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Número 121-122

Serie XIII

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¿Es posible la coexistencia pacífica?

¿ES POSIBLE LA COEXISTENCIA PACIFICA?
POR
ROBERTO GoROSTIAGA.
La guerra es la continuación de
la política con otros medios. Ka.rl
von Clausewitz.
La política es la continuación de
la guerra con otros medios. Lenin.
Bien podemos decir que el comunismo, aunque concebido mucho
tiempo atrás, nació con
Karl Marx.
Este,

movido por un orgullo sin límites y un resentimiento total
contra Dios
y contra el orden social, no quis~, como su maestro
Hegel, construir un universo mental a su imagen y semejanza, sino
rehacer el mundo real, conforme a su idea.
"Hagamos nuestro el grito de Prometen, odio a todos los Dioses",
dijo ya en su tesis doctoral, y en la "Proposición XI sobre Feuer­
bach": "Hasta ahora los filósofos han intentado explicar el mundo;
se trata,ahora de cambiarlo".
Esto implica cambiar al hombre, centro del mundo. Pero no con­
forme a un ideal positivo, aunque utópico- e irreal, sino negativo,
de destrucción del mundo actual, fruto como es de un resentimiento
abismal.
Dijo así Marx: "el comunismo no es, para nosotros, un estado
que deba ser creado, un ideal destinado a orientar la realidad. Lla­
mamos comunismo al movimiento efectivo que suprimirá la actual
situación". Todo está en estas dos frases que conviene retener. Ahora bien,
el hombre forma parte de un universo moral r fí­
sico, obligado a vivir en sociedad con sus semejantes, sujeto a mil
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obligaciones recíprocas, la mayoría de ellos en situación de depen­
dencia económica, vinculados por lazos de familia, los más tiernos e íntimos, sometidos a una autoridad política, con deberes hacia Dios.
Esta es la situación actual de que hablaba Marx, que llamaba
"alienaciones" a todos esos lazos y vínculos que ligan a los hombres
y por cuyas alienaciones el hombre se vende a sí mismo, se esclaviza
al
"otro" con quien está ligado, como si, por ejemplo, el amor con­
yugal o
filial o patriótico fueran cadenas. la palabra empeñada o
las obligaciones que el honor impone son alienaciones tan merecedo­
ras de ser rotas como las demás, para así obtener la auténtica "li­
beración".
La verdad o" el bien como nociones absolutas serán tildadas de
"burguesas", que mantienen aherrojados a los hombres en su actual
simación.
Para los comunistas es verdad lo que debe decirse o creerse en
orden al triunfo de la Revolución, y "moral, lo que contribuye a la
destrucción de la antigua sociedad de explotadores" (Lenin).
Para Marx, la alienación de base, fundamento de las demás, era
la económica (la organización política, el estado moral y religioso de
las sociedades dependen en lo esencial de su modo de producir) (1)
y culmina en la religión por la cual "inventa" un Dios al que se
enajena
o entrega.
Marx tomó- de Hegel el método dialéctico. Para éste la historia
no era sino el desarrollo de la evolución de una única realidad mul­
tifacética, la Idea, en que cada cosa, partícula de esa Idea, llevaba
en sí su .germen de autodestrucción o antítesis, comienzo a su vez de
un nuevo ciclo dialéctico.
Feuerbach hizo de esta filosofía su transposición materialista, la
bajó de las nubes a la tierra. No habiendo, según Hegel, sino una
única realidad, y testimoniando por otra parte los sentidos la realidad
de lo material, redujo la vida a la evolución de la materia.
"Pero Feuerbach es incapaz de sacar algo de sus frases; quedan
como simples maneras de hablar ... " (2) según Marx
y Engels que
(1) Roger Garaudy, muy conocido intelectual marxista francés, en Le
Matérialisme Historique. Edic. Sociales, París,
1946.
(2) Engels, en Ludwig.Feuerbach.
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veían en esta concepción no su pretendida veracidad o a,monía in­
telectual, que no les interesaba, sino su poder destructivo o disocia­
dor que sí les interesaba aplicar a la vida social.
No amor, sino instrmµentación de~ proletariado.
El trabajo humano será el motor de la evolución dialéctica de la
sociedad para romper todas las alienaciones y lograr así la libera­
ción del hombre. Acá Marx se vuelve hacia el proletariado
y ve en
él la fuerza que (guiada por el Partido Comunista, se entiende) des­
truirá ese mundo que él odia.
En efecto, la revolución industrial comenzada en Europa había
creado un proletariado urbano, sometido a una labor ímproba,
y des­
arraigado, extranjero a la sociedad· en que vivía.
Donoso Cortés, cuando va de España, país pobre, a Inglaterra,
d país más rico del mundo, se extraña de la miseria de su dase
obrera, pues

