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Número 141-142

Serie XV

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Antropología cristiana

·ANTROPOLOGIA CRISTIANA
L Dios y EL HOMBRE. VERDADEROS y FALSOS HUMANISMOS.
Insuficiencia de las soluciones del nuevo humanismo.
«Las ,oluciones ofrecida, por el nuevo h#mamJmo no pueden,
"ciertamente, .ratisfacer a/, hombre, oreado a imagen y semejanza de
"Dim y por ello . mfimt'ttinente ,uperi/Jr a la materia, inclt1Jo a la 11evoluGionada, 'qúe trasciende con el espíritu que· en él vive, co­
"noce, quiere y ama. EJ hombre ha ,ido hecho pari, el bien, para la
"vef'rtad, para la belleza; tiene en .r, la U'f'e¡istible orden de «IegtM
"virtud y conoci1114ento» (Danle, 1, 26, 120),-y, si no consigl!e a
"Dio,, no encuentra la P"" a la que a,pü-a: «Inquieto e,tá nue,tro
"corazón»
(S: Agwtln, Con/., I, 1).
"Ahora bien, la Ig/e,ia tiene la misión de recordar al hombre
"todo e1to.» '
_PAULO VI: Alocución al Sacro Colegio Carde­
nalicio reunido con motivo del onomástico del
· PaP!t' (original. italiano «O. R.», 23-Vl-74; tra­
ducción de Bale.ria, núm. L·698 del 6 de julio).
Insuficiencia· del hombre aislado de Dios en contraposición con
la pretensión por las teorías humanistas.
«La experiencia má, general no, dice lo contrario; el hombre,
"aun cuando originalmente posee, y en parte _tOdtHIM conserva una
"naturaleza bue114 y racionalmente orientada hacia la virtud, hacia
"una belleza propia
y hacia una bondad verdaderamente humana, no
"comigue realizar
por si la exacta figura ideal; y bastaria para de­
"mostrar e,ta innata insuficiencia del hombre la aplicación perso­
"nal y colectiva de esta teorla humanística; su misma concepción
"demuestra cuán fa/,ible
es

el
hombre en el juicio sobre sí mi-snw,
''y, por tanto,. incluso prescindiendo de la religión, cuán tristes son
" las consecuencias de la vida humana basada solamente sobre sus
"fuerza,. Do, consecuencm macro,cópica, e,tán hoy ba¡o nue,tro,
"o¡o,:
la repre,i6n cientlfica y ,iJtemática de las libertade, más ele­
"menta/.es y legítimas, tan.tri de la persona humana como de sus con,-
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"natU!f'ales comunidade1 1ociales, en lo1 regímenes totaütarios, a pe­
,, stJF de estar fundados sobre f_Jrh,dpws agnósticos del humanismo
"optimista;
y, en segundo lugtJF, la decadencia precipitad,, de las
"costumbres, cuando .la .ley,,_ carentcr .de :in,s~a&ÜJn Hascendeme, en
"lugtJF de frentJF sus instintwas y degradrimes debilidttdes, las codi,
"fica
y las legitima.» \,,, -· PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 10 de septiembre ( original italiano
«O. R.»;·12 de septiembre,de· '197'; traducción de
Ecc/esia núm. l. 758 del sábado 27 de septiembre).
La cultura ni la ciencia :del hombre no ·pueden aislarse de la
consideración. _a
Dios. oom.o

el
Principio, como
el Legisla-
dor
y como el Fin. .
«Después del Concilio, se tUce, fa cultura profana, la ciencia, la
"actwidad temporal, la polltica (la vida humana natural,
en una pa.
"l;./,ra), están' exentas
de la religión; ést1uigue existiendo, pero toda
"religión tiene idéntico derecho de afiimarse según cree;

