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Santo Tomás y los problemas filosóficos de hoy

S&VI'O TOMAS Y LOS PROBLEMAS FILOSOFICOS
DE HOY
POR
MICHBLB FEDEBICO· SCIACCA.
l. Preámbulo.
Hace
ya
tiempo que para el laicismo, sobre todo para aquél que
se mantiene aún en posiciones ilumitiísticas y neoilwninísticas, se da
por cosa sabida que el medievo, a pesar de la: peoettación crírica
que ha sido
hecha para

poner eo evideocia su
gran fuerza trans­
formadora conforme al espíritu cristiano,
·es la noche obscura ima­
ginada por el Reoacimiento y el iluminismo. Es consecuente con
esto que para el Aquinatense no hay lugar en el pensamieoto mo­
derno y contemporáneo. Para la
cultlltl .laicista,. Santo Tomás,

teó­
logo y filósofo,
es• "asunto" de curas· y frailes, de sus comeotaristas
y repetidores, asunto de seminarios; en resumen, de una rultura
muerta que la cultura .viva se siente autorizada ¡,ara ignorarla. Esta úl­
tima, cuanto : más, puede interesarse y se interesa. por ~l, como uno
de tantos "productos" culturales del Medievo, como uo "documen­
to" insigne
y significativo pata aquel tiempo, pero que casi nada
puede decir al hombre moderno y
de hoy.
En otras palabras, el
Aquinateose puede interesar
únicamente desde uo. puoto

de
vista
esttictameote

filológico e histórico
dentro del contexto. socio-cultu­
ral

de su época: uo
Santo Tomás "fechado"

eo su tiempo.
Esta obra de
desvalorización del

Aquinatense, propia
·de los
ejér­
citos laicistas,

han
venido a. apoyarla

en los últimos deceoios
las
fuerzas del progresismo más o menos ·marxista ~ue en el taci­
turno
fraile dominico
ve
un recalcitrante exponeote del

feudalis­
mo
y del autoritarismo intelecntal y cultural de la Iglesia, que ab·
cesttalmente esclaviza a sus miembros-- y los guerrilleros de un
deterior progresismo sedicente
"católico>', los. cuales,

no
queri~ndo
soportar
su

autoridad que les obliga
·ª peosar, con los pretextos del
"aggiornamieoto" obedieote a las variaciones. de los tiempos
(una
Fundaci\363n Speiro

MICHELE FEDERJCO SCIACCA
especie de meteorología cultural) y del "diálogo abierto", tratan de
disminuirle el prestigio a fin de
liberarse, relegándolo
al desván, del
monumento embarazoso y
sohre todo

incómodo.
En efecto, remen
que

el Aquinatense los invite a no gritar
y a disponerse más bien
humildemente a recibir y a dar la necesaria ayuda "recíproca", "para
la conquista de la verdad" nunca del todo conseguida, que se ob­
tiene "de modo directo" cuando uno es "ayudado por quienes
han
descubierto la verdad" -las verdades, aportadas por cada uno y
reunidas, introducen a los posteriores en el alvéolo de la gran ver­
dad- y "de modo indirecto", a través de las discusiones provoca­ das por los errores, que hacen brillar mejor "el esplendor de lo ver­
dadero" (1). Temen también que Santo
Tomás les

recuerde que para
el hombre la verdad es una ronquista muy
difíci~ que

no existen
verdades fáciles sino para los diletantes
y que, por lo tanto, sólo pocas
inteligencias, y no sin errores,
alcan,an la verdad profunda, pero
nunca exhaustivamente.
No seré yo quien defienda ciertas fatigosas repeticiones de un
tomismo de tercera o cuarta mano, que por -muchos nos han afliji­
do, ni ciertas maneras de presentar el pensamiento de Santo Tomás,
ni tampoco su imposición "por decreto", y sobre todo, el uso gas­
tado que se ha hecho. Aquel que justamente ha sido
llamado "pa­
leotomismo"

o "tomismo de estricta observancia" (2) de los fieles
a
la letra de la docttina del "dux studiorum'" está muerto, y los muer­
tos entierren a los muertos. Pero afirmaré, con mi pequeñez, que el
Aquinatense es una "presencia" altísima, pero hay otras, de la filo­
sofía del ser,
la única verdadera filosofía; presencia siempre actual
en el sistema de la verdad, siempre enriquecida y profundizada ron
nuevas verdades, como, por otra parte, · enseña el mismo Aquina­
tense, que nunca pretendió, precisamente por ser filósofo y teólogo
entre
los
grandísimos, ser infalible y, menos aún, haber dado a
la
humanidad la revelación filosófica definitiva, convencido romo es­
taba, el que juzgó "paja" lo que habla
escrito, de
la debilidad, de
( 1) In Metaph., l. 11, Ject. !, c. !, núm. 287.
(2) Cfr. F. Van Steenberghen, Le reto/Ir á Saint Thoma.r a--t-il ewtore
Nn sens aujo11rd' h11l?, MoD.treal, 1967.
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SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS FIWSOFICOS DE HOY
la imperfección, de las lagunas de su pensamiento; y seré yo quien
sostenga que ·no es serio querer renovar todo ab imi.s para comen­
zar todo desde el principio; que no es propio de filósofos ni de teó­
logos considerat la verdad como algo que esclaviza y alinea y, por
ende, como
la tiranía de la que es necesatio liberatse. Posiciones
como estas no tienen derecho de ciudadanía ni siquiera en el sedi­
cente "pluralismo" filosófico y teológico. No creernos que pueda conttaponerse a
esta posición - cual se halla implícito un problema de tan atdiente actualidad como
el de las relaciones entte ttadición y progreso-
la de un "retorno a
las fuentes", en el sentido de una vuelta pura y simple a Santo To­
más, que

es como
proyectarlo fuera
de su tiempo. No se ttata, en
este ni en otros casos, de "volver hacia atrás", sino de hacer, como
hizo el Aquinatense con respecto a su tiempo, que el pasado vuel­
va a nosotros, que penetre en nuestra situación histórica, de tal
modo que lo hagamos "presente", "actual" y "contemporáneo" en
nosottos; y, como
tal, siempre proyectado al futuro. Por
Jo
tanto,
no retorno al pasado, ni olvido del pasado, sino Su presencia, esti­
mulante y fecunda, en el presente. Quienes sostienen - sición muy cómoda que dispensa de todo estudio
serio-que el
pasado no sirve para aclarar, comprender y resolver nuestros pro­
blemas proyectados en el futuro, eatecen del auténtico sentido his­
tórico del

