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Número 124-125

Serie XIII

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Doctrina social de la Iglesia y planificación

DOCTRINA SOCl.AL DE LA .IGLESIA
Y

PLANIFICACION
TODO PLAN DEBE REPOSAR EN EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARffiDAD
Y

EN
LA BÚSQUEDA DEL BIBN COMÚN ( *)
POR
Guy DE LASSus.
La Doctrina Social de la Iglesia asigna a la planificación un
papel preciso, determinado por la búsqueda del bien común
y por
el principio de subsidiariedad. Esto permite al Plan ser flexible en
sus métodos.
Esta flexibilidad que concierne tanto a los agentes como a los
métodos de la planificación, reposa en el respeto de dos princi­
_pios:
el del "bien común" y el de "subsidiariedad'.'.. El primero ase­
gura cohesión y unidad. Es el fundamento de la solidaridad y de la
cooperación, subordinando los intereses específicos. Es
el bien de
cada uno
y del conjunto en la medida en que el individuo es solida­
rio de la Sociedad. El segundo es la clave de
una distribución

equili­
brada de las funciones
y responsabilidades. Ayuda a respetar la di­
versidad de los cuerpos sociales
y a ordenarlos en un todo. Este prin­
cipio de subsidiariedad, segón Pío XI, se enuncia así: "Igual que
no se puede quitar a los particulares, para transferirlas a
-la comuni­
dad, las atribuciones que son capaces de conseguir por su sola ini­
ciativa y por sus propios medios, igualmente sería cometer una in­
justicia, al mismo tiempo que
perrurbar de
una manera muy dañosa
el orden social, el retirar a los grupos de orden inferior, para con­
fiarlos a una colectividad más vasta
y de una categoría más elevada,
* Este estudio es un extracto de otro más amplio publicado en U ni11er­
sité Libre, Boletín de Información, núm. 23-24, julio-octubre 1973, publi­
cado por el
Comité Etudient pour les Libertés Universitaires CE L U (B. P.
194, 75826, París, Cedex 17).
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GUY DE LASSUS
las funciones que están en condiciones de cumplir por sí mismas.
El objeto naru.ral de toda· intervención en materia social es ayudar a
los miembros del cuerpo social, y no destruirlos ni abso.rberlos".
El problema de los agentes de la planificación y de las relaciones
que 'deben establecer entre ellos
·se encuentra así resuelto.
l. Agentes de la plamficación.
El papel del Estado está claramente definido. La planificación no
podía ser
pura y simplemente abandonada a otros que a los expertos.
Es preciso una política de conjunto que favorezca la activa coopera­
ción de todos.
En efecto, ·«1a economía no es por su naturaleza una institución
de Estado:
es, por el contrario, el producto vivo de la libre iniciativa
de los individuos
y sus grupos libremente constituidos". "El mundo
económico es, ante
todo, una creación de la voluntad libre de los
hombres; incumbe al
Estado crear
las condiciones que permitan des­
arrollarse a la iniciativa Privada". Para Juan XXIII, se trata de un
punto en el cual es-preciso entenderse "ante todO". "La P!esencia del
Estado en el campo económico, por vasta y penetrante que sea, no
tiene por fin el reducir cada vez más la esfeta de la libertad de la
iniciativa personal de los particulares, sino, al contrario, tiene por
objeto
asegurar en
este campo de acción en la más vasta amplitud
posible, gracias a la protección efectiva para todos y cada uno de
los derechos esenciales de la persona humana". "Situado en su lugar,'
el Estado

conserva un papel importante que desarrollar en la plani­
ficación, sobre todo después de las posibi\idades de desarrollo que
han afectado a la ciencia económica, y que le permiten tener una
acción fecunda". "En conseruencia, los poderes públicos,
responsables
del

