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Número 163-164

Serie XVII

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Jaime Nogueira Pinto: Portugal, os anos do fim

lNFORMACION BIBLIOGRAFICA
Constitución española. En efecto, el artículo 27 atribuye al Derecho ci­
vil
la regulación de las «formas del matrimonio»; y el art. 107 atri­
buye
-también indebidamenre-al

Estado «la regulación de
las
causas de separación y disolución del matrimonio». De todo ma­
trimonio.
Aconsejo vivamente a las personas --<:omenzando por los «cons­
titucionalistas»--- interesadas en el tema ( en un tema que a toda
persona que haya superado la adolescencia ha de interesar) la atenta
ltctura del

libro del catedrático de Derecho Civil señor García Can­
tero,
en la seguridad de que sus razonamientos han de influir en
toda conciencia honrada.
JAVIER NAGORE YARNOZ
Notario. De la Comisión General de
Codificación. 3 febrero 1978.
UNA POLITICA SUICIDA: EL FIN DE PORTUGAL
JAIME NoGUEIRA Pmro: Portug,,l, o• anos do fim. Tomo, I: "A
revolu,;,iío que veio de dentro". Tomo II: "De Goa a o largo
do
Ca:r'lno" (*)

.
Tras la
ltctura del

libro de Amorim de Carvalho, republicano
liberal, exiliado voluntariamente
en Francia

a principios de la dé­
cada de los
años sesenta y fallecido en París en 1976, por lo demás
nada sosepchoso de cultra», titulado O fim hiJt6rico de PMtugal
(Prometeu, Porto, 1976), queda en el lector cierto desasosiego e
inquietud. Y ello debido a que si
bien es
cierta la
,tesis del
libro,
según la cual el movimiento, del 25 de abril acaba con
la existencia
histórica de Portugal ( entiende por «existencia histórica de un país
su realidad efectiva en la historia, coo la contribución que este
país
dio o da

a
la rultura y a la civilización», pág. 79), la explicación del
fin histórico de Portugal, sin embargo, se reduce a la traición del
Ejército, a la traición
llevada a

cabo por el Movimiento de las
Fuerzas
Annadas (M.F.A.),

coadyuvado por los partidos comunista
y socialista (pág. 82).
¿ Cómo era posible que una gran nación como Portugal, ejemplo
para todo el mundo, en menos de un año renunciara y traicionara
a su tradición, a todo lo_ que. esencialmente et"a Portugal? ¿Cómo era.
(*) Sociedade de Publicatóes Economia e Finantas. Lisboa, 1976, 276
páginas;
lbid.1 Lisboa, 1977, 288 págs.
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INFORMACION BIBUOGR.11.FICA
posibk que de la noche a la mañana el Ejército diera un cambio
tan radical, trastrocándose por completo respecto a lo que hasta en­
tonces había

sido?
¿C6mo era

posible que en
poros meses,

en
lugar
de

salvar a Portugal, lo precipitara en
el abismo? ¿ Y cómo pudo
ocwrir todo ello sin reacción, sin oposición?
Tal tesis resulta demasiado sencilla para explicar no sólo el fin
histórico de
Portugal, sino el fin de Portugal. Porque Portugal, des­
graciadamente, ha

sido
aniquilado de
modo
parricida. No
sólo su­
friendo la desmembración de su territorio ( separación del ultramar
portugués), sino también resquebrajándose el espíritu de un pueblo,
incluso en el territorio metropolitano, que es el que permite que
una nación sea grande y por el que la integridad territorial ni si­
quiera se discute,
y si se pierde es por una derrota en la guerra, pero
conservando ese espíritu nacional acrecentado, incluso aún más hon­
rosa
y heroicamente que antes, que posibilitará la verdadera recons­
trucción

de la patria. Porque en Portugal no se
ha destruido sola­
mente
aquella realidad

de que «Portugal
náo é um pals pequeno»,
sino
también la de que Portugal es una nación católica, con todas
las implicaciones sociales que ello
conlleva.
¿Cómo

fue posible tamaño descalabro?
Los dos

volúmenes de
la obra de Jaime Nogueira Pinto que
pasamos a comentar esclarecen la cuestión de modo meridiano.
En primer lugar, hay que hacer notar la similitud, casi la iden­
ri
título con el del libro
a!I. que al principio nos referiarnos.
Lo que por la disparidad de ideas y de militancias políticas de sus
autores
es sumamente esclarecedor. Pone·

de relieve que
para rodo
portugués no «contaminado» por el europefsmo descolonizador ni
por
el marxismo, los sucesos que se inician con el 25 de abril han
supuesto el fin de Portugal. Lo sienten de tal modo porque el ultra­
mar portugués era tan portugués como la metrópoli. Porque el tema capital sobre el que se
delimitaban. las

posiciones
en Portugal era, procisamente, el de ultramar. Salazar comprendió
mta cuestión, y logró el apoyo para su política ultramarina de todo
el pueblo portugués, incluida la oposición, salvo la que se
hallaba
dominada

por el
partido comunista.

