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Curvers y el Papa ultrajado

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
CURVERS Y EL PAPA ULTRAJADO (1)
por
GABRIEL PE ARMAS
I
En la primera parte de la encíclica Ad Petri Cmthedram, tan
sigilosamente preterida
en las cantatas de los heraldos del progre­
sismo innovador, Juan XXIII trata del problema de la verdad.
Afirma el
Papa que la raíz de todos los males que aquejan al hom­
bre y

a la sociedad de nuestros días está, de una
parte, en la ig­
norancia de la verdad, y de otra, en el :desprecio y en la temeraria
aversión a ella. "De aquí -nos dice-proceden los errores de
todo género que penetran como peste en lo profundo de las almas
y se irifiltran _en las estructuras Sociales, tergiversándolo todo, con
el peligro de los individuos y de la convivencia humana."
¡ ¡ Tergiversándolo todo! ! No perdamos de vista este vocablo,
tergiversair, y la explosiva carga dramática que lleva consigo ...
Porque, ¿ no ha sido precisamente la figura del Papa Juan una
de las víctimas escogidas por ese espíritu de tergiversación uacido
de la · temeraria aversión a la verdad? Tan conitinuador se sintió
Juan XXIII de la obra de su glorioso antecesor, que no hay do­
cumento alguno por él refrendado que no haga referencia y corro­
bore, con exaltación, las sabias enseñanzas de Pío XII {2). De las
{l)· Alexis Curvers: Pfo XII, e.Z Papa ultrajado, Luis de Caralt,
editor. Barcelona, 1%5_. (2) Juan XXIII no escatimó jamás. elogios a su predecesor de venera­
da
-memoria que -ison palabras suyas----< "durante casi veinte ,años, sin
dejarse abatir por los acontecimientos, a veces cru:e1es, hizo resplai::idecer,
ante los ojos de los hombres, el ideal de un orden pacífico entre las na­
ciones y trabaj6 con perseverancia para instaurarlo en el mundo, hacién­
dose intrépido _defensor de· los derechos más sagrados de las personas y
de los
pueblos". Por otra parte, no hay un solo documento suyo que .no
vaya matizado de textos doctrinales de Pío XII. Th:ls PontHices, somática
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setenta y dos notas que contiene, por ejemplo, la Pacem m, terris,
treinta y tantas pertenecen al acervo doctrinal del Papa Pacelli.
Pues bien; ha sido tal el morboso empeño de enfrentar a ambos
:Pontífices, de mostrarlos como antagónicos, rivales entre sí (3), que
en algunas ediciones de esta encíclica se han llegado a suprimir,
d9losamente, las citas correspondientes al
Pastor Angélico .
. Sí.
.. ¡ Tergiversándolo todo !
II
Existe, pues, como denunció oportunamente Bemanos, una
técnica de 1-a mentira. Mientras tanto, la verdad continúa despro­
vista de técnica alguna a
su servicio. Del enorme poder que tiene
la técnica de la mentira, nos habla Alexis Curvers en la primera
parte de su obra .•.
\Pío XII, nos dice, muere en_ 1958. entre un concierto de elo­
gios universales; en 1963 su memoria es casi universalmente de­
nigrada (4). ¿ De dónde salió la orden de manchar su excelsa figu-
y psiquíca.me!lte distintos ; pero unidos, sin embargo, en un común pensa­
miento·
y en \1n mismo sentir: la expánsión de la Iglesia para gloriá de
Dios.
(3) Al morir Gregorio XV1, los católicos liberales,. resentidos por 1a
publicación de la encíclica Mirari vos, siguieron el mismo procedimiento
que los progresistas de nuestros días. Irrumpieron con denuestos al Pontí­
fice difunto y halagaron, con fingidas carantoñas, a
Pío IX en su afán
de atraerlo a las ideas nuevas. No gritaban ¡ viva el Papa-!, como certera­
mente señalaba San Juan
Bosco, sino ¡ viva Pfo IX I Cuando Pío IX se
dio
_cuenta de que su bondad era tan mal interpretada, publicó el Syllabus
y la·. Quanta cwra. Entonces, todos aquellos que se hacían lenguas del Pon­
tífice libera.!, comenzaron a atacar al nuevo dictador.
