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Número 148-149

Serie XV

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Economía política. Para una nueva doctrina económica

ECONOMIA POLITICA. PARA UNA NUEVA DOCTRINA ECONOMICA
Dossier elaborado por el equipo del Centre i!Etudes
et Recherches Politiquea, C.

E.
R. P. de París (*).
¿
Por qué fue creado este dossier de la erollóll'.lía política, fruto
de los trabajos
desarrollados, durante tres meses, por el equipo del
CERP,

a
petición de

"Université Libre"?
En el origen de estas investigaciones hay una doble· convicción:
1)
La doctrina económica clásica tropieza, con demasiada f­
cuencia, con los datos de nuestro mundo real.
2) Debe set posible fundar nuevamente una doctrina econó­
mica,

sobre
principios más realistas.
La primera proposición es fácil de verificar: la inflación galo­
pante, los desequilibrios regionales y la degradación del patrimonio
nacional
están ahí, para dat testimonio de la insuficiencia de la
doctrina económica, incapaz de

proponer auténticos remedios a
estos
excesos.
En cuanto a la idea de que en una nueva doctrina económica
tendría

interés
respetar ciertos principios de buen sentido, si se
desea resolver este conjunto de problemas, no podría considerarse
como superflua.
¿Cómo se plantea el problema?
.Una
doctrina económica forma parte de un conjunto, el Sisre­
ma

Económico, que comprende
cuatro elementos:
(*) Publicamos, traduciéndolo al castellano, este importante dossier apa.
cido en francés en el Boletín Université Ubre, núm. 36, de 1975).
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Fundaci\363n Speiro

ECONOMIA POUTICA
1.-El contexto en que se razona, es decir, el mundo contempo­
ráneo y sus problemas.
2.-La concepción del mundo, es
decir '1a filosofía a través de la
cual se observa la realidad, y se origina una ética.
3.-La
doctrina económica mimia (por ejemplo, el m,,rcantilis­
mo,

el
libemlismo o

el socialismo), que
preconiza una
actitud
po­
líti01 en mareria económi01, y permite, así, aplimr la concepción
del
mundo a la
realidad económica, es decir, al

contexto.
Por ejemplo, el
liberalismo es

una
doctrina económica,
reflejo
de la
filorofía de las lnces que

se aplicó
a!l mundo de la revolución
industrial.
4.-Las
teorías económicas.
Según el Sr. Barre, la teoría económi01 elabora sistemas lógicos
que constituyen esquemas explicativos de la
realidad económica. A
cada doctrina económica corresponden vaiias teorías, que se esfuer­
zan en demostrar cómo la doctrina corresponde a la realidad, o que
se dedican a
establecer dicha correspondencia.
Mientras las doctrinas económicas tratan de excluirse unas a
otras
(por ejemplo, el liberalismo y el socialismo), ,Jas teorías eco­
nómicas son

acumulativas: permiten elaborar
cooceptos operaciona­
les,
susceptibles de

ser
tenidos en cuenta por diferentes docrrinas.
Estas explicaciones preliminares permiten entender mejor este
trabajo. No se
trata, en efecto, de
olvidar
las apottaciones de la
ciencia económica existente, sino de elaborar una crítica de fa. doc­
trina económica dominante, de manera que puedan proporcionarse
algunos

principios sobre los cuales deberá
fundarse una nueva doc­
trina económica.
La que se denomina doctrina económica convencioua!l (D. E. C.),
está constituida por
Ia versión moderna del liberalismo, principal­
mente tall
como un tecnócrata como el Sr. Stoleru puede concebirla.
Las

críticas que pueden
exponerse contra esta D.E.C. valdrían
también,
en parte, contra el marxismo.

Marx
tomó buena parte de
sus trabajos de los tr~bajos de economía clásica

del inglés Ricardo.
Este dossier es, por
consiguiente; una

llamada a la reformulación
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Fundaci\363n Speiro

PARA UNA NUEVA DOCTRJNA ECONOMICA
completa de la doctrina económia,, que debería tener en cuenta los
fenómen05 principa:les
de nuestra época: ·
1.-La desaceleración demográfica de 105 países industrializados,
frente

a
la explosión demográfica dcl Teocer Mundo, que plantt:a
un

problema de
ocupación del espacio.
2.-La disminución de

los
recum,s naturales.
3.-La

mayor
presión del sector terciario de ]05 servici05.
4.-La existencia de una demanda inflacionista.
Pero,

antes de
esbozar, en

conclusión, esta
reformulación, con­
viene, ante

todo,
presentar las piezas de
este dossier.
Estas se articu­
lan en torno a dos temas:
a) La crítica de la D. E. C.
b) La proposición de nuevas perspectivas pata fundar una nue­
va
doctrina económica.
l. CRÍTICA DE LA D. E. C.
La D. E. C. pretende estar coootituida por la emancipación de las
doctrinas económicas antiguas y medievales, fundadas sobre la subor­
dinación

de la economía a
la ética: Para los filósof05 griegos, como
para los economistas de la Edad M:edia, lo económico quedaba so­
metido a ]05 grandes designios éticos. Unos y otros no trataron de
e,¡¡pJiear 105 fenómenos económicos,

pero se
esfonaron en elaborar
un

conjunto de
consejos y de reglas morales, relativos a la vida
económica,
inspirados por

un ideal de moderación en la
prose­
cución

de
las riquezas.

Este ideal fue
arrastrado por las

profun­
das transformaciones que, en el siglo XVI, se derivaron de los gran­
des
descubrimient05 y del movimiento de reforma general de la vida
económica
y social, que de ellos se dedujo. De esta forma, cesó la
subordinación de
la economía a la ética.
Los economistas oficiales deducen que la
verdadera ciencia

econó­
mica sólo ha podido comenzar a construirse a partir de esta eman­
cipación. Llegan. así a una auténtica dicotomía entre la teoría eco:
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Fundaci\363n Speiro

ECONOMlA POUTICA
nómica y la ética. Se puede advertir que esta adopción de posicio­
nes es ya un pronunciamienro -de orden ético; que conduce, como
se verá en lo que sigue, a valorar los medios en relación ron las
finalidades, el mercado en relación con las necesidades. Pero deje­
mos esta crítica _para formular otras tres críticas más serias:
A) Aunque emancipada de la ética, la ciencia económica con­
vencional
(S. E. C.) no consrituye una verdadera ciencia.
B) No respeta la dicotomía ética-ciencia que se proponía res­
petar.
C) Esta decisión de separación es una toma de posición peli­
grosa.
A) La S. E. C. rw es una verdadera ckncia.
En efecto, una ciencia reposa sobre unos rooceptos con precisa
significación y sobre mecanismos dlaramentle descritos. EstJe no es,
sin duda, el
caso de la S. R C.
Vamos a esforzarnos en dernostrulo, con la ayuda del método
de la monografía,
tomado en cierta manera de la escuela de la "Re­
forma Social" de Le Play, método más cottientemenre conocido, hoy,
por el nombre de estudio de casos.
Hemos seleccionado aquí dos nociones, particulairmenre significa­
tivas,
de

la
insuficiencia de la S. E. C. Las del Producto Nacional
Bruto

y de la inflación, cuyo carácter ambiguo
se trata de demostrar.
1.0 El Producto Nacwn,a/,. Bruto.
El P. N. B. son unas siglas que, con frecuencia, se ,encuentran en
los documentos económicos. Se sirven de ellas para establa::er jerar­
quías
entre países y medir el
crecimiento nacional. Medida econó­
mica por excelencia, el Producro Nacional Bruto intenta resumir, en
unas cifras,

