Índice de contenidos

Número 163-164

Serie XVII

Volver
  • Índice

La subversión y la destrucción de la familia

LA SUBVERSION Y iLA. DES11RUCCION
DE

LA
FAMILIA
POR
JERÓNIMO Cllru>Á BAÑULS
Sin duda alguna, a veces se emplea la palabr acepción válida,

tanto en lo
moral como
en
Jo, jurídico; es la rebelión
contra

un falso orden social que conrulca el orden natural, presen­
tándose
romo la única salida a la que háy que acudir, <~extrema
ratio», y que para esa validez precisa cumplir unas condiciones irre­
nunciables, tal
oomo nos recordaba. hace unos años Michel Federico
&iacca (1).
Pero no es ésa, claro es, Ja. cuestión que nos ocupa. La Revolu­
ción, con «R» ~cula como

elida
OusseÍ (
2),
es palabra que

no
debi'era resultar equívoca; «es una corriente subversiva, ordenada
a un cambio completo en nuestras concepciones del hombre y de Ía
sociedad»; y citando al periódico La Révo-l11tion Franiaise (número
de junio de 1879), nos
ofrere esta frase, igual de válida entooces como
hoy: «El mundo moderno se

halla situado en
una 1'lternativa: o

el
triunfo de la
Revolución, o

un
retorno sencillo y puro al Cris­
tianismo».
«La Revolución -ha dicho André Malrau.x-juega hoy día el
papel que había jugado la vida eterna». Diríamos que son las mismas
dos banderas de San
Ignacio, tan
opuestas entre sí, que de ninguna
manera pueden
admitir esa falsa

soldadura del no menos falso
pro-
gresismo religioso. · · ·
· · Son muy conocidas las palabras· de Alberto de Mun, especialmente
(1) «Revolución, conservadurismo y tradición», en Verbo, núm. 123
(marzo 1974), pág. 287.
(2) «Pan! que ~1 ·re1ne», Speiro, 1972, pág. 85.
335
Fundaci\363n Speiro

JERONIMO CERDA BARULS
para los lectores de Verbo-: «La revolución es una doctrina que
pretende fundar la sociedad en la voluntad del hombre, en lugar de
fundarla en la voluntad de Dios...
Se manifiesta por un sistema
social,
político y eronómico brotado

de
los cerebros de loo filósofos,
sin

la inquietud. de la. tradición y
caracterizado por la negación de
Dios en
la sociedad pública.. Es ah! donde está la revolución y donde
hace falta. atacarla».
La Revolución
es ta.n vieja casi como la. Creación. «Non serviam»,
fue el grito de Luzbel en la rebelión de los ángeles. «Seréis como
diose;», fue la tentación de fa serpiente a nuestros primeros padres,
en el Paraíso. La. Revolución no es un fenómeno esporádico que haya
brotado
ahora «ex novo»; no es una. especie. de «sarampión» del
«cambio», como a veces se oye decir a los temerosos, vaµamente es­
peranzados, desde su pasividad, en su rápido fin.
La Revolución tiene raíces muy hondas, tanto en el tiempo como
en el pensamiento;
es vieja, bln vieja como la serpiente, y no soy
yo quien la acusa, sino que ella misma se ufana de ello consta.nte­
mente;
no

si es casualidad, pero la prensa diaria

de estos días,
nada contrarrevolucionaria, siempre vanzada
y. nada

proclive a.
des­
cender

por el túnel
del tiempo, nos está

obsequiando con una frase
de propaganda. de cierta película
: «Abel n11ció para acepta.r el orden
constituido.
Caín, para destruirlo y cambiarlo por otro más justo. Cain
es el símbolo del progreso».
No viene
mal acordarnos de Caín; más de una vez nos saldrá al
paso en. este tema. No viene maJ,. no, el acordamos de Caín, porque si
primero fue la rebelión del hombre contra Dios, con el pecado de
Adán,
el pecado de Caín es la rebelión del hombre contra el hombre,
y quizás ésta pudiera ser la razón de que, en la. Biblia; el relato de
Caín venga

inmediata.mente después
del que contiene la
caída de
Adán,
pese a ciertos a.nacronismos, que no parecen preocupar

dema­
siado
a la

tradición
yathvista., autora
de
ambos relatos.
Rebelión

contra Dios y
rebelión contra
el hombre, es
la rebelión
contra
el doble Mandamiento que encierra toda la Ley: amor a
Dios
y amor al prójimo.
Como el efecto sigue a la
causa, la rebelión de todos los Caínes
es siempre
consecuencia de Ja rebelión de todos tos Adanes. Quien
336
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVBRSION Y LA FAMIUA
no respeta a su Padre, porque Este es S:Uperi!>r. y quiere colocarse en
su
lugar,
¿cómo Vil a respetar a su hermano, que ,s su igual? Si
trata de suplantar
la Voluntad del Padre por la suya propia, ¿a qué
voluntad va a querer dejar sometido a su hermano? Soberbia y
egoísmo son las dos caras vista perspectivas.
A veces, con nuesQ'.a miopía cobarde y .egoísta, somos ·-dados a ver
en la Revolución solamente su aspecto incendiario, su aspecto de
crimen
de esa
humanidad. Vemos a
Oún matar a Abe!, pero pensa­
mos que nosotros, no somos Abe!

y
que puede
que
c::aín pase por nues­
tro lado sin tocarnos,
sobre to adoptar una postura de salvaguarda, que podemos llamar «prudencia»,
comprensión, pacifismo, divido, reconciliación, padto, etc., sobre todo
si las llamas no nos tocan de momento; y nos reconfortamos oon la
suicida
esperaoza
lleguen a
tocarnos; y hasta es
posible que preparemos su benevolencia, proclamando ~ que

nosotros hemos sido. cainitas de toda
la vi no ·es eso; no es un incendio, ni unos crímenes ; no es-µn ataque a
nuestrá integridad física o a nuestros· bienes; eso es. una-de sus conse­
cuencias, mejor rucho dos : la del incendio y la de nuestra cobardía
claudicante.
Oigamos lo

que
decía monseñor Go.ume (3) en el siglo pasado,
cuya cita
nos la recoge Ousset ( 4) : «Si arrancán preguntáis
( a la Revolución) : "¿quién eres
tú?", ella os lo que se cree. Mudhos hablan de mí, pero pocos me conocen. No
soy ni el corbonarismo ... , ni el motín ... , ni el cambio de la Monar­
quía
en República, ni la sustitución disturbios momentáneos del orden público. No soy ni las vocifera­
ciones de
los, jacobinos, ni los furores de la Montaña, ni el curnbate
de

barricadas, ni
el saqneo, ni el incendio, ni la Ley Agraria, ni la
guillotioa, ni los ahogamientos. No soy· ni Marat, ni Robespierre, ni
Baboeuf, ni Mazzini, ni Kosuth. Esos hombres son mis hijos, no soy
yo.

Esas cosas son
mis obras, no soy yo. Esos hombres y esas cosas
(~) La révolution-Recherches historiques, _tomo _I-1877, pág._ 18. ·
(4) Oh. cit., pág. 88.
337
Fundaci\363n Speiro

JERONIMO CERDA BAfWLS
son hechos pasajeros y yo SO'f un estado permanente. Soy el odio de
todo
orden no establecido por el hombre y en el i;ual no sea rey y
Dios a la vez. Soy la proclanJación de los derechos del hombre, sin
preocupación de los, dereohos de Dioo. Soy la fundación del estado re­
ligioso y social sobre la voluntad del hombre en vez de la voluntad de
Dios. Soy Dios destronado y el hombre puesto en su lugar ( el hom­
bre llegando a ser el mismo su fin). He aquí por qué me llamo
Revolución, es decir, trastrocamiento .... "».
La Re\'olución es, pues, odio COllltra Dios y contra todas sus
criaturas;
en una pa,labra: es demoníaca. De esa dependeocia diabó­
lica abundan los -testimonios, no sól'o tácitos, sino expresos, -clarísima­
mente expresos, entre . sus más conocidos representantes, especial-
111e!lte de los de ios sigk,6, XVIII y XIX: enciclopedistas, volterianos,
masones, socialistas, mcioruclistas de toda índole. Vaya por todos un
texto dé Proudhon: «¡Ven, Sa.taná.o! Ven tú, el ca.lumn,jado de los
sacerdotes y de los reyes. ¡ Quiero abrazarte, quiero estrecharte contm
mi pecho! Ya hace tiempo que te reconozco y tú: también me conoces.
Tus obras, ¡oh bendito de mi corazón!, no son siempre hermosas, ni
buenas; pero solamente ellas dan un sentido al universo, impidiéndole
ser
absurdo. ¿Qué sería sin ti la justidia? Un instinto. ¿La razón?
Una rutina. ¿El hombre? Un bruto. Tú

sólo
animas y fecundizas el
trabajo. Ennobleces la riqueza,. Sirves de excusa a la autoridad.


