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Número 85-86

Serie IX

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Jean Madiran, La vieillesse du monde

lNFORMACION BIBLIOGRAFICA
Jean Madiran.: LA VIEILLESSE DU M.ONDE
(Essai sur le communisme) ( *)
La gran preocupación de un considerable número de juristas,
pensadores, sociólogos y teólogos contemporáneos la constituye
el estudio a fondo de los predicados marxistas. Se podría, por con­
siguiente, afirmar que, a pesar de
]á copiosa bibliografía que el
tema ha originado en todas las latitudes geográficas, los conoci­
mientos hasta ahora existentes del movimiento marxista son, en
rigor, superficiales. ·No existe, como el autor de este libro .nos
advierte, una interpretación ecuménica, profunda y objetiva del
evangelio comunista. Por otra parte, los denodados esfuerzos con­
sagrados al análisis de los supuestos ideológicos de la doctrina co­
munista nos conducen a una estéril y triste situación, a saber:
que
el comunismo, quiérase o no, representa el crepúsculo de
nuestra civilización. Crepúsculo, según J ean Madiran, que afecta
al mundo entero.
La rabiosa actualidad de las páginas que comentamos es evi­
dente. Los tres extensos ensayos que integran este libro -La
técnica de la escllWi,tud, El cadáver del comunismo y La práct;;ca
de /,a dinléct;ca-han sido escritos en su totalidad con posterio­
ridad a
196:l. Quiere
decir esto que, efectivamente, los juicios
críticos que se insertan en el mismo son el claro exponente de
cómo se presenta al hombre actual del movimiento comunista. El
dato de la fecha de publicación de estos sugestivos
ensayos e,
importantísima y, a nuestro parecer, la razón es obvia: la única
cualidad realmente excepcional del marxismo estrioo en la apa­
rente facilidad con
la que se adapta a la evolución natural del
tiempo, Y, consiguientemente, al inexorable fenómeno del suce­
derse de las generaciones. Por lo tanto, cualquiera de las obras
divulgadas en la
época de
Lenin, Stalin o, más próximo a nos­
otros de :Krushchev nos revelan, necesariamente, matices distin­
tos de un mismo tenm. Nada de extraño tiene que para el autor
de las páginas que comentamos todas las perspectivas -económi­
·cas, filosóficas, jurídicas, políticas, sociológicas y religiosas- sean
de gran utilidad a la hora de intentar comprender y valorar la
praxis comunista.
Se esfuerza J ean Madiran en el primero de los ensayos inser­
tados en su libro
-La técnica de l" esckwitud---por demostrar
(*) Nouvelles Editions Latines, París, 1966, 236 páginas.
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
que ninguno de los dos postulados fundamentales del programa
socio-políitico de 'Marx se han cumplido. Por consiguiente, el hom­
bre inmiscuido en el muvimiento comunista sigue siendo, quizás
más que nunca, un hombre alienado en su intimidad
y en su pro­
pio trabajo. Ciertamente, nos dice el autor, los altos dirigentes soviéticos han cuidado celosamente el mito de la
"libertad". En
la

práctica, sin embargo, e incluso en las leyes, la libertad de pa­
labra, la libertad de prensa, la libertad de reunión y asociación y.
sobre todo, la libertad de manifestación pública del pensamiento
está condicionada a los intereses del Partido. El Partido, por su­
puesto, controla con plena eficacia cualquier acción que pueda
perjudicar la intangibilidad de alguno de esos intereses, exigien­ do
nna obediencia

incondicional. Se explica generalmente --dice
Madiran~ por la "mística", por

la "ideología' el rnonolitismo,
la disciplina unitaria y totalitaria del marxismo, siendo así que
dimanan directamente de una
técnica sociológica, que por ser una
técnica
clc,n&estma, pasa inadvertida a quienes la observan des­
de fuera o superficialmente. Hay, pues, motivos más que sufi­
cientes para pensar que -subraya
J ean Mediran- el concepto
de

la
"dignidad humana" sigue ausente de las habituales conclu­
siones de los Congresos Comunistas.
Según resulta de la propaganda marxista, los máximos res­
ponsables del comunismo intemadonal están empeñados en la tarea de construir una nueva sociología basada en la igualdad
económica de los hombres. Sin embargo, en el régimen comunis­
ta, el trabajador es esclavo de una colectividad, la
casta dirigente
del

