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Deber y condiciones de eficacia. [La acción] (XIV)

Deber y condiciones de eficacia
CAPITULO IX
EMPLEARLO TODO, DENTRO DEL ORDEN
por
)EAN Ou~s~r
Fundaci\363n Speiro

DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
CAPíTULO IX.
EMPLEARLO TODO, DENTRO DEL ORDEN
Llegados al término de esta tercera parte, consagrada al es­
tudio de los "instrumentos y de ]os métodos' ¿ cuál será nuestra
conclusión? ¿ Qué instrumento, qué metodo preconizaremos?
Emplearlo todo, dentro del orden.
Para ello, respetar a la letra esas directrices de Pío XII :
"hacer
de suerte que las necesidades queden bien definidas, las
metas bien claras, las fuerzas disponibles bien determinadas,
de forma que, desde el principio, los recursos actuales no sean
despreciados por no conocerlos,
ni emplearlos de manera desor­
denada,
ni derrochados en actividades secundarias" (! ).
Porque.
aunque todo sea bueno, no todo vale_ Jo mismo o
no
es-igualmente necesario en el mismo momento. Nada es más
agotador que la proliferación de esos organismos de pretensiones
vagas, de los que jamás se sabe lo qne qnieren hacer, qué sector
desean ocupar. - cuáles son sus objetivos: precisos, sus atmas, su
especialidad, etc ....
O dicho de otra forma: necesidad de que cada cual fije, con
prudencia
y claridad, su línea de eje de actuación. Y, fijado
éste,
la necesidad de permanecer en él y obligarse a no tras­
pasar sus límites. Toda acción que. quiere ser eficaz supone) con
sus especializaciones,-
el ~tido de -complementariedades corres­
pondientes.
Por ello es menester manifestaciones masivas (congresos, mí­
tines), porque
es conveniente exhibir la fuerza numérica en
algunas ocasiones; como es -menester también disponer de ins-
(1) Pío XII, 10 de diciembre de 1952.
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trumentos de formación seria ( cursos, células, escuelas de cua­
dros ..• ).
Una amplia concentración puede ser concebida, asi mismo,
de formas muy diferentes. y a como . una reunión multitudinaria,
que tenga por objeto prodncir un entusiasmo psicológico de
gran efecto. Ya como una reunión, numerosa ciertamente, pero
recogida, fervorosa, rígidamente dirigida. Y siempre queda la
posibilidad de valorizar; de "personalizar" fórmulas aparente­
mente toscas.
Como siempre es fácil, por desgracia, dejar · que
se corrompan los mejores medios.
Lo que se puede decir es que, en el actual estado de cosas,
es más conveniente preferir un dispositivo ligero, manejable,
rico
en grupos variados y complementarios.
· Unica fórmula aceptable de esta "nnidad en la diversidad",
de la que tanto se habla hoy en día.
No temamos
añadir que en muchos casos sería de desear la
desaparición de los organismos. superfluos. Y esto. no para re­
ducir
como cuestión de principio el número de organismos
existentes, sino para crear otros mejor pensados, mejor
adap­
tado&;'irnejor repartidos a lo largo del frente que hay que man­
tenei:,;(2) . Para evitar en lo posible los entorpecimientos, las su­
perpj\$iciones, las intromisiones. Dos obras que realizan ·1a mis­
ma labor se perjudican y debilitan mutuamente. Dos obras cu­
yas actividades se complementan, en vez de perjudicarse aumen­
tan la potencia del dispositivo general. ¡ Pero, ay!, la falta de
dinero y, todavía más, la falta . de hombres formados en estos
métodos reducen considerablemente las posibilidades
de seme­
jante estrategia,
(2) Frente que -no sólo es social o politico, en el sentido estricto
de esas dos palabras. Frente del cine y de los espectáculos. Frente de
la moralidad en las calles. ·Frente del libro, del impreso (diarios es.pe~
cializados o no; revist.as técnicas, profesionales, de modas, etc. .. ). Frente
de las obras de asistencia, de socorros~ Frente de los círculos artísticos,
culturales ... Frente _de las asociaciones dePortivas ("al aire hbre"', mon­
tañism.o, náutica ... ). En todas partes hay verdades que propagar, errores
que éómbatir, desviaciones que .impedir,
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De ahí la obligación de atenerse, a~te .. todo, a • Ías fórmulas·
clave, a los medios más seguros,_ a los. medios más fuertes.
Empalmarlo todo por lo alto.
Colgar las cosas por arriba.
, Pero cómo distinguirlos? ; Con qué criteri.os ?
Teniendo por encima de todo el sentido y el respeto del
orden verdadero, el sentido de la jerarquía de los verdaderos
bienes, de las verdaderas fuerzas.
Intentar
el mayor rendimiento personal posible. Dicho de
otro
modo : preferir lo que es personal a lo que. es gregario;
lo que es reflexivo, consciente, lúcidamente. voluntario, a
lo que
sólo
es impulsivo y visceral.