pones el sello a la virtud. Espera
un poco, proscrito. No tengo a tu
servicio más que una pluma, pero equivale a millones de publica­
ciones ... ».
DostO}'e\'ski, conocedor romo pocos del socialismo, escribe en su
celebre
novela Los hermanos Karam,azof: < solamente
el problema obrero, o el del cuarto estado; es, ante todo,
la
cuestión del ateísmo, de su encarnación contemporáriea.; es· 1a cues­
tión de la Torre de Babel, que se construyó sin Dios, no para alcan­
zar los cielos desde la tierra, sino para abatir los cielos hasta .la tierra».
El siglo xx no es tan propenso a esas declaraciones explícitJatnente
satánicas; despiertan una sonrisa iru:rédul•a y hasta parecen recú.rsos
literarios de un género grandilocuente, tan del gusto de los siglos
inmediatamente
pasados. La Revolución perfecciona sus métodos y
se ajusta
a los

gustos de
la época; no ronviene hablar del 0-Cnio, es
338
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FAMIUA
preforiMe, para la acción diabólica entre las gentes de nuestro siglo,
que se

olviden
de· él; es preferible jugar al chiste fácil de que «el
Demonio
es un pobre diablo»; hasta la acción subversiva dentro de
la Iglesia, de la que en seguida hablaremos, tender_á a hacerlo olvi­
dar, cuando no a
negar su propia existencia, en Jo que encontrará un
refuerzo de

donde
rn,nos cabía esperarlo: del propio Papini.
La acción subversiva es

ahora
más sutil, especialmente en este
último tercio del siglo xx, pero por ello mucho más peligrosa. La
enorme maguitud de sus resultad05 está a la vista.
Y

no es
que oculten demasiado sus propósitos e incluso los méto­
d05; •uelen decirlo, unas veces por medio de sus líderes y otras de­
jando el
trabajo para los, vociferantes, pero siempre confiantes en que
nuestro probado escepticismo, lleno de pereza y de
hedoni&mo, nos
hará

exclamar al oírlos : «No será
tanto».
H.ÍCe
'.(X>COS años, en 1963, la presidente del Partido Comunista
Español, Dolores
füárruri, cuya

biografía no hace falta recordar
porque es del
dominio público, · decía

en
wi discw:so en el Circulo
Julián Grimau, en
La Habana: «Ah.ora sabemos que por la fuerza no
obtendremos nada.

Pero
existen otros medios para alcanzar fa victo­
ria;
mezclarnos con ellos. Hay nwdlos de los nuestros situad05 en
puestos de responsabilidad, y esos abrirán el camino a los demás.
Debemos atraemos a los católm, los estudiantes, la clase media ...
Fs necesario que dividamos sus fuerzas. El fanatismo de la fe ha
unido a los españoles. Ante el nombre de Dios se detienen. Por eso
es necx,sario no herir
· los

sentiminetos católicos
hasta que
podamos
imponer nuestra

ley. Las nuevas corrientes
ya han aparecido entre
los
católicos
franceses, totalmente divididos, puedm. ser nuestra gran
solución para
España».
Los

Protocolos de los
Sabios de

Sión,
el tndister plan para
destruir la Iglesia desde

dentro, los libros,
de :lo. llamada¡ «Nueva Teo­
logía», libros, discursos, hechos ... , nada ha sido suficioote para que la
Cristiandad

abriera
los ojos; siempre cobarde
y
quretista, se
limitaba
a acusar, a loo que le llamaban la atención ·de lo que se precipitaba
sobre ellos, de «ultras», «carcas», «cavemícola:s» y «cazadores de
brujas».
Da
táctica ha sido fructífera en toda la Criistia¡ídad, y especial-
339
Fundaci\363n Speiro

JER.ONIMO CERDA BA1'1ULS
mente abundante y meteórica en España. La realidad está a la vista
y no hoce falta aducir el más ¡nínimo testimonio. ¿Quién hubiera po­
dido imaginar que en la España tridentina., la España por el Papa ... ,
podían ser recibidos por ciertas jeran:¡uías, sin ahorrar complacencias
y eufóricamente. aireados por los llamados medios de comwiicación
social, invitantes e

invitados,
dos de
los
más importantes teólogos
de
esos que están dedicados en cuerpo y alma a destruir la: Igesia? Me
estoy refiriendo a Karl Rahner y a Hains Küng.
No

quiero que nadie
me tilde de exagerado; juzguen esto:
Karl
Rahner há escrito en su Relación a la ComiJión Teológica
Internacional
de 1969 (pág. 27, apartado b) lo siguiente: «Si el
magisterio de

la Iglesia
no tiene hoy la valentía y la audacia de
retractarse de
los errores pasados, no

seguirá siendo digno de fe
y
confianza». Impugna el Syllab«.r de Pío IX, la Pa.rcendi de San
Pío X, la H«manae Generis de Pío XII, la Humanae Vitae y el Credo
de Pablo VI, exigiendo de este último su retractación si quiere que
le
creamos ;
se
opuso a Pablo VI por la clausura del Concilio Vatica­
no 11,
arusánddle de

haber cortado e]
arranque profético.
Hans Küng

tuvo a
bim explicarnos ante las cámaras de la tele­
visión su tesis contra
el dogma de la infalibilidad pontificia y sus
obras ocupan el Jugar preferente de las que siguen llamándose libre­
rías católicas,
algwias de
ellas pertenecientes a Ordenes religiosas;
y
a propósito de la apootasía del · inglés Davis, escribió en Informa­
tions Catholiques lntemationaie, (1 de junio de 1967, págs. 26-30)
lo siguiente: «Los que quedamos en la Iglesia tenemos muy buenos
motivos para hacerlo ... No se
trata solamente de interpretar la Iglesia,
sino de cambiarla». Si esto, además de herético e impío, no les suena
a marxismo, esperan unos momentos. y les sonará más que un ·timbal
aporreado por un diestro.
De
los focos eclesiaJes que han atizado o encubierto la subversión,
incluida
algwial residencia importante; de «los cristianos para el soda­
li•mo»
;

de las ya
desea.retadas «Comisiones Obreras»; de ciertas
obras seu.doapost61.icas; de las posturas de ciertos prelados, etc., es to­
do ya demasiado público para insistir en su
denuncia; hoy
ya está
todo, o casi todo, a la
luz del día y ru,, se precisa del más m!nimo
esfuerzo para detectatlo; cuattldo no somos testigos directos, es la
340
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVER.SION Y LA FAMILIA
prensa la. que nos ilustra ron las «ambigüedades» y «ligerezas» de
eclesiásticas, de mayoc o menor relieve, ellos y. sus .cosas, como aque,
lla tan sonada de aquel eminentísimo personaje que dijo preferir la
persona a "ª verdad.
El

Papa
Pablo VI conoce, corno nadie, esta destrucción ,coos.tante
de

la Iglesia
desde dentro y· no se cansa de denunciarla y reprobada.
Suyas son la.s cooocidas frases: «El . humo de Satanás. ha entrado, en
el
templo de Dios»,
«Los que socavan Ja Iglesia· desde dentro», «Las
presiones·

de los hermanos
desgraciadamente des"iados», los

que
«camuHan bajo el nombre

de
conciliares prácticas' sacrílegas>>, «Trai'
dores a la Iglesia», «la incompatibilidad del, cristianismo con el so­
cialismo»

... Sus condenas del
liberalismo, del
socialismo, del laicismo,
de la
mora!! permisiva ...

El
pasado Miéro,les de Ceniza nos. habl6 del
«dominio del Diablo .sobre

la tierra
y fos · mismos hombres». Son
mucl:tísimos los textos suyos que podríamos aducir y varias veces re­
petidos por él
en alocuciones y escritós.
Toda esta táctica destructiva desde dentro, «autodenwlición», dice
el
Papa,
no es
tampoco
tan nueva como parece; ya

fue usada por la
Masouería en

otros tiempos, como
puede verse,
por ejemplo, en la
obra maestra de Jean Ousset Pára que El reme, a la que ya nos
hemos referido; en ella
se recogen textos públicos y menos públicos,
sinceramente esmlofriantes.
La Revolución se

nutre de todos los
errores del pensom.iento hu­
mano.

Desde
el viejo monismo de Heráclito: «todo corre» ( " «no se biaiía uno dos vieces en el mismo· río. Lo que es, ·no es, y lo· que
no
es, es;

porque todo
deviane y nada permanece»; pasando, poc los
estoicos
y epicúreos, con su determinismo, para seguir con las pri­
meras herejías
cristiams, en especial la maniquea, siguiendo

con el
nomina!lismo de Guillermo de Ockam, negador

de las esencias,
hasta
llegar a la explosión renacentista y al luteranismo, con su determi­
nismo, que pulveriza la libertacl, y su libre examen,· que pulveriza la
verdad y la autoridad y prepara el adveninimielito del raciooalismo.
El racionalismo significa la ruptura total con la co.ocepción cris­
tiana,
puesto que la ataca en su médula, en su piedra angular. Para
el
Cristianismo, como lo fue también para Aristóteles, Dios es el· ,ínico
Ser necesario, Dios es

el
Ser «per se» ; los demás lo son por otro; es la
341
Fundaci\363n Speiro

JERONIMO CERDA BAFIULS
concepci6n teística o toocéntrica. La filosofía · llamada moderna que
inagura. el racionalismo, pretende trasladar ese concepto

de ser
nece­
sario desde Dios, al universo; y ese universo, que es en sí necesario,
es decir, que existe < ligencia humana, en progreso cOll1Slrulte, a cuyo término, al menos téo­
ricarnente,
llegará

al conocimiento total de la
reallidad, ya
que la rea­
lidad tiene una estructura racional. Como muy
claramente explica

