Carta a Maurice Schlésinger, de 24 de noviembre de 1853", en
Correspondance,
ed. cit., pág. 269.
(208) G.
FIAUBEIIT,
Mémoires
d'un
fou,
ed. cit., págs . 30, 35, 37.
(209) G.
FIAUBEIIT,
Mémoim
d'un
fou,
ed. cit., pág.
69
(210) G.
FIAUBERT,
"Carta a Edma Roger des Genettes, verano de 1864", en
Co­
rrespondance,
ed. cit., pág. 456.
{211)
G.
FIAUBERT,
"Carta a Maxime
Du
Camp, de 7 de abril de 1846 ", en
Co­
rrespondance,
ed. cit., pág. 75.
{212)
G.
FIAUBERT,
"Carta a Ernest Chevalier, de 24 de noviembre de 1839", en
Correspondance,
ed. cit., pág. 37.
(213) G.
FIA~BERT,
Quidquid
volueris,
ed. cit., pág. 21.
{214)
G.
FIAUBERT,
"Carta a George Sand, de 2 de julio de 1870", en
Correspon­
dance
, ed. cit., pág. 570.
884
Fundaci\363n Speiro

LITERATURA, RELIGIÓN Y
POlÍTICA
EN
FRANCIA
EN
EL
SIGLO
XX:
GUSTA
VE
FLAUBERT
bosques que no
se
parecen" (
... );
"por
el
hecho de que
un
imbécil
tenga dos pies corno yo, en lugar de tener cuatro como
un
asno, no
me creo obligado a amarle o,
al
menos, a decir que
le
amo
y que me
interesa" (215). Ese desprecio incluía a los literatos de su tiempo, a
los que menospreciaba, sin excluir a los más grandes; crítica de la
que sólo
se
salvaban los amigos, confundiendo la admiración hacia­
la
obra escrita con la amistad (216). Y
es
que "para Flaubert, leer no
equivaldrá nunca a comprender
al
otro", pues leía en función de su
propia obra (217).
Este hijo de Voltaire (218) que invemó que una buena mujer, en
su simpleza, confunde a un loro con
el
Espíritu Santo (219), buscó
el
ideal de
la
vida en
la
literatura, en
el
arte y en
la
estética (220)
-en
la
estética de su escritura, que fue su ética
(221)-,
sin llegar a
encontrarlo.
Así
fue desde
el
comienzo
de
su carrera literaria hasta
el
final de su vida. A los diecisiete años escribía en
una
obra
comun­
mente considerada autobiográfica: "Si hay en la tierra entre toda la
nada una creencia que se adora,
si
hay algo santo, puro, sublime,
alguna cosa apropiada a
ese
deseo del infinito y de
lo
indefinido que
llamamos
el
alma,
es
el
arte" (222).
"El
único
modo
de no ser des­
graciado
-decía
en
1845-
es
encerrarse en
el
Arte y prescindir de
todo lo demás" (223).
A
Maupassant, poco antes de morir,
le
escri­
bía : "Lo que
es
Bello
es
moral, he ahí todo y nada más" (224).
(2 15) G.
FI.AUBEITT
, "C arta a
Louisc Cole t, de 26-27 de mayo de 1853", en
Oeuvres
compl
ete, ,
Co
,respomfan
a,
Troisi
enu
Série
(1852-1854) , nouvelle édition augmenté e,
L ou is C onard , Pa
rís, 19 27 ,
págs.
209
y 210.
(216)
T.
POY
ET,
•L'É
c riture
épi stol air c
et
les
jugements littéraires chez Flaubert»,
c d .
cir., p ágs. 340-3 42.
(217)
T.
POYET,
«L'Écriture
épistolaire et le s jugements littéraires chez Flaubert»,
ed
. cir.,
pág. 346.
(218) G.
FI.AUBER
T,
Novembre, ed. cit., pág. 102.
(219) G.
FI.AUBER
T, Un coeurs imp l
ec
n T
rois
ConteJ,
Dossier de Marie Basuyaux,
Gallimard (
Foli
oplus C
lassi
qu
es), Par í
s, 200
3, pág
s. 50 y 57 .