la
economía de todo un país. A la inversa, es foco de
las criticas de aquellos que, por razones políticas, ecológicas o de
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PARA UNA NUEVA DOCT/IINA ECONOMICA
otro tipo, ponen en cuarentena la organización y la finalidad de
nuestro sistema económico.
Sin en:1bargo, el PNB ,es algo muy simple. Samuelson lo definió
así: "El producto nacional es la cifra final a la que se llega cuando
se aplica d patrón de medida monetaria a las D1?nz:aoas, a !las na­
ranjas, a las máquinas, etc. que una sociedad produce con los recur­
sos

del
sualo, su

mano
de obra y su capiral". Es decir, es "la suma
de
valores añadidos por las ramas de la producción más los dere­
chos e impuestos sobre las importaciones, más los servicios finales
no comercializados y di importe neto de las rentas y factores reci­
bidos del resto del mundo".
No
se trata de negar el valor de esta magnitud económica, sino
de someter a crítica el uso que se hace de ella, tanto para juzgar
el

estado de la
economía de un país como para compararlo con el
de
IJos otros.
La primera crítica

que
se podría hacer al PNB es la de ser
incompleto.
No representa la ganancia económica neta realizada que puede
obtenerse

por
el uso del capital: el Producto Nacion.:l Bruto no tie­
ne en
cuenta las minusva[ías engendradas por la pérdida de valor
y el desgaste de los capitales.
Algunos

elementos
no son objeto de contabilización, aunque
con­
tribuyan a

aumentar el bienestar, quedando
excluidos por sim,¡;les
razones

de comodidad contable.
Hay que citar, entre ellos, las acti­
vidades de la mujer en el hogar, 1" educación que dan ,)os padres
a

sus hijos
y las actividades de recreo.
Además, !os
inconvenientes derivados de

daños
y perturbaoiones
no

figuran como
flujo negativo. Cuando las

desventajas
externas,
como ia polución, se contabilizan, solarn:en-re son tenidas en cuenta
a través de los gastos de reconstrucción parcial del contorno, y, en
consecuencia, son consideradas como un incremento del Prodocto
Nacional Bruto.
Por añadidura, el PNB aumenta con el despilfatr0. Si, por ejem­
plo,
hay un

embotellamiento
que obliga

a
consumir más gasoliná y
se produoen más averías en los motores de los autom6vlies, el PNB
aumentaría por

el importe
del mayor
consumo y de
las reparaciones.
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ECONOMIA POUTICA
Más fundamentalmente, el Producto Nacional Bruto es incier-,
to, por diversas causas:
Hay incertidumbre por lo que se refiere a la v,iloración de los
servicios netos debidos por el Estado: ¿cómo atribuir un precio al
Producto Naciooa[ Neto del Estado? ¿Cómo valorar los servicios de
la
justicia o de
la policía?
Hay también incertidumbre cuaooo se pretende calcular la amor­
titación, porque la amortización, en las empresas, es mal conocida,
lo
mismo que en el Estado. Además, la amorti2ación humana no
se
toma en
consideración. En fin, la mayor incertidumbre se debe
a la utilitación, para las valonuciones, de los precios del meroido.
Las diversas estructuras de los mercados hacen de los precios un
instrumento de medida muy heterogéneo. Hay precios de concu­
rrencia, de monopolios
y precios administrativos. El patrón de me­
dida es, por lo tanto, baBt:ante defectuoso.
Pero este insmunento
se revela todavia más imperfecto cuando
nos
servimos de él para establecer comparaciones:
Comparaciones en el tiempo, en primer lugar:
El problema

de encontrar un índice de
pr exacto

jamás
ha sido ~esuclto. Por 0t1ra parte, sólo seria posible la
comparación
si los gustos fueran iguales y las necesidades compara­
bles.
Hay productos nuevos

puestos a disposición
del! público
en
cada
período. Es preciso, también, tener en cuenta el volumen de desem­
pleo
y, además, compatar la composición de los productos rerles. Por
ejemplo,
una
parte más o menos grande del Producto Nacional Bru­
to puede
ser consagrada a

producir armas, o bienes de consumo,
y
los producros pueden, además, estar más o menos adaptados a los
gustos de los
consumidores y

a
las modas modernas. Esto es particu­
larmente
claro en países socialistas, en los que se producen bienes
de consumo, sin preocuparse demasiado por saber si van a ser ven­
didos.
Las comparaciones, en el espacio, están también sujetas a cau­
ción, y 'las estructuras económi01s , son muy cli.ferentes, siendo tam­
bién desigual el nivel de desarrollo. Por afiadidura, no todos los pre­
cios
tienen el mismo significado
en
la economía de mercado y en el
régimen socialista.
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PARA UNA NUEVA DOCIRJNA ECONOMICA
La roncepción del bienestar varía segón las civilizaciones. Cada
una tiene sus gustos, sus trndiciones y sus ideas de la exisreocia son
diferenves, sin contar ron la desigualdad de las condiciones narwa­
les. Se puede tratar de establocer Ulla breve rompatación entre un
indonesio y un canadiense, si viven los dos en economía de merca­
do: el canadiense tiene necesidad de vestirse de manera mucho más
costosa, necesita vestidos más .cálidos y, por añadidura, habitaciones
diferentes

en el verano y
el invie,;no, así romo unas condiciones bas­
tante estrictas, si trabaja en un centro urbano; ,en contraparcida, el in­
donesio, en general, es un campesino qne puede vestirse de manera
muy simple y

ligera todos los _días
del año. El canadiense debe tener
una calefacción y disponer de Ulla casa térmicamente aislada, le es
necesario disponer

de máquinas de
limpieza de

nieve y de coches
robustos para
circular durante el invierno. El sistema de habitacio­
nes dispersas, por

otra
parte, iru:rernenta el coste de la infraestruc­
twa y de las comunicaciones. También hay diferencias en el modo
de
vida.
El canadiense
es individualista y vive en una familia res­
tringida. El indonesio lleva una vida
más romunitaria y los _lJQdres,
hijos

y
abuelos habitan

juntos.
Los gastos de habitación son me­
.riores, para un bienestar superior.
En fin, es evidente que el "standing de vida" es diferente: los
gastos hechos

para
llll'11.tener su
rango son mucho
mayores en el
Canadá,

y todo
hombre que
tiene un coche
ron más de cinco años de
edad

se
ronsidera frustrndo. Pata los indonesios, sería un

lujo de pri­
vilegiados. En otro sentido, es
preciso de::it que las desigualdades de
renta son

más
grandes en Indonesia: una parte de las riquezas más
importante en porcentaje que en Canadá es retenida por un núme­
ro

menor de individuos.
En fin,
las equivalencias entre las monedas son de difícil cálcu­
lo
y se toman, con frecuencia, los tantos oficiales, que son un patrón
de medida artificiaJ. La estructura de los precios interiores (por otra
parte heterogéneos) es muy diferente de un país a otro.
Milton Gilbert ca;lculó que,

en 1950,
el PNB de los Estados
Unidos

era de 276.400
millooes de dólares, y el PNB de ocho na­
ciones
europeas era, entonces, de