·Monseñor. de· Segur, en su obra La·Revolución, traducida y publicada en
España en 1867, hace nn siglo, describe admirablemente las nuevas tácti­
c;:as de las fuerzas def mal.. Cita la correspondencia de dos masones, Nubius
y Volpe.
En ella se dice: "Debemos hacer 1a educación inmoral de la
Iglesia y llegar por pequefios medios, bien graduados, aunque bastante mal
definidos, al triunfo de la idea revolucionaria por un Papa. Este proyecto
me ha -parecido siempre de una -habilidad· más que humana."
'Monseñor de Segur comenta :
"En efecto, es sobrehumano, porque viene
en línea recta de Satanás. El -personaje
que .se oculta bajo e1 nombre
de
Nttbius describe luego este Papa revolucionario, que él se atreve a es­
petat : . un Papa crédulo Y' débil, sin penetración, hombre de bien y res­
petado, e imbuido· en los principios democráticos."
(4). Al morir-·pfo XII, la revista Ecclesia, órgano de la Dirección de
la Acción
-Católica Española, en su número 900, del 11 de octubre de 1958,
publicó un editorial · tih11adO "Et mundo en orfandad", justo y be­
llísimo ...
"Campanas de todo el orbe tañen, tristes, por esta inesperada baja que
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ra? Si es difícil precisarlo, más difícil es aún explicarlo sin cier­
ta intervención diabólica. No lo olvidemos: Satanás es padre de
la mentira.
Las fuerzas del mal han comprendido, hace tiempo, que la
Iglesia combatida de frente es invencible.
Han decidido, pues,
atacarla desde dentro. A
tal logro, nada mejor que introducir en
ella un enfermizo sentimiento de culpabilidad.
Es, al fin y al cabo,
el mismo procedimiento demoníaco · que se utilim en los famosos
lavados de cerebro : hacer convictos
de culpabilidad por confesión
propia.
Desde la condena
de los errores modernistas por San Pío X,
una inmensa ficción de. acusaciones se venía acumulando junto
a
las puertas ·de Roma, ávida de penetrar eh su recinto con la
aviesa intención de tergiversarlo todo ... Pío XII que, como nos
dice Curvers, fue
uti príncipe del pensamiento, mantuvo urta irre­
ductible postura ideológica,
deriva.da de su esclarecida mente aris­
totélica.
El se constituyó en baluarte inexpugnable, donde se es­
trellaron las vanguardias de los demoledores y subversivos. Y cla­
ro está, una sociedad en
qlle la razón Sobra y la ·pasión se empefüt
en gobernar, influenciada por Sa1;fre, "ese gran inse~to S~cio,
ronco intérprete de la doble locura que borbotea en las meninges
y en los ijares de nuestro tiempo", al decir de Papini -casi be­
névolo en su
juicio-, no puede sentirse ahora inclinada a amnis-
deja en la Humanidad un hueco inconmensurable". upío XII, nuestro re­
dactor
jefe". "Ha sido el suyo lU1 servicio de tan anchas dimensiones que
escapa a todos los balances" " ... el ,precipita.do más valioso que dan de sí
estos apretados veinte
afíos es un notable ensanchamiento en los horizonR
tes del pontificado". "Gracias a Pfo XII podemos contrastar que los re­
celos contra el
catolicismo anidados desde siglos, a rafa de la Contrarrefor·­
ma, en otras confesiones cristianas o en am~entes descreídos, se han di­
suelto
,en una onda de admiración y simpatía." "Pocas veces ha presenciado
la Historia tma compeneti"ación tan ajustada entre una :Persona y Una
institución." "... Pío XII ha sido un Pentecostés :permanente _ en el más
rico esplendor de .Jos carismas." " ... representó a Dios en cada situacit?n
de su existencia complejísima." 1'Luminos9, certero, abierto, firme, Pío XII
queda ante los siglos como un gran arquitecto del reino de Jos cielos."
