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Contradicciones en el pensamiento actual

Contradicciones en el pensamiento actual
por
JuAN RAMÍREZ VALIDO
Fundaci\363n Speiro

CONTRADICCIONES EN EL PENSAMIENTO ACTUAL(*)
Se puede afirmar, y ya es casi tópico, que una ola de con­
fusionismo parece invadirlo todo, que ya no se sabe o no se quiere
saber -y en esto estriba la gravedad de los tiempos actuales-­
distinguir
lo verdadero de lo falso, el bien del mal. Alguien ha
llegado a afirmar que está pasando
la humanidad -y por tanto, la
Iglesia-por una de sus más grandes conmociones, parecida a
la llevada a cabo por el monje agustino Martín Lutero.
La humanidad actual parece gustar de la penumbra, de esa
zona intermedia entre luz y oscuridad, entre noche y día, donde
es difícil distinguir .bien las cosas. Suelen decir los conductores que
los momentos más peligrosos para conducir son
el amanecer y
el anochecer. La humanidad actual prefiere . conducir en la pe­
numbra antes que decidirse por posturas firmes
y bien delimitadas.
Esto, que en cualquier rama del saber es funestísimo, cuando
se trata de la Teología nos puede llevar a trágicas consecuencias,
a no saber con exactitud las verdades que el Señor nos ha reve­
lado para conocer y vivir el misterio de la Redención.
Pese a estas consecuencias, algunos prefieren correr el riesg'o
de desvirtuar el mensaje de Dios antes que sujetar su mente a
la inmutabilidad de las verdades que llegan a nosotros revesti­
das por
el valor rígido, unívoco, de una definición
Sin embargo, esto no es lo más grave, pues es sólo síntoma de
una enferni~dad que parece corrroer a toda la humanidad actual:
"La enfermedad de la contradicción". El hombre parece envuel­
to hoy en
un mar de contradicciones en todas o casi todas las ma­
nifestaciones
de su quehacer, coritradicciones que tienen su ra:íz
profunda en la estructura óntica puramente humana, como diremos
más adelante.
Expondremos brevísimamente algunas de esas manifestacio­
nes contradictorias en
la manera de pensar del hombre actual.
(*) Nota de Speiro.-Nuestros lectores podrán ampliar las ideas conte­
nidas en el presente estudio consultando
"Ortodoxia -Concesiones -Com­
promisos", del cardenal Giuseppe Siri, publicado en el número 17 de nues­
tro boletín, y ''La inseguridad del hombre moderno en _la problemática del
pensamiento", del
P. Juan Roig Gironella, ;5. J., aparecido en el nú­
mero 36.
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JUAN RAMJREZ VALIDO
l. Triunfalismo y conciencia eclesial.
Entre otros cargos, se acusa a la Iglesia de triunfalista. El
triunfalismo, que comenzó a apoderarse de la Iglesia desde que
Constantino
el Grande firmara el edicto de Milán, en 313, se
ha hecho un mal endémico del que hay que curar a la Esposa de
Cristo, aunque para ello deba sufrir operaciones muy dolorosas.
Coristantino
-se dice-:-ha sido unó de los hotnbres que más da­
ño han hecho· a la Iglesia. Es, pues, necesario volver a la· época
anterior
al edicto de Milán.
El triunfalismo de la Iglesia se pone de manifiesto en los si­
guientes aspectos doctrinales :
a) La Iglesia tiene· conciencia de ser una sociedad religiosa,
fundada no .por un hombre de cualidades extraordinarias, sino por
un
hombre que es Dios;
b) Por voluntad de su divino Fundador, es la única religión
verdadera
en la tierra. No
hay ni puede haber otro sistema religio­
so· que
una adecuadamente al hombre con Dios;
e) ·. Esta conciencia le es esencial, y si no la tuviera, dejaría
de ser
la Iglesia de Cristo. Por esto mismo, la Iglesia tiene con­
cienda de su indefectibilidad o permanencia a través de los siglos
-indefectibilidad o permanencia que lleva consiga la infalibilidad
y la certezá ·de que los elementos eclesiásticos esenciales no va­
riarán, sean cuales fueren· las circunstancias en que tenga que
desenvolver
la Iglesia;
d) La Iglesia tiene que manifestar esa conciencia. Es ver­
dad revelada por Dios que la Iglesia no puede dejar de predi­
car, qne es la· única depositaria de toda la verdad revelada y que
a
ella le fue encomendada la obligación de custodiar y defender la
verdad. ·
e) La Iglesia tiene también conciencia de que todos sus
miembros tienen que vivir
su misterio, con todo lo que vivir ese
mistérfo signífica en la vida privada y pública, familiar y social.