el
maestro Rafael Gambrai (5),

el racionalismo
es «un método que exi­
ge,

por ejemplo, reducir la religión a fenómenos.
J?6icológicos; la
Psicología,

a
Fisiología; la
Fisiología, a
Física; la Física, en fin, a
Matemática». Todo esto
produce impacto,

es fascinante,
máxime
cuando la Matemática se sienta en su trono de «Ciencia Exacta», para
lo cual, claro es, tiene que lracemos olvidar nuestros tiempos de estu­
diantes,, con

sus
rabias de logaritmos, su número pi, los periodos y
otras menudencias; que en medio de nuestra desazón nos hacían
sonreír de tan pretencioso título. Pero además, como el progreso de
las ciencias es evidente, los conocimientos no se han parado en el
saber de aquellas eminentias del racionalismo; en los últimos cua­
renta
años, la Física Cuántica, que sustenta la edad atómica, ha
saculdido ifos fundamentos de la Física anterior; mientras la vieja _
Física tenía fa pretensión de someter todos los fenómenos físicos a
leyes
rigurosas e inexorables, .Ja nueva Física se limita a señalar
unas tendencias que expresan probabilidades diversas, que dejan
subsistente un margen de
incertidumbre en

la
expresión de
los fe­
nómenos,
siendo en la microfísica

rechazada totalmente
la causalidad
determinista

admitida
en la

macrofísica. Lo mismo
ocurre en Ge­
nética; y así p111ede decirse de todas las ciencias humanas. Como muy
clara.mente
resume
Juan
Valle!: (6),
«no hay
determinismo, sino
un
haz de

trayectorias posibles».
Muy interesante sería detem1emos un poco en Descartes, Locke,
Hegel, Fichte, Kant..., que son las cumbres del racionalismo, pero
todo esto excede en demasía los limites de nuestro tema .
. (') Historia sencilla de. la Pilo,ofla, Rialp, 1962, pág. 182.
(6) Ideologla, -praxis y m;,o de la Tecnomtcia, Ed. Montecorvo, 1975,
pig. 82.
342
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FAMILIA
Es necesario llegar a Marx, porque, eL marxismo en . frase de
Ousset,
«corona el

pensamiento revolucionario» (7).
Vivimos el final
de
la época de las revoluciones [ ésta fue la tesis del Calvo Serer de
sus mejores tiempos (8)}, porque hemos pasado de_las revolluciones
a la Revolucióru total!.
De Hegel toma Marx, entre otras muchas cosas, la fórmula de
la identidad
del ser y de la ruida; absurdo, ¿verdad?; tan absurdo,
que
escandaliza; pero

dice
Onsset (9): «¿Qué sigiuifica, nueve veces
sobre diez, esta otra
fórmula, convenida nniversalmente:

todas las
opiniones sonl buenas?». Con ello, evidentemente, sostenemos la. iden­
tidad de lo, contradictorio y sobre este absurdo hemos montado
toda

la vida moderna.
Tampoco es posible detenernos demasiado en el pensamiento de
Marx, pero es necesario tocar algunos puntos, para ver cómo corona
en él el pensamiento revolucionario; si San P!o X pudo decir del
modernismo que era la slll!lla de todas fas herejías, creo que igual­
mente
podríamos afirmar del mancismo que es la suma de todos
los

errores
filosóficos. Y

siendo así, podría alguien preguntarse
en
qué radica :la clave de su aceptación y de su éxito. La respuesta me
parece sencilla, aunque para llegar a ella hay que estudiar y pensar
mucho, y esto ahora no se estila, quizás también porque el marxismo
no

quiere que
pensemos. La respuesta es que el marxismo no tiene
uingúnJ dogma, ni siquiera el de la materia; el marxismo es una
praxis,
una acción; jomás contiene

un solo principio en
el que haya
que creer, ni por. vía de afirmación, ni por vía. de negación; es, sen­
cillamente, como aquel título de la comedia de nuestros humoristas
Tono y Miura:
Ni pobre ni rico, sino· todo lo contrario. Marx
formula:, por ejemplo, su «materialismo dialéctico» y nosotros inme­
diatamente nos vemos abocados a pensar que, al menos, cree en la
materia,
con lo que ya tenemos la afirmación de una esencia,
aun­
que sea solamente la

de lo tangible; y un
poco esperan~ados con este
punto

de apoyo, llegamos a
pensar que el marxismo puede llegar a
(7) «Marxismo y revolución», Speiro-, 1977, pág. 30.
( 8) España sin problema.
(9) Marxfrmo ... , pág. 26.
343
Fundaci\363n Speiro

JERONIMO CERDA BAf:WLS
admitir algún día la realidad del espíritu... Nada más erróneo;
Marx habla del materialismo diaaéctico, pero todo su acento está en
la segunda palabra. Marx o.o dice «sólo la materia es real»; él lo
que afirma
es que «sólo el cambio es reaJ», el cambio, es ckcir, el
movimiento,
la acción, la praxis. No hay para él ninguna realidad
que exista y dure; no ·hay más que un juego de f=as materiaies,
un

cambio incesante;
es la reproducción modema del monismo de
Heráclito.
Marx es

una especie de
nuevo Polifemo,
aquel
giganre de
un solo ojo, -con el que no alcanza a ver más -_que el :movimiento,
pero le falta otro ojo para ver la esencia real de las cosas que. se
mueven.
Por esa ausencia total fle dogmas, su ateísmo no es un ateísmo
dogmático; afirmar que Dios no existe es una proposición dogmá­
tica, aunque sea de signo negativo; 'Su ateísmo es activo, práctico, dia­
léctico; es movimiento y lucha. Marx rehúsa creer 'en Dios, pero igual­
miente rehúsa el formular la proposición «Dios no exist~>, porque
esto serla hacer mctafisica; él ni afirma ni niega nunca una verdad,
sólo afirma
el movimiento,
la
praxis, «sólo
el
cambio p; real». No
sé por qué me viene a la memoria esa ·corriente pe nuestros pro­
gresilstas, que dicen que no quieren hablar de ortodoxia, sino de
«ottopraxis». ¿Qué opinan ustedes?
< una filowfía científica, y fundamentalmente sobre una filosofía mate­
rialista. La explicación de nuestro programa comprede necesaria­
mente también la eocplicación de las verdaderas causas históricas y
económicas de la intoxicación religiosa del trabo.jo. Nuestra propa­
ganda comprende,
pues, necesariamente, la del a:teísmo, la publicación
a

este fin de una literatura científica. Pero no debemos, en
ningún
caso,

caer en
las abstracciones idealistas

de
los que

colocan el pro­
blema religioso .en
el punto ,de vista de. la razón pura, fuera de la
luoha de

clases,
como fo hacen frecuentemenre los demócratas radi­
cales

burgueses... El
marxismo medita
la
lucha contra la religión
de una
.manera concreta

sobre el terreno de
fa lucha de clases,
(10) Pe#te BibliothCque Lenin1 8, págs. 8-9.
344
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FAMIUA
realmente en marcha, y que educa a las masas más que todo y mejor
que todo».
Este ateísmo práctico es mWlho más completo que el dogmático,
porque
niega, incluso, que el hombre sea :un animal provisto de
ra>:ón, de

metafísica.
«El ateísmo activo -dice Marx (11 )- es la
ley orgánica del comunismo». Por eso, decía Pío XII (12) que el
comunismo era
intrínsecamente perverso; y Pablo VI, con todos sus
predecesores, insiste
una y otra ve.: en la radical incompatibilidad de
marxismo y cristianismo. Ese ateísmo activo no acepta a Dios, porque
es
una postura negativa total, al no areptar, ninguna realidad estable:
ni Dios, ni ninguna cosa; es la acción, la dialéctica, creadora de un
mundo. material del que forma parte el hombre, como, fenómeno de
esa materia dialéctica, siempre en
transformación por la aa:i6n re­
volucionaria.
Por eso no se les pide a nuestros «cristianos
por el
socialismo» que renieguen ,de Dios
; eso

sería
estimarles seres

con
racionalidad, simplemente les piden que participen solamente en su
acción, en su
praxis; toda
la
acción está
perfectamente
ordenada
para hacerles olvidar; ya irán adquiri que,
en su apasionamiento, no
les dejará
¡,eosa.r, y el que no piensa,
no eleva su pensamiento a Dios, es decir, no hace oración, y el
que no ora, rompe su ligameoto con Dios, deja de estar religado,
es decir, de ser religioso, y sin ~der señalar cuando ocurrió, se
queda flotando en el vacío, deja de ser «fulano de tal», un hombre,
un ser, para convertirse en un movimiento fugaz, en wia náusea,
que dirla Jean-Paul Sartre.
Si el hombre no es, si es sólo un movimiento, ¿qué importa que se
le
pare y se le borre? ¿Qué se pierde con ello? ¿EJ vuelo de una m=a,
el zumh"" de un abejorro? ¿ Un reloj que se para? ¿Es .que acaso el ex­
tinguir ese hombre-movimiento siguificará que no prosiga el movi­
miento universal? La

degradación del hombre no puede descender
más; el esclavo, aunque no se le considerase como persona, al menos
se le consideraba como una
cosa; el

hombre nuevo del
man:ismo ni
( 11) Economía Política y Filosofía.
(12) Divini Redemptoris, núm. 58.
345
Fundaci\363n Speiro

