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Número 75-76

Serie VIII

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Paul Auphan, Histoire de la décolonisation

TNFORMACION BIBLIOGRAFICA
Almirante PAUL AUPHAN: "IDSTOIRE
DE

LA DECOLONISATION"
El Almirante Paul Auphan, ya conocido
,por los

lectores de
VERBO, a los que instruyó y deleitó con dos interesantes artículos.
uno de ellos muy grato para los españoles, expone en este ameno
y juicioso libro, la historia del fenómeno que, acertadamente,
considera como el mayor acontecimiento de la historia moderna
y, tal vez, el más imporiante de la historia humana des cimiento de Cristo: el
fenómeno del
desbordamiento de Europa
por el mundo

entero, a excepción del
amarillo, y su repliegue
sobre sí misma en dos
tiempos sucesivos, el

último de los cuales
se está acabando en nuestros días. Este último
tiempo, la

segunda
descolonización. es el que más extensamente estudia
Y-en reali­
dad, el principal objeto del libro, sin que ello signifique que ca­
rezcan de interés las. reflexiOfies que hace sobre la primera des­
colonización, y sobre la primera y segunda colonización.
La Histoire de la décolonisation es un libro valiente, muy
de actualidad, y en él, el Almirante Au,phan, sin hacer conce­
siones a las utopías rein.ainrtes hoy en d'ía, y con gran respeto
para la verdad de .Jos hechos, va expresando profundas reflexiones
y justos juicios sobre la acción -colonial europea. v nos describe
cómo, actualmente, condicionados por propagandas subversivas
y con una óptica materialista. los gobernantes de las naciones
colonizadoras del Viejo Continente, con justificaciones oportu­
nistas,. ante el aplauso universal y en aras de la democracia, van
concediendo independencias rprematuras a
pueblos que carecen de
capacidad

para ser independientes políticamente. empujándolos a
retroceder a la barbarie o a la anarquía propia del estado salvaje.
Contrasta con este universal abandono la valiente actitud de Por­
tugal que,
por actuar

con honor y sentido de la responsabilidad,
se ve siometido a toda clase de presiones y de víctima convertido
en reo, acusado por aquellos para quienes el crimen y la violencia
constituyen las principales armas políticas.
El primer ca,pítulo del libro trata de los valores sociales de
la civilización cristiana, y comienza con dos afirmaciones del
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autor, que nos 1ndican que su interpretación de la historia es la
tradicionalmente c;'¡ltólica y, en consecuencia, enemiga del ma­
terialismo y del determinismo tan de moda en la actualidad. Las
dos citadas afirmaciones son:
-la historia la hacen los hombres en la libertad que Dios les
ha dado;
- la historia es fruto indirecto· de la gracia.
A continuación, analiza las causas de la superioridad moral y
técnica de Occidente, y los valores sociales del cristianismo: con­
cepto de la Creación y del trabajo; concepto de la mujer y, por
tanto, de la familia; idea de
patria y de paz justa y humana, y,
muy especialmente, el amor que sustituye a, temor y al fatalismo.
Estos valores son los que hacen que la civilización cristiana sea
simplemente "la civilización" a la que, más o menos consciente­
mente, aspiran todos los hombres.
Pero la cristiandad no permaneció encerrada en sus límites.
Se lo impedía el mandato de Cristo a sus discípulos de ir a evan­
gelizar a todas las gentes, que impulsó a las primeras olas europeas
a desbordarse por ultramar y, con ayuda de los intereses mate­
riales, a fundar imperios.
La expansión niusulmana realizada, como la marxista, median­
te la violencia., influirá ne~ativ::i.mente en la acción co~onial oc­
cidental con sus malos ejemplos, como el ansia de oro y como la
reimplantación de

la esclavitud_. que la Iglesia
babia conseguido
transformar

en servidumbre.
La Iglesia condenó y las autoridades
españolas prohibieron que St:.' esclavizase a los indios, pero, en
cambio, consintieron
que pasase
a América la trata de negros,
ya existente en algunos. puntos de Europa por contagio musulmán.
No obstante, es.te comercio inhumano, ni ipor la duración, ni por
la intensidad, es
comparable al

