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Número 150

Serie XV

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El progresismo religioso. (Orígenes, desarrollo y crítica) (II)

EL PROGRESISMO RELIGIOSO
(ÜRÍGENES, DESARROLLO Y CRÍTICA)
P. MANuBL MOIJNA,
IV
RAICES DEL PROGRESISMO
ÁGNO STICIS M o-lNM ANENTISM O•
EVOLUCIONISMO.
l. Actitud previa.
Sería un atrevimiento ridíatlo, además de una actitud antievan­
gélica,
el

que
una persona privada se atreviese, por sí misma, a se­
ñalar a una doctrina o a un grupo de persollllS, sin más llli más, y
proclamar que los sefia:lados por él se identifican con el mal.
Nuestra actitud es diferente, pues, al señalar las . raíces y los
frutos del progresismo, Jo hacemos . de manera ortodoxamente ca­
tólica:
l. Apoyarse no en juicios privados sino en el Magisterio.
2.

Denunciar el error,
pero amar a las personas equivocadas.
3.

Guiados
por la experiencia, comparar Jo que afirma el Ma­
gisterio Eclesiástico, acerca del error y descubrir la actuación del
mismo, sobre
grupos y · personas determinados.
4. Guiados por el Magisterio llclesiástiro, ronocer la naturaleza
del
error y su condenación por la Iglesia y no fiarse de juicios par­
ticulates.
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Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOLINA
5. O,nside.rar que el silencio sobre esto es pecado de omisión,
encubrimiento y cooperación al mal.
6.
Aun así, desconfiar del propio juicio, ser leales con nosotros
mismos
y después de ocudir al Magisterio, acudir al Evangelio y a los
santos que vivieron el Evangelio para normar la conducta y evitar
los
personalismos.
7. Aun después de hecho todo lo anterior, cabe en todos un
margen de pasión humana, que

puede
ofuscar momentáneamente,
y que si existe un mínimo de sinceridad y humildad, estará uno dis­
puesto a reconocer en el acto.
En este clima espiritual de servicio a la verdad y de acto de
caridad suprema,

que es el
apartar del er¡-or y del mal, comenzamos
la parte más difícil de este tratado.
II. El Magisterio Ecleeiáatieo . C!)Ddena solemnemente al mo­
dernismo-progresismo.
Hemos

visto con anterioridad la historia del modernismo-pro­
gresismo
y la naturaleza del mismo.
Antes de· pasar adelante escuchemos algunas condenaciones al
mismo, por el Magisterio Eclesiástico, de todos los Papas desde el
comienzo del error
hasta la hora presente.
l. El Progresismo, hijo directo y legítimo del Modernismo, fue
condenado
solemnemente en

la Encíclica
Pascendi, de San Pío X, el
8 de
septiembre de

1907,
al cual llama "síntesis de todas las here­
ilas"
y a los modernistas "los peo,-es enemigos de la Iglesia".
San Pío X asestó duros golpes a este error, lo que obligó a sus
secuaces a mantenerse en la clandestinidad.
2. El Papa sucesor, Beoed:icto XV, en su primera Encíclica
Ad Beatissimi del 4 de noviembre de 1914, renovó la condenación
con estas palabras:

1434
"Así se engendraron los monstruosos errores del moder­
nismo, que nuestro predecesor
llamó justamente cslntesis de
Fundaci\363n Speiro

EL PR.OGRESISMO R.ELIGJOSO
rodas las herejías» y condenó solemnemrote, y Nos, venera­
bles
hermanos, renovamos aquí esta oondenaci6n".
3.
Le sigue Pío XI, quien, también ro su primera Encíclica
Uln A,c,m,, declara condroando al Modernismo:
"E.sos mismos, luego hablan y obran como si ya no hu­
biem.n de seguirse, como si ya estuviesro anticuadas las en­
señanzas
y prescripciones tantas veces inculcadas por los Su­
mos

Pontífices". "Todo ello constituye una especie de
«mo­
dernismo» moral,
jurídioo y social que reprobamos enérgica­
mente,

lo
mismo que

el
modernismo dogmático".
4.

El Papa
sucesor, Pío XII,

en su Encíclica
cumbre, la Humtr
ni Generis, del 12 de agosto de 1950, reprueba vigorosamente los
errores
del
Modernismo, que
ya
para esa fecha estaba formando la
Nuwa Teologla oon teodenciss de Evolucionismo, Existencialismo,
Relativismo,

Historicismo e Irenismo.
Dentro del grupo existlan hombres de
buroa voluntad,

tales
como Danielou,
De Lubac y otros que al darse cuenta del engaño,
han regresado al ra:ro camino de la ortodoxia.
5. Con
la proclamación de Juao XXIII y la convocaroria del Va­
ticano II, tuvo
lugar un

esfuerzo sin
parangón del Modernismo, lla­
mado
ahora Progresismo, para apoderarse de toda la Iglesia. Para
ello,

el Progresismo, se ha aprovechado de
las nuevas medidas

de
roletaocia y diálogo, dejando
sin efecto las medidas disciplinarias
de

Sao
Pío X

y Pío XII. Esta
actitud comprensiva,. más prudente
Jmroaooroente hablando,

ha
desembocado en la tremenda coovulsión
que sacude a

la Iglesia, y que
según Pablo

VI,
liare que el rostro
de
la misma se vea surcado por el "sufrhnient", la ansiedad y las
lágrimas".
6. Paulo VI, al igual que todos sus antecesores, sigue condroan­
do al Modernismo-Progresismo. En su primera Encíclica Ecclesúim
.sumn, afirma:
"Todos saben por
igual que la

humanidad en este tiempo
está en vías de grandes
ttansformaciones, alteraciones y pro-
1435
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
greso, que cambian profundamenre, no sólo sus formas exte­
riores de vidi,, sino también sus modos de pensar.
Todo ello, como las olas del mar, envuelve y sacude a
la Iglesia misma; los espíritus de los hombres que a ella se
confían, están
fuertemente influidos por el cliroa d.,J. mundo
temporal; de tal manera que un peligro de vértigo, de amr­
climieoto,

de
aberración, puede sacudir su misma solidez e
indu¡:ir a muchos a ir tras los más extralíos pensamientos,
imaginando
como si 1a ·· Iglesia debiera renegar de sí mis­
má y abra>,a,, novísimas e impensadas formas de vida. Así,
por ejemplo, el
fen6meno modernista, que aflora en diversas
tentativas de
expresiones heterogéneas, extrañas a la auténti­
ca reulidad de

la
religi6n car61ica".
III. El origen de la confusión acmal
La aplicación
de 1.os documentos del V atican.o 11.
Si pregunramos a un progtesista, de buena fe y sincero acerca
de su actitud doctrinal, su respuesta rápida será que acepta íntegra­
mente
el Credo
y que es car61ico, . apoor61ico y romano.
El progresista, sincero o no, acepta ínregramente toda la termi­
nología tradicional car61ica, para transbordar sus reorías y darles un
nuevo contenido
y significado. 1ls más, en el campo socio-político,
ha adoptado la terminología .marxista, para de acuerdo a 'las necesi­
dades,
darles un sentido u
otro a

las
frases, palabras o "slongas".
Por

ejemplo, el
término "&ondentización", de puro corte leninista,
siempre en
boca de los progresistas.
El origen, pues, de la confusi6n estriba:
l. En que a los mismos términos se les da distinto significado,
según se trate de un
progresista o
de otra
persona.
2.

