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Número 155-156

Serie XVI

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Crónica del XII Congreso del «Office Internacional»: La tentación socialista

CRÓNICA DEL XII CoNGRESO DEL "ÜFFICE INTERNATIONAL DES
ORMATION CIVIQUE ET o'AcTION CuLTURELLE
sE'LON LE DRorr A " u• -
SANA .ENTRE LOS DÍAS 9 y 11 DE ABIUL.,,.;¡917_
LA TENTACION-~TA
------~-~ Bajo el título general que antecede,. ha_tenido lugar ·,,,-~ne
el Xll.º Congreso

del «Office
Internationill. des Oeuvres de for0
mttion Civjr¡ue ,e/on /~_proit Naturel et Chrétien». Má.r de 2.500
participantes
abordaron
asíun7ema·de importancia crucial

para
la
hora
actual. La vida política europea cifra sus desarrollos y po­
sibilidades
er, torno
al
signo_ de la ilusión socialista, y si las derro­
tas
de

los
partidos socialistas en

Suecia o en Alemania Occidental
podrían llevar a la impresión de que existe un comienzo de re«ción
en contrario, el panorama político de Italia, Portugal, Francia o
España basta para centrar en términos orhicos la cuestión propuesta.
Las labores del Congre,o fueron altamente fructíferas en este sen­
tido, por
c11anto trascendiendo lo, nivele, del análisi, politico

de
la
coyuntura, contribuyeron a un planteamiento de fondo de todos sus
aspecto,. Religión, filosofía, ed11caci6n y política fueron alg11nas de
las
per,pectivas adoptadas a lo

largo
de las siete conferencias
de
base .y-de---ioL_ 4-[ferente.r Forums y encuentros. ,
La alocución Íimugur_a/. e,tuvo a cargo de Raymond de Chabot­
Tramecourt. delegado general del «Office
lnternational», quien pu,o
de manifiesto
las implicacione, del problema del ,ocialismo respecto
al. compromiso ,ocial del

católico. Para Chabot-Tramecourt,
la figura
de
San Vicente de Paul, testigo y protagonista de una época de
crisis, en muchos sentidos similar a la nuestra, representa un verda­
dero arquetipo de fortaleza, humtldad y mode,tia, conjugadas con un
realismo fundamentd para

el
que lo
real
y la experienci4 JOn la me­
dida del
pen,ar y de una acci6n que debe orientarse de manera de­
cidida a la recreación de los lazos orgánicos que unen a los hombres
entre
sí y, a través del amor de caridad, con Dios. Tal es el punto ·de
partida de una reordenación integral de la sociedad que nece,ita del
concurJO de todo,, cada uno en su puesto y en su papel propio, pero
ligado a los demás en un esfuerzo comunitario.
Bajo la PreJidencia del profnor f ean de Siebenthal, de la Eco/e
Polytechnique de
Lau,anne, Glande Callens,

de Bélgica, desarrolló
su ponencia Les socialismes devant l'histoire. Destacó, en primer
lugar, la continuidad y dureza de la condena pontificia a todo género
de socialismo. E.r posible que se haya mitigado en cierta medida esa
dureza inicial, pero

no cabe
dudar de la permanencia, de una tradi-
641
Fundaci\363n Speiro

ción de condena decidida a través de los tiempos y circunstancias.
Y

si el magisterio pontificio no
ha cambiado~ _,,,_ __ _
----------------ev1, en · ' · "Jmo continúe

fiel a
su
natural-eza esencidJ. Porque la consideración de 11ntl .sociedad como
realidad cerrada sobre lo f«ram~:tal: en la que el hombre
queda sometido a l~ a una a11toridad que sólo

