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Teilhard y los no creyentes

TEILHARD Y LOS NO CREYENTES(*)
por
Loms JuGNÉ't,
A fuerza de repetir ciertas cosas se acaba por hacerlas creer.
Entre los temas más manidos de la propaganda "Teilhardista"
se encuentra en
lugar preeminente esta proposición: "Si Teilhard
es el «coco» de los integristas es, por el contrario, objeto de ·ad­
miración de los descreídos.
Ha contribuido a hacerles atractivo
el cristianismo" (en verdad, ¡qué cristú:vnisma?).
Es cierto que los marxistas tienen, en general, cierta debilidad
por Teilhard: ¿ Por qué no van a ~starle agradecidos por una obra
que establece un puente entre el cristianismo y el comunismo y
que contiene numerosas fórmulas amables hacia este último? (1).
Del
mismo modo, los masones se han de mostrar agradecidos
ya que Teilhard al hacer difusos los contornos demasiado preci­
sos del catolicismo tradicional,
y al interpretar los dogmas· con
originalidad, ha trabajado en favor de la Religión única que sería
(*) De la revista Itiné-raires, núm. 108, diciembre 1966, traducimos
este artículo del
Profesor de Filosofía de la Universidad de Toulouse
Louis
Jugnet, de quien en V~RBO, núm. 30 ya hemos publicado otros: dos
trabajos,
"La adVertencia del Santo Oficio, sobre las obras del Padre
Teilhard de Chardin" (pág. 557 y sigs.) y "Reflexiones sobre el teilhar­
dismo"
(pág. 566 y sigs.).
(1) Podemos referirnos, por ejemplo, al texto teilhar-diano de 1947,
titulado "La fe en el hombre". Se verá én él que el cristiano y el co­
munista
a pesar de sus diferencias doctrinales, están "animados radical­
mente
por una fe igual ,en el _hombre". E's p-ues "cierto" que a pesar de
las divergencias ideológicas se debe· constatar la "evidencia de que viajan
juntos y que acabarán de un modo o de otro, a pesar del conflicto de las
fórmulas (sic)
por encontrarse los dos en la misma cumbre... Arrastra­
das hasta el fin, las dos trayectorias acabarán sin duda por acercarse".
¡ No es que lo digamos ahora l Se comprende así que Teilha:d sea ala­
bado por los pensadores oficiales del "Partido''", traducido en las demo­
cracias populares,
etc... La preocupación· por la eficacia, la rentabilidad
de la propaganda llevará a los oomu:nistas hasta cubrir con el silencio los
textos de Teilhard que expresan cierta indulgencia no sólo hacia el Fas­
cismo pero también hacia el Nazismo. Pues ¡ también existen! Ver Et,u.d,es,
mayo 1945, pág. 169. Cahiers du Monde Nouveau 1945, vol. I, núm. III,
págs. 248-253. L'Univers personnel (versión roneotipada).
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mañana la del mundo entero {2). Sin embargo, si se analizan· estas
impresiones con más detalle, es fácil constatar que esta primera
impresión debe
de ser rectificadora: Un grwn número, de intelec­
tuales
no creyentes sólo tienen sentimientos de desdén y desprecio
hacia la s6udosíntesis y la n.ueva Gnosis del famoso padre.
Hemos hecho referencia en una publicación anterior (3) a un
cierto número de hechos característicos, tales como la negativa
de un profesor de Sorbona a hacer una recensión de El fenámieno
hwrnurio en una revista filosófica conocida, con esta afirmación
lapidaria: "Esto no es ni filosofía, ni ciencia ... no es en realidad
nada".
Las dificultades que han encontrado algunos para llevar
a cabo tesis de doctorado sobre Teilhard y la confesión de algunos
jóvenes divos de la filosofía televisada que decían a alguien muy
allegado a nosotros que no habían podido leer más de dos pági­
nas de Teilhard sin experimentar una sensación de malestar fí­
sico. Testimonios de esta índole se podrían multiplicar sin difi­
cultad, pero siempre se los disimula bajo las loas ruidosas de una
ambientación ("puesta en condición") oficial.