ejercido por
el Islam hasta nuestros
días.
E:l Papado, preocupado principalmente por el peligro turco
y la Revolución protestante, tuvo más presente la triste suerte
de los cautivos cristianos del Islam que la trata de negros.
Además, de haberse opuesto a esta vergonzosa trata, los resul­
tados hubiesen sido escasos, pues, durante los siglos XVII y XVIII
los dos tercios de este comercio se realizaron bajo pabellón inglés
u holandés,
o sea, por potencias que no obedecían a Roma.
Del estudio de la primera expansión colonial, de la primera
descolonización y de la colonización past-revolucionaria, sobresa­
len por su interés las sabias e interesantes teorías de Francisco de
Vitoria sobre la colonización (1),
el juicio sobre los diferentes sis-
(1) Cf. en VERBO, núm. 74, págs. 334 y sigs. el trabajo de Juan Vallet
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temas coloniales y las causas y consecuencias de la primera des­
colonización.
Los diferentes sistemas de colonización aplicados por .los pue­
blos
europeos podemos agruparlos

en tres tipos: el católico de
la primera colon~zación, representado principa{mente ;por España;
el !afino de la segunda colonizaci6n, en el que Francia desempeña
el
principal ,papel, y

el de
los países de
"civilización protestante"
de

ambas colonizaciones, donde
Holanda y,
sobre todo, Inglaterra,
son los principales actores. El juicio del autor sobre el conjunto de la obra
colonfal de
España es claramente favorable, aunque no deja de señalar, tal
vez demasiado, los
fallos que
indudablemente tuvo. Textualmente
nos dice: "desde que la
Corona pudo establecer

un cierto con­
trol. .. , la política se humanizó y buscó la integración. La inte­
gración
postulaiba la

conversión
masiva de
los pueblos... Un
siglo antes de que
hubiese nada

comparable en América del Norte,
funcionaban Universidades en Lima y Méjico, coronando un
edificio escolar muy denso ¡,ara la época ... Este inmenso esfuerzo
sostetúdo por el poder dio sus frutos, pues hizo de la América
lbérica un

territorio de cultura occidental y de religión católica ...
La única gran zona cristianizada en profundidad es la América
Ibérica... Civilización y religión han creado juntas una nueva
sociedad". Muy diferente fue el espíritu que presidió la acción colonial
de la Gran Bretaña
y de los demás países de í/civilización pro­
testante"

en las dos
fases de la expresión, europea. En efecto, no
existe ninguna preocupación por la evangelización de los indí­
genas ni por la vida en común, pues 1a accióti colonial está con­
cebida esencialmente q:,ara ganar dinero. En el mejor de los
casos se instruye a la élite indígena en busca de obtener un
mayor rendimiento; en el
peor de
los
casos se
rechaza o mata a
los nativos, como ocurrió
en Est.ados U

nidos.
Lo importante en
todo caso son los negocios.
En cambio, el sistema colonial francés y de los demás países
latinos, católicos, durante la segunda colonización, es más humano
y desinteresado. A pesar del laicismo del poder central, en todas
partes están los misioneros y sus escuelas, salvo en los países
musulmanes. Pero la
acción de

Francia tiene el grave inconve­
niente de exportar a las colonias las ideas de la Revolución fran­
cesa. Este fallo no lo tendrán los ingleses, porque aunque la Gran
Bretaña engendró :filosóficamente a la Revolución, no la padeció.
de Goytisolo La "relectio de Indis" del Padre Fra..,,,dsco de Vitori'a y
la descolonización,.
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INFORMACION BIBLIOGR.AFICA
Como causas principales de la primera descolonización tenemos
las ideas "filosóficas",
la masoneria,
1a expulsión de los _jesuitas,
la accióh subversiva de Inglaterra y la invasión de la Península
por Napoleón. La principal consecuencia de haberse efectuado la
descolonización de la América Hispana por la acción de fuerzas
antirreligiosas, que persisten en la actualidad junto a la savia
cristiana, es un dualismo para:lizant'e en la vida de estos pueblos
que, unido, a la forma subversiva y violenta que tuvo la citada
descolonización, originó la tradición del
pronunciamiento como
forma normal de ocupar el pode,-. Como a su vez la independecia
paralizó el desarrollo que tan gran impulso había recibido durante
el siglo
xvn1, favoreció el egoísmo de las clases altas que hicieron
la revolución, y fraccionó a la América Española en multitud de
Estados,
éstos no

