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Balmes, ¿qué diría hoy? (I)

BALMES,
¿QUE
DIRIA HOY?
por
JuAN R01G Y GrnoNELLA, S. I.
Director de ""Balmesiana", Profesor de· Metafíska
en las Facultades de San Francisco de Borja.
SUMARIO
UNAS PALABRAS AL LECTOR.
I. EN MElDIO DE LA GUERRA DEL LIBERALISMO.
II. AUTOFORMACION DE BALMES PARA LA LUCHA POR
LAS GRANDES VERDADES.
III. SU FILOSOFIA DE LA HISTORIA: EL PROTES­ TANTISMO COMPARADO CON EL CATOLICISMO.
IV. LA LIBERTAD A LA LUZ DE LA FILOSOFIA DE
LA
ffiSTORIA.
V. LA FILOSOFIA DE BALMES: FILOSOFIA "DEL
HOMBRE ENTERO".
VI. SOCIOLOGIA
Y POLITICA: EL FOLLETO "PIO IX" .
. VII. EL ULTIMO MENSAJE.
VIII.
. ¿ QUE DIRIA HOY?
Fundaci\363n Speiro

En este número, VERBO comienza la publicación, que D. m.
terminará en el próximo, del estudio del P. Juan Roig
y Giro­
nella, «BALMES, ¿QUE DIRIA HOY?», honor que el autor
ha tenido a bien confiarnos. Una vez aparecido totalmente
en esta revista, la recogeremos en edición separada.
El P. Roig
y Gironella no es nuevo en estas páginas. Es
querido amigo
y maestro. Participó activamente, como po~
nente,

en nuestra
V Reunión, celebrada en el Monasterio de
Santa María de El Paular los días 29, 30 y 31 de octubre de
1966,
y nos brindó la magnífica hospitalidad de «Balmesiana»
para la VII Reunión que tuvo lugar e_p Barcelona en dicho
Instituto Filosófico, los días 1, 2
y 3 de noviembre de 1968,
y en la cual nos orientó y alentó en su homilía final ( recogida
en VERBO, núm. 70).
De él hemos publicado, hasta ahora:
- En el número 30, «SENTIDO Y ALCANCE DE LA OBRA
DE TEILHARD DE CHARDIN SEGÚN SUS CRÍTICOS».
-En el número 36, «LA INSEGURIDAD DEL HOMBRE
MODERNO EN LA PROBLEMÁTICA DEL PENSAMIENTO».
-En el número 39, «CoNSIGNAS DE NUESTROS DÍAS».
-En el número 53~54, «ORTODOXIA DE LA FE: "CREO
EN Dios PADRE TODOPODEROSO"».
-En el número 65-66, «INFLUJO DE LA Frr.osoriA
DE NUESTRO SIGLO SOBRE LA. TEOLOGÍ~ ANTE EL AÑO DE
LA
FE».
Fundaci\363n Speiro

BALMES
¿ QUE DIRIA HOY?
POR
JUAN Rorn Y GrRoNE;LLA, S. J.
Director de "Bolmesi San Francisco de Borja.
UNAS PALABRAS AL LECTOR
Estas páginas, querido lector, no se han escrito con la intención
de realizar una investigación histórica ni filosófica, sino con 1a
de encontrar en hechos y palabras de un siglo atrás el interés los

hechos y preguntas que se presentan hoy.
Tampoco pretende ser una biografía de Balmes, pues ya po­
seemos la que
le dedicó

el insigne P. Ignacio
Casanovas, S.
I.,
cuando consagró para ello los mejores años y trabajos de su vida. Ni siquiera presenta este libro a Balmes desde todos los as­
pectos, sino
que lo enfoca desde un punto de vista: Balmes co­
locado en un período decisivo de la historia, cuando hacía explo­
sión la violencia del liberalismo, que en vez de perfeccionar moldes
antiguos por una sabia y pacífica evolución, rompía con todo
violentamente, mezclando lo que era pe·renne con lo caduco, lo
bueno con lo malo. En este ambiente, Balmes fue un genio que
supo ver clarro; y en este sentido, también hoy, cuando hace ex­
plosión otro volcán, muy semejante al de los tiempos de Balmes,
puede seguir siéndonos un faro luminoso si queremos perisar
y
reflexionar. Ya sé que me dirán algunos críticos: "esta obra sólo mira a
Balmes desde un aspecto". Y a lo
he dicho: pretendo mirarlo sólo
desde este aspecto. No niego los otros; prescindo de ellos.
En
45
Fundaci\363n Speiro

cada obra se pretende algo : no puede pedirse al autor que dé más
allá de lo que ha pretendido, ni que lo pretenda todo.
Cuando el fotógrafo quiere obtener una buena fotografía,
es­
coge

un punto de vista.
¿ Que con él no lo abarcará todo?, ¿que
será incompleto? Ya lo sabía
al ir
a fotografiar. Pero, precisamen­
te gracias a la elección de este punto de vista, logrará la ventaja de
una caracterización que dará el valor a su obra fotográfica.
¿ Y qué' interés tendrán unas páginas escritas con este intento?
Pues conocer la respuesta a la interrogación que plantea el
título: Balmes, ¿ qué diría hoy?
O si se prefiere,
¿ qué nos diría hoy? Pues su respuesta toca
directamente a los hombres de hoy. Balmes vio
claro, porque
los hechos le han dado
la razón. Y a
fa luz de estos hechos y de estos principios podemos enjuiciar el
futuro pensando en lo que hoy nos diría.
El ll!Utor.
San Cugat del Vallés (Barcelona), 16 de febrero de 1969.
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Fundaci\363n Speiro

I
EN MEDIO DE LA GUERRA DEL LIBERALISMO
l. Ni negro, ni blanco.
Este fue el momento en que nació Jaime Balmes: dos años
antes de que la
promulgación de
la Constitución liberal en
las Cortes

de Cádiz,
el 19 de marzo de 1812, iniciara en España una
revolución en las ideas, que costó torrente
de sangre y la pérdida
de grandes valores, junto a ciertas ventajas y bienes que
pacífi­camente

se habrían podido traer.
Napoleón era hijo de la Revolución francesa. No engaña a
nadie el hecho de que se hiciese proclamar Emperador y que su
gobierno fuese absoluto: es un hecho que con frecuencia se pasa desde la anarquia de
1a Convención a la reacción del absolutismo. Si

Luis XIV no
hubiese dicho
"El Estado soy yo", la Revolución
francesa no habría contestado al rey: "Tú no eres nada, yo Jo soy todo." Pero si la Convención francesa no hubiese dicho: "Nv hay más Dios que yo", ahogando en sangre a realistas y a repu­
blicanos como Robespierre, tampoco habría dicho Napoleón: "El
único Emperador
sDy yo."
Es obvio que suceda así: si el péndulo está -en medio, en po~ sición de equilibrio, no oscila, está quieto. Pero si se lo sube a un lado, cuando baje no quedará en medio: saltará al extremo
opuesto. El siglo
XVIII, consecuencia de la gran apostasía del XVI, rompió el equilibrio. Desde entonces va el mundo oscilando de un
extremo a otro, sin encontrar todavía el equilibrio cristiano.
Napoleón fue vencido: pero fueron sus armas las que, ven­
cidas y arrolladas, extendieron por Europa el germen de las ideas
de la revolución que les había
dado origen.
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Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
El 11 de diciembre de 1813, con el tratado de Valency, ter­
minaba la guerra de Napoleón contra España; ya en 1812 la in­
vasión qnedaba dominada. Sus armas habían sido vencidas; pero
quedaban las ideas; y las ideas vencieron a los vencedores.
En este ambiente de
lucha nació J airne Balmes, el 28 de agosto
de 1810 en Vich (Barcelona), de una familia que tenía todas las
características de los menestrales y payeses de Cataluña, gente
dotada de tan alto sentido de objetividad, que con frecuencia se
muestran
descotúiados ;
con tan hondo sentido del valor del tra­
ba jo propio, que para ellos el hombre ni hereda su grandeza, ni
le viene por azar, sino que se la conquista; con tanta intuición
psicológica, que trasciende hasta la filosofía del pueblo catalán:
Llull, Vives, Balmes, Eyxalá ... Gente sencilla y trabajadora, lo cual no excluye que a veces
estén dotados de grandes prendas intelectuales, aunque no pocas
veces también suceda que queden sin desarrollar y por tanto
ocultas. Es el mismo Balmes quien dijo: "yo tengo mucha me­
moria, pero mi padre
tenía mucho
más. Si él y mi abuelo
hubie­
sen

estudiado, se habrían hecho más célebres que yo"
(!). De_
su abuelo paterno se cuenta que sin ser más que arriero, se le
veía asi·stir a toda clase de certámenes literarios, tanto si eran
veladas, como oposiciones a canongía. El padre de Jaime, en su
comercio de pieles y puntillas ( que lo llevaba a hacer frecuentes
viajes a Castina), nunca consignaba por escrito los datos de su
contabilidad, que llevaba perfectamente de memoria.
Pero la memoria de Jaime Balmes era prodigiosa. Un amigo
suyo, para poner a prueba si era verdad o no lo que se decía,
tomó al azar tres libros: un volumen de la Suma Teol6gica, ~l
segundo

volumen del
Qu,jote y un tomo de la Füosofía de la
Elocwencia. Balmes le repitió de memoria perfectamente todos los
índices sin el menor titubeo.
(1) CASANOVAS, lgnasi, S. I.: Salmes, la sevo vida, el seu temps, les
seves obres. Vol. I. "Biblioteca Balmes", Barcelona 1932; cap. I, art. 1,
pág. 8. Casi todos los datos biográficos que aduciré de Balmes están sa­
cados de esta
obra, sin

que. en adelante
lo advierta expresamente.
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Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY r
Dice Córdoba que a los veintidos años sabía de memoria los
índices de
10.000 libros. Espantado su amígo Codony ante una
memoria tan prodigiosa, dejó los libros con que la habia compro­
bado y le dijo: "Jaime, o eres un brujo, o Dios quiere presentarte
como un prodigio de memoria"
(2). Otro amígo suyo, Ristol,
cuenta que Balmes recordaba todo lo que había leído, como se v10
cuando habiendo citado un escrito del general Espartero, varios
años después recordó perfectamente el número de la publicación
en que había salido y repitió de memoria aquella nota al pie de
la letra. En el ambiente sencillo, llano
y sano del llano de Vich, nació
Jaime Balmes de Jaime Balmes y Teresa Urpiá, el cuarto entre
once hijos que tuvo el matrimonio. Era nna familia trabajadora
y pobre. Es conmovedor leer ahora los documentos en que consta
cómo iba pagando los préstamos de dinero que años después su
madre
había de
solicitar para sufragar alguoos de los gastos cuan­
do su hijo, Jaime,
cursaba los

estudios en la Universidad de
Cervera.
Fue su madre quien prooto intuyó el genio de aquel hijo de
rostro blanco y flacucho, con unos ojazos negro.s y expresivos
como nos los pinta el cuadro de Madrazo. Cuando el joven Balmes
todavía era un desconocido para el mundo, antes de empezar su
fulguraote carrera de escritor, ya aquella madre había formado
juicio cabal de

lo que valía y sería aquel hijo suyo. El mismo día
en que ella murió, el 26 de mayo de 1839, poco antes de morir,
tomó
por la mano a Jaime y mirándolo fijamente le dijo: "Hijo
mío, el mundo hablará mucho de ti." Dichas est~s palabras, como
quien ya ha cumplido su último quehacer -en este mundo, murió
santamente.
Pero hasta que llegara el momento en que el mundo habia
de
"hablar

mucho de él", todavía faltaban los años de una larga pre­
paración. Esta larga preparación, que fue en gran parte una auto­
formación silenciosa, junto con el ambiente político
y social del
(2) O. C., cap. V, art. 3, pág. 278.
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JUAN ROIG GIRONEUA, S. l.
tiempo en que nació, fueron dos de los grandes factores que con­
tribuyeron a determinar lo que sería después Jaime Balmes.
Pnes
fue un

rasgo típico en la formación de Balmes, que en
vez de dejarse arrastrar
par el

ambiente revolucionario y de gue­
rra que bullía a su alrededor,
él se encerraba en la Biblioteca de
Vich todo el día ( así literalmente: todo el día, mientras estaba
abierta la Biblioteca episcopal) para estudiar y sobre todo para
reflexionar, inv,estigar, meditar.
Al principio del siglo xrx el Seminario de Vich no era lo que
hoy día
entendemoo cuando
hablamos de un Seminario. Entonces
todos los niños que no eran destinados inm.ediatamente a apren­
der un oficio manual, eran enviados al Seminario para estudiar.
Poco a poco iban dejando los estudios cuando ya les bastaba lo
aprendido para la formación sumaria que buscaban y quedaban
en el Seminario los que tenían vocación sacerdotal y proseguían
los estudios ulteriores.
Así se comp!Cende que J a;me Balmes ya a los siete años de
edad, terminados los estudios elementales, entrase en el curso
1817-1818 en el Seminario de Vich para empezar los estudios de
gramática latina,

que duraron tres años. A la gramática latina le
seguían los estudios de retórica, que cursó desde el año 1820 hasta
el verano

de 1823,. Venían después otros tres años de
filosofía:
la

empezó el curso 1822-1823
y la terminó el curso 1824-182'5 ..
cuando

iba a cumplir quince
años de
edad. Después sólo un año
de teología cursó en Vich, el
año 1825-1826,

que
cierra el
primer
período de la formación de Balmes antes de pasar a la Univer­
sidad de
Cervera.
No

podemos imaginarnos fácilmente
el ambiente de guerras,
revoluciones
y agitaciones políticas y religiosas que el niño Bal­
mes vivió durante los primeros años de su formación.
Desde 1809 a 1812 la ciudad de Vich padeció seis veces la
entrada de las tropas francesas de Napoleón. Vencido Napoleón
y vuelto el rey Fernando VII a España, podía parecer que
iba
a

renacer la calma, pero no fne así. El 4 de mayo de 1814 el rey
anulaba
la famosa

Constitución liberal de las Cortes de Cádiz,
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Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
proclamada dos años antes. Pero de 1814 a 1820 fueron suceclién ·

España los pronunciamientos y las represalias.
Si agitado fue el trienio de sus estudios de lengna latina, más
lo fue el trienio de sus estudios de retórica, pues coincidió ple­
namente con
el famoso "trienio constitucional". El 1 de enero
de 1820 se sublevó Riego para volver a instaurar la Constitución
liberal de 1812. Triunfó la revolución, y el rey tuvo que jurar la
Constitución el 9 de marzo.
Durante este trienio Vich fue escenario de las más atroces
vioJencias, que

culminaron con el asesinato perpetrado en
''Els
tres

roures" de un grupo de
patriotas y después con el martirio
del Obispo de Vich, Strauch en V allirana, el 16 de abril de 1823.
En
una plaza de Vich habían erigido un gran monumento a
ia
Constitución, que tres años después habia de ser demolido. Du­
rante el "trienio liberal" el niño Balmes presenciaría muchos de
aquellos despojos, violencias y crueldades; y el relato de otros
quedaría para siempre grabado en su memoria.
Pero tampoco hubo paz cuando empezó sus estudios de filo­
sofía, pues ya en 1822 e~ vez de abrirse el curso en octubre, las
perturbaciones políticas no permitieron que se abriese hasta el
7
de enero de 1823,.
Como era imposible que el pueblo aguantase tanta vejación
como era la de aquellos que empezando por proclamar la liber­ tad de pensamiento,. encarcelaban y despojaban a los que no pen­
saban
como ellos,

vino el levantamiento, al que apoyó Luis XVIII
enviando a España al ejército llamado "Los cien mil hijos de
San Luis", que al mando del Duque de Angulema penetraron en
España el
7 de abril de 1823. El 6 de mayo entraba el ejército
encabezado
por Jas partidas realistas y Francisco Camellas, en
Vich;
se encaramó éste a lo alto de
la columna-monumento le,
vantado

dos años antes a
la Constitución liberal de _ 1812 y con
un martillazo decapitó la estatua de la mujer que la representaba.
Empezó en sentido opuesto un período de represión, que tampoco se mantuvo dentro de los límites de una serenidad deseable.
En este ambiente transcurrieron los tres años de estudio de
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
la filosofía de Balmes en un Seminario, que durante años fue
abriéndose y
cerrándose, trasladándose
de un lugar para otro,
con inquietudes y esperanzas, según fuesen las agitaciones polí­
ticas. Y así llegó también el verano de 1826, en que terminaba
Balmes
el primer curso de teología y la primera etapa de su for­
mación a los dieciséis años de edad.
Eu medio de un ambiente tan agitado y confuso de luchas
entre el liberalismo que iba introduciéndose y el realismo, que no
solía quedar en un justo término medio, sino cuando muchos de
sus partidarios seguían inclinándose al absolutismo, es sumamente
interesante comprobar cuál fue la conducta de Balmes.
Pare.ce que habría de haberse dejado llevar, como casi todos
sus compañeros, por un- bando o por el otro; y que con ello sus
estudios, impregnados de tal ambiente de agitación política, de­berían haber quedado muy mermados en profundidad, pues el
ambiente de
las agitaciones

políticas no
es propicio
para
el silen­
cio y reposo que los estudios requieren. Sin embargo no fue así, sino enteramente al revés. Nunca se dejó llevar Balmes por el
contagio liberal. Ya que todavía no tenía preparación suficiente para poder
juzgar y menos intervenir en polltica, se abstuvo completamente de pertenecer a ninguna faeción. Ya llegaría
el tiempo en que
podría
hablar:

pero entonces
¡ con qué profundidad de princi­
pios lo baria!
Entretanto, la reacción del joven Balmes fue encerrarse en la
Biblioteca episcopal de Vich, que había fundado el Obispo Veyan,
y pasarse allí todo el día, literalmente todas las hows que le que­ daban disponibles. Es él mismo quien en un artículo autobiográfico de
1846 ex­
plica

lo que fue su conducta durante estos· años de su primera
formación en Vich: "N adíe me vio en otro lugar que en mi casa,
en la Iglesia, en el colegio, en algnnas casas de regulares con
quienes t'enía frecuentes relaciones y en la .biblioteca episcopal,
donde me hallaba mientras estaba abierta" (3,). Por lo demás, era
(3) Vindicación personal (escrito fechado por Balmes el 13 de agosto
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Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRIA HOY?
bien conocido de los bibliotecarios de Vich que aquel joven, casi
niño,

se pasaba todas las horas que le quedaban libres en
la biblio­
teca mientras ésta permanecía abierta;
y esto tanto durante los
meses de curso como en verano.
Llama poderosamente la atención que ya desde joven, Bal­
mes tuviese la sabiduría de resistir al contagio del liberalismo de
aquellos tiempos en que la moda del ambiente liberal lo avasallaba
todo cuando sus representantes ocupaban
el poder. Pero tal fue
su conducta. No estaba a la altura de su genio la "pequeña po­
lítica", la de luchas callejeras, la de banderías, sino la del terre­
no de los grandes principios filosóficos. Podía algnno
por envidia
llamarle "negro" (nombre dado entonces a los liberales) por el
hecho de que no se manifestase en sentido opuesto, como le echó en cara un autor anónimo en 1846. El atestigua de sí mismo :
"No sé si alguien diría que yo era negro o blanco o de otro color,
porque hace largo tiempo que tengo por regla de conducta cum­
plir mis deberes
y despreciar vulgaridades" ( 4).
2. En la Universidad de Cervera.
La universidad de Cervera había sido fundada por Felipe V
cuando cerró los estudios generales de Cataluña reuniéndolos en
una sola ciudad,
la de

