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Número 97-98

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I. El impuesto providencia y el socialismo sueco. II. La anarquía democrática en la Universidad. III. Los movimientos socialistas entre la ideología y la utopía: el precio de ésta

ILUSTRACIONES CON RECORTES DE PERIODICOS
Uno de los fenómenos más característicos de determinados periodos
de
todas las civilizaciones es la COl't'elación entre el acrecentamiento del
poder del Estado y la descomposición de los poderes sociales, es decir,
la anarquía social, Es c:uarulo, paso a paso, el «país legal» va arruinando
al «país real,» como notó Gonzague de Reynold respedo del Bajo /m ..
pe.río Romano. Fue cuando se llegó a la desorganización de la vida eco ...
nómica y social, producida por la catástrofe mcmetária y los excesos fis-­
cales del Estado romano intensamente burocratizado. A las compwiías pri•
vadas las sustituyó el Estado; toda profesión, todo oficio se convirtió en
función
del
Estado que

concluyó
por ser obligatoria y al fin fOt'zosamente
hereditaria. ,«A fuerza de inter,veni,: en todas parte1, --prosigue Gonzague
de ReynoJd,........, y de querer sostenerlo todo, el lmpe.rio igualitario y burocrá.­
tico es presa de un calambre. La pesadez y la complicación del sistema
le

impiden
dedicar sus cuidados a su primordial misión, es decir, a la
defensa
del orbis ramanus».
«Este fue el sino lamentable de la dvilizac-ión antigua», comentó Or..­
tega y Gasset: «¿Se advierte cuál es el paradójico y trágico final del
estatismo? La sociedad, para vivir mejor ella,

crea un utensilio, el Estado.
Luego, el Estado
se sobrepone y la sociedad tiene que empezar a vivir
para el Estado». Pero, «como a la postre no es sino una máquina cuya
resistencia y mantetiimiento depende de la vitalidad circundante que la
mantenga, el
Estado después de chupar el tuétano a la sociedad, se que-­
dará hético, esquelético, muerto, con esta muerte herrumbrosa de la má-­
quina,
mucho más cadwérica que

la del
organismo vivo».
Hoy, nuestros recortes de periódicos se van a referir fKeWamente a
dos
fenómenos que constituyen la cara y la cruz del estatismo creciente que
nos
invade: el

imponente
amnento de la presión fiscal, con finalidad· dis-­
tributiva,
igualadora, y la ·descomposición de la autot'idad social manifes-­
tada en las Universidades. Al final veremos cómo tertminan las utopías de
muchos,
y contemplaremos, no sin horror, un episodio que ha tenido como
escenario un país socialista, totalitario, que muchos _clérigos progresistas
nos evocan a menudo como
modelo a seguir, para el logró de la ,igualdad
soñada por ellos.
861
Fundaci\363n Speiro

l. EL IMPUESTOiAROVIDENCIA Y EL SOCIALISMO SUECO
En ITINERAIRES, núm. 154~ de junio 1971, con el título L'Impot~
Provldenc:e, nuestro amigo Louis Salleron, comenta un lib'l'o reciente de
Gabriel Ardent, "Histoire de l'impót". Salleron comienza exponiendo el
panorama· de

la
obra, para llegar a una

síntesis
esquemática.
«En términos generales la historia del impuesto es, en cierto
sentido, "la historia del intento de construcción de los Estados
actuales, de sus esfuerzos para desprenderse de los mecanismos
de dependencia y servidumbre del régimen feudal".
»Al'Clant no

vacila en
escribir que,
"el régimen de un país
como Francia, ha sido construido para responder a las necesi­
dades de las _finanzas públicas".
»Podríamos decir, muy esquemáticamente, que toda sociedad
comienza por estar en una especie de estado de naturaleza, con
un tipo de libertad cercano a la anarquía,
y que el Estado or­
dena,
sobre
esta materia

bruta, el impuesto que va a permitirle
construirse a sí mismo más sólidamente, asegurando a la vez
a la sociedad un orden
más justo y más fecundo.
»En ese

aspecto, el
impuesto no

se
presenta únicamente
como
una técnica
J'liberal", sino,

además, como un proceso de incita­
ción a la actividad económica, puesto que el Estado, para poder
desarrolla~ tiene

interés en que los intercambios se multipli­
quen. Cuanto más rica
sea la sodedad, más

puede
·serlo el
Es­
tado. En lugar, por lo tanto, de matar la gallina de los huevos
de oro, velará por consíguiente para mantenerla con una salud
floreciente, para recoger

el
1?'ayor número
posible de huevos.»
Expuesta la síntesis., Salieron comenta:
«Todo esto es muy cierto (t;on todos los correctivos deseables),
pero hemos llegado en
el momento actual a un Estado que es
el regulador todo poderoso de nuestra existencia.»
Y, mirando al futuro desde esta perspectiva, se muestra poco opti-­
mista:
862
«El Estado, cada vez más,, tiende a obedecer a la doble ne­
necesidad de la
ideología y de los hechos.
I) La ideología -la "legitimidad social" -es la demo-
cracia.
»La
democracia