En la
corrnpci6n qne los

progresistas
han introducido al
presentar las finalidades del Vaticano IL 1ls preciso que antes de
pasar adelante, recordemos la finalidad del Vaticano II de acuerdo
a las palabras de Juan XXIII . en el discurso de apertura, números
13-14-15.
1436
Fundaci\363n Speiro

EL PROGRESISMO REUGIOSO
"Lo que principalmente toca al Concilio Ecuméniro es
esto:
que
el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea cus­
todiado
y ensefiado en forma cada vez más eficaz. Tal doca,i­
na mm¡,rende al hombre entero, mmpuesto de alma y cue,,po,
al cual, romo peregrino que es sobte la tiein, le ensefia que
debe
aspirar hacia el cielo.
Ha dicho el Señor: Buscad primero el Reino de Dios 1
,,, ¡u,lida. Estas palabrar exp,-esan la dwección
hllCÜ< la que
deben moverse nueslf'os pensamientos
'Y nueswas fuerzas, pero
no han
de oh,;darse las o,ras pak,bras de este precepto del
Señor • . • 'Y todo lo demás se os dará p01' añadidura.
P01' esta raz6n, la Iglesia no se considera inerme ante el
progreso adm.rable de lo, descubrimi-entos del ingenio huma­
no
'J ha sabido estimarlos debidamente. Mar, auxiliando estos
des,.,,.ollos, no deja de advenir
a los hombres que, p01' en­
cima de las cosas 1/hw/e,, vuelvan los o¡o, a Dios, fuente de
todo sahiduria
'Y de toda befleza, 'Y no olviden ellos, a quienes
se di¡o: poblad. la
tierra 'Y domm,,JJa, el gravtsimo precepto:
Adorarás al Señor tu Dios y a El sólo servirás. Con un obje­
to:
evitat que la a.tracción fuscinadora de las .. rosas impida el
verdadero ¡,rogteso.
Después de esto es claro lo que se espera del Conoilio,
por cuanlo a doctrina se refiere. Es decir, el Concilro Ect#mé­
nico XXI que se servirá del ufkaz e imp01'tante auxüio de
aquellos que sobresalen por su
ciencia en las di.rcif,tina.r ,,..
gradas, por ,,, experiencia en el epostolado 'Y en la 01'ganiz11-
ción
quiere transmitir la doca,ina pura e íntegra, sin atenua­
ciones, que durante
veinte siglos, a pesar de dificultades y de
luchas,
se ha ronvertido en

patrimonio
mmún de los hombres.
Sin embargo, de la adhesión renovada, serena 'Y wanquila,
a todas
las enseñanzas de la Iglesia, en ,,, integridad 'Y preci­
nón, comq eparecen en
las actas conciliares de Trento 'Y del
Vaticano sobre todo, el . espíritu cris#iimo, cat6lico 'Y epost6-
Uco de todos espera que ie dé un paro adelante hacia una pe­
newación doctrinal ,, una formación
de las conciencias que
esté en co"e,pondencia más
perfecta con la fidelidad a la
auténtica doclf'ina, estudiando ésta 'Y poniéndola en confor­
midad con los medios de la invesdgación 'Y con la exprenón
literaria que exigen los métodos acwales.
Una rosa es la sus­
tancia del
"deposit11m fidei", es decir, de las verdades que
contiene nuestra venerable doctrina, y otra la man-em como
se
expresa: y de ello-ha de tenerse gran-cuenta, con paciencia,
1437
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
si fuese necesario, ateniéndose a la., normar y exigencias de un
magisterio de C11Tácler pre,;alem.-. pastMal".
Es necesario que, después de la lectura de la finalidod del Va­
ticano II,
expresado por el Pap¡, Juan XXIII, reduz.camos su pensa­
miento a unos puntos de apoyo para adherirnos a él.
l. · La doctrina <=atólica permanece íntegra, sin =bio ningu­
no. Debe distinguir.se entre "el dep6sito de lt, fe" y la manera como
se· apresa.
2. La doctrina debe ser enseñada en forma cada vez más eficaz,
esperándose un paso adelante en la penetración doctrinal.
3. La salvac:ión es para el hombre íntegro, cuerpo y alma,
ltbierto al progreso humano.
4.
En la · consecución del· fin salvífico, debe haber jerarquía,
buscarse
primero el Reino de Dios y su justicia .. . recordando el
gravísimo precepto, "adorará, al Señor tu Dios y a El 16/0 ,ervi­
rás",
para evi= que "/,, atiacci6n fascinadora de la., cosas 11iiibles
impida .el 11...dadero progreso".
ProgresistaS y no progresistaS estarán de acuerdo en lo ante­
rior

.
.;Dónde está el punto de arranque de los dos <=aminos?
a)
En el crm,po · doctrinal: pues los progresistas, aprovechándose
de la necesidod de una mayor penetración en la doctrina, no se fun­
dan en la Revelación Divina.
b)
En el crm,po práctico: pues los progresistas ponen el énfasis
en
el hombre, dando la primacía a lo humanístico en detrimento de
la primacía cristiana de lo espiritual.
e) En lt, formulaci6n de su, ideas: pues a la terminología tra­
dicional católica le dan otro significado, en un transbordo de ideas
paganismo-cristianismo.
Como se ve,

la
doctrina de
la Iglesia desde
el Concilio de Jeru­
salén, hasta la del Vati<=ano II, permanece incólume e invariable,
pero los modernistas progresistas, so
preteno de "aggiomamemo",
están haciendo tabla rasa del significado que ha tenido esa doctrina
1438
Fundaci\363n Speiro

EL PROGRESISMO RELIGIOSO
en el pasado, proponiéndonos una nueva religión, que sólo a>nser­
va
del pasado algunos

nombres
y términos:
"Está claro que la Iglesia se enfrenta (l)ll una grave cri­
sis.
Con el nombre de la nueva Iglesia, Iglesia posconciliar,
está tratando ahora de establecerse una Iglesia distinta de la
de Jesucrjsto: Una sociedad antropocéntrica, amenazada; por
la apostasía irunanentista, un dejarse arrastrar por un movic
miento
de abdicación ge¡iera], bajo. preteO ecumenismo o adaptación"'.
La cita es del jesuita Henry de Lubac, del diSCW'SO pronunciado
en
la Universidad de Toronto, en agosto de 1967. ¡Y conste que
Lubac fue uno de los propugnadores de la Nueva Teología, pero
ahora está asustlldo de las consecuencias de su primera toma de po­
sición.
IV. Cimiento del ProgresiOIDW.
Filosofía J1'11!1'1'W1·
lll cimiento de nuestra fe cristiana no es otro que la :revelad6n
de Dios. Si falla esto se hunde todo el sistema sobrenatural del cris­
tianismo.
Esa revelación llega hasta nosotros mediante la Trnd.ición, la
Sagrada Escritura y el Magisterio vivo de la Iglesia. Sin la base an­
terior el catolicismo no pasaría de ser una
filosofía o AfStema de
ideas
más o menos actual.
Si le preguntamos a un progresista acerca de Jo anterior, proba­
blemente

responderá con
idénticas palabras a las nuestras (y aquí
reside el engalío), pero él dará ruferente significado que nosotros
en el terreno práctico a los a>nceptos de Revelación, de Tradición,
de
Palabra de Dios y de Magisterio Eclesiástico.
¿En qué funda, pues, ,,. fe y ,,. docmna un progresi,ta?
La funda, a juzgar por los escritos de sus eotifeos y voceros des­
tacados, en: Los a>nceptos de la filosofía pagana y no de la Revela-
1439
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
ci6n. Por ejemplo Teilhard, según confiesa él mismo, tiene concep­
tos diferentes de los de la teología católica, para términos tales como
Jesús, Trinidad, Pecado, Redención, etc. ... , y p,ua justificar su opo­
sición,
habla él, como otros nos hablan, de desmiri7.ación, de evolu­
cionismo, de
subjetivismo ...

mediante los cuales los
mismos térmi­
nos son cat~os de una significación nueva y lanzados al mercado
de
las ideas.
Escuchemos a Dietricb von Hildebrand sintetizar [o anterior en
su
libro
El Caballo de Troya en la Ciudad de Dios, página 159:
1440
"En vanguatdia de las filas progresistas figuran los p,u·
tidatios
de las ideas de Teilhard de Chatdin. Incluso muchos
que no
aceptan plenamente esa cteología-ficci6m, (como Etien­
ne

Gilson
ha llamado a la interpretación gnóstica,-que Teilbard
hace de la revelación cristiana), están bajo la influencia de su
inclinación a reemplazar la eternidad pot el futuro hist6rico, a
minar la

diferencia entre el
cuerpo y el alma, entre el espíritu
y la materia y a subordinar el bien y el mal moral, la santidad
y -el pecado, a diferenres estadios de evolución. --
"No debería set necesario insistir en la absoluta incompati·
bilidad

de
estas concepciones coo la Revelación Cristiana. Eo
la
cristogénesis gnóstica de
Teilhard no hay Jugar para el pe·
cado original, pata la necesidad de Redención. Y, en o:mse­
cuencia, no hay Jugar para la redención del mundo por medio
de
la
muerte de