Partido, y más aún del sistema sociológico del cual, en defi­
nit_iva, esa misma casta es el instrumento
y la víctima. La escla­
vitud
.es anónima y universal, sin salida. Es materialmente menos
penoso, o más agradable, para los miembros del Partido: sin em­ bargo, es de observar que quienes componen la casta dirigente no
son
personai.mente unos autócratas que gozan del poder, de la
libertad y del arbitrio de los potentados clásicos. Es la colectivi­
dad constituida por el Partido la que es el autócrata. El principio
es el de la Hdirección colectiva" del "círculo dirigente". En este
sistema puede emerger un "número uno", como fue Stalin: por
definición no pueden existir dos a la vez,
y, bajo Stalin, los más
altos dirigentes del Partido eran también esclavos en todos los
aspectos, incluida la inseguridad de conservar la cabeza el día si­
guiente. ''Espantoso instrumento de dominación de la sociedad,
el Partido es también una espantosa máquina de devorar los hom­
bres que la componen."
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INFOR,MACION BIBLIOGMFICA
Para J ean Madiran -El cadáwer del comunismo-las con­
clusiones del XXII Congreso del Partido Comunista constituyen un dato
muy elocuente de

la profunda crisis interna que en nues­
tro tiemp:>
sufre el movimiento comunista. Crisis originada, en
parte,
por la escasa veracidad de los puntos ideológicos debatidos
y, además, porque ya se
han agotado todas las posibilidades que
ofrecía
el arma eficaz de la publicidad inexacta, embaucadora y
falaz utilizada, sin remordimiento alguno, por los altos dirigentes
del comunismo soviético, que, naturalmente, no han conseguido
otra cosa que engañarse a sí mismos. Teniendo esto en cuenta, nos dice el autor de estas páginas, podríamos
preg1,mtar110s si,
verdaderamente, el movimiento comunista contemporáneo tiene
una ideología definida, esto es, una argumentación doctrinal de
cierta consistencia. Se ha pretendido, como es bien sabido, susti­
tuir la argumentación
clásica del
marxismo-leninismo
por los
su­
puestos
de un posible humanismo inspirado directamente por
Marx. Estas pretensiones de los militantes
más devotos del comu­
nismo vienen a subrayar, una vez más, que, en
efe:to, la
ideolo­
gía comunista
ha entrado en su dramática agonía final.
La ¡,ráct-.ca de /,a dwléctica, nos dice J ean Madiran, ha impe­
dido a grandes cerebros la realización del estudio sereno
y ade­
cuado de
la esencia filosófico-política del comunismo. En teoría_.
el marxismo soviético, en cualquiera de las cristalizaciones políti­
co-sociales con que suele presentarse, ofrece
unos objetivos

que,
innecesario es insistir en esta cuestión, luego incumple en la rea­
lidad. Efectivamente, en
la dialéctica comunista aflora todo género
de contradicciones: contradicciones en la ideología, contradiccio­
nes en los objetivos a conseguir
y contradicciones en los argumen­
tos con los que se defiende cualquier tesis
político--social comu­
nista.

Pero estas contradicciones forman parte del propio sistema
y del

método
en el cual ponen su pasión y su voluntad, para el
-cumplimiento de cada. uno de los objetivos, todos los militantes del comunismo soviético, sean de alta o modesta graduación.
En su sentido clásico, más general, la dialéctica era el arte
de discutir y, más precisamente, de
buscar la

verdad descubriendo
1as contradiciones contenidas en el razonamiento del adversario y remontándolas. En su siguificado hegeliano, la dialéctica se
plantea entre la Idea
y las cosas, resolviéridose en la Historia.
Y
en la

versión marxista, como ha dicho
Lenin; "la
dialéctica es
el estudio de la contradicción en la esencia misma de las cosas".
La ortodoxia del Partido comun.ista explica que conforme el
método dialéctico
"los fenómenos
de la naturaleza están eterna-
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INFORMACION BIBIJOGR.AFICA
mente en movimiento y son cambiantes, y -el desarrollo de las
contradicciones de la naturaleza es el resultado de la acción re­
cíproca de
las fuerzas

contrarias de la naturaleza",
" ...
el método
dialéctico considera que el proceso de desarrollo de lo inferior a
lo superior no se efectúa en el plano de una evolución armoniosa
de los fenómenos, sino en
el de la puesta al día de las contradic­
ciones -inherentes a los objetos, a los fenómenos, en el plano de
una "lucha" de tendencias contrarias que actúan sobre la base
de estas contradicciones".
Por consiguiente, "el mundo se mueve y se desarrolla perpe­
tuamente; la desaparición de lo viejo y el nacimiento de lo
nuevo
son

una
ley de desarrollo, por lo cual no hay regímenes sociales
«inmutables»,
ni «principios eternos» de propiedad privada y de
explotación. Y, puesto que
el desarrollo tiene lugar por la puesta
al día de las contradicciones internas, por el conflicto de fuerzas
contrarias sobre la base de
estas contradicciones",