Las declaraciones que constan en escritos que están al alcance
de todos, son, sin embargo, muy difíciles de disimular. Estos do­
cumentos no faltan ciertamente. Creemos que todos nuestros lec­
tores conocen
las apreciaciones severas sobre el pensamiento de
Teilhard que ha hecho J ean Rostand. La competencia y la fama
de este biólogo dan a estas apreciaciones un peso considerable se­
gún parece (4). Pero existen otros textos que apoyan esta opinión
y que proceden también de autores alejados del Cristianismo.
(2) Ver especialmente Le Symbolisme, revista trimestral, director
Marius Lepage. Se encontrarán varios documentos muy elocuentes en las
indispensables y valientes obras de Pierre V-irion tales oomo "Mysterium
iniqwitatis" ("La Iglesia y la masonería", traducción española, editmial
Acervo, Barcelona 1967). Tenemos entre las manos un extracto reproducido
por este
autor de la r:evista Petrok Prog-res (núm. 44, enero 1960) relacio­
nada con Esso-S,tandard. La imagen de la Espiral es teilhard-iana pero
asociada a
un símbolo (pentágono mágico). Se puede leer en el margen un
elogio a Teilhard.
(3) En nuestro artícu:lo -de síntesis, titulado: Reflexiones sobre el teil­
hardismo publicado en la Revue des Cercles d'Etudes d'Ang,ers, febrero
1963 y reproducido en tirada aparte, 4, Passage des Arenes. Angers 49,
Francia [traducido al castellano en VERBO, núm. 30, pág. 566 y sigs., del
que también
9:PEIRO ha publicado separata].
(4) Ver artículo pub1icado en el FigfJ'Yo littéraire del 23 de septiembre
de 1965 y en una alocución televisada reproducidas como prefacio y con la
autorización d:el autor en "Le cas T. de Ch.", de N,orbert Hugedé.
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Citemos, por ejemplo, Bernard Charbonneau (S), Jean-Fran~ois
Revel (6), y más recientemente, Clement Rosset (7).
En el curso de este artículo nos proponemos analizar algunos
textos particularmente interesantes en este aspecto
ya que pro­
ceden de universitarios franceses, profesores de Facultad comple­
tamente ajenos a nuestras convicciones religiosas y especialmente
a nuestras posiciones tomistas.
Georges Bastide, profesor de la Facultad de Letras de Tou­
louse es el representante de una tradición racionalista e idealista
que se inspira principalmente en Descartes y Kant. Sin admitir
los principios que inspiran su obra, nos ocuparemos de hacer re­
saltar y de valorar como se merecen las objeciones especulativas
y prácticas que este autor formula con respecto a Teilhard en
el número especial de los Etuáes philoSO'phiques de octubre-di­
ciembre de
1965 (núm. 4, Presses Universitaires), en un artículo
titulado: "Naturalismo
y espiritualidad. El estatuto de la Refle­
xión en
el pensamiento de T. de Ch." (8). Desde el principio
Georges Bastide sitúa
el Teilhardismo en la línea naturalista,
entre las filosofías seductoras que no establecen una distinción
verdaderamente específica entre los diversos tipos de actividad
{5) "Agregé" de la Universidad. No creyente y no como varios han
dicho protestante (nosotros mismos habíamos caído en este error y ha
sido
el propio autor, quien nos lo ha indicado). A pesar de nuestro desacuer­
do con su filosofía fondamental, le damos la razón en · la mayoría de los
puntos abordados en su libro
Teithard de Chatdin, prophete ,ff'Ufl, dge tata­
. litcdre (Denoel, editor). V,er sobre todo los capítulos IV ("Le Pere Teil­
hard,
la guerre et la société totale") y el V ("Une justifi:ca.tion qui vient
a son iheure").
(6)
Ver sobre todo: La Cabale samente
librepensador, dice a menudo cosas útiles, sobre este punto y sobre
otros. Indiquemos- las
páginas, 74 y 86 que no respiran demasiado respeto
por el nuevo ídolo. Ver especialmente 1a verdadera destrucción de los
procedimientos
teilhardianos de argumentación ("la presuposición oratoria",
"la inexactitud histórica"
y "la afirmación metafórica", págs. 77-78). El
tono es bastante alto "interferencias delirantes de la biología y de la fí­
sica", "recomposturas particularmente groseras".
