Índice de contenidos

Número 153-154

Serie XVI

Volver
  • Índice

El liberalismo ideológico contra las libertades (I)

ILUSTRACIONES CON RECOR'l1ES DE MruODICOS
EL IJBBRALISMO IDEOLóGICO CON'.ffiA LAS. IJBERTADES.
En los dos rnimer-os anteriores. de. VERBO~ en esta misma secci~ hi,­
cimos eco de las antítesis que, con relación a las libertades politices conr­
eretas_ se originan. de moto por consecuencia de las proyecciones políticas
del liberalismo ideológico. En este y suoesívos ~eros vamos a tratar
de
üustrar ese contraste con: okos recodes que tenemos sobre nuestra mesa.
Pero, previamente nos parece corweniente insistir aún en la disparidad
de las respectivas formas de representación de uno y otro sistemas,. ya que
para ello nos. sirve c0mo anillo al dedo el artículo · PoRTAVOCBS DE LA
SUFRIDA CIASE MEDIA, apa,ecido en. EL PENSAMIENTO NAVARRO
del 10 de junio de 1976, cm la prestigiosa flm¡a de M""""1 de. Sao1'a Crµz.
«Hay dos formas de representación :y participación políticas:
una,
clásica y

tradicional, mediante
ry a través de las asocia,
clones
naturales,

familia, municipio,
gremio-o
sindicato,
y de
los

cuerpos intermedios,
en general, , Y
otra, contemporánea, a
través
del sufragio univ~ que es muy deficiente.
»Una
de las tareas políticas y
sociales
más propias. de loe
tradicionalistas es crear e impulsar toda clase de asociaciones
lícitas y · los cuerpos intermedios. Su estudio y revisión ha sus­
citado la cuestión de si las empresas son propiamente cuerpos
intermedios, capaces
de funcionar como tales, además de cumplir
sus misiones iniciales más propias, o, . si , sin serlo del todo en
el
sentido estricto y rigoroso del concepto, pueden sin embargo
asµ,mir algunas de las misiones políticas de éstos, como la
participación y la representación políticas.
»Dado nuestro interés por los cuerpos intermedios y su ac,.
tu.al escasez y mediocrida~ propia de toda dictadura, enfocamos
la cuestión con el criterio más amplio posible, y pedimos a las
empresas

que, con unos
títuios o
con otros, ejerzan funciones
de representación y
participación, siquiera

parcialmente y de
manera complementaria a
las de otras asociaciones naturales.
»Pr.ecisamente

una de las
criticas _
más fundadas e importantes
que· se ha- hecho de la
empresa capitalista. de

los regímenes
u.
587
Fundaci\363n Speiro

berales, ha sido el recorte voluntario e implacable de au silueta,
dejándola cefiida estrictamente a la producción matel'ial. Se habla
mucho de la reforma de la empresa; cualquiera que sea la
forma en que se haga, habrá de prestar a su personal, obreros,
empleado& y accionis~ y a la sociedad, atenciones como ser~
virles

-
de cauce de pa-rticipaci6n iy representación>,
Hecho este exordio esclarecedot,. pasemos a observar algunas ele la,
muchas contrapo81c:/J>t1es concretas que se c,frecen entre un ,égimen ele
auténticas libertades e/el pueblo, politic& g civiles, g las aplicaciones prác,,
ticas del liberalismo ideológico er, su vertiente politica.
J. LA PROPIEDAD Y -1A I.JBRB EMPRESA BN .LOS REGÍMENES 'ITrtILADOS, DE,,,
MOCRACIAS LIBERALES
y HN LAS Oici'ADUll.AS . u OUGARQUÍAS REGIDAS POR
UN UBBRALISMO IDEOLÓGICO ELITISTA DE CONCBPCI"ONES Tl!CNOCRÁTICAS
O NEOSOCIAUSTAS.
Lo cierto es ,('/U" te. sistemas derivado. e/el CONTRATO SOOAl, Ideado
por
los autores modernos.,. sea el de Hobbes como el de ROUSseEltt> e
incluso a la larga el ele Locke, terminan por corrducir al dominro cada
vez· mayor ele Leviatán. Es decir, producen; como· titula Meouel de
San!a
Cruz su srliculo publicad,, en EL PENSAMIENTO NAVARRO
del 15 de mago ele 1976, EL cRECIM!ENTO DEL EsTADo. Alude éste en su
comienzo a· la afinnación · sentada recientemente po, un alto gobernante,
g tantas vetes ,,;,,. ',,,,,,,hos otros. de que la refc,rm,, -· es exigida
a la ,vez:
588
«por el deseo de llegar a una máS justa distribución de la
riqlleza y porqú.e "cada día son más numerosas las necesidades
que reclaman ser ntisfecbas por el Estado; cada día. en orden
al bienestar social,
se exigen servicios públicos más perfectos,
más generalizados, más cOstosm".
»1Iaretnos
un comentario breve sobre el aumento de los gas­
tos del F.stado. De lo de una más justa distribución de la rique­
za

no
merece la pena decir

· más
que., mientras

no se precise y
concrete muy

claramente
cuál es su confi~aeión ideal

a
la
que hay que tender, no pasa de ser un tópico demagógico, ram­
plón e irresponsable. Quedt: dicho, por si acaso, ·que el iguali.
tarism.o no ti.ene nada · de justo.
»Aumento de

los
gastos del :&tado es sinónimo de aumento
de sus intromisiones en lo

que no·
le importa, que es la vida
espontánea de la sociedad·. Reforma tributaria se ha hecho SÍ·
Fundaci\363n Speiro

nónimo de incremento de pre&1on fiscal y éstá hace posible la
ampliación
de las
intromiliones del

Estado.
La marcha ·hacia e]
-socialismo queda así asegurada por dos motor-e&: la erosión del
valor de l~s ingresos por los -impuestos, y el crecimiento de la
ya frondosísima administración del Estado. Los dos impulsan a
la vez la disminución de la libertad individual que caracteriza
al socialismo.
» niese"; más nos hubiera gustado oír lo contrario, que el Estado
fu.erá a disminUÍr" sus presupue!Jlos JNH'& restitnir a la sociedad,
· a

los individuos, a
los gremios

y municipio&. y a toda
clase de
cueripos intermedios, parte de sus actuales gestiones. '.Esto hu­
biera
sido alej~nos del

socialismo y prometernos
seriamente
más ef.eetiva libertad que la que cabe esperitr del sufragio
universal anunciado>.
Y llega el rwoo del problema que radiCB en que la misma medida en
que las ideas liberales en, boga implican el creoimienro del, Estado, este
acrecentamiento lo sufren las libeidades sociales. Así, prosigue:
<·Liberalismo
ideológico y socialismo económieo parecen de
acuerdo en
· convivir.
>oVázque"& de

Mella hizo famosa la divisa
"¡Más sociedad · y
menos Estado!"

que
es actualmente una de las mayores apor­
taciones
polítietUI que puede ;y debe hacer eil tradicionalismo.
Porque, como constantemente ha venido enseñando el -Derecho
Público Cristiano,
la función del

Estado
es solamente suhsidia­
riu de
la

de la
soci8dad. Uno de

los
más gruesos pilares de la
doctrina social

de
la Iglesia es el Principio de Subsidiarieda~
que dice:
>Así como no se puede quitar a los individuos y dar a la co­
munidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e
industria,
tampoco es
justo,
constituyendo no grave

perjuicio
y
perturbación del recto orden, quitar a las comunidades me­
nores e inferiores
lo que ellas pueden hacer y proporcionar, y
dárselo a

una
sociedad mayor y más elevada, ya, que toda acción
de la sociedad, por su propia fuerza y natur'aleza, ,debe prestar
ayuda a los miembros del
cuerpo social,

pero no
destruirlos y
ahsorverlos> (Pío

XI
en la endelica "Quadragesimo Anno").
589
Fundaci\363n Speiro

A) '1.A MEDIATIZACIÓN DB lAS EMPRESA&.
Entre los efectos del propio. liberalismo impuesto .conka natu:ta por un
'.'despotismo Ilustrado" en sas de la "razón" del prOpk, "Estado de
razón" o p<;n' el partido o coalición. gobernante. en nombre de la deme,.,
erada -farmaJ o m;,t,erial-imperante, se halla la mediatización del
emp¡-esario, querieml.o imponer a las empresa,s el molde ideal que los
burócrat~ o tecnócratas, o la inteUii.g¡wtzia del -partido en el. poder, e.,~
timan más conveniente· eni línea,s generales y en absf1racto. Así, se habla
de democracia en la em.pl'esa, de sa: cogesaón, e. incluso de la autogestión.
Hab/.andJo de \esta última. suele ponerse como e¡emplo el socialmno
sutagestwnario yugoeslavo. Incluso Televisión Espa/!ola
ha propagado
esta imagen. Nuestro amigo _Cvlos Etayo ,........,eJ famoSO navegante Ca.­
piián Etayo-lo comentó en EL PENSAMIENTO NAVARRO del 3 de
séptiembre de 1976, con el título T. v. -E. y EL MARXISMO YUGOESIAVO.
«El pasado día 23 y a una hora en que muchos millones de
españoles están pendientes de sos programas, dedicó T. V-. E.
muchos minutos a alabar a!l dictador rojo Tito. Presentó a
Yugoeeílavia como a un país feliz que a través de la fórmula del
socialismo autogestionari~ goza de prosperidad y de toda clase
de libertades .• .>
Etayo salió al. paao "de tal. número de merrtiras" y, después de mostrar
con informes publicados en el Boletín AYUDA A LA IGLESIA NBCESI,
T ADA la /alta de toda clase de libertades en Yuyoeslavia, comentó:
«Ninguna referencia a estas típicas características de las so­
ciedades dominadas por 1lD8 dictadura marxista hizo el presen­
tador de T. V. E.
:>Ni ningún comentario sobre unos textos escritos que ape­
nas eran legihl.ee-.
>Según ellos, hay en Yugoslavia 500.000 parados -pobla­
ción: 21
millones de habitante&-y un matrimonio con dos hi­
jos dispone de una vivienda de sólo 60 metros cuadrados ...
»Y ello

a
pesar _de la

tan cacareada fórmula de
autogestión
de las empresas, por la que. el Estado presta dinero a un grupo
de técnicos y trabajadores manuales para e,ear una industria a
la
que rigen en _asamblea>.
Y, con refereT!ria a ésta, comenta:
590
«Del .estudio· que hace dón Juan Vallet de Goytisolo sobre
la misma -ver "Datos y Notas sobre cambios de estructuras",
Edición Speiro, Madrid-se deduce:
Fundaci\363n Speiro

»a) Que el paso al regtmen de· propiedad privada · de las
fincas

de
menos de

30
he~ industrias de . menos de diez _
ohrer0'8
y

pequeiios
comerci-o.s, -

tuvo
efectos . muy

beneficiosos
para la
producción y para los consumidores (medidas evidente­
mente antisocialistas).
»-b) Que las _demás empresas se rigen por. la famosa autoges­
tión donde teóricamente toma las deeiaiones el Consejo de Ohre­
r~ pero al tener el derecho de veto el Director nombrado por el
Estado, es éste-quien manda. en la realidad. Y .sabido es que el
Estado es en la práctica los burócratas del partido bajo el man­
do absoluto
de Tito.
»(V Que 1a autogestión resulta incompatible con el mante­
_nimiento del partido único y especialmente con la ausencia de
organizaciones · obreras verdaderamente independiente'IJ del Es­
tado.
>d) Que en 1960 la economía yugoslava sufrió. dificultades
semejantes a las de los demás países del Este y Tito recurrió
con flexibilidad al mercado internacional de capitales, donde ob­
tuvo
i,mportantes préstamos.
»A pesar de ello, Yug08lavia vio trenada . su expansión eco­
nómica

por la
inilación y la devaluación de la moneda.
»e) En 1964 y 65 dio el Estado rventajas_ a la& empresas, per­
mitiéndoles

formar
Bancos y empresas mixtas con compaiüas
extranjeras capitalistas.
»f) Que la lucha por el reparto de la plusvalía da lugar
a fenómenos de explotación; que ha surgido una-_nueva clase y
que a pesar de estar prohibidas .las huelgas; éstas se producen y
existe una
n-ueva ludha de clases>.
Concluyendo,
« Y si se atiende al criterio evangélico POR LOS FRUTOS
Los
CONOCEREIS, no se oye de peticiones de trabajadores
para ingresar en las industrias de los países socialistas -in­
cluidlliB las autogestionarias-y en cambio es sabido que hay
largas
colas para hacerlo en

USA, en
Alemania Oc~ Suecia,
Japón, Bélgica, etc., donde acuden del todo el mundo ~incluidos
yugoslavos y de los países cercados: por los muros que los mar~
xistas han levantado en BUS fronteras-.
>Todo· esto
fu.e ignorado, ingeñ:uaniente (¿ ?) por T. V. E. eo
su desdichada y_ larga emisión del lunes pasado,.
591
Fundaci\363n Speiro

