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Número 535-536

Serie LIII

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Hugues Kéraly, Mes 36 fous de Chrétienté

Hugues Kéraly, Mes 36 fous de Chrétienté, Poitiers, DMM, 2015, 192 págs.

Hugues Kéraly, nom de plume de Hugues de Blignières (1947), hijo del que fue jefe de Estado Mayor de la OAS, enseñó filosofía (época de la que queda su excelente introducción al prefacio del comentario de Santo Tomás de Aquino a la Política de Aristóteles) antes de consagrarse al periodismo. De la mano de Jean Madiran (también pseudónimo) hizo sus primeras y quizá mejores armas en la revista mensual Itinéraires y el diario Présent. Se especializó en el mundo hispanoamericano, viajando con frecuencia por el mismo. De ahí salieron decenas de crónicas, relativas a Centroamérica, Chile, Argentina o Méjico. También algunos libros como su ensayo sobre el «el país comunismo con lenguaje cristiano» (1985), esto es Nicaragua, o la «verdadera historia de los cristeros» (2006).

En este libro singular evoca sus «treinta y seis locos de Cristiandad», que –como explica en la brevísima introducción– no son todos santos ni se parecen: «Algunos son célebres, otros muchos desconocidos. Han escrito miles de páginas magníficas, se han retirado al desierto, han partido al combate o sufrido la relegación social, o han muerto con menos de veinte años por sus ardientes convicciones… Salen de una lectura, de una amistad, de un viaje, de un encuentro, a veces de una simple carta recibida… Sólo un hilo los une, en el misterio de la comunión de los santos: a través de sus destinos, carismas o vocaciones, ninguno ha medido los riesgos o sacrificado a la imagen mundana y a las seguridades de billetera: han ido hasta el fin».

En efecto, los hay de todo tipo. Encontramos, en un primer grupo, a Madiran junto con Ousset o Clément. De cada uno de los grandes patrones del mundo católico tradicional francés de la segunda mitad del siglo XX ofrece un retrato mesurado y amistoso. También aparecen algunos patriarcas de la generación anterior: los Charlier. Y algún no francés, aunque francófilo, como Gustavo Corção. Los eclesiásticos son muchos. Desde los papas últimos (Juan Pablo II y Benedicto XVI, aunque éste como cardenal Ratzinger) a grandes figuras del siglo XX francés: el dominico Calmel o el benedictino Calvet. Entre las que se cuela el inolvidable argentino Raúl Sánchez Abelenda. Y comparecen algunos santos, de toda época: San José, San Juan Bautista, San Antonio de Padua (rectius de Lisboa) y algunos de los numerosos mártires cristeros (Anacleto González Flores entre ellos). También su padre, el coronel de Blignières, y el coronel Argoud. Y Solzhenitsyn o Havel. Y hasta (con sorpresa) Ingrid Betancourt…

El libro es interesante y está bien escrito. De la particular visión que ofrece de cada personaje se aprende algo. Pues su autor pertenece a una raza no demasiado común: la de los periodistas cultos y con principios.

Manuel ANAUT