JERONIMO CERDA BAFIULS
siquiera es una cosa; val vemos a la afirmación del principio: en
Marx el

ser
y la nada se indentifican.
Para el marxismo, la idea de Dios es una creación del hombre;
una transposición
de su propio

movimiento,
de sns poderes a una
idea que

él
crea }l a la cual se a:liena, practicando una religión que es
opio del pueblo, especie de lenitivo o
evasión para hacer más lleva­
deros
sus males, ¡tlgo así corno la aspirina. «Al crear a Dios -dice
Baas (13 )-, el hombre se despoja de él mismo; ha atribuido a
Dios
una potencia
y un poder de dominar la n¡¡turaleza que, de
hecho, no perten=n más que al hombre mismo. Este despojo del
hombre
por el hombre, en beneficio de la idea de Dios, se llama, en
lenguaje
marxista, 'la alienación humana'. El hombre, en la religión,
enajena
su poder

en beneficio de la
idea de
Dios ... Corresponde a la
crítica marxista
denunciar esta ilusión, recuperar las foerzas huma­
nas alienadas y de dar al hombre su verdadero destino humano».
Quizás, alguno

pueda
estar pensando que,

al
m,nos, en
medio
de tanto negativismo, queda en pie la
preocupación por fos prole­
tarios, el
deseo de

hacerles
mejorar de

condición,
'1o que llaman su
«humanismo» ; pero el caso es que, al marxismo, todo eso rio le inte­
resa; si a Marx le interesa el proletariado es porque es una fuerza;
lo

contrario
.ería creer que el proletario era un ser y esto Marx no lo
•dmite de

nada.
Veamos lo

que dice
Llu-Chac>-tchi en
su informe del
14 de
junio de

1950: «La reforma
agraria es un¡¡ lucha sistemática
y brava contra el feudalismo... Su fin no es dar tierras a los campe­
sinos,
pobres, ni aliviar su miseda; esto es un ideal de filántropos,
no de marxistas. La repartición de las tierras y de los bienes puede
beneficiar
a los campesinos, no es éste

el fin perseguido. El verdadero
fin de la reforma agraria es
la liberad6n de Id! fuerzas del ¡,aír».
Gramsci, Berlinguer, Carrillo ... , qué sencillo todo; ha bastado
que se
hayan

puesto la etiqueta
de· un
nombre eufónico,
«enrocomu­
nismo~>, para
que la simpleza liberal y todo el cortejo de temerosos
hayan

creído que
estábamos ante

algo nuevo
y hasta tolerable e
(13) Le matérialisme marxiste, pág. 23.
346
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FAMJUA
incluso plausible; pero de nuevo, sólo el nombre, y éste de prestado,
porque
lo inventó Indro Montanelli (14) y su periódlco.
Estamos ante la Revolución total, de la que la revolución liberal
no

ha
sido más que una etapa, que está dando sus últilll05 ester­
. tores, y en la que los españoles nos helll05 vuelto a meter, no creo que
por 'nuestro
amor a
la muerte, como suelen
pintar los que

de
ruando
en ruando exhuman

nuestra
raíz senequista; nos h= vuelto

a
meter, quizás,
y sin quizás, porque no la habíamos abandonado del
todo y la subversión no ha escatimado
medios para mantener, y
despnés avivar, esos rescoldos. ·
La

Revolución total
no para en medios, por eso es total; si al­
guna vez parece que se detiene

frente a algo, o es porque tropieza,
o porque así se
lo dicta su conveniencia del momento. Releamos
algunos fragmentos del discurso de Len.in ante la tumba de Marx,
que recoge Trotsky: «No me detendré no sClllo momento ruando
tenga

que
aplastar y deshacer lo que se oponga a nuestra marcha;
pisotearé, infamaré y desharé, sin que ningún freno me lo impida.
No tengo mío
más que la idea y soy capaz de defenderla con la
palabra,
con las
uñas, con fa horca y con las bayonetas ... ». En otra
ocasión, después de
tomar parte en

un
asalto a una Oficina de Co­
rreos y apoderarse de sus fondos, escribió Lenin: «Los viejos prejui­
cios burgueses
deben 'desaparecer. Nosotros

tenderemos a transfor­
mar
fa mentalidad de los que se atreven a llamarse socialistas. La
moralidad y el modo estrictamente legal de lucha rio son para no­
sotros ;
llevamos la
revolución no solo a
la vida, sino a todas las
concepciones legales
humanas.» Las

citas podrían multiplicarse hasta
el
cansancio.
«Odio contra Dios,

su
Cristo y su Iglesia», denuncia Jean Ous­
set
( 15),
«Envilecer, corromper, aniquilar a
esta
humanidad a
la
que el Hijo de
Dios quiso 'descenider, tal es el frenesí demoníaco. De
ahí nna incoercible
necesidlld de destruir y de corromper. Destrucción
moral, destrucción
intelectual, destrucción
política
y sociail, destruc­
ción de la misma vida
corporal».
(14) Indro Montanelli: «Una voz que desentona en el co.ro», en N11e.stro Tiempo, marzo 1977, pág. 302.
(15) Para que 11/ t·eine, pág. 102.
:147
Fundaci\363n Speiro

/ER.ONIMO CERDA BAfWLS
Estarnos ante la subversión contra Dioo y aute la subversión
contra el hi,mbre, en un solo acto bifronte; la criatura, llámese Vol­
taire,
llámese Marx, Len.in o como se quiera, es instrumentalizada
por la serpiente, «el más astuto de todos los animales del campo,
que Y mveh Dios habla hecho>>, como dice el Génesis ( 16).
«caín, Calo, ¿dónde está tu hermano Abe!?» (17). Pero loo
nuev06
Caínes

no dialogan
con Dioo, no pueden escuchar su repro­
che, ni su maldición, por lo que ni tau siquiera pueden exclamar:
«Mi
atlpa es demasiado grande para soportarla». No sienten ni el
miedo de Dioo, ni el miedo de los hombres; después de ser homi­
cidas, siguen sólo
la ruta de Caín construyendo una nueva ciudad
y asi lo
prodamau: < nidad»,
agrupados todos en

esa lucha
finaL.
Ese propósito rupturista total aparece

explicitado
por primera
vez en la Historia con la Revolución
Fraucesa de 1789; se trataba
expresamente de una reedificación de la sociedad sobre bases com­ pletamente nuevas; es un corte
radical, un abismo que

se
libre. «Se­
mejante

corte
-- en
la Historia ... El espíritu de ruptura, la voluntad consciente y ci­
nicamente .confesada de la Revolución, fue, en realidad, bastaute
ram en la historia de los ideales ¡,olititos, más rara todavía en los
hechos. Nadie

duda, pues, que,
con este titulo, la Revolución fran­
cesa haya merecido llamarse
'La Revolución'».
«Frenes! satánico,
placer de la nada,
de
la tabla rasa, de la nega­
ción del ser,
de la negación de la estabillidad, de la negación de la
paz social» (19). «Ideal. que el marxismo -- explicitamente a

su
perfección», «voluntad

de la revolución perma­
nente que los acontecimientos de mayo-junio de
1968 han visto
trausformarse en

contestación permaneote
y universal».
La familia, los cuerpos intermedios, las naciones, todo lo natural,
ea

trance de
auiquilación, por principio y por sistema.
348
( 16) Génesis, 3-1.
(17) Génesis, 4-9.
(18) Prefacio de su obra
El antiguo régimen y la Revolución.
{19) Para que El reine, pág. 113.
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FAMILIA
Servan-Schreiber (20) escribe en nuestros días: «La ley natural
de
las
cosas, he ahí el enemigo».
André Plulin (21) : · «No creo ni en leyes naturales, ni en el de­
recho
natural, ni en una moral natural; los Vlllores que han inspi­
rado mi acción,
· no

han sido
jamás resultado de una sumisión a lo
real ... El hombre libre no se inclina jamás ante lo real».
Tierno Galván
(22): «No los dogmas, sino el progreso, es lo que
hace avanzar a la Historia».
Gohn Bendit exclamará: «Vamos hacia un cambio perpetuo de
la sociedad
provocarlo en
cada
etapa por acciones revolucionarias» (23 ).
Es la revolución permanente y la famosa revolución cultural del
maoísmo. Es el «Pedid lo imposible», que figuraba corno «slogan>> de
los
sucesos de mayo de

1968.
En esa ruptura total de la sociedad ocupa un privilegiado puesto
la
datrucción de

la familia; un
puesto tan
en primer lugar, que
mé atrevo a

decir que
para la subvexsi6n es .preferente, al menos
en el tiempo, a
la destrucción de la misma Iglesia.
Los esposos, como tales, estan llamados a reafüar la santidad de
la Iglesia:
son su perpetuación; y el carácter sacramental del matri­
monio no hace
sino confirmarlo.
La subversión, lógica.mente, no aprecia ni :la santidad ni el sa­
cramento, pero ni al más lerdo revolucionario se Je escapa que la
familia
es fuente de _perpetuación eclesial.
Los ataques a la institución familiar, · al menos en al.gún aspecto,
son antiquísimos.
El Génesis parece querer recordárnoslo, al. pre­
sentarnos, entre los descendientes de· Caín, a Lámek, del que nos dice
que tomó
dos mujeres (24) ; ya tenemos ahí la poligamia, y como, el
pecado produce pecado, Lámek relata. a sus mujeres que mató a un
hombre por una herida que le hizo y a un
muchadio por
un carde­
nal. Gristo restaura la
Ley y nos recordará el matrimonio monogá:
( 20) Manifiesto en L' Express, de 2 de febrero de 1970.
(21) Analym et p,évislons, VIII, 1969.
(22) Discurso de Elche.
(23) Le nouvel Observa:te11r, de 20 de mayo de 1968.
(24) Génesis, 4-19.
349
Fundaci\363n Speiro

