Índice de contenidos
Número 121-122
Serie XIII
- Textos Pontificios
- Actas
-
Estudios
-
Sustancia y accidente en la sociedad según Antonio Rosmini
-
Buscad primero el Reino de Dios y su justicia
-
La escalonada marxistización de la teología
-
El orden universal en la concepción cristiana medieval y la angustia del hombre moderno
-
La Iglesia, Maestra de los pueblos (siglos VI-XIII)
-
¿Es posible la coexistencia pacífica?
-
El pensamiento contrarrevolucionario español: José Cadalso
-
- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Información bibliográfica
Autores
1974
Fe y ciencia
FE Y CIENCIA
La vieja cuestión de las relaciones entre Fe y Ciencia.
« Vieja y willada e, la cuestión de si la fe y la ciencia están o de
" ben estar separadas \o .ron opuestas entre sí o, por. el contrario, si la "una concuerda con la otra y pueden _ayudarse mutuamente. éonvie
JJne decir abierta y claramente que no existe ninguna repugnancia ob
,, jetiva e insanable entre la verdad que se recibe por la fe ,y la verdad
nque
se conoce por la ra~ón. Las diferencias y discrepa.ncias, •si sur
"gen entre ambas
algunas
veces, deben
ser atribuidas a la
debilidad
"a que están fácilmente sujetos los
juicios humanos.
Más aún, lo,r
''estudios
científicos
pueden, por
su misma naturaleza, confirmar "la fe y la Revelación divina. 1'La lgleJia reverencia, honra y admira los progrejos que se reali
"zan en
las diversas ciencias, ·ji no duda en afirmar que el campo en
"que se desarrolla la más alta investigaci6n está regido por ·unas leyes '1y un orden propio, y goza de una ci_erta autonomía, con tal de
que
"ello
re.rponda a la voluntad del Creador.»
PAULO VI: Carta Pontificia al cardenal primado
de Polonia con motivo del
V Centenario del naci
miento de Copérnico («O. R.»,19-29 febrero 1973; original latino, traducción de
Ecclnia núm. 1.633
del
10 de marzo).
Es un lugar común, que no resiste un examen detallado y ob
jetivo, el tópico de la
oposición entre
la ciencia
y la fe.
«Pero vosotfos sois 1también hombres de ciecía, hombres de una
"cttltura que
se mantiene
dentfo ;de los
límites de
la experiencia y de "la razón,
hombres de
amplios horizontes; y creéis en la fecundidad Hde una búsqueda permanente, que encuentra en ·la
duda y en
la crí"tica su alimento normal. ¿NQ habrá en
eso un carácter que os
dis
"tingue
de
nosotros -hombres, de
la fe y de la certez({,------y que os "orienta hacia
el
futuro y hacia el progreso, relegándonos a nositros
"totalmente en el
pasado y en el inmovilismo dogmático? !La distin
"ción,
ciertamente,
existe;
pero no crea,
por ello, esta oposición que
3
Fundaci\363n Speiro
"una mentalidad superficial y preconcebida establece frecuentemente
"entre la
ciencia
y la
fe. Se
trata de un lugar común
de la controver
"sia cultu,ral de
nuestra época; pero no resiste
un examen
detallado
"y objetivo.»
PAU_LO VI: Alocución al Congreso Mundial del
Colegió Internacional
de Grujanos (1-VI-72) («O.
R.», 2-3
junio 1972;
oríginal francés; traducción de
Ecclesia núm. 1.597 del 24 de· junio de 1972).
No hay oposición entre la fe y la ciencia, sino que. ésta prepa
ra para el encuentro con -Dios.
«Es una realidad que el saber humano, por desmollado que esté,
"no está, ni podrá estar en
oposición con
la Je: «La ciencia, que
es co
"nocimiento verdadero de
las
cosas, jamás está en o-posición con
las
'1verdades
de la fe cristia-na».
"Más
todavía, el uno y la ot,a pueden estar integrados en }a uni
''dad del espíritu humano, conservando totalmente su propia autono
''11'/IÍa, como enseña el Concilio Vaticano 'I: «La fe y la raz6n •.. se
"prestan
ayuda mutua».-
"
"Según la constitución pastoral "Gaudiwri et Spes", que "resume
"por· ¡u cuent·a la enseñanza del
Concilio Vaticano
1",-la Iglesia "afi,r
"ma
la
autonomía
legítima de
la
cultura .Y particula,rmente la
de las
"ciencias", can "sus
,principios y sÚ método _propio en sus campos res
"pectivos". _Pero
esta disciplina, que tan
perfectamente puede "con
"tribui,r a abrir a
la
familia humana a
los más nobles valores de
la
"verdad, del bien y de la belleza, ;1 a una visión de las cosas que tenga
"valor universal",
puede también
prepMar al
hombre a
reconocer y a
"aceptar la
verdad en
JU plenitud, con tal de que no considere "in
"justamente los métodos de investigación que le son p,ropios como
"regla suprema para
el
descubrimiento de toda verdad'~. Es el mismo
"Dios el que ha creado el mundo con sus
leyes que
vosotros escrutáis
"-"todas las cosas en los cielos y sobre la
tierra, lai visibles y las
"invisibles" -y
que se
revela a los
hombres y les
trae la salvación en
"Jesucristo. Es
el
espíritu humano
mismo el que es apto
para escu
J'driñar
los
secretos de la
creación y para "dominar la tierra", y para
"reconocer y pMa aceptar al mismo' tiempo, "bajo el impulso de la
"gracia", el don que Dios le ha hecho de Sí mismo: "El Verbo de
"Dios que, antes de hacerse carne pMa salvar y recapitular a todo en
nEl, era ya
en el mundo como la
"verdadera luz
que ilumina a
todo_
"hombre". ¿"Cómo no
va a estimular la
Iglesia la investigación, el des~
4
Fundaci\363n Speiro
"cubrimiento y ta conqui.rta de este universo que, en su maravillo.ra y
"admirable riqueza nos conduce, desde lo infinitamente pequeño a lo
"infinitamente grande,
hacia lo. invisible que es la fuente de lo
visi-
11ble?
