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Número 128-129

Serie XIII

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Por la instauración de un orden cristiano. Preparando el cincuentenario de Quas Primas (1925, XII, 11)

POR LA INSTAURACION DE UN ORDEN CRISTIANO
Preparando el cincuentenario de la Quas psimas (1925 XII, 11).
POI.
J. GLEZ.-QUEVEDO MONFORT, -S. J.
I
El gran Pío XII, en su Memaie por un mundo meior (10 febrero
1952), nos predijo lo que hoy estamos viendo:
ES TODO UN MUNDO LO QUE HAY QUE REHACER
DESDE SUS CIMIENTOS. Tener que rehacerle significa que está deshecho y en
ruinas.
¿Quién

es tan ciego hoy que no lo vea?
Es un hecho experimentado y lamentado por muchos,
la soledad
del hombre moderno en medio de las multitudes.
Es otro hecho, igualmente lamentado y experimentado, el aisla­
miento del hombre moderno, rodeado de enemigos numerosos y po­
rentísimos. ¡ Pobre hombre del siglo· xx, qué solo y aislado vive! Es
una de las peores enfermedades modernas, tipificada a partir de Si­
mone Weil con el nombre de
desarraigo, Desarraigo, que se acusa
aun en las mismas religiones y hasta en la Iglesia de Cristo y en sus
Ordenes religiosas, que sin fidelidad a su divino
Fundádor y

a sus
particulares fundadores no pueden subsistir en manera alguna. El hombre de hoy, desenraizado
y sin vínculos de ninguna clase:
sin familia, sin patria, sin
Dios, va traído y llevado por todos los
vientos,
y arrastrado por todas las corrientes, como las "hojas del
árbol caídas", que diría Bécquer, y lo mismo se entrega a la violen­
cia con
la mertalleta que se deshumaniza con la droga, el alcohol o
los excesos sexuales (1). De ahí la desilusión, hastío y desesperación
de no pocos.
(1) Breve y profundamente desarrolla esta idea D. Ju.a.Q;. Vallet de Goy-
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J. GLEZ.-QUEVEDO J.IONFOR:I', S. J.
Y
cada día aumentan en progresión geométrica los hastiados ae
la vida, como nos certifican las estadísticas, tanto más elevadas,
por regla general, cuanto más elevado es el nivel de vida y más bajo
el nivel religioso.
Y rio puede. ser de otra manera, porque el hombre está hecho
para COnocer, ala.bar; amar· y· servir a Dios~--y -el que no le cOnoce·· ni
le ama -¡ tantos y tantasl- vive_. -desencajado con un malestar in­
descriptible.
Sacad un hueso de su lugar y procurad distraeros, divertiros. ¿Có­
mo podréis conseguirlo teniendo dislocado un hueso? Y, teniendo dislocada el
alma, ¿van los hombres a poder ser felices? Siempre fue­
ron muchos, pero hoy son muc_!i.ísimos~ los que por VTvir así sienten
que
la vida no merece la pena de vivirse. Y síentén bien, porque si
no es para amar y servir a Dios, que es .para lo qué estamos -hechos,
¿para qué querernos la vida? Si no es para escribir, ¿para qué quere­
mos la pluma? Si no es para volar, ¿pata qué sirve el aeroplano?
"El hombre es una pasión inútil'", escribió Sartre (2). Y vio bien,
aunque vio poco. Después de haber alcanzado metas cada vez más
altas, según se las iba proponiendo; .después de haberlo experimen­
truio to~o _ y gozado· todo, sin pararse jamás a pensar si era lícito, o
ilícito, no le quedaba más que vacío de corazón y sequedad de alma.
Más
y mejor vio San Juan en la LLAMA DE AMOR VIVA:
" .•. las profundas cavernas del sentido
que estaba oscuro y ciego"
no pueden quedar llenas,
sino con la presencia del Querido.
Indudablemente los
extremos se

tocan. Ambos perciben la gran
indigencia del hombre, cuyos sentidos
y potencias padecen un ham­
bre inextinguible. Nunca se hartan de ver, de ·oir, de gustar, de co­
nocer, de amar. Son un abismo sin fondo. Por mucho que oigan,_ qHe
tisolo en RaíceI espirituales, intelectuales, existenciales ... de la Pátria,: Verbo
núm. 85-86, mayo-julio 1970, 465-469.
(2) · L'eire. et le néant.
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POR /JN ORDEN CRISTIANO
conozcan y que amen, siempre les queda capacidad para oir, conocer
y amar
más y más. ¡ Qué grande es el alma! "'Ni yo mismo -dice
Agustín- soy capaz de abarcar todo lo que soy" (3). Esta capacidad, en cierto modo infinita, no se puede llenar con satisfacdones finitas.
Pretenderlo es la causa última
.de la

frustración, hastío y angustia del
hombre moderno. Pues las potencias del
.alma . son