187.000 millones de
dólares, a
los precios americanos, y de 141.800 millones a los precios
europeos,
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ECONOMIA POUTICA
y de 113.000 millones ucilizando los tantos oficiales. La diferencia
es, sin duda, descomunal.
¿Es necesario, enronoos, dejar de usa, el PNB? Acaso no, pero
sería ,,_¡o ronocer sus !!mir.es. En el fondo, dice el Sr. Barre, la
descomposición de las cifras importa más que ,las cif= mismas. El
Sr. Atta:li, consejero de asuntos eronómicos en el partido soci,,lista,
toma,
en L' An#economique, en el capítulo dedi:cado a la tro<ía
crítica del crecimiento c:con6mico, los reprocha; form1lllados a los
enamorados del
P.N.B., a los que se imputa corufuudir el crecimien­
to

del Producto
Nacional Bmto ron la fe!licidad. Como Fran'°is
Decloset, que ha da.do este título a uno de sus libros, es preciso
decir "Le Bonheur en Plus", por añadidura al crecimiento económico.
2.0 La mflacwn.
Fenómeno económico principal de los últimos años, supera hoy
loo
tantos del 10 %. La inflación es la bestia negra de nuestros gp­
bemantes y la preocupación cotidiana de todos. Un concepto tan
importante merece, por lo tanto, ser analizado con precisión. ¿ Lo
es, ciertamente?
Los turiferarios del S. E. C. se oponen, de hecho, a su signifi­
cación

precisa.
En cuanto a su vulgarización entre la opinión públi­
ca rontribuye a dat una idea falsa de esta noción a los agentes eco­
nómicos. Esto es particulatmente grave en un · fenómeno para el que
los romponentes de orden psicológico y político son esencial.es.
"La inflación es el alza de precios".
En cuanto a sus causas, nos son dadas por las fórmulas simplistas
de la inflación, de la demanda, las más corrientemente, explicadas
en
l:as universidades.
¿Qué
es, ciertamente?
El
a!lza de los precios no es 1a inflación: predispone a ella, sin
nada
más.
En cuanto a las nociones de la inflación por la demanda y de la
inflación
por los costes, nada explican. Solamente permiten clasifi­
car· las influencias que actúan sobre· la situación monetaria, unas a1
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PARA UNA NUEVA DOCTRINA ECONOMICA
nivel de los precios de coste, y otras al nivel de la demanda. Pero
sólo se trata de presiones inflacionistas, oo de las causas.
La inflación es una creación de poder de compra nominal que
oo oorresponde

a
una producción real. Esta definición es la única
susceptible de

dar la clave del fenómeno
y localizar las responsabi­
lidades.
La creación del poder de compra nominal es una noción muy
diferente del alza de precios. En efecro, esta última, cuyas causas son
diversas, y geneta!moote bien analizadas (de orden coyuntural y es­
tructural), agota la cantidad del poder de compra de ,100 agentes:
para pro= la misma cantidad de bienes, los productores gas­
tarán más dinero, lo que dejará una cantidad menor de poder de
compra
disponiMe para proseguir sus compras. Si los productores
quieren
vender
todos sns

bienes,
se verán oMigados, en
un segundo
tiempo, a bajar sus precios, ya que, si no, se verán expuestOS a acu­
mular stocks cada vez más importantes. Las alzas de pr,ecios, de esta
manera, son seguidas de bajas de precios, y oo hay inflación, porque
ésta se
caracteriza por un alza de precios rontinua y general
Por el contrario, si el Estado acepta dejar crear poder de rom­
pra snplementario, por el camino de las rontra'.J"',l'tidas de la masa
monetaria, sobre las cuaks pnede ejercerse cierta influencia, la in­
flación puede
desarrollarse. Los precios no tienen ya razón alguna
para bajar y el Estado, al ratificar sin aesa,c sns nuevas alzas, ésms
continuarán. La ley de la oferta y la demanda sólo jugará, en con­
secuencia,
en un únioo sentido: et sentido del alza.
Para favorecer estimula regularmente las alzas de precios, creando la inflación. La
ciencia económica puede, en tartto, ser vulgarizada de una manera
falsa, para satisfacer ciertos intereses.
Esto explica la necesidad de
apoyar esta

ciencia sobre
la definición seria y met6d.ica de rodos los
conceptos que emplea. · Se trata de oonstruir un auténtioo 'léxico, que
debiera
recibir
el asentimiento del máximo de especialistas y de
prácticos. Este ronsenso, establecido robre la base de una aclaraeión,
constituirla
la

profundización
de numerosas investigaciones, en cien­
cia económica, pero, sobre todo, esta obra tendría, como ventaja, ate­
nuar la dicotomía eotte los ,eminentes especialistas de la ciencia eco-
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Fundaci\363n Speiro

ECONOMIA POUTICA
nómica y el gtl\11 púl:,J.ico, es decir, todos los agentes económicos,
usua,:ios de los resultados de esta ciencia.
B) La SEC n-0 respeta la dicotomía ética,.ciencia.
La ciencia económica tiene por objeto proponer medios al ser­
vicio
de
finalidades definidas fuera del campo ecooóroim. Sin

em­
bru:go, este esqll realidad. En

efecto,
ios medios, muchas veoes, se desvían de los fines:
dkho
de otra forma, el punto de vista económico lleva a falsear las
perspectivas de las finaílidadf'IS.
Las pretensioru:s de la SEC son importantes. Para una cierta ten­
dencia neoliberal, la solución ddl problema socia:l se at:ribuye al
aumento

de la producción,
que permitiría el

aumento continuo del
nivel
de vida, fuente de

la
paz sociail.
Ciertamente, se trata de un elemento importante de la verdad,
pero, si es cierto que la prosperidad favorece la concotdia social, es
absolutamente insuficiente, por


sola, para asegurarla. El consen­
so, en una sociedad,
procede de probl= de naturaleza ideológica,
qll subtiende,
sin ernbru:go, muchos análisis

y
prorectos de reforma, pro­
puestos en materia de defensa nacional y de formación profesional,
por ejemplo. En estos dos dominios, esenciales para la vida de la
nación
(seguridad y porvenir económico), un

punto
de vista dema­
siado economizado
tieoe,

como
consecuencia, la defo,mación o
el
impedimento de darse bien cueota de las finalidades ,perseguidas.
Tomemos

el
ejemplo de
la defensa
naciona,1
C) La adopción del punto de msta de separacwn de la ética
y la mora!, es u:na toma de posü:i,ón peligrosa.
En fin, las consecuencias del postulado de la DEC se revelan ne­
fastas. La realidad de hoy lo condena. En efecto, la dicotomía Fina­
lidades-Ciencia
Económica provoca:
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PARA UNA NUEVA DOCTRINA ECONOMICA
~) Una mala toma en cuenta de las nooesidades.
b) Un equipo del patrimoniP natural y mruall, un punto del
que trataremos más adelante.
e) Una exaspetaci6n de las tensiones sociales: el sistema ero­
nómico provoca, sin cesar, nuevas nec,,s;dades artificiales, contribu­
yendo así a hacet sentir, cada vez en forma más dolorosa, la des­
igru,;ldad de las rentas.
d) La proposición de valores falsos y de finalidades alienantes
para los ciudadanos que vendrán a tomar el medio (la busca del be­
neficio, la pretensi6n de hacer dinero por ,el desarrollo de la renta­
bilidad),
por el fin (asegurar las necesidades de los hombres).
11. PERSPECTIVAS PARA FUNDAR UNA NUEVA DOCTRINA
ECONÓMICA.
Segunda parte del estudio realizdo por el Cent Investig,u;íones poUticM de Par/s. Fuente: Université Libre, bole­
tln núm.
36

de 1975.)
Botas petspectivas se ordenan en tomo de dos temas esenciales:
una cieocia económica finalizada; una ciencia económica más rea­
lista.
A) Una ciencia económica finalizada.
La D.E.C. conduce a la constituci6n de una economía apoyada
sobre
dos
pilares, constituidos por el mercado y el dirigismo del
Estado, a primera
vista contradictorios,

pero
armonizándose bien
en
la
realidad. Bote sistema es

el que
conviene poner

en
cuarentena,
asegurando un fundamento objetivo, al mismo tiempo que normati­
vas para la ciencia económica.
l.º Una economía que reposa sobre el binomio mercado .. di,.
rigismo.
La ciencia económica se edifica a través de la puesta en eviden­
cia

de
diversas leyes válidas de manera universal cua:lquiera que sea
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ECONOMIA POUTICA
el conrexto-, que revelarían la existencia de no se sabe cuád. natura­
leza inherente a la realidad. Como el libre juego de esms leyes debe
provocar el establecimiento de

un
equiilibrio óptimo, importa no
c.ontrariarlo y se impone someterse al determinismo del mercado,
sobre el que se ejercen estas leyes. La doctrina económica clásica con­
duciría, así, al Reino del. Mercado.
Pero los defecros de éste aparecerán cada vez más, y los neoli­
berales actuales, como el consejo ,conómico del presidente, :;efíor
Lionel

