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Deber y condiciones de eficacia. [La acción] (XIX)

Deber y condiciones de eficacia
Quinta parte
Conclusiones y directiva
CAPÍTULO TERCERO
Notas para la acción individual
por
)EAN OussEr
Fundaci\363n Speiro

Fundaci\363n Speiro

DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
QUINTA PARTE:
CONCLUSIONES
Y DIRECTIVA
Conclusiones y directiva.
CAPÍTULO III.
NOTAS PARA LA ACCION INDIVIDUAL
(l."' grado) (*).
"No hay ningua posibilidad de satisfacer en un pueblo su
ansia de verdad, ha dicho Simone W eil, si no se pueden encontrar
a este efecto hombres que amen la verdad."
Cualesquiera que sean las modalidades de la acción con­
templada, hay que recordar con ahínco esta prioridad, así como la
primacía de la acción personal. Sin un determinado número de hombres decididos a actuar
y formados para actuar bien -aun en circunstancias difíciles,
aun en la aridez-, es vana toda esperanza de acción fecunda.
La
más brillante formación carece de interés como no vaya
acompafiada de alguna irradiación. Es un hecho desgraciadamente
frecuente el que haya eruditos cuya doctrina y sapiencia son
tesoros escondidos.
¡ Qué imiporta el barniz de un conocimiento
(*) No es inútil hacer observar que esta. clasificación (en 3 grados)
sólo se propone
aquí para facilidad en· la exposición. Sería contrario
al espíritu de una acción-, toda llena de matices y diversidades, ver en
ésta algo así
cOmo una invitaci6'n a

hacer
discriminaciones abruptas
y
re­
glamentari:\s.
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JEAN OUSSET
doctrinal, si Ja voluntad es débil! Cuando el universo está en
trance de transformarse en la más perfecta termitera que haya
conocido
la historia, es sospechosa toda "ortodoxia doctrinal",
es dudosa toda r(espirit_ualidad", que no impulsen a la acción.
Cuanto más ex.puesto se está a que los efectivos y los sub­
sidios sean débiles, má& importa "pensar" cualitativamente la ac­
ción ... ; más importa suplir la deficiencia material
y numérica
por la supremacía que sólo ·puede dar un conocimiento exacto
y un gran amor a la verdad.
Suprremacía de una "acción capilar" que, en su grado más
rudimentario, implica la formación de elementos persuadidos de
que no hay necesidad de ningún "mandato'·', de ninguna "orden
que recibir" para hacer progresar la _verdad. Y que en nombre
de sus más seguros derechos, de sus más sagrados deberes,
han de sentirse responsables de tomar iniciativas.
.. * *
En el más humilde grado interesa recordar el poder del
hombre solo, pero valeroso; el ¡xx!er del militante resuelto, tenaz
y convenientemente formado, frente a la masa de "borregos". Nada hay, pues, más precioso que el acuerdo de un pequeño
número de amigos reunidos para conversar con regularidad
sabre lo que importa saber y hacer.
Para esto no son necesarias organizaciones potentes. Basta
con
sistematizar el juego de relaciones amistosas, familiares,
profesionales, culturales, etc., fijándolas algunos temas de
re­
flexiones

convenientemente escogidas.
El nombre de estas reuniones importa poco: grupos, círculos.
células, equipos,_ clubs, etc ...
* * *
El primer modo de acción personal es aquel en que el interés
habla ... a sus parientes, a sus amigos, a sus allegados.
Ahora bien, en este punto, la pusilanimidad de los mejores
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es lamentable. ¡ Cuántos son los que reuniéndose frecuentemente
se enteran fortuitamente,
al rabo de años, de su común amorr
por la misma causa! Amor que nunca se habían comunicado
hasta ese momento.
¡ Cuántos hijos hay que nunca han oído
hablar de una acción, en la que el
padre está interesado 1
Si
cada uno se comprometiese a hablar en cuanto se presenw
ta~ la ocasión, nuestras J_)06Íbilidades se multiplicarían por el
simple hecho

de una notoriedad mayor.
Sin llegá.r a ser un "pesado" insoportable, es posible pro­
ducir

una irradiación considerable. Hay muchos espíritus
des­
orientados. Las lecciones de la actualidad son elocuentes. Muchos
sienten la necesidad de una acción seria. Importa saber descubrir
a aquellos que no esrperan sino
esta invitación para ;ponerse a
traibajar.
¡ Cuántos hay culpables J)OI" H cortesía" ! No estamos en estos
momentos para reverencias de salón.
¡ Qué de desgracias habremos
de soportar aún, para que los buenos se consideren, por fin,
como movilizados! Nunca ha consistido la caridad
en dejar

que
el error
se extienda.