"
}'Pero ¿que es lo que impide reconocer al espíritu, sobre el terre
"no filosófico, la posibilidad de remontarse al principio trascendente,
"al Creador,
"causa de
subsistir y razón de entender y orden de vi-
11vir?".
Con demasiada frecuencia
hoy
día se
duda de este poder.
11 "Cuanto más la cien"cia, al perfecciomw sus métodos., somete el mun
"do
al hombre, tanto más, en revancha, el ser, que no se deja someter,
"se escapa
... , surge
entonces la tentación del agnosticismo".
Pem no
!!sabríamos mantenernos en semejante· actitud. "La inteligencia no pue
JJ de en modo alguno abdicar,· ella no puede renunciar a -Su ley formal,
n que
es
juzgar, es decir 1 afirmar
siempre". Constituye
para el
espíri
"tu humano
como una "necesidad irreprensible de
poseer en
cada 1'momento
de su aventura temporal
y en cada estado de sus conoci
nmientos una_
idea explicativa del conjunto de las cosas".
""Se habla
frecuentemente de la muerte de Dios"; ¿pero no
será
"más
bien
la muerte del
hombre y de su pensamiento en su forma
"superior? Sin este recurso a Dios, fuente del ser,
en. efecto,
ella
pa
"rece
disiparse
en la
opacidad
y la incomprensibilidad de las cosas,
"la ignorancia de una unidad que alli preside, y de una finalidad de
"un orden 'f!tisterioso que
son inseparables de ella, llevándola a
en
,,
contrar una absurdidad
que no existe sino en su propia marcha.
'_' ¿Acaso
estáis vosotros mejor preservados que otros contra lo que es
"necesario llamar una verdadera. enfermedad del espíritu, vosotros
"que escrutáis
objetivamente las ciencias de la
natU1'aleza, de
la
as
"trofísica,
de
la física? Porque la
inteligencia,. por
su mismo
movi
"miento,
si
no se. queda
en la superficie de la realidad, se eleva al
"nivel de su causa
trascendente, el
absoluto
verdadero, que
da consis
"tencia a
toda la
c-reaci6n y en primer lugar al espíritu humano, sin
"confundirse jamás con
él. Como se ha dicho con tanta fortuna, la
/}inteligencia es.
"necesariamente, al mismo tiempo que un poder de
n asimilación,
un
poder de
elevación... Ella capta en todas
las -realida
"
des para qué sirven, es decir, están
abiertas hacia la iluminaci6n del
nactd. Y
de este modo 1 con
justicia, se
puede
decir que
ella es
eZ-sen
"tido
de
lo divino, la facultad ávida y hábil para reconocer las huellas
"de Dios,"
"
"Existe aquí, es necesario. -repetirlo, un desa,-,-ollo natural del pen
"samiento1
en
su lógica
fundamenta/. 1 .Y no salto indebido,
como
lo
"pretende un mentalidad antimetafi.rica abusivamente calificada de
Fundaci\363n Speiro
"ciencia. La verdadera ciencia, le¡o.r de frenar el impulso del pensa
"miento,
constituye
una
plataforma que
le
permite elevarse en
este
"mismo impulso, hacia Aquel
.que le
facilita generosamente su ali
"mento.»
PAULO V!: Alocución a la Pontificia Academia
_de Ciencias del 18 de
abril de
1970; texto francés
de
L'Osservatore Romana del 19, texto en castella
no: Ecclesia núin. 1.488 del 2.'5 de abril).
La VIeJa objeción de la pretendida contraposición entre fe y
ciencia, la deshace esta misma que cuanto más· se dilata y
afirma tanto más tiene que reconocer el misterio en que
está inmersa.
«Algunos dogmas gratuitos de la mentalidad vigente deben des
" arrollarse no Con mengua
del pensamiento
evolucionado y científico,
"en
el cual. hay quien estudia, quien
piensa
y quien se somete a la
"moda cultural, bus,ca un refugio de
certeza
y un título de ,prestigio,
"sino
con afirmación, corona y plenitud de un tal pensamiento. La
"vieja y siempre p1esente objeción de la oposición irreductible en
"tte ciencia
y
fe,
objéoión que todavía sostiene la mentalidad mate
"rialista y atea de tantos ambientes de la opinión pública, deberá so
"meterse a las exigencias de
la ciencia misma, que, cuanto
más se
di
"lata y afirma, tanto más debe reconocer el aumento del misterio en "que está inmerso el
campo de sus explotaciones.
Ninguna cosa,
nos
"enseña el buen sentido (
cfr.