bien común, no pueden
dejar de

sentirse comprometidos para
ejercer en el campo econ6mico una acción de múltiples formas, más
vasta, más profunda, más orgánica; adaptarse también para este fin
a las estructuras, a las competencias, a los medios, a los métodos".
Las funciones de sostén, de suplencia, de coordinación
y de iniciación
del Estado puede muy bien ejercerse por el rodeo de un Plan flexible.
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DOCTRJNA SOCIAL Y PLANIFICACION
El Plan puede constituir el cuadro privilegiado de la economía
en la que se insetta la acción orientadora del Estado
y la acción eje­
cutiva de los individuos
y grupos. Gracias al principio de subsidia­
riedad, se concede toda la autoridad necesaria al mismo tiempo que
queda asegurada toda la libertad posible. Los diversos agentes de la
planificación que tienen un papel que jugar, se completan
y se je­
rarquizan en un equilibrio pleno de flexibilidad. El Plan resulta así
en lo esencial como una obra de cuerpos intermedios autónomos li­
bremente constituidos y no impuestos por el Estado: son estos los
que preparan y ejecutan el Plan. Estos cuerpos sociales, próximos a
los individuos y a lós problemas concretos, ejercen ·una actividad
gradual en función de sus posibilidades. Concretamente, esto signi­
fica que el Plan debe ser obra no solamente de los poderes ejecutivo
y legislativo, sino también y sobre todo, de los representantes locales,
regionales, profesionales, culturales
y otros interesados en el Plan.
El Plan debe ser de los interesados no de los tecnócratas. Habiendo
definido así a los agentes de la planificación y a las relaciones com­
plementarias que existen entre ellos, la doctrina social de la Iglesia
esboza también los grandes rasgos relativos a la aplicación de una
planificación de tal especie.
2. La aplicación de una planificación.
Sin duda los Papas rehusan entrar en el _detalle técnico de los
métodos de planificación: esto corresponde a la competencia
y a la
prudencia de los responsables del país. El papel de la Iglesia no es
pronunciarse sobre estos problemas técnicos, con derecho a Veto,
sino atraer la atención sobre la conformidad de las estructuras eco'
nómicas

y la dignidad del hombre. "Si las estructuras, el funciona­
miento, los ambientes de un sistema_ económico son de tal clase que
comprometen
la dignidad humana de los que a ella se dedican, amor­
tiguan sisternátiéamente su sentido de la responsabilidad, obstaculizan
la expresi6n de su iniciativa personal, semejante sistema económico
es injusto, aun cuando por hipótesis
las riquezas
que- produjesen
al­
cam.aran un nivel elevado, y son repartidas según _las reglas de la
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justicia y de la equidad. Los Papas estiman simplemente q~e en jusros
límites

los planes pueden set deseables, hasta necesatios por las cit­
cunstancias, en la medida en que se trate de una sabia orientación
de la producción que incluya toda forma de actividad humana. El
Plan
no es sino uno de los procedimienros posibles
pata "reorganizat"
la vida económica
y social, y petmitir que la solidatidad abra el paso
a todas las clases laboriosas para adquirit honestatnente su parte de
responsabilidad en la conducción de la economía nacional". Resulta,
pues, que una planificación mayor no puede set idéntica a un diri­
gism.o más o menos absolu~.
No