Cervera, porque había estado a favor suyo
de 1846); Obras Completas de Jaime Salmes; BB XXXI, 285; BAC VII,
777. En adelante la 1sigla BB remitirá ~ la edición de las Obras Completas,
publicadas en 33 volúmenes por "_Biblioteca Balmes"; y la· sigla· BAC re­
mitirá a la edición en ocho volúmenes publicada por la "Bibioteca de Autores
Cristianos" (Madrid 1948;
algunos volúmenes han sido_
reeditados pos­
teriormente).
La edición BAC es más manejable y reproduce exactamente
la de BB, citando
st11s tomos y páginas, además con sus. introducciones,
añadiendo algunas cartas al epistolario y con la biografia de Balmes
traducida
al castellano, algo resumida. En. adelante la primera cifra ro­
mana remitirá al volumen; 1a segwid.a cifra en números arábigos remite
a la página.
(4) Vindicación personal; BB XXXI, 287; BAC VII, 778.
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Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG GIRONEILA, S. l.
durante los años de la guerra de sucesión. Cervera, por su situa­
ción geográfica, no era precisamente
el sitio . más indicado para
colocar la única Universidad de Cataluña allí. A pesar de ello,
la reunión de todas las fuerzas en un solo centro dio a Cervera
día:s de grande gloria y esplendor. Pero en tiempos de Balmes había decaído muchísimo. Fue un
golpe durísimo para ella la expulsión de los jesuitas en 1767,
que
la privó de tantos y tales maestros. Otro factor decisivo fueron
las estrecheces económicas de los profesores, que estaban mal re­
tribuidos, lo cual hacía que los mejores talentos se alejasen de la
Universidad. Pero, sobre todo, fueron las convulsiones políticas
del liberalismo las qne la hundieron durante el trienio liberal
1820-1823,
po,que la Universidad tenía fama de regalista.
Parece que quienes tomaban
la bandera de "la libertad" ha­
brían de haber empezado dando libertad a los que no eran de su
bando libertario; tolerantes con .los "intolerantes". Nada de esto.
Se repitió lo de siempre. ¿ Defendía la Constitución liberal al hom­
bre para que no le diesen muerte?, ¡ pues muerte, muerte al que
no defendiese la Constitución!
Constitución o muerte
será nuestra divisa:
Si algún servil la pisa,
la muerte sufrirá.
Este era el estribillo que los constitucionales iban cantando
por todas partes atronando el aire.
Como la . Universidad tenía, según hemos dicho, fuerte tra­
dición regalista, se cebó en ella la furia del liberalismo. En junio
de 1822
el ejército que ocupaba la ciudad hizo la parodia de qne
concediesen el grado de doctor en derecho canónico al coronel de
las tropas

constituciona1es, D. Francisco Bonet. Fue una vergüen­
za para la Universidad. Un año después las mismas manos pren­
dieron fuego al edificio universitario. "Dos veces -nos refiere el
P. Casanovas-, los días 20 de abril y 15 de mayo de 1823, le
prendieron fuego y hasta. intentaron votarla con explosivos; en
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BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
una de estas ocasiones el fuego duró. cinco días. Buena parte del
edificio quedó con las paredes desnudas. También atacaron los
colegios. El de la Asunción quedó convertido en cenizas;
el de
los Pobres,
desmantelado, como

el hospital de estudiantes, que
tenía contiguo; los de la Concepción
y San Carlos fueron saquea­
dos. Acompañó a
esto.s hechos

vandálicos una escena macabra:
D. Pablo Miralles, cabecilla de los realistas, cayó en
manos .de
Porta,

jefe liberal de Sanahuja,
el cual de un sablazo le cortó en
redondo la cabeza. Pasearon por Cervera aquella pobre cabeza
y la llevaron a Lérida, donde la colgaron de una escarpia, hasta
que unos piadosos amigos se la llevaron a Cervera para enterrarla
con el tronco" (5).
Ya se ve cuál sería el nivel intelectual y de estudios en este
ambiente. La reacción realista de 1824 evitó la supresión de la
Universidad, pero su eximio Canciller, D. Raimundo de Lázaro
y de Dou, da la impresión de alguien que iba taponando grietas
y sosteniendo heroicamente un prestigio que estaba herido de muerte. En 1826, cuando Balmes llegó a Cervera, los alumnos
en vez de presentarse a clase el 18 de octubre, tardaron hasta el
20 de noviembre en gran parte; por Navidad ya habían vuelto a
sus casas;
y sólo pensaban en acortar el curso lo más que
pudiesen, apenas despuntaba

la primavera:
Ara en ve lo mes de maig,
regalada primavera,
los estudiants

se'n van
de la ciutat de Cervera;
les noies enyoraran
lo platillo i l'escudella.
Estas últimas frases aludían a aquella pobre población cer­
verina que se beneficiaba del dinerillo y comida de los estudiantes,
por pobres que éstos fuesen.
En este ambiente se encontró el joven Balmes cuando lleno
(5) CASANOVAS, o. c., cap. III, a. I, ¡,. 109.
55
Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
de ilusiones e ideales para satisfacer su hambre de ciencia llegó
a Cervera para
empezair el curso en 1826. Fue allá por la intuición
de un gran hombre, a la vez su mecenas y protector, el nuevo
Obispo Coccuera, que había tomado posesión de la diócesis de
Vich el 22 de mayo de 1825. La madre de Balmes y el Obispo
Corcuera fueron los dos que intuyeron el genio que encamaba
aquel jovencito y pnsieron a su disposición todos los medios de que disponían para que llegara a ser
lo que con el tiempo fue
Jaime Balmes. Para
ello el

Obispo Corcuera concedió a Jaime una beca en
el Real Colegio de San Carlos, de la Universidad, a fin de que
empezase allí sus estudios de teología. "Empezase", pues no le
reconocieron la validez del año de teología que había cursado ya
en el seminario de Vich; y sólo "empezÓ", pues las convulsiones
de la guerra civil y otras algaradas políticas hicieron que Bahnes
tuviese que ir alternando lo,s estudios entre Cervera y Vich, según
se abriese o cerrase la Universidad: de 1826 a 1830 en Cervera;
de 1830 a 183,2 en Vich; de 1832 a 1833 de nuevo en Cervera;
otra vez en Vich de 1833 a 1834; finalmente otro año, el último,
en Cervera de 1834 a 1835. De 1826 a 1827 hubo la guerra llamada "de los
agraviados"
(

o ultrarrealistas) en la que se cometieron no pocos excesos en una
reacción antiliberal. El 13
de octubre de 1827 el ejército entró en
Vich, y su general despreció públicamente al santo Obispo Cor­
cuera, que, como Balmes, planeaba en una wna superior de gran­
des principios, ajena a las banderías de la política menuda. Quiso
el general que
el Obispo redactase una pastoral gozándose del
triunfo de los ultrarrealistas; pero el digno Obispo Corcuera se
negó a ello. El 14 de abril de
1827 el

Rey Fernando VII, de
paso
hacia Madrid para terminar con la guerra "de los agraviados",
pasó por Cervera, donde entonces Bahnes estaba terminando el
primer año de sus estudios teológicos universitarios. No aparece
el nombre de Balmes en nada.
Algo más de paz gozó durante
el segundo, tercero y cuarto
año de teología, en que recibió
el grado de bachiller en teología.
56
Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
Pero ya el quinto año ne> lo pudo continuar en Cervera. Después
de estallar en París, el 27 de julio de 1830, la revolucióu
que des­
tronó

a Carlos X, en España el ministro Calomarde dio un
de­
creto

cerrando las Universidades, y sólo el
23 de
enero de 1831
permitió que se siguiesen los estudios de forma privada, que lue­ go serían reconocidos oficialmente: así cursó Balmes en Vich de 1830 a 1832 el quinto
y sexto año Cuando
el 7

de octubre de 1832
se dio
la orden de que se
abriesen de nuevo las Universidades, Balmes volvió a Cervera y obtuvo
la licenciatura en teología. Otra vez tuvo que volver a
Vich para prosegnir sus estudios, cursando
el octavo
año de teolo­
gía de 183,3 a 1834. Este año culminó con las sagradas órdenes
que recibió en Vich:
el subdiaconado {21 de tliciembre de 1833),
el diaconado
{24 de

mayo) y
el presbiterado (18 de julio de 1834).
Fue éste uno de los momentos culminantes de
la vida de
Balmes. Y a era sacerdote y licenciado en teología.
¿ Qué camino
iba entonces a emprender? Tc,da aquella agitación política nacida
del liberalismo le repugnaba, como
en el extremo opuesto también
le repugnaban los absolutistas, que en vez de oponer ideas verda­
deras a ideas falsas, grandes principios a pequciíos principillos,
grandes verdades contra las falsedades que
m=laba la
revolu­
ción, muchas veces ( cierto, no siempre, por fortuna, pero sí mu­
chas veoes) se contentaban con algaradas, alzamientos y violencias,
que no eran menos duras que las de los anteriores. Balmes quería
retirarse, alejarse. Ya era sacerdote, ya tenía la licenciatura en
teología, podía orientar su vida por cauces más pacíficos.
El Obispo Corcuera no fue de esta opinión. El Obispo · Cor­
cuera, su protector y mecenas, aquel gran hombre que supo in­
tuir el genio de aquel joven, fue la persona a quien debemos, junto
a la madre de Balmes, lo que éste había de ser pocos años después.
El Obispo le preguntó un día, después de la ordenación sacerdotal
de Balmes:
"¿ Qué quieres Balmes ?" Su respuesta fue la de quien
deseaba alejarse de aquel mundillo agitado y pestilente: "Sefior,
un curato." Pero el Obispo no opinó así: "No: ve a la Universi­
dad
y estudia." Lo envió de nuevo a la Universidad de Cervera
57
Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
para que completase su formación y estudiase la carrera de de­
recho canónico.
Efectivamente, Balmes pasó en Cervera el curso 1834-1835
estudiando

derecho, y al terminarlo obtuvo el grado de bachiller
en derecho (5 de junio) y poco antes el grado llamado doctorado
"de pompa" en teología
(7 de febrero de 1835). En conjunto había
estudiado Balmes nueve años de teología y uno de derecho.
Ya no pudo proseguir. El Obispo Corcuera murió. Había
empezado la guerra llamada carlista con el alzamiento de Ma­
nuel González en Talavera el 3 de octubre de 1833 y tomaba
proporciones cada vez mayores. Los llamados liberales arrecia­
ron en su persecución antirreligiosa. El 11 de octubre de 183·5
suprimieron todas las casas religiosas, expulsando a los religio­
sos de ellas. El 19 de febrero del año siguiente decretaron la venta
de los conventos extinguidos. El 5 de marzo de
1836 dieron
la
prohibición de conferir las sagradas órdenes, las órdenes mayores.
El 13, de agosto de 1836 la Regente promulgó de nuevo aquella
odiosa Constitución liberal de las Cortes de Cádiz de 1812. Im­
poner así por la fuerza el liberalismo amorfo a todo un pueblo,
era algo parecido a lo que sucedería a una entidad bancaria en
la que de repente se reuniesen todos los empleados, desde el pre­
sidente del Consejo de Administración hasta los últimos ujieres,
las mujeres de la limpieza y los empaquetadores, para que cada
cuatro años determinasen por mayoría de votos cómo querían que
se hiciesen
fas inversiones
del capital del Banco.
¿ Habría en aquel
Banco garantías de acierto?,
¿ habría estabilidad?
Cuando años después Balmes ya se lanzó como gran escritor
al terreno de la política, no para
la política menuda de banderías y
de luchas, sino para llevar la cuestión a la zona de los grandes prin­
cipios, observó inmediatamente el enorme dislate que el liberalismo
cometió en España; y escribió el 29 de noviembre de 1846: "Su­
cede a la raza española en el continente lo mismo que le sucede en América: los nuevos sistemas se
haUan escritos
en
el papel;
sin que los pueblos hayan disfrutado de sus beneficios; antes sí, experimentado todos sus inconvenientes. El resultado
ha sido:
58
Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
anarquía gubernativa permanente; anarquía popular intermitente;
gobierno de
pruidillas :
esfuerzos periódicos para destruirlas ; un
desgobierno continuo, una revolución
todos los

años" (6).
Era
la consecuencia fatal de los "condenados a la libertad" :
una masa embriagada por cuatro cabecillas agitadores que la em­
briagaban con el pensamiento de que tenía libertad, cuando en
realidad nunca fue menos consultados cuando su dignidad de hom­
bres verdaderamente pedía que fuesen consultados; una democra­
eia sm pueblo, dice el P. Casanovas : "Está fuera de duda para
todo hombre imparcial
y entendido que nunca fue menos consul­
tada la voluntad del pueblo español y nunca fue menor su influen­
cia en los negocios públicos que en
las breves

épocas en que ha
estado en vigor aquel código. Que si alguno quisiese contradecir­
me en este punto· le diré que dé una ojeada a la:s sesiones de
Cortes, colecciones de decretos, en una palabra, a casi todos los
documentos de la época, y que reflexione un momento si hay
allí algo que se parezca a las ideas y costumbres del pueblo es­
pañol, tal

como se hallaba entonces" (7).
Por esto la guerra carlista no podía terminar, porque las cau­
sas profundas del malestar no se remediaban con pactos superfi­
ciales. Después de una guerra larga y sangrienta, se tuvo aquel
acto famoso del "abrazo de Vergara": el 31 de agosto de 1839.
Ante fuerzas de los ejércitos
de ambos bandos, los dos generales
enemigos, Espartero, que
luchaba por
los liberales de D.• Cristina,
y Maroto, por los de D. Carlos. Oficialmente la guerra estaba
terminada ; en realidad fue prolongándose años y años, a veces
parcial y ocultamente, a veces declaradamente, como desde 1846
con

la guerra llamada
"montemolinista", que
renovaba los ideales
del carlismo. Aquella famosa parodia que a veces oímos de las
operaciones quirúrgicas: "la operación, éxito total; el enfermo ha
(6) Reflexiones suelta.s. Artículo publicado por Balmes en El Pen­
samien,to
de la Nación, núm. 146, vol. III. pág. 729 ,ss.; BB XXXII, 48;
BAC VII, 844.
(7) Consideraciones Pülíticas s-obre la situación de España, cap. III;
BB XXIII, 4.3; BAC VI, 28.
59
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
fallecido", es exactamente la que entonces podía haberse pronun­
ciado:. "la paz _se ha proclamado; la guerra continúa". Y continua­
ba porque permanecía todo el germen de ideas que habían encen­
dido la guerra y que no era meramente la de los derechos de su­
cesión.
Entre tanto, Balmes ya había vuelto de Cervera definitivamente
al
finalizar el
curso de 1835; ya no podía contar con el Obispo
Corcuera, que había fallecido. Optó por encerrarse en aquel largo
periodo de silencio y oscuridad, que en realidad
fue la verdadera
fragua del gran espíritu de Balmes: los grandes caracteres se for­
man en el sufrimiento y en el silencio. Fueron aquellos cinco años
de sufrimiento y de estudio, de reflexión y de espiritualidad, que
le prepararon para aquella súbita ,epifanía ante el mundo en 1841,
a la cual siguió una vida fulgurante como la de un meteoro gi·
ga:ntesco, que deslumbra y se quema, pero dejando cenizas vivas
que no se apagan. Balmes realizó-toda su enorme producción que
conocemos hoy con sorpresa, desde 1841 a 1848.
¿ Cómo maravillarse de que tan profundos pensamientos y tan
geniales obras le salieran casi espontáneamente, cuando no eran
más que wia mera formulación de lo que durante tantos años
babia ido formando en sí?
60
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II
AUTOFORMACION DE BALMES PARA LA LUCHA
POR LAS GRANDES VERDADES
l. Los años de silencio.
Cuentan los biógrafos de Santo Tomás de Aquino que los
compañeros de estudio, cuando estaba
en. Colonia
bajo
el magis­
terio de San Alberto Magno, le dieron
,el sobriquete

de "buey
mudo". Pero cuando se puso a hablar, sus mugidos se oyeron por todo
el mundo

y aún hoy perduran. El por su parte dio como
ex­
plicación de su silencio que ante tal maestro, San Alberto -Magno,
sólo le cabía callar. Algo semejante podríamos decir de Balmes. Se encerró en el
silencio muchos
años: allí

examinó lo que es el corazÓn humano,
allí se puso en contacto con las fuentes del saber; pero cuando
llegó el día en que le tocase hablar, ¡ cómo iba a hablar!
Es algo exactamente al revés de lo que hacen hoy tantos jó­
venes que se imaginan que podrán formarse hombres
por alar­
dear de hombres en medio del griterío. Balmes nos dice de sí
mismo en su relato autobiográfico: "Concluido el curso 1834
a 1835, me fui a mi casa, y no quise volver
a.la Universidad:

la
gnerra y
la revolución iban arreciando; y yo preferí a la carrera
universitaria la oscuridad de la vida doméstica" (8).
¿ Cuál fue la actitud política de Balmes en todo este tiempo?
Exactamente la misma que había mantenido antes : inhibición total
(8) Vindicación personal .(escrito firmado en Vich, y como ya hemos
dicho, el 13 de -agosto de 1846, que Balmes -publicó ·en El PenS(lfflien.to de
la Nación el 19 de agosto de 1846, vol. III, pág. 513); BB XXXI, 289;
BAC VII,
779.
61
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
ante toda lucha menuda, ante todo partidismo ocasional; penetrar
y ahondar en los grandes principios doctrinales : ahí estaba la raíz
donde podría reconocer la parte de verdad que
habla en
el libe­
ralismo para que admitiéndola le "quitase las armas" ( como indicó
años después en su famoso opúsculo Pío IX); pero por otra
parte, desde los altos principios filosóficos y teológicos, atacar de
raíz todo aquel bajo fondo de corrupción que fermentaba en las
ideas liberales, no con el designio de luchas callejeras, sino edifi­
cando positivamente los grandes principios y verdades en
que
radicaba

lo
hondo del
problema, que la gente superficial no apre­
ciaba, ni siquiera advertía.
Abundan los hechos que atestiguan esta sabia y profunda nor­
ma de proceder. Por ejemplo, el
7 de febrero de 183$, cuando
Balmes
todavía estaba en
Cervera terminando
el último año de
sus estudios, ¿ qué cosa habría sido más cómoda para él, jo,ven
doctorando que quisiese medrar, que mezclar en su discurso de doc­
torado alabanzas al régjmen entonces imperante, que era el de los
liberales? Sin embargo, nos dice de sí mismo:
"la función se ve­
rificó el
7 de febrero de 1835; la guerra civil estaba en su incre­
mento; las pasiones ardían; y -yo, claro, como graduando, debía,
según las leyes académicas, pronunciar un discurso en elogio del
monarca reinante:
y como a la sazón era gobernadora Su Majes·
tad la reina Cristina, era preciso hablar de esta augusta señora.
El concurso era numeroso; las opiniones políticas muy encon­
tradlts, y se deseaba saber lo que yo pensaba de las cosas públicas.
¿ Saben mis lectores lo que hioe? ¿ Creen que me entusiasmé por
la reina gobernadora y que le dispensé las lisonjas que a la sazón
le prodigaban otros que
ahora '[ escribe

esto el 13 de agosto de
1846] la insultan? No, no: lo que hice fue prescindir de toda
política:
y me ceñí a elogiar la apertura de fas universidades, y
aprovechándome de no sé qué providencia sobre enseñanza de
matemáticas, me detuve un
poco en este punto, y acabé mi dis­
curso sin ofender ni a cristinos ni a carlistas, porque n'o había ha­
blado ni de unos ni de otros" (9). Este era Balmes. Tanto como
(9) Vindicoción per.ron,al; BB XXXI, 288-289; BAC V1I, 779.
62
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BALMES ¿QUE DIRIA HOY?
apreció· 1a serena región de los grandes principios que aparecen
en los diez tomos de sus escritos políticos, tanto despreció las pe­
queñeces de la política menuda, de compromisos y corrillos, de
soluciones ocasionales y entusiasmos superficiales, que nunca van
al fondo del mal, y por ello nunca pmúan el verdadero remedio,
porque dejaban intacta la infección que se escondía en el fondo
del liberalismo: la rebelión contra la autoridad, con pretexto
de
libertad.
Otro

caso muy claro de esta actitud
de Balmes se le presentó
a fines del año 1837. Balmes, terminados ya sus largos estudios,
había vuelto a Vich para encerrarse todavía varios años en una
vida de silencio y concentración. Había de buscarse algún medio
para sufragar

los gastos de su vida. De momento lo haJló al pre­
sentarse la ocasión de hacer Ol.XJsiciones para una cátedra de ma­
temáticas que se abrió en Vich. Ganó las oposiciones y desempeñó
esa cátedra de matemáticas cuatro años, hasta que en 1841, cuando
ya se manifestó ante el mundo con aquel fogonazo de su primer
escrito, renunció a ella. ¡ Qué fácil hubiera sido en el momento
de su discurso académico dejarse seducir por el ambiente, prodi­
gando alabanzas al régimen liberal que estaba en el poder, a fin
de medrar y obtener puestos más lucrativos! Sin embargo, no lo
hiw así. También es él mismo quien nos lo cuenta en su breve
relato autobiográfico con estas palabras : "A fines del año 37 se
planteó en Vich una cátedra de matemáticas ; y como el cálculo
y la geometría no son ni cristinos ni car listas, y por otra parte
la obscuridad del puesto no llamaba la atención, no tuve incon­
veniente en encargarme de dicha enseñanza, que continué por
cuatro años. Y es de notar que habiéndose hecho nna función so­
lemne en la apertura del establecimiento, yo pronuncié el discurso
inaugural
y no hablé ni una sola palabra de política. Los testigos
viven y
en Vich están, De mi comportamiento en la enseñanza
no soy yo quien debe hablar: todos los que me favorecieron con su asistencia saben que no hablé jamás una
sola palabra

de polí­
tica. Más
de una vez sucedió que nos hallábamos interrumpidos
en nuestros cálculos con las
campanadas de
alarma o el toque
de
63
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
generala: si era posible continuar, continuábamos; o s1 no, nos
levantábamos tranquilamente y nos íbamos" (10).
Este fue exactamente Balmes: "Durante. la guerra civil -no
me mezclé jamás en nada que tuviese relación con la política. Mís
oblígaciones, la
biblioteca y
ml casa." Esta es la frase que lo dice
todo: "Mis obligaciones, la bibliáteca y mi casa; sin más distrac­
ción que un rato de paseo, que daba o solo o en compañía de un
amigo, que por Jo común solía ser alguno de mis discípulos" (11).
El atleta que va a correr en
el estadio, antes de lanzarse a la
carrera, afianza bien su pie atrás; pero este paso atrás es con­
dición para el éxito del avance ulterior. Por el mismo hecho que
Balmes pasó aquellos años de ·silencio (semejantes en todo a los
de su larga
formación universitaria)

consagrados al silencio, al
estudio, a la meditación, por ello pudo después, cuando llegó el
momento, comOOtir a fondo, en el terreno de las ideas, las grandes
falsedades de la revolución. Bero entonces, ¡ de qué manera tan
profunda y fulgurante lo hizo!
2. Sus primeros escarceos: el celibato del clero.
De repente, cuando Balmes era todavía un desconocido en
España, surgió, como chispa que hace arder la estopa impregnada
de combustible, una ocasión en que se tocaba al vivo el ambiente
revolucionario que el liberalismo había desencadenado. Como un
muelle comprimido dentro de una caja salta de repente afuera
haciendo saltar la tapa, así sucedió con Balmes.
Esta ocasión fue
un articulo publicado en un periódico de Madrid,
La Paz, el 7 de
abril de 1838, en
el cual alababan el último tomo de una obra de
~izot Sobre la civilización, que se derretía en alabanzas al pro­
testantismo, como si éste hubiera traído al mundo una era de
civilización, de libertad, de
progre$o, frente
al catolicismo, que
(10) Vindicación personal; BB XXXI, 289-290; BAC VII, 779.
· /11) Vindicación perstmal; BB, 290; BAC VII, 780.
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BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
presentaba como si nada hubiese hecho, sino mero obstáculo para
la libertad.
Apenas Balmes leyó aquel artículo, sintió que le hervía la
san­
gre.