Ser buen
portugués significaba,
hasta

la llegada de Marcelo Caetano al poder, concebir Portugal
como una nación que incluía los rerritorios
portugueses de

ultramar.
Esros eran
Portugal, como lo

era el Alentejo o la comarca del Douro.
Y esto
era tan cierto que ni siquiera se pensaba que Portugal fuera
«descolonizador» como lo fue
Francia o Inglaterra. De
ahí que,
hasta
la llegada de Caetano, los no «integracionistas» se reducían prácti­
camente a los comunistas.
El movimiento político-militar del 25 de abril, señala Jaime
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INPORMACION BIBLJOGRAPICA
Nogueira, tuvo como coosocuencia, más que el golpe de gracia a un
régimen, la reducción de
Portugal a
las fronteras
anteriores a
la
expansión ultramarina,

iniciada
en el siglo xv (I, 9); fue una volución

que produjo
en Portugal,

con diez
añoo de
anterioridad,
el 1984 de Orwell (I, 10).
En esa fecha, «un régimen casi cincuentenario, se rindió sin lucha
a media docena de unidades. de "m~aricos" sin instrucción, mal
municionados y sin ninguna experiencia de combate» (I, 12).
Pero todo comenzó mucho antes.
Desde la
llegada de Marcelo
Caetano a jefe de

Gobierno, sobre todo. Pero
antes, con el mismo
Salazar, también.
Salazar, que

era catedrático de Economía en la Universidad de
Coimbra, llegó al poder llamado por el Ejército. El no es el origen
del
mO<'imieoto que

ha de darle el poder. Pone condiciones,
y una
vez que
son aceptadas,

procede a la reconstrucción de Portugal, que
llevaba varias décadas de desordeo, inseguridad
y pérdida de iden­
tidad. Salazar es el artífice de esa reconstrucción portuguesa, ayudado
generosamente por un pueblo que no ha perdido las virtudes que
lo
hicieron grande y que Camoens supo cantar.
Pero el régimen de Salazar era él mismo, su persona. Careció de
verdadera. doctrina política, o al menos no la supo defender, fallán­ dole fuerza de convicción, sobre todo a partir de la Segunda Guerta
Mundial. El sistema funcionó gracias a la fidelidad a su persona
y a las ideas claras y siempre mantenidas del propio Salazar, unido
a las ideas
y convicciones de tradición, familia, orden, propiedad,
catolicismo ... , que
el pueblo portugués profesaba.
Por eso, el sistema funcionó -al menos en sus aspectos exter~
noo--, y funcionó aceptablerneote, dentro, de lo que las obras hu­
manas lo permiten. Con la llegada de Caetano todo cambió. Otro Salazar hubiera permitido la continuidad de Portugal (y no sólo la
continuidad del sistema o del régimen). Pero Caetano no era Sa­ lazar. Caetano conservó todos
loo inconvenientes

del sistema que
existían con su antecesor y eliminó todas las ventajas que aquél
tenía (I, 17).
Mientras que Salazar despolitizó la cuestión de ultramar,
Caetano,
en cambio, logró que en torno a tal cuestión se polarizara el «pro­
gresismo», el «aperturismo1>, el «europeismo» ... y el auténtico sentir
portugués, de modo que se identificó
el integracionismo (ultramar
portugués) con la derecha,
y el abandono en cualquiera de sus for­
mas con la izquierda.
Caetano recibió una herencia consistente, fundamentalmente, en
un pueblo dócil y obediente (1, 148), gracias a lo cual podrá rea-
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
!izar todas sus reformas, que, a la postre, terminarán por derribarlo,
y lo que es más grave, liquidarán a Portugal.
Cuando
Caetano asume la Jefatura del Gobierno, solamente se
le pone
una condición por los jefes militares, que es la conservación
del
ultramar portugués, a lo que se comprometió en su primer dis­
CW'SO (I, 13 7). Pero a medida que el tiempo pasa, las alusiones al
abandono, al menos veladamente, se suceden y v.an en awnento; aun­
que hechas de tal modo que permitían una doble interpretación, con
lo que, debido al respeto
a la legalidad, así corno lo que aún rodea a
Caetano fruto