tan profundas,
"cuanto de grandes bienes son capaces" (4). Sólo Dios, infinito, col­
mará esas ansias y deseos, como vio San Juan de la Cruz; y por eso
padecen tanto, cuando están vacías o se las llena con basura.
Fray Luis de León clama en su Noche Serena:
¡ Oh! despertad mortales;
mirad con atención en vuestro daño;
¿las almas inmortales,
hechas a bien tamaño,
podrán vivir de sombras y de engaño?
Afortunadamente para tantos hastiados y frustrados, siempre será
cierto que "el alma es naturalmente cristiana" (5) e igualmente cier­
to que aun aturdida por el barullo de la vida permanece siempre "ávida de eternidad y conmovida por la brevedad de la vida pre­
sente" (6).
Ante este hecho existencial de la insatisfacción del hombre mo­
derno, nunca se insistirá bastante en buscarle y señalarlé sus causas,
sin miedo a repetirse, cuando el fenómeno se está repitiendo cons­
tantemente. No hay que darle vueltas. La última, la más honda y
más verdadera es la que venirnos dando y formuló lapidariamente
Agustín a fines del siglo IV: "Hiciste nuestro corazón para ti y es­
tará inquieto hasta que descanse en tí" (7). Pero si la insatisfacción
llega hasta "el asco y
la náusea" moderna, habrá que formular el
(3) Conf.Xs, 15.
( 4) Llama, Canc. 3-ª, núm. 18. Sigo la numeración ya corriente, del
P. Siverio y de las Concordancias de S. Juan de la Cruz.
(:5) Tertuliano, Apol., 17 PL, 1, 197. Itero 377.
(6) S. Agust., Epist. 137, 16 PL 33, l24.
(7) Conf, 1, l.
6,
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J. GLEZ.-QUBVBDO MÓNFORT, S. J.
mismo pensamiento de otro modo con el propio Agustín: "Lo orde­
naste,
y así es que todo ánimo desordenado sea castigo para sí mis­
mo" (8).
Pondté una anécdota. Tengo uo amigo a quien oigo con gran­
-dísimo gusto. No sé si es un genio o un loco, aunque las fronteras
de esos dos países, no deben estar bien deslindadas, según creo.
Los avatares de su vida serían muy curiosos: Abandono tenipra­
no de estudios. Salida de casa. Adquisición de bienestar y dineto,
que despilfarra pronto, liado con divetsas mujetes. Marcha al
extran­
jero. Nuevamente adquiere dinero y nuevamente lo echa por la ven­
tana, con una hebrea_ primero y después con una irlandesa. Por fin,
tras otras aventuras, vuelve a España y se casa, pero antes se convierte
en los Cursillos de Cristiandad y se hace un apóst0l.
Pues bien, nuestro hombre -tiene u_n primo, cincuentón, casado y
con hijos; el tu.al tiene una amiga de unos dieciocho años, una "chica
mal de familia bien" como ahora se dice, y . . . quiere convertirle.
Pero ¿cómo?
Mi primo, me dice, es una bestia, con mucho dinero, totalmente
etnbmtecido a fuetza de placeres y de egoísmo. No se le puede ir
_ con razones espirituales ni humanas. Como es UD. animal, no las capta.
Yo le he dicho: Pero ¿no ves que no puedes vivir contento
ni estar
satisfecho? No ves que el día tiene 24 horas y que tú destrozando a
esa chica, aunque no te importa, estarás contento con ella una o dos
horas
al día; ¿y las restantes horas, que son muchas horas? ¿No ves
que no puedes vivir contento?
"Si son
desgraciados, dice
Agustín,
los que al volvet a su casa no encuentran paz en ella, ¿cuánto más
desgraciados serán los que no encuentran paz en sus conciencias?" (9).
Casos como éste de hombres
y mujeres que buscan la felicidad
donde no está, y van de decepción en decepción y de frustración en
frustración, hasta que abutridos de la vida, o cambian de rumbo
con la ayuda de Dios, o terminan con ella, son hoy más freruentes
que nunca. El poder saciar su apetito a la vuelta de cualquier esquina
(8) lb. I, 12, 19.
(9) In
II Ps. 33, 5; Ps, 35, 2; Ps. 45, 2. PL 36, 312; 344; 5U.
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POR UN ORDEN CRISTIANO
y la frecuencia o multiplicidad de las decepciones, es la causa de ese
repetido vacío del alma, angustioso e insoportable, al que se da so­
lución, a

veces, del modo dicho.
11
Si del individuo pasamos a la familia y a la sociedad, y de las
naciones a los grandes bloques humanos, se ha dicho,
y al parecer
con razón (digo al parecer, porque la esperanza en sólo Dios, me
hace optimista}, que estamos asistiendo al ocaso de
la civilización
occidental.
Todas las civilizaciones: medos y persas, egipcios, griegos y ro­
manos, han tenido su nacimiento, su desarrollo, su cumbre, su deca­
dencia y su fallecimiento. Y al fallecimiento de nuestra civilización
parece que estamos asistiendo. Porque los pueblos perecen, no en
los campós de batalla a manos de sus enemigos exteriores, sino por
la
desintegración y descomposición de ellos mismos, por la corrup­
ción de sus propios hijos. Un pueblo podrido no puede subsistir.
Desaparecerá pronto en el sepulcro. Y el mundo
occidental huele
a
podrido.
La disolución e inmoralidad públicas han alcanzado cotas tan
altas que superan la degradación de los pueblos paganos. Porque
ni
en Roma, ni en Grecia, ni en-Egipto, ni en Babilonia., que conocieron
y practicaron, y aun fomentaron, toda clase de aberraciones morales,
llegaron a donde han llegado los pueblos más avanzados de Occidente:
a legalizar
el aborto y el homosexualismo, y a declarar jurídicamente
inocentes a. padres asesinos de sus propios hijos. Avanzados material­
mente. Envilecidos en su propio espíritu. Porque si el pecado carnal
degrada al hombre,
y le coloca al nivel de las bestias: ellos mismos
dicen que no pueden contenerse, el pecado contra la naturaleza le
coloca debajo de ellas.
¡ A dónde ha llegado el hombre, hecho a imagen y semejanza de
Dios por su
alma, pero hecho a imagen de las bestias por su cuer­
po! ¿A dónde le
ha erupujado la civilización occidental, que en lugar
dr elevarle y estimular sus_ aspiraciones elevadas (el alma, repito,_ "es
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J. GLEZ.-QUEVEDO MONFORT, S. J.
naturalmente cristiana"), emplea sus podetosds medios de difusión
y atracción en fomentar sus pasiones más bajas, hasta. conseguir que
el hombre, olvidado de su dignidad, se rija por el instinto y no por
la razón obscurecida
y abotargada! ¡ Qué dejación de la autoridad
pública, civil
y eclesiástica, tan preocupadas al promovet el bien co­
mún por el desarrollo material, y a veces olvidadas del espiritual,
mucho .m:ás importante!
También huele a podrido nuestra España, que forma parte del
mundo
occidental, y era mirada hasta hace poco por los pensadores
de otros pueblos, como "la reserva moral" de Occidente. ¿Quién no
recuetda al gran Paul Claudel,
cantor de

"la santa España" en los
días heroicos de nuestra Cruzada?-,Pero España ha entrado desde hace
años por el camino del progreso. Progreso en la degradación de los
individuos, de las familias, de las costumbres privadas
y públicas,
Pronto nos quedaremos sin familia en España, si seguimos progre­
sando tanto. Son ya casi excep·c;iones, las familias que no lloran en
silencio los descarrios de un hijo o
tina hija. j Qué triste _es todo
esto!
Dios perdone a quienes por los años sesenta abrieron las-com­
puetras para que la corrupción mundial nos invadiese. El padre de
familia, que por unas pesetas prostituye a su hija, es un miserable.
_ Y al gobernante que por unas divisas prostituye a una nación, no
hay dicterios suficientes en
la lengua española para calificarle. Quien
compara la abettura y disolución de ahora con la noble gravedad y
decencia de antes, tan cristianas y tan españolas, se ve obligado a
levantar su voz, porque los escándalos públicos, públicamente deben
ser denunciados.
Y después se nos dice con sarcasmo: "Mantenga limpia a
Es­
paña", cuando se han manchado los cuerpos y las almas de innume­
rables españoles. O también: "España es difetente", cuando su dig­
nidad y su hidalguía, la honestidad de sus mujetes
y caballetosidad
de sus hombres, su sentido religioso y sus ansias de eternidad, se han
vendido por un plato de lentejas. Así nos ponemos a nivel europeo,
y así los paletos de las grandes urbes españolas podrán quedar
bo­
quiabiertos ante la última indecencia importada.
Hay

