Índice de contenidos

Número 87-88

Serie IX

Volver
  • Índice

Marcel de Corte, L'Inteligence en peril de mort

INFOR.MACION BIBUOGRAFICA
/J) Del testimonio del Magisterio eclesiástico, que ha levan­
tado siempre su voz de protesta contra las injusticias sociales, ex­
poniendo al mismo tiempo los derechos y los deberes de los hom­
bres en los problemas económicos. En la exposición de la falsedad de las
afirmaciones marxistas
sobre

la religión veo una laguna
por parte del autor : el no ex­
poner el sentido positivo de salvación que tiene
el dolor, el sufri­
miento
y la resignación. Sentido positivo que se debe conciliar
con los esfuerzos para salir de un estado de minusvalor
y opre­
sión.
Desconcierta un poco el leer que la solución de los problemas
humanos se consigue con la revolución y la violencia; pero el
ánimo se tranquiliza cuando le vemos hablar de una revolución que
tiene como objeto al hombre a quien
hay que cambiar y de una
violencia que consiste en que este hombre discipline con enrgía
sus pasiones.
Con unas observaciones atinadas sobre el absurdo de la igual­
dad aun en lo económico
y la necesidad de la cliferenciación den­
tro de una comunidad política, termina su estudio
y crítica del
marxismo. Estudio y crítica que recomendamos. Leyendo esta
obra adquiere uno idea clara de los principios filosóficos que ani­
man el sistema marxista, de su falsedad y de sus contradicciones
internas.
La obra, traducida por el R. P. Lopo Cilleruelo (agustino) y
editada por Sever-Cuesta (Valladolid), está prologada por el gran
Obispo Fulton J. Sheen, que-, con la claridad que le caracteriza,
nos da una breve síntesis del concepto del hombre como individuo
en la doctrina de Marx.
Para leer y estudiar esta obra nos basta su recomendación.
A la suya quiero yo unir la mía.
JuAN RAMíR.ilz VALIDO, Pbro.
Marce/ Je Corte: L'INTELIGENCE, EN PERIL DE MORT (*).
Marce! de Corte, prestigioso y admirado profesor de la Uni­
versidad de
Liege, nos
ofrece un libro humano, sensible y, espe­
cialmente, actual. Mucho antes de iniciarse el llamado "pleito de
las ideologías"
y la fiebre por la renovación del contenido de cier­
tas estructuras sociales y políticas, el eminente pensador había
ya advertido en dos de sus más populares trabajos, nos referimos
concretamente a Incarnation de l'Homme y Essai sur la Fin d'une
(1} Coltection du C kdJ ~ la. Culture Fr 760
Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BIBUOGRAFICA
Citvilisation, los problemas que en nuestro tiempo el hombre ten­
dría que vencer. De todos los que el autor de este libro enumeró,
el más importante, a nuestro parecer, era, precisamente, el que aho'ra da título a la obra que comentamos. Con la publicación del
presente ensayo, el profesor de la Universidad de
Liege -autor
de L' homme contr e Z.ui meme-parece cerrar el ciclo de estudios
dedicados al del porqué de la crisis de la civilización contempo­
ránea. Como el futuro lector de
la obra puede comprender, la im­
portancia y la profundidad del ensayo del doctor Marce! de Corte
es, sinceramente, extraordinaria.
Para el autor de este libro ~según explica en su pdmer ca­pítulo, "Los intelectuales y la utopía"-, el origen de todas las
crisis que, de alguna manera, están dejando sentir su influencia
en muy dilatados campos del hacer humano, estriba en el propio
pensamiento del hombre, es decir, en su inteligencia, que
ha de­
jado de recibir su necesario alimento de lo real. El
cogito ergo
sum cartesiano puesto en el vacío objetivo, muy poco más podría
avanzar, y aunque fuéramos portadores de las realidades proto­
típicas, que
-según Platón-

