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El cuerpo de la Ciudad de Dios

EL CUERPO DE LA CIUDAD DE DIOS
Comunicación de ]EAN OussET a1 Congreso de Lausanne III,
Muy queridos amigos:
Al término de estos tres días, y en el momento en que me corresponde --- d_e concluir ... , lo mejor que puedo hacer, a mi parecer, es juntar
las flores de mi ramillete a los magníficos ramos que nos han
sido ofrecidos desde el viernes ...
y; esto en el orden siguiente :
1.0 ••• mostrar qué lazos unen el tema del congreso del año
pasado al tema de este congreso ; la defensa del. orden natural
constituyendo
eI terreno de esas "primeras líneas" en las que,. ahora más que nunca, el seglar está invitado a batirse ... 2.º ... mostrar que esta defensa del orden natural no es una opción política particular, sino el único medio para la Iglesia de
obrar en
lo temporal sin comprometerse peligrosamente en ello ...
3.0 ••• mostrar que una acción temporal separada de lo na-tural no puede más que "mesianizarse", presentándose desde ese
momento con una religión enemiga de la verdad ...
4.0 ••• mostrar que desde_ hace ciento cincuenta años consti­
tuye esto una táctica revolucionaria ...
5.'0 ••• mostrar cuántas ruinas acumula un tal desprecio deI
orden natural y qué errores provoca en
el plano de nuestros
métodos de acción.
6.0 ••• mostrar-cómo lo sobrenatural está a su vez amenazado
cuando desaparece
el respeto de la ley natural.
7.0 ... denunciar, en fin, la peor amenaza que puede hacer
correr a
lo sobrenatural nuestro actual desprecio de las justas relaciones entre la naturaleza y la gracia.
I.-De Lausanne II a Lausanne III.
"Seglares en la Ciudad" ... Tul fue el tema de nuestro con­
greso del año pasado.
Y el de este
año es: "Política y ley natural".
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Dos temas que se completan y se aclaran ...
Dos temas cuyo estudio es necesario para la dirección de
nuestro combate de seglares decididos a rechazar lejos de ellos ...
a) . . . el peligro de un laicismo, de un NATURALISMO que,
por principio o de hecho, no pueden más que pertenecer a eso
,que tiene de más específico la corriente revolucionaria ...
b) ... y el peligro de un SOBRENATURALISMO que (a pretexto
,de nó encadenar a la Iglesia a ninguna institución humana} la des·
arraiga literalmente. Peligro tan revolucionario como el prece­
-dente, aunque no sea más que pQr la deserción que próvoca de
1os mejores en
el terreno cívico; para el éxito más fácil y total
-de la Subversión.
Resulta evidente que es absolutamente indispensable un sen­
tido justo de las relaciones que deben unir..'. NATURAL y SOBRE­
NATURAL, seglares y clérigos, en una acción como la nuestra.
¡ Natura! y sobrenatural!
¡ Laicos y clérigos !
¡ Cuántas analogías entre cada uno de estos dos binomios !
El primero -natural y sobrenatural-constittlye el catoli-
.cismo.
El segundo -laicos y clérigos-constituye el todo de la Iglesia
en este mundo.
Se adivina, por tanto, el interés que el Infierno puede tener
en separar cada uno de ellos.
La herejía moderna es social, decíamos el año pasado. De
ahí ese "combate en las primeras líneas" -la fórmula es de
Pío XII-que los laicos tienen que reñir en lo sucesivo; sin
que la preeminencia magistral de los clérigos se encuentre por
ello disminuida.
Pero si la herejía moderna es social, ello se debe, ante todo
y sobre todo, a que nuestra época ha perdido el sentido y res­
peto del orden natural.
En otros términos, no es posible decir que ese combate f 1as primeras líneas", de nosotros, laicos (combate indispensable
para la salvaguardia de la mi,sma Fe), no es otra cosa, o es sobre
todo, o es ante todo,
un combate de defensa del orden natural.
Y esto
... sin que la preeminencia de la acción espiritual, la pree­
minencia de
la acción apostólica ( entendida en sentido estricto)
pueda encontrarse eclipsada por ello.
Tal es en verdad el sentido del tema fijado a los trabajos
de este congreso ... Su objetivo no consistía --como algunos pu­
-dieron creerlo así _en un principio-en buscar cuáles son las
fórmulas de unidad política que pueden ofrecer
un sentido justo
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Su tema tenía por objeto darnos una conciencia más viva de lo
<(Ue interesa, a la vez, admitir y rechazar en esa expresión, cuyo
-eco se extiende cada día más ...