El autor se pregunta con un estilo volteriano si estas elucubraciones son
realmente peligrosas
para 1a Fe (lo que es a nosotros a· quienes interesa y
no a él) pero añade irónicamente "fo que es cierto es que han sido fatales
par.a el pensamiento en París" (pág. 83).
(7) Este jove~ filósofo es un iconoclasta muy impertinente, puesto que
se ·permite ironías (¡y de qué vivacidad de tono!) contra J. P. Sartre y
contra Teilhard
a1 mismo tiempo. Ver Lettre sur les Chinpan,zés, suivie
d'wn
es.mi sur Teilhard< de Chardin. (N. R. F. Gallimard). Se pueden leer
con prnvecho y placer las páginas 24, 25, 67, 69, 77 y 96, que nos hacen
ver una vez más la pobreza y la insignificancia del teilhardismo.
(8) Páginas 410--447.
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mental ( el pensamiento está en lo psíquico, por eso mismo interior
a lo biológico). Expresa inmediatamente su disconformidad frente
a los modos de raciocinio empleados: " ... sentimiento de malestar
frente a los procediwnientos epislemológicos empleados... vawto pen;samiento circular ... sofisma constante ... , (págs. 413-414). Teil­
hard confiesa que en cada uno de los momentos cruciales de los orígenes "nos ertcontramos con ru1a carencia experimental" (Obras,
t. I, pág. 103), dicho de otro modo no se póseen datos ciertos sobre los cuales se puede uno aJX)yar. De este modo la vía está libre para las hipótesi. en el cuadro de um,, descripción, g,mética
donde "todo ocurre
como si" (pág. 414). Y en esto se pnede de­
nunciar un. sofisma que· se repite co1no si se etrtplease sistemática­mente (pág. 414) y que consiste, sabido lo que he hecho ha re­
sultado la Vida, en expfayar las etapas del pasado por recons­
trucción, atribuyendo a cada una justo aquello que conviene a la tesis que sei sostiene. Pero se pUJ.ede pensar todo lo bueno que' se
quiera de la sustitución moderna de fos dinumism1as evolutivos a /(/¡ c·onsideración del orden ontológico de los seres, lo que no-se puede hncer es que al mismo proce'diimienta se le' pueda llamar con­
tinuo y discontinuo al mtismo tiemipo y según /o; misma relación (pág. 419). Después de esto, el autor hace notar que no. existe
realmerite ninguna teoría un poco elaborada del conocimiento hu­
mano
en T. de Oi., que prefiere moverse en los muundos vertigi­nosos de /;a;,.s e.xipians1Jones, caim¡prensiarves y transmwtaciones ener­géticas (pág. 422} entre las inestabilidades chi.sPeanles (pág. 423,). Esta ex;presión nos parece _110.rticularmente feliz sobre todo si
pensamos en lo que se podría llamar el ambiente teilhardiano
... Del mismo modo tenemos que agradecer al Profesor Bastide el
haber subrayado una vez más, como ya lo habían hecho otros,
la profunda ignorancia de Teilhard en lo referente a los proble­
mas de la filosofía : decide sin consideración los más graves pro­
blemas noéticos u ontológicos sin haber visiblemente estudiado
los mejores aµtores que han pasado su vida para dilucidarlos:
"... sin, haber leído los fil,ów/os que en, este dominio han hecho toda,s la~ distinciones necesarias" (pág. 423). "En lugar de estos estudias def}alfadas a los cua!Jes. ded.,;;caran todos sus -desvelos grandes persona,lixlarles, se nos invita, en algztnas líneas, at fuego
de artificio, de la N oo'sfeni' (pág. 425).
El señor Bastid~ se muestra del mismo modo más que reti­
cente ante la "ilusión del Progreso automátko" (pág. 423), así
como ante el perfecto desprecio del hombre concreto y de sus
tribulaciones que
se hace notar de un modo fehaciente en cada
instante en Teilhard. Añade además este crítico de un modo muy
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pertinente: "Es en cada uno que se juega, en cada circunstancia,
la oposi:ción1 que es sw drama. y el que prescirnde de 'l'er esto,
prescvnde
de ver trm,b;én el drama de las sociedades humanas'
(pág. 430}.