Tomó la pluma y escribió al director
de La Paz, proponién­
dole un reto literario:
¿ quién había sido el que realmente nos
ha dado conciencia del respeto a la dignidad del hombre, el res­
peto a la verdadera libertad?
Naturalmente, aquel reto no fue aceptado. Pero fue ocasión
para que Balmes, desde 1838, empezase a recoger notas para lo
que habría de ser poco después su gran obra:
El Protestanti com¡,ara,Jo con
el

Catolicismo.
Entre tanto, envió a un concurso un opúsculo que en aquellos
tiempos de liberalismo era de suma actualidad: la controversia
sobre el celibato del
,sacerdote. Prescindiendo
de las leyes
canó·
nicas y civiles, ¿ qué conduce más al bien de la sociedad, el celi­
bato del clero católico o el matrimonio de los pastores protestan­
tes? El éxito de Balmes fue tan insospechado para él como asom­ broso para el público. Ganó el concurso; se publicó su escrito en 1839 y pronto Balmes fue conocido en toda España.
En este opúsculo escribe Balmes: "Sojuzgado el corazón del
esposo
por las

gracias de su amable compañera, embelesado con
las caricias de los hijos de su corazón, lleno de ilusión y esperan­
zas por sus disposiciones precoces y de temores y rece1os pcn .. su
suerte venidera, siente que se despiertan en su pecho una muche­
dumbre de afectos tan tiernos y solícitos, eomo -fuertes e irresisti­
bles; pero todos aislados, concentrados en la esfera de su
familia1
todos convergentes, por decirlo a.sí, en la dirección del bienestar
y felicidad de su esposa y de sus hijos. Sus necesidades se aumen­
tan; sus afanes se multiplican, cobra a tos intereses un apego in­
creíble,
y mientras absorben su atención las ocurrencias de lo
· presente

atormentan a la vez su ánimo con inquietudes
y zozobras
los azares del porvenir. Nada :más a propósito para corroborar
estas aserciones que las siguientes palabras del doctor .King, mi­
nistro de la reforma protestante: «No fue poca desgrada (dice)
para la causa del cristianismo en Inglaterra el permiso concedido
65
Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
a nuestro clero de contraer matrimonjo cuando la · reforma nos
separó del papismo, porque ha ,sucedido precisamente lo que debía
necesariamente suceder y lo que se debería haber previsto.
Desde
aquella épüCa n1J,f!stros eclesiásticos no han pensado más que en
sus mujeres y en sus hijas.» Estas palabras no necesitan comen­
tarios,

y
ellas dicen

d.e un modo elocuente la elevada prudencia del
catolicismo en vedar el matrimonio al cl~ro, cuyos bienes deben
destinarse, particularmente, a saciar el hambre del pobre, a cubrir
la desnudez del mendigo, al socorro de la estrechez de la viuda y
al amparo de la orfandad desvalida; ellas dicen si hubiera sido
prudente el embarazar al clero con las at_enciones siempre crecien­
tes de la esposa y de los hijos, para que a este solo recuerdo
se helara su corazón y se cerrara su mano" (12). "Figuraos ahora un misionero protestante [ prosigue Balmes]
embarazado con el vínculo conyugal; al abordar una playa lejana
y desconocida, teniendo a
la vista la inmensidad de un desierto,
sin divisar en ninguna parte
la más leve seña de la mano del
hombre, rodeado de
las colosales
producciones de la naturaleza,
que en medio de una soledad sublime y de un
silencio imponente
despliega

a sus ojos una majestad aterradora; si al trepar por
fragosos barrancos y entrecortadas malezas oye
el destemplado
aullido de la horda salvaje,
¿ creéis acaso que tendrá valor para
dirigirse a su encuentro, cuando en aquel instante no podrá me­
nos de asaltarle el angustioso recuerdo de las lágrimas de su es­
posa,

del llanto de sus hijos, que tal vez en aquel mismo momen ·
to lloran en torno a la desolada madre la ausencia de un padre a
quien no volverán a ver, y (le un padre que va en busca de una
muerte ?bscu.ra, sin testigo _siquiera, 'Sin consuelo ni gloria? No
extrañemos, pues,
-la

incomparable distancia
de los resultados

de
las misiones protestantes al fruto de las misiones católicas ; pues
que, a más de
la esterilidad que será siempre el patrimonio de las
iglesías separadas del fecundo seno de la Iglesia, tienen los misio­
neros protestantes la gian desventaja de presentarse en las misio-
/12) El Celibato del Clero; BB, IV, 26-'Zl; BAC V, 667.
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BALMES ¿QUE DIRIA HOY?
nes rodeados de sus esposas y de sus hijos, ocupados antes de em­
pezar sus tareas en proporcionar cómoda vivienda a su familia, y
con tamaños antecedentes bien se les ha de alcanzar a los infieles
que aquellos hombres tienen ,también sus aficiones y sus apegos
terrenos, y a buen seguro que tampoco .encontrarán entre ellos
ningún émulo del gran Javier, ni celosos imitadores de los már­
tires del Japón" (13).
Notamos inmediatamente, apenas leemos páI"rafos como éstos,
que Balmes escribe con el estilo propio del romanticismo: el de su
época. No se lo imputemos, porque si
entonces todos
escribían
así, así había de escribir él. Pero bajo el empalagoso y redundante
estilo dulzÓn del romanticismo, hallamos en él un pensamiento.
pensamiento vigoroso y firme, anclado tanto en la psicología del co­
razón humano, como en
los altos

principios doctrinales.
3. La manifestación de Balmes ante España: la pobreza del
clero.
A este primer opúsculo, pronto le siguieron otros dos. En
aquellos años de liberalismo
triunfante, cuando
decretaban arre­
batar las posesiones de la Iglesia (también hoy, aunque bajo otro
pretexto, hablan de la "pobreza de la Iglesia", como si la "mi­
seria", que

no quieren para nadie, tuviese que
ser el

medio apro·
piado para una labor evangelizadora eficaz) ponían en público
una cuestión que hizo fuese de suma actualidad el nuevo opúsculo
balmesiano: Observaciones sociales, p-olíticas y económicas sobre
los bienes del clero.
Balmes tomó la pluma en 1839, cuando, después del famoso
trienio liberal 1820-1823, se iniciaba de nuevo en los ambientes
gubernamentales la discusión del modo de perpetrar el despojo
de los bienes de la Iglesia, supliéndolos mediante una subvención
gubernamental al clero, contra la que hoy día los descendientes de
aquella misma mentalidad protestan. Balmes empezó probablemen-
(13) Ihld.: BB IV, 28-30; BAC V, 668-669.
67
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
te por octubre de 1839 la redacción de su opúsculo ; lo terminó
el
l.• de marzo de 1840; en abril se imprimía en Vich con una
tirada de
2.000 ejemplares, Y se difundió con tanta rapidez y
éxito, que fue realmente el espaldarazo de la fama, que de repente hizo conocer su nombre en toda España. El escrito de Bahnes sube más arriba de los hechos
ocasio­
nales y particulares para hacer ver -el profundo mal que ha cau­
sado a las ideas de España esta especie de xenofilia (hoY la lla­
maríamos papanatismo ante todo extranjero) que nos trajeron los
"afrancesados" como si fuesen grandes ideas: "Tenemos los es­
pañoles la desgracia de que muchos de los hombres que se empe­
ñan en dirigimos no nos conocen, porque mal pueden conocernos
cuando solamente nos han estudiado desde París y Londres, o
cuando más no extendiendo .la vista fuera del reducido círculo de
algunos salones de la capital; por eso gran parte de sus proyectos,
o no encuentran aplicación o experimentan resistencia... Como
quiera, andaremos sufriendo, ya que los españoles lo hemos per­
dido casi todo, menos el hábito de sufrir, y al contemplar ese por­
venir tan nebuloso acabará de afligirnos
la amarga consideración
de que, si nuestros hombres públicos se empeñan en cerrar los
ojos a lo que es más claro que
la luz del día, por más que haya
sufrido la generación que acaba, quizás tendrá poco q.ue envidiar
a la generación que comienza'' (14). ¿ No fue así?
Los hechos posteriores bien demostraron que las palabras de
Balmes resultaron proféticas, no precisamente por carismas di-­
vinos extraordinarios, sino por la clarividencia de su genio, que
le hacía ahondar hasta las causas más profundas de los hechos.
4. Su entrada en las ideas políticas.
Si el opúsculo bahnesiano sobre la pobreza del clero fue como
una •bomba que de repente hiw resonar por toda España
la
fama del nombre de Balmes al descubrir a aquel sacerdote, hasta
(14) Los bienes .del clero; BB IV, 154-155'; BAC V, 745.
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Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA RO.Y?
entonces ocnlto, que de repente se elevaba a la zona de los grandes
principios doctrinales para combatir la revolucióti en su mismo
germen, las ideas, también fue importante para su prestigio el
tercer opúsculo publicado en agosto de 1840:
Consideraciones po­
líticas sobre la situa>:i6n de España, primer escrito político bal­
mesiano.
El general Espartero, representante del campo liberal, tenía
en sus manos efectivamente el poder, bajo la apariencia de que go­
bernaba la regente Doña Cristina. El P. Casanovas resume sinté­
ticamente así el sentido de la acción de Balmes cuando lanzó su
primer escrito político: "Vio la siniestra figura de Espartero que
iba a apoderarse de la regencia, y quiso salirle al paso, como pas­
torcillo David a Goliat. El día 11 de junio de 1840 salían las
rei·­
nas

[Doña Cristina
y la joven Isabel] de Madrid para Barcelona.
Aquello fue un verdadero secuestro, donde había de perecer la
regencia de Cristina. Probablemente Balmes
empezó su

escrito
en la primera quincena de mayo, y a fines de junio ya busca
habitación en Barcelona para ir a imprimirlo en esta ciudad" (IS). Como de hecho, Espartero por aquellos días triunfó
y entró_ en
Madrid como onmipotente,_ después
de desterrar a Cristina, y lle­
vando casi como si fuera una cautiva a la niña Isabel, el escrito
de Bahnes no podía tener éxito editorial ante el público.
Pero lo que interesa en este escrito balmesiano no es precisa­
mente

su poSición particular sobre un momento particular, sino
como siempre, la altura de las grandes ideas a que eleva siempre
las cuestiones con su pensamiento, según hace notar en su mismo
prólogo: no ofende a personas, trata de ideas.
Sus ideas están bien claras: "Antes de entregarse a tan inau­
ditos excesos [habla de la Revolución francesa], se había presen­
tado como un tribunal fundado
por ,la filosofía y creado con el
fín de abrir una residencia general
de todas las creencias y po­
deres; ejecutando puntualmente las astutas inspiraciones de su
ma:ligna madre la
filosofía del
siglo
XVIII, se había erigido como
(15) BB XXIII, 24, BAC VI, 17.
69
Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG GIRONELLA, S. [ ..
en protector nato de todo cuanto tuvieSt;_ inclinación a sacudir el
yugo de la autoridad religiosa o política, y despertaba, por con­
siguiente, vivas simpatías en cuantos abrigasen miras análogas
o

siquiera ideas
qtie -por Secretas afinidades

se dirigiesen con más
o menos determinación y viveza hacia el mismo polo" (16). En
Francia, después de la filosofía del siglo XVIII, todo el ambiente
tenía secretas afinidades con la revolución; por ello, pasada la sa­
cudida inicial, se aminoraron algo los efectos (aunque no fuese
de modo prnfundo) ; pero la situación del pueblo español era muy
distinta'. "debía empezar la lucha, y encarnizada, y duradera,
resultando de aquí el sumirse la nación-en un piélago de revuel­
tas,_ de sangre y de lágrimas" (17), como fue todo el siglo XIX.
Adviértase el sentido en que Balmes emplea la palabra "de­
mocracia"
(que no
es el que le damos hoy), sino el que entonces
venía a equivaler al eomplejo de todo
el liberalismo de. las Cortes
de Cádiz., con su Constitución de 1812. Entendiéndolo así, decía
Ba:lmes: "Progresar es· marchar hacia adelante, y si esto se ha
de aplicar a la sociedad en sentido razonable, sólo puede significar
marchar hacia /.a perfecdón. Cuando la sociedad se perfecciona,
progresa ; cuando pierde su perfección, retrograda : para saber si
hay progreso o
no: toda

la cuestión está en si hay nueva perfec­
ción o no; pues, aunque la palabra
progreso: suele tomarse por
algunos como sinónima de tendencia democrática,
para ser
esto
admisible seria

necesario probar ·que
las. leyes e instituciones son
tanto más perfectas cuanto más
democráticas; y

que la perfección
de la sociedad consiste en el absoluto predominio de la democra­
cia; proposición insostenible, porque con la historia y la filosoña
se puede demostrar que no existe tal dependencia ni enlace,
y que,
según las circunstancias,
p·odrá la

perfección
de· la sociedad exigir,
con respecto al elemento
democrático, ahóra

un sistema de-restric­
ción y después quizá un ·sistema de ensanche" (18). Este es
Balmes: esencialmente equilibrado, ponderado, sin términos ab-
70
/16) Situaci6n de España, cap. VI; BB XXIII, 58; BAC VI, 36.
(17) Ibid., cap. VI; BB XXIII, 61; BAC VI, 38.
(18) Ibid.,
cap. XI; BB XXIII, 96; BAC VI, 58-59.
Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
solutos en un sentido ni en otro; pero siempre elevado y regido
por altos principios. Despnés de exponer el gran peligro de la anarquía qua acecha,
dice Balmes de
Espruía: "Otra

de la causas que conducen a los
pneblos modernos

a la anarquía es su estado moral; es la anar­
quía de las ideas, la duda: ese vértigo que ha herido tantas cabe­
zas, esa confusión que i-eina en todas partés, que amenaza envo-1-
ver en las tinieblas las ideas del bien y del mal, borrar todo rastro
de moralidad, destrozar los cimientos de las sociedades
y quebran­
tar los lazos

familias.
De todo se duda, hasta de la duda
misma: la impiedad no domina, la indiferencia no satisface, pero
la fe tampoco
prevalece; el principio del interés privado no triunfa,
pero los grandes principios de la moral tampoco recobran el de­
bido ascendiente. No es pequeña la porción que de tan funesta
anarquía ha cundido entre los espa:ñ.oles, pero es menester -con­
fesar que las doctrinas religiosas cónservan todavía mucho poder,
que el principio católico es muy robusto, que la impiedad no se
ha extendido a las masas y que en su generalidad el pueblo espoñol
todavía

cree, ventaja imponderable que puede producir a la na­
ción los mayores beneficios" (19). Y concluye poco después con
aquellas palabras de honda sabiduría:
"¡ Ay de nosotros si llegá­
semos a perder esta alhaja preciosa, si llegásemos a desasirnos
de esa áncora, sola que puede salvarnos de tan deshecha tormen­
ta, si perdiéramos de vista ese faro que esclarece un horizonte de
tinieblas!" (20). ¿No
es verdad
que muchas de esas ideas parecen haber sido
escritas para hombres de nuestros días?, ¿ no vio_ claro Balmes a
qu~ término

conduciría el ritmo que
se había
iniciado?
/19) !bid., cap. XVII; BB XXIII, 143-144; BAC VI, 86-87.
(20)
!bid., BB

XXIII,
145,; BAJC VI,

87.
71
Fundaci\363n Speiro

III
su FILOSOFIA DE LA .msroRIA: EL PROTESTANTISMO
COMPARADO CON EL CATOLICISMO
l. Sentido en que tiene hoy actualidad esta obra halmesiana.
Esta es la obra que ha hecho más famoso a Balmes: El Pro­
testantismo comp<11rooo con

el
Catolidsmo.
Muchos imaginan que se trata de una obra teológica, pero no
es así. En ella no examina los dogmas de la fe, no discute ver­
dades ni errores. Esta obra es, podríamos decir con Tomás
Ca­
rreras Artau, una Filosofía de la Historia (21 ). Y como él, lo han
dicho también grandes escritores, como Marcelino Menéndez y
Pelayo :· "No es una refutación directa del protestantismo ni una
historia de sus evoluciOtles, asunto de poco interés en España
[ ... ] no escribía como teólogo, sino como historiador de la civi­
Jización, y no estudiaba el protestantismo en su esencia dogmá­
tima ni en la variedad de sus confesiones, sino en su influjo so­
cial. No hay, pues, que buscar en el libro lo que su autor no pudo
ni quiso poner." Y añade poco después: "Así, lo que había em­
pezado con visos de polémica, adquirió solidez y consistencia de
obra doctrinal y se convirtió en uno de los más excelentes trata­
dos de Filosofía de la Historia, que con criterio católico se han
escrito, sin caer en el misticismo vago y nebuloso de Federico
Sclilegel y los románticos alemanes, ni en la apologética ciega e
inconsiderada de las
Instituciones de la Edad Media que puede
(21) CARRERAS ARTAU, Tomás: Balmes y la Filasofia J., lo Historia.
"Pensamiento" III C1947, número extraordinario dedicado a Balmes) 269-
280.
72
Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
notarse en muchos autores franceses de la llamada Escuela neo­
católica"
(22).
Mirando la lógica interna de los hechos, ¿ a qué resultado de­
berían llevar a la
,larga los

dogmas fundamentales del protestan­
tismo, como el ''libre examen"?, ¿ a fundamentar sólidamente la
libertad, o bien por exagerarla, a hundirla en la desintegración y
por reacción opuesta a la tiranía?,
¿ a la serenidad y paz que da la
convicción de la nnidad en la verdad, o a la desintegración, a la
duda, a la desesperación, y por reacción opuesta al fanatismo? Es
decir, examina Balmes el Protestantismo y el D.tolicismo de un
modo cultural, en sus repercusiones sobre
1a civilización europea.
El gran biógrafo de Balmes, P. Ignacio Casanovas, que dice
"esta es ]a obra máxima ba:lmesiana: su obra, como la llamaba el
mismo autor", nos hace ¡:,ensar en las palabras de Balmes con que
en
el prospecto de su obra explica cuál había sido su intención
fundamental cuando la escribió:
"Campean mucho en la actuali­
dad las opiniones de cierta escuela filosófico-histórica empeñada
en cubrir de gloria la revolución religiosa del siglo xv1, señalán­
dola como un acontecimiento grandioso, fecundo en los más im­
portantes resultados para la civilización europea. Cabalmente
cuando el protestantismo, con
la infinita multiplicación de sus
sectas, está tocando al último término de disolución, manifestan­
do así su incapacidad radical para organizar un sistema religioso
firme y duradero, se quiere hermosearle con galas ajenas, atribu­
yéndole glorias que por ningún título le pertenecen." Fue la obra
de
Guizot la que en tiempos de Balmes empezaba a difundirse en
España ; y en contraposición a su tesis, escribió Balmes los cuatro
libros imnortales de su obra: "A prevenir tan grave daño se di­
rige la obra que anunciamos manifestándose en ella que la
pre­
tendida influencia del protestantismo en el desarrollo de la civi-
(22) Edición Nacicnal de ta, ~bras completas de Menénáez Pe/ayo,
dirigida por Angel González Palencia, vol. 43. En.sayos de Crítica Filosó­
fica, edición preparada por Enrique Sánchez Reyes .. Ed. "Comejo Supe­
rior

de Investigaciones Científicas", Madrid
1948, pág. 358-360.
73
Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG G[RONELLA, S. l.
lización europea es un hecho que está en pugna con la razón y
con la historia" (23).
Ya sé que alguien me objetará: estamos ahora en tiempos de
ecumenismo ; nos esforzamos por mostrar· amor a nuestros her­
manos separados, porque .el amor a veces lleva más fácilmente a
la unión que la controversia; insistimos en aquellos puntos que
nos unen
(la fe en Dios, en Jesucristo, en el bautismo, etc.) más
que en aquellos otros puntos que nos separan, precisamente para
que dentro de un clima de amor podamos llegar un día no lejano
a -que se cumpl_a el deseo de Jesucristo: "que todos sean uno"
(Juan, 17, 21); "un solo rebaño y un solo Pastor" (Juan, 10, 16).
Pnr tanto,

dentro de este ambiente actual,.
¿ no resulta inoportuna
la obra de Balmes? A esta pregunta, cuya formulación es obvia, hay que contestar
varias cosas. Ante todo, que Balmes siempre, en todos sus es­
critos, tiene una gran delicadeza hac~ las personas. Él combate
"ideas",
no
"personas". Y
si se le hace necesario combatir a una
persona, desaparece el nombre ( como en el opúsculo político de
que ya hablamos contra Espartero); y si las nombra,
por ejemplo
al tratar de un sistema filosófico, siempre escribe con el máximo
respecto al hombre en su aspecto personal y llevando su discurso
al alto nivel de las razones y
prµebas. Quien
haya leído mucho
a
Balmés, sé ciue con:vendrá en m.i afirmación. Basta que vea, por
ejemplo, sus Caff'tas a un escép,tico, entre ellas la VII, La t&le­
rancia, y comprobará a qué gran nivel se coloca siempre Balmes
cuando escribe. Hecha _ya esta primera observación, añadiré otra. Y es que
"completar'' no

es "suprimir'', si lo que se había dicho ya estaba
bien dicho.
Ciertamente, el Espíritu Santo ha movido maravillosamente a
que en la Iglesia las mismas verdades se expongan con aquella
manera o forma de presentación que las
haga más aptas para ser
aceptadas e_ri los momentos concretos en que toque exponerlas.
(23) BB. V, 11-12; BAC IV, 9.
74
Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
Pero_ hoy día no corrernos el mismo peligro que en el siglo xvr
de que se emprenda una '·'guerra de religiónP (corno asolaron Ale­
mania y Francia las luchas armadas después de _la reforma pro"
testante);

y cuando por otra parte
el ritmo técQi,;o de la humani­
dad
se desarrolla tanto que pone en rápida comunicación a extre­
mos alejados del mundo como Pekín y Nueva York,
más de lo
que podían estar_-relacionadas entonces dos ciudades de una mi_s­
ma nación, las doctrinas sobre la solidaridad y caddad (que en­
tonces se dirigían a los hombres con quienes se tenía conta~to
más inmediato) ahora se alargan a dimensiones de pueblos a pue­
blos