"hoy" y del "mañana"; y
ttatan de ocultar tal eatencia
disttibuyendo

etiquetas de conservaduristas y de reaccionatios, fácil
ocupación que dispensa del cansancio de pensar y de
la seriedad de
un método crítico. El tiempo no es ninguno de sus tres momentos
por separado; ni tiene sentido histórico ni humano, la exaltación de
uno sólo de ellos -.a del
pasado, del presente o del futuro-; es
conceder
privilegios que no Jo potencian, que Jo empequeñecen; es
una patcialidad que lo "reduce" a
la momentaneidad contingente o
al recuerdo en lejanía o a la espera
utópica; considerat cada

uno en
sí mismo como momento privilegiado, resulta inconsistente. Un pre­
sente orientado al
futuro sin ¡,asado no

se tiene en pie.
De ahí la
fuer,:a innovadora

y renovadora de la ttadición, de la
cual Santo
Tomás es

uno de los
elementos fundamentales

que
la integra hacien­
do que sea nuestro presente; y, como tal, es un momento vivo y
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Fundaci\363n Speiro

MICHEI..E FEDERICO SCIACCA
operante de éste. Nada más infecundo de comenzarlo todo de la
nada, ex novo: en la cultura sólo la tradición es, en sí misma, pro­
greso; sólo., ella tiene un futuro. Santo Tomás es la prueba de lo
que afirmo: el Aquinatense a fuerza de manteuerse fiel a la tradi­
ción
y de hacerse discípulo de todos - los neoplatónicos, de los Padres, de los pensadores árabes
y he­
breos- ha sido un gran y, a veces, audaz innovador y, por eso,
más incluso que Aristóteles, de quien más que de ningón otro se
consideraba alumno en filosofía. Santo Tomás puede enseñar aún lo que significan
tradición y progreso en su siguificado auténtico,
en su relación inescindible.
Puede enseñar también lo que significa instaurar un diálogo;
en efecto, lo instauró con Aristóteles y los averroístas no para ren­
dirse a la "moda"' o a la "novedad" y granjearse así la benevolencia
de los adversarios, sino para aconalarlos poniéndoles ante el muro;
a fin de recuperar todo cuanto del patriroonio aristotélico era re­
cuperable
para la tradición que, renovada, innovaba con es.ta nueva
aportación
cultural, haciéndose
heredero
para una nueva cultura sin
ceder
nada de lo esencial, ni en sus confrontaciones con el Estagiri­
ta ni con sus secuaces árabes
y latinos, y con fidelidad a la Revela­
ción
y a la Iglesia, depositaria infalible del mensaje. Santo Tomás es
el modelo de lo que debe ser el "diálogo", del modo como se debe
plantear
y conducir; si se quiere - "absit iniuria verbo" - del modo
como se hace "política cultural" en el sentido más elevado de
la expresión. Pero la
tradición que

renueva es la platónica-neoplató­
nica, que tiene como iniciador a San Agustín; por lo --tanto, Aris­
tóteles y aristotelismo dentro del platonismo y de la tradición agus­
tiniana, que renovada en eso, lo innova y se innova. El no haberse
tenido en cuenta hasta hace algunos decenios el fundamental com­
ponente "platónico" y haber hecho del Aquinatense un filósofo aris­
totélico, aunque con versión personal, ha perjudicado no poco la
vi-·
sión

de la originalidad de su
síntesis, la
comprensión de su
pensa­
miento integral e incluso su actualidad; concluyendo por contrapo­nerlo a pensadores que en lo esencial no se le oponen. Ahora
las
cosas han ounbiado y siguen cambiando y, en este cambio, estí el
tomismo vivo.
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SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS FILOSOFICOS DE HOY
Hoy se hace la guerra a la metafísica, a la filosofía eo general
hasta amenazar la propia
integrida,d personal
y el propio honor de
quieo se atreve a
hablat de

ser, de verdad y de bien.
Ahora bien, la
síntesis original de Santo Tomás está caracterizada por tres "pasio­
nes",

eo el mejor de los sentidos, que el propio
Aquinareose asigna
a

este término: por el
ser, por la verdad, que es el mismo ser lle­
vado

al intelecto
y por el b;en, que también es el ser llevado a · la
voluntad;
por consiguiente, primado del ser y filosofía del ser por­
que
sin ser no se puede háber verdad ni bieo: las tres pasiones son
una sola.