Una oposición, incluso bastante viva, no
es necesariamente culpable. Tanto más que, basta, muy a menudo, con una exposición corta y neta para que sean disipados, al
momento, los equívocos
más peligrosos.
Guardémonos

de ese muy sutil egoismo que se oculta en un
cierto
deseo de

ser "amado por querer estar siempre de -acuerdo
con
t?dos". ¡ Es tan agradable ser tenido p::>r el "hombre ecuánime"
con el que jamás surgen discusiones l Pero tengamos cuidado,
como ya lo observaba V euillot, de que el "temor de dejar de ser
amable acabe por quitarnos el valor de ser verdaderos", y de
que se nos alabe. Pero
¿ de qué? De nuestros silencios y de
nuestras
apostasías.
* * *
Grande es el error que consiste en creer que la accion in­
dividual de que hablamos requiere un largo período de prepara­
ción solitaria y silenciosa. '~No estoy ba·stante seguro de mí
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JBAN OUSSBT
mismo. Quiero, antes, estudiar, formarme ... Sólo después, cuando
me sienta bastante fuerte, me lanzaré a la acción".
Semejantes escrúpulos demuestran una gran ignorancia de
las exigencias variadísimas de la acción,
¿ Qué hay que entender por "estar bastante formado para
actuar ... "? ¿No es suficiente, al iprindpio, estar modestamente
formado para ,poder entregarse a una modesta acción? Si se
tratase de ponerse a la cabeza de un
imperio, se
admitiría la
duda. Y aun así, también se podría hacer mucho bien aun igno­
rando lo indispensable, en efecto, si se tuviese que soportar el
cetro y la corona.
Siempre se puede decir lo que se sabe. Sin más. Nunca se
ha exigido el titulo de
campeón ciclista para poder,
honradamente,
montar en
bicicleta. Solamente se recomienda preferir, al comien­
zo, algunas comipeticiolles locales antes de acudir al "Tour de
France".
Entre el grado del discípulo que se lanza y el del profesor,
ya ducho, existe un campo de acción con miles de posibilidades ... ,
perfectamente
acceslibles, sin

que sea necesario llegar a obtener
el título de maestro o el de cmnpeón.
Es,
pues, falso y ruinoso creer que
el estudio solitario es
preferible a una formación, personal ciertamente, pero de acuerdo con un método más abierto y ya rico en contactos y diálogos.
,. ,. ,.
·No basta hab!ar~ afirmar. F_,.s preciso convencer. Es tan
bu'erio, en

c_onsecuencia, dedicarse al estudio, como a la práctica,
de este
arte: ·
Individualmente, nunca nos esforzaríamos demasiado en mostar
esa serenidad, esa amenidad que son la señal de una convicción
tranquila, por ser firme.
Se tropieza, lo más a menudo, con espíritus falsos o que se
volvieron débiles
por falta
de una reflexión rigurosamente llevada.
Los peores errores son .profesados de este modo sin conciencia
clara de su malicia.
Razón de más para permanecer tranquilos.
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
Esos seres, que frecuentemente son nnos sensitivos, se cierran
irremediablemente a la primera réplica un poco fría. En este
caso, exasperarse no conduce a nada.
* * *
No es cuestión de imponer un estilo. Lo que no quita el
recomendar por doquier, y siempre, una extrema sencillez.
Hay que ser lo más claro, lo más directo
y lo más vivaz
posible. Nunca ;pedante. Nunca pretencioso. Un tono sentencioso,
académico, perjudica, frecuentemente, la difusión de las mejores
ideas.
Hay que tener mucho cuidado, sin embargo, en respetar
y utilizar las palabras convenientes y justas que ningún otro
término pueda reemplazar. Son pocas, gracias a Dios. Salvo
el
caso de estas fórmulas mayores, el desarrollo del discurso debe
ser sencillo y familiar.
* * *
Dicho esto, procuremos _no olvidar que no existen medios
fáciles para aprender cosas difíciles. E)l único método es po­
nerse esforzadamente a trabajar.
No digáis que no hay nada que hacer en vuestro rincón.
Esta expresión indica que allí hay más que hacer que en parte
alguna ... ; porque está todo por hacer.
La prueba está que, en Francia, varias decenas de miles de
personas ansían encontrar una fórmula de trabajo y de acción
tficaz ... Y no adoptan ninguna. Por falta de .;oluntad; pero,
asimismo, ¡,orque nadie se la presenta. Hay que atreverse a
hablar. Hay que atreverse a arrastrar. Hay que atreverse a
penetrar en todos los medios.
Las respuestas afirmativas serán
más numerosas de lo que se cree.
Bajo pretexto de que "nadie es profet.a en su patria", no
se atreven a hablar de este trabajo a los miembros de su propia
familia, a sus
propios hijos.
Las dificultades puede que sean
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JEAN OUSSET
reales. Las famosas "oposiciones de generaciones" consisten casi
siempre en apariencias, en f~rmas exteriores, y mucho más ra­
ramente
sobre lo esencial". Hay,
pues, que,