se
funda
en

los
bieneJ __ temporales, implica la negación de la verdad funda­
me~ue
Dios

sea
yJ-tínico fin
del
hombre, fuente, por

tanto,
~fe derechos naturales_gue todo orden político debe respetar. Una
educaci6n a través/ife las «estructura.o>, que olvide--este df1/fl ercn·n'al,
priva al homlire de toda responsa1,madil;7,i mutila ,--priva de las
bases de
su personalidad, convirtiéndolo en un individuo alienado.
Como hecho hist6rico, el fenómeno de la --<<.r.odalización» no es otra
cosa que la multiplicación progresiva o el desarrollo creciente de
las relaciones sociales. La tentación consiste en atribuir a las diver­
sas formas del dicho fenómeno social. Recalcó en e,te sentido

la precisión con
que
el

tema ha sido
tratado por la doctrina actual de
la
Iglesia y su de­
nuncia del hecho de que muchos movimientos que se dicen soclii-­
listas lo son en realidad en mtl'J escasa medida, en tt,nto que otro,
movimientos, declaradamente católicos son rigurosamente socialistas,
en el sentido condenado por la Tradición y el derecho natural. La
Iglesia es 'memoria y conciencia de la Historia, 'Y _si11--eqrd1'Qces ha
podido arrojar la luz necesaria ante tanta _ab.rlllffdad doctrinal. Sea
cQmo doctrina, como hecho hist6rico o como < mo es inconciliable con los principios cristianos del orden po/ftico.
Todo intento de conciliaci6n implica la imposible concreción de
un absurdo l6gico. !La
reciente

condena
al movimiento «cristianos
para el Socialismo» (Paulo VI en Audiencia General del 10 de
noviembre de
1976) es una muestra de la continuidad efectiva de
la
posición contraria de la Iglesia

frente
a toda
forma de socialismo.
Bajo las más diversas configuraciones hist6ricas, el socialismo coin­
cide
e1i esencia en el intento de instam-aci6n de una sociedad ce­
"ada ,obre lo temporal, en la que la consecución de objetivos pura­
mente materiale.r intenta aseg,warse a través de la sumisión total del
hombre a la colectividad, y en la que la autoridad ,e basa sólo en
intereses materiales y temporales. Estos factores pueden acentuarse
en
mayor o
menor medida, según

los casos, pero
operan siempre
de

manera sistemática
y coordinada. Y en ello radica su radical
incompatibilidad con un orden armonioso de la existencia humana,
que sittíe a Dio,
en

el origen
y en el fin del Bien Comtín. La ley
natural, como -relr:tci6n etérna e imho"able, suministra los criterios
últimos y profundos de l,i recusación del socialismo.
642
Fundaci\363n Speiro

El Director del O/fice International tuvo a su cargo una síntesis
de
la
P,osición del
O/fice frente
al socialismo. Bajo

el
título L'Offi­
ce: une
practique de Ja «Charité politique», Michel de Penfentenyo
señaló
la

especial
gravedad de un¡ momento político que por

muchos
conceptos se asemeja cada vez más a los momentos previos a la Revo­
lución de 1789. Sea bajo, la forma Je vastos frentes electorales o de
la
guerrilla urbana y la
subversión universitaria, el
socialismo parece
avanzar sin

obstáculos. Con
todo, su advenimiento

no es irreversible,
como no lo ha
sido el

de ninguna revolución
en la historia, Es el
problema de los métodos el
que asume, en consecuencia, la mayor
importancia

en la hora
actual: la

democracia
liberal arriba ya a su
término lógico, y con ella caduca la estrategia de los frentes electo­
rales
antisocialistas. Triunfa más bien la coalición más cínica; la
que anuncia ya al partiáo unico y al Estado discrecional. Cabe

pues
plantearse la cuestión esencial de cómo una concepción superada en
el campo científico y en el de la experiencia cotidiana de la política,
avanza
sin
embargo hacia metas de mayor

dominio social.
La expli4
cación sólo puede encontrase -a ¡uicio de. Penfentenyo-- " través
de un análisis esencial, que dejando de lado facetas accidentales,
ponga

de
manifiesto la naturaleza íntima
del fénomeno revolucio­
nario: "' C#tÍcler de contra&ara Je redención social, puesto de ,,,,,,_
nifiesto ya por Pío XI. El socialismo es una trágica p#odia del Cris­
tianismo y precisamente en esa medida cOnse.rva y aumenta stt poder
de
seducción sobre las masas. Actualiza una necesidad