"La obra siempre válida", de Garrigou
"Lagrange,
Le sens commum), tiene en sí misma su razón de ser; y,
"si nosotros ampliamos nuestro conocimiento de las cosas, éstas nos
"remiten a/, problema existencial, que sólo un acto pensante y crea
"tivo de
un Ser
por sí mismo
viviente, o sea
Diosi resuelve
con paz
"del pensamiento investigador
(cfr. Rom.,
Guardini, Il Dio vivente y
"Vie de la Foi: Christian Cbabanis, Dieu existe-t-il? Fayard, 173).»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general del
miércoles
14 de
noviembre de 1973 ( «O. R.»,
15-XI-73;
original italiano;
traducción de Ecclesia nú
mero I.668 del 24
de noviembre).
La ciencia y las dudas, la problemática, la insatisfacción, la
confrontación y el mundo moderno.
«Se dirá que a través de alguna grieta ha entrado el humo de Sa
"tanás en
el templo de Dios. Hay
dudas, incertidumbre, ,problemática,
"inquietud,
insatisfacción, confrontación. Ya no se confía en
la Igle-
6
Fundaci\363n Speiro
"sia, se confía más en el primer profeta profano _;que 'nos viene á
"hablar desde algún periódico o desde algún movimiento social
"para seguwle
y preguntarle si tiene la fórmula de la verdadera vida; 11y, por el contrario, no nos damos cuenta de que nosotros ya sOmos
"dueños
y maestros de ella. Ha entrado la duda en nuestras concien
,, cías y ha entrado a través de ventanas que debian estar abiertas a la
"luz: la ciencia. Pero la ciencia está hecha para darnos verdades que
"no alejan
de
Dios, sino que nos lo hacen
buscar aún más y cele~
"brarle
con
m-ayor intensidad. Por
el
contrario, de
la ciencia ha
ve
"nido
la crítica} ha venido la duda respecto
a todo lo
que existi y a
"todo lo que conocemos. Los
cientificos son
aquellos que
más Plm!a
"tiva y
dolorosamente bajan la
frente y acaban por
enseñar: "no sé,
nno sabemos,
no podemos
saber". 11El cierto que la ciencia nos dice los límites de nuestro saber,
"pero
todo lo que nos proporciona
de positivo ·debería ser certeza; de
"bería ser ímpul.10-,· debería ser riqueza,
debería aumentar nuestra ca
"pacidad
de oración y
de himno·
al Señor; y,·po-r·el contrario, he aquí
"que
la enseñanza se convierte en palestra de confusi6n, en plurali
"dad
que
ya no va de
acuerdo, en contradicciones a veces absurdas,
"Se ensalza el'progreso para luego poder demolerlo con las revo
"luciones más extrañas y radicales, para negar todo lo que se ha con
"quistado1 para volper
a ser primitivos después de-haber
exaltado tanto
"los progresos del mundo moderno.»
PAULO VI: Discutso del -día de los Santos Pe
dro y Pab!o. del 29 de julio de 1972 (traducción de
agencia C. I. O.) .
El encuentro con Dios, fuera de los cálculos científicos.
«La religión puede nacer de procesos-espirituales extraños a los
"cálculos puramente científicos.
Es
un milagro
1 cieftamente; pero es,
1 'en cierto
sentido, normal
1 porque entra en la economía del reino de
"Dios. El encuentro con
Dios
,Puede realizarse fuera de. toda previ
"sión nuestra; la
hagiografía
nos ofrece ejemplos
admff'ables de ellos 11y las crónicas de nuestra época registran algunos ejemplos clamoro
"sos
de
este hecho ( cfr._, p. ej., A.
Frossand 1 Dieu
existe, je l'ai ren
"contré, Fallard, 1969) ji otros innumerables que no han trascendido.
"Estamos
en la espera
carismática de
la
que hoy
tanto se habla; el
11espíritu sopla
donde
quie-re. No
seremos
nosot.ros los
que lo
extin
"gamos, recordando las palabras de
San Pablo: "Non
vogliate epeg
"nere lo Spiritu" (1 Tes. 5,19). Solame'nte dehMemos recordar jun
"tos
las
siguientes palabras del mismo ap6stol: "Examinad todo, con-
7
Fundaci\363n Speiro
"servad lo que es bueno" (Ibid., 21); la célebre ''.discreción de los es
"píritus" ·se im1_Jone en_ un campo donde la ilusión.pueie ser-faciU
"úma.>>
Í' AuLO VJ: Alocución. en 1a ~~dien~ia general del miércó1es, 21 de febrero de 1973 («O. R.», 22 de febrero de 1973; original italiano; traducción de
Ecdesia núm. 1.632 del 3 de marzo).
La ciencia no }>asta. El .utilitar_ismo que la domina la ha h~Cho
· opa.Ca
e insu:ficie~te para
llegar a
la profunda razón· de ser.