Stoleru, ponen de
relieve sus imperfeccioines y sus insufien­
cias.
Las >mperfecciones del mercado.
a) Para la preparación del porvenir.
El método
Nustra basrante mal las decisiones a medio término,
sobre
todo en los dominios de punta, en los que el
mercado es to­
davía inexistente. Por el contrario, el mercado, demasiado miope,
tendrá tendencia a favorecer el desarrollo de productos allí donde el
mercado existe actualmente, pero donde la evolución del porvenir
es poco favorable.
b) Para el mantenimiento de [os grandes equilibrios nacionales.
Las hermosas leyes puestas en evidencia por los clásicos no per­
miten, desgraciadamente, evirar la inflación o el desempleo.
Las insuficrerocias del mercado.
a) Los bienes rolectlvos, como fas carr-, las escuelas, in­
cluso
Ja defensa nacional, responden

a
necesidades que

se
expresan
difícilmente, o no se hace en absoluto, en el m=do.
b) Existen ranto las economías como las deseconomías exner­
nas, que oon, por otra parte, unas variedades de [os bienes colecti­
vos: ,J.as economías externas son cualidades que benefician, de ma­
nera indivisible, a un gran número de agentes econ6miros, como
1220
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PARA UNA NUEVA DOCTRJNA ECONOMICA
consecuencia de la decisión de otro agente (por ejemplo, cuando el
Estado decide consrruir una autovía, hasra ahora generatriz de eco­
nomías externas para las fábricas situadas en las proximidades de
esra graa vía cu, circulación). Por el coatrario, el empoazoñamlenro
derivado de la actividad industrial representa una deseconomía ex­
terna,

para los agentes situados cerca de la
empresa de la que
pro­
cede
cl empoazoñarnienro.
Pero

los liberales no tienen imaginación
corra. Pata paliar este
grave inconveniente, propoaen rrara~ de hacer tener en ruenra, por
lo

menos
por el mercado, los bieaes colectivos, gracias a diversos
procedimientos,
más
o menos
complejos, o biea suplir el mercado
mediante elaboración de

un plan, cuyo objetivo
seda arrojar luz en
las decisioaes económicas

a medio
término y facilitar la realización
de
los equilibrios nacioaales (precios,

empleo,
balanza de pagos),
junto a la persecución del crecimiearo económico. Estas dos orion­
raciones

sólo pueden
= perseguidas sobre la base de un corapro­
miso mayor del Estado, en el dominio económico. Los pod= p6-
l,licos se ven, de esta manera, ante la necesidad, obligados a coafor­
tar el mercado, o a reemplazacl.o, cuando no haya verdaderamente
medio de acruar de otra forma. El m=do-rey conduce, forzosa­
mente, al ;f.sta-do, a aumentar su acción sobre los agentes económicos,
cuando éstos no han caído todavía bajo el dominio del Estado to-.
talirario, regente máximo de la vida de los hombres, en todos los
dominios, ya
se trate del dominio de la mota[ o del de la economía.
¿ En cuan ro al sistema de corabinar el Plan y el mercado, en las so­
ciedades industrializadas occidentales, puede decirse que es satisfac­
torio?
2.0 Los inconvenientes del sistema mercado-plall!.
los inronvenientes de este sistema son más importantes. Los meR
canismos estatales no llegan a paliar estos dos ioconvenientes del
mercado:
a) La economía sólo tiene en cuenta las nwesidades que se ex­
presan en el mercado. Se rrara de las necesidades
solubles, es decir,
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ECONOMIA POLITICA
son necesidades de consumidores que disponen de recursos, como
socede con la poblaci6n activa, aun cuando ésta no represente, si­
quiera, fa mayoría de la población.
También

se refiere a los
bienes susceptibles de expresarse en
forma
monetaria. Todos

los bienes
inmaterides, de
orden
mora,l o
espiritual, no

pueden
tomarse en consideraci6n. Pero,

una
familia,
por ejemplo, tiene necesidad de seguridad, de ambiente favorable o
de cohesión
familiar como
de bienes
materiailes.
Se

adviette, en
consecuencia, que 1a noci6n
de
bienes colectivos,
tal como se ha

concebido
por la D.E.C., es insuficiente.
De

esta
forma, el

reino del
mercado padece
la necesidad
de una
noción subjetiva:
necesidad es aquello por lo que están dispuestas
a

pagar
las personas. Es también el resultado de una relaci6n de
fuerza, que se expresa sobre el mercado. Esta relación de fuerza,
entre productores
y consumidores, conduce a:
L-EI dominio

de
los ronswnidores solventes sobre los otros, de
forma que
los primeros, cuando rompran roches, imponen a los otros
el peso de ,!os gastos en infraestructuras y carretetas, que no se fac­
turan en la venta de los automóviles.
2.-El dominio
de algunos productores

sobre !os
otros: aquellos
que
disponen de

medios para orientar las necesidades,
por la publi­
cidad
y por su acci6n sobre los precios. Así, estas relaciones con­
ducen a
la roma en consideración de ciertas necesidades que pueden
sofocar necesidades más
importantes.
b) El sistema del mercado conduce a destruir Ias reservas. El
mercado impulsa la produa:ión de

bienes
eiaborados ron capital
monetario y capital no monetario, de orden material y de orden no
materiail. Si

bien en
loo capitales monetarioo se tiene

en cuenta
Ia
amortización,
no

sucede lo
mismo con

los otros. Las
empresas, para
producir, utilizan bienes no contabilizados, como sucede con el aire
puro, las aguas ilim.pias o la ca1ma . . . Pestruyen, de esta manera, un
patrimonio de orden no material, corno sucede con los va,lores de
integraci6n en

un medio de vida, una
religi6n o
una
naci6n. Por
ejemplo,

una producción
eficaz reclama,

de los
economistas oficia-
1222
Fundaci\363n Speiro

PARA UNA NUEVA DOCTRINA ECONOMICA
les, cierta movilidad de los factores de producción, principelmente
de la mano de obra. Fuente de desanaigo, generadora de tensiones
sociales
más g,andes, presentes y futuras, esta movilidad contribuye
a destruir rodo un patrimonio de orden social, acumulado por ,1os si­
glos. Así, la economía, considerada fueta de toda fina,Jidad, conduoe
a
oilvidar las
reservas mOtailes o espirituales, a las qué un

economista
como
Attali designaba

con
el nombre de "C>llidad de vida".
Estos dos
graves defectos de la D.E.C., defonnaci6n de las nece­
sidaxles y agotamiento de las reservas, pueden ser evitados en el
maoco de una doctrina económica finalizada
3.º La elaboración de una escala de necesülades.
Pata evira:r que el mercado imponga un tipo de n=sidades a
satisfacer, en detrimento de otras más importanres, se hace nooesa­
rio proceder al estudio preciso de las necesidades de los agentes
económicos,
de tipo mmeri«J o moral. Este estudio conducirá, des­
pués, a mosttar los bienes necesarios pata la satisfacción de estas
neoes.idades. La cierlcia económioi consistirá, enronoes, en buscar,
como
sea posible, producir de nuevo estos bienes, de la mejor ma­
nera posible. Así, el mercado se colocará en su lugar, como medio,
no como
director inconsciente. Como indica el Sr.

