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El hombre de hoy en un mundo tecnológico en el que priva la economía

EL HOMBRE DE HOY EN UN MUNDO TECNOLOGICO
EN EL QUE PRIMA LA ECONOMIA
La falsa esperanza en la suficiencia humana causante de la desesperanza del hombre de hoy.
"No se cree ya en los valores estables de la fe, de lo, cultura, "de U1!S institudones; y se mira el futuro no bajo un asp,ecto cro­
"nológico,
coherente con una tradición en vía de desarrolto orgár
"nico,
sino· bafo un as/neto rebelde, por sorpresa e indejilnible, "con la conifimnz(JJ casi fatalista y mesiánica de una renovación "radicG!l y general y de una felicidad finalmente libre y comp.Zeta "Dos factores han concu:rrilo a engendrar esta tensi.ión d2 la espe­"ram:<1: el descubit-,imiento de la p-osibilidad, cada vez más amplia,
"de con,quistas imprevisibles, mediante la exploración científica "y el dominio técnico de lo, nat,wo!lezw; y /n, constatación de la,s "conáiiciones de neceskiad en que s2 encuentra tadwía, bajo -twntos "asp,ectos, la mayor pa;rte de lo, Humanidad; y así este doble des­
" cubrimiento ha despertado deseos nuevos e inmensos en los co­"r "Estamos en la, época, de la esperanza. Pero ésta es la espe­''ramza en ,el reino (/.3 l "Y predsamente en nuestros díms, tal esperanza está pasando npor una grmvísima crisis.
"Un fenioffleno grandi'oso-y complejo se delinea ante la mi­"rada despavorida del hombre contemporáneo. Sobre todo, el "mismo bienestar que la inteligente y fatigosa act/,z,idad hurmama "va suscitando se convierte fácilmente en fu,ente de nuevas ne­"cesidades y a veces de un malestar más grave: el mismo pro­'J greso crea: en ciertos cwmpos peligros enarmes y esp'GJntosos para
"toda la Humanidad; el empko que el hombre moderno pu,de '}hacer de l,a,s fuerzas mortales, de la:s que se ha hecho dueño) d?s­,J pliega sobre nuestros hon,",zontesJ no ya lo esjYeranza, sino muhes "cargadas de terror y de locura. La, paz de los p"eblos o, mejor
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"dicho, w, existencia de los hombre sobre la faz de la tierra está
"en peligro.
"El hombre de hay se ha dado cuenta de que toda la c0111Stru:c­
" ción del sistema económico y sociOJl, qwe jatigosametite está cons­
"truyendo
con soberbios resu/,tados prácticos, amenaza con conver­
"tirse en su prisión y primarlo .de su personaJidad para asemejarlo
"a wi instrumentO' mecá;nico de la groo máquiinaJ prodwctora, 'la
"cual, mientras ofrece numerosas y maravilllosas mejoras externas,
nlo
sujeta a un colo-sal apwrato dominadnr. Nacerá así una so­
,, cíedad
rebosante de bienestM material, satisfecha y gozosa, pero
"privada
de ideales sup,,riores, que dan sentido y valor a w, vida
"y casi sorda al gemAldo de los pol:,res, vecinos 'o ,lejanos, pero que
"tamb•én se llaman hombres y son hermanos. Los ojos de algu-­
nnos jóvenes en especial1 nonnalm-ente de "Vis{Jón clara y pro,__
"fética, han quedado oscurecidos par la falta de la enseñanza de
"principios absolutos y por
la difusión sistemática de w, duda y
"del agnosticismo. A un cierto pw,¡¡to la contestación, se ha pues­
"to de
moda., con .la .tentación de degenerar en revolución, en vixY­
"[enc'1JJ¡., en anwrqufu. Incltuso en este campo social e iJdeal, la espe­
'Jranza hwmaina se degrada y se extingue.
"Nos vemos can dolor que) p,or causas de estCIJS irreflexivas
"desv;aciones colectivas
se pierden val,ores hdsóricos, culturales,
"morales, todavía válidos
y dignos, con daño de toda la comu­
''nidad civil.