«¿Basta la ciencia?, con toda su incalculable abundancia. de -apli
"caci,ones. técnicas. La ciencitl, en su momento puro-,· de ·_análisis, de
"investigación,
de-
experimento, de descubrimiento, no -htice ·sino am"pliar· el campo ·del cantJciJitiento;· de un conáci'miento _que no expli
"ca su ·profunda ráz6n
de ser,-:f que" .suscita; cada vez mas ·grave y "ameizazador, el--ro:rtra 'del .misterio, el intet'f'ogante:.implacable del
''porqué P,imero y absoluto. de lo que Conocenios,_ y que se .. vUelVe
Jjtormento deslumbradOr p':ara quien
niega .. al pensamiento -su l6gico
"p,roces'o,
el
vuelo
h'acia el Princi,,pio Creador, hacia la Sabiduría re-ve
"lada
1/ esé.ondida, Casi cómo en un ·sacramento, en-las cosaJ "esttidia
Jjdas. En
este
punto es
necesario ob1ervdr un h"echo.cápital con respei:
"to
al
pensamiento científico
. moderno; éste
no
sffve, prácticamente,
"a-11 crmtemplació'n:,
es deci,r,- al descubrimiento, posterior al de su es
"tudio eSpecífico, ·Je· l'as
notaS_!,f{ue .:proceden de las cosas conocidaJ,
"es decir, et
orden,
la
complejidad, la ley, la' grandeza, el poder, la be
''lleza
... , reflejos
todos puestos
en evidencia por
la observación
·cientí
"fica, refl-ejós-
-de. :'l!n _pentam-iento generador, ilimitado
e
inm:anente;·
"pero pronto ha prevalecido una preocupación, la de utilizar para
"fines prácticos, eS decir, ·para aplicaciOnes técnicas, las verdades arran
"cad.as
a
las cosas. De
este_.1JU}do, el utilitarismo ha
dominado a la
cien
"cia, y
la ha hecho
-opaca,
y, bajo
algunos aspectos, peligrosa; sin voz
"para "el espíritu humano,
si no es la legítima, pero
ins11,ficiente1 del 11cálculo sobre su empleo en beneficio de la vida temporal del hom
" bre, el cual ha usufructuado y gozado de todos. los hallazgos cienti
"ficos, que se han hecho disponibles por instrumentos técnicos muy
"geniales,
pero
sin que aumentase
su verdadera felicidad y se apla-
"case la
sed misteriosa de
vida de su corazón.» ·
8
PAULO VI: Alocución en la audiencia genera_l del
miércoles 10 de octubre de 1973 («O.
R.», 11. de
octubre de 1973; original italiano; traducción de
Eccle.ria núm. 1.663 del 20 de octubre).
Fundaci\363n Speiro
Insuficiencia del plantramiento_; __ científico_ para __ responder a
ciertos interrogantes psicológicos
y metafísicos.
« ••. el ánimo del científico de hoy se abre má.r fácilmente a los
11 valores religiosos y morales: advierte cada
vez más que sus conquis
"tas no bastan-al hombre, no -bastan aJ. pensamiento científico, -ni po-
11drán dtn jamás una respuesta satisfactoria a los más graves inte-rro-
11ga?'Jtes
psicológicos-,y metafísicoi .que en todo tiempo se .-han plan
"teado y a su conciencia sobre su origen, su destino, el significado de
"su existencia.»
PAULO VI: A los médicos participantes en el XI
Congreso Nacional de la Sociedad Italiana de Pa
tología
(te:ii.to italiano
en
L'Osservatore Romano del
1 de noviembre de 1969; texto en castellano:
Eccie
.Iia núm. 1.466, del 15 de noviembre).
A pesar de su autonomía cada ciencia necesita sintonizar con
las demás
y todas del fundamento de los conocimientos
metafísicos
y religioEos que sólo la filosofía y la teología
pueden ofrecerles.
«Nunca como hoy cada ciencia --i-ncluso en el respeto de la pro
" pia autonomía-
necesita
sintoniz.ar con _las otras ciencias, y todas
"necesitan de una acla,-_ación filosófico-religiosa.
Si esto debe decirse de
"toda Universidad que quiera mantenerse fiel
a su título de
"U-ni
"versitas scientiarum",
con mayor raz6n debe afif'marse de una Un-;,
"versidad
católica. Una verdadera cultura, carente
de perspectiva es
"piritual, difícilmente
puede
ser concebida;
como es igualmente
ini
"maginable una
cultura
auténtica carente de amor
y de culto a la
"verdad, De
este modo,
una ciencia no integrada
en un
Contexto hu
"mano, es decir, que
se desarrollase fuera de un
r8cto concepto
del
"hombre_ y del mundo, sería mutilada y estéril. Las ciencias humanas
"y natu-rales tienen necesidad del fundamento de conocimientos me
"tafísicos y religiosos, que solamente la filosofía y la teología están
"en
disposici6n de ofrecer; por otra pirte, las ciencias teológicas no
"pueden p,rescindir de las valiosas conquistas que las ciencias natu
"rales
y humanas consiguen sobre el mundo, sobre la vida, sobre el
"hombre.»
PA:JLO VI: Alocución al profesor José Lazzati,
Rector de la Universidad Católica del ·Sagrado
Co
razón de Milán del 12 de diciembre de 1971; ori
ginal
it.ilíano; traducción
de
Ecclesia núm. 1.582
del
4 de marzo de 1972.
9
Fundaci\363n Speiro
E,! olvido esencial que sufre la sociología.
«En ta actualidad hay una parte de los estudios de la Humanidad
"-la llamada sociología--que prescinde de este contacto con Dios.
"Por el contrario, la sociologia de San Pedro, ta sociología de la lgle
"sia, al estudia, a -los -hombres, pone en· evidencia precisamente este
"aspecto sacral,
de conversación con
el
Inefable, con
Dios, con el
mun
"do divino, y ello hay que afirmarlo en el e,tudio de todas las dife
"renciaciones humanas.»
PAULO VI: Discurso del día de-los Santos Pedro
y Pablo del 29 de julio de 1972 (traducción de
agencia C. l. O.).
