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El compromiso temporal

EL COMPROMISO TEMPORAL
FOR
GABRIIU, DE ARMAS.
«El Magisterio de Ja Iglesia está hoy tan en primer plano,
que es imposible ignorarlo.
Para unos
es causa de malestar, para
otros es objeto de incertidumbre
y de duda, para otros es meta
deseada en su trabajo desmitologizante, para otros es la espe­
ranza única cuando todo se
hunde, la

garantía segura cuando
fluctúa todo, la norma inmediata cuando un autonomismo sub­
jetivo
lo invade todo, el puente firme que nos acerca a Dios ... »
(P. JOSÉ ANTONIO DE .Al.DAMA).
* * *
«El compromiso temporal tiene un doble sentido: en un sen­
tido
amplio, significa el esfuerzo responsable por establecer
rectamente el orden temporal
y ordenarlo hacia Dios por Je­
sucristo.
& decir, iluminando las tareas temporales con la luz
del Evangelio e impregnándolas de
caridad cristiana,. conser­
vando,

sin embargo, las leyes y fines propios de este orden.
En un sentido
estricto el compromiso temporal significa el es­
tablecimiento concreto o la realización del orden temporal.
Es
decir, buscar y dar solución completa a los problemas tempora­
les

que se suscitan en el campo político,
económico, social, cul­
tural, etc., actuando directamente en dicho orden.
En el primer sentido le corresponde a
la Iglesia como Ins­
titución;

en el segundo, a los
laico¡ en

su carácter de tales, con
.responsabilidad propia».
(Declaración
Pastoral de

la Conferencia Episcopal Argenti­
na, Ecclesia, núm. l. 509).
• • •
«Es, pues, la oración como un perfecto reflejo de nuestra
vida
íntima de

hijos de Dios, como el fruto de nuestra
filiación
divina

en Cristo; como el desarrollo espontáneo de los dones
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GABRJEL DE ARMAS
del Espíritu Santo. Por esto es tan vigorosa y tan ferunda»
(Dom COLUMBA MAlwlóN).
• • •
« ... la suerte de una vida depende en gran parte de cómo ora
uno
y de cómo oran por él los demás. Las grandes obras han
sido
siempre fruto

de la
oración» (ROMANO GUAJtDINI).
• • •
«... no son las intrigas, sino los principios, los que tienen
la divina virtud de curar las naciones» (DoNoso CoRTás).
I
Oom,promiso temporal equivale a obligación contrai'lda en el
tiempo. Para un cristiano, que jamás puede peroer de vista su
norte
sobrenatura;! y su destino
trascendente,
el compromiso tem­
poral con el mundo y
para el munido ; pero siempre con inexcusable pro­
yección

de
eternidad, ya
que
él! ha sido "criado para a;laba'l", hacer
reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar
su ánima ; y fas otras cosas sobre '1a haz de la tierra son crfadas
para el hombre, y para que le ,eyuden en la pmsecuci6n del fin
para que es criado",
según la ya clásica exposición ignaciana
de -los Ejercicios Espirfü.tales (1).
El mundo, nuestro mundo actua[, con su fe esclerótica, con
su esperanza anémica, con -su caridad inane, necesita de ayuda
para sa1ir de su crisis. Las fuerzas del mal estarán siempre la­
tentes en él, porque los espíritus infernales no duermen. Las malas
hieroos crecerán

e
intenmrán ahogar la:s sementeras una y otra
vez.

Las
acciones de escarda y

replante son
absalu1llmente im­
prescindibles. En esta fa:bor somos todos operarios, porque Orlsto
quiso asociar
al hombre

a su obra santificadora.
Cristianizar es
(1) Sah Ignacio de Loyola: "Ejercicios Espirituales", en. Obras Com-­
pletas, editadas
por

la B. A. C., 1952, núm. 86,
págs. 161-162:
Principio
y Fundamento.
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EL COMPROMISO TEMPORAL
santificar. Y la santificación compromete al cristiano a un conti­
nuo volver sobre el hombre y
la sociedad para datles una dOnfi­
guración según Cristo
o según la

voluntad de
Cristo.
Al

católico
seglar correSIJJOllde fundament:a!lmente la llamada
consecratio mundi. ¿ Y qué es, en definitiva, fa consecratio mundi?
Según Pío XII, '~a consecratio mundi es, en lo esencial, obra
de
los seglares

mismos que
se hallan mezclaidos íntimamente con
la

vida económica y social, que forman parte del
gobierno y
de
las
asambleas legiafativas" (2).
Subrayemos, por su importancia y matización la última frase:
formar parte del

gobierno y de
las asambleas legislativas. Es decir,
intervenir, de
ailguna manera, en la vida pdlítica. Vida política
que es,
a la vez, ciencia y ame relativas a 'la gobernación del Es­
tado,
cuya razón

de existencia es
el bien común en la más ampllia
acepción

del
oonoepto.
Y

para
estas tareas,

"que el seglar puede
cumplir tan
bien o
incluso mejor que el sacerdote"
(3), Pío XII pide dos requi­
sitos:
A) libre actuación; B) ejercicio de la propia responsabi­
lidad.
A)
I,ibre actuación.-EI católico segilar debe tener e,opedita
la vía para exponer públicamente sus puntos

de vista y desenvols
ver sus actividades cívicas, a[ igua1l que otro miembro cualquiera
de 1a sociedad en que vive. Sin mediatizaciones más o menos coac­
tivas. Sin impedimento alguno de carácter legal. Sin embargo,
no
siempre sucede así. Existen naciones

donde por la condición
de ser católico se
lleva un:a marca de estigttna infamante. La voz
del católico está
ahogada por

mil trabas
insa!lvalJles, que Io dejan
reducido

a ciudadano de condición ínfima. Justo es
recoadar a
tantos
h=anos nuestros, miembros del Cuerpo Místico,

que
sufren atrozmente bajo regímenes de signo tota!lirtario marxista,
por el sdlo hecho de haber expresado opiniones contrarias a las
(2) Pío XII : Discurso a los participantes en el II Congreso Mundial del Apostolado Seglar, de S de octubre de 1957. Véase en Ecclesi.a, nú­
mero 849 de 19 de octubre de 1957, pág. 1187.
(3) Pío XII : Ibídem.
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GABRIEL DE ARMAS
acciones gubernamenrbles o por la mera circunstancia de disentí~
de
ellas.
Nos olvidamos, con frecuencia, de que la Iglesia, nues­
tra madre, está perseguida, aprisionada, acosa sus manifestaciones más simples y elementales, en países donde el
comunismo ateo, "azote satánico" (4), como 1e llamó Pío XI,
hace gala de su poder omnímodo ...
Como slmbolo de esta persecución y paradigma, al propio
tiempo, de lo que constituye la esencia de la
fort:aleza cristiana,
frente a1 poder opresor y tiránico, debemos recordar, con emocio­
nada simpa tia, la figura del heroico Cat'dena,I J osef Mindszenty ...
¿ Qué extraño silencio se impone en torno a ella? ¿ Qné estúpido
olvido
difumina,

cada día, sus precisos contornos?
¿ Qué culpa­
ble amnesia nos va dejando
indiferentes ante

tanta crueldad ar­
dorosamente sostenida?
¿ Qué ingratitud nos e,ol:rae de la memoria
hechos
que están en carne viva y que, a gritos, piden urgente
reparación ?
Preguntémonos, reflexivamente, con Pablo VI:
H¿ Podremos olvidar las siempre difíciles condiciones en que
la Iglesia se encuentra en países para Nos tan queridos y tan
hostiles a

Nos, donde muchas
libertades elementailes son

piso­
teadas o
negadas a

la
vida católica, y donde especia:lmente la edu­
cación

de la juventud
está invadida
por
la negación de Dios y
de Cristo y por
la oposición y el descrédito de la Iglesia rató­
lica
?"