Pero tenemos mas próximo otro fracaso estruerix:looo de la autogestión.
que Jo.sé Saws y Guúrior en su CRÓNICA desde Lisboa refiere ei, ABC del
4 de enero de 1977, con el título LA EXPERJF.NOA DE 1A AlITOGESTIÓN HA
RESULTADO NEGATIVA. De esta crónica recortamos.:
«Se
trata de que, con vistas a poner punto final a la inter­
vención del Estado en las empresas bajo régimen de autogestión,
éstas deberán rendir cuentas en un relatorio correspondiente
al periodo de dicha intervenció~ teniendo como plazo para
ello hasta d. día 15 del presente mes.
>La
importancia del tema estriba en la gran cantidad de em­
presas
de las que a partir del 25 de abrii de 1974 se vieron en
manos de unas Comisiones admioistrati.vas que, ante la a11SeDcia
de 101 propietarios, 1e alzaron con el santo y la limosna»,
y explica:
mayoría
de los C8808 ha arrojado un saldo negativo que en no
pocas ocasiones puede ser ca'lifieado de desastroso. La prueba
está en que la intervención estatal se hizo · imperativa para su­
·plir las deficiencias derivadas de la falta de una dirección idó­
nea con los créditos
personales y aportaciones responsables
que
tal clase de tarea lleva consigo.
»No obstante, el peso ha resultado demasiado fuerte para
una nave esiatal euyo casco se resquebraja por !la abrumadora
carga de problemas económicos que ya tiene encima. Y en vista
de eso ha decidido cortar por lo sano.
>El caso de las empresas privadas en régimen de autogestión
ee caracterizó

por la alegre
irresponsabilidad que presidió el
ambiente revolucionario

en su período
más agudo. Negocios
florecientes se vieron
al borde de la mina y en ella hubieran
caído de no haber sido por la citada ayuda estata'l. Pero como
las cosas tienen su límite, ha llegado la hora de rendir cuentas
en vista de que la sangría era demasiado fuerte para que con,
tinúe sin que, se produzca el tan temido colapso>.
PDl' lo que se refiere al, reflejo de la -palabra demoorada en las em­
presas, tenemos a la vista dos recortes que plantean muy claramente la
cuestión. Los do, son de ABC. El,p pOl' D:liego Jalón, titulado 0EMocAACIA y DEMOCRACIAS, del que Fundaci\363n Speiro

«Escribo pensando al hilo de las nuevas ·cosas que leo ins­
piradas-en recientes ímpetus ·democráticos.
»Leo, pue~ que la democni.cia "sólo puede tener un califica­
tivo,
que es el de la libertad ... "'. Leo qúe la· democracia es ''la
realización e instrumentación -de la convivencia". Leo-que "la
democracia no puede considerarse ni instrumentarse como mo•
nopoUo
,y beneficio de una clase, sino qne ha de ser garantía
para la participación del pueblo en la vida política y en el
control del poder político". Leo-, en fin, que el todo de la de­
inocrada es
una síntesis para provocar "la maroha histórica hacia
la reconciliación
de los bienes colectivos,_ la correcei&n de la
propiedad privada como factor de disfunción social, et·c.".
»Leo todo esto~ en el mismo artículo, y, francamente, no
entiendo nada. No entiendo qué apartadijos cabe hacer con la
libertad
pára no incluír én ella la libertad económica, contraria
a la socialización de "los bi~ colectivos. · No entiendo que la
democracia sea convivencia, 9i. de esta convivencia no podrán
participar los titulares de prDpiedad privada; titulación que debe
ser
sometida

a
corrección para evitar disfunciones sociales. No
entiendo, en
suma,· qne si la democracia debe instrumentarse
como garantía de la participación dél pueblo, queden excluidos.
de

la orquesta y del coro,
los contrarios
a la socialización
de
los bienes y· los qne representan la legitimidad de la propiedad
privada>.
El segundo es del 2 de junio de 1976, y lo f/rme Del!'in Man.hall,
quien lo titula UNA INTERPRETACIÓN' ERRÓNEA DE "!DEMOCRACIA", intetpre,­
taci6n" que tal vez sea menos chocante. 1Í más lógica, en ta lógica demo­
crática, de · 10 que el f/rrnank piensa, Leemos,
«Ultim.ámente se está interpretando la palabra "democracia"
a estilo embudo: la Pilrte ·anehá para Ullos y la estrecha para
otros".
»Si
a

alguien
se le

fuerza a
suscribir contratos qlle le
obli­
gan ÚIÚcamente a
él y no a la otra parte contratante, cuando
una-parte queda libre y

la otra
sujeta a
innúmeros
dtberes; Íl esa
clase
de contratos se les puede calificar de contrarios a derecho».
º""""' hoy, prosigue, que,
« ... la· empresa española se está convirtiendo en el «chivo
expiatorio>
(e&to es ·tradllcCión dffl inglés· «escape· goal»-), o sea,
593
Fundaci\363n Speiro

en la cabeza. de . turco,. · en . el comodín que-tiene que resolver
todos los
problemas, inclWIO, los que no le cotreSponden, como
la
seguridad sodail, el desempleo, los problemas de la mujer
gestante, .la educación
de los trabajadores, la casa, etc,, y el único
derecho

que
podría reclamar, que es despedir al inepto, al mal
trabajador,
no lo reclama,, aunque ésta sea la caUBB principal
de la huida de la invt,r&ión y: el desempleo. La empi;"esa teme
contrata·r
trahajq._dore& que. luego

van a
ser una carga y pueden
llevarla
a la '~BTTota, ~ que actualmente está rnoodiendo.
El
despido bn,posible es

_ una medida totalitaria de
protección
par~ el que: no ~rece ser protegido_. Protegie al mal trabajador
y
·fastidia al bueno, que tiene que encoiitrane con tremendas
_dificultades cuando h_~oo empleo por culpa de esta medida.
Precisamente este tema había resultado candente a raáz de la aprobación
del articulo.
35 ele. la ley de re/ad<,nes lab<,ra/es, que también ha sido
cem¡etttadQ en E!)L ALCAZAR. el 25 de. ag<>sto, . por nuestro amigo J. Gil
Moreno de ·Mma. con este titulo . i& ARTICUW 35:
594
«Entre los ·empresarios; el Artículo - 35 de la Ley de Rela­
ciones
Laborales se · traduce a

lenguaje
vulgar en estos térmi­
nos: "Quedas más casado con tu obrero que con tu mujer, con
la diferencia· qne en este caso sólo él obrero tiene derecho al
divorcio, que para él es además gratuito y a_utomitieo, mien­
tras
la
cárcel espera al empresario que lo intente"".
»Hay patronos malos-.
y

.patronos
buenos, hay obreros malos
y háy ob_reros buenos. Y todos, patronos y obreros, son maleables
·si_ se les ofrecen ,t:entacionee que se,an. crecientes. Si al patrono,
dándole ]a

autorización .de
de&pedir cómo,-euándo y dónde quiera
y sin necesidad de justificación al~ se le ofrecería tenta­
ción,

a
veces irresistible, de ab~r, qué duda cabe, de que
cuando al obrero se la brinda la ocasión de cobrar igual o
más con menos esfuerzo también caerá en el abus.o correspon­
diente».
«Un industrial, fabricante de televisores de Barcelona y per­
sona harto conocida por haber desempefiado varios altos eárgos,
comentaba hace poco que en su fábri-ea, equipada oon utillaje
alemán de máximo nivel

de
perfección y facilidad de mane,jo,
los

mismos
obreros que trabajaron -

en
las fábricas alemanas,
Fundaci\363n Speiro

emplean cinco veces más tiempo en la capital de Cataluña, cé­
lebre
en España_ por su actividad.
»Eso me recuerda que el Paris-Match de I de mayo de 1976
publicaba, tratando de Portugal, las cifras del tiempo empleado
para
elaborar en la Construcción.

Naval una tonelada, que ha
pasado de

21 horas en _1973 a 72
horas· en 1976, fo cual es 3,4
veces más tiempo. Bello ejemplo-de progreso_ tecnológico socia­
lista>.
Pero¡ subraya:
.«La culpa de esto no la tienen los obrero&, que simplemente
se dejan tentar_ y aprovechan la situación mientras dura. La
culpa la tienen quienes en esta materia, con total irresponsabi­
lidad porque ellos no tienen
empresa alguna donde les duela,
haeen ·su demagogia

de
_ turno para ascensos sindicales

o polí­
ticos. Ellos ponen los
hq.evos,. lqs obreros sólo

hacen la tortilla,
y quien paga es la n~ión que no puede pr-esentarse competi­
tiva.mente en el mercado i.n-temacioi;ial, que ve deteriorada su
balanza de

pagos y que sólo
recibe por

doquier esa cosa rara
que
llamamo& Inflación.
»Veánse las consecuencias
en

Portugal: 21
% de inHación
y

48
% de déficit en la. balanza comercial de. pagos en 19·75 con
desaparición
de las. reservas oro~ Disminución de productividad
del

60
% en metalurgia, del 44 '% en textiles, del 50 % en elec,.
trici~
del 51 % oo: material de transporte. Disminución de
inversiones
del
86% en
industrias· de transformación,
del 100 %
e,n metalurgia, porque, claro, si no va a haber productividad
no se puede invertir . . . con la consecuencia de una disminución
ddl ~ '% en la creación de nuevos· puestos de trabajo y 400.000
pa,rados
metropolitanos má& 500.000

refugiados. de
ex-colonias y
la
fuga rápida de 30.000 técnieo·s y cuadros de empresa. Aumen­
to
del 500 '% de efectos protestados en_ dos afios y disminución
del 55 % del turismo>.
Todo lo cual le hace pregur,far:
«¿Quiénes juegan a política.?
»El
empresario

atareado
¡y preocupado con la marcha actual
de su negocio, como el obre-ro que realmente ha de trabajar
para
mantener

a los
suyo~ no tienen. tiempo.

Luego
quedan los
intelectuales, los déri.gos, los periodista~ los estudiantes y algu-
595
Fundaci\363n Speiro

nos funcionarios que · no tienen responsabilidad de empresas, y
también los obreros acogidos a la descansada vida del subsidio
de .paro a jornal íntegro, que permite· ocuparse con gusto del
mundanal ruido,
>Puede ser que los· futuros pl'óximos partidos políticos sean
exclusivamente la voz de esos
8eetotes que tienen tiempo para
jugar a politice, mi.entras que

una
gran mayoría ocupada y
por
ello
silenciosa quede sin

voz alguna.>,
Y concluye:
c:Todos queremos justicia social y eso significa que con 35 o
sin 35

todos
loe homh11es capaces de trabajar puedan ganar con
dignidad el sustento de su familia, sin necesidad de que la
mujer haya ,de dejar· aga-mberrarse -sus hijos en las calles o las
guarderías para completar ·eJ jornal necesario, Pero también sig­
mfica que se ha de rtrabajar en ·correspondencia para que fa
empresa que da esos jorn.ales tenga viabilidad y · subsista, ase­
gurándolo~
sin

tener
·que acudir al subsidio de paro, que nadie
sabe quién lo paga pero que lo pagamos · todos
>iPorque la disminución de la productividad no va solamente
en daño
del patrono, burgués o capitalista, sino que destruye
todo el fundamento de· la economía nacional, ·perjudicando a la
Nación entera, · desde
el · "rentista hasta el cargador de muelles.
Porque
el incumplimiento

por
parte del obrero de sus obliga­
ciones en el pacto laboral significa nada más y nada ·menos que
la
quiebra, la imposihili" colonización
económica a los pies de· otros países donde la gente
trabaja
más.
»Porque la justicia es .siempre un problema de ambas partes
y no de u.na sola de ellas. cosa fácil de olvidar ... >.
Volviendo al anks seguido adículo firmado por Deilfi!n M,,,..¡,all,
seguimos recortando:
596
»Por otra parte, reventar a la pequeña empresa, que no pue,.
de

hacerse
cargo de
todos los
deberes que se le
imponen, es ir
contra
el trabajador, puesto que la pequeña empresa representa
la

posibilidad de que
el trabajador se independice.
»Destrozar a

la
empresa exigiéndote cosas

que
están fuera
de sus posibilidades tiene

muy buena prensa para
loe-que
siguen
el camino

más fácil,
que es el

de- la demagogia,
pero conduce
Fundaci\363n Speiro

a arruinar la economía. del_ país. Cuando el objetivo de destruc­
ción empresarial se haya cumplido veremos quién va a-pagar a
los
trabajadores
sus salarios>.
Lo más grave es que. esta destrucción viene real.izándose metódica,.
mente, aunque también puede ser inconsderrte, inten,endanes, desde hace ya unos ailcs, especialmente en que los tecnócratas quisieron mrigir rorestro por si iba produc:lérrdose sólo, una vez había llegado el momento en que
el vierrto soplaba l.ntemac~ a favor INTERVENOÓN ESTATAL EN LA BANCA e/$ uno de los subtitula& del -ce,
mitido de dos páginas publicado en ABC del 2 ele ¡ulio ele 1976, que recoge
estrados ele! ir,fc,rnIB ele D. &nillo Bot:m leido en la Junta ele! Banco de
Santander ele! 26 de ¡unio, ele! que recorlamos loo párrafos siguientes,
«Por cada 100 pesetas depositadas en la Ban-c~ 7,25 han de
mantenerse improductivas.
»Aumentando

