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Número 147

Serie XV

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El profesor Sciacca en la escuela de Santo Tomás de Aquino

EL PROFESOR SCIACCA · EN LA. ESCUELA.
DE SANTO TOMAS
POR
VICT0RIN0 RODRÍGUEZ, 0. P.
El profesor Michele Federico Sciacca (t 1975) ha dedicado su
último libro (que hace el
número 40

de
sus Obras completas)

a
Santo Tomás de Aquino (º). Más que la ocasión del VII Cenre­
nario

de la
muerte del DoctM Communis, le movió a escribir este
libro su

creciente
compenetración con

el
pensamiento del Aquinate
y la profunda petsuasión de Jo indispensable que resulta hoy paxa
centrar
el sabet y hacerlo progresar. A los cuarenta y cinco años de
quehacer filosófico (más próximo a la muerte que lo que él podía
suponet),

el profesor Sciacca
ha optado por matriculatse en la es­
cuela

de Santo
Tomás ,e

invita a los
demás a seguir su
ejemplo.
Declaración tan sorprendente de un maestro tan famoso
merece se­
ñalar·se.
Sin

duda
que el

"Buey mudo de Sicilia" (apodo de fray
To­
más entre los estudiantes de Colonia) habrá sonreído amablemente
al recién desaparecido profesor
siciliano ..
O>mienza
declarando

en
la nota
preliminar: "El libro es tam­
bién, atendidas

las intenciones de quien
Jo ha escrito con ocasión
del

VII centenario
.de la muerte del Aquinate, un pequeño pero sin­
cero homenaje (de un pensador de la
línea, digámoslo también,
aunque con muchas reservas, platónica.) a la mente más excelsa,
expresiva de la cultura católica, en un momento, el nuestro, cuando
una cietta fácil contestación que se dice desenvueltamente desacrn­
Jizadora

y
desmitificadora, no la respeta . o pretende adaptarla, des­
naturalizándola,
para sus fines,

que son, en nuestra opinión,
antité-
{•) Michele Féderico Sciacca: Perspectiva de la Metafisica de Santo To­
más, traducción de B. Monsegú, C. P., ed. Speiro, Madrid, 1976.
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VICTORJNO RODRJGUEZ, O. P.
tiros a los que son propios del pensamiento teológico y filosófico
de

Santo Tomás" (pág. 5). "En
el Prologus, dice Santo Tomás que
la Summa 1'heo/ogi,,e va dirigida "ad eruditiooem incipientium'".
El
que esto
escribe, sobre todo en esws últimos
años y después de
cuarenta
y cinco años de milicia filosófica, se ha matriculado en esta
escuela
de principiantes. Y hace votos por
que, en
la
actual situa­
ción
histórica, haya quienes deseen hacer ot!ro tanto" (pág. 14).
En
estos mismos votos ha abnndado recient:enren~e la Sagrada
Congregación para la Educación Católica, en el amplio documento
sobre "la formación teológica", dirigido a
todos loo obispos del
mundo (22-Il-1976), en que se apela a Santo Tomás, porque
en su
filosofía «se enuncian

y
armonizan nítida

y
orgánlcamenre con
la
Revelación los primeros principios de las
wrdades naturales, no

de
una
forma estática, sino con aquel dinamismo innovador propio de
Santo Tomás, que hace posible una continua y renovada síntesis de
las conclusiones válidas del pensamiento tradicional con las nuevas
conquistas del

pensamiento
moderno" (núm.

53).
El libro
"no quiere

sino ser un simple
punto de

vista, el de la
filosofía de /o integralidad sobre algunos de los temas metafísicos
del pensamiento del Aquinate, en relación con los problemas del
mundo
contemporáneo" (pág. 5). Sciacca, historiador

de
las ideas
y filósofo sutil,

puede ser un óptimo
confrontador, y

lo
es en los
~as que

trata, que son
concretamenre: La.icidad del saber. Razón
y fe (cap. 2); el primado del ser y la doctrina sobre el conocimien­
to (cap. 3);

el
ser y la esencia (cap. 4); el ,principio de la creación.
Participación
y analogía (cap. 5); las cinco vías (cap. 6); el alma,
forma del cuerpo, y el problema de la inmortalidad (cap. 7); la per­
feoción de la aearura intelectuatl. ,es el deseo natural de D.ioo (capí­
tulo
8).

