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Teilhard y la subversión en la Iglesia

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T eilhard y la subversión en la Iglesia
por
Aux1s CuR VERS
Fundaci\363n Speiro

Reproducimos de la Revista Itméraires, abril 1%6, nú­
mero
102, el presente trabajo de Alexis Curvers, autor del
Iibro "Un papa ultrajado", editado en castellano por el editor
Luis de Caralt . .
Fundaci\363n Speiro

TEILHARD Y LA SUBVERSION EN LA IGLESIA
La revista comunista Euro'f!e ha editado en marzo-abril de
1%5 un número especial en honor de Teilhard de Chardin. En
una larga serie de artículos, autores comunistas y cristianos pro­
gresistas compiten en fervor e ingenio para ensalzar al Maestro,
si bien lo hacen
bajo dos tonos bastantes diferentes: los prime­
ros
se contentan con recomendarlo a los segundos, y éstos abun­
dan en
el sentido propugnado por los primeros.
Esa es la causa por la que la propaganda de tal número ha
sido un tanto discreta: la maniobra contenida en él es dema­
siado visible, Apenas salió
el número a la luz, la dirección de
la revista se ha cogido los dedos. Nunca ha sido mejor desple­
gado
el juego comunista: favorecer en casa del adversario todo
aquello que puede
acarrear confusión y daño, pero adoptando
las necesarias precauciones
para que el sembrador de tales males
no caiga en
la red lanzada.
Ese número especial no implica, en puridad, la apoteosis de
Teilhard sino
un trofeo de victoria de la estrategia comunista.
Pero ésta, explotando su éxito, nos descubre, al mismo tiempo,
sus objetivos,, sus medios
y sus ardides de guerra. Procediendo
a
la exhibición de todos los cristianos seducidos que ha enca­
denado a su carro propugna, con
cierto candor, que, para con·
cebos,
el más seguro de los auxiliares, el más útil de los ins­
trumentos. A lo largo de su artículo introductorio,.
Pierre Abraham,
director de la revista, nos advierte con una claridad insuperable
que no se
trata de convertir a los comunistas al Cristo cósmico
inventado
por Teilhard, sino simplemente de convertir a los cris­
tianos a la Materia divinizada
por el propio Teilhard. De esa
forma los cristianos se acercarán al materialismo sin que los
comunistas den un solo paso hacia
el cristianismo.
Ese "acercamiento" concebido de tal guisa se ejecuta bajo
nuestra mirada
y no cabe reprochar a la revista Europie por
habernos iluminado acerca del v~rdadero sentido del "diálogo"
emprendido y patrocínado así por ella.
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ALEXIS CURVERS
Desde las primeras frases, Pierre Abraham se encarga de
recordarnos que en 1955 los escritos de Teilhard no se podían
encontrar en las librerías, dado que sus superiores habían pro­
hibido su publicación.
"Parece, sin embargo, que una amiga, fiel a su enseñanza,
ha transcrito y multicopiado sus obras, que conserva a dispo­
sición de quien se sienta síncerainente curioso por conocer las
reflexiones del Padre jesuita. Parece también que Teilhard hu­
biera llegado, por vez primera en
el siglo xx, a definir las
recíprocas posiciones de la ciencia y de la religión de forma irre­
prochable respecto de la ciencia y admisible para aquellos espí­
ritus religiosos no cegados por la creencia
en la materialidad de
los hechos narrados en las Sagradas Escrituras."
"Si el avance resulta escaso para los espíritus científicos puede
incrementarse considerablemente al permitir a multitud de espí­
ritus religiosos alcanzar con mayor libertad
el dominio de la
búsqueda cieri.tífica y, consiguientemente, activar así tanto en nú­
mero como en profundidad la conquista de los resultados con­
cretos.
"Siempre en el terreno de la hipótesis, donde las relaciones
entre
la_ ciencia y la religión se situarían en una perspectiva ra­
zonable, se puede entrever por un momento el lugar donde las
autoridades religiosas -pienso en las de Roma-acavarían por
reconocer a la ciencia su campo autónomo",
etc.
¡ Como si Roma hubiese escuchado a Tei!hard para eso, para
"activar'' entre los numerosos sabios católicos Hla conquista de
los resultados concretos"
!
En años sucesivos el director de E·urape se permitió decir
en su periódico :
1962. "El Concilio del Vaticano permite abrigar grandes
esperanzas a los católicos ( ... ) Algunos quisieran palpar ya
los
resultados que se han de producir por ósmosis, en la mayoría
de los Padres conciliares, de las ideas "progresistas" de Teil­
hard. No
sé ni sabré nunca si Juan XXIII Roncalli ha leído
sus obras, pero es indiscutible que, después de cuatro años, ese
hombre ha armado un original alboroto en el Vaticano."
1963. "Todo esto parece que hace resaltar
el interés de un
debate abierto bajo las perspectivas que podría ofrecer
la obra
de Teilhard a los creyentes. No, desde luego, bajo la forma de
un ENFRENTAMIENTO entre marxistas y no marxistas, sino de
una CONF'RONTACIÓN de puntos .de vista diferentes.