(220) G.
F1AUBERT,
•'Carta
a Ern
csr F cydea u, de 6 de agosto de 1857 », en
Co-rres
­
pondance, ed. cir., p
ág.
34 6.
(221) Genevieve BoLLEME,
La
lefon
de
Flaubert,
Union
Generale d'Editions (col.
10/18), París, 1972, págs. 77, 98, 107, 110-113.
(222) G.
F1AUBERT,
Mémoires
d'un
fou, ed. cit. , págs. 66-67.
(223) G.
FlAUBERT,
"Carta a Alfred
Le
Poittevin, de
13
de mayo .de 1845",
en
Cormpondance, ed. cit ., pág . 58.
(224) G.
FI.AUBERT,
"Carta a
Guy
de Mauppasant, de 19 de febrero de 1880", en
885
Fundaci\363n Speiro

ESTAN/SLAO
CANTERO
Flaubert hizo del arte una especie de divinidad
y
se
aferró a
él
como otros a
la
religión, hasta
el
punto
que
"el
Arte fue su Dios"
y
ese
fue su verdadero ideal (225).
El
arte era su religión, según apre­
ciación de Lanson (226) o, como dijo Thibaudet, hizo de la litera­
tura su vida, considerándola como la salvación espiritual (227).
Como
Bauchat expresó lo que se ha dicho con frecuencia (228),
"se
dedicó
al
culto de la
frase
perfecta
y
buscó por
las
palabras realizar
la belleza en sí" (229); "llegó a la teoría singular -había
advertido
Du
Camp-
de que la palabra más armoniosa
es
siempre la palabra
justa" (230). Sin embargo, aunque hoy carezca de
interés la cues­
tión, desde
muy
pronto
se
discutió
si
Flaubert sabía escribir, argu­
mentando para negarlo, la frecuencia de frases incorrectas, sobre
todo en
Madame
Bovary.
Escasamente apreciado
por
Faguet,
Thibaudet, en cambio, indicó que
el
valor del estilo de Flaubert
quedaba demostrado por la fecundidad en sus discípulos (231).
Idealista del arte puro (232), para el
que
la
moralidad del arte
reside en su belleza (233), proponía a su amante: ''.Amémonos
en
e/
Arte
como los místicos
se
amaban
en Dios
y que todo palidezca ante
Oeuvm
Completes,
Correspondance.
Huitieme
Série
(1877-1880),
nouvelle édition aug­
mentée, Louis Conard, París, 1930, pág. 397.
(225)
R.
DUMESNIL,
Gustave
Flaubert
...
, ed. cit., págs. 45,
108,464
y 470.
Lo mismo opinaría A.
COLLING,
Gustave
Flaube,1
... ,
ed. cit., págs. 192 y 195.
Su
sobrina había dicho que ,eligió
el
arte como
su
dios»,
(C.
COMMANVILLE,
Souvenirs
intimes,
ed. cit., pág.
XVI).
(226)
G.
l.ANSON,
Histoire
de
la
Littératllre
Franraise,
ed. cit., pág. 1078.
(227)
A.
TH!BAUDET,
Gustave
Flaubert,
pág. 289.
(228)
Guy
de
MAUPASSANT,
Gustave
Flaubert
(1884), prólogo de
Michel"
Parfenov,
I.:Aventurine
(Parangon), París, 2001, págs. 56-62.
(229) Charles
BAUCHAT,
De
Restif
a Flaubert
ou
le
Naturalisme
en
marche,
Les
Editions
La
Bourdonnais, París, 1939, pág. 273.
(230) Maxime
Du
CAMP,
Souvenir,
littéraires,
edición
y
prólogo de Michel
CHA!LLOU,
Complexe, Bruselas 2002, pág. 26.
(231) A. TH!BAUDET,
"Sur
le style de Flaubert", en
Réflexions
sur
la
littérat11re,
edi­
ción y notas de
Antaine
Compagnon
y
Christophe Pradeau, con prólogo de
A.