De ahí la primera consecuencia, que desearíamos fuese
re­
cibida,

hoy, como
una "buena" lección de "verdad" que responde
al "ser" del hombre de siempre.
La lección es ésta: por muy vivos
y acuciantes que puedan ser, como
Jo son eo los tiempos preseores
los problemas sociales, económicos, jurídicos y políticos, no son fun.
dameotales, oo están eo la raíz. En cambio, son "radicales" los pro­
blemas metafísicos y ontológicos, morales y religiosos, aquellos que
plaorean el

del ser del hombre, que del mismo hombre es la verdad
y el bien, y que no puedeo recibir una respuesta exhaustiva de la
economía oi de la política, sino de la ontología y de
la metafísica,
es
decir, de una indagación sobre el ser y del ser: de una anrropo­
logía

filosófica que, precisamente por serlo, oo puede
=rarse en sí
misma en forma
tal que

redujera a sf
misma incluso el problema teo­
lógico, sino que por sí misma, corno búsqueda sobre el ser y del ser,
está

abierta al Ser. Con este fundameom, diríamos sobre
la base del
"peso"
(la densidad) de los problemas radicales y primeros, puedeo
ser afrontados con el mismo empeño los demás problemas
"segun­
dos" (respecto de los primeros), de tal modo que la/~
dad de aquellos problemas primeros no juegue eo perjuicio de la
total,idad de los problemas que interesan a la compleja e 'integral
existencia del hombre eo relación con el ambieote que le circun­
da, a mdo lo real,, y a Quien es el primer Principio y el Fin último
de lo creado. Corno filósofo del ser, metafísico, Sanm
Tomás es

filósofo de
la verdad, "fin último del universo"; "Primus aurem aucmr et momr
universi est
intellectus •
. . Opottet igitur ultimum finem universi esse
booum
inrellectus. Hoc

aurem est veritas. Opottet igirur veritarem
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MICHELE FEDERICO SCIACCA
esse_ ultimum finem. rotius universi; et circa eius considerationem
principaliter sapientiam insistere"; y la sabiduría del hombre con­siste
«en un
incesante estudio de la verdad".
Y sdentia ver#a#s es
la metafísica, que es ciencia no de una verdad cualquiera, sino "eius
veritatis quae est origo omnis veritatis", es decir, de aquélla que
vi_erte en el "primum prin_cipium essendi omnibus", que por eso es
"dispositio rerurn in veritate sicut in esse" (3). Pero la búsqueda
del Primer Principio es también búsqueda del Fin último,
y el
fi9.-es "bonum", por eso el nombre de "'sapiente" puede -reservarse
a. quien medita acerca del fin del universo: "sapientis est causar
ultimas considerare" (4). Y sólo al hombre compete buscar la ver­
d,¡d: no a Dios,

que es la Verdad; no a los
ángeles, que
la intuyen
por_ iluminación; no a los animales incapaces puesto que carecen de
fotelecto. Por lo tanto, si el bombre renuncia a buscar la verdad re­
nuncia a sí mismo, dimite de ser inteligente y racional, se niega a
sí mismo.
Sjendo esto así, querer socavar el intelecto, "auctor et motor uni­
versis" para sustituirlo con la. "eficiencia", como hoy se pretende,
_equi,vale a acechar .al hombre: su "facere" no será ya un "agere",
sino una "tormenta de pedrisco que caerá dando palos de ciego··.
Sin verdad, por otra parte, el hombre se identifica con las situaciones;
pierde su ser y se ilusiona creyendo que llena el vacío con el lastre
de lo "particular", que no es lo "concreto" porque no
hay concreto
si no hay ser
y, por tanto, sin la verd,¡d y sin el bien. Negados el
ser, la verdad
y el bien, nada ni nadie puede defender al hombre
de todas las manipulaciones
y alienaciones a que se halla expuesto y,
por
añ,¡didura, ninguna raz6n válida le

queda para poder revelarse.
Por sí sola de nada sirve a nadie la conciencia crítica de su condición social, pues resulta sin sentido hablar de "liberación" ...
¡ después
de haber negado la liberrad!
La contemplación no es una huida, y
el "agere"' es el fundamento del "facere" libre y constructivo, Marta
sin María no se tiene en pie. La libertad sólo lo es en la verdad,
donde tiene su "raíz"
y en el bien que se identifica con el fin, que
es
el desarrollo del bombre integral.
50
(3) C. Gent., l. I, c. l.
(4) Ibld,
Fundaci\363n Speiro

SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS PIWSOFICOS DE HOY
Dicho brevemente, búsqueda de la verdad: quiere tanto amor
cuanto merece conforme
la verdad misma. De ahí la necesidad de
una
gran humildad

que consiste en
la conciencia constante . de lo
que se hace, que es muy difícil de
conseguir la verdad, pues es muy
fácil incurrir en errores; en
la disposición de prestar atención a toda
verdad donde quiera se halle, y en saber "escuchar" a los otros do­
tados como nosotros, por don de Dios, de la luz de la inteligencia;
en
la conciencia vigilante de que la verdad no la creamos nosotros,
. sino

que es participada por Dios, que es
la Verdad, puesto que nos
es
participado por Dios, que es el
Ser, nuestro
ser. En resumen, tener
presentes nuestros límites inevitables, lo que equivale a tener pre­ sente al hombre en sí mismo;
la constante confrontación de nuestra
pequeñez -que, sin embargo, es todo el ser debido, y que, por esto,
es nuestra grandeza frente a la naturaleza- con
respécto a
Jo in­
finito del ser
y de la verdad. Por lo tanto es necesario "praesump­
tionis repressio, quae est mater erroris", de tal modo que ·no per~
tenezcamos a la tropa de los "praesumentes", que creen poder "mi­
surare" con el propio intelecto '"totam. rerum naturam"; de los
"aestimantes"· que es verdadero o· falso todo aquello que "eis vi­
detur", sin

preocuparse de cuanto "eccede" de
la inteligencia hu­
mana y
"totum statum praesentis vitae", excedencia que debe acep­
tarse por

fé y debe
· aprenderse
a desear.
La contemplación de · los
misterios
revelados aprovecha
para liberar

el
ánimo humano
de
la
presunción de los sábelotodos, de móclo tal que "ad modestam in­
quisitionem veritatis perveniat" (S). El sentido del misterio, la certeza experimentada de que
la Ver­
dad escapa a
la inteligencia humana y hacia la cual, no obstante,
ésta ontológicamente tiende por un deseo radicado en el ser del
hombre: esto es el constante
y profundo sentimiento religioso de
toda
la obra del A quina tense. La "dificultad" de ser hombre se hace
aún
más humana, cuanto más la razón se aproxima a aquellas ver­
dades que le interesan en mayor grado porque conciernen al sig­
nificado último de
la existencia; pero precisamente estas verdades
le