" ( ... ) La amistad que yo siento hacia determinados espíritus
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TEILHARD Y LA SUBVERSION EN LA IGLESIA
religiosas, de los cuales algunos son católicos practicantes·, no
puede conducir al resultado de que súbitameute yo empiece a creer
en el niño Jesús o en la Inmaculada Concepción. Ellos saben
sobradameute que muchos de nuestros lectores veu en ello, desde
el prisma de una postura sincera, algo que me abstendré de
calificar.''
Y en efecto, ¿ para qué calificar? Hagamos justicia a Pierre
Abrabam que, aunque escribe en francés, se expresa con una
desusada franqueza. No oculta que
él y la clieutela ordinaria de
Europe consideran ridícula y funesta superstición esas creen­
cias, que sólo manejan para conquistar a los creyerites. Estos están
ciegos en la medida en que permanecen fieles a su fe; se trata de
apartarlos insensiblemente de ella para convertirlos a la "verdad
científica", que los transformará eu marxistas. Descubrimos
la
técnica de la operación puesta en juego eu todos los artículos
de la revista y perfectamente descrita eu
el de M. Garaudy, en­
cargado geueral de ese negocio y reclutador oficial acreditado
por el comunismo internacional en el mundo católico, incluida
la Universidad de Lovaina.
Por supuesto, hay que evitar hasta nueva orden un "tN.F~N­
TAMIE:N'ro", es decir, la explosión de un conflicto doctrinal entre
católicos y marxistas y que surgiría necesariamente de la natura­
leza de las cosas. En tanto y en cuanto los marxistas no estén
en posesión de los medios de utilizarlo en su provecho es me­
nester impedir que semejante conflicto se declare. Pero sobre
todo, es necesario, correlativamente, conducir al gran número
posible de católicos a evolucionar hacia
el .cienticismo marxista
sin que se separeu de la Iglesia de manera que, lejos de agru­
parse en la posición, la Iglesia evolucione suavemente hacia ellos
de forma que el marxismo no encuentre . en ella un obstáculo
irreductible, sino una víctima propiciatoria, ingenua, ¡nocente, com­
placiente y cómplice. Así la Iglesia, echando cada vez más agua
a su vino, despojando su doctrina, subsistirá en la medid.a en que
deje de ser ella misma.
Tal
es el método ilustrado por la revista Eurof!e, pero ya
. antes aconsejado y practicado por Teilhard en persona. Pierre
Abrabam le alaba
con razón por haber querido permanecer eu
la Iglesia, más hábi en eso que "la línea de los espíritus fuertes
que, eclesiásticos o laicos, han conducido desde siglos la lucha
contra el oscurantismo de Roma". En efecto, éstos últimos no
han sonseguido transformar a la Iglesia, a la que han abando­
nado después de su fracaso. Lejos de adormecer
la vigilancia
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ALEXIS CURVERS
la han provocado y endurecido. Más vale, por tanto, que en el
futuro permanezcan en el seno de la Iglesia y para proseguir
contra ella y su "oscurantismo" una lucha intestina más sola­
pada y más mortífera: "el trabajo dirigido desde el interior ( ... )
resulta más eficaz que el propio trabajo conducido desde
el ex­
terior".
Poseemos todas las pruebas de que ese espléndido propósito
no fue ignorado
por Teilhard, ni por los comunistas que lo per­
siguen,
ni por el diablo qne lo ha concebido. EuroP'e> publica
dos cartas inéditas en las que Teilhard recomienda a su secre­
taria, Juana Mortier, ese proyecto desprovisto de artificios.
Esta
no era otra que la amiga encargada por el Padre de poner sus
obras multicopiadas_ a disposición de los lectores "sinceramente
curioso", mientras que él afectaba someterse a la prohibición de
sus superiores.
La primera de tales cartas fue escrita en Johannesburgo el
14 de agosto de 1951. ¿ En qué se ocupaba la piedad del edifi­
cante jesuita la víspera de la Asunción? Lo confiesa sin ambages.:
"He reanudado, en vista de las circunstancias, la costumbre de
repetir (puliéndola y profundizándola) mi .Misa sobre el Mundo."
No crean que están soñando. Ustedes han leído bien. El no dice
que la rece o que vuelva a escribir esa elucubración pateísta
que se nos presenta corrientemente, para disculparlo, como un
mero ejercicio literario. El la repite, la dice habitualmente como
todo sacerdote dice y repite su misa cotidiana. El celebra su litur­
gia personal,
la de la nneva religión que él inaugura en lugar
y .sustitución de· la antigua cuyo vocabulario, sin embargo, con:­
serva jugando y tratando de disculparse de que obra así "en
vista de las circunstancias" ¿ De qué circunstancias? Con segu­
ridad que no trata de aquellas que el ritual romano prescribe
o permite tener en cuenta.
