Índice de contenidos
Número 153-154
Serie XVI
- Textos Pontificios
- Actas
- Monográficos
- Estudios
- Información bibliográfica
- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Crónicas

Autores
1977
Emilio Silva de Castro: Semblanza personal y pensamiento filosófico
INF'ORMACION BIBLIOGRAFICA
Emilio Smva: SEMBLANZA PERSONAL
Y PENSAMLENrO FILOSOFICO
fil pensamiento de inspiración cristiana es, sin duda, una de las
dimensiones principales de
la filosofía hlspanoamericana actual. Su
presencia en
el mundo
académico,
intelectual, artístico
o político
del continente
no
ha conocido prácticamente interrupciones, y por
sobre
modas
y espíritus imitativos. ha alcanzado a configurar una
línea
permanente de
esfuerzos que
trasciende el terreno filosófico
para influenciar los más diversos aspectOS de la vida americana.
En este panorama, la figura del Padre Emilio Silva, natural de
Sarriá
(España) y afincado desde 'hace años en Brasil, destaca con
singular
relieve. La reciente publicación de un AutOf'retrato filos6-
fi&o
(1) nos petmite ofrecer una síntesis de su posición filosófica.
Nacido en 1902, Silva es
Doctor en Filosofía por la Accademia
R.omana di S.
Tomasso d'Aquino y por la Universidad brasileña de
Río de Janeiro. Ha dictado
cursos y desempeñado cátedras en Es
paña
y Brasil, y sus estudios y artículos de carácter filosófico y
religoso han sido publicados en España, EE. lm. y, sobre todo,
Hispanoamerica.
EnmreDJl:ro OOID. la ñloeofía.
El contacto con la petrona y el pensamiento de Angel Amor
Ruibal, hacia fines
de la
década del
20, marca el punto inicial de
su
vocación y dedicación al quehacer filosófico. Los problemas ftm
damenta/,es de la Pilosoffa y el Dogma constituirán para Silva una
verdadera revelación, frente a un ambiente caracterizado por la
me
dioaidad
de petspectivas, el
tedio
y el desaliento. La escolástica su
fría
por aquel entonces las secuelas de su decadencia, arrastrada
desde el siglo
XVIII, en un ambiente de agnosticismo genera:lizado,
( 1) En el volumen Rumos da filosofia alual no Brasil. Em auto-re~
t-raios.
Comp. por el prof. Stanislaus Ladusans S, J. Sao Paulo, Ed. Loyola,
1~76, págs. 171-220.
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Fundaci\363n Speiro
INFOR.MACION BIBUOGRAFICA
representado por las a>rrientes neokantianas, idealistas, posit1v1Stas,
vitalistas
o pragmatistas. Un
escepticismo acerca de
las posibilida
des
de
la razón humana llevaba a la negación misma de la tarea
filosófica.
En el campo del pensamiento cristiano, ello se reflejaba
en
la opinión de que sólo por un modo externo, por vía de autori
dad podían
los hombres a1canzar verdades, que luego la tradición se
encargaría de transmitir. En vano se buscaría una fignta de renom
bre que
defendiera la tradición clásica aristotélica de una manera
decidida, y lo propio ocw:ría con
la escolástica. Si esto era evidente
en
Europa en general,
España representaba, de alguna manera, un
ámbito aislado
y protegido, resistente a la penetración de las doc
trinas
materialistas, panteístas y agnósticas. Ya en el siglo XIX había
brillado
Balmes, abierto
a
las rorrientes de la época y a los nuevos
rumbos del
pensamiento y, al mismo tiempo, crítico decidido de los
mismos en su
Filosofla Fumkmental. La restauración escolástica im
pulsa
Saoseverino,
'.Z.eferino Goozález, etc., aunque no llegara a realizar
acabadamente el proyecto papal originario. Para Silva, el rigor y la
brillantez del renacimiento neotomista no alcanzaría a coofigntar
una crítica lo suficientemente definitiva contra las corrientes mo
dernas. Para un espíritu agodo y exigente como el suyo, se imponía
aún una profundización crítica en los errores corrientes
y, sobre
todo, una refutación de índole auténticamente
filosófica. La
lectura
de Menéndez
y Pelayo le permitÍa avizorar la posibilidad y los ho
riwntes de dicha crítica, complementada por la frecnentación de
los clásicos
griegos y
latinos
(2).
Estas preocupaciones se cot1SOlidao en una vocación definitiva
a ttavés del encueotro con
Amor Ruibal.