aqueHos países en que se Jlevó a cabo este desarrollo
industrial habían aumentado grandemente su riqueza, pero los obre­
ros que contribuían a crearla no eran llamados a participar de ella
y se constituían en proletarios, sin creencias, perdidas sus tradiciones
y los usos y costumbres ancestrales, destruidos por la nueva legisla­
ción los antiguos gremios que los protegían, sin confianza en Dios
ni en los hombres.
Y Marx se inclinó hacia esa muchedumbre desposeída
y desarrai­
gada, no con entrañas de compasión hacia sus
miserias, sino
viendo
su utilización para la Revolución destructora que él soñaba, su calidad
de materia en bruto a la que faltaba dar el impulso. Dice así un texto
de formación ideológica comunista:
"El :marxismo no trae un hwnanismo sentimental
y llorón. Marx
no se inclinó sobre el proletariado porque esmviera oprimido, ni para
lamentarse de su opresión . . . El marxismo no se interesa po.r el pro­
letariado en cuanto es débil [como en
el caso de la gente "carita-
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ROBElíTO GOROSTIAGA
tiva", de ciertos utopistas, de paternalistas, sinceros o no J, sino en
cuanto es una fuerza" (3).
Tan es así que
Lenin en las huellas del maestro dice: "Sólo el
obrero atrasado se empeña en
la lucha_ económica [entendámonos, la
lucha por un simple mejoramiento de su estado}. El obrero revolu­
cionario rechaza con indignación todos los razonamientos sobre la
lucha por las reivindicaciones que permitan resultados tangibles
.•. ".
Y Liu-Chao-T chi, que fuera uno de los secuaces más cercanos a
Mao-Tse-Tung, a quien Occidente consideró tanto
tiempo como un
reformador agrario deseoso de reparar la miseria del campesino chi­
no, lo reafirma: "La reforma agraria es una lucha sistemática y sal­
vaje contra el feudalismo ... ".
"Su meta no es dar la tierra a los campesinos pobres ni aliviar su
miseria. Esto es ideal de filántropos, no de marxistas. El reparto de
tierras
y de bienes puede beneficiar a los campesinos, pero no es ésta
la meta final. El verdadero objetivo de la reforma agraria es la libe­
ración de las fuerzas del país ... ".
Y podríamos séguir con las citas, pero, ¿acaso la experiencia no
nos comprueba esto a diario? ¿Dónde el comunismo ha aliviado des­
interesadamente algún dolor humano? ¿Qué ley social justa en qué
país se debe a su .iniciativa?
El comunismo no lucha por una sociedad ideal.
Ahora bien, muchos soc,ialistas ven en algunas tesis de Marx las
fórmulas de una sociedad ideal por la cual lucha, sociedad en que
no habrá egoísmo porque no habrá propiedad privada, ni clases so­
ciales o familias privilegiadas, porque no habrá familias, ni guerras
porque no habrá patrias. Són los reformistas, para quienes "la reforma
[tal o cual modificación social concreta} es todo. Para el revolucio-
(3) Henri Lefébre, El marxfrmo, Obra de formación para cuadi-os co­
munistas, editada por EUDEBA, Bs. As.
( 4) Mensaje del 14 de junio de 1950. Liu-Chao-Tchi, .secretario general
del partido comunista chino, luego vicepresidente de Mao, al asumir el co­
munismo
el poder,

