Índice de contenidos
Número 145-146
Serie XV
- Textos Pontificios
-
Estudios
-
La causa del mal
-
Karl Rahner y la marxistización de la teología
-
Socialismo utópico, dogmatismo e interpretación marxista de la historia. Breve desmitificación
-
Agustín Cochin y la historiografía contrarrevolucionaria
-
Un momento crucial de la historia de México: el general Miguel Miramón
-
De los tópicos a una doctrina del campo (II)
-
-
Actas
-
Crónica del XI Congreso del «Office Internacional»: La esperanza política
-
Jean Ousset y las enseñanzas de la historia
-
El mito de la reforma de estructuras
-
Actualidad y vigencia
-
Influjo en el hombre de los medios masivos de comunicación social
-
La socialización de la educación
-
La socialización de la medicina
-
- Información bibliográfica
- Crónicas
- Ilustraciones con recortes de periódicos
Autores
1976
El mito de la reforma de estructuras
m, MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
POR
EsTANISLAO CANTERO.
"... No se edifica,:á la ciudad de un modo distinto a como Dios
la Iui edifica.do ... ; no, la civilización no está por inventar, ni la nue
va ciudad por construir en las nubes. Ha existido, existe: es la ci'l'i
lización cristiana,
es la ciudad católica.
No se trata más que de
ins
tauratla
y restaurarla, sin cesar, sobre sus fundamentos naturales y
divinos, contra los ataques siempre nuevos de la utopía malsana, de
la revolución
y de
la impiedad: omma mst-ar• in Christo"" (1).
En estas palabras de San Pfo X, que sintetizan de modo admira
ble la dorrina
social de
la Iglesia, y que VERBO no ha cesado de re-.
cordar,
se encuentra
tanto el diagnóstico de ilos males de la sociedad
actwd como su remedio, lo que constituye el tema de la actual Re
unión y,
especialmente,
la solución a la poneucia que por encargo de
nuestro
común maestro y amigo Juan
Vallet, me
toca desarrolla,r acer
ca
del
lllito de
la
reforma de estructuras.
El
mito de
la reforma de estructuras ... (2). ¿Por qué este títu
lo para
una pooencia
en
el marco de la temática de esta XIV Reunión
de amigos de
la Ciudad Católica?
¿ Es la reforma de estructuras una de las raíces de los errores de
la sociedad actual?
(1) San Pío X: Notre charge apostolique, I, 11, en la BAC,.Doctrina
pontificia: Doaunentos pollticos, Madrid, 1958, pág. 408.
(2) Por su interés en torno a este tema, cfr. Juan· Vallet de Goytisolo:
Dalos
y notas sohre el cambio de estr11ctJ1ras, especialmente el estudio Cris
tianismo marxista, ed. Speiro, Madrid, 1972, o en Verbo núm. 107-108,
agosto-septiembre-octubre 1972,
También, Miguel Poradowski: La teologia de la liberación, Verbo, nú
mero 128-129, septiembre-octubre-noviembre
1974; o
en
edición separada,
Speiro, Madrid, 1974.
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ESTANlSLAO CANTERO
Y si lo es, ¿por qué y en qué consiste?
O acaso, por el contrario, ¿no se saneará la sociedad precisamente
mediante la reforma o el cambio de estructuras?
Por que si la sociedad
está a la deriva, como realmente ocurre,
podr/4 parecer (como se esfuerzan en hacernos creer los propugna
dores
del mito) que
para recobrar y mantener el rumbo, rumbo que
debe conducir a los hombres a Dios,
para lo cual es necesario. que
se vea favorecido por una sociedad cristiana ( en contra de lo que
los mismos defensores del mito se esfuerzan en hacemos creer), de
bería ser necesario reformar
e incluso cambiar las estructuras de la
sociedad. Dicho de otro modo: ¿no será que la sociedad va a la de
riva precisa.mente a causa de sus estrucruras, y, en consecuencia, éstas
ha de ser reformadas y aun cambiadas?
La
respuesta a tales interrogantes está condicionada
y viene de
terminada por una cuestión
filosófica; más aún, teológica, pues, como
recordaba Donoso Cortés (3), "toda afirmación relativa a la sociedad
o al gobierno supone una afirmación relativa a Dios; o lo que es lo
mismo, que toda verdad política o social se convierte forzosamente
en
una
vemad teológica",
El
plantear tales interrogantes, pot tanto, no significa dudar de
la
respuesta. Las palabras de San Pío X con las que comenzarnos, y
la afirmación donosiana, que en
el fondo vienen a significar lo
mismo, no
dejan
lugar a
dudas.
Pero en la sociedad a la deriva, en la que el
"insensato" de
nues
tros días
-tan magníficamente
descrito por Rafael Gambra (
4)
casi representa al hombre "normal", la duda, unida a la falta de for
mación (5) ha venido a constituir uno de los motivos pot los que
hoy se ha generalfaado la idea de la necesidad de la reforma y el
cambio de
estructuras, constituyendo
uno de los
más graves errores
de
la sociedad
actual. El "insensato" con
su constante "¿por qué no?",
(3) Juan Donoso Cortés: Ensayo sobre el catolicismo,, el liberalismo y
el socialismo, Espasa-Calpe, col. Austral, 2.ª ed., Buenos Aires, 1940, pági
na 13.
( 4) Rafael Gambra Ciudad: El silencio de Dios, ed. Prensa .Española,
Madrid, 1968.
(5) Cfr. Estanislao Cantero: La mala conciencia en los cristianos y la
marcha inrreversible hacia el socialismo, Verbo, núm. 103, marzo 1972.
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Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
que considera posible todo lo absurdo, al tiempo que pa:rece compla
cerse
en rechazar lo que no lo sea, ha terminado por convencerse de
que
ya no cabe dudar, y ha llegado a la conclusión indiscutible, in
dudable, de que la buena o
mala marcha de la sociedad depende ex
clusivamente,
o
· al menos primordialmente, de sus estruaw:as.
¡ He ahí el mito!
El mito
swrge cuando la idea
de que de
las estructuras depende
"todo", se convietre en la única, iba a decir verdad, lo que no es
cietto, pues la veroad se rechaza, se convierte, por tanto, en lo único.
que el hombre y la sociedad admiten,. con un dogmatismo realmente
cetri[, en una época que se caracteriza por rechazar y pe,seguir todo
dogmatismo,
peto todo
dogmatismo
verdadero, y aun la noción mis
ma de vetdad (6).
Como el
tema de
esta ponencia
es amplísimo, prescindiremos en
todo
lo posible de aquellas
cuestiones que se tratan en las demás
ponencias,
las cuales afectan profundamente a la formación y exis
tencia de este mito,
pues sin los demás errores que a lo largo de esta
Reunión serán expuesros, no podría existir, pues es consecuencia de
ellos;
ni tampoco el mito del cambio de estructuras, en que el pri
mero desemboca necesariamente; es decir, la revolución permanente,
la revolución por la revolución.
La idea básica que encierra el mito de la reforma de estructuras,
lo
hemos indicado
ya, es la dependencia de la sociedad y del hombre
de
las estructuras.
Pero
¿cómo es posible llegar
a esta conclusión determinista, en la
que la libertad del hombre no tiene cabida?
( 6) La p,imacía absoluta de las estructuras eclipsando de modo perma
nente y completo a los hombres es u'na idea típicamente marxista, e indica.
el grado en que ha sido asimilado el marxismo
aun p~r quienes
se consi
deran contrarios
a él, que incluso
lo combaten en determinadas realizacio
nes prácticas como el comunismo, pero, sin embargo, no se oponen realmente
a él, pues admiten algunos de sus postulados fundamentales, como ocurre
con éste.
En torno a
la cuestión de la admisi6n más -o menos consciente de deter
mina.das tesis marxistas por quienes no se consideran tales, cfr. José Gil Mo
reno de Mora: ¿Es usted marxista?, Verbo, núm. 7'-16, mayo-junio-julio
1969.
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Fundaci\363n Speiro
BST ANISLAO CANTERO
Ante todo, es neresario rerordar que su origen y su causa prin
cipai se
encuentran en el pecado original
y en nuestros propios pe
cados. Hoy, esta verdad irrebatible, en el mejor de los casos, es to
mada a chacota; ruando no se considera merecedora de-tratamiento
psiquiátrico.
El error surge
porque debido a
nuestra naruraleza caída, nuestra
voluntad peca rompiendo el orden de la namraleza creada por Dios.
Hoy, en cambio, vemos que se admite y
hasta se aplaude una con
cepción
tan monstruosa como la que supone que el origen de taras
y represiones se encuentra en la religión católica.
¡ Herejes que se dicen católicos! Al afinnar que el mal surge de
la prohibición ( es
deci<, que
lo que es
malo lo
es porque
está prohi
bido),
en lugar de que se prohibe porque es malo, la misma noción
de pecado
termina por
desaparecer, como consecuencia de la nega
ción de un orden
creado por
la
inte'ligencia divina,
pues la primera
negación lleva ínsita la segunda.
En
efect0, si algo es malo porque está prohibido, basta eliminar
tal prohibición
para hacer
bueno
fo malo. El voluntari&mo que tal
afirmación encierra, supone afirmar que
el orden de la creación no
obedece a una voluntad inteligente; en consecuencia, la voluntad,
si
así lo quiere, puede ordenar lo ,que ayer prohibió y viceversa; lo que
lleva a negar
la existencia de un orden creado por Dios, como quiera
que no puede existir
si no hay una inteligencia ordenadora, en virtud
de la cual se
adecúen las cnsas a su fin propio, el cual en tal concep
ción
tampoco tiene cabida.
Al señalar la ininteligibilidad del universo, ya sea porque no
existe un orden
narurai ya
porque
si existe
no lo podemos conocer,
los actos humanos y la
organización de
la sociedad
han de confor
marse de acuerdo con nuestras propias construcciones menta1es, que
ahora, además, se imponen por la fuerza, consecuencia de negar la
subordinación de la voluntad a la inteligencia, la coa[ debe leer en
la
naturaleza, descubriendo el orden que Dios ha creado.
Vo!untarismo,
nominalismo, idealismo. y racionalismo, que unido
a
la triple intoxicación rousseauniana que empapa a la sociedad e im
pera en la actua,Jidad, llevan como desenlace al mito de la reforma
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Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTUII.AS
de estrucmras; y de este al mito del cambio de estructuras, por medio
del marxismo
a
que
aquellos conducen.
Estas caractrerísticas son comunes a ias diversas manifestaciones
del miro; porque el miro, a nuestro juicio, tiene tres manifestaciones
principales:
En primer lugar, una reforma de estructuras que propugna una
sociedad de corre democrático, libend y capitalista. La volunmd ge
neral y el contrato social son bases ,indiscutidas de la misma.
En segundo lugar, una reforma de esttuctutas que propugna una
sociedad socialista,
pretendidamente no marxista. El igualitarismo,
proporcionado por un Estado que absorbe rodas las funciones pro
pias
de los cuerpos
intermedios que
forman
la sooiedad, es su meta.
En tercer !ugat, una reforma de esttucruras que propugna un
mundo abwlutamente nuevo, marxista. La transformación continua,
el cambio permanente, el cambio por el cambio, la praxis, constituye
el único eje en
tomo al cual se configura la sociedJid.
Aun sin detenernos en este punto, DO hay que cJlvidar que estas
tres concepciones estan esttocbamente ligadas,· de tai modo que la
primera conduce a la segunda, y ésta a la tercera, puesto que los
postulados de cada una de elllls desemboca en la siguiente, lo cual
no es solamente una cuestión doctrinal, puesto que en la práctica
los
hechos
lo corroboran a posteriori (7). Por eso, no hay que caer en
un
error que puede ser fatal, al considerar que el único peligro que
acecha
a la sociedJid está en la reforma de estructuras de cacicter
marxista,
que si es
el mis grave, quizá para ios españoles, DO sea
(7) CTr. Jean Ousset, El ma,.xismo-!eninismo,-en especial El marxismo
heredero del liberalismo, Speiro, Madrid, 1967, pág. 38-41.