En él ve Silva la posibili
dad
de síntesis entre una vasta
rultura moderna y una deputada
criteriología filosófica fundada en
la tradición, elementos ambos
de toda posible revisión
y formulación nueva de los problemas per
manentes de la .tarea filosófica. El contaeto personal con el pensador
gallego
lleva a
Silva a
peosa,: en una tarea de esa índole, y en fun
ción de ello,
a frecnentar a las grandes líneas del pensamiento con
temporáneo
-Hartmaon, Cohen, Cassirer, Betgson, Bradley, Cro
ce, etc.-, frente a las cuales formula la acusación de ocasionalismo
.( 2) Crítica, por otra parte, que constituía una vigorosa corriente en el
pensamiento de la época. No debe olvidarse que en Europa y América se
consolidaba la restauración católica que en Francia contaba con figuras como
Jacques y Raisa Maritain, füienne Gilson, R. Garrigou-Lagrange, Humbert
Clerissac o
Georges Bemanos,
y en Inglaterra, el
Cardenal Newman, Francis
Thompson,
G.
K. Chesterton o H. Belloc, entre otros muchos nombres de
importancia en
el orden
de la filosofía, la
literatura, la historia y la política.
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Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
y desroncierto interno. Son épocas en las que nace en Silva la in
tención de elaborar una Ontologúi, designio aún no cumplido de
abarcar las perspectivas modernas en el marco de una visión tras
cendente
de índole
metafísica. En el clima intelectual de la época,
marcado por el trabajoso resurgir de la especulaci6n filosófica en
pugna con las corrientes dominantes --existencialismo y neopositi
vismo del Círculo de Viena-, la. metafísica es para Silva una ins
ta.ocia de integración de lo tradiciona:l ron algunos resultados posi
tivos de
la reflexión contemporánea. Y Amor Ruibal es su influencia
no sólo inicial, sino permanente
h,sta la actualidad.
Filosofía y rool!ldad naoionail.
Intimamente vinculado
al ámbito de
temas y
problemas hispa
noamericanos, el
pensamiento
de Silva no ha podido dejar de pre&
tar
atención al tema de la posibilidad de una filosofía vernácula,
ptopia
de y
para Brasil Para él, la base religooa, lingüística, a.rtls
tica,
intelectual
y política del mundo hispanoamericano está dada,
indudablemente,
por
el sustento cristiano-ibérico originario. El si
glo
XIX transcurriría en cambio bajo la influencia ptedominante del
positivismo, reinante sobre tocio en el campo jurídico y de allí pro
yectado a las instituciones y la política, sobre todo en Brasil Pa
ralelamente, los ideales dernoliberales ptovenientes del área anglo
sajona configuran otto de los elementos operantes en ese momento
constitucional. Las consecuencias lógicas de estos ingredientes inte
lectuales y políticos no tarda.rían en manifestarse: los pueblos latinos
-obsetva Silva-, ptopeuden a llevar las cosas hasta sus últimas
consecuencias, en tanto que los anglosajones, por el
rontra.rio, mi
tigan
las consecuencias lógicas de un sistema de ideas mediante una
afirmación pragmática de los intereses por sobre cualquier otra con
sideración
moral o
jurídica, La quiebra de este equilibrio, en el caso
brasileño e hispanoamericano en general,
contribuye a
explicar el
movimiento
pendular que lleva a las estructuras políticas a oscilar
entre
períodos
dictatoriales
y períodos de democracia parlamenta.ria.
Falta
inclusive una
pt0fundizaci6n filosófica
de
la propia identidad
nacional, y cabe por ello pensar que el trabajo especulativo en
Brasil debe dirigirse, en ptincipio, al cultivo del patrimonio
filosófico permanente de
la humanidad, aunque acentuando, para
lelamente, los esrudios filosófico-jurídicos y
sociales,
para ptevenir
los efectos disolventes del positivismo y fundar así las bases para
un
sólido
derecho político, como puntos
de partida
pata afrontar
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INFORMACION BIBLlOGRAFIOA
las tareas que hoy de.,afían la capacidad dé los países hispanoame-.
ricanos.
.En esta tarea futura de la inteligencia brasileña no cabe para
Silva
el pesiroisroo Brasil presenta ricas posibilidades de aporte a
la
cultura universal.
Su vida intelectual no
romienza con la Inde
pendencia,
sino que
es solidaria
con la tradición cristiana e
His
pánica . .En este sentido, frente al problema de una "filosofía na
cional" es posible,
ciertamente, hablar
de una
filosofía brasilefia,
entendiendo
por ello a una filosofía que,
como tal,
no puede eludir
jamás los
temas fundamentales que Je son propios, aunque los afron
te
desde unas
también inevitables determinaciones espado-tempo
rales.
La filoeofía en l,a actwilidad.
El tema de la muerte de la. filosofía preocupa especialmente al
padre
Silva.