Compagnon, Gallimard (Quatro), París,
2007,
pág. 356.
(232) G.
FLAUBERT,
"Carta
a Leroyer de Chantepie, de 23 de enero de 1858", en
Correspondance,
ed. cit., pág.
360.
(233)
«La
moral del Arte consiste en la belleza misma»,
G.
FLAUBERT,
"Carca a
Louis
Bonrnfant,
de
12
de diciembre de 1856", en
CEuvres
Completes.
Correspondance.
Quatrieme
série
(1854-1861),
nueva edición aumen.tada, Louis Conard, París, 1927,
pág. 136.
A.
COLUNG,
Gustave
Flaubert
...
, ed. cit., págs. 184 y 193.
886
Fundaci\363n Speiro

LITERA TURA,
RELIGIÓN
Y POL/TJCA
EN
FRANCIA
EN
EL SIGLO
XX:
GUSTAVE FLAUBERT
tal amor; que
las
demás candelas de la vida (que todas huelen) des­
aparezcan ante ese gran sol" (234). Bien entendido que
el
partero
de tal arte era
él
mismo. Elitista (235), sobre todo, de la inteligen­
cia (236), de la que,
por
supuesto, creía que formaba parte,
si
la
curiosidad
le
llevó en su juventud a entrar en alguna iglesia, sin
embargo, como dijo de

mismo, "en lo que se
refiere
al dogma, no
iba a
él;
me sentía hijo de Voltaire" (237). Tal actitud (238),
unida
a los sentimientos románticos de su juventud, en la que "desde
el
cole­
gio ( ... ) soñaba
las
pasiones"
y "hubiera querido tenerlas todas" (239),
no era lo más adecuada para que viera en la religión católica algo
diferente a un "atraso de varios siglos" (240) o
una
influencia socia!
"enorme y deplorable" (241 ). Tampoco sus amistades eran lo más
apropiado para haberle hecho cambiar:
Le
Poitevin, Bouilhet,
Du
Camp. Pero no sólo los más íntimos; tampoco Gautier, los
Gon­
court, Sainte-Beuve, Baudelaire, Zola, Renan, Taine o Sand (242).
Su animadversión
y falta de objetividad le hicieron creer que la
democracia
se
apoyaba en la religión
y,
de ahí, su odio hacia ella:
"odio la democracia (al menos como
se
la entiende en Francia) por­
que
se
apoya en
«la
moral del Evangelio», que
es
la inmoralidad
misma, a pesar de lo que
se
diga;
es
decir, la exaltación de
la
gracia
en detrimento de la justicia, la negación del Derecho, en una pala-
(234) G.
FLAUBERT,
"Carta a Louise Colet, de
14
de agosto de 1853",
en
Corres­
pondance,
ed. cit., pág. 247.
(235) G.
FLAUBERT,
"Carta a Leroyer de Chantepie, de 16 de enero de 1866",
en
Correspondance,
ed. cit., pág. 481.
(236)
G.
FLAUBERT,
"Carta a George Sand, de 30 de abril de 1871", en
Correspon­
dance,
ed. cit., pág. 588.
(237)
G.
FLAUBERT,
Novembre,
ed. cit., pág. 102.
(238)
Se
dijo,
con
notable hipérbole, que Flaubert "conoce los autores eclesiásticos
como un benedictino" U-
LEMAITRE.Les
contemporains,
ed. cit., pág. 66). Flaubert leyó
buen
número
de obras para documentarse durante
la elaboración de
La
tentación
de
san
Antonio
y de
Bouvard et Pécuchety
para
el famoso pasaje de
la extremaunción de Emma.
Si
lo hizo con buena voluntad
y no sólo para argumentar
la inconsistencia de todas
las
religiones, no supo o no quiso sacar de la lectura ningún provecho espiritual.
(239) G.
FLAUBERT,
Novembre,
ed. cit., pág. 85.
(240)
G.
FLAUBERT,
"Carta a Leroyer de Chantcpie, de
18
de diciembre de 1859",
en
Correspondance,
ed. cit., pág.