hasta su desgracia cuando la Revolución cultural, fue el
gran teórico del movimiento.
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nario, por el contrario, lo que cuenta es el trabajo revolucionario y
no la reforma" (Stalin).
Son los que Lenín llamaba los oportunistas de
la 2.' Internacio­
nal, idealistas de un falso ideal social concreto, pero sin una doctrina de
la acción, que teorizaban sobre las ventajas de las soluciones marxis­
tas y no sobre cómo destruir la sociedad en que vivían. A ellos se _les
aplican
estas palabras de Liu-Chao-Tchi (5):
"Hay dos grupos de marxistas. Los dos trabajaban bajo una mis­
ma bandera
y se creen "auténticamente" marxistas. Sin embargo· ...
los separa un abismo". "Cuántos ... se limitan de ordinario a re­
conocer exteriormente al marxismo, a proclamarlo con sole1;Dnidad •..
Transforman los principios vivos y revolucionarios del marxismo en
fórmulas muertas ..• ".
"Basan su actividad no sobre la experiencia ni sobre las ense­
ñanzas del trabajo· práctico, sino sobre las citas de. Marx ... ".
Lenin era un hombre de acci6n y un genio (maléfico) sin duda,
del
esrudio de

dicha acción. El ve
claramente en
el marxismo su
aptitud revolucionaria, cómo en
el mismo los análisis económicos,
las tesis doctrinarias son relativos, -están todos en función del re­
sentimiento orgulloso que lo anima
y que cree satisfacerse destru­
yendo. Con su innato
s~ntido de la acción lo sistematiza. como doc­
trina de guerra social y lo aplica a la
destrucción del
orden ex_is­
tente. Se da
ruenta de la importancia de la teoría para la acción;
sin aquélla, ésta degenera en oportunismo, en una sucesión inconexa
de meras acciones tácticas.
Dice textualmente
(6): "Sin

teoría revolucionaria no hay movi­
miento revolucionario. Nunca insistiremos bastante sobre esto en
una época en que
la obsesión por las formas más mezquinas de la
acción práctica va a la par con
la propaganda del oportunismo", y
luego: "S6lo un partido guiado por una teoría de vanguardia puede
llenar el papel de combatiente de vanguardia".
Stalin definió
el leninismo como "la teoría y la táctica de la re­
volución proletaria en general, la teoría
y la táctica de la dictadura
(5) Idem.
( 6) Lenín,
Obras Completas, tomo

IV.
Edic. Sociales,
París.
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ROBERTO GOROSTIAGA
del proletariado en particular", dictadura del proletariado que no es
sino la del "partido de vanguardia", como él mismo lo explicó: el
Partido Comunista.
"No una doctrina, sino una norma para la acción''.
Esto dijo en un relativamente reciente Congreso comunista de
Buca.rest el dirigente rumano Ceasescu, reafirmando la tesis leninista
("La Prensa", 20-VII-65).
El marxismo-leninismo es, pues, una teoría de guerra, al estilo
militar, con una faz doctrinaria y una faz práctica. Así, esa doctrina
no enuncia una serie ciedad ideal, sino de medios y tácticas en función del fin, que Lenin,
como político genial y lector asiduo de ,Oausewitz por añadidura (su
libro de cabecera era "De la guerra"), sabía que está en la derrota
completa del enemigo. Lo que no sabía era la última razón de toda
esa acción.
Si los comunistas defienden la colectivización de la propiedad
no es por prindpismo (en "La enfermedad infantil del izquierdis­
mo", Lenín se ríe de éstos), sino porque la propiedad es una pieza
maestra del orden
·social. _
En efecto, en los países a conquistar, la idea del reparto de las
riquezas y la nivelación social económica de todos, es una idea­
fuerza que ejerce
gran e á~acción sobre los pobres, que son los más,
y sobre los intelectuales resentidos, que no soportan ningnna des­
igualdad. En las naciones conquistadas es más fácil someter a un
poder absoluto a un mundo de proletarios que de propietarios, pues
la propiedad es el gran apoyo de
la personalidad.
Si la abolición de la familia, uno de sus fines, debilita a las na­
ciones socialistas en su lucha con las que llaman capitalistas, pues
darán· marcha