. Triunfalismo, es, pues, que la Iglesia tenga con_ciencia· de _todo
lo anterior y actúe de acuerdo con esa -conciencia. Al renunciar al
triunfalismo tiene que renunciar a todo
el elemento externo que
puede indicar
la conciencia verdad y que debe exigir que todas las actuaciones de sus miem­
bros, tanto privádas éomo
públicas, :políticas como sociales, estén
siempre no sólo dirigidas a Dios, sino. impregnadas de la doctrina
de Iglesia, tal como ella la posee, la entiende y la enseña.
Manifestar esta conciencia y exigir que todos conformen su
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,CONTRADICCIONES EN EL PENSAMIENTO ACTUAL
conducta a ella es síntoma de una actitud dominadora por parte
de
la Iglesia y de un clericalismo a ultranza, ya que todo ello
va envuelto en
la decisión de la jerarquía de aprisionar e inmovi­
lizar, con sus tentáculos, la actividad humana.
He ahí el triunfalismo, enfermedad grave de la que hay que
curar a la Iglesia, y si fuere necesario, con dolor, si la enferma
rehusa ser anestesiada.
* * *
Sin embargo, y en esto estriba la contradicción, nunca se ha
hablado tanto
del lugar que ocupa el seglar en la Iglesia, de que
es también miembro de ella, miembro activo, con derechos y obli­
gaciones en
el cuerpo eclesial. N u nea se ha hablado ni escrito
tanto
del valor del testimonio ,por parte de los seglares, de que
sobre
el seglar pesa la grave responsabilidad de hacer patente la
posibilidad de vivir en Cristo
en todas las facetas de la vida hu­
mana y
de que todas ellas, por muy diversas que sean, pueden y
deben estar impregnadas de
la vida de Cristo, y que lo estarán
cuando estuvieren conformes con
Su doctrina, que no es ni puede
ser otra que la doctrina de
la Iglesia.
Se habla de que el seglar debe tener conciencia de que es
miembro de la
Iglesia y en todas sus actividades vivir de acuerdo
con el espíritu de ese cuerpo del cual es miembro activo. Estas
ideas han resonado en el II Concilio Vaticano. En la constitución
dogmática
De Ecclesia, en el capítulo cuarto, al tratar de los laicos,
enseña:
a) Los cristianos tienen que dar testimonio de Cristo en todos
los momentos
de su vid.a: "A los laicos pertenece, por propia voca­
ción,
buscar_ el reino de Dios, tratando y ordenando, según Dios,
los asuntos temporales. Viven
~n este siglo, es decir, en cada una
de las actividades
y profesiones, así como en las condiciones ordi­
narias
de la vida familiar y social con 1as que su existencia está como
entretejida. Allí están llamados
por Dios a cumplir su propio co­
metido, guiándose
por el espíritu evangélico, de modo que. igual
oue
J~ levadura, contribuvan desde dentro a la santifiraci6n del
mundo y de este modo descubran Cristo a los demás, brillando
ante todo con
el testimonio de su vida, fe, esperanza y caridad.
A ellos,
muy en especial, corresponde iluminar y organizar todos Jos
asuntos temporales a los tj_tie están estrechamente vinculados. de
tal manera que se realicen continuamente según el espíritu de .Te­
sucristo y se desarrollen y sean para la gloria del Creador y de1
Redentor."