Saint-Chaai<,s,
es
así
como debería proceder una

justa
estructura económica: ¿de qné
bienes viven
las petsonas y las comunidades? ¿Cuáles son las· COli­
diciones de producción y de cambio de estos bienes?
Así, la ciencia económica tendría un fundamento objetivo, que
constitnitía, al mismo

tiempo, su
finalidad: el
conjunto de
necesi­
dades a satisfacer. Estas necesidades serán definidas sobte la base
de un estudio objetivo, que sólo podrá hac.ene con la ayuda de unos
principios más realistas que aquellos sobre los cuales
se funda la
D.E.C., como veremos más
adehmre.
Antes,

desearíamos demostrar cómo
las investigaciones de

un
economista
como eil Sr. Paul Fabra, especialista en cuestiones mo­
netarias internacionales de!! diario "Le Monde", rephmtea la preocu­
pación fundamental
aquí

indicada:
la necesidad de

un fundamento
objetivo
pata la ciencia económica .
• 1223
Fundaci\363n Speiro

ECONOMIA POLJTICA
El Á111tÍcapitalismo de Pmd F abra.
Es la primera vez que un economista se preocupa por responda,­
ª la ruest:ión que, desde hace mucho tiempo, se plantean los estu­
diantes, en el primer año de Universidad, cuando abordan al estu­
dio de la ciencia económica.
La primera característica de la economía política reside, en efec-­
to, en su carácter fundamentalmience subjetivo: los conceptos que ,1,c
fundan no son, de hecho, en ningún caso, definidos y dos ecooo-­
mistas son incapaces de entenderse sobre e1 sentido mismo de la
palabra valor, que no obstante se encuentra en la base de todas
las teorías ,económicas. Por añadidura, la relación entre concepto&
esti,

con
lireruencia, mal asegu,:,,da. En otros términos, [os teóricos
ehtboran, para e1 análisis, ideas que ellos separan, sin esmblocer en­
tre
ellas relaciones lógicas, mientras los prácticos se ocupan poco de
estas distinciones escolásticas
y las confunden, por consiguiente, em
su aplicación.
Se trata de un cuerpo de definiciones de algunoo conceptoo. Fs­
preciso no esperar recetas de política económica. El objetivo de Fa­
bra es fundar la economía pdlítica sobre unas bases objetivas nue-­
va.s, que permiten sacarla de su encuadramiento actual, ,en el que­
está innegablemente
bloqueada: la subjetividad ma1'ginalista y er
cientificismo marxista. Por una razón inexplicab1e, Fabra hace, sin­
cesar, referencia a Ricardo, al cual pretende haber dado su verda­
dero sentido, con lo cual hace su ramnami,,nro más pesado, sin be­
neficio alguno, y su interpretación, bastante personal, hace que las­
ideas sean de Fitbra más bien que de Ricardo. ·
Una apreciación sobre esta obra es, en último licada, y e1 método utilizado consistirá en definir los dos conceptos·
clave: el valor y su corolario, el beneficio, lo más claranrente po­
sible, anteS de emitir un juicio geneml sobre la tesis de Paul Fabra..
1224
Fundaci\363n Speiro

PARA UNA NUEVA DOCTRJNA ECONOMICA
El valur.
El error tradicional sobre la definición det valor proviene de
que fos autores han, generalmente, intentado definirlo "en sí", lo
waJ. les condujo a evacua,: el ptoblema.
En efecto, no existen valoces "en sí", y la equivalencia, sup""81a
por los clásicos, entre los gastos de enÓ\'.gía y el mínimo oooesario
para su reconstitución, es fa:Jsa. El aruí:lisis de Smi11h y de Mittx, con
referencia a esto, puede establecer la relación entre la energía con­
sagrada. a la readización del produao y el gasto necesario para la re­
construcción de la energía, como algo que proviene de un error de
concepto. No se trata de datos agregahles. Es el proreso del valor
lll"abajo, el que puede hacer esto.
El valor no se funda ya sobre la abstracción ronstituida por la ne­
cesidad,
potque esto

conduce
a un sofisma.
Explicar
el valor por la psicologla es explicar la causa _por el
efecto: la ley de la oferta y la demarula se reduce a afinnat qne el
vllllor vale Jo que vale; Jo cua!l no explica gtao cosa. Pero esto se
reduce, sobre todo, a otorgar el privilegio a la demanda, .-on rela­
ción a la oferta, Jo cual es contrru:io a toda realidad.
En efecto, el valor se funda sobre el trabajo. Es decir, posee un
fundamento objetivo: la

referencia
del valor de

un
pto gasto de energía que el trabajo ha ocasionado. En otros réi,minos: el
va!lor trabajo
es, simplemente, la afirmación de que, en un mer­
cado, loo productos se cambiarán en ptopordón a la cantidad de
trabajo que ha sido .n=rio para su fabricación. Es dudoso, en
consecuencia,
que

el
valor exista solamente por el cambio y no exis­
ta "en si''; el valor pooee un fund"1Ilento objetivo, pero no un fun­
damento psicdlógico.
El beneficio.
El beneficio es la · compensadón del carácter diferido de los
cambioo entre dos pto 1225
Fundaci\363n Speiro

BCONOMIA POLITICA
producto del trabajo, en sa:lario, aporta ciertas ventajas, porque el.
dinero no ,es otra cosa que el. representante del. producto del. t:ral,a.
jo, y no un bien en sí mismo. La renuncia a esta ventaja, o el ca­
rácter diferido del. cambio, debe pagarse. Se deduce que:
a) El beneficio no es, por lo tanto, a seilvo accesoriamentle el
pago de un riesgo .. Es más bien una compensacióo.
b) BI tanto de beneficio puede calcularse objetivamente, romo
el. preció de utilización alternativa de los producros dd tmho.jo (con­
sumo, o gpce, o ahorro). Ninguna diferencia de natw:a:lem existe,
por lo
0
tatlto, entre el tmho.jo y el Cápital, ya que el capitll!l no es
otra cosa.· que un trabajo diJierido.
La teorfa de la plusvalfa constituyre, por lo tanto, un error inte­
loocual mayor, un rontrnsentido sobte la natw:alem real del capita1.
Como subraya Fabra, la abolición del salario no es la abolición del
beneficio, sino,
al contrario, el beneficio genernlizado.
Asimismo, la baja tendencia dél tanto de beneficio, reflejo di­
recro de la ley de rendimientos decrecientes de .Adam Smith ( tomada
de

nuevo
en considetación por Walras y Keynes) es un en:or, ya
que
el tanto de beneficio se fija de manera objetiva y no depende,
en cuaJiqulet caso, de una necesidad abstracta y psicológica.
¿Qué pensar d,,l anti,capiúzlismo?
Al nivel lógico, se tram de una construcción seducrora. lnoluso
parece significativo y placentero que un economista joven se planteé,
por fin, la cuestión del caclctet realmentre científico de la economía.
Esm se ha apoyado, durante mucho tiempo, y continúa haciéndolo
en la aurosatisfacción, para que esta consmmción · sea positiva.
Si la
teotía del

cambio que Fabra
e,q,one es seductora, porque
parece aportar respuestas a problemas y definiciones hasta ahora
oscuros, no por ello deja de ser menos operaciona[.
Para Fll'bra; el carácter hedonista o· psicól6gico tó. de fa economlá no ricardlatia condiciOl!a; el ·· cru\lcter ilimitado y
1226
Fundaci\363n Speiro