"... la Iglesia, para cumplir su-misión divina, trascendente,
no debe y no puede estar ligada a ningún sistema social o po-
1ítico. Para anunciar la "Buena Nueva'" a las naciones no debe
esperar -a que estas últimas hayan alcanzado un cierto grado de
-madurez intelectual o moral, -social o político.
Y
esto es verdad.
Pero esto no deja de necesitar un comentario serio si se
interpretaciones desastrosas.
]!.-Respetar el orden natural no es una "opción política par
titular'º.
Es indiscutible que la misión de la Iglesia es trascendente, que
la Iglesia no está, que la Iglesia no deba estar ligada a ningún
sistema político particular. Pero, precisamente, el medio más
seguro para que una acción sea fecunda en lo temporal sin caer
prisionera de ninguna fórmula humana, es que permanezca orde­
nada, por encima de todo, a la defensa del orden natural. Pues
estar ligado· al orden natural no es estar ligado a ninguna fór­
mula política particular y contingente. Es no estar ligado a na­
-die. Es no estar ligado más que a Dios. Unico modo de estar
libre así en la tierra como en el cielo.
Y pues, para la Iglesia, estar ligada al orden natural es ser
libre, porque es abundar en su SER mismo·, en su función de dis­
pensadora y
guardiana de todo lo que es orientación divina. Dis­
pensadora y guardiana no solamente de esta Revelación, ma­
yúscula y primera ("Revelación" propiamente dicha); pero, tam­
bién, dispensadora y
guardiana de eso que Pío XII no ha temid;i
llamar una "revelación segunda.". Revelación segunda, pues, tam­
bién ella, es expresión de la sabiduría y de la voluntad divinas.
Pero de esta sabiduría, de esta voluntad divinas incluidas en
este orden natural de las cosas que es en primer lugar el de la
Creación.
En consecuencia, si es cierto que la Iglesia debe permanecer
libre. si es cierto
qué debe evitar todo lo que podría encadenarla
a alguna opción humana cualquiera que sea, Su deber de perma­
necer adherida al orden natural, su deber de defender lo que,
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está de acuerdo con el orden natural no deja de ser menos cierto;
este enraizamiento es indispensable a su fecundidad. Del mismo modo que el enraizamiento de ·ta -simiente es indispensable a Ja
fecundidad de la sementera.
Y si es evidente que la fecundidad de
la simiente no exige
el enraizamiento en la tierra particular de tal campo (propiedad
de Jaime o de Felipe), es indiscutible que sin embargo depende
de un enraizamiento en buena tierra... Buena tierra natural,
cualquiera que sea
el nombre del propietario del campo en que
ésta se encuentre.
Y
lo mismo sucede para la Iglesia.
Por evidente que sea su deber de ·no echar exclusivamente
raíces
en ningún campo particular en tanto que tal -el Espíritu
sopla ahí donde quiere-, la fecundidad de su acción en la tierra
no deja de estar ligado a un enraizamiento en buena tierra. Quien
quiera que sea el propietario del campo que la contiene.
Unico modo,
para la Iglesia, de permanecer "presente en el
mundo" ... sin ser "del mundo". Entiéndase: sin correr el riesgo
de quedar prisionera de las opciones humanas en fo que esas op­
ciones, precisamente, pueden tener de caduco.
Y esto es muy fácil de comprender.
Tan pronto como se ha JJl'rdido el sentido del orden natural
y se pretende sin embargo ... "estar presente en el mundo", apenas
se puede elegir.
O se cae en el angelismo, en un profetismO caricaturesco ...
O no queda más que comprometerse, en el sentido moder­
nista y progresista. Dicho de otro modo: tomar partido en lo
que lo "temporal" tiene ya no de esencial (puesto que este esen­
cial no es concebible más que a la luz del orden natural) ... , sino
tomar partido e~ lo que lo "temporal" tiene de más contingente,
de más discutible, de más arriesgado y, por lo tanto, de más
comprometedor.
Lo que es verdaderamente escandaloso cuando el ejemplo está
dado por clérigos que
-a pretexto de liberar a la Iglesia de
compromisos sociológicos medievales de una escolástica decla­
rada caduca-relegan 1a noción de derecho · natural, y también
a Santo Tomás, al depósito de trastos viejos, para comprometer,
más que todos los demás, su sacerdocio en aventuras políticas o
.sociales sorprendentes.