pudieron hacer frente al
coloso del
Norte y se
convirtieron en colonias económicas del mismio. En cambio, la
América
Portuguesa, más
atrasada, logra
conservar su unidad y
una mayor estabilidad inicial al reafüar la i.ndependecia de forma
pacífica y ,bajo
régimen monárquico. Hay

que señalar que en
esta
primera descolonización

no se incluye a Norteamérica, por­
que como en este país no hubo, humanamente hablando, verdade­
ra colonización, tampoco pudo harber descolonización y, en este
aspecto sólo fue un mal ejemplo para las colonias hispanas.
La historia de la segunda descolonización es estudiada más
ampliamente por el Almirante Auphan, y comienza con la
gue,-ra
del

14, durante la cual se cometen errores que se repetirán duran­
et la segunda guerra mundial, tales como llevar la guerra a las
colonias
y emplear masivamente combatientes coloniales. Pero
la consecuencia más grave de rusa, que convierte a la URSS en el más pode,-oso órgano de
corrupción de los
espór:itus que
la humanidad haya conocido.
Occidente hará frente a este
!Pl"ligro con

la policía, no con la
afirmación de su carácter cristiano. Na.da, pues, se opone a los
slogans comunistas que, incluso, se ven favorecidos por la difu­
sión de ideas· revolucionarias que Francia lleva a cabo en
· sus
colonias.
Pero el origen inmediato de la actual descolonización será
la segunda guerra mnndial. De los muchos hechos que a ello
contribuyen, cabe destacar la acción japonesa, pueblo de color
que, ante
el regocijo de toda Asia, trinnfa inicialmente sobre los
blancos, y que, posteriormente, al terminar de replegarse,
irá
dejando por todas partes armas y jefes nacionalisfas; los mé­ todos de
guerra subversiva em;>teados durante

la contienda,
consecuencia de su carácter ideológico, que se exportan a las
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colonias llevándolas a veces a la guerra civil; pero, sobre todo,
el poder y el prestigio alcanzados tp!Or la URSS, las facilidades que
por ello encuentra para su acción subversiva, y la circunstancia
de estar de acuerdo con el otro gran vencedor, los Estados Uni­
dos, en
expulsar a
los
europeos de
sus posesiones de ultramar.
Las corrientes de pensamiento de des¡,ués de la guerra · son
consecuencia del hecho de
presentarse la
victoria aliada como un
triunfo
de los principios democráticos. En este estado de espíritu
surge la palabra "autodeterminación" que tendrá gran impor­
tancia en toda la historia ¡posterior. Su empleo satisface a los
doctrinarios de la Revolución,
pues halaga
el orgullo del hombre
que se determina solo, sin la menor referencia a Dios. Conviene a
Rusia y a Estados Unidos que, en ella, ven la forma de disgregar
a los imperios coloniales europeos, buscando Rusia facilidades
para su acción subversiva, y Norteamérica suplantar a las po­
tencias europeas en la economía de los países independizados.
Satisface también, en gran m_anera, a los pueblos colonizados
que se ven, de repente, en la cumbre de la madurez .:política y,
espe.cialmenfe, a la élite de estos países que ven la JliOSibilidad
de repartirse cargos y coches. Los hombres de negocios occiden­
tales la
ac~tan fácilmente,

pues piensan que
será rentable tratar
con cuadros sin rpreparación ni experiencia. Por último, satisface
asimismo a los Gobiernos con problemas coloniales, que ven re­
suelto el problema ele dimitir sin que lo parezca, es más, con el
aplauso universal por su espíritu democrático que, por otra
parte, no les impide aspirar a implantar un colonialismo econó­
mico, más proVechoso y menos comprometido.
Las enseñanzas de la Iglesia sobre la cuestión colonial no
fueron escuchadas