contemplamos antes de nuestra
vida terrestre, no tendríamos dónde proyectarlas, situarlas ni con­cretarlas ; podríamos vivir una fantasmagoría,
pero no
compren­
der y valorar una realidad que no percibimos.
De Corte lo expresa con -vigor: "Para que haya concepto, es
necesario que haya habido concepción. Para que esa progenie
nazca, es preciso que la inteligencia tenga comercio con la realidad. Es evidente que el vigor de la criatura dependerá de la salud del
padre y de la madre y de la fuerza de sn unión.
La intensidad,
la amplitud, la profundidad,
la riqueza, la cualidad de la relación
anudada por los e]emeutos generadores es lo que pondrá su sello
al concepto, comunicándole la impronta de lo real."
"... Los conceptos que la inteligencia elabora no valen sino
· por lo que vale la concepcióu original, acto esencial en el que la
inteligencia y la realidad se entrelazan y de la que sou la
expre­
sión o el fruto."
Ahí radica lo que el autor califica de dra,mn, de la mtel,gencia:
"Lo propio de una expresión es poderse separar de la realidad
impresa en
el alma y de la que es correlativo, como lo propio del
fruto es poderse separar del árbol. Toda expresión puede
erígirse en

entidad iudependiente. Todo concepto
puede aislarse
de
la con­
cepción. Todo signo se puede desprender del significado.
Basta que la in~ligencw aparte su mirada de los seres. y de las cosas
que el concepto sign.f;ca
¡,a,,a fijarla exclusivmn.ente en el con-
761
Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
cep•to mismo, sob'Ye el fruto de sus entraiías, e, decir, sobre ella
misma y sobre su propia subjetividad creadora. Entonces la co0
rriente de alimentación qWB va de la realidad concebida aJ con­
cepto
se queda rota y, a la vez, también la que retorna de la ex­
presión a
la rea¡/;idad exprescl'da, La experiencia vital d'e la rea­
lidad no nw/lre ya el.concepto. El conoc;..,;ento degenera en elabo­
ración
de
caldo .de cab•eza y en arquitectura de fórmulas .. Los es­
quemas abstractos reemplazoo la energia y el vigor de /,a conjun­
ción orgámica
de la inte/;gencia y /,a realidadJ. En lugar de brotar
de la experiencia de los seres
y de las cosas y de reavituallarse
sin cesar en una especie de circuito vital, el concepto deviene un
molde fabricado por procedimientos mecánicos en el laboratorio
del cerebro. En
lugar de
exponer por transparencia la realidad,
la
encierra detrás de sus lentes opacos".
El hombre, siguiendo esta desviación, se encierra en un mundo
mental en el cual la realidad se extenúa en beneficio de aparien­
cias exangtües. La realidad se transforma, para él, en combina­
ciones de signos, de símbolos, de cifras y, al límite, de palabras
que se ·sustituyen a fos seres y a las cosas, de fos cuales ya no
percibe la existencia y la natilraleza. La inteligencia utópica, crea­
dora
y organizadora de este entramado que extrae de sí misma y
de su subjetividad, condena a la inacción a la inteligencia real
que está conformada al objeto. "El movimiento natural del inte­
lecto, que no es sino concordarse con lo real, se invierte. Es, des­
de entonces, la realidad la que debe adaptarse a las abstracciones
fabricadas por la inteligencia ... " Y ésta, "privada de su alimento
natural", necesita entonC'es los adi;tamentas de la iniaginaci6n_,
/Jel sentmviento, de la pasión, del instinto, de todas las facultades
animales inferí,ores que ya no domma, que incluso subleva y que
le prestan una vitolidad fictic/,a,,
Lo propio de una inteligencia que se repliega sobre sí misma
y afirma su poder demiurgo es destruir el mundo que el sentido
común considera como real y sustituirlo por un mundo artificial
construido en el cerebro de los filósofos, de los sabios, de los ju­
ristas, de los hombres de Estado, en los Parlamentos, las admi­
nistraciones ... Pero este mundo no puede ser sino "una civiliza­
ción de estilo técnico", dirigida a "construir un mundo y una ci­
vilización nuevos", en los cuales, como "la inteligencia ya no está
mensurada por lo que es y que no depende de ella, por principios
inmutables, por naturalezas que no cambian,
ya no hay verdad!' ...
El hombre "carece de punto de referencia para orientarse" ... ,
no le
queda sino su sul,jelimidad. Así, la inteligencia, eliminada
762
o
Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
"como facultad de lo real", da paso a una "voluntad de poder"
que recurre a "la imaginación fabricatriz de una obra que repre­
sentará el papel de objeto". La inteligencia "se convierte en sir­
vienta de la imaginación''.
Si, pensando en el futuro, se quiere que lo puramente intelec­tual perviva, es preciso advertir cuanto antes el peligro que acon­
goja la existencia humana. Este peligro consiste, según
el autor belga, en la creación de un mundo artificial y, consecuentemente, en la construcción de una sociedad de ideales utópicos que poco
a poco van apartando a los pueblos de sus constantes históricas.
El peligro