(ahí está la Encíclica
Populorum progressi<>); y buena prue,
ba

de todo éllo es el Decreto sobre el
ecumenismo Unitati.s redin­
tegratio que nos dio el Concilio Vaticano II el 21 de noviembre
de 1964.
Todo esto es verdad, ·y lejos de -mí estaría el negarlo o desco-­
nocerlo. Pero añado que no es "toda" la. verdad: es decir, que
junto a estos aspectos hay también otros; y estos otros_ soo que
la unión a que tiend.e el ecumenismo, no ha de llegar -por vía de
"confusión de doctrinas", como sería proponer los dogmas con
palabras equívocas, que. sonando externamente una
misma cosa,
en realidad significasen cosas muy diversas para unos y para
otros; la unión así conseguida sería falsa_ y_ engañosa. ·Tampoco
ha de llegar
por vía· de "sincretismo". amalgamando una junto
a otra ideas opuestas, ·al modo como los romanos reunían-en su
panteón a todos los dioses de los países conquistados. Ni ha de
llegar por vía de "ocultación", ccmm si la _ unión tuviera que lo­
grarse a base de ocultar algunas verdades, para que así, profe­
sando solamente algunas, se tuviese una coincidencia, que en rea­
lidad seria una mutilación y una apostasía. Claramente habló so­
bre esto Pablo VI en
su Encíclica

sobre el
DMlogo, Ecclesimn
suam (24) y aparece en el mismo documento del Concilio Vati­
cano II sobre el ecumenistno.
(24) Del 6 de agosto de 1964; véase en la edición de BAC, vol. 251,
en los párrafos o números 81 ss ; lo mismo ha repetido en inuchas otras
ocasiones.
75
Fundaci\363n Speiro

JUAN R.OIG GIR.ONELLA, S. l,
La unidad ha de hacerse en la verdad y sólo en la verdad;
el camino para llegar a la unión ha de ser
el del amor, el del
diálogo entre especialistas ansiosos de verdad, profundizando cada
uno en las fuentes
de la Revelación, de que dimana la formula­
ción de la verdad en dogmas; ha de llegar sobre todo por el ca­
mino sobrenatural de la oración y de la gracia divina. Ha de
llegar también con la verdadera caridad, que sabe distinguir entre lo necesario y lo accidental, entre lo perenne y lo que fue mera­
mente hecho histórico y ocasional. Pero en última instancia, una
verdad que no fuese más que un engaño político no satisfaría a
nadie, ni daría firmeza a esta falsa unión. Con este irenismo nos
uniríamos todos, sí, pero, como dijo Pío XI
1I, nos uiliríamos uen
la ruina cotnún".
Por consiguiente, el ecumenismo bien entendido tampoco se
opone a que con las debidas cautelas se hagan ver las grandes ver­
dades que Balmes hace ver.
¿ Que Balmes ha de ser hoy día "com­
pletado"? De acuerdo.
¿ Que su libro ha de ser leído con la "pre­
caución" y cuidado que Dios y la Iglesia piden de nosotros en
las circunstancias presentes? De acuerdo también. Bien lo expresó
el gran ecumenista P. Charles Boyer, S. I., en una conferencia
pronunciada en "Fundación Balmesiana" precisamente sobre este
temá: "De Balmes al ecumenismo de hoy" (25).
Pero puestas por delante todas estas salvedades
y precaucio­
nes, es innegable también que las grandes ideas de Balmes,
al ele­
varse desde los hechos a
la Filosofía de la Historia, conservan en
este aspecto valor perenne, que también para encauzar bien el ecu­
menismo son de enorme interés y actualidad.
Radica, pues, el perenne interés y actualidad de las ideas de
Balmes en su gran obra El Pmtestantismo comparado con el Ca­
tolicismo en
el hecho de que si bien hoy hemos de "añadirle" ia
consideración de aquellos puntos que pide el ecumenismo tan acen­
tuado de hoy día, sin embargo hemos de evitar el peligro enorme
que se cierne cuando no pocas personas no distinguen entre "uni-
(25) "Espíritu", Barcelona, 17 (1968) 64-71.
76
Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
dad" y "confusión" y consideran como si fuese una adquisición
algo que en
realidad sería destrucción; toman como si fuese "pro­
greso" algo que sería "progresar en la desintegración".
No se diga que el peligro de este engaño es ilusorio, porque
son innumerables los documentos magisteriales y las obras teo­
lógicas en que se pone de manifiesto que en muchas partes se ha
incurrido en la confusión y en la claudicación, con daño inmenso.
Pára no

citar más que unos pocos ejemplos bien típicos: es bueno
notar que la libertad es un gran bien concedido por Dios al
hombre, y que el hombre ha de estar libre de "coacción social"
para buscar la verdad; pero esta libertad no es absoluta, sino ra­
dical, y por tanto, sujeta a limitaciones, sin las cuales sería una
pérdida, no una adquisición. Por ejemplo, el hombre. no es libre
para que
sin bu.sca,r la, verdad pueda abrazar por gusto cualquier
religión, antes tiene obligo,ición de buscar la verdad y de adherirse
a ella una vez lograda ; y añade el Concilio que esta verdad está
en
la Iglesia Católica (26). Que el ejercicio de la libertad de coac­
ción ha de estar concorde con las libertades de los demás, según
exige el orden del bien
común, de

suerte que esta libertad no es
ilimitada
{27).
Ahora bien, Balmes precisamente muy bien hace notar qué
trastornos sociales se han producido cuando la libertad se
ha to­
mado sin límites; una libertad ilimitada, termina por negar la
misma libertad. Sus rectos límites, por el contrario, la fundamen­
tan y fortalecen. Libertad que bien entendida así, no fue precisa­
mente un fruto del protestantismo, sino que ya
estaoo radicada
en

la misma Revelación, hasta
sin formulación
expresa
(28).
De modo semejante podrían señalarse muchos puntos en que
la obra de Balmes, como fundamental Filosofía de la Historia,
conserva (con las salvedades antes indicadas) toda su actualidad
(26) Concilio Vaticano II. Declaración sobre Libertad R:eligiosa, Dig­
nitatis humanae, n. l. Ed. "Biblioteca de Autores Cristianos", vol. 252,
2.' edic. (1968) pág. 683 SS.
(Zl) Ibid., n. 7.
(28) lbid., n. 9.
77
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. I.
y hasta resulta en algunos puntos hoy día de mucho mayor ac­
tualidad e interés, ,precisamente por la mayor necesidad que hay
de entender bien el ecwnenismo.
2. Exito de la obra halmesiana.
Aunque ya en 1838 empezó Balmes a tomar apuntes para es.­
cribir esta obra, no obstante no publicó el prospectó anunciando
la aparición de su primer volumen hasta el 1.0 de marzo de 1842,
y
.no salió a la

luz hasta
el mes de abril. El 14 de noviembre anun­
ciaba la aparición del segundo volumen. El 6 de julio del año 1843,
se pOtlía en conocimiento de todos fa publicación del tercero,
y
a últimos de febrero de 1844 salía el cuarto volumen, que es el
último de la obra. Ya desde 1842 estaba traduciéndose al francés,
y Balmes es­
taba en tratos
para la

traducción inglesa.
La primera edición de
la traducción italiana salió en 1845-1846, a la cual sucedieron va­
rias ediciones, hasta la última, que en el siglo pasado fue proba­
blemente la de 1859
{29). Se tradujo asím.ismo al alemán, al checo,
al húngaro, al polaco, al portugués, mientras
iban ~ucediéndose
las ediciones en español.
No era sorprendente el maravilloso éxito editorial de la obra
balmesiana, precisamente
porque en
ella, sin ofender a nadie per­
sonalmente, ni detenerse en casos particulares y contingentes ( en
que suelen detenerse los talentos vulgares), Balmes se levantaba
(29) MENDOZA~ Juan de Dios, S. l.: Bibliografía balmesiaina. "Biblio­
teca histórica de la
Biblioteca Balmes",

serie
II, vol. XXIV; Barcelona,
Ed. Balmes, 1961; números 584-595. Véase también BATLLORI, Miguel, S. I.
Per _/.a storia. della fortuna. del Balmes in Itadia-. "Congreso Interna­
cional de Filosofía
(Barcelona, 4-10 octubre-1848)

con
. motivo
del Cen­
tenario de
los Filósofos

Francisco
Suárez y

Jaime
Balmes", Actas,
vol.
III,
Madrid, Instituto ''L:uis Vives de Filosofía", 1949, págs. 335-355. El Padre
Batllori sefialaba en esta
feoha diez

ediciones completas del
Protestootismo
en italiano, sin contar los resúmenes y opúsculos que se publicarón de ella.
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Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
a la altura de las grandes ideas y principios, que tienen vigencia
universal.
N atura!mente, no sería oportuno para lo que ahora pretende­
mos en estas
páginas presentar
todo el esquema de
la obra de
Balmes, sino que nos interesará más escoger algunas de sus gran­
des ideas que tienen manifiesta ·relación con los problemas que
estamos viviendo hoy. La respuesta que Balmes les ·dio un siglo
atrás nos hacen entrever por analogía lo que diría hoy. Una de estas ideas es la que podría quizá formularse así:
la
libertad es un gran don concedido por Dios al hombre, pero por
lo mismo que viene de Dios y va dirigida a que
el hombre busque
a través de ella dónde se esconde el Bien que anhela, esta liber­
tad esencialmente tiene límites: puesto que ni crea el Bien, ni
puede no tener la tendencia a buscar el Bien, ni es libre para ne­
gar la
libertad con
que dirá de qué bien hace
usu" bien.
Por
tanto, estos límites parecen mermar la libertad, pero en realidad
la confirman. Por el contrario, una libertad humana que se eri­
giese· como creadora del Bien a que tiende
y como fin en sí misma,
llevaría a que también el hombre tuviese libertad para negar su libertad: es
el despotismo, la tiranía de la Convención. Ahora
bien, el protestantismo, al negar precisamente uno de estos límites
que Dios ha señalado (la sujeción al Magisterio por El instituido)
y al establecer el "libre examen", ha incubado en su seno un prin­
cipio disolvente de falsa libertad, que había de conducir, por la
lógica interna de la realidad, a un librepensamiento, después a la
indiferencia y

escepticismo respecto de la verdad absoluta, y
fi­
nalmente a la -disyuntiva de reaccionar o con la desesperación y
anarquía o, a1 revés, con el fanatismo ciego de la fuerza, hasta cuando se impusiese a nombre de la libertad.
Veamos algunos de los textos de Balmes, que a veces dan la
impresión de haber sido escritos para hombres de nuestros días,
en unos momentos en que estamos viviendo
las consecuencias
de
una inflación de libertad, que no halla en paz sn justo medio.
79
Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
3. La falsa libertad del libre examen.
El título que lleva el capítulo IV es:
El protestantismo lleva
en
su seno wn principio disolvente.
Entiéndase bien: no quiere decir Balmes, cuando habla contra
el libre examen, que el cristiano no pueda constantemente exami­
nar las fuentes mismas de la Revelación
y de sus más altos princi­
pios (como ha desarrollado precisamente en el capítulo anterior),
sino en el sentido negativo que sería oo admitir la limitación que
a la libertad de decisión ha señalado Dios estableciendo el Magis­
terio

como ayuda para interpretar rectamente su Palabra.
La ex­
presión '4libre examen "es una fórmula esquemática, que, como
toda fórmula, ha de ser explicada.
En este sentido dice Balmes que una vez abierto el dique, ya
no han podido taponarlo para encontrar otros límites que eviten
la desintegración de una inundación total: "En vano lucha el
hombre contra la fuerza entrañada por la misma naturaleza de
las cosas; en vano fue que el ¡protestantismo quisiese poner lími­
tes a la extensión del principio de examen y que a veces levan­
tase
tan alto la voz y aun descargase su brazo con tal fuerza que
no parecía sino que trataba de aniquilarlo. El espíritu de examen
privado
estaba en

su mismo seno, allí perseveraba, allí se des­
envolvía, allí obraba aun a pesar suyo: no tenía medio el protes­
tantismo, o echarse en brazos de
la autoridad,
es decir, reconocer
su extravío, o dejar al principio disolvente que ejerciera
su acción,
haciendo desapar,ecer de entre las sectas separadas hasta la som­
bra de la religión de Jesucristo y viniendo a poner el cristianismo
en la clase de las escuelas filosóficas. Dado una vez el grito de
resistencia a la autoridad
de la

Iglesia, pudiéronse muy bien calcu­
lar los funestos resultados; fue desde luego muy fácil prever que,
desenvuelto el maligno germen, traía consigo la ruina de todas
las

verdades cristianas.
¿ Y cómo era posible que no se desenvol­
viese
rápidamente ese germen en un suelo donde
.era tan
viva
la
fermentación? Señalaron a voz en grito los católicos la gravedad
80
Fundaci\363n Speiro

BALMBS ¿QUE DIRJA HOY?
e inminencia del riesgo, y en obsequio de la verdad es menester
confesar qtie tampoco se ocultó a la previsión de algunos protes­
tantes.
¿ Quién ignora las explíciras confesiones que se oyeron ya
desde un principio y se han oído después de
boca de sus hombres
más distinguidos?
Los grandes talentos nunca se han hallado bien
con el protestantismo; siempre han encontrado en él un inmenso
vacío, y por esta causa se los ha visto propender o a la irreligión
o a la unidad católica."
"El tiempo, ese gran juez de todas las opiniones, ha venido
a confirmar el acierto de tan tristes pronósticos; y actualmente
han llegado ya las cosas a tal extremo, que es necesario o estar
muy escaso de intrucción o tener limitados alcances para no co­
nocer que la religión cristiana, tal corno la explican los protes­
tantes, es una opinión y no más; es un sistema fo.rmado de mil
partes incoherentes y que pone el cristianismo al nivel de las es­
cuelas filosóficas. Y nadie debe extrañar que parezca aventajarse
algún tanto a ellas y conserve ciertos rasgos que
dan a su fiso­
nomía algo que no se encuentra en Io puramente excogita-do por
el entendimiento del hombre. ¿ Sabéis de dónde nace todo esto?
Nace de aquella sublimidad de doctrina, de aquella santidad de
moral, que, más o menos desfiguradas, resplandecen siempre en
todo cuanto conserva algún vestigio de la palabra de Jesucristo.
Pero el endeble resplandor que queda luchando con las sombras
después que
ha desaparecido del horizonte el astro luminoso no
puede compararse con la luz del día: las sombras avanzan, se ex­
tienden y, ahogando el
débi'l reflejo,

acaban por sumir la tierra en
obscuridad tenebrosa."
"Tal es la doctrina del cristianismo entre
los protestantes:
con sólo dar una ojeada a sus sectas se conoce que ni son mera­
mente filosóficas ni tienen los caracteres de religión verdadera ;
el
cristianismo está

entre ellas sin una autoridad, y
por esto pa­
rece un viviente separado de su elemento, un á_rbol secado en su
raíz ; por esto presenta la fisonomía pálida y desfigurada de un
semblante que no está
ya animado por el soplo de vida. Habla el
protestantismo de la fe, y su principio fundamental la hiere de
81
6
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
muerte; ensalza el Evangelio, y el mismo principio hace vacilar su
autoridad, pues que la deja abandonada al discernimiento del
hombre;
y si pcndera la santidad o pureza de la moral de J esu­
cristo, ocurre desde luego que en algunas de las sectas disidentes se
Ie despoja de ,su divinidad, y que todas pcdrían hacerlo muy
bien sin faltar al único principio que les sirve de punto de apoyo.
Y una vez negada o puesta en duda la divinidad de Jesucristo,
queda cuando más colocado en la clase de los graodes filósofos
y legisladores; pierde la autoridad necesaria para dar a sus leyes
aquella augusta sanción que
tao respetables las hace a los mor­
tales, no
puede imprimirles

aquel sello que tanto las eleva sobre
todos los pensamientos huma~os y no se· ofrecen ya sus consejos
sublimes como otras taotas lecciones que fluyen de los labios de
la sabiduría increada."
"Quitaodo ai espíritu humano el puoto de apoyo de una auto­
ridad,
¿ en qué pcdrá afianzarse? ¿ No queda abandonado a merced
de sus sueños y delirios? ¿No se le abre de nuevo la tenebrosa e
intrincada senda de interminables disputas que condujo a un caos
a los filósofos de las antiguas escuelas? Aquí no hay réplica, y
en esto andan acordes la razón y la experiencia: substituido a la
autoridad de la Iglesia el examen privado de los protestaotes,
todas las grandes cuestiones sobre la divinidad y el hombre quedan sin resolver, todas las dificultades
permanecen en pie; y

flotando
entre sombras el entendimiento hu~ano, sin divisar una luz que
pueda servirle de guía segura, abrumado pcr la gritería de cien
escuelas que disputao de continuo sin aclarar nada, cae en aquel
desaliento y postración en que le había encontrado el cristianismo y del que le babia levantado a costa de grandes esfuerzos.
La duda,
el pirronismo, la indiferencia serán entonces el patrimonio de :los
talentos más aventajados; las teorías vanas,
'los sistemas hipotéti­
eos, 1os
sueños,

formarán el entretenimiento de los sabios comu­
nes; la superstición y las moostruosidades serán el pábulo de los
ignorantes."
Bahnes se hace ecn de una acusación ( que pronunciada en
1842 parece
m:is bien un

eco de las que seguimos oyendo en 1971) :
82
Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
la acusación de que poner estos límites a la libertad, al exigir
acatamiento al Magisterio de la Iglesia, con ello se viola la dig­
nidad del hombre. Dice así Balmes: "Gloríanse los protestantes de la independencia de su entendimiento
y achacan a fa religión
católica el que viola los derechos más sagrados, pues que, exigien­
do sumisión, ultraja la dignidad del hombre. Cuando se declama
en este sentido vienen muy a propósito las exageraciones sobre
las fuerzas de nuestro entendimiento, y no se necesita más que
echar mano de algunas imágenes seductoras, pronunciando las
palabras de atrevido vuelo, de hermosas alas y otras semejantes,
para dejar completamente alucinados a los lectores vulgares."
"Goce enhorabuena de sus derechos el espíritu del hombre,
gloríese de poseer la centella divina que apellidamos entendimiento,
recorra ufano la naturaleza y, observando
los demás
seres que le
rcxlean, note con complacencia la inmensa altura a que sobre todos
ellos se encuentra elevado [ ... ] ; mas por reconocer la dignidad y
elevación de nuestro espíritu, mostrándonos agradecidos al bene­
ficio que nos ha dispensado el Criador, ¿ deberemos llegar hasta
el extremo de olvidar nuestros defectos
y debilidad? ¿ A qué en­
gañamos a nosotros mismos, queriendo persuadirnos que sabemos
lo que en realidad ignoramos? ¿ A qué olvidar la inconstancia y
volubilidad de nuestro espíritu? ¿ A qué disimulamos que en
muchas materias, aun aquellas que son objeto de las ciencias hu­
manas, se abruma y confunde nuestro entendimiento, y que hay
mucho de ilusión en nuestro saber, mucho de hiperbólico en la
¡xmderación de los adelantos de nuestros conocimientos? ¿ No
viene un día a desmentir
'lo que
asentamos otro día?
¿No viene
de continuo el curso de los tiempos burlando todas nuestras pre­
visiones, deshaciendo nuestros planes y manifestando lo aéreo
de nuestros proyectos?"
Parece que Balmes estuviese leyendo los incesantes cambios
de la exégesis protestante en cuanto a los puntos más fundamen­
tales y graves de la interpretación bíblica durante tres siglos;
después que algunos pretendieron, sin conseguirlo, dar una ver­
dad que de derecho fuese tal para todos. en el mismo orden racio-
83
Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
na! o filosófico, Kant pretendió que su revolución copernicana
daría estabilidad a la filosofía después de él: pero, por el con·
trario, ha sobrevenido la mayor desintegración; pretendió asentar una universalidad
y necesidad, que ni siquiera pretendía debieran
ser admitidas por seres superiores no dotados de sensibilidad, pu­
ramente espirituales; pero ni hasta así limitada la verdad, ha
tenido consistencia su intento. Hegel pretendió que su filosofía
sería el término a que iba dirigido todo el proceso filosófico: pero,
en realidad, inmediatamente después de él, unos pasaron de nuevo
a un
Logos, un Dios, extrínseco·

al devenir, que garantizase
la in­
mutabilidad o ley del devenir, con lo cual ya el hegelismo se hun­
día, mientras que en el extremo opuesto los que más consecuen­
temente sumergían en el devenir la misma ley del devenir, como
Benedetto Croce, caían en un relativismo de pura desintegración.
Sur~ Husserl,

que de momento pareció iba a dar con su severo
método cierta fijeza de universalidad y necesidad a la verdad :
pero una trascendencia encerrada en la misma inmanencia no per-­
mitía admitir el proceso histórico, ni la realidad fluyente de otros
"yo" plenamente trascendentes que proyectasen un mundo de uni­
versales
concordante ,con el

de uno propio; y con
-ello dio
paso a
Heidegger y al existencialismo; no ha sido solución encerrarse en
un mero positivismo, ¡x:,rque "desconocer" los problemas últimos
de su fundamentación no es "resolverlos". Al fin, ya no pocos
filósofos de hoy ni siquiera proponen o pretenden hablar de ia
verdad más que como mera expresión de "su" propia verdad,
como podria ser
"su" quejido,
o
"su" dolor,
o
"su" eodicia, pu­
ramente singular y limitada. ¿ Qué sistema filosófico de hoy día,
nacido dentro de este ambiente criticista, ha conseguido que los
que lo continúan no empiecen negando sus mismos principios?
Cobran fuerza a la luz de estas realidades las palabras de
Balmes: "El catolicismo dice al hombre: "Tu entendimiento es
muy flaco, y en muchas cosas necesita un apoyo y una guía." Y el
protestantismo le dice: "La luz te rodea, marcha por do quieras,
no hay para ti mejor guía que tú mismo." ¿ Cuál de las dos re-
84
Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRIA HOY?
ligiones está de acuerdo con las lecciones de la más alta filo­
sofía?"
Por esto es notable el hecho de que cuando un católico pasa
al protestantismo, suela escribir en seguida contrQ el catolicismo
que ha dejado { como si inconscientemente sintiese que ha hecho
mal y que ha de justificar, ante su propia conciencia y los demás,
una rebelión de la que no está tranquilo), mientras que no suele
escribir a fwvor del protestantismo { como si en lo hondo de su
alma no estuviese convencido de haber hallado allí la verdad) ; en
cambio sucede al revés, que los grandes conversos del protestan­
tismo al catolicismo no suelen escribir denigrando el protestan­
tismo que abandonaron ( como si sintiesen que es innecesaria tal
declaración) y en cambio suelen acentnar mucho la gran esperan­
za,
la firmeza y la felicidad de la verdad hallada.
Balmes nota con profundidad lo hondo de las reacciones del
espíritu
huma.no: "Ya