algo peor todavía,
y es que roda esta podredumbre moral
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POR UN ORDEN CRJSTIANO
está cuidadosamente esttldiada y planeada. También aquí estamos
peor que en el mundo pagano. Son grandes las fuerzas del mal, con
planes de largo alcance. con poderosas organizaciones a todos los niveles: mundial, nacional, regional, local; con medios ilimitados,
con focos y atltivos infecciosos que fomentan: li,bros, revistas, car­
teles,

espectáculos, modas, diversiones, donde no
hay más que ero­
tismo y pornografía, impudor y descaro, sexo y desvergüenza, droga
y rebeldía, justificado todo a nivel científico con toda clase de erro­
res, propuestos con aplauso
y admitidos con complacencia: evolucio­
nismo, relativismo,. historicismo, subjetivismo, individualismo y mar­
xismo por todas partes y en grandes proporciones; para no hablar
de negocios ilícitos, corrupción administrativa, lucros abusivos y feroz
egoisnio, que se dan hoy más que nunca, y sin· cesar nos .machacan
ciertos clérigos, para quienes ya no existe el sexto mandamiento, como
si ya no tuviese validez la admonición de Cristo: "Cualquiera que
mira a una mujer codiciándola ya
adulteró con ella en su corazón"
(Mt. 5, 28), o como si estuviera ya superado el dictamen de San Al­
fonso María de Ligorio, calificado como "seguro" por la Santa Sede:
"No dudo en afirmar que por solo este vicio de impu­
reza, o al menos no sin él, se condenan todos cuantos se
condenan" (10).
Bien está la limpieza en la administración y en los negocios, y
es necesaria; pero también es necesaria y no se puede descuidar la
limpieza del corazón, del que han de brotar pensamientos y deseos
puros, y obras dignas de los hijos de Dios (Mt. 15, 19).
Daré un solo dato de los planes de largo alcance de las fuerzas
demoledoras y subversivas: El año 1918, al final de la primera gue­
rra europea,

el
gran Kahal de Nueva York dio la consigna: "Hay
que
desnudar a la mujer y prostituirla, y a través de ella corromper
a los perros cristianos".
Mirad en las revistas ilustradas de entonces
cómo vestía la mujer
y veréis la consigna cumplida.
(10) Theol. Mor., Ed. Gaudé, !, 666.
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J. GLEZ.-QUEVEDO MONFORT, S. J.
Resumiendo: el individuo, la familia y la sociedad están deshe­
chos y en ruinas. La humanidad . actual es COill.O un árbol, cuyas raíces,
t;onco, ramas, hojas y frutos están podridos, aunque hay ramas sanas.
m
¿Por dónde tirar en busca de un remedio? Si los individuos y
familias, que constituyen la sociedad, están corrompidos y corrompen
a la sociedad que constituyen; y si la sociedad así constituida corrom­
pe a su vez a los individuos y familias, sobre los que influye perni­
ciosfsimamente, ¿nos encontraremos en un círculo vicioso y sin sa­
lida? Así parece, pues
el remedio habría de· venir de los individuos
o de la sociedad. Es así que no puede venir de ninguno de ellos.
Luego parece que no hay remedio.
En efecto, de la sociedad no puede
venir el remedio. Bien dijo
Menéndez
Pelayo: "No es el arte
el que corrompe a la sociedad,
sino la sociedad la que corrompe
al arte, puesto que ella le hace y
produce" (11). Y también: "Ninguna sociedad alcanza nunca más
alta filosofía ni más peregrino arte que el que ella se merece y de
su propia sustancia produce" (12). Porque todo ser físico o moral,
una vez que ha crecido y se ha desarrollado, ob~a como es; y como él
es, serán sus frutos. Ni puede por sí mismo volver al seno de su
madre y
renacer regenerado

(Jn. 3, 4). La sociedad una vez depra­
vada, en virtud de la ley de la inercia, seguirá depravándose más
y más, y no podrá curarse a sí misma. Lo estamos viendo, y lo en­
seña la historia.
Y los individuos son también incapaces de regenerarse a sí mis­
mos, ya que su entendimiento y su voluntad con sus fuerzas natura­
les
y los medios naturales, son moralmente impotenes para conocer
y guardar convenientemente el orden natural. Que en el orden so-
(11) La Ciencia Española. «Instaurare Omnia in Christo», Ed. C. S.
I. C., vol. '59, pág. 111. Idea que repite a. la letra. en los Heterodoxos, LiP. 4.
Preámbulo,
Ed. BAC,
vol_ 150, 738-
(12) Hist. de los Heterod. Españoles, Lib. 6, Disc. Preliminar, BAC.,
vol. 151, 388.
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POR UN ORDEN CRJSTIANO
brenatural "no puedan nada" con solas sus fuerzas, nos Jo enseñó
Jesucristo (Jn. 15, 5) y lo· definió su Iglesia contra los pelagianos y
semipelagianos de todos

los tiempos.
Pero hoy
urge
recordat contra
los
C humanismos desorbitados de nuestra época la insuficiencia del
entendimiento para

conocer
y de la voluntad. para observar ,otwe­
mentemente
el mismo orden natural establecido por el Criador.
Esas dos tesis católicas, sostenidas por todos los teólogos (13),
y enseñadas por los Concilios o deducidas con certeza de sus defini­ ciones (14), son la mejor condenación de todos los tipos de huma­
nismo hoy existentes: el racionalista, el existencialista, el marxista,
el ateo y el humanismo integra/ de Maritain que, salvada la inten­
ción de su autor, tantísimo daño
ha hecho (15).
Contra Maritain y contra su nueva cri.J#and«J se ha de recalcar
qoe de la insuficiencia de los individuos se deduce lógicamente la
insuficiencia de la sociedad, pues
quod est essentia/e singulis, essen­
tia/e
est ,olle.tioni, por tanto et estado )afoo-cristiano, que vendría
a realizar una

concepción profano-cristiana de lo temporal, es ab­
surdo y anti-católico, no sólo porque no se puede cristianizar a un
estado laico dejándole laico,
$.ino también

