Índice de contenidos
Número 87-88
Serie IX
- Textos Pontificios
-
Actas
-
Programa de la IX Reunión de Amigos de la Ciudad Católica: El municipio en la organización de la sociedad
-
Libertad y poder en la doctrina social de la Iglesia
-
Derecho, poder y libertad
-
Organización de la Universidad
-
Comercialización en la agricultura. Entre el liberalismo y la tecnocracia
-
Elites cívicas y vida política de las naciones
-
El Estado al servicio del bien común en la economía
-
El Estado y el dinamismo de la economía
-
- Estudios
- Información bibliográfica
- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Documentos
Autores
1970
II. Sobre la tecnocracia
lidad de lo real y el sentido absoluto de la vida, se anunciaría
estéril y fragmentariamente
el mensaje del Corazón de Cristo,
síntesis del evangelio del Reino,
si se olvidase
su constitutiva in
serción en el dinamismo de anhelo y
esperanza hacia
el reinado
del amor de Cristo sobre la universal sociedad humana .
•
Es decir,
precisamente por la promesa con la que
Dios con gratuita misericordia, con independencia de
to-da obra Y
mérito
humano, con anterioridad a toda justicia por la
ley, y
con
sobel'ana liberalidad
frente a la grandeza
y sabiduría de los
hombres quiso
formarse un pueblo
según sus
designios.
El Israel de Dios
de la nueva alianza es también el pueblo
de los pobres de·
Dios, para los
que es bueno
Y ahwe. La satánica
deformacíón·ebionita que nutre la más tremenda tentación contem
poránea, no podrá, con toda la fuerza de su
engaño, substituir
el
anhelo de los que confían en el Dios de
Israel. De
los que
«com
padecen»
el - gemido de Aquel cuya tragedia, que traspasa
los si
glos
y por la que es contemporánea de to-das las generaciones y
protagonista de la historia universal, contiene en--sí todos los do
lores de la humillación y del sufrimiento, de la
opresión y
de la
injusticia.
II. SOBRE LA TECNOCRACIA.
LBS panaceas terrenales que al mundo de hoy se le ofrecen para su au-
torreden'Ción, para el lo{J'"o del paraíso en -la tierra, se centran fu.ndamen-
talmente en tos mitos tecnacráNco y socialista.
"Sobre la tecnocracia" es precisamente el título de un artículo publi~
caclo po,, Sa1vad= Milkt y Bel, en La Vanguardia Espa!ic,la
30 de mayo de 1970: y de él reproducimos a continuación la. parle que
nos parece más sustencial.
782
En busca de una definición más actual, más real y más viva
del fenómeno tecnocrátieo nos hemos de dirigir, necesariamente,
a
ese país
vecino cuya maycir pasión, desde mucho antes de Des
cartes, es
la pasión por las definiciones. Por mi parte me rindo
incondicionalmente ante las definiciones del Larousse y del Ro
hert.
Según el primero,
los tecnócratas son «unos técnicos que
dirigen los asuntos púhlieos o privados sin tener demasiado en
cuenta los valores humanos».
SegÚn el segundo, la tecnocracia es
«un sis-tema
político en el cual los técnicos tienen un poder pre-
Fundaci\363n Speiro
dominante en detrimento de la vida política propiamente dicha».
1
MagnÍficas definiciones
que los intelectuales franceses con
«es
prit»
--con
sentido del humor y vocación de libertad- van pulien
do y perfeccionando día a día! Faltos de
es-pacio y
memoria,
nos limitaremos a reportar algunas de las que tenemos fichadas. La de Alain Murcier, por ejemplo, que en «Le Monde» nos dice,
acaso con excesiva dureza, que un tecnócrata es «un técnico que
gobierna no
sólo las
cosas
sino también
las
personas y, éstas
de
la misma forma que aquéllas: sin
entraiías». O la de Paul
Valery, super humorística,
según la
cual un tecnócrata es «un
técnico que
se equivoca
según las reglas». O
la de Pinay -el que
siempre
desconJió de
los
politécnicoS,--, según
la cual un tecnócrata
es «un homhre
que conoce el peso,
la cantidad y el precio de
todo, pero que no sabe el valor de nada». O, en fin,
la de Georges
Elgozy, según la
cual un tecnócrata es «un técnico capaz de en
señar incluso aquello
que ignora:
la
gestión, el
beneficio,
la pro
ductividad. .. la paciencia y la resignación».
