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Número 165-166

Serie XVII

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Wilhelm Reich, sexo y revolución

WILHELM RElC:11, SEXO Y REVOLUCION
POR
ENRIQUE DÍAZ ARAUJO
l. ~aráholas y oontradiooiones
Según el dictamen del psiquiatra de
la penitenciaría
federal de
Danbury, Connecticut, Estados Unidos,
de marzo

de 1957, el
conde­
nado

a dos años de prisión, por contumacia
crimimcl fraudulenta.
Wilhelm

Reich era uu
paranoide; por lo cual aconsejaba que se le tras­
ladara a la prisión federal de Lewisburg, en Pennsylvania, para seguir
el tratamiento psiquiátrico correspondiente. La tercera de
fas concubi­
nas

del penado manifiesta su conformidad con ese dictamen, aña­
diendo que:
«Unos. cuantos psiquiatras que

nunca fueron enemigos de
Reich, que,
pqr el contrario, están llenos de admiración hacia él, han
estado

de acuerdo con el diagnóstico del
psiquiatra de
la prisión
en Danbury» ( 1).
Los traductores de una de las obras del seoten­
ciado

estiman que:
«es muy probable que,
después de su emigración
a Estados Unidos, Reich cayera en una
esquizofrenia progresiva. Su
breve opúsculo
listen, Little Man (Nueva York, 1948), concebido
como texto

de agitación,
pero, que
sólo se comprende como docu­
mento de un
¡,aranoico clínico, atestigua dicha enfermedad» (2). Ya
tendremos oportunidad de abundar un
poco más
sobre la
enfermedad
que

padecía W. Reich, verificando si era una esquizofrenia para­
noide o una psicopatía por
anublamientá de la conciencia que lo con­
virtiera
en un

anestésico moral,
pero~ por ahora, al solo efecto de la
(1) Ollendorf de Reich, Ilse: Wilbelm Refrh, una biografía personal,
Bs. As., Granica., 1972, pág. 192.
(2) «Prefacio» a: Reich, Wilhelm: M.aterialismo dialéctico y psicoaná­
lisis, México, Siglo XXI, 1970, pág. X.
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ENRJQUE DIAZ ARAU/O
pregunta inicial que queremos formular, basta con saber que estamos frente a un enfermo mental. Dado que, como
también lo veremcs luego, toda la obra de W.
Reich es

un furibundo
;ttaque contra

la moral natural y cristiana, que
se
podría sintetizar con esta frase Suya: «Todo lo que actual.mente
se llama moral'o ética está, sin excepción,
a/, servicio de la opresión
de la humanidad trabajadora>> (3 ), cabe plantearse esta cuestión pre­
via: ¿Es imputable o no
Wilhelm Reich
de la comisión del delito de
principal instigador intelectual de la corrupción de las costumbres de la juventud
occidental contemporánea?
Para responder

a
tal interrogante debemos, ante todo, examinar
las circunstancias de su vida y el carácter de sus obras.
Didácticamente tomamos como introducción las preguntas que
se hace Manuel Pizán, filósofo hegeliano español y disdpulo parcial
de Reich, quien dice:
«¿ Hasta qué punto
Wilhelm Reich

es representativo de al­
gunos de los
más agudos delirios de nuestra época de crisis?
¿Dónde hemos de colocar al padre del freudomarxismo
y de la
revolución sexual, el antecesor de
Frornm y de

Marcuse, del mo­
vimiento de liberación de la mujer, de las comunas experimen­
tales y del neocristianismo anarquizante de los radicalutópicos?
¿Por qué, tras haber sufrido las críticas marxistas, conservadores,
nazis, yanquis... y

psiquiatras, y tras un largo período de si­
lencio, ha sido recuperado en la última media docena de años
por una mezcla de trotskistas
y "'gauchistas·· de diversas ten­
tencias, del brazo de la indu.stria pornográfica?» (4).
Nosotros, desde nuestra óptica, buscaremos despejar esas incóg­
nitas que desvelan a su crítico secuaz. Primeramente:
¿quién fue·

Wilhelm Reich?
Wi1helm Reich nació

el 24 de marzo de 1897 en Dobrzcynica,
en
la Galitzia au.strohúngara. «La familia de su padre, según me contó
una vez, tenía entre sus miembros a un famoso sabio rabí; sin em-
(3) Materialúmo dialéc-tico y psicoanálisis, cit., pág. 139.
(4) Los hegelianos en España y otras notas críticas1 Madrid, Cuader­
no!
para

el Diálogo,
1973, pág. 205.
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WlLHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
bargo, su padre no era ya un judío fiel ... y no dio a sus niños una
ednración religiosa
judía.>> (5). F.ste hombre,
que trasladado a la Bu­
covina adquirió «una gran propiedad», como Hischel Marx, era un
apóstata renegado del judaísmo que legó a su hijo ( al igual que le
sucediera a Karl Marx)
esa arobivalencia religioso-cultural propia
de

todos los tránsfugas. Además,
y esto es más decisivo aún, trató
a sus hijos despóticamente
.. Wilhelm y Robert eran sus hijos: «ambos
hermanos

parecían haber adquirido la
tendencia del
padre a
lar
violentas explosiones de temperamento, y a menudo uno reaccionaba
ante esos arranques del otro con la
observación: "te comportas como
nuestro padre", lo que era poco menos que un insulto». A lo que
añade Ilse Ollendorf:
«Reich hablaba

muy poco sobre
la relación con su padre.
Tengo
la impresión de que fue una relación muy ambivalente,
porque en más de una ocasión trató de insinuar que él no era
realmente
hijo de su padre, que

quizás su madre tuvo una
relación con uno de los campe.Sinos ucranianos -una relación
bastante inverosímil para esa época y ese lugar-, y al final
llegó hasta el
extremo de

presentar la proposición, todavía
más inverosímil, de que
él era et vástago de su madre y de
un hombre del esp,,cio exterio-r>> ( 6).
Sin necesidad de mayores aclaraciones, el lector podrá compren­
der ya que esas dos versiones inverosímiles fundamentan las dos
características principales que sobresalen en la vida de Reidh: su
violento
antipt1tem"'4smo y su locura progresiva. Teniendo bien pre­
sente la primera de esas circunstancias, léans·e ahora estas páginas
de Reich:
«En todo joven actúa una tendencia hacia la rebelión contra
la
represión autoritaria, especialmente contra
los padres,
que
son los órganos ejecutivos corrientes de la autoridad estatal.
fu esta rebelión, en primer lugar, la que suele atraer a los
jóvenes hacia las corrientes- izquierdistas... La vinculación a
los padres y a la casa paterna es un fuerte elemento inhibidor,
(5) Ollendorf de Reich, Ilse: op. cit., ¡:,ág. 25.
(6) Op. cit., pág. 27.
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ENRIQUE DIAZ ARAU/0
irreversible. Llama.moo irreversibles aquellos hechos psíquicos
que nWlca pueden convertirse _en elementos positivos de la
conciencia de clase, esto es, que nunca pueden ser aprovechadoo
por
el partido revolucionario en interés. de la revolución social.
No se da en esto más que una sola excepción, concerniente a
los hijos de los padres que piensan ya como revoluciona­
rios» (7).
Aclaremos que

en Reich no
solamente opera
la aversión hacia
su padre latifundista, sino que también la relación con el resto de
su
familia no es nada feliz. Su madre, Cecilia Roniger, o no era
muy inteligente o padecla de alguna disminución mental, por lo
que «su propia
madre, la
abuela Roniger,
hablaba de
ella como
"das Schaf" ( el
cordero), lo

que en alemán tiene
una connotación
muy clara de
la ertúpM"-Por lo que poco pudo influir en el destino
de su hijo, excepto con su muerte, pero esto de una manera clara­
mente negativa. A los catorce años, Reich «sufrió el trauma más
severo de sus primeros años con la muerte de su madre por suicidio.
A mi entender -anota Ilse Ollendorf-, este hecho se convirtió en
una de las
fuerzas más decisivas de su vida» (8). Unámosle al despo­
tismo del

padre renegado
y al suicidio de la madre disminuida, el
hecho de

que tenía «pocos
ccm,pañeros de juegos, puesto que no se
le permitía reunirse con los niños de los campesinos ucranianos ni
con los niños de las pocas familias judías de la aldea cercana que
hablaban idish», que, al
enfermar y
luego morir precozmente su
·
hermano Robert de tuberotlosis, «él no sólo

no se ocupó de su
her­
mano, sino que se negó absolutamente a ayudar de cualquier manera
a su viuda y a su hijo», y que ruando su familia le pidió «una con­
tribución mensual bastante modesta para sostén de su abuela, que
había perdido toda la reota de los divideodos con la que había podido
vivir muy bien hasta
entonces ...

, él negó toda aynda con la justifica­
ción de que la abuela no había trabajado en toda su vida y había
vivido únicamente del trabajo de los otros,
de manera que ahora
había que

dejarla ir al asilo» (9),
y tendremos un cuadro bastante
554
(7) Matflt'ialismo dialéctico y psicoanálisis, cit., págs. 142-143.
(8) op. cit., págs. 26 y 28.
(9) Ollendorf de Reich, Ilse: op. cit., págs. 26 y 38.
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WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
aproximado de los afectos familiares de W. Reich. Y con ese marco
de referencias leamos entonces estas otras páginas de él, insertas en
su obra sobre la función del orgasmo:
«La formación del. carácter en la pauta autoritaria tiene
como punto central no el amor paternal, sino la familia auto­
ritaria. Su instrumento principal es la supresión de la sexualidad
eo el infante
y el adolescente ... De hecho, la familia y la moral
están minadas por la familia
y la moralidad compulsivas ...
Para poder dominar la peste psíquica, teodremos que distin­
guir netamente entre el amor natural eotre padres
y niños y
la compulsión familiar. La enfermedad universal llamada fa­
rnilitis -destruye todo cuanto el esfuerzo humano honesto-trata
de realizar... La felicidad sexual de la juventud en vías de
maduración es un punto central de
la prevención de las neu­
rosis» ( 10) .
Contra esa eofermedad universal, la
familitis, él desatará su
revolución sexual, puesto que:
«Cualesquiera que sean las diferencias entre las familias
de las diferentes clases sociales, tienen en común la propiedad
importante de estar sometidas a idéntica atmósfera moraliza­
dora desde el punto de vista sexual, influencia que no con­
traría en absoluto
la moral de clase, la cual coexiste o pacta
con ese moralismo
sexual... El valor atribuido a la familia es,
pues, la clave de la apreciación general de cada tipo de orden
social» (11).
Bien dice su admirador neomarxista
Jean-Michel Palmier

que:
«la crítica de
la familia es, sin duda, lá cMve de toda la crítica que
Reich hace de la ideología represiva ...
Es el último reducto del orden
social existeote ... Esta reivindicación sexual del adoslescente, en efec-
(10) Reich, Wilhelm: La función del orgasmo, El descubrimiento del
orgón. Problemas
econ6míco-sexua/es de
la
energía bio/6gíca, Bs. As., Paid6s,
1955, págs. 17, 20 y 161.
(11) Reich, Wilhelm: La revoluci6n sexual, cit. por Palmier; Jean­
Michel: Introduf:ción a Wilhelm Reich. En.rayo sobre el nacimiento del FreUtlo­
Marxismo,
Barcelona, Anagrama, 1970, págs. 79 y 82.
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ENRIQUE DIAZ ARAUJO
to, no sólo es un atentado contra la estructura patriarcal, sino su
negación radical... Todo el esfuerzo de Reich estará dirigido a trans­
formar esta
neurosis en

revuelta auténtica» (12). Interpretación que
suscribimos en su integridad, con la sola salvedad de que la nen­
rosis que se transforma en revuelta
-y, desde luego, en psicosis~
no

es
la de la juventud en general, sino la del propio Wilhelm
Reich
y la de todos aquellos otros que presentan un caso clínico
similar al suyo. No sabemos ni nos consta a ciencia cierta qué tipo
de represión sexual pudiera sufrir él en su niñez y adolescencia ( su
tercera mujer sólo habla de una intemación por seis semanas en un
hospital de Viena que dispuso un médico a instancia de su padre,
eventualmente
po< una eczema de piel), pero sí podemos afirmar
que
ni en su vida de hombre joven
y adulto ni en la del contorno
gográficó de esos años hay ningún indicio, no ya de represión, sino
tan siquiera de moderación
sexual. En, 1921, a los veinticuatro años,
se casa con
la médica psicoanalista Anni.e Pink, con la que tiene
una hija (Eva Reich) en 1924 y otra (Lore Reich) en 1928. Ins­
talado en Berlín
y eocargado de la organización «Sexpol» del Par­
tido Comunista, envía a sus hijas, para que sean formadas conforme
a sus ideas antifamiliares, a un centro sexual-comunista. «Annie
consintió que las niñas
fueran enviadas al centro, aunque ahora con­
sidera que
ése fue un gran _error de su parte. Las niñas recuerdan
ese lugar como una experiencia muy desdichada». El se hace psico­
analizar
con Rada porque
se estaba «deteriorando», al tiempo que
«La vida