porque él mismo es insu­
ficiente para el bien común
. humano dentro

de su orden natural
Por eso se
hundieron las

civilizaciones paganas. Eran colosos con
pies de barro (16).
( 13) Recuérdense los tratados De vera Religione y De Gratia en los
que se han venido ensefiando ambas tesis. Como testigo de mayor excepción,
véase a Sto. Tomás. Para el conocimiento: Suma Teológica, 1 q 1 a 1; 21
2 q 2 a 4; Contra GentileJ, I, 4; De Verit., q 14 a 10. Para la voluntad: Suma
Teol. 1, 2 q 109 a 8; De Verit. q 24 a 12.
( 14) Para el conocimiento: Vaticano 1, Const. dogmatica de fide cat­
holica

cap. 2. Denzinger-SchOnmetzer,
Bnchiridion Symbolorum, 1786 y 3005.
Para la

voluntad:
Conc. de Cartago y de Trento, D-Sch. 103-105 y 225-227;
806
y 1541; 832 y 1572. Conviene recordar que esas tesis evitan los escollos
del tradicionalismo fiosófico y más del protestantismo, que
habla de la

co­
rrupción esencial de la naturaleza humana. Señalan únicamente los efectos
del pecado original y la limitación e insuficiencia humana aun en el estado
de naturaleza pura.
(l:;) Etcheverry

A.,
Le con/lit actuel deJ humaniJmeJ, habla de los
cuatro primeros. (16) A la sabia refutación de Maritain por Leopoldo ·Eulogio Palacios
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]. GLEZ.-QUEVEDO MONFORT, S. ].
Y nuestra civilizaci6n occidental está peor que las paganas y ,u
,alvación o
curación es

humanamente imposible: A quieo vive a todo
tren gracias

a sus injusticias y robos ¿quién podrá petsuadirle que
devuelva lo injustameote adquirido y se conteote con el nivel pro­
porcionado a su
trabajo? Al

que sin escrúpulos de ninguna
clase y
con todo género de chantages se ha encaramado a donde no le co­
rresponde, ¿quién podrá persuadirle que no vaya más allá de lo que
permiteo los medios lícitos? A quien vive disolutamente
y no hay
flor que no coja, ni licor que no beba y va
tras el

placer con
el ím­
petu ciego de los sementales, ¿quién será capaz de refrenarle?
Y cuando son millones los que andan fuera de órbita en todas
las naciones y hay multitud de individuos, empresas e instituciones,
que empujan brutalmente al pecado, del que viven con el conseoti­
mieoto y tolerancia de las naciones, que han llegado a legalizar
las
mayores monstruosidades y hasta hacer la guerra al mismo Dios,
¿ quién podrá salvar a esa pobre humanidad enferma y ya casi ago­
nizante?
JESUCRISTO, el único SALVADOR de los individuos, de las
instituciones
y de los pueblos, porque "no hay ,alvaci6n en ningún
otro" (Act. 4, 12). Por eso S. Pío X en la primera de ,us encíclicas
E Supremi Apo,to/atu, (4 oct. 1903) nos decía:
"Avisa
el Apóstol: Nadie puede poner otro fundamento
fuera
del que ha sido puesto,
que es
Jesucri¡to (1 O>r. 3,
11). Ya que El es el único a quien el Padse ha santificado
y enviado al mundo (Jn 10, 36), ... Dios verdadero y ver­
dadero hombre, sin el cual nadie
puede conocer a Dios
como hace falta; porque nadie conoce al Padre sino el Hijo,
y a quieo quisiere el Hijo revelárselo (Mt. 11, 27).
De donde se sigue que es absolutamente lo mismo instau­rar todas las cosas en Cristo que llevar a los hombres a la
obediencia de Dios" (17).
en El Mito de la Nueva Cristiandad, habría que añadirle, si no me engafio, estas reflexiones. La transferencia de los individuos a la sociedad la wgió ya Pfo XI en la Encíclica Quas primas: «Y en -.esto no hay diferencia alguna
entre los individuoS y la sociedad doméstica y civil, porque los hombres no
están menos bajo
la potestad de Cristo· tm:idos en sociedad que como indi­
viduos (ASS 17, 601).
(17) ASS
36, 133.
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POR UN ORDEN CRJSTIANO
' Y siete añoS después, en su carta sobre Le Sillon, añadía:
"No . . . Hay que recordarlo enérgicamente en estos
tiempos de anarquía social e intelectual en que cada indi­
vidua: se convierte en doctor y en legislador; no se edificará
la ciudad de. un modo distinto a como Dios la ha edificado;
... no, la civilización no está por inventar, ni la nueva ciu­
dad por construir en las nubes. Ha
exiStido, existe,
es la
civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata más
que de instaurarla
y restaurarla sin cesar sobre sus funda.:.
menros narurales y divinos, contra los ataques siempre
nuevos de la utopía malsana, de la revolución
y de la im­
piedad: omnia instaurare in Cbt:isto·· (18).
Porque así como el individuo, que viene de Dios, · tiene obliga­
ción de glorificarle
y servirle, y del olvido y alejamiento de Dios
-viene su insatisfacción y angustia existencial, ya que no puede sub­
sistir sin El, así también la familia y la sociedad, que vienen de Dios,
tienen igualmente obligación de glorificarle
y servirle, y perecen si
se apartan de El, pues tampoco pueden subsistir sin El.
Por eso "nunca como ahora
-dice Pablo VI-se ha hecho ne­
cesario prestar atención a los valores
espiriru.ales, cuando
vemos que
las regiones más ricas del mundo están descubriendo rápidamente
por sí mismas, que
la felicidad no consiste en poseer muchos bienes;
están aprendiendo, por una amarga experiencia del vado, cuan
ver~
daderas

son las palabras de Nuestro Señor:
No s6/o de pan vwe el
hombt:e, ,ino de toda pa/ab,-a que ,ale
de la boca de Dio, (19).
Es la lección y el aviso constante de los últimos Romanos Pon­
tífices, que sintetizaré
brev~ente:
Dice Le6n XIII: "Así como el mundo no puede conservarse sino
por la acción del que lo creó, así también los hombres sólo pueden ser curados por el poder del Salvador. La curación de los males que
(18) Tomo esta cita de la magtúfica obra Para que· El Reine (Speiro,
Madrid, 1961), pág. 702, nota 21.
(19) Citado por Monsegú B.,
La acc-Jón misionera del sacerdote en Las
Jornadas Sacerdotales
Internacionales de