Todo ello va
precedido de

un
capítulo históriro-crítico sobre
Santo
Tomás y su tiempo, y de nn Preliruinar, que podríamos subti­
tular:
actitud

de
Sciacca anre su tiempo.
Sciacca se ha

revelado
últimamenre como
un filósofo
revisionis­
ta y progresivo, empeñado no en una "VU.elta atrás", sino en hacet
que "-el pasado vuelva a noso11ros" y se haga "actual" ahora. Por eso
le molestan, por inadecuadas, las etiquetas de "conservadurismo" y
de "reacción". Merece transcribirse esta página: «no es ·serio querer
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SCIACCA EN LA ESCUELA DE SANTO TOMAS
renovarlo todo ab hnis para estar siempre empezando de nuevo;
que

no es propio
ni de filósofos ni de

teólogos
considerar la ver­
dad

como. un juego que
esclaviza o
enajena, como
algo, por consi­
guiente,

que nos
tiraniza y

de lo que
hay que liberarse.
»Posiciones

de
esta laya no tienen derecho de ciudadanía, ni aun
dentro
de eso que
llamao "plutalismo" filosófico y teológico, a no
ser que por ello se entienda un a<:etVO de opiniones todas al día y
todas cambiantes en la ausencia de toda autoridad, comprendida la
de la

verdad
misma. La

filosofía y la teología se
reservan
a

los
ver­
daderos arquitectos del pensamiento, pequeños

o
¡¡randü,, no a los
jornaleros de
tutno, aun cuando pueda darse que estos últimos, res­
petando

a los primeros, puedan hacer algo de utilidad.
»Tampoco
creemos que

se
ha de

contraponer a esto, una
vuelta
a las fuentes, entendiendo por ello un volv,er sin más a Santo To­
más,

lo que equivaldría a reproponerlo fuera de
su tiempo. No,

no
se trata, ni en este ni en los otros ca.sos, de una 11ue/.ta atrás, sino
de hacer que el pasado vuelva a nosotros, penetre en nuestra situa­
ción histórica de manera que se haga presente en nosotros, actual
y conremporáneo; y así, esté proyectado siempre hacia el fututo. Por
tanto,
ni vuelta al pasado, ni olvido del pasado, sino su presencia,
viva, estimulante
y fecnnda en el presente.
»Los que

opinan
-postuta muy
cómoda, que dispensa de
todo
estudio serio- que el pasado no sitve para esclarecer, comprender
y resolver nuestros problemas presentes proyectados hacia el fututo,
carecen
de
auténtico sentido histórico
.del hoy
y del
mañana; y tra­
tan de ocultar tal carencia repartiendo etiquetas de conservadutismo
o. de

reacción; un menester fácil, que
dispensa del
trabajo de pensar
y de la seriedad de un método crítico'" (págs. 8-9).
Sciacca
miró penetrantemente las corrientes del pensamiento ac­
tual

y estimó utgente
ordenarlo y clarificarlo desde las

perspectivas
metafísiOIS de

Santo Tomás. El, que militaba más bien -nos
dice-­
en

la línea
platónico-agustiniana, no
puede menos de criticar
dura­
mente
la

ofensiva
· del
laicismo y del deteriorado. progresismo
lla­
mado

"católico" por
desvalorizar il · Santo Tomás: «no pudiendo
sufrir una autoridad que los obliga a pensar, se dejan llevar,
por
los más futiles pretextos, de los vientos de un aggiornamento que
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les hace juguetes del cambio de los tiempos y del di{rlogo abierta,
y ya sólo lniran a disminuir su prestigio, a fin de verse libres de un
monumento que

los apabulla
y, sobre todo, resulta molesto, releg{rn­
dolo al desván o cuarto crnsero», como si hubiese quedado "fecha­
do"
· en
el siglo
XIII y para el siglo XIII (pág. 6).
Este último Sciacca,
Sanctum Thomam ve,,ur, no ha optado poc­
matticularse en · 1a cátedra de Santo Tomás sin renuncias y sin el
esfuetzo de

querer ttaerse
consigo al Rosmini de sus predilecciones,
a quien pretende tomistizar tal vez en un exceso de buena volun­
tad (1).
Por
/,aicidad del ,abe, (cap. 2) entiende Sciacca la autonomía y
( 1) Sin duda, parece excesivo decir que «el único gran neo tomista, y
por tanto pensador original, no simple comentador de Santo Tomás en sen­
tido peyorativo, ha-sido Rosnüni» (pág. 26).
Oigamos ta.nibién desde ahora que, a nuestro juicio, este habitus men­
talí.r rosminiano, y cierto prejuicio sobre los comentaristas-tomistas ha in­
fluido, a veces, en la
lectura que

Sciacca
hizo de Santo .Tomás.