Aun en
el seno del pensamiento escolástico
y de ins
piración cristiana
es posible escuchar voces
que proponen la
supe
ración
de la
metafísica, en
busca de una consideración
pntaroente
inmanente,
en la que la antropología
fllosófica, la
psicología o la
filosofía analítica operarían como saberes sustitutivos, en
el marco
de una
civilización volcada
a un interés exclusivo por los adelantos
de la ciencia
y de la técnica. Para Silva esta perspectiva es
totalmente insuficiente. El espfritu bum.ano · aspira a una visión
trascendente de Jo real, frente a la cual el criticismo, el empirismo
o el neopositivismo del Círculo de Viena
--expresiones significativas
del
espíritu
antimetaffsico-revelan
bien pronto sus insuficiencias.
Tales orientaciones ignoran
el hecho de que tanto el biólogo corno
el químico o el matemático buscan siempre en sus investigaciones
"causas", "efecros", "fórmulas fijas", facrores comunes, demostra
cione, pruebas, evidenci~ etc. Y sólo por medio de la metafísica es
posible
arribar al
conocimiento de tales
conceptos. La
negación de
la metafísica torna contradictoria e imposible toda posible
wea
científica,
al impedir el acceso a los principios de la inteligencia y
de las cencias, Sin metafísica, el hombre no podría entenderse a
sí mismo
ni a los
detnás, vivirla bajo
los
dilemas de
una ética siem
pre
provisional; la
religión
serla hija del tiempo; la
virtud,
la verdad,
la justicia; etc., no pasarían de ·ser verdades relativas, hoy ciertas,
mafiana dudosas y algún día falsas. Por ello; es . indispensable reco
nocer
al
espíritu bumann el
poder y
el· derecho que naturalmente le
asisten
para elevarse por sobre los hechos, examinarlos en ·profundidad,
captar
la razón de
su
armonía, inquirir las leyes que los presiden y
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
constituyen; en una palabra, abrirse a una visión trascerulénte de
la realidad, que petntlta al hombre descubrir el sentido auténtico
del
mundo y
de. su propia
vida. Y
las reflexiones de Sil,¡,a en torno
a la
unidad orgánica objetin de las diversas ramas del saber filosó
fico, sus
conshleraciones sobre
las ciencias experimentales, la
lin'
güística y otros saberes hoy en · expansión contribuyen a perfilar en
este
Autorretrato su visión integral de la filosofía en el momento
actual, a la luz del correlacionismo de Amor Ruibal.
Ateísmo
moderno y ñlosof:ia.
Para Silva, el hecho del ateísmo es antiguo en la historia del
pensantlento, aunque
la forma multitudinaria de sus manifestacio
nes es
innegablemente contemporánea.
Ante el mismo, deben des
cartarse, a su
juicio, las
expliqicionés psicologistas y sociologistas del
fenómeno. Toda la etiología del ateísmo contemporáneo es
suscep
tible
de ser resumida en una sola
pslabra: naturaUsm(). Por sobre sus
diferencias de
matiz, las corrientes de ideas que coinciden en la
negación de Dios -racionalismo, libre examen, empirismo, subje
tivismo, marx~sm.<.>, hedonismo, etc.~ parten de una afirmación ab
soluta de la naturaleza y la razón humanas, y de una negación de lo
sobrenatural. En nuestros días, ese naturalismo rei'l'indica para sí el
nombre
de
hu,m.an,smo, y en sus variadísimas formas, que van desde
el cientificismo al existencialismo, desde el psicoanálisis hasta el
be
haviorismo o desde el evolucionismo biológico hasta el neopositivis
mo, el mismo implica la consagtación de un
clima de incredulidad,
materialismo
y escepticismo. Tal es el sentido de un tiempo que
proclama la
muerte de
Dios
y de la filosofía. La teología de la muerte
de Dios exige, a su vez,
una religión
sin Dios trascendente, ronce
bida como puro compromiso de transformación de
la sociedad hu
mana, en el marco de las modernas aglomeraciones industriales y
urbanas. Pero un dato paradójiro quiebra, sin embargo,
la aparente
necesidad fatal del diagnóstico: entre los genios del pensamiento,
en cualquier aspecto de
éste que se trate, no es posible encontrar
ningún ateo. Expresión elocuente de las posibilidades siempre abier
tas de ·un retorno a la genuina especulación metafísica y teológica.
¿Es posible uná filosofía
· cristiana? Y si lo fuera ¿qué debe
entenderse por
tal? El Auto,retrato Nlosófico del P. Silva se cierra
precisamente con
la consideración de esta cuestión esencial· para el
pensamiento de
inspiración
cristiana.
Desde
un punto de vista
histórico, para
el autor
es innegable la
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existencia de una gran filosofía de orientación nítidamente cristia
na, la cual, teniendo presentes
las verdades dogmáticas, no sólo no
ensefia ni
demuestra nada que se
les oponga, sino que con frecuen
cia se
coloca ""'plícitamente en
la condición de
,mcil/a teholo gü,e,
¿Es ello posible y legítimo?