.¡ Ante los siglos? ¡ Qué contraste I Apenas: han pasado siete años y la
rpisma. revista Ecclesia, no sólo silencia su antigua-admiración; sino que
tergiversa la -palabra de Pablo VI en defensa de su. memoria y es capaz
de anunciar en unas .páginas -en las que tar:ito escdbfa su redact9r jefe­
una obra, rebosante de inexactitudes, sectaria y detestable contra Pío XII,
diciendo de ella que· se trata de un libro "dU'ratnente crítico, fríamente
acusador,-
documentalmente doloroso ... , pero indiscutiblemente ob:ieti-vo .y
honrado". Nbs. _ consta, por otra parte, que este libro, triste!;llente prologado
lXlr un sacerdote español, se ha vendido profusamente, a1 amparo de
este anuncio, en librerías que se rotulan -católicas.
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tiar de su repulsa Ja _ memoria de quien fue, sobre todo, luz ...
Porque eso fue Pío XII: luz. Una fulgente luz colocada sobre el
candelero de la historia.
III
!Gracias a la caridad desbordante de Pío XII se salvaron del
exterminio decretado por los nazis cientos de miles de judíos. El
Papa, amenazado por Hitler, que
no le escondió su propósito de
internarlo en un campo de concentración, siguió impertérrito, sin
embargo, su campaña de protección
y favor a los hijos de Israel.
J .,os testimonios existentes son apodícticos. Sólo la temeraria aver­
sión a la verdad ha
podido lograr una infame tergiversación de los
hechos probados Así, una de las páginas más bellas e impolutas de
la historia de Ja Iglesia aparece ahora emborronada con siniestros
garabatos. Pero de eso, precisamente, se trata: de tergiversarlo
todo por aversión a la verdad ...
'Si en los discrepantes hubiera un ápice de buena fe, bastaría
para acallar sus bullangas el hecho de cjue hayan sido los propios
judíos, los perseguidos, las víctimas, los primeros en testimoniar
a
Pío XII su profundo agradecimiento. Pero sólo los corazones
limpios gozan de mente clara. Los turbios,
obliteran su inteligen­
cia con oleadas de pasión.
Ha hablado nítidamente Pinhas Lapid, cónsul de Israel en
Milán durante el pontificado de Pío XII, y ha recordado, a la
faz del mundo, lo que el pueblo judío tiene que ag-radecer a su
caridad entrañable.
En el mismo sentido lo ha hecho el diputado
laborista Maurice Edelman, presidente
de la Asociación Anglo­
.T udía. Junto a ellos hay que contar al presidente de Estado de
IsraeT, a su ministro de Asuntos Exteriores, al gran rabino Her­
zog, a los rabinos de Roma y de Rumania, a 1oS miembros de 1a
Brigada palestina, a los miembros de la Agencia judía y a los de la
prensa_ israelí ...
Eugenio Zolli, gran rabino de Roma, se convierte al catolicis­
mo ante la grandeza de Pacelli. Al bautizarse toma el nombre de
Eugenio en señal de agradecimiento al Papa de la caridad sin me­
dida. El 26 de mavo de 1955 lle~an a Roma noventa y cuatro iu­
díos e interpretan, bajo la dirección de
Pau1 Kletzki, ante Pío XII,
en señal de gratitud, la IX sinfonía de Beethoven ... ¡ Noventa y
cuatro judíos originarios de catorce países diferentes! ¿ Puede dar­
se un espectáculo más sin.gular y significativo ?