EL PELIGRO DE LA MISTICA TECNOCRACIA
Dejando de lado la exageración que pueda haber en esas defi
niciones -pensar
es ,s.iempre exagerar
un poco-, no hay duda
que ellas
tradllcen el
peligro que se esconde detrás de_ la mística
tecnocriitica. En
realidad eS el
mismo peligro que se oculta detrás
de toda mística: el
peligr~ de
la intolerancia, El técnico -sobre
todo el buen técnico-
«conoce» la
solución de los problemas,,
piens_a que su solución
es definitiva
y absoluta
y, si
tiene poder,
tiende a imponerla. El técnico
~o d_uda
jamás porque, si dudara,
si vacilara, demostraría no ser un buen técnico.
En contraste con
el
buen político, siemp·re
dis-puesto a
reetificar, el buen técnico,
sobre todo si
se dobla
de burócrata, no rectifica nunca. De aquí,
precisamente, la paradoja de que un gobierno de técnicos sea, casi
siempre, mucho menos progresivo que un gobierno de políticos.
Para el tecnócrata la política es una actividad secundaria, casi
despreciable. Impropia de la época
qne nos ha sido dado vivir.
Según
la conocida tesis tecnocrática, la· «política» estropea siem•
pre
lo que la «técnica» conquista. Así, pues, dice el tecnócrata,
nada de política ni de políticos;
lo que verdaderamente importa
es despolitizar
.todos los
problemas . económicos y_ sociales y resol
verlos con los enormes medios técnicos- que están a nuestro al cance. Sin duda alguna esta
tef>is tiene
su atractivo para mu
cha gente sencilla, para los
políti'cos cansados
y,
desde luego,
para
las huestes
de técnicos con ansia de poder. Admitiremo-s,
783
Fundaci\363n Speiro
incluso, que en determinados momentos históricos -pocos y cor
tos--esa tesis pueda haber encontrado
su justificación. Sin embar
go, parece
evidente que
todos
los grandes problemas económicos o
sociales que preocupan a la sociedad y a cuya solución los técnicos
pueden aportar
su muy
estimable ayuda, son, en última instancia,
problemas de
convivencia humana y, por lo tanto, problemas
esencialmente políticos •
No, no negaremos el pan
y la sal a los técnicos. Pero no nos
cansaremos de afirmar que para resolver
los problemas
de go
bierno de
nn país, la
Política
-sí, en mayúscula-y los políti
cos, son indispensables,
Permitamos, en buena hora, que los téc
nicos
establezcan un orden. Permitamos que los técnicos nos orien
ten hacia la proximidad visible y la necesidad inmediata pero
dejemos que sean
los-políticos quienes nos guíen hacia las gran•
des y lejanas metas. Permitamos o, mejor dicho, exijamos a los
técnicos que persigan la máxima
efic'acia pero
escojamos políti
cos que busquen incansablemente
la mayor juridicidad. Dejemos
que los técnicos experimenten en
sus laboratorios,' pero busque
mos políticos que tengan experiencia. Busquemos para nuestras
industrias técnicos audaces y con imaginación, pero confiemos
el
gobierno del país a políticos prudetites y que tengan memoria.
Busquemos
para
gobernar nuestra nación
políticos
que luchen in·
cansahlemente contra las quimeras y las utopías que incesante
mente surgen en nuestro mundo enloquecido
y dejemos que
-fuera del
gobierno- los técnicos trabajan para
convertir aquellas
quimeras
en realidad.
Dejemo~ en
fin. que
los técnicos se esfuer
cen
en hacer
habitable la luna pero permitamos que sean los
políticos los encargados de
hacer más
llevadera la vida
aquí en
la tierra.
111. ¿Qu:á. ES EL SOCIALISMO?
La otra via de redención terren.al que nos ofrece el mundo de hoy es
la
del
socialismo. Pero, ¿qué es e1. socialismo? Nuestro amigo Louis Salle..,
ron nos lo explica. can claridad y -real.ismo en un artículo titulado La
France va,.t..,elle au socialisme?, que ltineraires ha publi.cado en su nú,ne ..
ro 143 de mayo de 1970, y que, sin su:prknic más que su introducción. y
sus conclus~ones relsJlvas a la pregunta ()!anteada, traducimos a conti-
nuación.