PARA UNA NUEVA DOCTRINA ECONOMICA
absurdo del proceSQ de creciro,ien,:µ de la sociedad de consumo. Y
esto no es ciertamente falso. Keynes es el padre del N ew Vea/, per­
manente que constituye el mundo de la postguerra, a través de los
continuos estímulos de la demanda. Pero esta constatación se ha
hecho a través del examen del a~ filos6fico del aecimiento
moderno, más que por la reunión de conceptos. En definitiva, el
mayor
reproche que

se
puede hacer a Fabra es haber· permanecido,
a pesar de todo, en un terreno simplemente económico. Ciñéndose
alf estudio de los conceptos económicos, no apot,tan nueva luz, a
salvo a,Jgunas nociones cuyo carácter es, con frecuencia, sólo intelec­
tual.
El inrerés del anticapita.lismo reside acaso más en la refu1ación
interesada
de la aportación del marginalismo. Esre, a,! explicar los
efectos por ellos mismos, parece a primera vista •izar el rizo y cons­
tirui.r un sistema de explicaciones simples y coherentes. Su puesta
en cuestión jamás había

sido llevada
tan lejos. La insistencia wbre el
ca,:ácter complejo del sistema intelectual walrasiano parece esencial.
Es a los filóoofos, a los sociólogos y, sobre todo, a los p a quienes corresponderá reía.mular la economía en el dominio in­
dicado por Fabra.
Si
la vía propuesta por Fabra no es de un va,lor objetivo a toda
prueba, su obra indica, por lo menos, que 1os economistas e,operi­
mentan,
cada vez en mayor medida, la insuficiencia de :la D.RC.
Se
trata de fundar una ciencia económica sobre fos principios
de

un mayor
rea,lismo.
B) Una ciencw económwa realúta.
l.º Princios ,eaUstas.
Consecuencia parcilll de la dicotomía entre fines y medios, la
DEC ha conducido a una separación artificial y arbitraria entre lo
económico y

lo
sooiai La DEC constituye, así, una ciencia ahstta.c­
ta, conjunto de leyes universales. Aparte de que conduce, corno he­
mos

visto
precedentemente, al establecimiento del meraido-rey, este
1227
Fundaci\363n Speiro

ECONOMIA POLITICA
caráaer de abstracción llevó a los economistas a corusjderar a todo
agente económiro romo un "Hombre Económiro", ser perfecmroen­
te il!r""'1, análogo al hombre del Código civil, evoc.do por Renan,
• coocebido por una sociedad formada de ciudadanas que vienen al
mundo como niños y mueren célibes". Como indicó el Sr. Vi.not, "es
en la perspectiva de fa sociedad del Código civil en la que se am,lló la · economía política naciente y para sus <1iudadanos, y en
1DrllO de ellos, se han organizado las relaciones sociales y las reglas
del cambio. El Homo-Juridicus iba a servir de modelo a su ron­
génere el
Homo-Economkus.
La nueva doctrina económica deberá, por lo tanto, reconocer a
loo hombres

en
la variedad de su situación y famfüa ( célibes, pa­
dres o no de varias hijos, viejos), en su diversidad regioru,! y pro­
feoional.
No rontentos con olvidar

al hombre en
la realidad de su situa­
ción, la DEC hace también abstracción de la diversidad de fas es­
tructuras nacionales o regionoles. Bl eronomista alemán Frederik
I.ist había puesto en evidencia esta laguna, en el siglo último, cuan­
do
oponía la
est:rucrura de

la joven
eronomía elamana, en vía de
industrialización, a la del Reino
Unido, que

podía
permitirse la
aplicación beneficiosa de la ley de !as ventajas comparativos, en
materia de ~io internacional No sucedía así en Alemania,
que no podía aceptar el hecho de que sus industrias nacientes re­
sultasen contrariadas por los importaciones de origen británico.
Así, el estudio del contexto económico es fundament>J!. Pero,
hoy,
el estudio de las estructuras nacionales perdió un poco de su
importancia,
a causa de

la
"mundiafüación de la eronomía", debida
ai desarrollo

de
loo medios de comnoicación, a la disminución de
loo obstáculos comercúdes en

las
fronteros (de

orden
·tatifatio u
oca­
sionados
por la contlngenradón) y a la constitución de potentes
firmas multinacionales.
Esta es la razón de que un economista romo
el

Sr. Perroux
se dedique, en tal medida, a poner en valor la cons­
titución de polos económicos, polos distribuidos en un tejido eco­
nómico mundial, en cúya teoría fas fronteros · nacionales son casi
despreciables.
Este

¡¡énero de
estudio valora la no homogeneidad
del campo espada! económico, que no puede dejar de
tener grandes
1228
Fundaci\363n Speiro

PARA UNA NUEVA DOCTRINA ECONOMlCA
=nsecuencias para la definición . de políticas económicas eficaces.
Se desechan muchas abstraccion,,s, que peMla!lecen como un fanlo
. El carácter abstracto de la DEC le permitió r"20rult, con gran­
.des agregados, sumas de elementos s¡;puesros semejantes, mientras
que el tejido económico está hecho de heterogeneidades, de des­
igwddades y de desemejanzas. Un agregado como el del consumo
adiciona
consumos difetentes,

según
prove11gan de las economías
.domésticas de

una persona o de
familias númerosas, cuya est:ructu­
fi. de ~o sería, forzosamente, muy diferente. No es inútil co­
nocer la variedad de estas estructuras de COll'SU!lilO, cuando se quiere
hacer una po[ítica económiat ooientada a modifica, la variable "con­
sumo". Así, fa tendencia masificadora de la DEC debe ser puesta
,en cuarentena; las estadísticas que em¡ilea, insuficientemente des­
agregadas, constituyen otro

ejemplo.
Agregadas, sí, pero a condi­
-ción de conocer ptieciS'alD.ente lo que contienen y de ser conscie.iltes
.Je que adicionan datos no agregables.
En
fün, la pretensión de la DEC de convertirse en una ciencia
'eXacta le lleva a apoyarse, cada vez más, en el empleo excesivo de
,!as matemáticas y en la construcción de modelos cada vez más com­
plejos, que nada tienen que ver con la realidad.
Olmo escribió Attali, asistimos a un superdesarrol!o formal, en
iletrimento de la reflexión sobre la adaptación de la teoría a su ob­
jetivo. La nueva doctrina económica debería set más modesta y, con

a
abandonar la precisión seduetotá de
'tallta teoría neomatginalista y de tanto modelo neokeynesiano, esté­
'tica,nente satisfactorio, peto petfectamente inútil.
Así,
todas estas críticas,
aplioulas a las DEC, que se resumen
"° una palabra, abstracción, deberían permitir a la nueva ciencia
'OCOll6mica
no
quedar
encerrada en
una urna .
.:2.0 La Jodo-economía.
Lejos de caer en estas trampas, la socio-economía pon;, de re­
lieve una

voluntad
,manifiesta de

realismo. Como
indica su nombre,
1229
Fundaci\363n Speiro

BCONOMU POUTICA
techaza la dist:iru:i6n establecida. por la DEC entre lo económico y
lo socis:1:
"¿Qué es lo económi~?
Son · l.os problemas de los hombres, de los bienes . y de las rela­
ciones entre ellos.
¿Qué es lo socia1?
Son los problemas de los hombres, de los bienes y de las rela­
ciones
entre ellos.
¿Por qué, por lo tanto, existen dos ciencias para llegar a un
mismo
conocimiento, lo cwcl se pone de relieve al tratarse de una
única y

una
misma definición?" (Coloquio de Breviere, 1959).
La voluntad de realismo se advierte, igualmente, en el carácu,r
tígido y mecánico de la DEC: "La socio-economía no considera a
la sociedad en términos de mecánica, con la rigidez y la inercia
de

sus
elementos, sino

en
tétminos circulatorios, con órganos y cit­
cuitos vivientes
y con la autoadaptación que catacreriza la vida.
Esto explica la desconfianza que mantiene frente al vigor aparent!e
de una economía demasiado matemática, que ofreo, los signos e,c­
teriores de una precisión científica, mientras que, en sí, nada es
menos
científico que construir modelos entre componentes inertes,
para ofrecer una representación de relaciones en· las que consmnte­
mente se produce la autoadaptación biológica (P. Vinor).
La socio-economía. se demuestra así particularmente preorupads
por evitar· fos inconvenientes· que anteriormente señalábamos.
Se apoya sobre dos principios básicos.
1.-Los recursoo que fultan a los subconsumidores, como com­
pradores, representan inversamente cifras de negocios perdidas para
los produetores, como vendedores.
2.-Al crear un recurso mínimo de garantizado, el legislador crea
un consumidor
mínimo garantizado.
m segundo principio es, naturadmente, un simple corolario del
primero.
Estos dos enunciados ponen así claramente en evidencia la ne­
cesidad de
tener en
cuenta el consumo, en relación con
la produc-
1230
Fundaci\363n Speiro