del régimen de Sala.zar, deja
en la inactividad a la
oposición integracionista, que poco a poco se va formando, y que,
si reducida en un principio, va en aumento.
Para Caetano, señala Jaime Nogueira en diversos pasajes, la ob­
sesión
era la del «peligro a la derecha» ; se presentó como hombre
de centro (1, 175), ante
la opinión

moderada, alejado de
los extte­
mos (la derecha y los comunistas). Pero, al mismo tiempo, para
adormecer al

pueblo, sabrá mantener en su entorno a figuras del
. salazarisrno,

desde ministros a miembros de la
Asamblea Nacional.
Marcelo

Caetano realizó
una política basada exclusivamente en
su persona, rodeándose
de «fieles» que le permitirían llevar a cabo
sus reformas. Así, pronto empezaron los cambios en la Administra­
ción, en la Asamblea Nacional, en la televisión, en la prensa, en
todos aquellos puestos estratégicos de ámbito estatal, procurando
dejar siempre a alguien de
la etapa de Sala.zar, pero que al mismo
tiempo fuera
«marcellista>> por

encima de todo; de ese modo se
aseguró que

se
mostrase al póblico una figura -la del jefe del Go­
bierne>--aureolada de todas las virtudes. A diferencia de Sala.zar,
no se preocupó de buscar hombres de valía propia que .defendieran
los

intereses de Portugal, aunque
discreparan incluso respecto a
la
propia persona de
Sala.zar; ran sólo buscó «incondicionales» de Mar­
celo Caerano.
Caetano permitió e incluso fomentó, según los casos, los errores
de Sala.zar, sin tratar de evitar los males -que los había- del sis­
tema anterior. Al mismo tiempo, tampoco se
preocupó de
realizar
otra política que no fuera la de' basarse sobre su persona, manteniénM
otro
Sala.zar, lo
que el pueblo portugués
sai>ía. Si Sala.zar tuvo un
cierto

poder carismático, Caetano carecía por completo de él.
El régimen de
Sala.zar, además de

sobre su
propia persona,
se
asentaba soi>re la masa conservadora del pals; que constituía ¡,tác­
ticamente

todo Portugal (1, 48), especialmente la pequeña
burgue­
sía y los campesinos. Caetano «consiguió en pocos años liquidar las
últimas energías de la sociedad portuguesa, que se localizaban en la
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pequeña burguesía, aún asentada en los valores religiosos y nacio­
nales, en los conceptos de honor
y patriotismo, y en la gran masa
de la población rural, que
generosaniente daban

sus
hijos para
la
defensa del
país. En lugar de dirigirse contra los abusos de la pluto­
cracia, contra ,el tráfico de · influencias en la clase política, contra la
izquierda desnacionalizante, se dirigió contra aquellos que, sin acep­
tar las injusticias, prepotencias y desequilibrios de la sociedad vigente,
pretendían
por encima de todo conservar y mejorar Portugal, sin
destruirlo ni amputarlo» (I, 149). Algunos de los males que durante el periodo de Caetano se
acentu.a:ron, y a veces se exaltaron como bienes, existían ya ·en la
época de Salazar; y si . algunos de ellos permitieron una política de
gobierno más fácil
y cómoda para Salazar, al faltar éste pusieron
de relieve su importancia, destacando en este aspecto la falta de
visión de
Salazar, y que Caetano no procuró atajar de ningún modo.
Así, si en tiempos de
Salazar había
faltado una clara educación
de
la juventud que infundiera en ella una razón superior de vida
(I, 56), un ideal
-el ideal
del portugués, católico, universalista,
coloni""1or y civilizador-, en tiempos de Ca.etano se acentuó mucho
más, añadiéndose a
esa falta

la permisividad de una educación con­
traria a tal ideal. La Universidad es fiel reflejo
de ello,

como indica
Jaime Nogueira, desde los sucesos de Coimbra en 1969 (1) a las reformas del ministro Veiga Simao (2);
la infiltración marxista,
el derrotismo
y el nivel de vida -con el modelo al fondo de la
Europa democrática- causaron en parte de la juventud universitaria
portuguesa una conciencia burguesa de izquierdas.
La característica más acusada de la política de Caetano, fue la
ambigüedad (I, 151
y sigs.). No hablar ni actuar con claridad, con
un criterio diáfanamente definido
para todos, que sólo dejara una
interpretación. Lejos