Cristo en la
cruz: --
"Eo esta gnosis moderna, Jesucristo no es Dios-hombre que
trae
a los hombres las «buenas nuevas», el evangelio.
"Jesucristo no es la epifanía de Dios, que
atrae a
los
hom­
bres
por

su infinita
santidad. Sino que, en vez de eso, Jesu­
cristo se convierte en una fuerza impersonal, en una «vis a ter~
go», en el iniciador y término (omega) de un proceso de evo­
lución cósmica. La transformación en Cristo es reemplazada
por

una evolución
humana que

tiene
lugat pot encima de la
cabeza del

hombre,
y coo independencia de su Jlbte decisión.
"Eo vez de

la resurrección del- cuerpo en
el juicio final,
Teilhard
nos

oftece una identificación
entre la

materia
y el es­
píritu,

como punto final de
la Evo!uci6n.
"Eo vez de la pasión beatifica, la eterna comunión de amot
con la persona de Dios, él nos promere la inmersión de la COO·
ciencia individual en la conciencia general de una superhnrna­
nidad".
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EL PROGRJl.SlSMO REUGIOSO
Nadie negará que la teología de Teilhard encama muchas de
las perversidades intelectuales que son típicas de nuestra época. En
primer lug,¡r, tenemos el evoludomsmo y el progresismo. En segun­
do lugar, hallamos la inclinación hacia el relatwismo hist6rico, de­
pendiente

del espíritu
de la época. Recordemos tan sólo el argu­
mento teilhardiano de que no debemos esperar que las personas que
viven en la
era científica e industrial crean aquello que ha ronsti­
tuido

la
fe durante dos mil años de vida cristiana. En tercer lugar,
está la sumisión al
materir,Usmo, ya que queda obscurecida la dis­
tinción esencial entre el ahna y el Cfl«"flo, el espíritu y la materia.
Y, pot encima de todo, Teilhard cede al moderno naturalismo eli­
minando la
diferencia entre natutaleza y sobrenatutaleza.
V. Las raíces del progresismo.
El
progresismo
ideológico (que no es
más que un refrito de los
nebulosos filósofos alemanes Kant
y Hegel, para uso católiro), se
funda en el llamado Agnosticismo, palabra que muy poco expresa
para nuestro pueblo, pero que dicho en palabras comprensibles, es
la teoría que af"""' que s6lo se puede COf/ocer lo qu• de alguna
manera se ve.
y se palpa por los sef/tidos, y como Dios, la fe y lo es­
piritual no entran dentro
del orden de las cosas vmbles, luego "º las
podemos conocer.
El Agnosticismo, en sí, no niega a Dios, sólo .afirma la impo­
sibilidad

de
conocerlo por

la Revelación,
sea natutal o sobrenatuml,
pero

es la puerta del ateísmo o negación de Dios.
San Pablo condena el Agnosticismo en su carta a los romanos,
1, 20: "Porque desde la creád6n del mundo, lo hwi.rible de Dios,
su eterno poder
y su diviniddd, son conocidos mediante las oreaturas.
De manir a que son inexcusables".
De acuerdo en que, como pide la Iglesia, la enseñan>:a sobre
Dios sea "en forma más eficaz, buscando una mayor penetraci6n
doctrinal".
1441
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P. MANUEL MOUNA
De acuerdo en que la nueva generapón es antimetafísia, emi­
nentemente pni¡¡mática y activista.
De acuerdo en que lo camctlétístico de nuestra g=ción es un
humanismo radical en el cual el hombre excluye a Dios.
De
acuerdo en

que,
por ignorancia, se ha presentado a veces una
desfiguración de Dios, que aparta porque repele.
De
acuerdo en

que
debemos distinguir entre el depósito de la
fe, o sea la fe única y verdadera, y la manera de exponer la doctrina.
ID que se pregunta es esto: ¿en nombre de qué y de quién los
progresistas presentan

un Dios diferente
del que nos ha sido re­
velado?
Y tomando la terminología católica le cambian el significado y
Dios ya no es Dios. La Trinidad ya no és la Trinidad; Jesús ya no es
Jesús; la resurrección ya no es la resurrección, el pecado ya no es
pecado, y todo para andar la mitad del camino y poder enrontrarse
oon los agnósticos, ateos y marxistas y llegar a una componenda o
compromiso en
la cual un ateo acepte a una especie de Dios. Un
anticristiano
acepte algo que se parece a Cristo. Un amoralista acepte
una conducta que se llama · la moral moderna.
¡ Es una su,p,-esi6n total de lo sobrenatural en la r.Ugi6n!
Escuchemos al Magisterio Eclesiástico· condenar el error del Ag­
nosticismo,

por
San Pío X:
1442
"Agnosticismo este que no es sino el aspecto negativo de
la doctrina de los modernistas: el positivo está constituido por
la llamada inmanencia vital
"El
tránsito de uno al otro es como sigue: natural o sobre­
natural,
la religión, como todo hecho, exige una explicación.
Pues

bien:
una vez repudiada la reología. natural y cerrado, en
oonsecuencia, todo acceso a la revelación al desechar los mo­
tivos de credibilidad; más aún, abolida por compl~ toda re­
velación aa:erna,
resulta claro que no puede buscarse fueta del
hombre
la explicación · apetecida, y debe hallatse en lo inte­
riot del hombre; pero como la religión es una fotma de la
vida, la explicación ha de hallarse exclusivamente en la vida
misma del hombre. Por tal prncedimiento se llega a estable­
cer el principio de la inmanencia religiosa. En efecto, todo
fenómeno
vital, y ya

queda dicho que
tal es la religión, re-
Fundaci\363n Speiro

EL PROGRESISMO RELIGIOSO
conoce por primer estimulante cierro impulso o indigencia y,
por primera manifestación, ese movimiento del corazón que
llamamos sentimiento. Por esta
r=Sn, siendo

Dios el objeto
de
la religión, síguese de lo expuesto que la fe, principio y
fundamento de toda religión,
~es/de en "" sentimiento tmimo
81'gendrndo p~ la indigencia de lo dwino. Por otra parte,
romo esa indigencia de lo divino no se siente sino en conjun­
tos determinados y favorables, no puede pertenecer de suyo
a la esfera de la conciencia, al principio yace sepultada bajo
la conciencia, o, para etnplear un vocablo tomado de la filo­
sof ía moderna, en la subconsciencia, donde también su raíz
petmanente
escondida e inaccesible. ¿Quiere ahora saberse en
qué
forma esa indigencia de lo divino, cuando el hombre llegue
a
sentirla, logra
por fin convertirse en religión?
"Responden

los
modernistas: la ciencia y la historia están
encerradas entre dos límites: uno
exterior, el

mundo visible;
otro interior, la conciencia. Llegadas a -uno de éstos, imposible
es que pasen
adelante la

ciencia
y la historia; más allá está lo
incognoscible. Frente ya a este incognoscible, tanto al que está
fuera del hombre, más allá de la naturaleza visible, como al
que
está en
el hombre mismo, en las profundidades de la
subconsciencia,
la indigencia de lo divino, sin juicio alguno
previo
(10 cual es puro fidefsmo) suscita en el alma, natuntl­
mente

ioclinada
a la religión, cierto sentimiento especial, que
tiene
por distintivo el envolver en sí mismo la propia reali­
dad de Dios, bajo el
doble concepto de

objeto
y de causa ínti­
ma
del sentimiento,
y el unir en cierta manera al hombre ron
Dios. A este

sentimientó
llaman fe los modernistas: tal -es
para ellos el principio de la religión" (Pascent#, 5).
Si
para el pueblo es difícil de enreoder, a primera vista, el sig­
nificado del término "Agnosticismo", no le es más fácil compren­
der la palabra inmanentismo.
Como

los
progresistas no
admiten el
conocimiento de lo divino
por medio de la natw:aleza creada, ni mucho menos por la revela­
ción venida de Dios.
externamente, al enronirarse ron la fe y la re­
ligiosidad de
los creyentes lo explican de la manera siguiente: El
hombre, sin
razonar, siente

indigencia o necesidad de
lo religioso.
1443
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
Esta necesidad del hombre, si se reúne ciertas rondiciones, des­
pierta
en la subconsciencia
del hombre cierto sentimiento religioso.
Este sentimiento religioso se llama. fe y en el subconsciente "" re,ili­
za lo que IJarnamns la revelación. Esa rerelación crea todas las con­
cepciones religiosas, desde la divinidad hasta la moral religiosa.
El Inmanentismo conduce al más rabioso subjetivismo y anula
de un golpe toda la "Histork, de la Sawad6n" conrenida en la Bi­
blia y la misma revelación.
El