teniendo sino una función de marco general en
el cual vienen
a completarse armónicamente las iniciativas privadas de acción orien­
tadora del Estado, el Plan se encuentra, pues, dominado por la idea
de coordinación. El Estado busca solatnente influit
las cantidades
globales (inversión, empleo, etc.), fundamentales, pero en el interior
de la cifra global hacia la cual tiende, permite que actúen los cálculos
particulares . de los agentes económicos. El Plan es total en el sentido
de que se refiere a todo el conjunto de actividades económicas,
y que
cada una de las disposiciones es función del conjunro. Sin embatgo no
es totalitario pues no entran
rodos los
detalles de este
conjunro y deja
a los diversos agentes el cuidado de alcanzar la norma propuesta por
las vías y caminos que les parezca más adecuados. Propone solatnente
lo que es más deseable para el bien común. Así, pues, tiene tanta
más posibilidad de ser seguido cuanro haya sido elaborado por los
interesados mismos y por una acción concertada muy amplia.
La planificación flexible tendrá éxiro si rodos los interesados son
estimulados a participar activamente, si son tratados como personas
responsables, y si roman su patte en rodos los escalones de la elabo­
ración, ejecución
y control del Plan. Los poderes públicos deben,
pues, instiru.cionalizar al máximo, en función del contexto, la coope·
ración y el diálogo. Es preciso sustituir por situaciones de concilia·
ción las situaciones de conflicto. Sin embatgo, insistir en las solida­
ridades no significa olvidat los intereses específicos de tal o tal grupo.
Este concierto afecta igualmente a los países subdesarrollados, en
los que un Plan flexible resulta patticulatmente necesatio pata elevar
las condiciones de vida de los interesados, y pata evitar que vuelvan
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DOCTRINA SOCIAL Y PLANIFICACION
a caer en los errores que han padecido los países industriales en el
momento de su "despegue" económico. Un Plan flexible
facilitará,
en sus ciudadanos la adhesión para esfuerzos particularmente rudos,
mientras no tenga la impresión de ver que se le impone un plan del
exterior por un país u organismo internacional Se trata, pues, aquí
todavía, de instalar un plan flexible en los países del tercer mundo,
esforzándose en llegar a una cooperación internacional con vistas a
ayudar de manera concertada a los países pobres. Una planificación
mundial serfa peligrosa; en cambio, una mayor solidaridad entre los
pueblos sería beneficiosa. Así Pablo VI espera que estos países "sa­
brán aprovechar su vecindad para organizar entre ellos sobre dilatadas
áreas territoriales programas sanos de desarrollo concertado. Estable­
cer programas comunes, coordinar las inversiones, repartir las posi­
bilidades de producción, organizar los cambios".
De ello se deduce que la aplicación práctica de una tal planifica­
ción reposa en la descentralización
y cooperación. Esta fórmula pre­
senta una flexibilidad incomparable.
3. Un Plan flexible.
Evita primeramente los peligros de un sector público excesiva­
mente extenso que incluso el informe rapport Nora de 1967
ha de­
nunciad.o en Francia cuando solicitó del "Estado que hiciese hacer"
y no "hiciese".
Al mismo tiempo la amenaza de una tecnocracia poderosa re­
sulta contenida. La doctrina social de la Iglesia evita asimismo que
se caiga en otra trampa: la de la autogestión. "Una concepción hu­
mana de la empresa debe sin duda salvaguardar la autoridad y la efi­
cacia necesaria de la unidad de dirección". Finalmente, el peligro
de dirigismo se encuentra apartado; en efecto, este último, a dife­
rencia de la planificación flexible, tiende a realizar un equilibrio
duradero entre los sectores de producción, o
de otros campos. Se
trata simplemente de una política de cirCW1stancias
para corregir
los
desequilibrios parciales y dificultades de cada día; ninguna visión
de conjunto, ninguna preocupación de innovación o de reforma guía
al Estado.
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Con la doctrina social de la Iglesia el Plan se limitará a fijar
magnitudes estratégicas globales
más deseables, así como otras cier­
tas normas mínimas exigidas por la justicia y la equidad. (Salario
mínimo, duración máxima del trabajo, etc.) Pero en lo demás
deja­
rla
jugar

al
máximo a

la diversidad de competencias y responsabili­
dades en cada escalón
y en los diversos campos económicos. Así, se
esforzará en permitir el desarrollo de empresas agrícolas viables
y
que sostengan los agricultores con una política adecuada fiscal, de
precio, de formación profesional, de crédito, de seguridad social,
etc. Igualmente los Papas preconizan el mantenimiento de em­
presas comerciales
y artesanas de talla humana. La adaptación de esas
empresas al progreso como obra de los pequeños empresarios mis­
mos en cooperación con los otros cuerpos intermedios
(i~presentantes
de consumidores, por ejemplo). Un último ejemplo puede ser su­
ministrado por la remuneración del trabajo. Esta debe "tener en
cuenta no solamente las necesidades de los trabajadores
y sus res­
ponsabilidades familiares, sino también la situación de la empresa a
la que los obreros aportan su trabajo
y las exigencias de la "econo­
mía general".
Una planificación de tal clase presenta, pues, una flexibilidad
que le permite adaptarse a
las realidades de una economía dada. Así
no solamente evita la anarquía liberal o el dirigismo de una plani­
ficación autoritaria, sino que, además, teniendo la adhesión de los
interesados, podrá realizar más fácilmente sus objetivos. Esta
pla­
nificación

