Índice de contenidos

Número 85-86

Serie IX

Volver
  • Índice

Raíces espirituales, intelectuales, existenciales,… de la Patria

RAICES ESPIRITUALES, INTELECTUALES,
EXISTENCIALES, ... DE LA PATRIA
POR
JuAN VALLET DE GoYTisow.
Nuestra alma tiende al infinito. Pero nosotros -animales ra­
cionales, indisolublemente compuestos de cuerpo y alma en nues­
tra vida terrena- nos hallamos limitados en el tiempo y en el
espacio en que vivimos. Es por eso que necesitamos aferramos
a un conjunto de realidades existenciales: para no sentir el vér­
tigo de la
"razón pura"
--que confundimos con nuestra
imagina­
ción---........ a la que damos una coherencia puramente lógico-formal;
para no sufrir lo que
hoy se llama "angustia vital", debida a la
pérdida de nuestros límites, medida y dimensiones humanos, y
a la desorientación con respecto a nuestro origen y a nuestro fin,
lo que nos lleva a encontrarnos perdidos en la nada
o arrastra­
dos

en el "movimiento de la historia".
El hombre
ha necesitado situarse en el espacio, haciendo en
él
su mainsión~ y en el tiempo, encuadrándose en él con sus ritos.
Es algo que. Rafael Gambra, en su libro ''El silencio de Dios", ha
expresado maravillosamente :
"La tierra de los hombres", ma'!n·­
sión en sentido espacial -"estructura humana de las cosas"-,
es "producto, ante todo, de una acep1tación de una trascendencia
divina y de la religación a ella en un destino común". En el tiem­
po, "rito es la estructura del suceder temporal comunitario" que
se
forma también
de una originaria determinación existencial, de
una aceptación y de una costumbre sacralizada en tradición. "El
rito alberga al hombre en el tiempo, como su mansión lo alberga
en
el espacio, y le otorga su bien más ,preciado: el sentido tem­
poral de las cosas, en cuya virtud no se pierde su vida en la in­
coherencia y en el hastío."
465
,.
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
Sin duda por eso, supo intuir Simone W eil con su fina pe­
netración de la realidad que el
desarr:CI/Ílgo "es con mucho la en­
fermedad más maligna de las sociedades humanas". El hombre des­
arraigado deviene hombre-masa, que -como explicó Ortega y
Gasset- "no afirma el pie sobre la firmeza inconmovible de su
sino, .antes bien, vegeta suspendido ficticiamente en el espacio.
De ahí que nunca como ahora esas vidas sin peso y sin raíz
._____,deracinées de su destino- se dejen arrastrar por la más ligera
corriente. Es la
é¡:x)ca de
las corrientes
y del dejarse arrastrar.
Casi nadie presenta resistencia a los superficiales torbellinos que
se fonnan en arte o en ideas, o en política, o en los usos so­
ciales ... ".
Precisamente la neurosis --como nos recordaba 1,ouis J ug­
net, en "Rudolf
Aflers ou

1 'anti-Freund"
-consiste

en la pérdida
de la
situación de

nuestro yo, que huye de
la:., leyes de la reali­
dad, contra las que se
rebela~ y

se colocan en una
po,sición ego­
céntrica

en un mundo artificial que crea en su imaginación. En­
fermedad que no
sólo se

sufre individualmente, sino
que, en
el
mundo de hoy,
la padece la sociedad, en la cual -como el Pro­
fesor Marce!

de Corte repite insistentemente-
el hombre ha per­
dido globalmente
el sentido y la noción de cuál es su lugar ccn
relación al Principio del ser, al mundo que
nos rodea
y a nuestro
prójimo,
F...l hombre moder!JO se

está
esforZ-ando en_ romper todos los
vínculos

reales que le han
ayud~do a éonservar el
equilibrio exis­
tencial, psíquico
y moral. Intentando repetidamente desasirse de
ellos.
Es ese el empeño de Rousseau, que quiso liberar al indi­
viduo de los
víncu.~os sociales

creados en
la historia; del joven
Marx que
se propuso desai/ieriarnos, y hoy de Marcuse que pre­
tende
descondicionarrnos, pero no sólo de los vínculos naturales,
sino también de los condicionamientos
artif:ciales en
los
qtie he­
mos

caído precisamente al pretender liberamos
y desalienarnos
de aquéllos. La revolución cultural de Mao es la cima del es­
fuerzo más totalitario
para sepa.rar al

hombre de toda herencia
recibida del pasado... El superhombre
que quiere

romper con
466
Fundaci\363n Speiro

RAICES DE LA PATRIA
Dios, del que proclama la muerte, quiere construir un rnllndo
nuevo sobre las
ruinas
de nuestra
civilización
y pretende, para
ello, sumergir en el más profundo olvido la verdadera Revela­
ción
y romper con la tradición que, de generación en generación,
nos ha ido transmitiendo Revelación y civilización, tal como en
un relevo se transmite la luz de una antorcha a otra. Por ese camino,
por terrible paradoja, se priva al hombre de
todo cuanto su libertad necesita para realizar sus fines. Precia­
mando pomposamente su libertad abstracta,
y haciéndole sentir
el orgullo de liberarse de todo
el pasado, se le quitan al mismo
tiempo sus libertades concretas. Se repite así el drama expresado
por el mito de Icaro: la pérdida del límite, de la medida, de las
dimensiones
justas por