784
El primer carácter es referente a la propiedad. El socialismo
es
el
régimen que suprime
la propiedad privada de los medios
Fundaci\363n Speiro
estéril y fragmentariamente
el mensaje del Corazón de Cristo,
síntesis del evangelio del Reino,
si se olvidase
su constitutiva in
serción en el dinamismo de anhelo y
esperanza hacia
el reinado
del amor de Cristo sobre la universal sociedad humana .
•
Es decir,
precisamente por la promesa con la que
Dios con gratuita misericordia, con independencia de
to-da obra Y
mérito
humano, con anterioridad a toda justicia por la
ley, y
con
sobel'ana liberalidad
frente a la grandeza
y sabiduría de los
hombres quiso
formarse un pueblo
según sus
designios.
El Israel de Dios
de la nueva alianza es también el pueblo
de los pobres de·
Dios, para los
que es bueno
Y ahwe. La satánica
deformacíón·ebionita que nutre la más tremenda tentación contem
poránea, no podrá, con toda la fuerza de su
engaño, substituir
el
anhelo de los que confían en el Dios de
Israel. De
los que
«com
padecen»
el - gemido de Aquel cuya tragedia, que traspasa
los si
glos
y por la que es contemporánea de to-das las generaciones y
protagonista de la historia universal, contiene en--sí todos los do
lores de la humillación y del sufrimiento, de la
opresión y
de la
injusticia.
II. SOBRE LA TECNOCRACIA.
LBS panaceas terrenales que al mundo de hoy se le ofrecen para su au-
torreden'Ción, para el lo{J'"o del paraíso en -la tierra, se centran fu.ndamen-
talmente en tos mitos tecnacráNco y socialista.
"Sobre la tecnocracia" es precisamente el título de un artículo publi~
caclo po,, Sa1vad= Milkt y Bel, en La Vanguardia Espa!ic,la
nos parece más sustencial.
782
En busca de una definición más actual, más real y más viva
del fenómeno tecnocrátieo nos hemos de dirigir, necesariamente,
a
ese país
vecino cuya maycir pasión, desde mucho antes de Des
cartes, es
la pasión por las definiciones. Por mi parte me rindo
incondicionalmente ante las definiciones del Larousse y del Ro
hert.
Según el primero,
los tecnócratas son «unos técnicos que
dirigen los asuntos púhlieos o privados sin tener demasiado en
cuenta los valores humanos».
SegÚn el segundo, la tecnocracia es
«un sis-tema
político en el cual los técnicos tienen un poder pre-
Fundaci\363n Speiro
dominante en detrimento de la vida política propiamente dicha».
1
MagnÍficas definiciones
que los intelectuales franceses con
«es
prit»
--con
sentido del humor y vocación de libertad- van pulien
do y perfeccionando día a día! Faltos de
es-pacio y
memoria,
nos limitaremos a reportar algunas de las que tenemos fichadas. La de Alain Murcier, por ejemplo, que en «Le Monde» nos dice,
acaso con excesiva dureza, que un tecnócrata es «un técnico que
gobierna no
sólo las
cosas
sino también
las
personas y, éstas
de
la misma forma que aquéllas: sin
entraiías». O la de Paul
Valery, super humorística,
según la
cual un tecnócrata es «un
técnico que
se equivoca
según las reglas». O
la de Pinay -el que
siempre
desconJió de
los
politécnicoS,--, según
la cual un tecnócrata
es «un homhre
que conoce el peso,
la cantidad y el precio de
todo, pero que no sabe el valor de nada». O, en fin,
la de Georges
Elgozy, según la
cual un tecnócrata es «un técnico capaz de en
señar incluso aquello
que ignora:
la
gestión, el
beneficio,
la pro
ductividad. .. la paciencia y la resignación».