Zaragoza
(C. I. O., Madrid, 1973),
págs. 153 y sigs.
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J. GLEZ.-QUEVEDO MONFORT, S. J.
padecemos está en que privada y públicamente los individuos y las
naciones vuelvan a Jesucristo
y a la manera cristiana de vida" (20).
Pide la justicia qúe sean -premiadas las acciones buenas y castiga­
das las malas. Pero a los pueblos -y naciones que no tienen otra vida
se
les ha de premiar o castigar en ésta. Y aunque a veces pueblos pe­
cadores tienen éxitos
y prosperidades temporales, pues también tie­
nen acciones laudables,· como reconoció Agustín en los romanos, lo
cierto es, como enseña
la historia, que los hechos injustos se pagan
algún día, y tanto más gravemente cuanto más han durado los de­
litos (21).
Y a los pueblos
y naciones les dice que "Cristo Redentor es la
base única de toda prosperidad social"
(Tametsi futu,a, 1 nov. 1900),
y la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, el medio providencial
concedido por Dios en estos últimos tiempos para. salvación de
la
humanidad. De ahí: a) su comparación de la manifestación del Sa­
grado Corazón de Jesús en estos tiempos con la visión de la Cruz
por Constantino,
y b) su consagración del mundo al Sagrado Cora­
zón de Jesús, considerada por él como
-"el acto más importante de
su pontificado" (22), ya próximo a su fin, en 1899. Y
no sólo por él sino-por sus grandes, sabios y santos sucesores.
San Pío X ordenó que su fórmula de Consagración del Mundo al Sagrado Corazón se recitase todos los años; Pío XI la retocó y or­
denó que se recitase el
dfa de

Cristo Rey, acentuando más y más en
su encíclica
Quas primas, la estrecha unión entre el ideal católico
del Reinado Social de]esucristo y el medio providencial para conse'
guirlo, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, pues "en El se han
de colocar todas las esperanzas; a El se
ha de pedir y de El se ha de
esperar la salvación de los hombres" (23). Lenguaje entendido en todas partes,
y más en España, donde la nación, las ciudades, los mu­
nicipios, las familias
y los individuos -se ronsagraron con eritusiasmo
(20) Encíclica, Exeunte iam anno, ASS 21, 327.
(21) lb. 333.
(22)
Annum Sacrum, ASS 31, 649-652.
(23) En
frase feliz de

León XIII (lb. 651), repetida por Pío XI en la
MherentiSJimus Redemptor, AAS. 20, 168.
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POR. UN OR.DEN CRJSTIANO
al Sagrado Corazón de Jesús para que reinase sobre todos. Será así
cuaudo todos le conozcau, amen
y obedezcan. Los monumentos al
Sagrado Corazón de Jesús que
yernos por todas partes
algo indican,
aunque los secularizados
y desnaturalizados de ahora lo llamen triun­
falismo. Y con razón, los caídos en Méjico
y España al grito de
j Viva Cristo Rey! son buena prueba.
A ese ideal apunta el Estado Confesional Católico, enseñado por
los Papas de los últimos 140 años, el Concilio Vaticauo II
y la reno­
vación litúrgica posterior al Concilio, la cual clausura el ciclo litúr­
gico con la fista de Cristo Rey, que viene a coronar los misterios de
la vida de Jesucristo, conmemorados durante el año, como ya había
deseado Pío XI (24). Les oran.di, les credenti: De lo que ora la Igle­
sia deducimos lo que cree.
Conviene notar que en la Declaración sobre la Libertad Religiosa
del Vaticano II, al remitirse el Concilio a la doctrina tradicional sobre
los deberes religiosos de los individuos y de las sociedades, este in­
ciso, "y de las sociedades", sumamente significativo, se debe a un
obispo español, Mons. Beitia, que rogó a Mons. De Smet lo intro­
dujera en el esquema. La proposición así perfeccionada y aprobada
dice: "La libertad religiosa, qu~ exigen los hombres ... se refiere a
la inmunidad de coacción en la sociedad civil (por lo cual esta de­
claración) deja íntegra la doctrina tradicional católica de la obligación
moral de los
hombres' y de las sociedades respecto a la verdadera re­
ligión
y única Iglesia de Cristo" (n. 1). El breve y magnífico artícu­
lo, que en la
pasada festividad

de Cristo
Rey publicó en .La Gaceta
del Norte
(55-11-73) dicho Sr. Obispo, brotó de vivencias muy hon­
das y antiguas, de las que desgraciad.amente carecen ahora no pocós
responsables de la Iglesia española.
Juzgarán con Karl Rahmer en sus asombrosas declaraciones .a la
prensa madrileña, que "el Estado confesional es un anacronismo"
(Informaciones, 4-4-1974), como si los datos dados del magisterio
( 24) De la valiosísima bibliografía española de esta última década sobre
el tema baste citar la conferencia de Mons. Guerra Campos en Bill;,ao, Con­
fesionalidad Religiosa del Estado, editada por la Hermandad Nacional Uni­
versitaria, Madrid, 1973 (Conde de Xiquena,
5).
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]. GLEZ.-QUEVEDO MONFORT, S. J.
no fuesen de ahora o pudiese un teólogo hablar de espaldas a ellos,
a
base de
una portentosa
capacidad de
afitmación, sólo comparable
con
la ingenuidad de quienes la admiten.
IV
Visto que el individuo, la familia y la sociedad sin Dios se hun­
den (bien dijo Dosroiewski:
"Si no hay Dios todo es lícito"), y que
el remedio eficaz concedido por Dios a la
sociedad actual

es
la devo­
ción a/, Sagrado Corazón de Jesús, instrumento providencial para im­
plantar el Reinado Social de Jesucristo, donde, restablecida "la pie­
dad para con Dios,
la justicia y caridad con los prójimos, la templan­
za consigo mismos, domadas por la razón las pasiones" (25) vivan
gozosos los hombres, nos queda por averiguar
la estrategia que he­
mos de seguir, no para confiar en ella, pues en sólo Dios está nuestra
esperanza, sino para cooperar con él según el orden de su Provi­
dencia.
¿Por dónde empezar? Si la sociedad está corrompida y cotrompe
a los individuos, habrá que empezar porque los individuos no se
dejen corromper por la sociedad, y después se unan entre sí en gru­
pos y asociaciones diversas, pero en coordinación de unos con otros,
y trabajen todos por adquirir sólidos conocimientos del Reinado de
JESUCRISTO sobre la Sociedad y de la Devoción al Sagrado Cora­
zón de
Jesús, medio principal según los Papas, para la implantación
de este Reinado en
el mundo (26).
(25) Exeunte iam anno de León XIII, ASS 21, 334.
(26) Bofill Jaime, «Pax Romana» y su Acción en el Futuro, Cristian­
dad, núm. 63, 1 nov. 1946, describi6 magistralmente esta labor intelectual
imprescindible y la relación entre el Reinado Social de Jesucristo y la Devo­
ción al Sagrado Coraz6n de Jesú1, propuesta ~por los Papas, principalmente
«en las cinco encíclicas capitales:
Annum Sacrum de León XIII, Uhi Arcano,
Qua.s primas
y Miserentissimus Redemptor de Pío XI, y Summi Pontificatus
de Pío XII. Con razón reprodujo Cristiandad este magnífico artículo en el
núm. 416, octubre 1965, como homenaje póstumo al profundo y clarividente
autor. Nótese que
Schola Cordis y su órgano, Cristiandad, bajo los auspicios
del P. Orlandis son anteriores a
l'Office lntúnationa/ ... de París, aunque es
972
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PO!l UN ORDEN CIUSTIANO
De los conocimientos hay que pasar despues. al entusiasmo y a
la difusión de los
mismos, y
a llevarlos a la práctica en todos los
terrenos; porque no basta conocer, es ·necesario querer y entusiasmar­
se; ni basta querer, es necesario pasar a la acción y ejecutar; pero se
ha de
empezar por