de acción co­
munitaria
y fraternal-, de amor social, concretada en nuevas comu­
nidades y nuevas ,o/id,,,.;,tades, erigidas sobre la tergiversación de los
contenidos originarios de la Revelación. La praxis revolucionaria. na­
ce, -en
consecuencia,

de
una esperanza comunitaria: la
ferocidad de
los
sistemas liberales se conjuga íntimamente

con el
cinümo de
los
sistemas
co,lectivistas, productos amhos del ateísmo revolucionario.
Frente a tal movilización de esperanzas humanas destaca el valor de
la
llamada de Pío XI a una acción que responda al totalitarismo
mediante «una contraofensiva de fuerzas de unión social». Frente
a la praxis de la lucha, una praxis de la unión; frente a las técnicas
de desintegración social, una acción inteligente y una fuerza de re­
constitución
.rodal. Ello

impone, ante todo,
una noción
auténtica
y
profunda de lo que cabe entender por «redención social» Es evi­
dente -y la política
francesa de las últimas décadas

es para
Penfen­
tenyo una prueba palpable- que
el auge de la tentación socia,.
lista
está alimentado en buena medida

por la
converJión de cuadros
enteros

de católicos
a las diversas alternativas de

la
izquierda. La
«.Acción Católica» el «cristianismo de los movimiento!>>, etc. han
protagonizado
una migración ideólogica y política

de
militantes ba-
643
Fundaci\363n Speiro

jo la tentación de un «ideal evangélico» liberado de las contradiccio­
nes y dificultades de la acción política. Ello debe llevar a pensar que
frente aJ socialismo no son sufidente'S los argumentos sociales o
econ6micos: es nece.sario recalcar que entre Cristianismo y Socialismo
exiJte
una contradicción esencial y excluyente, La Iglesia se enfrenta
una vez más a una idolatría, cuyos dioses .son el cambio -sin di­
recci6n ni finalidad-, o el mito de la conciencia colectiva -sin
responsabilidad personal-. Frente a esto tampoco basta con una
noción de la verdad, sino que es menester -encontrar formas de ex­
prrsión y difusión -de la misma. Es necesaria una enseñanza a travéJ de
los
hechos,
allí donde las ideas y razonamiento.s abstractos no llegan
a convencf!f'. De'Spttés de

130
años, el .rocialismo se
ha concretado
en
hechos evidentes, indiscutibles. Frente a los mismos, et posible y ne­
cesario
mostru la

divinidad de
Cristo, también

por
sus manifesta­
ciones de hecho. Método viviente, objetivo, que palpa las realidades
y tradiciones históricas, que compara ejemplos y personas, hábitos,
actitudes, resultados. Tal es el método de San Pablo frente a los Ro­
manos: el
rudo lenguaje de

las obras. Y,
acorde con la acción
de la
subversión, una reacción proporcionada al mal debe tener en cuenta
no

sólo la
acción sobre

los
espíritus, sino también

sobre
las institu­
ciones. La única manera de detener a la Revolución es la de fortifi­
car la unión orgánica de los pueblos con sus ·encuadramientos natu­
rales. Son los campos elegidos r,or la Revolución los que nos señalan
ya los antídotos directos y la terapéutica salvadora. Es necesario sos­
tener, esclarecer y coordinar a las élites locales; suscitar y animar un
vasto movimiento
de espíritu clvico, descentralizar

los
esfuerzos y
concentrarlos alrededor de las jerarquias naturales. Tal-es la premisa
indispensable para pensar en los perfiles
ulteriores de una polftica
nacional. Es por ello necesario evitar otra tentación: la tentación
fascista, nacida de

contextos de
desorganización general, e igual­
mente tributaria del espíritu centralista

y
masificador de la Revolu­
ción y de la tradición jacobina. Se trata de articular algo diferente:
una obra