389.
(241)
G.
FLAUBERT,
"Carta a Leroyer de Chantepie , de
24
de enero de 1868",
en
CorTespondm,ce,
ed. cit., pág. 525.
(242) Sobre las amistades de Flaubert,
A.
ALBALAT,
Gustave Flaubert
et ses
amis,
ed. cit.
887
Fundaci\363n Speiro

ESTAN
ISLAO
CAN
T ERO
bra, la anti-sociabilidad" (243).
Como
tantos otros, parece que
también él,
al
menos durante algún tiempo,
sucumbi6
al cientificis­
mo: "La ciencia
se
convertirá en
fe;
estoy seguro" (244).
Sin
duda
hay que estar
muy
pagado de sí
mismo
para creerse
que todo lo que
le
rodea a lo largo de su vida no
es
más que· estupi­
dez.
En
julio de 1870
le
escribía a su sobrina:
"(
... ) te convencerás
que no
se
puede hablar más que con muy poca gente. El número
de
los imbéciles me parece que aumenta cada día. Casi todas
las
gentes
que conocemos son intolerables por toscas e ignorantes" (245).
Se
comprende que
el
centro de su vida fuera
él
mismo y que en la casa
en que vivía con su madre y su sobrina, todo girara en torno a
él.
Los
Goncourt
escribieron: "Flaubert
es
un
hombre
que
es
vani­
doso consigo mismo" (246). Faguet destac6
como
rasgos dominan­
tes de su personalidad la timidez y
el
orgullo (247) hasta extremos
"enfermizos", de
modo
que "no admitía otra
opinión
que no fuera
la suya" (248), hasta llegar a "perder la cabeza" si se le contradecía,
según
el
testimonio de Zola (249). Su ego fue
tan
acusado que,
ese
mismo crítico, conocedor de los escritores del siglo, de los que
se
ocupó con largueza, dijo que "difícilmente
se
encontrará un
yo
más
exclusivo e intransigente que
el
de Flaubert" (250).
Así
como para
Emma
o Frédéric Moreau, "su
yo
es
la única realidad existente" (251),
de
modo
muy
similar, y como
ha
advertido Poyet, en
el
individua­
lismo absoluto de Flaubert estaría el origen de su nihilismo (252).
(243) G.
FLAUBERT,
"Carta
a George Sand, de
30
de abril de 1871 ", en
Cormpon­
dance
, ed . cit ., pág .
587
.
(244) G.
FLAUBERT
, "Carta a Leroyer de Chantepi e, de 18 de diciembre de 1859 ",
en
Correspont:Útnce,
ed. cit., pág. 389.
(245) G,
FLAUBE.Kf,
«Carta
a su sobrina , de 14-15 de julio de 1870», en
Oeuvres
Completes.
Correspondance
. Si x
ieme
série
(1869-1872) ,
nueva edición
aumentada,
Louis
Conard,
París,
1930
, pág. 134.
(246) Edmond
et Jul
es
GoNCOUR T,
''.Anotación
de
5 de
m arz o de 1866 ",
]<,urna!.
Mémories
de
la
vie
littéraire,
JI. 1866-1886,
ed. cit., pág. 11.
(247) Emile
FAGUET,
Fúzubert,
Librairie
Hachette,
París, 7.• ed ., s.f., pág. 17 .
Defecros
que
, en los mismos términos, indicaba
R.
ÜVMESNIL
, Gustave
fúmbert
... , ed.
cit ., pág. 99.
8 88 (248)
E.
FA
GUET,
Fúzubert,
ed., cit., pág. 17.
(249)
É .
ZoLA,
Les
romanciers
naturalistes,
ed
. cit . pág. 194.
(250) E.
FAGUET,
Flaubert,
ed ., cit ., pág . 18 .
(251)
T.
P O Y
ET, Le
nih ili s
me
de
F!aubert
... , ed . c it.,
pág
. 196 .
(252)
T .
P O
YET,
Le
nihilisme
de
Fúzubert
... , ed .
cic.,
págs. 247-249.
Fundaci\363n Speiro