podrá incluso hasta
alcanzar el
óptimo en la medida en
que se fije los objetivos coherentes
más elevados, habida cuenta de
condicionamientos económicos y sociales.
CONCLUSION
La doctrina social de la Iglesia en un campo que destaca por su
carácter técnico, aporta una vez más principios. de una riquezi y de
un alcance considerables para quienes tienen la responsabilidad de
las sociedades actuales. Puesto que esta doctrina integra todas las dimensiones de la
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DOCTRINA SOCIAL Y PLANIFICACION
personalidad humana, puesto que no excluye a nadie, y como tiene
en cuenta las realidades concretas de cada situación, su concepción
de una planificación flexible responde indiscutiblemente a las nece­
sidades de nuestra época. En el momento en que los diversos sistemas
económicos están en quiebra (dificultades de adaptación de la pla­
nificación soviética, anarquía de la autogestión Yugoslava, carcoma
de modelo chino, fin del mito del "crecimiento por el crecimiento"
d.e
los

países de la O.
C: D. E., el camino trazado por los Papas se
muestra del más elevado interés. Favorece, en efecio, el desarrollo
de una indispensable planificación como el florecimiento de los cuer­
pos intermedios, sin disminuir la autoridad de un Estado que será
más libre y más eficaz para el cumplimiento de sus tareas propias.
Los Papas aportan también soluciones a ruestiones actuales sobre
el porvenir de la planificación internacional o nacional. En el domi­
nio internacional el principio de subsidiariedad puede aplicarse a la
construcción europea y a la armonización progresiva de las políticas
de los estados miembros de la Comunidad Económica Europea. Por
otro lado la cuestión de su desarrollo podría ser resuelta
más fácil­
mente, no solámente por un conderto internacional sino también
por planes internacionales que atribuyan en un primer momento
quizá tareas importantes al Estado, pero que deberán atenuarse a
medida que avancen y se desarrollen cuerpos intermedios idóneos
en esos mismos países pobres. Algunas planificaciones actuales podrían corregirse en tres im­
perfecciones principales: en primer lugar, la amenaza de los tecnó­
cratas del Plan, que podría ser contenida mediante una descentrali­
zación y una mayor acción concertada, estimulando los cuerpos inter­
medios naturales hoy cada
vez más asfixiad9s.
En segundo lugar, la ambigüedad del paso de lo "indicativo a lo
nominativo" y de lo "nominativo a lo obliiatorio" debería ser evitada.
En efecto, hoy el Estado da ventaja en púoridad a los que respetan
el Plan, lo cual corresponde a una cierta jnentalidad de la ayuda del
Estado (ver los condicionamientos cada
v~ más "socializantes" que
surgen de la política de los contratos y
•1'.erdos fiscales).
Finalmente, .el problema de plan "global" se muestra cada vez
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más delicado, pues la planificación no es únicamente econormca (y
lo es efectivamente cada vez menos: indicadores sociales, contor­
no, etc.). Pero de ello resulta un peligro de totalitarismo que podría
producir en la vida cotidiana de cada uno el condicionamiento de
la persona.
Inspirada en los principios -generales expuestos en este artÍculo,
la planificación podría llegar a ser total y no totalitaria, teniendo
siempre en cuenta datos reales. Las orientaciones dadas por la doctrina
social de la Iglesia aplicadas al campo de la planificación resultan, pues,
de gran interés. Puesto que hace
del hombre

el fundamento, el fin
y
el sujeto de

la actividad económica,
la Iglesia puede una vez más a
justo título llamarse "experta en humanidad".
MICHBL DB PBNPl!NTENYO.
SOCIALlSMO, RUINA O CHAPMLO
( débáck su ,eplilt..age)
NOTA PRELIMINAR: ALGUNAS CITAS SOBRESALIENTES.
A) Lo QUE CAMBIA en el soci.alli~mo, de-1 Oub Jean Moulin.
B) Lo QUE NO CAMBIA en el socialismo, según Jean Moulin.
l. Lo QUE CAMBIA EN LA RECONSTRUCCIÓN ... RESTAURACIÓN DEL SOCIALISMO.
1. CRfrICA DEL SOCIALISMO REVOLUCJONARI0.-2. CRITICA· DEL 5~
CIALISMO

REFORMISTA .
.-3. ELEMENTOS DE LA "RESTAURACIÓN" DEL
SOCIALISMO.
ll. "Lo QUE NO CAMBIA" O CONSTANTES NATURALISTAS Y REVOLUCIONARIAS
EN LA RECONSTRUCCIÓN--RESTAURACIÓN DBL SOCIALISMO.
ANEXO: EL ORDEN y LA JUSTICIA NO PUEDEN RESIDIR ~N ...
32 páginas 40 pesetaa
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