por
ello,
"el recurso a/, propio ca,-jcter cristiano no tiene 'Yª sentido, si no es.,
'' acaso, en el foro secreto de la conciencia, y si también éste se acuer­
"da que tal foro es todavla abierto y juzgador. ,,
"Que la ctdtura, la .ciencia, las actwidades profanas tengan su
"propia libertad especifica de desarrollo,
de acuerdo con las t.,,es
"propias
del pensamiento natural y del orden racional, lo admitimos,
"sin diicusió,._
Más aún, será la educación católica misma la que se
"dispondrá a prom{)ver y defender de la invasión de ideologlas pre­
"concebidas
la cultura y la investigación científica, a fin de que és­
"tt se
gulen por puros criterws racionales, propios del campo al
"que están orientadas.
"
"Peto esto no· significa· que-el homMe, jusiamente en cuanto tal,,
"y, si es cristiano con mayor razón, no esté ordenado "' Dios, es de­
"cif', no esté inserto en una relación ta/, con el Principio-1 con el Le­
"'gislador y con el Fin de ·nuestra existencia,· en_ otros términos, no
"esté impulsado por un vinculo religiosr,, que la secularización de
"la vida ·-práctica, y mucho menos el seculcwismo teórico y práctico,
"que prescinde radical y arbitrariamente de la realidad ontológica, no
"tienen el pode,r .de destruir, aunque tienen el poder maléfico de ol­
"vidar o de renegar.
"
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11Bn oPros término!, es ne·cesario que volvamoJ_ ril pensamiento
" de Dio,, al hecho poJitwo de la r.Ugión, i """ demo, " ntl(/J/ira
"fe religio,a
el puesto y la función que le /XWf'esponden en una con­
"cepción sabia y orgánica
de la vida. La religión no obstaculha
"ntlflJtra actwidttd profana;
t. respelá, la promueve, la rectifica, la
"santifica. Es como la lámpara encendida ·en la oscuri,J,,d. de la habi­
"litación
de nuestra experiencia; la oscuri,J,,d. desf1Parece y la habi­
"tación adquiere su
perfil; sus colore,, su belleza; y sus deformidades
"eventua/,es ,on puestas
de relieve para ser reparadas en beneficio
"de quien vive
en la habitación.' Dios es la luz: «Dominus ilumina­
'1tio mea et 1riluS-1nru;_-quem thnebo, el Señor es mi luz y mi sa/,­
"vación, ¿a quién "temeré?»,
dice el célebre salmo (núm. 26) que
"adornab,¡
el frontispicio· de las · unwersiddes medievales,' y no, si­
"gue indicando · el camino que debemos· remontar.»
PAU_LO YI: ,:\locilc~6n. ep. Ja audiencia general
del utlércoles 17 de septienibre ele 1975 ( original
italianO «O. R.», 19-IX-7'; tradú.Cci6n de Ecclesia
núm, 1.759 del sábado 4 de octubre),
Con una VIs1on antropoeél\U:ica , desaparece el sentido de los
problemas del dolor, el trabajo, la libertad, la existencia
humana.
«El hombre moderno ,e plantea también, y frecuememente con
"dolor,

el
problema, del sentido de la existencia humana. ¿Por qué
"la libertad, el trabajo, el sufrimiento, la muerte, la presencia de lo,
"demáJ?
Ahora bien, he aqui que, en las tinieblas, el que trata de
"vivir el Evangelio. af.JtWece_ ct,mo quien ha encontrado. un 1entido1
"una reaUzatión para su-vida~_ muy lejos de sistemas antrop0cént1'icos
"y
opresores.>
PAULO VI: Alocución en la audiencia genei-_al
del llliércoles 2
de
octubre (
original francés
«O.
R.», 3-X-74; traducción de Ecclesia núm. 1.712 del
19 de octubre de 1974).
La ceguera que proclama la muerte de Dios en el hombre.
' «Je,ús nos .ha de,cubierto el rottro de Dios: ¡Dios e, Padre!
"(cf. Mt., 11, 25 y ,ig,.). Este anuncio ,e repite hoy a un siglo como
"el nuestro, que se

ha
atriJ'Vido a proclamar la más ab,urda negación
"10bre· la existencia ·de Dios, «)Dio-s ha muerto/», sacándola, no de
"l,, realidttd de las cosas y de la vida,' sino de la irr.Ugio,idad nega-
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"twa y sub¡etwa del hombre mod"""', como si éste, que ha llegado
"a cegMse
por las mi,erables degradaciane, de sus facultades espi­
"rituales, gritase: ¡El mundo no existe, porque no lo veo! En qfec­
"to,
se ha cegado de tal, forma sm piedad 'Y sin raz6n el oio del
"hombre, implacablemente escmlador 'Y confiado en la V erddd real
"del unwerso (pero que, sin embargo, llora
por

