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El tema de la enseñanza y la «revolución cultural»

Los hechos,
EL TEMA DE LA ENSE~ANZA
Y
LA "REVOLUCION CULTURAL"
POR
RAFAtL GAMBRA.
Nadie deja hoy de darse cuenta de que algo muy grave para
la sociedad
y para el futuro se está fraguando en el ámbito de la
enseñanza.
Los fenómenos
son patentes: una propaganda masiva
y
a escala mundial exige la generalización de la enseñanza hasta el
nivel universitario, la "educ.ación permanente", su gratuidad total
y aun su subver1ción personal, a 1a vez que. se arremete contra la
llamada enseñanza "clasista" reservada-hasta ahora "a los ricos",
y se demuestra con estadísticas hábilmente manejadas que sólo
un pequeño porcentaje de universitarios corresponde a hijos de
obreros. Paralelamente, los ambientes agríco2s y los oficios ma­ nuales se dirigen hacia la enseñanza superior de forma tal que, por primera vez en la historia, ninguno de ellos cuenta ya con un
porvenir humano arraigado y
capaz de

prolongarlo.
La vida docente y universitaria, por su parte, se encuentra en
estado de colapso en los países occidentales por el incremento
súbito de alumnos
y por su estado de sedición permanente, hasta
el
extremo de no poderse impartir
las clases
en muchas universi­
dades si no es bajo la presencia de la fuerza pública. Los Estados,
en fin, incapaces de contener el fenómeno
-o interesados

en su fu­
turo desarrollo-, promueven planes de extensión
y subvención
masiva de la enseñanza, aun afrontando
la más grave inflación
o la ruina misma del erario público. Comprender esta vertiginosa mutación en su génesis, causas
y previsibles consecuencias es tema demasiado amplio
y complejo.
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Fundaci\363n Speiro

RAFAEL GAMBRA
Me voy a limitar por ello a sugerir al lector cuatro puntos de po­
sible meditación que le ayuden a formar por sí un criterio inde­
pendiente de los
slogams al uso y de la opinión televisiva.
La noción
de enseñanza.
Suponer

que la enseñanza y la cultura son algo que se rea­
liza o .se alcanza exclusivamente en
las aulas,

cursando mediante
libros
y explicaciones .determinados contenidos y programas, es
una
restricción de conceptos inspirada en la mentalidad raciona­
lista.
Lo primero y principal que el hombre aprende -lo más
firme
y eficaz en su formación- es lo que aprende de sus padres.
de las primeras respuestas de éstos, del ambiente familiar, del me­
dio humano en_ que crece y, después, de la vida misma. Con este
caudal inicial de reconocimientos recibe las primeras emociones e impulsos de la voluntad
--lo que
en él será indeleble-; de
ahí
nacerán ·sus convicciones y adiciones profundas, su re-ligación
para con un más allá (religión),
la orientación de su atención, in­
cluso sus aficiones e inclinaciones. En los casos normales estos
elementos que el hombre recibe del medio familiar, ambiental
y
vital serán -en el conjunto de su cultura y cultiv(),-----mucho más
profundos y decisivos que cuanto pueda recibir después de libros y centros de enseñanza. Cada uno puede comprobarlo en sí mis­
mo. Más aún: la cultura de libros es a menudo deformante o
n<Í
pasa

de ser postiza si
no se construye sobre esa otra básica en­
señanza de educat:ión raíz

o
familia'!'.
De aqtú que arrancar a un niño de su hogar para encaminarle,
en
núcleos de concentración escolar, hacia una enseñanza supe­
rior, sea privarle de algo mucho más importante para él que aque­
llo que se pretende
darle: .frustrar
en
él sus 1)tllltos de referencia
básicos, su fe
y convicciones profundas, el calor del hogar, y con­
vertirlo -en muchos casos- en un hombre espiritualmente tarado.
No es preciso demostración cuando está al alcance una simple
mostración. Observad el ambiente humano que se está creando en
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EL TEMA DE LA ENSEEIANZA Y LA «REVOWCION CULTURAL»
las actuales universidades, incluso españolas, donde el número de
desarraigados
por la emigración escolar y por la cultnra tele­
visiva impone ya su tónica. No esperéis encontrar
--como corres­
pondería

a la teoría- un medio culto y fraterno de "redimidos
por
la cultura". Veréis más bien un ambiente hosco y sedicioso
de melenudos o hippies, de activistas revolucionarios, de parejas
lúbricas exhibicionistas, de invertidos sin disimulo, de drogados,
de curas "contestatarios", de monjas cuellisa.cadas ... y de mu­
chachos y muchachas normales, pero en trance de maleamiento ...
Y los guardias
--como imaginaríamos