La segunda carta está fechada .en Berkeley (California) el 15
de. julio -de 1952. Berkeley es ese· centro universitario americano
donde ha germinado espléndidamente un progresismo del que
bien pronto
se hablará. Fortalecido, sin duda, por los ímpetus
recogidos :en tal ciudad, Teilhard se atreve a escribir: "Mi vo­
cación consiste
en incorporar uno al otro Cristo y evolución."
¡ Sorprendente vocación la de ese hijo de San Ignacio que
creíamos llamado a predicar el Cristo del Evangelio más que
a anunciar
otro de su fabricación! Consciente de que la elabora­
ción de ese Cristo inédito es totalmente heterodoxo, opta por
.no preocuparse por ello. Pues, lejos de detenerse en tan buen
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TEILHARD Y LA SUBVERSION EN LA IGLESIA
camino, prepara en este momento un nuevo ensayo sobre el
CRÍSTICO desarrollo de una idea "dejada en embrión" (y para
causa) en su REFLnIÓN DE LA ENERGÍA. Y "para causa" es él
mismo quien lo indica. Y agrega esta frase extraordinaria: "Evi­
dentemente este nuevo Ensayo debería colocarse inmediatamente
entre "los Póstwm10s" ..
Teilhard sabía, pues, mejor que nadie que sus escritos eran
impublicables. Renunció
imprinúrlos por miedo a romper con la
Iglesia, que los juzgaría inaceptables, pero les aseguraba una su­
pervivencia y una influencia suficientemente
solapada y profunda
para que estallaran en tiempo oportuno como una bomba cuando
él ya no estuviese presente para recibir sus detonaciones; pero
que, situados en lugar oportuno, devastaría a la Iglesia en su
propio templo
en cuanto la resistencia de aquella estuviera sufi­
cientemente debilitada y equivocada.
Y ese cálculo de Teilhard queda constatado con mayor cla­
ridad aún en otra carta dirigida
en septiembre de 1950 (víspera
de la pnb!icación de la
Humllmlis generis) a un dominico que ló­
gica y lealmente
se había separado de su orden y de Roma. Pue­
de hallarse
el texto íntegro juiciosamente comentado por M. Henri
Rambaud en
el número 91 de la revista ltvn>érai,res (marzo de
1%5). En el fondo, Teilhard está de acuerdo con su corres­
ponsal: el cristianismo, "es inevitable" debe no solamente refor­
marse sino "mudar". Pero aún hay ~s, pues Teilhard enca­
rece: "Considero que la Reforma en_ cuestión (mucho má_s pro­
funda que la del siglo xv1) no es un simple asunto de .insti­
tuciones y de costumbres sino de
FE". Nada· más deliberada­
mente subversivo. Ni nada más necio, pues la

pretendida
Réfonna
del siglo XVI fue esencialmente un asunto de Fe, tanto más y
¡x>r las mismas rawnes que la reforma complethentaria que Teil­
hard propugna, "se trata para el hombre de re-pensar a Dios.,.,
del nacimiento de una nueva Fe sobre la-tierra ... de una nueva
Cristología extendida en las dimensiones de nuestro nuevo Uni­
verso (de donde)
se prepara a salir la Religión de mañana" etc.
Pensando de esa manera, Teilhard tenía evidentemente el de­
recho y el deber de salir de la Iglesia siguiendo el ejemplo mar­
cado por su corresponsal dominico. Pero, por
el contrario, le ofrece
como ejemplo
su propia conducta, que es la opuesta; "Yo no
encuentro mejor medio para mt para promover Jo· que anticipo,
trabajar por la reforma (como antes se ha definido), DllSDE DEN­
TRO: es decir,. CON SINCERA SUJBCI·ÓN al "PHY_LUM", cuyo des~
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ALEXIS CURVERS
arrollo e!\P"ro. Con toda sinceridad (¡ y sin querer criticar vuestro
gesto!) no ve9: más que en el tronco romano, TOMADO l':N su IN­
'l'JCGRIDAD, el soporte biológico bastante vasto y bastante diferen­
ciado para operar y soportar la transformación esperada. Y esto
no es pura especulación. Desde hace cincuenta años he visto desde
muy cerca alrededor de mí revitalizarse
el pensamiento y la vida
cristianas ----a pesar de cualquier Encíclica~ rpara no tener una in­
mensa confianza en las potencias
de reanimación del viejo tronco
romano. Trabajemos cada uno de nuestro lado. Todo lo que as­
ciende conve_rge".
Es imposible expresar con mayor claridad que el tránsfuga y
el conspirador sólo difieren en cuanto a la elección de los me­
dios: en cuanto al objetivo, sus esfuerzos son convergentes puesto
que se "unen" el _uno al otro hacia esa misma Reforma total,
ideal y próxima, que dejará a la Iglesia romana desposeída,
caduca y como desprovista de su sangre por la nueva religión que
Ella, más o
meno.s benévolamente habrá engendrado y criado
con su substancia.