familiar de Reich casi se había desintegrado por enton­
ces (1930).
Las chicas habían sido, mandadas al lado de sus abuelos
paternos, en Viena»,
y el matrimonio se separa. En 1932 se junta
con otra dirigente comunista, la bailarina Elsa Lindenberg, con la
cual vive en Escandinavia. Allí se entregó «a violent05 ataques tem­
peramentales, en primer lugar contra su mujer, y luego contra sus
colaboradores», porque los diarios noruegos hablaban de sus fraudes
psiquiátricos
y lo motejaban de «el pornógrafo judío», separándose
de su segunda mujer en 1939. «Cuando Reich
y Elsa se separaron
--cuenta Ilse Ollendorf-, no hubo ningún asunto financiero que
(12) op. cit., págs. 79, 82 y 83.
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WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
tratar. Reich consideraba que una mujer capaz de ganarse la vida
no tenía derecho a cobrar una pensión, y· siempre comparó esos pagos
con algún tipo de prostitución. Estaba dispuesto a contribuir al sos­
tenimiento de sus hijos, pero, como ya indiqué, generalmente un
poco bajo protesta y con la menor suma posible, lo que decidida­
mente no guardaba relación con su propio nivel de vida». Eisa quedó
< a Reich para pedirle ayuda. El le mandó veinticinco dcílares. Me
sentí terriblemente avergonzada» (13 ). Ilse Ollendorf, divorciada,
alemana de origen, se convirtió en la tercera mujer de Reich en
diciembre de 1939, a la par que su ayudante en Forest Hill y en
Maine para el asunto del «orgón», con quien tuvo su tercer hijo
(Peter Reich) en 1944. Esta pareja llevó una vida turbulenta, en
la que no faltaron las infidelidades y accesos de celos por parte del
hombre, hasta que se disolvió -luego de varias
separaciones tem­
porarias- en 1954. Ya ebrio consuetudinario, se juntó en ese mismo
año con su disápula,
la joven divorciada Grethe Hoff, quien, no
habiendo pasado medio año, no pudo «soportar sus continuos tras­
tornos, y lo dejó a él y a Orgonon a fines de junio para volver a
su
Oslo natal».

Como
«Reich nunca

pudo vivir sin la compañía de
una mujer por ningún período», intentó cortejar a Gladys Wolfe,
viuda de su amigo el doctor Wolfe, pero parece que
la experieocia
fracasó, y ea 1955 se juntó con su admiradora,
la bióloga Aurora
Karrer, con quien convivió hasta que fue arrestado por la justicia
norteamericana
(14). Cinco mujeres estables y otras adventicias son
un buen lote marital
como para justificar su pansexualismo. A pro­
pósito de esto ha escrito Reidt:
«La sexualidad es el

centro alrededor del cual gira toda la
vida social, así como la vida interior del individuo... Sólo se
es juguete de to:S instintos, se hace lo que ellos quieren ... Desde
el mismo comienzo de mi actividad en el campo de la higieoe
sexual, me convencí de
que la felicidad cultural en general
y la felicidad sexual en. particular formaban el contenido mis-
(13) op. át., págs. 4s, 49, 11, n y n
(14) Ollendorf de Reich, Ilse: Op. cit., págs. 159 y 160.
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ENRIQUE DIAZ ARAUJO
mo de la vida y debían ser la meta de todo, esfuerzo social
práctico ... No existe O'tro interés que influya más en hombre
que el interés sexual. Las leyes patriarcales relativas a la cul­
tura, la religión y el matrimonio son esencialmente leyes contra
el sexo·... La neurosis es sólo una cosa: la suma. total de inhi-·
bidones del placer sexuaJ natural» (15).
Que Wilhelm Reich fue un «juguete de los instintos»
no nos
cabe

la menor duda, como
as! que
de ello él
extrajera su
«felicidad».
Otra cosa bien distinta es que las mujeres que tuvieron la desgracia
de servir a ese juego compartieran algo de esa felicidad. A juzgar
por los testimonios que Ilse Ollendorf
ha recopilado ---en forma
«sincera», «razonable»
y «sin difamacióro>, según Paul Goodman-,
ninguna de ellas pudo tolerar el experimento por mucho tiempo;
y la misma recopiladora, que fuera quien más lo aguantó, declara
que «era reahnente una cuestión de vida o muerte para mí en ese
tiempo (la separación), si quer!a conservar algo de mi respeto por
mí misma y de mi integridad» (16). Los hijos opinaron otro tanto.
Acá va.le también la pena traer a colación el pensamiento de Reich
acerca de la
educación de

los -
niños. En

su libro marxista considera
que la cuestión del
«onanismo de los ninos es política ... ; podremos equivocarnos
en los detalles, pero que la prohibición del onanismo por parte
de la reacción es cosa
decidida, de. esto no hay lugar a duda.
Ni tampoco que no debemos combatir la sexualidad infan­
til» (17).
Ese tema fue una de sus constantes obsesiones. Confiesa en La
función del orgasmo que desde joven
«me

hice el propósito
de investigar a fondo tanto las fanta­
sías que acompañaban la masrurrbación como el tipo de acto
masturba.torio».
(15) Reich, Wilhelm: La función del orgasmo, etc., cit., págs. 29, 42,
170, 178 y 205.
(16)
Op. cit., pág. 155.
(17) Matería/frmo dialéctico y PJicoanalálisis, cit., págs. 174 y 176.
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WILHELM RJ!ICH, SEXO Y RJ!VOLUCION
Y luego de tan fervoroso empeño llega a la conclusión que:
«La
masturbación no
es perjudicial
para la
salud cuando
no va
acompañada de sentimientos de

culpa.
La juventud tiene
deredho a una vida sexual feliz, en las mejor~ condiciones ...
Las fantasías patológicas sólo desaparecen con una vida sexual
satisfactoria.
¡Luche por este derecho!» (18).
Para Reich, la «prohibición de
la masturbación»
es el símbolo
mayor de la sociedad represiva, de ahí que invite a la
lucha por

el
derecho a masturbarse. No
s•bemos si

hubiera elegido a
Onán como
prototipo

de la «liberación»,
o si

hizo algún tipo de gestión para
que este «derecho» se incluyera en la Declaración Universal de los
Derechos Humanos; pero más lamentamos no saber si él, gran lec­
tor de Rousseau (19), no siguió el ejemplo del pensador ginebrino
transportando a algunas «confesiones» su personal experiencia en
el ejercicio de ese intangible derecho.
Las preocupaciones de Reich acerca de la educación infantil no
concluían con la libertad del
onanismo. Inspirándose
en
los des­
cubrimientos

de
Bronislaw M•linowski sobre

las prácticas de
los
indígenas de las islas Trobiands, observó que los niños nativos
«desconocen el -estricto y obsesivo entrenamiento para el con­
trol excrementicio, que socava la civilización de la raza blanca.
Los triobandeses, por Jo, tanto, son espontáneamente limpios,
ordenados, sociales sin compnlsión, inteligentes e industrio­
sos ... Los isleños de las islas Triobands, con su plena libertad
sexual natural, no sólo han alca.112:ado un alto desarrollo, agríco­
la, sino que, debido a la ausencia de tendencias secundarias,
han mantenido un estado general de cosas que parecería un
sueño a cualquier nación europea de 1930 ó 1940» (20).
Pareciera lógico in.ferir de
tales palabras
que
para Reich existía
una relación directa entre la falta de higienización posterior a la
(18) Op. cit., págs. 55, 160 y 196-197.
(19) Ver: Ollendorf de Reich, Ilse: Op, cit., pág. 162.
(20) La funci6n del orgasmo, cit., págs. 183 y 185.
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ENRJQUE DlAZ ARAU/O
defecación y el desarrollo económico de los pueblos, por manera tal
que, a más suciedad, más civilización ...
En cambio, desaconseja una serie de prácticas tradicionales que
considera
«burguesas» y enemigas de la rebelión proletaria. Así
escribe que:
«La afición a los deportes, el gusto por el porte militar,
con uniformes que gustan a las. muchachas (e inversamente) ...
son más bien, en las condiciones actuales del movimiento pro­
letario, elementos inhibidores... El fútbol, en particular, actúa
directamente como elemento que despolitiza
y, por consiguien­
te, fomenta tendencias reaccionarias».
Para las jóvenes en especial propone estas máximas de moral re­
volucionaria:
«Según nuestra experiencia, la relación sexual extramatri­
monial, o la tendencia hacia la misma, constituye un elemento
susceptible de desplegar una gran eficacia contra influencias
reccionarias... Debemos

reconocer con toda claridad que
la
ideolo1;ía de

la
mddre ... contiene un núcleo antisexual que hay
que poner al descubierto: ser madre se opone a ser
amada ...
; la
afición a adornarse
y al embellecimiento del cuerpo ... constitu­
yen un grave impedimento del pensar y sentir revoluciona­
rios>~ (21).
No obstante lo cual, en su vida privada, no era siempre conse­
cuente con sus públicas leo::iones. Cuenta al respecto Use Olleodorf
que, si bien él era partidario de la autorregulación de los niños,
«se sintió

muy fastidiado
cuando-viajando
juntos a Suiza, des­
pués de
terminar las

vacaciones, los chicos tenían
malos mo­
dales en el comedor de primera clase del boxeo.; y se enojaba
porque
hacían que

los otros pasajeros los llamaran "gente de
circo"... Con nuestro hijo Peter, Reich insistió siempre muy
estrictamente· en el buen comportamiento y las maneras corree­
lar en la mesa, en los lugares públicos» (22).
(21) Materialismo dialéctico y pticoanáUsis, cit., págs. 139, 149, 153,
154 y 155,
(22) Op. cit., pág. 56.
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WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
Los denostados victorianos, que sepamos, no han llegado nunca
a una dualidad tal de
conducta, donde
se exalten todos los vicios
y aberraciones privadas a la par que se rinda puritano tributo, a los
más triviales convencionalismos sociales. Por otra parte, el acérrimo
partidario del amor libre adoleáa de un principal defecto, según
su tercera mujer:
«sus celos violentos. Podía negar siempre enfáticamente que él
fuera celoso, pero eso no le impedía acusar de infidelidad a
su mujer con cualquier hombre que se le ocurriera como po­
sible rival, fuera colega, amigo, tendero o conocido casual ...
Se disgustaba y sospechaba de las intenciones de cualquiera
que me llamara Ilse después, de un conocimiento ligero ... En
abril
y mayo de 1947 tomé mis primeras vacaciones de todos
mis deberes y
fui a Inglaterra a visitar a mi padre y mi her­
mano. Reich me había insistido para que me tomara vacacio­
nes... Cuando volví, sin embargo, me sometió a un severo
interrogatorio, preguntándome sobre cada uno de los que había
visto en

Inglaterra. Preguntaba especialmente si yo le había
sido
fiel durante esos dos meses. Casi tuve que hacer un jura,.
mento de fidelidad antes de que él estuviera satisfecho. Por
supuesto, yo sabía de sus celos, pero esa vez encontré ,en él
una actitud m'01·alista, tal como la que habitualmente atacaba
en otros. La doble pauta de conducta sexual era bien evidente
en su ataque. A mí no me permitía ruestionar su fidelidad
durante ese período, pero yo estaba. segura de que él no se
aplicaba a sí mismo las mismas pautas que esperaba de mí. De
hecho, yo sabía que él había tenido una aventura, aunque él
no me Jo dijo. Aunque siempre predicaba que la conducta
sexual no
podía juzgarse por patrones morales, sino solamente
por
pautas de

salud o enfermedad,
él no estaba enteramente
libre
de juicios mvra!es sobre sexualidad>, (23).
Libertino público y Otelo privado, tampoco se mostraba muy
eficaz en la aplicación personal de sus apotegmas sobre la autoex­
presión irrestricta de
los actos de

los niños. «No podía soportar
oírle llorar» a su hijo Peter;
y cuando, la madre se alejaba un poco,
«Reich me hacía señas frenéticamente porque había que cambiar al
(23) Op. cit., págs. 72, 96 y 111-112.
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ENRIQUE DIAZ ARAUJO
niño, una prueba que él no podía afrontar>>. «Reich -añade la mu­
jer- estaba siempre
mooho más
preocupado que yo por nuestro
hijo cuando,
el niño empe"Ló a subirse a las rocas y a los árboles».
«Teníamos (en Forest Hill) un servicio doméstico muy competente
en esa
época. Reich

estaba un poco asustado de manejar el niño por
sí mismo,
y me hizo un gran cumplido al admitir que yo era deci­
didamente mucho mejor con el chico que él» (24). Tal el pedagogo
del
permisivismo absoluto

...
Antes hemos dicho, y es. hora que lo verifiquemos, que no es
cierto que la juventud de la entreguerra padeciera de las inhibiciones
y represiones que
Reich y

sus
secuaces mentan de continuo. En par­
ticular, la Alemania de ]os
alios treinta, donde él vivió y escribió sus
principales obras, no era un modelo de mogigatería. Cuenta
el pe­
rioclista Richard

Hanser que:
562
«Lo que posteriormente sería llamado .. tolerabilidad" · es­
talló en una medida que Aleruania nunca había conocido an­
teriormente ...
'"¡&,doma y

Gomorra juntas no son ni
la mitad
de degeneradas,
ni la mitad de horribles que yo ... ! La vida
nocturna de Berlín, ¡oh, Dios, el mundo nunca ha visto nada
igual!", escribía Klaus Mann. Para George Grosz, Berlín era
la metrópoli mundial de las perversiones ... El
pulso enfebre­
cido de las salas de baile y cabarets se extendía a las calles ...
A lo largo del Broadway de Berlín,
la Kurfürstendamm, rufia­
nes
y prostitutas desfilaban de día y de noche, proclamando
la erupción del mundo del vicio a la superficie de la vida
alemaruL... En
la Reeperbahn de Hamburgo, las prostitutas se
asomaban a las ventaruLs con sus pechos desnudos...