Cfr. Arthur_ Koestler en parecido sentido, que afirma: «... me parecía
que la Rusia comunista recogía la antorcha que los liberales de la casa
Ullstein habían abandonado . . . Para mí, , niJ había interrupción -sino con ti~
mlldad lógica entre el modernismo de Weimar y la nueva cultura soviética
que
parecía destinada a ser su heredera. ,
Esta sensación de continuidad también se extendía a , la esfera de los pro
blemas sociales ... Donde yo mirara, en todos los campos 'de la actividad so
cial y cultural, el movimiento comunista aparecía como una prolongaci6n
16gica
de
la tendencia
humanística progresista».
Autábiografia: 2. El camino
hacia Ma,x,
ed. Alianza-Emece, Ma'drid, 1974, págs. 122-123.
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ESTANISLAO CANTERO
el más inmediato, y que, por otra parte, puede conducirnos a acep
tar, por miedo a ésta, las otras reformas, que a la postre conducirán
a ella.
Ni que decir tiene que toda reforma de esrructuraS para su rea
lización y justificación (prescindiendo de arras consideraciones no
menos
importantes), apela
a
la justicia. Pero como ha observado
V
allet de Goytisolo (8) una de
las confusiones en tomo al concepto
de justicia, consiste en el "olvido de que
la justicia es una virtud
que debemos practicar todos
y cada uno, y de que no se puede oh
jetivizar
en una
estructura rígida,
como panacea impuesta totalita
riamente". Y ese es un error común a rodas esas refo11mas de esttuc~
turas que hemos señalado.
Porque, como
señala el mismo Vallet
(9),
"hoy la panacea de
todos !os males se sitúa en un
pretendido cambio
de
estructuras y,
a veces, simplemente en la destrucción de las existentes. Se estima,
ya sea ingenuamente o bien
bajo una
pasión de odio, que destruidas
ellas, el
orden
y la felicidad florecerán casi espontáneamente".
Al señalar el error del mito de la reforma de estructuras, no sig
nifica
que
ignoremos o
despteciemos en
absoluto su
importancia; por
el contrario, hay que ser conscientes de que no es lo mismo una u
otra estructura: hay estructu±as que favorecen la convivencia y pro
mueven
el camino del hombre hacia Dios, mientras que otras lo di
ficultan grandemente.
Pero
el error de la reforma de estructuras consiste en tomat la
parte por el todo, en fijarse
tan sólo
en un aspecto· prescindiendo de
los demás, de
modo que es el único que hay que considerar.
Como continúa Vallet (10),
"sin duda el problema de las estrue
turas existe, como existe el problema de los hombres en las relacio
nes
entre unos
y otros en este inundo", y afiade: "La vieja distinción
de las
cuatro causas ran olvidades
puede ayudarnos a comptenderlo".
(8) Juan Vallet de Goytisolo: Cinco olvidos o confusiones en torno al
concepto de ;usticia,-Verbo núm. 103, marzo 1972~ pág. _230; también en
Algo sobre tema, de hoy, Speiro, Madrid, 1972, pág. 61.
712
(9) Juan Vallet de Goytisolo, Oh. últ. cit., págs, 230-231 y pág. 61.
(10) Juan Valle! de Goytisolo, Oh.
últ. cit., págs, 231 y 61.
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
"En una .visi6n globai --Oice-para la realización de la jus
ticia más general: la naturaleza es la causa
material, pero
no inerte
sino dinámica y viva; el hombre, la causa eficiente; ias estruauras
y su funcionamiento, la causa formal, y el bien común, la causa final
que confluye en el orden de la creaci6n".
El
miro de la
reforma de
estructuras, por
ranro, prescinde
de la
naturaleza, del hombre y del bien
cop1ún; por eso sólo puede des
truir, nunca construir. El miro de la reforma de estrueturaS, cualquiera
que
sea su
manifestación, es
esencialmente
desttuetivo; rompe con
el
orden de la naturaleza que
se niega
a descubrir; reduce al hombre
a la condici6n
de esclavo, sujeto a unas estructuras de las cuales
depende, impuestas
coaccivamente; sustituye
el bien común
por el
miro, el
cual justifica cualquier rotalitarismo que lo empuje en esa
dirección, como
el mismo Vallet (11)
ha observado, con el consuelo
de creer que tal meta mítica constituirá su felicidad.
Las
estrucrutas sociales
no son fruro de la
imaginación ni
de el
devenir
histórico. Son
obra
del hombre,
de los hombres, que con su
voluntad, guiada por su
razón, ha de observar e1 orden de la natu
raleza, descubriéndolo de modo que tiendan
a1 bien común. El hom
bre no depende de las estrucrutas, sino que éstas son fruro de su
obrar racional,
conforme al cual deben
configutarse y perfeccionarse
en armonía con la naturalea.
Lo conttario podría hacernos caer en
otro error, consistente en considerar a las estructuras inertes, como
si no tuvieran importancia, o como si siempre debieran permanecer
idénticas
en roda, sin distinguir lo
permanente de lo mudable.
En efeao, :las estructw:as sociaies no son cambio continuo, trans
formación permanente, como afirma el miro que rodo lo cifra en
ellas, en especial el mito marxista.. Pero tampoco son está.ricas, inva
riables en rodas sus aspecros.
Las
estructuras sociales [y en
especial los cuerpos intermedios,
auténtica
base y forma de la sociedad sin la cual ésta no puede real-
(11) Cfr. Juan Vallet de Goytisolo: Sor:iedad de ma.ras y De1echo, Tau
.rus, Madrid, 1969, pág. 169; e Jdeologia, praxt's y milo Je la tecnomwia,
2.@ ed. castellana, ~ontecorvo, Madrid, 1975, pág. 233.
7U
Fundaci\363n Speiro
ESTANISLAO CANTERO
mente existir (12)}, si realmente lo son, tienen vida, y aun cuando
puedan ser contempladas estáticamente, son esencialmente dinámicas,
y, por ello, susceptibles de ser mejoradas al paso del tiempo, puesto
que las obras
humanas no son perfectas aun
cuando
deban tender
hacia la perfección.
La vida social, los cuerpos intermedios, las estructuras, son fruto
del obrar
racional del hombre, son tradición. Por eso, no cabe tachar
de
inmovllistas a quienes
señaÍan los
errores
del mito de la reforma
de
estructuras, pues
no cabe confundirla con la postura
conservaduris
ta
que constituye el error anteriormente señalado (13).
Por ser instituciones vivas, no sólo son susceptibles de mejora,
sino que es esencial el que han de ser mejoradas; de lo contrario,
se anquilosarían,
perderían su vitalidad
y acabarían por morir.
Pero
eso no
significa que
el mero
transcurso del
tiempo mejore
las instituciones ·sociales; ni tampoco que automáticamente la obra
del hombre a lo largo del tiempo sea una obra de mejora, de per
feccionamiento; ni, en fin, que la historia avance hacia el progreso
según un pretendido "'sentido de la historia'". Errores que forman
también
parte del mito
de la
~eforma de estructuras.
Puesto
que
existe bien
y mal, y el hombre es libre, las institucio
nes sociales pueden
degradarse, estropearse
por el
obrar humano;
no
existe un
progreso indefinido,
ni hay razón para suponer que la his
toria se mueve hacia el progreso sin posibilidad de regresión (14).
(12) CTr. Michel Creuzet: Los cuerpos intermedio11 Speiro, Madrid,
1964.
Contribución al estudio de los cuef"pos inleNnedios (Actas de la VI
Reunión de amigos de la Ciudad Católica), Speiro, Madrid, 1967.
Jnan Vallet de Goytisolo: Fundamento y soluciones de la organización por
cuerpos intermedio.r,
Speiro, Madrid, 1970; o en Dfllq.r y no-tas ...
(13) Cfr. Revolución, Co-nservaduri.rmo, Tradidón (Aetas de la XII
Reunión de amigos de la Ciudad Católica), Speiro, Madrid, 1975.
(14)· CTr, Jaime Balmes: Cartas a un escéptico en materia de religión,
Obras completas, t. V, BAC, Madrid, 1949, págs. 316 y sigs.
Rafael Gambra: Op. cit. y El mito de{ progre.ro. El progreso de la His
toria
y el progreso en 14 Historia, Verbo n6m. 73, marzo 1969, o · en Los
· mitos actuales, Speiro, Madrid, 1969.
Juan Vallet de Goytísolo: Sociedad de masas y Derecf:,o, págs. 164-170;
714
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCIUR.AS
De echo, las ha habido, y hoy, desgraciadamente, v.ivimos una nueva
etapa de regresión y decadencia.
Y he
aquí, entonces, la pregunta que no podía faltar y que, sin
duda, se
nos hatá por quienes creen en el mito:
¿En ese caso,
no hay
que proceder a una reforma de las esttuc
roras? Y
los
más radicales: ¿No se hace necesatio cambiat las es
ttucroras? Y ambos conjuntatnente: ¿No teníamos, pues, nosottos
raz6n? ¿Acaso
al final no está
la solución en las esttucturas?
¡ De ningún modo! ¡ Eo absoluto!
Es cierto, será necesatio impedir esa degradatión, pero nunca
reforrnat y menos
cambiat las esttucroras con
el
significado que
esas
palabras tienen
pa,:a ios
que propugnan y
acepran el
mito.
Porque
la di,ferencia esttiba en que hay que proceder a una res
taurrJdón de las instituciones sociales, a una _re1ta,wación del orden
social,
que,
además, debe
hacerse
por el propio hombre, pa,:a lo
cual es necesattio que preceda una refotma mota! personal del
mismo.
Reforma moral de los hombres previa e imprescind>l:ile, como re
cordaba
Pí XI
(15), a toda
acción sobre
las
esttucturas; lo
cual es re
chazado por
el
mito. Se pretende una sociedad justa sin que nadie
tenga que ser justo (16), Se derriban los cimientos, que son los hombres
concretos, y se pretende edificar sobre lo absttacto, constituido por la
"humanidad" o
la
"sociedad", con
independencia
de los hombres
que la forman (17).
ldeologla, praxis y milo de la tecnocracia, págs. 225-253; De la virtud de la
¡ustida a lo izuto ;urídico, 4c) y 5, en En torno al Derechó Natural, Sala,
Madrid, 1973, págs. 93-103.
(15) Cfr. Pío XI: Q11adragesimo anf'Jo, núm. 127-129. ·
(16) Cfr. Juan Valle! de Goytisolo: De la virtud de la ¡1111icia .... ,
25-26, en En torno al .... , págs. 163-172.
Esta.nislao Cantero: Riqueza y jiohreza: San Juan Cri.ró.rtomo y su.r Ho
milfas sobre
San
Mateo, V, VerbO núm. 117-118, agosto-septiembre-octubte
1973, págs. 715
y sigs.
·
(17) Cfr. Francisco Ellas de Tejada: Lib"ertad abstracta y libertades
contt·etas,
Verbo núm. 63, marzo 1968, o en Contribuciones aJ estudio de ....
Juan Vallet de Goytisolo: La libertad civil, Verbo núm. 63, y en Con
tribución .... ; Sociedad de masas y Derecho, parte I, caps. III, IV, V y VI
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EST ANISLAO CANTERO
Reslatlr""'6n y no reforma ni cambio. La diferencia no es de
forma, sino
de fondo.
La
restauraci6n supone partir de las estructuras
existentes.para
restablecer el orden social basado en la naturaleza (18).
Supone una vuelta a
la tradición. La reforma y el cambio suponen
una ruptura, una destrucción, son revolucionarias.