PARA UNA NUEVA DOCTRINA ECONOMJCA
ción, para la cual el consumo constituye . la salida principal de la
política social, cuya preocupación fu.ndaoienta1 ~te en la dis­
uihución del consumo.
Así, la solución de una gran parte de los problemas sociaies pro­
viene de la puesta en cuarentena de la dicotomía arbittaria de lo
económico y lo social.
&to sólo es posible a condición de considerar c;l consumo en su
diversidad, lo cual supone un estudio de sus esttocturas, a realizar
en patlll!elo con el estudio de los poderes de compra de las econo­
mías
domésticas

y de
cierros análisis realizados al nivel de la pro­
ducción.
Los socio-economistas preconizan un estudio de las auténticas
necesidades
de las economías domésticas, consideradas _ en su qiver­
sidad
(célibes o familias de dos, cinco o quince personas). Observan
así las DOCesidades de todos los consumidores, comprendidos aquellos
que
no

producen
nada y que constituyen una parte importante de
la población.
Se
ttata, por otro lado, de elaborar nuevos conceptos, corno _el
de "consumibilidad", análogo ai de m productividad, que permire
estudiar de una manera científica la, variaciones del consumo.
Este ttabajo permite, por tanto, considerar, con mayor exactitud,
los problemas de equiiibrio entre producción y_ consumo.
En caso de desequlibrio en los gastos de consumo, es decir, de
superproducción, se ttata de

disttibuir
el poder de compra de .tal
manera que se
pernnita a

los
consumidores menos

favorecidos
ase­
gurar sus - necesidades fundamentales. No -se corre así el riesgo de
,leseocadenar un movimiento inflacionista, ai mejorar la situación
social.
En caso de desequilibrio in&óonista, debido a la presión del
nivel de demanda, no se ttatará de provocar una disminución inru­
ferencirula,
sino

que se actuará
sobre el poder de compra de for.
ma que disminuya la producción de bienes superfluos, en bem,­
ficio ele las oecesidades más vitllles. En efecto, desde un punto
de vista económico, la constticción de las necesidades vitales no hare
orra cosa que favorecer el relanzamiento de la inflacjón_
En cuanto a la nueva disttibución del poder de compra, estable-
1231
Fundaci\363n Speiro

BCONOMIA POUTICA
cido sobre la base de la toma en cuenta de las · ne las familias, puede apor«er a partir de procedimientos definidos
por el
Estado,

que
reilizará un incremento de la acci6n · de los po­
deres públicos sobre los ciudadanos, o sobre la base de conciertos
realizados a nivel de las profesiones y las regiones_, método más res­
peruoso de la libertad de fos agentes económicos.
Critica nueva doctrina económioa.
Observamos, ante todo, que si la solución propuesta por la so­
cio-economía permite g,war "en los dos maceos", lo económico y
lo social, queda, sin embatgo, · una parte del problema social que
sólo podría ser resuleto a perti,: de métodos políticos. llsoe es el
caso, principalmente, del logro de tin consenso social, que en retor­
no

permita
aportar más fácilmente soluciones a ciertos problemas
económicos: el consenso social permite el establecimiento de una po-
1ítica de rentas, el mejor agente de lucha eficaz contra la inflación.
Esto, por otra parte, está próximo a la idea socio-económica, ex­
puesta
más arriba, de que
una mejor distribución del poder de
compra favorece la reabsorción de los desequilibrios econ6m.icos,
pero amplios dominios de la acción social, la salud, la defensa, la
enseñariza, el régimen de trabajadores extranjeros pertenecen a de­
cisiones
puramente
políticas.
Hecha esta refilexión preliminar, conviene reconocer que la so­
cio-economía pone en práctica los principios de realismo que in­
dk:ábamos más arriba, pero permitiendo elaborar conceptos nuevos
y proponiendo soluciones interesantes para la política económica.
Sin emba,rgo, padece la all'Sencia de una doctrina económica para
nuestro tiempo.

Tal doctrina comprende, bien entendido,
los prin­
ci,pios indicados a lo largo de este dossier, pero también los anun­
ciados bajo la forma

de
un mínimo
de
ceorizaci6n de
los
princlpa·
les problemas económicos de nuestro mundo contemporáneo. De esta
forma,
la socio-economía es una teoría económica todavía insuficien­
te,

pero que
constituye ya un medio de decisión, al servicio de una
docirina económica, aun

cuando
esté incompletamente
formulada.
1232
Fundaci\363n Speiro

PARA UNA NUBV A DOCTRINA BCONOMICA
· "Ni la teoría clásica, ni la reorla maaista parecen constituir esta
reorla general
que necesitamos. Un esfuerzo de construcción se im­
pone". Esto escribieron J Ma.tdla:I y J. Lecaillon en 1958, en su
libro "Unidad de la
Socio-economía". El Sr. Vinot dedujo el prin­
cipio de una termodinámica de la socio-economía, y elaboró toda
una metodología, que permite un mejor conocimiento estadístico de
las realidades, ofreciendo diversos ejemplos de sus aplicaciones, al
fundar
las bases de una técnica indispensable para penetrar 'los
problemas del mundo moderno, y

disolver
sus contradicciones: des­
empleo, paralización, esterifüación del potencial de producción ante
necesidades insatisfechas ...
Se trata, a no dudarlo, de una primera etapa en la construcción
de la nueva doctrina económica, que eslWilos, sin duda, necesitando.
APÉNDICE.
¿ Es la defensa nncional un problema económico o políl!i;co?
La defensa nacional apenas era una cuestión a la moda, cuaru:lo
el

proyecto de
Ley Debré, de 1973, lo hizo surgir a la ¡,neocupación
de los franceses, a propósito de un problema particular. Desde en­
tonces,
manifestaciones y motines han puesto de relieve dl ma!lestar
de
la institución militar, que desorienta a la opinión. La defensa na­
cional, se

quiera o no,
es para Francia

un
proMema viral. Una parte
de J.., dificultades con que tropezamos ol,redece a que se tiene una
visión demasiado
puramente economista
de
un problema que no
es
eso, ni siquiera p,,incipalmenre eso. Más grave es tener rerulmcia
a r;educir la cuestión a

su
aspecto presupuestario, mientra5 que éste
no agote incluso el pilan de la economía. Haciendo esto, se pu,de
difícilmente resolver el problema de la defensa, que todo ·el mundo
reconoce.
A partir de
la situación actual del ejército, de sus rJecur·
sos y de sus preocupaciones, que inspirarán la política actual, que­
rremos pasar revista a [as consecuencias económicas derivad~ antes
de demostrar como un análisis semejante, á nuestra manetra de· ver,
78 1233
Fundaci\363n Speiro

BCONOMIA POUTICA
puede enmascarar los objetivos que debe fijarse una defensa nacio­
nal eficaz.
l.º La parte de los recursos de defensa, en el conjuuro del pre­
supuesto, permaneció
prácticamente estabh, dur.inte 150 años, sal­
vo excepciones. Se puede considerar la cifra del 34 %, en 1822, y
el 32 %, en 1952. Después, este porcentaje decreció, a partir de
1970; pata pasar a uu nivel romprendido entre el 17 y el 18 % .
En 1974, se estalJkció en el 17,4 %, lo cual corresponde al 3,05 %
del PNB. Esta cifra es del mismo orden que las de los restantes
países europeos, que se escalonan entre el 2,88 % de Italia y el
4,55 % de Gran Bretaña. Pero las dos ,primeras potencias indus­
triales, sin embargo las más ricas, hacen uuos esfuerzos más consi­
derablas: el 6,84 % en Estados Unidos y más del 10 % en la
Unión
Soviética. Seg6n Sakharov, padte de la bomba atótnica so­
viética, el 40
% del PNB de su país · es utilizado pata atender a la
defensa nacional, en sentido amplio.
Volvamos a Francia: desde