ni
,por los protesfantes, lo que era de esperar,
ni por los católicos, que sufren hoy las consecuencias de su infide­
lidad. · Dichas enseñanzas no se encuentran en ninguna encíclica
que trate expresamente del tema, sino que están repartidas en una
serie de documentos rpontificios y episcopales. En ellos se proclama
el origen
único de

la humanidad
y, en consecuencía, la igualdad
esencial
de todos los pueblos ante Dios, pero sin negar las dife­
rencias accidentales que puedan darse temporalmente. Estas des­
igualdades obligan a las naciones más adelantadas a ayudar a las
demás; hasta ahora, la
forma normal
de realizarlo
ha sido me­
diante la acción cofonial, que jamás fue condenada por la Iglesia_,
annque sea ilícito llevarla a cabo movido sólo por afán de lucro
o de grandeza nacional. La colonización deberá tener fin, pero
de forma progresiva como fruto natural de una educación lograda,
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y conservando -lazos de todo orden con la antigua nación colo­
nizadora.
No se pronuncia la Iglesia sobre el mestizaje y mezcla de
razas. Por ello, el apartheid practicado por la Unión Sudafricana
sería aceptable si blancos y negros estuviesen de acuerdo en
llevarlo a cabo. Su condena proviene de estar subordinado a la
superioridad de la raza blanca y ser un pecado humillar a un
semejante.
Del relato de los. avatares de la descolonización, que ocupa
una parte im¡portante del libro, deducimos que si hasta 1958 la
Gran
Bretaña fue
la
princiipaJ responsable
del desastre, a
partir
de esa fecha, Francia tendrá méritos suficientes para disputarle
dicha responsabilidad.
Las primeras independencias después de la guerra, fueron
concedidas. a las colonias holandesas
y británicas de Asia, seguidas
por las de los países del Oriente Medio. La intención inglesa al
conceder la independencia a sus importantes posesiones asiáticas,
fue salvaguardar los intereses económicos de la Gran Bretaña
en la forma que entonces se creyó más hábil.
La
conferencia die Bandung, de la que fueron excluidos los
blancos,
y en donde predominaron las doctrinas marxistas, China
y el resentimiento anti-occidental, buscó extender el incendio a
A/rica, aún sometida a la tutela occidental.
La "guerra de Suez", mal empeñada moralmente y pésima­
mente conducida, fue tal desastre para Occidente que constituye
una de esas fechas fatídicas que
rambian el
curso de
la historia.
Al año siguiente tuvo lugar la conferencia de El Cairo, que ter­
mina con una declaración más incendiaria que la de Bandung.
La primera colonia del A/rica negra a la que se la concede
la independecia es Gold Coas!, que toma
el nombre de Ghana y,
por abra de Nkrumah, se convierte en un centro de subversión.
Como siempre, Inglaterra busca salvaguardar sus intereses eco­
nómicos e, incluso, atraer·se al vecino Togo francés a la zona de
la libra. Para evitarlo, F,rancia
se ve

forzada a conceder rápida­
mente la autonomía a dicho país. En esta carrera demagógica a
la que se entregan los Gobiernos europeos, en lugar de actuar
concertadamente, no se tiene en cuenta para nada si los pueblos
están o no maduros
para la independencia ..

si las fronteras están
bien trazadas, ni su estado de desarrollo económico.
A medida que estoo países van adquiriendo la independencia.
pasan a formar
parte de

la ONU
y aumenta la ¡presión de este
organismo internacional en favor de la descolonización.
Francia,
con
un fuerte partido comunista en la metrópoli
y
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con las élites indígenas contagiadas de marxismo, lucha en Indo­
china sin comprender que se enfrenta con una guerra revolu­
cionaria de inspiración comunista y no con una revuelta colonial
clásica. Cuando pierda Indochina, tendrá que hacer frente en
Argelia a otra guerra revolucionaria. Mientras tanto, se verá
forzada a conceder la independencia a Marruecos y Túnez, más
adelantados que la vecina Líbia, independiente por obra inglesa.
Intenta no perder
sus .:posesiones del