(5).
B)
Ejercicio de la propia responsabüidad.-EI seglar cató­
lico deberá actuar en
fa vida pública en el grado a que su propia
conciencia le

llame y
Je espolee. Unos más
y otros menos, segón la
vocación, que es llamamiento, deseo y
aptitud, todos

deberán
co-
(4) Pío XI: Divini Red.e1nptüris (7). Colección de Encíclicas y Do­
cumentos fontificios. Publicaciones de la Junta Nacional, Madrid, 1%2,
pág. 155. •
(5) Pablo VI: Discurso al Sacro Colegio y a la Prelatura Romana
con motivo de
1a Navidad, pronunciado el 24 de diciembre de 1964. Véase
en Ecclesi.a, núm. 1.226, de 9 de enero de 1965.
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EL COMPROMISO TEMPORAL
laborar en la anhelada consecratio mundi. Pero con mía rondi­
ción

muy clara: nadie,
jamás, tendrá

derecho
a echar sóbre fas es­
paldas
de la Iglesia su personal
fracaso. La Iglesia, sí, como ma­
dre amorosa le_ dará constantemente principios generales, conte­
nidos en
el Derecho

Público
cristiano, que el .seglar responsable
deberá .Juego aplicar a las cuestione; de: "facto". Pero entiéndase
bien: es el propio seglar quien prncurará wlorar, en todo mo­
mento, las
s1tuaciones y
circunstancias de los hechos, bajo
el signo
de

la prudencia,
para aplicar 1uego los principios ronvenientes,
con
propia

y
ex.elusiva responsabi'lidaid personal Sin arrogarse,
desde

:luego, en
materias deja@s
a
la libre discusión de ,los hom­
bres, representaciones eclesiales más o mel)OS oficia.les u oficio-
sas ...
Pablo VI, en un bello y enjundioso discurso a los graduados
católicos,

de
3 de enero de 1964, abundando en estas mismas
ideas acerca de la actuación de1
seglar en la consecratio mundi,
expone:
" ... nuestra doctriina reconoce al seglar fiel una participación
en el sacerdocio especial de Cristo y, por tanto, una capacidad,
más aún, una resiponsahllidad en el ejercicio del apostolaido, que
ha venido determinándose en conceptos diversos y formas adecua-
1as a las posibilidades y a la índole de la vida propia dcl segilar
inmerso

en las
rea11da:des temporales,

pero también imponiéndose
como una misión propia de
la hora presente. Se habla de c secratio mundi, y se atribuyen a1 seglar prerroga,tivas particula­
res
en
el campo de la vida terrena y profana ... " ( 6).
También el Concilio Vatícano II se ocupa del tema y nos ,da
normas y orientaciones al respecto, principalmente en dos impor­
tantes

documentos:
en la Constitución Gaudium ~/ S pes, acerca
de la Igilesia en

el mundo actual, y en
el Decreto Apostolicam ac­
tuositatem, sobre el a,postolado de los seglares.
En el
púmero de ellos se nos advierte :
''El cristiano

que
falta a sus obligaciones temporales, falta a
(6) Pablo VI: Discurso a los Graduados católicos, de 3 de enero de
1964. Véase en Ecclesia, núm. 1.175, de 18 de enero de 1964 .
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GABillEL DE ARMAS
sus deberes con el prójimo; fa1ta, sobre ·todo, a sus obligaciones
para ,con Dios y pone en peligro su eterna salvación" (7).
Pero antes nos invita a reflexionar con una exhortación llena
de sapiente doctrina:
"El Concilio

exhorta
a los cristianos,

ciudadanos de la
ciudad
temporal
y de la ciuda:d eterna, a cumplir con fidelidad sus debe­
res temporales,
guiarlos siempre
por el
espíritu evangé!lico. Se
equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí
ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pue­
den descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la pro­
pia fe

es un
motivo que
les obliga
a1 má:s perfecto cumplimien­
to

de todas ellas según la
vocación personal
de
cada uno"
(8).
En
e1 segundo de los documentos cita:dos se lee que "la misión
de '1a Iglesia no es sólo ofrecer a los hombres ed mensaje y la
gracia de

Cristo, sino también el impregnar y
perfeccionar todo
el onden temporal
con

el espíritu evangélico" (9).
Y
má:s adelante:
"Es preciso, sin embargo, que 1os seglares acepten como obli­
gación propia el instaurar el orden temporal y el actuar directa­
mente y de
forma concreta
en
dicho onden, dirigido

por la
luz
del
Evangelio

y
'1a mente de la Iglesia y moviJdos por ,la caridad
cristiana; el cooperar, como conrciudarlanos que son de fos demás,
con su específica pericia y propia responsabilida!d, y el buscar en
todas partes y
en todo la justicia del reino de Dios" (10).
Pero ...
¿ qué es 1o que constituye en sí el orden temporal? El
mismo texto conciliar hace la siguiente enumeración, -con un orden
de prelación que debe tenerse en cuenta:
l.º Los bienes de la vída y de la farrni'lia.
2.º La cu!ltura.
3.0 La economía.
4.º Las artes y profesiones.
(7) Constitución Gaudiu.m et Spes del Concilio Vaticano II (43).
(8) Ibídem (43).
(9) Decreto Apostolica,m actuositatem del Concilio Vaticano II (5).
(10) Ibídem (J).
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EL COMPROMISO TEMPORAL
5." Las instituciones de la comunidad política.
6.
0 Las relaciones internaciona1es.
7.0 Otras realidades semejallltes, su evolución y progreso.
Todos estos :bienes, nos dice el referido documento conciliar,
"no
son solamente

medios
paira el fin ú}timo del hombre, sino que
tienen, a los
considere en

sí mismos, ya
como parte

de
todo el

orden tem­
pora,l ... " (11).
II
De cuanto IJevamos dicho se infiere que la Iglesia conmina rul
fiel,
al
miembro
del Cuerpo Místico,

a intervenir, de modo per­
sona,l y directo, con propia responsabfüdad, con plena conscien­
cia de los deberes que asume, en
fa vida pú!Jlica. O lo que es
igual,
·a,1 ejercicio de i1a actiwdad política, sin titubeos y con paso
firme y

decidido. A formar
¡>arte, en
una
palabra, del
gobierno
y de las asambleas legislativas, como se expresa concretamente
Pío XII al
ha!Jlar de -los deberes
de
la consecratio mundi ...
Esta
invitación
o, mejor

aún, conminación, no es de ahora.
No es tarea que deviene por moda, aunque los actuales tiempos
exijan mayor
celo en el cumplimiento de estos deberes por razón
de especialísimas circunstancias socia:les que a nadie se esconden.
Desde cien años para acá, desde Gregorio XVI (1831-1846),
hasta
el Papa reinante,