escapan, aunque en cierro modo e imperfectamente
puede conse-
( 5) C. Gent., l. I, c. 5.
51
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MICHELE FEDERJCO SCIACCA
guir cierto conocimiento. Por eso es imposible que la última "homi­
nis felicitas... sit in
hac vita"; y al Aquinatense le "duelen" los
"praeclara ingenia" que, careciendo de la fé en la revelación, han
sufrido una gran angustia (6).
2. Santo Tomás en diálogo con su tiempo.
Es ya

hoy un hecho aceptado que el siglo
XIII representa una
situación crucial,
tanto para la cristiandad como para la cultura cris­
tiana: surge en Occidente un nuevo modo de vivir, de
pensar, de
hacer arte o poesía, un nuevo modelo de sociedad: muere el feudo,
y la Iglesia era feudal; nacen nuevas formas de vida política y nue­
vas órdenes
populares de

frailes, diversas del monaquismo preceden­
te
y concordes con las corporaciones y municipios; entra Aristóteles
en
la Universidad de París. La Iglesia se desconcierta. Surge el pro­
blema de cómo informar a lo nuevo de
espíritu cristiano,
problema
en el cual innovadores, como Santo Tomás, se enfrentan con los
sostenedores b.ererodoxos de lo "nuevo", temerosos de que éste se
escape de la
mano, y con los conservadores, que creían exorcisarlo
con condenas. Santo Tomás se encuentra entre dos fuegos: la
"iz­
quierda" y la "derecha". El Aquinatense no se limita a seguir al
Estagirita ni a parafrasearlo: lo repiensa y edifica una nueva
cul­
tura cristial)a en una síntesis original en la cnal metafísica, ontolo­
gía, antropología
y teología . forman una sólida unidad. Se puede
decir que se halla en el centro de una crisis institucional,
doctrinal
y cultural de extenso y profundo alcance. Filósofo y teólogo de ra>a,
hace

suyos los problemas de su tiempo que no pierde nunca de vista
-quien le
acusa de

abstracción no sabe lo que es la verdadera con­
creción-, sino que lo medita y resuelve dentro
de los problemas
del hombre de siempre; por lo
cnal son los de aquel tiempo, pero
también de hoy
y de mañana, como son de siempre algunas de sus
profundas indicaciones
para las soluciones más adecuadas y profun­
dizadas.
El

filósofo "nuevo", Aristóteles, hasta que Alberto se interesó
por
él seriamente,

era el maestro de los infieles, entrado, hasta prin-
( 6) C. Genl., l. III, c. 48.
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SANTO TOMAS Y LOS PR.OBLEMAS PJLOSOPICOS DE HOY
cipios del siglo, en la Facultad. de Artes de París: el maestro de los
mahometanos a través del
"Comentario de
Averroes", empezaba a
resultar el

maestro
de los herejes, incluso del propio Federico 11.
La reacción de los teólogos había provocado en 1210, en 1215 y en
1230 s61o
desórdenes y huelgas en la Universidad; pero no bastaba:
era necesario

no sólo que la "ciencia" no fuese abandonada en ma­
nos de los adversarios de la fé, sino. que, asimiiada, se adueñase para
la ortodoxia, fuese puesta al servicio de la sabiduría divina para
vencer.ª
herejes
e infieles. Esra fue
la "operación cultural" en la cual,
en compañía de Alberro, se empeñó Santa Tomás, operación de apro­
piación para la

Iglesia,
y con ella para Occidente, de la descubierta
ciencia

antigua,
la más elevada que hasta entonces había alcanzado la
razón humana, y a la vez de renovación de lo tradicional; en una
palabra,
operación de

creación de una nueva
cultura que
constitu­
yese una nueva fuerza
para . el

mundo latino
y católico.
No
era empresa

pequeña: por una
parte era preciso superar una
crisis

cultural que
"históricamente" ponía

a prueba el porvenir del
cristianismo
y de la Iglesia -la Facultad de las Artes de París pro­
fesaba
un aristorelismo radical, un verdadero
neopaganismo-; por
otra parre, al

no acabarse de
ayudar a

los
.heterodoxos y a los infie­
les,
era necesario que la apropiación fuese "reoréticamente"' tal, que,
salvando los derechos de
la razón, de la cual el pensamiento aristo­
télico era fruto

exclusivo, no sólo no fuese contaminada
la Revela­
ción sino que ésra recibiera un nuevo sostén
para una teología re­
novada

en su integridad
y confirmada dentro de la tradición de los ·
Padres. 1ln otras

palabras, era preciso
innovar en filosofía y en teo­
logía;
pero

de
tal modo que la nueva filosofía no resultara en con­
traste con la
teología y que la nueva teología estuviera perfectamen­
re
en

conformidad con
la Revelación y la tradición .. Santo Tomás
de Aquino, que ante
la crisis del siglo XIII s.entía estallar dentro de
(7) CTr. M. D. Chenu: lnt,-oduction 4. l'é¡ude de St. T,homas d'A-quin,
París, 1950, págs. 34 y sigs.; Moine1, Clercs, Laics. Au ca"efo11r de la vie
évangélique, en La théologie au XIII siJcle, París, 1957, J>ágs. 225 y sigs.;
St. Thomas innova/eur dans .la _creativité d'un monde nouveau, en Tommaso
d1Aq11ino ne/ 1110 VII cenlenario, Congresso. inlernazionaJe Roma.Napo/i,
17-24 abril 1974, págs. 28·31.
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sí su vocación intelectual, advirtió que su papel como pensador y
como sacerdote, era el de ponerse a la vez al servicio del saber, dig­
nidad del hombre,
y al servicio de Cristo y de su Iglesia o Innovador,
sí, en

