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Vicente Marrero Suárez, Santiago Ramírez, O.P., su vida y su obra

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
zar la sociedad, como fin medúito, desarrollar la producción y la
economía y

como
fin último el bienestar material. Es falsa por
su contenido intrínseco y por sus resultados.
Segunda. La Democracia no puede ser la defensa contra la
Tecnocracia porque tiene conío base y como axioma la igualdad,
o el igualitarismo, que lleva a la masificación.
Tercera. La doctrina de los Cuerpos Intermedios es la única
solución natural y cristiana, porque comporta;
ResponsabilMad p,er soool tanto en el pensar que crea forma­
ción, juicio y criterio, como en el
ob-rwr mediante rectitud del
acto ajustado a normas superiores.
Responisaml;dad social, no en el sentido de que admita a la
sociedad en cuanto tal como poseedora de conciencia, sino en el
sentido de que la persona bien formada, en sus relaciones con los
demás comportará un estado de responsabilidad que por desenvol­
verse en el medio social propio se llama así, creando élites m.úl­
tiples y multifm.·mes, y promoviendo una estructuración orgánica,
no mecanizada de la sociedad, un desarrollo de ser vivo en que
sus piezas se complementan y se ordenan unas a otras dentro
de la unidad de su propia entidad.
JuLIÁN GrL DE SAGREDC·.
Vicente Marrero Suárez: «SANTIAGO RAMIREZ, O. P.;
SU VIDA Y SU OBRA» (*)
El Instituto de Filosofía Luis Vives, del Consejo Superior
de Investigaciones Científicas,
ha publicado
una extensa biografía
del eminente
teólogo y

filósofo de nuestros días, el dominico
P. Santiago Ramírez, muerto santamente, en Salamanca, el 18 de
diciembre de 1%7; es decir, justamente hace cuatro años. Obra
extensa e intensa, viva y compacta desde
el principio hasta el fin,
es fruto de la pluma del máximo ensayista canario, Vicente Ma­
rrero, Premio Nacional de Literatura en 1955. Dividida en tres partes y un epílogo, su lectura nos lleva,
desde los inicios de la vida de este famoso personaje, gloria de
España y de la Orden dominicana, hasta sus grandes concepciones
magisteriales, en plena madurez de doctrina, pasando por todas
las incidencias de una vida llena de fecundidad,
consagrada ente­
ramente

al estudio
y a la docencia. Estudio y docencia transver­
berados,
claro está, por un encendido amor a la Iglesia, prolonga-
(*) Vicente Marrero: Santiago Ra,níre-z. O. P.; su 'Uida y su obra.
Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Instituto de Filosofía
Luis Vives. Madrid, 1&71.
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ción de Cristo en el tiempo, reflejado en la aceptación, rendida y
voluntaria,
al Magisterio visible ...
La obra que Vicente Marrero ha llevado a cabo es ardua y
digna de empeño. No se trata, como pudiera creerse, de un diti­
rambo ininterrumpido ,que nos deja el regusto y la satisfacción
de un aplauso que compartimos, o del desahogo de una simple
loa
qué, en sí misma, .estaría más que justificada. Se trata de una
aportación científica, investigadora, a la historia de un hombre
de ciencia, repensada, llena de equilibrio, animada, serena y vivaz,
densa de doctrina, testimoniada con datos de primera mano, y
escrita con suma clilección hacia el personaje biografiado, lo que,
sin -duda, · la hace subir en interés a medida que uno se adentra
en su lectura.
En su bella Introducción, nos clice el propio autor: "... al
estudiar al P. Rainírez, si se quiere ser fiel a su espíritu, nO
debemos quedarnos en meras apologías, aunque su obra, en las
actt.lales circunstancias, las necesite como la que más. Sí amamos
la verdad y la justicia, y si, además, tratamos de pagarle parte
de la denda que todos, hombres de nuestro tiempo,
ténemos con,­
traída con él, hemos de señalar loS v,enerOs genuin6s y esenciales
de sus libros,
y es de · desear que esto no lo hiciéramos con la
impaciencia de seguir el ritmo, los últimos alientos
de su existen--
cia,
cuando

