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Iglesia y mundo

IGLESIA Y MUNDO
La Iglesia ante el Mnndo Moderno.
"Unios piensan que ia fidelidaá al depósito que ella ha re­
" cibido Ítm,Pl¡Jne a la Iglesia una actitud de reserva, o incluso de
"condena del mrundo m,oderno. ¿No está toda la Iglesia, enca,­
"minada hacia o,tro mru,ndo. plenam~nte diferente de éste, el
"mrundo del más allá, el Cielo;, donde Cristo reina en la gloria
v con sus santos y sus ángeles, el m"rUndo de las almas de la.s
"realidades espirituales? ¿Qué im,p·ortancia puede conceder a es­
"tos progresos técnicos, orgullo del hombre de hoy, a sus es­
"fuerzos por explorar el cosm10s, por utüizar las fuerzr,s ocultas
"m el secreto del átomo, par m10difica,r las estructwras de ia
"sociedad? Todo e'sto es lo «temporal», objeto de las investigacw­
"nes y de las disputas de las hijos de los ht1mibres. Si no llega a
"condenarlo
y maldecÍlrlo, que la Iglesia al mienos se desinterese
"de ello, que se «desligue», como hoy se dice, que pernwnezca
"en su cam1P'o: lo esp,irituaJ.} lo «espiritual· puro·».
n A la inversa, otros quisieran que la Iglesia no sólo mirara
"con buenos ojos al, m1undo moderno, sino cjue se camprom1etiera
"a fondo en lo temporal -sodal, político, económico-y no du-­
,, da-ra en sostener, si fuera necesario, a cuantos quieren hacer
"reinar ia justicio, en la sociedad reform'lindo,la por medio de la
"violencia. Los cristianos de este siglo~ dicen ellos, deberían «ac­
"tuar comt.i revolucionarios en J,eneficio del homtwe>>.
"La Iglesia no puede hacer suya ninguna de esta,s dos acti­
"tudes extremas. No, puede desinteresarse de lo tem,P'oral, p'Or­
" que lo tem,poral es ia actimdad de los hombres, y tod<, lo que
"concierne al hom1bre concierne a la Iglesia. Una Ig1lesia áe"Sen­
" carnada, alejada del mundo, retirada al desierto, no sería la
"Iglesia de Cristo,
«la Iglesia del Verbo encarnado». Ella, por
"el contrario) se interesa m~y de cerca de todo esfuerzo genero-so
u que tienda a hacer avanzar a la humnm'.dad na sulamrente · en su
ncamino hacia el cielo) sino tam1bién en su búsqueda de'l bien­
" estar, de la justicia, de la paz y de la felicidad sobre ia tierra.
"No puede, por o,tra parte, aprobar a los que pretenden con-.
"seguir este objeti,vo tan noble y tan legltÍtmiO, por medio, de la
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"subversión violenta del derecho y del orden social. CiertOJm~nte
nes consciente de que con su doctrina aporta una «revolución»,
}) si por esto se entiende un cambio de mentalidades, una pro­
"funda modvfica,ción de la escala de valores. N ü ;gnora la p'Ode­
"rosa atracción que la idea de «revolución» -entendida en el
/} sentida de un cambio violento y brusco-ejerce desde siem1pre
,, en algunos espíritus ávidos de lo absoluto1 dB' soluciones rápi­
" das, enérgicas y eficaces del problema social; elfos ven [!USto­
,, sos aquí «la única vía que conduce a. la justfria».
"En realidad la a,cción revolucionaria engendra de ordmario
ntodo
un cortejo de injusticias y de sufrímtientos, pues la violen­
,, 00, una vez desencadenada, se controla difícil·mente, surtiendo
n sus efrctas en las personas al nuismo-tiemipo qu13' en !.as es­
"tructuras. No es esto a lüs ojos de la Iglesia la solución apta
"para
remediar los males de /,a sociedad.
,,Por tanto, ni indiferencia por el camino concreto de los
"hombres de hoy, ni vinculación can la acción revolucionaria. A
"igual distancva de estos dos e.t:trem'Os, la wctitud de la Iglesia
"ante el mundo moderno es la que ha definido ante nuestros ojos,
"a. lo largo de los años de refte~rión que estamos muiendo, et Con­
" cilio Ecumténico Vaticano II, una actitud que puede resumirse
,,
en dos palabras: am.or y servicio".