La i,xtravagancia intelectual del propósito es bieri flagrante,
agravada, además, por una de esas metáforas vegetales, biológi­
c.as y pedantescas a las que tan aficionado es Teilhard, porque
le sirven para enmascarar la irrealidad de su pensamiento sutil­
mente retorcido e incurablemente vago: adorna sus esquemas di­
dácticos como. se enganchan las guirnaldas en el armazón de un
alambre. Semejante manía hace tiempo que no cambia; embrolla
más que aclara las ideas que pretende ilustrar por medio de la
imagen·. ¿ Pues qué es un "PH'YLUM"? Aparentemente, aquí, eE
un equivalente del "TRONCO ROMANO" de dond-e surge la pre­
. gunta de si esa palabra grie¡¡a, PHYLUM, RA\ZA, ESPECIE, no se
h¡tbrá introducido en la fantasía teilbardiana por semejanza con
PHYLUM, HOJA. M. Henri Rambaud subraya que PHYLUM en ese
lenguaje intrincado y especial, designa Hun HAZ EVOLUTIVO", lo
que no nos aclara mucho. ¿ Se trata de un ·haz que evoluciona o es
susceptible de evolucionar? Y el "tronco romano",
¿ es todo o
parte de ese haz? ¿ Tiene el "PHYLUM" por continente o por con­
tenido?
Todas estas cuestiones a las que no cabe responder dado que
Teilhard, pasando continuamente
de un sistema de imágenes a
otro, utiliza sus metáforas arbóreas para aplicarlas bien a la pe­
dagogía del evolucionismo como a la botánica cuando no a las
dos al mismo tiempo
¡ Dota a los árboles genealógicos de la evo­
lución de las especies dibujados por él en semejante cuadro de
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TBILHARD Y LA SUBVERSION EN LA IGLESIA
los caracteres y propiedades de los verdaderos árboles que hay en
• i naturaleza !
Nunca sabremos a cuál de esos dos tipos de árboles, cuya
relación es
netamente figurativa, pertenecen el "PH'YLUM" y el
"TRONCO ."ROMANO". Estamos ante un galimatías, ante un juego de
palabras.
Pero por
lo menos sí comprendemos que Teilhard cree seguir
·siendo fiel al catolicismo, cuyo& términos equívocos constituyen
para él un símbolo. Si. el catolicismo es una planta, es natural
que esa planta crezca y produzca ramas. La comparación ya exis­
tía en
el Evangelio. Pero eso no basta a Teilhard: inmediata y
subrepticiamente la transforma en símbolo evolucionista sin tener
en cuenta que el árbol de la par:ibola es un verdadero árbol cuyo
tronco
y todas sus ramas, hasta la última, son de la misma madera
y viven
de la misma vida, en tanto que la ramificación del árbol
didáctico y ficticio que representa la evolución se subdivide en
es­
pecies cada vez más heterogéneas y cada vez más independientes
del tronco común del que se supone que hati surgido. El catoli­
cismo, según Teilhard, se parece, por tanto, a este último: se
agranda diversificándose
y vale menos por lo que es que por lo que
deviene. Cuanto más capaz sea
de cambiar más se enriquece, a
la par que el futuro de las especies mejora metamorfoseándose.
Paralelamente, el hombre progresa automáticamente a medida que
transformándose transforma tamhién lo divino. Esto es todo lo
contrario del Evangelio:
"El cielo y la tierra pasarán pero mis
palahras no pasarán". Según Teilhard las palabras de Cristo y
de su Iglesia pasan cada día, seguirán pasando y cuanto más
rápidamente niejor.
Por consiguiente, su decisión de permanecer en la Iglesia
para "TRABAJAR DESDlt: DENTRO" en reformarla o, más aún, para
transformarla, como no se rescata. en indicarlo expresamente, se­
ñala algo muy distinto de una adhesión amorosa. Lo que ama de
ella y lo que quiere salvar es
el "soPORTI: BIOLÓGICO", apto y
necesario para la producción de la "NUEVA FE", que no puede
reemplazar a. la antigua sin destruirla pero tampoco sin explotarla.
El verdadero objetivo de su "SINCERA SUJECIÓN", lo que aspira a
"PROMOVER" no es el "VJEJO ROMANO" ya condenado, sino el tronco
sucesor que él
"ANTICIPA" y cuyo "DESARROLLO ESPERA":-esa
"R'SLIGIÓN DE MAÑANA" ya en germen en el catolicismo de ayer
y hoy provisionalmente dignos de atención mientras siga teniendo
necesidad de él para crecer a sus expensas. Así también se suele
recomendar respeto
y solicitud para una mujer encinta_ cuando el
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ALEXIS CURVERS
parto le va originar la muerte. Teilhard ama a la Iglesia en tanto
y en cuanto ella consiente en morirse.