En
la
N olledndorf Platz existían casas de habitaciones tanto para
hombres como para mujeres. Las mujeres. podían escoger com­
pañeros varones o hembras, según sus preferencias. Se ofre­
cían mujeres de mediana edad, amas de casa de cincuenta
o más años ... La Friedrich Strasse era como una arteria pul­
sátil... Los revendedores se
empuj•ban unos a otros ofreciendo
narcóticos, pornografía, mujeres ... Los buhoneros ofrecían vi­
siones furtivas de fotografías
obscenas, mientras

otros tenta­
ban a
los viandantes con.: "¿Quiere

ver usted bailarinas des­
nudas? Señoras totalmente desnudas garantizadas. ¡Garantiza-
(24) Op. cit., págs. 89, 103 y 112.
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WIIBELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
das!"... Los marineros revolucionari06 habían establecido un
enclave homosexual en Berlín... La policía permitía que los
clubs de travestistas operaran sin ser molestados ... Fondos es­
peciales

proveían a perversiones de
todo tipo:
un club,
para
sádicos; otro, para exhibicionistas; otro, para masoquistas. Mu­
chachos pintarrajeados y con las cejas depiladas se ofrecían a
sus clientes desde
las aceras,
compitiendo con las prostitutas ...
El baile nudista y las revistas de desnudos se convirtieron en
una moda ... La virginidad había perdido su valor y se había
convertido en un broma ...
Se rumoreaba que en la alta sociedad
era
corriente el intercambio de esposas y la difusión del les­
bianismo se reconocía como una de las causas que contribuían
al acelerado aumento del número de divorcios ... Las mujeres
exigían
"el detecho a su propio cuerpo", y el número de abor­
tos

ascendfa a cifras desconocidas hasta entonces» (25).
Esta descripción plástica de un periodista norteamericano (nada
interesado, por otra. parte, en justificar la reacción que contra esas
costumbres adoptó el nacionalsocialismo) se ve corroborada en la fa.
mosa
novela'
Adiós a BN fuera llevada al cine
con el

título de
Cabaret. Y si Alemania era
un cabaret, en

los Estados Unidos
burbujeban «los
años locos» ( que
retrata Allen en El cercano ayer). Para ir más cerca, recordemos que
en la Argentina era la época del predominio de la «Zwi Migdal»
( «Gran
Fuerza», en

idisch), entidad que sola (sin contar la
«As­
quenasurn>>,
de

Simón Rubinstein) explotaba 2.000 prostibolos, con
30.000 mujeres
y un término medio de rendimiento de 108.000.000
de pesos de entonces al año (26). Ante
este cuadro
someramente
trazado, ¿cuál era la pretensión de Wilhelm Reich? La defeosa de
lo que él
denomina «las libertades

sexuales
y sus peculiaridades».
Así se pregunta: «¿La coprofagia, las fantasías homosexuales, el
sa­
dismo, etc., son manifestaciones naturales de la vida?», y se respon­
de con esta ecléctica solución : «ca.da cual tiene razón de alguna
manera» (La función del orgasmo, cit., pág. 65). La norma que
(25) Putsch, Cómo hizo Hitler la Revolución, Barcelona, Plaza & Janés,
1970, págs, 224-229,
(26) Ver: Ielpi, Rafael, y Zinni, Héctor: Pro.rtitución y Rttfianismo, Bs.
As., Encuadre, 1974, pág. 234.
563
Fundaci\363n Speiro

ENRJQUE DIAZ ARAUJO
solicita es: «más optimismo y menos gazmoneria>>, opinando que
«k, com¡uistá de k,s prostttutdS constituye también un elemento de
la
política proletaria desde muchos puntos de vista»,
al tiempo que
se lamentaba que no se pudieran «crear
cabarets rojos bastantes para
llevar toda la población a las asambleas», agregando:
«hay que llevar el arte revolucionario, el sentimiento revolu­
cionario y la melodía revolucionaria allí donde las masas
viven... Los músicos, danzantes, cantan.tes, etc., revoluciona­
rios pueden agrupar por medios más sencillos a jóvenes, mu­
chachas, niños, mayores y también
adultos, para
que, como lo
hacen los cantantes callejeros, penetren en los patios, los par­ ques de
atracciones y, en una palabra, en todos los lugares que
suelen frecuentar los futuros exponentes de la revolución ... Ne­
cesitamos asegurar a las masas por el sentimiento ... La con­
ciencia ( de la juventud) d, su derecho a organizar su vida
(sexual) la

obligará inexorablemente a luchar por él. Sólo
necesita todavía un apoyo, una organización, un partido que la
comprenda, la ayude y la represente>> (27).
Más allá de la prostitución y la pornografía ambientes, a las que
encontraba algo
«gazmoñas», el

padre
del freudomarxismo
ansiaba
que la juventud alemana asociara su notoria depravación de costum­
bres con los ideales destructivos de la Revolución marxista. Esto pudo
ser posible,
y en seguida lo examinaremos un poco más detenJda­
mente, pero lo que no es verdad es que él tuviera necesidad de una
previa campaña «desinhibidora>>, o

que tuviera que descubrir
la
pólvora en una materia en la que no hay nada nuevo bajo el sol, según lo atestiguan los muros de Pompeya.
2.
Freudomaniomo
En los años que siguieron a 1920, Wilhelm Reich, tomo joven
graduado
en Medicina.

en
la Universidad de Viena, se adscribió casi
simultáneamente a dos capillas de moda por eotonces : la Escuela
(27) Materialismo dialéctico y psicoanálisis, cit., págs. 156, 209, 210
y 235.
564
Fundaci\363n Speiro

WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
Psicoanalítica de Sigmund Freu.d y al Partido Comunista. Al cabo de
una
década, más precisamente

en 1934, después de una turbulenta
actividad, estaba expulsado de
ambas organizaciones.

Pero en
ese
lapso, y antes que Marcuse, Adorno y Fromm, Wilhelm Reich aso­
ció la revolución de la libido con la revolución social, intentando re­
conciliá.r a Marx con Freud, con 1a publicación de diversos libros
( entre ellos los citados MAterialismo dialéctico y psicoanálisis y La
funci6n
del orgasmo) y con la promoción de estructuras de difusión
como
la SEXPOL ( Asociación Alemana para la Política Sexual
Proletaria, y su correspondiente editorial: Sexpol-Verlag). De ahí
que, con toda justicia, se le tenga por el fundador
y el adelantado
del
«freudoma.rxismo», piedra

sillar del
actual «eurocomunismo».
Al
fre«dismo acudió por contagio estudiantil y por necesidad
personal. «El mismo Reich se sometió a ·su primer análisis personal
con el doctor lsidore Sadger. Este análisis fue interrumpido por
Reich antes de que terminara, como lo fueron también loo siguieo.­
tes»,

lo que aconteció hacia 1923, conforme a la información de su
mujer (28). Regular debe haber sido la sorpresa de los integrantes
del grupo psicoanalista vienés, considerado en todo el mundo con­
temporáneo
como el 1,0,n plus ultra del pansexnalismo, cuando ad­
virtieron la presencia de este neófito que
loo superaba
largamente en
materia de exaltación de la «libido». «Freud miraba
la insistencia
de Reich
en las bases sexuales

de toda neurosis como la
Stekenpferd
(«manía») de Reich, y así la describió en una de sus cartas a Lou
Andreas-Salomé» (29).

Si
mal no entendernos, el pasaje citado quie­
re venir a decir que la base de todas las neurostis era la neurosis
(traducción de «manía» en el lenguaje psiquiátrico) persona[ de
Reich. Los freudianos no tomaron a bien esto, que, sin embargo,
pareciera ser la mayor de las demostraciones de la Escuela. ¿Quién
si no
estaba mejor

habilitado
para proponer

una solución pansexua­
lista que un maniático sexual? ...
Lo cierto es que, dado que Reich se había afiliado formalmente
al Partido Comunista en 1928,
y había empezado también por esa
(2s) op. ,;,., pág. 36.
(29) Ollendorf de Reich, Ilse: op, cit., pág. 39,
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE DlAZ ARAUJO
época a formular sus propios criterios psiquiátricos, más proxrmos
al
energetismo materialista que
al orbe de los fenómenos estricta·
mente psíquicos, Freud terminó disgustándose públicamente con él.
«Experimenté una amarga decepción con Freud», anota Reich en
,Lt, función del org análisis freudiano creía haber introducido Reich no eran, estima
Palmier, más que «abusivas simplificaciones»:
« ... este biologismo que impregna todos sus trabajos
despierta
desconfianza: ¿No se trata,. en relación a las tesis freudianas,
de una manifiesta regresión? & muy posible. La traducción
de
la "libido" frendiana en "energía sexual", luego en "ener­
gía biológica" y, por último, en "energía bioeléctrica" es
aberrante... Las tesis propiamente analíticas de Reich tienen
muy
poco interés, y querer defenderlas es tiemp& perdido ...
Incluso esta troría del orgasmo, que ha asegurado a Reich una
supervivencia póstuma dentro de cierta literatura, no tiene prác­
ticamente interés alguno: es la piedra clave de su delirio fi­
nal» (31).
Así es ; pero desde fa óptica de Reich ,pensamos que él no estaba
tan despistado
al aproximarse al psicoanálisis, sino en el aspecto téc­
nico, al menos-en su significación atlrural general. Es decir, que él
captó bien el ingrediente revulsivo del freudismo para
una negación
radical de la civilización occidental al reducir todos sus elementos a
simples
compulsiones sexuales
( sobre este tema
el lector puede con­
sultar,
a más

del clásico libro de Rudolf Aller, las
obras de
Leonardo
Castellani:
Freud en cifra; de López-Ibor: La agonía del psic&análísís;
de Uriarte Rebaudi: Sodulogía, marxismo y psicoanálisis, y, sobre todo,
la de Edmundo
y Cathey Piru:key: La falt1eia de' Freud y el psicoaná­
lisis).
Con todo, y ya en un estudio más biográfico del problema, tam­
bién es exacto que Reich fue
al freudismo por sns neurosis personales
antes
que por
las sutilezas

técnicas del fundador de la escuela vienesa.
Observa al respecto su mujer que: «Freud había llegado a ser, según
veo a grandes rasgos, un p-adre sustituto para Reich. El rechazo, tal
como lo
sintió-Reich, fue intolerable. Reaccionó ante este rechazo con
(30) Op cit., pág. 40.
(31) op. cit., págs. 3s y 39.
566
Fundaci\363n Speiro

WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
una depresión profunda» (32). Concretamente, tuvo que ser internado
en un sanatorio en Davos, Suiza, por espacio de varios meses. «Annie
Reich, y con ella otros analistas freudianos, creen que un proceso de
deterioro se inició en Reich durante su estancia en el sanatorio; que él
no era la misma persona después de su regreso» (3 3). De otra manera:
si antes de conocer a Freud ya padecía
--,egún el
mismo Freud- de
una «manía» sexual, después de alejarse de su mentor austríaco cayó
directamente en la psicopatía sexual; erotomanía o satiriasis, síndrome
característico de los procesos y desarrolloo paranoides (34).
Como toda

la principal obra escrita de W. Reich es
posterior a
la
circunstancia antes apuntada, cabe presumir de ella el mismo juicio que
se formula para su autor. En todo caso,, así lo vio el psicoanalista Otto
Fenichel, que compartió con Reich la etapa freudiana y la marxista, y
para quien Reich,
hacia 1935, estaba «completamente

loco» (35). Antes
aún, en el Congreso de la Asociación Psicoanalítica Intemacional, reu­
nido a fines de agosto de 1934 en Lucerna, Suiza, fue efectivamente
expulsado de
todas sus listas. Repudiado. por los psicoanalistas, Reich
siguió adelante con lo suyo, esto es, con su tara 5e'.Xllalizante.
Con el marxismo también la vinculación de Reiah fue tormentosa.
Es bien claro, para cualquiera que tenga ojos, que una personalidad
inestable como la suya debía casi necesariamente sentirse atraída por
las doctrinas subversivas del orden social. Estaba hecho de esa pasta
especial con que se engendran casi todos, los revolucionarios típicos. De
ahí que primero se afiliara al Partido Socialista austríaco y luego al
Partido Comunista alemán.
No es qu terialismo dialéctico -al que incluso tachaba de «economicista»-,
sino por la estrategia catastrófica que Lenin propusiera. Y confiaba
en allegar a esa tendencia de libido destruendi su propio aporte libi­
dinoso para la desintegración moral. Así escribe:
«La opresión sexual está al servicio de la dominación de
clase. Esta se ha reproducido ideológicamente y estructuralmen-
(32) op. cit., pág. 4o.
(33) Ollendorf