BREVE SINTESI.S DE MORAL SOCIAL, NATURAL
Y CRISTIANA
POR
MIGUEL IBAi:tEZ PEREZ
l. DOCTRINA SOCIA!. CRISTIANA
II. PRINCIPIO DE NO CONTRADICCION
III. LIBERTAD, DIGNIDAD, RESPONSABILIDAD
IV. PROPIEDAD PRIVADA
Y BIEN COMUN
V. CUERPOS
IN"l'ERMEDIOS Y PRECEPTO MORA!. DE SUB
SIDIARIEDAD
VI. EL ERROR MODERNO
10
Fundaci\363n Speiro
La vieja cuestión de las relaciones entre Fe y Ciencia.
« Vieja y willada e, la cuestión de si la fe y la ciencia están o de
" ben estar separadas \o .ron opuestas entre sí o, por. el contrario, si la "una concuerda con la otra y pueden _ayudarse mutuamente. éonvie
JJne decir abierta y claramente que no existe ninguna repugnancia ob
,, jetiva e insanable entre la verdad que se recibe por la fe ,y la verdad
nque
se conoce por la ra~ón. Las diferencias y discrepa.ncias, •si sur
"gen entre ambas
algunas
veces, deben
ser atribuidas a la
debilidad
"a que están fácilmente sujetos los
juicios humanos.
Más aún, lo,r
''estudios
científicos
pueden, por
su misma naturaleza, confirmar "la fe y la Revelación divina. 1'La lgleJia reverencia, honra y admira los progrejos que se reali
"zan en
las diversas ciencias, ·ji no duda en afirmar que el campo en
"que se desarrolla la más alta investigaci6n está regido por ·unas leyes '1y un orden propio, y goza de una ci_erta autonomía, con tal de
que
"ello
re.rponda a la voluntad del Creador.»
PAULO VI: Carta Pontificia al cardenal primado
de Polonia con motivo del
V Centenario del naci
miento de Copérnico («O. R.»,19-29 febrero 1973; original latino, traducción de
Ecclnia núm. 1.633
del
10 de marzo).
Es un lugar común, que no resiste un examen detallado y ob
jetivo, el tópico de la
oposición entre
la ciencia
y la fe.
«Pero vosotfos sois 1también hombres de ciecía, hombres de una
"cttltura que
se mantiene
dentfo ;de los
límites de
la experiencia y de "la razón,
hombres de
amplios horizontes; y creéis en la fecundidad Hde una búsqueda permanente, que encuentra en ·la
duda y en
la crí"tica su alimento normal. ¿NQ habrá en
eso un carácter que os
dis
"tingue
de
nosotros -hombres, de
la fe y de la certez({,------y que os "orienta hacia
el
futuro y hacia el progreso, relegándonos a nositros
"totalmente en el
pasado y en el inmovilismo dogmático? !La distin
"ción,
ciertamente,
existe;
pero no crea,
por ello, esta oposición que
3
Fundaci\363n Speiro
"una mentalidad superficial y preconcebida establece frecuentemente
"entre la
ciencia
y la
fe. Se
trata de un lugar común
de la controver
"sia cultu,ral de
nuestra época; pero no resiste
un examen
detallado
"y objetivo.»
PAU_LO VI: Alocución al Congreso Mundial del
Colegió Internacional
de Grujanos (1-VI-72) («O.
R.», 2-3
junio 1972;
oríginal francés; traducción de
Ecclesia núm. 1.597 del 24 de· junio de 1972).
No hay oposición entre la fe y la ciencia, sino que. ésta prepa
ra para el encuentro con -Dios.
«Es una realidad que el saber humano, por desmollado que esté,
"no está, ni podrá estar en
oposición con
la Je: «La ciencia, que
es co
"nocimiento verdadero de
las
cosas, jamás está en o-posición con
las
'1verdades
de la fe cristia-na».
"Más
todavía, el uno y la ot,a pueden estar integrados en }a uni
''dad del espíritu humano, conservando totalmente su propia autono
''11'/IÍa, como enseña el Concilio Vaticano 'I: «La fe y la raz6n •.. se
"prestan
ayuda mutua».-
"
"Según la constitución pastoral "Gaudiwri et Spes", que "resume
"por· ¡u cuent·a la enseñanza del
Concilio Vaticano
1",-la Iglesia "afi,r
"ma
la
autonomía
legítima de
la
cultura .Y particula,rmente la
de las
"ciencias", can "sus
,principios y sÚ método _propio en sus campos res
"pectivos". _Pero
esta disciplina, que tan
perfectamente puede "con
"tribui,r a abrir a
la
familia humana a
los más nobles valores de
la
"verdad, del bien y de la belleza, ;1 a una visión de las cosas que tenga
"valor universal",
puede también
prepMar al
hombre a
reconocer y a
"aceptar la
verdad en
JU plenitud, con tal de que no considere "in
"justamente los métodos de investigación que le son p,ropios como
"regla suprema para
el
descubrimiento de toda verdad'~. Es el mismo
"Dios el que ha creado el mundo con sus
leyes que
vosotros escrutáis
"-"todas las cosas en los cielos y sobre la
tierra, lai visibles y las
"invisibles" -y
que se
revela a los
hombres y les
trae la salvación en
"Jesucristo. Es
el
espíritu humano
mismo el que es apto
para escu
J'driñar
los
secretos de la
creación y para "dominar la tierra", y para
"reconocer y pMa aceptar al mismo' tiempo, "bajo el impulso de la
"gracia", el don que Dios le ha hecho de Sí mismo: "El Verbo de
"Dios que, antes de hacerse carne pMa salvar y recapitular a todo en
nEl, era ya
en el mundo como la
"verdadera luz
que ilumina a
todo_
"hombre". ¿"Cómo no
va a estimular la
Iglesia la investigación, el des~
4
Fundaci\363n Speiro
"cubrimiento y ta conqui.rta de este universo que, en su maravillo.ra y
"admirable riqueza nos conduce, desde lo infinitamente pequeño a lo
"infinitamente grande,
hacia lo. invisible que es la fuente de lo
visi-
11ble?