o disminuyendo
estas 7,25 pesetas, la Autoridad
Monetaria regula
el grado de liquidez -capacidad para dar
dinero-
que conviene que la Banca-tenga en cada momento y,
en este aspee-to, cumple una finalidad acorde con 4os intereses
generales del País. Ese mecanis·rno-, junto con otros y, en es,.
pecia-1, con la fijación del crecimiento de le masa monetari~
hacen

que
'hoy en

día la
Banca no

pueda
dar o crear una peseta
más de fo que la Administración le permite. En orden a atender
las petici_ones de numerario~ seria técnicamente

posible que
ese
porcentaje fuera inlerior.
Sin embargo, cuando para poder al­
ean.zar el que la Ley le exige, la Banca privada -recurre al
crédito del Banco de Españ.a, el interés que éste le aplica es,
como mínimo, del 7 por· cieD.to.
»A través
de las obligaciones que impone la inversión obliga­
toria
en Fondos Públicos, se está practicando en ·España una
patente estatifieación del ·créditó, · én perj~icio del interés gene­
ral
del País
»Además, de aquellas . 100 pesetas depositadas en la Banca,
han
de invertirse:
»Trece,
pesetas en Fondos Públicos no pignorables y con renta
líquida, en su maryoría, del. 4;5 %, para que la Banca Oficial
los preste a .un interés muc'ho más elevado. y exigiendo en nu­
merosas
ocasiones nuestra propia garantía.
»Al
31.m.75 habíamos puesto a disposición de la Banca
Oficial,
en · tales condieiones, 24. 736 millones.
»Las cifras niegan que los Bancos financien eon-preferencia
597
Fundaci\363n Speiro

l98
a .]as grandes empresas de su grupo en ·detrimento de la peque­
ña y mediana empresa~
>De nuestra inversión total de 182 432 millones de peseta~
menos
del 5 -% estaba destinado a la financiación de empresas
de nuestro grupo.
»Por ello, pedimos
a

las Autoridades
competentes que la
Banca Privada

pueda, a su
elecció~ invertir este 13 '% bien en
Fondos
Públicos o en el !Je'Ctor prioritario a que, en defini,tiv~
van destinados estos recursos..
»Según demuestran pasadas y dolorosas experiencias. la Ban­
ca Privada está ·más capacitada que la Oficial para este tipo de
operaciones.
>Además de las 7,25 y de las 13 pesetas citadas anteriormente,
otras 12. pesetas han de ser destinadas a la conee&ión de créditos
a

sectores económicos
que, a juicio det Ministerio de Hacienda,
deban disfrutar de condi-ciones más beneficiosas que las que
en cada momento rijan con caricter general.
»A· 3
11 de diciembre pasado, Bansander tenía 18.135 millones
invertidos· en operaciones de esta clase, cuya ·rentabilidad tam­
poco es satisfactoria>.
Y en ooro subtitulo advierte, exp/icándclo a contltwación,
«Sin un beneficio creciente en las empresa~ nadie de fo11
que dependen. de ellu -empleados, Esta.do y accionistas------, po­
drían
aumentar sus ingresos.
>Lo importante

es
cómo se reparte el beneficio que se ob­
tiene. La· riqueza que con su actividad el Banco ha creado e!!
1975 se distribuyó:
El 3'6,2 %, a los 9.049 empleados . . . . ..
El 29,9 %, al Estado . . . . . . . . . ., . . . . . . . . ..
El 27 ,O'%, a Autofinaneiación . .. . . . . ..
El
6,9 %, a los 1-00.238 accionistas . . . . . . . . . . ..
Total riqueza creada .

. . . . . . . . . .. . ..
3.679 millones
3.039 millones
2.748 milloDe8
704 millones
10 J 70 millones
»De estos datos resulta que, por cada peseta qne recibe el
accionista, el personal recibe 5,22 pesetas ,y el Estado 4,31.
>En cuanto a 1a suma que destinamos a la· Autofinan-ciación
de
nuestro negocio, no ·debe olvidarse que en orden al futuro
la misma garantiza: el
mantenimiento y expansión de
nuestra
Organización, la
promoc.t.-0-n de nuestros empleados, la: creación
de

nuevos·
pUesl:os de tráhajo, 1a seguridad de sus pensiones
de jubilación,
viudedad, etc., ·y la rentabilidad de vuestras ac­
cfones>.
Fundaci\363n Speiro

Este epígrafe del info no Ex:aoowmco de ABC del 2 de julio, por DraGo JALÓN con el título
LA PARTE MAYOR,
«Los demagogos en pugilato (. .. ) proponen continuamente
toda
clase de medidas y arbitri&mos contrarios
a
la subsistencia
oconómica normal de las empresas y a su desarrollo, porque
creen, o

dicen
ereet", que
sacrificando
los intereses empresariales
se
logra

más efectiva y
rápidamente la justa sat:i8facción de los
intereses obreros.
»Sea limpia esta cree~ sea táctica simple pan mantener
buena

imagen y brillante
pi'estigio en el liderazgo laborista,
podemos echar· una

mirada a
tif.ras aleccionadoras sobre la
dis­
tribución de lae ganancias brutas de laa empresas.
>De 1966
a 1970, en 'Estados Unidos, según testimonios

de
Hawlitt («La conquista de la pobreza»), los pagos totales efectua­
dos a los empleados supusieron un billón seiscientos tres mil
mi'llones de dólares, mientras que los dividendos fueron de
ciento quince mil doscien~s mlllone&>.
c
... Y aquí, ¿qué paaa? Sin ir má& lejoe, leo en la reseña de
la
Junta
del Banco de Santander -que se admitirá, pienso, como
ejemplo de capitalismo
español-lo siguiente: las ganancias del
Banco
en 1975 se han distribuido de modo que un 36,2 por 100
es la percepción de los empleados: un 29,9, la tributación al
Estado; un 27,0, lo destinado a autolinanciación, y un 6~9 por
100, lo dedicado a los accionistas «De estos datos resulta que
por cada peseta que recibe el accionist~ el personalJ. recibe 5,22
pesetas y el Estado 4,3,1». ¿Hará falta señalar que, punto más
o menos, la misma cuenta arrojarán los resultados en los demás
Bancos?
»Por otra parte, las cifras medias
de la illdustria española
-con
tanta pequefi.a y mediana empresa, -y en tiempos de difi­
culta:des económica&-no me atrevo a penBM" que resultasen me­
nos reveladores Y si en esta media se incluyeran algunas gran­
des empresas
del sector público o paraestatales, de las que cie­
rran el ejercicio económico con déficit die miles de millones de
pesetas, al tiempo que acepta-n loe convenios ttlás elevados -ya
pagarán las subenciones, Ya pagarán los contribuyentes- podría­
mos llegar a teóricas cifras negativas para los accionistas
»¿Quién recibe, en fin, la mayor parte?>.
599
Fundaci\363n Speiro

No es de extraftar que, en estas 'circunstancias, se haga producidD
HUELGA DE INVERSORES, COl710 la titula Diego Jalón en la misma colum­
na. de AltiC d,,/ 21 de agosto de 1976,
«LaD;lentan y denuncian los líderes sindicalistas del antiguo
Régimen -séame permitido expresarme así cuando-incluso desde
plataformas
_ministeriales se dialoga .oficialmente con los líderes
del sindicalÍ&plo que, al perecer, viene--,

la
«huelga de inver­
sores». ¿ Qué clase de rara hudlga puede ser é&ta? ~ sin duda;,
la ,paralización o el ribno decreciente de las. invenrlones; es
decir,
que

sean
ca-da vez menos los ahOl"I"8.dores dispuestos a
invmtir su dinero en empr,eeas y menos los empresarios lanzados
a
ampliar
su negocio o a crear nuevos establecimientos empre
.eariale.s. Si la !huelga _ fue siempre, por definició~ el paro de
fos trabajadores, en cualquiera de sus múltiples modalidades
-desde
la huelga general al trabajo lento-, la. gráficamente
llamada·
·huelga de lo& inversores -es la otra cara de la moneda:
la -huelga del capital
»Aceptando que se - haya iniciado ya -pon¡ne no en ba!lde
continúa fa recesión y puede agravarse--, cosa :sería de aplicar
a su solución noe'D;las o decisiones análogas a las que demandan
los líderes sindicaHstas para resolver las huelgas de los trabaja­
dor-es, Estas huelgas han encontrado hasta ahora su final en de­
cisiones y acatamiento.e empresariales, obligados muchas veces
por
intervenciones administrativas, que aceptaban las pretensio­
nes obreras, en todo o en __ mny buena parte.
»¿_Por qué -no pensar, ,entonces, habida

cuent.a de la
gravedad
de la huelga de inversores pa;ra los obreros, en c_eder a1go a las
pretoosiones legítiD18s de quienen pueden, aplicando su ahorro
a la!> empresas, contener la recesión económica, asegurar la

con­
tinuidad de los empleos y . crear nuevos puestos de trabaj"o, tan
urgentes ahora, por las cifnts crecientes de paro?
»La
ley de Relaciones Laborales y su singular regnlación de
los-despidos --sin par, es verdad, en-nación alguna de las que
se toman
como ejemplo

.a la hora de
equiparar retribuciones
_
salariales-ha sido, a la par, un durí·&i.mo golpe pa-ra 1a econo­
mía
y la
prosperidad del país. -¿ Cómo no van a sentir desaliento
loe --empresarios
y : los inversores cuando

la productividad,
el
orden,

la
disciplina y la

rentabilidad- de
las empresas
dependen,
en
defintiva, de-un

contrato
que se ha transformado-en víncolo
más indiso1n1,le ya que el-matrimonio?».
Y, sin embargo, continúan agéndose voees que claman por la "rqor,..
600
Fundaci\363n Speiro

ma de la empresa", cómo mientras. 11 campo empezaba a ClJJet' en la ruina
y a despoblarse po, causa especialmente de las impo,laciooes de choque
y los precio., políticos, Bifus at,ás se proclamaba continuamente que el
remedio consistiría en una reforma agraria que nunca acababa de acla­
rarse cómo podía incluir en sus moldes nuestra diversa piel. de toro,
visto
sólo en el papel por los tf!óricos de la capitaJ.. Otra vez es de la
columna de Dirego J-en ABC, titulada CREAR LO INEXISTENTE el dia
22 de diciembre de 1976. de donde recorlamos,
« ... Tenemos una eeo-;>mí-a desfallecida que necesita, entre
otros
alientos, el

estímulo
'.de la a-ceión empresarial; estimulo de
confianza, de -seguridad. de reconocimiento a la-s empresas, mo­
tores

insustituibles
de la reaotivación económie:a.
»Pues bien, justo-alh.ora precisamente en estos critieos mo­
mentos, se-da en la flor de actualizar, una vez más, el viejo y
confuso tema de la reforma de la empresa. Tema, si fos hay,
de los más desalentadores para la_ ·iniciativa privada elil.presariaL
Y en nombre de una ley de Relaciones Laborales, en parte sus­
pendida,
y

en todo
perteneciente a
un cielo
poilítieo ya eanee-­
lado, se habla de la tal reforma con voz -ministerial; y se escribe
de la misma en términos capaces de sumir a eu.al!quiera -a mí,
desde luego- en profWidísima pérplejidad.
»Se da como hu.en o, en -el texto que comento, el fin de1
"protagonismo

del
empresario~' a
base
de "la postergación del
trabajador". No
creo que

tan bizarra
afirmación incite
a em­
presario algn.n·o a seguir siéndolo Ni ereo. tampoco, porque no
puedo presumir de ingenuo a mis años, que se reactive la eco­
nomía nacional por una completa vuelta del calcetín. Más con­
fianza tendria en uná ·moderación de las pretensiones en los
convenios

y en la
postergación de las huelgas y los conOictos>.
Lo derlo es que ambos recodes muestran un estado de malestar, que
ciertamente a veces es expuesto razonablemente como en los oosos que
,eseña Mamrel de Sao1la Cruz, en el antes citado artículo Lo SUFRIDA
CIASE MEDIA, del que volvemos a recortar.
' «Haee poco la prensa ha destacado de la junta ge.attai de
lberduero el aviso a los políticos de que sin incentivo no hay
ahorro-; este aviso es una valiosa aportación al bien eomún,
»El día primero de junio corriente, el "Y a" publicaba un
anuncio-resumen de la junta generial" de . Bankinter, que ofre­
cía
con caracteres destacados este otro eonsejo, igualmente valiosa
aportación
al quehacer político, al bien común: "Si se desea
601
Fundaci\363n Speiro

reactivar nuestra economía, hacerla compehtlva, crear rápida­
mente
puestos de
trabajo, -es
urgente que el empresario, motor
d_e-1 desarrollo, no . soporte cargas financieras prohibitivas". En
otro párrafo· bien destacado se lee: "Pedimos y creemos pedir
todo& los aceioni&tas de sociedades anónima~ que representan
millones de personas en el País y· ,que--en su mayoría tienen
participaciones modestas, que se -elOYen los dividendos en igual
porcentaje que aumente la inflación".
»Si en un futuro próximo otras sociedades anónimas siguen es­
tos ejemplos de ofrecer públicamente el resumen de su expe­
riencia,
y de expresar y representar los legítimos anhellos de
esos
millones de accionistas, modestos ahorradores que también
son
hij-os de Di~ la si[encio.sa y sltfrida ciase media habrá en­
conn-ado, al fin, un anhelado cauce de representación, que por
otro lado será una
parte importante de la reforma de la empresa».
También ese malestar e., tefl•Jado, con p/arna maestra, por Luis Ma>­
ría Aos6n en su artículo LA. RBBBLIÓN DB LOS EMPRESARIOS, que leemos en
YA del 2 de mayo de 1976, y en,el que cementa:
602
«... aun a riesgo de sor lapidado con iTB por la orquesta de
los demagogos, quiero decir, sin pelos en la pluma, que el pro­
gteso de este país se ha edificado en parte s~cia[ sobre d
esfuerzo y el sacrificio de UD.os millares de hombres de empresa.
Cierto que los tnrbajadores manuales contribuyeron decisiva­
mente al desarrollo; cierto que algunos planee económicos del
Gobierno
ayudaron · a la
expansión; cierto