de Reich, Ilse:
op, cit., págs. 40-41.
(34) Delgado, Honorio: Curso de p.riquiatria, 3.i!: ed., Barcelona, 1963,
pág. 361,
(35) Ollendorf de Reich, Ilse: op. cit., pág. SS.
567
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE DIAZ ARAUJO
te en los dominados y constituye en esta forma la fuerza más
potente y menos conocida de toda especie de opresión ... Fue
así cómo el efecto de la represión sexual se extendió también
al proletariado... Lenin, conductor de la Revolución rusa, fue
el más grande psicólogo de masas de todos 106 tiemp05 ... La
posición de Lenin con respecto a la cuestión de la ética pro­
letaria partía inequívocamente del interés de la revolución pro,­
letaria. Todo· lo que sit'Ve a la revo,/u'Ción es ético, y todo lo
que la perjudica es antiético. Tratemos. de formular esto mismo
de otra forma: Puede considerarse como elemento de la con­
ciencia de clase todo lo que se opone al orden burgués, todo
lo que .contiene gérmenes de rebelión; en cambio, consideramos
como freno de la conciencia de clase todo lo que liga al orden
burgués,
lo, apoya y refuerza ... Y puesto que el psicoanálisis,
aplicado
cousecuenternente, subvierte
las ideolog!as
burguesas,
y dado que la economía socialista constituye la base para el
libre
desenvolvimiento del
intelecto y de la sexualidad,
sólo
en el socialismo tiene el psicoanálisis un porvenir» (36).
El silogismo, con las premisas que Reich adopta, es perfecto; lo
cual demuestra, una vez más, que en el paranoico con ideas deliran­
tes sistematizadas puede coexistir un
mecanismo lógico
normal. No
se advierte, en
esa época, la disgregación del pensamiento o una
serie de desarreglos
en 1a ideación que permitieran suponer que para
aquella fecba Reid, ya habla caído en esquizofrenia paranoide que
le
afectó hacia el final de su vida. De momento, su monoidelsmo
erótico, que revela a las claras su delirio paranoico, no está com·
plicado

todavía con ideas delirantes secundarias
ni con las alucina­
ciones qne padecerá luego. La disociación de base, bien perceptible, entre
su condición
de
médico rico
y su defensa del «proletariado» no es, por otra parte,
un signo definitivo de alienación mental. Que, si no prácticamente,
todos

los
-dirigentes comunistas

que
el mundo ha conocido estarían
locos, puesto que la inmensa mayoría de ellos ba pertenecido a los
estratos más alt06
de la burguesía a la que dicen atacar. Esto, en todo
caso, pertenece al campo de las normalidades psíquicas
menores, y
(36) Materialismo dialéctico y psicoanálisis, cit., págs. 219, 72, 74
y 80.
568
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WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
muy frocuentemente a la tipología de los seudólogo. y simuladores.
Tal dualidad de conducta, en la concreta situación de Reich, es muy
notoria. Heredero de un gran latifWldio, en su juventud -refiere ·
Ilse Ollendorf- «su conciencia social no estaba muy desarrollada».
Instalado en Berlín,
para el tiempo que se acerca al comunismo,
«Reich se mudó con
su familia a un departamento más amplio, que,
según sus amigos, amuebló con elegancia y
buen gusto.
Como re­
cuerda Annie Reich, la vida que llevaban entonces no era, en ge­
neral, muy diferente de la de los amigos y colegas con los que man­
tenían un
estrecho contacto

profesional y social ... y le gustaba tener
cosas buenas a su alrededor (las de mejor calidad
y gusto en materia
de ropa
y accesorios y, por supuesto, en materia de herramientas
e instrumentos).
Pero podía
ser
un perfecl'o avaro en relación con
los gastos corrientes

de
la vida diaria. Podía gastar de buen grado
mucho dinero en el departamento, pero se ponía
furioso cuando,
por

ejemplo, había que comprar abrigos para toda la familia»
(37).
Egotista, sibarita y «,perfecto avaro» siguió siendo toda su vida,
aunque llevara a cuestas, como una cruz, su «sensibilidad. social».
En 1929 visita la Unión Soviética para dar W1a serie de con­
ferencias:
«Pero no ·encontró para sus ideas la comprensión plena que
él había esperado. Aunque impresionado por los aspectos fí.
sicos de algunos de los centros, sintió que muchos de los
médicos

y educadores a
los que observó y con los que habló
tenían las mismas actitudes morales burguesas en cuanto a
la sexualidad infantil que sus colegas de los países capitalis­
tas»

(38).
Más adelante, y ya instalado en el «no capitalista» Estados Uni­
dos,
al reeditar su
Revol11ción sexual en 1945, se quejará amarga­
mente de la limitación de las libertades
sexuales en la Unión So­
viética. Como el leiv motiv de la SEXPOL ,alemana era justamente la
(37) Op. cit., págs. 29 y 37.
(38) Ollerulorf de

Reich,
11sec •P. cit., pág. 44.
569
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ENRJQUE DIAZ ARAUJO
imitación del libertinaje soviético, se comprenderá el porqué de
su progresiva docepción con el marxismo.
En el punto segundo de la plataforma de la SEXPOL se reclamaba
la «abolición de
las leyes

contra
el aborto y la homosexualidad»,
además del

uso libre de los anticonceptivos.
Allí estaba el meollo
de su «conciencia de clase» y de su consiguiente adhesión al leni­
nismo. El Partido O,mu.nista también juzgó oportuno durante un
tiempo sustentar estas tesis, mas luego, por razones tácticas, prefi­
rió repudiarlas. El propio Lenin, que de cousumado agitador revo­
lucionario

había pasado a la
situación de
estadista, le escribiría a
Clara Zetkin :
«Desconfío de

aquellos que están constante
y obstinadamente
absortos con

las cuestiones del sexo, como un
faki_r hindú en
la contemplación

de su
propio ombligo...

Aunque
se revista
de formas subversivas y revolucionarias, esta orupación no
es por ello, a fin de cuentas, menos puramente burguesa. A
ella
se entregan en especial Aos intelectuales y las otras capas
sociales próximas
a ellos».
A lo que añadía, a
propósito de
la entonces en boga teoría del
«vaso de

agua» -que decía que
hacer el
amor
es algo
tan elemental
como el beberse un
vaso de

agua,
y que no obliga ni compromete
a nada-, que aunque él «sea cualquier cosa menos un triste asceta.,
esta nueva vida sexual de los jóvenes, y con frecuencia de los adultos,
me parece, en bastantes casos, _ como totalmente burguesa, como uno
de los múltiples aspectos de un lupandll' burgués>> (39). Reich, que
aparentemente ignoraba esas opiniones de su amado líder, se dio
con fervor a la organización de ese «lupanar», y se apartó de la
«línea general»
para ese instante. El 20 de abril de 1934, el órgano
oficial
del P. C. alemán dirá a su respecto:
570
< menzó confrontando a Marx con Freud. A continuación in­
tentó una revisión abiertamente freudista del marxismo-y ahora
(39) Citado por Pizán, Manuel: op, cit., pág. 208.
Fundaci\363n Speiro

WILHELM REICH, SEXO Y REVOWCION
se lanza en socorro de los sociaJ .. fascistd.S en bancarrota y es­
cupe sobre el Partido Comunista a la manera twtskysta. El
movimiento obrero revolucionario
le ha tirado por la borda.
Ahora él ha embarrancado allí donde su camino debía con­
ducirle, en las marismas contrarrevolucionarias)> ( 40).
¡ El pobre Reich, ex freudiano y ex socialista, convertido en «so­
cial-fascista», «trotskysta» y «-contrarrevolucionario»! Y toda esa
catarata

de insultos, ¿por qué?
Porque se
le había ocurrido publicar,
en 1933, •aparentemente sin el nihil obstaJ del Partido, su libro
Psicología de Masas del Fascismo. Allí inventó la teoría, muy di­
vulgada después, de que todo totalitarismo es fascismo; de que
el
fascismo no era sino una neurosis consistente en. «esa angustia de
placer» que es «el terreno sobre el cual el individuo· recrea las ideo­
logías negadoras de la vida que
son la base de las dictaduras» ; y un
régimen para el cual < y «brutalmente lascivo». Como algunas de esas cuestiones rozaban o
molestaban a los soviéticos,

lo expulsaron con cajas
destempladas.
Más

papista
que el Papa y convertido en un Ashaverus redivivo,
Wilhelm Reich, psicoanalista repudiado por los freudianos por su
marxismo, y marxista echado de su partido por su freudismo, inicia
su peregrinación por
el mundo. Se refugia as.í primero en Dinamarca,
hasta que
el Gobiernrn danés le revoca su permiso de residencia ( 41).
Se traslada a Inglaterra,
pero los
médicos amigos
«no alentaron
a
Reich para que llevase su trabajo a Inglaterra y se instalase allÍ» (42).
Pasando
por París y Suiza, recala en Malmii, Suecia, con el grupo
de la
«Sexual-Politik», hasta

que en junio de 1934 le quitan el per­
miso para vivir y trabajar en
Suecia (porque

daba «la sensación de
que se trataba de algo subversivo : fa combinación de sexo, psicoaná­
lisis y política era demasiado como para que las autoridades la com­
prendieran») ( 43). Retorna a Dinamarca, «ilegalmente
y con un
(40) Citado por Palmier, Jean-Michel: op. cit.1 pág. 109.
(41) < de Dinamarca, los psiquiatras y la Asociación Psicoanalítica», Ollendorf de
Reich, Use: op, cit., pág. 52.
(42) Op. cit., pág. 52.
( 43) Op. cit., pág. 56.
571
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ENRJQUE DIAZ ARAU/O
nombre falso», mientras tramita su traslado a Oslo. En Noruega se
queda algunos años, fundando el «Instituto Internacional para la
Economía
Sexual», primero, y el Instituto para la «Bioinvestigación
Sexoecooómica», después.

Estas actividades le dejan buenos dividen­
dos
y malos problemas con la prensa escan.dinava. Le imputan la
difusión de
una «terapia de ma&twbación» ;

alguno de sus despreve­
nidos pacientes se queja de que lo dejó
«de tal manera que

me costó
muchos años
recuperarme», y (anota su mujer):
«Cuando por

fin Reich dejó Noruega en agosto de 1939,
la reacción de casi todos sus colaboradores, por una u otra
razón, fue la de sentirse liberados de la fidelidad a un hombre
y un trabajo que se habían convertido en opresivos» ( 44).
Paradójicamente, el sistema preconizado por W. Reich producía
así una «liberación de la opresión» : bastaba con que él se fuera para
que los enfermos se sintieran mejor. Entre tanto, él avizor-a una
perspectiva personal más gratificante. Descubre a la «verdadera de­
mocracia», una «democracia socialista>>, que permite al hombre «la
satisfacción de las exigencias biológicas de la gratificación sexual
natural (orgiástica)», un «verdadero socialismo» que reconoce que
«la función natural de la socialización del hombre es garantizar el
trabajo y la realización natural del amor». Y si bien esta «Democracia
del Trabajo» es inexistente aún, es la forma de organización de­
mocrática hacia la cual podría quizás ·evolucionar la actual demacra·
cia» (45). En otras palabras: los Estados Unidos de Norteamérica.
En tanto que loo «psicoanalistas ortodoxos frecuentemente no
han mostrado hacia Reich más que un soberano desprecio», porque
advierten
«-en él una suerte

de delirio de persecución. Abandonado,
excluido, Reich está a partir de ahora al borde de la locura ... El de­
lirio biológico gana poco a poco su pensamiento ... Las ideas políticas de Reich después de 1935 no, tienen el más mínimo interés. Es im­
posible defenderlas» ( 46) ;
y los comunistas lo colocan al borde de
572
(44) op. cit., págs. 63 y 74.
(45) La función del orgasmo1 cit., págs. 17, 21, 1914.
(46) Palmier, Jean-Michel: ~p. cit., págs. 16 y 118-119.
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WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
un «colapso esquizofrénico ... Ante las continuas decepciones políticas
que padeció
Reich entre

1928 (fundación del SEXPOL
en Austria)
y 1934» ( 47), él navega hacia otro mW1do mejor. Se identifica es­
trechamente con el personaje de
Ibsen «Peer Gynt», el rebelde, contra
todo: < con su «revolución sexual» a cuestas, a vivir a la meca del capitalismo.
En Europa quedará, entre tanto, dormida a la espera de nuevos vien­
tos revolucionarios, su mezcolanza del «freudomarxismo».
3. Fraude-esquizofrenia
Se preguntará el lector: muy bien que W. Reich decidiera irse
a propagar sus
ideas disolventes a los Estados Unidos, pero ¿cómo
el
Gobierno norteamericano, a diferencia del de los países
escandi­
navos,

lo aceptó? Olvida, quizás, el lector que por 1939 gobernaba
en los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, campeón univer­
sal del «antifascismo», y su brain trust de socialistas fabianos, invento­
res del muy famoso (y por entonces en plena quiebra) «New Deal».
¿No estaban allí, junto al presidente, sin contar a Eleanor, el «her­
mano» Henry W allace, el teósofo
y vegetariano, vicepresidente, «el
más extraño pajarraco que se haya encaramado nunca sobre la percha
gubernativa», en el decir nada amistoso de
John T. Flyn ( 48)? ¿Y
en la presidencia de la Suprema Corte no estaba Félix Frankfurter,
israelita vienés, discípulo del socialista inglés Harold Laski, defensor
de
Sacco y