roda
la línea y con una· tenacidad y solidez de intención pa­
rejos
a su piedad
y a su humildad, "contestatatio" también, pero en
uno
y otro aspecto al servicio de la verdad de la que el hombre
es capaz, con una fidelidad incondicional a
las enseñanzas de la
Revelación
y al magisterio infalible de la Iglesia (8). Con esta base
--y sólo con ésta-fue ·"aristotélico", mejor dicho, "tomó posi­
ción" respecto de Aristóteles
y· del Aristóteles árabe; Jo repensó, le
quitó el

veneno
para neutralizarlo, Jo interpretó siempre en el sen­
tido más favorable a sus finalidades, aprovechando todas sus apor­
taciones, hizo
"' Aristóteles

en contra de aquel de Averroes
y de
Sigiere; en suma, creó una filosofía nueva, que no era aristotélica,
o platónica, o neoplatónica ;o avicenizante, sino simplemente "to~
mista", sobre cuyo fundamento y con su ayuda repensó la teología.
Por eso ni siquiera diremos que Santo Tomás sea aristotélico en
gnoseología
y no aristotélico en ética, y platónico en metafísica, y
así sucesivamente.
Si bien repito también yo que "Aristóteles descubre y Santo To­
más
comenta", advierto que "comenta" a partir del principio de la
creación; el cual modifica· radicalmente la metafísica aristotélica y
la concepción del ser correspondiente; el mismo principio no lo hace
depender demasiado, como su maestro Alberto Magno, de Avicena,
Je hace profundizar
la ética aristotélica, utilizar originariamente a
Platón
y a los neoplatónicos griegos, además de la tradición patrís­
tica; asumir en teología
las grandes tesis de San Agustín y de Dio­
nisia
purificándoles del

neoplatonismo disforme de
la ortodoxia, como
purificó las tesis aristotélicas
y platónicas en filosofía. "Comentador"
de
Aristóteles, pero

no "corruptor", según él mismo escribe, como
Averroes;
y "comentador" al mismo título de Platón frente a Par­
méoides, de
Arist6teles respecto al

mismo Platón, de Agustín res­
pecto de Plotino. Se puede expresar con una paradoja, que en Santo
(8) CTr. F. Van Steenberghen, Thomas d'Aquin devant. la trise d11
XIII siCcle, en Tommaso d'Aqui110 nel VII Centenario, cit., págs. 35 y si­
guientes; y del mismo autor, La philosophie ,11, XIII siede, Louvain, 1966.
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SANTO TOMAS Y LOS PROBLEMAS FILOSOFICOS DE HOY
Tomás nada hay que no sea de otro, pero nada de ello hay que no
haya sido dicho de un modo
original.
Por

otra parte,
ni siquiera son comentaristas sin ser tampoco pen­
sadores originales quienes adu!terándolo se han afanado o apañado
en "reducir" al Aquinatense a esta o aquella posición historicista o
inmanentista
-
idealista o materialista-, como si ponerle
el sombrero de
tal o cual "novedad" o "moda" fuese el mejor modo
· de actuali2arlo,. una

tentativa de
apropiarse lo
nuevo dándole una
impronta de espíritu
cristiano. No

tiene sentido servirse de Santo
Tomás para adaptarlo
a Kant, • Hegel, a Hussérl, etc., tratando de
conciliar su ontología o su metafísica con la ontología moderna;
en cambio, sí que tiene sentido situarse primero en el interior de
su pensamiento,
profundi2arlo y

repensarlo y
después, partiendo
de
esa posición que puede ser una nueva perspectiva dentro de la me­
tafísica
delser, concorde,

pero no idéntica con la del Aquinatense, re­
cuperar
instancias o

exigencias de este o de aquel
filósofo moderno
y dar respuestas no contrarias, ni siquiera yuxtapuestas o sobrepues­
tas o

superficialmente conciliadoras con respecto a la
misma meta­
física del ser, sino convenientes y adecuadas a ésta. El "compromi­
so metafísico" es una hipótesis prohibida en filosofía.
Los sincretis­
mos,

los eclecticismos, los irenismos son
cataeterísticos de
las
cul­
tutas decadentes que nunca son creadoras. Se "ponen al día" ("ag­
giornano") los manuales, no
las grandes concepciones

de la vida:
éstas se repiensan en síntesis nuevas.
3. La esencia como compuesto de materia y forma y el actu.s
essendi.
No es posible tratar en una sola comunicación de la compleja
problemática de Santo Tomás en relación con
la .de hoy. A cuanto
ya hemos dicho, añadiremos algunas consideraciones, siempre· refe­
ridas a hoy, en tomo a los conceptos de esencia y de "actus
essen­
di ", o de existencia.
Como es sabido, para Santo Tomás, materia y forma, separada­
mente, no son entes; el ente que
existe es
el compuesto de ambos
y el ser que recibe; es la. sust:;mcia o individuo o el -ente per se,. es
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MJCHELB FEDERICO SCIACCA
decir, la forma realizada en la materia. La forma determina la ma­
teria,
pero siendo universal (especie) es individualizada por aquélla.
Materia y forma, las dos primarias determinaciones del ser como
ser en -acto, no se suman ni se yuxtaponen, constituyen un compuesto
como suyos coprincipios, compuesto en el cual el acto es el prin­
cipio determinante. Y, dado que el acto es lo perfecto, resulta, de
una parte, que donde falta absolutamente la potencia, es la perfec­
ción absoluta o el Acto puro que llamamos Dios,
y, de otra parte,
que la misma composición del ente concebido de potencia y acto,
que implica el movimiento
y el paso del uno al otro, incluye la limi­
taeión del acto por parte de la potencia y la multiplicidad de los
entes
y, por esto mismo, la imperfección de todos los entes com­
puestos
(9). •
Hemos enunciado dos tesis fundamentales del pensamiento to­
mista, que
para nosotros son ambas originales y de profundo siir,
nificado. ·
La primera es la de la esencia que nunca es sólo la materia ni
sólo la forma, sino el compuesto de una y de Otra: la esencia sus­
tancial