Pues ésta es sin duda alguna la alternativa ...
-o se permanece adherido a la ley natural... ;
-o se la niega; aunque s·e pretenda mantener una ªpre-
sencia" cristiana en lo temporal. Y, desde este momento, es fatal
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que lleguen a creerse más cautivos en compañía de Santo Tomás
o de Pío XII que a remolque de Marx o de Mao para la cons­
trucción del socialismo.
III.-Mesianización inevitable ...
La verdad es que si la Iglesia debe permanecer "libre" en
lo temporal. .. ; si es cierto que es incalculable el ·número de "op­
ciones·" políticas o sociales que ella puede aceptar, no es menos
cierto que no podrá jamás tomar partido por lo que en esos r·c­
gímenes viola manifiestamente la ley natural.
Y esto en primer lugar a título de que el socialismo, comu­
nismo
y nazismo han sido condenados.
"¡La ley natural! He aquí, escribe Pio XII, el fundamiento
sobre el cual reposa la, doctrimIJ socÚJ;/ de la, lglesid' (1).
"Si se quita al derecho su base constituida por la ley divina
natural y positiva, y por lo mismo inmutable, ya no queda sino
fundamentarlo sobre la ley del Estado como norma suya supre­
ma ... Error que está en la base del absolutismo. del Estado y
que equivale a una deificación del Estado mismo ... Este derecho
legal, en
el sentido que se acaba. de exponer, ha trastornado el
orden establecido por el Creador. Ha llamado orden al desorden,
autoridad a la tiranía, libertad a la esclavitud y virtud patrióti­
ca al crimen (2) ... "
'1El orden estahlecido p,or el
Creador" ... , se acaba de decir.
Orden divino sobrenatural de la Redención
y de· la Gracia ...
Orden divino natural de la Creación.
Tal es, en su plenitud, en su universalidad, y, por eso mismo,
en su auténtica catolicidad, el orden divino.
La naturaleza
y la gracia.
Que una de las dos sea descartada y se derrumba el conjunto.
"So pretexto de defender a la Iglesia, contra el peligro de
extraviarse en la esfera de lo temporal --observaba también
Pío XII-, una consigna ( ... ) se continúa propagando ( ... ) la
vuelta a lo puramente espiritual. Y con ello se entiende el con­
-finarla estrictamente al terreno de la enseñanza exclusivamente
dogmática, a la ofrenda del Santo Sacrificio, a la administración
(1) 23 de octubre de 1949.
(2) Discurso a la Rota: 13 de noviembre de 1949.
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de los sacramentos ( ... ) Semejante distinción es sencillamente an­
ticatólica" (3).
En consecuencia (también enseña Pío XII}, "no os conduzcan
a engaño los suscitadores de errores
y de teorías malsanas .... que
pretenden que, al pertenecer la Revelación al orden de la gracia
sobrenatural y al ser,
por lo tanto, obra exclusivamente de Dios,
no necesita nuestra cooperación en este mundo ( en el plano de
la naturaleza) para crear las únicas condiciones sociales que a
todos pueden hacer posible y placentera una vida digna del hom­
bre y del cristiano" (4).
De ahí estas otras pálabras ... , que os son bien conocidas::
"La doctrina social de la Iglesia es clara ( ... ) es obligatoria.
Nadie puede apartarse de ella sin peligro para la
Fe y el orden
moral" (S).
Fijémonos bien. Pío XII nos dice: nadie puede apartane
de ella sin daño para la sociedad. Lo que podría parecer normal
para una doctrina "social". No ha titubeado en decir: nadie
puede apartarse de e1la ... ( ... de esta doctrina, sin embargo, so­
cial, pero fundada sobre la ley natural) ... nadie puede apartarse
de ella sin peligro PARA LA FE. O dicho de otro modo: sin pe­
ligro para lo SOBR]\NATURAL.
¿ Cómo es posible que tantos fieles ----<:lérigos o laicos-pue­
den creer más santo su apostolado desde el momento que lo re­
ducen a ese "puro espiritual" denunciado por Pío XII? Laicos,.
clérigos o prelados que, con todos los signos de una ignorancia
que deja sin defensa, clasifican resueltamente entre las "opciones
libres" --y por tanto recusables-los principios más seguros del
derecho natural y cristiano; a pretexto que esos principios n()
pertenecen a lo que es ,cde Fe", al Dogma, a la práctica. de los
sacramentos, a la vida sobrenatural. Según una fórmula que :,e
propaga cada vez más: 1'Tan pronto como se está de acuerdo,
sobre la fe, lo demás importa poco ... "
Repitamos, pues, con Pío XII, que "semejante distinción es,
sencillaménte anticatólica"... Ya que el catolicismo implica, esen­
cialmente, la divina alianza de la naturaleza y de la gracia, de la.
razón y de la fe.