"la lucha de
clases del proletariado es un fenómeno
perfectamente natural,

in­
evitable." Así,
"el proceso es¡x>ntáneo de

desarrollo deja su lugar
a la actividad consciente de los hombres; el desarrollo pacífico a
una subversión violenta: la evolución a la revolución".
Madiran comenta que con esta visión: "Ya no estamos regi­
dos
por una inteligencia perfecta y una voluntad infinitamente
buena: estamos determinados exclusivamente por las condiciones
de la vida material. Ya no hay finalidad, la contradicción de la
materia estalla
en el movimiento de 1a materia, en sí misma per­
fectam.ente contradictoria. Todas las cosas nacen de la contradic­
ción, es decir,
por destrucción;

así se manifiesta la fecundidad de
aquélla,
es decir,

del no ser. Hace falta impulsar los conflic­
tos
hasta la exasperación. Cuando

el hombre haya roto todos los
vínculós con
lo que sea, podrá moverse según la fórmula de Marx
«alrededor de
sí mismo, de su verdadero sol». Lo que está en el
fondo de

la negativa
inicial del principio de

contradicción :
es el
non serviarm."
Pero, para el

marxismo, la
dialéctica es no

tanto un método
de conocimiento como una práctica de acción para producirlo. Si
el conflicto derivado de la contradicción conduce al progreso, hay
que impulsarlo, hay que provocarlo, hay que explotarlo.
"Para Marx ·---dice Marcel Oément~ el oonflicto no es la
consecuencia del pecado ; es la condición del progreso. No es la
consecuencia del mal, es la condición del bien ... " "Marx describe
el mal como si fuera el bien. El principio de toda redención es el
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
odio fraterno." Es. podríamos decir, la explotación científica del
sentimiento qne motivó el pecado de Caín. Ved el
paso, por
el odio, del hombre desarraigado a la
masa
revolucionaria, como nueva fuerza destructora de vínculos y raí­
ces sociales. Los textos marxistas lo explican como el tránsito
de la teoría dialéctica a la P'rru:is consciente de la díaléctica:
''estas nuevas idea:s organizan y movilizan las masas, éstas se
unen
en

un nuevo ejército político, crean· un nuevo poder revo­
lucionario del que se sirven para suprimir por la fuerza el anti­
guo estado de cosas".
Por lo menos se produce -como observa Madiran- "el paso
de la acción para nna reforma (invocada como pretexto) a la ac­
ción con,tra hombres, que son comp,atriotas, colegas, miembros de
la misma sociedad, de una misma profesión ; una acción tendente
a «liquidarlos políticamente>> ; o por lo menos, a hacer permanen­
te e insupera1ble wza RUPTURA n>: UNIDAD en el interior de la.<
cé/u/,as y de los ür'gooismos del cuerpo social".
Pero esa p-raxis dialéctica no se realiza indisd'iininadamente.
Tiene
una

dirección;
y ésta, sin perjuicio de los oportunismos del
momento, se
orienta en
determinado sentido, que es el Partido
quien lo determina. Jean Madiran .pone punto final a este inteligente estudio con
un canto a la virtud de la Esperanza y una plegaria a Nuestra Señora de la Santa Esperanza.
La Conclusión

del libro se titula
Un wniverso sin p,ersona, del
que subraya su absurdo increíble:
El pensamiento es personal,
incluso en
el trabajo en equipo. La decisión es personal, incluso
en las situaciones intermedias o subordinadas.
La responsabilidad
es personal o no existe. La verdad es universal, buscada o alcan­
zada como tal por cada persona, o no hay verdad. El bien común
es el bien común de las
personas individuales
o
no hay bien co­
mún. No es para salvar las "almas colectivas" ni las "personas
morales" que Nuestro Señor Jesucristo murió en
la cruz.
Al espíritu que quiera salvaguardar o conquistar su libertad
no lo conseguirá sino por el camino que le conduce al conocimien­
to personal de las verdades universales y de las verdades absolu­
tas. Si no es dando, cada día, testimonio vivo y cotidiano, con la
gracia de Dios, de la fortaleza, para resistir en el pensamiento y
en la acción las presiones, de todo orden, anónimas, colectivas,
irresponsables, que aplastan las conciencias o las colonializan.
J osi:, MARÍA N rn DE CARDONA.
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