El optimismo teilhardiano que tiene su base en el triunfo en
este mundo de 1a civilización técnica se plantea a priori como un
absoluto que nunca se justifica. Adopta todos los aspectos (muy
alejados
de la esperanza, virtud teologal) de lo que los ingleses
llaman un "iwhisful Hrinking" y se mantiene gracias al "prejuicio
de apartar los ojos de lo que nos es más próxi'mo ... pues en1 las
lejctrnrías glolxdes, a1 la-..s cuales se 1ws invita, todas hzls, 'l/11'l!l1 nes abstractiva.s son posibleis' (pág. 435). Y finalmente, a pesar
de algunos párrafos de apariencia personalista "prevalece e'l or­
ganic,smlQ en su totalidad" (pág. 435), Teilhard se sitúa, sin difi­
cultad, al
lado de los organicistas del siglo pasado, que asimilaban
la Sociedad con un gran cuerpo, y los individuos a células. Es el
mismo que escri,be:
"... comro un g'ran cuerp10 que está en trance de crecimiento
con sus miembros, su sistema nervioso, en centros p,erceptivos)
su memoria" (Obras I, pág. 273) ..
El teilhardismo es pues, eminentemente peligroso para el pen­
samiento y para la acción: "Tenem.i0s grandes inquietudes" (pá­
gina 43?) : "Y a que se nos invita a llevar hasta el lfméte la a-itáa­
cia de nuestras hip·ótesis, haremios únicamente una mfU.Y irreve­
rente,
de la cual pedimos que se nos excuse,·- si, aunque parezca
imposible,
y por una mm,ílización profunda y general de todos
los recursos
cultwrales, lleyá!semos a construir técniCatJn'ente· la
Noosfera,
si, por el uso mrisivo de· una tecnocracia físico-psico­
sociológica, llegásemüs
a P'<>blar la mpa P'ensante de nuestro pla'­
neta únicawn1ente de crístiano:s si'ntéticos, entonces ya no-existiría
el cristianiJsmio, nli del lado de los fabricados; no existiría ya la
N MsjeraJ pues ya no exidiría: e{ espíritu" (pág. 438), "Nosotros
creerl1'os que e'l eclecticism'O -totatizante sólo puede desemVvcar
en el sincretism,/' (pág. 439).
En el fondo, en el teilhardismo, a pesar de un disfraz renidad, existe
un terrorífico pánico de lo real y es por reacción
que
se formula "un optimismo que estarrá tanto más seguro de sí
mismo en CUJatnto qu:e esté fundado sobre un manismo energético
¡,lenam'ente
tranquilizador" (pág. 439). Teilhard nos dice, con
una especie de ingenuidad inconsciente con respecto a los
acontecimientos:
"Podemos estar tranquilos (sic)" (Obras II, 343)
pues sólo existe "como hipótesis aceptable
(?·!) la del éxito"
(Obras, I, 308). Bastide está menos seguro: podría ser que "estos
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tem¡p,las con un valor usurpado se derrumben con terr;/Jles des­
trucciones en los oJ/Jísm,;s d'e'l n;hümno'' (pág. 441).
Como conclusión,
el autor se pregunta si "mds bien que itnci,..
tM a reflexionar lo que hace es incitM a soñar'' (pág. 444) pues,
si intentamos comprender algunas nociones teilhardianas como
el "Psicozoico"
O la "Teoesfera", se ve fácilmente que "todo esto
se re'laciona m_rr.5' bien con una. Crítka del usa sintético de la lm'O:­
ginación" (pág. 445). Podemos añadir que, a lo largo de su ar­
tículo Bastide
da una interpretación :firmemente monista y pan­
teísta al teilhardismo,
alcanzando en esto, sin pretenderlo de mo­
do alguno,
una de las objeciones más habituales de los teólogos
tradicionales.