1963 nuestro país está en
paz. Pro­
gresivamente
se ha reorganizado nuestro ejército. De 1970 a 1973
se
realizó una

fuerte deflación de efectivos que
permitió organizar
el presupuesto de

la
defensa como sigue:
El 5 3 % de los recursos se consagran ail funcionamiento, de los
cuales e'! 72,3 % son gastos de perrona! y el 27,7 % gastos de en-
11reteni.mlento.
El 47 % de los recursos van a equipos, de los cuales el 63 % se
refiere al armamento clásico y el 3 7 % a la fuerzas nucleares.
Lo nuclear absorbe, en consecuencia, el 16 % del presupuesto
de la defensa.
Si no medimos más que los efectos económicos del ejército, se
puede deducir cuatro puntos principales:
En primer lugar,
'la defensa nacional parncipa en los progresos
técnicos, ya que, como roda industria, la industria de armamento
tienre
múltiples

derivaciones.
Y esto sucede tanto más cuando los
a,,marnenros necesitan un ailto nivel técnico y se trata de que no sean
superados por otros países. Pero, particularmenr,, en Francia, don­
de
la
investigación pura es insuficienr,,, el Estado tiene ya un cam­
po de intervenci6n, evidentemente. Por ejemplo, apenas hay nece'
1234
Fundaci\363n Speiro

PARA UNA NUEVA DOCTRINA ECONOMICA
sidarl de recordar las c:strechas relaciones entre la investigación mi­
litat y civil, en el dominio nucleat.
En segundo lugar, el ejército es un gmn suministrador de em­
pleos: en .1974 se contaba con más. de 700.000 persona& ocupadas,
bajo diversoo aspectos, por el ejército. De ellas, 80.000 ernn efec.
tivos civlles, sobre todo obreroo; 290.000 eran movilizados y 345.000
eran
milltaxc:s de carrera.
A título de comparación, recordemos que, en la misma. época,
Francia tenía 750.000 agentes, cifra muy elevada, y una población
activa

del orden
de 20 millones de personas.
En fin, es preciso no olvidat el gran elemento que · constituye
la expottación de equipos militares, tanto más necesarios cuando
nuestra balanza de pagos está desequilibrada, pot di aumento del
precio del petróleo.
Se ha calculado, así, que las e,oportaciooos mi­
litates de la empresa Dassault pagaban un tetcio del consumo de la
gasolina de automóvil francesa. Pero, frente a las materias ptimas,
de
las que no disponemos, ¿cuáles SOl,l los equipoo que constituyen
objeto de una demanda
creciente, los cualc:s podemos proponer

al
Tercer Mundo, si no se
trata de atmatnentos complejos,

que
ni los
habitantes

de Kuwait, ni los
libios, ni

siquiera los
iranles, saben
construir?
2.0 Sin embargo, si el lado económico de la defensa ·rui<:ional
no es despteciable, aunque sea difícil de cifrat, el problema no está
ahí. A fuerza de no ver en el. ejército más que un capítulo del pre­
supuesto del Estado, se olvida que no ,se hacen tanques para aumen­
tat el Producto Nacional Bruto, sino pata asegurat la independen­
cia nacional, que todo el mundo exige, pero cuyo precio nadie quie­
re pagar.
En 1975, la defensa nacional representó un gasto de 44.000 mi­
llones de francos. El Sr. Bourgine consideró que sería preciso des­
embolsar, aproximadamente, el dol>le, pata lograt cierta eficacia.
Francia figuta en el número 30 de orden, por el porcentaje dd Pro­
ducto

Nacional Bruto
consagrado a

la defensa.
Un ·esfuerro suple­
mentatio puede,

por
lo tanto, ser tomado ·· en consideraci6n y, SÍll
duda, será posible huscat nuevos ingresos, para el presupuestó na­
cional, que permitan aumentar la parre atribuida a la defensa na-
123'
Fundaci\363n Speiro

BCONOMIA POUTICA
cional. liste sacrificio de la nación. contribuiría, ciertamente, a ayu­
dar a fos militares a recupe,:,,r la moral de que carecen, en parte,
porque se sienten defraudados.
A partir del momento en que se considere que Francia vole la
pena de ser defendida, se
puede experimentar inquietud por el es­
fuerzo de'l enemigo potencial: se estima que la pocencia militar
de

las
fuerzas del Pacto de V a:rsovia aumentan en el 5 % anllllli.
Acrual.mente,
ios cuerpos de combate de loo países de una potencia cerca de tres veces superior a la del Pacto del Atlán,.
tiro, disponiendo, por añadidura, de tres vmtajas, sobre el campo
occiden:tal:
á) Constituyen un conjunto coherente.
b) Tienen un carácter ofensivo.
e) Son superiores en su preparación técnica, política y moral.
¿Cómo valorar estas ventajas, en términos económicos?
En cuanto a la tealidad de un peligto procedente dcl B.sce, no
sabemos en

qué
consiste, pero

no olvidemos
estas palabras, pronun­
ciadas por Manouilslti en 1931 : "l.a.nzaremo,¡ el más espectacuIT,u:-de
los
movimientos de paz que jamás hayan existido. Habrá proposi­
ciones
electrizante, y concesiones extraord,inarlas. Los países capita­
listas
y decadentes cooperarán, ron alegría, a su propia desttueción,
saltando
sobre una nueva ocasión de amistad. En el mismo momen­
to en que su guardia quede al descubierto, datemos el puñetazo de­
·finitivo".
El servicio milta!r obligatorio debe, sin duda, ser mantenido, ya
que
es necesario que todos

los ciudadanos
porticipen en la defensa
nacional.
El Sr. Yves Ginac resume, así, la definición ofk:úd de los coa'
dtos
de reserva, que se deberían extender a

todos !os hombres
mo­
vilizables: '"Se trata de hombres devueltos a la vida civil, que con­
tinúan • preparándose
para una · eventual movilización, después de
haber
realizado e'l servicio militar".
Pooomos interrogamos sobre la existencia, actualmente, de una
empresa

organizada de subversión en Francia.
Digamos, e incluso
1236
Fundaci\363n Speiro

PARA UNA NUEVA DOCTRINA ECONOMICA
los socialistas lo reconoceriatl, que es una eventualidad, presente o
futura, ya que la subversión constituye una de las formas de la
guerra. Es preciso, en consecuencia, estar dispuestos a luchar rontra
ella. Pero es en este género de ludia donde es más difícil valomr la
amplitud de
los medios econ6miros que
hay que
poner a contri­
bución. Advirtamos, simplemente, que ante el peligro nucleat bru­
tal, lo mismo que ante el peligro más insidioso de la subversión, la
capacidad de
resistencia interior
de
la nación
es lo
que ronstituye
la clave de .toda posible defensa.. Esta capacidad reposa, ante todo,
sobre la fe patriótica y sobre la cohesión del ronjunto de !os cin­
dadanos. Esta doble condición sólo puede ser asegurada por una
renovación completa

de
las formaciones cívicas de los franceses.
Recordemos,

igualmente,
la célebre frase de Tucídides: "La fuer­
za de la ciudad no reside en sus
bata)s, ni

en
sus defensas, reside en
el
carácter de sus ciudadanos".
Es peligroso juzgar a un ejército únicamente con criterios eco­
nómicos, aun cuando la incidencia de ellos no sea desprecial,le. Los
créditos roncedidos al ejército son UJl buen índice del esfuerzo que
la nación está dispuesta a soportar para "asegurar su seguridad".
Pero es

preciso no
contentarse con

esta
simple comparación de re­
cursos y de nivel técnico, cuando queremos juzgar el valor de los
ejércitos.
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Fundaci\363n Speiro