Pablo VI, la Jerarquía
eclesiástica, en
mul­
titud de documentos de
doctrina política, ha eiq,uesto, a la faz del!
mundo, sin 'la menor duhitación, los fundamenta1es e inconmovi.:..
bles principios por los que debe regirse e1 católico en su inexcu­
sable

quehacer de carácter cívico.
De tal
manera, que
podemos
concluir en que el llam~do compromiso temporal es un comprome­
terse del católico para instaurar un orden cada día más ajustado al
Evangelio
y santificar, por consiguiente, las estructuras y todo
el andamiaje de la sociedad.
En ta1 sentido, la voz del Vicario de Cristo, de Pedro, su-
(11) IIMem (7).
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GABRIEL DE ARMAS
premo j eratta, confirmante, ha sido socundada por los obispos
del mundo entero, que han explanado, según lo han requerido
las circunstancias de sus respectirvos pueblos, en enjundiosos do­
cumentos pastorales, la doctrina pontificia acerca del proceder
político
de

los católicos
mílitantes. El 14

de noviembre de 1964,
en la

IV Reunión de Amigos de la Ciudad Católica, desarrollé
una
ponencia sobre "Necesida,d de formación doctrinal" (12).
Allí aduje una serie de
teJctos de singulares pastorales colectivas
del Episcopado de diversos países, que

hoy,
pese al espiritu revo­
lucionario
inílltrado en ilas humanas estructuras

de la Iglesia,
conservan
igual vigencia

y modernidad que entonces, ya que es
doctrina eterna, nueva y vieja, siempre remozada y •lozana. A
ellos me remito. Pero debo
hacer constar que, a los mismos, po­
drían añadirse ahora muchos más, que han visto la l11z púlJlica
con

posterioridad.
León XIII, en su
Inmürtale Dei, encídica publicada el
1
de noviembre de 1885, no duda en pronunciar estas tres afir­
maciones contundentes :
l.• Es de interés que los católicos tomen parte en la admi­
nistración pública (alude el Papa aquí, con toda seguridad, a la
vida
municip"I por lo que luego sigue).
2.ª Por la misma razón es conveniente que lleguen hasta las
,ritas esferas del poder.
3.ª Porque de no intervenir los católicos activamente en po­
lítica se

seguiría gravísimo daño a
la religión,

ya que se
les daría
campo llbre a 'los enemigos de la Iglesia y "fácilmente se apode­
rarían
de los asuntos
públicos personas
cuya manera
,de pensar
pueden

no
ofrecer grandes esperanzas de saludable gobierno'' (1'3).
Efectivamente. ¿ Qué esperanzas puede haber de instaurar un
orden cristiano justo en naciones regidas por gobernantes que
odian o desprecian sistemáticamente a Cristo y a su
Ig[esia?
¿ Qué ocurre hoy en Ia mayor parte de los puelJlos donde el
~12) Armas, Gabriel de: "Necesidad de formación doctrinal", en Verbo,
núm. 32.
(13) León XHI: lnmortale Dei (54).
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Fundaci\363n Speiro

EL COMPROMJSO TEMPORAL
laicismo oficial persigue o prescinde de las normas éticas emana­
das del dogma
católiro? ¿ Hacia dónde camina la familia? ¿ Cufrl
será

su
porvenir? ¿ Cómo se desarrolla la enseñanza ? ¿ Cómo se
apunta:la la

vida
matrimonia:]? ¿ Cómo se defiende la morailidad
pública? ¡ Cuántas y cuántas preguntas podríamos hacemos y
cuántas respuestas
habríamos de darnos harto desconsoladoras 1
En todos 1os males que observamos aitentamente y de los cua­
les nos quejamos y nos dolemos,
¿ no habrá tenido parte muy
activa nuestra

propia
mediocridad de
católicos tibios?
¿ Hemos
mostrado, en
.Jas ocasiones

que
la vida nos Ira deparado, el sufi­
ciente coraje para,
oportuna e

inoportunamente
(14), dejar bien
asentada la doctrina de

Cristo? ¿No
habremos dilapidado, con
harta frecuencia, en nuestros contactos socia:les, el caud-ai1 inmenso
que brota incesante de la maravillosa fuente de la comunión de
los

santos, que
pide nuestro concurso para expandir sus bienes?
¿ No hemos slJdo acaso siervos perezosos?
De las últimas pastorales colectivas que he registrado, me­
rece
especia[ mención,
por su concisión y claridad,
,la del Episco­
pado de Guatemala, de 28 ,de mayo de 1 %9. Entre otras cosas,
nos dice:
"Los católicos tienen, por título especial, la obligación de
luclm.r por el bien común, Uno de los medios es la participación
en la política -no necesariamente
partidista-aunque
ésta no se
excluye."
Y dice más aún:
"... lo que es una obligación cívica para todos los hombres,
para el católico es también un imperativo de su fe, pues ésta le da
una nueva motivaci6n a sus afanes patrióticos, ya que es el Evan­
gelio, el propio Dios, quien exige al cristiano trabajar por la es­
tructuración

de una
patria mejor"

(15).
No hay, pues,
escape posible. Hay

que
colaJborar. Hay

que
comprometerse.
La I¡¡lesia nos conmina a intervenir en fa vroa
política

y ello constituye la esencia misma del compromiso tem-
(14) Pablo: A Timoteo, IV, 1-8.
(15) Véase en
Ecclesia, núm. 1.446, de junio de 1969.
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Fundaci\363n Speiro

GABRIEL DE ARMAS
poral del cristiano. No me resisto a dejar de consignar un extraor­
dinario
texto del
inmortal Pío XI sobre el
particnlar, porque
es,
sin
duda, de

los más
esclarecedores y,
a
la vez, de los que pue­
den servir de mayor consuelo a los que, por puro deber, y quizá
sin una decidida
vocación política, ostentan ,ilgún cargo

en
la
Administración :
"Los jóvenes .se preguntan, a veces, si aunque católicos, pue­
den ocuparse de la política. Y después de haberse entregado a
estu-qios sobre este particular terminan por establecer ellos mis­
mos las bases de la buena, de fa verdadera, de la gran política ...
Obtar,do así,

comprenderán y cumplirán uno de
los más gran­
des deberes cristianos., pues cuanto más vasto e importante es e1
campo en el cual se puede trabajar, tanto más imperioso es el
deber. Tal es, pues, el dominio de la pcJ!ítil:a que mira los inte­
reses
de
la socieda,d toda

entera y que bajo este aspecto es el
campo de
la más vasta caridad, de la caridm política, de la que
podemos
decir que
ninguna otra
la supera,
salvo
la de fa reli­
gión. Bajo este aspecto,
1os católicos

y
fa Iglesia deben conside­
rar la política" (16}.
Por deber imperioso e
ineludible ...
Porque

la fe que profesamos, nos lo exige ...
Porque la esperanza en Cristo, nos lo ordena ...
Porque la caridad nos
urge el trabajo

por el bien común, qne
la Constitución
Gaudium et Spes define como "el conjunto de
condiciones
de
'la vida social que hacen posible a fas asociaciones
y
a
cada uno

de sus miembros el logro más pleno y más
fácil de
la propia perfección" (17) ...
Porque la Iglesia,
Madre y Maestra, nos lo prde suplicante ...
Porque el mundo aotual
1o requiere y lo necesita ...
Por todas estas razones, el católico no puede efodir, sin
ser
traidor

a su misión, el compromiso temporal, que le
obliga a
par-
(16) Pío XI: citado por J ean Ousset en Para-que El reine. Madrid,
Speiro, 1961, pág. 520.
(17) Constitución
Gaudium et Spes (74).
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EL COMPROMISO TEMPORAL
tidpar, máS o menqs -directamente, pero a participar siempre,
en los asuntos públicos de la nación ...
Una vez más, y como campen-dio de estas expresiones, llenas
de sentido vital, po"4ne son ideas operativas, que no pueden que­
darse en
el terreno de la pura hipótesis, recordemos lo que nos
enseña
el ya invocado Decreto Apostolicam actuositatem, del
Concilio Vaticano