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JUAN RAM!REZ VALIDO
b) Los laicos procederán del modo indicado si actúan según
la Iglesia, y actuarán según la Iglesia, Si se acomodan en todo a las
enseñanzas de la jerarquía: "Procuren los seglares, como los demás
fieles, siguiendo el ejemplo de Cristo, que con su
ob€diencia hasta la
muerte abrió a todos los hombres
el gozoso camino de la libertad
de los hijos
de Dios, aceptar con prontitud y cristiana obediencia
todo lo que los sagrados pastores, como representantes de Cristo,
establecen en la Iglesia actuando como maestros y gobernantes." Y
en el capítulo tercero nos dicé: "Los fieles, por su parte, tienen
obligación de aceptar y acatar con religiosa s~misión del espíritu el
parecer de su obispo en materias de fe y costumbres cuando ésta las
expone en .nombre
de Cristo."
. Según lo expuesto, podemos apreciar en el pensamiento actual
llamado de vanguardia, la siguiente antinomia respecto de los de­
cretos conciliares:
Se ataca a la Iglesia por haber permitido que en
ella
se infiltraran errores respecto de las actuaciones públicas a par­
tir
de Constantino, mientras que con un estu.dio más profundo de la
doctrina de San Pablo, de los Santos Padres y del magisterio ecle­
siástico,
se le da al seglar el sitio que le corresponde en 1a Iglesia,
bajo la
~ía de la jerarquía para que todo sea, como dice el
II Concilio Vaticano, para gloria del Creador y del Redentor. La
gloria de Cristo es el triunfo de la Iglesia. Y la Iglesia es el reino
de Dios
por cuyo advenimiento pedimos todos los días en el Padre
Nuestro.
II. Libertad y totalitarismo.
Otra manifestación de la antimonia en que se encuentra sumida
la humanidad actual
es la siguiente: por una rparte, la exaltación de
la libertad humana,
El hombre es libre, la libertad -se dice---es el
constitutivo esencial de la personalidad humana. Gracias a
la liber­
tad el hombi-e se
,posee a sí mismo y ve realizada su prcpia existen­
cia a través del tiempo.
Por ser libre el hombre no ha recibido su ser,
sino que es
un ser que se va haciendo a sí mismo, y se hace a sí
mismo en la medida
en que es libre. Coartar, por tanto, la libertad
es
coartar el propio yo, la personalidad. El hombre se perfecciona
en tanto es libre.
Como
el fin del hombre es la autoafirmaci6n de sí mismo, no se
p11eden poner barreras en la consecución de ese fin ni en la elec­
ción de los medios que a los mismos lleven. ·Semejante coacción. im­
pediria la autoafírmación del yo,
de la personalidad. De aquí pro­
cede
la tendencia a negar la existencia de la ley, o a sostener que
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·CONTRADICCIONES EN EL PENSAMIENTO ACTUAL
la ley es contraria a la libertad. Sólo son admisibles los imperativos
que provengan del propio
yo, de la propia conciencia.
Como el hombre tiene tanta personalidad cuanta libertad goza,
también la dignidad humana será directamente proporcional a la
libertad.
Un ataque a la libertad, por consiguiente, es un ataque a la
dignidad del hombre, porque
lo es también a su personalidad.
La ley, en cuanto es un imperativo que no proviene del propio
yo, sino del no-yo, de la voluntad de otro que se impone, exige una
sumisión de la voluntad humana con la subsiguiente negación de
toda posible autodeterminación, siendo, por tanto, un ataque a la
dignidad humana.
La virtud con la que el hombre se somete a la ley es la obedien­
cia. De aquí que la obediencia -sum-isión de nuestra voluntad a la
voluntad de otro por ser voluntad de otro-es indigna del hombre,
ya que es un acto o estado permanente que el hombre realiza o en
que
se coloca, contrario a la dignidad humana.
* *· *
No refutaré el fundamento metafísico de esta argumentación ;
sólo quiero fijar la atención en el otro aspecto de la antinomia.
Se habla de la psicología profunda, de resortes que se encuentran
en lo más recóndito de la conciencia y ahogan por completo la auto­
determinación
del hombre. Se niega la libertad y, por tanto, la capa­
cidad que tiene el hombre
en dirigirse a sí mismo. Se habla también
de un influjo ambiental que determina, la manera de se~ y, por ende;
de act1,1ar; de un influjo tan despótico de las costumbres humanas,
que anulan por completo la personalidad
al anular la autodetermi­
nación.