JERONIMO CERDA BA.fWLS
mico e indisoluble del principio, en aquel couocido pasaje del Evan­
gelio de
San Mateo '(24 bis).
Ese
matrimonio monogámico e

indisoluble,
elevado por
Cristo
a
la dignidad

de
sacramento, base de la familia cristiana, es siempre
victima predilecta

de
los ataques de toda la historia de la Revolución.
Lutero le quitó la
sacramentalidad y lo dejó sometido al poder civil;
Eorique
VIII atacó su indiso!lubilidad; los neomalthusianos, su fe­
cundidad;
para Marx, las

relaciones entre hombre y mujer se limitan
a reproducirse
(25). lll ataque a la familia, en nuestros días, es
tota1.
A la Revolución no se le ha escapado nunca el cacicter que tiene
la familia, de célula fundamental de la sociedad, independientemente
del
carácter sacramental del

matrimonio católico. Es aquello que
re­
sunúa Cicerón, en aquella hermosa frase que, casi sin dam.os cuenta,
aprendíamos Ios estudiantes de Derecho: «Principium urbis et quasi
seminarium reipubliquae». La

familia es
universal en

el espacio
y
y en el tiempo; de ella ha dicho Martín Ramirez (26), con mucha
exactitud: «La familia

es
la única institución social, junto con la re­
ligión, que se
,ha desarrollado formalmente en todas las sociedades,
ya
sean lllO lógico qne

quien quiera
destruir la

sociedad, comience
por estos dos
pilares,' fundamentales. .
Todo el pensamiento filosófico que prepara la Revolución fran­
cesa atat:n durnmente a la familia,

a la
par que hace sus diabólicos
alardes de impiedad.
Roosseau proclama

su ideal
del buen
salvaje;
Voltaire canta
la independencia de los animales. En Italia, Piccolo
Tigre
declara que, «para ahogar mejor todo germen católico y cristiano,
hay
que aislar al hombre de toda su familia y llevatle a la pérdida
de toda moral». En la Gran
Breta.ñ;,., Vezinier escribía en Londres lo
signiente:
«Para negar la

divinidad, hay que afirmar al hombre, su
fuerza y su

libertad. En cuanto a la familia,
la repudiamar con
(24 bis) 19-4 a 9.
(25)
La ideología aiemana, pág.:76.
( 26) V o, «familia» en la enciclopedia GER.
350
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FAMIUA
f(JddS nuestra, fuerzas en nombre de la emancipación de toda la
humanidad».
La revolución libernl, con su negación del orden natural y cris­
tiano y con su
dogma de

la soberanía popular que, como
decíamos
al principio, trata de sustitu.ir la Voluntad de Dios por la voluntad
ambulatoria del

hombre, con el raciocinio
oscurecido por el apetito,
es la
premisa necesaria, cuyas consecu últimos
extremos, por fas corrientes revolucionarias que le

siguen.
Presumen del culto a la razón, y a
:la pobre razón la extravían, al su­
primirle el objeto de su conocimiento, que es
fa vedad. La lógica del
raciocinio
ya
no tendrá por base la realidad, la esencia, lo que es
por orden divino natural o revelado; será un «a priori» utilitario; lo
que me
apetece; lo que brota
de
mis ideas, que no tienen una
rea­
lidad ni una
validez objetiva,

por
lo que a nadie se le pueden im­
poner; por ello la función del Estado
será seguir

la voluntad de
la mayoría, que
escrutará por

el sufragio universal;
éste es

el libe­
ralismo democrático que
emana de

Locke:
di individualismo. Kant,
por

el contrario, sentará
las bases del colectivismo y del totalitarismo,
trasladando

ese análisis
p,icológito individual
a un
espkitu universal
del
que participan todos los hombres, espíritu

universal que
Ficlite y
Hegel encarnarán en el Estado, ail que considerarán una realidad
primaria,

que se justifica por sí mismo. Sus
cliscipulos Feuerbach, y
sobre todo Carlos Marx, realizarán la inversión del pensamiento he­
geliano,

sustituyendo ese espíritu universal por la
materia: la
idea
no es sino el producto
dtj un órgano material: el cerebro del hombre,
quien,
a su vez, on es sino una parte de la mareria, · que no es una
realidad,
una esencia,

sino un
movimiento.
Nnnca nos hemos de cansar de

poner
en evidencia estos princi­
pios, porque,
como decfa Vázquez de Mella, levantamos tronos para
los principios y cad1'1sos para las roru,ecuencias ; ésta es la mayor
de
las
incongruencias, de
las irracionalidades del
racionailismo.
Todos los liberales acaban siempre asustándose de las conse­
cuencias
marxistas (y siendo sus víctimas, por descontado) ; es algo
así como

abrir
la puerta y quejarse luego de la corriente de aire.
351
Fundaci\363n Speiro

JER.ONIMO CER.DA BAfWLS
Ya lo advirtió Donoso Cortés (27): «La escuela liberal no ha
hecho otra cosa sino asentar las premisas que van a parar a las con­
secuencias socialistas, y las escuelas socialistas no han hecho otra
cooa
sino sacar las consecuencias qne

están contenidas en las premisas
liberales.
Esas dos escnelas no se distinguen entre sí por las ideas,
sino por
el arrojo ... , el socialismo lleva lo mejor de la batalla, y
que en

definitiva suyas son las palmas de este combate».
«La escuela
liberal y racionalista
-dioe en

otro lado
Donoso (28)-proclama
la
perfecta igualdad de

todos los hombres, por lo que, siendo los
hombres
perfectamente iguales entre

sí, es una
cosa absurda repar­
tl,los en grupoo, ya que esa repartición no tiene otro fundamento que
la solidaridad de
esos mismos grupoo, solidaridad que es el origen
perpetno de fa desigualdad entre los hombres»; por eso, sigue di­
ciendo
Donoso, «los soci11listas, después de haber negado la familia
como
consecuencia implícita

de los principios de la escuela liberal...,
niegan la
propiedad, como consecuencia última

de todos estos princi­
pios...
Por últitnó, proclama al Estado como propietario universal y
absoluto de todas
fas tierras ...

Una vez consumada la disolución de
la familia en
nombre de

los principios de
la escuela liberal, la cues­
tión

de la
propiedad viene

agitándose entre los individuos y
el Es­
tado
únicamente. Ahora bien, planteada la

cuestión en
estos términos,
es una cosa puesta fuera de toda duda qne los títulos del Estado son
superiores a los
de los
individuos, como quiera que
el primero es por
naturaleza perpetuo y que los segundos no pueden perpetnarse fuera
de
la
fa.mm.».
Los liber"1es, tan amantes de su >libertad a ultranza y del derecho
de propiedad, porque

sin una base
ec()nómica independiente · no
hay
libertad
posible, porque

se cae en las
garras del amo absoluto
[lo
que
recQD.OCia ya

hasta el mismo Proudhon (29)},
parece que
no
hablan caído
demasiado en

la
cuenta, y siguen sin rupearse del burro,
que orden

divino natural-familia-propiedad-libertad es una cadena
(27) Ensayo sobt'e el catolicismo, el liberalismo y el socia/iJmo, Colec­
ción Austral, pág. 179.
(28) Ob, cit., págs. 177 y 179.
(29)
Teorla de la Propiedad, Madrid, 1879, págs. 147 y 217.
352
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FAMIUA
a la que no se puede atacar ninguno de sus eslabones, . sin que quede
destruida
en su
totalidad. Pero ellos, claro, ron arreglo a la máxima
kantiana, no quieren
conorer la realidad,

sino dominarla, para cons­
truirla según su voluntad, y se les
caen las piezas de

las manos,
mientras el
marxismo les va construyendo un mostruo.
La implantación del liberalismo económico fue nefasto para la
institución familiar al abrir las puertas de la fábrica
para la
mujer
y
arrancar a los hljoo del hogar, pero esto jamás se lo reprochó Carloo
Marx, que veía en ello una etapa necesaria para la destrucción de la
faruilia tradicional. Veamoo un texto, de El. Capitál (30), en el que,
después de
haber criticado la esclavitud liberal, dice: «No queda más
que la .gran industria,

por el papel que asigna a las mujeres, a los
adolescentes
y a los niñoo de 'los dos sexos, en el proceso de la pro­
ducción

socialmente organizada
y fuera de la esfera familiar; colocar
una nueva base económica para una forma superior de la familia· y
las relaciones entre los dos sexos. Naturalmente, será tan absurdo con­
siderar como absoluta la forma germano-cristiana de la faruilia como
las antiguas
fonnns romana, griega y oriental, que forman además
una serie de desarrollos históricos sucesivos... Del sistema de la
fábrica ha
salido el germen de la educación del porvenir, que
unirá
para todos los niños por encima de cierta edad el trabajo pro­
ductivo
a

la
instrucción y la gimnasia ... »
«Sobre qué bases descansa la familia burguesa actual?», nos
dirá
en el M,mifieJto comtmista, «sobre el capital, sobre el bene­
ficio individua,!».
Su compañero Engels escribirá su obra El origen de 1., fami­
lia en la que figuran frases como éstas (31) : «La liberación de la
mujer...
exige la supresión de la familia individual como unidad
económica de la sociedad», «La monogamia se mal!lifiesta como el
sometimiento de un sexo a otro ... m primer antagonismo de clase que
apareció en la Historia coincide con el
desarrollo del

antagonismo
entre el
hombre y la mujer en fa monogamia, y la primera opresión
de
clase
COO: la del sexo femenino por el masculin9>~. El mismo
(30) Volumen III, pág. 178.
(31) Págs. 65-66.
Fundaci\363n Speiro