II:
"En el amor a la patria y en
el fiel cumpilimienro de los de­
beres
civiles siéntanse
obliga-dos los católicos a promover el ge­
nuino bien común y hagan valer
así el

peso
de su

opinión para
que
el poder político se ejerza con justicia y las leyes respondan
a 'los preceptos

de
la moral y a'i bien común. Los católicos, pre­
parados en

los asuntos públicos y
fortalecidos, como
es su deber,
con
la fe y en la doctrina cristiana, no rehúsen desempeñar car­
gos políticos,
ya que con ellos, dignamente ejercldos, pueden ser­
vir
al bien común y preparar al mismo tiempo los caminos del
Evangelio"
(18).
Comprometerse. No rehusar. Siempre. Sin temor y con amor.
Con corazón
abierto y

anchas espaldas. Aunque el peso
sea tanto
como
el que sostuvo San Cristóbal sobre sus hombros, según 'la
cristiana

leyenda. Parecía
sólo un
nifio; San Cristóbal, un
gi­
gante fornido ; pero ese niño era,
nada más y nada merios, que
el mismo Dios ... ¡Tremendo peso, sí, pero cuánta dignidad para
el cansado portador !
Hay quienes, para eludir el -compromiso, 'esgrimen la socórri­
da frase de que ,la política ·les da asco. Vano empeño. Salidas de
tono; que a naida com:iucell y a nadie convencen. Uno no se li­
bera del deber por revestir, de fútiles elegancias dia!éoticas, acti­
tudes que son,
las más
de las
veces, fruto
de
fa pereza o de la
cobardía. Déjese el asco para Sartre y sus secuaces, empedernidos
seguidores
de la náusea. El católico tiene que llegar hasta las
mismas
llagas purulentas
morales del hombre y
de -la sociedad,
(18) .Decreto Apos-tolicam a_ctuo~tatem (14).
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GABRJEL DE ARMAS
que apestan y repelen, para tratar de sanarlas, Su vida, por con­
siguiente, ha de
ser un
combate continuo, donde ·la caridad no será
obstáculó a

la
máxima energía desplegarla en la ,Judha. Lucha en
doble
vertiente:
hacer el
bien y exterminar
el mal. Abrillantar la
justicia y
obscurecer fa iniquidad.
Es indignante y, a la vez, curioso que, mientras un \.-atólico,
no obstante las admoniciones de fa Iglesia, sienta asco ,por la po­
lítica, los Sralín, Hitler,
Krustchev, Tito, Fidel Castro,
Mao Tse
Tung, Togliatti y demás, hayan aspirado y aspiren aún a dirigir
las cauces de
la política mundial y

a
conve111:irse ·en los

amos del
mundo ...
Los amos del mundo ... ¿ para qué?
Para
entronizar
el reinado Para establecer el crimen como sistema ...
Para
aniquhlar la verdad .. .
Para combatir la virtud .. .
Para aherrojar
a fa Iglesia y ponerle grilletes ...
Para sembrar el odio a
Cristo ...
Para
convertir a1 hombre en simple marioneta ...
Para acabar con la libertad ...
Para destruir satánicamente la dignidad de
fa persona hu­
mana ...
N nnca como hoy es necesario tener ideas claras sobre esta de­
licada doctrina, que la Iglesia ha elaborado pacientemente, du­
rante más de nn siglo, como hemos podido ver a través de este
esquemático trabajo. Su
,importancia es tal, que fa Revolución,
hoy en auge,
quiere enturbiar,

a toda
costa, su

nitidez.
De ahí la
eno:rime confusión reinante. Creo que un ejemplo, demasiado a..1ec­
cionador, puede servirnos de toque de alarma. En un articulo
escrito por
el gran publicista y pensador católico brasileño Plinio
Correa de Oliveira, que lleva
el título
significativo "Toda
fa ver­
dad sobre las
elecciones eo

Chile'', se
lee lo signieote:
"En 1970, esa infiltración (se refiere a la comunista) asumió
proporciones

alarmantes agravando aún más
1a situación. Ei1
propio Cardenal Silva Heoríquez, Arwbispo de Santiago, de-
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EL COMPROMISO TEMPORAL
daró a Ia prensa que era enteramente ,Jícito para un católico votar
por candidaturas marxistas" (19).
El mismo Plinio Correa nos
refiere que
se hizo
una consulta
al
purpurado,

pidiéndole un esclarecimiento o una
rectificación.
Pero

la respuesta fue el silencio.
El! silencio de los perros mu­
dos (20). Atengámonos
ahora al hecho consumado:

en Chile
ha triunfado
el

Frente
Popular, amasijo

de
partidos marxistas,

dispuesto como
siempre a exterminar a 1a Iglesia, o, en e1 mejor de los casos, a
prescindir, por completo, de sus orientaciones
y ,consejos ...
III
Bl compromiso temporal del cristiano no es un camino abier­
to al triunfo. No es una plataforma que invita
al aplauso.
No es
una senda de favorables
auspicios. Por el contrario, e!l compro­
miso temporal del cri.stiano está envuelto en una abnósfera de
dificultades, de escollos, de intrigas, de oposiciones, de persecu­
ción induso. No

es
ex,traño, desde luego. Ell se funda en fa fe de
Cristo y hoy
fa fe está combatida por toda clase de "agresiones,
insidias y peligros", como ha
expresado Pa1:Jlo VI en la

audiencia
general de 12 de
abril de

1967 (21 ).
Por eso, precisamente, para
que

el cristiano pueda dar viabilidad a su compromiso temporal,
para
revestirlo de

eficacia, son necesarios tres requisitos:
A)
vida interior ; B) formación doctrinal ; C) acción testimonial.
A)
Vida interior.-El ruido, ,la dispersión, Ja prisa, ta con­
goja del quehacer
cuotiidiano, no

son propicios a
fa edificación del
reino

de Dios, que se esconde en las
profundidades del wlma. El
(19) Correa Oliveira, Plinio:· Véase Fuerza Nueva, núm. 194, de
26 de septiembre de 1970, pág .. 5.
(20)
!salas: L W, 10.
(21) Pablo VI : Alocución en la Audiencia ·general del 20 de abril de
1966.
Recogida en la obra "Permaneced firmes en la fe" de Edicione.J
Mar ova, Madrid, 1968, pág. 56.
933
Fundaci\363n Speiro

GABRIEL DE ARMAS
reino de Dios crece en el silencio recoleto, en la interioridad del
espíritu. recogido, en la fe sentida intensamente, en el amor su­
plicante, humilde, desasido de sí mismo . . . La v;ida interior es,
fundamentalmente, oración.
La oración no es, pues, algo baladí que puede pasar de moda
como las minifaldas y los maxiahrigos. La oración es, se ha dicho,
con ,expresión fina y aguda, la "toilette del a:lma". Es Ia respiración
del espíritu.. Es

parte integrante de
fa vida humana .. Tiene Donoso
Cortés

una frase que ha
traspasado todas 'las fronteras
del mun­
do, en una carta
dirigida a Alberich de Bilanche, marqués

de
Raffin, que bien
meI'e
que
hacen más
por el mundo fos que oran que los que pelean ; y que, si el mundo
Va de m~l en peor, consiste esto en que son más las batallas que
las oraciones'' ('ZZ).
La oración es una escala por donde el hombre sube a Dios y
trata con El. Canal transmisor de
1a gracia santificante, une a,!
hombre con la Trinidad Beatísima. Sin oración no hay piedad. Y
sin piedad no existe
posibilidad de
vida interior.
Es realmente
impresionante la carta que el gran
filósofo Peter