Cada uno de estos dos elementos, ciertamente, deben estar en
su lugar. Distinto. No confundido. Pero tampoco separado. Son
(3) A la unión internacional de ligas femeninas católicas. 12 de
septiembre de 1947.
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(4) 1 de junio de 1941.
(5) 29 de abril de 1945.
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precisos los dos elementos. El orden natural constituye la condi­
ción más segura
para la fecundidad sobrenatural en este mundo.
Como lo evocábamos el año
pasado: el Infierno ha cambiado
de táctica.
El asalto que sufre hoy el orden cristiano no .busca
ya· -como otrora, en. los tiempos de las grandes herejías dog­
máticas-atacar a las verdades mismas de la Fe, sino a consti­
tuir más bien un medio social de tal índole que la vida de la
gracia sea prácticamente ahogada.
El infierno, decíamos, desesperando de coger al pez se aplica
a envenenar
el agua del río.
Medio social que
se asfixia !X)r lo sobrenatural por ser un
medio social contrario al orden natural.
Lejos de tener en lo sucesivo --en su armoniosa y fecunda
unidad-la estrecha relación de ésas dos cosas divinas: la na­
turaleza y la gracia ya no subsisten más que dos elementos he­
terogéneos ...
. . . de una parte: un catolicismo amputado, cristianismo de·
''encarnación'' reducida ...
.. . de otra parte --en lugar de un justo respeto al orden
natural-: una concepción de las cosas humanas que, por no
responder ya a la voluntad de Dios, no puede dejar de .tomarse
por fin, virando al mesianismo.
Caricatura de religión que, por un satánico deseo de revancha,.
trata de imponer sus slogans, sus tabús y criterios a un cristia­
nismo "fideizado'·' ( fidéisé)... y como arrinconado en las pro­
fundidades inaccesibles de su cielo.
Caricatura de religión ... , o, más bien, como acaba de escribir
J ean Madiran en su "Pius Maurras"... "... democracia trans­
portada en materia religiosa y moral". No esa democracia rica
en cuerpos sociales libres y prósperos. según Pío XII. Sino una ...
"democracia que se impone como moral universal y como religión
ecuménica; como valor absoluto; como criterio supremo; nueva
y única ley natural y sobrenatural. Una religión distinta, una
nueva religión, totalitaria, teocrática, clerical, que se sustituye
a la religión del Dios
vivo; una religión del hombre; del hombre
moderno
... "
He aquí lo que ha aniquilado no solamente la noción de de­
recho natural en
la mayor parte de nuestros contemporáneos, sino
lo que pretenden dictar a
la Iglesia y al mismo Dios -las pres­
cripciones de una nueva Salvación. Redención en lo sucesivo
evolutiva ...
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IV.-Propuestas de matrimonio ...
Esa pretensión es vana sin duda, pero sus tentativas diabóli­
cas no dejan de sacudir furiosamente -"fluctuat nee mergi­
tur" -la santa barca de Pedro, desde pronto hará dos siglos.
Pues, desde
Lamenais y el catolicismo liberal, la maniobra
siempre ha sido la misma.
A la estrecha y divina unión de lo natural y de lo sobrenatural,
de. la naturaleza y de la gracia, intenta sustituir el imposible ma­
trimonio la famosa "paridad blasfematoria" ( 6) del Evangelio y
de la Revolución.
El matrimonio imposible del catolicismo y de
la fórmula revolucionaria más en boga en cada momento.
Fórmula revolucionaria, concepción de lo temporal que, en
consecuencia, ocupa el lugar de la ley natural.
Y el hecho
es que, desde hace ciento cincuenta años, aunque
la boda siempre ha sido deshecha, las amonestaciones continúan
realizándose.
¡Catolicismo liberal! O dicho de otro modo: propuesta de
matrimonio entre el catolicismo y el liberalismo. Liberalismo que,
en la unión, habría reemplazado a la ley natural.
¡ Amiericanismo! O dicho de otro modo: propuesta de matri­
monio entre el catolicismo y una cierta concepción del "mundo
moderno", Concepción del "mundo moderno" que, eti la 1mión,
habría reemplazado a la ley natural.