sin titubear, lanzar
a sus hijos en esta acción fundada sobre una información metódica.
Excelente medio de darles los
hábitos de
un discernimiento
sólido. Discernimiento que no dejará de serles precioso en sus
estudios. Otra forma de acción individual: la difussión de obras, tra­
bajos, folletos, verdaderamente formativos. Imponer su lectura
y hasta su estudio, a quienes nos rodean, no es necesariamente
imposible.
Conviene tener presente que es preferible venderlos a dis­
tribuirlos gratuitamente. En primer lugar, porque de esta última
forma los bolsillos se vacían rápidamente. Además, la experiencia prueba, sobre todo, que nos apegamos más a la lectura de un
libro que nos hemos tomado la pena de comprar, mientras que se tiende a subestimar la obra distribuida
como un

objeto de
publicidad o propaganda.
Excelente medio, por añadidura, para hacer participar en el
combate a esta categoría de "personas-extremadamente-ocupadas",
que sienten no poder
participar en una acción

más preciosa. Pi­
diéndoles
que se

suscriban, que compren libros o periódicos, se
les ofrece la posibilidad de
sostener la

acción de los que están
más libres de tiernpo.
* * *
Normahnenje ... Pórque hay circunstancias en las que un
militante muy propagandista está condenado a quedarse solo
(como, por ejemplo, los que viajan mucho) ... Normalmente, la
animación de
pequeños grupos,

círculos o células., es el fruto
natural de la aéción individual.
Y decimos bien: acción individual, pues, a
pesar de

1a exis­
tencia de grupos; círculos o células, estos grupos, círculos o células
nO dejan

de depender de una animación puramente
individual.
Nada

orgánico, en el seritido institucional de la palabra. Basta
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
con que la pres10n amistosa del resp::msable ceda o desaparezca,
para que dichos grupos, círculos o células, languidezcan o mueran.
Porque no dependen más que del celo de uno sólo. De ahí la
clasificación que hacemos en
el primer grado (1 ). Reservando
para
el segundo grado de la acción el estudio de los grupos,
movimientos u organismos, que tienen una existencia más ins­
titucional, una base más Colectiva. Menos dependientes, en una
palabra, del impulso de un sólo individuo.
* * *
La utilidad de estos grupos, círculos, células, etc. del primer
grado, consisten en que no ahorran el esfuerzo personal, la
reflexión solitaria, ofreciendo, al mismo tiempo, la ventaja de
alejar los peligros del aislamiento. Son, a
fin de cuentas, los
elementos indispensables, las antenas señaladas de una acción
verdaderamente "capilar".
En ellos, la doctrina es asimilada de
una forma viva a través. de las d-i.cusiones familiares. Lo que uno
no entiende es explicado y aclarado por otro.
Se adquiere la costumbre de
hablar con
una relativa facilidad
de la doctrina aplicada a cuestiones sociales
y políticas. Se ad­
quiere conciencia del interés que puede suscitar, La iniciativa
personal puede ganar su libertad beneficiándose, al mismo tiempo,
de las ventajas de un trabajo en
el que cada uno se siente menos
solo, en que cada uno se sient~ más fuerte. El desánimo es me­
nos brutal.
* * *
(1) Eti el primer grado: ayuda a los individuos como tales (com~
r,i-ometidos
o

no
en los · cuerpos sociales o ·agrupación)... explicaciones
elementales, despertar o
reforzar el seontido de las responsabilidades so­
ciales y cívicas, en cualquier recién venido ... Tales intervenciones pueden
ser, efímer.as o
prolongadas, informales o más sistemáticas: conversa·
dones, encuentros., grupos de trabajo, etc ...
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Fundaci\363n Speiro