conocer, porque
nihil volitum quin praecognitum
y las ideas son las que gobiernan al mundo ..
Este gran ideal que nos proponen los Papas como remedio de
los gravísimos males que nos rodean y de
los aón más

graves que
nos amenazan, podría y debería movilizar a los hombres, a los jóve­
nes y aun a los niños de nuestros días. Naturalmente que no todos
podrán hacer todo y la misma distribución del trabajo y las distintas
aptitudes y aficiones darán lugar a distintas organizaciones
con un
mismo

comón denominador.
Hay que acabar con
el individualismo y egoísmo imperante. No
es humano y mucho menos cristiano el que cada uno mire por sí
y por su familia y se desentienda del mundo entero. Hay deberes
sagrados que nos obligan a
mirar por la Iglesia y por la Patria, de­
beres que en ocasiones cumplimos los españoles tan bien o mejor
que cnalquier pueblo de la tierra; pero después dejarnos la actua­
ción cívica y apostólica, y confiados nos entregamos al descanso.
"La fuerza principal de los malos -dijo Pío X-es la cobardía y
debilidad de los buenos", raiz de tantas inhibiciones.
justo reconocer el influjo inmensamente superior de los franceses y su de­
pendencia del P.
Ramiere. No
hace mucho escribí que escritores, pensadores
y organizadores, como Jean Ousset, Jean Ma·diran, Michel Cteuzet, Marce!
de Corte, Gutave Thibon, Louis
Salieron, Henri -Rambaud, J. Beaucoudray,
Arnaud de Lassus ... ,
luchadores insignes

por
«la restauración de un
orden
social que no puede ser más que católico»,
han desencadenado un

movimiento
de un dinamismo, hondura, visión,
amplitud de

miras, desinterés, geríerosidad,
apertura al universalismo cristiano o mejor católico, fervor de espíritu y
pod~r de contagio, como no ha existido otro en la historia de la Filie Ainé
de L' Eglise de no remontarnos a S. Odón, segundo abad de Clu.ny ( t 942)
o a S. Bernardo de Qaraval (t 1153). Admirables son sus publicaciones:
Permanences, Itinéraires, L'Homme Nouveau, La France CaJholique ...

entre
las revistas;
Pour Qu'il Régne y

/' Accion ... entre sus numerosísimos libros,
traducidos y editados, muchos por
Speho, S. A. (Gral. Sanjurjo, 57, Ma­
drid, 3).
973
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J. GLEZ.-QUEVEDO MONFORT, S. J.
La socialización o multiplicación de asoc1ac10nes, fenómeno de
nuestros días señalado por Juan XXIII
y la Gaudiwm et Spes (n. 25)
se ha de tener muy en cuenta:
a) Porque el mundo evoluciona hacia formas comunitarias
cada vez más amplias.
b) Porque las fuerzas del mal se unen estrechamente y se di­
funden por todo
el mundo en asociaciones cada vez más poderosas.
e) Porque los individuos no se pueden oponer con esperanza
de éxito a las organizaciones. Serán barridos. A las organizaciones
subversivas sólo se pueden oponer organizaciones de orden.
d) "Porque en nuestro tiempo la voz de uno solo con toda
razón se ha de tener como dada al vieoto" (27).
e) Porque la historia nos enseña que así como en el siglo 'XIX
minorías, muy minorías, pero bien organizadas, con objetivos claros,
planes de largo alcance
y teledirigidas desde el extranjero, sorpren­
dieron repetidas veces a la gran mayoría del pueblo español, y lo
llevaron de
tumbó en

tumbo hasta el borde de su desintegración,
así en el siglo xx minorías, muy minorías, bien organizadas y con
planes concretos, teledirigidas igualmente desde el extranjero,
sor~
prenderán

de
la misma manera a la gran mayoría del pueblo espa­
ñol, si no se organiza convenientemente bajo
la dirección de gran­
des jefes.
Se impone, pues, superar la ética individualista, como nos urge
la
Gaudium et Spes (n. 30):
974
"El deber de justicia y. de caridad lo cumple el hombre
cada día mejor si, contribuyendo al _ bien común según
su propia capacidad
y las necesidades de los demás, pro­
mueve y favorece también las instituciones públicas o pri­
vadas que, a su vez, sirven para transformar y mejorar las condiciones de vida del hombre.
"Hay quienes... viven . . . como si no se preocuparan
en absoluto de las necesidades de la sociedad ...
,. Sea

para todos algo inviolable considerar
y observar
las relaciones sociales como uno de los deberes principa­
les del hombre de hoy ...
(27) Mater et Magistra, núm. 146.
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POR UN ORDEN CRJSTIANO
"Para que cada uno cumpla más fielmente con su de­
- ber de conciencia tanto respecto a su propia persona como
respecto a los varios grupos de los que es miembro, hay
que procurar con todo empeño
ulla más
amplia cultura
espiritual" (n. 31).
V
Del cumplimiento de estas obligaciones se seguirá en primer lu­
gar que la dirección de las asociaciones culturales, profesionales o
recreativas. y de la misma sociedad civil no caiga en manos secta­
rias, pues los elementos de orden acudirán a las elecciones de los
cargos
directivos como un sólo hombre
y COn la preparación con­
veniente, sin excusas, olvidos, incompatibilidades
y . . . miedos, tan
frecuentes ahora, cuando se deja el campo abandonado a la subver­
sión y a la audacia.
Así recuperaremos la iniciativa para imponer en la vida públi­
ca y privada, en la familia y en el taller, en la fábrica y sindicato,
en la empresa, profesión, escuela, universidad, negocios, diversiones,
artes
y ciencias . . . el estilo cristiano.
La transformación que obró el cristianismo en el
mnndo pagano
puede