En política se habla de una absorción cada vez mayor de la per­
sona por
el Estado. Esta abscrción agrada al hombre moderno, ya
que en él se da la triste paradoja de aue, mientras entona himnos
a la libertad, como constitutivo de la dignidad humana, tiene mie­
do a esa misma libertad por él tan exaltada y le agrada más re­
cibir "hecha,, la vida que ir "'haciéndola" cada día mediante de­
terminaciones libres. Y los Estados modernos, conscientes de este
dualismo antitético, consideran a sus súbditos como niños a quie­
nes hay que dar todo "hecho", como ruedecillas de un gran en­
granaje que debe seguir leyes fijas, y que empieza a funcionar sólo
cuando se aprieta un botón en las oficinas del poder central.
Todo el mundo protesta contra el paternalismo del Estado, pero
todos esperan
de papá-Estado la solución de sus problemas, tanto
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JUAN RAM!REZ VALIDO
intelectuales como ecop.ómicos. El Estado tiene que devolverlo todo,
como el padre tiene que resolver todos los prblemaos del niño. Al
Estado se confía, a
él se acudé.
Si no
recuerdo mal, era Pío XII quien decía que el hombre mo­
derno se est_á cosificando -ante el Estado, ante los demás miem­
bros de fa sociedad, ante las. leyes económicas, ante el poderoso
empuje de la industria, ante todo lo que le rodea-, siendo arras­
trado por la vorágine de la vida, dominado y no dominador.
Todo esto recuerda al hijo pródigo, que marchó un día de la
casa paterna en busca de ·libertad y que terminó esclavo de unas
bellotas que no podía comer porque estaban destinadas a los cerdos.
Lógica conseCuencia de _esta antinomia es la negación completa
de los derechos del hombre, precisamente en un tiempo en que se
habla más que en ningún otro de esos derechos.
Al ·cOsificarse, el hombre apenas tiene derechos ante el Estado.
Y si los tiene, el Estado se los dio, pudiendo quitárselos un día. No
haremos un análisis minucioso de los Estados modernos y de la con­
cepción júridica de sus gobernantes para comprobar la verdad de
nuestras afirmaciones. Basta ojear
la historia que vivimos para per­
catarnos de que
el hombre carece de derechos frente al Estado
moderno."
También se habla, como nunca, de los derechos del niño._ Sin
embargo, la sociedad se organiza. como si esos derechos no existie­
ran.
_Se construyen casas donde los niños molestan, calles donde los
niños no pueden jugar, parques donde se
pone la siguiente inscrip­
ción:_ "Prohibida la entrada a los niños", cines donde la presencia
de uri niño sobrecoge a cualquier hombre sep.sato, escaparates que
los_ niños no pueden mirar, playas donde los niños no pueden reto­
zar
... Y en algunas naciones y para muchísima gente, los niños ni
siquiera tienen derecho a nacer. Sin embargo, la misma sociedad
qu.e hace. todo ello habla y hasta celebra el día mundial de los de­
rechos del niño.
~e a_quí uri caso más de la antimonia de los tiempos presentes.
III. Iglesia y metodología teológica.
· Otro fe'riómeno curioso y que también manifiesta la contradic­
ci~n
del · pensainiento moderno, es el estudio, cada vez más pro­
fundo, de la Iglesia como misterio de salvación
y el intentar pres­
cindir de ella como punto ·
de partida y como luz orientadora en
el estudio de la verdad teológica.
Decíamos antes que
soinos testigos d"e Urt florecimiento cada
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CONTRADICCIONES EN EL PENSAivlIENTO ACTUAL
vez mayor de los estudios teológicos sobre la Iglesia, aunque no
tanto desde un punto de vista apologético, concibiendo a la Iglesia
como fundamento de las
verdades de fe, sino desde un aspecto dog­
mático. Se pretende considerar a a Iglesia -sería interesante un
estudio sobre este problema-como la verdad dogmática suprema,
en
la que· culminau todas las demás. La revelación hecha por Dios
lo es en función de la Iglesia y para la Iglesia, única poseedora de
la verdad divina que
El le regaló para que los miembros de la misma
conocieran los arcanos de Dios.
Se escriben estudios sobre Dios y la Iglesia, Cristo y la Iglesia,
el Espíritu Santo y la Iglesia; estudios que demuestran la rela­
ción entre la Virgen y la Iglesia.