V anzetti? ¿ Y al frente de
la NIR.A y de toda la dis­
pendiosa

planificación no estaba Harry Hopkins, «Harry the Hop»
(Harry el bailarín), como lo llamaba afectuosamente el presidente,
con sus «alegres salchichones» (por alusión a
los amigos

del archi­
rrojo Frankfurter, en
el slang equivalente a salchichón vienés)? ¿Y
en Ja CIO no estaba el lituano Sidney Hillrnan y David Dubinsky,
ambos en excelentes relaciones con los comunistas? ¿Y los asesores
socialistas Rexford Guy Tugwell, George Soule, Thorstein Veblen
(47) «Prefacio» a: MaJerialümo dialéctico y p.ricoanálisis, cit., pág. X.
( 48) El mito de Roosevelt, Barcelona, Mateu, sf., pág. 176.
573
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ENRJQUE DIAZ ARAUJO
y Leon Hen Hall»
d inefable

Fiorello La Gnardia, el abogado de Frank Costello,
el amigo de Capone, de Gusik
y de Lepke? ¿Y no proliferaban los
clubs de amigos de los comunistas, como el «J
ack London», del no,­
velista

Upton Sindair, y el «John Reed» del embajador Bullit? ¿Y
los infinitos
<
Ayuda» a las «democracias», como las del
socorro rojo
espruiol, y

las «redes rojas» de Sol Bloom, de Harry
Dexter White, de La Follete,
de·owen Lattimore,

de Alger Hiss, etc.?
¿Y el dorada, auxilio de Wall Street
y sns magnates rojos, como
Averell Harriman, Frank Vanderlip, Paul Warburg, Bernard Baruch,
Cyrus Eaton, los Rockefeller, David Eli Lilienthal, Jacob Schiff,
y
tantos más que hicieron posible el «W elfare State»? Resumiendo con
toda precisión
y finura la situación estadounidense, el búlgaro Di­
mitrov, secretario general de
la III Internacional, fijaba el programa
del futuro Partido, Comunista norteamericano con estas palabras :
«Tal partido sería una forma específica del frente popu­
lar de
masas en
América ... Este partido no serla, evidentemente,
ni socialista ni comunista.
Pero debe

ser
antifascista y no debe
ser un partido anticomunista» ( 49).
Si el «antifascismo» era la voz de orden para reunir a todo ese
heteróclito, orbe que iba desde las finanzas a los sindicatos, pasando
por la universidad y el gansterismo, Wilhelm Reich, con su ganada fama de
«lumador antifascista»,

no podía ser «persona non grata»
en los Estados Unidos de la preguerra. Bastaba con que invocara su
calidad de judío perseguido por el nazismo para que automática­
mente se le abrieran· todas las puertas, aunque en verdad él estaba
distanciado de la colectividad israelita alema,na y quienes lo habían
deportado no eran los nazis, sino los muy democráticos gobiernos
escandinavos por pornógrafo y corruptor.
Instalado primero en Nueva York y después en el estado de
Maine, Reich iniciará una nueva etapa de su vida, signada por el
(49) Citado· por Ollivier, Georges: Roosevelt, el hombre de Ya/ta, Ma­
drid, Taurus, 1956, págs, 36-37.
574
Fundaci\363n Speiro

WILHELM REICH, SEXO Y REVOWCION
fraude médico, la prosperidad económica y esquizofrenia progresiva.
AJ reeditar, muy modificada,
La /andón del orgasmo, explicará:
«Mis investigaciones, a los ojos de mis colaboradores
-y
en particular a los que trataban de seguirlas desde lejos-, pa­
recieron haber
efectuado
un salto repentino. Es de esperar que
la presentación de su desarrollo total servirá para tender un
puente sobre esa
aparente brecha (50).
Reich había descubierto el
orgón, una suerte de energía bioeléc­
trica que desencadenaría el orgasmo. Es, dice:
<<. .. energía radiante descubierta en 1939 en los biones derivados
de la arena. Más tarde se descubrió su presencia en la tierra,
la atmósfera, la radiación solar y el organismo vivo ... El color
del orgón es azul, o gris azulado. En nuestro laboratorio, el
orgón atmosférico se acwnula por medio de un aparato éons~
!ruido especialmente» (51).
Esta energía -que probablemente no pasaría de ser otra cosa
que la electricidad estática del cuerpo humano--la encapsuló, según
nos informa, en unos «acumuladores», que reducidos a tamaños más
comerciales se alquilaban a módicos precios. Es ahora_ Manuel Pizán
quien relata el proceso del «orgón» :
«Es, enlatado y vendido en cajas, las célebres orgon boxes.
Tuvieron un éxito de locura -y nunca mejor' dicho-, ven~
diéndose tan aprisa como podían ser puestas en el mercado en
cantidades gigantescas. No es extraño: según Reich, eran una
panacea universal, capaz de curar desde la frigidez y la impo­
tencia hasta el cáncer y el dolor de muelas. La cosa es senci­
lla: cargada de orgones, la caja proporcionaba al interfecto, en
ella internado un orgasmo cósmico de tal magnitud que
el
cuerpo desbordaba energía vital y, claro, no, había malestar
que se resistiera a tanta potencia. Un psiquiatra español re­
cientemente fallecido, que tuvo la oportunidad de meterse en
(50) Op. cit., pág. 13.
(51) op. cit., págs. 295 y 301.
575
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE DIAZ ARAUJO
u.na de las orgon boxes, cuenta que -no tuvo el menor or­
gasmo, mientras que algunas señoras histéricas sí lo alcanza­
ban. Al
parecer, cuanito más histeria, más cósmico» (52).
Pero Reich no
tomaba tan

a broma el asunto. En Forest
Hil~
Long Island, Nueva York, y en Rangeley, Maine, creó toda una
cadena de instituciones
para estructurar y divulgar su invento: «Bion
and Cancer Research
Laboratory», «Orgone Institute Research La­
boratory,

!ne.», «lnternational Journal of Sex-Economy and Orgone
Research», «Orgone Energy Observatory», «Orgone Institute Press>>,
«Orgone Energy Bulletin», «Annals of the Orgone Institute», «Uni­
versidad Orgonóm.ica», «Convención Orgonómica Internacional»,
«Centro de Investigación Orgonómica Infantil», «Orgone Institute
Diagnostic Clinic», «Orannr Experiment»,
«Cosmic Orgone
Engineer­
ing» (CORE), «Energía Orgón
Mortifera» (DOR), etc. Casi todas
estas, «instituciones» tenían su principal sede en «Orgonon», su
granja de 280 acres de Maine, y de todas ellas parece qne la más
apreciada por Reich fue la «Orgone Research Fnnd». Ilse Ollendo,rf,
que
era su administradora general, nos explica el porqué de esta
preferencia. Dice que Reich «no
practicaba la

medicina en sentido
corriente>>, puesto que no había revalidado su título, sino de
la si­
guiente
manera:
576
«El tratamiento especial de pacientes de cáncer continuaba.
Venían regularmente a
Forest HilI para aplicarse los acumu­
ladores
y para exámenes de sangre. Sólo a fines. de 1942, cuan­
do se construyeron acumuladores desarmables que podían des­
pacharse fácilmente, los pacientes pudieron usarlos en su casa ...
El tratamiento experimental era
gratuito, pero siempre se le
aclaraba-a los pacientes o a sus familias que
las contribuciones
a la Orgorre Research F11nd er,m apredadas, aún si la contri­
buci6n sumaba solamente unos pocos dólares. Reich solía decir
que algo dado absolutamente gratis siempre se rebajaba a los
ojos del que lo recibía» (
5 3)
.
Como se aprecia, se trataba de un método de recaudaciones clan~
(52) Op. cit., págs. 211-212.
(53) Op. cit., pág. 93.
Fundaci\363n Speiro

WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
destinas por el ejercicio ilegal de la medicina que todoo los códigos
penales del mundo tienen bien receptado; pero por entonces
las auto­
ridades norteamericanas preferían hacer la vista gorda. Por esta vía
irregular Reich no sólo
gozó de la desahogada posición que antes había
disfrutado en
Europa, sino

que,
al mejor estilo de los pioneros yanquis,
amasó una fortuna. Explica su mujer que la fundación «fue registrada
en Maine como una corporación educativa y de investigación sin fines
de lucro», no obstante lo
cual «Reich

empezó a
ganar una
buena suma
dnrante los primeros añoo de la década del cuarenta» ... «Reich se
lamentaba de que la orgonterapia psiquiátrica
se había convertido en
un medio de ganar mucho dinero, Esto lo contrarió mucho». Quizás
por ese disgusto fue que, cuando lo procesaron, pudo presentar prue­
bas de que, aparte de sus gastos privados, habla invertido en «investi­
gaciones» más de 350.000 dólares (54).
Con la res,petabilidad que
le
otorgaba esa situación patrimonial, buscó
alcanzar un status más
alto
en el rctnking social norteamericano. Fue así cómo el antiguo
«sexual-demócrata» advino en «científico-sexual». «No es falsa mo-­
destia

afirmar que me siento a mí mismo como un órgano ejecutivo
de esta lógica científica>>,
escribirá en. sus

ensayos estadounidenses,
y
añadirá:
«Si bien no pertenezco a ninguna organizaaon religiosa
o política, tengo, sin embargo, un concepto definido de la
vida
social. Este
concepto es
-en contraste con todas las va­
riedades de las filosofías políticas, puramente ideológicas o
místicas-
rientlficámrmle racional ... No soy político y nada
conozco de

política, pero
soy un científico socialmente cons­
ciente».
La memoria, seguramente, le jugaba una mala pasada al olvidar­
se de sus borrascosos antecedentes comunistas. O, tal vez, abando­
nando la parte dialéctica del materialismo, volvía un paso atrás en
su filosofía racionalista. De todas maneras sabemos que 1a Historia
del materitt/ismo, de F. A. Lange, siguió siendo su lil,,:o de cabecera,
al punto que la imposibilidad que Ilse Ollendorf tenía de entenderlo
(54) op. cit., págs. 95, 99, 128 y 175.
577
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE DIAZ ARAUJO
«fue un frecuente motivo de disputas» (55). En verdad, las difi­
cultades intelectivas de su tercera mujer se extendían a otros aspectos
del cientifismo de Reich:
578
«En marzo de 1952, Reich emprendió una nueva fase de
la orgonomía que yo
nunca pude
seguir o comprender. Reich
me presionaba mucho para que viera muchos de los fenómenos
que descubría por entonces, pero siempre dudé de mis im­
presiones subjetivas ... Reich, probablemente, no estaba dema­
siado seguro de sus propias teorías y observaciones, y, por eso,
reclamaba de todos sus asistentes una absoluta identificación
con
el trabajo. Muy pocos de nosotros podíamos hacerlo. Al
recordarlo, pienso que uno tenía que ser un genio o un artista
muy entrenado en observaciones visuales para distinguir los
matices y variaciones en el oolor de las rocas, en la forma de
las nubes. Erao en su mayoría impresiones subjetivas ... Reich
veía a menudo esos fenómenos primero sobre una base sub­
jetiva, y esperaba que otros vieran las mismas cosas. y si uno
no era un genio o un artista, entonces seguía ciegamente el
trabajo o abandonaba. El asistente de Reich, Myron Sharaf,
estuvo
entre los

que no pudieron seguir» (56).
En tales casos el vidente materialista tomaba sus precauciones:
«En esa época, Reich temía que yo lo dejara. Hasta tenía
miedo de que yo me
convirtiera en
una enemiga
y lo difamara.
Por lo. tanto, utilizó para protegerse las mismas estratagemas
que él había atacado furiosamente en otros, en especial en los
.rtalinfrtas. Me pidió repetidamente que escribiera confe'SÍones
de mis sentimientos de recelo hacia el trabajo, sentimientos
ocasionales de temor y odio, hacia él, y tomó estas ,confesiones
y las
puso bajo

llave. Supongo que todavía están en algún
lugar en los archivos. Una vez tuve que darle cuenta de todas
las cosas que me habla dado duraote los afios de nuestro ma­
trimonio, incluyeodo ítems
tales como rega:loo de cumplealios
y