a Noé en el Arca-
tra­
tando de que conviva de alguna manera aquella heterogénea tri­
pulación.
Revolución industrial (siglo XIX) y revolución cultural (si­
glo
xx).
El siguiente párrafo es traducción de una obra muy reciente
de J ules Monnerot, el más destacado tratadista actual del mar­
xismo
(Sodologi,e de /a, Rewlution, 7, 2, 2):
"Los estudiantes, por la maleabilidad de la juventud, por la
concentración geográfica de que son objeto en las Universidades
y los
ca.npus en un época en que su número ha aumentado pro­
digiosamente, y en la que muchos de ellos ( es la "democratiza­
ción'') no han sido previamente formados en vigorosas tradiciones
familiares, ofrecen
en los
años 1960 un medio conductor parecido
en muchos aspectos al proletariado industrial de hace
ciento veinte
afros : en la contigüidad estrecha de individuos, en la homogenei­
da,d relativa de fa eda,d, en la inflam:rbilidad y el activismo propios
de

la juventud y -digámoslo
también-en

la ignorancia. A lo
cual habría que añadir, en al,gunos países como Francia, una en­
señanza marxista, más o menos disimulada,
rocihida "en emull­
sión" en

las escuelas primarias
y medias, con .todo lo que esto
conlleva

de anulación del
espíriitu crítico
personal...
Estos "es­
tudiantes''

están magníficamente
preparados .para
una predicación
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de ti¡po marxista, en la misma época en que, a la inversa, las cla­
ses obreras de la:s sociedades desarrolladas lo están cada vez me­
nos. La propaganda marxista revoluciona-ria podrá encontrar un
auditorio nuevo

entre
estas masas de estudiantes, cuyo número no
cesa de aumentar a 1a vez
.que su ni:vel intelectual no

cesa de
bajar,"
Tradicionalismo y enseñanza.
Lo que corrientemente se llama enseñanza -la enseñanza de
libros y docentes- es, sin duda, necesaria al hombre que vive en
sociedad, can tal ( como hemos dicho) que se edifique en parale­
lismo

y armonía con aquella otra que proporciona el ambiente
familiar y humano.
Los padres carecen,

por lo general, de tiempo,
medios
y preparación para realizar por sí mismos esa función do­
cente. Ella
ha de proporcionar al hombre una ampliación de ho­
ri.zontes cognoscitivos y valorales, así como los saberes nece­
sarios para ejercer una profesión u oficio. Una enseñanza básica
o general es necesaria a todo hombre, cualquiera que
sea su dedi­
cación: toda sociedad, por lo tanto,
ha de proveer --en una u
otra forma- a· facilitar un sistema de enseñanza básica asequi­
ble para que usen de ella todas las familias en la educación de
sus hijos, y
el nivel de esta enseñanza básica o general ha de
responder a las necesidades ambientales, creciendo a medida que el
medio social exige dedicaciones más complejas
y especializadas.
Más allá de esta enseñanza general básica existe otra que es
propia de quienes .van a dedicar su vida a la investigación, a pro-.
fesiones letradas o a aquellas otras técnicas que requieren un
fuerte caudal de conocimientos especulativos. Esta enseñanza no
es ya· general -ni resulta deseable que lo sea-, puesto que cons­ tituye una dedicación en la
vida,· y son los menos1 ]X}T ley natu­
ral, los que habrán de ejercerla. Impnlsar a todo el mundo a
cursar este nivel de estudios constituiría una inmensa pérdida
de energías y daría lugar a que la gran mayoría de las funciones
de la vida social se vieran realizadas por vía de fracaso en las
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EL TEMA DE LA ENSEl'IANZA Y LA «REVOLUCION CULTURAL»
profesiones letradas o científicas. Deseablemente no deberían cur~
sar