implica la doble fe en el
Progreso y
en la
Igualdad.
Fundaci\363n Speiro

»El Progreso es el progreso técnico. Se desarrolla en dos di­
recciones má·s o menos contrapuestas. Y a que, de una parte, exi­
ge
inversiones gigantescas y en gran parte no rentables (la luna,
el armamento);
y, de otra parte, permite la multiplicación y la
renovación de
los bienes de consumo.
»Para financiar las inversiones, el Estado debe activar sin ce­sar

la rotación de los
bienes de
consumo, sustituyendo cada vez
más los sistemas de capitalización por
los de

reparto.
»Los centros de ahorro y de decisión son transferidos de los
individuos a las colectividades.
Las empresas,
en
espera de
al­
canzar unidades más vastas,
se co:O:vierten en productores de la
materia
del impuesto y en colectorer:f de impuestos. Su papel
es cada día
más semejante al de los "curiales" en el Bajo Im­perio ...
»La igualdad impulsa hacia una gigantesca redistrihuCión de
los
rendimientos por múltiples sistemas de transferencia que
aún pueden ser muy perfeccionados.
»2) Los hechos sostienen y reflejan la ideología. La necesi­
dad de dinero impulsa, como otrora, a la multiplicación de los
intercambios. Ello se realiza,
de una

parte, por la supresión
progresiva de las actividades autárquicas (explotaciones, campesi­
nos, ama de casa), de otra parte por los artífices de la contabili­
dad que permiten considerar como intercambios a ·simples mo­
vimientos contables en los libros.
» Vamos

a conocer aún durante un lapso de tiempo el aumen­
to de la renta. nacional
y del impuesto.
»Pero la corrosión
y después el colapso llegarán.
»En tanto

el fenómeno "riqueza" se mantenga ligado al factor
"producción e intercambios", el impuesto es, si así puede decir­
se, bienhechor.
Es, en todo caso, una técnica liberal, en un -sis­
tema

liberal.
»El día

en que
la producción dé lugar a repartos más que a
intercambios, el impuesto resulta ficticio, ya 1:1º es sino un fe­
nómeno contable.
»No nos

hallamos demasiado lejos de ello.»
Prosigue:
«Entonces será preciso escoger.
»O
bien
el
Estado, sacrificando
hasta el
límite a
las
divinida­
des

del Progreso y de
la !gualda~ desembocará, bajo un nom­
bre u otro, en el totalitarismo comunista,
»O bien, el Estado, considerando como valores primordiales
863
Fundaci\363n Speiro

la persona individual, la familia, las libertades asociativas, de
contratación, de comercio, colocará
el impuesto a su servicio.
»En el

primer caso, el
impuesto no es sino
un apéndice a
nn
sistema

de precios y de reglamentación.
»En el segundo caso, se mantiene como técnica liberal de nna
volnntad

liberal.
»Nos hallamos

en la pendiente hacia la primera solución. No
hay ya pensamiento político digno de este nombre. No se hace
sino analizar hasta el infinito el proceso de descomposición de
la sociedad, que es enmascarado por el acrecentamiento
de los
bienes, aún coloreados de riqueza. De
alú la atracción del co•
monismo,
que nadie quiere, pero que fascina por que es, efec­
tivamente la lógica de los hechos y de la ideología combinados.
»El Impuesto-Providencia

se aproxima a su término.
»Aún durante cierto tiempo, será factor de productividad y de
riqueza, de igualdad y de equilibrio social.
»Mañana será, lo que ha comenzado a ser, factor de esclavitud
al
servicio del

Estado-Moloch, hasta que llegue la ruina o la
subversión.
»Si

queremos conservar nuestras
libertaJ.es frente
al Poder, es
tiempo ya de
reflexionar seriamente.»
Hoy, precisamente por esa ideología que los impulsa, se simplifican
el juicio acerca de la justicia de los tributos, haciéndola de.pender sólo de
su legalidad formal y, en lo sustancial, de su fuerza igualatoria.
Sin embargo
decía el Padre Francisco Suárez, S. l., en su famoso
Tratado de las leyes y del Dios legislador, Lib. v; cap. XIV:
»Porqae la obligación de la ley depende especialmente de la
justicia de ella, y la justicia de los tributos requiere muchas
condiciones .. .
»
Entre ellas, seffaló: 1. º). Que diman.e de la autoridad suprema com.-·
petente (cap. XIV~·. 2.º} Que sea justa su causa final. o razónr y se
emplee adecuadamente conforme a ella, pues llegó a decir la glosa que,
ante
la ignorancia de

ella,
«no es aprobado por ningún derecho divino o
humano» (cap. XV). 3.0 ) Que su pago sea pro,pordorrado y no exceda
de lo debido por la causa que lo fundamente (esp. XVI). Estos requisitos
los estimó el P. Suárez necesarios rpara que el tributo obligara en con,,
ciencia ,(cap. 'X.VII), concluyendo, que ese juicio corresponde, en caso
de duda, a varones prudentes ( no a los_ órganos del propio Estado que
los exige).
Notemos
que
la finalidad
tradicional de los impuestos se dirigía a la
equitativa
distribución de las cargas públicas. Ar.tualmente esa finalidad
864
Fundaci\363n Speiro