Jean Btun, profesor de la Universidad de Dijon, con el tí­
tulo asaz provocador de "Un gnóstico gidiano, Teilhard' d'e Char­
dffl" (9), nos ofrece un documento de interés fundamental, ori­
ginal y que aclara muchas ideas. Después de haber subrayado el
conformismo que explica la difusión actual del teilhardismo (10),
el autor sitúa a Teilhard
en sus relaciones con la filosofía mo­
derna (pág. 467 y sigs.)
y después de esto va directo a la idea
esencial:
Por muy extraña que pueda parecer la comparación al prin-
(9) Páginas 465-482. Dejaremos de lado el artículo de M. Vandel:
L'evol,wticm de P. T. de. Ch. El autor es un biólogo cuyasi construcciones
filosóficas suscitan muchos problemas. En lo esencial es favorable a Teil­
hard. Se ve obligado, sin embargo, a reconocer que el nervio del pensa­
miento
teilhardiano no es de natmaleza biológica y poi su optimismo an­
tropocéntrico tropieza en el plano positivo con dificultades muy serias. Del
mismo
modo se muestra bastante severo con el pa.nqsiqlllismo teilhardiano.
(10)
Ver especialmente Max de Ceccaty en Esprit, de marzo de 1963,
("T. de Ch. et le personalisme"): " ... la nueva ola de la Dtllrguesía ab­
sorbe la prosa embriagadora de T. corno si fuese un elixir maravilloso ...
Las revistas "P!Janete", "París~Match", y "Elle", citan a Teilhard. Es el
último "gadget" de los snobs (pág. 382). Y3. B. Oharbooneau escribía,
"lo
propio de los escritos de P. Teilhard es el suscitar el ditirambo" (op.
cit.,
pág. 7). Del mismo modo '"el P. Teilhard está de moda" (p,ág, 11)
" ... una revista que se .propone hacer síntesis de las mesas parlantes espi­
ritistas le
toma como patrono" (pág. 12) " ... El Padre Teilhard es tabú.
No existe más que un tono para hablar de él, es el del éxtasis-: examinar
fríamente
un personaje d:e esta índole y su pensamiento se considera como
un sacrilegio.... ¿ Cómo se puede ser una persona sin ser teilhardista ?"
(pá,g. 17). Y su capítulo V entero ("Une justi:fication qui vient a son
heure"). Hemos tenido además la alegría
de leer en la obra de M. Paupert,
Pe1.ot on étre chrétien. aujorwrdthoui? (Grasset) (que no ha sido escrito sin
embargo, ni
mucho menos, por lo que algunos dulces apóstoles llaman
las "oficinas integristas") que existen, sin duda alguna, una especie de inqui­
sición teilhardista, que paraliza
las oposiciones todo lo que puede.
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c1p10, existe un indiscutible parentesco entre Teilhard v Gide.
Recordando que T. de Ch. no duda en invocar Demeter, la
'rierra-madre, J ean Brun indica:
"Nos imcontrwmios par consiguiente frente a wn miistico que
busca. los «alimentas terrestres» can el fm de asimilarlos en una
com,unión pa:ncríst'CC Giáe qukre ense'ñar a Nathana;iil (pág. 470). "La Svmmmis y la
iniciación se encuentran aqu,i, uinidas en un misntio deseo de al.­
canzar aquello que nos supera, gracias a una. fusión en su punto
miedio con ocasión de una panmixtwra exultante. Es por esto
que se enc-uentran acentos veráaderam1ente gi,dianos en estas pw­
labras de T. de Ch .... «yo bendigo mi ca:rácter, mis mrtuáes,
mir defectos, '11Vis ta:reas. Y o me amo a mí miismo t mie he encontrado... M ejr,r que esto yo busco adwinllir y sor­
prender
/o,s sapws mds tenues, que me solicitan P'wra utílizarlos
al máximo en las velas de mni em:barcación» ... En Teílhard, como
en Giáe, se encuentra una llwmtuia a una ahertwra y a una dis­
ponibilidad ... En un caso como en el otro, el mu/, pUJYe·ce exor­
cizl)Jdo y comio colocado entre paréntesis" (pág. 470). " ... De todos
modos, la abert,wa a,J cosm1os y a ll}J totalidad resulta la, esimcia
misma de
la aventura humana del ser y del conocer, el problema
del mr,J parece sumergido" (pág. 471). "Estas págimas haili-ían sido
escritas cUOJndo nos informamios que en 1924 T. Je Ch. habÚJ! proa
nuncUlido Wl cual mostr6 que la, espiritualidad .cristiana podia enl'ontrar su
plen#ud
en el elogio del mrundo carnal. Citado en: Las «Cahiers
du
Sud» núm. 335, pág. 96 (ág. 471, nota 2). Todo va hacia Dios
"en los labo,ratorios, en los estudios, en el desiertv1 en las fá.bri-­
cas, en el enorme crisol sociaf' (Obras, IV, 201) "No salarm~nte
estos acenitvs hacen pensar en Gid'e, pera na están m~y alefados
de Nietzsche cuando habla de la Voluntad de poderío".