"
}'Pero ¿que es lo que impide reconocer al espíritu, sobre el terre
"no filosófico, la posibilidad de remontarse al principio trascendente,
"al Creador,
"causa de
subsistir y razón de entender y orden de vi-
11vir?".
Con demasiada frecuencia
hoy
día se
duda de este poder.
11 "Cuanto más la cien"cia, al perfecciomw sus métodos., somete el mun
"do
al hombre, tanto más, en revancha, el ser, que no se deja someter,
"se escapa
... , surge
entonces la tentación del agnosticismo".
Pem no
!!sabríamos mantenernos en semejante· actitud. "La inteligencia no pue
JJ de en modo alguno abdicar,· ella no puede renunciar a -Su ley formal,
n que
es
juzgar, es decir 1 afirmar
siempre". Constituye
para el
espíri
"tu humano
como una "necesidad irreprensible de
poseer en
cada 1'momento
de su aventura temporal
y en cada estado de sus conoci
nmientos una_
idea explicativa del conjunto de las cosas".
""Se habla
frecuentemente de la muerte de Dios"; ¿pero no
será
"más
bien
la muerte del
hombre y de su pensamiento en su forma
"superior? Sin este recurso a Dios, fuente del ser,
en. efecto,
ella
pa
"rece
disiparse
en la
opacidad
y la incomprensibilidad de las cosas,
"la ignorancia de una unidad que alli preside, y de una finalidad de
"un orden 'f!tisterioso que
son inseparables de ella, llevándola a
en
,,
contrar una absurdidad
que no existe sino en su propia marcha.
'_' ¿Acaso
estáis vosotros mejor preservados que otros contra lo que es
"necesario llamar una verdadera. enfermedad del espíritu, vosotros
"que escrutáis
objetivamente las ciencias de la
natU1'aleza, de
la
as
"trofísica,
de
la física? Porque la
inteligencia,. por
su mismo
movi
"miento,
si
no se. queda
en la superficie de la realidad, se eleva al
"nivel de su causa
trascendente, el
absoluto
verdadero, que
da consis
"tencia a
toda la
c-reaci6n y en primer lugar al espíritu humano, sin
"confundirse jamás con
él. Como se ha dicho con tanta fortuna, la
/}inteligencia es.
"necesariamente, al mismo tiempo que un poder de
n asimilación,
un
poder de
elevación... Ella capta en todas
las -realida
"
des para qué sirven, es decir, están
abiertas hacia la iluminaci6n del
nactd. Y
de este modo 1 con
justicia, se
puede
decir que
ella es
eZ-sen
"tido
de
lo divino, la facultad ávida y hábil para reconocer las huellas
"de Dios,"
"
"Existe aquí, es necesario. -repetirlo, un desa,-,-ollo natural del pen
"samiento1
en
su lógica
fundamenta/. 1 .Y no salto indebido,
como
lo
"pretende un mentalidad antimetafi.rica abusivamente calificada de
Fundaci\363n Speiro
"ciencia. La verdadera ciencia, le¡o.r de frenar el impulso del pensa
"miento,
constituye
una
plataforma que
le
permite elevarse en
este
"mismo impulso, hacia Aquel
.que le
facilita generosamente su ali
"mento.»
PAULO V!: Alocución a la Pontificia Academia
_de Ciencias del 18 de
abril de
1970; texto francés
de
L'Osservatore Romana del 19, texto en castella
no: Ecclesia núin. 1.488 del 2.'5 de abril).
La VIeJa objeción de la pretendida contraposición entre fe y
ciencia, la deshace esta misma que cuanto más· se dilata y
afirma tanto más tiene que reconocer el misterio en que
está inmersa.
«Algunos dogmas gratuitos de la mentalidad vigente deben des
" arrollarse no Con mengua
del pensamiento
evolucionado y científico,
"en
el cual. hay quien estudia, quien
piensa
y quien se somete a la
"moda cultural, bus,ca un refugio de
certeza
y un título de ,prestigio,
"sino
con afirmación, corona y plenitud de un tal pensamiento. La
"vieja y siempre p1esente objeción de la oposición irreductible en
"tte ciencia
y
fe,
objéoión que todavía sostiene la mentalidad mate
"rialista y atea de tantos ambientes de la opinión pública, deberá so
"meterse a las exigencias de
la ciencia misma, que, cuanto
más se
di
"lata y afirma, tanto más debe reconocer el aumento del misterio en "que está inmerso el
campo de sus explotaciones.
Ninguna cosa,
nos
"enseña el buen sentido (
cfr.
"La obra siempre válida", de Garrigou
"Lagrange,
Le sens commum), tiene en sí misma su razón de ser; y,
"si nosotros ampliamos nuestro conocimiento de las cosas, éstas nos
"remiten a/, problema existencial, que sólo un acto pensante y crea
"tivo de
un Ser
por sí mismo
viviente, o sea
Diosi resuelve
con paz
"del pensamiento investigador
(cfr. Rom.,
Guardini, Il Dio vivente y
"Vie de la Foi: Christian Cbabanis, Dieu existe-t-il? Fayard, 173).»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general del
miércoles
14 de
noviembre de 1973 ( «O. R.»,
15-XI-73;
original italiano;
traducción de Ecclesia nú
mero I.668 del 24
de noviembre).