atrás en
eSte sentido,
mientras difunden
la inmorali­
dad en · Occidente. El amor a la Patria es algo que combaten, y que
no
tendría cabida
el día que llegaran a constiruir
el estado mundial
comunista. Sus militantes adoctrinados saben que entre su Patria y
el Partido no caben dudas en cuanto a quién deben la primera leal­
tad (o la única). Pero cuando hace falta, como en Rusia cuando la
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invasión alemana, recurren al patriotismo y lo exacerban, llegando
_incluso hasta

reabrir las iglesias.
Ni Marx, ni Engels, ni Lenín, ni Stalin, ni Mao, ni sus corifeos
de menor jerarquía se
han preocupado mucho de describirnos cómo
será esa sociedad final, cuando termine la lucha de clases, ese estado
en que no habrá Estado, ni autoridad ninguna, en que no habrá
rencores, ni familia, ni religión, sino
la ciencia, la prosperidad y
la paz.
Menos aún explican cómo ese Estado todopoderoso se hará el
"hara-kiri" político, cómo pasaremos de
la Cheka a la ausencia_ del
vigilante de
la esquina. Todo esto es pueril y absurdo, y sólo lo creen
algunos militantes de base,
tal vez para acallar sus escrúpulos y jus­
tificar el terror instiru.cionalizado.
Dirán que éste es el precio de aquella liberación, que no hay
redención sin sangre,
mientras trabajan

para verterla.
Parcos como son- sobre este tema del "Paraíso rojo", su último
fin de "exportación", son minuciosos en el estudio de la guerra
social, .que es
el tema real de sus textos de formación. Todo está
centrado en la preparación de esta guerra social: los textos comunis­
tas no son sino
el estudio de los recursos, de los hombres, de las
ciramstancias; hablan

de uso de las reservas, _dónde golpear, qué
prioridades deberán tenerse
en. _cuenta

en la lucha, cómo aprovechar
las debilidades del enemigo, señalando cuáles son los peligros de
una acción irrazonada: la ultrademocracia, el igualitarismo absolu­
to, el subjetivismo, el _individua,lismo, el aventurismo o golpismo y
enseñan a hacer la autocrírica de la. acción.
No hay anticomunismo negativo. Se ve entonces que no puede haber un "anticomunismo negati­
vo", como censuran muchos anti-comunistas (idiotas útiles digita­
dos por
quie:ries no

lo son) a los que luchan
contra esta
empresa de
agresión
·social.
Negativo

es el comunismo, pues todo él no
eS sino
una sistema­
tización de
la destrucción del orden. De ·modo que todo anticomu­
nista es positivo, así sea el egoísmo
·quien lo mueva en parte, pues
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R.OBERTO GOROSTIAGA
aun sin saberlo, aun imperfectamente, él lucha por lo positivo: por
la Religión, la Patria, la familia, la propiedad, las libertades socia­
les
y políticas, un orden social conforme a la justicia. Por supuesto
que el verdadero luchador anticomunista luchará también
con vigor
por el pleno império de la justicia en la vida social, pues _cuanto más
ame la libertad y la justicia, con tanto mayor denuedo combatirá
contra esa empresa de esclavitud e injusticia gigantescas que es el
comunismo.
Toda pauaa o tregua verdadera· perjudica al comuniSmo.
Como corolario de lo dicho surge con evidencia que el comunis­
mo está. todo ·en oposición a Dios
y al orden. De ahí la imposibili­
dad de la coexistencia pacífica, pues si el comunismo se hiciera pa­
cífico, dejaría de ser.
La coexistencia pacífica pretende ser la convivencia en' paz de
dos sistemas económicos y políticos distintos, toda cuya lucha sería
la de una emulación por los frutos de ambos, para determinar en cuál de ellos
el hombre es más feliz.
Pero
el comunismo no es un sistema económi(:o y político, sino
una empresa de guerra: esto es
lo que dicen a cada vuelta de pá­
gina, no su -propaganda
exterior, sino sus tratadistas en los textos de
formación - de sus cuadros. La coexistencia pacífica, si fuera sincera, implicaría para el
co­
munisino
·