Para Silva, es evidente que el cristianismo no tiene un método
propio ni un núcleo de verdades filosóficas exclusivas. Su nota pe
culiar y propia es la Sagrada Teología. No puede existit en la fe
religiosa de un pensador una incompatibilidad con la actividad fi
losófica, desde que su
tarea en
este sentido procede racionalmente,
y no pretende sustituir la
evidencia racional
intrínseca de sus
pro
posiciones por pruebas de catáctet tealógico. ¿Acaso podtía afit
marse
que todo filósofo precede sn
quehacer específico
de un
acto
de al)juración de su fe religiosa? Evidentemente, no.
La filosofía es una actividad· originaria, intrínseca y connatural
a
nuestras
facultades intelectuales.
El
pensar teológico es lógicamen
te posterior
y se sustenta al, extrimeco en determinados elementos,
que
son
factores o verdades sobrenaturales, que advieneó externa
mente
al hombre, y que son
asnmidos y
asimilados a
través de
las
mismas facultades cognoscitivas, de acuerdo a las leyes
naturales del
intelectO.
La existencia de una fe religiosa es, en el filósofo, perfec
tamente
compatible con el libte y genuino
ejercicio de
su
tarea pro
pia.
El pensador cristiano puede, sin duda, recibir sugestiones e
impulsos de
parte de las vetdades de su fe religiosa; puede también,
estimulado por esas vetdades, "prolongar la filosofía racional" -
dice F•bro-en los puntos más arduos, como son los del origen y
fin último de
los setes, el origen de la vida o el destino de las
almas humanas individuales. Pero ello en maneta alguna afecta a la
liben:ad del pensamiento filosófico. Nuevamente encuentra Silva
una expresión clarilicadora en el magistetio de Amor Ruibal: el
elemento sobrenatural, en cuanto es
medio necesario para un fin
que está muy por encima de la naturaleza es, sin duda, de dignidad
superior. Sin
embargo, los
factores de
orden
natural, en
orden a su
necesidad
y exigencia mutua, llevan también ventajas a los de orden
sobrenatural mutua, llevan también ventajas
a los de orden sobre
natural, en
cuanto que
aquéllos pueden
existir sin éstos, mientras
que éstos necesitan de aquéllos.
En el pensador cristiano, la fe re
Egiosa
no obsta a
la plena libertad de su empeño especulativo, en
tanto se
mueva con
amor puro e irrestricto
hacia la
verdad. El
aspectO sobtenatural, debidamente
acentnado,
contr;b,iye a
sn
veo: a
prestar inestimables
beneficios al común edificio de la sabiduría· hu
mana, conciliando
asL en plena armonía, dos dimensiones esenciales
del espíritu humano. Toda escisión de ambos
aspecros mutila
al
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lNFORMACION BlBUOGRAFlCA
hombre y lo condena al fracaso de su vocación más profunda. Con
clusión -y también
principio
o. punto
de partida- de un genuino
filosofar como el que
nos propone, a través de las !/neas de su
Autorretrato, el P. Emilio Silva.
ENRIQUE ZULETA PuCEIRO.
José Orl!andi,,: LA IGLESIA !EN LA ESPAll Y MEDIEVAL (*)
El presente volumen reúne temas de historia de la Iglesia en
España durante las épocas visigótica y medieval. Trataré de resu
mir aquí lo más interesante de los once arnenols capítulos de que
consta el libro.
Capítuilo I: El cristíít,msmo en l,a España visigóti,ca,.
Antes de la llegada de los pueblos germánicos, la Iglesia espa
ñola
había dado ya
pruebas de
gran vitalidad: en
el siglo IV se reu
nió
el Concilio de
Iliberis que impuso la continencia de los clérigos,
resolución
q°ue se extendió a toda la Iglesia de Occidente. El con
cilio
de Nicea, que
condenó el arrianismo, asamblea presidida por
Osio, obispo de Córdoba, "pujante personalidad que llenaría medio siglo de vida de
la Iglesia universal". A finales del siglo IV surge el
Priscilianismo condeuado por el I Concilio de Toledo.
La población hispano-romana era en su gran mayoría católica,
cuando los pueblos germánicos irrumpen a comienzos del siglo v
en
la Península. Estos pueblos, a excepción de los suevos, eran arria
nos.
El
arraigo del Arrianismo en los godos, cuando ya ha dejado de
ser un
problema teológico,
no se
debe a
razones doctrinales, sino al
hecho de ser un
rasgo diferencial más frente al pueblo invadido, y
un elemento fortalecedor de sn personalidad nacional.
Los visigodos
quieren conservar
las peculiaridades que mantenían viva la separa
ción
entre los pueblos --el dominado muy superior en número- y
que
eran garantía de
su propia preeminencia. Por ello,
más que de
enfrentamientos religiosos
·habría que
referirse
a tensiones
entre
dos
pueblos de razas diferentes.