no debe, pues, parecer extraño que los
talentos más grandes que ha tenido el
protestantismo, todos

hayan
sentido cierta propensión a la religión ·católica, y que no haya
podido ocultárseles la profunda sabiduría que se encierra en el
pensamiento de sujetar en algunas materias ,el entendimiento hu­
mano al fallo de una autoridad irrecusable. Y en efecto: mientras
se encuentre una autoridad que en su origen, en su establecimien­
to, en su conservación,
en su doctrina y cónducta reúna todos los
títulos que puedan acreditarla de divina, ¿ qué adelanta el enten­
dimiento con no querer sujetarse a ella?
¿ Qué alcanza divagando
a merced de sus ilusiones, en gravísimas materias, siguiendo ca­ minos donde no encuentra otra cosa que recuerdos de· extravíos,
escarmientos
y desengaños ?"
En

nota cita Balmes las palabras de Lutero escribiendo a
Zuinglio: "Si dura mucho el mundo, será de nuevo necesario,
a causa de las varias interpretaciones de la Escritura que ahora
circulan, para conservar la unidad de la fe, recibir los decretos
de
los concilios y refugiarnos a ellos." Y cita a continuación· otros
testimonios semejantes de Melanchton, Calvino, Beza, Grocio y
hasta las curiosas del filósofo Leilmiz ( que pertenecía a la con-
85
Fundaci\363n Speiro

fUAN ROIG GIRONEILA, S. l.
lesión de Augsburgo) : "En todos los casos que no permiten los
retardos de l.a convocación de un concilio general o que no me­
recen ser tratados
en él,
es
preciso admitir
que el primero de los
obispos, o el Soberano Pontífice, tiene el mismo poder que la
Iglesia entera." Es decir, sentían el afán de buscar un sustitutivo
a lo que Dios mismo había establecido y que el protestantismo
había negado, empezando a seguir, por la lógica interna de los
hechos, hacia la inestabilidad,
la multiplicidad de la desintegra­
ción y en el fondo la negación de la misma verdad que todavía
querían mantener.
4. Indiferencia y fanatismo: dos extremos opuestos acarreados
a Europa por el protestantismo.
Si Balmes nos ha dado una profunda lección de Filosofía de
la Historia al hacernos ver que en el orden del conocimiento una
sabía limitación de la libertad ayuda para ser libre del escepti­
cismo y de sus angustias, en otro capítulo, no menos genial, aplica
la misma doctrina, no ya al conocimiento, sino a la voluntad, o
si se quiere decir así, a sus aplicaciones prácticas.
Las consecuencias prácticas de aquel fallo radical fueron. con­
ducir a dos extremos opuestos: de un lado a la indiferencia, hija
de las dudas en vez de la firmeza de la convicción en
la posesión
de la verdad, indiferencia que lleva a la voluntad la angustia
cuando necesita un apoyo firme a que asirse, y que en algunos
casos ha llevado hasta la desesperación; de otro lado, por reac­
ción equivocada, pero muy explicable, ha llevado al fanatismo,
es
decir, a

una solución de convicción irrazonab1e, sostenida,
"por­
que

sí",
quia nominar leo, que es el fanatismo de la violencia.
Pero será mejor dejar la palabra al mismo Balmes en el
capítulo VII de su obra: "Rechazada
por el protestantismo la
autoridad de la Iglesia, y estribando sobre este principio como
único cimiento, ha debido buscar en el hombre todo su apoyo; y
desconocido hasta tal punto el espíritu humano, y su verdadero
86
Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
ca.rácter, y sus relaciones con las verdades religiosas y morales,
le ha dejado ancho campo para precipitarse, según la variedad
de situaciones, en dos extremos tan opuestos eomo son el faina,­
tismo y la ind;ferencia."
"Extraño parecerá quizás enlace semejante y que extravíos
tan opuestos puedan dimanar de un mismo origen, y, sin em­
bargo, nada hay más cierto, viniendo en esta parte los ejemplos
de la historia a confirmar las lecciones de la filosofía. Apelando
el protestantismo al solo hombre en las materias religiosas, no
le quedaban sino dos medios de hacerlo: o suponerle inspirado
del cielo para el descubrimiento de la verdad, o sujetar todas las
verdades religiosas al examen de la razón: es decir, o la inspir{],­
ción o la füosofía. El someter las verdades religiosas al fallo de la
razón debía acarrear tarde o temprano la .indiferencia~ así como
la inspiración particular o el espíritu privado habla de engendrar
el fanatismo."
Realmente las palabras de Balmes han sido confirmadas por
los hechos. Gran parte de las exageraciones escépticas y negativas
a que ha llegado la exégesis protestante se debe a que en el
fondo tiene una inspiración de filosofía subjetivista y agnóstica
que
la lleva a un naturalismo racionalista, totalmente opuesto a la
trascendencia
de Dios,
a la trascendencia de la Revelación y, por
tanto, en clara antítesis, con lo más íntimo
y propio de la religión
-cristiana,
qué es teocéntrica, no antropocéntrica. De otra parte,
la proliferación de pretendidos "profetas" y "carismáticos" (que
no lo son en el verdadero sentido de la
palabra, por
cuanto todo
cristiano ,es movido por el Espíritu Santo corno miembro vivo del
cuerpo místico de Cristo, de quien recibe la fe y la justificación)
sino que no quieren someter sus "profecías" a una autoridad ·su­
perior (I O>r. 14, 29; 37; I.ª Juan, 4, 1).
No transcribiré las palabras de Balmes en todo lo que sigue
en este capítulo porque esto sería alargarnos demasiado: cual­
quier lector tendrá fácilmente a mano la obra .balmesiana. En él
expone Bahnes algunos de ]os muchísimos casos en que pobres
ilusos creyéndose "profetas" han llegado a las mayores locuras.
87
Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
Pero si en vez de detenemos en 1842, citásemos lo qne nos ha
ido dando
la historia desde 1842 hasta hoy, el capitulo de Balmes
se convertiría en un tomo de enciclopedia.
Tan interesante como él es el capítulo siguiente VIII, dedica­
do
al fanatismo, que Balmes encierra muy bien en sus justos lí­
mites: "Injusticia fuera tachar una religión de falsa sólo porque
en su seno hubieran aparecido fanáticos: esto equilvaldría a des­
hecharlas todas, pues que no sería dable encontrar una que estuviese exenta de semejante plaga. No está el mal en que se presenten
fanáticos en medio de una religión, sino en que ella los forme, en
que los incite
al fanatismo o les abra para él anchurosas puertas."
Pero no hay que entender por fanatismo tener convicciones pro­
fundas, arraigadas, si se presentan razonablemente y se defienden
con medios proporcionados:
'~Pero si la opinión fuere verdadera,
los medios de defenderla legítimos y la ocasión oportuna, enton­
ces no hay fanatismo, por grande que sea la exaltación del ánimo,
por viva que sea su efervescencia, por vigorosos que sean los es­
fuerzois que se hagan, por costosos que sean los sacrificios- que se
arrostren ; -entonces habrá entusiasmo en el ánimo y heroísmo en
la acción, pero fanatismo no:
de otra manera los héroes de todos
los tiempos y países quedarían afeados con la mancha de faná­
ticos."
Ahora bien, ¿ dónde de suyo, dónde surgirá por la fuerza mis­
ma de los hechos el fanático como en su terreno natural?, ¿ en el
que creyéndose ser profeta o inspirado o sujeto de revelaciones
divinas, sabe que hay una autoridad que le puede instruir y even­
tualmente corregir, o en el que pueda proclamarse a sí mismo
norma última para proclamar una verdad que no durará ni veinte
años en su pretensión de ser inmutable?
5. El ateí,mo.
Ya es muy notable que Balmes haya entrevisto a tantos años
de distancia que el principio íntimo de destrucción que el protes­
tantismo llevaba en su seno contenía un germen que de suyo
88
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BALMES ¿QUE DIRIA HOY?
tendía a producir a la larga el indiferentismo, por la multiplicidad
de afitmaciones 'en materias sumamente graves y fundamentales,
que en vez de ser estables irían cambiando y debilitándose. Pero
además de ello también es notable que Balmes haya entrevisto a
mitad del siglo xrx que esta disposición conduciría al ateísmo. En el capítulo IX de su obra, titulado
La mcredulidad y, !.a
indiferencia religiosa acarreadas a Europa por e/ protestantismo,
va

exponiendo los diversos pasos por los que se siguió hasta que
en el siglo
XVIII ya empezaron a dar este último paso del ateís­
mo, cuyas últimas consecuencias, en grandes proporciones palpa­
mos hoy : "No es mi ánimo el tachar de impíos a todos los pro­
testantes y reconozco gustoso la entereza y tesón con que algunos
de sus sabios más ilustres se han opuesto al progreso de la im­
píedad. No ignoro que los hombres adoptan a veces un principio
cuyas consecuencias rechazan, y que entonces sería una injusticia
el colocarlos en la misma clase de aquellos que defienden a las
claras esas mismas consecuencias; ptro también sé que, por más
que se resistan ,los protestantes a confesar que su sistema conduz.:.
ca al ateísmo, no deja por ello de ser muy cierto; pueden exigir­
me que yo no culpe en este punto sus intenciones, mas no que­
jarse de que haya desenvuelto hasta las últimas consecuencias su
principio fundamental, no desviándome nunca de lo que nos en­
señan acordes la filosofía y la historía" (30).
Uno de
-los aspectos
en que se confirma más la verdad de la
previsión de Balmes es aquel que se refiere a los sectores del
pro­
testantismo

donde ha hallado cabida, casi como
e,¡pontánea­
mente, una filosofía que ciertamente había de chocar y encontrar
tenaz oposición en un ambiente católico: es el ambiente filosó­
fico subjetivista.
Kant admite a Dios, ciertamente; pero ¡ qué Dios t Al que ni
podemos ascender como fuente de toda belleza, verdad y bondad
al ver en este mundo los vestigios de su perfección, sino un Dios
impuesto por una razón práctica ciega, que nos hace asentar que
(30) El Protestantismo, cap. 9; BB V, 1~15'1; BAJC 1V, 93.
89
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
ha de ser el garante de la inmortalidad y de la sanción moral, sin
que nuestro entendimiento pueda decir que "es" así. ¿ Podría un
hijo amar verdaderamente

a un hombre
y a una mujer de quienes
tuviese que '"postular" que son sus padres, pero que de ninguna
manera pudiera conocer su entendimiento que lo "son" mediante
los testigos autorizados de que dispone? El día en que
rechace
como absurda esta división radical entre entendimiento y volun­
tad, ¿ qué será de su ciega "postulación" de Dios?
Y si de
Kant pasamos
a Hegel,
¿ qué es el "dios" de Hegel?
No me interesa ahora en absoluto ponerme a discutir si su sistema
es "panteísta" o "panenteísta" o lo que se quiera decir: pero cier­
tamente en su sistema no está aquel Ser que en la Revelación
nos
ha

dicho que nos ama con amor gratuito, habiéndonos creado sin
ninguna necesidad sino libremente, que no nos olvida, como
una
madre

no
puede olvidar al hijo

de sus entrañas
{Is. 66, 13,) y
con
un amor eterno (Is.
54, 8).
En

tiempos de Balmes llamaban a la filosofía kantiana y pos­
kantiana filosofía (¡espiritualista" porque

realmente era una reac­
ción contra el "materialismo" de Lamettrie y otros del siglo an­
terior; y sin embargo, Balmes, hablando de esta fe en Dios, que
al principio los protestantes creyeron poder conservar intacta, les
dice: "Dichosos los protestantes si en medio de sus extravío3
conservaran al menos este precioso tesoro 1 [ de la fe en Dios] ; si
no apartándose de las huellas de sus predecesores rechazasen esa
filosofía monstruosa que amenaza resucitar todos los errores an­
tignos y modernos, comenzando por substituir el informe panteís­
mo al Dios sublime de los cristianos. Que no estén desprevenidos
los protestantes que profesan amor a la verdad, que se interesan
¡x:>r el

honor de
su comunión,
por el bien de su patria, por el
porvenir del mundo; si el panteísmo llega a dominar, no será la
filosofía espiritualista la que habrá salido triunfante, sino la
materialista. En vano se entregan los filósofos alemanes a la abs­
tracción y al enigma, en vano condenan -la filosofía sensualista del
pasado siglo: un Dios confundido con la naturaleza no es Dios ;
un Dios 90
Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
vinización del universo, es decir, la negación de Dios" {31). ¿ No
tenía razón Balmes al escribir estas palabras en las primeras dé­
cadas del siglo xrx
cuando todavía

era poco conocido Hegel ? ,
¿ no
tenía razón al pensar que lógicamente, por la fuerza interna de los
hechos, este ".espiritualismo" llevaría al "materialismo", cuando
un siglo después vemos
la trayectoria que han seguido con Hegel­
Feuerbach-Marx, hasta conducir al "materialismo dialéctico" del
comunismo, esencialmente ateo? (32).
Pero
si de la filosofía que se ha incubado en el seno de los
ambientes donde nació el protestantismo se pasa a
la zona de la
misma teología y exégesis bíblica, ya ni es preciso aducir pruebas
que confirmen sus afirmaciones, porque
son demasiado conocidas
por todos. Sólo citaré un caso, precisamente porque en el mo­
mento en que escribo tiene cierta actualidad: el libro del conocido
obispo anglicano de
\Vollwich, J ohn A. T. Robinson, H onest to
Gad. ¿ En qué fuentes se inspiró para ·escribirlo? Él mismo nos
las da: son los alemanes Tillich, Bonhoeffer y Bultmann. Llega a
identificar a Dios con "lo más profundo de nuestro ser". ¿ Pero
"está en" lo más profundo de nuestro ser individual y humano, o
"e.s sólo" esto? Entonces~ ¿ en qué se diferencia el humanismo de
Robinson del ateísmo, sino pura cuestión de nombre? "'Esto -y
no su religiosidád ni su creencia en la existencia de una Persona
en el
cielo-----es

lo que en definitiva lo distingue (al cristiano) del
humanista
y del ateo" (33) dice. Y "esto", identificado con lo más
(JI) El Protest"1>tismo, cap. 69; BB VIII, 248; BA,C IV, 725.
(32) C(I;f'tas a un escéptico, carta IX, Pan.teísmo de la filüsoffu ailem.ana;
BE X, 175 ss.; BkC V, 339. "Extrafio es que filósofos q_ue se glorian de
altamente ,espiritualistas, que se manifiestan despreciar el
materialismo fran­
cés

del
,siglo ¡pasado, lo establezcan tan

lisa y
llanamente combatiendo
la

espiritualidad,
la inmortalidad y el origen divino de nuestra alma."
Véase el desarrollo posterior de estas ideas
a continuación,
íbid., BE X,
181; BAC V, 342.
(33) ROBINSON, John, A. T.: Siwcer envers Déu (Hon,est to God). Ed.
"Ariel", Barcelona, 1966, .pág. 190. Para ,esto, que aquí no puedo desarrollar
.más, remito

a mi artículo:
Cristianismo .sin Dios y sin religión. "Cristian­
dad", Barcelona XIV /1%7) núm. 432, pág. 32--37.
91
Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG GIRONELLA, S. I,
profundo del ser humano, es lo que. llama "amor", sin que sepa­
mos si
-es personal,
consciente. Pero como se sabe,
la difusión y
éxito de este libro ha sido muy grande.
No discutiré ahora ciertamente, porque estaría fuera de lugar,
si lo que suenan las
palabras de

Robinson, es decir, la intención
objetiva de su
libro, coincide

o no con la intención subjetiva del
autor
al escribirlas; pero por lo menos es innegable que habla de
tal manera sobre Dios que muchos los han interpr,etado así:
A.
Mac Intyre decía en Encounter: ''Lo que llama la atención en el
libro del Dr. Robinson es, primero y sobre todo, que el autor es
ateo." Y T. E. Utley, en
Sundary Telegrmph, decía: "¿ Qué le su­
cedería a un
obispo anglicano

que no creyese en Dios ? Sostengo
que ésta es la situación del
obispo de

Wollwich ... Me
parece que
el

autor viola los principios del trato honrado, pues intenta vender
como cristiana una mercancía que no tiene relación con el signi­
ficado histórico y admitido de esta palabra" (34). V amos, no obstante, a suponer que
todos los
que han
interpre­
tado

a Robinson cuando nos habla con
palabras que
suenan a ne­
gación de la divinidad de Jesucristo, o identificando a Dios con
lo íntimo de nuestro ser, o liberando a la moral de la sujeción a
cualquier precepto universal se hubiesen equivocado: por lo me­
nos es bien cierto que habla con un lenguaje tan
sospechosamente
oscuro,

que se ha prestado a que muchos -cuya buena fe no
puede ponerse en duda- lo hayan interpretado así. ¿No dista esto totalmente de una clara
profesión de fe en Dios trascendente?
Como
no· conoce la filosofía de la tradición católica (sino las
filosofías nacidas precisamente de este ambiente subjetivista que
profesan los autores alemanes en quienes se inspira), resulta que
para Robinson debería ser Dios·"absolutamente otro", y, por tanto,
"absolutamente incognoscible". Por nuestra filosofía sabemos que
Dios "es otro", trascendente, distinto de todo lo creado; pero no
es "absolutamente otro". Antes al revés, como todo lo creado de-
(34) Se encontrarán estas citas en el artículo mencionado en la nota
anterior.
92
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BALMES ¿QUE DIRJA HOY 1
pende de El en cuanto a tod'O, hasta la más íntima profunda raíz
de su ser (por cuanto es Creador), resulta que todo lo que tiene
algo de perfección, algo de ser, es un vestigio
de El.

Pero dada
ya esta semejanza precisamente porque Dios es ser y todos somos
seres, es decir, que nuestro conocimiento de ser es totalmente tras­
cendente, sin límite, resulta que en cuanto
al mOIJo con que Dios
realiza esta perfección propia suya, dista infinitamente del modo
humano o creado de realizarla. De modo que podemos decir que
Dios es el ser "de quien" conocemos más (pues toda perfección,
todo lo positivo será totalmente un vestigio suyo), pero puesto ya
este conocimiento es el ser "que" conocemos menos ,(es decir, en
cuanto a su modo propio de Infinito con que realiza esta per­
fección).
Nuestra

filosofía, por uua parte,
nos pone
a
salvo del panteís­
mo

: pero por otro lado nos libra del agnosticismo.
La "analogía
del ser", raíz del pensamiento 'filosófico católico, es por fuerza
teísta. En cambio la filosofía que nació en estos ambientes subje­
tivistas del protestantismo, fácilmente cae por su mismo peso a
un lado o a otro: o a un panteísmo, que verdaderamente niega a
Dios, o a un agnosticismo, que también lo desconoce al identifi­
carlo con lo íntimo de cada ser individual. Pregunto, pues, ¿ no
tenía razón Balmes al afirmar que la lógica interna de
los hechos,
por

llevar el protestantismo en su seno el principio de rebelión
contra la autoridad puesta por Dios, conduciría a estas situacio­
nes de ateísmo?
Balmes vio muy claro hace más de un siglo. Y cuando toda­
vía hoy tantos hay a nuestro alrededor que no aciertan a ver
estas consecuencias, Balmes, ¿ qué les diría hoy? ·
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IV
LA LIBERTAD A LA LUZ DE LA FILOSOFIA
DE LA HISTORIA
l. La libertad
y sus límites.
Pocos temas hay que sean hoy día tan de actualidad como el
tema de la libertad. Pero en nuestros dias, su actualidad ya no
queda meramente en el plano de la discusión doctrinal, sino que
ha descendido a la práctica de lo que
podría llamarse

un estado
perenne de rebelión que en realidad es negación de la libertad: niega la libertad de vivir en
paz; niega la liber,tad de arreglar las
diferencias y buscar el perfeccionamiento por las vías de
la lega­
lidad propias del hombre racional; niega la libertad de que los
hombres desapasionadamente puedan ahondar en
el amor a la
verdad para hallarla.
Frente a la raíz misma del liberalismo "estricto" ( que pro­
clamaba la libertad humana ilimitada porqne no la fundaba en
Dios, sino en el hombre mismo, y por tanto llevada a sus últimas
consecuencias habría de anunciarse con el absurdo de aquel filó­
sofo de nuestros días cuando decía que el hombre "es libertad"),
Balmes, por el contrario, afirma la obligación que tenemos de bus­
car la Verdad. No somos moralmente libres para no buscarla o
para rechazarla una vez ha1lada.
La obligación pone un límite ;
pero
este límite en realidad
la afianza, porque si el hombre no
tuviese esta obligación (radicada, como toda obligación, en Dios)
y fuese totalmente libre, también sería libre para negar la libertad.
Ahora bien, Balmes hace ver muy bien que quienes atacan la
Verdad, atacaban también con ello la moral, y de ahí vendría la
sujeción a la perturbación social, es decir, pérdida de libertad:
94
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BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
"Se han atacado los dogmas, pero no se ha reflexionado bastaote
que con ellos estaba
ligada íntimamente la moral, y que esa moral
misma es un dogma. Con la proclamación de una libertad de pen­
sar ilimitada se ha concedido al entendimiento la impecabilidad ;
el error ha dejado de figurar entre las faltas de que puede el
hombre hacerse culpable. Se ha olvidado que para
querer es ne­
cesario conocer~ y que para querer bien es indispensable conocer
bien. Si se examinan la mayor parte de 1os extravíos de nuestro
corazón, se encontrará que tienen su origen en un concepto errado;
¿ cómo es posible, pues, que no sea para el hombre un deber el
preservar su entendimiento del error? Pero desde que se ha dicho
que las opiniones importaban poco, que el hombre era libre en
escoger las que quisiese sin ningún género de trabas, aun cuand_o
perteneciesen a la religión y a la moral, la verdad ha perdido de
su estimación
y no disfruta a los ojos de los hombres aquella alta
importancia que antes tenía por sí misma, por su valor intrínseco,
y muchos son los que no se creen obligados a ningún esfuerzo
para
alcanzarla. Lamentable
situación de los espíritus
y que en­
cierra uno de los más terribles males que afligen a la sociedad" (35).
Si el hombre tiene obligación de
l:,uscar la
Verdad, puede ha­
ber errores culpables, cuando por interés o pasión no pone los
debidos medios para hallarla, o cuando esquiva la luz entrevista. Será inculpable el error que se tiene de buena fe; será culpable el
error que implica huir de la 1 uz, siendo Dios con ella el prin­
cipio y el término de nuestro ser. Muy bien pudo decir N ewman
( en
aquella ocasión