ha quedado desbordada, como hemos visto, por los objetivos del Progreso
,--,asumido como función del Estado,-y de la igualdad perseguida, a
través de la redistribución de la renta, es decir, por el camino fiscal,, que
hacen
del Estado,
o del equipo que lo dirige, el dominador absoiuto, sin
apelación,
de la economía del país { conviene que releamos, varias veces,
el
e1;tudio de Marce[ de Corte La economia .al revés, cfr. en VERBO 91,.,92).
El camino de la distribución de las rentas ha sido enfocado como una
nuev·a vía

socialista,
totaknente conf:rapue~ta a

la
clásica que

partía de
la
estatificación de

los medios de
producción.
Esa nueva via

es
la emprendida por el socialismo sueco de que el
mismo
Salle-ron nos había -ilustrado, en la desaparecida revista MONDE
ET VIE, 195,
de septiembre 1960,
«Si el socialismo, pa_ra el común de los mortale(¾ como para
los doctrinarios se caracteriza por
la apropiación pública de loe
medios de producción, Suecia es
el país menos socialista del
mundo.

El
95 por 100 de los medios de producción son, en efec­
to, de propiedad
privada ... »
Pero:
«La riqueza privada así creada, por la actividad económica
privada,
es "socializadaº' por el impuesto directo.»
Salleron, cita un estudio de Claude Lachaux, "L' economie de la Suéde,
est elle

socialiste?",
publicado en AnaJyse et prevision {S. E. D. E. l. S.,
mayo 1969) y diversos artículos del mismo
Lachaux publicados en LE
MONDE. Vamos a
extractar en

los
sigu-ientes recortes la:s principales
conclusiones
a
que llega

Salleron:
« ... Si (el socialismo a la sueca) ha!Jta ahora ha funcionado
correctamente, es debido más a
lo que tiene de capitalismo que
a
lo que tiene de socialismo. De hecho es un régimen capitalist.a
surtido de importantes impuestos
directos.
»
....

en la medida, o tal vez
totalmente, en
que el impuesto
directo es la
baae del

sistema_
de redistribución
de las fortunas,
se puede conjeturar
qoe el fraude,

legal o ilegal,
permile a algu­
nos corregir sus defectos. Tanto como en Inglaterra se comienza
a observar en Suecia una
emigración de
las élites que tratan de
tentar
la suerte de la_ fortuna en el extranj~ro .,.»
Se ha llegado a un «impasse», que ha dejado a Suecia en l~ encrudjada:
«-... se hallan índices de una nueva s0ciallzaci6n reforzada por
55
Fundaci\363n Speiro

las reivindicaciones de un socialismo orientado, en la actualidad1 hacia la cogestión.
»En resumen,
todo indica
que ( ...

) Suecia
está en
trance de
virar desde su propio modelo al modelo occidental.»
Y enfocando la cuestión desde la perspectiva francesa, observa:
«Suecia hasta ahora · ha escapado al socialismo, pero comienza
a alinearse en él. Evitemos,
pues, invoc3r su

ejemplo solamente
a
fin de hallar un pretexto para aumentar los impuestos. Nues­
tro problema es
el de reducir las cargas públicas y romper el
tornillo de una administración "paralizante". La solución se ha­
lla en
la voluntad de los dirigentes, no en la evocación de teo­
rías ilusorias que ·sólo tapan una realidad cierta: la producción
se fovarece

por el respeto a
sus condiciones
fundamentales,
y,
en primer lugar, el de ]a propiedad privada.»
Desde el ledo socialista,. también se han hecho llamadas a la atención
sobre
ciertos mipectos del socialismo sueco. Así, Jacques Arnault, ha es~
crlto una serie de artículos en «L'HUMANITE» (11, 12, 13, 14, 18 y
19 ncwiembre 1969) y en «L'HUMANITE DIMANCHE» (14 diciembre
1969, 18 enero 1970) que han sido recogidas en un librito titulado Le
"socialisme" suédois. De éste tomamos los breves recortes siguientes:
866
«Si se observa, finalmente, que son las pequeñas empresas las
que
pagan generalmente las tarifas
más bajas, la igualación de
los
sal~rios, al

acrecentar las dificultades financieras de gran nú­
mero de ellas, puede transformarse en un medio de
concentra­
ción suplementario en beneficio del gran empresario ...
»Podéis observar -me añade C. H. Hermasson-que las
medidas "progresist,as'' tomadas por

la
soci<.d-democracia en la
práctica
no afectan nunca a los intereses del gran empresario.»
«... Desde 1960, el empresario sueco ha creado más puestos
de trabajo fuera de Suecia que en Suecia. La producción textil
nacional
se halla

en
vías de
transferencia hacia los países de
Europa con bajos salarios relativos, como Finlandia, Portugal,
Yugoeslavia.,.
»Es indudable -me dice Jan Ohsson, economista de la fed~
ración de los obreros metalúrgicos--que esta internacional,iza­
ción
de, los grupos financieros suecos suscita grandes temores ..
»Esos temores no son imaginarios: La gran industria sueca
se
ha
extendido un poco por todas las partes del mundo. Mi so-
Fundaci\363n Speiro