Wust dirigió a
sus discípu1os, como despedida, desde su lecho de muerte, de la
cuaJ entresacamos el siguiente párraifo:
" . . . si ustedes_ m,e preguntasen ahora antes de irme, e irme
definitivamente, si conozco una clave mágica que puede abrirle
a

uno la puerta
última que cooouce a
la sabiduría de
1a vida, yo
[es contestaría

que sí. Y esta
clave mágica

no es
la reflexión,
como
tal vez
esperasen oir de un

filósofo, sino la oración.
La oración,
entendida
oomo entrega

definitiva, lo hace a uno tranquilo, infan­
til, objetivo. Yo pienso que un
hombre se adentra más

y más
en
(22) Donoso Cortés, Juan: Obras Completas de la B. A. C., edición
de 1970, t. II, pág. 345. Esta nueva edición de 1as Obras Completas de
Donoso Cortés, la más completa de las publicadas hasta el momento ha sido
preparada por el jesuita Carlos Valverde y va precedida de una introduc­
ción, escrita Por él mismo, de indudable valor. 'Et! ella se esclarecen, por
vez. primera, circunstancias y personajes en relación con el 'Marqués de
Valdegamas, que dan vivo interés tanto ~ la referida introducción como
á. las notas que se leen a pie de página
934
Fundaci\363n Speiro

EL COMPROMISO TEMPORAL
el ámbito de la humaruda.d (no del humanismo), a medida que está
mejor dispuesto
para orar, con

tal de que se trate de
auténtica
oración''

(23).
No obstante,
cada día se ora menos. Es

un fenómeno que
cual­
quiera puede constatar, aunque no esté dotado de sutil agudeza
mental. Piluralioemos. Todos rezamos menos. Y es el propio Vi­
cario de

Cristo en la tierra quien,
públicamente, se
ha preguntado
y nos
ha preguntado con tristeza:
"¿ Se reza hoy? El hombre moderno, ¿ sabe orar? ¿ Siente ,la
obligación,

la necesidad de hacerlo? E incluso el
cristiano ¿ ti~e
la

facilidad, el gusto y
cl empeño necesarios para la oración?
¿ Posee siempre la afición a las normas de oración que la piedad
de
la Iglesia, aun no declarándolas oficiales, es decir, particular­
mente

litúrgicas, nos ha enseñado
y recomendado con tainta in­
sistencia, como el rosario, el víacruds, etc., y especia:hnente 1a
meditación, la adoración con la eucaristía, el examen de concien­
cia,
la lectura espirituail ?" (24).
Existe una obra
ya clásica titula.da "El ahna de todo apostolla­
do".
La escribió Dom Gustavo Chautard hacia 1914. Sus pági­
nas, radiantes
y luminosas, quieren ser una demostración pailpable
de

que la vida interior, la oración,
fa unión del alma con Dios,
constituyen la
vendadera fuente del quehacer
apostólioo,
el honta­
nar seguro de
cuailquier acción

evangelizadora y
santificadora ...
"Trabajo

íntimo, asiduo y constante -nos dice--,
con el
cual
precisamente el
aama adquiere una facilidad maravillosa y una
sorprendente
rapidez en
las ejecuciones de las tareas
a¡postblicas.
Unicamente

la
vida interior posee

este
secreto'' (25).
Cristo,

arquetipo
y modelo del cristianismo, nos dio el ejempilo
en la constante de su vida activa. Antes de dar comienzo a sus
(23) Peter Wust: Esta carta del filósofo se recoge íntegra en fa obra
"Pensadores Cristianos :Contemporáneos", publicada por Alfonso J.Apez
Quintas en la B. 1\. C., Madrid, 1968, pág. 51, núm. 274 de fa colección.
(24) Pablo VI: Discurso en la Audiencia general del 14 de agosto
de 1969. Véase en Ecclesia, núm. 1.454, de 23 de agosto de 1969 ..
(25) Chautard, Dom J. B.: "El alma de todo apostolado". Edkiones
"Dinor", San Sebastián, 19551 pág. 43.
935
Fundaci\363n Speiro

GABRJEL DE ARMAS
faenas, se nos muestra en actitud orante, en devota súplica, en
recogimiento deprecatorio. Pero es también su
pa1abra concreta fa
que nos enseña la absoluta necesidad de orar.
El nos dice que ·estemos siempre atentos y vigifantes, "no sea
que se emboten nuestros corawnes por la crápula, la embria­
guez y las preocupaciones de la vida" (26). El nos advierte:
"Vigilad y

orad para no
caer en la .tenta­
ción"

(27).
El! insistte en

que
nuestra oración

debe ser
perseverante: "Os
digo,

pues : Pedid y se os

hallaréis;
llamad y
se
os abrirá ; porque quien pide recibe, y quien
busca halla, y

al
que llama se le abre" (28). La oración, sí, es
el aJhna de

todo
apostolaJdo. La vida interior,
la
contemplación, la elevación del corazón y la mente hacia di
Creador, iejos de oponerse a· fa vida activa, dan a ésta perspectiva,
hondura,

pentración y vigor,
aJlejando de ella la mala sombra de la
frivolidad que

tantos
fracasos origina. Dom Gustavo Ghautard,
en

su obra antes aludida, nos
te

la acción y
la contemplación, han producido fos mayores san­
tos : San Dionisio, San Martín, San Bernardo,
Sallll:o Domingo,
San

Francisco de Asís, San Francisco Javier, San Felipe Neri
y San Alfonso, todos
dios tan ardientes

contemplativos como va­
lientes
a.póstcJles (29).
Bero ... ¿ qué mejor ejemplo y estímulo para nosotros que el
de Teresa de Jesús, andariega y rezadora, extática y caminante,
mística
y
en
constante bregar,
siempre en Dios y junto
a[ pró­
jimo, fundadora incansable de conventos y escritora de primera
línea y ahora Doctora de la Santa Iglesia de Cristo? René Fu1op
Miller, en su
precioso estudio
sabre
la santa, como experto psi­
cólogo,
ha penetrado en las razones últimas del sentir y dcl obrar
de
Teresa y ha podido escribir este difícilmente mejorable juicio:
(26) Lucas : XXI, 34.
(Zl) Mateo: XXVI, 41.
(28) Mateo: VII, 7-11.
(29)
Gtautard: Ibídem, pág. 79.
936
Fundaci\363n Speiro

EL COMPROMISO TEMPORAL
nEra su misión conocer los cielos, sentirse como en su hogar
en medio de los ángeles y, ;,l mismo tiempo, v;vir en 'la tierra y
obrar
entre los hombres. Los últimos
veinte años

de su
vida nos
muestran a una mujer práctica y acti,va, incansablemente empe­
ñada en la reforma de su Oroen y fllllldando, en este período, die­
cisiete conventos. Su 1:abor práctica en
el mundo
y su vida con­
templativa no deben ser. consideradas, sin embargo, como dos
aspectos distintos de su
naturaleza, sino crnno una sola rea.!li­
dad" (30).
En una
palabra: ma,l podemos obligarnos, en ese compromiso
temporal que

se nos
pwe, a evangelizar las estructuras de

la ciu­
dad terrena, si no viv.imos enteramente el espíritu ·eviangéliro; y
éste no se vive, no puede vivirse, sin oración.
También el Conci!lio Vaticano II nos fo advierte, en el Decreto
Apostolicam actuositatem:
"Aprenda ante todo el segilar a cumplir la misión de Cristo y
de
la Iglesia, viviendo la fe en el misterio divino de la creación
y

de
fa redención, maridos rpor el Espíritu Santo . . . Esta for­
mación debe considerarse como fundamento y
condición de
todo
apostolado
fecuDido" (31).
Hombres
de intensa

vida interior, de oración, de
¡,Mpito en
Dios,

han sido todos aquellos
esclarecidos seglares
que nos
pre­
cedieron

en
el ejercicio del compromiso temporal. Esos que, de
aJguna manera, han sido honrados por la propia Iglesia, que no
ha dudado en alabar tanto su ciencia como su
vit1tud :
un Vico
N
ecchi, un