memorable en que enfermo, medio inconscien­
te), decía "no he pecado nunca contra la luz":
y Dios le concedió
llegar al término para hallarla. Balmes insiste mucho en hacer ver
la culpabilidad que puede haber en el error, después de haber ex­
puesto que el principio protestante del "libre examen" tenía en el fondo este secreto enlace con la base errónea de
lo que fue
después el liberalismo radical.
"Los primeros . [ los que sostienen la doctrina católica] tienen
(35) El Protest 95
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
por principio inconcuso que hay errO'l'es de entendiimiento que son
culpables; los segundos [los que defienden la raíz del liberalismo]
piensan, al contrario, que todos los errores de entendimiento son
inocentes. Los católicos miran como una de las primeras ofensas
que puede el hombre hacer a Dios, el error acerca de las impor­
tantes verdades religiosas y morales; sus adversarios excusan esa
clase de errores con la mayor indulgencia,
y no pueden conducirse
de otro modo :So pena de ser inconsecuentes. Los católicos admiten
la posibilidad de la ignorancia invencible de algunas verdades muy
graves, pero esta posibilidad la limitan a ciertas circunstancias,
fuera de las cuales declaran al hombre culpable; pero sus adver­
sarios, ponderando de continuo la libertad de pensar, no ponién­
dole más trabas que las que sean del gusto del individuo, afir­
mando sin cesar que cada cual es libre de tener fas opiniones que
más le agraden, han llegado a inspirar a todos sus partidarios la
convicción de que no hay opiniones culpables, que no tiene el hom­
bre la obligación de escudriñar cuidadosamente el fondo de su
alma para examinar si hay algunas causas secretas que le impelen
a apartarse de la verdad; han llegado, por fin, a confundir mons­
truosamente la libertad física del entendimiento con la libertad
moral, han desterrado del orden de las opiniones las ideas de
lí­
cito
o ilídto, han dado a entender que estas ideas no tenían apli­
cación cuando se trataba del pensamiento. Es decir, que en el
orden de las ideas han confundido el derecho con
el hecho, han
declarado inútiles e
incompetentes todas

las leyes divinas y hu­
manas. j Insensatos ! . Como si fuera posible que lo que hay má.J
alto y más noble de la humana naturaleza no estuviera sujeto a
. ninguna regla; como si fuera posible que lo que hace al hombre
rey de la creación no debiese -concurrir a la inefable armonía de las
partes del universo entre sí y del todo con Dios; como si esta ar­
monía
pudiese ni subsistir, ni concebirse siquiera en el hombre no
declarando como la primera de sus obligaciones la de mantenerse
adherido a la verdád."
"He aquí una razón profunda que justifica a
la Iglesia cató­
lica cuando considera
el pecado de herejía como uno de los ma-
96
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BALMES ¿QUE DIRIA HOY?
yores que el hombre puede cometer. ¡ Qué! Vosotros, que son­
reís de lástima y desprecio al solo mentar el nombre de pecado
de herejía; vosotros, que le consideráis como una invención sa­
cerdotal para
domjnar las

conciencias y escatimar
la libertad del
pensamiento,
¿ con qué derecho os arrogáis la facultad de conde­
nar

las herejías que se oponen a vuestra ortodoxia?, ¿con qué de­
recho condenáis esas sociedades donde se enseñan máximas aten­
tatorias a la propiedad, al orden público, a la existencia del
poder?
Si el pesamiento es libre, si quien pretende coartarle en lo más
mínimo viola derechos sagrados, si la conciencia no debe estar
sujeta a ninguna traba, si es un absurdo, un contrasentido, el pre­
tender obligar a obrar contra
e~a o

a desobedecer sus inspiracio­
nes,
¿ por qué no dejáis hacer a esos hombres que quieren des­
truir todo el orden social existente, a esas asociaciones subterrá­
neas que de vez en
cuando envían

algunos de sus miembros a dis­
parar
el plomo homicida contra el pecho de los reyes? Sabed que
si para declarar injusta y cruel la intolerancia que se
ha tenido en
ciertas épocas con vuestros errores invocáis vosotros vuestras
convicciones, ellos también pueden invocar las suyas. Vosotros de­
cíais que las doctrinas de la Iglesia eran invenciones hwnanas,
ellos dicen que las doctrinas reinantes en
fa sociedad son también
invenciones humanas; vosotros decíais que el orden social anti­
guo era un monopolio, ellos dicen que es un monopoli_o el orden
actual; vosotros decíais que los poderes antiguos eran tiránicos,
y ellos dicen que IOs poderes actuales tiránicos son; vosotros de­
cíais que queríais destruir
lo existente para fundar instituciones
nuevas que harían la dicha de la humanidad, ellos dicen que quie­
ren derribar todo lo existente para plantear también otras institu­
ciones que labrarán la dicha del linaje humano; vosotros decla­
rábais santa
la guerra

que se hacía al poder antigno, y ellos
de­
claran santa la guerra que se hace al poder actual; vosotros ape­
lásteis a los medios de que podíais disponer y los pretendisteis
legitimados por
la necesidad, ellos declaran también legítimo el
único medio que tienen, que consiste en concertarse, en preparar­se para
el momentO oportuno, procurando acelerarle asesinando
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JUAN ROIG (f;JRONBXLA, -'$, l.
persows augustas. I:J:;,l,éj~ pretendido. hai:~r respetar todas vue&:
tras-opiniones

hasta
el.ateísmo, y habéis enseñado que.

nadie
te,
nía el derecho de impediros .. e.J obrar:. cop:f'?rme .a_ vuestro~ pdnci­
pios;

pues_
bien, principios_ tienen.también, y -principios .,horrible~,
los fanáticos de quienes est;;unos hablandq; _ convicciones. tienen
también, y convicciones horribles"

(36).
,tNo ,es innegable

que
Balmes habla wn una intuición que

parecía
ha~erle ver un

siglo
antes el
esta,d9 de.

rebelión,
el ambiente_ d~ guerras incesantes a
que nos !levaría
.el. comunismo,, fruto espontáneo de este libera­
lismo
de "Iibert;J.d ilimitada'',

donde se llegaría
h;,sta a
tener li­
bertad
para negar la libertad, proclaniando como única libertad la
que- dicen se tiene en el comunismo?. . · . .. ''. -. . .
. "Una vez sentadoel principio de que hay errores culpables,
principio q~~.; -Sinp--~º la teoría, al_ n:ienos en __ la_ ,práctica Íodo el
mundo debe a4mi_tir~ pe~o _principio que en __ teoría só~o el cato­
lici_.smo_ sost,iene cumpli~~te, ·!e~~ta bien clara ID: razón de la
justicia con que el poder humano castiga la propalación y la en­
señanza de ciertas .doctrinas, y los actQs que a consecuencia de
ellas se cometen, si11; para~se -~º ~a convicción q~e pudicia_ abr~gar
el delincuente. La ley conviene . en que existió o pudo existir ese
error de .entendi~ient?; pero_ e!I tal c~so __ decl~a culpable ese mis­
mo error;
y "_cuando el hombre=: invoca el testimonio de la pro­
pia conciencia, la ley Je recuerda .el deber que tenía de rectificar­
la" (3?). 1.,a conciencia indivi<;tual es norma "matlifestativa" de la
obligación;
por o
a través de la conciencia, al hombre se le manifies­
ta, conoce la verdad sobre sn <;>Í,ligación ; pero esta conciencia ha de
formarse según la realidad, que -és norma "constitutiva": la rea­
lidad la crea Dios, la norma de la obligación radica, pues, en
Dios .. Por tanto,
el_ hombre
tiene obligación de trabajar tanto para
buscar la verdad como para formár su conciencia según ésta nor­
ma objetiva o ley, ya sea"11atural, ya divina positiva, ya .dada. par
la

autoridad constituida por el mismo Dios
para que
nos enseñe
y nos rija.
98
(.36) !bid., cap. 35; BB Vl, '277-281; BAC IV, 355-357.
(37) . !bid, cap. :Í5; BB VI, ·281 i BAé IVÍ 358.
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BALMESC ¿QUE DIRIA HOY?
2. La verdadera tolerancia.
Se da la paradoja de que quien parecería ser intolerante es,
por
·el contrario,
más tolerante, porque conociendo bien que ha de
buscar l::i Verdad, anclada en ·Dfos, si nü ·transige con e-1 error ni
con el mal, ·tiene más· árilor al hombre, hij6 de Dios, destiriado c1
poseer la verdad y el bien: "Algunos se íniaginan que la toleran­
cia es propia de los incrédulos y la intolerancia de los hombres
religiosos; pero esto es un érror. ¿ Quién más · tolerante que San
Francisco de Sales? ¿ Y quién más intolerante que Voltai­
re ?"
(38); De hecho, basta leer aquella famosa Ca:rta, sobre la tol1:­
rancia, que tiene Balmes entre sus Cartas a un escéptico (39) para
convencerse dónde está la verdadera tolerancia, y cuánto m-ejor se
hace cuando se la distingue J)€rfectamente de la claudicación.
Balmes, que tan hondamente grabada en su alma tenía la
pa­
sión por la Verdad, en sus escritos es mi ·verdadero modelo de
respeto hacia las p€rsonas cuyas ideas muchas veces combate: "La
tolerancia en un hombre religioso, aquella tolerancia que no di­
mana de la flojedad en las creencias y que se enlaza muy bien con
un ardiente celo por la conservación y
la propagación de la fe,
nace de dos principios : la caridad y la humildad.
La caridad, que
nos hace amar a· todos lós hombres, aun '.a nuestros mayores enemi­
gos, que nos inspira la
compasión de
sus faltas
y errores, que nos
obliga a mirarlos como hermanos y a emplear los medios que estén
en nuestro alcance para sacarlos de su mal estado, sin que rios sea
lícito considerarlos privados de esperaitza de salvación mientras
viv_en sobre
la tierra. Rousseau ha dicho que "es imposible vivir
en
paz con gentes a quienes se cree condenadas"; nosotros no
creemos ni .podemos creer condenado a nadie mientras se vive,
pues que por grande que sea su iniquidad, todavía son mayores
(38) !bid,. cap. 35; BB VI, 255; S.kC IV, 343.
(3&) Cartas a wn, escép·tico, carta VII, La tolerancia; B-B X, 150-162;
BAC V. 325-332,
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
la misericordia de Dios y el precio de la sangre de Jesucristo, y
tan lejos estamos de pensar lo que dice el filósofo de Ginebra que
"amar a esos tales sería aborrecer a Dios", que, antes bien, deja­ría de pertenecer a nuestra creencia quien sostuviese semejante
doctrina, La humildad cristiana es la otra fuente de la tolerancia ;
la humildad que nos inspira un profundo conocimiento de nuestra
flaqueza, que nos hace mirar cuanto tenemos como venido de
Dios, que no nos deja ver nuestras ventajas sobre nuestros pró­
jimos, sino como mayores títulos de agradecimiento a la liberal
mano de la Providencia:
la humildad, que no limitándose a la
esfera individual, sino abrazando la humanidad entera, nos hace
considerar como miembros de la gran familia del linaje humano,
caído de su primitiva dignidad por
.el pecado

del primer padre,
con malas inclinaciones en el corazón, con tinieblas en el enten­
dimiento y, por consiguiente, digno de lástima e indulgencia en
sus faltas
y extravíos; esa virtud en su mismo anonadamiento y
que, como ha dicho admirablemente Santa Teresa, agrada tanto
a Dios,
porque la
hwmild,a,i es la verdad, esa virtud nos hace in­
dulgentes con todo el mundo, porque no nos deja olvidar un mo­
mento que nosotros, más tal vez que nadie, necesitamos también
de indulgencia" ( 40). Las palabras de Balmes parecen un eco lejano de la conducta
y enseñanza de Jesucristo: inflexible en los principios de
la Ver­
dad y contra la falsedad; inmensamente amoroso con el pobre
hombre que ha errado o pecado. En cuanto a Ia Verdad es exi­
gente: '1El que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el
que no creyere, será condenado" (Me. 16, 16); en cuanto a las
personas, dice a la adúltera arrepentida: "Mujer, ¿dónde están?,
¿nadie te condenó? Ella dijo: Nadie, Señor. Dijo Jesús: Tam­
poco yo te condeno:- anda, y desde ahora no peques más" Quan,
8, 10-11),
(40) El Protestantismo, c•p. 34; BB VI, 255-256; BAC IV, 343-344.
lOQ
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BALMES ¿QUE DIRIA HOY?
3. Al negar los justos límites a la libertad, se daña grave­
mente a la sociedad misma.
No se limita la Filosofía de fa Historia que nos da Balmes en
su obra sobre
El Protestantisnw a examinar los principios su­
premos y los graves males que las ideas falsas sobre la libertad
debían producir, sino que examina también las perturbaciones
que causan en el orden social : las ideas tienen consecuencias en
los hechos.
"Ni
la libertad de los pueblos, ni la fuerza y solidez de los
gobiernos se aseguran con doctrinas exageradas ; unos y otros han
menester la verdad y la justicia, únicos cimientos sobre que pueda
edificarse con esperanza de duración. Nunca suelen estar
llevadas
a

más alto punto las máximas favorables a
la libertad que a la
víspera de entronizarse el despotismo" (41).
Prosigue Balmes pocos párrafos después: "Suponed que tra­
téis con hombres penetrados de los principios religiosos y mora­
les, que acaten la voluntad divina, que se
crean obligados

a some­
terse a ella tan luego como les sea manifestada; en tal caso, ora
la potestad civil dimane de Dios mediata o mediatamente, ora se
les muestre de un modo u otro que, sea cual fuere el origen de
ella, Thos fa aprueba y quiere que se la obedezca, siempre se so­
meterán gustosos, porque verán en la sumisión el cumplimiento
de un deber" ( 42). Y añade una consecuencia de suma actualidad:
en su tiempo lo era, y hoy más porque se
hau llevado consecuen­
temente más a fondo los principios equivocados: "Estas consi­
deraciones manifiestan por qué ciertas doctrinas parecen más
pe­
ligrosas ahora que antes; no siehdo otra la causa sino que la in­
credulidad y la inmoralidad les dau interpretaciones perversas y
promueven aplicaciones que sólo acarrean excesos y trastor­
nos" ( 43).
(41) Ibid., cap. 52; BB VII, 296; BAC IV, 559.
(42) lbid.,
ca,p. 52; BB VII, 300; BAC IV, 560.
(43) Ibid., cap. 52; BB VII, 300; BAC IV, 561.
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
"Las palabras de pueblo, pacto, consentimiento han llegado a
caus~:r espanto a los· hombres ·de. sanas ideas y rectas· intell.éiones
por el deplorable abuso que de ellas han hecho escuelas inmorales
que, más bien que democráticas, debieran apellidarse irreligiosas.
No, no
há sido el deseo de mejorat la causa de los pueblos lo que
las ha movido a trastornar
el mundo, derribando los tronos y ha­
ciendo correr torrentes de Sangre en discordias civiles, sino el
ciego frenesí de
arruinar todas
las obras de los
siglos, atacando
particularmente a la réligión, que· era el más firme sostén de todo
cuanto había conquistado más sabio, más justo y saludable la
civilización .. eur~pea. Y_ en efecto, ¿ no: hemoS· visto' a las eSCuelas
impías, que tanto ponderaban su amor a la libertad, plegarse hu­
mildemente bajo la manó
del.despotismo siempre

c¡ue le han con­
siderado útil a sus designios?'' (44). Y aduce como ejemplo el
caso de Napoleón. No sólo esto, sino que las ideas equivocadas sobre
la libertad
conducen.por reacción· en el orden de las ciencias sociales, hacien­
do que se _miren con desconfianza· principios que· no merecerían
ser tenidos por tales; porque la libertad sin limitaciooes conduce
al libertinaje, el
cual es
malo,· pero
la libertad rectamente limi­
tada es buena:
''La razón de esto es muy sencilla: el mayor ene­
migo de
la libertad es la licencia"· (45). ''Hobbes, que, al propio
tiempo que
negaba·· a
Dios sus derechos los atribuía
ilimita.dos a
los monarcas de la tierra, vivió -en ·la época más· agitada y turbu-­
lénta de la Gran Bretaña: nació en 1588 y murió en 1679" { 46).
"Así como ·eri un pueblo donde prevaleciesen y dorniriasen la
razón y la virtud, donde no se agitasen pasiones malas, donde to­
dos lós ciudadanos se propusiesen por fin en todos sus actos ci­
viles el bien y la prosperidad de su patria, no
serian temibles
las
formas más popti1ares y más latas; porque··ni fas reunion'es nu­
merosas producirían desórdenes,' ni las intrigas Obscurecieran: el
mérito, ni sórdidos manejos ensalzaran el gobierno a '"persOnas
102
(44) ]bid., cap. 52; BB VII, 304-305,; BAC IV, 563. ·
( 45) !bid., cap. 5~; BB. VII,' 305-306; BAC IV; 564.
(4ó) !bid., cap. 5,Z; BB Vil, 306; BAC V, 564:
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BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
indignas, ni se explotarían los nombres de libertad y de felicidad
pública para labrar la fortuna
y '.satisfacer la ambición de· unos
pocos
;
así. también.

en un
país donde· la religión y la moral· reinen
en todos los espíritus, donde no se
mire como vana palabra el
deber, donde se considere como_ un ver_dadero criinen a 10s ojos
de Dios la turbación de la tranquilidad del Estado y la rebelión
contra las autoridades legítimas, serán menos peligrosas
las teo­
rías en que, analizándose la formación de las sociedades e inves­
tigándose el origen del poder civil, se hagan suposiciones más o
menos atrevidas y se establezcan. principios favorables a los
d.e­
rechos

de los pueblos. Pero cuando estas condiciones faltan, poco
vale
la proclamación de doctrinas rigurosas ; de nada sirve el abs­
tenerse de nombrar el pueblo como una palabra
sacríl~ ;
quien
no acata la majestad divina, ¿ cómo queréis. que respete la. hu.ma-
na?'' (47). · · · ·
Es inútil exagerar la libertad para procur'1r el bien del pueblo
si no se le dan juntament~-los principios -~orales y religiosos,
que ajustando la libertad a sus justos lírriites,. den la. base para
el
verdadero orden con que
harí¡ el

uso debido de esta libertad:
"No hay religión que
se haya

igualado al
cristia,;ismo, ni
en co­
nocer el secreto de dirigir al h?ffibre, cuya conducta en esa direc­
ción· sea un testimonio más solemne -del .re.conocimiento de
la alta
dignidad humana. El cristianismo ha partido siempre del principio
de

que el primer paso para apoderarse de todo ·el hombre es
apo­
derarse de s~ en_tend~miento; _qu~. cuando se trata o d~ extirpar
un mal o de producir un bie~ e~ __ necesario tomar por blanco prin­
cipal las ideas, .dando de está manera un golpe mortal a los sistemas
de v~olencia, q_ue ~nto dominan d~ndequiera que él no existe, y
l".oclamando la saludable verdad de que cuando se .trata de di­
rigir a. los h fuerza" (48) ..
No. se

diga que hay
pu_eblos donde-las.·"virtudes naturales";
(47) Ibid., cap. 52; BB VII, Jos-309; BAC IV, 565-566. ·
(4S) -!bid., cap. N; BB. V, 225; BAC.IV¡ 136--137.
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
las ''virtudes cívicas'' saben mantener por sí mismas el orden. a
pesar del vacío de
las convicciones
rectas
y firmes en fe y en
moral : esto sólo prueba que en estos pueblos la caída será más
lenta, más engañosa
por su

solidez meramente superficial: pero
llegarán a la decrepitud y ruina de los vicios morales más exe­
crables como los de Sodoma y Gomarra, que llevan a la náusea,
a la rebeldía y finalmente a -la desintegración.
4. Buena y mala democracia.
Balmes sigue escudriñando la historia, y junto a sus hechos
nos da ideas de su Filosofía de la Historia sobre las consecuen­
cias que para la suerte de la democracia ha acarreado la_ manera
equivocada de entender la libertad.
Dice así: "i;...a democracia europea de los últimos tiempos se
ha señalado tristemente por sus criminales atentados contra la
religión; y esto, lejos de favorecer su causa, la ha dañado sobre­
manera. Porque un gobierno más o menos lato puede concebirse
cuando hay virtudes en la sociedad, cuando hay moral, cuando hay
religión;
pero en
faltando éstas es imposible. Entonces no hay otro
medio de gobierno que el despotismo, que es el imperio de la
fuerza, porque ésta es la única que puede regir a los hombres sin
conciencia y sin Dios."
"Si reflexionamos sobre fas diferencias qt~e _mediaron entre
la revolución de los Estados Unidos y la de Francia, hallaremos
que no es una de las menores el que aquélla fue esencialmente
democrática y ésta esencialmente impía; en los manifiestos con
que se inauguraba aquélla se ve
por todas