PAULO VI : Respuesta a las felicitaciones del
Cuerpo Diplomático del 6 de enero de 1967 (tex­
to francés en L'Osse-rvatore Roma,no del 7-8,
texto en castellano :
Ecclesio núm. 1.324 del 14
de enero).
Tres significados de la palabra MUNDO.
"Mundo puede significar lo -creado, el cosml()s, este imn'tl3nso
"universo de la creación, que nunca habrem'Os terminado de co­
"nocer y descubrir, y que puede ma,gníficam "ca;/,a, para el descubrimiento de Dios (cfr. Hech., 17, 27).
"Y mundo puede signifvcar /,a humanidad. Es et sentido que
"el ConciciUo considera (cfr. «Gaudium et Sp,es», 2), teatra del
"dran,a hum1ana, devastado Pür el pecado, pero amado y virtual­
"miente salvado por
Dios y por,Cristo. «De tal manero Dios am0
"al, mrundo que entregó su Hijo unigénito para que quien crea en
"El no perezca, smo que tenga la vida eterna» (lo., 3, 16). Es
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"el campo humimno en el que se desarrolla. la historia -de la sal­
''vación.
"Pero ha;y un tercer significado del término «mundo», y es
"el significado malo y hostil. El mun.do, en este sentido, es ta.me
nmén la humanidad1 p,ero la esclawa por el trnisterio del mal; es
"la negación y /(JJ rebelación contra el reino de Dios; es la coali­
"ción de la.s falsa.s virtudes, tristemente poderosas por su aleja­
)'mriento del fin suprem,D'; es en la práctica una concepci.ón de la
"mda deliberadGJm~nte ciega sobre su verdadero destino, y sorda
"a la vocación del encuentro con Dios; un espíritu egocéntrico,
"minado por el placer, la. fatuidad, la incapacida:d de amor ver­
" dadero. Y es, en sumiu, la «fascinatÍ "la s-educdón de los valores e'jímeros e inadecuados a las aspi.­
"racionies prCYjwnrdas y esencia/,es del hotnbre-; una seducción que
"en,contramos a cada pa.so en nuestra e:rperienóa temporal y que
})nos puede ser fatal".
PAUW VI: Alocución en la Audiencia Gene­
ral del 5 de abril de 1967 (texto italiano en
L'Osservatore Romano del 6; texto en castella­
no: Ecclesia núm. 1.3,37, '29 de abril).
"Existe un térmimo que Leopardi reconoció com-v original
"de/ Evangelio, que define esta incom,pleta y, por tanto, faisa y
"noci/lla concep'Ción
de la vida modelada por e/ ambiente; es et
ntérmrí,no «mwndo». Para nosotros· lo define todo, en sentido ne­
" gatwo y com1parativo con ta vida cristiana, pues e/ lenguaje ar­
" dínario
de la predicación religi(}sa nos ha acostumbrado a darle
J'un significado bien canoddo, au,nque na siemipre precisa, cuando
''lo emip,lewmvs en su expresión negativa. Mundo, en éste· sen­
"tódo, es la poróón de la h"m11nwad que ha rechazado la tus del
"Evangelio «Mundus Bum, non wgnovio» (fo., 1, 10), el mundo 1'no conoCÍJÓ a Cristo1 que vino a traer l,a luz. Es el reino de la
'1 apwriencia en
contraposición con el de la realidad, el reino de
"las virtudes finqida.s, de los valores mediocres y contingentes, de
"las pasiones c<>nstituida.s en principios. y hasta, en los casos
"típico,s, de la perversión en ideales o morales legitin1wlos, hnsta
"llegar a hacer escribir
al Evangelista Juan que todo el mun.do está
"sometido al ímp,erio del maligno ,(1 I o., 5, 19), donde el pecado
"encuentra
libre ciudada,nía y organización seductora y poderosa.