de Navidad, pagos de
facturas del

hospital durante mi inter­
nacióo y operación» (57).
(55) Op. dt., pág. 143.
(56) Op. cit., págs. 143 y 145.
(57)
Op. dt., pág. 147.
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WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
Estos eran algunos de sus procedimientos para instaurar una
«Democracia del Trobajo». Paul Goodman concede que Reich «era
un demócrata muy autocrático», conforme a una larga tradición en
la materia. Pero su mujer es más explícita al respecto:
«A menudo esclavizaba siu piedad a
las personas... Era
un capataz inflexible ... Un repentino rompimiento con su asis­
teote Gertrud Gaasland ... , a causa de la actitud de Reich de
"estás conmigo o · contra mí"... Cuando Reich, en su estilo
bastante violento, insistió en sus derechos, se le llamó dicta­
dor ... La gente decía a meoudo que Reich no era capaz de
soportar la crítica, aunque siempre invitaba a ella ... En su carta a
Neil, trata de explicar por qué la gente le llama dictador>> (58).
El
gran agitador del pensamiento antipaternalista y antiautori­
tario en la familia y en la sociedad, por esas pequeñas contradic­
ciones de su vida privada, tuvo que refugiarse en una hosca so­
ledad:
«Es notable que Neil haya sido el único de sus asociados
íntimos con el que Reich no rompió y con el que continuó la
amistad, a pesar de que nunca sostuvo, que entendía la teoría
del orgón ... Nic W aal eshl.vo entre: los que se negaron a seguir
a Reich. .. Pero su negativa a seguir a Reich en la teoría del
orgón
produjo una ruptura de
su relación profesional, y, como
ocurría siempre con Reich, de su amistad ... Tuvo peleas terribles
con él, y los. otros colegas y asistentes empezaron a temer las
explosiones temperamentales de Reich... Aunque rodeado por
trabajadores útiles
y afan060S, Reich se sentía muy solo. Le
escribió a Neil en noviembre de 1950 diciéndole que él estaba
básicamente solo, que había muy pocos colaboradores cercanos
que realmeote entendían lo que él estaba hacieodo ... A prin­
cipios de 1953, renuncié al consejo ... Uno de los médicos, un
miembro del consejo, viuo hacia mí y me dijo: "Me gustaría
tener su

coraje"» (59).
(58) Op. cit., págs. 22, 62, 84, 87, 108 y 140.
(59) Op. cit., págs. 66, 68, 73, 133 y 148.
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ENRJQUE DIAZ ARAUJO
Como compensación, busca la fama científka y el reconocimiento
oficial. Refiere Palmier :
«En la misma época, Reich intenta interesar a Einstein
en sus descubrimientos; éste se da, en seguida, cuenta de que
está en presencia de un WJco ... Su orgullo llega a ser inmenso,
desmesurado, patológico. Insulta a los que lo contradicen y
habla de · si mismo en tono .admirativo, en tercera persona. Se
maravilla de su propio genio, se compara con Darwin, Nietzsche,
Freud
y Lenin. En el fondo, cree haber sido su sintetizador.
Lo que parece increíble es que haya conseguido encontrar
tantos discípulos» ( 60).
Aunque los científicos. no lo tomen en serio, él no cesa de dar
a

conocer sus «descubrimientos». Por ejemplo, demostró que la te­
rapia orgánica podía:
«ser aplicada a ciertas enfermedades, como ser úlcera gás­
trica, asma bronquial, reumatismo, espasmo de píloro y diver­
sas afecciones de la piel. La investigación económico-sexual del
cáncer también partió de ese concepto del anclaje fisiológico
de los conflictos libidinales».
Asimismo, probó que el dolor de cabeza
«es el

resultado de la
costumbre de arquear las cejas». Y
como pensaba que «la modestia
inoportuna no es virtud», aseguró que su teoría de la «enajenación
general respecto de la vicia» había pasado inadvertida para todos
los científicos anteriores. Luego, al probar que el «encogimieoto del
pene era fuocionalmeote idéntico a la retracción de los
seudopodios,
mis amigos se horrorizaron de mis ideas. tan confusas. Se mofaron
de mí, y me sentí ofendido». También, cuando demuestra que «cier­
tas sustancias perfectameote esterilizadas puedeo producir la vida,
se argumenta que el portaobjeto estaba sucio». De cualquier forma,
asegura haber encontrado al «bion», que es una «vesícula que re­
presenta

la etapa de
transición entre
la sustancia viva
y la sustancia
no viva.
Se forman constantemente en la nahl.raleza por un proceso
(60) Op, cit., págs. 145.
580
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WILHELM RE/CH, SEXO Y REVOWC/ON
de desintegración de materia orgánica e inorgánica, proceso que ha
sido posible reproducir en forma experimental. Están cargados de
energía orgónica y se convierten en protozoarios y bacterias». Se le
aduce entonces que este desmentido a Pasteur nadie lo puede verificar
fuera de Reich. Contesta diciendo que «la ciencia objetiva es un
problema eu
sí misma... Lo más doloroso de todo era la jactancia de
"objetividad científica" (que reclaman los impugnadores). Cuanto
más prisionero se encuentra uno en las redes de la dependencia, más
estrepitosamente pretende ser un «científico objetivo» (La función
del
orgasmo, cit., págs. 14, 21, 23, 61, 239, 29, 18, 208, 305, 80,
81, 145). La queja
la extiende a la burocracia en su opúsculo «Lis­
ten, Little Man» («¡Escucha, hombre pequeño!»). Reich es
---para
Reich,

al
menos-un
incomprendido. De nuevo es su mujer quien
nos cuenta:
«Se sentía cientos de años por delante de su tiempo ...
Sentía que sus descubrimientos lo ubicaban en un mismo
grupo
con Galileo o Giordano Bruno... Se veía a sí mismo entrando
en Berlín como un caballero triunfante montado en un caballo
blanco, mientras la banda tocaba el Bolero de Ravel... Reich
hacía planes para el experimento Oranut.
Era idea de Reich
ayudar a
la humanidad a erradicar los terribles efectos de la
bomba atómica... usando la energía argón... Reich consideraba
que había descubierto algunas témicas de predioción del tiem­
po que parecían funcionar mucho mejor qúe los métodos es­
tablecidos... y utilizó la experiencia acumulada en esos años
en sus posteriores experimentos de "rompenubes" ... Los prime­
ros resultados ( del Oranur) fueron bastante trágicos, por
la manera en que afectaron la salud de la mayoría de las per­
sonas envueltas en él
y la forma en que convirtieron las expec­
tativas de Reich
en un

desastre ... ; en lugar de neutralizar la
energía nuclear, el argón altamente concentrado la estimulaba
cada vez más... Como reacción al experimento Oranur --como
su manera de combatir su Oranur personal-fue la pintura.
Pintó furiosamente diez ruadros en dos semanas ... , no como
obra de gran arte ... Desespera de la humanidad y se autocon~
vence

de que el reconocimiento de sus logros está
en aumento
...
La nueva fase, la "Cosmic Orgone Engineering" (CORE: in,.
geniería cósmica de orgón), tenía que ver no sólo con los
fenómenos cósmicos,
el espacio exterior y las naves espaciales,
sino también con las condiciones del tiempo, sequías y pro-
581
Fundaci\363n Speiro

ENRJQUE DIAZ ARAUJO
ducción de lluvias. Empezó con el descubrimiento de Reich
del
"ennegrecimiento de las rocas", de energía orgón mortí­
fera (DOR) en la atmósfera ... Durante los años siguientes,
Reich persistió en esa historia de que la fuerza aérea
y el
presidente
lo estaban protegiendo, y señalaba a los aeroplanos
y
jets que volaban frecuentemente sobre la región de Raugeley,
probablemente en vuelos de rutina, diciendo que estaban ob­ servándolo y protegiéndolo a él. Una de las teorías que Reich
desarrolló
durante esos

años fue que el hombre del espacio
sabía cómo· usar la energía orgón, que sus aparatos, sus naves
espaciales, funcionaban con energía o,rgón, y que lo que Reich
llamaba DOR eran los residuos, el escape de sus máquinas.
Quizás
ea una época futura la teoría de Reich se demuestre
correcta. Yo
to la comprendo,
y no puedo aceptarla
como una creeocia» (
61).
Lo que para su pobre mujer era incomprensible, para Manuel
Pizán no
es más que una co/qsa/ diarrea mental ( 62), aunque tal
vez los prósperos autores de guiones televisivos de ciencia-ficción deberían estarle tan agradecidos casi como los editores de poruo­
grafía.
Con los textos citados
-y hay muchos más-el lector ya habrá
percibido, cuál era el estado mental de Wilhelm Reich por las dé­
cadas de
1940 y 1950. Los antiguos delirios paranoides se han ido
complicando
con síndromes atípicos. Cuando las ideas «tienen el
sello de extravagancia
y absurdidad» ( «existe desde antes que los
átomos», «tengo veiote mil soldados ahí afuera», «tengo que dar
patadas en el suelo
para que

no haya terremotos»,
«envenenan el
aire»,

etc.), estamos -dice el tratadista Vallejo-Nájera- ante los
«típicos signos de todo lo esquizofrénico».
Para expresarlo

con
la
frase de López-Ibor, hay una «inversión de la flecha intencional».
Y, aunque el delirio esquizofrénico no es coherente consigo mismo,
como el de los paranoicos, la simbiosis de ambas psicosis es posible,
dándose entonces
el caso clínico de la «esquizofrenia paranoide» ( 63).
(61) Op. cit., págs, 23, 64, 131, 134, 135, 137, 139, 140, 143 y 149.
(62)
op. cit., pág. 214.
(63) Vallejo·Nájera, Juan Antonio: lntrod11cció11 a la psiquiatrla, 3J!,
edición, Bru:celoro, 1968, págs. 151, 202 y 203.
582
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WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
Por si cupiera alguna duda, aunque razonablemente eso, parezca
imposible, hagamos comparecer
nuevamente a
la mujer de Reich para
que nos informe con algunos datos más sobre el estado mental de
su concubino:
' «Ya en esos días (de 1933), como, haría siempre después,
cuando estaba totalmente inmerso en una idea, un movimiento,
una teoría, sólo los absolutos eran posibles para Reich. Todo
era blanco o ne,gro, uno estaba con él o, contra él, nunca había
un compromiso, nunca se permitía una sombra gris. Y los
que est•ban cerca de él tenían que seguirlo o marcharse... Creo
que el mayor error que cometimos estuvo en no, combatir in­
meditamente, años atrás ( de 1948), el rumor sobre la esqui­
zofrenia de Reich. Como nunca fue negada
y combatida, la
gente que no sabía lo que
había detrás

de todo eso lo tomó
como si fuera verdad... Brodsky ( un psiquiatra que los visitó en
Orgonon) está

preparando ahora
un artículo
para
el
Psychoanalytic fournal en el que dice que lo ha visto todo, y
que la teoría del orgón es, en conjunto, una idea completa­
mente esquizofrénica, un sistema paranoico ... En el otoño, de
1953 Reich leyó varios libros sobre platos voladores. Inme­
diatamente relacionó

los muchos fenómenos que había obser­
vado (sic) en la atmósfera con naves espaciales ... Se convirtió
en algo muy personal para él. Creía que las naves espaciales
estaban aterrizando cerca de Orgonon, que él podía tomar con­
tacto con ellas por medio del rompenubes, que se convertía en
arma espacial ... Envolvió el hechó ( de la muerte de un perro)
en misteriosas insinuaciones que indicaban que él sospechaba
o de hombres maliciosos o de
hombres del espacio que des­
ahogaban sobre su perro, el odio a la obra de Reich ... Reich
pidió también en esa audiencia (1955) que se le diera el
de­
recho

de representar no sólo a sí mismo,
y a la Wilhelm Reich
Foundation, sino que también se le reconociera como repre­
sentante de la "Emotional Plague Prevention Office" (Oficina
de Prevención de la Plaga Emocional). La solicitud no fue
concedida. En esta audiencia Reich también soshlvo en varias
ocasiones que consideraba que
no estaba en libertad de revelar
ciertos hechos en su defensa, porque mencionarlos públicamente
podría estar en contra de intereses nacionales. Pienso que debe
admitirse, con todo lo, penoso que pueda ser este reconoci­
miento,

que
la lógica de Reich lo había llevado tan lejos que
en algún punto empezó a perder contacto con la realidad ...
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ENRJQUE DIAZ ARAUJO
Reich nuru::a había tenido mucho sentido del humor, siempre
se
había tomado a sí rrdsmo y a su trabajo terriblemente en
serio, sin poder burlarse de sí mismo de vez en cuando. Ahora
esta terrible seriedad pasó cada vez más a primer plano. Con­
tinuamente acuñaba nuevos términos para designar el carácter
de sus atacantes: HIG -Hoa,l!um in Government (tunante
en el

gobierno)-,
MODJU -un sinónimo del carácter de
plaga emocional-,
Emo'fional Plague Prevention Office y
otros. Esperaba que todos aceptaran estos términos en su más
profundo, más serio significado. También empezó a hablar
de si mismo como el Descubridor, y su identificación con Cristo
1, h/z() más fuerte>> ( 64).
Paul Goodman anota estas páginas con la siguiente consideración:
«Aunque
capaz de juzgarlo, su mujer se muestra renuente a decir
en qué medida Reich
estaba o
se volvió loco.
No hay duda de que
estaba algo lo-co, pero la cuestión interesante es en qué terreno y
hasta qué grado. Presumo que ella no lo sabe» (65). Lo acertado
hubiera sido decir que Reich estaba loco de remate,
y que si la
mujer
es reticente al respecto, ello debe obedecer a las obvias impli­
cancias de un reconocimiento explícito de las loruras de su concubino:
hacia el pasado, por haber aceptado en silencio esa situación, y hada
el futuro, por la pérdida del renombre
y de los jugosos derechos
autorales que
a:ún la

obra
escrita de ese demente rinde en el mundo
occidental.
Con todo, son "luchos y sugestivos los párrafos donde
Ilse Ollendorf

da a entender bien
por las
claras
cuál era el estado
mental de Reich. En las últimas palabras que de ella transcribimos nos dijo que
W. Reich pretendía ser Cristo. No era, desde luego, una «Imita­
ción de
·cristo» a lo Kempis. ¿Qué era entonces? Intentemos ave­
riguarlo. Por lo pronto, su opinión de
la religión es más o menos cons­
tante. En