ciedad -me dice M. X., presidente-director general, exporta el
45 por 100 de su producciónr-, si se nru hace aquí la vida im­
posible,
nos iremos. Si se nos proJúbe exportar nuestros capital.es,
creed.me también, nos marcharemos. Tengo un nombre, tengo un
crédito: estoy en condiciones de encontrar capital,es en el ex­
tra,i.jero. Preferúnos ciertamente mantener
la sede de nuestras
empresas en-Suecia y repatriar nuestros bene/iCWs. Pero si est'o
no se nos permitiese .• .»
En fin, la agenda Pii.ressa Iza transmitido una crontca de su correspon ....
sal en Estocolmo, Modesto de Ja Iglesia, que hemos leído en el DIARIO
ESPANOL,
de Tan-agana, y del que creemos interesante recortar los
párrafos que a .continuarión pueden leerse:
«La operación gigante que, bajo la de.nominación «BK-66»
iniciaré la Dirección General de Impuestos de este país ha puesto
al descubierto un fraude al Estado por valor de 360 mi­
llones de coronas (unos cinco mil millones de pesetas), resul­
tado global de las innumerables sumas que los declarantes sue­ cos han ocultado· por medio de cuentas corrientes supletorias
y
letras de cambio de la Dirección General de Correos, Se dice, sin embargo, que lo hallado no es sino una mínima parte de
lo que en· realidad anualmente
··se defrauda.»
«Es importante

consignar la severidad con que las autoridades
suecas ven este tipo de fraude público. Las penas correspondien­
tes a estos delitos han sido triplicadas,
y a veces es probal>le que,
bajo
ciertas circunstancias,

los homicidas
sean juzgadóS con más
benevolencia

que los defraudadores de
la hacienda estatal. Esta
tesis
se basa en
el razonamiento de que aquel que oculta im­
puestos está robando, en realidad, a los más necesitados, a los
hospitales, asilos y a las
obrae públicas.
»El máximo

problema al que la
.ha.cienda sueca se enfrenta
es
la escasez de personal cualificado, porque las grandes empre­
sas están comprando con unos sueldos disparatados los servicios
de estos especialistas en fraude fiscal. Al incorporarse el experto
en materia tributaria a
iau nuevo

empleo aetnará contra su an­
terior patrono, el Estado,
y lo hará con esa eficiente formación
profesional que el propio
Estado habría
financiado.»
Surgen así, Intolerables difereDJCias:
«No hace mucho, tras numerosas intervenciones de letrados y
Fundaci\363n Speiro

expertos tributarios, se autorizó a la famosa dentista de Esto.
colmo, Alice Timander, la deducción de unas
10.000 coronas,
unas 140.000 ptas.-, en concepto de gastos de representación por
su vestuario.
»Según -se afirmaba

en dicha ocasión, en ese capitulo del
bien vestir
figuraba un bikini de visón. Al otro lado del ba­
rrio,

en otra ciudad o
en una

región aislada del norte de Sue·
cia, la situación puede ser muy diferente.
A unos leñadores, por
ejemplo,
se les niega una deducción en concepto de útiles de
trabajo.
Motivo de la misma: la compra
de unos guantes pro­
tectores.
»Se comprende el furor del partido socialdemócrata sueco
cuando en su meta de igualdad social, ve su camino entorpecido
por
esa falta de conciencia social que «BK-66» ha puesto al
descubierto,»
«
...

esta "razzia"
y todas las anteriores no han podido desper­
tar más que un irreductible deseo
de subsanación.
»Duras
seráll las pena.e impuestas a los defraudadores, pero
ello no
,cambiará la

situación.»
II. LA ANARQUIA DEMOCRATICA EN LA UNIVERSIDAD.
El articulo, al que vamos a es-tractar los párrafos siguientes, va pre-­
cedido por una cita, llena de actualidad., del Libro Vlll de La Repúb'.lica
de Platón.
«En, tal estado de anarquía democrática de una sociedad, el
maestro teme y adula a :sus alumnos, y los alumnos desprecian
a
sus maestros y tutores; jóvenes y viejos son similares; el
hombre joven
está en

el
mismo nivel

del viejo,
y está dispuesto
a competir
con él en .palabra y obra; y los viejos condescienden
con los jóvenes
y se muestran llenos de amabilidad y alegría;
detestan
ser considerados morosos y autoritarios, y por lo tanto
adoptan las maneras de
los jóvenes.»
El autor del arlícu.lo, precedido por esta cita de Platón, se habia ca..­
racterizad.o por su criterio avanza.do. Es Robert Brustein, Catedrático de
la Escuela de Teatro de la Univer:sidad de Yale. El trabajo fue publicado
en The New Repub1ic, y lós recottes que del mismo vamos a ofrecer
corresponden a la traducción publicada en Facetas, vol. III, 1970, núm. 3,
con
el título "La Universidad: amateur, Vs. profesiorntl". Comienza plan,,
teando

la situación
que en ese as-pecto presenta U. S. A.:
«Entre las muchas cosas valiosas a purito de desintegrarse en
868
Fundaci\363n Speiro

los Estados Unidos contemporáneos se encuentra el concepto del profesionalismo, con el cual quiero significar una condición
predeterminada por preparación, experiencia, habilidad
y rea­
lizaciones (también por
las remuneraciones,

