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Número 124-125

Serie XIII

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La «contestación»

. LA "OONTESTACION"
Categorías de los críticos: la C!.ítjéa co~Biva .d~ hoy~
"Otra cátei,oría, hoy de m-od:a,. ~.f la de loi c,:íticos. Existen dos 11 clases de críticos: la primera la llamamos positiva, y _·está formada
"por los _críticos orientados hacia la i/efdad y, en. lo concerniente a la
"Iglesia, hacia la introspección de JU peraadera naturaleza, fuera de
"sus !'emblanzas exteriores y humanas, hacia su definición inmanente
"e
inextinguible

del
Cuerpo místico dé Cristo; es é.sta una orítica que
JI no oculta nada, sino que nos hace tatito m"á.r apasionados y llenos
"de amor haoia la Iglesia de Cristo, cuanto más ésta r¡,os descubre los
"defectos, las incoherencias, los fa/.loJ, los sufrimienios1 las necesida­
" des del rostro humano de la misma· Iglesia-; críticos de esta clas.e
"querríamos ser un
poco

todos los que de
la Iglesia· nos llamamos
"fieles, hiios y
miembros solidarios (

cfr. 11 Cor. 13,8).
La otra clase
"de críticos
es la negativa, es decir, la an~a po1' un espíritu ma-
11Ugno que, contrariamente al espíritu de caridad, cogitat malwn,
"gaudet super iniquitate
(piensa el mal, se goza de la iniquidad)
"(
cfr. 1 · Cor. 13,5-6). Desgraciadamente hoy se encuentra bastante
"difundido este espfritu peshnista, que no mira a la· Iglesia sino para
"denunciar
sus

desviaciones,
ya sean verdaderas o falsas, y para sacar de
"ellas argumento farisaico para alabanza

propia
y para su condena
"(cfr.
Luc. 18,11-12). Desearíamos invitar a estos críticos tan!sevef'os,
"y a veces predispuestos y viles,_a una mayor serenidad, la serenidad
"que

hace
posible e/. diálogo y que encimzde de nuevo el amor en el
"corazón. ¿"Cómo podremos pretender c0n1truir la

Iglesia sin
amor?"
PAULO VI: Alocuci6n en la audiencia general
del
miércoles 12
de septiembre de 1973 ( «O.
R.»
13 de septiembre de-1973; original italiano; tri­
ducción de Ecclesia núm. 1.659' del 22 de sep­
tiembre).
Críticas corrosivas, carentes de sentido histórico, basadas en
utopías.
«Desaríamos, por esto, invitar a estos hijos fieles a no dirigir
"sistemáticamente, Cctfi·:-P()t: n0rmá, la· mirada sobre

los aspectos
ne­
,, gativos d(! la lgleiia,
o mejor"' de la vida

de los que
pertenecen· a
la
359
Fundaci\363n Speiro

"Iglesia, .sino a dirigir la mirada .sobre la per.spectiva confof'tadora,
"edificante, tonificante
de la vida eclesiá.rtica. Es deci,-, a pasar de la
"crítica co"osiva a la observaci6n,_amorosa de ella ...
"
»Realista pretende S81' la primera, la que, acaso partiendo de una
"buena i,ntención, quiere ser reformadora,
y quiere arrogarse la /un­
"ci6n
de denunciar, ahora ya sin medias tintas, las debilidades y las
"deformidades
de la Iglesia actual respecto a su compromiso evan­
" gélico, para favorec81'
la apariencia de una Iglesia nueva e •idealizada
".según
lar

propias
exigencias críticas, frecuentemente utópicas y des­
,,tructoras.
Juego peligroso éste, aunque a

veces se produzca
en men­
"tes inteligentes
y en ambieme.s animados por cierto espírit_u rena­
"vadar.
Peligroso, parque se muestra intolerante, cuando menas, de la
"comunión efectiva y cordial, de las ·hermanos y de las pastares de
''la Iglesia;