los
grandes limiles
"de su capacidad viswa), 'Y en primer lugar el oio del cientlfico 'Y
"del pensador, que lo trata de ocultar este oio humano y de con­
"fundirlo frente a la mirada limpia de un nifio humilde
y sabio.
"¡He aquí a Jesús,
he aqtd al Maestro, que nos. infunde la certe­
"zs indiscutible sobre Dios! ji.A certna de que Dios existe, que El
"es mfin#amente personal y 1/WO, que El es el Absoluto y el Nece­
"1ario, que El. es creador con acto tras&~ y omnipotente, 'Y
"que es El conservador con acto inmanente y prov«lencial hacia todo
"otro s61', que se llame criatura,-y, final-mente, que El tiene un
"nombre soberano y dulclsimo, eniraizado en nuestro mismo ser; es
"Padre! ( cfr. e¡pec._ <Üscursos de la U/lima Cena; Efes, 1).>
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 3 de septiembre de 1975 (original
italiano «O. R.», traducción de Ecclesia núm. 1.757
del sábado 20 de septiembre).
La superacion de la duda y angustia moderrut además de la
creencia en Dios,
requiere la
fe en la misma Revelación
que la proclama.
«¿Y no se ha llegado en cier-tos nweks más lllldaces y más ente­
"nebrecidos del ateúmo moderno a· formular la hip6tesj.¡ -¡ay!
"consumada en · cierto modo m sus esplritus ciegos, no verdadera­
,,m'ente en sí misma, ya que
es la cosa más absolutamente imposi­
,, ble-, la hip6tesi.r --decimos-o, mejor, la afirmad6n de la «muer­
"te de Dios>?
"¿Cómo puede la aridez religiosa de nuestro tiempo seguir ad­
"mitendo que el acto más importante y más comprometido de nues-
11tra vida es el amor a Dios? Y además, c'qué .re entiende por mnor?
"¿No se ha hecho esta palabra muy equivoca y degradada en expre­
" siones indignas no s6/o de Dios, sino también· del mismo hombre?
"¿Por qué no se nos da una lecci6n sobre

el
verdadero amor, de
"suei-te
que

se
pueda dirigir religiosamente a Dios? ¿Amor búsque­
,, da, amor -esperanza, amor ascen.rión, amor alegria, aimor luz, amor
"don, amor alabanza, amor amistad, amor bienaventuranza? ( cfr. San
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"Agmt/11, S. Bef'fJafdo, S. Francisco de Asls, S. Francisco de Sales
"y todos los sanlos que han dicho 41,go de su relación con Dios). ,,
"¡Es "8cesfll'io p "samiemo, .,. su
más srmcitla e inevitable marcha, .,. su msf.inlo
"J6gico, podrinmos decir, no, da esta certeza: ¡SI, Dios exiSle!
Pero
"es ,ma certna angustiosa si no se completa con ú f'evehlción mi-s­
"ma que Dio, ha
hecho de Sí; revelación exm,mad- delicada,
"y ceasi celosa, porq11e e.rtá reservada a quien con corozón limpio está
"diJpuesto a recibirla. La fe ¡¡.,.,. de luz y de alegria el espacio i,,fi­
"nito descubierto por la raz6n, y tM/ÚJién por el corazón, como ~
"tria de Dios. Es emonces cuando la palabra embriagado," de Cristo
"llega a nosotros: «¡Padre nuestro,
que estás .,. lo, cielos!> (Mt.,
"6, 9).>
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del
miércoles
5 de noviembre de 1975 ( original
italiano «O.
R.», 7-Xl-75; traducción