pero esto es secun­
dario). En nuestra época, tan intensamente romántica, donde
se
han

politizado tantos activistas
y los juicios objetivos continua­
mente chocan eon
las demandas

subjetivas, el
amateur, o aficio­
nado, es exaltado como una especie de democrático héroe
cul­
tural,

no sujeto a normas y restricciones.
»Este proceso no ha dejado de preocuparme, por causa de su
impacto sobre mi campo de interés inmediato
--el teatro

y la
preparación teatral-, pero sus consecuencias pueden verse por doquier,
y más notablemente en el campo de la educación liberal.
Si
el amateur es igual -y algunos dirían que superior-al pro•
fesion~ entonces

el estudiante es igual o superior
al profesor,
y el "joven hombre", como Platón dijera en su discurso sobre
las condiciones que conducen a la
tíranía1 "está al mismo nivel
del
viejo, y está dispuesto a competir con él en palabra y
obra."»
A continuación recoge una analogía que se tiende a querer establecer
entre los

sistemas políticos
democráticos y la estructura universitaria:
«Si hacerilos una analogía entre los sistemas políticos democrá­
ticos
y la estructura universitaria, los eetudiantes empezarán por
exigir una voz representativa en las
"·decisiones que
afectan
nuestras vidas", que incluyen cuestiones acerca de
· 1a manera
de

presentarse en la facultad, cambios de programa, graduación
y disciplina · académica. Como las universidades empezaron a
acceder a
algunas de estas demandas,
aceptando así tácitamente
la citada analogía, las demandas aumentaron hasta el punto
en que los estudiantes insisten hoy en tener voz y voto para
elegir
al Presidente de la universidad, escoger a los maestros,
y
ann ocupar
un lugar en la junta del consejo.»
Pero, a su juicio, no es posible aplicar tal analogía sin desvirtuar la
relación educacional entre maestro y alun~.~os:

« ... deseo examinar la analogía que hoy está ayudando a po­
litizar la nniversidad,
y la propia erudición, porque me parece
llena de
fálsedades.
»Obviamente,

es absurdo identificar las instituciones electo­
rales con las educativas. Comparar
el Estado con la academia
es presuponer que la función primaria de la universidad es go­
bernar
y regir. Aunque la relación entre la administración y el
869
Fundaci\363n Speiro

cuerpo docente tiene ciertos-tonos políticos, el profesorado y la
adminutración difícilmente

podrán ser considerados como los
representantes
olegidos del

cuerpo estudiantil Y tampoco los
estudiantes, en
la universidad, pueden considerarse ciudadanos
libres de un
estado _ democrático.
»La relación

entre
prolesor y estudiante es estrictamente de
tutoría. Así, las
frinciones del

miembro del cuerpo docente no
representan los intereses del estudiante ante la administración, sino que, antes bien, aspiran a comunicar conocimientos de uno
que sabe a otro qne no
sabe.»
Nota seguidamente:
870
4: ... la hostilidad de muchos estudiantes hacia el curso de con­
ferencias, donde
una "autoridad" comunica los frutos de
sus in­
vestigaciones, ex.tendiéndose sobre los puntos oscuros cuando lo
piden así
las preguntas
de los estudiantes· (es ésta una valiosa
técnica pedagógica,
especialmente para

principiantes, junto con
los seminarios
y las tutorías). A esto se prefier~ y por lo tanto
lo está reemplazando en algunos departamentos, la discusión de
grupo o "sesión conjunta", donde la opinión del
esrn.diante acer­
ca

del material recibe más atención que el propio material, si
es que llega a tratarse en realidad dicho material. La idea -tan
básica para la sabiduría- de que existe un organismo de cono­ cimientos hereditarios que puede transmitirse de una generación
a otra, está perdiendo terreno porque pone
al estudiante en una
posición subordinada que
le resulta inaceptable, con el resultado
de
que el

proceso de aprendizaje cede terreno ante una disputa
en que

la opinión de uno es tan buen.a como la de cualquier otro.
»El problema se exacerba

en las humanidades y
ciencias so­
ciales

con su
juicio más

subjetivo; difícilmente podrá sentirse
la misma dificultad en las ciencias clínicas.
Es improbable (aun­
que todo

es posible en estos días) que los
estudiantes de
medi­
cina insistan en hacer un diagnóstico por mayoría de votos, o
qne los estudiantes que practiquen la cirugía rechacen la
anes­
tesia

porque
quieren ~articipar eri las

decisiones que afectan
sus vidas
y, por lo tanto, que exijan escoger los instrumentos
del cirujano o le
digan dónde cortar. Evidentemente, aún se
respetan algunas
formas de
autoridad, y
algunos profesionales
aún

se libran de las
incursiones del amateur. Sin embargo, en
la educación
liberal, donde

el
desarrollo del

individuo toma tal
peso e importancia, la subordinación de la mente al material a
menudo
se considera

como una especie de represión.
>Empieza a

resultar comprensible la actual pérdida de interés
Fundaci\363n Speiro

por el pasado; que ofrece una literatur!' y una historia que hasta
cierto punto
han sido comprobadas por el tiempo, y la preocu­
pación apasionada por el presente inmediato,
cuyas obras
aún
están por ser
evaluadas objetivamente.

