Índice de contenidos

Número 557-558

Serie LV

Volver
  • Índice

Enrique Serrano, ¿Por qué fracasa Colombia? Delirios de una nación que se desconoce a sí misma

Enrique Serrano, ¿Por qué fracasa Colombia? Delirios de una nación que se desconoce a sí misma, Santafé de Bogotá, Planeta, 2016, 277 págs.

Enrique Serrano (1960), profesor de la Universidad del Rosario (Santafé de Bogotá), es más conocido en su faceta de escritor y articulista. Ganador en 1996 del Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo, es autor de varias novelas y de algunos libros de ensayo.

El presente está formado por cincuenta apuntes, si incluimos el prólogo, la introducción y la conclusión. Escrito con garra, polémicamente, el buen juicio brilla a menudo, al igual que resultan forzadas algunas de las afirmaciones y desarrollos. El libro, confiesa el autor en la introducción, aborda el asunto, crucial en cualquier comunidad, del pasado, en este caso del pasado de Colombia. A diferencia de otras naciones que rinden culto a su historia, pareciera que al colombiano le interesa poco su pasado, y esa la idea que pretende desterrar. Comienza para ello negando que Colombia empiece en 1810 o 1819 con Bolívar, Santander o Nariño: «Los sujetos de la nación ya estaban conformados como indianos, existían desde hace tiempo y tenían su origen bien definido, hablaban claramente un español mozárabe de las provincias del sur, desprovisto del ceceo y la explosividad glotal castellanas; eran católicos y aún tenían una organización social medieval andalusí –y, en otra medida, de Asturias y Extremadura– digna de ser estudiada a los ojos de una antropología histórica seria. Sin duda, y durante los primeros tres siglos, habían llevado a cabo un proceso racial de mestizaje, desigual en cuanto a las regiones, pero nunca tuvieron un verdadero mestizaje cultural». Sigue reconociendo el verdadero móvil religioso y civilizador de la empresa hispánica y, al hacerlo, pretende hacer justicia no sólo «a la paradójica nación de la que proviene nuestra lengua y cultura», sino «a nosotros mismos, que no somos otra cosa que una versión actualizada de algunos de sus múltiples descendientes». Se opone también «a las razones por las cuales se aduce que hemos vivido siempre en conflicto», sosteniendo que durante la mayor parte de su lenta formación «ha sido más pacífica que violenta».

El libro tiene, así, un signo predominantemente acertado. En la caracterización de la cultura hispánica y católica, en el significado profundo de la «colonización», en la descripción de la paz de que se gozó antes de la secesión, en la afirmación del significado impopular de ésta… Pero el libro se resiente también del prejuicio de partida sobre la influencia decisiva de los cristianos nuevos y de los moriscos en la forja y evolución de lo que hoy llamamos Colombia, por momentos obsesivo, aunque no le impide sin embargo describir con trazos muy vívidos que «somos una nación americana, hispánica, católica, grande, distribuida en regiones dispersas». Como ensayo sociológico son sugestivas las reflexiones que, aquí y allá, se encuentran sobre el carácter adolescente y un tanto provisional que (a juicio del autor) caracteriza a los colombianos, o de la cultura del ocultamiento que tantas veces ve que se practica, o de los efectos de la urbanización acelerada y brutal… Hay mucho más, pero difícil de reseñar en pocas palabras. Lo dicho, un libro con más luces que sombras, aunque a veces éstas no sean menores.

Manuel Anaut