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Número 85-86

Serie IX

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La comarca, soporte de la libertad campesina

LA COMARCA, SOPORTE DE LA LIBERTAD CAMPESINA
l'()R
Josit M.ª GIL MORENO og MoRA.
El proceso centralista es claro destructor del principio de sub­
sidiariedad por el
c1:1al cada
piso de la Jerarquía debe poseer un
cierto grado de autoridad, decisión
y autonomía. En la destruc­
ción de las subsidiariedades el Poder Central se arroga toda
Autoridad
y toda Decisión, no tolerando la autonomía fuera de
su control como bien descubría Coch referente al Municipio.
Muertas las autonomías de los cuerpos naturales intermedios
éstos acaban
sobr~do y por ende o se suprimen o se convierten
en sucursales del
· poder

central ( desconcentración
pero no
des­
centralización).
En este proceso dos grandes escalones naturales ya han pe­
recido oficialmente en España: la Comarca
y la Región o Reino.
Las antiguas organizaciones cuya destrucción comenzó con
el advenimiento de Felipe V,
el francés importador del abso­
lutismo,
agrupa.Iban las

parroquias, ,pueblos, villas
y lugares en
zonas que como las Veguerías tarraconenses precedían en
fa pirá­
mide jerárquica al obispado o principado, que a su vez se integra­
ba en
el Reino de Aragón y Cataluña. La pirámide, pues, tenía
más pisos que
el esquema municipio---provincia-estado hoy vigente.
Pero la
Ley Natural es tan poderosa que varios organismos
corno Extensión Agraria
y las Confederaciones Hidrográficas han
tenido que acudir en algún modo al esquema antiguo comarcal
y regional. Económicamente, las Cooperativas y otras asociacio­
nes también forman uniones de tipo comarcal,
y fas Cámaras
Agrarias
de Andalucía
y Extremadura funcionan casi clandesti­
namente a nivel de Región. Prescindiremos ahora de las regiones o Reinos que tantos
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/OSE M? GIL MORENO DE MORA
temores de separatismos levantan en los c.entralismos olvidadi­
zos de que la España del Imperio· fue la España de los Reinos.
Trataremos solamente de la comarca. Dos aspectos la convierten en defensora
sine qua n.011! de la
libertad rural : el agrícola y el municipal.
En
el agrícola los problemas de comercialización hoy crecien­
tes exigen reunión de cantid'ades de producción superiores a las
de las localidades normales, más una homogeneidad de las calida­
des, más una dirección de zonas extensas hacia unas producciones
en función de la demanda.
La comarca es una unidad geográfica natural que dentro de
sus límites suele poseer una homogeneidad de clima y terreno
y por ende de calidades y de posibilidades, una red coherente de
comunicaciones con una base étnica y unas costumbres y modos
de vida homogéneos, lo cual permite una cultura homogénea y
la difusión de nuevos cultivos o técnicas. Y por fin suele existir
en -la comarca un caudal
imposible de
valorar de relaciones hu­
manas naturales, lazos de sangre
y amistad, contactos comer­
ciales
y .políticos que una his,toria común dirige hacia problemas
que tienen similitudes
y metas análogas.
La media de diez a doce pueblos que constituye, por ejem­
plo, la de las comarcas tarraconenses sugiere unas asambleas su­
ficientemente reducidas donde el diálogo es mucho más viable
que la

asamblea provincial de 188 pueblos que es la de Tarra­
gona. Por todo
ello, aunque

bastante combatidas, empiezan a apun­
tar las uniones de cooperativas comarcales, las cámaras agrarias
comarcales
y otros esquemas a este ámbito.
En

el aspecto municipal, tan ligado al agrario en la ruralidad,
sucede que las pequeñas y medianas localidades se enfrentan hoy
con problemas de
Se~retario, de

servicio de basuras, de ·cami­
nos, etc., que exceden la posiJbilidad económica local y que en una
mancomunación a nivel comarcal hallarían fácil solución. Pero
aquí es tan visible el hecho, que no ,pudiendo pasar inadvertido
a la tecnocracia, ésta adelanta una solución suya en la que
el
remedio será peor que la enfermedad. En efecto, en lugar de po­
sibilitar una mancomunidad libre, de libre adhesión, la adminis-
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LA GOMAR.CA, SOPOR.TE DE LA LIBER.TAD CAMPESINA
tración está lleVando a cabo una sistemática labor de divulgación del concepto de integración por el cual las localidades menores
quedarían adscritas a las mayores según
el viejo molde que tan­
tos dolores ha producido ya de las Pedanías, en el cual lógica­
mente el pez grande no sólo se come al chico, sino que lo asesina
cuando no
puede comérselo. Una integración obligatoria decidida
en lo alto
.por decreto,
lejos
_de inducir
a
cooperación lo's muni­
cipios

integrados que desaparecen como tales, los llevan a una
c.arrera de odios
y de desiterés hacia los problemas. La integra­
ción tiene clásicamente el resultado de acelerar el empobrecimien­
to de los pequeños y aumentar el enriquecirrtiento de los grandes. He aquí cómo la comarca natural que desde el fondo de los
siglos fue defensa de las libertades campesinas y que fácilmente
podría volver a serlo, se ve amenazada con la integración que la convertiría en demoledora de todos los pequeños
pueblos, cons­
tructora

de grandes aglomeraciones, realizando los sueños de
aquel tecnócrata madrileño que me decía que en 1980 entre Za­
ragoza y Barcelona no debían quedar· más de seis pueblos. Las condiciones para que pudiese volver a su papel la comar­
ca son:
l.ª Libertad de formación de las mancomunidades y asocia­
ciones de municipios, cooperativas,
Herm~ndades, etc.,
según
moldes propios y específicos de cada comarca.
2:ª Restauración

de las libertades municipales, cooperativas,
sindicales, etc., a nivel de localidad. Lo que nos cabe hacer:
Divulgar estas ideas y conceptos denunciando los
peligros de
la

integración y preparar el terreno para que esta idea viejísima
que hoy resulta tan sorprendentemente nueva pueda ser de ·con­
senso popular
y salir al paso en todas las ocasiones contra los
atentados a la comarca cual lo fue la supresión de los juzgados
reunidos boy en la
capital de

provincia.
Difusión de la doctrina de los cuerpos intermedios
y del
principio de subsidiariedad mediante pequeños
grupos con

textos
apropiados. Estudio del proyecto de ley de Maura sobre Municipios.
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