Se conciben los Sacramentos no
tanto como medios de santificación personal, cuanto como órga­
nos dados por Cristo a_ la Iglesia para que ésta crezca, se vitalice
y adquiera la perfección a que está llamada. Las virtudes resul­
tan, según este punto de vista, potencias que tienen los miembros
de la Iglesia para que se unan más y más a Dios en bien de la
misma
Iglesia,
!La Iglesia es el gran árbol plantado por Dios en el mundo. No
es un árbol seco, sin flores ni fruto.s, sino árbol lleno de vida, regado
por la sangre de Jesucristo y de cuyas· ramas Dios ha hecho florecer
todas las verdades que su Providencia plugo manifestar para bien
y hermosura de la misma Iglesia.
La revelación está destinada .a la salvación de los hombres, y
como la salvación de los hombres radica en la Iglesia, en ésta
tam­
bién debe estar toda la revelación. La Iglesia es, por tanto, la bis,
toria de la salvación, o mejor, la salvación del hombre haciéndose
hlstoria:
el misterio de Cristo Redentor _que se .verificó un. día en
Cristo
y por Cristo continúa verificándose a través del tiempo en
la Iglesia y por la Iglesia. ·
Siendo esto así, es lógico pensar que el estudio de la Teología,
conocimiento
exacto del misterio de ·Dios, no se haya podido hacer
nunca, y mucho menos se
:podrá hacer ahora, sino partiendo de la
Iglesia y bajo la constante guía de ella. En su carta ad ro_ma1'os dice
San Pablo que
el Evangelio es la fuerza de Dios para la salvación
de todo
el que cree (1 ). Si quien nos salva es la Iglesia, la fe. que
nos justifica no puede ser otra que
la fe de la Iglesia. Todo lo
revelado por Dios debe
ser apropiado por cada fiel en la. Iglesia
y por la Iglesia. Querer prescindir de la fe de la Iglesia en el es­
tudio de
la Teología, en la formulación de los dogmas, significa
(!) Rom. I, 16.
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.TUAN RAM!REZ VALIDO
no entender el profundo sentido del misterio de Cristo en la Igle­
sia.
La Teología tiene que comenzar por la Iglesia, analizando lo que
ésta cree, y con esa fe como
punto de partida, encontrar, orientados
pr ella, su entronque con la verdad revelada. Magistralmente expo­
ne este punto Pío XII en la encíclica Humani generis: "También
es verdad que
los teólogos deben volver siempre a las fuente-s de la
revelación divina, pues a ellos toca indicar de qué manera se en­
cuentra explícita o implícitamente
en la Sagrada Escritura y en la
divina tradición lo que enseña el magisterio vivo."
* * •
Contrastando con tocio esto, se quiere introducir en la Iglesia
una nueva Metodología en Jos estudios teológicos, que iría carco­
miendo
poco a poco la misma Teología, no para convertirla en
mero análisis de la Sagrada Escritura, en mera Teología bíblica,
en
el sentido católico de estas expresiones -lo cual sería un mal,
aunque no muy
grave-, sino en el sentido protestante, de tan fu­
nestas consecuencias, que acabaría con la Teología, con la Teología
bíblica y con la misma Sagrada Escritura.
Algunos pretenden prescindir
de la fe de la Iglesia como punto
de partida en el estudio de la Teología, de esa fe que en la Iglesia,
como en todo organismo vivo, ha ido desarrollándose cada vez más
y más, hasta llegar a la madurez clara y nítida de las definiciones
dogmáticas, donde se exponen, sin ambages, sin penumbras, las ver­
dades que deben ser creídas.
Quieren, asimismo, leer 1a Escritura y, sin previo análisis
f'onceptual, sin
tener en cuenta el magisterio eclesiástico, sea
como
punto de partida, sea como elemento orientador, llegar a
conc~usiones de fe.
Nada es, sin embargo, más funesto para la Teología y para la
misma Ss1grada &critura.
Leyendo la encíclica M ysterium fidei, uno piensa si no será
por querer prescindir del magisterio eclesiástico en ~1 punto de
partida y en el desarrollo de )os estudios sobre la presencia real
de Cristo en la Eucaristía por lo que se ha llegado a neg-ar esa
misma presencia real. Probablemente ésta es 1a mejor explicación
de .tales desviaciones dogmáticas.