Así
el haber
leído

a Santo Tomás con mentalidad
l'osminfana le

pudo hacer pensar en el
«conocimiento a priori de la verdad de los primeros principios indemostra­
bles que, por ser a priori y por si mismos evidentes, no se ve cómo pueden.
derivar
de

la experiencia sensible»_ (págs.
69-70). Pues bien, lectores y co­
ment3:dores tan

atentos como Cayetano o
Ramírez explican

cómo,
según
el mismo Santo Tomás; estos prinQpios también derivan de la experiencia
a

su modo. Sin duda
el amigo Sciacca no conoda suficientemente a su com­
patriota el cardenal De
Gaeta, por lo que dice en la página 24: «Mero co­
mentador de Santo Tomás es, por ejemplo, Cayetano, que se limita a in­
terpretarlo a la luz de Aristóteles, dejándose escapar
la originalidad de su,
pensamiento.

Si
la hubiera visto, no habría. sido el iniciador de ese rígido·
tomismo

aristotélico que
ha empobrecido la riqueza de Santo Tomás y le ha.
causado tanto dafio». En eso sigue a F. van Steenberghen (a quien cita dos
veces a este
propósito) que

usó el recurso fácil,
también ensayado por otros.
muchos

tomistas remisos de
cargar en la cuenta de los «paleotomistas» o
tomistas «rígidos»
o

de
«rigurosa observancia» aquellas tesis de Santo To­
más

que no encajaran
en sus presupuestos menta.les heterogéneos. Es verdad
que Santo Tomás no se identifica ni con ninguno ni con todos los tomistas,,
pero también es verdad que quienes mejor conocen y hacen presente a Santo
Tomás son l~s tomistas, entre los cuales, por supuesto, hay grados y Ca.yeta­
nO está en · los primeros puestos, como comentarista y como pensador ori­
ginal).
912,
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SCIACCA EN LA ESCUELA DE SANTO TOMAS
consistencia del saber humano, fundada en la aprensión del ser
y abierta a la revelación transcendente, es decir, sin cerrarse en "el
laicismo", que hace de la razón un dogma y de la religión una fá­
bula
(pág. 41). La autonnmía de la razón abierta a la fe, y la ra­
cionalidad de la
fe traducida en oonoepros humanos transcendenta­
les (ser, verdad, bien) son
logro¡ netamente tomistas que &iaa:a
tiene a bien :reseñar y _ contrastar con actitudes modernas menos
consistentes:

ni el
conato de Marec:hal por reducir la meta.física a
teoría del conocimiento,

ni el laicismo de
Feuerbach, que
reprodu­
ce la actitud de
los averroístas parisinos impugnados por Santo To­
más:
«Con audacia de gran renovador e innovador, el Aquinate
elabota
efectivamente, sobre el fundamento de la meta.física
del ser,
los tratados sobre

Dios. Por tanto, reducir ( como hoy
tantos, por
diversos caminos, pretenden hacer, sobre las huellas de Marecha1 o
de
a1gún existencialista patrocinador del más radical nihilismo) la
metafísica tomista del set a simple metafísica del conocer, equiva:le
a

conmover
y hacer vacilar todo el edificio fiJosófiro y teológiro
ronstruido por el

Aquinate, abriendo
las puertas a aventuras teoló­
gicas muy alejadas de
la ortodoxia. Tales tentativas, muy lejos de
resolver la crisis de la teología, no hacen sino traer y provocar con­
fusión y desorden» (pág. 3'.>).
«Los averroístas latinos dirán que la religión es un conjunto de
miros o de fábulas, un producto de la imaginación, en rontraposi­
ción

a la verdad racional
propia de

la
filosofía; tesis que, por limi­
tarnos

a algunos nombres,
harán suya, con modalidades diversas,
Bruno

y Espinosa,
los iluministas, y Hegel, Feuerbach, Brunsrchvicg
y Croce, hasta llegar a la negación total de la religión romo tal'>
(pág. 40).
En la doctrina del conocimiento y captación prim;ria del ser
(cap. 3) reconoce justamente Sciacca no sólo el realismo y autono­
mía de todo el
saber tomista, superior tanto