de
E&desia
núm. 1.766 del sábado 22 de noviembre).
11. EL HOMBRE DESPUÉS DE LA. MUERTE.
Lección de filosofía en la supervivencia del hombre IWÍB allá
de la muerte.
« .... la lecci6n de l<,s recuerdos se cofWierte .,. 'lecci6n de filosofía
"de
la vida, sobre la ,uperuw8"cia del hombre ,,,¡¡,, allá de la muer­
"te.
La muerte se cofWierte en el fundamento del iuicio sobre el
"tiempo, ,obre los vkes que el tiempo produ&e y despué, devo,a,
"y sobre aquellos valo,es que llegan más allá del tiempo, emre /01
J'cua/,es ocupa el primerlsnno lugr.1r nuestra misma existencia; el
,, alma humana, ¿no es, acaso, inmortal? ¿ Y no transfiere, acaso, nues­
"tro destino más allá del tiempo, más allá de la muerte del cuer­
"pol
¿Y

no es éste el
problema ,máximo de nuestra exist8"cia, pro­
"blema tan grande, cuya solución porilWa sostiene aJ. honibre, in­
» cluso .,. la valoraci6n de su vida presente, y tan misterioso que
"sólo la Palabra 1/Wa de la fe· üumma con luz y con esperanza?
"Y es ;ustam.ente 1en vi,-ttlfl de etttJ luz y de esu espert1ima como
"nos son querida, la, tumba, de nue,tros difuntos; ésta, se co1Wier­
"t8" .,. san1uarios de bondad
y de o,ad6n, donde se celebra la «co­
"munión de
los sanlos», que es la Iglesia, de es/e lado y del· otro
"de la muerte,· cfJ'l1tU1#Ón, en la que Cristo nos moda, a Sí, a todos,
"y a,I nos conser11a y nos une .,. la plemtud de su bienávem,,,.anza.
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"Sí, .así e.r; 'Y e.r hermoso hoy para no.ro-/r(}J activar, &O'IJ, la oración,
"con la caridad que jamás muere (l Corintios,.13, 8), la cú-ctda&ión
"de esta vida inmortal y ,sokrenatural que
nos llega de Cristo, C¡,­
JJbeza eüvina _de JU cuerpo mí.st~~, en el cual eJtt1mos insertos.»
PÁuu) · Vl: AlÓcucióo en el Angelus del do.
mingo 2 de noviembre de 1975 ( original italiano
«O.
R.», 3.4 de-

noviembre de
1975; traducción
de
Ecclesia. núm. 1.767 del sábado 29 de noviem· b,e).
m. EE PECA,DO on1GJNAL.
El pecado original y la dignidad de la persona humana como
señorío del espíritu sobre nuestro cuerpo en la antropolo­
·gía cristiana.
«Repitamos una vez más la frase de San León Magno: «Digni­
"dad»; «agnosce, christiane, dignitatem tuam», reconoce, ¡oh c,iJ.
"ti "pla; es la realidad ideal de la pedagogla cristiana.
"
" ... recordando una frase de San Pablo, la cual concierne a todo
"el pro grama, al estilo de la vida cristiana: "Dios, vuestra santifi-&ación» (1 Tes,, 4, 3/ cfr. Efes., 1, 4; «Lumen
"Gentlum», 39-40). Y contintú, el Apóstol, refiriéndose siempre a
"la voluntad de Dios:

esto· es
«que. DS .abstengáis de la fornicación;
"que cada uno de vo.rotros se,pa conservM · .su cuerpo ·en santidad y
"en honestidad, no dejándose dominar por la concupiscencia, como
"hacen los paganos, que no conocen a Dios ... » (lb., 3, 5).
N¡Cuántas enseñanzas en e.stas solas palabras! Basttlria reflexiona,-
11sobre estas tres,'.
la complejidad de nuestro .ser, un ser compuesto,
"como se sabe, de alma y cttef'po;. el fácil conflicto entre estos com­
"ponentes
de nuestro mismo Ser; y la fe; e.s de&H', el verdadero CO·
"nodmiento de Dios,· concedido a 11():Iotros como fuente y compro·
"miso de vida ordenada, en la que el alma, instruida y apoyada por
"la fe y por la gracia, impone al cuerpo su ley, no sin conferirle un
"decoro inestimable, una nobleza .superlatffla: ¿No sabéis, .sigue di,.
"ciendo San Pablo, que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
"¿Y que vuestros miembros