Es cierto qne, pra él, el suicidio de la Iglesia es la condi­
ción de su iumortalidad: de la imnortalidad, por
lo menos, de
esa otra Iglesia dispuesta a renacer incesantemente de las ce­
nizas de la precedente y a reinar bajo el mismo nombre. "Desde
hace cincuenta años he visto inuy de cerca alrededor de
mí revi­
talizarse
el pensamiento y la vida cristianos -a pesar de cual­
quier Encíclica-para no tener una inmensa confianza en las
potencias de reanimación del viejo tronco romano". Frase cho-
cante a la par que obscura, hábil y reveladora. ,
Oscura, pues no se puede comprender esa "reanimación" del
"viejo tronco romano". ¿ Genitivo subjetivo o genitivo objetivo?
¿ El tronco es capaz de reanimar o susceptible de ser reanima­
do? En el .primer supuesto, ¿ reanimará alguna cosa o se reani­
mará él mismo? En la segunda hipótesis, ¿ quién lo reanimará?, y
si él necesita ser reanimado es que ya no es más que madera
muerta y entonces ¿ qué confianza puede merecer? De todas for­
mas, la acción de reanimar se presenta como indeterminada en
cuanto a su objeto y, con mayor motivo, en cuanto a su orien­
tación. Y la sola idea clara que se desprende de ese magma
gramatical es que el vié:jo tronco romano, en sí mis'mo, está ca­
duco, que no sirve
ya y que es incapaz de sobrevivir como tal.
Afirmación que hubiera sido necesario demostrar y quizá abor­
dar desde el principio.
Frase
há.bíl dado que las premisas que ella postula quedan
indemostradas.
El hachazo que dirige al corazón del viejo tronco
romano está envuelto de reverencia y de precauciones verbales muy
adecuadas para disimular la intención del ejecutor. Profesar una
"inmensa confianza" hacia una Iglesia cuyo puesto se trata de
sustituir sería burlarse cínicam,ente del mundo, si Teilhard no
fuese el
primer engañado y muy a gusto, por cierto, por una
de esas prestidigitaciones mentales que dislocan y desorganizan,
a cada momento, su pensamiento y
su estilo. Conducen a ahogar
las direcciones de la una en el fárrago de la otra. Teilhard re­
tuerce el lenguaje .~ra transformarlo en virtuoso, consiguiendo
no incurrir en el escándalo, sino en la obediencia, esquivando los
contrasentidos del propio movimiento
que él siembra, disimu­
lando sus peligros,. sus alardes y hasta sus silencios. Es fácil­
mente advertible que ese sacerdote que se considera fiel nunca
nombra a Nuestro Señor, ni a la Viigen María, ni a los santos,
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TEIUlARD Y LA SUBVERSION EN LA IGLESIA
ni a los ángeles, ni a los dogmas fundamentales, ni los sacramen­
tos de la Iglesia: el niño
Jesús y la Inmaculada Concepción han
sido citados una vez en ese número de Europe mientras los
católicos teilhardianos participan en el "diálogo" pero por un
comunista que se encoge de hombros y que, por cortesía, "se abs­
tiene
de calificar" esas fábulas. Por supuesto que ni Teilhard ni
los suyos no tienen
nada que replicar.
Frase reveladora también y cuya clave nos la proporciona
un paréntesis de pocas palabras: 11a pesar de cualquier Encí­
clica". Desde hace cincuenta años T·eilhard ha visto de muy
cerca alrededor de él (es decir, en la propia Iglesia) la vida y
el pensamiento cristianos revitalizarse ( ?) a pesar de las Encí­
clicas cuando la última, en cuanto a
su fecha, Ja Humaniis ge­
neris le afectaba direotamente a él, a Teilhard. Escribien­
do eso
en 1950 evoca, sin ningún género de dudas, la crisis
modernista de comienzos del siglo y
toda la serie de perturbacio­
nes posteriores que
ha acarreado bajo una forma o bajo otra.
En fin, cada una de ellas ha suscitado por parte del Magis­
terio romano una definición apropiada
.. de la doctrina, y las En­
cíclicas de los Pa.pas han supué:sto sucesivas llamadas al orden.
La cosa está suficientemente clara: según el punto de vista de
Teilhard, el progreso, la vitalidad del cristianismo, la verdad, el
valor, el porvenir, la esperanza están de µirte de. los innovadores
modernistas que continúan su
ruta a despecho de las Encíclicas
y contra ellas: en vano tales documentos papales se esfuerzan
por mantener una enseñanza inmutable, estancada Y caduca. ~on
las Encí.clicas y los Papas los que están equivocados. Su acción
es tan perjudicial como saludables los objetos de su condena.
Lo
que viene a significar ¡ que los Papas son los enemigos del bien
y que la
verdadera Iglesia puede caminar sin ellos y que el pro­
greso religioso sólo se debe a los innovador-es rebeldes a la auto­
ridad de los Papas ! Yl ya es el colmo que esa inversión fantas­
magórica del orden de
las cosas va ·de la mano con continuas
protestas a la "sujeción sincera"
y a la "inmensa confianza" que
Teilhard pretende encontrar siempre en el "viejo t'ronco roma­
no" es_ decir, si las palabras tienen realmente un sentido en el
pa¡,;,do.