estos estudios superiores y titulados
más que aquellos dotados
de condiciones para los mismos y con decidida voluntad de lle­ varlos adelante. Fuera de éstos, y en una sana dinámica de la
sociedad, los hombres deberían prolongar -y mejorar- la pro­
fesión de su medio (familiar o ambiental), para la cual encontra­
rán en el mismo mayores incentivos de afición y facilidades que
para cualquier otra.
Se habla hoy mucho de "igualdad de oportunidades" e incluso
se erige como ideal en la organización de la enseñanza. Si ¡x>r
tal se entiende que todo individu0 bien dotado intelectualmente
y con decidida voluntad pueda alcanzar los medios económicos
necesarios para acceder a la enseñanza superior, el ideal es válido
y deseable. Si se entiende, en cambio, el traspaso al Estado de la
función docente y orientadora de
todo. individuo
por medio de
obligatoriedades y controles pedagógicos, tal sistema es nocivo y
ruinoso moral y económicamente para la sociedad. Constituye la
disolución paulatina de la familia, a la que se priva de la tutela
y encauzamiento de los hijos, y contribuye a crear esas masas de
desarraigados sociales que son fácil presa para todas las pasio­
nes y propagandas. (Tal es la base socio-política de las llamadas
,¡revoluciones culturales".)
La sociedad anglosajona -más conservadora- ha mantenido
hasta nuestros días la existencia de "fundaciones
docentes" que
facilitan
por entero los estudios superiores, en internado, a alum­
nos sobresalientes capaces de
obtener plaza en ellas mediante

difícil
oposición. Tales centros poseen
un carácter instituciona1 propio
y diferencial, del que sus miembros se hacen solidarios como
de cosa corporativamente propia, lo cual les preserva de la ten­
dencia masificadora. (En España ha tenido ese carácter el Colegio
del Patriarca, de Burjasot.
en el

que se han formado numerosas
personalidades universitarias.) Cuando el ambiente y la ley per­
miten --y aun fomentan- tales instituciones es frecuente encon­
trar personas que legan sus bienes para ellas. Nadie deja su di­
nero para realizaciones anónimas
y uniformistas, pero sí para
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fundaciones que tengan el carácter y los fines que el fundador
desea imprimirles, y en su vida posterior la ayuda estatal
{ o
de
corporaciones públicas diversas) puede contribuir a mantenerlas
y ampliarlas.
Cuando en un país existe un buen número de estas fundacio­
nes -y el Estado o las Diputaciones y Municipios sostienen tam­
bién becas de rigurosa selección- puede
asegurarse que
ninguna
verdadera vocación científica o literaria queda sin medios para
-s-u desarrollo. Y la existencia de tales instituciones en nada per­
turba

con incitaciones de deserción social ni con obligatoriedades
absurdas el vigor
y autonomía de las farriilias ni la recta dinámica
de fa sociedad. Se log1ra, ,por el contra-ria, crear fas más justas
y deseables facilidades para el individuo dentro del principio de
subsidiaridad respecto a las funciones de la familia y del medio
local.
La discriminación del mañana.
La tendencia socialista, al convertir 'la ensefianza en {un­
ción Hsocial", obligatoria, general y subvencionada, reserva al Es­
tado el control sobre el destino profesional de cada ciudadano,
sustrayéndolo a
la patria potestad. El principio general en que se
apoya es el de una enseñanza para
todoS "sin discrinación

de
raza, posición
económica, religión {laica), sexo (coeducativa), etc.".
¿ Se ha pensado, sin embargo, a qué discriminación nueva con­
ducirá el sistema de la absoluta igualdad y
no-discriminaci6n?
Podemos preguntar hoy a cualquiera por qué es lo que es en
su profesión, y no más (o lo
máJS). Si
se trata de un praoticante,
por -ejemplo, que !l)Of qué no es médico; si de un pequeño comer­
ciante,
que ¡por qué no es un gran exportador internacional; si de
un

maestro
de obras; que por qué no es un gran arquitecto, etc.
La
respuesta podrá ser: "Pues, mire usted, porque no me lo
propuse ni aun
se me

ocurrió. Esto
f.S lo mío, lo que vi en mi casa,
lo que

me
interesó desde chico; a ello me dediqué y procuré me-
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EL TEMA DE LA ENSERANZA Y LA «REVOLUCION CULTURAL»
jorarlo en lo que pude." O esta otra: HCircunstancias de la vida.
Tuve muchas cosas a que atender y estoy contento en esto."
La respuesta, en cambio, en el universo planificado de la "in­
discriininación igualitaria" sólo podrá ser una: "Porque soy in­
capaz (o menos capaz): se me impulsó a lo más y_ se me subven­
cionó para ello, Pero ... en casa tengo los suspensos o los test que
acreditan oficialmente mi baja capacidad." Toda posibilidad de otra
respuesta habrá sido eliminada.
Pero no se olvide que es ésa la única discriminación intolera­
ble para el ser humano: la inteligencia -se ha dicho--es el don
mejor repartido: nadie se queja de la que le tocó en suerte.
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