hace tan poco que acaba de dejarnos".
Pues bien;
por amor a la Vei:-dad y a la justicia, el ensayista
e investigador canario, ha sabido llegar hasta las fuentes genuinas
que él señala, para darnos una versión muy clarificada del Padre
Ramírez, hombre y científico~ religioso observante, ajustada a la
más estricta realidad, limpia de escorias y de la posible hojarasca
que suele siempre adherirse a esta clase de obras. Un P.
Ramírez
ni aumentado ni disminuido, sino ta1 cual fue y lo sentimos, un
día no lejano, en su admirable sencillez, en su bondadosa. humil­
dad, muy Cerca de nosotros.
El P. Santia.gb Ramírez nació en el Condado de Treviño,
Burgos, el 25 de julio de 1891. Particularmente interesantes son
las
capítulos de

la obra destinados a estudiar su trayectoria pro­
fesora! en tres grandes centros docentes de fama mundial: en
el
Angelicum, de Roma, en San Esteban, de Salamanca y en la
Universidad de Friburgo, en Suiza, raclicando en esta última,
desde 1923 hasta 1945, donde
forma hornadas de discípúlos que
hoy recuerdan,
con gratitud

y admiración, los desvelos de
tan exi­
mio maestro. La abundancia de testimonios recogidos por Vicente
Martero es harto elocuente. De 1935 data su pclémica con Mari­
tain; y en 1958 dio comienzo su polémica con los epígonos de
Ortega, dejándonos, como ubérrimo fruto de ella; tres preciosos
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libros, ejemplo de literatura filosófica divulgadora, donde se her­
manan una paradigmática claridad de exposición y una notabi­
lísima profundidad
de conceptos. En la obra de Vicente Marrero
se estudia esta última polémica con extraordinario lujo de
deta­
lles, JX>rmenorizada y e:xháustivarnente. 'rambién se hace men­
ción del fecundo paso del P. Ramírez por el Consejo Superior de
Investigaciones Científicas.
Nombrado Perito de la Comisión 'l'eológica del Concilio Ecu­
ménico Vaticano II, el P. Ramírez vivió preocupado con la in­
mensa labor que pesó entonces sobre sus
hombros, en

servicio
de la Iglesia. En ella libró buenas batallas. Fue, pues, miembro
destacadísimo de la más importante Comisión conciliar; perq sin
alharacas, sin concesiones a la galería, sin bulla, en silencio. A
este propósito nos dice su biógrafo: "No procuró publicidad, ni
permitió que se la brindasen. No se salió de su papel de siempre,
lo que una vez más corrobora su grandeza".
En la tercera parte de esta obra, como ya hemos dicho, se
estudia concienzudamente, con gran honradez, el pensamiento
teológico y filosófico del P. Santiago Ramírez. El P. Ramírez
fue un seguidor de Santo Tomás; pero jamás se convirtió en un
tomista
ciego. El realizó lo que propugnaba . . . "que los mismos
discípulos de los grandes maestros han de aprender a ver las
cosas por sí mismos, según Marrero, reviviendo en cierto modo
el proceso inventivo
de quien

primero lo descubrió. De otra suerte
no
habría ciencia, sino fe humana. Y a esto, de tejas abajo, se le
llama fanatismo, aunque se le quiera revestir de filosofía".
Tras un paciente análisis de ias obras publicadas por el Padre
Ramírez, Marrero nos regala con un bien cortado epílogo lleno
de sugestivas consideraciones.
La obra termina con la cronología
del biografiado y una bibliografía considerable y muy completa.
En resumen. Estamos ante una obra seria, importante, muy
oportuna, bien trabajada, que nos describe, con trazos firmes,
a esta gran figura de indudable talla ecuménica que fue
el Padre
Santiago Ramírez. Obra, por tanto, que no debería faltar en la
biblioteca de cualquier español medianamente preocupado por la
cultura patria, o de cualquier católico que se interese por la mar­
cha actual de los acontecimientos eclesiales.
GABRIEL DE ARMAS.
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