que la
paZ y
el orden
de largas décadas· propiciaron el terreno par&. que· fas siembras
no

se
aventaran. Pero sin lá-iniciativa,. el tesón y· la fe de los
empresarios español~ el país no habría sa[ido todavía del sub­
desarrollo. Ellos aceptaron el desafío de la pobreza y del bloqueo
6C'Onómieo; ellos padecieron -unas collllsiones obreras piafan.
tes y~ a la vez.. unos sindi'C&tos paralizadores que impedían ·el
enténdimi-ento directo con los obreros, mal representados; ellos
soportaron una seguridad .sociál neoosañe, pero quizá excesiva
para las
posibilidades económicas del país, y, en todo caso, mal
administra-da; elloS lueh.Mon contra viento y marea· hasta le­
vantar emporios de riqueza; ellos crearon puestos de trabajo,
establecieron· lil competencia con

el
extranjero, redimieron CO·
marcas ent.eiras., esti.nmlairon el consumo, lllva-ron la cara al paí~
a:lineáron!l-e entre las potencias ind118triales, supet"Bron el rosario
interminable
de las trabas burocráticas, batiéronse contra el
«en-chufismo» político y sembraron los pueblos y las ciudades
Fundaci\363n Speiro

de España de fábrica~ talleres, almacenes, comercios,, industtias
y empresas .de todo orden.
»Ante tamaña contribución al desarrollo del ~ ¿se leen
en
algún sitio palabras de-agradecimiellto a -los hombres de
empresa?
Por el contrario: deade hace algún tiempo se dispara
sobre ellos con fuego graneado y perfectamente orquestado des­
de numerosos periódicos, desde la mayoría de los grupos polí­
ticos, desde sectores importantes de la AdminiStración y los
sindicatos. Como ba escrito agudamente Nemesio Femández­
Cuesta, al empresario se le presenta ahora "como el villano de
la historia, y los Gobiernos enarbolan las banderu polítieas del
torniquete tributario y de la reforma de b empresa para en­
contrar un chivo expiatorio y aparentar sentido social". Parece
como
si se tratara de aplastar a toda costa a la empresa priva­
da, con ella a la prosperidad económica y eon la prosperidad
económica a la Monarquía, para que sobre el terreno expedito
escuchemos de nuevo las agrias pisadas de los chanclos revo­
lucionarios.
»iAl hablar de los empresarios españoles no me refiero sólo
a los grandes, que esos se las ingenian para salir casi siempre
bien librados de las crisis. Me refiero, sobre todo, a la pequeña
y mediana
empresa: al camionero que, tras años de esfuerzos
como

asalariado, compró
su propio vehíeulo y creó su negocio
de
transportes; al agricultor que cometió la locura de tener fe
en el campo, zurrado sin piedad por
la Ad:ministración, y-orga­
nizó su em.pl'e8a ,agr-aria; al obrero especializado que se metió
en
la
aventura de montar su taller o su fábrica eon infinitos
desvelos y permanent~ pesadillas de créditos, letras, contratos
y cifras de producción; al enipleado que amasó unos ahorros
para abrir un día su comercio; al camarero que montó su bar
o su restaurante; al director de hotel que, a fuerza de imagina­
ción y
audacia, alzó

un
complejo turístico modelo;

a los mi­
llares
y millares de españoles que tuvieron fe, iniciativa e in­
teligencia
pan transformar entre todos la faz m.aet'able de1
país

de
los años cuarenta.
»Estos hombres contemplaban

atónitos
cómo se arruinan aho­
ra sus empresas a causa, en gran parte, de una clase polítiea
-la triste, torpe, fatu~ corrompida clase política espaftola­
incapaz de gobernar. Haiy un coro incesante, justo unas veces,
demagógico

otras, que eleva
.su agresivo canto en defensa de los
obreros. Y
lo hace ain contrapartida, porque quienes debieran
subrayar

la
ohm ingente de los hombres de empresa callan pa-
603
Fundaci\363n Speiro

ralizados ·por la cobardía moral o se suman ágilmente, cínica­
mente, a la demagogia de moda;
>La wrdad ea-que la, ley de Relaciones Laborales es un
rej()n en las -mismas -agujas de muchas pequefias y medianas
empr~s. Parale1ameiite, la inepcia políti~ que en lugar de
organizar la modenooión Má recreando · los extremismos a iz.
, qnierda y a derecha . con su secuela de huelgas y violencias,
imposibilita

a
las empresas para hacer las inversiones que se
precisan ~rque, en la inseguridad, nadie invierte. No se crea­
rán
tampoco nuevos puestos de trabajo, se incrementará la in­
, Ilación, se alterarán

los
programas de

producción
y el fantasma
de la quiebra comenzará a gemir sobre la mayoría de las em­
presas.
»Estoy, naturalmente, a favor de la justicia social y en contra
del
espeeulador, del ·usur~ del empresario tiburón que explo­
ta a sus obreros. Defewh,r a los empresarios no significa de­
fender a todos los empresario&. Pero, de la misma manera, de­
fender a los obreros no debe significar defender a todos los
obreros.
Y ya va siendo hora de que ,se hable claramente de la
reapon_sabilidad civil

de
los operarios que lesionan injustifica­
damente los
intereses de

sus factorías o
talleres:>.
Mientras se ·clama protestando "-porque a tal politico marxista no se.
le permite venir a firmar su-" abras en determi:nado salón o por que no se
autoriza la publicadón de ciertos exabrurptos~ nlillie se rasga las vesticJu..,
tas - qtte se coarte la libertad· empresarial. de los més aptos g se les
trate discrlminatoriamenle, en perjuicio de la economía del país g de
lli expansión. efectwa de rruevos puestos de trabajo, y sólo en · aras de la
ds,magogia o el· ~ de unos políticos que no miran sfoo lo
més lmned!ato.
Bl crecimiento· g el engc,r,k de Leviatán se realiza· principalmente -
dos vías.: las nbcioitalizad.ones y los impuestos, que tanto más gravosos
resultan Cuanto mayor es el cáncer buiocrátk:o que. Vari "ger,«Bn00 y que,
a SU véz, i,a · oblif]ando a que ambas vies vagan ensanchándose más Y
más. Se '&-ata de tres temas de los que -ferremos a· niano unos recortes
que creemos de mterés.
B) _ 'NAaoNÁUZAaoNES.
Diego Ja]ón con este mismo tít,,lo en MERIDIANO EcoNóMico de ABC
del 25
de mago de 1976 ha· comentatfu:
604
Fundaci\363n Speiro

«En casi todos los programas econonucos de los llamados a
ser partidos políticos -tanto en los programas ya definidos,
que

son. los
menos, como en

los
pendientes· de concreción, que
son los más-figuran una o algunas promesas de óaeionalización.
»Es curioso, al menos ·para mí lo es, que el recurso o trá­
mite nacionalizador se 0tfrezca, según parece, como nuevo y
gran remedio y, además, como técnica económica experimentad.a
con
éxito; pues de otra manera no Se entiende el silencio sobre
le la·rga

y nada
brillante historia de las nacionalizaciones.
»En septiembre de 1974,_ George y Priscilla Polanyi publi­
caron un amplio y serio estudio sobre las nacionalizaciones
-carbón, electricidad, gas, ferrocarriles, líneas aé~ etc.-en
Gran Bretaña.
»Las conclwriones de este estudio apenas requieren comenta­
rio: 1) los resultados financieros de lás empresas nacionalizadas
son
muy inferiores (de 2 por 100 al 6 por 100) a los de las em­
presas- privadas (11 por 100 a 19 por ·100). 2) En los veinte
años transcurridos de 1948 a 1968, el aumento de los precios en
los sectores nacionaliza.dos es prácticameri.te igrial al eqerimen­
tado
en los sectores privados. 3) Desde 1956, las industrias. na­
cionaHzadas han recibido subvenciones del Estado por importe
de
unos 6.500 millones de lih-ra-s-esterlinas. 4) De 1958 a 1976
las pérdidas netas de los sectores nacionalizados, después de la
guerra~ fueron de 1.169 millones de. libras esterlinas. 5) La con•
tribución ~ impuesto sobre la renta (1962-1972) de las empresas
nacionalizadas fue de 8-1 millones de libras y fueron 13 972 mi­
llones
de libras los que ingresaron, en el mismo· período, las
empresas privadas... ¿ Para qué seguir?».
Y advierte, que
«... la negativa experiencia de las nacionalizaciones no es
una exclusiva británica. H~y prefiero este ejemplo, porque de
Franeia ya hemos copiado hast-ante; desde la reforma militar de
Azaña a la pianificación del desarrollo, pasando por la traduc­
ción de «gr&ndeur» como «triunfalismo»».
Sin embargo, el mismo Diiego Jalóa. en su Mertidiaioo Econórnr!r..o en
ABC
del 14 de septiembre de 1976, con el titulo DocUMEmO LABORISTA,
aú.rde a la solución propuesta "¡para Lla. mailtoodha -eccmomia in.g!Eesa" en un
documento elabo,ado po, el Comi6é Ejecutivo del Partido Laborista.
605
Fundaci\363n Speiro

«El gran remedio que -brinda y postula el documento es la
naeionalJ.ización de
las &iet-e compañías de seguros más impor­
tantes

.
.Y de cinco Bancos. ¿Por qué? Porque sus redactores
estiman
que llU:l inveniones _ en le. industria británica no han sido
suficientemente

altas; naei_onalizando
estos Bancos y compañías
_se aumentaría la tasa de inversión; y asunto resuelto. Así de sen­
cillo., Y así _de rudimentario.
>Ruboriza, o poco menos, continuar escribiendo del fracaso
de las naci~nalizaeiones en 1916; con la consideraMe experien­
cia ya Qc:umula:da y la . contundente teoría elaborada en contra.
Aigo parecido ~eben sentir los comentaristas del prestigioso
«The Times>, porque

evalúan
el documento

laborista
como en­
sayó de un listillo sin bachillerato>.
The Times, sigue explicand,, Diego Jailoo:
« ... después. de un duro análisis critico del documento, llega al
fondo
de· la cuestión: a la muerte de la libertad. Porque una
~nomía nacionalizatda -:-- tificada»-es una economía sin libertad.
»iLa_ naciumµizaeión, de un sector, de todos o de un grupo
amplio
de industrias, di~uye y llega a annllli" las opciones
h11Dl8ll8:&
Sin nacionalización -ee ejemplo que

tomo de
«The
Times»--el soltcitante w,· un crédito rechaza.do en un Banco
tien,e ·~po-rtu.nida·d-de aeó:dir a otro; con banca naei0nalizada
se _cierra esta posibilidad y., además-, la

filiación política del que
acude' al Banco-puede coiidicionar la operación. O sea, panl no
citar
otros casos previsibles en España, fo que me podría OCU•
rrir e mí en la Ventanilla de· una Banea U:aciomdiza-da con un
Gobierno
comunista>.
Y A, del 16 del mismo mes de mayo, recoge unas manifestaciones
hechas a la Agenda Lagos -por el economi.sta Manuel F'l.tlleS Robert con
el tituJ.o LA NAOONAIJZACIÓN SIRVE PARA QUE EL ASPIRANTE AL PODBR PA­
REZCA CEE QUIBRE HACER ALGO, y con el subtitulo & EsTADO, MATERIALI­
ZADO BN UN GRUPO DE HOMBRF.S, TIENE lAS MISMAS PROBABILIDADES DE ACER­
TAR o EQUIVOCARSE QUE LOS EMPRBSARIOS. Entre O'Ú'8$ cosas, leemos de
esas manifestadon'es:
606
«Cuando se plantee el tema de la nacionalización se · enfrenta,
eon

error, la
figura del Estad·o, perfecta por defin-ieión, y el con­
junto huma:í:to de empresarios, eoD todas sus· virtudes· y defectos.
Bajo ··esta 'falacia, la nacionalización aparece bue~ pero,

en la
Fundaci\363n Speiro

realida~ el Estado no existe sino materializado en un grupo
de hombres,, con

las
mismas probabilidades de acertar o

equivo­
carse que los
empresarios. De contan;e con

un cuadro
excelente
de funcionarios y un conjunto pésimo de empresarios, la solu-·
ción sería nacionaliza-r lo más posible y lo ante& posible. En el
supuesto contrario,
habríamos de pedir el máa rabioso cepita.
lis-mo.
Y como «a priori» el contraste y comparación son-im­
~osibles,
carece

de sentido
enarhoilar una bandera de tan· in­
cierto resultado.
»La experiencia reciente del intervencionismo en España es
muy mala en abUBOe y

en eneatecimiento, sin que
esto sea exo­
nerar

de culpa a 1as furias .privadas, que
en esto aparato inter­
vento·r encontraron fuentes· de ilícitas ganancias»,
EsTUPENDA SOLUOÓN; titula sa«:ásticamente Oiiego Jálón, en ABC del
10
de mciembre de 1976, la propuesta de nacionalizar el Metro de Ma­
drid, empresa -dice-:
« ... entre la espada de unos costes crecientes y la pared de
unos precios o tarifas "políticoi'_ impuest~ no es necesario vol­
ver a contarla. Ahí queda, y por .eso su aleccionamien,to, como
ejemplo
de lo que económicamente no debe
hacerse.
»Ahora
se

propone y
se promueve uná. solución estudiada
por

los
trabajadores del Metro, con un ·equipo -asesor, y respal­
dada.