Después de lo dicho es fácil comprender que si los comu­
nistas
,son lo suficientemente sagaces para no abstenerse de sacar
provecho de un sistema tan aberrante, se muestren sumamente
generosos
para que se beneficien de él sus amigos católicos. De
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ALEXIS CURVERS
la creciente influencia del teilhardismo en la Iglesia los marxis­
tas esperan dos resultados : el primero a corto plazo y el segundo
más amplio y mucho
más importante.
De inmediato, el evolucionismo teilhardiano puede servir para
debilitar en las conciencias ingenuas ciertos dogmas como la crea­
ción del inundo y la espiritualidad del .alma imnortal. Si el hom­
bre desciende del mono no parece que
el acto del Dios creador
haya sido necesario. Pero ese razonamiento de M. Homais~ bueno
para los devoradores
de curas de antaño, no asegura más que
un débil triunfo: es más fructuoso que permanezca implícito.
Mucho más activo y deletéreo es el desorden que el teilhar­
dismo, sin atacar frontalmente ningún dogma particular intro­
duce insensiblemente en el propio mecanismo del pensamiento
religioso como en
el pensamiento político -y en el pensamiento
a secas.
La hipótesis evolucionista extendida a todos los campos
en el :pasado y en el p'9'rvenir conduce irremisiblemente al "cam­
bio" fatal, continuo, úniversal, "irreversible". Lo que cambia
ocupa el puesto de lo que permanece, todo cambio viene aureo­
lado de un prestigio que es bien pronto objeto de idolatría: como
es todopoderoso el "cambio", es infalible, infinitan1ente bueno, li­
berador y bienhechor.
He aquí introducida la noción del "Pro­
greso indefinido". Implica una pérdida de tiempo y de energías
resistirse a ello, contrariar ese ºmovimjento de la Historia" (con
mayúscula). Es un grave pecado achacar a los revolucionarios
lo que no son sino fenómenos de la Evolución sacrosanta. Así,
seamos, pues, de nuestro tiempc, vayamos a ciegas hacia el por­
venir que nos ofrecen y, para caminar más rápidamente, dejemos
actuar a los comunistas, porque
es a ellos a quien la diosa Evolu­
ción ha confiado ahora la dirección de las operaciones.
Bien entendido que en
ese mundo en metamorfosis perma­
nente
la Iglesia también ha de salir de su crisálida. "Al cabo de
dos
mil años --escribe Teilhard~, eso es inevitable. La huma­
nidad está en trance de mudar
¿ Cómo no lo hará también el
cristianismo?"
Peor
para ustedes si objetan que esos vaticinios están des­
mentidos por toda conquista de la razón, de la memoria y de
la experiencia ; que
no se "muda" en absoluto la humanidad ni
nada esencial; ya que anteriormente el mundo ha conocido
mu­
chos cambios falaces, regresos al punto de partida y evolucio­
nes hacia
el desastre; que la verdad nunca ha cambiado un
ápice; que la modificación de los accidentes no comporta más
que un ligero cambio de la superficie de las cosas pero que no
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TEILHARD Y LA SUBVERSION EN LA IGLESIA
afecta en forma alguna a la substancia de lo que es, de lo que
existe eternamente
y mucho menos a Aquel que es El que es.
Se les motejará de tomistas y les dirán que Aristóteles y Santo
Tomás están ya "rebasados". Se les. replicará que es urgente
abatir a esos retrógrados que son los Papas
y de desgarrar sus
Encíclicas retardatorias.
Y con esto llegamos al final. Que los católicos se confeccio­
nen una Ig}esia maleable, dividida, emancipada de Roma, dó­
ciles a las diversas órdenes que las circunstancias les dictarán
y
siempre dispuestos a renegar de las anteriores y

a claudicar;
y a eso tiende obstinadamente la voluntad de los comunistas en
todos los países que dominan
y en aquellos que no dominan aún.
Y aquí
se acaba, en el punto omega de su perfecta fusión, el
reencuentro o el "diálogo" por fin conseguido entre comunismo
y teilhardismo, dado que
el primero ha absorbido completamente
al segundo. No, ya no interesará saber si el hombre desciende
del mono.
El hombre se habrá convertido en mono, desposeído
de toda certidumbre y de todo juicio personal y, por consiguiente,
de toda 1,ibertad. Ya no habrá Papa, 'ni Iglesia, ni revelación, ni
Verdad eterna ni salvación para las almas. Nada garantizará
ya al hombre que dos y dos siguen siendo cuatro ni que las po­
bres imágenes formadas en su cerebro tengan más consistencia
que un sueño. Ya no habrá más que Iglesias nacionales, ver­
dades locales
y condicionadas, relativas y móviles, fluctuantes
conforme a los deseos de los nuevos maestros del mundo. Y
para defenderse de ello el hombre· estará totalmente carente de
recursos, pues no ·tos encontrará en Dios destronado, ni en la
verdad trascendente ni en el reducto interior donde hallaba el
apoyo de una fe sólida e inviolable. Degenerado él mismo en
un producto de la evolución ya no será m·ás el sujeto de una
serie interminable de experiencias,
un autómata sin memoria,
incapaz de recordar alguna realidad que no sea
un conocimiento
o un sentimiento.