Observemos
frente a
estas teorías, conservadora
una, revoluciona
ria otra, que el orden social no es justo por set vigente, lo que afirma
la primera, ni que es injusto por no adecuarse con la idea mítica
de
Ia segunda,
como esta afirma.
El orden
social es justo en cuanto sea acorde con el orden natural,
que es objetivo,
tatl como Aristóteles
(19) señaló, o
como Cicerón
(20)
ponía de relieve al referirse a
lo. 30 tirano..
Por el contrario, para Ia reforma y el cambio de estructuras, no
hay
un orden
natuial, objetivo, · ni existe tampoco la justicia natural.
Como
observa Vallet
(21)
respecto al
orden
ínsito por
Dios en
su
obra
creadora, "no lo conocemos en su totalidad, que tal
vez no lle
guemos a alcanzar nunca. lo estamos descubriendo siempre, y, a
veces, olvidándolo. Pero sí lo conocemo. en lo indispensable para
regular el orden proviSOrio· de est~ mundo: distinguiendo fo uni
versal y lo particular, lo que permaoece y lo que cambia, el ser y
el devenir, Jo sustancial y lo accidental".
Distinción fundamental frente
al mito, para el que Ias estruc
turas
existentes son
radicalmente injustas. Sólo el mito es justo. Por
eso
se afana en una destrw:ción de aquellas estructuras que no res
ponden a sus ideas preconcebidas. Porque
se considera que se vive
(18) Cfr. Juan Vallet de Goytisolo: Controversias efJ torno al Derecho
Natural
y ¿Paede discernirse el orden natural y con q11é akance? ¿Qué inci
dencia en él tiene la acción del hombre?, en En lorno al ....
(19) Cfr. Aristóteles: Etira a Nkomaco, traducción de María Araujo y
Julián Marías, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1970, pág. 81 (V, 7).
( 20) Cfr. CicetÓn: Las leyes, traducción, introducción y notas de Al
varo
D'Ors,
Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1970, I, 15, 42; dr. I,
15, 42 a I, 17, 47, págs. 89 ysigs.
(21) Juan Vallet de Goytisolo: El orden nalural y el dererho, en En
torno
....
,
pág. 18.
716
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTUMS
bajo unas estructuras de opresión, que hacen que a la fuerza seamos
malos,
bajo un sistema en el que
no. podemos ser buenos (22).
Así, se hace depender al hombre de las estructuras, de forma
que, cuando éstas sean "justas", entonces Jo será el hombre. Error
que
lleva a pretender una sociedad justa sin que nadie tenga que
ser justo. Por
otra parte, no
se puede proceder a
la sustitnción de unas
estrucmras o la mejora de las mismas, sino se sabe qué es. lo que
hay que hacer, qué es
Jo más acorde con 1a justicia. Lo que supone,
también, proceder con gran prudencia,
para hacer
una valoración
de
'las injusticias
reales, viendo
Jo positivo y lo negativo, puesto que
la perfección y la justicia absoluta no pueden
conseguirse en
este
mundo. Como señala el
mismo Vallet (23): "Las institnciones no puedro
jmgarse
sólo
por los
abusos de
ellas que se produzcan, sino por el
balance de
lo positivo y lo negativo de su uso y, aun no siendo
favo
rable el balance -aparte de que se· procuren corregir sus defecros
y
los
abusos--, antes de destruirlas se debe parar mientes en sopesar
si su desaparición cansaría mayores bienes o males o impediría ma
yores males o bienes". Si "es todo un
mundo el que
hay que
rehacer desde
sus cimien
tos", como
señaló Pío XII, no es a través de la reforma y del cam
bio
de
estrucmras como ha de conseguirse, sino a través de la res
tauración del
entramado social, de ios cilerpos intermedios, instau
rando y restaurando todo en Cristo, como señaló
San Pío
X.
(22) Esta idea es esencial al marxismo ya desde el Manifiesto del Par
tido Comunista. Hoy está presente en las diversas «.teologías» de la libera
ción, de la revolución y de la violencia y en doctrinas pretendidamente cris
tianas y educadoras y pedagógicas, como las de Paulo Freire e incluso en
católicos de buena fe.
Cfr. Marcel Qement: El comuniJmo ff'ente a Dios, Speiro, Madrid, 1974.
Miguel Poradowski: La marxistización de la teologla, Verbo núm. 119-
120: La escalonada marxistizatión de la teología, Verbo núm. 121-122; La
ieologla de la liheritción, Verbo núm. 128-129; Teologla marxista y misio
nes, Verbo núm. 137-138.
(23) Juan Valle! de Goytisolo, Ob. últ. cit., pág. 21.
CTr. De la virtud de la ;usticia .... , 25, págs. 165 y sigs.
717
Fundaci\363n Speiro
EST ANISLAO CANTERO
El cambio de estructuras, por el contrario, justifica cualquier cipo
de acciones·
para su realización. Toda clase de medios son lícitos si
se dirigen a impulsar el
cambio. Incluida la violencia en todas sus
manifestaciones (24).
Así lo
afirma, por ej,emplo, Ernesto Carde
nal (25), al
señalar que la lucha por la liberación, la revolución,
pueden necesitar
acudir a la violencia, y ello no sólo es justo, sino
que no
puede dejar
de ser justo. Idea exacta aunque con distintas
palabras a la de Mao (26) al señalar que la única guerra justa es
la guerra revolucionaria.
El cambio de estructuras justifica todo y afecta a todo. Incluida
la
cultura y la enseñanza. La revolución cultural, con la que desapa
te=
todo
vestigio de cultura cristiana
es un aspecto funda.mental a
realizar. El
cambio de conciencias es también objetivo primordial
del mito.
Se llega así a la "educación liberadora" propugnada
por
Paulo Freire (27) pues no cabe el cambio de estructuras sin un previo
cambio de las conciencias. Aunque no deba, la voluntad puede obrar
mai pero con conciencia de ello, lo que es grave, pero lo aterrador
es
que llegue a obrar mal sin conciencia de ello; a
obrar mal cre
yendo hace,, el
bien: la
concientización es el medio
de conseguirlo.
La inteligencia se anula y, como si se tratara de un lavado de cere
bro, se llega a la suscimción del conocimiento por la praxis del cam
bio, en lo que consiste la concientización. Trágico fin para quien
Dios creó a su imagen y semejanza.
Si
hasta aquí se ha hablado de la reforma
y del cambio de es-
tructuras, roca ahora hablar del mito.
En io que aquí nos interesa, decimos que se trata de un mito,
porque se caracteriza por adherirse a la idea central de la reforma de
estructuras sin ninguna ha~ racional, sin ningún tipo de razonamien-
(24) Cfr. Estanislao Cantero: Fortaleza y violencia, Verbo núm. 114,
abril 1973
y en Contempladón y acción, Speiro, Madrid, 1975.
(25)
Cfr. Ernesto Cardenal, entrevista
en «El Ciervo». núm. 222-223,
agosto-septiembre
1972, citadó por Vallet en Datos y no-tas .... , págs. 163-164.
(26) Cfr.
Mao-Tse-Tuhg: Problemes stra1égiques de la guerre ré11olu
tonnaire,
Union générale d'éditions~ París, 1962, págs. 18-19.
(27) Cfr. Estanislao Cantero: Paulo Freire y la educación liberadora,
Verbo núm. 133-134, o en edición separada," Speiro, 'M'acltid, 1975.
718
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
to, La inteligencia se somete al mito que ha creado la imaginación.
La idea es la única realidad, y, en consecuencia, la razón queda so
metida a ella. Y en la manifestación más eJ
quiera se trata ya de una idea conforme a
la cual se trata de con
figurar ciegamente la realidad, sino de la praxis, la cual, en un dina
mismo continuo, sin ninguna doctrina que sea su base, constituye
su propia meta.
La reforma y el cambio de estrucruras se aceptan porque sí. Se
trata de una adhesión a una idea, a la praxis, al mito, que, con fre
cuencia, viene a sustitui< a la fe. De hecho, no faltan quienes como
Ernesto
Cardenal, Gi1'llrdi o Paulo llreire, induyen en el cambio de
estructuras
a
la Iglesia, a la religión y a la fe.
No hay que o1vidar que los
etr0res que
al principio se
señalaron
suponen:
En primer lugar, relegar a Dios a un plano puramente interno,
por lo que la religión y la fe tan sólo actúan en nuestras relaciones
o conductas privadas con Dios, sin ninguna exteriorización de
ellas
que tenga que iluminar las relaciones sociaies, de modo que la or
ganización de la sociedad sea reflejo de elll!S. Es decir, en las rela
ciones sociales, en la organización
.social se
prescinde de Dios y de
sus mandatos.
En segundo lugat, supone negat la existencia de un orden natural
justo y racional (no racionalista) que el hombre tiene que. descubrir
y no inventar y tratar de lograr con su actividad racional. El orden
social se basa en la naturaleza y no en la imaginación y en la vo
luntad del hombre.
En tercer lugat, y como conclusión, supone la negación
misma
de un Dios personal y creador, infinitamente bueno, sabio y justo.
En consecuencia, la idea, en este caso de la reforma y el cambio
de
estructuras, sustituye
a Dios,
ordenador y creador de la naturaleza,
con
todo lo que ello comporta tanto en el plano personal como en
el social, de tal modo que no queda ya más· solución que vincularse
ciegamente
a esa
idea, producto de' una mente extraviada, esperando
que de ello
se obtendrá el pata/so terrenal, la justicia y el progreso.
De
nada sirve
señalar los errores de'! mito.
Como ha
observado
719
Fundaci\363n Speiro
EST ANISLAO CANTERO
Gustave Thibon (28), "la revoludón /la reforma y el cambio de es
tructuras podríamos decit igualmente) ocupa el puesto de la revela
ción:
el hombre nuevo surgirá •.. del océano furioso, del hacer y
deshacer de las estructuras sociales; el cielo descenderá sobre la tierra,
el porvenir alcanzará las
promesas que nuestros mayores, "alienados"
y ciegos, situaban en la eternidad". Y continóa el mismo Tribon (29):
'·El mito revolucionario -siempre afirmado en teoría y negado en
la práctica- no sufre, sin
em~go,,, demasiado con
estas refutaciones
de la. experiencia. ¿Por qué? Precisamente porque es un mito reli
gioso: porque reposa sobre una fe
y propone un absoluto" (30).
Incluso
los propios fracasos sirven al
mito de
motor
y de ali
ciente. Se fracasa porque no se
llegó a
donde se
debla. Porque
se
reformaron y se cambiaron poco las estructuras. Por eso, la reforma
de estructuras desemboca en el cambio de estructuras; en el cambio
por
el cambio. Se llega así a que el fin del cambio sea él mismo.
Cambio que alcanza no sólo a las estructuras, sino también al hombre.
(28) Gústave Tribon: Revo/11ción o ctmversión, · Verbo núm. 84, abril
1970, pág. 269.
(29)
Gustavo Thibon,
op. cil., pág. 271.
(30) Cfr. el interesante testimonio de Arthur Koestler ( Autobiografia, 3,
Eufaria y Utopia, Alianza-Emece, Madrid, 1974) quien afirma que la rea
lidad no tiene· importancia ant:e el marxista, pues él mismo se encarga. de re
clw:arla y «explia,.rla» mediante un procedimiento, por medio de una «má
quina de. cl.asifi.car», mejor que cualq~er censor oficial, . con la que razona
rehuyendo
v~ los errores del .m_arxismo, atribuyendo lo que no le agrada a
la «hérencia del pasado», mientras que todo lo que le agrada lo. atribuye a
las «semillas
del futuro»; se trata de una
fe, por completo irracional, en
virtud de lá cual lá idea se sobrepeine a toda realidad. Ver especialmente las
páginas ~8 y
siguientes.