a
la opacidad matetia­
lista-sensista,
como

a todo
i:luminismo platóniro-agustiano (pág. 67),
sino también la
base gnoseológica de una auténtica metafísica del
ser, que alcanza, en
visualización forma1, a

todo el
.ente creado y
deja abierta la posibilidad de con=ión con lo transcendente y divi­
no,
es decir,

la
base para abotdar los problemas del hombre veroa-
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VICTORlNO RODRIGUEZ, O. P.
deramente radicales. Porque, como había dicho :ti principio, «por
más vivos
y apremiames que puedan ser (y lo son puestos a la in­
remperie moderna),

los problemas sociales, económicos, jurídicos
y políticos, ellos no son ni fundantes ni· fundamentales, no tocan a
la raíz.
»Son,
en cambio, "radicales" los problemas metafísicos
y on­
tológicos, morales
y religiosos, los que plantea el ser del hombre,
. pues

del hombre
mismo son la verdad ·y el bien; los cuales no pue­
den obtener respuesra

adecuada
y satisfactoria a base de sala eco­
nomía · o de política, sino de ontología y de merafísica; es decir,
de

una investigación profunda
sobre el ser y desde el ser; de una
antropología filosófica, que por
ser tal no puede quedar encerra­
da en


misma de manera que se reduzca a ella hasra el problema
teológico; sino que está
· por
sí misma, en cuanto búsqueda del
ser
a partir del ser, ábietra al

ser» (pág. 11).
La composici6n substancial· de alma y cuerpo en el hombre, y
la in.tegradón entitativa de esencia y exi1tencia .en ·todo ente ·crea~
do (cap. 4) son, al decir del autor (y nadie se lo discutirá) «dos
tesis capitales

del
pensamiento tomisra; pata nosotros ambas a dos
originales
y de una profunda significación» (pág. 87). Sciacca re­
sa:lra a

este propósito lo
menguado de las concepciones
materialisras
y angelisras del. hombre al no alcanzar la inregración esencial alma­
cuerpo de la antropología tomisra. Resalra igualmenre la originali­
dad del
actus essendi en el pensamiento de Santo Tomás, clave pata
la inteligencia de

la creación: «El punto más original de la mera­
física tomisra

del
set es, en verdad, el concepto del esse ut actus,
del set como actualitas omnis formae, es decir, como acto de la esen­
cia. Pero esto perdería toda su fuerza ontológica
y metafísica si el
áctus por el que Dios da la existencia a la esencia no fuese un acto
creadot» (pág.

86) (2).
( 2) Reconociendo justo el énfasis que SciaCCa pone en este tema y lo
ac_ertadas de sus observacfo.nes. ceñidas a los textos de Santo Tomás, que­
remos
observar también

que
alguna vez no logra identificarse con el pensa­
miento
del Aquinate. Por ej~plo, aunque en la exposición y en las· citas
Par~ce claro_
que trata de fa. esencia. com9 cotnponente rea_l del ente creado,
a
ve'ces cambia

de plano
y se va a la esencia lógka o obsttacta. «El ente
914
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SCIACCA EN LA ESCUELA DE SANTO TOMAS

Desde la doctrina del actus esse11M participado ie es fácil a
nuestro
filósofo seguir a

Santo
Tomás en la doctrina de

la
partici­
pllción ctlUS<Ñ y de la analogía entis (cap. 5) remontándose al prin­
cipio de creación, en feliz encuentro con la Revelación cristiana.
También dedica, lógicamrote, un capítulo (cap. 6) a las "cinro vías"
de Santo Tomás para demootrar la existencia de Dioo.
Sciacca piensa que las cinco vías "conservan toda su fuerza. de­
mostrativa" (pág. 132), y que .:la respuesta tomista goza hoy de par·
ticular actualidad si se tiene presente que la refutación o rechazo
de

las pruebas
clásicas de la existencia de Dioo romenzó, según· in-
es lo concreto --comienza deciendo, pág. 75-, la esencia es lo abstracto»
(la esencia lógica., sí; la esencia ontológica, no; en este sentido es tan con­
creta como