JEAN OUSSET
REGLAS MAS DETALLADAS PARA EL TRABAJO EN CELULA
Se
puede decir qué lo

esencial en este
grado se
contiene
en
unas pocas reglas sencillas. Estimular a los pasivos por medio de cuestiones directas.
Frenar a los charlatanes o a los "sabios" para que no impidan
otras participaciones fuera de las suyas. Controlar la reper­
cusión de teorías emitidas o situaciones evocadas sobre la sen­
sibilidad del gru:po. Evitar que esta sensibilidad se apegue más
a lo accesorio que a lo esencial. Controlar la compr-ensión de
cada uno y su participación. Velar ¡ior la perseverancia y por
la

continuidad del trabajo.
* * *
Si desaparecieran algunos miembros, no hay que conside­
rarlos necesariamente como que han "abandonado". Puede que
hayan retrocedido para coger fuerzas o para digerir alguna
pro!X)sición difícil. Se producirá la sot;presa de verlos reaparecer,
definitivamente conquistados, después de un cierto tiempo.
Si
el trabajo es serio, la doctrina segura, no se puede dudar
del resultado.
La verdad camina insensiblemente. Atenaza al
espíritu, incluso al más rebelde.
Prepara los
corazones. En con­
secuencia: nunca dejar de volver al lado de esas
personas que
fallaron en los primeros contactos. La perseverancia en estas
cuestiones es un factor importante en la propagación de las
ideas: No hay que olvidar que el éxito atrae. Muchos no vendrán
al comienzo sin objeción seria. Manteneos firmes durante seis
meses, un año. Les veréis volver por esta única razón : os habéis
mantenido firmes.
¿ Cuál será la periodicidad de estos reencuentros? La más
frecuente posible.
La dificultad estrlba en la justa determina-
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
ción de esta última palabra. Su exceso podría deshacer el
grupo, pidiéndole demasiado.
En verdad, ínter.esa que los miernbros de la "célula" se
reúnan, se encuentren regularmente y con bastante frecuencia.
Pero no hay que creer, sin embargo, que sólo hay célula a las
horas de estas reuniones o de estos encuentros. La célula es
esencialmente un núcleo de hombres que quieren ser actuantes
y propagandistas. Y no es
precisamente en el curso de estas
reuniones donde mejor pueden ejercitar esas facultades... Su
reunión no tiene otro fin que perfeccionar su formación, reforzar
su unión, favorecer su concentración, etc.
Dicho lo cual, la e,operiencia prueba que una buena frecuencia
es la de la reunión semanal. Las ·reuniones bimensuales son un
mínimo; si son más espaciadas no se hace un trabajo serio. A
la menor ausencia, se produce un hueco de dos meses qu_e hay
que llenar: formación nula. Nos resistimos a creer en la eficacia
de círculos que no se reúnan, por lo menos, cada quince días.
* * *
¿ La importancia numenca de la célula? Unos diez al má­
ximo. Como límite extremo: una docena. Y ello porque en grupo de cinco a ocho
el trabajo es más fácil, incluso más agradable
que

en un círculo demasiado importante o pequeño. Pero no
hay regla fija, sin embargo.
La búsqueda formalista de lo mejor
produce frecuentemente catástrofes.
Cada célula tiene su psicología propia. Forma un todo vi­
viente. Si se desplazan sus miembros imprudentemente, se corre
el
peligro de encontrarse sin nadie al poco tiempo. Hay que
respetar lo más posible esta intimidad, esta familiaridad de las
células. Sin lo cual las
discusiones ,pierden

sus franqueza, su
libertad. Los más tímidos titubearán en confesar su ignorancia
o en pedir explicaciones.
* * *
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, Se les puede permitir a los miembros de la célula llevar a
algún amigo? En principio: sí. Pues sería favorecer la irradiación.
¿ Y no· es ésta pfecisamente la forma más natural de reclutar
nuevos miembros? Por regla general, pues: aceptar todo cre­
cimiento, a condición de que no sea causa de perturbación grave
(número excesivo, detención del trabajo, ruptura de la inti­
midad). Decimos perturbación grave, porque es anormal, y hasta
beneficioso, que los nuevos planteen cuestiones y exijan e-Jq)li­
c:aciones que no se tenía ya la costumbre de dar. Excelente
ejercicio de revisión. Pero si el recién llegado fuera causa de
trastorno serio, evítese su retomo.
* * •
Si se temiese la falta de ardor · en los miembros del grupo,
sería