y debe obrarla en el mundo corrompido de nuestros días.
El remo de Dios -dice Jesucristo----es semejante a la levadura
(Mt. 13, 33). Así como un poco de levadura hace fermentar a una
gran masa, así el cristianismo, en virtud
de su fuerza interna,
trans­
forma los corazones de los individuos, las
soci~des y el mundo
entero. Contra el liberalismo, laicismo
. y secularismo, empeñados
en
excluir de la vida del hombre
y de la sociedad toda referencia
religiosa (28); y contra los católicos descafeinados, cuyo ideal es la
vuelta a las catacumbas o la reclusión en las sacristías e iglesias, se
impone la presencia
y afirmación de la vida cristiana en todos .los
niveles, privados y públicos, pues es . imposible orar como cristianos
(28) Esta noción de secularismo, dada por Pablo VI, nada tiene contra
«la justa autonomía de las realidades
terr~tre~», de
la
cuÍtura, ·de las

artes
y las ciencias, re::onocida por la Gandium et SPes en los núms. 36 y 59 en
conformidad
con la tradición de la Iglesia, Son diversas significaciones· de
una misma palabra.
975
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J. GLEZ,,QUEVEDO MONFORT, S. J.
y .divertirse, negociar y actuar profesional o políticamente como pa­
ganos.
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino
de los
cielos, sino el que hace la voluntad de w Padre celestial, ese
entrará en el

reino de los cielos
(Mt 7, 21).
No hay más remedio: a males colectivos, remedios colectivos.
A la invasión de las modas, de las playas, de los bailes, de las lecm­
ras,

de los espectáculos, de los medios de difusión audiovisuales, no
se pueden oponer individuos aislados; pues de no tener una forta­
leza extraordinaria, serán arrastrados por la corriente.
Causa honda pena
ver a

j6venes de todas
las clases sociales: obre­
ros, empleados, universitarios, igual ellos ·que ellas, salir 'de ejerci­
cios resueltos a vivir en gracia de Dios, como auténticos cristianos,
y a las pocas semanas en estas ciudades, y en estas villas, y en estos
pueblos,
que· son

unas_ charcas, volver a las andadas. Y más pena
causa ver a miles de niños y niñas que deberían rebosar de alegría
e inocencia, mustios y cansados, antes de estrenar su sugestiva ado­
lescencia.
¡ Es tan triste haber manchado la primera blancura del
alma y afeado el amor, que brota de pechos bien nacidos con la
inmundicia de
la -concupiscencia!
Hay que crear ambientes cristianos, donde no sea necesario ser
un héroe para vivir en gracia de Dios habitualmente. Es necesario
para todos, pero
más para

los
j6venes, para
el pueblo,
pasa los
po­
bres
y los débiles, para la masa, pues el cristianismo no es para una
minoría de selectos,
sino para
todos, porque Dios
quiere que todos
los
hombres se salven (1 Tim 2, 4) y por todos murió Cristo (2
Cor. 5, 15). No basta
mirar por el individuo, aunque es absoluta­
mente necesario (el individuo es quien se salva o se condena); hay
que mirar por
la colectividad. las asociaciones e instituciones son
hoy las que salvan o hunden a los individuos y a los pueblos (29). Esos cauces antiguos de la antigua
CRISTIANDAD, donde el
ambiente de la familia
y sociedad eta· cristiano, y cristianas las le­
yes que regían la vida doméstica y civil, cristianos los usos
y cos­
tumbres, las instituciones, diversiones
y trabajo, las artes y las cien­
cias ... , todo sujeto a la obediencia divina bajo
el dulcísimo impe-
(29) Desarrollé estas ideas en Opción Insoslayable-Reconquista Moral
o Desbordado Libertinaje, págs. 17-21, 23 s. 27, 37, 39 (Barcelona, 1965).
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POR UN ORDEN CRISTIANO
ria de Cristo Rey, ésos cauces antiguos se iban reabriendo. y readap­
tando, y creando otros nuevos hasta la "autodemolición" religiosa
de los años sesenta, en todos los frentes y en las formas más diver­
sas con gran acierto. En los esrudios eclesiásticos: filosóficos, tea·
lógicos

y
bíblicos a
partir de la
Aeterni Pat4'is y Providentissimus;
en la educación de la juvenrud con la Divim illius Magistri; en la
cuestión social con la Rerum novt!t'u'm de León XIII, contemporá­
neo de Marx y Engels, aunque los llevase 8 y 10 afias de edad res­
pectivamente; en la constimción cristi_ana de los estados, iluminada
por la Inmortal e Dei y Libertas; en las misiones, en la lirurgra, en
la vida interior, en la acción católi~ en la refutación de los errores
de la época con el Syllabus, la Pascendi y Humani generis ... direc­
rrices

del Vicario de Cristo, a las que acompaiiaba el resurgir
pu·
jante

de la culrura cristiana y de la acción apostólica con
la funda­
ción de cenrros superiores de esruclios eclesiásticos y profanos, de
toda clase
. de

revistas, periódicos
y editoriales católicas, obras be·
néficas y sociales ... Esas enseñanzas perennes, basadas en las ver­
dades inmutables de la fe del derecho na rural y cristiano hoy "con­
testadas", promovieron aquel florecimiento asombroso de la vida
cristiana.
¿Cómo no admirar en Espaiia el apostolado educacional, bené­
fico,

social y pastoral de
)a Iglesia
en multirud de escuelas, colegios,
hospitales, residencias
y demás obras de misericordia espirirual y
corporal? ¿Su adaptación a las necesidades de los tiempos, que ve­
nían llevando de modo continuo, ordenado y a buen paso, como
prueban la multiplicación de sus títulos eclesiásticos y civiles, y la
modernización de sus centros y de su material de trabajo? ¿ Y cómo
silenciar: los Círculos Católicos propagados por toda Espaija de los
que quedan aún ejemplares valiosos; la Confederación Católico
0
Agraria, que se enfrentÓ con éxito a los demagogos de la segunda
república; las cuatro ramas de acción católica con sus actividades
diversas, los padres
d~ familia,

las congregaciones marianas, la
ado~
ración

nocturna, las conferencias de S. Vicente de Paul ... .
Con razón se lamentaba María de Pablos en la Reunión Nacional
de la Hermandad Nacional Universitaria, celebrada en Madrid, en noviembre del 72, de que estamos
.. pulverizados políria y religio-
977
,,
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J. GLEZ.-QUEVEDO MONFORT, S. J.
samente, deshechas y desmontadas nuestras grandes organizaciones" ..
Y con razón "Un grupo de Antiguos Peregrinos a Santiago",
de­
aquellos