/ERONIMO CERDA BAfWLS
Engels, en su obra Principio, del ,om«nis11UJ (32), nos ofrece
este
luroi= texto: «La transformación --de las relaciones entre
los

dos
sexos-será

posible en el momento en que se suprima la
propiedad privada, en que
se eduque

a los hijos en común y se des­
truyan los
dos pilares principales del actual matrimonio, a saber, la
dependencia de la mujer del hombre y la de los hijos respecto de
los
padres».
Creo que no es
ocioso que recordemos que todo esto fue escrito
hace más de un siglo, y ,que paso a paso, a veces sin darnos cuenta,
estamos ya en su floreciente realización.
Otro

texto, éste de Kollontai, en su obra
La familia y el Esládo
Co•mrtnista (33): «No es la antigua familia con su cuidado exclu­
sivo

de los suyos lo que
nos va
a formar el hombre de
la sociedad
de mañana;
fo que nos va

a formar el hombre nuevo de la sociedad
nueva
son las obras socialistas, tales como 1os campos de juego,
jardines, hogares
y tantos otros, donde el niño pasará la mayor
parte de

la jornada
y donde sabioo educadores harán de él un co­
munista consciente de

la grandeza de esta divisa
sagrada: solidaridad,
camaradería,

ayuda mutua, entrega a la colectividad».
Por ello, ha podido escribir nuestro
amigo Penfentenyo (34)
«que se deduce,
'naturalmente', que

la
revOllución social depende de
la revolución en
el seno de la familia. La unión libre, la puesta de
los hijos a cargo del Estado,
la emancipación
de las mujeres, es
decir, su enrolamiento en
el colectivismo revolucionario, y su politi­
za.ción,

no son sino medios de una transformación
más completa de
la sociedad».
La
Revolución sigue avanzando

en nuestros días, eo los que
apa­
recen toda una serie·-de corrientes revolucionarias que -realmente no
son nuevas; unas veces son radicaliza.ciones de ciertos aspectos del
marxismo y otras un cierto revisionismo puritano, pero sieinpre re­
presentando meras consecuencias de los mismos fundamentos de la
Revolución. En

otra ocasión ya
me ocupé de algunos de ellas, en mi
354
(32) Pág. 29.
(33)
Pág. 7.
(34) «El proceso legal contra la familia», Speiro, 1970, pág. 7.
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FAMILIA
trabajo «La socialización de 1os nacimient= (35): se trata del
< del erotismo o «liberación sexual» de Marcnse. Sin ánimo de ofre­
cer ni tan siqwera una visión sintética de cada. una de estas corrien­
tes,
sí que
me parece importante referirme a algunos de sus puntos
que
incidon de

lleno
en nuestro tema.
El
neomarxismo tiene

su
mejor exponente en

la
lloma.da Escuela
de
Frankfurt y representa una

síntesis de
marxismo y
freudismo, con
lo que ya
se adivina

que el
tema sexual y el ataque familiar se radi­
caliza hasta la perversión.
En

esta
dirocción figura Wilhelm Reich, cuya obra La revolu­
ción sextldl está difundidís.ima en fos países de la Europa Occiden­
taJ; en ella rechaza toda moral sexual represiva, admitiendo la homo­
sexualidad y el amor libre y rechazando totalmente la familia; «la
familia

es el
talón de Aquilles de
la
sociedad», «es la oélula ele­
mental

del
capitalismo», «el
matrímonio
es una institución conser­
vadora que no descansa más que sobre los intereses económicos»;
considera

a
la familia como una miniestructura que P"epara para
la aceptación de la macroestructnra capitalista, siendo la célula ne­
cesaria
para mantener la idea de propiedad y de patrimonio familiar
(recordemos la cita que antes hemos hecho de Donoso Cortés); para
Reich, 1~ autoridad del padre no es más que el calco de la autoridad
del
jefe de empresa o de la autoridad pública
del Estado capitalista
y se propaga por el proceso de educación, que en gran parte está en
manos de la Iglesia (
olvidando que la autoridad del padre es an­
terior

a
la empresa, al Estado y a la misma Iglesia, pero, claro, por
anacronismo más

o menos no va
a parar sus

ataques) ; por ello, sigue
diciendo Reich, es en
el proceso educativo en

el que
hay que
inter­
venir,
si se quiere preparar jóvenes para la revolución, y corno la
educación plantea sus exigencias más rigurosas en el campo de la
sexualidad, es

ahí donde
bar que. incitar a los jóvenes y a sus
educadores (
sacerdotes y Iaicoo j a la rebelión.
¿Espeluznante
y nauseabnn!do, verdad? Pues estos mismos dlas
los seminaristas de esta ciudad de V aiencia han recibido una carta
(35) Publicada por Speiro, 1976, págs. 8 y sigs.
355
Fundaci\363n Speiro

JBRONIMO CERDA BAiWIS
suscrita por un llama.do «Grupo de sacerdotes del Pais Valen~iá»,
que en muchos aspectos deja

a Wilhelm
Reich en
mantillas.
Por
último, W;!helm Reich se muestra partidario del colecti­
vismo sexual que abrirá el camino al colectivismo social.
En
esa síntesis de mru:xismo y frewlismo no podemos olvidarnos
de Marcuse y de su obra Ero, y Ci-vilizaci6n, que ha influido
poderosamente en
el maoísmo y

en los sucesos· revolucionarios de
mayo de
1968 eo Francia. Marcuse es uoa especie de discípulo crítico
de Marx
y de Freud; critica la sociedad represiva, tanto capitalista
como
comunista, que lleva al hombre unidimensionrul u hombre
consumista,

lo
que influirá

en
el maoísmo; pero critica también a
Freud, que
estima que la sociedad civilizada s6lo es posible con la
represión
dd los instinto<, especialmente
del instinto
sexuaf. Marcuse
pretende,

entonces, demostrar

un
desarrollo no
represivo

de
la libido» que conducirla a una civilización verdadera­
mente
libre, que

es aquella en Ja que la
libertad no
es
otra cosa
que
la libre
satisfacción de

los
individuc,s; esa

liberación de
la libido
sería una
transformación de

la misma, con
tail de

que se suprima la
primacía de la función genital, con lo que se llegaría a
la erotizaci6n
de
toda la personalMa.d.
En el «Manifiesto contra la represión sexual» que apareció en las
paredes
de La Sorboná, en el antes referido mayo francés (típi­
camente
marcusiaoo), podían leerse cosas
como éstas: «El
CAPR
(Oimité de Aa:ión Pederástici Revolucionaria) hace un llamamiento
para
que vosotros, pederastas, 'lesbianas, exhibicionistas, invertidos,
etc.,
toméis coociencia de vuestro dereclio a expresar con toda li­
bertad vuestras opciones en particularidades amorosas, y a promover
mediante

vuestro ejemplo una
verdadera liberación sexual, que tan
necesaria es a las pretendidas mayorías como a nosotros. Es absurdo
que uDi hombre se vea condena.do por el matrimonio, o por las con­
veniencias sociales, a no amar más que a ~ sola mujer durante toda
su vida .. Es odioso que una mujer sea juz~ como de mala vida si
no es fiel! a un solo campañeto sexual. El amor-procreación no debe
ser

el
único. ¡Viva el df/1or-;uego!, ¡viva el placer!, ¡viva la li-
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FAMIUA
bertad!». Man:el Oemet1t comenta este Manifiesto con esta frase:
«Es difíál
caer más bajo» (36).
En cuanto al maoísmo y su revolución culrural, represénta una
especie
de austeridad totallitaria basada en una pobreza proveniente
de
la
destrucá6n de

toda
la cultura humana anterior· al oomunismo.
Hay

que destruir
la memoria de la humanidad, borrar de su inteli­
gencia toda la herencia humana. Una
plaga de
cincuenta millones
de «guardias rojo•» fueron
lanzados al

asalto del pasado, destruyendo
todo Vffligio. En la nueva sociedad la vida es oomún :_ comidas,
lecturas, decisiones
...