son
templo del Espíritu Santo? ... ¡Glo­
"rificad, pue1, y llevad a Dios en vuestro cuerpo!» (1 Cor., 6, 15
"y sigs.).
"
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" una de las grandes .lecciones so!J1'e la antropowgla ( es dem,
"sobre la cien&ia del . hombre) propia del cmtlardS1TW, con su lre'
"menda recuerdo del trastorno del pecado original, heredado incluso
"en stlS consecuencias por toda
flida. hu,ma,u.que 11iene al mundo, y
"con la experiencia, que todos pueden tener, del desorden imerior
"de las facultades
hu,manas, entre las que se deben dominar; en
"p,i,me, término, si es que no se las contiene, las del cuerpo; las que
"de ordinario se clasifican con el término de concupiscencia, de
"donde fluye una vitalidad opuesta a
la ley moral.»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 29· de enero de 19'75 (original italia­
, no
«O: R». 30-1-75; ·traducción de Eutesia núme­
ro 1.728 del 15 de febrero).
La doctrina del pecado original y de la necesidad de la Re­
dención y de ,penitencia, frente a la errónea concepción
del hombre bueno por . naturaleza.
«Amemos ·la Cmz de. Cristo, hermanos; ella expresa, en síntes~,
"el ·drama
de .nueitra salvación. .Está sostenida por un cúmulo de
"doctrinas, formando
el castüü, de la fe y de Ir, vida, que toma de
"] esucri.rto JU nombre, su verdad, su. Wtud. Recordemos de -paro
"la doctrina del pecado o,,;gi,nal, y con ella M a/1J'11Ulción de la uni­
"áad del género humano: la doctrina en torno a la necesidad· de una
"redención que· tuviese eficacia para expiar el· pecado
y para vencer
"la muerte, -restableciendo de. esta forma-_ las relaciones so!»enalu­
rales entre el Dios. vivo y el · hom!J1'e elevado de su degradación al
"estado
y al nivel de hijo adoptivo, participe de la naturaleza divi­
na ( cfr. II Ped., 1, 4); la doctrina de la ineficacia de cualquier otro
"sistemá mora/, y .religioso para· llevt1r a cabo nuestra auténtica y
"{,lena reconciliación con Dios ( cfr. GJls, 5, 6; Col., 3, 11, etc.). De
'.' ahi la necesidad moral del sacrificio personal y total de Cristo
"( cf1. Jn., 3, 14j Le., 24-26, etc.), vtnculo. misterioso, en favor nues­
}Jtro,
de la justicia y de .f.a misericordia, 'Y suprema revelaci6n del
"11mor de Dios y de Cristo a nosotros, a cada uno de nosotros (Jn.,
'J3, 16,·.

13,
1,- Gál., 2, 20,-Efes.,

2, 4
y sigs., etc.),' de modo que
"Cristo,
como resume San Pablo, «Je no1 ha convertido en sabid.w-ía,
"iusticia, santificación y redención» (1 Co;,, 1, 30).
JJFundamento· de_ tódo este inmenso, U11Wersal mejor dicho, 'Y
"único·
.sistema religioso· válido, mMa/,·y vital,, ·es la Cruz. ¡Oh! To._
"dos no.srilf'os cNstümo1 debemos testimoniar con nue1tra
fe y éon
"1iúestfa CondtJFta nuestro-compromiso de
«no pemutir que Je des-
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"11irtúe la Cruz de Cristo» (1 Cor., 1, 17). Porque,, entre. lo, cala,.
"cmma, ideol6gico, de nue,tro .tiempo, ,eh" "firmado. y tadavía ,e
"Iigue
afirm,mdo la imltilidad de """ Redenci6n. Según la concep­
"ción, injustamente ""'1ndda humanística, el hombre_ es bueno por
"na1urakza; liberado el hombre de """ falsa pedagogía ,ocia/, y de­
"jado Ubre para crecer 'Y dest1rrOllarse según sus propios instintos
"na1ura/,es, encuentra
por s, el propio equilibrio 'Y la propia per­
"fecci6n,»
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del m.iércoles 10 de septiembre (original italiano
«O. R.»~ 12 de septiembre de 1975; traducción de
Ecclesia núm. 1.T58 del sábado 27 de septiembre).
IV. EL "sER", EL "'TENER.,, y EL "n.AR"" EN EL HOMBRE.
Olvido del "ser" por -el ''tener" en nuestra sociedad técnica.
«Vos habéis sabido poner en evidencia la originalidad del to­
"mismo demostrando de qué forma el