Cuando las preocupa­
ciones
educativas de

alguien son contemporáneas, el material
puede subordinarse a los propios
interese~ ya

sean políticos o
estéticos, así como el actual periodista a menudo
e.stá más

ocu•
pado con sus propias ideas que con los libros que
se supone
debe
comentar.»
«El

verdadero estudio de la humanidad se convierte en el del
hombre contemporáneo o futuro; y el estudiante no enfoca el
mundo
exterior, pasado o

presente, tanto como la esquina con­
tigua, la de sus necesidades inmediatas. Pero esto, además de
ser romántico, es pueril, ya que refleja la renuncia del
estu­
diante
a

examinar o concebir el mundo más allá de sí mismo.
Y aquí, la universidad parece estar pagando una deuda que
no es suya, una deuda contraída por esa clase de hogares con­
descendientes y esa escuela
"progresista'' que prepáraron a mu­
chos

de los estudiantes radicales de hoy, y donde el conoci­
miento habitualmente era de menor importancia que la expre­
sión
propia.»
Se refiere después, a un determinado curso, llamado C.ore, que debía
ensefíar la esencia de la literatura, la historia, el civismo, et:c., pero, en el
cual se funcionaba de la manera siguiente:
«Los estudiantes se sentaban juntos frente a una mesa re•
donda para dramatizar su igualdad esencial con su instructor;
el instructor --o, más bien el coordinador, tal como le llama­
ban~ permanecía

completamente al margen; y en lugar de de­
terminar las

respuestas mediante
la investigación o la autoridad
del profesor,
se las

decidía por mayoría de votos. No tardé en
despedirme, convencido de que había presenciado una prueba
de una democracia totalmente mal entendida. Este
mal entendi­
miento
ha invadido nuestras instituciones de euseñ.anza superior.
»Así, los
hábitos
estudiantiles de
la niñez y la
adolescencia
se

están extendiendo a la edad adulta. Los graduados del curso
de Core, y de otros cursos como éste, se están concentrando en
el desarrollo de sus "estilos de vida", protestando contra restric­
ciones de todas
clases (palabras

como
''coacción" y
"co-opción"
son parte del lenguaje actual), y exigiendo que todos los cursos
se adapten a
sm requerimientos

personales e
intereses indivi­
duales.

Pero ésta está lejos de ser la función de la universidad,
871
Fundaci\363n Speiro

tal como lo ha observado Paul Goodman en The Community
of Scho/,ars (La Comunidad de los Eruditos): cuando se enseña
al
niño,
se enseña a la persona; cuando se enseña al adolescente,
se enseña el tema mediante la persona;
pero cuando se en.seña
al, adulto, entonces se enseña la materia.
»Más allá de la observación de Goodman está la suposición
de que
el estudiante universitario es, o ya debiera ser, una per­
sonalidad desarrollada, que asiste a la academia no para inves·
tigar su "estilo de vida", sino para absorber todos los conoci­ mientos que pueda, y que, por lo tanto, está preparándose
me­
diante

estudio, investigación y contemplación, a entrar en la
CO·
munidad de los eruditos profesionales. Al rechazar esta idea, al­ gunos
estudiantes revelan
su deseo de extender los privilegios
de una cultura orientada hacia
el nifio y el adolescente hacia sus
aiios de

madurez. Signen queriendo ser
amateurs.
»Es fácil ver por qué Goodman ha llegado a la conclusión de
que mucha de la juventud universitaria no merece el nomhre de
estudiante: están creando condiciones
en las

cuales se está
ha­
ciendo virtualmente imposible efectuar todo trabajo intelectual.»
A su ¡uicio:
« ... para llegar a ser doctor y ayudar a los pobres de los ba­
rrios bajos, antes hay que estudiar temas "inaplicables", tales como
1tnatomia y

química orgánica. De la misma manera, hay que
abandonarse a las aparentes "inaplicabilidades" del
pasado, a

fin
de lograr ser aplicable al presente.
D-e otra

manera, nos veremos
condenados a
repetir los

errores de la historia, tal como suele
decirse, y como me parece que estamos haciéndolo en el
mmq,en­
to

actual. Evidentemente,
el sistema no está funcionando, y com­
parto con los estudiantes una profunda preocupación por ello.
Pero no creo que se pueda o deba mejorar mediante la violencia,
y la disposición de los jóvenes radicales a llevar sus acciones
hasta la retórica irracional me hace preocuparme y
pensar que
la sociedad con la cual sustituirían a la actual sería peor que la
que hoy tenemos. Lo que necesitamos son ideas, no actitudes
románticas, y la
s-itnación actual
está impidiendo que se formu­
len las ideas.»
III. LOS MOVIMIENTOS SOCIALISTAS ENTRE LA IDEOW­
GIA

Y LA UTOPIA, EL
PRECIO DE
ESTA.
En el núm. 45 de la carta Octogesi.ma adveniens se lee: que, sin cam-­
bio de los corazones:
872
Fundaci\363n Speiro