O cutllldo afirm,i. que los «argumentos raci_onales pesan poco frente a
los
poderes de la ilusión. La creencia de que el régimen soviético, a pesar de
sus rasgos · indiscutiblementte
rePlllsivos es, ello no obstante, el único esen
óalmente progresista
y -el único gran experimento social de nuestro tiempo,
resulta
particularmente elástico y ,:econfortante. Tal - creencia nos permite
de5entendernos de la realidad con la simple reflexión, aplicada a todo, de
que
se trata de q~ente,; transitorios y· dé m~das de emergencia». Auto
hiografla, 5. La escritura invisihle, Alian:za-Emece, Madrid, 1974? págs. 130-
131.
720
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTR.UCTURAS
Como observa Thibon (31), "la mística revolucionaria no es hu
manitaria: el fin de
la revolución
no
está ni en las reformas.sociales,
ni en el bienestar, ni en la libertad; está -<0m0 el fin de Dios .está
en Dios-en la propia revolución".
m marxismo, los pseudoteólogos de '.la liberación, de la revolución
y
de la
vidlencia, la educación
liberadora de Paulo Freire y un
largo
etcétera,
proclaman su fe en una nueva sociedad con un hombre
nuevo (32).
Se llega así a la negadón del ser. No hay nada estable ni per
manente, el cambio es la única realidad.; ya no se es, sino -que se
hace. La praxis es el modo adecuado, la justificación de todo, lo único
que importa; viene a sustituirlo
todo. Se oonvierte en el principio y
fin de la acción revolucionaria, del cambio de esttuetums. No se
trata ya
de llegar a una meta
más o menos concreta, por muy utópica,
irrealizable e imposible que ésta sea, sino de construir el "inédito
viable", según
palabras de
Paulo
Freire. Inédito viable
qne se
anun
cia como un paraíso terrerud, pese a que se confiesa no saber como
será,
ni siquiera si
será, y el cual viene a sustituir a la vida eter
na (33). Con
Gustave Thibon
(34) cabe
preg,¡ntarse: "¿Para
qué fin?".
Pero como
e¡ mismo
Thibon explica, "esto no se dice:
toda mística
(31) Gustave Thibon, op. cit., pág. 272. '"·
(32) Quienes de buena fe, si ello es posible, pretenden conciliar· el ca
tolicismo con el marxismo, deberían -meditar estas recientes palabras: de Geor
'ges Marchais en «La Croix» de 19 de .noviembre de 1970.: «Nosotros, los co
munistas, profesamos una filosofía_ materialista y dia,J.éctica. No -queremos
crear ilusiones en _este punto: entre el marxismo y el cristianismo no es
posible conciliacíóii teórica alguna, ni cabe nihguna convergenda ideológica»,
citado por V allet en Datos 1 notas .... , pág. 96.
(33) El «inédito viable> és, en realidad,. la- revoluci6n continua, dr.
Paulo Freire y la educación liberadora,
No se debe olvidar que ya Engels, en CfJntrib11ci&n a la histori;:1 del cris
tianismo,
había sefíaladó: «Anlbos, el cristianismo como el socialismo obre
ro,
predican una liberación próxima de la Servidumbre y miseria; el cristia
nismo
transporta esta liberaci6n
al más allá en una vida después de la muer
te en el cielo; el socialismo la coloca en este mundo, en una transformación
de la sociedad». Citado por Vallet en Datory notas .... ,··págs. 93~9'4.
(34) Gustave Thibon, op, cit., pág. 273.
721
Fundaci\363n Speiro
ESTANISLAO CANTERO
se envuelve de una ignorancia sagrada. Los caminoo de la revol.uclón
son impenetrables como
lo eran en otro tiempo
loo caminoo de Dioo.
Y
su fin
se pierde
en
las tinieblas de un absoluto ante el cual el
hombre
y su felicidad no cuentan para nada. En otras palabras: no
está la revolución al servicio del hombre, sino el hombre al servicio
de
la revolución. Y la revolución no puede
ser permanente más
que
en la medida en que su objetivo
se mantenga
indeterminado
e inacce
sible . . . Al prescindir de la
gracia y
de la salvación,
estamos en ple
na teología negativa. La trascendencia divina permanece, con la sola
diferencia que
ha caido del cielo a la tierra, que ha descendido de
lo eterno
para incorporarse al porvenir. 1lI absoluto -<:óncluye Thi
bon-recha7.ado en su origen e irrealizable en el tiempo, no tiene
otro refugio: la Ciudad futura,
por definición, no será jamás la Ciu
dad presente".
Pero aunque el fin no se sefiale, aunque no se diga para qué, el
hecho es
que la reforma
y el cambio de estructuras conducen al to
talitarismo, consecuencia de negar la existencia de un orden objetivo,
con 1a destrucción del organismo social en el fundamentado.
Totalitarismo
en el mito
impuesto,
y totalitarismo en la conclu
sión de los hechos sociales a que
el mito conduce.
Si, pues, el mito conduce a la
mayor esclavitud
que es
p05ible
concebir,
pues
esclaviza a
la voluntad
y a la inteligencia, ¿cómo es
p05ible su
difusión y
aceptación?
Se debe
a
una fundamental falta de formación y a un cierto com
plejo de culpabilidad en
virtud del cual el hombre no quiere ser
acusado
de complicidad con unas
estructuras que se tachan de
opre
soras. Por la falta de formación,.
ha admitido los errores sociales así
como sobre la historia; no sabe, duda y, cuando menos, cara al exte-
rior, tiene un absurdo sentimiento de ridículo a ser señalado como
diferente a lo que ahora se lleva (3S).
Sólo de
ese modo es posible que
tenga éxito
una publicidad del
tipo
"suscríbase al
cambio", que más que a una revista, alude
para
(35) . Cfr. E,stanisl~ Cantero: lfl. -mala ronciencia .-... , Verbo núm. 103;
págs. 300 y sigs. ·
722
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
su éxito precisamente a la idea mítica del cambio, al cual no sabe
resistir so
pena de parecer anacrónico.
Señalar
los
errores, detenernos en un
aspecto puramente
crítico,
sería detenernos
a medio camino. Nuestra labor, tantas veces repetida,
consiste en instaurar y restaurar
todas las CQSaS en Cristo. Aunque
nos cueste, aunque a veces parezca imposible
lograrlo. Pero
nada
tenernos derecho a esperar si no ponemos los
medios a
nuestro
al
cance. Y esa es la labor en la que la Ciudad Católica no ha dejado
de insistir; ese es el objetO de nuestras reuniones. Por ello, para
concluir, hay que hacer referencia a la defensa que cabe hacer frente
a este mito;
más aún la batalla que hay que dar a este mito, pues si
Maeztu repitió que "ser es defenderse" como recordaba .el llorado Ga·
briel
de Armas en la
pasada reunión, ser es también atacar, como
apostillaba el inolvidable Sciacca. Ante todo,
hay que
hacer hincapié en
la necesidad de la reforma
moral personal. Reforma moral que nos lleve al combate por Cristo,
principio
y fin de todas las cosas. A la fe revolucionaria es necesario
combatirla con la
fe católica.
Es un error fundamental creer que es posible edificar algo pres
cindiendo
del pilar
fundamental que
es Dios.
La sociedad va a la
deriva porque ha abandonado a Dios. El laicismo, como se verá en
esta Reunión, es la fuente principal del mal que achaca. a la socie
dad.
Creer
que el mito marxista del cambio de estructuras puede ser
combatido simplemente con
otras instituciones
o con
otras estruc·
turas, con olvido de Dios, es absurdo. Por otra parte, significa, aun-.
que
se crea lo contrario, aceptar los
postulados del mito. Acaba acep
tándose
lo que se
pretendió
combatir.
Como
señaló Donoso
Cortés (36) en la comparación de los dos
termómetros, político uno, religioso otro, "cuando la represión re
ligiosa no exista, no habrá bastante con ningún ·género de gobierno;
todos los despotismos serán pocos".
Es necesario conncer los errores· del mito, y para ello es nece
saria ,la· formación intelectual; y junto a ella, una acción, pues de
(36) -Juan -Donoso Cortés: Discurso sohre la dictadura en Obras com.
pletas, t. II. BAC, Madrid, 1970, pág. 319 ..
723
Fundaci\363n Speiro
ESTANISLAO CANTERO
nada sirve contentarse ron saber si después no llevarnos a la práctica
la doctrina, romo Eugenio Vegas (37) no ha cesado de recordar.
Por ello, la necesidad de hombres de principios y de acción (38),
que cumplan con su
· deber
de
estado; hombres
responsables,
ron
resp;onsabilidad en·
el pensar y responsabilidad en el obrar, pues la
responsabrlidad es la única defensa personal frente al mito.
En
el aspecto social, la única defensa que cabe es la organiza
ción
social
por cuerpos
intermedios (39)
que constituyen las verda
deras estructuras sociales
y que no responden a una roncepci6n idea
lista,
imaginada, sino
que son fruto natural de
la ronvivencia hu-
mana.
La reforma y el cambio de estructuras, por definicioo, rnmioao
hacia
el progteso;
pero, romo observa Balmes (40), "progresar es
marchar hacia adelante,
y si esto se ha de aplicar a la sociedad en
sentido razonable, sólo puede significar
marchar hacia la perfección.
Cnando la sociedad se perfecciona, progresa; cuando pierde su
per
fección, retrograda: pata saber si hay progreso o no -<0ncluía
toda
la cuesti6n está en si
hay nueva perfección o no".
Perfecci6n
que supone un caminar hacia el bien, un caminar
hacia
Dios. Y
para ello, romo ha señalado De Corte (41), es necesa
rio un punto de
referencia, lo
que niega el cambio de estructuras que
supone un progreso universal
hacia el futuro. Tal punto de referencia
estriba en el orden natural
de las cosas, por el que éstas estan diri-
(37) ar. Eugenio Vegas La.tapie: Doct,ina y «ción, en «Escritos po.
líticos», ed. Cultura española, Madcid, 1940; Verbo núm. 60, diciembre 1967.
(38)
Goitt.alo Cuesta: Formaci6n de hombres de principios y de «
ción, Speiro, Madrid, 1964.
(39) Cfr. Michel Creuzet:
Los cuerpos intermedios, Speiro, Madrid,
1964.
Contrihución al estudio de los u1erpos intermedios, Speiro, Madrid, 1967,
Juan V allet de Goytísolo: Fuudamento y sol11ciones de la organizar:ión
por ~uerpos intermedios, Speiro, Madrid, 1970 y en Dalqs y notas ....
(40)
Jaime Balines: Consideraciones polltiéa.r sobre la situación .de Es
paña, en Obras completas, t. VI, BAC, Madrid, 1950, págs. 58-59.
(41) Or. Marcel De Corte: L1homme contre-l11i-mJme, Nouvelles Edi
tions Latines, París, 1962, pág. 208.
724
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
gidas a su fin propio, y se da una adecuación de las partes al todo
y una interacción de lo múitiple con lo uno.
A este orden natural responde la txgaoización social por cuerpos
intermedios, como constantemente ha repetido el Papa desde Pío IX
a
Pablo VI,
al señalar la doctrina social de la Iglesia.
Pero,
por último, no olvidemos que de
poco sirve estudiar y tta
baj"" si al mismo tiempo no se lo pedimos a Dios; de poco sirve
si no
rezamos. El ora et labora ha de set, hoy como ayer y siempre,
nuestro lema, y todo para la mayor gloria de Dios.
ACTAS DE LA V REUNION DE AMIGOS DE LA CIUDAD CATOUCA
El Paular, 29, 30 y 31 de octubre de 1%6.
11
PUNTOS BASICOS PARA LA ACCION DE LOS SEGLARES
EN EL MUNDO
Introducción: Comunidad y espíritu comunitario, por Germán
Alvarez de Sotommyor.
Ortodoxia
de la
fe: ''Creo en Dios, Padre Todopoderoso", por
Juan Roig GironeUa, S.
l.