partes el nombre de
Dios, de la Providencia; los hombres que se han lanzado a la
arriesgada empresa de emanciparse de la Gran Bretaña no blas­
feman del
Señor, le invocan en su auxilio,
creyéndn que -la causa
de la independencia es la causa de la razón y de la justicia. En
Francia se comienza haciendo la apoteosis de los corifeos de la
irreligión, se derriban los
a:J.tares, se salpica con
la sangre
de los
104
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BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
sacerdotes los templos, las calles y los cadalsos, se ofrece a los
pueblos como emblema de la revolución el ateísmo abrazado con
la libertad. Esta insensatez ha producido su fruto, pegándose
el
fatal contagio a las demás revoluciones de los últimos tiempos;
se ha inaugurado el nuevo orden de cosas. con atentados sacrílegos,
y
fa prodamación de los derechos del hombre ha comenzado con
la profanación de los templos de Aquel de quien emanan todos
los derechos" (49).
En todo este mal una de las causas que más influyó fue, según
Balmes, la doctrina del protestantismo, precisamente porque lle­
vaba el germen de desunión: "Las doctrinas disolventes del pro­
testantismo hicieron necesario un · poder más fuerte, precipita­
ron las ruinas de las antiguas libertades e hicieron que
la autori­
dad hubiese de estar continuamente en acecho y en actitud de he­
rir" (50);
"Las sectas separadas de la Iglesia católica, fomentando
una democracia impía o cegada por el fanatismo, lejos de con­
tribuir al establecimiento de una justa y razonable libertad, colo­
caron a ios pueblos en la alternativa de optar entre el desenfreno
de la licencia y las ilimitadas facultades del poder supremo" (51).
¿ Dónde habrá una base firme para una verdadera democracia,
que sepa juntar el respeto a la libertad con la autoridad, tal res­
peto a las opiniones que se detenga sin caer en el libertinaje?
Esta es la base que certeramente señala Balmes: "El hombre es
tanto más digno de libertad cuanto· es más religioso y moral;
porque entonces necesita menos el freno exterior a causa de lle­
varlo muy poderoso en la conciencia propia. Un pueblo irreligioso
e inmoral

ha menester tutores que le arreglen sus negocios; abu­
sará siempre de sus derechos
y, por tanto, merecerá que se los
quiten" {52). Naturalmente no se trata aquí de un factor único:
la realidad es muy compleja, Otras causas (psicológicas, tempera­
mentales, ocasionales, etc.) también intervienen; -pero se trata,
(49) !bid., cap. 68; BB V, 231-232; BAC IV, 716-717.
(50) !bid., cap. 68; BB V, 233; BAC IV, 717.
(51) !bid., cap. 68; BB V, 235; BAC IV, 718.
(52) lbid., cap. 68; BB V, 235; BAC IV, 718.
105.
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
sí, de señalar u.na áe las principales Cl14Ma.s, y ésta Balmes la ha
señalado con certera· .visión. ,
.La lógica interna de los hechos· hace pasar con frecuencia de
un -~xtremo á otro, que aparentemente podía parecér:le opuesto:
''~lorosas reflexiones sugiere. la' dirección que van .to.marido los
espíritus en diferentes países de Europa y muy particularmente
en. Alemania;

los
católico& habían
dicho que se comenzaba por
resistir a la autoridad negando un dogma, pero que al fin se aca­
baría. por· negarlos todos, _precipitándose en -el ateísmo; y .el curso
de las ideas en los ires ,últimos siglos ha confirinadó plenamente
la predicción. Pero, ¡ cosa ·notablé !, la filosofía alemana se em­
peñó en promover una reacción contra la .:escuela· inateriáHsta, y
con todo su espiritualismo ha venido a ser. panteísta. Parece que
la Providencia quiso esterilizar para
la verdad el suelo de donde
salieran
los heraldos

del error. Fnera de
1a Iglesia -todo es vértigo
y delirio" (53).
Hasta entrevió Balmes con
un· siglo

de anticipación (natural­
mente sin los pormenores concretos .del ateísmo que Alemania
expqrtó al marxismo ruso, como hoy Io vemos) que ,algún día Ru­
sia sería ·un gran peligro para toda Europa .. No transcribiré aquí
este párrafo; me basta con remitir al lector al sitio donde puede
leerlo directamente en las obras balmesianas (54).
·
Se ha dicho públicamente, y es bien notorio, que el comunismo
ha encontrado·para si.t avance en Europa Y América· un fortísimo
obstáculo a:llí donde ha encontrado a un pueblo en que la: fe ca­
tóliccl,--estuviese profundamente arraigada tanto en IélS-masas, como
en sus dirigentes: de ahí el designio de romper este bloque de la
unidad. católica, fomentando .en su serto la ·división, a· base de in­
filtrar ideas ( que en el fondo son la mentalidad protestante varia­
mente presentada) entre
los sacerdotes y dirigentes católicos.
Pocos son los
ljtie tiéiten la

profunda mirada de Balmes
para
advertir que un gobierno débil, por reacción casi espontánea, ha
(53) !bid., cap. 66;:BB.V; ~249; BAC IV, 725.
(54) Ibid.,
cap. 13; BB V, 2ll6; BAJC IV, 125.
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BALMES ,'QUE DIRJA HOY?
de_ emplear la fuerza para ,defenderse ; y con ello se, hace déspota;
por
algo son

los
comunistas quienes

empiezan proclamando la li­
bertad
total, sin

límites,
contra toda autoridad, .valiéndose.como
pretexto

de cualquiera
de1os fallos

que
,en todas partes siempre
ha

de
haber;. con ello llevan

a la anarquía; entonces se pasa a
lo
que llaman "libertad socialista", la .de los comunistas .. Pero qué
es en realidad esta "libertad'', muchas hoy día ya lo saben. -Ul­
timas testigos:
los tanques
rusos en Hungría en
1956 y _en Ghe­
coeslovaquia en 1968, _ Ciertamente no entraron con, pasaporte_ di­
Plomático, ni a petición del_ propio gobierho de. estas· naciones.
Por esto es maravillosa la intuición balmesiana de' estos pro­
fundos estratos de la naturaleza y sociedad humana : «Lo be dicho
en otro lugar y lo repetiré aquí: recorriendo la historia
se enc_uen­
tra

escrita por doquier con letras de sangre esta
impotatite verdad:
¡ Ay de fos pu.bias gobernados por un poder que ha de pensOY en
la conS!Cf'llaCión propio!, Verdad fundami,ntal en la ciencia política,
y que,
sin embargo, ha sido lastimosamente desconocida en los
tiempos

modernos.
Se ha discurrido · prodigiosamente y se discu­
rre todavía para garantizar la libertad ; .con esta mira se han de­
rribado .innumerables gobiernos y se ha procurado enflaquecerlos
a todos, sin advertir que éste era
el-medio más seguro para in­
troducir
-la opresión. ¿ Qué importan los velos con que se cubra
el despotismo y las
forrn"s ,con que intente. hacer

su existencia
menos notable?
La historia que va recogiendo en silencio los aten­
tados cometidos en Europa de medio siglo a esta
parte, la
verda­
dera historia, digo, no la escrita por-'los:-autores,· ni los cómplices,
ni los explotadores, ella dirá a la posteridad las_ in justicias y los
críiiienes perpetrados en medio de las discordias civiles por go­
biertios :que veían aproximar .sti-fin; que sentían su extrema fla­
queza a causa de sti "conducta tiránica-y' de sn origen ilegíti­
mo" (55).
Balmes, tan respetuoso con las personas como enérgico. cuando
discute las ideas, ac_usa no a1os_ pr?tesUl!';leS; __ sino al protestan-
(55) !bid,, cap. 50; BB VII, 262-263; BAC IV, 539-540.
107
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JUAN R.OlG GIR.ONELLA, S. l.
tismo, es decir, combate las ideas o principios fundamentales que
llevaba en su seno : su rebelión contra la autoridad por exagerar
la

humana libertad, es el principio que principalmente
ha contri­
buido a la triste historia que
hau ido viviendo nuestros siglos de
un perpetuo
movjmiento pendular
entre la anarquía
y la fuerza,
fuerza que en algunas ocasiones no se ha limitado a dar la
paz,
sino que ha caído en el fanatismo de mitos y en el despotismo :
la última guerra europea lo atestigua. Tanto la anarquía como
este despotismo de mitos divinizados
han sido los verdaderos
enemigos de la libertad auténtica, aquella que sólo se
da en el
equilibrio fundado en
fa Verdad.
Es preciso reflexionar sobre las palabras de Balmes: "El pro­
testantismo,
desviándose de

la enseñanza católica,
ha dado alter­
nativamente en dos escollos opuestos: cuando ha querido estable­
cer el orden, lo ha hecho en perjuicio de la verdadera libertad;
cuando se ha propuesto sostener ésta, se ha hecho enemigo de
aquél. Del seno de la falsa reforma salieron las insensatas doc­
trinas que, predicando la libertad cristiana, eximían a los súbditos
de la obligación de obedecer a las potestades legítimas; del
seno
de

la misma reforma salió también la teoría de Hobbes, la cual
levanta el despotismo en medio de la sociedad, como un ídolo
monstruoso al que todo debe ·sacrificarse, sin consideración a los
eternos principios de la moral, sin más regla que el capricho del
que manda, sin más límites en sus facultades que el señalado por
el alcance de su fuerza. Este es el necesario resultado de desterrar
del mundo la autoridad de Dios: el hombre abandonado a sí mis­
mo no acierta a producir otra cosa que esclavitud o anarquía: un
mismo hecho bajo diferentes formas: el imp•erio de la fuerza" (56).
¿No confirman muchos
y tristes hechos que hemos vivido en
nuestro siglo la verdad de esta
profunda Filosofía
de la Historia
balmesiana?
(56) !bid., cap. 50; BB VII, 264; BAC IV, 541.
108
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V
LA FILOSOFIA DE BALMES: FILOSOFIA "DEL HOMBRE ENTERO"
l. La rebelión de Balme,.
Balmes, tan enemigo de revoluciones como amigo de la sere­
nidad de un ponderado equilibrio, se rebeló en una ocasión. Se
rebeló contra la rebelión. Se rebeló contra los métodos de filo­
sofar, que en vez de llevar al hombre a
someterse al

orden del ser,
pretendían elevarlo a imaginarse que lo creaba.
Es muy frecuente que hombres que en su acción externa apa­
recen como revolucionarios, en su pensamiento, por -el contrario,
sean como corderos, que repiten ciega
y sumisamente lo que les
dicte el mero prestigio de modas y nombres, a los· que se some­
tieron sin vigor propio para discutirlos. Balmes, por el contrario,
hizo exactamente al revés. Se rebeló contra la rebelión. Criticó
duramente
la manera de filosofar; la actitud de un pensamiento
que estaba a la raíz de la revolución; por esto se dio la paradoja
de que este revolucionario contra la revolución haya sido en los
hechos y doctrinas -hasta en su acción política.-tan amigo de
la conciliación y de la sabia adaptación: ''¿Queréis evitar fas re­
voluciones?
Haced evoluciones" (57).
Esta rebelión la perpetró Balmes cuando todavía era muy
joven. Llevado por aquel
hambre que
tenía de ciencía, se
pasab~
casi

todas las horas que le quedaban disponibles, hasta durante
las vacaciones de verano, encerrado en la Biblioteca de Vich.
Tenía entonces alto aprecio de la autoridad de los filósofos y em-
(57) Pen,amientos; BB XIV, 225; BAC VIII, 342.
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JUAN R.OIG GIR.ONELLA, S. l.
pezó a leerlos con una avidez inaudita. Pero pronto sufrió c1
más amargo desengaño: ¡ no se entienden!, ¡ uno afirma lo que el
otro niega!, ¡ uno va a un extremo de fiarlo todo a los sentidos
negando el alcance de la razón,
y el otro todo lo fía a la razón des­
preciando
el valor de los datos, que le ofrecen con su movilidad
histórica los sentidos !
-Entonces

fue cuando
perpetró sti revolución. Este descon­
cierto,

dijo, proviene del
mismo -método de

filosofar; toman al
hombre unilateralmente; toman un solo aspecto y, afirmándolo
exclusivamente, resulta falso. Hay que tomar ·al_ -h{?rnbre en-tero.
Este método fue el que expresó en su obra llamada El Criterio
( cuyo profundo sentido muchísimos no: advierten por la- aparente
sencillez de

su estilo, tan_ enemigo _de
1a pedantería
de quienes
se
abroquelan· tras un ·muro de terminología -abstrusa, dando nom­
bres· en v-ez -de cosas) ; . y la realizaóón -con~reta de este método
propio fue toda su filosofía, no solamente la que publicó con el
nombre de Filosofía Fund<>mental, sino la que empapa todas sus
obras y escritos.
Es el mismo Bálmes quien; en un escrito que -tiene páginas de
carácter autobiográfico, nos
explica lo que le sucedió cuando 1se
había entregado a leer todos los filósofos que pudo, y comprobó
la Ba_bel en

que andaban de una parte para otra : "Estos señores
directores del entendimiento humano,- dije para mí mismo, no se
entienden
entte sí: es_to es la torre de Babel, en que -cada cual
habla su lengua, con la diferencia de que allí el orgullo acarreó
el castigo de fa confusión y aquí 1~ confusión misma aumenta el
orgullo" (58).
Entonces
hiw su revolución, aqu lo que había de ser el futuro genio de Balmes :
"Estos desengaños
habían preparado rp:j espíritu a una verdadera revolución, y, aun­
que vacilando algurtos momentos, al fin me decidí a pronunciarme
contra 1os poderes científicos,-y alzando en mi entendimiento una
bandera escribí en ellac: Abajo la autoridad cient/,fica'' (59).
(58) Cartas a "" escéptico; BB X, 17; BkC V, 248-249. -
(59) Lbid.; Bli X, 18; BAC V,-249.
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.B4LMES ¿QUE DJRJA HOY!_
Una persona que no_ hubiese tenido su temple intelectual, .quizá
habría

caído entonces en una especie
'de escepticismo; la

reacción
de Balmes fue exactamente la opuesta:
¿Hacen críticas contra ! más
preciados valores y

convicciones
'de -la huniacidad ·a oose de
mutilar
al hombre con sus métodos? Pues yo
cuandQ. filosofe
seré
todavía más ,exigente con ellos, Crítico de-su crítica:-; les- mostraré
que no son bastante consecuentes con sus principios;· _pu.es en
vez de llevarlos con el mismo rigor a fondo, se espantan ante las
consecuencias que los destruirían; así palP,é1fán que está viciada
su misma raíz, que es su método unilateral de· filosofar : ''Para
estas [filosofías] fui y he sido_ y seré inexorable: la filosofía pro­
_clama sin cesar ei ~xamen, la evidencia, la demostrac~ón, enho­
rabuena; perp sepa al tnenos que cuando ~seamos _hombres, y no
más, nos .. arreglaremos en nuestras convic_ciones . cual a nosotros
nos cumpla, siguiendo las inspiráciones del buen sentido;· pero en
los ratos en que seamos filósofos, que para todo hombre son ratos
muy breve~, reclamaremos_ sin cesar -el derécho ·de examen,· exigi:'
remos

evidencia, pediremos demostración seca. Quien reina
-~11
nombre de un principio, menester es que se resigne a sufrii-los
desacatos que dimanar puedan de )a·s consecuencias" (fiJ).
Así
se comprende muy bien
el sentido que tiéne .la obra de
Balmes cuando .tan duramente critica a Descartes, a Fichte, a
Schelling, a Kant (hasta a Hegel, aunque en su tiempo era todavía
poco conocido en el ambiente balmesiano). A quienes han dicho
que Balmes no

comprendió la filosofía kantiana y poskantiana, les
respondo que
la comprendi6 demas;,,,Jo bien; y por esto fue tan
duro e implacable en su crítica del criticismo, dirigiéndose a la
raíz misma, que era su método equivoca-do de filoSofar.
También se comprende muy bien el sentido de la obra en que
Balmes expone su propio método filosófico,
El Criterio, en que
proclama que una buena lógica debiera comprender "al hombre
entero", no tomándolo por un .solo lado, ~i Úegando como conse~
cuencia de ello a una visión unilateral y truncada de la realidad.
(60) Ibid.; BB X, 19--20; BAC V, 250.
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
sino con afán de objetividad, de totalidad, de verdad, en una pa­
labra, de una filosofía verdaderamente "humana". Por algo el
Cardenal Pla y
Deniel, en

aquel memorable discurso que pronun­
ció en "Fundación Balmesiana", dijo que si algún título pudié­
ramos buscar para caracterizar a Balmes al modo como hacían con
los autores medievales, sin duda habríamos de apellidarlo "Doctor
humanus".
2. En busca del método.
Generalmente, los filósofos ~se ha dicho-han tenido, cuan­
do jóvenes, una intuición fundamental ; y después toda la fabor
filosófica

de su vida ha consistido
en· ir
estructurando alrededor
de ella su visión del mundo y del hombre. Por esto con frecuen­
cia los filósofos de más renombre suelen tener un ,libro que de
un modo u otro expone esta idea o intuición fundamental, siste­
matizándola como método propio
y que viene a ser como su ló­
gica.
Espinosa tiene el tratado De intellectus emendatione, su verda­
dera lógica, de corte geométrico, en que sólo admite demostracio­
nes a priorñ ,· era consecuente que de ahí saliese una metafísica
( que esto es su Elhica ordine geometrico demonstrata) que podrá
tener la belleza de una elaboración al estilo matemático, pero to­
talmente irreal respecto del hombre concreto que es el que vive en
realidad y el único que hay que explicar. Descartes escribió su
Discours de la M éthode, su lógica; y de ahí había de ir a parar
en su filosofía a consecuencias como son que los animales no sien­
ten dolor ni placer, sino que son meras máquinas: su método ma­
temático no podía llegar más allá. Bergson escríbió Les données
immédiates
de la

conscience.
Pero de ahí había de salir fa filoso­
fía de la
Evolution créatrice, incapaz de justificar el valor abso­
luto de sus afirmaciones, como no puede justificarlo el psicolo­
gismo ; y si después rectificó llegando a posiciones ulteriores y me­
jores en su última obra Les deux sources de la M oriúe et de la
Réligion, que lo hacían ascender a un Dios no sumergido en ia
112
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BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
evolución, sino perfecto, ha parecido a muchos que precisamente
en esta última obra Bergson ya no había sido consecuente con su
método inicial, sino que más bien que prolongarlo lo rectificaba, echando mano de otros hechos,
la experiencia de los grandes mís­
ticos, fundados en la Revelación, que dista mucho de ser un dato
imnediato de la conciencia fluyente de cada uno.
Pues bien, El Criterio es exactamente una lógica, la lógica
bahnesiana, que abarca al hombre entero, y por esto toda su filo­
sofía ha resultado una filosofía esencialmente humana.
Ya he indicado que son muchos los que no advierten la pro­
fundidad de este libro. Y se comprende por qué sucede así. Bal­
mes, por ser tan humano, era ..radicalmente enemigo de la pedante­
ría de terminologías abstrusas, que dan al lector la impresión de
que se ha dicho algo muy profundo, sencillamente cuando es in­
sólito, cuando no se comprende bien. Siempre me viene a la me­
·moria

el recuerdo de aquel campesino que no quería tomar bicar­
bonato cuando le decían que sufría del estómago; pero
que cuando'
le dijo un farmacéutico de su pueblo que padecía "caquexia", ya
lo dio todo por resuelto y lo tomó con pleno convencimiento. To-­
dos

conocemos a un filósofo español
{ que
-ahora no quiero nom­
brar) el cual hacía que cuando un visitante llamaba a la puerta de
su domicilio, la criada para decirle que estaba "ocupado" decía
con tono de solemnidad:
"el maestro_ piensa". Balmes, por el con­
trario, ha querido tomar en
El Crii.terio un ·estilo tan sumamente
sencillo, tan al. alcance de ·todos, que no ha desdeñado el recurso
a ejemplos
y parábolas caseras. Con ello, muchos se han detenido
ahí, sin ver la hondura de lo que se escondía tras un estilo sen­
cillo, sin afectación ni más adornos que los que eran propios del
tiempo del romanticismo en que él escribía.
Sobre este tema de
la entraña de El Criterio he escrito re­
cientemente una obra en que, recogiendo estudios ya anteriores,
he investigado cuál es el sentido íntimo de El Criterio y de su
Filosofia Fundamental (61).
(61) Ba:Jrnes, filósofo. Investigación sobre el sentido ín·timo y actua-
113
8
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JUAN ROJG GIRONELLA, S. l.
Ya que e_n este momento no interesaría una exposición exten­
sa de su ,contenido; vamos a fijarno5: únic:arnente en ·aquellos pun..:.
tos -·que directamente .tocan ·a nuestro tema: Baltnes, ¿ qué diría
hoy cuando tales verdades dij o sobre la orientación de aquellas
filosofías de su tiempo, tan unilaterales en sus métodos que han originado como resultado las filosofías de hoy, que andan osci­
lanq.O entre un relativismo· escéptico y un matematismo neoposi­
tiviSta, incapaz

de autofundarse
.y de resolver las más profundas
cnestiones del hombre?
3.- "El e.riteI'io."
En el prospecto editorial que difundió como anuncio y pro­
paganda de El Criterio dice qué ha· pretendido al escribirlo;. qué
es esta obra:

"un ensayo para dirigir las facultades del espíritu
humano por un sistema diferente de los seguidos hasta ahora".
Queda perfectamente claro con esto qué ha
pretendido.'
¿ En qué consiste este-"sistema diferente", este nuevo método
de pensar? En el mismo prospecto (en el cual reproduce el ca­
pítulo final de la obra) él mismo lo dice: "Hay verdades de mu­
chas clases porque hay realidad. de muchas clases.
No todas las
cosas se han de mirar del m~smo modo, sino del :riiodo que cada
una de ellas se ve mejor. Al hombre le han sido dadas muchas fa­
cultades; niriguna es inútil; ninguna intrínsecamente mala.
La
esterilidad o la malicia les vienen de nosotros; que las emplearnos
mal. Una buena lógica debiera comprender al hombre
entero,
porqué
la

verdad· está én relación con
· todas
las facultades del
hombre". Este es exactam.énte··-sú intento: "una buena ló"gica de­
biera éornprertder al hombre entéro".
No

torna al hombre
entero. quien empieza ·a

filosofar con
un
método exclusivamente· analiticb cómo es el matemático: porque
lidad de su pensamiento. "Biblioteca filosófica de Balmesiana", _ser. 11, vol.
III. Barcelona, Editorial Balmes, 1969.
, {62) E,/ Criterio; Pro~pecto(',0BB XV, 7; BkC III, 5\51.
tf4
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BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
la reatidad es más compleja, y ])01" tanto muchos aspectos de ella,
que
nQ pueden

filtrarse con un método puramente analítico, que­
darán desconocidos y finalmente negados; por otra parte, las
facul­
tades
del hombre no son meramente las analíticas de la razón, sino
que junto a ellas tiene también facultades aprehensivas, que lo
conducen, no en oposición a las primeras, pero sí acompañándolas
y ensanchando sus cauces a _otro modo de revalorizar su capa..:
cidad humana total.
Por ejemplo, la
intuición e insfriración (63}, de que también
habló
el gran N ewman en su Gmmma,r of Assent, a pocos años
de Balmes. El
d,iwr.mmno o finatismo de las facultades hacia su
propio objeto, en virtud del cual
la misma naturaleza ha dotado
al hombre de
la facultad de objetivar, captando como imposibles
ciertos hechos
(y, por tanto, la afirmación opuesta como cierta),
dándole con ello certezas que no llegamos a poder filtrar totalmen­
te, sin residuo, con la mera razón: a esta facultad, o mejor, dina~
mismo de la facultad intelectual, que Balmes llama "instinto inte­
lectual" (y "sentido común" cuando se aplica a los objetos _ne ..
cesarios

para
la vida), le corresponderá otra clase de certeza mo~
ral, la que él llama "certeza de sentido común". Por ejemplo:
estoy cierto que si
ahora echo
al
.aire una
sola vez un millón de
caracteres de imprenta contenidos en una caja, al caer sobre el
suelo no quedarán ordenados de modo que me den sin_ ningún
error las páginas de la Eneüla de Virgilio en que narra la his­
toria

y muerte de Dido (64).
Los
dato~ de los sentidos, con su movilidad histórica y cam­
biante, no sólo -nos instruren, sino que nos permiten llegar a una
inferencia de que la realidad es más profunda, que va más allá
de Jo que puramente nos comunica
a. través
de la
percepció~ sen­
sible