«... se ve claro1 aun las ideológías más revolucionarias no
desembocarán más que en un simple cambio de amos; instaladas
a su vez en
el poder, estos nuevos amos se rodean de privilegios,
limitan las libertades y consienten que se instauren otras formas
de injusticia.»
La lectura de estas líneas nos ha traído a la memoria una información
recuadrada en LA VANGUARDIA DE BARCEWNA, del 22 de mago
con el titulo El manifiesto de los 61 intelectualés de -tpdo el mundo contra
Fidel Castro, de la cual a continuación recor:tamos los párrafos sustandales.
«PARIS, 21 (Exclusiva de The Ne:w Ym-k Times para La
Vanguardia.) Sesenta y un destacados intelectuales de izquierda,
incluido Jean-Paul Sartre,
Alberto Moravia,
Susan Sontag y un
antiguo ayudante de
Fidel Castro,

han condenado
al dirigente
cubano por

el caso del
escritor Padilla,

de la
misma naciona,
lidad,

que se acusó a
sí mismo de

traición a la revolución cubana,
»Las copias de la carta que dirigieron a Castro fueron distri­
buidas aquí ayer noche. En ella se expresaba la "vergüenza"
y
la "ira" de los firmantes por los últimos acontecimientos en el caso de Heberto Padilla, notable poeta cubano,
que fue
arrestado
en La Habana el pasado 20
de marzo

bajo una acusación no es·
pecificada,
y más tarde fue dejado en libertad el 28 de abril
después de escribir una confesión de cuatro mil palabras en la
cual se acusaba a sí mismo de haber difamado duramente a la
revolución cubana. Añadió que lo había hecho especialmente en
conversaciones con intelectuales extranjeros, a dos de los cuales acusó de trabajar para el servicio norteamericano de contra­
espionaje (C.
l. A.). El texto de su confesión fue entregado fuera
de Cuba por la agencia de noticias del gobierno,
Prensa Latina.
«Un destaéado francés, experto en Iberoamérica, Marcel Nie­
dergang, comentaba hoy en el periódico Le
Monde que la
carta marca la ruptura efectiva entre los intelectuales europeos
y americanos con el régimen cubano que los primeros apoyarori entusiásticamente en los años sesenta. El periodista miraba de
forma aún más significativa
el hecho de que las firmas incluían
a Carlos Franqui, un antiguo director del
Diario de La Ha­
bana durante la revolución, un íntimo amigo y colaborador de
Castro. Otros firmantes de la carta son las escritoras Simone de
Beauvoir
y Marguerite Duras, y el director de cine Alain Res­
nais, de Francia; la directora de periódico comunista en la opo•
sición Rossana Rossanda y los escritores ltalo Calvino
y Pier
873
Fundaci\363n Speiro

Paolo Pasolini., de Italia; el novelista Hans Magnos Enzenherger,
de Alemania occidental; ...
»
«He aquí algunos extractos del texto de la carta: Al Mayor
Fidel Castro, primer ministro del Gobierno revolucionario de
Cuba.
»Creemos que ea nuestro deber informarle de nuestra ver­
güenza

y de
nuestra ira.
El deplorable texto de la confesión
fir­
mada

por Heherto Padilla sólo puede haber sido obtenido por
métodos
que llegan

a la negación de la legalidad y justicia
re­
volucionarias.

El contenido de esta confesión, con sus absurdas
acusaciones y afirmaciones delirantes, así como la lamentable
parodia de autocrítica
, a

la cual
se sometieron
Heberto Padilla
y sus camaradas Belkis Cuza, Díaz Martínez, César López y
Pablo Armando Fernández en la sede de la Unión Nacional de
Escritores
y Artistas Cubanos, recuerda los más sórdidos momen­
tos de la era del estalinismo, con
sus veredictos
prefabricados y
sus cazas diabólicas ...
»
Pero Cuba ofrece aspectos más siniestros que confirman la frase de
Marcel Clément:
«Una sociedad sin Dios -socialista o racista- se desliza hacia
la animalidad.»
Una muestra extremecedora nos la ofrece Jean Cau en PARIS..-MARCH
del 12 de junio,. Traducimos algunos párrafos:
874
«La alimentación era inhumana. Una vez por día -sólo una­
los guardias nos echaban a través de las rejas algunos puñados de un arroz mal cocido y guijarroso, que caía en el propio suelo
en la escoria
y el polvo. Debíamos compartir esta porquería entre
tres. Comerlo con las manos, Personalmente tenía al menos la
suerte de tener como compañeros de celda dos
hombres admira­
bles,

ambos antiguos funcionarios. Pero oíamos los horribles
disputas provocadas por
cado distribución

de comida salvaje­
mente animados por
los guardias

...
»Un día,

en
la. celda vecina a la núa, fue muerto un ·hombre:
lo mataron
sus compañeros.
Estrangulado. Los guardias lo con­
templaron sin decir una palabra.
Cuan'.do todo

hubo concluido,
les oí
decir: «¡Vaya,

más carne para los doctores!».
»Comprendí más tarde lo que significaban estas palabras.»
Fundaci\363n Speiro