Espiritualidad y acción consecuente de los seglares en el mun-
do, por José María Gil Moreno de Moro.
Método
racional, por
Rafael Gambro.
El
Orden natural
y el Derecho, por Juan V aUet de Goytisolo.
Importancia
de la Política, por
Eugenio Vegas Lata/pie,
Poder político y poder económico, por Francisco José Fenuin,.
dez de la Cigoña. .
76 págs. 60 ptas.
725
Fundaci\363n Speiro
POR
EsTANISLAO CANTERO.
"... No se edifica,:á la ciudad de un modo distinto a como Dios
la Iui edifica.do ... ; no, la civilización no está por inventar, ni la nue
va ciudad por construir en las nubes. Ha existido, existe: es la ci'l'i
lización cristiana,
es la ciudad católica.
No se trata más que de
ins
tauratla
y restaurarla, sin cesar, sobre sus fundamentos naturales y
divinos, contra los ataques siempre nuevos de la utopía malsana, de
la revolución
y de
la impiedad: omma mst-ar• in Christo"" (1).
En estas palabras de San Pfo X, que sintetizan de modo admira
ble la dorrina
social de
la Iglesia, y que VERBO no ha cesado de re-.
cordar,
se encuentra
tanto el diagnóstico de ilos males de la sociedad
actwd como su remedio, lo que constituye el tema de la actual Re
unión y,
especialmente,
la solución a la poneucia que por encargo de
nuestro
común maestro y amigo Juan
Vallet, me
toca desarrolla,r acer
ca
del
lllito de
la
reforma de estructuras.
El
mito de
la reforma de estructuras ... (2). ¿Por qué este títu
lo para
una pooencia
en
el marco de la temática de esta XIV Reunión
de amigos de
la Ciudad Católica?
¿ Es la reforma de estructuras una de las raíces de los errores de
la sociedad actual?
(1) San Pío X: Notre charge apostolique, I, 11, en la BAC,.Doctrina
pontificia: Doaunentos pollticos, Madrid, 1958, pág. 408.
(2) Por su interés en torno a este tema, cfr. Juan· Vallet de Goytisolo:
Dalos
y notas sohre el cambio de estr11ctJ1ras, especialmente el estudio Cris
tianismo marxista, ed. Speiro, Madrid, 1972, o en Verbo núm. 107-108,
agosto-septiembre-octubre 1972,
También, Miguel Poradowski: La teologia de la liberación, Verbo, nú
mero 128-129, septiembre-octubre-noviembre
1974; o
en
edición separada,
Speiro, Madrid, 1974.
707
Fundaci\363n Speiro
ESTANlSLAO CANTERO
Y si lo es, ¿por qué y en qué consiste?
O acaso, por el contrario, ¿no se saneará la sociedad precisamente
mediante la reforma o el cambio de estructuras?
Por que si la sociedad
está a la deriva, como realmente ocurre,
podr/4 parecer (como se esfuerzan en hacernos creer los propugna
dores
del mito) que
para recobrar y mantener el rumbo, rumbo que
debe conducir a los hombres a Dios,
para lo cual es necesario. que
se vea favorecido por una sociedad cristiana ( en contra de lo que
los mismos defensores del mito se esfuerzan en hacemos creer), de
bería ser necesario reformar
e incluso cambiar las estructuras de la
sociedad. Dicho de otro modo: ¿no será que la sociedad va a la de
riva precisa.mente a causa de sus estrucruras, y, en consecuencia, éstas
ha de ser reformadas y aun cambiadas?
La
respuesta a tales interrogantes está condicionada
y viene de
terminada por una cuestión
filosófica; más aún, teológica, pues, como
recordaba Donoso Cortés (3), "toda afirmación relativa a la sociedad
o al gobierno supone una afirmación relativa a Dios; o lo que es lo
mismo, que toda verdad política o social se convierte forzosamente
en
una
vemad teológica",
El
plantear tales interrogantes, pot tanto, no significa dudar de
la
respuesta. Las palabras de San Pío X con las que comenzarnos, y
la afirmación donosiana, que en
el fondo vienen a significar lo
mismo, no
dejan
lugar a
dudas.
Pero en la sociedad a la deriva, en la que el
"insensato" de
nues
tros días
-tan magníficamente
descrito por Rafael Gambra (
4)
casi representa al hombre "normal", la duda, unida a la falta de for
mación (5) ha venido a constituir uno de los motivos pot los que
hoy se ha generalfaado la idea de la necesidad de la reforma y el
cambio de
estructuras, constituyendo
uno de los
más graves errores
de
la sociedad
actual. El "insensato" con
su constante "¿por qué no?",
(3) Juan Donoso Cortés: Ensayo sobre el catolicismo,, el liberalismo y
el socialismo, Espasa-Calpe, col. Austral, 2.ª ed., Buenos Aires, 1940, pági
na 13.
( 4) Rafael Gambra Ciudad: El silencio de Dios, ed. Prensa .Española,
Madrid, 1968.
(5) Cfr. Estanislao Cantero: La mala conciencia en los cristianos y la
marcha inrreversible hacia el socialismo, Verbo, núm. 103, marzo 1972.
708
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
que considera posible todo lo absurdo, al tiempo que pa:rece compla
cerse
en rechazar lo que no lo sea, ha terminado por convencerse de
que
ya no cabe dudar, y ha llegado a la conclusión indiscutible, in
dudable, de que la buena o
mala marcha de la sociedad depende ex
clusivamente,
o
· al menos primordialmente, de sus estruaw:as.
¡ He ahí el mito!
El mito
swrge cuando la idea
de que de
las estructuras depende
"todo", se convietre en la única, iba a decir verdad, lo que no es
cietto, pues la veroad se rechaza, se convierte, por tanto, en lo único.
que el hombre y la sociedad admiten,. con un dogmatismo realmente
cetri[, en una época que se caracteriza por rechazar y pe,seguir todo
dogmatismo,
peto todo
dogmatismo
verdadero, y aun la noción mis
ma de vetdad (6).
Como el
tema de
esta ponencia
es amplísimo, prescindiremos en
todo
lo posible de aquellas
cuestiones que se tratan en las demás
ponencias,
las cuales afectan profundamente a la formación y exis
tencia de este mito,
pues sin los demás errores que a lo largo de esta
Reunión serán expuesros, no podría existir, pues es consecuencia de
ellos;
ni tampoco el mito del cambio de estructuras, en que el pri
mero desemboca necesariamente; es decir, la revolución permanente,
la revolución por la revolución.
La idea básica que encierra el mito de la reforma de estructuras,
lo
hemos indicado
ya, es la dependencia de la sociedad y del hombre
de
las estructuras.
Pero
¿cómo es posible llegar
a esta conclusión determinista, en la
que la libertad del hombre no tiene cabida?
( 6) La p,imacía absoluta de las estructuras eclipsando de modo perma
nente y completo a los hombres es u'na idea típicamente marxista, e indica.
el grado en que ha sido asimilado el marxismo
aun p~r quienes
se consi
deran contrarios
a él, que incluso
lo combaten en determinadas realizacio
nes prácticas como el comunismo, pero, sin embargo, no se oponen realmente
a él, pues admiten algunos de sus postulados fundamentales, como ocurre
con éste.
En torno a
la cuestión de la admisi6n más -o menos consciente de deter
mina.das tesis marxistas por quienes no se consideran tales, cfr. José Gil Mo
reno de Mora: ¿Es usted marxista?, Verbo, núm. 7'-16, mayo-junio-julio
1969.
709
Fundaci\363n Speiro
BST ANISLAO CANTERO
Ante todo, es neresario rerordar que su origen y su causa prin
cipai se
encuentran en el pecado original
y en nuestros propios pe
cados. Hoy, esta verdad irrebatible, en el mejor de los casos, es to
mada a chacota; ruando no se considera merecedora de-tratamiento
psiquiátrico.
El error surge
porque debido a
nuestra naruraleza caída, nuestra
voluntad peca rompiendo el orden de la namraleza creada por Dios.
Hoy, en cambio, vemos que se admite y
hasta se aplaude una con
cepción
tan monstruosa como la que supone que el origen de taras
y represiones se encuentra en la religión católica.
¡ Herejes que se dicen católicos! Al afinnar que el mal surge de
la prohibición ( es
deci<, que
lo que es
malo lo
es porque
está prohi
bido),
en lugar de que se prohibe porque es malo, la misma noción
de pecado
termina por
desaparecer, como consecuencia de la nega
ción de un orden
creado por
la
inte'ligencia divina,
pues la primera
negación lleva ínsita la segunda.
En
efect0, si algo es malo porque está prohibido, basta eliminar
tal prohibición
para hacer
bueno
fo malo. El voluntari&mo que tal
afirmación encierra, supone afirmar que
el orden de la creación no
obedece a una voluntad inteligente; en consecuencia, la voluntad,
si
así lo quiere, puede ordenar lo ,que ayer prohibió y viceversa; lo que
lleva a negar
la existencia de un orden creado por Dios, como quiera
que no puede existir
si no hay una inteligencia ordenadora, en virtud
de la cual se
adecúen las cnsas a su fin propio, el cual en tal concep
ción
tampoco tiene cabida.
Al señalar la ininteligibilidad del universo, ya sea porque no
existe un orden
narurai ya
porque
si existe
no lo podemos conocer,
los actos humanos y la
organización de
la sociedad
han de confor
marse de acuerdo con nuestras propias construcciones menta1es, que
ahora, además, se imponen por la fuerza, consecuencia de negar la
subordinación de la voluntad a la inteligencia, la coa[ debe leer en
la
naturaleza, descubriendo el orden que Dios ha creado.
Vo!untarismo,
nominalismo, idealismo. y racionalismo, que unido
a
la triple intoxicación rousseauniana que empapa a la sociedad e im
pera en la actua,Jidad, llevan como desenlace al mito de la reforma
710
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTUII.AS
de estrucmras; y de este al mito del cambio de estructuras, por medio
del marxismo
a
que
aquellos conducen.
Estas caractrerísticas son comunes a ias diversas manifestaciones
del miro; porque el miro, a nuestro juicio, tiene tres manifestaciones
principales:
En primer lugar, una reforma de estructuras que propugna una
sociedad de corre democrático, libend y capitalista. La volunmd ge
neral y el contrato social son bases ,indiscutidas de la misma.
En segundo lugar, una reforma de esttuctutas que propugna una
sociedad socialista,
pretendidamente no marxista. El igualitarismo,
proporcionado por un Estado que absorbe rodas las funciones pro
pias
de los cuerpos
intermedios que
forman
la sooiedad, es su meta.
En tercer !ugat, una reforma de esttucruras que propugna un
mundo abwlutamente nuevo, marxista. La transformación continua,
el cambio permanente, el cambio por el cambio, la praxis, constituye
el único eje en
tomo al cual se configura la sociedJid.
Aun sin detenernos en este punto, DO hay que cJlvidar que estas
tres concepciones estan esttocbamente ligadas,· de tai modo que la
primera conduce a la segunda, y ésta a la tercera, puesto que los
postulados de cada una de elllls desemboca en la siguiente, lo cual
no es solamente una cuestión doctrinal, puesto que en la práctica
los
hechos
lo corroboran a posteriori (7). Por eso, no hay que caer en
un
error que puede ser fatal, al considerar que el único peligro que
acecha
a la sociedJid está en la reforma de estructuras de cacicter
marxista,
que si es
el mis grave, quizá para ios españoles, DO sea
(7) CTr. Jean Ousset, El ma,.xismo-!eninismo,-en especial El marxismo
heredero del liberalismo, Speiro, Madrid, 1967, pág. 38-41.