1934 escribió:
584
«La revolución burguesa del siglo XIX acabó en gran me­
dida

con el
modo de

producción feudal,
y opuso ideas liber-
(64) op. cit., págs. 49, 121-122, 123, 153, 154, 163.
(65) Introducción a Ollendorf de Reich, Use: op. cit., pág. 16.
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WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
tarias a la religión y a sus normas morales. ,Sin embargo, como
ocurrió en Francia, el rompimiento con la moral religiosa se
preparó desde el tiempo de la Revolución Francesa» ( 66).
Añadía que, a pesar de los esfuerzos liberales y revolucionarios,
esa moral subsistía, por lo que hab-ía una na:esidad perentoria de
combatir la «ideología religiosa». Es decir, un parafraseo de lo dicho
por Karl
Marx en El Capr¡al. Luego, en la reedición de _La función
del orgasmo, de 1948, expresá.rá glosando a los más arcaicos mate­
rialistas:
«Debemos, de

una
vez por todas, decidir si "Dios" es
una
figur,nodopoderosa, barbuda,
en los cielos o
la ley
cós­
mica de la
w,.turaleza que nrn, gobierna

... Rechacé
intuitivamen­
te esa clase de metafísica y filosofías morales ... El masoquismo
es
la expresi6n de una tensión sexual que no puede ser des­
cargada ... Con eso,
había descubierto yo la dinámica de todas
las religiones
y filosof!as del sufrimiento. Cuando, en mi
carácter de consejero sexual, tuve que tratar con gran número
de cristianos, empecé

a
ver la conexión. El éxtasis religioso
sigue exactamente el modelo del mecanismo masoquista... Las
orgías masoquistas de la
Edad Media
... ,
los castigos religiosos ... ,
los actos de expiación traicionan su función: son infructuoso.r
intentos masoquistas de gratificación sexual» (67).
Por último, Reich publica su libr_o
The Murder of Christ, que
es la obra en que
él se compara

con Cristo, diciendo que el proyecto
«Oranur» fue su Huerto de Getsemaní, que llegó a Cristo
por la
vía de los biones y que su profecía mesiánica consistió en la salva­
ción de la humanidad del desastre atómico. ¿ Se habría vuelto < soquista>> Reich? ... ¡No, claro-! Lo que sucede es que así como re­
chazó «intuitivamente>> la religi6n, porque ésta establecía un centro
ajeno a su ego ( conocida motivación. del «antropologismo» de los
racionalistas ateos), después descubrió ( como antes de él lo habían
hecho Feuerbach
y Marx) que su ego era el demiurgo del mundo
(
el «antropoteísmo»

de
los racionalistas

más consecuentes). Pero al
(66) MaterialiJmo dialéctico y psicoanálisis, cit., págs. 69-70.
(67)
Op. dt., págs. 24, 35 y 203-204.
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ENRJQUE DIAZ ARAUJO
llegar a ese punto, _conforme al inexorahle precedente sentado por Fe­
derico Nietzsche, se abismó ante su yo divinizado y se voJvió loco
(lo, que Marx evitó con su gambito «social», transfiriendo a la abs­
tracción «proletariado»

los caracteres de la divinidad).
Su mujer no podía comprender
esta lógica evolución del pensa­
miento de Reich. Ella le había escuchado responder ante pregunta de su hijo Peter, sobre la persona de
Dios, que: «no había tal per­
sona, que

Dios estaba todo alrededor de nosotros
y en nosotros, eo
todo lo que es bueno y viviente, como la energía argón que él co­
nocía». Probablemente no advierte el momento en que ese panteísmo
materialista es internalizado, y se asusta ante las muestras «de fer­
vor religioso -algo difícil de eotender en el hombre que durante
tantas
décadas de su vida
había luchado

muy
claramente contra
toda
forma de religión». Sin embargo, casi toca con la mano la explica­
ción al agregar acto seguido: «No he podido comprender esta
evo­
lución de Reich, eo cuanto parece tan alejada de su pensamiento
tal -como yo lo conocí. Quizás s11 identificación con Cri.rto apareció
en esceoa aquí» (op. cit., págs. 134, 194). No es «quizás», sino se­
guro. Reich negaba todas las religiones menos la suya. El era Dios,
él era Cristo... y él se había vuelto loco del todo.
Manuel Pizán, que tampoco acepta la visión teocéntrica del orbe,
busca otra explicación. Critica a:
«su versión anarcobeatnik de Cristo, que ahora se ha puesto
decididameote de moda, "profeta del amor universal y de la
sexualidad llberada". Profetismo,
Apocalipsis, Erotismo. Buen
negocio editorial1 en suma, por honrado que Reich haya que­
rido ser» (68).
Sin quitar el negocio del
/esucristo Superst"1', ¿no hay acaso
detrás de toda la mugre de los
«hippies» y «beatniks» la desolación
de la abominación?

¿No son ellos la quintaesencia de una civilización
que luego de declararse atea quiere dominar el espacio con sus naves
y al hombre con su ingeniería genética?
Secundariameote, sin embargo, la tesis de Pizán puede daroos
(68) Op. dt., pág. 211.
586
Fundaci\363n Speiro

WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUC/ON
otra pista para indagar sobre la conducta de W. Reich. Honorio Del­
gado,
á.I mentar los casos de las «anormalidades. de la conciencia»
(no ya

de la inteligencia), trae el tipo de lo que
loo franceses
llaman
«confusión mental»
y los alemanes «amencia» y que puede coexistir
con el estado delirante de
las psicosis
sintomáticas, configurando un
«anublamiento de la conciencia>> ( 69).
Fs algo similar a lo que
Kurt Schneider (70) deoomina como «anestesia moral». Es decir,
para ir al asunto concreto, que, con ·simultaneidad a las delusiones esquizofrénicas, W. Reich pudo
haber estado

simulando -aunque
fuera parcialmente---- un
estad() de Ioru.ra para sacar

cierto tipo de
ventajas personales.
Aunque esta hipótesis
parezca sumameote

improbable a la sola
luz de
los textos

antes transcritos, conviene decir
do5 palabras
sobre
ella. Y a sabemos qne Reich llegó a los Estados Unidos eovuelto en
su fama de «antifascista» notorio. En los años de Roosevelt el ser
filocomnoista -o,
en el caso de Reich, comunista independiente­
era más bien un título de honor que una capitis dism;,zutio. Pero
los vientos de la historia cambiaron, vino la Guerra Fría y el poco
amable Joe Mac
Carthy, y Wilhelm Reich decidió retocar, una vez
más,

su
The Ma.rs Psychology of Fascism, introduciendo en es­
cena al
fascismo roj,,, como primer elemento de la «plaga emocio­
nal». Al mismo tiempo se tomó tan patriota
y conservador, con.sus­
tanciándose con el

«american way of
life>>, que
aconsejó a su hijo
Peter que recitara la
Oración del Cadete, un himno del ejército
y la marina estadonoidenses. Fne también por entonces que descubrió
una conspiración comunista
en su

contra. Una prueba de ella habría
sido
el affaire Einstein. Explica su mujer al respecto que:
«A pesar de los
argumentos y los

materiales que Reioh
y sus asistentes reunieron para probar que la repentina indi­
ferencia de Einstein era parte de una
conspiroción general
de
inspiración comunista contra
el trabajo de Reich, no creo que
existiese semejante conspiración.»
(69) Op, cit., págs. 176-181.
(70)
Las personalidades psicopáticas, Madrid, Morata, 1965, págs. 155
y 167.
587
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE DIAZ ARAUJO
Otra prueba fue la desaparición de un asistente ( que se fue a
internar a una clínica psiquiátrica) :
«Reich desarrolló una teoría ... de que el joven había sido
secuestrado por conspiradores comunistas que querían el secreto
de la fuerza motriz en la energía orgón y querían robar la prio­
ridad de las ecuaciones orgonométricas».
Y, por fin, está el asunto de los aviones que el Presidente Eisen­
hower
y la U.S. Force Air le enviaban para protegerlo ...
Todo esto encajaría directamente en el diagn&tico paranoico.
Pero resulta que, en verdad, Reich nunca había dejado de ser co­
munista en
el plano ideológico. Su íntimo, Neill, lo era ostensible­
mente --y por eso no obtenía visa de entrada en los Estados Uni­
dos--, y él mismo escribía por esos años:
Tomamos el núcleo racional del anarquismo y el comunis­
mo. Tengo una gran admiración por Kropotkin. Pero ellos
olvidan que
los tiempos ,:arnbian, que la verdad de ayer es la
mentira de hoy» (71).
«No queremos anarquía, queremos orden», repetía; mas su obra,
en particular la de la primera época, era toda una apología del anar­
quismo
comunista. ¿CuAI era,

pues, su «verdad»
y su «mentira»? Es
difícil establecerlo. No
olvidemos que

él, antes que de Freud, había
sido. discípulo de Paul Kammerer, el biólogo
comunista que

se suicidó
en Viena después que
se descubrieran

sus fraudes científicos. Que
Reich gustaba de ·usar seudónimos, para firmar sus escritos, o para
viajar, como
el de «Walter Roner», que usó mientras vivió en Wash­
ington. D. C., sin necesidad aparente. Pero, SObre todo, debe tenerse
presente el talento histriónico ( fuera de todo humor) que él desarro­
llaba,
y del que da buena cuenta su mujer:
588
«Entre los muchos talentos de Reich se contaba su capaci­
dad para representar. Contaba acerca de cómo trataba de imi­
tar los distintos tipos
de enfermedades mentales, o, las expre­
siones faciales y posturas corporales típicamente neur6ticas para
que sus discípulos las reconocieran, y siempre lo lograba».
(71) Ol!endorf de Reich, Use: op, cit., págs. 84, 102, 125 y 130.
Fundaci\363n Speiro

1/VILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
Esta simulación funambulesca bastaría para dar pie cierto a la
hipótesis de la «anestesia moral» antes que a la de la disgregación
mental. Mas, a continuación., su mujer también relata otro tipo de
engaño: el de la recepción de los visitantes a su consultorio:
«Reidh siempre ponía en marcha la misma rutina: una
mise-en-scCne, en la que interpretaba al gran científico-. Esto
siempre me divertía, aunque nunca me haya atrevido a men­
ciouarlo. Reich debía estar en su estndio, profundamente con­
centrado en escribir, con una chaqueta de laboratorio recién
lavada y planchada. Debía dar a su visitante la impresión de
que él le hacía un gran favor al interrumpir un trabajo tan
importante para verlo. Reich era una figura impresionante y
estoy segura de que la mayoría de los visitantes quedaban
amedrentados
por esta
primera entrevista» (72) .
Esta parodia, a diferencia de la anterior, es ya típica.mente pa­
ranoide. Entonces la pregunta retorna: ¿Era Reich un loco o un
farsante? Nuestra respuesta es que las
pruebas apuntan-más

a lo
primero que a lo segundo, aun cuando pueda admitirse un quanlum
de voluntariedad en sus crónicos delirios. Una solución de compro­
miso podría consistir en declarar que fue un farsante que, al cabo
de tanta práctica de fingimiento, no pudo ya distinguir dónde es­
taba la verdad
y la mentira y se volvió loco. En la duda, conforme
a las universales normas del debido proceso legal, cabría tenerlo por
inimputable del delito de corrupción, cuya
prueba material

él docu­
mentó en todas sus dbras.
Otra fue la resolución que adoptó la justicia norteamericana, y
por
eso pasaremos
ahora a considerarla.
4. Contumacias
En los Estados Unidos de Norteamérica existía
una repartición
oficial denominada Federal Food cmd Drug Administration (FDA,
Dirección de Alimentos y Drogas), que, hacia 1947, alertada al
parecer por unos artículos de la escritora
Mildred Edie