de
auténtica caridad política, llevada a cabo ante todo

por
los
laicos, conscientes de sus deberes y derechos propios, y del hecho
de
que la Revolución no

reposa sobre leyes
necesarias e ineluctables
frente a las que toda resistencia es inútil.
Presidida por Julio Retamal Favereau, Agregado Cultural y de
Prensa de

la
Embajada de

Chile en
Francia -autor de una destacable
ponencia

sobre los
fracasos del

socialismo en
Hispanoamerica-, la
sefión del sábado se cerró con la intervención de Charles Rambaud,
educador,
poeta

y
dramaturgo francés sobre Le socialisme «educa­
teu.r. La expresión «socialismo educadon> sirvió a R.ambaud para de­
signar no tanto los

aspectos
polfticos o institucionales del socialismo
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Fundaci\363n Speiro

como el clima cotidiano en que vzvtmos hoy. Para el expositor es
«socialistá» toda medida que tiende a subordinar al hombre al gru­po, masificándolo y manipulándolo. En el clima «educador» del JOciaüsmo, los medios de comunicación, la publicidad, la tecnocracia,
la politizaci6n, la burocracia, el romanticismo exacerbado, las ideolo­
gías y el
acento en la pura sensibilidad en

detrimento de
la in/eli­
gencia, coadyuvan al
designio masificador que caracteriza por igual a las sociedades liberales y totalitarias. Ante este contexto, subrayó lvlmbaud la importancia de la familia, la educación y la cultura como
ámbitos de
resistencia, donde
debe librarse hoy la batalla
decisiva. La familia es una instancia de resistencia espontánea y natura/,, y se ve agredida en nuestros días por la acción dirigida de las ideas socia­
listas, a través de la educación y ld cultura. Esta última es un impor­tante vehículo tranmii.ror de las ideas revo/11-cionarias. Ante ello es
menester qirmar la libertad de la creación. «No hay gran idea que no sea, en una cierta medida, poética». Y en la autonomla de la cultura frente a las ideologías reside una posibilidad de lucha -con ventajas
y riesgos-, que es necesario defender. Frente a la ilusión socialista e.s necesario oponer un ideal: no nos hatimos por ideas; nos batimos
mediante las ideas, por la felicidad de los hombres. No existen
«socialismos de rostro humano», tino socialismos totalitarios, cuya idea
pro gres a en el orden de los planteamientos paramente abstractos, y no
en la
realidad. Es que por debajo de su superficie racionalista, la tentaci6n totalitaria porta consigo 11n contenido anárquico y román­
tico, que avanza
contra

todo lo
que pertenece en esencia al hombre;
contra el sentido de la
responsabilidad, contra

los
cuerpos interme­
dios de que se campone naturalmente la sociedad. Como tentación
totalitaria,
el socialismo avanza a través de una manipulación del
lenguaje, de un olvido voluntari(} del pasado y de la t1'adición y de
""" planificaci6n dMlectizante que vuelve a
la técnica contra el hombre mismo.
La jornada del Domingo de Res11"ecci6n dio comienzo con una interesante exposici6n de

Ng11yen
Van Hoang, ex-Ministro

de Tra­
bajo de Vietnam del
Sur y

miembro fundador de
«Cáritas» Viet­
nam. acerca de las alternativas

de la
caída de su país ante

la invasi6n
comunista, que sirvro de

prólogo
a la ponencia de ]etm de Sai-nl
Chamas
sobre Reporulre á fattente des hommes au ttavail. A través de
un denso
y riguroso t1'atamiento expositwo, Saint Chamas abord6 lo,
lineamientos fundamentales de

la filoso/la
cat6lica del
trabajo
y su
vigencia actual
ante

la
mayoría de

los problemas
que trae

consigo la
tergiversación socialista

del fen6meno
laboral y,

en general, de la
< de¡.., teorías, para descender a los hechos. Para la civi/iu,ción cristian,,,
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Fundaci\363n Speiro

el traba¡o y la propiedad tienen un sentido espiritual e imponen, por
consiguiente, una
jerarqula de deberes.