por la Federación
Provincial de Asociaciones de Vecinos.
Los términos fundamentales de esta: solución son: atribuir la pro­
piedad del Metro a la· colectividad, "debe ser una propiedad
social";
pero dada la evidente insuficiencia '----económica, se en.­
tiene- de los Municipios, "se eonsidera necesario que el Estado
asuma la
responsabilidad financiera
del
Metro".
~Una vez más, por lo tanto, se prepara, -se ha planeado cui­
dadosamente, con toda la artillería de la ecónomia socializadora,
nuevo y formidable a881.to a los presupuestos generales del Es­
tado; en alguna de euy-as partidas deberá figurar, si triunfa el
ataque,

la
inversión couespondienté para

mantener el Metro.
»El problema,. visto así -fY no encuentro otro ángulo acep­
table:
para enfocarlo-, tiene un enorme interés nacional. No
es tema de

sólo los madrileños y
la capital; es asunto que atañe
á. todos los españoles que contribuyen con 8UB impuesto& a la
formación

o
suma de los fondos públicos. Asunto de todos,. digo;
y
de muy particular
manera, asunto

de muchos millones
de es­
pañoles, asentados
en ciudades y

pueblos sin servicio de Metro,
que pagarán, por vía trilmtmia, su disfrute a los madrileffos.
607
Fundaci\363n Speiro

»Supongo, lógicamente, que el estudio elaborado para socia­
lizar ell Metro, transfiriendo la carga financiera al Estado, no
contendrá un e-apítolo en el que se explique a

los españoles
sin
Metro -la mayoda-· esta inevitable repercusión de la sociali­
zacióQ.
en sm bolsillOS>.
SoaAuZACIÓN DE PÉRDIDAS. es ni más ni ment:,s el resultado de esa
solución Y· titulo que encabez~ en ABC c.kl 14 ·del mis.trio mes, la columna
que ftrou, el reiterooanrente citado Diego Jal6!>, . y que transcribimos
ltrl:egramente,
608
«La relación de las empresas o compañías españolas que su­
frieron
pérdidas superiores.-al centenar de millones de peseta&
en

el ejercicio
1975 es impresionante y

aleccionadora.
FoMENTO
DE LA. PaoDUCCIÓN -que ofrece esta información - constructiva
e:n su número 717-relaciona veinte empresas-. Y-destaca el he­
cho de ser las siete primeras en las pérdidas seis estatales, na­
cionales
o nacionalizadas y una municipal: Transportes de Bar­
celona. Como la Empresa Muneipal de Transportes de Madrid,
la
conocida y &etualísima E. M. -T~ pierde también en cuantía
que rebasa los ·cien ·millones, podemos añadirla a la lista.
!Af_ hilo-de esta noticia . --nada· nueva, pero muy oportuna.­
mente actualizada-se- ha suscitado ya la clásica dud~ en al­
ganoe. comentarios, sobre si vivimos en un país que socializa las
pémidas o.

si
la gestión estatal es ruinosa:; de otra ·manera, si
lo único que· están socializadas son las pérdidas y sólo se pri­
vatizan lu ganftilcias.
»Como- las. pérdidas
en empresas nacionalizadas no

son típicas
de
Espafia, -a!l modo de los toros ·o del cante jondo, sino que se
producen igual en otros muy serios ·-países -valga el caso inglés,
para. abreviar-, la menos perfecta o errónea gestión estatal no
calilica ni

la
honredez administrativa ni

el
régimmi político.
Podemos, en esto, parangonamos con cualquiera democracia,

Con
la seguridad, además, de-éontinuar perdiendo a estos paños, aun­
que vivamos
mafiana· en un sistema socialista».
»iLo · de la socialización. de las pérdidas y la privatización de
las
ganancias es

otro
cantar. Interesante,

por
cierto. Nos
duele,
con
razón, que las pérdidas se "socialicen"',

cayendo indirecta­
mente sobre todos

a
iravés de los impuestos; Porque, naturd­
Ulente, alguien
las

paga:
el Estado o e'l Ayuntamiento, Y para
cubrir estas deudas pagamos todos. P&g,amos cantidades presu­
puestarias

que
preferiríamos ver dedicadas a iner·em.entar otras
inversiones: escuelas, Seguridád 'Social, etc ...
Fundaci\363n Speiro

»Entonces, si es~s pérdidas ,nos duelen, si no defendemos
que
bien consumadas están y deben continuar -por el principio
político que

mejor nos
cuadre-, debemos aplaudir la privati~­
zación
de las ganancias. Debemos celebrar la existencia de em­
presas que invierten rentablemen:te los recursos: que no pierden,
perjudicando a

la
comunidad y convirtiéndose en carga presu­
puestaria.
Al revés, que nutren, con la aportación del impuesto
-sobre beneficio~
los fondos públicos.
»¡Ah! Y que cuando deciden mejoras salariales en los con­
venios no tiran "con pólvora del Rey".
Otro tanto de lo que se dice de las nacionalizaciones es apll.cable a
lass munidpalizaclotres, que temblé,, ofrecen experiencias aleccionadoras.
tal. como leemos en la columna de ABC; MERID1ANO EcoNóMico, del día
15 de junJio de 197.f, donde Di.ego !alón. ba¡r, el título SocJALIZAR, MU­
NICIPALIZAR, escribe:
«Para todos cuantos hemos mostrado siempre escribiendo, que
no somos
mucho~ dicho sea en .servicio a la verdad, nuestro
escepticismo

sobre las
ventajas y fundamentos "hiencomunitarios"
de las nacionalizaciones, socializaciones' y municipailizaeiones y
otras colectivizaciones análogas, la reciente huelga de Saltuv --em­
presa socializada de transportes urbanos de Valencia-es alta­
mente adoctrinad.ora. Hace bastantes años -quizá siete- con
notorio apoyo
del Ministerio de Trabajo se fundó Sa.ttuv. La
empresa
o
empresas privadas de

autobuses
y tranvíaa en Valen­
cia. Si mal no recuerdo, fueron desplazadas para que loa pro­
ductores del
transporte urbano valenciano &e hicieran cargo del
servicio. Se terminaba, así, con grande estruendo de propaganda
.so~ con el beneficio injusto de la iniciativa privada,, con las
deficiencias funcionales, con la tensión laboral . . . con
qué sé yo
Y todo iba a ser maravilloso, mode'lo de una conformación
social
más justa y estupenda. (Recuerdo a quienes crean que
exagero
la
publicación de
un folleto de espléndida doctrina
socialista
sobre el caso

)
»¿Qué ha demostrado el paso del tiempo? De momento, que
aun
eliminada la presencia activa de la empresa privada y aun
eliminados sus beneficios,
ni los precios del transporte urbano
en Valencia son
óptimos, según los usuarios, ni

la nueva
empre­
sa socializada deja de ir a la huelga, ni los valencianos se han
visto libres
de
soportar las irieomodidades derivadas
de la
falta
de servicio, ni el Ayuntamiento de la ciudad del Turia puede
evitar
el pl'oblema que

le plantea el déficit de Saltuv. Para este
609
Fundaci\363n Speiro

viaje -pues que en •transportes estamos-sobraban, como se
dice, las alforjas.
»Al tiempo, -en Madrid .---'--qUC en todas partes cuecen habas-­
una línea privada de· autobuses cobra solamente 16 pesetas por
el trayecto y servicio, centro de Madrid-aeropuerto de Barajas,
que en
autobuses de la E. M. T. cuesta 35 peseta:s».
C) IMPUESTOS.
En L'AURORe mado por J. Vw, den B,i, y titulado 300.000 PRAN<;AIS PRAPPÉS C:OMME
"sPÉCULATEuRS"! se refiere _al próyecto .de gravamen sabre las plusval.ias,
l& cuales en el caso planteado no son ,,Zusvalias especuiatívas, sino que
se trata:
«De ahorro en el sentido más nobie de la palabra, atesorado
después
de

que el Estado hubiera rastrillado
hasta el último
céntimo de
lo que creía le era debido:>.
Sin embargo, como exclama el autor:
610 «Pues
bien, ¡no! Citi.dadano contribuyente ¡ no habéis con•
cluido
con el fisco! He aquí que, después de doce afios de
posesión, decidís vender

vuestra
residencia secun.daria, porque
diversos
inconve1,1ientes os· impiden c&tancias frecuentes

en
ella;
porque, especialment~ vuestros hijos han

crecido, se han casado
.y es conveniente ayudarles financiamente para que ellos mis­
mos
se desenvuelvan.
Parece llegado el
tiempo de recuperar lo
ahorrado y de invertirlo en otras piedras
»Pero, "no

señor, sois
;un especulador"... ¿ Y los gastos que
han
transformado un tugurio en

un
,lugar habitable? El

proyecto
de ley nada
dfoe al

-respecto.
En fin, probad que no sois un
especulador I La carga de la prueba os corresponde!
»Pensáis; señor,
que

todo esto es
imbécil u odioso. No os
halláis lejos de
la verdad.
»Pasemos de

lar.go
lo··odioeo •.
Veamos
lo imbécil. Al mismo
tiempo
la· nueva· ley· provocará

una
llamarada de alza& en el mer­
cado inmobiliario t¿.qué vendedor dejará de procurar la recupe­
ración

del impuesto pagado?) A la vez, retraerá el ahorro en
Fundaci\363n Speiro

el mercado hursá~ puesto que todo vendedor y todo comprador
result:ari sospechoso de especulación,
»Para

qué_ meternos
en esos andurriales,, dirán las gentes sen­
cillas. ¡Ni piedra ni papel! El Napo'león Gas piezas de oro)
milagrosamente exoneradas de
impuestos; ¡ he ahí una buena
«colocación>! La

abstención
del &horro privará a las empreeas
de

una
aportación esencial. Además, producirá
una debilitación
de las cotizaciones de tal modo que los actuales poseedores de
acciones no podrán dejar de contemplar con ansiedad
el por­
venir».
La obsesión de las democracias sociales, y también de otros regíme.­
menes que, sin ser
democracias ~es. quieren imitar al socialismo de
comumo sueco, se endet:t-a tras la pal.abra RIDisTRIBUCIÓN. Esta es la
palabra
que pone por títuk, Diego Jalón a su colwnna MERIDIANO Eco­
NÓMICO de ABC, del 17 de junio de 1976, de donde reco,tamos,
«Domina aquí, claramente, la política sobre la economía. Lo
político, fiscalmente hablando, es

navegar
a favor de corriente;
y
lo no político seria advertir cuánto puede tener de espejismo
la
célebre redistribución hecha a hase de impuestos progresivos.
Digo

lo de
espejismo, porque

a medida que aumentan
los tipos
impositivos -disminuye el número de quienes obtienen las rentas
sometidas a mayor gravamen
y, por· fuerza, la presión fiscal em­
pieza

a recaer ampliamente
sobre fos ingresos

medios y menores.
»En su aleccionador libro "La conquista de la pobreza",
o.frece
H. Hazlitt, al tratar este tema, algunos ejemplos que me­
recen la pequeña -divulgación de esta columna.
»En Gran Bretafia, en el año fiscal 1964-65, la rec,andación
por todos los

tipos
con recargo (ilos situados

por encima
de1 tipo
normal
del 41,25 por 100, que llegan hasta el ~5 por 100) fue
inferior al 6 por 100 del producto total del impuesto y repre­
sentó
poco más del 2 por 100 de los ingl'esos-fiscales. En Suecia,
en
196.3, los tipos entre el 45 y d 65 por 100 produjeron sólo
el I por 100 de lo recaudado poi' el impuesto sobre la renta». Y
refiriéndose a los Estados Unidos, con cifras del National City
Bank, explica ·H. Hazlitt que «durante el mismo período (pro­
medio

de
1926-28 a 1942'), en qne la renta nacional aumentó en
un 58 por 100,-elJ. total de los ingresos superiores a 300 000 dólares
disminuyó en un 77 por
l()(b.
»Es
evidente que estos datos pel'miten un argumento en

favor
de la
redistribución: los impttestos progresivos

terminan con
1a
611
Fundaci\363n Speiro

desigualdad de rentas; y esto es, precisamente, lo que se per­
sigue y desea.
»-Bien; pero entonces no ' es verdad que una fiscalidad cre­
ciente ha~ pagar a los "ricos" en beneficio social de los "po­
bres",
porque los "ricos" se acabari. pronto. Y, además, queda
por
hacer
la euent3 de. lo que se pier~ para todos-, cuando se
desalienta el procesos de -capitalización del cual salen las inver­
siones productivas; cuando los capaces de ganar más o mucho
-llamados sin remedio a reinvertir su ahorro--se limitan a
ganar sólo para "ir tirando"».
La anécdota que hemos leido antes, traduciér,dola de L' AllRORB, lleva
en sus errtraflas a una cuestión mucho más seria que, en las HoJAS DE Av
CABALA del 11 de abril de 1976, plantea en ABC, Lws Pérez Ayala con el
ti.tulo IMPUESTOS; SOCIAUSMO Y RBOORMA DE LA EMPRESA EN LA EsP'A~A DE
HOY.
612
«¿En dónde· empieza el impuesto a .ser un instrumento so­
cialista, incluso de hecho, y sin pretenderlo las autoridades fis­
ca'les,, por invadir más allá de lo debido el ámbito de esas li­
bertades?
»La respuesta es clara: a-llí donde se convierte en un ele­
mente

de
congelación de la libre iniciativa personal privada.
Se comienza, aquí, un proceso acumulativo, que suele mnpezar
en

una
situación donde la economía nacional está generalmente
en etapa de
recesión, y en cambio, impera una «política de
autoridad» en la
consecueión de bienes y servicios púbUeos. El
primer
factor hace
·que la inversión

privada
se retraiga; el se­
gundo, que el Estado na renuncie a 8U8 crecientes exigencias
financieras. Pero es que, -además del bajo nivel de inversión
privada, se deriva un desempleo que el sector público ha de
absorber
gastan dio y recaudando más; la inv«sión privada se
retraerá de nuevo
con esta mayor dureza

fiscal.
Así .