(65).
Asímismo la influencia del
co.-az6n y de la ima:giooción (66),
(6.3) !bid., cap. 16, § 1, § 4; BB XV, 173 SS.; BAC m, 649 SS.
(64) Ibid., cap. 4, § 10; BB XV, 39-42; BAC III, 570-571.
(65) Ibid., caf. 6, § 7; BB XV, 64-65; BAC rrt; 585-586.
(66) Ibid., cap. 19; BB XV; 202· ss:; BAC III, 666 ss.
115
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
que nos recuerdan las "razones del corazón", que la razón no
conoce, según Pascal, pero que muestran muy bien que el filó­
sofo que crea filosofar cou total negación de presupnestos está
movido por el presupuesto de no tener ningún presupuesto : lo
cual ya limita mucho su método y por tanto el resultado a que
llegará su filosofía unilateral, porque así corno no son las manos
las que labran una estatua, sino el . hombre mediante sus manos;
y no son ·los pies qui~nes andan, sino el hombre mediante sus
pies, tampoco es el entendimiento quien filosofa, ni la razón quien
razona, sino el hombre mediante ellos y mediante todos los otros
medios de que la naturaleza.
lo ha dotado para llegar a la verdad.
Tan
absurdo sería

imaginarse
al hombre como una máquina
pensante, al modo de un "robot" electrónico de nuestros días, co­
mo imaginarse que la realidad no es nada más que lo que puede
registrar la cinta electrónica de un ¡¡robot". Cuentan que una vez
preguntaron a Eugenio d'Ors por qué no tenía inteligencia un
"robot" electrónico; y que él contestó: "¡x>rque no puede equivo­
carse". La paradoja tiene profundidad, como la tiene aquella con
que un filósofo definió nuestra memoria como "la capacidad de
olvidar" 1'
Si un "robot" puede componer mecánicamente partituras mu-
sicales y también versos (lo cual no lo negarnos), podemos afirmar
que mediante un "robot" nunca obten9-remos los resultados del
genio de Beethoven, ni las poesías del valor de las de Jacinto Ver­
daguer. Y si un filósofo quiere reducir su método filosófico al ma­
tematismo de un "robot" nos dará forzosamente de la realidad
existente una visión quintaesenciada, del todo unilateral y desfi­ gurada. Esto es lo que denuncia El
Criterw.
Así se comprende su enemiga contra la manía analítica de la
Lógica de Condillac, a quien parece tuvo especialmente ante sus
ojos cuando compuso El
Crit,rrío.
Por esto die.e Balmes: ''Hasta en las materias donde no entran
para nada la imaginación y el sentimiento conviene guardarse de
la manía de poner en prensa el espíritu, obligándole a sujetarse
a un método determinado cuando, o por su carácter peculíar o
116
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BALMES ¿QUE DlRIA HOY?
por los objetos de que se ocupa, requiere libertad y desahogo. No
puede negarse que el análisis, o sea la descomposición de las ideas,
sirve admirablemente en muchos casos para darles claridad y pre­
cisión; pero es menester no olvidar que la mayor parte de los seres
son un conjunto, y que el mejor modo de percibirlos es ver de una
sola ojeada las partes y relaciones que le constituyen. Una máqui­
na desmontada presenta con más distinción y minuciosidad las
piezas de que está compuesta; pero no se comprende tan bien eI
destino de ellas hasta que, colocadas en _su lugar, se ve cómo cada
una contribuye al movimiento total. Condi!lac y sus secuaces no
hallan en el
hombre otra
cosa que sensaciones ; por
el camino
opuesto, Descartes y Malebranche apenas encontraban más que ideas puras, un refinado espiritualismo" ( 67).
De este método equivocado proviene, según Balmes, que estas
filosofías lleguen a visiones truncadas, unilaterales, de la realidad:
"En el trato ordinario vemos a menudo laboriosos razonadores
que conducen su discurso con cierta apariencia de rigor y exacti­
tud y que, guiados por el hilo engafíoso, van a parar a un solem­
ne dislate. Examinando la causa, notaremos que esto procede de
que no miran el objeto sino por una cara. No les falta análisis;
tan pronto corno una cosa cae en sus manos la descomponen; pero
tienen la desgracia de descuidar algunas partes, y si piensan en
todas no recuerdan que se han hecho para estar unidas, que están
destinadas a tener estrechas re1aciones,
y que si estas relaciones se
arrumban, el mayor prodigio podrá convertirse en descabellada
monstruosidad" (68). Y con su sencillez de estilo (rasgo típico de un pensador "hu­
mano") no tiene inconveniente en hacerlo comprender con un gra­
cioso cuento, que titula El tintorero y el filósofo. Probable­
mente cuando Balm.es lo escribió pensaría en lo que él mismo
había visto cuando era nifío en el taller de blondas y prendas de
vestir que tenían en su casa: varias substancias químicas, algunas
cáusticas, otras de olores repugnantes
y colores vulgares, pueden
(67) Ibid., cap. 13; § 3; BB XV, 134-135; BAC III, 625-626.
(68) !bid.
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
parecer, si se consideran por separado, analíticamente, que si se
sumerge en ellas una tela, !a destruirán; así lo pronostica "el
filósofo"; pero "el tintorero' que mira el conjunto, obtiene por el
contrario una tela perfectamente teñida: "El filósofo se marchó
confuso y cabizbajo, diciendo para sí: No es lo mismo saber lo
que es una cosa por sí sola o lo que puede ser en combinación con
otras; .en adelante ·no me contentaré con descomponer
y separar,
que también hace prodigios el componer y reunir" (®). Pronto
veremos
(al hablar de su Filosojia Fwndamental) una aplicación
de este método halmesiano, que para resolver el problema crítico
no se cotitenta con el 'criterio de la mera evidencia de esencias uni­
versales { o

evidencia
-en sentido
cartesiano), ni con aceptar meros
hechos presentados por la conciencia (Kant, por ejemplo, que con
su mero análisis pretende hallar
para unificarlos·
condiciones
a
priori del sujetp "trascendental' sin ni ocurrírsele que también
podrían estar radicadas en la realidad), ni con el mero finalismo
(podría decirse, por ejemplo, Fichte), sino que sobrepone los tres
criterios en un todo único y armónico que· es el hombre que fi-
losofa. ·
No

niega que sean
poderosos los
.ingenios que proceden tan
s61o analíticamente; pero la mera potencia no basta si no va bien
encauzada: ''Entendimientos,
por otra parte, muy claros y pers­
picaces se echan a perder lastimosamente por el prurito de desen­
volver una serie de ideas que, no rep-resenta:ndo ,el objeto sino
po:r un lado, acaban por conducir a resultados extravagantes. De
aquí es que con la razón todo se prueba y todo se impugna; y a
veces

un hombre que
tiene evidentemente

la verdad de sn parte
se halla precisado a encastitlarse en las convicciones y resistir con
las armas del buen sentido y· cordura a los ataques de un sofista
que se abre paso por todas las· hendiduras y se escurre al través
de Jo más sólido y compacto como filtrándose por los poros. La
misma sobreabundancia de ingenio produce este defecto, como las
personas demasiado ágiles
y ·briosas se tnantienén difícilmente en
(69) !bid.,§ 4; BB XV, 136-138; BAC III, (;2.6.(f!J.
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}}ALMES ¿QUE DIRJA HOY?
un paso mesurado y grave" (70), ¿ No parecen estas palabras un
eco anticipado

de lo que diría hoy día Balmes si tuviera ante .sus
ojos las
Investigaciones Lógicas de Husserl, incapaces de encua­
drar en su filosofía el desarrollo temporal
dé la
realidad, o de
fundamentar una refutación del solipsismo con
otros seres pen­
santes que
proyecten exactamente

el mismo orden de esencias
universales ; o bien el
Ser y Tiempo de Heidegger, que estudia
el Hyd' sumergido en el tiempo y sus· estruéttiras, pero incapaz
de dar razón contra el relativismo escéptico,- por qué
"su" verdad
ha de ser de derecho 11niversalmente válida para todos?
4. "Filosofía Fundamental." ·
No puso Balmes a su más importante obra filosófica el nombre
de
Funt!aMwnta;l como si pretendiese dar con ella un fundamento
indispensable (estos sueños
quedaban para
Hegel:
j y los sueños,
sueños son!); sino que
_la llamó Fundament!d porque en eHa que­
ría tratar de algunas cuestiones que son fundamentales en filosofía.
Una de ellas es, sin duda, después de la-cuestión del método de
filosofar, la cuestión críteriológica. Tanto si se plantea expre­
samente, como si-~o,:está sie~pre subyacente; como la l~mgitud
del metro que se ha escogido para. medir nna tela, subyace al re­
snltado del número qne expresará
.s11 longitud,. Si

nno entiende
que es el hombre quien
.establece la lqngitud del metro, lo

que
dirá de las cosas dependerá d_e lo
que haya dicho

del hombre.
En­
tonces sucederá -que eliminar:í. Íodos aquellos aspectos de realidad
que con él no pueda aceptar, o si va hasta el fondo, se cons:tjtuirá
a sí mismo como en una ~specie _ de "diose~illO" que· Proyecta la
inteligibilidad o -verdad sobre las cosas que después él mismo irá
descubriendo, pensando
haberla creado.
Si, por el contrario, son
las cosas la base de
.Ja medición,

con.
11n~ <;omunidad entre

ellas
, (70) Ibíd., § 5; BB XV; 138; BAC. U!; 627°628. ll9
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JUAN ROIG GIRONELLA, S. l.
y el hombre que es dada a ambos por Dios, de modo que al hom­
bre le competa solamente "expresar" el resultado de la medición,
entonces el entendimiento humano es ''medido" por
la realidad
que él no crea, sino sólo limitadamente expresa, dando lugar
con ello a diversas ciencias, todas perfectibles, pero de suyo todas
concordes. Son éstas dos concepciones radicalmente opuestas.
Esta última es precisamente la concepción de la filosofía que te­
nemos en la tradición cristiana, filosofía. que si bien en muchí­
simas cuestiones parciales, discutibles y probables, se sistematizará
diversamente segúu el grado de perfección a que hayamos llega­
do, no obstante estará siempre de acuerdo en este punto funda~
mental. Por el contrario, la otra concepción es la de las filosofías
que ya de un modo, ya de otro, ya más consecuentemente y a
fondo, ya con menor consecuencia, tienden a hacer del hombre el
centro de la verdad, y en la misma proporción sucederá que o
bien no podrán lógicamente llegar a Dios con su método, o des­
figurarán su naturaleza de Creador Supremo, clave de bóveda del
pensamiento humano y de
la realidad existeucial, sustituyendo
en su l11
__ gar

a un ídolo colocado al nivel humano. Ahí está la
raíz de todo. Aunque
El Criterio no se publicó hasta mayo de 1845, no
obstante había sido escrito antes ( de octubre a noviembre de 1843) ;
y
el 28 de febrero de 1845 escribía desde Madrid preparaudo su
viaje a París, que cuando volviese (volvió a principios de octubre)
tendría muy adelantada su Filosofía FundamentaJ,, cuyo primer
volumen quedaba impreso en febrero de 1846. Ahora bien, en su
Filosufía Fundamental, Balmes es consecuente con los priucipios
metodológicos que se habfa trazado antes eri El Criterio y los
pone por obra.
Así se comprende muy bien el sentido íntimo de su criterio­
logía o teoría del conocimiento con que empieza la obra y que
ha
sido uno de los libros más estudiados de Balmes, y también, en
mi opinión, uno de los -peor ,comprendidos. Contra esto he expre­
sado repetidamente en diversos escritos el resultado de mi in­
vestigación, en que. he propuesto una interpretación totalmente dis-
120
Fundaci\363n Speiro

BALMES ¿QUE DllUA HOY?
tinta de la que ha solido darse acerca del pensamiento de Bai­
mes. (71). Naturalmente no voy a extenderme ahora en la exposición de
esta filosofía, porque no cuadraría con el carácter del presente
libro, dirigido a un público culto, no precisamente de especialistas
en filosofía. Pero puede interesar a toda persona culta que se
exponga en el breve resumen de unos pocos párrafos, en qué con­
siste todo el punto cent~al de ,esta cuestión.
Podría resumirse así: ¿ cuáles son las condiciones con las cua­
les podrá investigar acertadamente el hombre, hasta dónde llega
la aptitud de su mente al conocer? No busca Balmes una "verdad·
semilla" (un principio del que pudiese deducirse todo, al modo
de Hegel), sino una "verdad-cimiento" (es decir, en que todo esté
apoyado): porque no es la razón quien _razona, sino "el hombre"
mediante la razón. Esto es lo que expone en su Introducción ( ca­
pítulos 1 a 3). A continuación critica duramente los sistemas
filosóficos que por el contrario imaginan que hallarán como una
especie de
"verdad-semillaH en

que se encuentre _dentro del ho­
rizonte humano (ya de percepción sensible, ya de intuición
inte­
lectual, ya de proyección dinámica) la explicación buscada (capí­
tulos 4 al 14) ; podría denominarse esta parte "crítica de las crí­
ticas unilaterales".
Finalmente, en lo que sigue (capítulos 4 al 14) expone ya po­
sitivamente cuáles son estas "condiciones" humanas cuya inte­
gración hace posible que "el hombre'' filosofe bien. Sólo de modo
excepcional emplearé ahora una fórmula o tecnicismo filosófico :
Kant buscaba cuáles son los "a prior"! formales" que "constituyen"
el objeto del juicio; Balmes, por el contrario, examina "cuáles son
los
a priori ma.terioles'' mediante los cuales "el hombre" que filo­
sofa podrá buscar acertadamente sus a priori formales y su natu-
(71) Por ejemplo en el siguiente estudio: El sentido íntimo de la
criteriologia balmesiana, "Pensamiento", Madrid, 4 (1948), 405-431. Recien­
temente se ha reproducido con leves retoques y ampliaciones en una obra
aparte: Bolm"es, filósofo. Investigación sobre el sentido íntimo y actualidad
de su pensamiento (citada en la ,nota 61); cap. II, págs. 28-71.
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raleza: es decir, que no serán, "ocultativos" de la realidad exis­
tente en
sí, sino sólo. "manifestativos" de ella. O con otras pala­
bras : Kant buscaba qué condiciones hacen posibles las ciencias
y la metafísica ; Balmes se pregunta qué condiciones "húmanas"
se requieren para que "el
hombre" que
filosofa pueda hallar bien
estas condiciones.
Al desarrollar su concepción observa que hay principahnente
tres condiciones o factores que deben tenerse en cuenta: los datos
de los sentidos presentes en la
conciencia,; los de la mente que
.iQtuye las relaciones- ideales o necesarias entre ellos, o evidencia
( como se ve, restringe el sentido de esta palabra para acomodarse
a la terminología cartesiana y poscartesiana) ; finalmente
los del
dvna,iwismo de nuestras facultades, orientadas naturalmente a su
objeto propio, o sea el fiualismo, que él llama
instinto intelectual
(y cuando se aplica a los objetos de la vida cotidiana; sentido
com,ún); ninguna de estas tres fuentes considerada por análisis
separada de las demás, es suficiente para dar razón del "todo",
que es
tanto "el homhre" que:-filosofa, como "la cosa" de que
filosofa.
Copiemos solaménte algunas de sus muchas frases, que aun­
que son de la Filosof/a Fimdamentc,l, parecerían arrancadas de
El Criterio. Dice así: ''los medios con que percibimos la -ve,rdad
s0n
de

varios órdenes, lo
qtie hace que las .verdades· mismas perci­
bidas correspondan también a órdenes diferentes, paralelos, por
decirlo así, con los respectivos medios de perc~~ión. Conciencia,
evidencia, instinto
infelectual o sentid() común,
he aquí
lds tre'3
medios" (72).
Hay sistemas qne dan tal importancia a los sentidos; que a
ellos redncen todo
lo demás (por ejemplo Humé): son los s;ste­
mas empiristas o Sensistas. · Mutilan· al hombre ·y mutilan ·la rea­
lidad que le es ofrecida. Otros sistemas dan tal impo,rtancia a la
'intuición dela mente, q-1:1e a' ella reducen (en mayor o rtíenor-gra-
(7Z) Filoso/la Fundamental, 'libro !, cap. 15, núin. 147; BB XVI,
146; BAC
n; '89.
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BALMES ¿QUE DIRJA HOY?
do, según cada sistema) todo lo demás (por ejemplo Descartes,
Kant, Fichte,

Hegel),
y también estos sistemas no pueden dar
cabal
cuenta de lo que es el hombre que filosofa, éste que vive,
que sufre, que muere, que tiende a una sanción moral ulter_ior ; _ ni
dan cuenta cabal de esta misma realidad que han estudiado. Final­
mente, otros sistemas dan tal importancia al impulso, como_ si
una mera inspiración ( así como nos hace crear una obra de arte)
pudiese orear toda la realidad y justificarla suficientemente ante el hombr,e que quiere comprobar su fidelidad ( son los sistemas fideís­
tas, vitalistas) los cuales tampoco
pueden satisfacer

las más ínti­
mas exigencias del hombre, que requiere unidad en su ser, como
unidad en el principio que radicalmente fundamenta la realidad.
Por esto él requiere que se dé un ejercicio simultáneo, armó­
nico, de las tres condiciones o factores, aunque combinados muy
. diversamente según la naturaleza del objeto que se examina. Tam­
bién sus palabras parecerían aquí arrancadas de una página de
El Criterio, aunque son de su Filosofía FundmnentaJ,. · He aquí
algunas de ellas: "Aquí observaré lo errado de los métodos con
que aislan las facultades del hombre y que, para conocer mejor el
espíritu, le desfiguran
y mutilan,. Es uno de los hechos más cons­
tantes
y fundamentales de las ciencias ideológicas y psicológicas,
la multiplicidad de actos y facultades de .nuestra alma, a pesar
de su simpliddad, atestiguada por la unidad de conciencia. Hay
en el hombre, como en ei universo, un éonjunto de leyes cuyos
efect?S se desenvuelven simultáneamente con una regularidad ar­
moniosa; separarlas equivale muchas veces a ponerlas en contra­
dicción; porque
no siendo dado a nÍt11}una de ellas el pro&urir
su efecto aisladamente} sino en combinación con las deniásJ cuan­
do se les exige que obren por
·sí solas,

en vez de efectos regulares
producen monstruosidades las más deformes" (73).
Balmes señala, púes, límites al conocimiento .humano; perO no
a la manera de Kant, afirmando una cosa "en sí" absolutamente
(73) !bid., núm. 159; BB XVI, 155-156; BAC II, 44; el subrayado
es mío.
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incognoscible en cuanto a todo (¡ y que ya sería conocida en cuan­
to a algo por el que la afirma!); ni por impedirle deducir desde la realidad mudable y contingente del mundo, el Primer Ser,
que en cuanto a algo, analógicamente, nos es cognoscible (tal
sería
el

caso de Husserl, quedando con su fenomenología en una tras­
cendencia "en su inmanencia", que ni explica el devenir histórico,
ni los otros "yo" pensantes concordantemente con el del filósofo);
ni por atenerse sólo a la contingencia de lo sensible (por ejemplo,
al modo de Stuart Mil!, que no justificaría la necesidad y uni­
versalidad de sus propias leyes : sin las cuales su propio sistema
podría ser totalmente opuesto, dadas otras circunstancias psi­
cológicas); ni por quedarse con un "instinto ciego" o con una
mera proyección sentimental (al modo del fideísmo y de algunos
sistemas del "existencialismo"). Los límites que Balmes señala
son de un orden totalmente diverso: que es el homhre entero quien ·
filosofa, no su razón, ni sus sentidos, ni su mero finalismo; y por
tanto podrá alcanzar la verdad con la ilimitación que le ofrece su
captación intelectual del "ser", pero limitadamente, humanamente,
o mejor, digámoslo de. una vez, humildemente.
No vamos a extendernos más en la ·exposición de la filosofía
de Balmes porque caería fuera del ámbito de lo que con este
libro pretendo; y porque con lo que se ha dicho hasta aquí, ya
hay
lo suficiente para poder contestar al fin de la obra a la pregunta
que inicialmente nos hemos formulado: Balmes, ¿ qué diría hoy?
Bien claramente queda insinuada la respuesta de lo que Bal­
mes diría en nuestros tiempos ante tantas filosofías de moda, que
nacen y mueren como flor de un día : diría que la filosofía para
ser acertada no puede ser unilateral; que ha de comprender al
hombre entero; y entonces, por ser plenamente, humana, también
podrá ser divina y llevarle al conocimiento y amor de Aquel que
es

su Principio y su Fin.
Contimiar&
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