La ciencia y las dudas, la problemática, la insatisfacción, la
confrontación y el mundo moderno.
«Se dirá que a través de alguna grieta ha entrado el humo de Sa
"tanás en
el templo de Dios. Hay
dudas, incertidumbre, ,problemática,
"inquietud,
insatisfacción, confrontación. Ya no se confía en
la Igle-
6
Fundaci\363n Speiro
"sia, se confía más en el primer profeta profano _;que 'nos viene á
"hablar desde algún periódico o desde algún movimiento social
"para seguwle
y preguntarle si tiene la fórmula de la verdadera vida; 11y, por el contrario, no nos damos cuenta de que nosotros ya sOmos
"dueños
y maestros de ella. Ha entrado la duda en nuestras concien
,, cías y ha entrado a través de ventanas que debian estar abiertas a la
"luz: la ciencia. Pero la ciencia está hecha para darnos verdades que
"no alejan
de
Dios, sino que nos lo hacen
buscar aún más y cele~
"brarle
con
m-ayor intensidad. Por
el
contrario, de
la ciencia ha
ve
"nido
la crítica} ha venido la duda respecto
a todo lo
que existi y a
"todo lo que conocemos. Los
cientificos son
aquellos que
más Plm!a
"tiva y
dolorosamente bajan la
frente y acaban por
enseñar: "no sé,
nno sabemos,
no podemos
saber". 11El cierto que la ciencia nos dice los límites de nuestro saber,
"pero
todo lo que nos proporciona
de positivo ·debería ser certeza; de
"bería ser ímpul.10-,· debería ser riqueza,
debería aumentar nuestra ca
"pacidad
de oración y
de himno·
al Señor; y,·po-r·el contrario, he aquí
"que
la enseñanza se convierte en palestra de confusi6n, en plurali
"dad
que
ya no va de
acuerdo, en contradicciones a veces absurdas,
"Se ensalza el'progreso para luego poder demolerlo con las revo
"luciones más extrañas y radicales, para negar todo lo que se ha con
"quistado1 para volper
a ser primitivos después de-haber
exaltado tanto
"los progresos del mundo moderno.»
PAULO VI: Discutso del -día de los Santos Pe
dro y Pab!o. del 29 de julio de 1972 (traducción de
agencia C. I. O.) .
El encuentro con Dios, fuera de los cálculos científicos.
«La religión puede nacer de procesos-espirituales extraños a los
"cálculos puramente científicos.
Es
un milagro
1 cieftamente; pero es,
1 'en cierto
sentido, normal
1 porque entra en la economía del reino de
"Dios. El encuentro con
Dios
,Puede realizarse fuera de. toda previ
"sión nuestra; la
hagiografía
nos ofrece ejemplos
admff'ables de ellos 11y las crónicas de nuestra época registran algunos ejemplos clamoro
"sos
de
este hecho ( cfr._, p. ej., A.
Frossand 1 Dieu
existe, je l'ai ren
"contré, Fallard, 1969) ji otros innumerables que no han trascendido.
"Estamos
en la espera
carismática de
la
que hoy
tanto se habla; el
11espíritu sopla
donde
quie-re. No
seremos
nosot.ros los
que lo
extin
"gamos, recordando las palabras de
San Pablo: "Non
vogliate epeg
"nere lo Spiritu" (1 Tes. 5,19). Solame'nte dehMemos recordar jun
"tos
las
siguientes palabras del mismo ap6stol: "Examinad todo, con-
7
Fundaci\363n Speiro
"servad lo que es bueno" (Ibid., 21); la célebre ''.discreción de los es
"píritus" ·se im1_Jone en_ un campo donde la ilusión.pueie ser-faciU
"úma.>>
Í' AuLO VJ: Alocución. en 1a ~~dien~ia general del miércó1es, 21 de febrero de 1973 («O. R.», 22 de febrero de 1973; original italiano; traducción de
Ecdesia núm. 1.632 del 3 de marzo).
La ciencia no }>asta. El .utilitar_ismo que la domina la ha h~Cho
· opa.Ca
e insu:ficie~te para
llegar a
la profunda razón· de ser.