Aquí, la perspectiva se agranda y se considera el teilhardis­
mo en su conjunto :
"Existe en Teilhard algo por encima del Bkn y del Mal, tdgo
a lo cual se abren la Evolución, el Amor-Energía y et Universo
en expansión; entonces nos podemlüs preguntar si no es P'asible
rectificar
la fórmula que se encuentra en «Los H erm'(J.nos Ka­
rwmazof» y decir: «Puesto· que Divs existe, toda está piermitiáo».
Tentación suP'rema del optimismo y del gnostici. No es posible dudar de que el optimismo de Teilhard es total
e incondicional, aun en lo que &e refiere a los acontecimientos
de este mundo es imposible dudarlo:
"Finalm,ente, en este punto
de vi,s.toJ de· Sirio, evolucion'tbSta y pancrístit:01 la catástrofe se en-
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cuen.tra integrada y wbrepasadai'' (pág. 477). De Jo cual se de-·
duce la reacción de entusiasmo inverosímil de Teilhard delante
de
... las explosiones atómicas en un texto célebre (11). Jean
Brun comenta con T'eilhard mismo: "Para que todos las -vapores
de tormenta se disip·en) es necesario y sufiente dejar que se des­
arrolle por sus propias fuerzas E-L SE-NTI!)() DE I,A. EVOLUCIÓN"
(subrayado por el autor) (pág. 477). Este optimismo llega al ex­
tremo de que, a pesar de los temores expre_sados vehemente por
muchos científicos altamente calificados, Teilhard considera con
simpatía las posibilidades futuras de remodelar y rehacer al Hom­
bre:
" ... No solamen"te el hom1bre se convierte en una especie de
ser
autocreador', sino ·que todos los ensayismos están justifica­
das... La evo,Zución que ha hecho al hombre, le permite, pues,
sobrepasarse y ser el constructor triunfante de una Torre de Ba­
bel que alcamce /,as megasíntesis realizadoras y e:rtáticas". (pági­
nas 479-480). Se puede notar de paso la identidad de fondo en­
tre estos temores matizados_ de ironía y aquellos formulados por
Bastide. Esto es tanto más interesante cuanto que las ideas más
complicadas de estos dos autores no coinciden.
Pero continuemos: "La consecuencia, final es ... la ignorancia
de los dem1ás que aparece sól,o cot'flio un grooo en el seno .de las
inmensos mantos
de recubrim~ento que constituyen la historia y
la, evolución" (pág. 480). Y cita el texto (¡ casi demasiado her­
moso!) de
T. de Ch. (Obras IV, 189). "Dios m,ío, yo os lo con­
fieso, yo he sido, durante largo tiempo, yo soy todavía desgrar
ciada·mente, refractario
al an110r del prójima ... Y o mre siento por
naturaleza hostil y cerrado a: los que me mandáis ama!Y... «El
otro», sencillamente «el otro» ... ¿Seria yo sincero si negase que
mri reacción instintima es de rech{J)Zarlo! y ¡que la simiple idea de
entrar en C(Jfflrunión con él no es para mi repulsiva?" J ean ~run
(11) Reproduzcamos este bello texto para la comodidad del lector :
"Se nos dice que la Humanidad, aplastada por su fuerza corre a su
perdición
que va a consumirse en el fuego encendido imprudentemente
por ella misma
... , me parece al contrario que po: la bomba atómica es
la guerra la que puede estar en vísperas de desaparecer definitivamente ...