Además, resulta difíci1 exolicar la actitud de esos teólogos
cuando se piensa que el Concilio Tridentino definió tan claramen­
te las verdades que hoy son puestas en duda.
Otra vez aparece
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CONTRADICCIONES EN EL PENSAMIENTO ACTUAL
la antinomia: mientras se exalta a la Iglesia se prescinde de ella
en
lo que tiene de esencial: su fe.
IV. Iglesia visible y comunidad eclesial.
Aún hay más. EJ elemento visible de la Iglesia ha sido relega­
do a segundo plano y colocado primero el plano espiritual, pneu­
mático y, por tanto, invisible, que es lo que la hace verdadera
comunidad, pues
por esta incorporación interna, real, mística, al
Cuerpo
de Cristo tenemos y participamos de una misma vida,
~iendo todo unum, una sola cosa en Cristo y con Cristo.
El sacrificio de la misa es siempre sacrificio de todos pür ser
sacrificio de
la Iglesia, que es una: un solo bautismo, un solo Es­
píritu, una sola fe, un solo Señor y un solo Dios (2).
Es extraño, no obstante, que mientras se pone en lugar debido
la doctrina de la Iglesia como corpus mysticum, se niegue el ele­
mento visible, jurídico,
de la misma, tatt claramente señalado por
el II Concilio Vaticano: "Pero la sociedad dotada de órganos
jerárquicos
y el cuerpo místico de Cristo, reunión visible y comu­
nidad espiritual, Iglesia terrestre e Iglesia dotada de bienes celes­
tiales no
han de considerarse como dos cosas, porque forman una
realidad compleja, constituida
por un elemento humano y otro
divino ...
"El espíritu de Cristo, vivificador, se sirve de la unión social
de la Iglesia
para incrementar el cuerpo de la misma.,,
En cambio, el pensamiento progresista niega el verdadero sen­
tido comunitario de las misas celebradas en privado, hasta el
punto de que
el sentido comunitario, eclesial, como se dice ahora,
ha tenido que ser reivindicado por Paulo VI en la encíclica Mys­
terium fidei, saliendo al paso de ciertos errores que han comenza­
do a pulular en algunos ambientes teológicos y litúrgicos·: "Por­
que toda misa -dice Paulo VI-, aun la celebrada privadamente
por un sacerdote, no es privada, sino acción de Cristo y de la
Iglesia, la cual en
el sacrificio que ofrece sabe que se ofrece a
sí misma como sacrificio universal y aplica a la salvación del
mundo entero
la única e infinita virtud redentora del sacrificio de
la Cruz. Pues cada misa que
se celebra se ofrece no sólo por la
salvación de algunos, sino también por la salvación de todo el
mundo.
De donde se sigue que, aunque a la celebración de la
misa convenga en
gran manera por su misma naturaleza que un
gran número
de fieles tome parte activa en ella, no por eso se
(2) Eph. IV, 4. s.
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JUAN RAMIREZ VALIDO
ha de d~saprobar, sino antes bien aprobar, la misa celebr~_~a pri­
vadamente según las prescripciones y tradiciones de la· Iglesia por
un sacerdote acompañado sólo J.X>r el ministro que le ayuda y
responde ... "
·y siempre tenemos que hacer la misma pregunta: ¿ Cómo es
posible que se niegue el valor eclesial de estas misas, precisamente
cuando más florece el estudio de la Iglesia como Cuerpo de
Cristo?· Ee ahí' una antinomía más de los tiempos actuales.
V.
Kerigma y Teología.
Algo parecido sucede con la llamada Teología kerigmática.
Kerigmático es un adjetivo, y los adjetivos, como nos enseña
la ·Gramática, son palabras que se ponen junto a los substantivos
para calificarlos y determinarlos. Por tanto, no puede· haber ad­
j etlvo sin substantivo. Suprimiendo el substantivo se suprime, ipso
facto, el adjetivo. .