; no
hay matrimonios antes de los treinta años,
porque el amor

es
secundario respecto a la
lucha
por el triunfo de
la
revoluci6n; y el sometimiento del individuo a la organizaáón
es
total,

incluso
di más intimo pensamiento.
Penfentenyo nos recoge estas frases de Deniel Guerin de una
entrevista publicada
por Le Monde del 15 de noviembre de 1969:
«La revolución no puede ser solamente política, sino que debe ser al
mismo tiempo
cultural, sexual y transfigurar así todas las fisono­
mias

de
la vida y de la sociedad... Si la generación de mayo ha des­
cubierto de nuevo a Reioh,
es porque

militaba al
mismo tiempo

en la
revoluci6n
social y en la revolución sexual» (37).
Por
último, refiriéndonos brevemente al neoana.rquísmo (38),
digamos que,

partiendo de
la bondad fundamental de la naturaleza
humana, achaca su perversi6n a la institución política de las re­
laáones humanas y busca una nueva vida comunitaria de carácter mu­
tualista,
lanzándose también a la contracultura y a la evasión; son
los
«hippis»; su gran

foco es
Iogilanterra, de la que dijo Dillon
MacCarthy (39) que desde 1964 se estaba convirtiendo «en el pa·
raiso de los pederastas y pornógrafos».
Todos

estos
excesos los estamos viendo plasmados en la sociedad
del mundo llamado
oa:identall, contrastando
con
una cierta
mora-
(36) «El comunismo frente a Dios», Speiro1 1974, pág. 128.
(37) Ob. cit., pág. 8.
(38)
Ver «Neomarxismo y Freudomarxismo», de Eugeen de Jonghé, en
Nuestro Tiempo, septiembre de 1974, núm. 24~.
(39) Th, CrusaJ.r, julio-agosto 1969.
357
Fundaci\363n Speiro

JEII.ONIMO CERDA BAf lidad, y también cierta protección a la familia, en los po.íses de la
Europa comunista. No
hace fallta esfornme mucho para compren­
derllo,
porque um es la técnica. de ataque y otra. la. témica de de­
fensa: desmoralizar al enemigo y fortalecer la montlidad de los pro­
pios combatientes. Todo está ,en la lógica del sistema racionalista; lo
que pasa. es que el! «a priori» es distinto en uno y otro caso.
Triunfante

la Revolución,
.todo se programa segón '1o que sea
más útil para el omnipotente Estado, utilidad que sigue siendo cam­
biante
y que se impone con el rigor de la disciplina tomlitaria, con
normas, no sólo sucesivamente contradictorias, sino, a veces, incluso
simultáneamente opuestas entre sí. Rusia inserta en sus planes quin­
quenalles la política de población; en otra ocasión ya me ocupé de
ello ( 40) : triunfa
la Revollución y

se
intenta la destrucción de la
familia romo institución burguesa, segón la califican; pero en 1930
reacciona Stalin, porque precisa un

crecimiento
de la población

por
razones
pol!tico--militares, y prohibe el aborto, favorece las famillias
numerosas
y obstaculiza el

divorcio;
en 1955 se

liberaliza el aborto,
porque
temen un excesivo crecimiento de

la
· población
que
Je; cree
problemas de nivel de
,vida, que

está contrastando demasiado con
Occidente, pero no se
permite la pornografía, ni

el alcoholismo, ni
la vida licenciosa occidental, porque todo eso va
contra la fortaleza
física

y la
disciplina que

se
precisa para «la lucha final». Las incon­
secuencias de

armamentos fuertes y soldados débiles, con retaguardias
podridas, están bien
para los suicidas

Estados occidentales;
la ser­
piente es astuta
y perversa, pero no imbécil.
Hay una anécdota en fa vida de Carlos Mane extraordinariamente
ilustrativa al respecto. Su
discípulo Paul

Lafargue se enamoró de su
hija
Laura, con

la que acabó
casándose
en

1868,
después de una se­
rie de peripecias, ya que
el futuro autor de El derecho a la pereza
no Je ofrec!a demasiada sollvencia morail y económica al autor del
MAnifiesto com11nista. Hay una carta de Carlos Marx a su futuro
yerno, de 13 de agosto de 1866 (41), en
la que le escribe lo siguien­
te: «Usted me permitirá hacerle las
siguientes observaciones: L! Si
(40) «La socializaci6n de los nacimientos», Speiro, 1976, pág. 27.
(41) Puede verse en El derecho a la pereza, del propio Lafargue, en la
358
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FAMIIJA
quiere continuar sus relaciones con mi hija, tendrá que reconsiderar
su modo de 'hacer la corte'. Usted sabe que no hay compromiso de­
finitivo, que

todo es
provisional; incluso s¡' ella (Laura) fuera su
prometida en toda. regla, no debería olvidar que · se trata de un
asunto de
larga duración. La intimidad excesiva está, por ello, fuera
de iugar, si

se tiene en cuenta que
los novios

tendrán que
habitwc la
misma ciudad durante un período necesaria.mente prolongado de
rudas pruebas y

de purgatorio...
A mi juicio, el amor verdadero se
manifiesta en
fa reserva, la modestia e incluso la timidez del amante
ante

su ídolo,
y no en la libertad de la pasión y las manifestaciones
de

una familiaridad
precO!l. Si usted defiende su temperamento crio­
llo (Lafargue habla nacido en Cuba), es mi deber interponer mi razón
entre

ese
temperamento y

mi hija ...
2.ª Antes de estable:er defini­
tivamente sus relaciones con Launa necesito serias explicaciones sobre
su

posición económica.
Mi hija supone que estoy- al corriente de sus
asuntos. Se
equivoca. No

he pnesto
esba cnestión
sobre
el tapete por­
que, a
mi juicio, la iniciativa deberla. haber sido de usted. Usted sabe
que he sacrificado toda mi fortuna. en las looha.s revoíllllcionarias. No
Jo siento, sin embargo. Si tuviera que recomenzar mi vida, obra.ría de
la misma forma. ... Pero, en. fo que esté en mis ma.oos,· qniero salvar
a mi hija de los escollos con los que se ha. encontrado su madre ... ».
Siguen los consejos

en
la carta por estos derroteros moralizantes y,
jasómbrense ustedes!,

la boda por
fin se celebrará dos

años después,
una
vez que Marx aceptara las

condiciones
económicas «muy favo­
rables»
que propusieron los padres

del novio. Toda esta refinada
hipocresía de predicar la Revolución fuera y guardar su casa, me re­
cnerda

aquella observación agudísima
que solla hacemos mi maestro
Corts Grau de qué el M,mifie.rto comt1ni.rta dice: «Proletarios, uníos»,
pero no dice < siguificativas, pero, al fin, a.oécdotas. Pero no
todo son
anécdotas, como ustedes han podido apreciar en lo que
he dicho,
pese a fa estrechez de límites de una conferencia. El pne-
Introd.ucci6n de Pére.:z: Ledesma. E fargue.
3S9
Fundaci\363n Speiro

JERONIMO CERDA BA!WLS
blo, convertido en masa, lo · ignora todo y la Revoilución sigue avan­
zando por

esa multiplicidad de
frentes, hijos todos del racionalismo.
Hace escasos días,

publicaba
el diario Y A (1-XIl-77) una carta
de un
lector (

el
dootar Soroa y Pineda), que titulaba «Destrucción
familiar»; en
ella

denuncia un programa que hace ya
afios se inició
en
Norteamerira, «que busm como

objetivo
la destrucción

de
1a fa,
milia>> ... «Fomentando el amor libre, la emancipación prematura de
los hijos, la asistencia a escuelas de hierofantes, que enseñan las más
precoces aberraciones de la sexwtlidad», enseñan a las niñas a evitar
las gestaciones y, llegado el caso, a acudir a «desembarazarse», hay
incluso premios. De Inglaterra cuenta «que en cada curso quedan en­
cintas más de cinco mil niñas de menos de doce años», cuyas supuest_as
vacaciones en el campo son para ocultar a sus padres la estancia en
clínicas para abortar ... El doctor Soroa llama
fa atención de que «aqul,
en España, ya se -... infiltrando la siembra y gem,Jnando todas esas
inmoralidades»;
en efecto, llo estamos viendo todos, pero la subver­
sión va
quemando etapas, a marchas forzadas, para recuperar el tiem­
po
perdido; parece ser que somos
el asombro del mundo. Cuando
hace poco
más de dos años, don Pablo Castellanos pronunciaba en
la Universidad Complutense aquella frase: «Bl matrimonio, la

fami­
lia,
he ahí nuestro enemigo al que hay que combatir»; era todo un
programa, cuyo

desarrollo
acelerado estamos viviendo:

la pornografía
en
la prensa, espectácu:los, en la vía pública; los ataques directos e
indirectos
en radio y televisión al matrimonio y la familia, a veces
con
escandalosas intervenciones

clericales; el emponzoñamiento de
las librerías ;
la destrucción religiosa y moral de los centros de ense­
ñanza,
incluidos,

claro está, los religiosos,
muchos de
ellos conver­
tidos en
centros de perversión de

los hijos de
las, familias
cristianas,
y aqul hay demasiados testigos que lo están sufriendo en su propia
casa;
los sacrilegios y tantas, tantas cosas, que están haciendo em­
pequeñecer
fo acaocido en otras épocas,

no demasiado
lejanas. En
los
años treinta

se
propagó aquel sl ya,
nl hijos. Y desde el «nosotras también

somos adúlteras» al «ho­
mosexual, libérate».