"Pero en e/ lenguaje escriturístico /,a palabra mundo expresa
"otras dos realidades, calificadas "'"'.JI distintamente. Mundo es el
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"universo, el cosmos físico, en el que el poder y las sabidurías
"creadoras
se han man;festado de forma y en medida prodigiosas,
"como la cienrW va descubriendo mris y más cada día, no para
"ponerse en ella en lugar de la causalidad eng,mdradara del ser
" ( lacra tan ingenua como tentadora) 1 sino-para advertir la in­
nvitación 1 cada vez miás lógica y acuciante, a la ascensión meta­
"física hacia kI, causa primera y vwiente, U'a.mada Dios, Y mundo
"es /a,mbién la humanidad globatmente considerada, ese mrundo
"«que Dios am1ó hasta el punto de entregarle su Hijo unigénito»
"(lo., 3, 16) para su salvación. 11Por tanto,, la palabra «miundo» nos im1pone una triple acti­
"tud de acuerdo con su triple significado, de desconfian,;a y de­
"fensa, si p,or el miundo entetulemos e{ «siglo», como se suele
n decir,, emancipado o rebelde contra el orden espiritua,l y moraJ
))de la economfu cristiana; luego, de estudio-1 de admiración, de
"valoración justa, si por miundo entendemos el cuadro de las
"cosas que se ofrecen a m~estro· conocimiento y a: nuestra con­
" quista; y, finalm~nte, de búsqueda, de servicio y de wmor, si 1
' por el término m'"41do queremos indicar a las hombres, nuestros
)J semejantes y hermanos''.
PAULO VI: Alocución al Movimiento Nacio­
nal de Congresos
"María Cristina de Saboya", 22 de mayo de 1967 (texto italiano en L'Osser­vatore Romano· del 22-23; texto en castellano: Ecclesia núm. 1.345, 24 de junio de 1967).
La Iglesia debe ser fiel a sí misma para ir al mundo mo­
derno.
"Uno de los resultados del Concilio, tal vez el m,á,s difundid'o
"y, en ciertos wsp·ectos, el ,nás imiportante, es la persuasión de
"que la Iglesia debe acercar se /JJl mundo en ([U8 vitve y vivimos
"todos. El Concüw, con su ya célebre Constitución p/JJStaral
"«Gaudium, et Spes» sobre las relacwnes que median y hay que
"resta/Jlecer entre
lo, Iglesia y el mundo contetn,j,oráneo, ha dado
"a la Iglesia una grande y difícil consi,gna: restablecer el puente
"entre ella y
el hombre moderno y este etn,j,eño supone y exige,
"com'O todo,s saben, muchas casas.
"¡Cómio recobrar kI, confianza del hombre -se pregunta kI,
"IgleSUJr--, c6mo persuadir/o que es madre para, él, su amiga y
"necesaria? Das paJabras resum1en kI, psicología de la Iglesia an,.
"te este ¡,robletna: salvación y sermcio. La iglesia tratará; de
."acercarse /JJl homibre ofreciéndole lo, salvación, de la que es de-
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)) positaria, y el servicio, que el hotnbre ne-ce sita y en cierto-sen­
"tido sólo la Iglesia puede prestarle.
"Ir al mrundo, ésta es, pues, /,a misión que ,la Iglesia, después
"del Concilio, se propone con nueva lúcida mtisión y nue*Vo es­
"píritu de cMidad y sacrificio. Pero esta mrisi6n suscita una serie
"de problemas mternos para la Iglesia, a los que no podrá de­
"jarse
de dar una respuesto si se quiere que la Iglesia no, se ol­
"vide a sí misma y frustre al punto la renovada misión que se
"propone.
"¿Podemos acercarnos al mundo cua,ndo el carácter, no sólo
"moral, sino sacrami.entalmicnte que nos define cristianos, nos dis­
"tingue
del mundo, incluso-nos obli,ga a ciertas renuncias raái·-­
"coles que parecen separarnos de mlOdo irreductible del mundo?
"; C Óm "si el com/)romiso con Cristo le posee y le gobierno tanto?
"Y mlás todarvía, aunque vivan juntos, el cristiano y el honi1bre
"del mundo, ¡no camónan en sentido inverso,? Uno bu.sea el reina
"de Dios, el utro el remo de /,a tierra. ¡No son incom,p·atibles
"estas dos posturas, estas dos direcciones?