¡Modernismo! O dicho de otro modo: propuesta de matrimo­
. nio entre el catolicismo y ... no la ciencia, _sino el cientismo. Cien­
tismo que, en la unión, habría reemplazado a la ley natural.
¡ SilT'bnismo ! O dicho de otro modo: propuesta de matrimonio
entre el catolicismo y el mesianismo democrático estilo Sangnier.
Mesianismo democrático que, en la unión, habría reemplazado
a la ley natural.
¡ Progresism,a! O dicho de otro modo: propuesta de matri­
monio entre el catolicismo y el comunismo. Comunismo que, en
la unión, habría reemplazado al orden_ natural.
¡TeilhMdismv:;! O dicho de otro modo: propuesta de matri­
monio entre el catolicismo y un Hevolucionismo cósmico" pletó­
rico
de amenazas totalitarias. "Evolucionismo cósmico" que, en
la unión, habría reemplazado en lo sucesivo a la ley y al orden
naturales.
Tentativas matrimoniales que, desde luego, han fracasado
(6) San Pío X. "Carta sobre el Sillon", 25 de agosto de 1910.
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siempre, pero cuyos estragos en la sociedad, en los espíritus y en
las almas, han sido,
y permanecen siendo, espantosos.
Y esto en doble perjuicio de lo natural y de lo sobrenatural.
V.-En perjuicio de lo natural .
. Esto es evidente, puesto que es abiertamente contra lo natu­
ral -para sustituirle--que cada una de esas propuestas de ma­
trimonio tomaban o toman su sentido.
Mutilación, ruina de lo natural.
Después de lo que se nos ha sido dicho sobre este punto por
Geoffrey Lawman, el profesor De Corte, el profesor Riviere, el
almirante Auphan, comprenderéis que ya no es necesario que
insista sobre ello.
Descomposición política, perturbación social, lucha
de clases,
universo concentracionario, guerra total, guerra subversiva, ata­
ques a las fuentes de la vida, contraconcepción, aborto... Todo
esto, ¿ no está firmado por aquel que fue homicida desde el co­
mienzo de los tiempos?
Y no solamente son inmensas las ruinas, sino que, al con­
tacto de esos errores, la inteligencia se obscurece respecto a los
únicos métodos de acción que pueden curar tan grandes males.
Para ejercer, en efecto, una acción verdaderamente medicinal
-una acción que cure realmente-es preciso tener una idea su­
ficiente del orden interno, de
la anatomía, de la naturaleza del
cuerpo que hay que curar. Acción que, para ser curativa, debe
proceder como del interior, devolver su vitalidad natural a los
órganos fundamentales, reeducar los miembros agarrotados.
Por el contrario ~tan pronto como se ha perdido el sentido
del
orden natural-, es normal que se recurra a procedimientos
exteriores,
si no extraños, a la anatomía social.
Fórmulas de prótesis -nos decía ayer Marce! de Corte-.
Fónnulas ortopédicas, de acción social, que tratan de actuar a
guisa de corsés, muletas, piernas de madera ...
Mecánicas sumarias que tienden a reforzar su acdón por el
poder de su dispositivo. Unitarias, pues, y coalizantes en sumo
grado.
Cuando
ya no se es capaz de devolver a una casa su solidez
"'natural", el procedimiento consiste, en efecto, en apuntalar sus
cuatro fachadas, afianzar las ventanas o sostener con vigas los
techos. Procedimientos que,
¡x>r eficaces que sean, no han im-
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pedido jamás que semejante casa no sea una ruma peligrosa
abocada a la demolición.
Tal
es, en el plano de acción incluso de los mejores, la con­
secuencia de una ignorancia demasiado grande del orden na­
tural.
Por el contrario, tenemos que devolver vida "natural", fuerza
''natural'', salud ''natural'', actividad ''natural'' a órganos so­
ciales que (lo más a menudo) existen, pero que ban sido depri­
midos, atrofiados por las condiciones de vida antinaturales, a
las que el totalitarismo moderno los ba reducido.
Jamás se repetirá bastante que no tenemos que devolver a
Cristo Rey u.na sociedad tullida que subsista tan sólo merced a
grandes refuerzos de vigas y corsés. Tenemos que devolver a
Cristo Rey ciudades que vivan naturalmente ... , de la vida na­
tural de los cuerpos u órganos que la constituyen naturalmente.