Ello le ha
permilido erigirse en
la única verdadera inspiradora de progresos sociales, del mejoramiento
del trabajo, de k, promoción humana y la paz social. Hay. pues, una
valorización optimistt>
del trabajo, por

completo
dfferente a la vi­
sión

pesimista
derivada del materialismo, sea

en
su versión
liberal
o en su versi6n socialista. La tentación socialista, particularmente,
promete los bentrficios de religión sin la religión, los bentrficios de
la civilización sin la civilizaci6n, el remedio a} dolor de los hombres
sin los medios necesarios para remediarlo. Plagio evidente, ¡acompa,.
ñado
de un fracaso reiterado y no

menos patente. Es que la colec­
tivización de los bienes· materiales va precedida de una colectivi­
zaci6n de las almas y las conciencias, de un agotamiento de la perso­
nalidad. La concepción católica, por el contrario, rechaza la ·colec­
tivización de los bient's para ,rfirmar la comunión y la multiplicación
consiguiente de los mismos .. El .socialismo 11tópico es, en cambio,
insensible e invulnerable a los hechos. La fórmula católica, busca
afirmar, como decía Simone W eil, «una autoridad que no sea mirada
como
extran¡era o enemiga, 1ino que .rea .amada como

perteneciente
a aquello! que se dirige,>. Frente al utopismo socialista es menester la_
renovación de los lazos naturales entre poder y responsabilidad, en
todas las dimensiones en donde el fenómeno del poder se presenta.
Solución que, a juicio de Saint Chamas, comienza por la afirmación
-y no la .destrucción-de las jerarquías responsables capaces de
enriquecer las
comunidades en las que los hombres arraigan y forjan
su personalidad.

«Todo el
que posee,

debe»,
y las dfferencias sociales
entre l{Js hombres son preéisarnente el reflejo de una jerarquía de
deberes
que la
filosofía pesimista del trabajo
-heredada de la Re­
forma y
afirmada luego por todas laí álternativas de

la
Revolución­
intenta negar. El socialismo es el último acto de un ·drama histórica­
mente macho más vasto, y porta consigo una suerte de nostalgia hacia
la noción primitiva afirmada por la enseñanza cristiana, que ·consi­
de,a al u-abajo como mstancia de Ubertad, promocJón, solidaridad
y humanidad. Vaciados de contenido originario y deswtuados por
un pesimismo práctico, eslo-.r · conceptos oomponen el, núcleo ex­
plicatwo de la tentación socialista de las sociedades actuales, frente
a la cual sólo puede oponerse con éxito la visión católica, como una
filosofía de
la responsabilidad.
Presidida por
fon Peter Wieselgen, de Sitecia, la mtervend&n
de GustllVe Thibon, -Au-dela des socialismes-, marcó, al igual
que en años anteriores, el momento culminante del Congreso. Para
el filósofo francés, el vocablo socialismo, por sobre la equivocidad
de su contenido, incita en nuestra imaginación la idea de una concep-
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Fundaci\363n Speiro

ción casi religiosa acerca de la vida y las relaciones sociales, cuyas
promesas de redención terrenal
van acompañadas
sin embargo de
la servidumbre práctica a un Estado en constante crecimiento.
«Lo
que ha desaparecido en los países socialistas es la idea utópica de
la
desaparición del
Estado». Todo lo contrario a to anunciado pro­
féticamente: la tentación
sociaUsta se apoya en

la opresión.
La seduc­
ción

totalitaria reconoce
su apoyo

fundamental
en el espíritu de
abstracción,
que desarraiga

a los hombres y los entrega a la
ilusi6n
de una responsabilidad

estatal omnicom prensiva, alimentada por
una
visión

hipócrita del derecho como
Conjunto de

reivindicaciones
abs­
tractas

y de los supuestos
servicios de

ta
idea socialista hacia

los pobres
y
oprimidos <<¿Más allá

del socialismo?» Para Thibon, ese
«más
allá»
es

una opción monstruosa, frente a la
cual no

hay programas
expresos de reacción
j tan sólo algunas lineas fundamentales para
que la