Dios
de los progresistas no es el Dios de Abraham, Isaac y
Jaoob, es un Dios subjetivo, que lo crea la experiencia singular de
cada crearura. ¡Es la legitimación del Panteón!
La Escritura nos afirma que un l>ios personal trascendente y
eterno habló muchas veces y de muchas maneras, a nuestros padres
y a nosotros, por los profetas y por Cristo.
"Muchas veces y en muchas maneras habló Dios en otro
tiempo a nuestros
padres por ministerio de los profetas. Ul­
tirnameo"', en estos días, nos habló por su Hijo". (Hebreos,
1, 1-2).
Escuchemos al Magisterio Eclesiásciro condenar el error del In­
manentismo por medio de San Pío X.
1444
"Sin embargo, en todo este proceso de donde, en sentir de
los modernistas, "" originan la fe y la revelación, a una cosa
ha de atenderse con sumo cuidado, por su importancia no pe­
queña, vistas las consecuencias histórico-críticas que de allí,
según
ellos, "" derivan, Porque lo inrognoscible, de que ha­
blan, no se presenta a la fe como algo aislado o singulat sino,
por
lo contrario, con íntima dependencia de algún fenómeno,
que, aunque
pertenece al campo de la ciencia y de la historia,
de algún modo sale
fuera de

sus límites: ya sea
ese fenómeno
un

hecho de
la natutaleza, que envuelve en sí algún misterio,
ya un nombre singulat cuya naturaleza, acciones y palabras
no. pueden explicarse por las leyes comunes de la historia, En
este · caso la fe, atraída por lo incognoscible, que se presenta
junto con · el fenómeno, abarca a éste todo entero . y le · co­
munica, en cierto modo, su propia vida. Sfguense dos conse­
cuencias: en primer lugar, se produce cierta transfiguración
Fundaci\363n Speiro

EL PROGRBSISMO RELIGIOSO
del fenómeno, esto es, en cuanto es levantado por la fe sobre
sus propias
condiciones, con lo cual queda hecho materia más
apta par;< recibk la fuana de 1o divino que la fe ha de dat;
en segundo lug¡u-, una como desfigwación -llámase así­
del fenómeno, pues
la fe le atribuye lo que en realidad no
tiene,
a! haberle sustraído a las condiciones de lugar y tiem­
po, lo que acontece, sobre todo, cuando se trata de fenómenos
del tiempo pasado y tllnto más antiguos fueren.
De ambas woas sacan, a su Vt2, los modernistas dos leyes,
que, juntas con la tercera, sacada del a¡¡no.sricismo, fomian las
bases de la crítica histórica. Un ejemplo lo aclarará: lo to­
mamos de la persona de Cristo. En la persona de Cristo, cli­
cen,
la ciencia y la historia ven sólo un hombre. Por lo tanto,
en virtud de la primeta ley, sacada del agonsticismo, es pre­
ciso borrar de

su
historia cuando presente cadcter divino.
Por
la segunda ley, la persona histórica de Cristo fue trans­
figurada por la fe; es necesario, pues, quitarle cuanto la le­
vanta sobre las condiciones •históricas. Finalmente, por .la ter­
cera, la misma persona de Cristo fue desfigurada por la fe;
luego
se ha de prescindir en
ella de las palabras, actoS y todo
cuanto, en fin, no corresponda a su naturaleza, estado, ed.uca­
ción, lugar
y tiempo en que vivió. Extraña maneta, sin duda,
de

raciocinar;
pero tal es la crítica modernista.
En consecuencia, el sentimiento religioso que brota por
vital inmanencia de los suefios de la subconsciencia, es el ger­
men de toda reUgi6n y la rd%6n a.rimi.rmo de todo cuanto en
cada una ha,ya habido o haht-4.
Oscuro y casi informe en un principio, tal sentimiento
poco a poco y bajo el influjo oculto de aquel arcano principio
que
lo produjo, se robusteció a la par del progreso de la vida
hu.mana, de

lo que
es -ya lo dijimos- una .de sus formas.
Tenemos

así
explicado el
origen de
toda religión,
aun de
lo
sobrenatural: DJ> son sino aquel puro desarrollo del senti­
miento religioso. Y
11adie piense que la católica quedará ex­
ceptuada al nivel de las demás en todo. Tuvo su origen en
la conciencia de Cristo, varón de privilegiadísirna naturaleza,
cual jamás
hubo

ni
habci en virtud del desauollo de la in­
manencia vital, y no de otra manera.
¡ Estupor causa oir tan gran atrevimiento en hacer tales
afirmaciones, tamafia blasfemia! Y, sin embargo, venerables
hermanos,
no son los i=édulos sólo los que atrevidamente
hablan así;
cat6Iicos hay, m6.s aún, muchos entre los sacerdo--
1445
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
tes que claramente publican tales cosas y con tales delirios
presumen restaurru'. la Iglesia! No se ttata ya del antiguo error
que ponía en la
naturaleza humana cictto derecho al orden
sobrenatural Se ha ido mucho más adelante, a saber, hasta
afümar que nuestra santísima religión, Jo misn;,o en Cristo
que en
nosotros, es un fruto propio y espontáneo de la natu­
raleza. Nada, en verdad, más propio para destruir todo el
orden
sobtenaruml.
Por Jo tanto, el Concilio Vaticano, ron perfecto derecho,
decretó:

Si
alguno dijere que el hombre no puede ser elevado
por Dios a un . conocimiento y perfección que. supere a la
naturaleza, sino. que puede y debe finalmente llegar por sí
mismo, mediante un continuo progreso a la posesión de toda
verdad y de todo bl.en, sea excomulgado" (Pascemü, 7 y 8).
Evo1Ju.oi,onis,n.
El evolucionismo religioso (no se trata aquí del transformismo),
es el ptincipío que caracteriza a los progresistas y, en especial, a su
profeta.
Teilhard de Chardin, y a su grupo protestante de Tillicb,
Bulrman y Bonhoefer.
Para el pueblo sencillo le será algo difícil entender, a ptimera
vista,
este término. Sin

embargo,
Jo puede más o menos rompren­
der si se Jo traducimos diciendo:
"Los progresistas afirman que las verdades religiosas pue­
den

llegar
a tener un sentido dfatinro del que hasta ahora han
tenido en la Iglesia, por medio de la evolución del pensa­
miento de la J-inmabidad".
4 1ucha progtesista en este frente es rabiosamente delirante.
No se .ttata yu de una presentación o ex:presión más aceptable,
o romo afirma

el
Vatiowo, enseñando la fe en forma más eficaz.
Los progtesistas aspiran a ooa transformación rotal de los roncep­
tos, y han comenzado por suprimir lo que más molestaba a la so­
berbia del hombre. A gtitos proclaroan que no hay pecado original,
que
se deben desmitizar · roncepros de la Iglesia primitiva, romo la
encamación y la resurrección, el alma, etc.
1446
Fundaci\363n Speiro

EL PROGRESISMO REUGIOSO
Resumiendo, su teoría es ésta: la fe primitiva fue rudimentaria.
La evolución social la hizo progresar merced al perfeccionamiento
intelectual
y elevación del sentimiento religioro. Ciertos hombres
(profetas y Cristo) lograron nuevas experiencias. Para refutar a los
conttadictores, surgieron

los dogmas.
Así sucedió, según ellos, ron
Cristo,

al que
finalmente se

le tuvo
por Dios.
Lo mismo ocurrió con el culto y cou la Igl cia

de
evolución, tienen necesidad de adaptarse a las circunstancias
história,s y a las formas de régimen social. Según ellos, la evolu­
ción proviene del
choque de

dos
fuer>:as: la que estimula el pro­
greso y la que pugna por la conservación.
La primera representada por individuos profetas, la segunda por
la jerarquía.
En el choque, ellos son las víctimas y la jerarquía es la que re­
trasa el progreso. Aun después de reprendidos,· ellos insisten, o
porque
creen estimular la autoridad, o porque quieren cambiat la
conciencia mlectiva. Hasta aquí los progresistas, pintados de
manera inmortal por
San Pío X en los nwneros 25 y 26 de la Encíclica PtJScem/J.
El principio del evolucionismo progresista es Li destrucción toral
del cristianismo, ta;J cual lo hemos heredado.
El furor destructivo del evolucionismo progresista lo abru-ca todo:
La FILOSOFÍA, que quieren y llaman moderna, pero que no es
orra que
la de Kant y Hegel, de sigilos pasados, por tanto anticuada.
La TEOLOGÍA, que quieren basada en la anterior filosofía.
la CATEQUESIS, a la que despojan de los dogmas difíciles.
La LITURGIA y el Cm. TO, al que desean desacralizar, con el pre­
texto de hacerlo asequible a las masas.
La ASCÉTICA, totalmente horizontalista, en la cuaíl se desprecian
las virtudes llamadas pasivas y verticales, como oración y mortifi­
cación, y solamente se insiste en lo humanitario, beneficencia laica.
La VIDA SACERDOTAL, en la cual se suprime todo lo sacra! del
sacerdote.
la POLÍTICA, empujarulo al filwrui,xismo y a la revuelta contra
1447
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
los gobiernos consti alabando toda insuJCrección como signo de autet1ticidad.
Escudiemos
al Magisterio F.desiástico condenar el Evolucionismo:
· Así, pues, V enetables Hennanos, según la doctrina y ,na.
quinaciones de los modernistas, nada hay estable, nada inmu­
table en
la Iglesia.
Jln la cual senrencia les procedieron aquellos de quienes
Nuestro predecesor Pío IX ya escribía: «Esos enemigos de la
Revelación Divina prodigando estupendas alabanzas al pro­
greso