Ahora bien, sólo un sentido agudo del orden natural puede
dar, en
la acción, ese respeto -hábil y dinámico-de la va­
riedad, de la complejidad, de la complementariedad, de las ope­
raciones a "combinarse". Se trata de un tipo de acción multifor­
me que, como sabéis, es el que
L'Office se ha dado por misión
promover ; abierto como está a todos aquellos que estiman
que
una pluralidad armoniosa de organismos distintos es generadora
de una mayor potencia que la coalición unificadora de esas mismas
organizaciones.
VI.-Peligro para lo sobrenatural.
En el comienzo de esta exposición hemos dicho ... Lo sobre­
natural está a su vez amenazado cuando desaparece el respeto
de la ley natural.
Y éSto· de muchas maneras ...
, .. La primera· de las cuales es que la vida de la gracia en
nosotros no puede
... ni desenvolverse plenamente ... , ni incluso
subsistir; cuando violamos las prescripciones de esta ley natural,.
de la que Dios ha recordado a los hombres lo esencial en el
Decálogo.
' Porque la ley natural es... --<:orno ha dicho Píoxrr-el
fuudani.ento de la moral ; la observancia de esa ley es la base
indispensable
pata la vida de la gracia en nosotros.
Cuando
el orden natural es violado -de modo grave y cons-
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EL CUERPO DE LA CIUDAD DE DIOS
ciente-, el pecado es demasiado evidente para que "el estado
de gracia,, no sea su víctima.
Otro ejemplo -más colectivo-del peligro corrido por lo
sobrenatural cuando el orden de la naturaleza está desvirtuado:
Sirvan de ejemplo esas naciones en las que, ciertamente, · ]a
fe permanece viva todavía
... ; pero naciones en las que el orden
soci.al, las instituciones, la enseñanza, el modo de vida, el espí­
ritu público, están metódicamente marxistizados.
Ciertamente, la gracia de Dios puede en
ellas realizar mila­
gros.
Pero la experiencia demuestra,, i ay!, que allí donde la vida
no está ordenada como es preciso se termina pronto o tarde por
pensar según los principios embusteros
de la vida que se lleva.
Más que nunca es por la transformación ideológica. de lo tempo­
ral como la Revolución se
aplica a destruir la vida de gracia en
las almas.
En consecuencia, incluso si parece que en esos países .de
cristiandad, en los que ha triunfado, la Revolución evita atacar
demasiado abiertamente a lo sobrenatural por el mero hecho
que ha impuesto en ellos un régimen social contrario al orden
natural, los más graves peligros amenazarán cada vez más_ a la
fe
en esos países.
Como lo denunciaba el cardenal Sali,/,ge... "Un obrero cató­
lico guardará difícilmente la fe en un ambiente comunista en el
que estará incesantemente asediado de cuestiones
y ~olicitaciones
a las que dará su adhesión,- sin darse cuenta de que toda la ac­
ción está dirigida por una filosofía materialista. Es por la acción,
mucho más que por razonamientos ( ... abiertamente hostiles ... ),
como se hace del cristiano un comunista ateo".
"No debéis, decía Galperine, presentaros ante la juventud
cristiana con proposiciones de lucha antirreligiosa, sería
un g·rave
error sicológico. Pero es fácil arrastrarla por alguna cosa ( ... Y por
la libertad, por la paz, por la sociedad ideal..." (7).
VII.-La peor inversión.
Quede sentado que ese peligro no es, sin duda, el
máS te­
mible que la Fe pueda correr errando se ha perdido el senti,fo
de las justas relaciones -y, por tanto, de la jerarquía-de lo
natural y de lo sobrenatural.
{7) Citado por J. Daujat, Connatire le communisme, pág. 37.
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Hay un peligro mucho más insidioso, más rigurosamente dia­
bólico. Y muy actual también.
Peligro cuyo tema ha llegado a ser como un fondo sonoro
para la vida cristiana de hoy.
Peligro de esta incesante -y muy amenazadora-invita­ción hecha a la Iglesia de adherirse a llegar a ser, ¡ por fin!, "lo que ella debe ser", como dicen. Invitación a reconocer sus
errores y faltas del pasado. Invitación a humillarse y
a rechazar
de sí todo triunfalismo.
Invitación a hacerse digna de su misión. Consistiendo dicha
misión, en estas circunstancias, en ponerse ante todo y sobre
todo "a la escucha del mundo", marchando de concierto con él "en el sentido de la historia". Invitación, dicho de otro modo, 1 que la Iglesia realice por sí misma su propia inversión. La peor.