"Vemos con estupor có-mo ta;ntos c1!Udadooos sanos y hones­
''to,s,
y también maestros prudenLs y sabios, y hombres respon­
'~sables del bien público, no encuentran en sí mismos energf.as
"pa,ra, defender y revivir genialniente un patrimonio de cirviliza­
,, ci6n, ganodo con inmensos sacrificios y abierto el goce común,
)) y parra aharrair a la. sociedad, a las generaciones_ futuras espe­
"
ci.almen/e1 las consecuencias de inútiles y ruinosas destrucciones
"niateriales y morales. Y vemos, igualmente con angustia, que
"frecuentemente el presunto remedio a estos desórdenes, actuales
"o temidas, se reduce al recurso-a una dura represión d1 la li­
"bertad legítima,
o a la privación general de los derecho~ civiles,
"o ai descon.oc•mviznto de las implMantes necesidades de la gente
"¡,obre. También aquí la esperanza está herida,.
"
... Quizá' nuncCD como en nuestros días la literatura,, los esp,ectácu­
"lo,s el arle, el p·ensamiento filosá/ico han sido testimonio tan des-
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"piatiados de las deficiencias del hombre, de su debilidad mental,
"de
su sensualidad dominante, de sui hipocresía moral, de su de­
))lincuencia fácil, de su crueldad naciente, .de su p,osfble aby2cción,
"de su personalidad inconsciente. Y toda esta complacida acu­
,, sación se ha apoyado sobre un terrible y aparentemente indiscu­
"tible argumento:
esto es el h01nbre. Así es el grande y miserable
"hijo del siglo. Esta es la verdadera realidad de la vida.
" .. ·. tenemos todos necesidad de ser salvadoJ; con nuestras solas
"fuerzas
no lo logramos (Rom., 7, 15). Nuestro presuntuoso afán
"de salvarnos solos a,umenta al final de la constatación de nues­
"tra radical incapacidad. Decimos más autorizados por el c'onod­
"miento del hombre y de la historia: tenemos necesidad de un
"Salvador, de un Mesías. El nombre de Jesus significa Sah!udor,
"y Cristo significa Mesías. Est& nombre, Jesucristo, es el anun­
,,
do de nuestra salmación; es la promesa que funda nuestra esp·e­
"ranza. Tenemos necesidad de Cristo. Es precisa que El tenga
"un poder divino,
porqu1e ningún ol!ro poder ve111Cería rouestros
"males. Es preciso que El tenga una hermandad humana, porque
"si no fuera hermano no p'Odríatm,os entenderlo bien. Es San
"León, el P on,tífice del m;.,ierio de Cristo, quien habla: «Si
"(Cristo) no fuera verdadero Dios, no podría proporcionar re­
JJmedio; si na fuera verdadero hombre no nos serviría de ejemplo,»
"(Serm., XXI; P. L., 54, 192).
" ... Esta es la Navidad. Esta es la Encarnación que) partiendo des­
"de Cristo penietra en la Humanidad, y la sacude, la atormenta, la
"regenera
ahora en el tiempo para conducirla más allá del tiempo
" hacia la eternidad.
"
... el cristianismo ·tiene la virtud de infundir esperanza y de dar
"vida) y no so-lamente en su orden propio} el religioso y so1bren<1r­
"tura!, sino de mfundirla tam,,/nén en el orden profano y natural,
"que) uniendo subterráneas )-' por esto caducas esperanzas a la
''esperanza. firme} venida del rJina de los cielos, n.o duda ya de
"que su traba.jo sea wno -es el cristianismo vivo en las reali.­
"dades que Cristo o/Jra entre nosotros--: la cándida y piado,sa
"inMencia
de los niños, el dolor ofrecido de los enfermos, el
"amior sano 'V profundo de las famüias, la generasidad desinte­
"resada. de l¡;s jóvenes, la paciencia humilde e invocado-ra de los
"po/Jres, la fatiga anhelante de mayor jwsticia de los trabroja­
n dores, la caridad silenciosa y operante de los buenos} la oración
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"mcesamte en la comunidad de los fieles. Es el cristianismo v/lvo
"de la santa Iglesia católica, oúradora de las esperanzas eternas
"y no menos CD'njartadora de las terrenas, verdaderamente hu­
"mamas (Gaudim et spes).
PAu1,o VI: Radiomensaje navideño (20 de di­
ciembre de 1968; texto italiano en
L'Osservat-ore
Romano del 22; texto en castellano: Ecclesia nú­
mero 1.422, sábado 4 de enero de 1969).