se agrava cuando se observan los repetidos
ensayos que

se realizan por romper y superar el equilibrio natural de la
propia existencia del hombre. Cualquier proceso revolucionario
político-social que antaño se llevaba a efecto tenía una finalidad
inmediata: reemplazar un régimen, unas ideas o un programa.
Los procesos de subversión que en estos momentos en no pocas
partes del mundo se re.alizan carecen, en rigor, de una base ideo­
lógica. Se quiere, se desea y se pretende caminar hacia el vacío. Ha
sido, claro está, el propio hombre
el creador de su propia incon­sistencia social, moral y espiritual. La raíz de esta enfermedad del espíritu radica en el hecho de a]) querido transformar los conceptos, los símbolos, los matices y los
límites de las cosas que nos rodean y, naturalmente, sustituirlos
por otros de apariencia compleja, abstracta e ininteligible. El pro•
blerna ha hecho acto de presencia en
el mismo momento en que los nuevos signoS no han encontrado acomodo en la razón de ser
de los objetos asignados. Fruto, en definitiva, del pensamiento hu­
mano.
Para superar el actual estado
de abatimiento que condiciona la existencia humana intenta, cuando menos, recurrir, una vez
más, a los ideales. Trata de crear nuevas ilusiones; pero ilusiones
asequibles, humanas y sencillas, es decir, casi reales. Esta, justa­
mente, quiere ser la base para el 1'hombre nuevo" e, igualmente,
para un "mundo nuevo".
No es tarea fácil la creación de un "mun­
do nuevo",
y no lo es, según el profesor Marcel de Corte, JX)r el simple hecho de que hay que procurar la humanización de todas sus estructuras, y más que nunca recordar constantemente la rea­lidad. Sabido es, nos dice el profesor de Lieja, que el homoo:e cuando deja suelta la imaginación, da en crear paraísos artificiales que,

naturalmente, sucumben
al primer contacto con lo real.
La infiel'D[Jencim se somete así d6dlm-ente al mito~ y como la realizaci6n del mito es diferida sin cesar al devenir, porque lo
763
Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BIBUOGRAFICA
propio de Wl mito es no ser jamás una realidad presente, la inte­
ligencia es condenada
a hacer y a producir sin cesar. ¡ Es el mwi­
do

de la tecnocracia y del totalitarismo!. .. ,
¡ de la utopía!, que se
nos obliga a vivir bajo "la socialización integral de la vida hu­
mana''.
Se comprende así el sentido del segundo capítulo del libro, ti­
tulado "El romanticismo de la ciin.cia", pues si se define el ro­
manticismo corno un desequilibrio, como una desorganización del espíritu humano, el primado del devenir
y la prioridad de la ima­
ginación -penetrada o no por
la racionalidad ''científica''- sobre
la inteligencia, des-valorizada por su pecado de
swnisión, son so­
breabundantemente_ románticos. El romanticismo es, según la pro­
funda frase de Goethe, una enfermedad, una inversión de la jerar­
quía orgánica de las facultades propias del compuesto humano,
una revolución que invierte sus relaciones mutuas. Bajo esta
perspectiva, y sin la menor paradoja, la ciencia moderna es de
pies a