(*) Ediciones Universidad de Navarra, S. A. Pamplona, 1976, 400 págs.
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Emilio Smva: SEMBLANZA PERSONAL
Y PENSAMLENrO FILOSOFICO
fil pensamiento de inspiración cristiana es, sin duda, una de las
dimensiones principales de
la filosofía hlspanoamericana actual. Su
presencia en
el mundo
académico,
intelectual, artístico
o político
del continente
no
ha conocido prácticamente interrupciones, y por
sobre
modas
y espíritus imitativos. ha alcanzado a configurar una
línea
permanente de
esfuerzos que
trasciende el terreno filosófico
para influenciar los más diversos aspectOS de la vida americana.
En este panorama, la figura del Padre Emilio Silva, natural de
Sarriá
(España) y afincado desde 'hace años en Brasil, destaca con
singular
relieve. La reciente publicación de un AutOf'retrato filos6-
fi&o
(1) nos petmite ofrecer una síntesis de su posición filosófica.
Nacido en 1902, Silva es
Doctor en Filosofía por la Accademia
R.omana di S.
Tomasso d'Aquino y por la Universidad brasileña de
Río de Janeiro. Ha dictado
cursos y desempeñado cátedras en Es
paña
y Brasil, y sus estudios y artículos de carácter filosófico y
religoso han sido publicados en España, EE. lm. y, sobre todo,
Hispanoamerica.
EnmreDJl:ro OOID. la ñloeofía.
El contacto con la petrona y el pensamiento de Angel Amor
Ruibal, hacia fines
de la
década del
20, marca el punto inicial de
su
vocación y dedicación al quehacer filosófico. Los problemas ftm
damenta/,es de la Pilosoffa y el Dogma constituirán para Silva una
verdadera revelación, frente a un ambiente caracterizado por la
me
dioaidad
de petspectivas, el
tedio
y el desaliento. La escolástica su
fría
por aquel entonces las secuelas de su decadencia, arrastrada
desde el siglo
XVIII, en un ambiente de agnosticismo genera:lizado,
( 1) En el volumen Rumos da filosofia alual no Brasil. Em auto-re~
t-raios.
Comp. por el prof. Stanislaus Ladusans S, J. Sao Paulo, Ed. Loyola,
1~76, págs. 171-220.
565
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INFOR.MACION BIBUOGRAFICA
representado por las a>rrientes neokantianas, idealistas, posit1v1Stas,
vitalistas
o pragmatistas. Un
escepticismo acerca de
las posibilida
des
de
la razón humana llevaba a la negación misma de la tarea
filosófica.
En el campo del pensamiento cristiano, ello se reflejaba
en
la opinión de que sólo por un modo externo, por vía de autori
dad podían
los hombres a1canzar verdades, que luego la tradición se
encargaría de transmitir. En vano se buscaría una fignta de renom
bre que
defendiera la tradición clásica aristotélica de una manera
decidida, y lo propio ocw:ría con
la escolástica. Si esto era evidente
en
Europa en general,
España representaba, de alguna manera, un
ámbito aislado
y protegido, resistente a la penetración de las doc
trinas
materialistas, panteístas y agnósticas. Ya en el siglo XIX había
brillado
Balmes, abierto
a
las rorrientes de la época y a los nuevos
rumbos del
pensamiento y, al mismo tiempo, crítico decidido de los
mismos en su
Filosofla Fumkmental. La restauración escolástica im
pulsa
'.Z.eferino Goozález, etc., aunque no llegara a realizar
acabadamente el proyecto papal originario. Para Silva, el rigor y la
brillantez del renacimiento neotomista no alcanzaría a coofigntar
una crítica lo suficientemente definitiva contra las corrientes mo
dernas. Para un espíritu agodo y exigente como el suyo, se imponía
aún una profundización crítica en los errores corrientes
y, sobre
todo, una refutación de índole auténticamente
filosófica. La
lectura
de Menéndez
y Pelayo le permitÍa avizorar la posibilidad y los ho
riwntes de dicha crítica, complementada por la frecnentación de
los clásicos
griegos y
latinos
(2).
Estas preocupaciones se cot1SOlidao en una vocación definitiva
a ttavés del encueotro con
Amor Ruibal.
