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Número 557-558

Serie LV

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Bernardino Montejano, Saint-Exupéry, jardinero de hombres

Bernardino Montejano, Saint-Exupéry, jardinero de hombres, Buenos Aires, Distal, 2017, 435 págs.

El escribano y filósofo del derecho Bernardino Montejano es un querido colaborador de Verbo desde finales del decenio de los sesenta del pasado siglo, esto es, durante casi cincuenta años. En su producción ha sobresalido siempre, más allá de su competencia en el tratamiento de las cuestiones filosóficas y jurídicas, de la que en nuestras páginas hay abundantes pruebas, una sensibilidad cultural abierta en particular a la literatura, de la que igualmente sería posible traer a colación muestras notables.

Uno de los temas que ha atraído su atención, y de nuevo podríamos acreditarlo con referencia a nuestras propias páginas, es la figura de Antoine de Saint-Exupéry. En un plano más amplio lo recuerda el autor pertinentemente en la introducción de esta obra, lo que ofrece una perspectiva de su permanente interés por el tema. Que en esta ocasión es presentado en la convergencia de la vida y la obra de Saint-Exupéry, desbordando por consiguiente sus anteriores aproximaciones. Los diferentes libros vienen contemplados, así, con una luz especial que ofrece perfiles singulares y matices sutiles.

El contenido se distribuye en once partes: «El reino de la infancia», «En busca de un camino», «La verdad de los naranjos», «La magia de las arenas», «En el “argentino Reino”», «Tiempos sombrios», «La guerra y el héroe», «Figuras de “El Principito”», «La construcción de Ciudadela», «Jardinero de hombres» y «En busca del Dios perdido». Pese a la amplitud del panorama, subraya Montejano que ha debido renunciar a ámbitos de la vida de Saint-Exupéry de indudable riqueza. Así como aclara que la admiración que le profesa es la que se debe a un maestro y, por lo mismo, en modo alguno beata sino racional. Lo que es dado rastrear a lo largo de los distintos capítulos.

Requeriríamos hoy de los saberes y –sobre todo– de la sensibilidad del inolvidable Rafael Gambra para cernir la lectura tan madura como apasionada que se nos ofrece en estas páginas admirables de la obra profunda y sugestiva de Saint-Exupéry. Y al igual que, cuando en 1998 homenajeamos al filósofo navarro, el platense quiso abordar el tema de «Saint-Exupéry en la obra de Rafael Gambra», hoy podría ofrecerse un estudio semejante a Bernardino Montejano. Dios quiera que podamos verlo.

Miguel Ayuso