peligroso,
porque, partiendo frecuentemente de observa­
JJciones
objetivas, llega fácilmente a

conclusiones
subjetivas a,rbitrariaJ
"o carentei
de .sentido histórico y de f'ealismo humano y social, f'e­
" chazando la doctrina
de la Iglesia para deslizarse por teorías y por
"políticas adversas a la fe,· peligf'óso, decimos, porque, valiéndose de
"actitudes .severas y exigen.tes
tanto en el campo cultMal como moral
"respecto a la
Iglesia institucional, cae después en los

fáciles confor­
"mismos de las ideas de moda y se desliza con ff'ecuencia hácia la
"abolición de normas moral.es de

gran importancia,
y peligf'oso, por­
" que

se
a,rroga aquella autoridad de juicio

que ha
negado a la auto­
"ridad legítima y responsable; es peligroso, finalmente, porque con­
"sume rápidameizte las reservas de caridad, con las que !Jabía partido,
"impulsado por una veleidad profética
de uni.-se al

hilo de los orí­
"genes
cristianos, para cambiarse -¡ay!-muy pronto en acusador
"polémico
e intemperante, sustituyendo el humilde y veraz amor
"agotado
por la propia suficiencia: ambiciosa, recelosa y solitaria.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del 20 de octubre de 1971. (Ecc/e.ria núm. 1.565
del 30 de octubre).
El espíritu contestatario.
«... espíritu de contestaciónJ que se ha convertido casi en una
"fórmula. epidémica, antieclesial,
de c-rítica agria 'Y con frecuencia
"preconcebida, y ya convencional, que favorece un oportunismo de­
"moledor, no dirigido a la verdad ni a la caridad. ¿C6mo puede des­
)'arrollarse
una

acción
p.ositiva, concorde, .cristiana} partiendo de un
360
Fundaci\363n Speiro

"pluralismo ideol6gico, que sabe de libre examen, y por ello, demo­
"ledor de

la cohesión
de la comunión de fe, de rmior, de servicio,
"de unidad evangélica? No malgastemos las fuerzas de la Iglesia, no
"hagamos modelo

de
renovado cristianismo
los
principios pseudo­
"libéradores, que han pretendido .rasgar
la «inconsútil vestidura de
"Cristo», y que un ecumenirmo difícil pretende reconstruir. Veritas
"liberabit

vos
(Juan, 8, 22). La verdad os hará libres, dice el Señor:
"La verdad tal como la Iglesia custodia y enseña, no las profanae
JJvocum novitates, las opiniones corrientes, con frecuencia de origen
"hostil, en
modo alguno liberadoras, a las que algunos, más bien

que
"a la fe auténtica, prestan obediencia .rervü.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia al clero
de la Di6cesis de Roma de
25 de febrero de
1974
(original italiano, «O. R.», 25-26 de febrero de
1974; traducción de Ecclesia núm. 1.683 del 16
de marzo).
T ..a acusación de triunfalismo.
«Podemos ver en estas manifestaciones, no el interés por la pom­
"pa exterior, por el «triunfalismo», como a veces son acusados por
"una orítica mordaz

e
injustificada (también al Señor se le hizo esta
"acusaCión, Luc. 19, 40).»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
de 24 de agosto de· 1966; texto italiano en «O.
R» del
25 de

agosto-de
1966.
La contestación, postura anibigua.
«Algunos defienden esta postura· ambigua con razonamientos en
"si plausibles,

es
decir,--con intenci6n de
corregir ciertos aspectos
"humanos deplorables

o
discutibles de la Iglesia,
o bien de
hacer
"progresar
su cultura y su espiritualidafl, o bien de poner a la Iglesia
"a/, ritmo de las transformaciones de los tiempos; pero se anogan
"ta/,es
funciones con tanta arbitrariedad· y con tanto radica/,ismo, que,
"-si-n darse cuenta acaso, ofenden y hasta interrumpen la comuni6n,
"no s6lo «instituoional>>, sino tam,bién espiritual,, a