prudente evitar, al menos en los comienzos, los temas
demasiado áridos.
Comenzar por los
que podrían facilitar
e.1 "enganche" o
''alistamiento".
Seguir el desarrollo lógico de la doctrina es, en verdad ex­
celente. Se evitan así muchas repeticiones, muchas vueltas atrás. Para personas seguras
y resueltas es la mejor fórmula. En
muchos casos, sin embargo, sería prudente adoptar un orden
más... psicológico. Lo esencial es que el no
perder jamás de
vista

que, sea avanzando, sea retrocediendo. debe esdudiarse
toda la doctrina.
* * *
En cu:,i.nto sea_ posible, evitar, durante la reumon, la lectura
demasiado literal del libro o del artículo que se ha escogido para
ser estudi.ado.
Lo ideal sería que cada cual lo haya leído o se
haya documentado de antemano, y que la sesión sea consagrada
a los comentarios, discusiones, ilustraciones, ahondamientos. Esto
es posible. Esto se hace. Reconozcamos, no obstante, que es
difícil y raro.
La lectura comentada se suele adoptar más a
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menudo. Lectura que conviene· sea corta para que, enseguida,
se abran las dicusiones.
* * *
Contrariamente a lo que muchos imaginan, una cierta rapidez
es necesaria si se quiere captar la amplitud, la ·armonía, la
unidad de la sana doctrina. Vale más volver a un punto dema­
siado rápidamente tratado algunas semanas antes. Se tendrá
así
una conciencia más viva de su utilidad; mejor que permanecer
atascados durante meses ante una dificultad.
* * *
Con más de diez personas una célula se hace pesada. Hay
que
pensar en
dividirse. Pero
¿ cuándo y cómo? Proceder según
la ley de afinidades. En tanto sea posible, nunca separar a los inseparables. Al grupo de amigos, que ha constituido el
grupo
inicial, le interesa proseguir durante varios meses, y hasta al­
gunas veces años, ·su trabajo én común. Romperlo, so pretexto
de división, viene a ser frecuentemerite como recomenzar lós
mismos -ciclos de trabajo. Ahora bien,· es preferible- extender
el horizonte
doctririal, si
se quiere
Obtener una
for.mación cívica
conveniente.
Una fórmula consiste en mantener el contactó entre los an­
tiguos y fundar en otros lugares nuevos círculos. Y que
el que
inicia

uno
se comprometa a seguirlo ·hasta que pueda marchar
solo, sin que por ello deje de frecuentar su antiguo grupo.
* * *
Quienquiera que intente uniformizar e imponer a las diversas
células, que pueda conocer o animar,
su manera
de actuar
y de
trabajar, nada
ha comprendido de la utilidad de este género de
acción.
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Hay que saber que, para atraerse a alguien, no hay nada
como confiarle responsabilidades.
* * *
Muchas dificultades se deben a incompatibilidades de carácter.
Hay que hacer todo lo posible para disiparlas.
Lo importante es
saber trabajar a pesar de ello.
En cuanto se presuma que al­
gunos no quieren trabajar porque el jefe de X ... o de Y ...
(po­
dría ser la muestra) no les cae bien, hay que arreglarse para
lanzar otro grupo donde esos granos de afena no existan.
Un procedimiento consiste en confiar
el nuevo círculo a aquel
o a aquellos que se sienten molestos.
* * *
Respetar en todo la variedad de los seres y de las cosas.
De esta forma, los que no puedan ser alcanzados por unos, Jo
serán por otros.
Quien quiera dedicarse a esta acción de irradiación y de
vigilancia individuales, debe hacer
prueba de
una infatigable
obs­
tinación, de una constante ingeniosidad. Su humildad, su des­
interés,

su celo, deben incitarle a estar siempre dispuesto a
eclipsarse tan pronto comprenda que otro conviene mejor en
tal circunstancia, en
tal medio, con tal clase de personas.
Debemos ser solamente los servidores de la verdad. Su
servicio es lo únicó que interesa. Hay que saber desaparecer o
ser muy discretos cuando nuestras intervenciones puedan llegar
a ser un obstáculo.
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