Índice de contenidos
Número 137-138
Serie XIV
- Textos Pontificios
- Estudios
- Monográficos
- Actas
- Aniversarios
- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Información bibliográfica
Autores
1975
Ludwig Reichhold, El adiós a la ilusión proletaria
L~ig Rerohhold: EL ADIOS A LA ILUSION PROLETARIA
(Fin del mito revolucionario) • Madrid, Instituto de Estudio,,
Polítioos,
1975.
En
la
citada obra, su autor expone con claridad y abundancia de
datos
la falsedad que supone considerar al prolerariado como una
clse auténticamente revolucionaria como prerendía Marx.
La exposición de Reichhold, constituye una divulgación más que
una novedad;
no implica ningún descubrimiento y
los datos
que
ma
neja
son bien conocidos hace mucho tiempo. Pero es ioteresante re
unirlos y explicarlos de forma sencilla, de manera que sea un medio
ele conocimiento
general, sobre todo
para personas que carecen de
tiempo, sin que se precisen, por otro lado, profundos. ronocimifntos
filosóficos o de sociología. Parte Reichhold de
la afirmación de Marx, según la cual sólo el
prolerariado "por sus condiciones
económicas reune
las condiciones
intrínsecas necesarias para ser una clase auténticamente revolucio,
naria".
Para el autor del libro que comentamos, el aserto de Marx no
es cierto. El prolerariado no reune en sí condiciones esenciales para
ser una clase
revolucionaria, pues carece de preparación e
iocluso de
idealismo
para hacer la revolución.
El prolerariado
es simplemente
una clase subdesarrollada que lucha
por mejorar sus condiciones de vida,
y, al conseguir elevarse pierde
todo el impulso subversivo que le
atribuía Marx.
El prolerariado, lo que ha sido en realidad, es una clase manejada
por el marxismo, o
más exactamente por la "intelligentsia" marxista,
cuyos hábitos
y costumbres son totalmente diferentes a los del prole
tariado, al que ha manipulado a su antojo en provecho de la subver sión que
ellos propugnan.
Por su educación y formación, los iotelec
tuales
marxistas se
erigieron en mentores de la clase trabajadora
so
cialista. El
maquinismo no produjo, como previó Marx, un aumento del
prolerariado, sino, por el contrario, una mejora de la clase trabajadora.
La automatización aumentó esta mejora, y los empresarios com
prendieron que en una sociedad de consumo como la que se había
Fundaci\363n Speiro
originadC>, lo que interesaba era fomentar el gasto y la adquisición de
productos por
todas las clases sociales, incluidos los proletarios, por lo
cual era importante que éstos go7.asen de mayores ingresos.
1"• ganancias de la empresa, ni siquiera ya dirigida por sus due
ños sino por
técnicos
especializaclos ajenos a
la misma,
ya no tenían
que ser exclusivamente para los capitalistas, sino que al aumentar las
ventas,
los grandes beneficios obtenidos daban para · poder repartirlos
entre todos los elementos que intervenían en la producción.
La automati7.ación, a más de elevar · el nivel económico de los
trabajadores, facilitó, por otro lado, su
tarea, transformando
a los tra
bajadores de obreros con mono sucio en
"persona,l con bata blanca",
encargado
de
pulsar botones y mandos de
las máquinas.
Así, la agresividad de las primeras sociedades de obreros · evolu
cionó
hacia sindicatos propulsores de reformas templadas
de reivin
dicación
social, aunque no siempre curados del
virus marxista.
El movimiento obrero, ooncluye Reichhold, después de un siglo
de experiencias y debido a
las nuevas circunstancias derivadas . de la
révolución industrial
y
tecnólógica, está fatalmente condenado a
dar
el definitivo adios a la
ilusión proletaria y
al mito revolucionario
de
la clase · trabajadóra, · sembrado. en ella por los agitadores de la "ili
telligentsia" marxista.
Esto no quiere decir, sin embargo, que la presión revolucionaria
baya cedido, sino que en su afán subversivo busca otros elementos
que sirvan a su -objetivo, como son los estudiantes~ anitnados con fre
cuencia por generosos impulsos, y, como siempre, los ateos más o
menos intelectuales
o. "científicos".
La "riueva izquierda", burgnesa y con frecuencia capitalista, aso
ciada
a téorías freudianas y anarquistas, persigue la destrucción del
orden social
cristiano con puras fantasías -"utopías
reales" -emanil'
das de su imliginacion calenturienta, por lo que podría decirse, al
ignorar brutalmente la realidad social, que no
están "ni en la
derecha
económica"
ni siquiera en la "izquierda ideológica", sino que, sim
plemente, están "en las'nubes·'.