la
que quieren
"permanecer unidos; cortan
de

esta
forma la rama de la planta vital,
"que·
los sostenía, y, percatándose posteriormente del destrozo proatl­
"cido, recurren al pluralismo
de

las interpretaciones
teológicas ( que
361
Fundaci\363n Speiro

"salvada la adhesi6n esencial y auténtica a la fe de la Iglesia, deberia 11ier no solaniente permitido, .sino favorecido)¡ sin preo_cupaúe de
"que así elaboran doctrinas propias, de fácil uso, y de equivoca adhe­
"sión, cuando
no

son
intencionadamente conPrarias a

la
norma y a la
"ob¡etividad de la misma fe. ·
»Este

fenómeno,
que se difunde como una epidemia
en las esferas
"cultu-rales de

nuestra
comunión eclesial, Nos· produce un inmenso
JJdolor, mitigado solamente

por
un sentimiento· de caridad mayor ·ha~ 11cia aquellos que son su causa. Y el dolor se incrementa al observar
"con
cuánta
facilidad se
forman g'fupos calificados

como religiosos
11y espirituales, pero aislados y d.Utocéfalos, los cuales, frecuentemente,
"para mostrarse como iniciado.r en· una concepción más interior y
"más distinguida del cristianismo, se hacen fácilmente antieclesiales,
"y
se
deslizan,
·casi por gravitación inconsciente1 hacia expresiones
"sociológicas y políticas, en las que, desgraciadamente, al espíritu
''religioso sustituye el espíritu humanístico, y jde qué humanismo!»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles
28 de noviembre de 1973 ( «O. R.»,
29 de noviembre de 1973; original italiano; tra­
ducción de
Ecclesia núm. 1.670 del 8 de diciem­
bre de 1973).
El "amor a la Iglesia" incompatible con la actitud contesta­
taria, arbitrariamente crítica
y autodemoledora.
«Para gozar del carisma jubiloso del Espíritu es necesario amar
"a
la I¡,lesia. Se
ha
hablado del «sentido de
la Iglesia»;
desear/amos
nimpulsM
hacia

adelante este
fenómeno interior, y exhortaros a
11 tener
«el

gusto de la Iglesia», que
hoy, desgraciadamente, parec6
"estar
en

decadencia en muchos
que, incluso

perteneciendo a la lgle­
"sia, adoptan la actitud de reformadores: tienen el gusto de la con-
11testación.,
de

la
crítica1 de la emancipaci6n, del concepto arbitrario
"y; frecuentemente, de su desintegración y demolición. No, no pue­
"den tener
el

«gusto de la iglesia»,
y menos :todavía el amor. Una
"comprensión verdadera
de lo que es, de lo que debe ser ( cfr. San
"Agustín, «De mor,íbus Ecclesiae», 11 30; P. L., 32, 1.336), no vemos
"cómo la pueden experimentar de verdad en sí mismos estos hijos
"inquietos.»
362
PAULO VI: Alocución en la-audiencia general
del 25 de abril de 1970 (25 de abril de 1970;
texto italiano en «O .. R.» del 26; texto en caste-
llano Ecclesia núm. 1.490 del 9 de mayo). ·
Fundaci\363n Speiro

La contestación navega hacia ''llll lihre examen".
« ... al esplritu de contestaci6n, que hoy se ha puesto de =da, y
"que todos los que en el campo eclesial pretenden ser modernos, po­
"pul,r,wes, se atribuyen, frecuentemente

con
deÍenvoltura irrespon­
JJsable.
En sí, la

contestación
querría dirigirse a identificar ,'Y a corre­
.J'gir
defectos

merecedores de
reprensión ,y, por- ello, aspi,rar a una
JI conversión, a una reforma, a un aumento de buena voluntad,· y Nos,
.}'no condenaremos una contestación positiva, si permanece tal. Pero,
JJ ¡ ay!, la contestación se ha convertido en una forma de autocrítica,
.}'con ,frecuencia carente
de sabiduría y de amor.}· se ha ·convertido en
"una costumbre fácil, que oculta la

