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Número 137-138

Serie XIV

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Evocación del rey San Fernando y del presidente García Moreno. Discurso en la cena del día de San Fernando, en Madrid, 30 de mayo de 1975

E\IOCACION DEL REY SAN FERNANDO
Y DEL PRESIDENTE GARCIA MORENO
Discu,so en la cena del di,, de San Fer11<1ndo, en Madrid, 30 de mayo
de
1975.
POR
ENRIQUE- MENDOZA DELGADO
Fue para mi una grata sorpresa cuando me pidieron que les diri­
giera

algunas
palabras en
esta ocasión
tan señalada como lo es la
fiesta de San Fernando,
patr6n de

los amigos españoles de la Ciudad
Católica .
. Pensaba

qué es lo que
podría decirles que no conocieran ustedes
acerca de la egregia
figura del

Rey Castellano; perdida
para los
His­
panoamericanos en las
coord,:nadas del

tiempo
y el espacio, y con la
cual, sin embargo, nos sentimos estrechamente ligados en esa apreta­
da trama de hechos, gestas, angustias y victOrias que constituyen la
Historia de

la Cristiandad,
y particularmente, de la Hispanidad.
San Fernando es para
nosotros figura
que salta de lo
circunstan­
cial para insertarse de lleno en lo trascendente, proyectando su ser y
su hacer a horizontes mucho más dilatados y luminosos que los de
los Reinos de León
y Castilla en el siglo XIII; pues el tnonarca muer­
to
hace 723
años, ocupa entte la legión de los Santos un lugar preemi­
nente en el
poco frecuente y cada vez más olvidado sitial de los
gobernantes santos. San Fetnando es el
patrón de

todos
los que
querernos la
instau­
ración del Reinado Social de Cristo, esto es, en la familia, en las leyes,
en las Instituciones.
Y por eso su figura nos une en comuni6n de
Ideales
a los Hispanoamericanos de ambos lados del Atlántico que
constituimos la Hispanidad.
Por eso hoy, al tomar la palabra, nos sentimos embargados de
emoción, y pienso que sentimos el mismo Ideal, de la maoera que lo
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Fundaci\363n Speiro

SAN FERNANDO Y GARCIA MO}IBNO
sintió y lo vivió hace 50 años en Santander, en _Jos albores . de su
fecunda carrera en

defensa del
Derecha )'úblico Cristiano, nuéstro
querido maestro, a

quien hoy rindo
el sencillo, pero sincero home­
naje

de
mi admiración y respeto, don Eugenio Vegas Látapié. En
aquel entonces organizaba solemnes actos conmemorativos - de -la
muerte
del intrépido
campeón del.

Derecho
- Naturat y Cristiano de
aquel

lado del
mar: Gabriel García Moreno,

presidente de)
Ecuador,
y

de qui_en en este
año celebramos el centenario de

su
holoca=.
Cómo la vida del polítiro ecuatoriano es la realliación del mis­
mo Ideal. que moviera a San Fernando, es un hecho que no puede es·
capar a nuestra atención,

y
menos en este centenario. Son muchísimas
las ,emejanza.r que podríamos encontrar en la vida de estos dos po­
líticos católicos, variando
muchos otros según variaron las circuns­
tancias,
pero permaneciendo como constantes una • serie

de
caracte­
rísticas, tantO en

su
vida privada como en su vida pública.
Ambos recibieron
la semilla de la Fe por la obra de ,,, madre.
En San Fernando dio fruto inmediatamente, de ahí que haya alcan­
zado ese
grado de - virtud que constituye la

Santidad. En
García Mo­
reno,

ésta tuvo que soportar los
vendavales de
una
tempesruosa ju­
ventud,
agitada y pródiga en

actividad; pero finalmente
germinó
hasta
la forma augusta del martirio.
En el fundamento de su personalidad tuvieron un carácter firme,
templado en la fragua de la mortificad6n y del sacrificio; en una
juventud vivida virilmente, lejos de
placeres cortesanos y

siempre
cercana
al peligro

y
al desafío.
Tanto
García Moreno romo San Fernando supieron tener ojos
para ver en
la política, no sólo el medio y principio pata establecer
un orden polltico
ajustado en
todo
al Derecho Natural en beneficio
de su Patria, y por ende de
toda la Cristiandad. Sino también el
camino personal de servicio y expiación, de sometimiento a la Vo­
luntad Divina, de

camino para
alcanzar la Santidad. No es lo que
faltan a _la Civilización Cristiana hoy, políticos a secas, sino políticos
Santos que
imiten a

estos.
La
tenacidad fue virtud común; el largo tiempo que hubo que -es­
perar
pata tomar Sevilla es igual al que se necesitó para
contrarrestar
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JJNBJQUB MBNDOZA DBLGADO
la inspitación liberal de las instituciones ecuatotianas; pero su cons­
tancia venció contra todo pton6stlco.
Su acci6n, alimentada siempre en el Pan de los Fuerres. Ambos
morirían traS haberlo recibido y después de muchos años de cons­
tante compañía.
En su vida pública,

supieron
como fieles /Jiios da la Iglssia, datle
el lugar que

su
ll1lsión sobrenatural exige. Las catedrales de Toledo
y Burgos o las iglesias de Guayaquil y Quito, no fueron producto
sino del deseo de
reconocer un Orden, surgido
de la voluntad de
Dios
y al """1 los hombres se sujetan para ser auténticamente libres.
Sus Estados fueron Estados
confesionales, y en esto demostraron
más ciencia que muchos teólogos y canonistas advenedizos que pu­
lulan
aboca en