de esto, para mantenerse,
y sobre todo presen­
tarse

como
árbitro entre

unos
extremos que

él mismo
prcwocaba y
orquestaba

(I, 211), dio pie a una interpretación de sus palabras
que tanto la izquierda como la
base popular

del régimen entendían
acordes con sus propias ideas y convicciones, pese a ser interpreta­
ciones totalmente opuestas. El tema de ultramar es claro ejemplo de
ello.
Con el tiempo, la ambigüedad fue despejándose, pero ya no
habla tiempo ni posibilidad de
reacción.
(1) Véase sobre esta cuestión -el libro Dossier Coimbra 1969i de An­
tonio Da Cruz Rodrigues, J. M. Marques y José M. Marques, del que hay
recensióri en Verbo, núm. 93, marzo de 1971.
(2) Véase sobre esta cuestión el libro Reforma do Ensino S11perior, de
Guilherme Braga Da
Cru2, del

que hay recensión en
Verbo, núm. 117-118,
agosto-octubre de 1973.
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INFORMACION BIBUOGR.AFICA
Porque Caetano, además de procurar adormecer a la «derecha>>
·
(

es decir,
al auténtico
pueblo portugués)
trató de
neutralizarla en
todo momento, bieo desprestigiándola a través de los medios de
comuoicación
«marcellistas» (lo

que después los propietarios de esa
prensa habrían de
pagar las consecuencias), bien

incorporando
gente
de

buena voluntad a su gobierno
y administración, que habían sido
colaboradores de Salazar, pero que, sin embargo, su visión no llegaba
más lejos de la fidelidad
al sucesor.
Sin

el aglutinante
y el vigor de un Salazar, se puso totalmente
de relieve «la
falra de una verdadera ciare política que, en vez de
unidad
plasmada en un cuerpo de doctrina firme y esclarecida,
se
presentaba

como una clientela ligada a
grupos de presión y a ca­
ciques, cuya meta concluía en la sobrevivenda personal en el poder,
en cualquier término o circunstancias» (II, 31). Esto hizo posible
que
Caetano, «movido
por el interés de consolidar y reforzar su poder
personal, y utilizando dernagógicarnente una faceta
«liberalizante»,
fuera

destruyendo progresivamente
los restos

de
las energías morales,
de los valores y del patriotismo que aún subsistían, si no entre la
clase dirigente, al menos en las masas de la población (II, 31).
Contaba, además, ,en su favor el que «los que siendo partidarios
de la integración nacional, gracias a un largo camino en el interior
del régimen, tenían creados hábitos de obediencia y disciplina frente
a los
poderes constitnidos y encontraban más dificultades en romper
con la
legalidad» (II, 43).
Durante la época «marcellista» se procedió al vaciamiento ideo­
lógico del régimen
(II, 91), la moral se hizo cada vez más elástica,
siendo
lo único importante el triunfo a cualqnier precio (II, 101 ),
al tiempo que se ridiculizaba al integracionista (II, 57), pese al
«giro»

a la derecha en el año
1972 (II, 112), que contribuyó po­
derosamente a su neutralización.
Así, con todo ello, resulta más clara la revolución del 25 de abril
y sus consecuencias. No fue cosa de unos meses; venían gestándose
desde hacía mucho tiempo la serie de factores que hicieron posible la
traición portuguesa,
¿Y el Ejército?
La despolitizaci6n del Ejército, naturalmente una despolitizaci6n
mal entendida,
está en el origen del comportamiento de las Fuerzas
Armadas.
Así, como escribe Nogueira Pinto, «un mal entendimiento del
precepto, es decir, la asimilación de la polltka, no a la política ca­
sera,

sino a
la formación doctrinal e incluso ideológica del militar,
transformó

a éste en un espectador (aunque naturalmente
obediente
al
poder)

del
proceso polltico ...