inteligencia, apoyada en la
experiencia y en la noción de las
circunstancias y de la capacidad de cada uno opere la acción necesa­
ria,
Las ideas de arraigo, libertad y responsabilidad son, en este
sentido,
piezas maestras

de
una visión que debe
partir del rechazo
del
individuaHsmo y del colectivismo,-ni masas ni individuos ai.sla­
dos. Las comunidades rurales, ligadas al ciclo vital de la Naturaleza
Jiguen brindando un ejemplo de incalculable valor para una socie­
dad que
ha

perdido la medida de
la realidad. Ellas nos hablan de
dichos

valores
y de ámbitos donde todo parasitismo carece de sen­
tido. Retomando el tema abordado en el Congreso de 1976, Thibon
subrayó la necesidad de
actuar contra

el derrotismo de las élites.
Estas cumplen
una función insustituible, polarizando y coordinando
tas
energías soiales.

Ellas deben
reaccionar frente al materialismo
y
a los

mitos de
un -crecimiento cuantitativo infinito,

absurdo e ilógico
por naturaleza, frente a la constatación de la finitud del

mundo.
Las
élites son portadoras de los ejemplos, de un espíritu de emulación
en lo
cualitativo, de un espíritu
de
amor ya
casi totalmente
extraño
en

la sociedad cuantitativa.
Sociedad idolátrica que venera a carica­
turas
de la realidad, basada en la falsa seguridad que proporciona el
consentimiento unánime en la
mediocridad. Sólo una política que
gobiern~
al

hombre sin absorberlo,
que «despolitice» la sociedad
garantizando ese
mínimum vital

de
polltica que toda

sociedad
necesiJ'a naturalmente, pero respetando ÜlS ámbitos que la misma
naturaleza impone

como privativos
de la libertad responsable de los
hombres.
Presidida por
Arcady Stolypine,

periodista e historiador,
refu­
giado
ruso,

la primera
conferencia del dla lunes
11 estuvo
a cargo
de
foel-Benoit dJOnorio, Presidente regional de

los
furistas Cató­
licos de Provenza. La intervención de d'Onorio fue una de las más
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Fundaci\363n Speiro

destacadas por su claridad y precisión en el enfoque de las diversa,
formas actuales de

socialismo.
L'Etat sociaJiste, opium de Peuple,
tal el Jitulo de un ensayo de sistematización para el que resulta ma­
nifiesta la falacia de la pretenJida «desaparición del Estado». Como
dogma, esta idea resulta prácticamente indiscutida por las diversa.r
formas de socialismo. Pero es en el terreno de las realidades donde
la misma

no
resiste la más ·mínima
confrontación con
lo.r hechos.
Co­
mo demostración de
su te.sis central, d'Onorio

pasó revista sucesiva­
mente
a los

modos políticos
de trantición al socialismo, y a las formas
politicas del llamado «Estado Socialista».
Entre

los primeros distinguió dos especieJ: la via
insurreccional,
preferida por la ortodoxia doctrinal y que cuenta como e;emplos con
los
casos de. RPsia {1917} y Portugal {1974), y la vía pacífica que
no es sinónimo de vla legal, sino de no uso de armas, por cuanto
consiste en una «guerra de posiciones>> como la adoptada por las
formas
actuales del
socialismo
y el comunismo en Europa Occidental.
El expositor
analizó detalladamente las formas y procesos más típicos
de ambas vías,
para señalar lttego los

puntos de fondo en los
que
ambas,
al coincidir, se nos presentan como alternativas meramente es­
tratégicas,
cuya eficacia estará