El homhre reducido a "una sola dimensión". Necesidad de
silencio, amistad, amor hogareño, contacto con la natura­
leza, ejercicio del pensamiento y el bie:r;i.
"Otro ejempfo, el del trabajo industrial y burocrático que
"reduce aJ, hombre a «unlQl sola dimensión»: la dimensión limitada,
''umiforme1 miecánrica, frecuentemen1te meramente física, inhunwna y
"extenuante. Después de este trabajo el homb,e queda agotado, va­
,,
cío; ¿ cómo puede tener el sentido de sí mismo y de Dios, del que
"estomw's hablando? No basta el simple reposo físico; entonces
"una necesidad de libertad y de distracción pueden ser con esto
"legítimos, pero
no siempre son capaces de devolver al trabaja­
" dor cansado y materializado su con.lición de hombre y de cris­
"t-iano. Es necesaria una terapia qu,e lo eleve nuevamen1te·: el
n silenci,o, la am.istad, el amor hogareño, el contacto con la natu­
"ra/,eza,
el ejercicio del p,ensamiento y del bien. En estas candi,..
"ciones la oración es fácil y viva. Tal vez está más preparado
"que este hombre1 si, ai su secreta necesidad y a sw actitud sufrida,
"se le ofrece un momento religiaso, inteligente y amigable: la
"breve y dulce oración en famüia y la mis,, de los días festivos
'' pueden ser una (J).yuda poderosa. La vida conquista, de nuevo
"de este modo su dignidad, y el corazón su cap,acidad de amar y
"de gozatr.',
PAUI.O VI : En la Audiencia general del 27 de
agosto de 1969 (texto italiano en L'Osservatore
Ro1'11,(13¡¡o del 28; texto en castellano: Ecclesia nú­
mero 1.456, del 6 de septiembre).
El hombre debe dominar a la economía y no la economía al
homhre.
" ... Contra todos los sistemas que ha.n pretendido encerrar la
"vida del homúre en estrecheces inevitables -como, por ejemplo,
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"las de liber"1ismo al igu"1 que las de colectimsnw-la Iglesia ase­
"gura
firmen,iente que «el hombre es el awtor, el centro y el objetivo
"de toda
la vida económico-social ... , el hombre todo entero, según
"la jerarqwú,, de sus nece'sidades materiales como de las exigenciws
"de su 'll'idm intelectual, moral, espiritucú y refigia,sa; todo hom­
)Jbre, todo grupo de hombres, :sin distinción de raza ·o de con­
"tmente (GOJUdiM,m et Spes, n1'. 63--04). Esta es la cllU!Sa por la
"que Pablo VI no temía emplear de nuevo en Ginebra, el 10 de
"junio último, esta pawibra de orden de All,erto Tomás: «Lo so­
"cial deberá vencer a lo ecanómfrO'» (alocución de Su San-tida:d
"Pablo VI a la O.I.T.,"· 16).
"Una afirmación tal, ne·cesario es subrayarlo, no pretende en
"nwdo !Jilguno desconocer la importancia del factor económico
"para la marcha de lws sociedades. Muy al contrario: seria un
"grave error pretender ignormr los mecanismos económicos y que­
"rer aJ mismo tiempo obrar con eficieneia en b•ien del hombre.
"La necesidad del estudio· y de /r, Previsión -de la perspectiva,
"como se dice actualmente-se hace más i1nperiosa toáa:vía en
"nuestro tiempo. Las mejores políticws, huma:nitwrias y sociales
"que despreci4sen esta realhlad, conducirán por ello indefectib/,e­
nniente a caidas ru.iwosas, que son el premin común de todas
"las utopfns, por generosas que sean. Más todavk!J, la ignorancia
"de las nociones e)ementaJes en este terreno tan complejo no pue­
"
de sino conducir a una demagogia, irrespmsa/¡le, que alimenta
"esperanzas irreales, seguidas inevitablemente de pelig.-osas de·s­
"ilusiones. Quien wlienta el mito de un progreso fácil e ilimitado
"engendra
la insatisfacción deprimente y alimenta lo! rebelión es­
"téril. Parque todv cwenta en econom,í.a: no se podríatn a.-unientar
"lws rentas sin que progrese la producción de los bienes, i,brirse a
"los mercados exteriores sin que los precios sewn competitiwos y
"los productos excelentes, desarrol/mr la p.-e>ductwidad sin utilizar
"la tecnolog{a mrés ava,nsada. Hay que insistir mucho en lo gra­
"vedad del deber que incumbe a todos los responsables de la
''fOYmAJJción económica· de los ciudadanos; éstds son, en efecto,
"y con mucha frecuencia, vulnerables por falta de conocimientos
"especializados, ante teorías seductoras,
pero 1h1,comistentes. Quien
"quiera trabajCltY en l(J¡ construcción 'de una sociedad awténtica­
"mente humana debe, pues, tener en cuenta las exigencias propias
"de la economía y las consecuenc'Úls previsiMes de su funciooo­
"miento y de su evolución.