Africa negra mediante la
Unión Francesa
y la concesión de la autonomía a los territorios
que
1a forman. Pero en 1958, el General De Gaulle, inoportuna­
mente, proporne una ,nueva constitución partiendo de cero y realiza
una gira por Africa, durante la cua1 pronuncia una serie de dis­
cursos que, por lo menos, fueron
imprudentes. La consecuencia
será la
inmediata independencia de

Guinea,
seguida más
tarde
de la de todas las posesiones francesas en Africa, incluida Ar­
gelia.
Bélgica, mientras tanto, concede la independencia al Congo que
cae en la anarquía, y es objeto de disputa entre los diferentes
trusts, servicios secretos e influencias políticas que se esconden
detrás
muy influenciados, a su
vez,
por

las envidias tribales.
Inglaterra se ve arrastrada por esa serie de independencias
en cadena,
y va abandonando sus posesiones de Africa sin dejar
previamente solucionados los graves problemas que existen
en
a·lgunos

territorios, como Sudán, en donde pronto la
m1norfr.
cristiana será perseguida por un Gobierno mu'Sulmán, y Nigeria,
que terminará en la guerra
act'ual, como

consecuencia de un previo
antagonismo racia-1 y reHgioso.
De este desastre sólo se salvan: la Unión Sudafricana. que
sale de la Commonwealth pero no de la zona de la libra; Rodesia,
que se
independiza, pr,ro ,bajo la dirección de los blancos que
habitan
el país, y las colonias porluguesas, en donde la pacifica
política de asimilación va a verse turbada {X)r una acción revo­
lucionaria provocada desde el exterior, a la que el Gobierno de
Lisboa hará frente con un valor que contrasta con la actitud
de los demás
países europeos, sin arredrarse

ante el esfuerzo
económico y militar que tendrá que hacer.
A medida que Occidente aibandona Africa, la subversión intenta
sustituirlo, y muchos Estados africanos, a los dos o tres años
de
haber
conseguido la independencia, parecen
ganados para la
causa comunista. Pero los rusos y los chinos se equivocaron ·al
querer
ir demasiado de prisa
y sufrieron varios fracasos. En ade~
!ante serán más cautos y se dedicarán a preparar la Revolución
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
mediante el condicionamiento intelectual de las élites. Por eso
no hay que confiarse demasiado
[l0r la
evolución hacia la modera­
ción de numerosos gobernantes africanos que habían sido formados
en las escuelas misionales, pero que mañana serán sustituidos
por miembros de
otra generación
bastante más intoxicada por
el marxismo.
Las potencias occidentales que no supieron prever el fin de
la colonización, y que abdicaron ante la necesidad de haceÍ' un
nuevo esfuerzo, se encontraron, al dar la independencia a sus
antiguas
colonias, con la

existencia de
lazos económicos
tan
es­
trechos

que no
podían romperlos
sin ,perjudicarse a sí mismas.
Para evitarlo, reemplazaron el sistema colonial por una serie de
subsidios que les parecieron la inevitable y ventajosa continua­
ción de la situación anterior. Estos subsidios, ocasionaron que
la mayor parte de los Estados de independencia reciente, comen­
zasen con un tren de vida inuy superior a sus posibilidades, y
empleasen los créditos de tal forma, que resultaban más ·beneficio­
sos
para las

gran.des sociedades
de Occidente
que
para ellos. Los
Estados Unidos, con la ¡¡A;lianza para el progreso", también
proporcionaron amplios subsidios a la América !ibérica, y Rusia.
por
su parte, concede asimismo préstamos sabiendo muy bien lo
que persigue.
La cooperación así establecida sólo es técnica sin amor, y
busca menos ayudar a los otros que suplantar a un adversario o
beneficiarse a

sí mismo.
A pesar de sus defectos., los colonos
estaban enraizados en el
país y

ligados
con los indígenas, mientras
que

los funcionarios de
la cooperación, generalmente, sólo buscan
ganar lo más
wsible para ir

a gastárselo a otro
sitio.
La

distribución
de los
subsidios es muy
particular, pues,
por
ejem¡plo. Argelia, g,racias a su
:petróleo, redbe el