A continuación el artículo explica cómo, al narrador, se le quiso arra~
car la confesión de .ser un agente americano enviado para sabotear la obra de la revolución cubana. Enumera las atrocidades de que fue objeto para que lo confesara:
« ..• baño de ácido, tatuaje con hierro al rojo de una hoz y
un
martillo, depilación

metódica de entrepiernas, lavado del
es­tómago por medio de pequefios trozos de algodón con grasa de
desperdicios, inmersión de la cabeza
en una caja llena de abejas.»
Después se le advirtió que si negaba su simple firma a la confesión
que se le exigía, tendría que participar en la foimación de unos jóvenes médicos. Para üustrarle al -respecto, su inquisidor:
«Abrió un voluminoso "dosier" encarpetado. Su interior con
tenía
fotografías. "Fotos" tenihlee:. Documentos

espantosos.
Se veía en ellas jóvenes estudiantes de medicina, revestidos de la
tradicional bata
blanca entregados a disecciones de cadáveres de
detenidos,
¿ Cadáv~res digo? Muertos vivientes, agonizantes
y, a veces, incluso tipos que no estaban sino heridos. Recuerdo
una foto, en
color, tomada
desde muy cerca en la que se
percibía
la

mirada con vida de
un hombre desventrado, desangrándose,
en la que se leía todo el horror del mundo. Sí, todo el horror
del mundo.
»Entonces, reconozco
que me sentí aterrado. Firmé la
declara­ción

que el ayudante me tendía. Reconocí todo lo que él
quiso.»
¿Es éste el final a que lleva la utopía? Entre la ideología marxista y
las utopías marcusisfas, gueuaristas, nihilistas; "gauchistes", se encuentran,
"concretamente",
movimientos hlstóric:os socialistas europeos. Pero; he ahí la perspectiva con la que son contemplados en el editorial de la. página 7 del «YA» del 30 de mayo titulado E1 socialismo ante el muro:
«Con motivo de la conferencia que en Helsinki han celebrado
los partidos
socialistas, se
ha llegado a
hablar de
una reactiva­
ción del
socialismo a

escala mundial.
La verdad es que la con­ferencia

no ha tenido ese alcance. Aun sin restarle su interés
y
su
importancia,

la reunión de Helsinki no ha
pasado de
ser una
asamblea política de partidos. Nada (o muy remotamente) han
influido en
ella las fuerzas sindicales del socialismo, ausentes
del debate. La verdadera Internacional Socialista sigue varada,
deéde hace muchos años,

porque el comunismo la tiene sitiada
en
casi todos

los
países. El
socialismo parece
haber llegado
a
su etapa

final. Al igual
que el
capitalismo.
875
Fundaci\363n Speiro

876
»Por lo que atañe a los partidos socialistas, únicos que han
estado presentes en
Helsin~ constituyen
hoy, al menos en Euro­
pa, unos equipos de profesionales muy tecnificados de la poü­
tica, más que

unos movimientos reivindicadores. Desde que el
socialismo de cátedra entró a formar
parte de los Gobiernos
-tras la primera gran
guerrBr----, asimilando

a
su estilo
a los
vie­
jos

líderes sindicales, difícilmente se puede decir que entre los
llamados partidos

socialis-tas
"a fa. europea11 y los sindicatos obre­
ros haya una simbiosis y menos una subordinación. Todo lo más,
puede haber una
armonía sobreentendida.

Lo que sí es cierto es
que, llegada
la coyuntura de las urnas, el triunfo o el fracaso de
los partidos socialistas depende del sufragio de
la masa sindical.
»Ahora bien, esta
masa sindical

da seiíales de creciente indis­
ciplina.
Se vio en el "mayo rojo" de Francia, se está viendo en
las huelgas
"salvajes11 o anárquicas con que el Reino Unido,
en
Franci~ en

Italia
y en otros países, los elementos de la "hase"
se imponen

a la superestructura o cumbre jerárquica de los líde­
res nacionales. De hecho, los sindicatos están siendo dominados
por los "líderes de
fábrica". Ahí

está,
pata ejemplo
reciente, lo
sucedido
con la

huelga en la empresa "nacionalizada" Renault,
en los ferrocarriles británicos
y norteamericanos y ~n otros mu­
chos casos. Si hoy
se puede

hablar de una Internacional Comu­
nista
(atu1que también

está entrando en crisis, como se acaba de
comprobar en el
congreso de

Praga), sería discutible seguir dan­
do por
supuesta la

existencia de
una: Internacional
Socialista.»
«... El rebrote de una especie de nihilismo anarcoide -signo
de postrimería- es evidente,
lo mismo. en el ámbito de las ju­
ventudes universitarias que en las masas obreras. Y quienes pri­ mero sufren las consecuencias de esa mutación de ánimo en las
nuevas generaciones son los partidos socialistas, que han de ver
con aprensión la eventualidad de que a su izquierda surjan fuer­
zas que, de uno u otro modo, les obliguen a perder la fisonomía
política adquirida en decenios de experiencia en los turnos de
Gobierno.
»En Helsinki

ha asomado esa preocupación. Así como la triste
realidad de que el
"soeialismo político"

está escindido en los
países escandinavos, en Italia, en Francia, en Israel, en Japón ....
Sin meternos a lanzar pronósticos para el año 2000, quizá se pue­ da
pensar en la paradoja de que, a . medida que avance la socia­
lización, cosa que ahora se ve con claridad indudable, se vaya
empobreciendo de poder de imantación el socialismo ...
»
Fundaci\363n Speiro