"Disponiendo de este modo de una vn,formación cierta sobre los
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"mecanismos del «como», corresp,onde a los responsables ponerlos "al servicio del «p01· qué»: las medios para el fin, y no a la in­)'versa.; la economút para el hombre y de ninguna ma.neia el hom,... "bre para la econo1't'IIÍ(b. «Porque no hay, en definitiva, otra riqueza "tan verdadera co,no la procedente del hombre» ( !bid., n. 2). "Y éste conserva siempre «la responsabilidad de sus actas, n aunque él deba reconocer las leyes de la huma;rn.idad en marcha "y las del m.ovim.iento de la econ "conocer y tener-más pwra ser más» (Populorum Progres:Sio, "n. 6).
"Porqwe la economía es ambivalente, como toda reaüáa!d kur "man,a,, y no sabría escapar al trágico dilema: ¿va a imponer la "economía las que se llaman sus leyes en detrimento del hmnbre,
"hasta prilvarle de iniciatóva y de responsabilidad, «cambiarlo, de­"cía Juan XXIII, en autómata» (Mater et Magistra, n. 62). ''entorpecer su promoición P'ersonal y sor;ial, c01li<:entrar su hab-i­J,tación en aglomeraciones inhuma,nas? O al contrario~ ¿se querrá ,, y se sabrá terminar con la supremada de las exigencias técnicas "y-económicas sobre· las necesidades humanGJS» -( alocución de Su "Santidad Pablo VI a la O. l. T., n. 11) y «respetando el equi­
"librio obietivo de /a,s posibilidades económicas reales» (!bid., "n. 13), ponerlas al servicio de «todo hombre y de todo el
"el hombre»! (Populorum Progressio, n. I4}. En una pala­"bra,-es la economfa la que dominará al hombre, o es el honibre "el qU'e dom1lnará la economía.
"Si es ciertamente esta segunda parte del dilema:, el que es a la "vez ifm.puesto P'or el buen sentido y conforme al Evangelio- es nece­,, sarrio tener el valor de rechazar k, tentación de la eficacia a todo "costa, que conduce a someter los objetivos hutnanos a los únicos~ "nes del poder indwtrial, de la producción y del consumo. Este eco­"nomismo invasor (Gaudium et Sp-es, n. 63, 3) que penetra los ))sistemas más dVVersos, ¿no es un nuevo tipo de opr_esión? Co"-: "rresp"Onde a las Semanas Sociales, en el espíritu que alienta desde ,,'tos orígenes su esfuerzo constructivo-, recoyer este desafío. Sin "subestiniatr en modo al,guno las realidades económicas, Sffl.O, p·or "el contrario, partiendo de su conocimiento- exacto y raci.onal, es "como· necesitan ustedes proponer a los hmnbres de ho,y un ver-
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"dadero proyecto socúd capaz de susdtar su adhesión generosa y
J) su-participación concienzuda."
Carta del Cardenal Secretario de Estado, en
nombre de Su Santidad el Papa, a la LVI Se­
mana Social de Francia, del 1
de julio de 1%9
(texto francés en L'Osservatore Romano del 9)
(texto en castellano, Ecclesi.a núm. 1.449. Ma­
drid del 19).
Neoesidad de proteger al hombre, arrastrado por las fuerzas
formidables que maneja.