humano,
quieren, con temeraria y sacrílega osadía, in­
troducirlo

en
la religión católica, como si la rel:igión fuese
obra de los hombres y oo de Dios, o algún invento filosófico
que
con
trazas humanas pueda perfeccionarse»."
Cuanto a la Revelación, y a los dogmas, nada se halla de nuevo
en
la doctrina de los modernistas, pues es la misma reprobada ya en
el Sylltibu.r, de Pío IX, y énunciada así:
"La revelación divina es impeclecta y por lo mismo su­
jeta a progreso continuo e indefinido, correspondiente a los
adelantos de la razón humana".
Y con más solemnidad en el Concilio Vaticano, por estas pa­
labras:
"Ni, pues, la doctrina de la fe que Dios ha revelado se
· propuso

como un
invento filosófko para que la perfeccionasen
los genios humanos, sino como un depósito divino se entre­
gó a la Esposa de Cristo, a fin de que la custodiara fielmente
e in,/aliblemente la declarase. De aquí que se han de retener
también los dogmas sagrados en el sentido perpetuo, que una
ve,: declaro
la Santa Madre Iglesia, ni jamás hay que apartarse
de él con color y nombre de más alta inteligencia; con esto,
sin duda, el desarrollo
de nuestrOS conocimientos, ann acerca
de
la fe, lejos de impedirse, antes se fudli Por ello,
el mismo Concilio Vaticano prosigue diciendo:
"crezca, pues, y progrese mucho e incesantemente la int gencia, ciencia, sabiduría, tanto de los particulares, como de
1448
Fundaci\363n Speiro

EL PROGRESISMO REUGIOSO
todos, tanto de un solo hombre como de toda la Iglesia, al
compás de las alades y de los siglos; pero sólo en su género,
esto os, en el mismo dogma, en el mismo sentido y en la mi&­
ma sentencia" (Pascendi).
Y todo ello, con un frenesí delirante, y como ya advertía San
Pío X, usando el chantaje y las amenazas, de que si no se evolu­
ciona de
acuerdo a sus indicaciones, la

Iglesia está en peligro de
muerte o

de disolución.
V
FRUTOS DEL PROGRES,JSMO.
Antropocentrismo.
Entre los ismos, fruto6 del progresismo, el más mortífero espi­
ritualmente
es el llamado antropocentrismo.
La lógica es i=ibre: si el Agnosticismo niega la posibilidad
de conocer a Dios por la reve!lación, y para explicar loo hechos re­
ligiooos recurre a la subconsciencia del hombre, por la troría del in­
manentismo, y por medio del evolucionismo, faatlta al hombre hasta
para cambiar el sentido de loo dogmas religiosos, es natural y ló­
gico que el centro de toda actividad, vida y conocimiento ya no sea
Dios sino el! hombre.
El antropocentrismo· es, pues, la tendenc,a orientada hacia el
hombre, como su p,inidpal objelivo de mterés, en sústitución de
Dios
como objeto

del
máximo interés de la hu~.
La Biblia es la historia del desarrollo de esta tendencia antto­
pocéntrica.
La primera. tentación fue: "Seréis como dioses", así como las
sUGesivas tentativas del hombre de erigirse en divinidad, en Babel,
luego con Nabucodonosor, con Anríooo IV Epifanes ... La última
será desembocar en el An,i-Cristo, sea una persona o una idea,
que se enfrentará

al Hijo de Dios, Cristo Jesús,
acontecimiento con
¡,¡49
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
que se cerrará el ciclo «irreno de la Historia de la Salvación, en
cuyo estadio, es posible que estemos vivi,,ndo.
El mayor crimen de los progresistas ha sido introducir en los
medios religiosos

la
falsa alternativa entie: o Dios o el hombre.
Lo ha resuelto en favor del homb ficar al

hombre con
Dios, para descender como en una resbaladilla
por el hori,¡ontalismo re!ligioso, para el cual, Cristo es cualquiera de
nosotros, y los menesteres relacionados con la promoción social y
temporal, como preferibles a los relacionados directamente con Dios,
como las virtudes de fe, esperanza, oración, mortificación, etc.
Y todo ello adornado con unos cuantos textos de la Biblia dis­
torsionados y arrancados de su conteXtO.
Proclaman los progresistas: ¿No dice la E,;critura: "C6mo pue­
des amar a Dios a quien no ve1, si no t111UM a tu hermano a quien
ves"? No se trata de amar o no amar, de interesarse o no interesarse
por la creamra, se trata de que la religión y la humanidad deben
orientatse ditectamente
hacia

Dios,
y no defotmar una religión di­
rigiéndola • la filantropía social y al hombre como meta.
Dicen otros: "¿No seremos ¡uzgadas de acuerdo al amor efecti­
vo hacia
los hermdOOs?" (Mateo ·25, 3). Así es, pero recordando
siempre que el principio del amor al prójimo es el amor a Dios.
Oigamos a éste respecto a Diettich von Hildebrand en El t»
bailo de Troya en la ciudad. de Dias, páginas 36-37:
1450
"Peto, desgrn:iadamenfie también aquí los católicos pro­
gresistas quieren
reemplazar una actitud imperfecta del pa­
sado por otra actitud mucho más peligrosa. Para acentuar el
genuino
interés con

que
deberíamos aceptar a nuestro próji­
mo como persona individual, inrepretan lo de: «Cuanro hi­
cisteis
a uno de estos hermanos míos más pequeños, a Mí lo
hicisteis», lo interpretan -digo-cotno si estas palabras qui­
sieran decit

que
el único camino para encontrar a Cristo, pasa
a través de nuestro prójimo.
El amor, que es una respuesta a Cristo mismo, al! infinita­
mente ·santo, a la "i'ifanía de Ctisro, . queda reemplazado por
el amor al prójimo. El resultado de todo ello es que el atnor
de Dios queda relegado al trasfondo: no desaparece por oom­
plero.
Fundaci\363n Speiro

EL PROGR]'.SISMO 11]'.UGIOSO
"Esta intetpretación, evidentemente, introduce· un error
extremo, ya que ignora el primer mandamiento, que es amar
a Dios. Y este deber d<, amar a Dios ocupa, después de todo,
el
primer
lug,,r. Por

muy equivocado que
sea restringit ex­
clusivamente el amor po,ra Dios y neg,,r el vei:dadero amor
hacia nuestro prójimo, es mucho peor excluir el amor ditecro
de Dios.
"Más aún, la declatación de Cristo de que a El lo en­
rontramos en cada uno de nuestros prójimos, pierde todo su
significado, si no entendemos que -con esas palabt-a.s--Cris­
to quiere
hacer posible que amemos al prójimo, aunque -por
el cu:ácter de él (del pr6ji,mo)- no tengamos ra,ones para
amarlo.
La idea de que todo hombre es valioso, de que todo
hombre está

oreado a
semejanza de Dins, es una idea que que­
da puesta

de
relieve por ,el hecho de que encontremos a Cristo
en
cada uno de nuestros prójimos. Pero esto presupone elata­
mente el amor hada Cristo mismo, que en su sagrada huma­
nidad es infinitamente
amable. · Y este P,est,fr!lélto es· 1" b,ise
del armw al pr6pmo.
"La caridad es imposible sin el amor ditecto de Dios en
Crist0. y
por medio de Crist0, sin la comunicación personal
(es decir, la comunión entre tú y un yo) ron Cristo. Est0 ja­
más lo encareceremos demasiado.
"Tan
sólo en
esta rEll,;ción personal
con JesuctistO podrá
surgir la caridad de nuestra alma. Esto aparece muy manifiesto
en los Santos. "Desde
el primer momento en que oreemos que el amor
del prójitno

es
el único camino para amar

a Dios, esta­
mos
reemplazando la caridad (en toda su gloria y sublitne
saotidad) por un amor simplemente humanitario del prójimo,
amor que
escasamente podrá recibit ,el nombre de tal, sino
únicamente el de
pálida benevolencia.
"Asimismo,

sería
una perversión afitmar que el versícu­
lo de San Juan "Si alguno dice: runo a Dios, y aborrece a su
hermano, es un
mentitoso" (I