En él ve Silva la posibili
dad
de síntesis entre una vasta
rultura moderna y una deputada
criteriología filosófica fundada en
la tradición, elementos ambos
de toda posible revisión
y formulación nueva de los problemas per
manentes de la .tarea filosófica. El contaeto personal con el pensador
gallego
lleva a
Silva a
peosa,: en una tarea de esa índole, y en fun
ción de ello,
a frecnentar a las grandes líneas del pensamiento con
temporáneo
-Hartmaon, Cohen, Cassirer, Betgson, Bradley, Cro
ce, etc.-, frente a las cuales formula la acusación de ocasionalismo
.( 2) Crítica, por otra parte, que constituía una vigorosa corriente en el
pensamiento de la época. No debe olvidarse que en Europa y América se
consolidaba la restauración católica que en Francia contaba con figuras como
Jacques y Raisa Maritain, füienne Gilson, R. Garrigou-Lagrange, Humbert
Clerissac o
Georges Bemanos,
y en Inglaterra, el
Cardenal Newman, Francis
Thompson,
G.
K. Chesterton o H. Belloc, entre otros muchos nombres de
importancia en
el orden
de la filosofía, la
literatura, la historia y la política.
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y desroncierto interno. Son épocas en las que nace en Silva la in
tención de elaborar una Ontologúi, designio aún no cumplido de
abarcar las perspectivas modernas en el marco de una visión tras
cendente
de índole
metafísica. En el clima intelectual de la época,
marcado por el trabajoso resurgir de la especulaci6n filosófica en
pugna con las corrientes dominantes --existencialismo y neopositi
vismo del Círculo de Viena-, la. metafísica es para Silva una ins
ta.ocia de integración de lo tradiciona:l ron algunos resultados posi
tivos de
la reflexión contemporánea. Y Amor Ruibal es su influencia
no sólo inicial, sino permanente
h,sta la actualidad.
Filosofía y rool!ldad naoionail.
Intimamente vinculado
al ámbito de
temas y
problemas hispa
noamericanos, el
pensamiento
de Silva no ha podido dejar de pre&
tar
atención al tema de la posibilidad de una filosofía vernácula,
ptopia
de y
para Brasil Para él, la base religooa, lingüística, a.rtls
tica,
intelectual
y política del mundo hispanoamericano está dada,
indudablemente,
por
el sustento cristiano-ibérico originario. El si
glo
XIX transcurriría en cambio bajo la influencia ptedominante del
positivismo, reinante sobre tocio en el campo jurídico y de allí pro
yectado a las instituciones y la política, sobre todo en Brasil Pa
ralelamente, los ideales dernoliberales ptovenientes del área anglo
sajona configuran otto de los elementos operantes en ese momento
constitucional. Las consecuencias lógicas de estos ingredientes inte
lectuales y políticos no tarda.rían en manifestarse: los pueblos latinos
-obsetva Silva-, ptopeuden a llevar las cosas hasta sus últimas
consecuencias, en tanto que los anglosajones, por el
rontra.rio, mi
tigan
las consecuencias lógicas de un sistema de ideas mediante una
afirmación pragmática de los intereses por sobre cualquier otra con
sideración
moral o
jurídica, La quiebra de este equilibrio, en el caso
brasileño e hispanoamericano en general,
contribuye a
explicar el
movimiento
pendular que lleva a las estructuras políticas a oscilar
entre
períodos
dictatoriales
y períodos de democracia parlamenta.ria.
Falta
inclusive una
pt0fundizaci6n filosófica
de
la propia identidad
nacional, y cabe por ello pensar que el trabajo especulativo en
Brasil debe dirigirse, en ptincipio, al cultivo del patrimonio
filosófico permanente de
la humanidad, aunque acentuando, para
lelamente, los esrudios filosófico-jurídicos y
sociales,
para ptevenir
los efectos disolventes del positivismo y fundar así las bases para
un
sólido
derecho político, como puntos
de partida
pata afrontar
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las tareas que hoy de.,afían la capacidad dé los países hispanoame-.
ricanos.
.En esta tarea futura de la inteligencia brasileña no cabe para
Silva
el pesiroisroo Brasil presenta ricas posibilidades de aporte a
la
cultura universal.
Su vida intelectual no
romienza con la Inde
pendencia,
sino que
es solidaria
con la tradición cristiana e
His
pánica . .En este sentido, frente al problema de una "filosofía na
cional" es posible,
ciertamente, hablar
de una
filosofía brasilefia,
entendiendo
por ello a una filosofía que,
como tal,
no puede eludir
jamás los
temas fundamentales que Je son propios, aunque los afron
te
desde unas
también inevitables determinaciones espado-tempo
rales.
La filoeofía en l,a actwilidad.
El tema de la muerte de la. filosofía preocupa especialmente al
padre
Silva.
Aun en
el seno del pensamiento escolástico
y de ins
piración cristiana
es posible escuchar voces
que proponen la
supe
ración
de la
metafísica, en
busca de una consideración
pntaroente
inmanente,
en la que la antropología
fllosófica, la
psicología o la
filosofía analítica operarían como saberes sustitutivos, en
el marco
de una
civilización volcada
a un interés exclusivo por los adelantos
de la ciencia
y de la técnica. Para Silva esta perspectiva es
totalmente insuficiente. El espfritu bum.ano · aspira a una visión
trascendente de Jo real, frente a la cual el criticismo, el empirismo
o el neopositivismo del Círculo de Viena
--expresiones significativas
del
espíritu
antimetaffsico-revelan
bien pronto sus insuficiencias.