el abrir sus cortinas de hierro o
bambú, demoler el muro
de Barlín, cesar de adiestrar ideológicamente a sus
ruadros en la
guerra social y a sus elementos de acción en el sabotaje o la huelga
revolucionaria. ¿Esto
.no implicaría

acaso
la total derrota del comunismo? No
habría
más .comunismo en el mundo.
¿Será tal vez 1a coexistencia padfi.Ga una tregua mutua que pide
y otorga el comunismo en su guerra fria con el mundo libre?
Por supuesto que no. Para aclarar esto nos servirá de mucho
Clausewitz, que Lenín se -sabía al dedillo. Dice el militar prusiano,
la máxima autoridad
ei1 teoría de la guerra, "_que ninguna pausa,
ningún punto de descanso, ninguna etapa intermedia, están de acuer-
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do con la naturaleza de la guerra ofensiva y que, cuando son inevita­
bles, han de considerarse como un mal que no hace más seguro el
resultado, sino que por el contrario, lo hace más inseguro
y, además,
que, adhiriendo estriaamente a la verdad general, si por debilidad o
cualquier otra causa nos hemos visto obligados a detenernos, será
imposible como regla realizar un segundo intento para lograr el ob­
jetivo a
la vista; pero si ese segundo intento es pasible, entonces la
detención era innecesaria, y que cuando un objetivo, desde el prin­
cipio, está más allá de nuestras fuerzas, siempre seguirá estándOlo ... ".
"Deseamos eliminar la idea de que el tiempo, por sí mismo,
puede hacer algo en favor del agresor" (7).
Si el comunismo propone una tregua bajo la capa de coexistencia
pacífica, es para que el mundo libre baje .su guardia y poder él se­
guir armándose y continuar la subversión en el resto del mundo.
¿Para quién trabaja el tiempo?
Hemos tocado el problema del tiempo; v:amos a dilucidar acá,
considerando la naturaleza de
la guerra, el sentido de esta frase: "el
tiempo juega a favor
del comunismo".
Volvamos, pues, al gran
teorizador de
la guerra. Dice Oausewitz
"que
ninguna conquista puede terminarse demasiado pronto; exten­
derla sobre un espacio de tiempo
m-ás grande que el que sea abso­
lutari:tente necesario

para su conclusión, en lugar de facilitarla,
la
hace más difícil. Si esta _afirmación es verdadera, lo es también- la
de que, si somos bastante fuertes
para realizar
cierta conquista, de­
bemos también ser suficientemente -fuertes
para efecru.arla mediante
un sólo esfuerzo sin etapas intermedias" (8).
La razón es que todas las ventajas que puede tener el agresor
con
una detención, las obtiene, y en mayor grado, el agredido. De
modo que cuando
el futuro no depara nada definido a ninguna de
las partes, cuando no
se proporciona motivo para la decisión, "en
este
caso, la guerra ofensiva es claramente imperativa para quién sea
f>olíticamente el

agresor, o sea para quién tenga el motivo -positivo,
(7) De la Guerra, libro VIII, cap. IV, págs. 560/61. Edíc. Mar Océano.
(8) ldem,
pág. 559.
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ROBERTO GOROSTIAGA
porque él ha tomado las armas con ese objetivo y cada momento que se pierde, sin buenas razones, representa otro tanto tiempo per-
dido para él" (9). '
El tiempo trabaja, pues, en contra del comunismo si se lo com­bate sin tregua en -todos los planos, si se descubren las falacias de su propaganda, sus técnicas de infiltración, los hombres que en Oc­cidente trabajan para él, si se lo combate en
la universidad y en el
sindicato, en
1a calle y en las montañas, intelectual y policialmente.
No olvidemos que es un sistema monstruoso, que se mantiene por
el terror hecho institución, que hace sufrir a los pueblos sometidos pri­
vaciones inimaginables, con un
apararo de
espionaje interno pesadí­
simo, que violenta las· más profundas aspiraciones de
la naturaleza humana.
La cual, como biea1 se dice, cuando se la echa por la puerta,
vuelve a entrar por la ventana.
Los deseos de tener "algo",
espiritual o material, y conservarlo y legarlo a sus, hijos, son fuerzas que no pueden reprimirse indefini­
damente. El comunismo remueve todo sentimiento, aun las tradiciones
patrióticas, hasta el sentimiento religioso, para luego utilizarlos, pero, ¿hasta cuándo
podrá hacerlo? ¿Hasta cuándo podrá seguir con su
sistema de metas y objetivos en conquista permanente? En cuanto
se desea conservar
algo, se pierde el ímpetu de agresión.
Si dejamos que el comunismo avance en las
universidades y entre
los intelectuales -la enorme mayoría de los guerrilleros o terroristas
rurales
y urbanos de Hispanoamérica son universitarios-, si dejamos
que adiestre ideológicamente sus cuadros en el mundo
"entero, esto
es,