"Es necesario que protejáis al hpmbre, un hombre· wrastrado
"por las fuerzas formidables que él maneja y como absorbido por
"el progreso gigantesco de su trabajo, un hombre arrebatado PM
"el ímpetu irresistible de sus inventos y como aturdido p,or el
)J contraste creciente entre el prodigiosa aumento· de los lJ,ienes pues­
'Jto a su disp·osidón y su distribución tan fácilmente injusta entre
"los hombres y entre los pueblos. El mito de Prometeo proyecta
"su sombra inquietante sobre el dram,a. de nuestro tiempo, en que
"la conciencia
del hombre no logra p,onerse al nivel de su acti-ztidad
"y asumir sus graf/Jes responsabilidades con fidelidad al designio
"del amor de Dios sobre el mundo. ¿Habremos olvidado la lec­
"ción
de la trág>Ca, historia de la Torre de Babel., en que la con­
" quista de la n(J)/uraleza por parte del hombre alejado de Dio,s
"va acompatñada de una desintegración de UlJ sociedaid humanal
"(cfr. Génesis, 11, 1-9 )."
PAur.o VI: Discurso en la Organización Inter­
nacional del Trabajo (texto en castellano: Eccle­
sia., núm. 1.445, sábado 21 de junio de 1969).
Buscar las causas esenciales y finales de las cosas para salir de
la organización opresiva y angustia consiguiente del mundo
tecnológico.
"Hay que tener los ojo_s aibiertos, es decir: emplear la intelii­
"gencia,
como se puede y se debe, para nvirar más allá de la pan­
"ta:lla senrible y buscar tanto las ca""as esenciales comer las finales
"de las cosas.
'1 En este censo se descubre la, transparencia dCl reino divino
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"y, lejas de menospreciar el reino de ta naturaleza y la ciencia,
n que lo explora, y la técnica, que 'lo domina, esta tra:nsparencia
"ilumina esto•s estupendos voJores con, una belleza nueva y z;bera­
,, dora, que desca,rga ol, mundo tecnológico de ese sentido de or­
,, ganización opresiva; y de la angustia consiguiente, que procede
"de
los límites propios del círculo materialista,, y que precisamente
,, en estos dfas se desborda en rebeliones violentas e irracionales,
"como queriendo denundar la insuficiencia ra.,dical de nuestra ci­
"vilización sin sacm/;dad para satisfacer las inolienables exigen­
" cias de'l espíritu hwmano. Dios es necesario, como el sol."
PAULO VI : Alocución en Audiencia General (12
de junio de 1968; texto italiano en L'Osservat•ore
Romwn,o del 13; texto en castellano: Eccle.ria :nú­
mero 1.395 del 22 de julio de 1968).
El respeto al hombre y a su responsabilidad personal frente al
desarrollo de las técnicas, siempre sometidas a las reglas
morales.
"Que en todas !_stas medidas tan necesarias de imvestigación y
"y de control no se pierda jamás de VÍ,sta el carácter reservado.
"la
legítvma intimidad de todo lo que al cuerpo se refiere y q,w
"se imponga un límiite a la-s violencias que un especialista qu.erría
"a veces instaurar para el bien.
. .. -..
"es n.ecesario· que todos los responsables técnicos de todas las ra-­
"mas, orgwnizadores diversos, trabajen en estrecho contacto para
J, servir el bien común sin lesionar las legítimas exigencias de la
"persona, y logren crear estructuras institucionales cuya consti­
"tudón y funciona,miento permitan dirigir una atención humana
"a los servic;os de /,a h;giene y de la salud:
"No es necesario efectivamente que se despoje con toot "lidc,d a cada uno de la resP'onsabilidad de su propia vida y
"de la de los suyos, nii que se dé la impresión confu,sa de ver que
"se le ap'l-icmn en nombre del progreso 'llécnicas anónimas, sin
"cuidado de su personalidad física y moral,
n Si se ha podido decir del médico que él n;o cura. jam-áis una
"enfermBdad, sino qu1e es siempre un enfermo a quien él cuida,
"es también verdadero afirmar que las medi!das de higiene o pre-
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J•ventirvas qvue vosotros promovéiS no se aplican nunca sok»mente
"a un cuerpo, sino que ellas tocan a una P'ersona) a un sujeto, pues)
"que tiene derecho a nuestro infinito respeto y el cristiano aña­
" de: a alguien que ha sido creado a im<1gen y semejanza del
''Creador, que ha sido rescatado pur la sangre de Cristo, que está
nuamaáo
a conocer y W11W1Y a Dios a vivir en su intimidad vien­
)'ooen.turada.