Cfr. Arthur_ Koestler en parecido sentido, que afirma: «... me parecía
que la Rusia comunista recogía la antorcha que los liberales de la casa
Ullstein habían abandonado . . . Para mí, , niJ había interrupción -sino con ti~
mlldad lógica entre el modernismo de Weimar y la nueva cultura soviética
que
parecía destinada a ser su heredera. ,
Esta sensación de continuidad también se extendía a , la esfera de los pro
blemas sociales ... Donde yo mirara, en todos los campos 'de la actividad so
cial y cultural, el movimiento comunista aparecía como una prolongaci6n
16gica
de
la tendencia
humanística progresista».
Autábiografia: 2. El camino
hacia Ma,x,
ed. Alianza-Emece, Ma'drid, 1974, págs. 122-123.
711
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ESTANISLAO CANTERO
el más inmediato, y que, por otra parte, puede conducirnos a acep
tar, por miedo a ésta, las otras reformas, que a la postre conducirán
a ella.
Ni que decir tiene que toda reforma de esrructuraS para su rea
lización y justificación (prescindiendo de arras consideraciones no
menos
importantes), apela
a
la justicia. Pero como ha observado
V
allet de Goytisolo (8) una de
las confusiones en tomo al concepto
de justicia, consiste en el "olvido de que
la justicia es una virtud
que debemos practicar todos
y cada uno, y de que no se puede oh
jetivizar
en una
estructura rígida,
como panacea impuesta totalita
riamente". Y ese es un error común a rodas esas refo11mas de esttuc~
turas que hemos señalado.
Porque, como
señala el mismo Vallet
(9),
"hoy la panacea de
todos !os males se sitúa en un
pretendido cambio
de
estructuras y,
a veces, simplemente en la destrucción de las existentes. Se estima,
ya sea ingenuamente o bien
bajo una
pasión de odio, que destruidas
ellas, el
orden
y la felicidad florecerán casi espontáneamente".
Al señalar el error del mito de la reforma de estructuras, no sig
nifica
que
ignoremos o
despteciemos en
absoluto su
importancia; por
el contrario, hay que ser conscientes de que no es lo mismo una u
otra estructura: hay estructu±as que favorecen la convivencia y pro
mueven
el camino del hombre hacia Dios, mientras que otras lo di
ficultan grandemente.
Pero
el error de la reforma de estructuras consiste en tomat la
parte por el todo, en fijarse
tan sólo
en un aspecto· prescindiendo de
los demás, de
modo que es el único que hay que considerar.
Como continúa Vallet (10),
"sin duda el problema de las estrue
turas existe, como existe el problema de los hombres en las relacio
nes
entre unos
y otros en este inundo", y afiade: "La vieja distinción
de las
cuatro causas ran olvidades
puede ayudarnos a comptenderlo".
(8) Juan Vallet de Goytisolo: Cinco olvidos o confusiones en torno al
concepto de ;usticia,-Verbo núm. 103, marzo 1972~ pág. _230; también en
Algo sobre tema, de hoy, Speiro, Madrid, 1972, pág. 61.
712
(9) Juan Vallet de Goytisolo, Oh. últ. cit., págs, 230-231 y pág. 61.
(10) Juan Valle! de Goytisolo, Oh.
últ. cit., págs, 231 y 61.
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
"En una .visi6n globai --Oice-para la realización de la jus
ticia más general: la naturaleza es la causa
material, pero
no inerte
sino dinámica y viva; el hombre, la causa eficiente; ias estruauras
y su funcionamiento, la causa formal, y el bien común, la causa final
que confluye en el orden de la creaci6n".
El
miro de la
reforma de
estructuras, por
ranro, prescinde
de la
naturaleza, del hombre y del bien
cop1ún; por eso sólo puede des
truir, nunca construir. El miro de la reforma de estrueturaS, cualquiera
que
sea su
manifestación, es
esencialmente
desttuetivo; rompe con
el
orden de la naturaleza que
se niega
a descubrir; reduce al hombre
a la condici6n
de esclavo, sujeto a unas estructuras de las cuales
depende, impuestas
coaccivamente; sustituye
el bien común
por el
miro, el
cual justifica cualquier rotalitarismo que lo empuje en esa
dirección, como
el mismo Vallet (11)
ha observado, con el consuelo
de creer que tal meta mítica constituirá su felicidad.
Las
estrucrutas sociales
no son fruro de la
imaginación ni
de el
devenir
histórico. Son
obra
del hombre,
de los hombres, que con su
voluntad, guiada por su
razón, ha de observar e1 orden de la natu
raleza, descubriéndolo de modo que tiendan
a1 bien común. El hom
bre no depende de las estrucrutas, sino que éstas son fruro de su
obrar racional,
conforme al cual deben
configutarse y perfeccionarse
en armonía con la naturalea.
Lo conttario podría hacernos caer en
otro error, consistente en considerar a las estructuras inertes, como
si no tuvieran importancia, o como si siempre debieran permanecer
idénticas
en roda, sin distinguir lo
permanente de lo mudable.
En efeao, :las estructw:as sociaies no son cambio continuo, trans
formación permanente, como afirma el miro que rodo lo cifra en
ellas, en especial el mito marxista.. Pero tampoco son está.ricas, inva
riables en rodas sus aspecros.
Las
estructuras sociales [y en
especial los cuerpos intermedios,
auténtica
base y forma de la sociedad sin la cual ésta no puede real-
(11) Cfr. Juan Vallet de Goytisolo: Sor:iedad de ma.ras y De1echo, Tau
.rus, Madrid, 1969, pág. 169; e Jdeologia, praxt's y milo Je la tecnomwia,
2.@ ed. castellana, ~ontecorvo, Madrid, 1975, pág. 233.
7U
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ESTANISLAO CANTERO
mente existir (12)}, si realmente lo son, tienen vida, y aun cuando
puedan ser contempladas estáticamente, son esencialmente dinámicas,
y, por ello, susceptibles de ser mejoradas al paso del tiempo, puesto
que las obras
humanas no son perfectas aun
cuando
deban tender
hacia la perfección.
La vida social, los cuerpos intermedios, las estructuras, son fruto
del obrar
racional del hombre, son tradición. Por eso, no cabe tachar
de
inmovllistas a quienes
señaÍan los
errores
del mito de la reforma
de
estructuras, pues
no cabe confundirla con la postura
conservaduris
ta
que constituye el error anteriormente señalado (13).
Por ser instituciones vivas, no sólo son susceptibles de mejora,
sino que es esencial el que han de ser mejoradas; de lo contrario,
se anquilosarían,
perderían su vitalidad
y acabarían por morir.
Pero
eso no
significa que
el mero
transcurso del
tiempo mejore
las instituciones ·sociales; ni tampoco que automáticamente la obra
del hombre a lo largo del tiempo sea una obra de mejora, de per
feccionamiento; ni, en fin, que la historia avance hacia el progreso
según un pretendido "'sentido de la historia'". Errores que forman
también
parte del mito
de la
~eforma de estructuras.
Puesto
que
existe bien
y mal, y el hombre es libre, las institucio
nes sociales pueden
degradarse, estropearse
por el
obrar humano;
no
existe un
progreso indefinido,
ni hay razón para suponer que la his
toria se mueve hacia el progreso sin posibilidad de regresión (14).
(12) CTr. Michel Creuzet: Los cuerpos intermedio11 Speiro, Madrid,
1964.
Contribución al estudio de los cuef"pos inleNnedios (Actas de la VI
Reunión de amigos de la Ciudad Católica), Speiro, Madrid, 1967.
Jnan Vallet de Goytisolo: Fundamento y soluciones de la organización por
cuerpos intermedio.r,
Speiro, Madrid, 1970; o en Dfllq.r y no-tas ...
(13) Cfr. Revolución, Co-nservaduri.rmo, Tradidón (Aetas de la XII
Reunión de amigos de la Ciudad Católica), Speiro, Madrid, 1975.
(14)· CTr, Jaime Balmes: Cartas a un escéptico en materia de religión,
Obras completas, t. V, BAC, Madrid, 1949, págs. 316 y sigs.
Rafael Gambra: Op. cit. y El mito de{ progre.ro. El progreso de la His
toria
y el progreso en 14 Historia, Verbo n6m. 73, marzo 1969, o · en Los
· mitos actuales, Speiro, Madrid, 1969.
Juan Vallet de Goytísolo: Sociedad de masas y Derecf:,o, págs. 164-170;
714
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCIUR.AS
De echo, las ha habido, y hoy, desgraciadamente, v.ivimos una nueva
etapa de regresión y decadencia.
Y he
aquí, entonces, la pregunta que no podía faltar y que, sin
duda, se
nos hatá por quienes creen en el mito:
¿En ese caso,
no hay
que proceder a una reforma de las esttuc
roras? Y
los
más radicales: ¿No se hace necesatio cambiat las es
ttucroras? Y ambos conjuntatnente: ¿No teníamos, pues, nosottos
raz6n? ¿Acaso
al final no está
la solución en las esttucturas?
¡ De ningún modo! ¡ Eo absoluto!
Es cierto, será necesatio impedir esa degradatión, pero nunca
reforrnat y menos
cambiat las esttucroras con
el
significado que
esas
palabras tienen
pa,:a ios
que propugnan y
acepran el
mito.
Porque
la di,ferencia esttiba en que hay que proceder a una res
taurrJdón de las instituciones sociales, a una _re1ta,wación del orden
social,
que,
además, debe
hacerse
por el propio hombre, pa,:a lo
cual es necesattio que preceda una refotma mota! personal del
mismo.
Reforma moral de los hombres previa e imprescind>l:ile, como re
cordaba
Pí XI
(15), a toda
acción sobre
las
esttucturas; lo
cual es re
chazado por
el
mito. Se pretende una sociedad justa sin que nadie
tenga que ser justo (16), Se derriban los cimientos, que son los hombres
concretos, y se pretende edificar sobre lo absttacto, constituido por la
"humanidad" o
la
"sociedad", con
independencia
de los hombres
que la forman (17).
ldeologla, praxis y milo de la tecnocracia, págs. 225-253; De la virtud de la
¡ustida a lo izuto ;urídico, 4c) y 5, en En torno al Derechó Natural, Sala,
Madrid, 1973, págs. 93-103.
(15) Cfr. Pío XI: Q11adragesimo anf'Jo, núm. 127-129. ·
(16) Cfr. Juan Valle! de Goytisolo: De la virtud de la ¡1111icia .... ,
25-26, en En torno al .... , págs. 163-172.
Esta.nislao Cantero: Riqueza y jiohreza: San Juan Cri.ró.rtomo y su.r Ho
milfas sobre
San
Mateo, V, VerbO núm. 117-118, agosto-septiembre-octubte
1973, págs. 715
y sigs.
·
(17) Cfr. Francisco Ellas de Tejada: Lib"ertad abstracta y libertades
contt·etas,
Verbo núm. 63, marzo 1968, o en Contribuciones aJ estudio de ....
Juan Vallet de Goytisolo: La libertad civil, Verbo núm. 63, y en Con
tribución .... ; Sociedad de masas y Derecho, parte I, caps. III, IV, V y VI
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EST ANISLAO CANTERO
Reslatlr""'6n y no reforma ni cambio. La diferencia no es de
forma, sino
de fondo.
La
restauraci6n supone partir de las estructuras
existentes.para
restablecer el orden social basado en la naturaleza (18).
Supone una vuelta a
la tradición. La reforma y el cambio suponen
una ruptura, una destrucción, son revolucionarias.
Observemos
frente a
estas teorías, conservadora
una, revoluciona
ria otra, que el orden social no es justo por set vigente, lo que afirma
la primera, ni que es injusto por no adecuarse con la idea mítica
de
Ia segunda,
como esta afirma.
El orden
social es justo en cuanto sea acorde con el orden natural,
que es objetivo,
tatl como Aristóteles
(19) señaló, o
como Cicerón
(20)
ponía de relieve al referirse a
lo. 30 tirano..