¡ Por snpuesto que interesa tan sólo dirigirse a las cabezas, a
los cerebros! No renunciar
· a·. captar al hombre entero. Pero
sólo después de haberle alcanzado
en · esa parte más elevada de
sí mismo, que. es ]a sede de stt 11lteligencia, de su, voluntad y,
por lo mismo, de su libertad. Esa parte de sí mismo es la
que mejor puede defenderse contra los sentimientos, las pasio­
nes qne tratan de despertar en
él ; de tal forma que, si una ola
de entusiasmo
le penetra al fin, no sea más que, al descender,
soberana de
esa región snperior.
Lo que ::está empalmado por lo alto siempre está en equi­
librio. Verdad muy frecuentemente olvidada por quienes hoy se
de­
jan conturbar por los métodos, radicalmente opuestos, de eso .
que ha sido llamado "psy-war", o guerra psicológica. Métodos
que consisten en empalmar las cosas
.por lo bajo. que es como
decir manejar a los hombres por las potencias inferiores
de su
ser. Subversión radical.
Esta noción de un orden
que respetar, de una jerarquía que
salvaguarda,·, dentro de la psicología dé nuestros métodos
de. ac­
ción,
es aquella cuya ignorancia es, sin duda, más desastrosa.
No decimos que la única acción permitida sea la
acción doc-
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trina ... , todas pueden ser útiles. Pero ¡ cada una en su lugar!
Y según .!d. orden de esas recomendaciones que San Pablo hizo a Timoteó para enseñarle a obrar bien.
"Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús... predica
la palabra. insiste a tiempo
y a destiempo. reprende, suplica,
amenaza,
con toda paciencia y doctrina ... " (3).
Tal es el orden :
"¡ Ante Dios y Jesucristo!" ¡ Ciertamente! Porque sin ellos,
¿para qué trabajar? "Si Dios no existe_. todo está permitido",
dijo el pensador ruso.
"Predica la
palabra ... " ¡ Ante todo! O dicho de otro modo:
ilumina ante todo las inteligencias. Dirígete a las potencias más
elevadas del alma, a las que hacen
del homhre lo que es: animal
racional. Y
sólo una vez iluminadas, conquistadas aquéllas, te
será permitido
...
"
... reprender ... insistir a tiempo y a destiempo ... ". Dicho de otro modo: proceder de una manera más apremiante. Más
sensible, por ser más punzante,
más obsesiva. tal vez, psíquica­mente.
"Suplica ... " He aquí que-se dirige al corazón. a los sen­timientos. --Lo que puede llegar hasta lo -emocional. Para el mayor servicio de lo que previamente ha designado la "pre-­dicaci6n de la palabra" como justo y _ bueno.
"Amenaza ... " Es decir: no dudes_. si es menester, en recu­rrir al temor, a ese triste medio del miedo. Intervención poco sublime, pero que en su lugar San Pablo no deja, sin embargo,
de
aconsejar.
"Con toda paciencia ... " Es decir: recurre a la acción del tiempo. Con confianza en la acción duradera, ¡ perseverante !
Pero sin olvidar
nunca el engarce de donde debe quedar
suspendida esa gama de medios tan diversos: . .. "predicando
siempre la doctrina ...
".
Porque es por ahi, por medio de esa soberana acción sobre
(3) II_.a '.Iimoteo, · IV, !-8.
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las inteligencias, por donde todo lo restante puede y debe orde-
narse, regularse, regirse de forma legítima.
·
¡ Tales son las condiciones de equilibrio de la acción! Tan
pronto como uno pretenda apartarse de esta regla, tan pronto
como uno tienda a conceder
la precedencia a las potencias in­
feriores, serán evidentes
el desorden y por ende la inmoralidad.
Desorden mucho más extendido qne lo que se cree.
Desorden en
el impreso, en el que cnenta menos l_a discre­
ción del argumento que la sacudida emocional (o sensual) pro­
vocada por
el título, el texto o el dibuji;>.
Desorden en los negocios, en los que la acción publicita­
ria procura menos convencer
al cliente que o bsesionarle o fas­
cinarle. Desorden en
el mundo del trabajo, en el que por las técni­
cas, llamadas de "productividad"; el obrero ·es muy a menudo
reducido al simple estado de fuerza productiva. Desorden de
las grandes fábricas, en las que un "psicólogo" se encarga de
mantener artificialmetite una "buena moral" por medios pura~
mente emocionales o sentimentales ,(música, perfumes, etc .... ).
Desorden del más alto grado
en• esos métodos de "socianá­
lisis", de· "psicosociología" ,· que condi.tcen a un _verdadero aniqui_­
lamiento de la personalidad por la mecánica del grupo .. Méto­
dos de inconsciencia, de anonimato, en los que la inteligencia
personal no encnentra ningún objeto, en los. que la "misma his­
toria está desterrada. Porque "determinaría"-a los miembros
de una sociedad industrial a los qU:e los teóricos interesa man­
tene; en. estado de ''perpetua transformación".
Desorden en política, en la que los príncipes modernos pro­
curan gobernar menos por la razón' que
. por la excitación de
las pasiones, el despertar de intereses materiales, la satisfac­
ción de los apetitos. Hasta la diplomacia, que tan reservada, tan
discreta en otros tiempos, se ha heého patética, sentimental, ele­
giaca; llorona, para conseguir -mejor· sus fines.
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