jóvenes de Acción Católica Española, que con otros jóve­
nes católicos de todo
el mundo, en número de 70.000 fueron en
peregrinación al sepulcro del Apóstol Santiago en Compostela, el
año 1948;

con razón ese grupo ha levantado bandera "POR UNA
CRISTIANDAD EJEMPLAR"
e-n admirable

carta abierta, fechada
el 26 de
novie-mbre de 1972, Festividad

de Cristo Rey. ¿Dónde se
encuentran ahora 70.000 jóvenes de Acción Católica como los que
fueron en peregrinación
el año 48 a Compostela? ¿Dónde se en­
cuentran ahora los miles y miles de jóve-nes de Acción Católica que
los respaldaban desde las
parroquias de
toda España? (30).
Se impone la reorganización, revitalización y coordinación de
nuestras asociaciones religiosas-, evitando _dos escollos, que en los
últimos cuarenta años nos
han causado

un daño inmenso en la vida
pública, tanto política como religiosa. Primero, el exclusivismo
y
totalitarismo de quienes aspiran a ser: ellos, sólo ·ellos y nada más
que ellos. Y como aspiran a quedarse solos, acaban quedándose solos.
lo hemos visto. Dios quiera que no lo sigamos viendo. Segundo, la
ausencia de lealtad, respeto y caridad. No es honesto cosechar donde
sembraron otros. Ni hacernos con campos bien labrados, en lugar
de cultivar con el propio esfuerzo tantos baldíos. Ni escalar con
apoyos ajenos puestos que exceden la capacidad o méritos propios.
Ni murmurar contra los que desinteresadamente nos ayudaron. Co­
nozco un religioso que después de haber fundado más de cuarenta
y tanto_s centros de Acción Católica en cierta región de España; des­
pués, no quería ni oir
hablar de
Acción Católica. La reacción no
es loable, pero es explicable.
Para instaurar
el Reinado Social de Jesucristo todos somos pocos,
no excluyamos totalitariam.ente a nadie, queriendo absorber para
nosotros funciones que pueden
y quieren realizar con acierto otros.
A la unión de las fuerzas demo\edoras de la Iglesia y de la Patria ha
(30) POR JJNA CRISTIANDAD EJEMPLAR: Carta abierta y Uamada
a
una Espiritualidad· Peregrinan/e son

dos entusiastas folletos, que distribuye
la Comisión Diocesana Hombres A. C_ G. Martín de los Heros, 43, 2.Q,
Madrid-8.
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POR UN ORDEN CRJSTIANO
de seguir la uruon de las fuerzas sanas de las mismas. Cuantos te­
nemos un solo Señor, una sola fe, un solo sacrificio y unos mismos
sacramentos,
y acatamos la autoridad disciplinar y doctrinal del Ro­
mano Pontífice no sólo en su magisterio infalible, sino también en
el ordinario, unámonos, como gracias a Dios, lo venimos haciendo.
Hoy con estos vínculos fortísimos y santísimos,. cuantos nos mante­
nemos fieles a ellos "somos todos UNO: dominicos, benedictinos,
trapenses, franciscanos, agustinos, carmelitas, escolapios, cláretiaflos,
paules
jesuitas ... Gracias a Dios terminó el aislacionismo
eatre:;las
distintas familias religiosas, y .entre ellas y el clero secular, y entre
los

fieles, el pueblo de Dios, este santo pueblo, que se mantiene
fiel,
cuando tantos desertan; y la hora de una intensa cooperación -fra­
ternal ha llegado" (31).
Acenmemos lo que nos une, vínculos tan fuertes y tan ~a'"ntos,
y prescindamos de lo poquísimo. que nos separa. Son muchísimos
los sacerdotes y seglares buenos, que divididos por diferencias po­
líticas, sociales
y temporales, lamenran la pérdida de la fe y la di­
solución de las costumbres, que todo lo invade. ¿No podremos agru­
parnos en torno a lo principal:
¡ POR LA PUREZA DE LA FE
Y DE LAS COSTUMBRES CRISTIANAS?
Si Adenauer logró unir a católicos y protestantes para salvar los
principios cristianos del paganismo invasor y destructor de
Alema·
nia; si l'Office lnternational de París propone una rénovación cívica
y culrural según el derecho natural y cristiano, ~ cuantos con sólo
buen sentido quieren luchar contra la subversión comunista y tec­
nócrata; si un grupo de hombre maduros hoy, jóvenes en 1948,
nos recuerdan ahora los 70.000 jóvenes de A. C. que fueron a Com­
postela, y levanra bandera por una Cristiandad ejemplar, que es la
bandera de Cristo Rey, ¿no correremos a agruparo9s bajo esa ban­
dera, antes de que sea demasiado tarde,
y se extinga la fe, se disuel­
van en el fango las costumbres y se destruyan nuestras propias fa­
milias?
Quiera el Sagrado Corazón de Jesús por intercesión del Irunacu-
(31) Cf. LA VIDA RELIGIOSA EN PELIGRO, pág. 32, obra tan
breve como valiosa, compilada y recién editada por C. I. O. (Avda. Geneta·
lísimo, 4, Madrid-16).
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J. GLEZ.-QUEVEDO MONFORT, S, J.
lado _Corazón de María, en este año santo, año de reconcilíación de
los hombres con Dios,
y de los hombres entre sí, concedernos el per­
dóri de nuestros pecados
· con
su verdadera enmienda, la unión de
unos con otros y la verdad.era renovación de nuestra vida cristiana
individual y colectiva, basada en Jesucristo, único fundamento in­
destructible de todo lo bueno, de todo Jo bello, de todo Jo santo (32).
(32) Dos libros inapreciables con relación a nuestro tema son: La Es­
peranza Ecuménfra de la Iglesia, por Juan M. Igartua (BAC, vols. 305 y 306,
Madrid, 1970) y El CompromiJo Temporal, Política para Católicos, de José
M. Lladó (Ed. Cedro,' Barcelona. 1972). En el primero, a través de los do­
cumentos de la Iglesia, amplia y científicamente citados, se pruebá el porve­
nir esperanzador de la Iglesia; en el segundo, se estudian: primero,
el orde­
namiento político-social cristiano y segundo, los ordenamientos pülítico-sociales
anticristianos: En sus 27 capítulos tiene una breve, honda y segurísima in­
troducción doctrinal,
y después una serie de pasajes del Magisterio de la
Igl_esia, 959 en total, que confirman la doctrina, muy bien escogidos y citados.
Los dos libros son dos instrumentos de estudio
y trabajo.
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