Federico Ozanam, un Donoso Cortés, un
Contai:rlo
Ferri.ni ...
B) Formación doctrinal.-Tras la vida interior, la formación
doctrina:!. No

existe otro camino. Téngase en cuenta que el
seglar
católico

que se compromete a evangelizar la
sociedad, insrnflán­
dole

el
espíritu cristiano,

con todas las consecuencias, no puede
(30) Fulop Miller, René: "Teresa de Avila" (tercera edición). Austrol,
Espasa .... Ca1pe,
1964, pág. 78.
(31) Decreto Apostolicam actuositatem (29).
937
Fundaci\363n Speiro

GABRIEL DE ARMAS
ir por la vida dando paJ!os de ciego. El compromiso temporal, en
sus realizaciones concretas, presenta a:rduos problemas. Y estos
problemas han de ser resueltos a base de estudio serio y cons­
tante. Improvisar es siempre
peligroso.
Por

eso, es el propio
ConcHio Vaticano
II quien nos amones­
ta: "Además de la formación
espirituwl, requiérese

una
sólida pre­
paración -doctrina!l teológica, moral, filosófica, según la diversidad
de edad, condición y talento. No se descuide en modo a!lguno la
importancia de la cultura general unida a la fom1ación práctica y
técnica"
(32),
Da
experiencia

nos ha
confirmado, con
pena, el mallogro de
algún movimiento
apostólico que

prometía ser de resu'ltados
prác­
ticos

inmejorables,
por la sola razón de haber dejado en abandono
la formación doctrinal de sus seguidorés.
Insistimos, pues. Nada de improvisaciones pata salir, más o
menos airoswmente, del paso. La adquisición de una sólida y efi­
ciente cultura es un
deber inexorable.
Entra,
de lleno, en el marco
del compromiso temporal.
La cultura es el dominio de las cosas.
Pero el apóstol

no puede
conformarse con
una cultura frívola, o
con una ciencia
hinc'hada de van;da:d, aunque

sea de
amplias y
vastas dimensiones.

Hay que profundizar, llegar hasta
las últi­
mas

raíces, En una palabra: hay que obtener de Dios, a
fuerza
de oraciones, ese espíritu de ciencia, ese Don celestiail que sólo
poseen, según Santo Tomás de Aquino, "los que por infusión de
la gracia tienen un juicio recto sobre las cosas que han de creer
y ejecutar, de manera que no se desvíen de
la rectitud de fa jus­
ticia" (33). Mal pueden servirnos una cultura y una ciencia adquiridas
con esfuerzo, si luego, cuan:do la ocasión llega, no sabemos apli­
carlas adecuaJc!amente. Hoy se desbarra fácilmente. La ciencia de
Dios no basta saberla. Hay que vivirla. Hoy se llenan de
,]ihros
los anaqueles de las bililiotecas, se difunden por

todos
los me-
(32) Ibidem (29).
(33) Santo Tomás de Aquino: 22 q., '9 a 3. Suma Teológica, publi­
cada por la B. A C., t. V, pág. 336, Madrid, 1959.
938
Fundaci\363n Speiro

EL COMPROMISO TEMPORAL
dios audiovisuales las opiniones más encontradas, se r:eaiizan en­
cuestas periodísticas sobre los temas más dispares. Los zapateros
opinan de medicina. Los comerciantes
ha,blan de derecho. Los ju­
risperitos

quizá pretenden ser biólogos. Por todos, se habla de
todo. Y la imprecisión cunde,
turbando el ánittno. Desasosegando
el
espíritu.

Brota
la duda y deja su huella indeleble.
Necesitamos de un estudio razonado y razonador, pero nunca
racionalista. El razonamiento natural debe estar sometido al in­
tuitivo Don de ciencia,
concedido por

Dios
a1 aJlma que se hu­
milla y no se engríe.
Para el apóstol segilar, que ha de santificar las
estructuras del mundo,

los santos han
habl,.do clarividentemente:
San

Ignacio de
4,yola dictaba

normas preciosas
para el sen­
tido verdadero que

en la lglesia militante debemos tener
(34}. De
nada nos vale leer, con frialdad, todos los tratados mejor,es de
Eolesialogía, si no estaJrnos dispuestos a someternos, por entero,
a cuanto ordena la Santa Madre Iglesia.
Santa Catalina de Siena, Doctora de
la Iglesia, de aativi:dad
febril y en continua contemplación, nos habla de que hay que ejer­
citar "la puplla de la santa fe"
(35). Por

no
adquirir debidamen­
te

esta pupila,
por no

ejercitarla, o tal vez por despreciarla,
¡ cuán­
tas insensateces, fatuidades, inexactitudes, se dicen por esos mun­
dos de Dios! Y posiblemente por personas que creen estar reali­
zando

una labor de
apostollado ...
San
Olemente Maria Offbauer denomina

a este Don
del es­
píritn "olfato católico" (36). De la misma manera que el médico debe tener ojo
clínico y
el
abogado sentido
jurídico,
cualidades propias
de

su formación profesional y quizá de su innata
¡,sicología vo­
cacional,

el apóstol seglar, inmerso de lleno en el compromiso tem-
(34) San Ignacio de Loyola: Obras Completas editadas por la B. A.
C. antes citadas, pág. 235-. · ·
(3.5) Santa Catalina de Siena: Véase la obra del dominico Raimondo
María Spiazzi, "El &píritu Santo en la vida cristiana". Shl Buenos Aires, 1956, pág. 145.
(36) San Clemente María Ofbauer: Véase el libro de Gahriel de
Arma:s, "Donoso Cortés''; Colecci6n Calamo, 1953, '.Madrid, pág; 39.
939
Fundaci\363n Speiro

GABRIEL DE ARMAS
poral, ha de cultivar este dlíato ratólico, con esmero, y arraru:ár­
selo a Dios, a través del Don de ciencia.
U na inmensa cultura que carece de sentido de la Iglesia, de
olfato católico,

de
pupila de la santa fe, puede engañamos y hacer
que

engañemos. Entre
innumera!Jles ejemplos
que podría poner,
voy a referirme a dos casos típicos ocurridos en este afio de
1970 ... Y o no puedo dudar de la inmensa cultura de don Fede­
rico
Carlos Sáinz

de Robles, ni de
fa ciencia y de la buena fe
del P. Félix García. Sin embargo, me es imposilJle compartir dos
juicios de
valoración católica
que ellos han
expreS'aldo, con
evi­
dente frivo1idad: según e:1 primero, '~cien años antes, don Benito
Pérez Ga:ldós se adelantó al Vaticano II y a 'las actua:les encícli­
cas"