Aquella en la que lo sobrenatural sería no solamente derribado,
sino llevado más bajo que
lo natural, en atención a que ese
"mundo", al que se la pide sirva, no observa siquiera la ley de ese grado natural.
Inversión radical, por consiguiente, en la que lo sobrenatu­
ral está invitado a rebajarse ante un temporal
SUB-NA'I'URM... Dicho de otro modo: no es el mundo quien debe recibir su
salvación
de la Iglesia. Es Ja Iglesia quien para ser, por fin, lavada de sus insanias, debe buscar su salvación_ en un mundo SUB-NA'I'URAL.
"HAEC OMNIA ·TIBI DABO, SI, CADENS, ADORAVERIS ME" (8).
De esto se trata. Y es ésta la situación en la que nos en­
contramos ...
. . .
En esta última fase de la tentación de Jesús en el de­
sierto. Aquella
en que el Diablo, habiéndole transportado sobre una
alta montaña, ante los reinos
de la tierra extendidos a sus pies,
no temió proponer. .. : "Tibi dabo ... Todo esto te daré si de
hinojos me adorares".
¡ Qué gloria más grande hubiera sido para el Infierno ! Pero también qué signo de triunfo inmenso, qué signo de más
segura victoria
para el Poder Temporal si hubiera llegado a
ser adulado rastreramente
por los representantes de un Poder Espiritual que se pretende divino.
(8) Mateo, IV, 9.
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EL CUERPO DE LA CIUDAD DE DIOS
Qué incremento de prestigio para César. Y qué medio, para él, de reinar sobre los espíritus tanto como sobre los cuerpos.
Voltaire (ese cortesano del despotismo "ilustrado") ya re­conocía que es necesario, al menos, "religión para el pueblo" ... ¿ Para el pueblo? Pero, sobre todo, para el más seguro y come pleto poder del César ...
En cnanto a la historia de la Iglesia sobradamente demues­
tra que fue permanente, por desgracia, la tentación de ciertos clérigos de encontrar prestigio, ascenso y provecho... en el temor
del Príncipe mucho
más que en el temor de Dios.
Y la misma Revolución no sería
tan altamente hostil a Cristo,
a
la Iglesia, al Cristianismo. Es capaz de reservarles un buen
lugar en su dispositivo (pensemos en la admiración de los ja­cobinos por el "sans-culotte Jesús") ... Pero, siempre, a esta condición: ''si, cadens, adoraveris me; .. ''
Pues ella no rechaza a nadie y, a partir del año 1930, es conocida su técnica de "la mano tendida"... Tendida a todos: clérigos y laicos.
A sus liberalidades, a los
"ascensos" cuyas palancas ella de­
tenta. no pone más que esta condición:
"si cadens ... ": que se
caiga de hinojos. Desde este momento,
la Revolución sabe ser
generosa. Basta recordar al abate
Loisy y

a tantos otros.
Lo que la Revolución no admite, lo que no puede admitir, es vernos a
nosotros cristianos católicos
-en nombre a la vez de lo natural
y de lo sobrenatural-recusar su principado sobre el mundo. Principado que, desgraciadamente, se benefu:ia de un respeto,, de un temor reverencial que Cristo y su Iglesia no encuentran,
al menos -hasta ese grado, cerca de sus fieles.
En efecto, ¿ cuántos son los que aunque tengan poco gusto
por
el ídolo se atreven ahora a despreciar abiertamente su culto?
¿ Cuántos se atreven a criticar sus dogmas? ¿ Cuántos se atreven
públicamente a burlarse de sus
tabús?
Reconozcámoslo, si bien hoy no se rinde alabanza, honor, servi­
cio, temor reverencial más que tímidamente
al único verdadero
Dios, en cambio
la Revolución, con sus slogans y sus fetiches, es objeto de un culto, universal.
Pues
el hecho es que un número muy grande de católicos, y
de la especie que· es más visible. la más honrosa, proclaman sus
dogmas, sirven sus proyectos con
un celo más grande que el que
ponen al proclamar y promover el Reinado Universal de
Je­sucristo.
Esos católicos, cierta.mente, continúan cantando, entre ellos,
el domingo, que Jesucristo sigue siempre siendo ... : "Rex Re-
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gum" ... solus Sanctus: solus dominus -Rey de los reyes--... ,
sólo santo ... , sólo Señor".