,
refugiándose en el 505'
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
de las órdenes»; loo militares se encaminaron hacia el papel de so­
portes, aunque sin entusiasmo, del poder civil ... ; la sumisión estricta
que se impuso a los militares, sin crear simultáneamente una mística
nacional y de servicio que llevase a una obediencia a nivel de los
mandos intermedios, a ser también esclarecida, en
vez de
apenas
impuesta cooctivarnente ... » (I, 97).
Por otra parte, en tiempos de Caetano se verifica el ascenso de
algunos militares no partidarios del integracionismo (I, 106), entre
los que se cuenta
C:O.ta Gomes.
Además, si bien esa despolitiza.ci6n mal entendida se acentuó con
Caetano,
existía ya con Sala.zar, ·en cuyo tiempo «el apoliticismo», el
«somos militares y no políticos», la neutralización de las Fuerzas
Armadas, que si siguieron
separadas del
contagio de aquellas ideas
dominantes en la sociedad civil, que el Régimen
consideraba hostiles
y peligrosas y que por falta de convicción no tuvo el coraje de com­
batir con otras
ideas, sino

apenas de reprimir cuando se traducían
en amenaza directa... Sin embargo,
las ideas fructifican. El cadete de
la Academia militar proviene de
un medio
de mediana
y pequeña
burguesía; como no le suministran ideas, toma, comO tod01 el mundo,
las que dominan en los sectores a los que está próximo, tanto por
generación como por stQ/11s, esto es, en las-jóvenes generaciones de
la burguesía, estudiantes e intelectuales, con los que pretende iden­
tificarse, copiando sus valores y esquemas «bien pensantes» (I, 120).
De este modo, es más fácil comprender cómo el M.F.A., que
comenzó con una reivindicación de carácter corporativo, se transfor~
mó en una revolución.
Un Ejército que no fue derrotado en el campo de bataJ!a, que
se comportó siempre honrosamente ( a excepción del caso de
Goa,
que
también

tuvo su heroica excepción), que prácticamente había
conseguido acabar con las guerrillas en ultramar cuando ocurre
el
25 de abril, es derrotado por un caballo de Troya que existía y se
formó en

su propio interior.
El M.F.A.
lo constitu!an una minoda de oficiales y, desde luego,
no la parte más
preparada ni tampoco la más heroica. Caetano per­
mitió el M.F.A. sin comprender lo que era, intentándo manejarlo según sus intereses (II, 249). Al mismo, tiempo, Caetano provocó
la división entre
sus generales,

creyendo que
as! manterídr!a su po­
der (II, 269), y, al fin, hubo de entregarlo.
Es cierto que existfa una infiltración comunista en el Ejército,
especialmente en el

M.F.A., pero,
como señala Jaime Nogueira, hasta
el final el partido comunista
actuó por medio de personas interpues­
tas, Mbilmeote dirigidas, y sólo después de la caída de Caetano
aparecieron abierta
y p6blicamente como comunistas.
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
Concluye su obra Nogucira Pinto wn el relat9 de los ,acunUci­
mientos

de la entrega del poder por Caetano a
Spíno,la, Como ad­
vier,te el autor, «un Estado moderno
nunca es derribado,

se entrega» ...
«Los regímenes
surumben o

desaparecen
menos por

la fuerza del
ataque como
por la debilidadi de la defessa» (II, 260). Tal aconteció
en Portugal, donde «s,, perdió
el país, P!'to se salvó ( o se restauró)
la democracia»
(Il, 267). ,, · , , ,
Ni

que decir
tiene que

la obra
comentada contieni otras

múlti­
ples y variadas indicaciones sobre las causas, que.
¡,rodujeron el

fin
de Portugal, así como sobre
la reacción y lá. oposición a_ <'Ítanto·tleyó
a

tan tristes
y lamentables sucesos, pero resulta im¡,osíble que sean
recogidos en una recensión.
La lectura del libto, de los dos vohímenes, resulta ,,esendal: pa,ra
la comprensión de-_ esos_ años, -los años del fin~ y también pira
aprender

una lección
de: historia, pues. ésta, como, di-jera HerMoto1
es maestra de la vida.
Al finalizar la lectura, a pesar de todo, queda también un cierto
desasosiego en
el lector, Porque n9 puede ser verdad que sea el. fin
de Portugal. Porque no puede ser cierto que termine' así, sin µ1ás, un
pueblo, una nación, que, movida por un espíritu ejemplar, descubrió,
evangelizó y colonizó ,medio mundo y que «si· más terra huviera, lá
chegata>> ..
Si

la desmembración territorial de Portugal es un hecho, si las
circunstancias actuales _del Ultra.rµar_ y de la metrópoli son adversas,
no por ello hay que pensar que todo acabó, No, ahora ha de empe­
zar nuevamente una reconstrucc;ión, _ que ha de basarse, pese a quien
pese, sobre aquel mismo espíritu, que_ también, mal que les pese a
muchos, .es-el' único···aútf0.tican:1-ent€- porrugí.iés-y con el único que
Portugal volverá a ser él mismo.
ESTANISLAO CANTERO
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