. . sucesiva­
mente. La proporción dé recursos absorbidos por el sector pú­
blico
aumenta. La econointa no sólo se "socializa" (en el sentido
de hacerse más "'social"). Se hará socialista en la medida en
que ese aumento

de la
acrivided del sector público sustituye
a la iniciativa privada, que -se contrae, en parte, por el factor
fiscal.
»-Hay
aquí

que
imponerse un .punto de reflexión. Y creo que
el
tema es de actualidad e-importancia grande para los españoles.»
Fundaci\363n Speiro

Conviene meditl#
« ... ¿qué "coste _social" de libertad, de iniciativa personal,
de
"socialismo de hecho", puede im.P'Iicar_ una reforma -en una
"economía mixta de
mercado"' en recesión?»
D) BUROCRACIA EN LA PERCEPCIÓN DE IMPUESTOS- Y EN LOS SINDICATOS.
Leemos la crónica, desde Oslo, de j de abril de 1976 titulada, EN SUECIA LA BUROCRACIA PUEDE OFENDER A TO­
DOS Y A CADA UNO {iJ:NGMAR BERGMP.N) CARTA DEL DIRECTOR DE CINE A UN
PERIÓDICO, EN LA QUE JUSTIFICA SU EXILIO VOLUNTARIO:
«"En · SúCCia, la· burocracia es como un cáncer galopante que
puede
atacar y
ofender
a todos !Y a cada uno". Esta es una de
las
frases de

la larga carta
dil'igida por lngmar Bergman
a
sus
co-mpatriOtas
a

través
del diario "E"-pressen", de la capital sueca,
antes de abandonar al país en calidad de exiliado voluntario,
como
protesta _ por el
trato
désafoi-tunado que le otorgaron las
autoridades suecas de Hacienda, que le acusaron iníundamen­
ta'lmentC'
de ·fraude fiscal en·· Ja declaración de impuestos. La
actitud ·
de Bergman no es un caso aislado, tod&· vez que varios
de .sus más conocidos "dieeípulos" han tomadó antes o después,
semejánte decisión.
»El sistema :sueCO de

impuestos
progresivos es
tan
dnro (como
también lo

son
el noruego y el danés), que una de las mayores
desgracias
que puede tener "lln individuo es haber nacido con
inteligencia
superior a

la normal y
·usarla· ·para ganár dinero.
El
ejemplo de Bergman ha sido seguido por Bibi
Andersson,
Max von Sydow e Ingrid Th:ulin, todos ellos conocidos· cÓlabo­
radores

de ln-gmar Bergman, pero en el ú'ltimo caso citado
s.u
exilio de protesta contra el sistema impositivo dio comienzo
hace varios
años. Se pueden también afiadir a -la lista de emi­
grados al famoso jugador
de tenis_ Bjorn Borg ry ·a la conocida
autora de
novelllB infantiles, Astrid Lindgren.
»La acción de protesta -teatral, si se quiere----de Ingmar
Bergman no es más que la expreeión d'e un. descontento gene­
ral
en los
países nórdicos
contra
el duro sistema de

impuestos
directos, instaurado por los gobiernos socialistas.»
Pero: LA ELIMINACIÓN oµ FRAt.mE PISCAL SÓLO SERÁ POSIBLE CUANDO
LA JUSTICA BN LOS INGRESOS Y EN LOS GASTOS PÚBLICOS SEA UNA ARRAI.,
GADA REALlDAD, así lo dJ¡o el profeso, D. Magro Pcmt M,,,tr,s y éste es
613
Fundaci\363n Speiro

el título de la reseña remitida por &opa P...., que, ·de su conferencia
TóPICOS y EQUÍVOCOS EN TORNO AL FRAUDE TRIBtrrARIO dada en la Cámara
de Comercio de Allcarrte, publkó LA V ANGUMDIA ESPAROLA de
Bai-cekma del 27 de abril de 1971. ·
614
«Don Magin Pont se refirió al problema que con frecuencia
se plantea en materia de tributos en cuanto a la re&istencia al
pago de los mismos, surgiendo de esta manera el fraude fiscal,
que, como es sabido, co·nsiste en el incu.mplimientó de las Obli­
gaciones.
tributarias.
»En este orden de cosas -dijo- es de interés observar la
explicación tradicio-nal que se ha venido dando a las causas
del fraude, atribuidas al egoísmo de la& penonas. Incluso un
sector mayoritario de la doctrina ha considerado e!l egoísmo como
causa generadora del fraud~ con lo que se ha recomendado la
creación de los llamados impuestos ane&te&iantes, que consisten
en

hacer
pasal' ioadvertidó · en cierÍ:o modo el

impacto que
produce el pago de
tributos,
»La invocación dd. egoismO deviene así en un tópico, del que
derivan errores, entre ellos el de pretender atacar al fraude
exclusivamente a través
d-e la presión. Qqe ésta no ee: medida
adecuada

o
al menos suficieilte, lo_ pone en evidencia di hecho
de que en
el transcurso de los últimos afios se ha incrementado
'la represión, pero, a su vez, posiblemente, se ha incr'ementado
el fraud~ todo lo cual produce notorias deformaciones tanto a
la administración
fiscal, agigantándola, cuanto a los contribu­
yentes, empequefieeiéndole.o.
Y pn,siguió con estas e:cplicadones:
«Parece, pues, conveniente penetrar en la interioridad de la
persona para indagar cuáles son los resortes que conforman
actitudes
y conductas. De este análisis se deduce que, junto a
ÍllBtintos egoístas del hombre, oxisten otros altruista&, así como
que
el sel" humano es sociable por naturaleza, o sea que quiere
y necesita convivir con los demás, lo que hace naeer en él
sentimientos de
justicia>.
«El que se impongan ·unos u otros illm.lltos o tendencias y
que
el comportamiento activo sea de aceptación o de resistencia
a los tributos, depende, en gran parte, de ia observaci6n que
cada persona
efectú.a del entorno tributario, principalmente etÍ
lo concerniente al grado de justicia que se alcanza en la dis-
Fundaci\363n Speiro

trihución, la administración_ y el destino de los tributos., de
suerte que puede
perfectamente producirse el easo de que la
resistencia fiscal, __ responda a una -plena conciencia, cuando existe
convencimiento de injusticia _ en -la actividad financiera».
Concluge,,do:
«... y de ahí también que la eliminación del fraude fiscal
sólo será posih'le cuando la justicia en los ingresos y en 106
gastoS públicos sea una arraigada y convincente realidad. A este
efecto,
la permanente ejemplaridad de la acción pública deviene
en premisa obligada para la superación de la resietencia fiscal>.
E) SEGURIDAD SOCIAL ESTATALIZADA..
Sin duda la seguridad social> como su. calificativo indica> debe ser
función de la sociedad, que el Estado debe estimuler, promover en cuento
fuere preciso
y supl.ir en aquello que la sociedad no real.ice de por si.
Pero hoy, en un mundo que ha endiosado a los Estados g tendente al
sociaN=o, el Estado tamhlhi suplanta en ese ómh;to a la sociedad a la
que re:percute sus elevadísimos costes -que pesan especUUl'lrente sobre
los
empresarios-11 que sufre todas las deficiencias de su prestaci61' masiva.
EL PRÍNCIPE FE.uPE CRffiCA EL SISTEMA BRITÁNICO DE IA SEGURIDAD
SOCIAL, e8 el titulo de CRÓNICA de Mfooso Barra dt!sde Londres publicada
en ABC del 16 de. noviembre de 1976, de la que recortamos,
«El príncipe Felipe ha tocado simbólicamente el nervio de
toda la dentadura de 1la izquierda británica En unas declara­
ciones a la revista «Engineer> dice que: «Un Estado qne se
basa
en

la
Seguridad Social manlÍene una pro:tección contra, el
fracaso

y la
explotación. -El

resurgimiento
nacional, sin embargo,
llegará solamente si pueden prosperar los renovadores y los hom­
bres de
iniciativa que sean grandes: trahajadOres.>
»Redondeaba esa idea con eetas palabras: "Innovación, riesgo
e

iniciativa son
incompatibles con una sitaación de estabilidad
y seguridad," Explica que cuando el culto al escalafón prevalece,
únicamente queda ánimo para la especulación en esferas lucra­
tivas y no productivas>.
Y Alfcmoo 8arm comenta:
.:Sin recompensar el riesgo y la ·respomabilidad, la solución
es

dejar a · otros que inventen,
que dirijan empresas y que se
615
Fundaci\363n Speiro

jueguen el miocardio. Hasta que los sacrificios del trabajo sean
respetados y los
zascandiles de la poilítiea dejen los plintos a
los
empresarios, productor-e,-, artistas, investigadores Y catedráti­
cos,
el destino más goloso

será
vivir de la sopa boba del Estado.
El problema es que pronto los ingleses &e pondrán a la cola con
eil · estómago vacío>.
El tema de la seguridad SCJdal también lo toca Diiego Jailón en su co-­
lumna habitual en ABC del 27 de noviembre de 1976, titula4a l'RECISIO,­
NBS, cJ,, la que trattscribimos:
«Cuai:J.do Erhard afronta el gran tema de los seguros sociales
no

olvida la estabilidad monetaria y la
responsabilidad personal.
»La 66goridad social -&firma-es en sí· buena y altamente
deseable, pero
"debe surgir
de la propia
fuerz~ de la propia
producitividad y-e-l Propio e"sfuerzó". "Lo primero de todo es
la propia responsabilidad,' y

sólo
allí donde · ésta no baste o
ltnga que fallar, "sólo· allí _entra en fUl'.lcl.ones la obligación del
Estado·
y

la
C~lectividad-''~ Y llega, incluso, a ~presar su deseo,
ante el ségtiro obligatorio, · de que se Umite el campo del a~
ramiento colectivo, "que sé' estreche más bien que se enSan­
che",
:i,.La estabilidad moD:etária es indispensable, en m pensamien­
to, pan. que lá inflación n!> vacíe de contenido l'.eal las pensio­
nes y prestaciones~ Y esta CDgencia · de estabilidad, a su vez, im­
pone
límites a

__
-la ex.pansióµ de la Segurided Sociab.
Y, hab/andc d,: barocraci!l. • nos -sale al paso la cuestión slndkal, hoy
también .sametida a dl!bate. El editorial de BALANCE del 1 de junio de
1976 se O(:Uptl de. ella con su título LA REFORMA. SINDICAL, Leemos:
616
«No vale .decir que la Organización Sindical es un- ente inútil
cuando
dura,nte tteinta y. cinco años ha 'sido la-única válvula
.de escape
que

ha tenido el_ régimen de
Franco para tratar con
absoluta
libertad de

los
problemas eoonóníicos, de los problemas
sociales, de los problemas l_ahorafo1r y-hasta. si nos apuran mucho,
de

los
problemas políticos.