determinada por las
circunstancias con­
cretas

de. la lucha
-revolucionaria. En cuanto a
las
formas políticas
del

Estado socialista, distiguió el
socialismo de Estado, propio de los
países europeos y fundamentalmente inspirado en el modelo soviético
-lo cua/. no impide distinguir., sin embargo, los siguientes matices:
a) Estado pos/capitalista; b) Estado presocialista; e) Estado socia­
lista;
d) Estado socialista avanzado-, de los socialismos del Tercer
Mundo,
en los cual.es el modelo sociaUsta se presenta como un medio
de
desarrollo
y de consolidación de la personalidad política nacional
frente a las potencias colonizadoras. En

este último ámbito, notó con
acierto d'Onorio la
desaparición de ciertos temas

fundamentales del
marxismo: el

materialismo ateo, la lucha
de clases, el inte-rnaciona·
lismo proletario, el colectivismo. Junto a la no
siempre 'Clara -recep­
ción

de estos conceptos en el plano
verbal, es
posible
apreciar la
presencia

de
ideas ajenas a la

ortodoxia
marxista, tales como la
cola­
boración de clases,

la
presencia de

elementos
pertenecien.tes a
las reli­
giones
vernáculas, la llamada a las inversiones extranjeras, el nacio­
nalismo, etc. Pero por sobre estos elementos de divergencia se ve exacerbada la
acción del

partido único
y el estatismo. Aun así, no po­
cas veces el socialismo ha
sido una especie

de
coartada verbal
de la
clase dirigente
que practica más

bien un neo-colonialismo hacia el in­
terior del propio
pals.
¡unto
al socialismo de Estado en sus diversas formas, d'Onorio
analizó
al socialismo de Consejos,o «autogestionario», cuyas concre-
648
Fundaci\363n Speiro

dones actuales no permiten distinguirlo, en cuanto a sus efectos fun­
damentales, de
las formas estatistas, respecto

a
las cuales más bien
se
presenta «mio fa,e transitoria de un proceso evolutivo. Lo que ba¡o
ninguna de las formas conocidas ha logrado el socialismo es la con­
ciliación de

su designio organizador con la presencia efectiva de las
libertades
fundamentales. El

socialismo «no marxistm> es
una uto­
pía: o se inclina hacia el Capitalismo o es absorbido por el marxis­
mo -mucho más consecuente con las premisas de fondo-. Por
sobre
sus mitos y contradicciones, el socialismo es, en sentido estric­
to,
un opio

del
pueblo, carente
por completo de ese carácter irre­
versible con el que pretende anonadar a las voluntades. Tal la lección
evidente
que arro¡a la

precisa fenomenología del hecho socialista
pro­
puesta

por d'Onorio.
El cierre del Congreso, presidido por
Salim /ahel, Presidente
de
la Corte de

Apelaciones de
Beyrut, estuvo a cargo de

/ean
Otts­
set. Su intervención -Pou.r une Cité Catholique-estuvo destinada
a plantear,

con destacable vigor
y énfasis, las dimensiones actuales
del
comprQfniso del

católico en la
política. En un .rentido esencial, .re
trata
de

actualizar la propuesta de
Pío X1:
no
.re trata de

inventar
utopías, .rino de instaurar y restaurar a la civilización cristiana .robre
sus fundamentos naturales; «omma instaurare in Christo». Frente a la
utopía, debe señalarse que no hay Ciudad Ctttólica ideal, sino esfuerzo
permanente por in.rtt111rar el reinado .rodal de Cristo. Importa, pue.r,
el subrayar los fines, por cuanto son estos los que especifican el método
adecuado. El

«método»
ctttólico impone la actitud
de más abierta
disposición hacia la experiencia. Privilegia lo
que es y niega lo que
no es. En este sentido debe hablarse de una «política experimental»,
como
la
única política capaz de despe¡ar el

clima malsano de las
utopías modernas. En el caso· del .rociaU.rmo- -manife,rtaci6n utópica
por excelencia
en nueJtro.r días-eJ neceJario reparar en JU irreduc­
tible oposición respecto al cttto/icismo. Así lo ha entendido la Iglesia.
cuya condena radical repo.ra, sobre todo, en razone.r de realiJmo. La,
primacía de lo empírico en el método fue especialmente señalado por
Ousset a través de
un paralelo entre la vigencia de Santo