·Pues bien; a éstos y a cientos de testimonios más que podrían
aducirse, júntase la caravana de hechos que han sido ya bien cons-
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talados por la historia: desde los quince kilos de oro que el Papa
ofrece por el rescate de doscientos jndíos la víspera de ser depor­
tados, hasta
el alquiler de cuatro barcos italianos para trasladar a
Roma y ·a1 norte de Africa a cincuenta mil que se encontraban en
el sur de Francia en
la inminencia de la ocupación alemana. Desde
la apertura de los conventos de clausura, para albergar en ellos a
las víctimas de
la persecución, hasta las órdenes emanadas del Va­
ticano a obispos y sacerdotes con
el objeto de que protegieran, por
todos los medios posibles, a fugitivos y proscritqs ...
Mas, por lo visto, el testimonio de los propios judíos es recusa­
ble. Por lo menos, ni ha valido para Rolf Hochhuth, autor de esa
reprobable pieza teatral, amasijo de fábulas malintencionadas, "El
Vicario", ni tampoco para sus epígonos y careadores.
Es curioso. Israel agradeció oficialmente al Cardenal Roncalli
(luego
Juan XXIII) su actividad en favor de los judíos durante
su estancia en Estambul como delegado apostólico. Roncalli, hom­
bre íntegro, sin doblez ni engaño, se apresuró a decir que,
en
su actuación, se limitaba a cumplir disposiciones bien concretas de
Plo XII. ·
Pero, j ay!, hasta el "buen Papa Juan" es recusable y recusa­
do cuando depone e11 aras de la verdad.
Su Eminencia Juan Bautista Montini (ahora Pablo VI, feliz­
mente reinante) escribe una preciosa carta a
The Talkt en de­
fensa del Papa ultra jada.
Fue su más íntimo colaborador y el más
fino auscultador de la sensibilidad de
Pío XII. ¿ Lograría su testi­
monio tornar las aguas a su cauce?
¡ Todo en vano ! La historia se repite una y mil veces: mientras
af hombre de bien le sobran todos los testimonios, al que huronea
en la perfidia de sus
propios sentimientos no le basta ninguno ... Un
oscuro comediógrafo, un periodista resentido, un envidioso de últi­
ma hora, un cura desorientado, pueden mucho en un mundo con
apetito de sensacionalismo y al que la sensatez de la lógica le pro­
duce náuseas.
La temeraria aversión a la verdad lo ha tergiversado todo .
IV
Alexis Curvers, en la segunda parte de su libro, que se abre al
lector bajo la afirmación evangélica de que la verdad nos hará
libres, dice que "la campaña contra Pío XII tiene la mentira como
lema y el tópico como bandera" ... Lo dice y, natúralmente, lo
pnieba. Porque Curvers ha buceado, como nadie, en· el enmaraña-
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do complejo psicológico de tanto tergiversador voluntario y ha
puesto de manifiesto,
con exuberancia de datos, el fallo de sus
flagrantes contradicciones. Ha seguido, paso a paso, las sinuo­
sidades repugnantes de la calumnia y ha descubierto, sin contem­
placiones, sus fementidas coartadas. Ante el mazazo de su lógica
incisiva, las vergonzantes insinuaciones
de los Mauriac, de los
Marlé y de los Dagonet, se han desvanecido como castillos de
naipes.
El 5 de enero de ,1964 se despedía Pablo VI del presidente
israelí, dando por "terminada su visita a Jerusalén. Puso de relieve,
con la precisión dialéctica que le caracteriza, las cualidades más
sobresalientes de Pío XII, en una acabada defensa de su persona
y se lamentó del injusto ataque a tan venerada memoria. Toda la
prensa mundial, a excepción del Osservatore Romano, desnatu­
ralizó aquel bello discurso al escamotear y omitir las exactas pala­
bras del ,Vicario de Cristo.: "gran Pontífice",_-"alma admirable" ...