pueden incluir ustedes todos los absurdos se­
xuales y todos los ataques a 1a .familia que se les ocurran, y toda­
vlao puede que el cuadro
sea pá:lido reflejo del desguace de la fa-
360
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FÁMÍLIA
milia y, con ella, de la sociedad españóla; · hemos · pasado directamente
a

la
liberación sexual de Marcuse, atropellando las leyes-que siguen
vigentes, pero que no se aplican; pero, eso sí,, se proclama que somos
un Jlst:ado de Derecho.
No

deja de
ser ilustrativo
que en
nuestra flamante y a la vez
vetusta · democracia liberal, con s11 voluntod soberana del · puel>lo en
términos copiodos de la Constitución de 1869, todos sus prahombres,
unos

a las
claras y otros a hultlldillas, · en vergonzante condescen­
dencia estos últimos, por aquello ciel mal menor, se hayan lan.zooo al
unísono, con preferencia a tualqwei otro:~ a p monio
civil,

el
divorcio, los anticonceptivos y anovulatorios; la des­
penalización del aborto, del ooulterio y del a.manceba.miento; la esta­
talización o socialización de la· enseñanza, el laicismo más exacer­
bado, la moral permisiva, etc., a veces, es verdad., con algún frenazo
o algún desmentido,
péro que en la atmósfera en que nos · movemos
es
ya
imposible de creér. ·
Quisiera equivocarme, péro desde mi punto de vista de cristia­
no, que es desde
el único q11e estoy hablando aquí, la situación actu.al
la estimo mucho más grave que la de otras épocas revoluciomirias,
porq11e en el satanismo actual contamos, odemás, con que «el hlllllO
de

Satanás
ha entrooo en él Teml:',lo de Dios», y ya 8'1béis q11<1 es fra­
se de
S. S. Pablo VI, en su hornilla dé la fiesta de San Pedro de
1972 ; no es necesario repetir nada sobre este punto, pues es tema al
que
ya me he referido antes. Pero sí' que diré algo, de lo que al­
gunos de los presentes son testigos; hace poco más de un· año, al­
·guien me

contó
la frase qiw había óÍdo a

un
santo obispo español:
«El divorcio será el reg,ilo de bodas que la Cooferencia Episcopal
Española se prepara a hacer a la nneva democracia; habrá silencios,
uo cierto disillllllo, pero ya lo verán ustedes». La frase es dura, muy
dura, péro, por desgracia, a un solo año de distancia, no erro que
haya
nadie que pueda decirme que
esto no
es verdad,
porque tendré
qué
decirle

que
ni ve la televisión, ni lee los l:',eriódicos, ni quiere
enterarse de
nooa, porque unos han hablado ya; otros, debiendo
hablar,

han
callado, y sólo unos pocos se han atrevido a gritar la
verdad., son

los que no dejan extinguirse
aqw,Ila «Voz
que
clama en
el desierto».
361
Fundaci\363n Speiro

JBRONIMO CERDA BA1WLS .
El ¡,a.o¡,rama es desooador y una esperanza meramente natural no
tiene
sentido,
y también es tentar a Dios el espera,- que nos envíe a
sus Angeles a labramos el ca,mpo, como a San Isidro, o a quitamos
las
cadenas, como

a
San Pedro. Es frase de Ousset ( 42) que «Dios
sabe respetar el determiniomo de su obra, no negando ali impío, el
fruto
normal
de su labor

... Si
mañana la

Revolución
venci<:se, sería
justo». Es cierto; casi tres siglos de ataque renovado; en 1903 Lenin
contaba S(Jlo con diecisiete personas y sesenta años después «el
aparato
comunista

en
el mundo utiliza sobre dos millones de comités,
células,
dix:ul.cs, asod•dO'lCS, Cada año se invierten dos mil millo­
nes de
déllares; ca,da año se proyectan doscientas peliculas de largo
metraje

(
sin contar los millares de peliculas cortas) ; cada año se im­
primen ciento veinte millones de libros ( sin contar los folletos o
prospectos); cada

año veinte
rul propagandistas viajan por el mun­
do, quinientos mil agentes ~-.. ; cada sem,a.na, en fin, se emiten
ciento treinta mil horas de propaganda radiof6nica ... , pata el triunfo
de la Revolución Universal.»
Y o me pregunto ¿hoy en cuanto habrá
aumentado

todo esto?
Es cierto
que el

salmo
III dice que «el deseo de los pecadores
perecerá>> y que entre las promesas de Cristo está aquella de que las
puertas del Infierno no
prevalecerán contra
su Iglesia; pero
cabe
preguntarse
si ese castigo divino aprovechará a los hijos de

la luz,
sobre todo cuando se
nos puede decir con Paul Clandel: «Vosotros,
los ,hijos de

la luz,
¿qué habéis hecho

de la
luz?»; Me parece que todos
tendremos

que
hacernos esta

pregunta
y quizás contestamos con la
sinceridad del
· que no quiere engañarse a si mismo, que en

mayor
o menor
grado la apag6 o cerro sus ojos parru no verla y dormir plácida­
mente sobre el césped del
Huerto de Getserna.ni en
una bella noche
de
primavera, con

el
amargo, despertar del beso de Judas. Los falsos
buenos son el nervio

del reino de
Satán, como acusaba San Pío X;
los tibios,

dice el Apocalipsis que
Dios los

vomitará de su
boca.
Comd cristianos hemos de acogernos, corno dice San Pablo ( 43),
a la verdad que
nos salva;

pero no
basta con que yo

quiera
sa:lvarme,
362
(42) Para que El reine, pág. 357.
(43) II a loi Tesalonicenses, 2-10.
Fundaci\363n Speiro

LA SUBVERSION Y LA FAMIUA
porque como también nos dice San Pablo (44) «a todo. se nos ha
dado la manifestación del

Espíritu
para común utilidad», ¿Qué
hacer
y cómo?
Michel de Penfentenyo nos contesta ( 45) : «Si la sociedad más
está para huir de ella que para buscarla (frase de Pío XI), si loo
poderes
políticos ( .. .incluso los religiosos), lejos de llenar su come­
tido, entregan las familias a los poderes de

la corrupción,
entonces
es necesario que las familias

resistan juntas.
No resistirán solas. Pero,
impotentes
para cambiar la sociedad, deben rehacer sociedades de
mntuo
sostén, unas microsociedades capaces de armarse, de defender
sns libertades
cristianas>' de . retlizar juntas ·las funciones simples de
toda

sociedad cristiana;
enseñar a los .niños, evangelizarlos,formarles
en sus deberes cívicos, armarlos con miras. a los terribles combates
que tendrán que
tener contra la socieqa.d apóstata, que. se alza contra
todo
lo que
lleva el nombre de

Dios o es objeto
de cnlto, (San Pablo,
II ad Tesalonicenses) ... eon la Gracia de Cristo Rey, por la mediación
de
María Reina».
Es todo un panorama, que aún puede ser mayor si nuestra; entrega
es
total. En ]a última frase de Penfentenyo está condensada la espe­
ranza teologal; «Con

la Gracia de Cristo
Rey, por la mediación de
María Reina».
Tenemos
un

orden
natural que

se
destruy,, y
nn orden
sobrena­
tural contra el que se estrellarán las fuerzas del mall. Pero yo me
pregunto;
¿Realmente es totalmente destructible

el
orden natural?
Si

bien
miramos, en ese destejer

y tejer
de nuevo, que es el
cambio
revolncionacio, no olvidemos que

los
materiales son Jos
mismos, averiados, corrompidos y, desde luego, mal tejidos, pero
nunca creados por el hombre, por mucho que se sienta creador;
siguen siendo la
obra de Dios Creador y tienen el sello de su Ley;
son los mismos materialles qne nosotros podemos utilizar para seguir
eonstruyendo
fa Ciudad de Dios.
Tomad de entre
esos materiales
de derribo,
por ejemplo, aque­
llos qne

componen
la familia: un hombre, nna mnjer, unos hijos
(44) I Corintios, 12-7.
(45) Ob. dt., pág. 24.
363
Fundaci\363n Speiro

JBRONIMO CERDA BAFWLS
que se engendran; todo esto podrá ser ateo, estar corromf1ido,
podrán odiarse entre sí y ser odiados y perseguidos, estarán metidos
en
el
fango de

la ciudad
satánica, pero en cualquier momento, en un
instante, pueden volver a ser cristianos y no admito que nadie crea
que esto pueda ser una nowdad en la Historia de la Iglesia.
Si
el mundo se ha de s.ilvar, y se salvará cuando la Divina Provi­
dencia así [o tenga previsto, lo salvará la familia.
Un
día, Dios castigó

al mundo
con el Diluvio Universal y salvó
a una f~lia en un a.rea; no os -quepa duda, que en este inmenso
di!luvio que parece avecinarse, si alguien se sallva, será de nuevo una
familia,
no en un arca, sino en la batea de Pedro, junto al Pescador,
para asegurarle un
sucesor, en el timón de la Iglesia, ya que no pue­
de faltar
el timooel hasta que no llegue el fin de 1os tiempos. «Ubi
Petrus, ibi Ecclesia>> y sin que las puertas del Infierno, recordadlo,
puedan
prevalecer contra ella.
Me viene a la memoria ,que en ,las Jornadas del pasado año, re­
cordaba que el
Conci!lio Vaticano II ( 46) había dicho que la familia
era una
pequeña Iglesia, una Iglesia doméstica; si es así, y está
fuera prevalecer
contra la familia cristiana. Cristo tiene empeñada su
Palabra.
(46) Lumen Gentium, I-11.
364
Fundaci\363n Speiro