(37). Según
el agustino, en una conferencia pronunciada en la
Casa de
la Ctiltura de Soria, "Unamuno se anticipó en muchas
cosas
a las ideas
del Concilio
Vaticano II"
(38).
Creo·

que los
¡,rimeros en
protestar de
tamaños dis1a!l:es, si pu­
dieran hacerlo, serían

los
propios autores a:lu&dos, porque ambos
tuvieron

a
gala combatir, por

todos los medios a su
alcance, 'la doc­
trina

católica y se sintieron enemigos
irreconcrlia!Jles de 1a Igle­
sia

(39),
(37) Sáinz de Roblesi Fed~ico Carlos: Entrevista concedida al Eco
de Canarias, de 4 de enero de 1970.
(38) García, Félix: ABC de 19 (39) Respecto a Galdós y U namuno es absurdo que resucitemos aqu~
en

unas
simples notas,
toda
fa. literatura polémica que en torno a su anti·
catolicismo

se ha escrito, unos en
pro y otros en contra. Marius André
llama
a Galdós
"perseguidor de

la Iglesia", Menéndez Pelayo, no
obs·
tan.te
su

amistad con
él, ,hace constar "su pública y notoria discordancia
en puntos esenciales". Y el Dr.
Pildain, obispo que

fue
de Canarias, en
una
Pastoral que no tiene réplica,
ha puesto de manifiesto el anticla·
ricalismo galdosiano.
Es interesante

el excelente libro de Marcos
Gui·
merá "Maura y

Galdós" para penetrar en el juicio que Maura
da del
Galdós

"descarriado" que se dejaba llevar de las ideas anticlericales
(Edi·
clones

del Gran
Cabildo Insular de

Gran
Canaria, 1967). Unamuno nos
parece
mucho
más perverso

que Galdós: en una
carta a
su amigo
don
Pedro Jiménez Ilundain, que puede leerse en su "Epistolario", Unamuno
se

complace en
decir que está

descatolizando a algunos
curas jóvenes,
pro-
940
Fundaci\363n Speiro

EL COMPROMISO TEMPORAL
¿ Es posible que la desacratización de la cultu:ra haya llegado ya
aJ extremo de destronar a los hombres que lucharon y sufrieron
por
fa insrtauración del veino de Ccisto, para entronizar, como san­
tos
. precursores,
a aquellos herejes que se complacieron en ser
arietes contra fa Ven!ad? •
Sentido

de
la Iglesia ...
Olfato
catÓIJico ...
Pupila

de
la santa f.e ...
C) Acción testi,nonial.-Fijaos bien que digo acc,on testi­
monial.
Existe una herejía de la simple acción, que es mera agi­
tación de estériles consecuencias.
Eil
peor
enemigo de
fa acción es
el aotivismo engolado

que,
al creerse irreemplazable, Jo echa todo
a
radar. La acción que no va precedida de la idea bien pensada y
estudiada, es como un brillante
juego de
artificio. El
activismo es
un
espécimen de pelagianismo, que pretende -lograrlo todo

por
sencillos o
complicados medios

naturales.
La idea debe estar en­
raizada en fa oración; la acción, en la idea. Para llevar a feliz
tenninó

la
consecratio mundi hay que ser testigos integérrimos en
curando que se "sacudan de :Ja supe.r.stición católica". En-1958 publicamos
una obra, "Unamuno, ¿guía o símbolo?", que es posible que hoy nos re­
sulte demasiado dura y agresiva. No siempre se acierta ·en la forma y eso
mismo nos puede servir para que la hunúldad encuentre sus justos
cauces. Pero ella está llena de testimonios de otros autores que conservan
idéntica vigencia que entonces. Allí recogemos parte de la Pastoral del
Dr. Pildain, insigne teólogo, alumno pred~1ecto en la Universidad Gre
goriana
del gran Billot y Premio Extraordinario de Teología en dicha
Universidad, que, exhaustivamente, enumera todas las herejías unamunia­
nas... Como
resumen. de todo oigamos. el juicio que Unamuno merece al
eximio poeta
y pensador Paul CTaudel: "Su doctrina es un resumen de
má.-x:imas mil

veces condenadas por Roma y en
ú1ltima instancia por la
encíclica
Pascendi. No tenemos, pues, nada de común entre los dos ... "
(véase correspondencia entre Paul Claudel y André Gide, en EMECE,
Buenos Afres, 1952, pág. 235). ¿ Es posible, nos preguntamos con angustia,
que ambos autores, más el segundo a(m que el _primero, puedan llamar-se
precedentes

ideo-lógicos del
Concilio Vaticano II? ¿ Dónde hay una so1a
frase

de ellos
que concuerde, de alguna forma, con los documentos con­
ciliares?
• 941
Fundaci\363n Speiro

GABRIEL DE ARMAS
el orden personal, ,en el familiar, en el profesiona;J y en el cívico-­
político. Y

no lo olvidemos: para
vivir en católico hay que pensar
antes en catóiico. Cierto, no podemos negarlo, que son muchos
los

que, pensando en
católico, no
viven, sin embargo, católica­
mente. ¿ Qu;én no reprueba este contrasentido? Pero jamás se
dará e1 caso contrario : vivir en eató1ico sin pensar en católico no
es posible. Ello va contra todas :las leyes de la 'lógica. Por eso es
tan grave el pecado
intelectuaJ!. Mafa es la debilidad ; pero es peor
el orgullo.
Al! rererim,e a la acción testimonial en el orden civico-polí­
tico,

al que se atribuye, más
específicamente, según hemos podido
ver, el compromiso tempora1, quiero evocar un ~ordinario tra­
bajo titulado "La política como deber", deil que es autor nuestro
por

tantos títulos benemérito
y querido Eugenio Vegas Latapie.
Vio
la luz pública en el número 40 de la fenecida revi~ta "Acción
Española",
correspondiente
al 1 de diciembre de 1933 (40).
Eugenio comienza su trabajo
por contraponer dos definicio­
nes

de política: :la de D' Alembert, que
fa concibe como "el arte
de

engañar a los hombres", y
la de Brnnetto Latini, maestro del
Dante

Alighieri, que
afirma ser

ella "la ciencia más noble y más
a!lta, y el más noble oficio que existe en 1a tier,ra".
Es curioso. ¿ Cómo es posible, nos preguntamos, ex,¡:llicar tanta
pe11plej; noble oficio

...
Quizá nos
pueda dar la clave de esta contradicción el mu1ti­
secular
aforismo

latino:
cO'Yruptio optimi p,essmw. La corrup­
ción

de
lo mejor es siempre lo peor. Es 'decir, el arte más noble,
el más noble de 'los oficios, fue corrompido, consciente y delibera­
damente, por la Revdlución. Así,
se convimió en el arte de la men­
tira y del engaño. Mintieron D' Alemhert, Diderot, Rousseau, Vo1-
taire. Mintió
la Enciclopedia, con todos sus epígonos; y definieron
la -política, claro está, como ellos
Ja concibieron
y la
practicaron.
(40) Eugenio Vegas La.tapie: "Escritos Políticos". Cultura Españo­
la, Madrid, 1940, pág. 127.
942
Fundaci\363n Speiro

EL COMPROMISO TEMPORAL
Cree el ladrón, dice nuestro riquísimo refranero, que son todos
de su condición ...
La Constitución Gaudium et S pes no piensa, sin embargo,
como
D' Alembert y sí está de aweroo, en un todo, con Brunemto
Latini; por eso nos adviierte: "La Iglesia alaba y estima la labor
de

quienes,
a'l servicio

del hombre, se
consagran al bien

de
la cosa
pública y aceptan las cargas de este oficio" (41).
Resumamos :
el compromiso tempora:I requiere hombres ínte­
gros que se
pongan ail serv,il:io del hombre y no a ser servidos;
que se consagren, con dedicación
y amor, al bien de la cosa pú­
blica, posponiendo los
intereses priVlldos; que acepten el cargo
como carga, y no como un honor o un pretexto para escalar la
cima de la vanagloria ...
Jetró, suegro

de Moisés, aconsejaba al gran
profeta y caudillo
de

Israel:
"Escoge de
todo
el pueblo sujetos de firmeza y teme­
rosos de Dios, amantes de la ver de ellos establece tribunos " (42).
Firmeza.
Temor de Dios. Amor a Ia Verdad.
Enemistad con la avaricia.
Firmeza.-La. firmeza da a1 hombre personalidad, carácter.
Para ser vencido no exi1ste algo mejor que darse por vencido.
Sólo quien cree eu la posibilid>id de 1a victoria está en condiciones
para luchar.
La fidelidad a los principios, a la palabra empeñada,
a las promesas, a fas propias convicciones no ,es, ni mucho menos,
terquedad; es firmeza que Dios bendice y que la sociedad incluso
termina