"Y podríamos añíadir también otro m "grave: un acercamiento de la Iglesia al mrundo contem1p'Orárneo,
";no exige de la Iglesia una mutación profunda de todo su ser,
"de toda su doctrina, de toda su ley moral y canónica? Se ha
"hablado de «puesta al día»; ¿ se permite, pues, el a/Jandono de /,a
"tradú;ión, de los dogmas, de la discip./ina filosófka, de las es­
"tructuras eclesiásticas? iSe puede crear a placer una. nueva con­
"cepción de la constituc;6n de la Iglesia y someter su doctrina
"ai una nueva interpretación y sacar de ella una «teología mo­
" derna» que tenga en cuenta especialmente la mentahdad corriente
"y su repugnancia en adm>itir verdades superiores a. su espon­
"táneo entendimriento, así conro la enseñanza definida autorizada-­
"mrente por la Iglesia, incluso, a veces, la misma palabra de la
'' Escritura? ,¡No es más fácil, para ir al mundo aceptar su m.odo
"de pensar, o debemios, a;l m:enos, ofrecerle un m1a,do original y
"nada c01111pro"111Jetedor de concebir las cosas de la religi.ón?
"Y podríom,o, roñadvr tam,bién otro modo de P'ensar y obrar
"que pwrece, aunque no e.zactamiente, conformarse de lleno con la
"indicación conciliar, a saber: concebir la misión de la Iglesia di­
"rigida,, primera y principalmente, al servicio del hombre más
"que
al culto de Dios y al apostol(J)do religioso. Tal 11ez sepáis que
"esta concepción de la misión de la Iglesia y del sacerdocio en
"particular ha interesado, e incluso p,erturbado, discusiones en ·el
"campo ca:tólico.
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nHaremios nuestras las po;/,abras de ·un libro reciente: «La, lgle­
,, sia cumplirá su ,wisíón con toota m11yor facilidad y eficacia cuanto
"miás profunda y auténtica,.m:ente sea ella. mismtz» (Dum1ont). Y
nlas dirigirem10s a cada católico: procura ser tú mismo, es decir,
"un verdadero y un buen católico y sabrás ser sal y luz en el
"m~ndo com.io Jesús nos ha dicho. Con nuestra bendición apos­
''tólical'.
PAULO VI: Alocución en la Audiencia Gene­
ral del 13 de julio (texto italiano en L'Osserva,_
tore Romano del mismo día; texto en castellano:
Ecclesia núm. 1.3,55, 2 de septiembre de 1967).
No hay que desacralizar la Iglesia, sino resacralizar el Mundo.
"El mtUnáo -es vu.estro ca,mp'o de acción_. Estáis inrmiersos en
"él por vocación. ·Pero el ~UlJi,mdento natural de este m,undo, bajo
n1,a acción de mi factores que sería demasiado larrgo e.xamtinar, le
"empuja hacia ese fenómeno que ya, han analizado muy bien
"-para alegrarse o para entrist-ecerse de él-ciertos pensadores
"contemporáneas, expresándolo con los d11Verso-s nombres de «se­
" culrwización», de «laicización>> o de < "cim10s con pena: h{f¡ habido escritores católicas en cuyos deseos se
"ha podido apcryar, contra la tradición bómrilenaria de la Iglesia,,
"el reclam,0 de la atenuación progresiva y hasta la desaparición
"del carrocter sagrado de lugares, tiem,pos y personas.
"Vuestro apostolado, queridos hijos e hijas, se inscribe en un
"sentido contrwio al de estas corrientes. El Concilio os lo ha
n dicho y rep,etido: los segla,res «consagran a Dios el mundo», en
"el «saneamiento de las instituciones y ·ae las condiciones de vida
"en el mundo-»: son las expresi.ones mtismas de fos docu1n1entos
"conciliares. ,¡ Y qué es todo esto, sino «resacralizar» el mundo
"fDl1Jci.endo penetrar o volver a él ese soplo p,oderoso de la fe en
"Dios y en Cristo, que es el único que puede conáucWle a l.a
"verdadera felicidad y salvación? El llorado cardenal Cardijn lo
"expresó buen núm1ero de veces y en términos conm1ovedores. Nos
"mJsm10 lo decíamios hace poco: ·«Los seglaJres deben asumlir camio
"su tarea peculiar la renovación del orden temporal. A ellos ca­
"rresponde (. .. ) penetrar de espíritu cristiano la m,entalidad Y' las
"costum¡bres,
las leyes y las estructuras de' su comunidad de' vida»
"«Populorum progressio,
81)".
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PAULO VI: Discurso al III Congreso Mundial
del Apostolado Seglar del 15 de octubre de
1%7. (Traducción de la Oficina de Prensa; tex­
to en castellano: Ecclesia núm. 1.362, 21 de oc­tubre.)
Fundaci\363n Speiro