donde
¡:odernos discurrir.
Se intenta despojarnos de todas nuestras patrias -espiritua­
les, intelectuales, carnales, físi<:as, históricas-----, privándonos así
de nuestra mansión humana, en el espacio
y en el tiempo ...
A fuerza de intentar atraer nuestra religión desde lo teocén­
trico a lo antropocéntrico
y de sustituir el depósito sagrado de la
Revelación por

las pretendidas revelaciones de nuestra "concien­
cio colectiva" : se nos lleva hacia una religión sin Dios en la que
se nos niega la Patria celestial.
A fuerza de humanismo se nos va encuadrando en un cre­
ciente colectivismo que asfixia la personalidad
y que en los países
comunistas es encadenada al Partido
y manipulada por sus diri­
gentes.
A fuerza de querer que nuestra mente sea la fuente de la
realidad y no la naturaleza la fuente de nuestro conocimiento, a
fuerza de querer liberarnos así de la realidád, fabricamos un mun­
do
artificial tecnocrático, puramellte económico
que nos va apri­
sionando, que nos
~lasta, que

nos hace
"unidimensiona1es'1.
A

fuerza de querer liberarnos del contorno físico de nuestra
patria
y, sobre todo, de su historia, que nos enseñan a despreciar
o a execrar, nos encontramos englobados en el
rebaño arbitrario
de las clases o conducidos como masa ·por un totalitarismo del
que ni siquiera escapa nuestro t"empo libre.
467
Fundaci\363n Speiro

JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
A fuerza de querer librarnos de la ley natural, hemos caído
bajo el positivismo jurídico más minucioso y riguroso y tanto
más arbitrario cuanto más vartiginosamente variable.
A fuerza de querer liberarnos del orden de la naturaleza,
caemos en la servidumbre del "viento de la Historia", arrastrados
en movimientos masivos totalitarios hacia lo que se
nos muestra
como

"Punto Omega".
A
fuerza de querer convencernos ·de que nos liberemos "razo­
nablemente" de aquellas creencias tradicionales que nos enseña­
ron-ntiestros .padres y nuestros maestros, se trata de manejarnos
como
autómatas movidos
por
slogams y frases hechas que nos pon­
gan en -condición
por sus estímulos sentimentales o puramente
viscerales, irracionales, que nos son diluidos en la
propaganda
comercial y política.
A fuerza de prometer liberamos del trabajo, incrementar nues­
tro bienestar material y aumentar nuestro nivel de vida, se nos
arrastra
a la servidumbre de
ese mismo
bienestar
y de la técnica
que incrementa
los. bienes

de consumo,
a ser esclavos del tiempo
y marionetas de la velocidad y el vértigo, condenados a trabajar
cada vez más para pader adquirir y consumir cada día más bienes
del
último efímero modelo que constantemente
nos es ofrecido
por la publicidad.
A fuerza de querer que nuestra moral se libere de las cos­
tumbres
y principios tradicionales, avanza en nuestra sociedad
la servidumbre de las drogas y la esclavitud de un Eros de sexo
cada vez más ambiguo.
A fuerza de querer la paz por encima del honor de Dios y
del amor a la patria, vemos a los hombres impelidos a luchar por
intereses puramente materiales; por los nuevos mitos o por los
nuevos ídolos, como es la raza, o
pnr el
odio de clases
o de
color

...
, y ¡ hasta por el fútbol!, como ocurrió hace unos meses
entre dos países centroamericanos.
El hombre, sin patria celestial y sin patria carnal, perdidas sus
tradiciones, costumbres y ritOs, sin una naturaleza real que como
patria intelectual
amamante su
cerebro, sin conocer siquiera
el
468
Fundaci\363n Speiro

RAJCES DE LA PATRIA
orden que ésta enseña, por resultarle ininteligible, se convierte
en hijo de padres desconocidos, sin mansión en el espacio, sin
noción del tiempo real, que reniega de su ,pasado e ignorante de su destino, sólo
sueña con_

un futuro mejor.
Como notó Simone
·w ei1, los seres verdaderamente desarrai­
gados
"no tienen

apenas sino dos comportamientos
posibl~s: o
bien

caen en una inercia de alma casi equivalente a la muerte;
como la mayor parte de los esclavos en el imperio romano, o se lanzan a una actividad tendente siempre a desarraigar, frecuente­
mente, por los métodos más
v~olentos".
Y

es que el arraigo, como la misma autora expuso, es tal vez
la más importante y la más desconocida necesidad del alma hu­
mana, una de las más difíciles de definir. "Un ser humano tiene
una raíz por su participación real, activa
y natural en la existen­
cia de una colectividad que conserva vivos ciertos tesoros del pa­
sado
y ciertos presentimientos del porvenir. Participación natu­
ral, es

decir, producida automáticamente por el lugar,
el naci­
miento, la profesión, el contorno. Cada ser humano tiene nece­ sidad de múltiples
raíces. Tiene precisión de

recibir casi
la tota­
lidad de la vida moral, intelectual, espiritual,
por intermedio de
los ambientes de los que naturalmente forma parte."
Pero, acerca de todo esto
y de mucho más, es mejor que es­
cuchéis a un joven maestro de
la generación de la segunda post­
guerra mundial, pues nació en 1940,
perfecto conocedor
de las
letras francesas
y españolas, pues ha estudiado no sólo en la
Universidad de sus Ciudad natal, Colonia, sino también en
la
de Madrid y en el College de France, l'Instítut Catholique y la
Sorbonne de París;
el Profesor HERBE'RT GILLESSEN, Doctor en
letras, actualmente adjunto de Filología Románica en la Uni­
versidad libre de Berlín libre. Escuchémosle.
469
Fundaci\363n Speiro