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Cómo debe interpretarse el Concilio Vaticano II

TEXTOS DE S. S. PAUlO VI, ACERCA DE COMO DEBE
INTERPRETARSE EL CONCILIO VATICANO
II
"Nos referimos, más que nada, al estado de áwimo de quienes
"quisieran «scnn1eter a discusión» permanente verdades y leyes ya
'"claras y establecidas, con#rn;;ar el pr()Ceso dialéctico del Cowci­
"lio, atribueyéndose com,petencia y autoridad de introducir c1'ite­
"rios inoovadores prop'«>s o sub'lJersivos en el-aná'úi.sis de tas dog­
"mas, de los estatutos, de los rito~, de la espiritualidad de la
"iglesia Catática, para uniform'i1r su pensc¡miento y su vida al es­
"pwitu
de los tiempos. Será siempre lícito, y encomiable que los
"pastores y doctores no permitan al Pueblo de Díos una adhesión
"pasiva a la doctrina y a las costumbres de la Iglesia, y que
n procuren) ante todo, animarla de convicciones vivas, con nuevos
"estudios, e.xpresi-0n-e'S originales, pero todo esto sup,ane kJ, segwra
"fidelidad a la realidad relifJÍ,osa y m,IJ'ral ya garantizada por el
"magisterío de la Iglesia Católica. De no hacerlo así, se desmen­
"tiria su naturaleza y su mrisión.
"Lo cual quiere decir que la postura buena, la que deben
"observar
hoy los fieles de la Iglesia coi, respecto al Conciüo.
"no es !.a de «Someter a di.scusióni», poner en duda o en teila de
"juicio las cosas que nios han enseñado, sino de ponerlas en
'ºp-ráctica; estwdiarlas, comprenderlas, aplicarlas dentro del con­
"texto efectivo de la vula -cristiana."
Palabrás de PABLO vi en la audiencia gene­
ral del 15 diciembre 1%5 (L'Osset"V/Jtore Ro­
mano de 16 de diciembre d~ 1965), texto caste­
llano ECCLESIA, núm. 1276.
"No_ ha sido ni debía ser un ConciUo transformador, como
''a/Jgwnos críticos ajenos, no siem•prc cornrscientes de la naturaleza
"de la Iglesia y de la esencia divina áe la religió" católica, hu­
'"bieran soñado que fuera; tampoco ha sido radicalmente retjor­
Hmado, como otros Concilios, en otros tiempos, con exigencias
"distintas a las nuestros han tratado de ser, pero renovador sí
"ha sido nuestro Concilio; ¡qué abundancia de doctrina religiosa,
''qué cantidad de tradiciones eclesiásticas, de experiencias e.spi­
''ritual,es ha reswmltdo en cierto smtido el Concilio, traduciéndo-
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"las en términos de extraordinario interés moderna! Y pode­
"nl'ios añadir, con relación a algunos puntos doctri.nales y prác­
,. tic os, el Concilio ha sido innovador, derwando con fiel coheren­
" cia de las fuen.tes genuinas de la Sagrada Escritwra y de la
.,,buena teología ciertos, criterios y preceptos, que para gloria
"de Dios y /Jenleficio de la misión de la Iglesia podemos tener
'' por nuevos. Esta herencia del Cond.lio es un compromiso. La
"1 glesia, au.,que aligerada de algunas sup·eradas y secundarias
"normas
canór/lÜ:as, se ha cargado de nueuos deberes. El Con­
''cilio no ha inaugurado un• período de incertidwmbre dogmática
"y moral, de indiferencia disciplina.-, de sup•erficial irenismo reli­
" gioso, de rekDjamiento organizat.ivo; al contrario, ha querido ini­
''ciar un período de niayor fervor, de mayor cohesión comunitq,­
"ria, de m,yor profundización cultwral, de mayor adhesiát> al
''Evangelio, de ma3,1or caridad. p-astoral, de ml'.ZJ'Or espiritualidad
.,, eclesiaJl. Y si este answdo aunwnto de vida cr1ºstiana se quiere
"justamente promO'/Jer en espfritu de l-i/Jertad, propio de los ciu­
''dadanos
del Reino de Dws, esto no autoriza a nadie a sustraer­
, __ se de la obligación de corresponder a las ffi,stancias de la voca­
n ción cri.stiarna; antes bien) invita a, todos a hacer propias estas
')instart'cias) con· crecida· conciencía, cani am' ))personal, fille·lidaid) con ín-titno gozo."