que entrene los agentes de la guerra
más absoluta y total que se
haya visto (10), que se infiltre en los medios de comunicación
y en los
(9) Jdem, cap. V, pág. 562. (

10)
Así Lenin
dice que «la dictadura del
proletarfado es 1a guerra más
abnegada y más implacable de la nueva clase contra un enemigo más pode­
roso, contra
la burguesía, cuya resistencia se halla decuplicada por su de­
rrocamiento»; y

que «la
dictadura del
proletariado es una lucha tenaz, cruen­
ta
e incruenta, violenta y pacífica, ·militar y económica, pedagógica y admi­
nistrativa, contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad. La fuerza
de la costumbre de millones y decenas de millones de hombres es la fuerza
más terrible. Sin un partido férreo
y templado en la lucha, sin un partido que
goce de Ia confianza de todo lo que haya de honrado dentro de la clase,
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espectáculos, que con los narcóticos o la inmoralidad nos corrompa,
que
sus embajadas y misiones "comerciales" sean focos de espionaje,
mientras las embajadas del mundo libre en las naciones comunistas
están permanentemente espiadas (sus sirvientes los pone
la policía se­
creta,

que semanalmente les recibe su informe), entonces, sí, el tiem­
po trabaja para los comunistas. Pero no por la virtud intrínseca de su doctrina, condenada a la larga
al fracaso, sino por nuestra imbecilidad
y flojera.
He aquí
la conveniencia_ de la coexistencia pacífica para ganar
tiempo, para seguir
avanzando mientras
el mundo libre se ablanda.
A quien sostenía que el comunismo se estaba ablandando,
uri amigo
le contestó:
-'No, el

que se está ablandando es usted.
Y
éste es el sentido de la coexistencia pacífica: ablandarnos.
sin un partido que sepa pulsar el estado de espíritu de las masas e influir
sobre el, es imposible llevar a cabo con éxito esta luc;ha» ·(Lenin, «La en­
fermedad infantil del izquierdismo ... », t. XXV; págs. 173 y 190).
NEOMARXISMO·Y LIBERTAD
por
José Antonio G. de Cortázar y SagarmiMga.
l. INTRODUCCION.
2. LOS TEORICOS DEL NEO MARXISMO:
AJ La escuela dia·
léctica. B) Schaff y el pensamiento neomarxista polaco. CJ La
inteligencia neomarxista italiana.
D) Los teóricos de la expe­
riencia
yugoslava.
E) La utopía checoslovaca. FJ Algunos pen­
sadores de los países socialistas.
G) Garaudy, e] gran heterodo­
xo.
H) Un marxismo literario. I) Otras corrientes.
3. LIBERTAD Y COMUNISMOS NACIONALES: AJ Los neo­
marxismos llamados democráticos. B) El comunismo ruso. CJ
El comunismo chino. D) Marxismo africano y cubano. E) El
marxismo de
la Primavera de Praga. F) Otros marxismos.
,. NEOMARXISMO Y RELIGION.
5. MARXISMO Y ESTRUCTURALISMO.
6. CRITICA GENERAL DEL NEO MARXISMO:
AJ Las lineas
principales. B) El determinismo marxista. CJ Arte y marxismo.
74 págs. 70 ptas.
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