Tales orientaciones ignoran
el hecho de que tanto el biólogo corno
el químico o el matemático buscan siempre en sus investigaciones
"causas", "efecros", "fórmulas fijas", facrores comunes, demostra
cione, pruebas, evidenci~ etc. Y sólo por medio de la metafísica es
posible
arribar al
conocimiento de tales
conceptos. La
negación de
la metafísica torna contradictoria e imposible toda posible
wea
científica,
al impedir el acceso a los principios de la inteligencia y
de las cencias, Sin metafísica, el hombre no podría entenderse a
sí mismo
ni a los
detnás, vivirla bajo
los
dilemas de
una ética siem
pre
provisional; la
religión
serla hija del tiempo; la
virtud,
la verdad,
la justicia; etc., no pasarían de ·ser verdades relativas, hoy ciertas,
mafiana dudosas y algún día falsas. Por ello; es . indispensable reco
nocer
al
espíritu bumann el
poder y
el· derecho que naturalmente le
asisten
para elevarse por sobre los hechos, examinarlos en ·profundidad,
captar
la razón de
su
armonía, inquirir las leyes que los presiden y
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
constituyen; en una palabra, abrirse a una visión trascerulénte de
la realidad, que petntlta al hombre descubrir el sentido auténtico
del
mundo y
de. su propia
vida. Y
las reflexiones de Sil,¡,a en torno
a la
unidad orgánica objetin de las diversas ramas del saber filosó
fico, sus
conshleraciones sobre
las ciencias experimentales, la
lin'
güística y otros saberes hoy en · expansión contribuyen a perfilar en
este
Autorretrato su visión integral de la filosofía en el momento
actual, a la luz del correlacionismo de Amor Ruibal.
Ateísmo
moderno y ñlosof:ia.
Para Silva, el hecho del ateísmo es antiguo en la historia del
pensantlento, aunque
la forma multitudinaria de sus manifestacio
nes es
innegablemente contemporánea.
Ante el mismo, deben des
cartarse, a su
juicio, las
expliqicionés psicologistas y sociologistas del
fenómeno. Toda la etiología del ateísmo contemporáneo es
suscep
tible
de ser resumida en una sola
pslabra: naturaUsm(). Por sobre sus
diferencias de
matiz, las corrientes de ideas que coinciden en la
negación de Dios -racionalismo, libre examen, empirismo, subje
tivismo, marx~sm.<.>, hedonismo, etc.~ parten de una afirmación ab
soluta de la naturaleza y la razón humanas, y de una negación de lo
sobrenatural. En nuestros días, ese naturalismo rei'l'indica para sí el
nombre
de
hu,m.an,smo, y en sus variadísimas formas, que van desde
el cientificismo al existencialismo, desde el psicoanálisis hasta el
be
haviorismo o desde el evolucionismo biológico hasta el neopositivis
mo, el mismo implica la consagtación de un
clima de incredulidad,
materialismo
y escepticismo. Tal es el sentido de un tiempo que
proclama la
muerte de
Dios
y de la filosofía. La teología de la muerte
de Dios exige, a su vez,
una religión
sin Dios trascendente, ronce
bida como puro compromiso de transformación de
la sociedad hu
mana, en el marco de las modernas aglomeraciones industriales y
urbanas. Pero un dato paradójiro quiebra, sin embargo,
la aparente
necesidad fatal del diagnóstico: entre los genios del pensamiento,
en cualquier aspecto de
éste que se trate, no es posible encontrar
ningún ateo. Expresión elocuente de las posibilidades siempre abier
tas de ·un retorno a la genuina especulación metafísica y teológica.
¿Es posible uná filosofía
· cristiana? Y si lo fuera ¿qué debe
entenderse por
tal? El Auto,retrato Nlosófico del P. Silva se cierra
precisamente con
la consideración de esta cuestión esencial· para el
pensamiento de
inspiración
cristiana.
Desde
un punto de vista
histórico, para
el autor
es innegable la
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
existencia de una gran filosofía de orientación nítidamente cristia
na, la cual, teniendo presentes
las verdades dogmáticas, no sólo no
ensefia ni
demuestra nada que se
les oponga, sino que con frecuen
cia se
coloca ""'plícitamente en
la condición de
,mcil/a teholo gü,e,
¿Es ello posible y legítimo?