Juao, 4, 20),
significa que
ama­
mos a Dios sitnplemente amando al prójimo.
"La verdad es que el atnor del prójimo
es, aquí, una prue­
ba de nuestro verdadero amor de Dios en Ctisto y por medio
de
Crist0. Esta

prueba
itnplli:a dos

verdades: en
pritner lugar,
que

el amor
de Dios; en segundo lugar, que el amor del prójimo está en­
raizado en

el
amor de
Cristo, y que -por
tanto-presupo­
ne necesariamente dicho amor'".
1451
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
Y a.lguno preguntará: ¿Qué dice la Palabra de Dios a este res­
pecto del antropocentrismo?
Es bien clara y conmndente a este respecto: "Ama a Di-0'.f", este
es el más grande y primer mandamiento. El segundo es semejante a
éste: "amará, a tu pró¡imo como a ti mismo" (Exodo, 20, 1, y sigs.,
y Mateo, 22, 37-39).
Y, ¿cómo
denuncia el Magistetio Eclesiástico al

antropocentris­
mo religioso, o la sustitución de lo divino por lo humano?
Escuchemos con

veneración a Paulo
VI:
1452
"Diremos más bien una palabra, una sola y rápida, sobre
el otro
fenómeno, que tiene lugar también en los ambientes
que

se
consideran religiosos y cristianos: el fenómeno de la
religión antropocéntrica, es decir, orientada hacia el hombre
como su principal
objeto de interés, mientras que

la religión
debe
ser, -poi: su naturaleza, teocéntrica, es decir, orientada ha­
cia Dios, como a su primer y a su último fin (y después hacia
el hombre)

considerado, buscado,
amado en función de su ori­
gen. divino

y
de sus relaciones y deberes que de aquél derivan.
Se ha
hablado de religión vertical y de religión horizontal;
esta seg,md,,, fNantrópica r ;ocútl, es lt, que prevalece hoy, en
el que
no tenga visMn_ soberana del orden ontol6gico, es d.d,r,
,ea/ y objetip_o, de lt, reUgMn. ¿Queremos acaso Ol'gar la im­
portancia y

la
fueru que la fe católica atribuye al interés que
se
debe
al hqmbre? En · absoluto, no. -Ni tampoco queremos
atenuar este_ interés, que para nosotros, cristianos, debe ser en
sumo grado y continuamente obligatorio: bien recotdamos que
seremos juzgados según
cl amor efectivo que habremos teni­
do a· nuestro prójimo, especiallmente al necesitado, al que su­
fre,
-al que está caído (Mateo, 25, -31 y sigs.).
"No tenemos ninguna reserva que ha= sobre este punto.
Pero debernos
recordar siempre

que
el principio del amor al
prójimo
es el
amor a

Dios.
Quien olvidase la razón por la
cual debemos llamarnos hermanos de los hombres, a saber:
la común paternidad de· Dios, podría, en un momento dado,
olvidarse de

los deberes gravfsimos de
tal fraternidad, y po­
dría descubrir -en el propio semejante no ya a un hetman0,
sino a. un extraño,-a un -_rival, un_ enemigo. Dar en la reUgión
lt, primacía a la tendencia humanitaria lleva el peligro de t1'ans­
formar
lt, teo/o gla en socio/o gla y de olvidar lt, fundt,mental
¡erarquía
de los seres y de los valores: «Yo soy el Sefior tu
Fundaci\363n Speiro

EL PROGRESISMO RBUGIOSO
Dios ... , no tendrás otro Dios fuera de MÍ» (Exmlo, 20, 1 y
siguientes). Así, en el Antiguo Testamento y en el Nuevo,
Cristo nos
enseña: Ama

a Dios ... , éste ,es el
más grande y el
primer roaodaroi,.nto. El segundo es semejante a éste: «Ama­
rás a tu prójimo corno a ti mist00> (Mateo, 22).
"Y no se debe olvidar que tal primada concedida al in­
rerés sociológico

sobre el teológico propiamente
dkho, poede
dar lugat

a
otro inconveniente peligtOSO, que cnsiste en adap­
tar la doctrina de la Iglesia a crirerios humanos, postergados
los criterios intangibles
de la Revelación y dd Magisterio
oficial
eclesiástico.
'"Que el celo pastoral conceda preferencia práctica a la con­
sideración de
las necesidades humanas, frecuentemente tan gra­
ves y tan urgentes, se puede admitir y aconsejar, siempre que
tal
consideración no
comparta una

devaluación
y una degra­
dación

de la preeminencia
y de la autenticidad de la ottodoxia
teológica.
"La fe, aceptada y practicada, no es una evasión de los
deberes de la eatidad y de las gtandes y urgentes o=idades
de

orden social:
pot el contrario, es su .inspiración y su fuer­
za. Es también el remedio contra la tentación de caer en el
temporalismo, esto es, en el predominio de los intereses tem­
porales, del
cual la religión debería verse libre hoy más que
nunca, y contra "' otra tentación 1'IUÍf grave de ·querer instrJN­
rar un nuevo o,-den Jocial .tin caridad, sino con k, violencia,
sustituyendo uo dominio prepotente y egoísta por otro con­
siderado como inservible o

injusto.
' 1Una moral sin Dios,
un cristianismo sin Cristo y sin su
Iglesia, un humanismo sin el auténtico conrepto del hombre,
no nos conduce a buen fin" (Pablo
VI, Audiencia General, 1
de julio de 1968).
"Pero la búsqueda del hotnbre ideal, del hombre perfecto
difiere bastante entte las dos cono,pciones, la cristiana y la
profana . . .
La concepción cristiana patte de premisas cons­
cientes siempre de la dignidad del hombre y de su perfecti­
bilidad,
pero fundada también sobre una doble observación
negativa, derivada la una de
la herencia del pecado original
que ha mancillado la misma
naturaleza del

hombre, dando
origen a desequilibrios, deficiencias, debilidades
en el com­
plejo de
sus facultades; denunciando la otra la incapacidad de
las
solas fuerzas huroaoas para alcanzar la verdadera perfec­
ción, aquella que es también necesaria al hombre para la sal­
vación, o sea el insertatse de su propia vida en la de Dios,
1453
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOLINA
.mediante la gracia. F.s, desde estas premisas, precisamente me­
diante la gn,cia y mediante un paciente aprendiuje de virru­
des natw:ales
y sobrenaturales, como la concepción de la per­
fección cristiana se desarrolla después vicroriosamente; la per­
fección
se hace posibk; progresiva y llena de confianu en su
objetivo
final. La otra coooepción, en cambio, la que llama­
mos total, parte de premisas optimistas: el hombre nace sin
impetfecciones
morales
congénitas, es
naturalmente bueno
y
santo y, ayudado por una educación que le pennita un libre
desarrollo, posee bastantes medios para alcanzar con plenitud
su

fotma ideal, con tal que
el ambiente circunstante no atente
contta
la espontánea expresión de sus facultades; pero la e,:­
periencia desmiente demasiado a menudo este optimismo, que
cede pronto a
una visión pesimista, realista la llaman, de la
que la !itetatura y la psicología ofrecen hoy bien ttistes docu­
mentos"
(Gaudium et spes, núm. 10).
Si es cierto lo de. los "ciclos históricos", hoy, en la fe, se está
repitiendo el ciclo histótico de los tiempos macabeos: Si entonces
se intentó

helenizar la fe de
Israel, y cambiar su contenido, hoy otto
poder ptepotente está intentando cambiar el contenido de nuestta
fe, por otto contenido
más de

acuerdo a
la "evolución de la histo­
ria": lo mismo que buscaba Antíoco N.
La respuesta macabea.·fue: "Aunque todas las naciones que for­
man el
· imperio abandonen el culto de sus padres y se sometan ante
vuestros mandatos,

yo, y
mis hijos y mis hermanos, viviremos en la
a1ianu de nuesttos padres. Líbrenos. Dios de abandonar la ley y sus
preceptos. No escucharemos las órdenes

del rey
para salirnos de
nuestto
culto,
ni a la derecha ni a la izquierda.
"Alz6 luego el grito Matatías en la ciudad y dijo: «jTodo tl que
sienta ctlo por
la Ley y sostenga la alianza, sígame!». Y huyeron él
y

sus hijos a
los montes, ~bandonando todo cuanto tenían en la ciu­
dad. Entonces muchos que suspiraban por la justicia y el juicio ba­
jaron al desierto para habitar
allí'' (I Macabeos, 2,

19-30).
Desacralismo: Un ejemplo de. la Biblia.
Un poder que . tiene muchas semejanus y puntos de compara­
ción con el de Antíoto N Epifanes, una. vez más, a lo largo de la
1454
Fundaci\363n Speiro