44
,por 100
de
la ayuda total francesa, lo que le permite apoyar la acción revo­
lucionaria
contra Portugal, que así es financiada por Francia, y
proseguir su desastrosa política socialista, a pesar de tener dos
millones y medio de parados. Además, a
la vez que los Estados occidentales ayudan genero­
samente a los
países atrasados,

las
empresas de aquéllos se en­
tregan a

competencias
encarnizadas y tratan de forma escandalosa
a la producción del tercer mundo, hasta tal extremo, que las
pérdidas experimentadas 4JOr los países tropicales en la venta de
sus productos, como consecuencia de la baja de precios, son
superiores a las ayudas recibidas.
Ante el hecho de que sólo la tercera
parte del
mundo es cris­
tiana, sería necesario que la cooperación se nutriese más de es-
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
píritu cristiano que del espíritu materialista que la informa. Sería necesario que la Iglesia ampliase el esfuerzo misionero
y com­
pensase así la escasez de vocaciones del tercer mundo. Pero en
la actualidad este problema de falta de vocaciones religiosas se
está agudizando también en los países occidentales.
El hambre es­
piritual

está en el mismo callejón sin salida que el hambre
material.
Antes de terminar su libro, el Almirante Aiuphan pasa revista
a la situación en .que se encuentra actualmente el tercer mundo,
relacionándola con la poderosa acción
subvérsiva que
realiza el
comunismo.
En el Sudeste asiático el problema del hambre, desde la des­
colonización, tiene una trágica intensidad. A pesar de ello, el
comunismo ha retrocedido en Indonesia, y ha tropezado en Viet­
nam con la energía que N orteamédca ha puesto en defender
la civilización occidental, rectificando así sus muchos errores.
Gracias a ello, se puede contar en esta zona de Asia con elementos
para ofrecer
una seria

resistencia al
comunismo.
En

Africa Austral tiende a formarse una especie de
11mercado
común",
que

a la vez constituye
tul bloque anticomunista y
antirrevolucionario, que no será fáci,l de vencer. En él, Portugal,
cobardemente aibandonado por Occidente,

no dispone de
medios
para

desarrollar sus colonias; Rodesia se ve sometida a sanciones
econóinicas que

poco la han afectado,
y la poderosa Unión Sub­
africana presenta el grave escollo moral de su
política de apartheid
que, en menor escala, imita Rodesia, pero no a::,í a Portugal que
en sus provincias africanas no practica ninguna discriminación.
Pero las vertientes mediterránea, atlántica e índica de Africa,
presentan bastante

menos resistencia al comunismo. A ello se
une el grave factor de inest.ahilidad que representa el frente
islámico--cristiano de Africa, corno

comprobamos en Nigeria y
Sudán, agravado por la rápida difusión del islamismo
eritre los
negros,
1JX)r presentarse,

gracias a su simpleza, como una religión
más accesible a los primitivos que
el cristianismo.
La América Ibérica, con costumbres políticas deplorables, con
problemas socia,les muy graves, con una
reliigión en
gran parte
superficial, en mala situación económica
y sometida a los trusts
yanquis, lo que provoca el odio ¡:,apular a Est'ados Unidos, presenta
facilidades
para la acción subversiva emprendida desde
Cuba.
Pero en América es aún más inquietante el problema negro de
Norteamérica,
porque puede ser

una fuente de debilidad para la
nación más poderosa que Occidente. La solución del problema es psicológica y religiosa.
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INFORMAC/ON BIBLIOGRAFICA
La conferencia tricontinental de La Habana reunió a los diri­
gentes de la subversión que acordaron, en contra de la tesis
so­
viética, adoptar la postura china para extender la Revolución me­
diante la práctica sistemática de la lucha armada. Así se levantó
frente al Concilio Vaticano, Concilio de la Paz,
el Concilio de la
Revolución.
Con

esta última consideración termina el libro del
Ahnirante
Auphan,

que he intentado resumir lo más fielmente posible, por
su actualidad, interés
y no estar traducido, razón esta última
que me ha impulsado a extenderme más de lo habitual.
Antes de terminar, quisiera exponer varias consideraciones que
se deducen de la lectura del
libro del