Afirmaciones de las que no se sacan consecuencias, puesto
que -tan pronto como están en la calle-esos cristianos no
piensan más que conforme a las máximas del mesianismo revo­
lucionario y que es,
.a la luz de estas máximas, como también
se atreven ellas a invitar a la Lglesia a tomar, por fin, concien­
cia de su propia misión.
Prueba que ante los dogmas, liberales o marxistas, cada uno
se inclina, actualmente, sea con respeto, sea con temor o cobardía.
Está pues cumplida la condición: "si cadens".
* * *
Por lo expuesto se adivina la amplitud de la Subversión.
Un -sobrenatural, dominado por un sub-natural.
Todo está, pues, a restablecer. Tanto el sentido del orden
natural como el sentido del orden sobrenatural.
* * *
.En lo que concierne a lo natural es evidente que la recon­
quista depende más directamente, más específicamente de nuestro
combate de laicos
en la ciudad.
Y si el congreso de Lausanne no es
un engaño, es, y debe
ser,
el signo de nuestra generosidad, de nuestra eficacia en una
acción, de la que no es necesario que os diga que no debe limi­
tarse al cuadro de estos
tres días, sino que debe prolongarse in­
cansablemente durante todo
el año.
A cada uno de nosotros corresponde, por tanto,
el cuidado
y la responsabilidad de
tomar y de reglamentar desde ahora sus
resoluciones. Sin ello este congreso no sería más que
una irrisión
espectacular. Y mejor sería que evitáramos el
engañarnos en
lo sucesivo
por este doping peligroso.
Al trabajo,
por tanto ...
Eso es lo que hay que hacer por lo natural.
Pero hay algo más que el orden natural.
Y si es cierto
que la vida sobrenatural se concibe en primer
lugar en el respeto de esta carta del orden natural que es el
Decálogo,
no es menOs cierto que la naturaleza no se restablece,
debidamente, sin la
graóa ...
Ahora bien, la fe es, en este mundo, la raíz y el tronco de
la vida de la gracia en nosotros.
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EL CUERPO DE LA CIUDAD DE DIOS
La Fe, princ1p10 de la Salvación.
Virtud que, según testimonio del Evangelio, parece forzar a
Dios al milagro.
Una virtud -jamás se subraya lo bastante-que .ha arran­
cado como gritos de asombro maravillados a nuestro Sefior. Una
virtud de la que ha felicitado explícitamente a algunos en este
mundo.
"i Oh, mujer, tll fe es grande!"
"¡Jamás he encontrado semejante fe en_ Israel!"
"Vete, tu fe te ha salvado".
* * *
Se comprende, por lo expuesto, que en la situación en que
hoy vemos al mundo
... , en las :proximidades del décimonoveno
centenario
de los martirios de Pedro y Pablo, el Soberano Pon­
tífice haya anunciado no solamente
la apertura de un. "año de
la
fe", sino que haya señalado como un peligro fundamental. ..
"el declinar de ese sentido religioso que es como el fundamento
NATURAL de la fe".
Por tanto, un año del "Credo".
Un año en el que el "'Credo" deberá ser honrado con cere­
monias especiales.
"En toda.s las parrvquia.s o comunidades -precisa Pau/,o VI-,
en cada casa en que resida una fmn-,~lia cristiana ... " Incluso~ y esto
nos concierne, "en cada asociación católica,".
* * *
Mis queridos amigos ...
Pienso, pues, que la ocasión es buena y que ...
.. . para procurar a nuestro combate, miuy natural, por "la
Ciudad Carnal" esas bondades sobrenaturales que únicamente
pueden darla su plena fecundidad
... ,
para responder también al llamamiento de Paulo VI...
. . . pienso que estaría bien que termináramos esta reunión
con el canto del
"Credo" ...
Y "Credo" cantado aquí mismo. No en la Capilla (a la que
iremos dentro
de un momento para las vísperas, y el canto, que
se
ha hecho ya tradicional entre nosotros, de esas Letanías Ca­
rolingias que fueron durante siglos el grito de fe del Occidente).
"Credo" calltado aquí misnw, en la sala de nuestros traba-
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jos c1v1cos, para señalar mejor el carácter de esta inicia.tiva'; ca­
rácter de
una iniciativa de laicos.
"Credo" en ese Dios que es nuestro Creador, nuestro Sal­
vador, nuestro sJWoR. No, ese Dios evolutivo que jamás habría
de terminar su crisis de crecimiento.
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Sino ese Dios que fue, que es, que viene.
Y cuya
Verdad permanece eternamente.
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