EL PROGRESISMO RJJUGIOSO
historia, repite el intento de las leyes. Esre nuevo poder es el progresismo.
En aquel intento de desacralización en tiempos ma:cabeos, el
clero de

su
tiempo, como nos refiere la Biblia, fue el primero que
apostató
'Y el mayor culpable de la desacralización, con grandes pa­
recidos a la hora actual. Oigamos la Palabra de Dios.
"Así cundió en alto grado el helenismo y progresó la in­
troducción de

costumbres
extranjeras por

la
desalmada. actitud
del 4npío, más que sumo sacerdote, Jasón. L1>s sacenlotes ya
no
,e p,eocupában del seNJicio del altar, antes moswando poca
estima del

templo
'Y descuidando los sáerificios, se ap,-esuraban
a tomar parte en los ejercicios prohibidos, del gimnásio, en
cuanto
eran invitados a lanzar el disco. Desdefiando los propios
honores, estimaban en mucho las distinciones de los gentiles.
Por 1o cual vino sobre ellos la gran calamidad ... No es cosa
de poco, ni que se haoe impúnernenre, violar las leyes divi­
nas" (II Macabeos, 4, 13).
Aquellos
sacerdotes "modernos" del tiempo macabeo represen­
taban el progresismo de su hora. Estaban convencidos, como los de
ahora, que el fururo les pertenecía a ellos y DO a un pufiado de lo­
cos conservadores, integristas o tradicionalistas de su tiempo, parti­
darios

de
los macabeos, gente "out". Querían adaptar a la hora
suya el mensaje
salvífico, .actuar de acuerdo a la historia, llegar al
"hombre de su época" y eso. es lo que les impidió llegar al hombre
de todas las épocas, y por ello sentimos lástima de su intento fru&­
ttado.
He querido com~ recordando este pasaje inmortal de la Bi­
blia,
porque estoy

convencido
de que entre los desacralizadores ca­
tólicos,
hay un grupo que con la
desacralización busca
la sobreviven­
da de

la
religión en esta hora confusa. Y su fatalismo DO tieue en
cuenta
la libertad humana, capa,; de hacer cambiar los arontecimien­
tos, ni la voluntad y ayuda divina, cuando nuestra actitud se ajusta
a la verdad.
Cierto clero, algún obispo y muchos seglares, obsesionados por
el temor a Jo sagrado y sin pensarlo, se han colocado a la van­
guardia

de la
desacralizaci6n. Por huir del pontificalismo han caído
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOLINA
en el chabacaoisrno Oigamos a Dietrich voo Hildebraod en una pá­
gina maravillosa a este respecto:
1456
"Esta antipatía hacia el pontificalismo tiende a hacetles
ciegos ante el grave peligro de la indulgencia consigo mis­
mos, y ciegos -robre todo-ante el proceso de desactaliza­
ci6n que carácterim a nuestro mundo moderno. Parece que no
se dan cuenta de la elemental importancia de lo sagrado en la
religión. Y, as~ embotan el sentido de Jo sagrado y con ello
minan y socavan la verdadera religión. Su enfoque democrá­
tico les
hace menospreciar el hecho de que en todos los
hombres que tienen
anhelo de Dios hay también anhelo de
lo
sagtado y un sentido de diferencia entre lo sagrado y lo
profano.
El obrero o el campesino tienen este sentido, exactamen­
te igual que el intelectual. Si el individuo es católico, desean
hallat en la Iglesia una atmósfera sagrada. Y do verdad, trátese o

no de un mundo
urbano e
industrial.
El
individuo será capaz de distinguir entre el «arriba» esotérico
y el «arriba» divino. No se sentirá oprimido ni mucho me­
nos, por el hecho' de que Dios esté infinitamente sobre él, de
que Cristo sea el Dios hombre. Mira gozosamente a la Iglesia
con
su autoridad divina. Espera que todo sacerdote, como re­
presentante de la Iglesia, irradie una atmósfera distinta que
la del laico de la calle.
Muchos sacerdotes cre,,n que el reemplazar la atmósfera
sagrada
que reina, por ejemplo, en los maravillosos remplos
de la Edad Media o del barroco, en los que se celebraba la
misa en latín, po, una atmósfer" ,profana, funcionalim,, neu­
tra y monótona, ha de capacitar a la Iglesia para encontrarse
en
amor con
el hombre sencillo, Pero esto es un error funda.
mental. Será algo que no llene los más profundos anhelos de
ese
hombre.
Le ofrecerá piedras, en vez de pan. Esos sacerdo­
tes en lugar de combatir la irreverencia ( que se halla hoy tan
difundida), conttibuyén de hecho a difundirla más. No entien­
den que el
pontificalismo esotérico es realmente una forma de
secularización
y de que su verdadera antítesis es la unción
santa que todos los · santos poseían: el espíritu de respeto, la
fusión de

la humildad con un
comportamiento apropiado al
sagrado oficio.
La experiencia dirá a todo el que tenga ojos para ver y
oídos
para oír, que un solo sacerdote santo atrae más almas
Fundaci\363n Speiro

EL PROGRJJSISMO RELIGIOSO
para Cristo, especialmente entte las personas sen.cillas, que los
que tratan de acercarse má., al pueblo, adoptando una actitud
que carezca del sello de su oficio sagrndo" (El Caballo de
Troya
en la ciudad de Dios, págs. 153-154).
l. Si por sacrali,:ar se inren1'1Be decir, dar categoría o ttatru:
corno divinidades a cosas creadas o humanas, que es el pecado por
excelencia en la Biblia,
y en contra del primer mandamiento, llá­
mese esto idolatría, fetichismo o cualquiera de sus derivados, sería
entonces

aplaudido el
movimiento de desacrali:mción.
2.

Pero como
las reorías poco valen si no van avaladas por la
práctica, que es lo que descubre las verdaderas intenciones, la des­
acrafuación, tal

como la han emprendido los
progresistas, es: lA
s,q,resi6n, d,sminuci6n o desprecio de todo lo que tiene categorla
religiosa en beneficio de lo no religioso, como puede ser lo ético o
lo puramente social,.
l'ero nuestro pueblo no va a eotender lo dicho. Reco«lemos que
la gente
sencilla, cuando responde a una pregunta que no sabe de­
finir· con palabras, hace un gesto que lo ex,plica todo. Si tú le pre­
guntas qué es una escalera de caracol, el pueblo no responde con
definiciones, sino que exclamará: es una cosa que hace así (y, eo­
tretanto, mueve

en
cfrculos en

espiral,
su dedo índice).
Ejemplos
vivos de desacrali:mci6n:
-
En vez del diálogo con Dios, por la oración, lectura de la
Biblia
y adoración, sustituirlo o propugnar por el diálogo con el
hombre,
y reducir el cristianismo a la beneficencia. ¡ El que no es­
cucha a Dios no tiene nada que decir al mundo!
-En vez de

la
liturgia, en
su
atmósfera sagrada y ecksial, sus­
tituirla
o propugnar
por "sBNJicios religiosos", en cualquier patio
de vecindad,
acompañados de

melodías de
café cantante.
-En

vez de los
textos sagrados

litúrgicos, propugnar por la
ramplonería de
las improvisaciones personales, tipo pentecostal, so
pretexto de adaptarlas a los tiempos, con "jazz" o "rock and roll".
1457
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
Algunos llegan a protestar de que la formulación del "Gloria"
está llena de expct'eSiones fastidiosas, que alaban y glorifican a Dios,
siendo así que deberían hacer mención (dicen los progresistas) de
las
circunsmncias de nuestra vida cotidiana, como huelgas, desempleo,
partidos poUtiros, etc.
- En vez del amor al Papa, a María y a los Santos, supresión
o
burla de
sus imágenes

y actos de
piedad en Sil honor, como pere­
grinaciones, novenas, rosarios, escapularios, festividades, so pretex­
to de que Dios no necesita intercesión o barreras entre El y nos­
otros.
- En vez del ideal de santidad del cristianismo, propugnar o
sustituirlo
por actividades puramente humanirarias y sociales.
- En_ vez de la c!ef~ de la Iglesia, con el pretexto de "anti­
trit,nfaUsmo" ,_ el mostrar, con un derrotismo repelente, los lados
débiles del pueblo de Dios; condenando el pasado de su Iglesia, no
corno humillación propia, sino como
acusación al pasado de los de­
más, para imponer SllS teorías progresistas.
- En vez de
proclamor el honor de ser cristianos, sentir ,orno
una especie de culpabilidad por el hecho de serlo, para borrar fron­
reras entre lo ""grado y lo profano. No se atreven a hablar de la
vida eterna, como si_ elle, fuera equiwlente a apartar de las tareas
temporales. No se atreven a hablar de la oración, para que no los
tilden de
evasión.
"No
se atreven a hablar de Dios, como si Dios ronstituyera
una _ alienación. Quieren pasar inadvertidos, confundirse con
los
demás, borrar las fronteras entre Iglesia y mundo, sacer­
dote y laicado, entre la fe y el humanismo" (Desacr«lizaci6n
o Evangelizaci6n, Cardenal Danielou, 11).
Los ejemplos anteriores solamenre son algunas muestras que al
aflorar al exterior, denuncian el cáncer que corroe el -alma de los
progresistas. Su
planteamiento entre

lo sagrado
y lo profano es un engaño,
quieren que lo sagrado -sea algo meramenre interior, en medio de
una sociedad profana. Pretenden que desechemos de la vida religio-
14~8
Fundaci\363n Speiro