EL PELIGRO DE LA MISTICA TECNOCRACIA
Dejando de lado la exageración que pueda haber en esas defi
niciones -pensar
es ,s.iempre exagerar
un poco-, no hay duda
que ellas
tradllcen el
peligro que se esconde detrás de_ la mística
tecnocriitica. En
realidad eS el
mismo peligro que se oculta detrás
de toda mística: el
peligr~ de
la intolerancia, El técnico -sobre
todo el buen técnico-
«conoce» la
solución de los problemas,,
piens_a que su solución
es definitiva
y absoluta
y, si
tiene poder,
tiende a imponerla. El técnico
~o d_uda
jamás porque, si dudara,
si vacilara, demostraría no ser un buen técnico.
En contraste con
el
buen político, siemp·re
dis-puesto a
reetificar, el buen técnico,
sobre todo si
se dobla
de burócrata, no rectifica nunca. De aquí,
precisamente, la paradoja de que un gobierno de técnicos sea, casi
siempre, mucho menos progresivo que un gobierno de políticos.
Para el tecnócrata la política es una actividad secundaria, casi
despreciable. Impropia de la época
qne nos ha sido dado vivir.
Según
la conocida tesis tecnocrática, la· «política» estropea siem•
pre
lo que la «técnica» conquista. Así, pues, dice el tecnócrata,
nada de política ni de políticos;
lo que verdaderamente importa
es despolitizar
.todos los
problemas . económicos y_ sociales y resol
verlos con los enormes medios técnicos- que están a nuestro al cance. Sin duda alguna esta
tef>is tiene
su atractivo para mu
cha gente sencilla, para los
políti'cos cansados
y,
desde luego,
para
las huestes
de técnicos con ansia de poder. Admitiremo-s,
783
Fundaci\363n Speiro
incluso, que en determinados momentos históricos -pocos y cor
tos--esa tesis pueda haber encontrado
su justificación. Sin embar
go, parece
evidente que
todos
los grandes problemas económicos o
sociales que preocupan a la sociedad y a cuya solución los técnicos
pueden aportar
su muy
estimable ayuda, son, en última instancia,
problemas de
convivencia humana y, por lo tanto, problemas
esencialmente políticos •
No, no negaremos el pan
y la sal a los técnicos. Pero no nos
cansaremos de afirmar que para resolver
los problemas
de go
bierno de
nn país, la
Política
-sí, en mayúscula-y los políti
cos, son indispensables,
Permitamos, en buena hora, que los téc
nicos
establezcan un orden. Permitamos que los técnicos nos orien
ten hacia la proximidad visible y la necesidad inmediata pero
dejemos que sean
los-políticos quienes nos guíen hacia las gran•
des y lejanas metas. Permitamos o, mejor dicho, exijamos a los
técnicos que persigan la máxima
efic'acia pero
escojamos políti
cos que busquen incansablemente
la mayor juridicidad. Dejemos
que los técnicos experimenten en
sus laboratorios,' pero busque
mos políticos que tengan experiencia. Busquemos para nuestras
industrias técnicos audaces y con imaginación, pero confiemos
el
gobierno del país a políticos prudetites y que tengan memoria.
Busquemos
para
gobernar nuestra nación
políticos
que luchen in·
cansahlemente contra las quimeras y las utopías que incesante
mente surgen en nuestro mundo enloquecido
y dejemos que
-fuera del
gobierno- los técnicos trabajan para
convertir aquellas
quimeras
en realidad.
Dejemo~ en
fin. que
los técnicos se esfuer
cen
en hacer
habitable la luna pero permitamos que sean los
políticos los encargados de
hacer más
llevadera la vida
aquí en
la tierra.
111. ¿Qu:á. ES EL SOCIALISMO?
La otra via de redención terren.al que nos ofrece el mundo de hoy es
la
del
socialismo. Pero, ¿qué es e1. socialismo? Nuestro amigo Louis Salle..,
ron nos lo explica. can claridad y -real.ismo en un artículo titulado La
France va,.t..,elle au socialisme?, que ltineraires ha publi.cado en su nú,ne ..
ro 143 de mayo de 1970, y que, sin su:prknic más que su introducción. y
sus conclus~ones relsJlvas a la pregunta ()!anteada, traducimos a conti-
nuación.
784
El primer carácter es referente a la propiedad. El socialismo
es
el
régimen que suprime
la propiedad privada de los medios
Fundaci\363n Speiro