«¿Basta la ciencia?, con toda su incalculable abundancia. de -apli
"caci,ones. técnicas. La ciencitl, en su momento puro-,· de ·_análisis, de
"investigación,
de-
experimento, de descubrimiento, no -htice ·sino am"pliar· el campo ·del cantJciJitiento;· de un conáci'miento _que no expli
"ca su ·profunda ráz6n
de ser,-:f que" .suscita; cada vez mas ·grave y "ameizazador, el--ro:rtra 'del .misterio, el intet'f'ogante:.implacable del
''porqué P,imero y absoluto. de lo que Conocenios,_ y que se .. vUelVe
Jjtormento deslumbradOr p':ara quien
niega .. al pensamiento -su l6gico
"p,roces'o,
el
vuelo
h'acia el Princi,,pio Creador, hacia la Sabiduría re-ve
"lada
1/ esé.ondida, Casi cómo en un ·sacramento, en-las cosaJ "esttidia
Jjdas. En
este
punto es
necesario ob1ervdr un h"echo.cápital con respei:
"to
al
pensamiento científico
. moderno; éste
no
sffve, prácticamente,
"a-11 crmtemplació'n:,
es deci,r,- al descubrimiento, posterior al de su es
"tudio eSpecífico, ·Je· l'as
notaS_!,f{ue .:proceden de las cosas conocidaJ,
"es decir, et
orden,
la
complejidad, la ley, la' grandeza, el poder, la be
''lleza
... , reflejos
todos puestos
en evidencia por
la observación
·cientí
"fica, refl-ejós-
-de. :'l!n _pentam-iento generador, ilimitado
e
inm:anente;·
"pero pronto ha prevalecido una preocupación, la de utilizar para
"fines prácticos, eS decir, ·para aplicaciOnes técnicas, las verdades arran
"cad.as
a
las cosas. De
este_.1JU}do, el utilitarismo ha
dominado a la
cien
"cia, y
la ha hecho
-opaca,
y, bajo
algunos aspectos, peligrosa; sin voz
"para "el espíritu humano,
si no es la legítima, pero
ins11,ficiente1 del 11cálculo sobre su empleo en beneficio de la vida temporal del hom
" bre, el cual ha usufructuado y gozado de todos. los hallazgos cienti
"ficos, que se han hecho disponibles por instrumentos técnicos muy
"geniales,
pero
sin que aumentase
su verdadera felicidad y se apla-
"case la
sed misteriosa de
vida de su corazón.» ·
8
PAULO VI: Alocución en la audiencia genera_l del
miércoles 10 de octubre de 1973 («O.
R.», 11. de
octubre de 1973; original italiano; traducción de
Eccle.ria núm. 1.663 del 20 de octubre).
Fundaci\363n Speiro
Insuficiencia del plantramiento_; __ científico_ para __ responder a
ciertos interrogantes psicológicos
y metafísicos.
« ••. el ánimo del científico de hoy se abre má.r fácilmente a los
11 valores religiosos y morales: advierte cada
vez más que sus conquis
"tas no bastan-al hombre, no -bastan aJ. pensamiento científico, -ni po-
11drán dtn jamás una respuesta satisfactoria a los más graves inte-rro-
11ga?'Jtes
psicológicos-,y metafísicoi .que en todo tiempo se .-han plan
"teado y a su conciencia sobre su origen, su destino, el significado de
"su existencia.»
PAULO VI: A los médicos participantes en el XI
Congreso Nacional de la Sociedad Italiana de Pa
tología
(te:ii.to italiano
en
L'Osservatore Romano del
1 de noviembre de 1969; texto en castellano:
Eccie
.Iia núm. 1.466, del 15 de noviembre).
A pesar de su autonomía cada ciencia necesita sintonizar con
las demás
y todas del fundamento de los conocimientos
metafísicos
y religioEos que sólo la filosofía y la teología
pueden ofrecerles.
«Nunca como hoy cada ciencia --i-ncluso en el respeto de la pro
" pia autonomía-
necesita
sintoniz.ar con _las otras ciencias, y todas
"necesitan de una acla,-_ación filosófico-religiosa.
Si esto debe decirse de
"toda Universidad que quiera mantenerse fiel
a su título de
"U-ni
"versitas scientiarum",
con mayor raz6n debe afif'marse de una Un-;,
"versidad
católica. Una verdadera cultura, carente
de perspectiva es
"piritual, difícilmente
puede
ser concebida;
como es igualmente
ini
"maginable una
cultura
auténtica carente de amor
y de culto a la
"verdad, De
este modo,
una ciencia no integrada
en un
Contexto hu
"mano, es decir, que
se desarrollase fuera de un
r8cto concepto
del
"hombre_ y del mundo, sería mutilada y estéril. Las ciencias humanas
"y natu-rales tienen necesidad del fundamento de conocimientos me
"tafísicos y religiosos, que solamente la filosofía y la teología están
"en
disposici6n de ofrecer; por otra pirte, las ciencias teológicas no
"pueden p,rescindir de las valiosas conquistas que las ciencias natu
"rales
y humanas consiguen sobre el mundo, sobre la vida, sobre el
"hombre.»
PA:JLO VI: Alocución al profesor José Lazzati,
Rector de la Universidad Católica del ·Sagrado
Co
razón de Milán del 12 de diciembre de 1971; ori
ginal
it.ilíano; traducción
de
Ecclesia núm. 1.582
del
4 de marzo de 1972.
9
Fundaci\363n Speiro
E,! olvido esencial que sufre la sociología.
«En ta actualidad hay una parte de los estudios de la Humanidad
"-la llamada sociología--que prescinde de este contacto con Dios.
"Por el contrario, la sociologia de San Pedro, ta sociología de la lgle
"sia, al estudia, a -los -hombres, pone en· evidencia precisamente este
"aspecto sacral,
de conversación con
el
Inefable, con
Dios, con el
mun
"do divino, y ello hay que afirmarlo en el e,tudio de todas las dife
"renciaciones humanas.»
PAULO VI: Discurso del día de-los Santos Pedro
y Pablo del 29 de julio de 1972 (traducción de
agencia C. l. O.).
BREVE SINTESI.S DE MORAL SOCIAL, NATURAL
Y CRISTIANA
POR
MIGUEL IBAi:tEZ PEREZ
l. DOCTRINA SOCIA!. CRISTIANA
II. PRINCIPIO DE NO CONTRADICCION
III. LIBERTAD, DIGNIDAD, RESPONSABILIDAD
IV. PROPIEDAD PRIVADA
Y BIEN COMUN
V. CUERPOS
IN"l'ERMEDIOS Y PRECEPTO MORA!. DE SUB
SIDIARIEDAD
VI. EL ERROR MODERNO
10
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