Tomás y
Bossuet, que permite apreciar el enorme valor de

los aportes del
segundo,
'por cuanto guarda

la
venta¡a de
tener ante sí la
totalidad
de

la experiencia política
de la
Cristiandad, sólo conocida por
Santo
Tomás en su.r comienzo'.f y manifestacione.r iniciales, E.rta apertura a
la
experiencia permite
pensar en una Ciudad que es católica po·r su
universalidad. Si fuera sólo para los católicos sería una caricatura de
una Ciudad que, por nttturaleza, es para los

hombres;
que comprende
todo y beneficia de todo. Impone, por tanto, una obligación moral de
aplicación
de los principios; sobre todo hoy, cuando ha llegado la
649
Fundaci\363n Speiro

hora de la acción/ hora de la prueba y del esfuerzo intenso, sobre todo
en el campo de la política, donde el obrar humano debe operar la
indisoluble
unión de

lo
esencial con
lo existencial.
La variedad de los temas y puntos de vista desarrollados no hacen
fácil
una conclusión general.

Si la misma
fuera posible,
debería refe­
rirse, sin duda1 al espíritu general del Congreso. Las intervenciones
de Penfentenyo, Thibon,
d'Onorio 1 Ousset contribuyeron a subrayar
la inminencia e importancia de la acción. Acento
a nuestro
juicio
fundamental, en un tiempo en el que el socialismo ha mostrado ya el
fracaso
radical de
sus planteamientos y premisas de fondo y se pre­
senta cada vez már como un frío y desnudo mecanismo de poder que
concentra y define todas sus poúbilidades en el terreno de la polí­
tica. Es el políticismo integral de-una época que bien podemos ca­
lificar -con el filósofo italiano Armando Plebe- de post comunista,
en el sentido de que en ella el pens<>miento marxista .....J,, forma más
acabada y completa de materialismo-- ht1 agotado definitiv<>mente
su c,q,acidad tnterpretativ,:,
y modificativa de la realidad. Si bien es
cierto que ha !<>grado aticUZ.., un método de «ceso y conserv«ión
del poder político como no ha conocido otro la humanidad, es evi­
dente, sin embago, su radical esternidad para dar cima a las ilusiones
y expecsativas que llevan
ti /,os hombres a abrazt1r su causa. La disi­
denoia y la heterodoxia son síntomas de una seoreta enfermedad
mo,ta/,, Sólo
un impulso de fe religiosa, aterrom:ada ante la historia
y sedienta de
la pst!fláo seguri,Jad de las sociedades cerradas e ;,,_
móviles, permite
la sr,pervivenoia del vasto y omnipresente aparato
del Estado totaJ#flrio. El Estado comunista -han denunciado Solj­
hemtzin y Sajaov-es sóJo un instrumento de control policiaJ y una
máqm'fla de exptmsi6n militar; vacío ya de todo contenido, es inca-pa-z
de motivar /,os res-0rtes profundo, de la voluntad y la inteligencia.
Todo e,to permite afirmar
la primacía, en el orden operativo, del
tema
de /,o, fines y meái<>s tle la acci6n política, entend«la ésta en
el tmiplio sentido en q"8 también se presenta en el marxismo. Tanto
el neoiiummi,smo de la civiUzación secuz..r como el neomodermsmo
de
la cwiUzación católica ---componentes esenoiales de la aJternativa
centroizquierdi.rta que pretende oponerse a/, avance electoral del
so­
ciaüsmo en los palses del su,r de Europa-,e precipitan hacia una
crisis inevkáble, frente a la mayo, coherencia y decisión revolucio­
n,:,ria de sus enemigos. Se !impUfican y agravan los antagonismos, y
resalta así el imperativo de una reacci6n integral que deberá nece­
sflriMnente recrear los fundtlmentos últimos de la catolicidad oc­
cidental.
ENRIQUE ZULETA PuCEIRO.
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Fundaci\363n Speiro