"Toda técnica no será,, ·pues, nunca más que un instrumento
"cuya ap'1icación queda sometida a /,as reglas mara/es superiores
"que rigen la vida, lvumana. Y todo perfeccionamiento no reem­
n plazará joxmás el cuidado de las personas, que tien,en una inmensa
"necesidad de verdadero amor/)
PAULO VI: Palabras al Congreso Internacional
de Higiene y Medicina preventiva (9 de octubre
de 1968; texto francés en L'Osservatore Rommw
del 11; texto en castellano: Ecclesia núm. 1.414,
sábado 2 de noviembre de 1968).
Peligros de la imagen del cinematógrafo y la televisión como
instrumento de comunicación social Necesidad de refle­
xión y crítica.
"Pongamos un ejemplo que se puede decir que afecta a todos:
"el de la imagen fascinante del cinematógrafo y de la televisió,z,,
"Esta absorbe casó toda la disponibilidad de vida interior, espe­
"
cialmente en la juventud. La imagen ,nu/t;forme se graúa en la
"memoria
y después en la inteligencia)· si se la busc.a con a.si­
,, duidaá, a v'eces obsesionwnte, llego, a swtituir el pensamiento es­
" peculatimo, la llena de fantasmas vanos (cfr. Sab., 4, 12), la
"estimula a la imitad,m, la exterioriza y la rebaja al nituel del
"murndo sensible. ¿Cómo
puede encontrar lugM la vida esp.¡,.;_
"tual, la oración, la elevación aJ, primer Principio; que es Dios, ,en
"una conciencia llena de esta habitual importación de muí,genes,
"frecuentemente inútUes
y nocivas! Es necesario introducir en
n esta conciencia un momento de descanso, de refle.ción y de crí­
"tica.
"Los receptores, esto es, los espectador-es, dice el Concilio~ particu­
"larmente los
más jávenes, acostúmbrense a un uso moderado
"y disciplinado de estos instrumentos de comunicación socwl; bus­
" quen también
la manera de profundizar en las cosas vistas, owas,
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"wídas y, discutiendo de ellas con sus educadures y con personas
"competente's, aprendan a formular un ·recto juricio> (lnter miri­
"fica, n. 1 O). Es necesario recorrer d:e una manera ascendente
"el camino de /,a experiencia sensible, que por su atractilvo y su
"objeto nos lleva a, vivir ·de una ntanera descendente.u
PAULO VI: En la Audiencia General del 'ZJ de
agosto de 1969 (texto italiano en L'Osservatore
Romano del 28 de agosto; texto en castellano:
Ecclesia núm. 1.456, del 6 de septiembre).
Que el hombre domine los aparatos y no sea dominado por
ellos ni caiga en su idolatría.
"La admin'DStración, el entusiasmo, la pasión por los aparatos,
"por los frutos del ingenio y de la mano del hombre nos fascinan,
"a veces incluso hasta, la locura. Y aqwí e'stá, el peligro,: debemos
"guarda.-nüs de esta posible ido,/atría de los aparatos. Es verdad que
"el aparato multip,lica por encima de todo límite /,a eficiencia del
"hombre: pero esta eficiencia, ¡ está siempre a su servicio? ¿ Lo hace
"má,s bueno, más hombre'! ¿O acaso no conseguirá. el instrumento
•·aprisionar al hombre que lo produce y hacerlo siervo del sistema de
"vida que el instrumento en su prodwcción y en su uso imp,on-e al
''propio autor? Todo, sin embargo, depende del cor11.eJ6n del hombre.
"Es ab'saluta,mente necesario que el coraz6n del hombre sea tanto
"más libre, tanto más bueno, tanta más religioso, cuanto mayor
"y peligroso es el poder de las máquina~, de /,as wrmas, de los
''mgenios que el hombre pone a su propia disposición."
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PAULO VI : Alocución a los fieles en el An­
gelus del domingo 20 de julio de 1969 ·(texto
italiano e inglés
L'Osseruatore Romano del
21-22 y texto en castellano Ecclesia núm. 1.451,
del 2 de agosto).
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