La .Teología kerigmática es, en primer lugar, .Teología. -cono­
cimiento exacto de la fe y de la Iglesia como floración de la verdad
revelada-y, luego, kerigma, expresión vital de esa verdad· para
que los miembros de la Iglesia la conozcan y vivan.
Todos
los miembros de la Iglesia deben vivir de la fe que
aquélla profesa. Dios ha hecho florecer
en la Iglesia las verdades
reveladas en fórmulas dogmáticas para alimento vivo de todos, ·,-no
para regusto espiritual de unos pocos elegidos. Es necesario que
todos
conozcan y vivan la fe de la Iglesia, y la única manera de
conseguir este doble fin es mediante el conocimiento perfecto de
esa misma fe, al-menos por parte de quienes· tienen 1a misión de
hacerla
vivir. Y

a
ese conocimiento sólo se llegá a través del estudio,
a veces árído y arduo, de las fórmulas dogmáticas.
· Siti. embargo, algunos teólogos acentúan tanto el adjetivo de
que arriba hablamos, que suprimen el substantivo, quedándose
sin el uno y sin el otro. Prescinden de las definiciones en las ver­
dades de fe, del análisis exacto de las proposiciones arguyendo que
no son kerigma, que no sirven para alimentar al pueblo de Dios.
Con lo cual se quedan sin Teología y sin kerigma, como si quisie­
ran Comer pan sin querer comer trigo.
Es absurdo amasar pan prescindiendo del trigo ; absurdo es
también concebir una Teología kerigmática prescindiendo de los
conocimientos minuciosos y exactos de la Teología dogmática.
He ahí otra contradicción más del pensamiento actual.
* * *
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CONTRADICCIONES EN EL PENSAMIENTO ACTUAL
Si queremos buscar las causas de estas contradicciones del
pensamiento actual, veremos que son sólo manifestaciones de la
contradicción interna con que tropieza la naturaleza humana cuan­
do intenta desligarse de Dios.
El hombre ha querido prescindir de la Iglesia. Por prescindir
de la Iglesia
se ha alejado de Cristo. Y por alejarse de Cristo ha ne­
gado a Dios.
Pero el hombre sin Cristo y sin Dios es un ser contra­
dictorio, sin explicación posible. No es, pues, extraño que la filo­
sofía existencialista atea defienda proposiciones absurdas sobre el
hambre, su existencia y su destino. Tales teorías son lógicas. Par­
teu de un principio falso y lo desarrollan consecuentemente. Si,
en cambio, los principios que les sirven de fundamento fueran ver­
daderos, tendríamos que aceptar la concepción del hombre que pro­
pugnan
el pensador ateo J ean Paul Sartre y sus amigos.
El hombre está dotado de voluntad, pero esta voluntad puede
desequilibrarse, como enseña San Pablo en su epístola '' ad ro­
manos". Y el único medio para restablecer el equilibrio es, según
el Apóstol, la persona de Jesucristo: "Gracias sean dadas a Dios
por Jesucristo, Señor Nuestro".
Sin Cristo, el hombre está en el error : "Y o soy el camino, la
verdad y la vida" (3,). El equilibrio del entendimiento estriba en
poseer a Cristo, porque solamente aceptando a Cristo se encuentra
en la verdad.
Sin Cristo, el hombre es una contradicción insoluble.
Con Cristo, el hombre se comprende a sí mismo.
!Cristo nos viene por la Iglesia y en la Iglesia. Su doctrina nos
es proporcionada por la Iglesia. Alejarse de la Iglesia es, por con­
siguiente, alejarse de
Su doctrina; negar a la Iglesia, negar Su
doctrina. Y también es rehusar toda posible explicación del hombre.
Sabemos, gracias a
la Teología, que el hombre sin Cristo ni
siquiera es hombre. Por esto, el hombre actual, convertido en un
ser contradictorio por prescindir de Cristo, ha proyectado esa con­
tradicción ontológica en las más diversas mánifestaciones de su
vida. La única solución a tantas angustiosas situaciones antinómicas
sólo se puede encontrar en Cristo. Y Cristo -no lo olvidemos-- se
nos da por su Iglesia y en su Iglesia.
(3) lo. XIV, 16.
JUAN RAMÍREZ VALIDO
Profesor de Teología en el Seminario de
Canarias.
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