Discurso del PAPA al Colegio Cardenalicio
y
a; la Curia de 23 de diciembre de 1965 (texto
italiano en L'Osservatore Rmnano· del 24) y
texto al castellano en ECCLESIA, núm. 1.274,
del 15-I-1966.
" es preciso una advertencia1 las enseñanzCL,S del Concilio no
"consl:ituyen un sistema orgár/lÜ:o y completo de la doctrina ca­
'" tó-lica; ésta· es mucho m,ás am;plia, camo todos sabéis, y no ha
"sido puesta en duda por el Concilio n; sustancialmente modifi­
"cada; más aún, el Concilio la confirma, la ilwstra, la defiende y
"la desarrolla con autorizada apología, llena de sabidurm, de vi­
, gor y de fidelidad. Este aspecto doctrinal del C oncílio hay que
''adverw!a en primoer lugwr, en honor de la Palabra de Di!Os, que
''pe'Nnanece unívoca y perenne1 cdn'lo luz que no se apaga, y para
"consuelo de nuestras almas que en la voz franca y solemene del
"Con·cilio
experimentan el providencial oficio que Cristo confió
"IJI magisterio vimo de la Iglesia para guardar, defender e in·ter­
"pretar el «dep6sito de la fe» (cjr. Himmn,i !Jeneris, A. A. S.
"1950, página 567). No debemos separwr /,as enseñanzas del Con­
"cilio del patrm,.onio doctrinal de la Iglesia; antes bien, tratar de
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"ver cómo se insertan. en él, pues son testimonW, ezplicaci6n,
nincrem,ento· y aplicación sitya .. Por ello, cuando «las novedades»­
"doctrinales o normativas del Condlio aparecen en .sus justas pro­
'' porci-Ones, no crean objeciones con respecto a la fide "1 glesia a .su función didascálica, y reciben ese verdadero signi­
"ficado
que las hace resplandecer de luz superior.
"No e~tarú, en la verdad quien pensase que el Concilio repre­
" senta unai sepCIIYaci6n, un(i rotura -o, como alguno ha llegada a
'pensar, una liberadón de la enseñcm,,a tradicional de k, Iglesia o
"que
autorice y promueva un fácil conformismo con la mentoiidad
"de nuestro tiemlj}I(}, e+n· lo que tiene de efímero y negatVVo, más
"que de seguro y científico, o que permita al que lo de~e a dar
"el valor y la expresión que le parezca oporlW>lo a las 'Verdades
"de la fe. El C am:ilM abre muchos nuevos horizontes a los estu­
,, dios bíblicas, teol6gicos y humanfulticos, invita a investigar y a
"profundwar en las dencias religiosas, pero no pritua al pensa­
"miento cristiano
de su rigor especulatwo y no consiente que
"en la escwe/a filosófica, teológka y escriturísNca de la Iglesia
"penetre la arbw-mrkdad, la m~ertidumbre, e/ servilismo, la de­
.. , ~'olación, que caracterizan a muchas fortnas del penswmiento re­
"ligioso moderno, , cuando está primado de la asistencia de'l m,a­
" gisterio eclesiá.uico.
"Hay qu:,Cnies se preguntan cuál es la aiuJ:oridad, la califica­
"ción
teológica que el C oncüio ha querido atribuir a sus ense­
" ñanzas, ,abiendo
que ha emtado dar definiciones dogmáticas so­
" lemnes con el peS "La respuesta es sabida para el que recuerde la declaración conci­
"liar del 6 de marzo de 1964, repei;da el 16 de noviembre de
"1964; dado el ca!rácter pa,toral del Concilio ha emtado pronun­
" ciar
de forma extraordinaria dogmas dotados con la nota de in­
"f11libüúiad; pero, sin embargo, ha fortalecido sus enseñanzas con
"la autorúiad del supremo magisterio ordinario; magisterio ordi­
"nario y plenUJmente auM,,t,co, que debe ser aceptado d6cü y sin­
" ceramente por todos los fieles, de acuerdo con el deseo del Con­
" cilio sobre la naturaleza y fines de cada docwmltnto."
Alocuci6n en la audiencia general (12 de
enero de 1966; texto italiano en L'Osservatore
Rcmwno del 13), texto al castellano: ECCLE­
SIA, núm. 1276.
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