Almirante Auphan.
La primera es la enorme importancia de las ideas en la
historia. En efecto, al estu_diar ]a acción colonia] cómo los pueblos protestantes aplican sistemas coloniales que,
por
los fines
perseguidos
y los métodos empleados, difieren con­
siderablemente de
los sistemas
coloniales de los países católicos,
que, a su vez, son diferentes según
se a¡pliquen antes

o
desipués
de

la Revolución francesa.
'rambién vemos
cómo las ideas que
prepararon e informaron dicha Revolución, ocasionando
prematu­
ramente
la primera descolonización y, unidas a las ideas marxistas,
hijas
suyas, . originaron

la segunda descolonización. La acción
de estas ideas
no se refleja solamente en la actuación Q.e los
colonizados, sino

también en la actitud de los colonizadores que,
por influencia de ellas, durante la segunda descolonización pre­
ferirán
dimitir antes

que resolver los problemas, pensando más
en eludir sus responsabilidades y en ahorrarse trabajo, que en
el bien
de sus

administrados. Esta actitud es comprensible si
tenernos presente que las ideas materialistas
son incompatibles
con el amor al prójimo,
y que, como nos dice el Almirante Auphan,
"en el fondo, colonización
y descolonización exigen la misma
virtud, cuyo fundamento es el amor bien entendido del prójimo".
La segunda consideración es que la colonización, a pesar de
sus taras, fue una obligación de Occidente
y proporcionó grandes
beneficios a los pueblos colonizados, pues como
-dice el
autor :
"si nuestros antepasados se hubiesen limitado a rezar padrenues­
tros al amor de la lumbre,
¿ quién imagina el grado de subdesa­
rrollo material
y moral en que hubiese quedado el mundo? y,
¿puede creerse que Europa hacbría sido fiel a sí misma si no
hubiese busca-do repartir su fe cristiana y su
civilización?".
La última consideración es que la acción colonial de Europa
no pudo

fructificar plenamente por haber terminado tan pronto.
Para darnos

cuenta de su brevedad basta comparar la duración
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INFORMAC/ON BIBL/OGRAFICA
de la colonización romana con la llevada a cabo p,or los países
europeos. Hay que tener presente, además, que los individuos
aislados se civilizan con mayor ra?idez que los pueblos, los cuales
requieren mucho tiempo para asimilar profundamente las. ideas
y sentimientos propios de las naciones civilizadas. Como
final, sólo me cabe expresar el deseo de ver pronto tra­
ducido
y publicado eu castellano esta interesante y actual Historia
de la

descolonización.
A.M.
Alexander Randa: EL IMPERIO MUNDIAL (*)
Como el mismo Alexander Randa nos indica en su libro:
El Imperio Mundial no está escrito para terciar eu un estado
de cosas,

descuidado
de un modo

harto inadmisible
y tergiver­
sado por
el lastre de las ideas tradicionales, sino para demostrar
la existencia de una idea
capital rectora
del mismo.
La
Europa de hoy -nos dice el autor- no -posee en general
una clara idea acerca del pasado del apostolado americano y de
su significación para el futuro. Este apostolado fue la mayor
obra del cristianismo en ultramar. El dio a América su unidad
y convirtió la Iglesia católica en universal.
Randa pretende con su libro hacernos ver la grandeza que
encierra la política americana de la época de los Austrias, época
que hoy no,s resulta repulsiva en su segunda mitad por coincidír
con la decadencia del
Imperio español.
Los Austrias consiguieron la unión pacífica de Europa con
el resto del mundo. Pero
se trata
de una "unión católica", ya
que el más alto ideal de la casa reinante lejos de ser el poder,
se centra
en el triunfo del nombre de Dios en el mundo. La
obra de América en España
no fue

de explotación, fue, al con­
trario, una obra de colonización y misional, que en muchas oca­
siones nos perjudicó económicamente en vez de beneficiamos.
Los indígenas fueron defendidos por los Austrias, y Fray Bar­
tolomé de Las Casas, el
apóstol de
los indios, permaneció siempre
como su gran defensor.
La cuestión social se resuelve junto con 1a co1onlal. Hubo,
(*) Barcelona, 11Luis de Caralt, Editor", 1968.
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