Recordando al final de su artículo esa "mano tendida a los
católicos",
d~ la cual fue· Maurice Thorez el primer apóstol hacia
1935,
Pierre Abraham concluye en estos términos: "Deseo que
después de la lectura de las páginas que siguen
se pueda decir:
en adelante
la mano está cerra.da."
Esas páginas de Europe permiten calibrar, en e:fecto, cuánto
ha aumentado, apoyando a Teilhard, el vigor del apretón.
Pero la mano que desde hace treinta años tienden los comu­
nistas no
se deja cerrar: es ella la que cierra cada vez con
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Fundaci\363n Speiro

ALEXIS CURVERS
mayor fuerza, y en cuanto a la mano de los católicos está algo
más que cerrada: cogida en la trampa.
APENDICE
A cowlmuació.. creemos de interés repradAtcir a doble
columna
en su original francés y traducida al caotellaoo /,a
c/Jrla del P. T,eilhmrd de C!w:rdín al ex-dominico a la que
hace
referencia el artículo de Alexis Curvers.
Dkha carta n:o es inédii'ba, apwrece transcrita en las pár
gmas 196-198 de'I valumen titulado "Le Coucile et Teil­
hard,
l'Eternel et fHwmain" por Maxime Gorc'e; pubU..
cado en 1963 en Neuchátel (SuizOJ), Editions Henri Mes­
seiller.
Al final del mes de seiptiem&re de 1950, por lo tan,to,
p,acas semanas después de la publicación de' la EwdcUca
"Hwmani Gener'is" ,(
que es del 12 de agosto¡}, el P. Teit­
hard,
S. J., que residia a /.a sazón en París, 15 Rue Mon­
siewr, r:ocibe uina carta de cierto Padre G., antigwoi domi­
nico, ap·óstata, que le iinvita a seguir su efempl.o y a wnirse
con él en el seno de /;, pequeña C omuwidad dísidente de
W's "Viejos CatóUcos" que no admite, la vnfaUbilidad p"Onti,.
ficia.
El P. Teilhard le escribe el 4 de octubre la carta que
reprodwcim1as:
"Ayer le mandé tres pequeños
ensayos para explicarle Ill1 posi­
ción presente. ("Le Coeur du Pro­
blt:me" es un memorial efectiva­
mente enviado a Roma sin re­
sultado-luego sin ilusiones.) {1).
"Hier, je vous ai envo~é trois
petits essais,
¡x:iur vous expliquer
ma position présente (Le Coeu-r
du Probli?nie est un mémoire ef­
fectivement envoyé
a Rome sans
résultat,
naturellement-done pas
dJiJlusions). '
Esencialmente, considero como
usted que la Iglesia (como
cual­
quier realidad viva) al cabo de
Esseritiellement, je considere
conune
vous que l'Eglise (com­
me
toute réalité vivante au bout
(1) "Le Coeur du Problieme", texto de
1949 12 páginas: expresa claramente la doctrina de la fe cristiana "rec­
timicada", resultante de
la Fe tradicional, ascensorial, 1'0y", y de la Fe
humana, pr<;1pulsora, "Ox". La Salvación está a la vez Arriba y Adelante,
en un
Cristo salvador y motor, no tan sólo de los individuos humanos,
sino de la Antropogénesis entera.
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Fundaci\363n Speiro

TE!LHARD Y LA SUBVERSION EN LA IGLESIA
cierto tiempo llega a un período
de "mutación o
"reforma necesa­
ria". Al final de dos mil años es
inevitable. La humanidad se está
transformando. ¿ Cómo e! Cristia­
nismo no habría de hacer lo? Mas,
precisamente, considero que la Re­
forma en cuestión {mucho más
profunda que la del siglo xvr)
no es una simple cuestión de ins­
tituciones y de
coshlmbres, sino de
Fe. En algún modo, nuestra ima­
gen de Dios se ha desdoblado.:
transversalmente (si así puedo de­
cir) en relación con el Dios tra­
dicional y trascendental del "En­
Haut" (Arriba), una especie de
Dios del "En Avant" (Adelante)
surge
para nosotros, hace un siglo,
en dirección de illgún "Ultra Hu­
mano". A mi parecer todo está
aquí. Se trata para el hombre de
volver a pensar ("repenser") en
Dios en términos, no más de ,Cos­
mos, sino
de Cosmogénesis: Un
Dios que no se adora ni se al­
canza más que por el acabamiento
de un Universo que
El llena de
luz y
de amor (e irreversible)
desde dentro. Si,
"l'En-Haut" y
"I'En-Avant" se sintetiza en
un
"Au Dedans" (por Dentro).