en su
raíz y en su corazón porque en comparación con las posibilidades de
conquista que la ciencia nos descubre, las batallas y
los heroísmos gue­
rreros
no deberían parecer más que cosas aburridas y caducas. La era
atómica, era no de destrucción, pero de unión en la investigación. A pesar
de su aparato militar, las recientes explosiones de Bikini señalan la lle­
gada al mundo de una Humanitlad interiormente y exteriormente pacificada.
Ammcian el advenimiento de un Espíritu (con una mayÚscula) sobre la
Tierra" (Etudes, septiembre 1946, págs. 228-229). ·
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habla aquí de la "terrible confesión" de lo que se podría llamar,
por nuestra parte,
una dureza esquizoide. Y añade "Tei!Jiard
se-desenvuelve con soltura en1 las swperacione.s~ /,as mega-sín.tesis,
las ultra homwniza,;iones donde no se encuentra finalmente a nadie,
p•ero IOJ simple existencia del prójimo le sorprende, le molesta,
qwi.zós le irrita" (pág. 480). Es por esto que su turiferario incon­
dicional (nombramos a Louis Cuénot) nos dice que Teilhard no
había experimentado en
lo referente a fuerzas verdaderamente
maléficas, o hasta demoníacas, más que "los
odio,s feroces y si,n
m,otivo que le hablan persegui.do", lo que sugiere a Jean Brun
esta reflexión no desprovista de humor: ''Lo demoníaco se en­
cuentra asl reducido a lo que alcanza a Teilhard" (pág. 448). Es­
tos textos iluminan con u-na luz bastante cruda y hasta cruel, la
mentalidad de la secta teilhardiana (12).
La conclusión es bastante severa, como era faícil de prever:
"El ,mtusiasm10 ha impelido a Teühard a menudo a afirmar en
lugar de e:rpUcar, y a pretender en lugar de analizar ... Gidiano y
ensayista ... p,romete'Íico, o más bien, faústico" (pág. 481).
(12) Puesto que nuestro artícuJo tiene muy especialmente por finali­
dad la de llamar la atención sobre la actitud de algunos no creyentes frente
al
teilhardismo, no podemos aquí darle el vafor que merece el hermoso
estudio
de Mgr. A. Combes, que se ha publicado en el mismo núme_ro ck
la misma revista "Etudes philosophiques" y que tiene como tirulo A p,ropos
de la théodicée teilhmrdumn,e, simples réflerian.s mtthodalógiques (págs. 483-
511). El lector conoce ya las críticas notables presentadas por Mgr.
Combes, Director de investigaciones y miembro del Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y que impugnaba el artículo favorable a
Teilhard del P. de Lubac, S. J. (La Pemée catholiqU'e, núm. 84 y 89.
Edicions
du Cedre, 13 rue Mazarine). Entre las numerosas observa­
ciones interesantes,
citemos los datos dados por el eminente autor sobre
las raíces ocultistas del pensamiento teilhardiaoo, en particular con res­
pecto a
E. Schuré (pág. 507-SU). Influencia además oonfesada por Teil­
hard mismo ("la introducción .me ha llenado de entusiasmo, dice en 1928"
"alegría de encontrar un espíritu muy simpático con respecto al tnío ...
excitación espiritual..., satisfacción_ ... ,, estímulo, etc ... "). Hasta la idea de
"Cristo cósmico" se
encuentra ya en Schure desde 1912 (algunos, lo
señalan anteriormente en medios masónicos ocultistas). Monseñor Combes
no
duda -.y hace falta en nuestros dias mucho valor--en abordar el
problema de Ull1a patología. (¿ Cómo se -puede registrar un testimonio de
este
tipo --de T. de Ch. sobre el mismo----sin experimentar la más viva
inquietud sobre la salud mental de quien enuncia este testimonio? Existe
un
probl_ema psiquiátrico en el teilhardismo que está subyacente y que
nunca se podrá eludir", pág.
511, núm. 3).
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