la existencia). El caso es que
con esta base enjuicia a .algunos
tomistas

modernos en
cuanto a

su estimación de la prioridad del
aclu.r
es.rendi
sobre la esenci~ creyendo que esta estimación es opuesta a la de los
tomistas anteriores. Dice así: «No hablo de primado del acto de ser
(eue)
sobre el de la esencia, según un tomismo a la moderna, que se contrapone a
un
tomismo anterior
-que, sin embargo, sigue
teniendo vigencia-y quiere
que prevaln:ca la esencia sobre la existencia; no hablo tampoco de primacía
de la una sobre
la otra, en relación con el ente finito o crea.do, dado i:¡ue
este es (existe) y es lo que es por la unión de los dos términos que le cons­
titu.yen en su ser.
»Hay primado,
sí, del acto de ser o existir referido a Dios, esto es, a
quien
da el ser; pero no primado con relación a la esencia, puesto que en
la mente
de Dios esa existe desde siempre; primado, si se quiere, en _el
sentído de que la existencia fecha mi acta de nacimienta, mi registro onto.,.
lógiro, dentro del gran registro de la creación» (pág. 86).
La verdad es
que la doctrina de la primacía ontológica del acto de· exis­
tir sobre la esencia, que subrayan tomistas -modernos, está ampliamente sub­
rayada en tomistas anteriores (Cayeta.no, Bañez, Ledesma, por ejemplo); y
la
verdad es también que tan fechada como la existencia creada está fechada
la esencia creada
en su realidad óntica ( distinta de la idea abstracta. y de su
mera posibilidad en la mente divina). Esta también es doctrina expresa de
Santo Tomás, que han subrayado también los grandes tomistas que _Sciacca
llamaría de «estricta observancia» (Cayetano, por ejemplo). Pienso· que nues­
tro Sciacca tan ejemplarmente matriculado, según él humildemente- dice, en la
escuela
de los «principiantes» de Santo Tomás, hubiera termina.do por com­
prender a los «comentadores», maestros en el conocimiento del Doctor Com­
munis.
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VICTORJNO RODRJGUEZ, O. P.

sinuamos, con el pensamiento moderno, a partir de Hum.e, mal in­
terpremdo por Kant; y con la caída del problema mismo, a partir
del iluminismo y del tradicionalismo, y continuando por la izquier­
da hegeliana
y por el modernismo; primero, a nivel puramente mo­
r~! y psicológico-exigem::iail; luego, a nivel meramente. pragmátiro,
político y social, con m0tivaciones pedidas en préstamos al !'evo­
lucionismo y al progreso cientifico y técnico.
Pero precisamente por

eso, porque se perdió
la inteligencia
me­
taf lsica del

problerua,
considerándolo un esrorbo arqueológico y dog­
mático; más aún: un a;>ntrasen.ido, es por 110 que la respuesta to­
mista o de la metafísica del ser en general -también la de Rosmi­
ni viene dada sobre
la hase metafísica del ser-es acrual dentro de
ese ,humanismo
característico del pensamiento

moderno
y contem­
poráneo» (pág.

133).
Sci.a;cca ha ,visto también en esto la consecuencia sistemática de
la metafísica del set· frente a la metafísica del conocer y del hacer:
«El
concepto
· de ser en

devenir
une indisolublemente el momento
estático

(materia
y forma) y el momento dinámico (agente y fin)
del
enre finito, y hace que, sin resolver el ser en el hacer, sea po­
sible nna metafísica de la acción; justamente porque no es la ac­
ción el principio,
sino

que lo
·es el ser. Así se eliminan de raíz las
dos tentaciones del mundo moderno, la de queter resolver el Set en
el conocer
y el mismo ser en el hacer, es decir, Ias dos pseudo-me­
tafísicas:
la del conocer o del pensamiento, y la de la acción: !a de
Hegel
y la de. Marx» (pág. 108).
Hemos de
observar otra vez

que al tratar de la relación Dios­
hombre, nuestro autor, por el
sincero y noble afán de acercar a Ros­
mini a

Santo Tomás, o a la inversa, desdibuja un tanto la auténtica
perspectiva tomista (3).
(3) Aparte una versión apriorista de la tercera .vía (pág. 120) al no
reparar en

el sentido bivalente del término «posible» -posibilidad lógica
y posibilidad real--, ei pensamiento tomista de las pruebas de la existencia
de Dios, que es netamente
metafísco. aparece marcadamente

antropologizado
por influjo· rosminiano. No obstante el propósito
reflejo de

«no caer en la
tentación de querer reducir la antropología· teológica. a una
teología antropo~
lógica»