Pues bien, este gesto funda­
mental del alumbramiento
de una
nueva Fe por la Tierra (Fe en
"l'En-Haut" combinado con la Fe
en "l'En-Avant": Arriba y Ade­
lante), sólo, creo (e imagino que
usted comparte mi idea), sólo el
Cristianismo puede
realizarlo, a
partir de la sorprendente reali­
dad de su ",Cristo Resucitado" : no
entidad abstracta, sino objeto de
una amplia corriente mística, ex­
traordinariamente adaptable y vi­
vaz. Esto;y convencido de ello: es
de
una ·Cristología nueva exten­
dida
hasta las dimensiones orgá­
nicas de nuestro nuevo Universo
de donde se dispone a salir
la Re­
ligión de mañana.
Esto una vez admitido (y es
d'tm certain temps) arrive a une
période de "mue" ou "réforme
nécessaire". Au bout de dcit.x.
milie ans, c'est inévitable. L'hu­
manité est en train de muer. 'Com­
ment
·1e christianisme ne devrait­
il pas le faire? Plus ptécisément,
je considere que la Réforme en
question (beaucoup
plus profon­
de que celle
du xvre si'ecle) n'est
plus
U!l1e si1mp1e affaire d'insti­
tutions
et de moeurs, mais de
Foi. En quclque fai;on, notre irna­
ge de Dieu s'est dédoub1ée: trans­
versaletnent (si je puis dire) au
Dieu traditionnel et trascendant
de l'En-Haut, une sorte de Dieu
de
l'En-A vant surgit pour nous,
depuis
un si quelque "ultra4urnain". A mon
avis
tout est lit. I1 s'agit pour
l'Homme de re-penser Dieu en
tennes, non plus
de Cosmos, mais
de
Cosmogénese : un Dieu qui ne
s'adore
et ne s'atteint qu':8. tra­
vers l'achf!vement d'un Univers
qu'il iUumine et amorise (et irré­
versibilise) du dedans. Oui, l'En­
Haut et l'En-Avant se synthéti­
sant
dans un Au-Dedans.
Or, ce geste fondamental de
l'eníantement d'une nouvelle Foi
p,our la Terre (Foi en l'En .. Haut
combinée avec 1a Foi en l'En­
A vant), seul, je crois (et j'ima­
gine que vous etes de m.on avis),
seu1 le christianisme peut le faire,
a partir de I'étonnante réalité de
son "Christ-Re-ssuscité": non pas
entité abstraite, mais objet d'un
large
courant mystique, extraor­
dinairernent adaptif
et vivace. J'en
suis convain·cu: c'est d'une Chris­
tologie nouvelle étendue
aux di­
mensions organiques de notre
notllVel Univers que s'apprete a
sortir Ja Religion de demain.
Ceci
posé ( et e' est 1.l qtlle nous
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Fundaci\363n Speiro

ALEXIS CURVERS
ahora cuando vamos a díferen­
ciarnos : ¿ pero la Vida no pro­
cede acaso mediante buenas vohm­
tades que tantean?), esto admiti­
do, yo sigo sin ver otra manera
mejor de proponer lo que anticipo
que trabajar en la reforma (en el
sentido definido
más arriba) desde
dentro : es decir, con una adhesión
sincera al "phylum" cuyo desarro­
llo espero. Muy sinceramente (y
sin querer criticar su gesto) veo
tan sólo en el vá:stago romano,
tomado en su integridad, el soporte
biológico bastante vasto y bastan­
te diferenciado para operar y so­
portar la transformación espera­
da. Y esto no es pura especula­
ción. Des.de hace cinCUle!Lta años,
he visto demasiado de cerca, al­
rededor mío, revitalizarse el pen­
samiento y la vida cristiana, a
pesar de toda la Encíclica (2)
como para no tener UJt1a inmen­
sa confianza en las potencias de
reanimación del viejo vástago ro­
mano. Trabajemos cada uno por
nuestro lado. Todo lo qu.e ascien­
de converge. Bien cordialmente
suyo. Teilhard de
Chardin.".
différons : mais la Vie ne pro&­
de-t-elle pas
paf bonnes volontés
tatonnantes ?), ceci posé, je ne
vois toujours pas de meilleur mo­
yen
J.)Our moi de promouvoir ce
que
j'anticipe que de travailler a
la réforme (comme définie ci­
dessus) du dedans: c'est-cl-d.ire en
attachement sinOCre au phylum
dont j'attends le développement.
Tres. sinci::rement ( et sans vouloir
critiquer votre geste
1) je ne vois
que dans la tige romaine,
prise
da,ns son intégralité, le support
biologique assez vaste et assez
différencié
pour opérer et suppor­
ter la transformation attendue.
Et oeci n'est pas pure spécu:lation.
Depuis cinquante
ans, j'ai vu de
trop pr-es autour de moi se revitali­
ser
la pensée et la vie chrétienne
-malgré toute Encyclique-pour
ne pas avoir
me irnmense con­
fiance dans les puissances de
réanimation de la vieille tige ro­
maine. Travaillons chacun de no­
tre cOté. Tout ce qui monte con­
verge. Bien -cordialement
vótre.­
TitrLHARD DE CH."
{2) Se trata de la Encíclica H umani Géneris, en la que Teilhard se
siente aludido.
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