G. A. C.
Fundaci\363n Speiro
(Fin del mito revolucionario) • Madrid, Instituto de Estudio,,
Polítioos,
1975.
En
la
citada obra, su autor expone con claridad y abundancia de
datos
la falsedad que supone considerar al prolerariado como una
clse auténticamente revolucionaria como prerendía Marx.
La exposición de Reichhold, constituye una divulgación más que
una novedad;
no implica ningún descubrimiento y
los datos
que
ma
neja
son bien conocidos hace mucho tiempo. Pero es ioteresante re
unirlos y explicarlos de forma sencilla, de manera que sea un medio
ele conocimiento
general, sobre todo
para personas que carecen de
tiempo, sin que se precisen, por otro lado, profundos. ronocimifntos
filosóficos o de sociología. Parte Reichhold de
la afirmación de Marx, según la cual sólo el
prolerariado "por sus condiciones
económicas reune
las condiciones
intrínsecas necesarias para ser una clase auténticamente revolucio,
naria".
Para el autor del libro que comentamos, el aserto de Marx no
es cierto. El prolerariado no reune en sí condiciones esenciales para
ser una clase
revolucionaria, pues carece de preparación e
iocluso de
idealismo
para hacer la revolución.
El prolerariado
es simplemente
una clase subdesarrollada que lucha
por mejorar sus condiciones de vida,
y, al conseguir elevarse pierde
todo el impulso subversivo que le
atribuía Marx.
El prolerariado, lo que ha sido en realidad, es una clase manejada
por el marxismo, o
más exactamente por la "intelligentsia" marxista,
cuyos hábitos
y costumbres son totalmente diferentes a los del prole
tariado, al que ha manipulado a su antojo en provecho de la subver sión que
ellos propugnan.
Por su educación y formación, los iotelec
tuales
marxistas se
erigieron en mentores de la clase trabajadora
so
cialista. El
maquinismo no produjo, como previó Marx, un aumento del
prolerariado, sino, por el contrario, una mejora de la clase trabajadora.
La automatización aumentó esta mejora, y los empresarios com
prendieron que en una sociedad de consumo como la que se había
Fundaci\363n Speiro
originadC>, lo que interesaba era fomentar el gasto y la adquisición de
productos por
todas las clases sociales, incluidos los proletarios, por lo
cual era importante que éstos go7.asen de mayores ingresos.
1"• ganancias de la empresa, ni siquiera ya dirigida por sus due
ños sino por
técnicos
especializaclos ajenos a
la misma,
ya no tenían
que ser exclusivamente para los capitalistas, sino que al aumentar las
ventas,
los grandes beneficios obtenidos daban para · poder repartirlos
entre todos los elementos que intervenían en la producción.
La automati7.ación, a más de elevar · el nivel económico de los
trabajadores, facilitó, por otro lado, su
tarea, transformando
a los tra
bajadores de obreros con mono sucio en
"persona,l con bata blanca",
encargado
de
pulsar botones y mandos de
las máquinas.
Así, la agresividad de las primeras sociedades de obreros · evolu
cionó
hacia sindicatos propulsores de reformas templadas
de reivin
dicación
social, aunque no siempre curados del
virus marxista.
El movimiento obrero, ooncluye Reichhold, después de un siglo
de experiencias y debido a
las nuevas circunstancias derivadas . de la
révolución industrial
y
tecnólógica, está fatalmente condenado a
dar
el definitivo adios a la
ilusión proletaria y
al mito revolucionario
de
la clase · trabajadóra, · sembrado. en ella por los agitadores de la "ili
telligentsia" marxista.
Esto no quiere decir, sin embargo, que la presión revolucionaria
baya cedido, sino que en su afán subversivo busca otros elementos
que sirvan a su -objetivo, como son los estudiantes~ anitnados con fre
cuencia por generosos impulsos, y, como siempre, los ateos más o
menos intelectuales
o. "científicos".
La "riueva izquierda", burgnesa y con frecuencia capitalista, aso
ciada
a téorías freudianas y anarquistas, persigue la destrucción del
orden social
cristiano con puras fantasías -"utopías
reales" -emanil'
das de su imliginacion calenturienta, por lo que podría decirse, al
ignorar brutalmente la realidad social, que no
están "ni en la
derecha
económica"
ni siquiera en la "izquierda ideológica", sino que, sim
plemente, están "en las'nubes·'.
G. A. C.
Fundaci\363n Speiro