Ha
.sido un -ensayo

de · constante
diálogo alrededor

de una mesa
entre empresarios y

trabajadores.
Ha sido una muestra de
convivea:cia civilizada iy constructiva.
Ha sido un instrumento muy rentable al país y si fos historia­
dores,
los economistas metidos a
(historiadores --que
de todo
hay en la viña . de algún
señor-- son honrados,

tendrán que
Fundaci\363n Speiro

¡Alú
reconocer que uno de los fac~ores fundamentales del desplie­
gue de la
econ~mía ~ola _ha sidQ. eea disciplina sindical,
ese

ensayo de
neo-co·rpora:ti.vimnQ, ese comtsante diálogo
entre
las
fuerzas económicas y las sociales.
»Es cierto que 1ft Organización Sindical. ha tenido un defecto
grave. Tan grave
que de raíz. ha .inutilizado gran _-parte de los
resultados positiVos que ha. obtenido y ha impedido un volumen
mayor de .rendimien~. Quizá. sin .ese grave defecto la Organi­
zación
Sli.ndical hubiera

llegado muy lejos, no
se hubiera bu­
rocratizado,
habría obtertjdo un sindicalismo de base ... »-
«Pero hubo un pero. Hubo una _condici-On, de la. que rara­
mente no
habla nadie y que fue la dependencia de estos Sin­
dicatos,
primero de una Delepción Nacional del Movimiento
y
luego de un Ministerio, ~, definitiva de. un· poder guber­
namental.
>Es posible que con el tiempo puedan:, descubrirse docu­
mentos, discnrsoe -¿conw· aquel qqe J09é Solís pronunció ante
la Junta Política?-que al ser reproducidos nos muestran cómo
también en. ·España se. planteó unar lucha para'lela a la Italia de
Musso'lini entre los partidarios de.: un ~ntrol acérrimo del sin­
dicalismo,
temeroso_s
de sus decto.s, de,_ su ·poder y · los partida­
rios
de-la creación de 1Ul sistema sindical autónomo.>
En fin:
«... Bástenos hoy advertir que, :a nuesno juicio, . al quedar
inédita una Organización Sindical autónoma capaz de vivir por
sí sola, se ha perdido la ocasión, posible-mente la última ocasión
de

demostrar
si era posible la existencia del! Ít;,nómeno corpora­
tivo.
Y
después señalar que

si esa
dependencia gubernativa ha
sido el líquido que ·ha, aguado lo que de bueno tuvo el proyecto
iniciado

por Gerardo
Salvado-r Merino, la dependen~ia guber­
nativ~
no vaya a

ser la
misma ,piedra

para
idéntico-tropiezo
aunque

el ensayo sea
diler-ente. La. nostalgia de lo que pudo ser
y no
ha sido .y el temor a· lo que pueda venir están· íntimamente
ligado&>
ABC del 28 de agosto de 1976, recoge una, decla,acio,res de Fernando
Bau Carpi, presitknie de la Junta nacional de la peque/la y mediana
617
Fundaci\363n Speiro

empresa> qui~ en . una de sus respuestas>· alude a los alfos de auge y
monopolio de la organización sindical.· Dice así:
«La acción &indioaf -es decir, la realizada en el seno de
la
Organización Sindical-ha tenido dos fases claramente dif&.
renciadas.

La primera, que
se inicia·
a partir de
1963, sienta las
bases
de u.ná incipiente -·1lrganización profesional específica de
la
pequeña y mediana · empresa~ dotada dC unos medios reduci­
dos y
de técnicos eeipecializados en la temática de

las pequeñas
y medianas·
empresu. Esta organiza:ción, creo que es justo de,.
cirio, ha realizado una importante acción de estudio de los
problemas, soluciones posibles,
experiencias de otros países~ con­
tactos con organizaciones internacionales, publicaciones, la apor­
tación a los estudios de los Planes de Desarrollo, principalmente
en•
el m-Plan, etc.
»La aegnnda faae, qD.e situaría haeia 1970,

viene delimitada
por
1a pretendida mOl'.Íopólización de los Consejos de empresa­
rios de -toda la
repreBellnttividad· emÍ;tresarial, principalmente

a
nivel nacional. Así
se impidió la consolidación de una organi­
zación profesional de
peqnefia y mediana empresa fuerte, con
el
resultado que
está· a la vista: aparición progresiva de otras
organizaciones de

la
pequeña y mediana empresa, fuera del ám­
bito sindical, ante la ineficacia
de los planteamientos sindicales
oficiales,
que hace ·muy dificil recn¡>erar la dirección y

la ini­
ciativa en el campo dC la defensa de los intereses de los em­
presarios, á los que habría que poner en guardia contra los
peligros

de excesivas organizaciones que impidan la
~hesión
y

fortaleza que
nuestras actuaciones

deben revestir cara a la
Administración y
al Gobierno, pero a las qo.e indndablemente
mo1esta la tutela burocrática,-como ha ocurrido.>
D}I LA INPLACIÓN.
Pero> tal vez, nada ayuda tanto al engorde de Leviatán como la in-­
ftación, que poc otra paz-te es un verdadero impuesto expropiatorio del
capital, carente de toda iustlcla distributiva, que premia al especulador g
castiga al ahorrador, es factor de inseguridad social con grandes conse­
cuencia, en la conducta de los irrdlvlduos y de los grupos humanos.
Una de las
incidencias fiscales de la ir,flación la vemos f!retada una
vez más>
en esta ocasión por José Mainuel Pérrez Gómez en ACTUAL!~
DAD

ECONOMICA
del 9 · de noviembre de 1976 con el título LA m­
FLACióN AUMENTA LA P'RESJÓN FISCAL; del que recOrtamos:
618
Fundaci\363n Speiro

«La inflación daña, en general, a toda la colectividad; sin
embargo,
-este daño -se soporta con variada · incidencia; según
las

fuentes de
ingreso, patrimonio, etc., de cada persona en
particular.
El profesor Milton Friedman, a quien recientemente
se le ha concedido el Nohe.l de Economía, afirma a este res,.
pecto,

"que la inflación
puede ser considerada como un im•
puesto· aplicado

a
las existencias de dinero

en efectivo."
»En cuanto al otro mal, no derivado de la inflación "per se!',
sino al resultado de añadir a la misma la incidencia de un im­
puesto

progresivo,
existe determinado grupo de personas que
se
ven más

perjudicadas que
otras. Este grupo es el que obtiene
todos o la
gran mayoría de sus ingresos del trabajo personal.
Como

-las tarifas del impuesto que nos ocupa son
más progre­
sivas para tipos
altos

de remuneración, nos encontramos con que
podemos excluir de
nu-et!ltro estudio

-a
1os perceptores-de

rentas
bajas._, por

ser menos afectados
(en cuanto

a la aplicación de
un
impuesto progresivo,) y a los perceptores de elevadas rentas,
ya

que entre sus
fuentes de ingresos suele tener

poca
impor­
tancia

la derivada del
trabajo personal.>
«Al

crecer la renta
global con la inflación, el Ministerio de
Hacienda
inerem.enta sus

recaudaciones. _En cierto
.sentido esta
política
fiscal pudiera

ser defendida
como correcta,
ya que la
coincidencia de la inflación con
el impuesto progresivo,

puede
estar contribuyendo

no sólo a
la redistribución
de la renta,
sino también a

reducir la
presi6n inflacionista, al recaud·ar ma•
yores
impuestos

procedentes
precisamente de los perceptores de
rentas
más elevadas.

Pero
esto no

es_
ta'n exacto, cuando

se con­
sideran las
distintas 'ÍUentes de ingreso, y, mucho

menos,
cuando
la
inflación se da en una eeonomía donde él nivel

de actividad
está
decayendo.>
«Por
otra parte, la inflación en el impuesto progresivo pe­
naliza las exenciones y desgravaciones.. La desgravación por fa­
milia de llS.000 pesetas
figurada en el cuadro

núm. 1, es
idén­
tica

para el año n y
para el año n + 3, cuando lógicamente en
este
último afio su
equivalente monetario
habría sido de 181.000
pesetas.>
Otra
incidencia es el desorden en la c8t'Tera de aumentos de los
sueldos y salat'los de los que es causa .la inflación. De este desorden y a
las injusticias a que da lugar se ha ocupado Mario Soria, en su artículo
619
Fundaci\363n Speiro

SIGUEN SUBIE.NOO ~os SUELPOS, publicado en LA VOZ DE AIMBRIA
del 29 de febrero de 1976, del que transcribimos:,
620
«Se ha anunciado _ el aumento del salario mínimo de 280 a
340 .peseta&, o .sea, cui el veinte por Ciento. Que este anuncio
venga d~spués de la filípica con -que empezara su gestión el
ministro. de Hacienda, c~do acusó d crecimiento exorbitante
de
sueldoa y jornales de ser una de las causas principales de la
inflación,. es algo que

no
debe desconcertarnos, pues hoy go­
bierna, al ~nos_ .en. economía,. como reina y -seiíora, la eontra­
dicdón y de ~ no puede pedirse coheren$ alguna.
»La nuova alza acr~tará la inflación, huelga decirlo; las
340 pese"ta.&t junto con lu-mejoras concedidas a los operarios
de toda clase,. ~án . del año en curso probablemente uno de
los más car~ de_ nuestro-siglo-, no sólo para iJUÍenes -vivan en el
parís, sino también para lqs turistas, con lo cual brillarán por
su aosentj.a los -~néficos . resultado a qqe se esperaban de la de­
valuación decretada últimam~te.
»Ciertamente, .la subida · wA jornal ftJvoi::ece a los trabajadores
manuales, ll;lás perjudica de_ modo _directo a lo_s ~rceptores de
rentas fijas~ _tales como jubilados, pensionistas, duefios de casas
y·loea1es
de alquiler·; a los Poseyerites de lihretas· de ahorro y
a
la
mayor parte ·de 108 .. aC-eionistas ae las empres-as; a los acree­
dores de tOda CSpácle; a

los
funeion~rios públieÓs, incapaces
de -hacerse oíi-:eon la-fuerza_' necesaria, y, en general, a todos
los
elllpIOO.do& ··de{ s_ector de sel'Vicios, c~ya_ pi-otesta nunca es
tan efectiva ni" tan 'ntjdosa ~olllo la de io·s -sindicatos obreros,
bien- movid~s por ·deinagogos; a los empresarios, que ven in­
flarse
los·_ costos sin que-_ mejnre la vént"a, sino· al COntrario.
»J-nstísiino sería áérecentar las remuneraciones, si esto se
fundara en mayor productividad; pero c~mo' no sucede así, el
incremento, de una parte, agrava la inilación, Y de otra, eon
huelgas y amenazas ciertos gremios ·logran aumentos de haberes
que no sólo-
igual-en,·-sinO. rebasen la

hipertrofia de los precios,
y así se
-lucran a costa del empobrecimiento -de sus conciuda­
danos,
tal como ha su.cedido -en estos aiios en Inglaterra. Sola-
-
padamente se · confisca

una
parte de

la
renta nacional

y
se la
pasa-al bols-illo sin fondo de-los asalariados.
»Este· fenómeno del incremento desmesurado de la retribu­
ción de los obreros, a despecho de una productividad igual o
decreciente, se . realiza asimismo sin_ atención alguna al saber
necesario para desempeñar una tarea, fundándose exclusivamente
en el miedo que se logre -suscitar a unas autoridades deseo888
Fundaci\363n Speiro

de evitarse conflictos. Así ocurre que existan en España fwi­
cionarios del Estado con título universitario que ganen unas
330.000 pesetas anuales, en tanto que muchas taquilleras del
tren metropolitano madrileño
lleguen hasta 360.000, y aún su­
peren dicha cantidád los maestros de obra.
»Indudahlemente, todavía andamos a 1a zaga de la Argen­
tina, donde, según datos de
un artículo que publicara el eco­
nomista Manuel Tagle en "La Prensa", de Buen05 Aires, el 30
de julio del año pasado, la inflaeión desde 1940 hasta 1975, ha
sido de seis mil por ciellto.· En aquel año ganaba un subteniente
recién salido

del colegio militar,
350 pe.sos; hoy debería tener
un sueldo de 2.100.000, pero ·sólo recibe 355.000, es decir, cua­
renta por
ciento de lo que devenga un peón de fábrica. Un ge­
neral, que cobraba en 1940 la retribución de 2.500 pesos, equi­
valente a · 15 millones de la actualidad, .sólo gana 950.000, a
saber, lo mismo que un capataz de la sección de limpieza de
una fábrica de automóviles.>
E insiste en este desorden el mt$11.o Mario Sorra, en su articulo Go,.
BIERNO Y EcoNoMIA, en SOUDARIDAD NACIONAL de Barcelona del
4 de agosto de 1976, en el cual advierte que la inflación. ..
«... se ha agravado con el alza continua de los salarios, alzas
que
benefician casi
exclusivamente a los trabajadores industria­
les y

que perjudican a
las demás clases de la sociedad, qne
ven sus ingresos menoscabados a medida que crecen las pagas
de
albañiles.., metalúrgicos,
linoti,pistas,
ferroviarios, mineros, etc­
Porque la

inflación
nacida de subir el coste de la mano de
obra, s_in

que crezca
dé mpdo c.orrelativo

la producción, tiene
dos efectos nocivos: Uno
es el ya anotado, que incide en toda
la
comunidad, de tal manera que las bonificaciones de los unos
significan sustraer dinero
d~ bolsillo

de los otros; y
el segundo
es
la descapitalización de las empresas, que ante la nómina sa­
larial hipertrofiada, o tienen
que-desorbitar el precio de sus
productos,
con la

seguridad· de que baje
la venta, o se ven
forzados
a
cerrarse, aumentando el número de obreros y ofi­
cinistas sin empleo, o
reclaman la

asistencia del Estado, que
enjuga
el déeifit

a costa,
naturalniente, de subir los
impuestos
o de emitir moneda, entiéndase, de agigantar la hola de la
inflación.»
Pero los aumentos de salarios y, ¡cómo no!, la de los precios no son
sino un sintoina de la enfermedad de la inflación. Su causa es monetaria,
está eri el dinero o en su representación crediticia.
621
Fundaci\363n Speiro