EL PROGRESISMO RBUGIOSO
sa toda manifestación o actividad aterior romo: liturgia, asambleas,
fiesras, templo, catequesis, estudio.
"Para ellos el primer paoo es menospreciar templo, fiestas,
liturgia . .. Hay quienes desearían suprimir las fiestas y ro­
merías porque ven vestigios de paganismo. Ni lugares ni tiem­
pos para -Dios. Un cristianismo sin otra manifestación que la
de set hombres y ayudar a los
demás a ser hombres, pues, afir­
man,

lo
demás es mitología. La desacrafü:ación del culto está
en buen camino,
vendtá luego la desmiti7.ación del dogma y
culminará en la desmitfaación de la moral. Entonces la reli­
gión habtá desaparecido en sus apariencias y. se refugiatá en
las profundidades"' (De,acralizaci6n o Evangelización, Car­
denal Danielou).
Esl"e es el terrorismo inl"eleaµal que nos quieren imponer los
progresistas

en cuanto
a !la.desacralización.
Pero
la doblez progresista se ,lesenroascaro. sola, lo que buscan
no es la desaparición de los
"mito," sino la imposición de sus mitos.
Cuando habló Jesús a sus discípulos acerca de la Eucaristía, mu­
chos de sus discípulos se alejaron exclamando: "Son duras e,ta, P~
láb,a,. ¿Qmén
puede escucharla,?".
Los filósofos griegos, en el Areópago de Atenas, se bw,laban de
San
Pablo,
cuando ésl"e les anunció la resutrección.
Con ello quiero

afirmar que la fe
y la religión que viven en un
plano
sobtenatural, nunca serán aceptadas de buena voluntad por
el hombre, sin el toque de la gracia, pues, como afirma San Pablo
a los Corintios en I Cor. 2, 14: "El hombre ammal no puede wm­
prender la, cosa, de Dios ... , son pare, él locura".
Digamos, pues: la desacralización promovida por los progresis­
ras, una de doo:
a) O tiene por objeto destruir la religión, lo que en algunos
parece confirmatse por su alianza intelecrual y política con los más
feroces propugnadores del ateísmo o anticatolicismo.
b) O tiene por objeto "h,mumizr,r" la religión, desprendién,
dola de los dogmas y prácticas religiosas más difíciles, para adap­
tarlas al hombre, en un plano que excluye lo sobrenatural.
En el primet caso ,;u actitud es satánica. En el segundo es ridícu-
1-iS9
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOllNA
la, pues las afirmaciones de la fe han sido siempre un e,cámhio P"'ª
el

hombre
carn,,/. La locura y el escándalo de la cruz, lo que muchos
quisieran borrar para interpretar la religión en función del hombre
moderno, hfx!onista y carnal en lenguaje bíblico.
¡ Y qué nos dice el Magisterio acerca de esta pérdida del sentido
de lo sagrado! Escuchemos a Paulo VI:
"Porque, vosotros lo .abéis, la hora lúst6rica y espiritual
que la Iglesia está atravesándo, especialmente en algunos paí­
ses, no es serena; y esto es tanto para los pastores de la Iglesia
como
para Nos motivo de viva preocupación y, a veces, de
grandes amarguras.

Y ello no
s6lo porque

todo
el mumlo mo­
derno va desprendiéndose del sentido de Dios, pagado como
está de la riqueza de sus conquistas en el campo científico y
técnico, no ya. porque éstas exijan -«la muerte de Dios», como
alguien
ha dicho con expresión desgraciada, porque ,exijan una
men1>!lidad atea y alejada de toda religión; tales progresos ca­
racrerlsticos del mundo moderno exigirán, en cambio, un más
alto, más penetrado, más adorador sentido de Dios, una reli­
gión más pura y más viva sobre los vestigios del saber huma­
no,
no
sólo, decimos, por esta práctica apostasía religiosa tan
difusa, sino también, y con relación a la sensibilidad de quien
tiene
responsabilidad en la Iglesia, por la inquifetud, especial­
mente, que turba algunos sectores del propio mundo católi­
co"
(Paulo VI, 25 de abril de 1968).
Debemos distinguir entre .lo mundano, lo secular, lo humano y lo
natural de aquello que es lo
sobrenatural
- Los bienes naturales_ contienen un mensa.je de Dios, son res­
plandor de su gloria. Bienes materiales, éxito, etc., puestos al servicio
de
orros bienes, más altos, nos pueden llevar a Dios, y como cris­
tianos debernos intentarlo.
- Los bienes sobrenaturales son los
recibidos por
Dios, gra­
tuitamente.
Gada uno tiene .los suyos, que

debe poner al servicio de
los demás y
ha,:erlos fructificar ..
1460
Fundaci\363n Speiro

EL PROGRESISMO REUGIOSO
Anre algunos abusoo ascéticos anteriores, los progresistas se han
lanzado por la re.sbaladWa de lo facilón.
Bien está que contemplemos en los bienes secu!art,s el mensaje
del

siglo
y los eternos, hay un abismo que nadie puede franquear.
La Iglesia, como lo hace la Constitución "Gat«Uum et spes" no
tiene miedo de

reconocer los valores del mundo
profairo. Es más,
distingue entre laicidad, esfera propia de las realidades temporales,
y laicismo o secularismo (exclusión de referencias religiosas y mo­
rales
en la vida humana).
Secularismo ser/,, la tendencia a rechazar el val brenatural como el primer valor de la vúk,, y de la vid,, rel;giosa en
espedal.
Ello lleva a una vid,, que se /aidza y, finalmente, ,e ateíza.
Esta secularización ha hecho sucumbir a menres débiles, incluso
católicas,

que hablan de
desacralización, de
purificación, de
madu­
rez,

de nuevos
compromisos, finalmente de la muerte de Dros; en el
sentido de la desaparición de Dios en la vida pública, y lo que es
más triste, lo aprueban.
El /aiciJmo, o sea el propósito de prescindir de Dios, es la fór­
mula que hoy está de moda.
El ateísmo se introduce deopués como la forma religiosa, es de­
cir, absoluta. del laicismo.
Nuestra actitud.
Frente al secularismo, nuestra actitud cristiana debe ser:
l. Respeto
y aprecio de los bienes naturales en sí, romo ver­
dad,
belleza, arte, etc. y utilizarlos como auxiliares para alcanzar Ia
vida eterna.
2. Preferencia, según la línea evangélica, de los bienes sobre­
naturales, como lo vernos en las palabras de Jesús al joven rico:
"V ende cuanto lienes .•. y tendrás un tesoro en el cklo" (Mateo,
19, 21). Y la oración litúrgica: "Que aprendamos a despr0CÚW las
cosar de esta #erra y amar las del cielo··. O las paiabras de San Pa-
1461
Fundaci\363n Speiro

P. MANUEL MOUNA
blo a los primeros fieles: "Buscad lar coselJ de dl'1'Íba" (Colosen­
ses, 3, 1).
El Magisrerio Eclesiástico ha rechazado continuamente el seru­
larismo.
1462
"Nos parece oporn,no llamar la atención a este respecto
sobre puntos
!loctrinales: el primero es la dependencia de la
caridad pata con el prójimo, de la caridad pata con Pios.
Conocéis los asaltos que sufre en nuestros días esta doc­
trina de clarísima .e impugnable derivación evangélica: se quie­
re seclllariz,,,. el cristiani.rmo,
p,.,tmdo por alto sa esencial re­
ferencia a
la verdad religiosa, a la comunión sobrenatural con
la inefable e inundante caridad de Dios para con los hombres;
su referncia al deber de la respuesta humana; obligada a osar
amarlo y llamarlo Padre, y, en consecuencia, llamar con toda
verdad hermanos a los · hombres, · para librar el cristianismo
mismo de aquella forma de neurosis, dicen, que es la religión.
Para evitat toda preocupación teológica y pata ofrecer al ·cris­
tianismo una nueva eficacia, toda ella pragmática, la sola que
pudiese
dar la medida de su verdad, y que lo hiciese aceptable
y operante en la moderna civilización profana y recoológica"
(Pablo

VI
en la inauguración de la II Omferencia General del
Episcopado
Latinoamericano).
( Continuará}.
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