Doctor
Angélico -iluminado
"por la re11e/ación cmtiana, en parti&#lar, por el dogma de la crea,.
"ci6n
'Y por lo que llamáis «la met,4isica del Exodo»- lleg6 a la
"noci6n genial, 'Y verdaderamente innovadora del «m:to de ser,¡, <,P­
"sum esse». A par#r de entonce, su filosofía se situaba en un plano
"muy distinto a
la de Arist6teles. De esta forma habéis retWivado
"uw fuente de sabiduría de
la que nuestra sociedad técmca obten­
"drá un gran beneficio, fascinada como está por el «tener», pero
"con frecuencia ciega ,obre el ,entido
del «ser» y sobre sus rtáces
"meta/meas.»
Carta autógrafa al profesor Esteban Gilson. Dél
Vaticano,
8 de agosto de 1975, Pablo PP. VI ( «O.
R.», ll~IX-75, original francés; traducción de
Br:clesia núm. 1.758 del Sábado 27 de septiembre
de 1975).
El "se_r" y el "dar", má'8 importantes que el "poseer".
«Se diría que Juan Macías e, """ figura de otro tiempo; sl, es 11&ierto, pero tiene también mucho que dedr y enseñar, inclieso el
'1nuestro. Y, como
primera enseñanza, nos dilvierte, más con el ejem­
" plo qt1oB con las palabras, que nuestra vida no tiene, 110 debe tener,
"su fina/,idad
firincipal, en la, conquista y en la posesión de los bie-
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nnes de este mundo, l&s cuales, en cambio, constituyen el fin su,pre­
"mo y cen#al de tanta! persona, de ahora, de tttntas opiniones cien­
"tificas, filosóficas y pollticas, en las que el hombre moderfl(J está
"empeñado a fondo, como si el poseer fuera el punto predomhumle
"de toda #lleSt1'a existencia. Y es necesario po1eer, al menos, en cier­
"ta medida; pero esto no es todo. Más que el poseer, es impartttnte
"el ser
y el dtW; y ptWa ser y dar como se debe, es decir, como hom­
"bres buenos
y cristis, el espiritu de pobreza, es decir, de des­
" prendimiento
y de subordiniaci6n de los bienes económicos y ma­
"tef'iales a los bienes superiores del espwitu, o, según enseña Jesús,
"al reino de los cielos, es apropiado, es inteUgente, es necestll'io. Lo
"pobrez•
de esplritu significa liberación, significa esperanza, sigm-­
"fica fecundidad. Procuremos penstW en ello-.
"Y veremos entonces que
esta reltld6n co-n los bienes
del mundo
"nos capacita para
amplilll' su empleo, c01Wmiéndolo de egoísta · en
"so-cial;
de este modo, lo-s bienes se hacen digno-s de ser buscados
"con vistas a una d/Jtribución que extiende sus beneficios a otras
"personas,
las cuales, en virtud del don que se les ha hecho de tales
"bienes, pt11at1 a ser hermanos, creando 11n cff'culo-de interés, de sim­
"patía y de amor que se llama caridad, es decir, refleio religioso, más
"álÍn, divino- en nuestra vid•, incluso material, y sensible. El pan
"dado en nombre
de Cristo realiza esta sublimación.
"Ahora bien, San Juan Macías, el humilde partero
del convento
"de Santa Magdalena, de Lima, nos enseña este juego, tan humilde
"1 t.n mtWtltlÜloso, que incluso hoy puede ser repetido en tanta!
"farmas nuevas
y eficaces. Con tal de que se haga con idéntico co­
"raz6n. Los pobr,s, ha dicho Jesús, nunca faltan (In., 12, 8).
PAULO VI: Alocución en el Angelus del domin­
go 28 de septiembre de 1975 ( original italiano
«O.
R.», 29-30 de septiembre de 1971; traducción
de
Ecclesia núm. 1.762 del sábado 25 de octubre
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
de 1975).
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