nuestra
Sociedad negando los mismos detecbos de Dios.
Y así como se preocuparon por la salud espiritual de sus pueblos,
también lo bicieton de su
educación, pues comprendieron que sobre
las exigencias matetiales los pueblos saben también vivir de los más
altos valores.
Gobetnantes sabios,

conocedores
y amantes del mundo científico
de

su
época, nos dejaron instituciones que

aún
perduran. San Fet­
nando, la

Universidad de
Salamanca; García Moreno, los Institutos Su­
petiotes
y la Reforma de la educación, confiada a los entonces pet­
seguidos pp. jesuítas. lntuyeton que para el buen gobetnante, toda
ciencia ayuda a su tarea; en tanto que para el malo, conspira contra él
Nuescros dos personajes supieron de luchas y batallas en muchas
ocasiones.
Empuñar las armas contra el enemigo es un Honor y la
primeta obligación del gobetnante. Proteget a la comunidad, repri­
miendo a
los enemigos de ella, lo que nace del arnot por la verdad
y la justicia. Ninguno de los dos suscribiría jamás una declaración
de

condena a la violencia venga de donde venga. Ser es defenderse,
que diría
Maeztu; ser es muchas veces defenderse, que dijeta don
Gabriel
de
Armas, y ser es atacar, que nos dijera en el último Con­
greso de Gudad Católica el llorado profesor Micbelle Federico Scciaca.
De tal manera sintieron el Ideal de la santidad en la política, que
no sólo su vida está plena de coincidencias, sino que la
coronación.
de

su
esfueno, la torre que remata su obra, su muerte, tiene el mismo
sello.
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SAN FERNANDO Y GARCIA MORENO
San Fernando vestido de tosco sayal, con una soga atada al cuello
en señal de
penitencia, recibe la Eucaristía; quienes le rodean escu•
cban su último pensamiento "Desnudo nací y desnudo he de volver
alseno de

la
tierra" García Moreno, apaleado, . caldo a los golpes de
machete
de la masonería al salir de comulgar, traza en el suelo una
cruz con su propia sangre y exclama j Dios no muere!
He aquí su grandeza: la fidelidad a su Fe y a los suyos; por eso
su figura
siempre será aclua/,, · con el brillo de una vida alegre,
entusiasta, y capaz de despertar el más encendido entusiasmo lo
mismo en la juventud que en
la madurez.
Ellos
hicieron lo

que debían hacer, Dios
no les negó el fruto de
su
trabajo y

les ayudó con su gracia;
por eso ahora los recordamos.
En momentos en los que parece que el
cansancio y la dese,peranza
empiezan a doblar a los que hasta ahora han llevado sobre sus hom­
bros lucha
tan desigual y hao corrido con la aototcha. Animo, pare­
cen decirnos los jóvenes; problemas
ciertamente nos

sobran, sólo nos
resta
trabajar en confianza y

alegría, sabiendo que si el momento
actual es como un enorme desierto en el que
los hombres no son
sino sombras,

debajo de la tierra, sin ruido, constante, fresca, fluye la
corriente vivificaote. La sangre de muchos de los
nuestros es

taota,
que aún da
frutos, la obra del catolicis,mo ha sellado la esencia de los
pueblos de la Hispanidad, hay muchas fuerzas, hay muchos vigores
dispersos, hay

muchas
energías enterradas esperando al minero que
las saque nuevamente a la Luz. No podemos de Rubén
Darlo: ¡ Vive la América Hispaoa, hay mil cachorros suel­
tos del León Espafíol! Si no por los
nuestros, por
los méritos de
nuestros muertos

viviremos.
Nuestra acción
hoy requiere su dosis de
entmiasmo, nacido no del autoengafío del iluso o del miope, sino del
conocimiento de la verdad de las cosas entendida, practicada, con­
templada y ttansmiticla.
San

Fernando y
García Moreno nos recuerdan, que la confiam:a
no sólo se funda en Dios, sino también en nueslra propia acción.
Ya para terminar, quisiera hacerlo con el apitafio de la tumba de
San Fernando, escrito por anónimo autor que en el mismo nos ha
dejado una serie
de ideas, que para su mente y la de sus contemporá­
neos resultaban claramente ordenadas y vívidas; a
nuestra mentalidad
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ENRIQUE MENDOZA DELGADO
nos parece. que nos las dio revueltas, como quien da una mano de
baraja .para que se ordene correctamente. Pienso yo que si habría que
ordenar estas ideas, tratando de

ir
penetrando hacia el interior del
ahna de

San
Fernando, estas virtudes que Je adornaren, seguirían un
orden y encadenamiento
parecido al siguiente:
. "Aquí yace

muy onrado
Don Fernando, Sefior de Castiella
e de Toledo, de León, de Galicia, de Córdoba, de Sevilla
e de Jaén.
El que conquistó toda Espafia
El

que más
quebrantó e
destruyó a todos sus enemigos
El que más alzó e ontró a todos sus amigos, e
El más leal, e
El más verdadero,
El más franco,
El más grande, e El más sufrido, e
El más omildoso.
¿Por qué? preguntaríamos a· nuestro anommo artista, y seguraM
mente nos daría la respuesta que también él mismo esculpió y que
pues hablamos de un Santo,
era perfectamente lógica:
"e

el que más temió
a Dios".
Porque venció

sobre sí mismo y sobre los enemigos de la
Cris­
tiandad,

San Fernando es nuestro
Patrón, porque
San Fernando, más
que ningún otro, es tin Rey-victorioso.
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