mirada
a los
propios defectos
y
J'la
abre,

en cambio, a los defectos
ajenos/ la .contestación habitúa
.JI a un juicio, con frecuencia temerario, soln'e los yerros de la Iglesia,
.J''Y perdona, hasta llegar a la simpatía y a la connivencia, los yerros
"de

los enemigos de
la Iglesia, de los que niegan el nombre de Dios,
"de los

subversores del orden social; se dispone radicalmente a aco­
"meter las reformas más audaces ;1 peligrosas, y sustrae después su
"adhesi6n
propia,

humilde
y filial,

al esfuerzo renovador, que el ca­
"tolicismo. pretende llevar a

cabo en todos los sectores de la
vida y
"de la actwidad humana.
"
»De semejante espíritu brota un instinto fácil a la propia distin­
"ción de

la
comunidad, a

la preferencia ego/sta del
grupo propio, al
"rechazo de

la
solidaridad para las grandes causas del apostolado en
J'favor
del

Reino de Dios: habla
de libMación y, acaso, amarga y sin
·"alegría, navega, incluso

sin
saberlo, hacia

«un
libre examen», es
JJdecir, hacia

una
afirmación subjetiva, que

no
está, ciertamente, de
"acuerdo con

el
esplritu de la caridad.
»Dicha caridad debe curar a la Iglesia

de
este contagio
de
la
"crítica
contestadora y corrosiva que

ha
penetrado por doquier, in­
" cluso en el tejido del Cuerpo Místico.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 29 de agosto de 1973 (O.
R.» del
30

de agosto de 1973; original italiano, traducción
de
Ecclesia núm. 1.657 del 8 de septiembre).
No cabe construir con nuestro cerebro un nuevo tipo de Iglesia.
« ... debemos defendernos de la tentación de construir por nosotros
"mismos, con nuestro cerebro,

o con
nuestra cuUura, un

nuevo tipo
"de Iglesia, un esquema artificial de sociedad religiosa, distinto

del
· 363
Fundaci\363n Speiro

"concepto evangélico y apostólico, elaborando un estatuto extraño 110 contrario a/, que la Iglesia misma, en sus expresiones responsa­
"bles,

ha establecido
históricamente. La reforma de los aspectos
"humanos y caducos de la Iglesia es siempre obligada y posible;
,, pero no aNtoriza .a nadie a adoptar posiciones · críticas y polémicas
}Jdestructoras,
o pu,ramente particulares; la reforma debe colaborar
"a construir, no a. derrocar la. Iglesia, juez en
lo

que
tiene legítima
"investidura
de instruir y de orientar al pueblo de Dios.»
PAULO VI: Alocuci6n en la audiencia general
del miércoles
5 de septiembre de 1973 ( «O. R.»
del 6 de septiembre de 1973; original italiano;
traducción de
Ecclesia núm. 1.658 del 15 de sep­
tiembre).
La moda de la contestación, que a veces adquiere formas pu­
ritanas y que, sin caridad y con ama~gura y soberbia de
corazón, lleva i,;,clnso a la solidaridad con los enemigos de
la Iglesia;
»¡Segundo perdaño a supera,: es

el de
la critica malévola y fre­
,, cuentemente injusta
de la Iglesia, de sus instituciones, de sus hom­
"bres; .se ha

convertido en moda
la contestación, que introduce la amar­
"gura
y la soberbia en el corazón, e insensibiliza la caridad, incluso
"Cuando adquiere formas puritanas que, de:Sgraciadamente, se tram­
"forman
con .frecuencia en simpatla e incluso en solidaridad con

los
"enemigos de la Iglesia.»
364
PAULO VI: En la Homilía del Domingo de
Ramos del
7 de abril le 1974· ( original italiano,
«O. R.» del 8-9 de abril de 1974; traducción
de
Ecclesia núm. 1.688 del 27 de abril).
Fundaci\363n Speiro