del hombre no es sólo cuerpo
ni sólo alma, sino compuesto
de
alma y cuerpo. De ahí que cuando un hombre se halla ante otro
(9) C. Gent,, l. I, c. 28: «Unumquod.que perfectum est in quantum
est actu; quod nullo modo est potentia sed est actus purus, oportet perfec­
tissimum
esse. Tale autem
Dew est. Est igitur perfectissimus». CTr. tam­
bién De ente et essentia, c. '.5, a. 30; De V eritalae, q. 2, aa. 1-2.
Como
es sabido, para el Aquinatense, la composición de ser y esencia
es diversa de aquella de materia
y forma, «en cuanto una. y otra resultan
de potencia y acto»: 1.2) porque la materia no es la esencia de la, cosa (con­
trariamente todas las formas resultan accidentales). sino sólo una par~ de
la esencia;
2.2) porque el ser mismo no es el acto propio de la materia,
sino de
la sustancia eOtera propiamente el ser es el acto de lo que puede
dedrse existente,

lo que no se puede decir sólo
de la materia, sino del Com­
puesto;

por eso no puede decirse
de la materia que existe sino de la sus­
tancia; 3.2) porque ni siquiera la forma es el mismo ser, sino que la forma
es al ser en un cierto orden, en cuanto la forma se proyecta al ser como la
luz al resplandor y, por .otra parte, el ser se proyecta a la propia forma como
acto; en efecto, en el ser compuesto de materia y forma se dice, aclarán­
dolo, que la forma es principió del ser porque ·es el complemento de la sus­
tancia, cuyo acto es el ser mismo (C. Gent., l 11, c. 54).
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SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS FILOSOFICOS DE HOY
hombre, su semejante o su prójimo, no debe -por necesidad on­
tológica, lógica
y moral- considerado como si sólo fuese alma o
espíritu, o sólo cuerpo
y vida II!aterial; debe reconocerlo, según di0
ría Rosmini, como lo conoce, es _decir, según su, esencia, que es a la
vez alma y cuerpo. Si sólo se preocupase del cuerpo y de las nece­
sidades que le conciernen, desentendiéndose u olvidando o
negando
su alma, al mismo tiempo en que así Se comportase, estaría ".pecan­
do", blasfemando contra la esencia de su semejante, le esta.ría des­
conociendo;
no se estarla· dirigiendo al otro como semejante. " si
mismo, sino como a su perro o a su caballo, Del ·mismo modo, si
sólo se preocupa de su alma y de las exigencias que le son propias
desentendiéndose totalmente de
su. cuerpo,
realiza un desconocimien­
to contrario:
no se está dirigiendo " otro hombre, su prójimo, sino
a su ángel custodio.
En el priI!ler caso le trata como a una. bestia,
en
el segundo como
a un ángel, pero la esencia del hombre no es la
de la bestia, pues está dotado de un alma intelectiva, ni la de una
sustaocia espiritual

separada porque su espíritu está
encarnado en
un

cuerpo. En el primer
caso se proocupa de "engordarlo bien"
con
olvido del espíritu -riqueza e
incluso "opulencia"

material, en la
miseria
y en la escualidez espiritual-; en el segundo, se. olvida la
lección
del buen
samaritano, se
limita a "predicar" la
bondad de la
perfección interior, con olvido del cuerpo que grita en el desierto:
falsa riqueza espiritual en la indigencia .envilecedora del cuerpo; a
nadie se le puede pedir que sea virtuoso si primero no se le ha colmado el hambre, escribió Dostoievsky.
La primera posición es la
del materialismo, o sea de quien niega el espíritu; la segunda es
la del espiritualismo, o sea de quien niega la. materia o el cuerpo:
dos abstractismos que dejan escapar la esencia del hombre.
Santo
Tomás enseíía -y con él todos los grandes pensadores
y escritores cristianos, auténticos intérpretes del mensaje de Cris,
to-que el hombre ha de ser reconocido y tratado por la esencia
que es, por su
quod est: como. un ente que es alma y cuerpo, sin
olvidar nunca uno de lo.s dos elementos del compuesto,, de tal modo
que siempre se entre en relación con
él teniendo presente la "pre­
sencia'" concreta que es. Sólo así se le ayuda a formarse, a desarro­
llarse,
a perfeccionarse en su integridad, a ser hombre en la pleni-
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MICHELE FEDERICO SCIACCA
tud de su dignidad, que no consiste sólo en la del alma -,muque
sea
el

alma intelectiva lo que
nos. pone en· el vértice de la jerarquía
de
la naturaleza creada-, sino también de la del cuerpo. Si el con­
cepto tomista de esencia, desarrollado
hasta el fondo, fuese siempre
aplicado, se terminarían muchas tribunas de asamblea para la satis­
facción de
todas las necesidades del cuerpo, cualesquiera que sean,
y muchas predicaciones de púlpito acerca de la miseria que se debe
ofrecer a Dios a cambio de una
buena recompensa:
ni
quedaría foe­
ra

de lugar uua doctrina
social acerca del fundamento ontológico
y moral, que siempre que concurriese la buena voluntad de los
hombres,
barrería afuera
todos los amantamientos racionales del
hombre-cuerpo
y todos los seráficos invernaderos del hombre-espíritu.
1a;· otra tesis es 1á que distingue entre esencia y ser, con una pro­
funda elaboración de textos de Avicena, que acaso sea la más ori­
ginal de las especulaciones del Aquioatense y aquella que la ca­
racteriza como