Para Silva, es evidente que el cristianismo no tiene un método
propio ni un núcleo de verdades filosóficas exclusivas. Su nota pe
culiar y propia es la Sagrada Teología. No puede existit en la fe
religiosa de un pensador una incompatibilidad con la actividad fi
losófica, desde que su
tarea en
este sentido procede racionalmente,
y no pretende sustituir la
evidencia racional
intrínseca de sus
pro
posiciones por pruebas de catáctet tealógico. ¿Acaso podtía afit
marse
que todo filósofo precede sn
quehacer específico
de un
acto
de al)juración de su fe religiosa? Evidentemente, no.
La filosofía es una actividad· originaria, intrínseca y connatural
a
nuestras
facultades intelectuales.
El
pensar teológico es lógicamen
te posterior
y se sustenta al, extrimeco en determinados elementos,
que
son
factores o verdades sobrenaturales, que advieneó externa
mente
al hombre, y que son
asnmidos y
asimilados a
través de
las
mismas facultades cognoscitivas, de acuerdo a las leyes
naturales del
intelectO.
La existencia de una fe religiosa es, en el filósofo, perfec
tamente
compatible con el libte y genuino
ejercicio de
su
tarea pro
pia.
El pensador cristiano puede, sin duda, recibir sugestiones e
impulsos de
parte de las vetdades de su fe religiosa; puede también,
estimulado por esas vetdades, "prolongar la filosofía racional" -
fin último de
los setes, el origen de la vida o el destino de las
almas humanas individuales. Pero ello en maneta alguna afecta a la
liben:ad del pensamiento filosófico. Nuevamente encuentra Silva
una expresión clarilicadora en el magistetio de Amor Ruibal: el
elemento sobrenatural, en cuanto es
medio necesario para un fin
que está muy por encima de la naturaleza es, sin duda, de dignidad
superior. Sin
embargo, los
factores de
orden
natural, en
orden a su
necesidad
y exigencia mutua, llevan también ventajas a los de orden
sobrenatural mutua, llevan también ventajas
a los de orden sobre
natural, en
cuanto que
aquéllos pueden
existir sin éstos, mientras
que éstos necesitan de aquéllos.
En el pensador cristiano, la fe re
Egiosa
no obsta a
la plena libertad de su empeño especulativo, en
tanto se
mueva con
amor puro e irrestricto
hacia la
verdad. El
aspectO sobtenatural, debidamente
acentnado,
contr;b,iye a
sn
veo: a
prestar inestimables
beneficios al común edificio de la sabiduría· hu
mana, conciliando
asL en plena armonía, dos dimensiones esenciales
del espíritu humano. Toda escisión de ambos
aspecros mutila
al
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lNFORMACION BlBUOGRAFlCA
hombre y lo condena al fracaso de su vocación más profunda. Con
clusión -y también
principio
o. punto
de partida- de un genuino
filosofar como el que
nos propone, a través de las !/neas de su
Autorretrato, el P. Emilio Silva.
ENRIQUE ZULETA PuCEIRO.
José Orl!andi,,: LA IGLESIA !EN LA ESPAll Y MEDIEVAL (*)
El presente volumen reúne temas de historia de la Iglesia en
España durante las épocas visigótica y medieval. Trataré de resu
mir aquí lo más interesante de los once arnenols capítulos de que
consta el libro.
Capítuilo I: El cristíít,msmo en l,a España visigóti,ca,.
Antes de la llegada de los pueblos germánicos, la Iglesia espa
ñola
había dado ya
pruebas de
gran vitalidad: en
el siglo IV se reu
nió
el Concilio de
Iliberis que impuso la continencia de los clérigos,
resolución
q°ue se extendió a toda la Iglesia de Occidente. El con
cilio
de Nicea, que
condenó el arrianismo, asamblea presidida por
Osio, obispo de Córdoba, "pujante personalidad que llenaría medio siglo de vida de
la Iglesia universal". A finales del siglo IV surge el
Priscilianismo condeuado por el I Concilio de Toledo.
La población hispano-romana era en su gran mayoría católica,
cuando los pueblos germánicos irrumpen a comienzos del siglo v
en
la Península. Estos pueblos, a excepción de los suevos, eran arria
nos.
El
arraigo del Arrianismo en los godos, cuando ya ha dejado de
ser un
problema teológico,
no se
debe a
razones doctrinales, sino al
hecho de ser un
rasgo diferencial más frente al pueblo invadido, y
un elemento fortalecedor de sn personalidad nacional.
Los visigodos
quieren conservar
las peculiaridades que mantenían viva la separa
ción
entre los pueblos --el dominado muy superior en número- y
que
eran garantía de
su propia preeminencia. Por ello,
más que de
enfrentamientos religiosos
·habría que
referirse
a tensiones
entre
dos
pueblos de razas diferentes.
(*) Ediciones Universidad de Navarra, S. A. Pamplona, 1976, 400 págs.
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