Por el contrario, para Ia reforma y el cambio de estructuras, no
hay
un orden
natuial, objetivo, · ni existe tampoco la justicia natural.
Como
observa Vallet
(21)
respecto al
orden
ínsito por
Dios en
su
obra
creadora, "no lo conocemos en su totalidad, que tal
vez no lle
guemos a alcanzar nunca. lo estamos descubriendo siempre, y, a
veces, olvidándolo. Pero sí lo conocemo. en lo indispensable para
regular el orden proviSOrio· de est~ mundo: distinguiendo fo uni
versal y lo particular, lo que permaoece y lo que cambia, el ser y
el devenir, Jo sustancial y lo accidental".
Distinción fundamental frente
al mito, para el que Ias estruc
turas
existentes son
radicalmente injustas. Sólo el mito es justo. Por
eso
se afana en una destrw:ción de aquellas estructuras que no res
ponden a sus ideas preconcebidas. Porque
se considera que se vive
(18) Cfr. Juan Vallet de Goytisolo: Controversias efJ torno al Derecho
Natural
y ¿Paede discernirse el orden natural y con q11é akance? ¿Qué inci
dencia en él tiene la acción del hombre?, en En lorno al ....
(19) Cfr. Aristóteles: Etira a Nkomaco, traducción de María Araujo y
Julián Marías, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1970, pág. 81 (V, 7).
( 20) Cfr. CicetÓn: Las leyes, traducción, introducción y notas de Al
varo
D'Ors,
Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1970, I, 15, 42; dr. I,
15, 42 a I, 17, 47, págs. 89 ysigs.
(21) Juan Vallet de Goytisolo: El orden nalural y el dererho, en En
torno
....
,
pág. 18.
716
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTUMS
bajo unas estructuras de opresión, que hacen que a la fuerza seamos
malos,
bajo un sistema en el que
no. podemos ser buenos (22).
Así, se hace depender al hombre de las estructuras, de forma
que, cuando éstas sean "justas", entonces Jo será el hombre. Error
que
lleva a pretender una sociedad justa sin que nadie tenga que
ser justo. Por
otra parte, no
se puede proceder a
la sustitnción de unas
estrucmras o la mejora de las mismas, sino se sabe qué es. lo que
hay que hacer, qué es
Jo más acorde con 1a justicia. Lo que supone,
también, proceder con gran prudencia,
para hacer
una valoración
de
'las injusticias
reales, viendo
Jo positivo y lo negativo, puesto que
la perfección y la justicia absoluta no pueden
conseguirse en
este
mundo. Como señala el
mismo Vallet (23): "Las institnciones no puedro
jmgarse
sólo
por los
abusos de
ellas que se produzcan, sino por el
balance de
lo positivo y lo negativo de su uso y, aun no siendo
favo
rable el balance -aparte de que se· procuren corregir sus defecros
y
los
abusos--, antes de destruirlas se debe parar mientes en sopesar
si su desaparición cansaría mayores bienes o males o impediría ma
yores males o bienes". Si "es todo un
mundo el que
hay que
rehacer desde
sus cimien
tos", como
señaló Pío XII, no es a través de la reforma y del cam
bio
de
estrucmras como ha de conseguirse, sino a través de la res
tauración del
entramado social, de ios cilerpos intermedios, instau
rando y restaurando todo en Cristo, como señaló
San Pío
X.
(22) Esta idea es esencial al marxismo ya desde el Manifiesto del Par
tido Comunista. Hoy está presente en las diversas «.teologías» de la libera
ción, de la revolución y de la violencia y en doctrinas pretendidamente cris
tianas y educadoras y pedagógicas, como las de Paulo Freire e incluso en
católicos de buena fe.
Cfr. Marcel Qement: El comuniJmo ff'ente a Dios, Speiro, Madrid, 1974.
Miguel Poradowski: La marxistización de la teologla, Verbo núm. 119-
120: La escalonada marxistizatión de la teología, Verbo núm. 121-122; La
ieologla de la liheritción, Verbo núm. 128-129; Teologla marxista y misio
nes, Verbo núm. 137-138.
(23) Juan Valle! de Goytisolo, Ob. últ. cit., pág. 21.
CTr. De la virtud de la ;usticia .... , 25, págs. 165 y sigs.
717
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EST ANISLAO CANTERO
El cambio de estructuras, por el contrario, justifica cualquier cipo
de acciones·
para su realización. Toda clase de medios son lícitos si
se dirigen a impulsar el
cambio. Incluida la violencia en todas sus
manifestaciones (24).
Así lo
afirma, por ej,emplo, Ernesto Carde
nal (25), al
señalar que la lucha por la liberación, la revolución,
pueden necesitar
acudir a la violencia, y ello no sólo es justo, sino
que no
puede dejar
de ser justo. Idea exacta aunque con distintas
palabras a la de Mao (26) al señalar que la única guerra justa es
la guerra revolucionaria.
El cambio de estructuras justifica todo y afecta a todo. Incluida
la
cultura y la enseñanza. La revolución cultural, con la que desapa
te=
todo
vestigio de cultura cristiana
es un aspecto funda.mental a
realizar. El
cambio de conciencias es también objetivo primordial
del mito.
Se llega así a la "educación liberadora" propugnada
por
Paulo Freire (27) pues no cabe el cambio de estructuras sin un previo
cambio de las conciencias. Aunque no deba, la voluntad puede obrar
mai pero con conciencia de ello, lo que es grave, pero lo aterrador
es
que llegue a obrar mal sin conciencia de ello; a
obrar mal cre
yendo hace,, el
bien: la
concientización es el medio
de conseguirlo.
La inteligencia se anula y, como si se tratara de un lavado de cere
bro, se llega a la suscimción del conocimiento por la praxis del cam
bio, en lo que consiste la concientización. Trágico fin para quien
Dios creó a su imagen y semejanza.
Si
hasta aquí se ha hablado de la reforma
y del cambio de es-
tructuras, roca ahora hablar del mito.
En io que aquí nos interesa, decimos que se trata de un mito,
porque se caracteriza por adherirse a la idea central de la reforma de
estructuras sin ninguna ha~ racional, sin ningún tipo de razonamien-
(24) Cfr. Estanislao Cantero: Fortaleza y violencia, Verbo núm. 114,
abril 1973
y en Contempladón y acción, Speiro, Madrid, 1975.
(25)
Cfr. Ernesto Cardenal, entrevista
en «El Ciervo». núm. 222-223,
agosto-septiembre
1972, citadó por Vallet en Datos y no-tas .... , págs. 163-164.
(26) Cfr.
Mao-Tse-Tuhg: Problemes stra1égiques de la guerre ré11olu
tonnaire,
Union générale d'éditions~ París, 1962, págs. 18-19.
(27) Cfr. Estanislao Cantero: Paulo Freire y la educación liberadora,
Verbo núm. 133-134, o en edición separada," Speiro, 'M'acltid, 1975.
718
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EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
to, La inteligencia se somete al mito que ha creado la imaginación.
La idea es la única realidad, y, en consecuencia, la razón queda so
metida a ella. Y en la manifestación más eJ
la cual se trata de con
figurar ciegamente la realidad, sino de la praxis, la cual, en un dina
mismo continuo, sin ninguna doctrina que sea su base, constituye
su propia meta.
La reforma y el cambio de estrucruras se aceptan porque sí. Se
trata de una adhesión a una idea, a la praxis, al mito, que, con fre
cuencia, viene a sustitui< a la fe. De hecho, no faltan quienes como
Ernesto
Cardenal, Gi1'llrdi o Paulo llreire, induyen en el cambio de
estructuras
a
la Iglesia, a la religión y a la fe.
No hay que o1vidar que los
etr0res que
al principio se
señalaron
suponen:
En primer lugar, relegar a Dios a un plano puramente interno,
por lo que la religión y la fe tan sólo actúan en nuestras relaciones
o conductas privadas con Dios, sin ninguna exteriorización de
ellas
que tenga que iluminar las relaciones sociaies, de modo que la or
ganización de la sociedad sea reflejo de elll!S. Es decir, en las rela
ciones sociales, en la organización
.social se
prescinde de Dios y de
sus mandatos.
En segundo lugat, supone negat la existencia de un orden natural
justo y racional (no racionalista) que el hombre tiene que. descubrir
y no inventar y tratar de lograr con su actividad racional. El orden
social se basa en la naturaleza y no en la imaginación y en la vo
luntad del hombre.
En tercer lugat, y como conclusión, supone la negación
misma
de un Dios personal y creador, infinitamente bueno, sabio y justo.
En consecuencia, la idea, en este caso de la reforma y el cambio
de
estructuras, sustituye
a Dios,
ordenador y creador de la naturaleza,
con
todo lo que ello comporta tanto en el plano personal como en
el social, de tal modo que no queda ya más· solución que vincularse
ciegamente
a esa
idea, producto de' una mente extraviada, esperando
que de ello
se obtendrá el pata/so terrenal, la justicia y el progreso.
De
nada sirve
señalar los errores de'! mito.
Como ha
observado
719
Fundaci\363n Speiro
EST ANISLAO CANTERO
Gustave Thibon (28), "la revoludón /la reforma y el cambio de es
tructuras podríamos decit igualmente) ocupa el puesto de la revela
ción:
el hombre nuevo surgirá •.. del océano furioso, del hacer y
deshacer de las estructuras sociales; el cielo descenderá sobre la tierra,
el porvenir alcanzará las
promesas que nuestros mayores, "alienados"
y ciegos, situaban en la eternidad". Y continóa el mismo Tribon (29):
'·El mito revolucionario -siempre afirmado en teoría y negado en
la práctica- no sufre, sin
em~go,,, demasiado con
estas refutaciones
de la. experiencia. ¿Por qué? Precisamente porque es un mito reli
gioso: porque reposa sobre una fe
y propone un absoluto" (30).
Incluso
los propios fracasos sirven al
mito de
motor
y de ali
ciente. Se fracasa porque no se
llegó a
donde se
debla. Porque
se
reformaron y se cambiaron poco las estructuras. Por eso, la reforma
de estructuras desemboca en el cambio de estructuras; en el cambio
por
el cambio. Se llega así a que el fin del cambio sea él mismo.
Cambio que alcanza no sólo a las estructuras, sino también al hombre.
(28) Gústave Tribon: Revo/11ción o ctmversión, · Verbo núm. 84, abril
1970, pág. 269.
(29)
Gustavo Thibon,
op. cil., pág. 271.
(30) Cfr. el interesante testimonio de Arthur Koestler ( Autobiografia, 3,
Eufaria y Utopia, Alianza-Emece, Madrid, 1974) quien afirma que la rea
lidad no tiene· importancia ant:e el marxista, pues él mismo se encarga. de re
clw:arla y «explia,.rla» mediante un procedimiento, por medio de una «má
quina de. cl.asifi.car», mejor que cualq~er censor oficial, . con la que razona
rehuyendo
v~ los errores del .m_arxismo, atribuyendo lo que no le agrada a
la «hérencia del pasado», mientras que todo lo que le agrada lo. atribuye a
las «semillas
del futuro»; se trata de una
fe, por completo irracional, en
virtud de lá cual lá idea se sobrepeine a toda realidad. Ver especialmente las
páginas ~8 y
siguientes.
O cutllldo afirm,i. que los «argumentos raci_onales pesan poco frente a
los
poderes de la ilusión. La creencia de que el régimen soviético, a pesar de
sus rasgos · indiscutiblementte
rePlllsivos es, ello no obstante, el único esen
óalmente progresista
y -el único gran experimento social de nuestro tiempo,
resulta
particularmente elástico y ,:econfortante. Tal - creencia nos permite
de5entendernos de la realidad con la simple reflexión, aplicada a todo, de
que
se trata de q~ente,; transitorios y· dé m~das de emergencia». Auto
hiografla, 5. La escritura invisihle, Alian:za-Emece, Madrid, 1974? págs. 130-
131.