metafísica del ser acro supremo, el primero
y el úl­
timo
de todo ente, en sentido ontologico y en sentido gnoseológico.
Propongamos de nuevo el concepto de sustancia
y de ente per
se, ·es decir, el· que es toda la esencia que le compete y #ene la exis­
tencia

recibida; es todo el ser que es, no le falta
nada; en su fini­
tud se halla cumplido por el ser que es, es suficiente, no depende
de algún otro ente, aunque se halle en relación con todos. Pero es
de por sí desde el momento en que recibe su ser,
<¡ue de

por sí como
finito no puede
darse, ya que en 'el ente finito la esencia no es causa
de
la existencia, ni en el concepto de quidditas re halla comprendida
la existencia, sino que se le añade desde fuera componiéndose con
la esencia· misma --se puede entender lo que es el hombre e igno­
rar si realmente existe-(10). Por consiguiente,· la sustancia es ente
per se no de si; es independiente por sí; es dependiente en cuanto
no es de sf: es ser autónomo por el ser que es, pero es en relación
a Dios que le da ·el ser, es de una· suficiencia no autosuficiente. Como
tal
es ser
"dialéctico", es decir,
por estatuto
ontológico, en relación
a los otros
entes y en relación al Ser, pero owo que el Ser, principio
de· su actus essend;,·y, como otro,)es por-sí. Por lo tanto la sustancia,
(10) De Subst. ,epa,., c. 3 y 4.
,s
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SANTO TOMAS Y LOS PR.OBLEMAS PILOSOFICOS DE HOY
suficiente a sí misma por exi,stir y en ese sentido existente en ra­
zón de sí, precisamente porque es inescindible por sí y no de sí, es
un ser a la vez por sí
y por el Ser que le da el ser. Al ser no de
s~ sino del Ser que es otro que él, resulta que su ser totalmente por

le vincula a ser absolutamente por el Ser, por el cual su ser, fiel
al orden del ser, si
actúa perfectamente por sí solo si, en relación
a sus semejantes
y a las cosas, se actúa por el Ser. Esta es la SUS·
rancia en la estática de su ser por sí, o en su estruetura ontológica
y en su dinámica. Tal proceso, en el ámbito de la naturaleza, s6lo
en
el hombre se eleva al grado superior de
la conciencia refleja.
El dinamismo comporta el
tránsito o

el devenir,
y, por eso, es
propio del ente
finito · e

inherente a sus límites, el tránsito de
la
potencia o del poder-ser al acto, de la "capacidad de acto" a su rea·
. Iización,
o

a lo que es;
la potencia es en relación al acto, y el
último acto es el mismo ser o el
e,, perfección del ente finito (11).
Pero si el acto es la perfección o el cumplimiento en su orden,
la
composición potencia-acto es signo de imperfección (12), no en el
sentido de que el ente
finito sea imperfecto en
su
estructura onto·
lógica,

sino en el otro sentido de qne, no siendo acto en
acto, va
haciéndose

el ser que es en potencia; hecho
ya el ser que es, es
perfecto por

sí, pero es
imperfecto con respecto· al Ser que no de­
viene,

que es el Acto puro.
La misma composición del ente finito,
si nos referimos al hombre, implica por consiguiente el movimiento
o el hacerse a sí mismo en el mundo según el orden de su ser,
y
de ahí su empeño, en el orden del. conocimiento y de la acción, no
por el éxito o
la riqueza o el poder, sino por la perfección o plena
actuación de sí
mismo y por la de sus semejantes; pero como ente
que no es de sí está llamado en el mismo · interior de su dinamis­
mo a hacerse en el mundo, pero no para el mundo, sino para el
Ser del que ha recibido
y recibe el acto de ser.
Esm exposición

responde a
la exigencia humanística y la satis·
face, rechazando al mismo tiempo toda forma de humanismo abso·
(11) In Mel., l. V, lect. 14, 9,4 y sigs.
(12) Contra Gent., l. I, c. 28: «Unumquodque perfectum est inquan·
tum in actu·; imperfectum autem secu.ndu.m quod est pote:Otia cum 'privátion,e
actus».
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MICHELE FEDERJCO SCIACCA
luto (laicismo), como aquel que, negando el Ser como principio de
los seres,
naturaliza al hombre; desde el momento en que se ilusio­
na elevarlo, con
es(!) mismo,
lo consigna a la nada, a la desespera­
ción.
En cambio, segón el humanismo tomista, corresponde al hom­
bre,
junto con

su prójimo, hacerse en el mundo
todo el

ser que es
como ente finito autónomo, asumir
toda la

responsabilidad de ente
pensante, cognosciente, agente segón el orden del ser, pero advirtien­ do que,
al mismo tiempo que se realiza y se cumple como ser por s~
tiene

su cumplimiento, en cuanto ser no de
sí, en · Dios
como fin
último.
El pensamiento moderno y contemporáneo, en forma de "lai­
cismo" o de Jmmaoismo absoluta, lo -reduce todo a antropología;
es el propio hombre quien responde --y el saber universal en su
progreso
¡ tiene o tendrá una respuesta para todo!-a la pregunta
acerca del ser del
hombre.' En realidad, el ser del hombre es nega­
do en cuanto es negada la ontología por esta antropología, que sólo
es antropología del
hamo faber; que tiene temor de encontrarse
con el ser, que siente repugnancia, rematada de terror, al hamo me­
taphysicus; que por eso se halla condenada a ilusionarse, so pena
de desesperación, con la idea de que el hombre es el fundamento y
el fin de sí mismo, y no por participación del Ser, confiando el
resultado de
tal fin a la obra científica y técnica del hombre mismo
mediante una perfecta
organización sociopolítica.
Así resulta arrin­
conado el problema
·del hombre