Brady (
«El
(72) Op. cit., págs. 33, 36-37, 54 y 99,
589
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE DIAZ ARAUJO
nuevo culto del sexo y la anarquía» y «El extraño caso de Wilhel:m
Reid»> ),

inició
la investigación
de las
actividades de
nuestro revolu­
cionario sexólogo. La FD A era el organismo específicamente encargado de contro­
lar los productos farmacéuticos y denunciar los fraudes científicos.
Sus inspectores. fueron a Orgonon, secuestraron 300· «orgone energy
accumulators» y dictaminaron que: «no había el menor rastro de ener­
gía en el interior del aparato y el orgón no existía. El inventor no
podía ser más que un estafad171'>> (73). El curalotodo que acrecentaba
la potencia sexual se transformaba en la prueba de los ardides de­ fraudatorios de Reich.
Pero como

la mano de la justicia es lenta, hubo
que esperar hasta
febrero de

1954 para
que se
concretara la formal
prohibición de distribución de los acumuladores. Usando de las
mis­
mas publicaciones del «Orgone Institute Press», el juez Clifford, de
Portland, pudo

determinar que toda la literatura de aquella editorial
no era más que < existían, sino que lo que se producían eran
«deterioros posteriores y /o
muerte», el
jue2: incluyó

en su edicto prohibitorio a todo ese
«mate­
rial promocional». Reich tomó el asunto con ligereza, alegando que los agentes de
la FDA eran «instrumentos del fascismo rojo y parte de su conspira­
ción contra la
orgonomía». A

su entender,
el problema ya estaba con­
testado con su ataque a la burocracia
(Listen, litt/e Man), y siguió
tranquilaruente adelante con sus experimentos
y sus negocios. Pero
la FDA no lo
había olvidado

(por más que él se anduvo ventilaodo
por Arizona y
carubiando de

domicilios). Así fue como, entre los
días 3 al 7 de mayo de 1956, fue nuevamente juzgado en Portland,
Maine, pero esta vez por contumacia criminal. Fue entonces cuan.do
su demencia (¿o su simulación?) estalló abiertamente. Pidió que no
'fuera el juez federal quien lo juzgara, sino una «Junta de Patología
Social». Dijo que Hitler, Stalin y McCarthy se
h•bían confabulado
en
su contra. Se presentó al juicio como «asesor para la Defensa de
EPPO» ( «Emotional Plague Prevention Office») y como «asesor
para
el Descubrimiento de la Energía Vital». Publicó su alegato con
{73) Palmier, Jean-Michel: op, cit., pág. 147.
590
Fundaci\363n Speiro

WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
el título de Conspiracy and Enwtional Chdin Reaction ( «Conspi­
ración

y reacción emocional en cadena»)
y también Alomos para la
Paz versus HIG, etc. No obstante todas estas «defensas», el juez
le senteució el 25 de mayo de 1956, condenándole a
dos años
de
cárcel y 10.000 dólares de multa,
más la

destrucción y
decomiso de
todos

los instrumentos del delito. Recurrió entonces Reich ante la
Corte de Apelaciones de los Estados Unidos, expresando en el escrito,
entre otras cosas:
<<... viviremos en la memoria humana tanto tiempo como este
planeta
flote en el Océano sin fin de la Energía Cósmica, como
los Padres de la edad cósmica, tecnológica... He ganado la
batalla contra el mal ... cuando el Higfascista Rojo, por orden
de Moscú, no pudo obtener nuestros
secretos experimentales

...
durante la grave emergencia planetaria DOR, como anticipa­
ción del asalto de Hig.»
Concedida la audiencia de apelación, la entendió como w1 éxito,
awique prevenía: «el enemigo es duro, un asesino ... He vuelto a las
altas matemáticas orgonométricas». Y a su hijo Peter le escribía el
20 de febrero de 1957: «Comité Profesional Planetario de Ciudada­
nos Emergencia Dor-Orop Ea: Modju no logrará su intento de
ase­
sinar
por

poder».
La Corte Suprema, en definitiva, rechazó todas
sus
peticiones, y el 12 de octubre de 1957, Reich ingresó en la
cárcel
de Danbury para cumplir su condena.
Trashudado a Lewisburg, consideró «su encarcelamiento como
una medida protectora», aunque desconfiaba del farmacéutico, y anun­
ciaba:

«Ahí están,
observándome desde

arriba, alentándome».
En la
última carta que Je escribe a su hijo, el 22 de octubre de 1957, le
explica que el Sputnik «nunca será un vehículo de navegación ac­
tiva.
Ea ( vehículo movido con energía orgón) lo es». El 3 de no­
viembre de 1957 murió, y el diagnóstico fue de fallo del corazón
por < narios». Tenía sesenta años (74).
(74) Ollendorf de Reich, Use: o-p. cit., págs. 109, 114, 147, 156, 157,
163,
169, 173, 178, 189, 193, 195
y 196.
591
Fundaci\363n Speiro

ENRIQUE DIAZ ARAUJO
El proceso, la sentencia, la condena y la muerte pudieron haber
puesto fin a la
contumacia de
Reich; pudieron haber sido «medidas
protectoras»,
no ya

de
él, sino de la sociedad occidental, cuyas bases
morales él tanto tr•tó de socavar. Mas, desgraciadamente, en la misma
actitud de rebeldía
y de oposición tenaz a la Justicia con que él habla
litigado, reincidieron sus sucesores espirituales.
Comenzaron por
hacer
de su funeral una ceremonia que «estuvo muy cerca de la histeria
masiva» (75); inventaron luego que el proceso habla sido un «auto
de fe» y una
«cacería de

brujas», comparando
la lenidad de la jus­
ticia norteamericana con los procedimientos de los nazis; y descono­
ciendo los alcances de la pena de comiso impuesta, se dieron a la
reproducción --más o menos piratesca- de casi todos sus escritos.
Luego vino la ola de reflujo histórico conocida bajo el nombre
de
eurocomuni!ma (con la que se reflotaba una vieja tesis de Anto­
nio Gramsci de que previamente a
la conquista del poder politico el
comunismo debla destruir
los soportes
de la moral social),
y el «lum­
pen-proletariat>>
(la canalla, del Manifiesta Comunista), agrupado
primero en la «Revolución de Mayo
de 1968», de París, y, más
tarde,
en

las diversas capillas del «Poder Estudiantil», divulgó ex­
tensamente sus
lemas de

«liberación»,
«desalienación», «utopía»
e
«insurrección».
El orbe

de los contestatarios «oprimidos»
por la «So­
ciedad

de Consumo»
y el «Establishment» buscó su escape de la rea­
lidad
por los más extraños conductos, desde el LSD y la marihuana
hasta la canción de protesta y el
terrorismo. La

generación
<>
declaró que «no quería hacer la guerra, sino el amor», que había que
«vivir la vida>> promiscuamente, que habla que «desinbibirSe>> de los
< en fin, la «liberación». comenzaba por los esfínteres. Protesta social
y
protesta sexuaJ. se volvieron a identificar. Ha:bía sonado, pues, una
nueva hora
para la contumacia reichiana.
El 2 de junio de 1968, Neal Ascherson escribía en una revista
londinense que ya
la obra de W. Reich está en todas partes:
592
«Su fantástica síntesis de Freud y la política revoluciona~
ria, su explicación de la naturaleza politica explosiva de las
(75) Ollendorf de Reich, Ilse: op. cit., pág. 198.
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WILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
relaciones sexuales, sus diagramas hipnóticos que muestran la
insatisfacción sexual llevando a la revolución, están pintados
en las paredes de
la Sorl>ona o son arrojados a la cabe-za de
los
¡,olidas ( en envoltura suave)
P9r las
Comunas de vida
libre de
Berlím>.
Uno de los mentores de este renacimiento reichiano, Paul Good­
man, también asegura que:
«Más que ninguna otra figura de nuestros tiempos, Reich
tuvo cosas que decir
-y hacer- asenciales para las principa­
les acciones revolucionarias de los jóvenes, tanto en su política
como en su estilo de vida hippie; es en verdad el eslabón de
rtni6n entre estas tendencias contrastantes. Las más vigorosas
ideas políticas de Marcuse y Fromm ... fueron expresadas antes
y con más fuerza por Reich. Y él podía demostrar las causas
materiales
y eficientes inve1lucradas, por ejemplo, en la grati­
ficación incompleta, la ansiedad
y la introyección, mientras
que
los otros son bastante
abstractos. A la inversa, Reich no
se hubiera mostrado sorprendido, como Marcuse, frente a la
teóricamente "imposible" revuelta juvenil, porque sabía pro­
bable que los niños de la abundancia, criados sin presiones
para
el aprendizaje de su control de esfínteres, con libertad
para masturb(N'se, y con informalidad en el vestir, fueran te­
merarios, desobedientes y confiados» (76).
Más que los salvajes de las islas
Trobiands, estos
mimados, in­
continentes y onanistas revolucionarios, pueden -según las paiabras
de uno de sus
líderes--alcanzar
la
«sexualdemocracia» con
que
Reich soñara despierto. Otro de
sus admiradores

marxistas, Jean­
Michel Palmier, sintetiza su legado así:
«Reich fue un eterno
fuera de la ley, como ese Peer Gynt
de Ibsen, del que hizo el símbolo mismo de su obra. Este ico­
noclasta no respetaba nada: atacó con violencia inaudita las
instituciones burguesas, proponiéndose destruir la familia, mo­
vilizar a la juventud alrededor de la politización de
1a cues­
tión sexual, arrastrar a las juventudes comunistas alemanas
(76) Ambas citas en: Ollendorf de Reich, Ilse: op. cit., págs._ 13·14
y 199.
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ENRIQUE DIAZ ARAU/O
hacia. la Revolución... Excluido y repudiado por todos, perse­
guido y
coodenado ai exiHo, su

vida fue un eterno combate
solitario. Una
vez muerto, su

leyenda
le ha asegurado una
supervivenáa p6stuma: Reich aparecerá a partir de entonces
como una suerte
de apasionado, partidario

de una
liberdl:i6n
anárquica
de todo, lo, instintos y que termina por caer en la
locura ... El fue ... autes
de Herbert Maocuse, el críticü más ra­
dical de la sociedad represiva» (77).
Y poniendo
el broche de oro en este balance crítico, Manuel Pizán
nos dirá:
«Reich no desapareció del todo. Influye en los beatniks;
es el precedente de las comunas y de los, hippies, del neocris­
tianismo anarquizante, de las corrientes ultraindivi-dualistas y
radicalutópicas; las conexiones con algunos puntos de Mar­
cuse son obvias. Fue uno de los
santos ¡,atrones no sólo de las
sectas californianas, sino también del mayo francés. Y su in­
fluencia sigue creciendo, sobre todo entre los medios estudian­
tiles de los países occidentales. Rechazado por
el partido po·
lítico
del proletariado en los años
treinta, sale de

su
tumba
y

ve cómo le
busca la ju\'entud dorada

de los años sesenta,
dentro del fenómeno que da lugar a un
confusionismo gru­
puscular, neouihi/ista
y antirraciona!isfa. No son sólo los ex­
quisitos de la
gauche dívine o la gauche qui rie, sino también
grupos más serios, como-los trotskistas, y, por supuesto, la
industria pomográfica» (78).
&ta es

la gloria póstuma de Wllhelm Reich. Allí, al calor de
la
~ntina, va

rebrotando el «freudomarxismo»,
un fenómeno de la
cultura excrementicia de un tiempo indigente cuyos reales entresijos
hay que buscarlos por el lado de los, dueños del negocio erótico>> (79).
Porque es allí donde mejor se advierte la presencia tutelar de
Wilhelm
Reich,

inspirador último de los periodistas, psicólogos, ensayistas, no-
(77) Op. cit., págs. 14-U.
(78) Op. dt., pág. 213.
(79) El lector puede COmpletar su información al respecto con la lec.
tura. del libro de Pa.ul A. Robinson: La izquierda freudiana, Bs. As., Granica,
a
favor de ese comercio, y con la de la obra de nuestro amigo .Abelardo
Pithod: La Revoludón Cu!turál en la Argentina, Bs. As., Cruz y Fierro, 1974,
en contra del mismo.
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W'ILHELM REICH, SEXO Y REVOLUCION
velistas, ejecutivos, etc., difusores y consumidores de esa literatura.
La vida licenciooa ha existido siempre en Occidente, y en fos períodoo
de crisis se ha intensificado,. Boccaccio, R:abelais, Quevedo y tantos más
dan buen testimonio de ello. Pero la estandarización, sin humor para
peor, de esos subproductos, es el
objetivo de
la
actual pornografía.
La juventud, por otra parte, nunca ha necesitado realmente de estos
pretextos afrodisíacos. para usar, gozar y abusar del sexo. El erotismo,
bien es sabido, es negocio para viejos. Lo que suele suceder a veces
es que estos últimos quieren castrar
las energías vitales de los jóvenes
empantanándolos en la obsesión sexualizante, que les quita la alegría,
la fuerza y la combatividad con un horizonte de la cintura para ahajo.
Son los corruptores de menores los que ansían que éstos ma!logren mi­
serablemente sus vidas, tal como a ellos les ha acontecido. Y es ahí
donde estos caducos proxenetas recurren a la obra de su «santo pa­
trón», el enfermo mentrul Wilhelm Reich.
Reicb
podrá o
no ser
absuelto de sus pecados cwra el espíritu,
¡sólo
Dioo lo sabrá!, pero quizás valga la pena recordar respecto de
esos seguidores de su esquizofrénica lección aquello que Charles Maur­
ras dijera a
propósito de

las dudas que cabían sobre la culpabilidad
del capitán Dreyfus: «Si Dreyfus es
inocente, que

se le absuelva
y
condecore, pero que por lo meaos una docena de sus partidarios sean
fusilados». Acá, con. que se procese a media docena de secuaces bas­
taría; la otra mitad, de seguro que es clieotela fija del manicomio.
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