(pág. 111),
íncide de
hecho con Rosmini, al menos verbalmente, en
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SCIACCA eN LA ESCUELA DE SANTO TOMAS
No negamos que el hombre puede hacer metafísica sobre el
hombre, contemplado como ser, ni que el ser del hombre (móvil,
dinámico,
limitado, y ordenado) pueda servir de punto de partida
para una demostración de la existencia

de Dios; pero
uegrunos que
ese sea el punto de partida asnmido por Santo Tomás en las cinco
vías; y, sobre todo, . que ese sea el punto de partida más válido o
más espontáneo.
Los dos últimos capítulos (7 y 8) los dedica al ser del hombre
y a su quehacer humano. Es la parte ttatada con más maestría y en­
rusismo. Sciacca vuelve una y oo:a vez sobre el .quicio de la antro­
pología tomista: el hombre esencialmente compuesto de alma y
cuerpo; persona inteligente y libre, deseosa de Dios. A la v:ez que
echa
de menos
esta concepción

grandiosa
y realista del hombre en
muchas
actitudes ideológicas
modernas, apunta magistrales

sugeren­
cias de iluminación de esta crisis de humanidad:
"Estamos an.te un
mundo

enfermo. de corporeísmo
y materialismo, el cual, a falta de
verdaderos contactos humanos que pasen de ser meras relaciones
,ipidérmicas, cuyo

principio
y fin oo son más que el vientre y el
sexo, ttata de evadirse, desesperado, ante bufido y bufido, por la
tangente de un espiritualismo vacuo, igualmente egoísta"' (pág. 150) .
.. Toda comunicación

entre los hombres resulta imposible
- eso se habla hoy tanto, ad abundanliam, de comunicación; de ahí
tanta charlatanería sobre el diálogo--; el prójimo queda reducido a
un concepto prácticamente

ininteligible. Y no puede ser de
otta
manera. Se ha dado muerte al ser y sus transcendentales -verdad,
bondad y belleza- que eran el camino a través del cual podía descu­
brirse al otro hombre, hombre como persona y como prójimo, re­
conocerlo y amarlo como tal"" (págs. 152-153). Y sobre la realiza-
,esta reducción (pág. 109, nota 3). Dice, en efecto, que «el problema surge en
-el interior de la conciencia refleja de nuestros límites: la existencia de Dios
-es, pues, el problema del hombre» (pág. 112). «Desde tal perspectiva, pers·
pectiva
antropológica,
creemos deben verse las cinco vías probativas de la
e:ístencia de

Dios, siquiera sirvan todas las
cria~ para
ello» (págs, 113-
114). De ahí que termine hablándonos de una «ontología antropológica» (pá­
ginas 133·134),

expresión que no creo que sea más congruente que la de
-«teología antropológica» que
había rechazado

antes (pág. 111).
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VICTORJNO R.ODRJGUEZ, O. P,
ción perfectiva ,l., la libertad: "La ley es el itnperativo de la liber­
rad que . el hombre no puede oo ejercer: rehusar hacerlo, es ya una
eleooión. La libertad está ob).igada a autolimitarse, determinándose
y obedeciendo a la ley, respecto de la cual es relativa, puesto que
la
ley es objetiva, °""""""ia y necesitante ab mterno. Sólo si la Ü·
berrad se atiene a la ley, la elección es libre y oo arbitraria, porque
lo
arbittiario, lo irracional y Jo casual son la negación de una vo­
lunrad libre" (pág. 161, nota).
Hemos tenido sumo gusto en presentar ampliamente este mag­
nífico libro

del profesor
Sciacca, que fue .su últirua entrega de in­
td.ectual católico (quizás el más fecundo en nuestro tiempo), mo­
délica en t'alltos aspecros. Hemos querido subrayar sus princi,pa:les
valores,

sin silenciar lo que estimamos algo defectuoso en la
lectuta
de Santo Tomás. En un sincero rosminiano hemos visto una confesión
CO!lS de t'alltos escepticismos y claudicaciones oportunism. Si Sciaa:a debe
mucho a

Santo Tomás; la obra del
Aquinatense deberá mucho

a su
compatriota siciliano

Miguel Federico Sciacca, que no
por ser to­
mista será menos original.
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