Leemos en ABC dE1 9 de juUo de 1976, 0:>NSECUENCIAS Y CAUSAS,
que Diego Talón escribe:
«Dice Von Miees que los vocablos inflación y deflación no
fueron elaborados por los
economistas~ sino
por el
len.guaje po­
pular y político, y que am:bos reflejan el difundido error de
suponer que el dinero es de "índole neutral e invariable su
poder

adquisitivo". Como el poder adquisitivo del dinero
es
variable, siempre hay. grado más o nienos, inflación o deflación;
pero que no preocupan, naturalmente, hasta ser muy acentuadas.
»Y aiiade Von Mises: "Son numerosas las gentes que hoy en
día denominan infl.ación o deflació~ ·no al señalado incremento
o reduccción de las existencias monetaria~ sino a la inexorable
consecuencia de

dichos
cambios, es decir,

la general tendencia
al alza o a la baja de los salarios- y los precios."
»Para enjuiciar -cualquier fenómeno o consecuencia de in­
flación tiene importancia decisiva no desvineular, no romper
la relación que existe entre inflación y aumento de la cantidad
monetaria
existente; es decir, creación

adicional
de mwy con­
s:iderables
Sumas dinerables.
»Atisbamos.
por aquí la fuente o matriz de la inflación., situa­
da en 1os centros que pueden decidir el aumento o la disminu­
ción
del disponible en una economía nacional. Y encierra por
ello lógica firme_ demandar

medidas políticas contra la inflación,
en tanto en cuanto la inflación no se hubiese producido sin
previa decisión política in.Racionista.
»El drama paira el político se plantea por lo común en este
complicado asunto, po~e la .inflación se haee a favor de co­
rrientes de
fácil popu.lari'dad, para

contentar a las aspiraciones
de
grupos sociales

o
para probar

a corto plazo
un remedio
ex­
tremo a problemas
-el paro, por ejemplo-que no se sabe o no
se quiere

tratar de resolver con recetas
más eficaces, pero de
más lento efecto. Y ante la inflación y sus males se opta casi
siempre

por adoptar
medidas que
crearán,
a su
vez, má-s fuerte
inflación.»
En su columna de ABC dE1 30 de noviembre de 1976, con el título
INFLACIÓN y PRECIOS, Diiego Jadón. . lo vuelve a explicar:
622
«Si la inflación fnera e1 síntoma de una enfermedad econó·
mica
que· produce

el
encarecimiento de
los precios,
resultaría
aceptable,·
en cierto modo., la· decisión política

de
bloqueo o
de
control de algunos o de todos· los
pre~ios, Y

si
las medidas-·
de
Fundaci\363n Speiro

control o bloqueo de los preciu hubieran tenido efectividad
cierta en las
veces anteriores
en
las que
se aplicaron, la decisión
política, además de
aceptahl~ sería digna

de aplauso,
»Pero ni la
experiencia--acredita

nada
en favor
del control
de
precios, ni la inflación es-un &Íntoma, .sino; ella miem~ la
enfermedad. Gravísima enfenned11d del dinero, a la que se debe,
entre
otros, el síntoma del encarecimiento, más o menos
ver­
tiginoso,

de los
precios. Debo, si.n remedio, reiterar

lo sabido,
aunque cambie de autor
para· la

cita.
»''Nos adherimos, pues, . sin reparos ~ecribe W. Ropke-a
la

teoría que mantiene que
en la

relación entre cantidad
de
dinero
y

cantidad de
bienes que

por él
se cambia
está el prin­
cipal motivo determinante del valor o poder
adquisitivo del
dinero
(teoría cuantitativa

o de
la escasez del dinero). Si se
producen
esas graves enfermedades del
dinero que calificamos
de inflación

y
deflación y

se caracterizan
por agudos y repen­
tinos cambios del poder adquisitivo
del dinero,

tendremos que
buscar sus causas en un gran aumento o en· nna gran dismi­
nución de
lai cantidad -de dinero, a la cual tendremos que agr&­
gar

siempre
el dinero lmncario. El requisito más importante
de un
sistema monetario

ordenado
es, pues,

la limitación de la
cantidad de dinero frente a las tendencias a la inflación, siempre
al acecho."
»La inflación
-gran aumento de la cantidad de dinero- tiene
lógicamente su
remedio· en el freno
o contención, en
la correc­
ción

del aumento cuantitativo monetario; pero no se remedia
actuando directamente sobre
el síntoma del

encarecimiento o
elevación de los
precios, por mucho

eco popular
que tengan, en
este· caso,.

el síntoma y la medicina.
La soluci6n verdadera es
actuar

directamente
--con cirugía de estabilidad monetaria­
sobre

la cantidad de dinero;
sobre las

fuentes de
creación del
dinero.

Y si se actúa así, con
valerosa decisión,
puede
ahorrarse
la

política económica todos· cuantos
decretos quiera
de
b:Jo-queo
o

de -control de los precios. A la
ineficacia de
estos
decretos
se

unirá, entonces,
sú utilidad más

evidente.
»A la política monetaria,
.precisamente a

.ella, atañe, por
lo
tanto, la lucha contra la inRación.>
Y el 7 de dicíembrre insiste, en la misma columna de ABC, con el
título PorfnCA MONETARIA:
«Sigo las palabras· de Lópe-z, de· Letona, como en las ocasiones
precedentes, por
el texto fidedigno que ofreció, en

ABC, mi
Fundaci\363n Speiro

ilustre compañera Pilar Urbano. Y leo: ''la política monetaria
no puede
mantenerse indefinidamente como única vía de actua­
ción antiinflacionista cuando
la política de ventas se muestra
incapaz de
mantener a ritmos moderados el crecimiento de

los
costes, porque

el
resultado será que lá política

de contención
afectará, en
corto plazo, más a las tasas de crecimiento real y
actividad que a la intensidad del proceso inflacioni&ta."
»Creyendo,

como creo al
hilo de las enseñanzas de grandes
economistas,
que la inflación es enfermedad de la moneda -cre­
cimiento excesivo, desproporcionado,

artificial,
de la masa mo­
netaria---no

entiendo bien
el párrafo; lo encuentro confuso.
¿ Qué otro medio hay más eficaz para sanear la moneda o para
lograr
su estabilidad que la política monetaria precisamente?
¿Por qué confiar en los resultados
de una política de rentas,
que
modere el

crecimiento
de los coste~ si no se combate la
inflación en
su origen? -Mientras no se disminuya la tasa de
inflación -tan elevadá-no decrecerán precio& o costes, que
son también precios.
>El remedio de la

política de
rénta& contra
la
inflación le
fue

recordado a
Milton Fri-edman, leo en "AcJualidad Económica",
como aconsejado en la
O.C.D.K '"Pienso qne es un eompleto
error", contestó Friedm~ y recordó a 'continuación que se
opuso ~y abandonó la Administración Nixon-a los controles
sobre precios
y salarios: "No sólo esos controles fueron inútiles,
sino
dailinos.">
Y concluye:
«También señala que es difícil m.anteller esta política "si las
cuentas del sector públko están ejerciendo un fuerte efecto
expansivo">.
En igual sentido en cuanto al ori~ de la inflación en la exparulón
monetaria se
Ita expresado Andiré F~am. en lá ~vista ital.itma MER-­
CURIO de octubre de 1976, en su aitículo LA ECONOMÍA DE LA INFLACIÓN,
de la ~e k--el párrafo que sigue,
624
«Algunos podrán objetar que, en el origen de la inflación
no figura la
expansión monetaria.

sino otros
elementos, como,
por
ejemplo, el aumento ya
considerado de

los
salari'os. Obje­
ciones

de este tipo, sin
embargo, pueden

generar tan sólo ejer­
cicios dialécticos
estériles. ¿No

seria
necesario, en
efecto, tratar
de
buscar las causas, en' tal caso, del

aumento de los
salarios?
Fundaci\363n Speiro

¿ Y cuando estas Cilll888 fueran deseubiertaa, no serla necesario
buscar las causas de las causas, para después pasar a 'investigar
las

causas de
las causas de las causas? Será un poco difícil, por
esta vía, ponerse -de acuerdo respecto de la causa última. De esta
manera, ·no se explica ni se resuelve el problema de la inllación.
El dinero es, indiscutiblemente, el que representa la causa de
la inflación: esta es la condici6n necesaria para que ae veri­
fiquen presiones inflacionistas y, al mismo tiempo, el instru­
mento esencial para desarrollar la lucha contra el alza ae ·precios.>
Sin embargo. esa misma objeción ha uenido y v.fe:ne repitiéndose con
angustia. Así pudim<>s leerse/a a Fnmoisto jo&! de Sarlllegui en sa a,,
tirulo INFLACIÓN Y ETICA, el 22 de iunio de 1974, en ABC:
«Los monetaristas subrayan el papel de la moneda; para
ellos la mejor forma de luchar contra la subida de precios es
disminuir
la masa monetaria en circulaci6n. Pero entonces, ¿có­
mo evitar el paro?
»:Posiblemente habrá que luchar en ·todos los frentes: aUJ­
teridad, disminuición de la liquidez, bloqueo parcial de salarios
y
precio&.>
Y a G. Ledouc, en el núm. 3 de 1974 del TOURNAL DES CAISSES
D'EPARGNE beijo el titulo ¿LAs RELACIONES ENTRE LA. INFLACJ.ÓN Y EL
DESEMPLEO PLANTEAN UN DILEMA?,
había observado en su conclusión:
«Un desempleo imp_ortante y duradero constituye,, ciertamen­
te, una plaga social, que es preciso tratar de reducir, sin tregua
ni reposo. Pero un alza continua de costes y de precios no deja
tampoco de serlo. La victima principal de la inflación es el
ahorr~ aun cuando algunas aplicaciones puedan ser objeto de
aplicaciones de índices, sin duda difícilmente ima-glnahles para
las liquideces monetarias propiamente diehas. Existen otros me­
dios de evitar despilfarros por el sub-empleo de las fuerzas
disponibles de productivid-a~ en un país que se respete, en vez
de acudir a la deterioración continua del ~inero. Por corta que
sea nuestra memoria, estamos suficientemente informados para
saber a dónde puede conducirnos todo -esto: a la pérdida de
nuestras libertad.e& fundamentales, es decir, al final de una ci­
vt1inción.>
Y, en fin, f)BrB concluir este epígrsfe, vamos a. recortsr otros ptnTafos
del
srticulo INFLACIÓN Y ETICA de F. J. de Saral<9,ui:
625
Fundaci\363n Speiro

626
. <,._. La _soci~ -opulenta- _se-.,ha -.coi;ivertido, e~.· "la sociedad
inflacionista~. Y el estado de espíriiu introd~cido pQl' el key­
nesismo y· la victoria aliada --:-que permitió ·el r_ápido desarrollo
de lo& iµios _SO y. -60--:---se ench,arca .y vacil~ •.
>En tµ1a generación-. hemos ·pasado del tradicional COn.sumo
diferido (que signifipaba -ahorro) al consumo de anticipación.
Todo. se compra a_ plazos, nada se difiere. Iloy, los jóvenes
recién
:eaitBdos 9e clase media y alta, el día _de su boda -lo tienen
todo, aunqu~ _no les per1;ef:1.ezca nada: ·piso,_ coche, el~trodom~
tico.s, vacaciones, club.
»Lo que sus padres eonsiguieron (con ahorro y consumo
diferido) en treinta años de trabajo,- ellos lo gozan desde el
primer·
día.
»Cosas de la vida; quizá Keynes consiga, por esta vía del
crecimiento indisciplinado y la inflación permanente (por él
provocada., aunque imprevista) hacer realidad la crisis final del
capitalismó, de que hablaba Marx.. La inflación actual, si no se
domina, puede destruir la coexistencia pacífica de las. naciones
y, dentro de ellas, lo& estamentos sociales. Pues nadie quie.re
pagar la factura

del festín.
>Es necesario, en toda Europa y en España, desanimar el
consumo anticipado y superfluo y realizar un esf1ierzo inmenso
en
·
inversi-0nes a-largo j>l9Zo y

ayudas a los
países y
regiones
·del subdesarrollo.»
-« ••• Occidente ha preferido el crecimiento ilimitado. Y a tarde,
nOs · dice Leiwis Munford que este es uno _ de los "mitos que
estallan".
Y hoY a Occidente le-es arrebátado -a través del
precio del petróleo-casi el 3 por 100 de sus rentas nacionales.>
«El fin del keynesismo ha comenzado. Y con él otro cre­
púsculo histórico: .la
moral calvinista

y
anglosajona d,e la

pro­
ducción siempre creciente, el
·desarrollo ilimitado

y
el éxito.
»Siempre vigorosa, sólo será fecunda si desemboca en servicio
y generosidad. Y abrasadora, en cambi~ como el fuego, si des­
emboca
en el agustiniano
amor de sí
mi~o.
»Quizá
sea

hoy la tarea
más honda
de nuestro Gobierno el
obligamos a todos
(especialmente a

los
má& ricos y poderosos)
al servicio y a la generosidad. El primero es muy difícil sin una
previa austeridad.>
Fundaci\363n Speiro