cabeza romántica en cuanto se abandona a sí misma
y no
es purificada por el buen sentido
y la metafísica implícita en el
sabio. Así ha llegado a "un nuevo romanticismo o un romanti­
cismo cósmico", del que una de las figuras más representativas
es Teilhard de Chardin, que "no es sino imaginación. Su espíritu
jamás ha alcanzado ninguna realidad", pero se infiltra fácil­
mente
en la sociedad de masas, donde el hombre moderno se nutre
de palabras que es incapaz de verificar su correspondencia a las
realidades
que quieren significar". Su evolucionismo, concluye
De Corte, "es la religión de Narciso en éxtasis ante su propia
imagen reflejada en el devenir universal".
La intelligentsia y sus utopías, al no responder al mundo de
lo real, necesita nutrirse de lo que hoy se denomina la informa­
ción, objeto en el capítulo tercero del estudio de De Corte. Se
trata de un tema que
el mismo autor había desarrollado en el
Congreso
de Lausanne I y que V~RBO, número 41, recogió, hace
unos años, en las páginas 9 a 30. Aquí lo hallamos ampliado
y
actualizado. Gracias a la propaganda, que la información represen­
ta
y universaliza hoy, "transforma los errores en verdades": "aso­
ciando

la imagen del jabón a la de la actriz de
celebridad mundial,
confiere

a aquél renombre universal";
y cuando la ficción es uni­
versal,
"es verdadera". La técnica actual puede, a través de sus
diversas modalidades, educar al hombre
y, sobre todo, hacerle
más libre; pero, como nos advierte el autor de este libro, también se utilizan
esos medios en favor de ciertas ideologías y de ciertos
inconfesables fines.
·
764
Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
La Conclusión de su libro la termina De Corte lamentando
que la inteligencia humana desviada, que no acepta ni su condición
humana ni los límites que le imponen la realidad y su Principio, engendra una plebe intelectual sin freno, una canalla henchida
por un poder técnico hipertrofiado que pretende transformar los hombres según la imagen que ella misma se forja.
JosÉ
MARÍA NrN DE CARDONA.
M.F. Sciacca: L'05CURAMENTO DELL'INTELLIGENZA (*).
M. F. Sciacca, profesor de la Universidad de Génova, discí­
pulo en buenta parte de la más genial figura de maestro
y creador
de la filosofía italiana del siglo, Giovanni Gentile, pero
al mismo
tiempo representante
actual de

un espiritualismo
y problematicismo católico en la filosofía, integra con esta obra de última hora, que
completa en marcha el arrollador ritmo de su producción escrita,
lo que en justicia podríamos llamar su sistema de pensamiento. Se
trata de la filosofía de la
"integridad", que recuerda,

en cierto
modo, el

humanismo integral de Maritain, pero que se quiere a sí misma
una filosofía de combate, una filosofía que se quiere precedida por las puntas acerantes de una ideología en marcha, justificada por
1a crisis actual de la fe
y de las minorías espirituales de Occidente.
El libro,
con rigor

filosófico
y vibrante estilo, nos recuerda,
en un momento quizás más grave
y más cargado de responsabili­
dades, aquel momento en
que Julien

Benda, desde un punto de vista
atlgo diferente, hablaba a
la conciencia europea en crisis de la famo­
sa
'",trahison des dieres". Este nuevo l~bro de Sciacca ha

de ser -con­
siderado en ,el contexto

de otras
obras suyas 'bastante recientes; a s:rber: Filosofm e antifilosofía, del cual nos ocupálbarnos hace no
mucho en
la Revista de Estudios Políticos; Gli arieti contra la ver­ticale, y La Chiesa e la civilitii moderna{*). Los problemas de una
inteligencia occidental
oscurecida están proyectados sobre
una "es­
tupidez" de
un proceso

que
,Scia-cca, ,con cierta a11bitrariedad no su­
ficientemente

desplegada, llama "occidentalismo", tendencia que ha
llevado
al crepúsculo de Occidente. El filósofo de Génova se re­
fiere sin duda a una tendencia de la cultura occidental a conside­
rarse única detentadora de
valores~ cuando

en .realidad hay que
(*) Cfrs. las notas bibliográficas de estos tres libros publicados por el
R P.
Bernardo Monsegú,
C. P., en
VERBo, núm.
77,
págs. 665
y sigs.; nú­
mero 78-79,
págs. 879 y

sigs., y núm.
83, ¡págs. 241 y sigs.
,765

Fundaci\363n Speiro