en
cuanto hombre
o ente
finito por
participación,

del hombre de
todos los

tiempos, que no lo es fuera
del tiempo, que no lo es sin el tiempo y
al que sólo la participa·
ción del
Ser sustrae al tiempo y le hace emerger de la historia. Por
esto Dios está ausente de una mera antropología, pero precisamen­
te por esto también está ausente de ella el hombre real, como dice
Santo Tomás,

integral, como decimos nosotros. Fundamento de la
antropología
y de la ontología, y objeto de la teología es sólo Dios
y no el hombre, en cuanto ésta estudia todo bajo el ángulo de Dios,
de "El que es", que testimonia de sí en Cristo, el Verbo su Hijo
unigénito, que llama al hombre a su fin, a su auténtico conocimien­
to escatológico, pero si Dios no es la razón del mundo: la razón de
Dios
es Dios mismo.
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SANTO TOMAS Y WS PROBLEMAS FIWSOFICOS DE HOY
No hablo ya del "primado del acro de existir" sobre la esen­
cia,

como afirma un
tomismo más

reciente en conttaposición a un
tomismo precedente

-pero que también es de hoy-, que
conce­
día

el primado a
la esencia sobre la existencia; no hablo de pri­
macía

ni de
la una ni de .la otta en relación al ente finito o creado,
dado que es (existe) aquéllo que es por
la unión de los dos términos
que lo constituyen en ser.
La primacía existe si el acro de ser es
referido a Dios, eso es a Quien da el ser, pero no hay tal primacía
respecro de la esencia en cuanto en la mente de Dios ésta está desde
siempre, ni tampoco en relación a
la esencia pensada que sólo· es
plenamente ·un ente real recibiendo la existencia; primacía, si se
quiere, en el sentido de que la existencia es mi a.la de 1'dcimiemo,
mi d1'dg,afe omol6gica, obtenida del registto de la creación.
Precisado
esto, el punto más

original de
· la metafísica tomista
del

ser es verdaderamente el concepto de
esse fll aclus, del ser como
actualilas omms fMmae, es decir, como acto de la ésencia. Pero eso
perdería toda su fuerza ontológica y metafísica
si el actu.r con el
que Dios da la existencia a la-esencia no fuese un acto creativo. En
efecto, sin la creatio ex nihüo, el compuesto estaría destinado a la
desttucción, destino al cual no escapa el pensamiento griego desde
Parménides a Plotino, incluidos Platón y
AJ:istóteles. Ciertamente,
como

se
ha sostenido, el principio de Parménides se apoya en el pen·
samiento como prioridad fundante del ser -no del
pensamiento en
el

ser- según
la fórmula "potentiae specificantur per actus, actus
autem

per
obiecta" (13); pero el

ser en
la metafísica de Santo To­
más

como en la de San Agustín
y de Rosmini, ya se ttate del ser
(13) S. Th., I, q. 77, a. 3: « ... potentia, secundum illud quod est po­
tentia, ordinatur .ad actum. Unde oportet rationem potentiae accipi ex actu
ad quem ordinatur: et per consequens oportet quod ratio potentiae diver­
sificetur ratio actus. Ratio autem actos diversificetu.r secundum diversam
rationem obie'cti. Omnis enim actio vel est potentiae activae, vel passivae. Obiec­
twn autem comparatur ad actum potentiae passivae, sicut principium et causa
movens: color enim inquantum movet visum, est principium visionis. Ad
actum autem

potentiae activae
comparatur obiectum
ut
tenninus et
finis:
sicut augmentativae virtutis obiectum est
quan~um.-perfectutn, quod est finis
augmenti. Ex his autem duobus actio
speciein recipit, scilicet ex principio,
ve!
ex fine seu termino ...
». CTr. también De anima, a. 13.
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MJCHELE FEDERICO SCIACCA
del ente finito o del ser de Dios, es concebido de una manera nue­
va,

propiamente sobre
la base del principio de la creación. La fór­
mula

de Parménides
-"el ser

no puede no ser"-, que es
inoon­
tradecible partiendo del

principio de no
contradicción es

asumido
dentro de la
creatiQ ex nihilo, principio con el que resulta califica­
da como
otta la

metafísica del ser en el sentido
agustiniano-tomista·
rosminiano.
Parece aquí oportuno insistir en una consideración ya aludida:
esencia y existencia, $eparadame·nte, no .ron ente1; ente es el hombre
-o cualquier otro- que tiene esencia y existencia; por eso esencia
y existencia no son independientes una de
la otra, son principios -
(y QO entes) unidos en el ente finito que constiruyen como ente:
el ente finito es
"esse inhaerens'in potencia essendi"
(14). Mas
esto
es como decir que el ente finito antes del acto de existir no era;
este "non esse" es la raíz de la-criatura; por eso, antes de la crea­
ción nada era, que es Jo mismo "quod nullum ens", por oonsiguien­
te, la creación .. quae est emanatio_ totius esse, est ex non ente quod
est nihil" (15). Y así la estrucrura entitativa de esencia y existencia
nos remite al principio de la creación.
Una vez más resultan superadas las abstracciones del materialis­
mo y
del espiritualismo: el hombre
no es sólo materia eo devenir
-con lo que no podría ser sino cuantitativo--ni puro espíritu
desarraigadQ del mundo. El hombre es, oomo dijo Pascal, miseria y
grandeza, pero las posibilidades de su grandeza no son escindibles
de la realidad de su miseria; aún siendo superior el destino de su
alma, sin embargo la vida escatológica pasa por todas las deyeccio­
nes de las cuales ninguna criatura puede sustraerse; Y los dos prin­
cipios eseociales que constituyen el ente finito se compenetran soli­
dariamente, ni el uno es causa ni el otro es efecto; la materia es
causa de la forma en cuanto es su objeto, la forma Jo es de la ma­
teria

en cuanto le da el
set: "anima est aliquid oorporis scilicet
forma".
62
(14) In VII Physic., 21.
(15) S. Th., 1, q. 45, a. 1.
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