.por aplaudir. Rusia
ha erigido a Judas, cl trai:dor, un mo­
numento. Sus
gobernantes sabrán 1a razón de esta sinrazón. El
hombre es como un árbol azotado por el viento, como una roca
batida por el oleaje furioso : el árbol permanece erguido y la roca
resiste el empellón vi6lento de

la mar gruesa.
Muchas veces,
la
(41) Constitución G~ et Spes (75).
( 42) &codo: XVIII, 21.
943
Fundaci\363n Speiro

GABRIEL DE ARMAS
osadía de los enemigos de la Iglesia se fundamenta en la pusHani­
m;dad
de

los fieles.
Entero en la fe,
impertnrbalJle en

la esperanza,
COl!ls!ante en la
caridad, el hombre, comprometido en la consecratio mwnái, debe
dar permanentemente, sin interrupción, sin sdlución de continui­
da;d, ejemplo de fortaleza cristlana. Firme en el resistir. Resuel­
to en el obrar.
Persistenil:e en el querer. La fortaleza es una virtud
que

se nos infunde en
el bautismo.

Y si por la
confirmación somos
so1dados

de
Cristo, ¿ vacilaremos en la hora de 1uchar por su rei­
nado?
En

esta hora de
defecciones, de huidas inconfesables, dcJnde
la

deserción está a la
orden del
día, recordemos
lo que nos

dice
el
E,desiástico: "Corazón que se apoya en pensamiento sabio es
como revoque mezclado con arena en muro liso" ( 43).
Temor de Dios.--Dice el Eclesiástico que "el t.etnor de Di.os
es el principio de la cabiduria" (44). ¿ Por qué se combate hoy
tanto el temor de Dios?
¿ Por qué se le somete a continuo des­
prestigio
? ¿ Por qué no se e,q;lica su auténtico sentido desde los
presbiterios de
hs Iglesias,
ya que no desde los
púlpitos, que
han
si.do arrancados de cuajo por manos profanadoras ¿ No es acaso
un Don del Espíritu Santo?
El

temor de Dios, sí, es un Don que modera
nuestro apetito
conrupiscible cuando intenta -desoridenarse. Y lo intenta siempre.
No se trata simplemente de un temor servil, aunque éste pueda
sernos muy
Últil El jansenismo, dominado por el espiritu de te­
mor, fue
oportunamente cortado por la Iglesia. Dios no es un ogro
que

amenaza; es
un Paidre

que
ama~ Se
trata,
pues, fundamental­
mente,

de cultivar el temor
fi1iail, que

emerge
espontáneamente del
amor y evita, en -consecuencia, la enemistad de Dios por el pe­
cado. Quien no teme a Dios, no puede amarlo. Sin amor no h:icy
caridad. Y sin
caridaid vano
es todo esfuerzo por
sa;ntificar las
estructuras

del mundo . . .
¿ No se ha diclio que sin Dios todo está
(43) Eclesiástico: XXII, 19.
(44)
lbidem: 1, 15.
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EL COMPROMISO TEMPORAL
permitido? ¿ Por qué se pretende, con tanta avidez, ahogar la ad­
monición
permanente de
Dios?
Amor a la Verdad.~Cristo es la Verdad (45). Quien ama la
Verdad ama

a
Cristo. Y viceversa. No existe más que una única
Verdad: Dios. Todas las demás, son verdades por analogía y
constituyen un reflejo
de 'la Verdad Suprema. El buen s Cristo debe estar ,pronto a empuñar, en todas las ocasiones, la
espada de la Verdad. Quien se halle en posesión de la Verdad de­
berá
transmitirla a
los demás; a nadie se le
margó para
regodeo
propio, ni
para estúpidas complacencias narcisistas. A la Vtmlad
se. llega
afinando el espíritu, agilizando el alma, elevándola, y po­
niéndola en constante tensión. La Vertlad es luz que disipa fas
sombras tenebrosas, que adara los caminos, que ilustra los sen­
deros. La Verdad es nuestra liberación ( 46). Hoy, tristemente, se
pretende suplantar '1a Verdad con sustitutivos llenos de vanílocna
hiJ_XJcresía: allif:enfo::iidad, sinceridad, abertura, espontaneidad ...
Si todas estas posturas no van inmersas, de lleno, en la ·verdad,
se convienten en de~ocaldo cinismo. l.,/41 Verdad es eterna; de
ahora y de siempre. Ni se rompe, ni se doblega, ni varía. E-1 .se­
glar comprometido en la consecratio mundi debe ceñir sus lomos
con la Verdad, como enseña San Pablo ( 47). Porque la Verdad,
quiérase o no, guste o no guste, es lo primero.
Enemistad con la avaricia.-Dice San Basilio: " ... es igual­
mente dífícil conservar el alma invencible en las adversidades,
como no dejarse dominar por el ru,gullo y la arrogancia =ndo
sonríe fa buena suerte" (48).
(45) Ju:an: I, 14. San Pablo, en su segunda Carta a los corintios, dice:
"El
Sefior es Espíritu, y donde está el Espiritu del Señor hay libertad"
(III, 17).
(46) Juan: VIII,

32.
(47) Pablo:
Efedos, VI, 14.
(48) San Basilio: "La avaricia". C·olecáón Planti:n, Buenos Aires,
1955, pág. 78.
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GABRJEL DE ARMAS
Los cargos políticos, hemos dicho, son para servir a[ público,
a fa sociedad, aJ1. interés general, al bien común; no para servirse
de ellos en es.calada de medro persona:!. Tener presente esta ver­
dad en
ca ocasión, en
cada circunstancia de
la
vida, cuando

se
eSltá revestido
de
autoridad y
se ostenta poder,
es
ciertamente dificil. La avaricia del d;nero, el apetito del mm!ldo,
el afán de gloria, la apetencia de
privilegios, son
tentaciones
per­
manentes

que
tendrá que
vencer, día tras día, el
hombre dedicado
a

la
ccmsecratio mundi en el compromiso tempora:1.
",Dádivas
quebrantan peñas'': el halago, fa adulación, el re­
galo, el negocio fácil que advertidamente
se le brillda, respa,ldado
por

un
d;screto silencio

... He aquí los
enemigos mortales Autoridad, las perniciosas sombras del bien público, que han de
ser rechazados

de
plano por
quienes no quieran dejarse llevar
del tremendo
pecado de fa avaricia. El cohecho y la prevaricación
son asechanzas que

pululan
amtinuamente en

torno a
las altas
poltronas

de los
más conspicuos estadistas

y de sus
colabo:rade>­
res. Poc eso, el hombre

consagrado a:! bien público debe invocar
a Dios oon el salmista: "Inclina mi corazón a hts testimonios y
no a la avaricia" ( 49).
* * *
Estas condiciones que Jetró exigía para los que fueran nom­
brados tribunos de Israel, finneza, temor de Dios, amantes de fa
verdad, enemigos de la avaricia, son las buenas prendas que debe­
rán

adornar al
pol ico cristiano.
A aquel
segfar católico
que,
desde su
compromiso temporal,

se interesa
por la deseatla con-
secratio mundi.
·
¿ Qué mejor programa que éste podemos ofrecer, por lo de­
más, a
la consideración de la juventud?
(49) Salmos: CXVIII, 36.
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