"Los que como Nos --dice Pablo VI-han conocido de cerca
e~ta alma admirable, saben hasta dónde llegaba su sensibilidad, su
compasión hacia los sufrimientos hwnanos, su valor, su delicadeza
de core;tzón/'
Pues bien; casi todo esto fue suprimido y sustituido por otros
conc:ept.9s m~s · redondos y anodinos. Del encomiado valor de
Pío X,II, ni una sola palabra. Ahí quedan, para testimonio per­
petuo de confusión, la, crónicas de La Ubre Belgique, Le
Monde, Le Figaro, La Croix... A este muestrario de in­
fidelidad a las palabras pontificias, nosotros, españoles, con harto
dolo.r de nuestra alma, tenemos que añadir la revista Ecclesia.
El progresismo internacional puede darse por satisfecho. Ha
mal,\do dos pájaros de ,un tiro: al tergiversar un discurso de Pa­
blo .VI ha intentado desfigurar aún más el ascético perfil de
Pío
XII.
V
¡ Cuánto atrevimiento, sí, cuánto atrevimiento! ¡ Se han atre­
vido, Dios bendito, a hablar del silencio de Pío XII!
j Debió, dicen, gritar contra Hitler! ¿ Es que acaso no gritó?
¿ Qué fueron sus discursos, sus radiomensajes, sus alocuciones,
sino un grito constante, firme, reiterado, valeroso, contra los go­
biernos que apelan a una autoridad fundada en la fuerza, que des­
ligan
el Derecho positivo del Derecho divino, que deshacen los
principios trascendentales
en qne se basa la dignidad de la perso­
na humana, que no reconocen el debido respeto que han de inspirar
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siempre las minorías étnicas que conviven dentro de otros pueblos?
¿ Quién ha hablado como él, más que él y mejor que él?
Pero no; afortunadamente no nos cogen de sorpresa. Ellos hu­
bieran querido que
Pío XII, con sus palabras, exacerbara aún más
los instintos criminales de Hitler. Entonces, sin
duda, no hubie~
ran dramatizado un Vicario que se lava las manos fríamente,. ti­
morato y escurridizo. Nos habrían dado la versión de otro, orgu­
lloso, aristócrata, presumido, que coadyuvó al exterminio de los
judíos por
la altivez, la ufanía y la jactancia de sentirse con un
mínimo de autoridad.
Una vez más, la temeraria aversión a la verdad todo lo tergi­
versa ...
VI
Alexis Curvers comienza su acusación y su defensa -con la hi­
pótesis de que existe una Empresa de la Subversión. Al correr de
la obra, escrita toda ella con una emotiva vibración qU.e se trans­
mite al lector de corazón incontaminado, la hipótesis cobra un
tremendo vigor de tesis probada. "Era necesario --proclama-'­
atacar a Pío XII con las lenguas ilógicas de Babel, dado que él res­
pondía en el único lenguaje
lo bastante claro, lo bastante riguro~
so y libre de equívocos ,para ser digno de los hombres : el que
forjó
Adán bajo el ojo de Dios y que nos reenseñó Aristóteles:"
Meditemos las ,palabras de Cristo: "No es el discípulo más
que su maestro,
ni el siervo más que su amo"· (Mt. 10).
Si en los planes de la Providencia entró que Cristo fuese calum­
niado, ¿ por qué no había de serlo su intacháble Vicario? Era ésta
quizá la única gloria que le faltaba. Sus enemigos, inconscientes
del favor que le han hecho, le han brindado este pedestal. Ahora,
quiérase o no, aquel Vicario, blanco, de ascética figura, dulce, va­
liente y genial, se parece mucho más a Cristo pospuesto a Ba­
rrabás.
Junto a su cruz, como
un cruzado del honor y de la verdad,
Alexis Curvers ha montado su guardia. Estamos con él, le alen­
tamos
y le aplaudimos.
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