720
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTR.UCTURAS
Como observa Thibon (31), "la mística revolucionaria no es hu
manitaria: el fin de
la revolución
no
está ni en las reformas.sociales,
ni en el bienestar, ni en la libertad; está -<0m0 el fin de Dios .está
en Dios-en la propia revolución".
m marxismo, los pseudoteólogos de '.la liberación, de la revolución
y
de la
vidlencia, la educación
liberadora de Paulo Freire y un
largo
etcétera,
proclaman su fe en una nueva sociedad con un hombre
nuevo (32).
Se llega así a la negadón del ser. No hay nada estable ni per
manente, el cambio es la única realidad.; ya no se es, sino -que se
hace. La praxis es el modo adecuado, la justificación de todo, lo único
que importa; viene a sustituirlo
todo. Se oonvierte en el principio y
fin de la acción revolucionaria, del cambio de esttuetums. No se
trata ya
de llegar a una meta
más o menos concreta, por muy utópica,
irrealizable e imposible que ésta sea, sino de construir el "inédito
viable", según
palabras de
Paulo
Freire. Inédito viable
qne se
anun
cia como un paraíso terrerud, pese a que se confiesa no saber como
será,
ni siquiera si
será, y el cual viene a sustituir a la vida eter
na (33). Con
Gustave Thibon
(34) cabe
preg,¡ntarse: "¿Para
qué fin?".
Pero como
e¡ mismo
Thibon explica, "esto no se dice:
toda mística
(31) Gustave Thibon, op. cit., pág. 272. '"·
(32) Quienes de buena fe, si ello es posible, pretenden conciliar· el ca
tolicismo con el marxismo, deberían -meditar estas recientes palabras: de Geor
'ges Marchais en «La Croix» de 19 de .noviembre de 1970.: «Nosotros, los co
munistas, profesamos una filosofía_ materialista y dia,J.éctica. No -queremos
crear ilusiones en _este punto: entre el marxismo y el cristianismo no es
posible conciliacíóii teórica alguna, ni cabe nihguna convergenda ideológica»,
citado por V allet en Datos 1 notas .... , pág. 96.
(33) El «inédito viable> és, en realidad,. la- revoluci6n continua, dr.
Paulo Freire y la educación liberadora,
No se debe olvidar que ya Engels, en CfJntrib11ci&n a la histori;:1 del cris
tianismo,
había sefíaladó: «Anlbos, el cristianismo como el socialismo obre
ro,
predican una liberación próxima de la Servidumbre y miseria; el cristia
nismo
transporta esta liberaci6n
al más allá en una vida después de la muer
te en el cielo; el socialismo la coloca en este mundo, en una transformación
de la sociedad». Citado por Vallet en Datory notas .... ,··págs. 93~9'4.
(34) Gustave Thibon, op, cit., pág. 273.
721
Fundaci\363n Speiro
ESTANISLAO CANTERO
se envuelve de una ignorancia sagrada. Los caminoo de la revol.uclón
son impenetrables como
lo eran en otro tiempo
loo caminoo de Dioo.
Y
su fin
se pierde
en
las tinieblas de un absoluto ante el cual el
hombre
y su felicidad no cuentan para nada. En otras palabras: no
está la revolución al servicio del hombre, sino el hombre al servicio
de
la revolución. Y la revolución no puede
ser permanente más
que
en la medida en que su objetivo
se mantenga
indeterminado
e inacce
sible . . . Al prescindir de la
gracia y
de la salvación,
estamos en ple
na teología negativa. La trascendencia divina permanece, con la sola
diferencia que
ha caido del cielo a la tierra, que ha descendido de
lo eterno
para incorporarse al porvenir. 1lI absoluto -<:óncluye Thi
bon-recha7.ado en su origen e irrealizable en el tiempo, no tiene
otro refugio: la Ciudad futura,
por definición, no será jamás la Ciu
dad presente".
Pero aunque el fin no se sefiale, aunque no se diga para qué, el
hecho es
que la reforma
y el cambio de estructuras conducen al to
talitarismo, consecuencia de negar la existencia de un orden objetivo,
con 1a destrucción del organismo social en el fundamentado.
Totalitarismo
en el mito
impuesto,
y totalitarismo en la conclu
sión de los hechos sociales a que
el mito conduce.
Si, pues, el mito conduce a la
mayor esclavitud
que es
p05ible
concebir,
pues
esclaviza a
la voluntad
y a la inteligencia, ¿cómo es
p05ible su
difusión y
aceptación?
Se debe
a
una fundamental falta de formación y a un cierto com
plejo de culpabilidad en
virtud del cual el hombre no quiere ser
acusado
de complicidad con unas
estructuras que se tachan de
opre
soras. Por la falta de formación,.
ha admitido los errores sociales así
como sobre la historia; no sabe, duda y, cuando menos, cara al exte-
rior, tiene un absurdo sentimiento de ridículo a ser señalado como
diferente a lo que ahora se lleva (3S).
Sólo de
ese modo es posible que
tenga éxito
una publicidad del
tipo
"suscríbase al
cambio", que más que a una revista, alude
para
(35) . Cfr. E,stanisl~ Cantero: lfl. -mala ronciencia .-... , Verbo núm. 103;
págs. 300 y sigs. ·
722
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
su éxito precisamente a la idea mítica del cambio, al cual no sabe
resistir so
pena de parecer anacrónico.
Señalar
los
errores, detenernos en un
aspecto puramente
crítico,
sería detenernos
a medio camino. Nuestra labor, tantas veces repetida,
consiste en instaurar y restaurar
todas las CQSaS en Cristo. Aunque
nos cueste, aunque a veces parezca imposible
lograrlo. Pero
nada
tenernos derecho a esperar si no ponemos los
medios a
nuestro
al
cance. Y esa es la labor en la que la Ciudad Católica no ha dejado
de insistir; ese es el objetO de nuestras reuniones. Por ello, para
concluir, hay que hacer referencia a la defensa que cabe hacer frente
a este mito;
más aún la batalla que hay que dar a este mito, pues si
Maeztu repitió que "ser es defenderse" como recordaba .el llorado Ga·
briel
de Armas en la
pasada reunión, ser es también atacar, como
apostillaba el inolvidable Sciacca. Ante todo,
hay que
hacer hincapié en
la necesidad de la reforma
moral personal. Reforma moral que nos lleve al combate por Cristo,
principio
y fin de todas las cosas. A la fe revolucionaria es necesario
combatirla con la
fe católica.
Es un error fundamental creer que es posible edificar algo pres
cindiendo
del pilar
fundamental que
es Dios.
La sociedad va a la
deriva porque ha abandonado a Dios. El laicismo, como se verá en
esta Reunión, es la fuente principal del mal que achaca. a la socie
dad.
Creer
que el mito marxista del cambio de estructuras puede ser
combatido simplemente con
otras instituciones
o con
otras estruc·
turas, con olvido de Dios, es absurdo. Por otra parte, significa, aun-.
que
se crea lo contrario, aceptar los
postulados del mito. Acaba acep
tándose
lo que se
pretendió
combatir.
Como
señaló Donoso
Cortés (36) en la comparación de los dos
termómetros, político uno, religioso otro, "cuando la represión re
ligiosa no exista, no habrá bastante con ningún ·género de gobierno;
todos los despotismos serán pocos".
Es necesario conncer los errores· del mito, y para ello es nece
saria ,la· formación intelectual; y junto a ella, una acción, pues de
(36) -Juan -Donoso Cortés: Discurso sohre la dictadura en Obras com.
pletas, t. II. BAC, Madrid, 1970, pág. 319 ..
723
Fundaci\363n Speiro
ESTANISLAO CANTERO
nada sirve contentarse ron saber si después no llevarnos a la práctica
la doctrina, romo Eugenio Vegas (37) no ha cesado de recordar.
Por ello, la necesidad de hombres de principios y de acción (38),
que cumplan con su
· deber
de
estado; hombres
responsables,
ron
resp;onsabilidad en·
el pensar y responsabilidad en el obrar, pues la
responsabrlidad es la única defensa personal frente al mito.
En
el aspecto social, la única defensa que cabe es la organiza
ción
social
por cuerpos
intermedios (39)
que constituyen las verda
deras estructuras sociales
y que no responden a una roncepci6n idea
lista,
imaginada, sino
que son fruto natural de
la ronvivencia hu-
mana.
La reforma y el cambio de estructuras, por definicioo, rnmioao
hacia
el progteso;
pero, romo observa Balmes (40), "progresar es
marchar hacia adelante,
y si esto se ha de aplicar a la sociedad en
sentido razonable, sólo puede significar
marchar hacia la perfección.
Cnando la sociedad se perfecciona, progresa; cuando pierde su
per
fección, retrograda: pata saber si hay progreso o no -<0ncluía
toda
la cuesti6n está en si
hay nueva perfección o no".
Perfecci6n
que supone un caminar hacia el bien, un caminar
hacia
Dios. Y
para ello, romo ha señalado De Corte (41), es necesa
rio un punto de
referencia, lo
que niega el cambio de estructuras que
supone un progreso universal
hacia el futuro. Tal punto de referencia
estriba en el orden natural
de las cosas, por el que éstas estan diri-
(37) ar. Eugenio Vegas La.tapie: Doct,ina y «ción, en «Escritos po.
líticos», ed. Cultura española, Madcid, 1940; Verbo núm. 60, diciembre 1967.
(38)
Goitt.alo Cuesta: Formaci6n de hombres de principios y de «
ción, Speiro, Madrid, 1964.
(39) Cfr. Michel Creuzet:
Los cuerpos intermedios, Speiro, Madrid,
1964.
Contrihución al estudio de los u1erpos intermedios, Speiro, Madrid, 1967,
Juan V allet de Goytísolo: Fuudamento y sol11ciones de la organizar:ión
por ~uerpos intermedios, Speiro, Madrid, 1970 y en Dalqs y notas ....
(40)
Jaime Balines: Consideraciones polltiéa.r sobre la situación .de Es
paña, en Obras completas, t. VI, BAC, Madrid, 1950, págs. 58-59.
(41) Or. Marcel De Corte: L1homme contre-l11i-mJme, Nouvelles Edi
tions Latines, París, 1962, pág. 208.
724
Fundaci\363n Speiro
EL MITO DE LA REFORMA DE ESTRUCTURAS
gidas a su fin propio, y se da una adecuación de las partes al todo
y una interacción de lo múitiple con lo uno.
A este orden natural responde la txgaoización social por cuerpos
intermedios, como constantemente ha repetido el Papa desde Pío IX
a
Pablo VI,
al señalar la doctrina social de la Iglesia.
Pero,
por último, no olvidemos que de
poco sirve estudiar y tta
baj"" si al mismo tiempo no se lo pedimos a Dios; de poco sirve
si no
rezamos. El ora et labora ha de set, hoy como ayer y siempre,
nuestro lema, y todo para la mayor gloria de Dios.
ACTAS DE LA V REUNION DE AMIGOS DE LA CIUDAD CATOUCA
El Paular, 29, 30 y 31 de octubre de 1%6.
11
PUNTOS BASICOS PARA LA ACCION DE LOS SEGLARES
EN EL MUNDO
Introducción: Comunidad y espíritu comunitario, por Germán
Alvarez de Sotommyor.
Ortodoxia
de la
fe: ''Creo en Dios, Padre Todopoderoso", por
Juan Roig GironeUa, S.
l.
Espiritualidad y acción consecuente de los seglares en el mun-
do, por José María Gil Moreno de Moro.
Método
racional, por
Rafael Gambro.
El
Orden natural
y el Derecho, por Juan V aUet de Goytisolo.
Importancia
de la Política, por
Eugenio Vegas Lata/pie,
Poder político y poder económico, por Francisco José Fenuin,.
dez de la Cigoña. .
76 págs. 60 ptas.
725
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